Bolivar

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Simón Bolívar en imágenes © 2005-2013 Carlos Vidales 1783-1830

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Simón Bolívar en imágenes. Un estudio sobre la iconografía del Libertador. Versión corregida y aumentada, 2013. Incluye bocetos inéditos de José María Espinosa pertenecientes al archivo personal de Manuela Sáenz.

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Simón Bolívar

en imágenes

© 2005-2013 Carlos Vidales

1783-1830

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Introducción

Los retratos del Libertador abundan. Su figura se repite en innumerables variantes en libros, revistas, documentos oficiales y enciclopedias. Se podría pensar que el esfuerzo de publicar una serie de retratos de Bolívar es superfluo e innecesario. Sin embargo, hay razones de peso que justifican esta tarea.

Desde que se apagó el odio contra el Libertador y se inició la rehabilitación y exaltación de su memoria (1842), los habitantes de los países bolivarianos nos hemos ido acostumbrando a una imagen fabricada a posteriori por artistas y dibujantes que no conocieron personalmente a su modelo y que, a lo largo de sucesivos retoques acentuados por siglo y medio de maquillaje histórico, han suavizado las facciones y amansado la actitud del personaje.

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El Genio de la Guerra, el Hombre de las Dificultades, como él mismo se llamó, se nos presenta sentado en su despacho de estadista, con la actitud de quien medita, apagados los ojos, en los arduos problemas de la administración. El resultado es una no-verdad histórica y una incongruencia sicológica: el propio Bolívar confesaba que los despachos y oficinas eran para él una tortura insoportable. Sus ojos, además, fueron siempre dos brasas vivísimas, ardientes e inquietas, como unánimemente lo han testimoniado quienes le conocieron.

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Otra de las representaciones oficiales en boga nos muestra

un Jefe de Estado más preocupado por cruzar la capa oscura sobre el pecho que por

mirar de frente al pintor. El cuadro es sin duda llamativo y

brillante, pero por desgracia no nos sirve como documento

histórico. Su utilidad, puramente política, consiste en

erigirse como símbolo eficaz en el proceso de las

identificaciones con los gustos y etiquetas del poder

establecido.

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El pueblo raso, por su parte, tiene su propio culto patriótico. En las chozas humildes, en los tugurios donde ya no queda casi más esperanza que la fe, o simplemente en los muros de algún barrio miserable, se pueden ver hoy retratos ingenuos con la figura de un Bolívar oscuro, casi mulato, enfundado en un uniforme de colores brillantes y compartiendo con José Gregorio Hernández y Jesucristo

el lugar donde se viene a pedir milagros, a llorar desgracias y a buscar consuelo. Desde ya debe decirse que esta forma de culto subraya implícitamente el hecho, ya constatado por Martí, de que Bolívar tiene todavía mucho que hacer en Nuestra América.

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El culto popular a Bolívar es, sin duda, conmovedor. En sus pinturas, dibujos y piezas de cerámica, la gente sencilla expresa su íntimo deseo de que el Padre Libertador sea idéntico a sus hijos irredentos, los pardos y mestizos y mulatos y pobres de todos los colores.

Mientras el culto oficial acentúa las diferencias de clase y de casta, el culto popular las reduce, las borra, las elimina. El Padre ya no es un padre simbólico: se convierte en un padre carnal. Los hijos se reconocen en él, porque al representarlo le han otorgado sus propios atributos. Dicho de otra manera, los hijos han transferido sus propios rasgos de identidad al Héroe para poder identificarse en él, para hacer posible y verosímil el mito de su paternidad.

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Hoy es posible reconstruir, paso a paso, el proceso de su existencia en el contexto social y político en que tuvo ocurrencia. Los retratos que se hicieron de él a lo largo de su vida, constituyen un auxiliar documental poderoso para aproximarse al conocimiento de sus preocupaciones,

Este trabajo se limita, sin embargo, a mostrar la figura física de Bolívar como documento histórico. La vida de este hombre extraordinario está documentada con abundancia de detalles.

sus estados de ánimo, sus actitudes en tiempos de crisis o en momentos de triunfo y también, naturalmente, las vicisitudes de su salud y el desarrollo de la enfermedad que lo llevó a la tumba.

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Así por ejemplo, el rostro de Bolívar, dibujado durante la dramática estadía en Haití en 1816, nos dice más acerca de lo que pasaba por su ánimo que muchos testimonios escritos. Lo mismo puede decirse del

retrato que se le hizo en Bucaramanga mientras se realizaba la Convención de Ocaña, que marcó el comienzo del fin del poder

bolivariano (1828), o del dibujo a carboncillo que José María Espinosa hizo en 1830, pocos meses antes de la muerte del Libertador, cuando

éste se hallaba en una depresión profunda y las enfermedades producían los estragos finales en su cuerpo.

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Es precisamente con el propósito de documentar con imágenes producidas en el momento y en el lugar de los

hechos, que me he impuesto el trabajo de reunir aquí algunos de los retratos más significativos de Simón Bolívar. Espero que esta iniciativa estimule a otros a fin de ir produciendo, con el aporte de muchos, un acopio documental útil para la

mejor comprensión de nuestra historia.

Algunas imágenes han sido convertidas a blanco y negro para realzar o dramatizar ciertos rasgos fisonómicos. Cuando

ha sido posible, se ha incluido la reproducción en colores también. He ordenado el material cronológicamente, añadiendo comentarios e información para la mejor

comprensión de las circunstancias que se vivían cuando se realizó cada retrato.

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He utilizado las siguientes fuentes:

Boulton, Alfredo: Los retratos de Bolívar, 2a. ed. corregida y aumentada, Editorial Arte, Caracas, 1964. Incluye extensas consideraciones críticas acerca de la posible autenticidad o falsedad de los retratos reproducidos, y abundante información histórica para la mejor comprensión del tema.

Boulton, Alfredo: El rostro de Bolívar, Fundación John Boulton, Caracas, 1982. Contiene excelentes reproducciones de los retratos más conocidos del Libertador, con abundantes notas aclaratorias. No se trata de una iconografía completa, pero cumple con las exigencias más rigurosas del historiador: el ordenamiento cronológico está hecho según la fecha en que se pintó la imagen, no según la fecha del episodio que representa.

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O'Leary, Daniel Florencio: Memorias del general O'Leary, 34 vols., edición facsimilar, Ministerio de Defensa de Venezuela, Caracas, 1981. Cada volumen incluye una reproducción en colores.

Uribe White, Enrique: Iconografía del Libertador, 2a. ed., Ediciones Lerner, Bogotá, 1983. Sin duda la obra más completa sobre el tema. La calidad de las reproducciones dista de ser buena. El ordenamiento de las pinturas no es estrictamente cronológico por su factura. Incluye imágenes hechas largo tiempo después de la muerte de Bolívar. El aparato crítico es excelente. Las notas e indagaciones sobre el origen o la autenticidad de algunos retratos hacen de este libro un instrumento imprescindible para el historiador.

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He organizado los retratos de este estudio según la siguiente periodización:

1. Período 1799-1809: Desde el primer viaje a Europa hasta las vísperas de la revolución de Independencia.

2. Período 1810-1815: Desde la formación de la Primera Junta de Caracas hasta el exilio en Jamaica.

3. Período 1816-1819: Desde la Expedición de los Cayos hasta la fundación de la Gran Colombia.

4. Período 1820-1824: Campañas de la Costa, el Centro y el Sur, hasta Junín y Ayacucho.

5. Período 1525-1828: Desde la estadía en Perú y la creación de Bolivia, hasta la Convención de Ocaña y el atentado del 25 de septiembre.

6. Período 1829-1830: Desde la dictadura hasta la resignación del mando y la muerte (17-dic-1830).

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Primer período:1799-1809

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Autor AnónimoMiniatura sobre marfil

0,06 x 0,05Madrid, circa 1799-1802

Colección de la Fundación John Boulton,

Caracas

De esta miniatura se hicieron varios ejemplares, que Bolívar repartió entre amistades y parientes. La que aquí se muestra perteneció a la esposa de Bolívar, María Teresa Rodríguez del Toro. Al quedar viudo, en 1803, Bolívar entregó la miniatura a su suegro, don Bernardo del Toro.

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Por la época en que se hizo este primer retrato (1799-1802) ocurrieron varios hechos de importancia en la vida de Bolívar. A comienzos de marzo de 1801 se produjo el

incidente de la Puerta de Toledo: la policía intentó arrestar al joven venezolano al no reconocer su uniforme. Éste reaccionó de manera airada y arrogante y la discusión estuvo a punto de convertirse en un duelo sangriento. Bolívar fue sancionado con la prohibición de visitar la

corte, castigo que duró algo más de un año. Esta circunstancia dio ocasión a que el joven mantuano se

ausentara, visitando primero Bilbao, donde se hallaba su novia, y más tarde Bayona y París en un breve viaje que

habría de darle amigos y amigas para toda la vida.El matrimonio de Bolívar con María Teresa Rodríguez del Toro tuvo lugar en Madrid el 26 de mayo de 1802, cuando

faltaban dos meses para que el novio cumpliera los 19 años.

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En junio de 1802 regresó con su esposa a Venezuela, estableciéndose en Caracas. Poco duró la felicidad, porque en enero de 1803 murió la joven María Teresa Rodríguez del Toro, víctima de la fiebre amarilla. La desesperación de Simón Bolívar fue inmensa. Después de largos meses de depresión, durante los cuales intentó negocios y ocupaciones en sus haciendas de los Valles de Aragua, decidió su segundo viaje a Europa. Llegó a Cádiz a fines de diciembre, permaneció en Madrid de febrero a abril y a comienzos de mayo llegó a París, a tiempo para presenciar la proclamación de Napoleón como Emperador, en Saint Cloud (18 de mayo).

Autor AnónimoMiniatura sobre marfil

0,07 x 0,05París, circa 1804-1805

Colección de la Fundación John

Boulton, Caracas.

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Segundo período:1810-1815

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Este período es el más discutido —y el más discutible— en lo que se refiere a la iconografía del Libertador. Prácticamente ninguno de los retratos de esta época se libra de dudas o controversias. Bolívar

visitó Londres en 1810, en cumplimiento de una breve y muy conocida misión diplomática ante el gobierno inglés (julio-septiembre), y durante esta

visita es seguro que se hicieron, como era costumbre entonces, algunas miniaturas con su retrato para

obsequiar, como recuerdo, a personas de su estimación. No se conoce, sin embargo, ninguna de

esas miniaturas.

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La figura que se muestra aquí, corresponde a un grabado hecho en

Londres en 1810, cuyo original no se ha encontrado, pero cuya copia se conserva en el Museo Nacional de Bogotá, Salón

Eduardo Santos. Tiene la leyenda: "BOLIVAR / General y Presidente de la

República de Colombia" y la firma "Fabria P. / St. Giorgio Sc."

Dicha leyenda prueba, sin lugar a dudas, que se trata de una copia hecha cuando

ya Bolívar era Presidente de la Gran Colombia, nación fundada por el

Congreso de Angostura en 1819 y consolidada por el Congreso de Cúcuta

en 1821.

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En Londres fue pintado también un retrato al óleo de Simón Bolívar, durante su misión diplomática en la capital británica. El autor fue el pintor inglés Charles Gill. El original perteneció a Jules Mancini, quien publicó una copia fotográfica en blanco y negro, en la primera edición de su biografía de Bolívar (Bolivar et l'Emancipation des Colonies Espagnoles, Paris, 1912). Se ha discutido mucho la autenticidad de este retrato. Mancini no indicó jamás cómo lo había adquirido. Se limitó a declarar que se trataba de un retrato del Libertador hecho durante su estadía en Londres, en 1810.

Óleo sobre tela. Autor: Charles Gill

Londres, 1810Copia de Delio Ramírez,

Biblioteca Nacional, Bogotá.El original perteneció al

historiadorJules Mancini y luego al

gobierno deColombia. Fué destruido por elfuego durante el "Bogotazo",

el 9 de abril de 1948.

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A su regreso a Caracas, Bolívar participó activamente en la vida política de la Primera República, convirtiéndose en un líder de la corriente más apasionadamente partidaria de

la independencia absoluta (la juventud mantuana y una parte de la intelectualidad radical) y llegando al grado de

Coronel en las fuerzas republicanas. Al producirse el derrumbe de la República ante la embestida realista, y al

caer Caracas y Puerto Cabello en manos del feroz Monteverde (julio de 1812), Bolívar logró escapar, buscando refugio en Cartagena (entonces Estado

Soberano). Allí inició su histórica autocrítica de la Primera República venezolana (Manifiesto de Cartagena) y

comenzó a trazar la estrategia política que ocuparía todos los esfuerzos de su vida: la Unión Grancolombiana.

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De esta época data un retrato que ha producido muchas controversias. Se ha dicho que es falso con la misma pasión con que otros han defendido su autenticidad. El hecho de que se encuentre actualmente en la Quinta de Bolívar, en Bogotá, sugiere que ya estaba allí en vida del Libertador. Para poder juzgar con frialdad, pues, el lector debe mirar muy atentamente la figura de la derecha. Solamente así podrá usar su propio criterio a la hora de juzgar si mi argumentación es correcta o no.

Autor AnónimoÓleo sobre tela

0,34 x 0,28Cartagena, circa 1812-13Quinta de Bolívar, Bogotá

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Observemos primero el uniforme. Las charreteras son desiguales: la de un lado es de general, la del otro lado es de coronel. El cinturón de general en jefe está sobrepintado y no queda bien colocado: está muy alto, casi ya en el pecho, y no puede ocultar el cinto de coronel que —ese sí— está en su sitio. En otras palabras: un pintor ha intentado retocar este retrato, para que el coronel representado pueda ser "ascendido” a general en jefe.

Tanto el original como los retoques se hicieron en vida de Bolívar. Pero el trabajo de retoque está inconcluso: es posible que fuera interrumpido por la renuncia, exilio y muerte de Bolívar en 1830.

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Finalmente: el uniforme, de estilo norteamericano, no se usó casi nunca en el Ejército Libertador. La única referencia iconográfica que he encontrado es la del coronel Atanasio Girardot, muerto heroicamente en la batalla de Bárbula (agosto de 1813).

Examinemos ahora el rostro. La mirada carece de la viveza bolivariana y la oreja es demasiado bonita, demasiado pequeña para ser de Bolívar. La nariz ha sido retocada para que parezca bolivariana (en esto último coinciden Boulton y Uribe White). La boca no es de Bolívar (compárese con cualquiera de los retratos de Bolívar, en cualquier época).

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El mentón es demasiado delicado para ser de Bolívar. Las cejas no tienen la curvatura característica del Libertador. Es probable que las patillas hayan sido pintadas a posteriori. El rostro representa a un hombre muy joven. Don Alfredo Boulton se inclina a aceptar que el retrato es de Bolívar, que fue pintado en 1812 en Cartagena y que años más tarde fue retocado para representar al Libertador con el grado de General en Jefe (Bolívar era coronel en 1812).

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Uribe White, en cambio, sostiene que se trata del retrato de otro oficial y sugiere que bien podría ser Daniel

Florencio O'Leary, Edecán del Libertador, basándose en semejanzas fisonómicas. No explica, sin embargo, por qué el uniforme representado es norteamericano (O'Leary era irlandés y usaba uniforme de modelo británico) ni por qué

se ha intentado retocar el cuadro para ascender al personaje al rango de General en Jefe (O'Leary llegó a ser general, pero no General en Jefe). Tampoco menciona el hecho de que O'Leary era rubio, en tanto que el personaje que aquí discutimos muestra el cabello oscuro. Por si esto

no bastara, habrá que recordar que O'Leary entró en el servicio del ejército patriota en 1815 y fue inicialmente

Edecán del general Anzoátegui. Es decir, para la época en que el retrato fue pintado, O'Leary no tenía relación de

cercanía con Bolívar.

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Mi hipótesis es la siguiente: Bolívar, o alguno de sus ayudantes, obtuvo y conservó este retrato de algún joven oficial, durante sus correrías por el Caribe, entre 1812 y 1816. Años después, alguno de los retratistas del Libertador quiso retocar el cuadro para convertirlo en un retrato de Bolívar (con rango de General en Jefe, patillas y bigotes), pero el trabajo fue abandonado por alguna razón.

Discrepo de la opinión expresada por Enrique Uribe White. Me parece evidente que el modelo original no es el edecán O'Leary, y me parece posible que la intención del retocador fuera modificar un cuadro ya existente para retratar al General en Jefe, es decir al Libertador Simón Bolívar. Discrepo también de la opinión de Don Alfredo Boulton. Me parece evidente que el cuadro original no se pintó para representar a Bolívar, sino a otro oficial muy joven.

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Para poner a prueba mi hipótesis, he procedido a afeitarle los bigotes a nuestro personaje. Es evidente que no estamos ante el rostro de Simón Bolívar. Solamente queda, pues, aceptar que sobre la base de un rostro ajeno, de un coronel, algún pintor no identificado quiso fabricar a posteriori un retrato del Libertador (general en jefe). Por esto, tal vez lo mejor sea reconocer que se trata de un Bolívar inconcluso, un intento fracasado o un proyecto interrumpido. Queda en pie la pregunta: ¿Quién era ese coronel?

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Mi hipótesis es: se trata del coronel Atanasio Girardot, quien murió a los 22 años de edad. Comparado el retrato en discusión (izq.) con dos retratos contemporáneos de Girardot, vemos las siguientes coincidencias: el mentón agudo y dividido; la boca pequeña y fina; el bigote caído; la nariz recta y afilada; los ojos y el arco de las cejas; la frente amplia; la línea del cabello; y el uniforme de estilo norteamericano. La hipótesis se refuerza por el hecho de que el retrato se encuentra en la Quinta de Bolívar: el Libertador tenía un cariño extraordinario por el joven héroe del Bárbula. Dejo aquí la propuesta para ulterior investigación y discusión.

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AnónimoMiniatura sobre marfil

1815Santa Fe de Bogotá

Durante la primera estadía de Bolívar en Bogotá (dic. 12 de 1814 a ene. 24 de 1815), siendo coronel del Ejército de la Unión. Según las crónicas, esta miniatura fue propiedad de la primera mujer del «Mocho» Vargas.

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Después de la derrota de las fuerzas republicanas, Bolívar se embarca para Jamaica el 9 de mayo de 1815. Allí escribe su célebre Carta de Jamaica. El 31 de diciembre, exiliado en Haití, se entrevista con el

presidente Pétion, quien le ofrece apoyo para la causa patriota.

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Tercer período:1816-1819

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Autor AnónimoPastel sobre papel

Haití, 1816Colección de

fotografías de la Galería del Batallón de Infantería ”Bolívar”,

N° 3Fuerte Tiuna, Caracas.

Existen otros ejemplares de este retrato, hechos por el mismo artista

anónimo. El ejemplar de la Colección John

Boulton está fechado en 1815.

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Don Alfredo Boulton sugiere la hipótesis de que este retrato sea obra de un pintor de nombre Denis, el más destacado de entonces en la República de Haití.

Se acepta que el retrato data de 1816, aunque el original está fechado en 1815. Bolívar llegó a los Cayos de San Luis, Haití, el 25 de diciembre de 1815, y el día 31 por la noche entró en Puerto Príncipe. No es imposible que haya sido retratado entre el 25 y el 31 de diciembre de 1815, antes de su entrevista con el presidente Pétion.

Autor AnónimoPastel sobre papel

0,33 x 0,43Haití, 1815?

Colección John Boulton

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El retrato de Haití debe considerarse fundamental en la iconografía bolivariana. Esta imagen marca el comienzo del ”rostro maduro” de Bolívar después de las terribles derrotas militares de 1814 y 1815. Se observa la calvicie incipiente, la delgadez del rostro, la creciente palidez de las facciones.

A partir de 1816, Bolívar sufrirá cambios dramáticos en su aspecto físico, en directa relación con las penalidades de la

guerra y con las vicisitudes de su salud. Pero antes de avanzar en este tema, parece conveniente observar la

transformación del rostro bolivariano desde la miniatura de 1799, cuando tenía 16 años, hasta el retrato de Haití, cuando había cumplido los 33 años y se aprestaba a

organizar la Expedición de los Cayos.

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1799 1815-1816

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Atribuido a W. NeagleÓleo sobre tela

Circa 1818¿Angostura?

Casa Natal del LibertadorCaracas

A partir de las campañas de 1818, Simón Bolívar consolidará sus fuerzas militares. Las derrotas serán solo contingencias adversas de un proceso de ascenso y consolidación. Al mismo tiempo, su salud sufrirá quebrantos cada vez más frecuentes.

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Antecedentes clínicos:Su edecán, el irlandés O’Leary, dice: ”Tenía el pecho angosto, el cuerpo delgado, las piernas sobre todo […] Hacía mucho

ejercicio […] su natural inquietud no se avenía con el reposo”.

Había tenido su primer ataque de malaria el 18 de diciembre de 1812, en Barrancas. Estuvo tres días sin conocimiento. Al recuperar la conciencia, continuó la campaña despreciando las recomendaciones de su médico, el Dr. Folnay. Sufrió nuevo ataque de malaria el día 27, aunque menos grave porque el Dr. Folnay lo había obligado a tomar quinina, casi a la fuerza.El 3 de enero de 1813 estuvo a punto de desmayarse, otra vez a causa de la malaria. Y el 5 se repitió el malestar.En estas lamentables condiciones inició lo que habría de llamarse La Campaña Admirable de 1813.

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El 15 de junio de 1813 firmó el Decreto de Guerra a Muerte después de sufrir un acceso de insomnio.Luego de la terrible derrota en La Puerta (15 de junio de 1814) fue víctima de una gravísimo ataque de malaria.El 4 de julio de 1817, sorprendido por los españoles en una emboscada, pasó la noche hundido hasta el pecho en un río y atacado por las fiebres.El 10 de febrero de 1818, en marcha hacia San Fernando de Apure, sufrió un acceso de tos y cayó luego en un sueño prolongado.El agotamiento físico lo obligó a suspender la marcha y regresar a San Fernando el 3 de marzo de 1818.El 16 de marzo del mismo año sufrió otro grave ataque de malaria.El 17 de abril fue sorprendido a medianoche por los españoles en Rincón de los Toros. Una mula le dio una coz y le lesionó una pierna.

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Entre mayo de 1818 y julio de 1819 sufrió de llagas y forúnculos que le impedían montar a caballo.

A pesar de todos estos males, Bolívar continuó desplegando una actividad sobrehumana. Libró las batallas decisivas de la provincia venezolana, participó en el Congreso de Angostura y organizó las fuerzas políticas y militares de la revolución para emprender el Paso de los Andes y la liberación de la Nueva Granada. Cruzó la cordillera por los páramos más inhóspitos, atacado de fiebres. Ganó la Batalla del Pantano de Vargas (25 de julio de 1819), ocupó la ciudad del Tunja el 5 de agosto y dos días después selló la independencia de la Nueva Granada con la brillante victoria de Boyacá.

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La batalla de Boyacá, según José María Espinosa.En primer plano, la carga de los llaneros.

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Enfermo, maltrecho y victorioso, Simón Bolívar entró en

Santa Fe de Bogotá e inició de inmediato la

organización del gobierno.

ÓleoPedro José Figueroa

1819

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El pintor José María Espinosa, quien llegaría a ser el más grande retratista de Bolívar, cuenta en sus memorias el estado lamentable del Libertador cuando llegó a Bogotá después del triunfo de Boyacá:

”… a poco rato llegó el Coronel Justo Briceño, de una traza lo más rara, con los calzones hechos pedazos, y una chaqueta corta que parecía haber sido en otro tiempo colorada; bien que Bolívar no estaba más elegante: el uniforme de grana roto y lleno de manchas por todas partes, y la casaca pegada a las carnes, pues no traía camisa. Así hizo la campaña de los Llanos, y lo mismo venían todos los oficiales y tropa […] Se conocía que hacía por lo menos un año que no se cambiaba la ropa […] Un sujeto salió a la Calle Real en solicitud de una docena de camisas, fiadas, para llevarle a Bolívar”.

Compárese este testimonio con la versión de la historia oficial:

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Las mentiras de la versión oficial: Bolívar y Santander entran a Bogotá después del triunfo de Boyacá (agosto de 1819).

El rostro de Bolívar es de 1828, no de 1819

El rostro de Santanderes de 1836, no de 1819

El caballo de Bolívar no era blanco en esa fecha (Palomo entró en servicio en 1820)

Ni Bolívar ni Santander usaban capa en esa fecha (no tenían ni camisa)

La pistolera en el arzón de Bolívar es una invención napeolónica.

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El triunfo de Boyacá marca el inicio de la gran iconografía bolivariana. Una profusión de grabados, alegorías, pinturas

patrióticas, retratos, caricaturas y dibujos inunda las tierras de América y de Europa. La imagen de Bolívar se vuelve universal.

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Pedro José FigueroaBolívar, Libertador

de la PatriaÓleo sobre tela

1819Quinta de Bolívar

Bogotá

En esta alegoría, el artista registra, tal vez sin proponérselo, los estragos que la guerra

ha causado en la salud de Simón

Bolívar.

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Autor: A. LeclercSimón Bolívar

Litografía1819

Bogotá

Numerosos artistas franceses y británicos, entre los que se destacan Leclerc y Bate,

realizaron litografías, grabados y acuarelas con la efigie de

Bolívar, principalmente para su distribución en Europa, a

partir de 1818-1819.

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Autor: M. N. BateGrabado (litogr.)

1819Colección

John Boulton

Obsérvese que el ángulo facial del retrato de

Haití (1816) se repite en la

mayoría de los grabados y

retratos de los períodos

siguientes.

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Pedro José FigueroaÓleo sobre tela

0,64 x 0,951819

Museo Nacional, Bogotá

Existen varias copias de este retrato, hechas por el propio Figueroa entre

1819 y 1820. Una de ellas se encuentra en la

Quinta de Bolívar.La dureza de las

facciones de Bolívar en este período es tema

recurrente en Figueroa.

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Pintores y retratistas de Bolívar en Colombia

Durante su primera permanencia (12.12.1814-24.1.1815), un autor desconocido lo retrató en miniatura, pieza que —según las crónicas— fue propiedad de la primera mujer del «Mocho» Vargas. Su segunda (10.8/ 20.9.1819), tercera (5.3/20.3.1820), cuarta (5.1/1.2.1822), quinta (22.10/13.12.1822) y sexta (14.11/25.11.1826) estancias quedaron consignadas principalmente en los retratos de Pedro José Figueroa. De este período se han reseñado también un retrato de Jaime Joaquín Santibáñez [1789-1864] realizado del natural en 1821, en Japio (Cauca), y uno de José María Burbano [activo en Medellín en 1816 y en Tunja en 1825], hecho en Tunja. La iconografía más variada y profusa se produjo durante el séptimo (10.9.1827-16.3.1828), octavo (24.6/5.12.1828) y noveno (15.1/8.5.1830) períodos de su permanencia en la capital. Espinosa, Pío Domínguez del Castillo [1780-1861] y François-Désiré Roulin [1796-1874] crearon imágenes del Libertador tomadas del natural. Su último retratista, Antonio Meucci [ca.1785-ca.1850], lo pintó en Cartagena, a los 47 años de edad. (Beatriz González, José María Espinosa, abanderado del arte en el siglo XIX, Bibl. Luis Angel Arango, Bogotá).

1815

1819

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Bolívar permaneció durante un tiempo muy breve en Santa Fe de Bogotá. Emprendió muy pronto el

regreso a Venezuela y participó en las sesiones del Congreso de Angostura,

el que, a sus instancias, decretó la creación de la Gran Colombia (17 de

diciembre de 1819).

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Cuarto período:1820-1824

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Este es el período en que la gloria de Bolívar alcanza su mayor esplendor. Sus victorias en la Campaña del Sur (1820-22), su encuentro con Manuelita Sáenz (1822), la Conferencia de Guayaquil (1823), la Campaña del Perú (1824) que culmina con el triunfo de Ayacucho (9 de diciembre de 1824), marcan el nacimiento del Culto Bolivariano… y del odio implacable de enemigos y rivales.

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1820Litografía, G. ScharfLondres

Esta copia perteneció al geógrafo y militar Agustín Codazzi.

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Retrato de Simón Bolívar, del artista pintor Jaime Joaquín Santibáñez.

1821Biblioteca Centenario. Santiago Cali.

Este retrato fue pintado del natural, durante la estancia de Bolívar en Japio, Cauca.

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Autor AnónimoÓleo sobre tela

1820-1822¿Quito?

Colección particular

Esta pintura estuvo en poder del General San Martín. Después de la Conferencia de Guayaquil, San Martín se alojó en la casa de don Jorge Edwards, en Chile, y le obsequió el retrato. Es muy probable que el propio Bolívar le haya dado el cuadro a San Martín cuando se encontraron en Guayaquil.

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Autor AnónimoÓleo sobre tela

0,52 x 0,751822, Quito

Colección particular, Lima

Las facciones de Bolívar, menos idealizadas en este retrato, reflejan los efectos de la terrible campaña de Pasto (1822) y nos dan tal vez una idea más correcta sobre el el rostro del guerrero que conquistó el corazón de Manuela Sáenz al hacer su entrada en Quito.

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Manuela Sáenz (1797-1856)

Quinta de Bolívar

Copia de una acuarela de 1823, el año en que Manuela y Simón Bolívar se conocieron en Quito. En el retrato, Manuela ostenta la banda de la Orden del Sol del Perú, que le fue concedida por el general José de San Martín ese mismo año.

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José Gil de CastroÓleo sobre tela

Lima, 1824Casa Natal del

Libertador, Caracas

En vísperas de la batalla de Ayacucho, el pintor limeño José Gil de Castro hizo este retrato, antecesor del de 1825, que sería decisivo en la iconografía bolivariana de los años siguientes, como se verá más adelante.

Page 60: Bolivar

Algunos autores han datado este óleo (pintor no identificado) en 1823. Sin embargo, el texto al pie de la imagen indica que es posterior a la creación de Bolivia (1825). Debe ser de los primeros meses de ese año, cuando Bolívar aún conservaba su bigote.

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La salud de Bolívar, 1820-1824:

1820. Febrero: Agotamiento físico. Acceso de sueño. Enfermo en san Cristóbal. Noviembre: Intensa reacción psicosomática ante una infracción de un oficial. Violento cólico.1821. Enero: Enferrno en Bogotá como resultado de la penosa marcha desde Venezuela. Mayo: ”mi salud está ya descalabrada, que comienzo a sentir laas flaquezas de una vejez prematura”. Julio: después de la batalla de Carabobo, dice que se siente muy viejo y al final de su vida (tiene entonces 38 años de edad). Octubre: Fiebres. Malaria.1822. Junio: ”estoy encanecido al servicio de la patria […] mis sentidos me piden descanso”. Septiembre: Forúnculos, constipado, migraña. Varios días en cama. Insomnio. Dice que desea retirarse a su quinta en Santa Fe para ”vivir como enfermo”.1823. Enero: Solicita del gobierno ”la orden para recibir mi haber, para tener con qué retirarme del servicio; yo estoy viejo, pobre, cansado…”1824. Enero y febrero: Dos meses en cama, víctima del más terrible cuadro clínico de su vida. Posible cuadro de hepatitis. Cólicos. Delirios. Cólera morbo. Al borde de la muerte. A partir de esta crisis, la salud de Bolívar no se va a recuperar más. No ha cumplido aún 40 años pero representa más de 50. En estas condiciones prepara y libra la batalla de Junín (6 de agosto de 1824), y organiza las operaciones en la sierra peruana.

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”Su Excelencia el Libertador Simón Bolívar y la bella amazona doña Manuela Saenz Aizpuru – Apoteosis de Junín – Boceto para un lienzo. José María Espinosa”. (Del archivo de Manuela Sáenz)

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Quinto período:1825-1828

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El año de 1825 es como una línea divisoria en la vida de Simón Bolívar, en lo político y en lo personal:

Sus grandes iniciativas políticas comienzan a desgastar su gloria, generando poderosas reacciones de recelo y aun de odio. La creación de la República de Bolivia es recibida en el Perú, la Nueva Granada y Venezuela como una señal de intenciones imperiales o monárquicas. La organización del Congreso Anfictiónico de Panamá consume sus fuerzas y la mala salud le impide asistir a sus sesiones. La incomprensión, la calumnia y las intrigas lo rodean y acosan. Toda su fisonomía cambia, su rostro se hace más sombrío, su bigote se vuelve blanco y decide suprimirlo. Muchos de los retratos de ese año muestran la huella de sus privaciones y penalidades, sus ataques de cólicos y sus accesos de malaria y de tos. En Lima se conspira para asesinarlo, en Bogotá y Caracas se le calumnia del modo más feroz.

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Paul GuérinÓleo sobre tela

Aunque ha sido datado en 1824, este retrato debió ser concluído en 1825, cuando Bolívar ya no usaba bigote. Es probable que el artista haya usado como modelo el óleo del limeño José Gil de Castro, que se verá más adelante.

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Miniatura sobre marfil (7,5 x 5,9 cm)

Jaime Joaquín Santibáñez

1825

Museo Quinta de Bolívar

Reg. 03137

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Atribuido a UgaldeÓleo sobre tela

Lima 1825-1828Museo Nacional de

Historia, Lima

Esta misma figura se repite en innumerables retratos (muchos de pintores anónimos) de este período. El cuerpo es cada vez más delgado y el pecho es cada vez más angosto. La mirada es cada vez más triste.

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Estas imágenes muestran el mal estado de salud de Bolívar en 1825. Son

retratos hechos en períodos de convalescencia entre ataques de cólera, bilis

hepática y malaria.

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A mediados de 1825 Bolívar posó para el pintor limeño José Gil de Castro, en la casa de éste. A partir de este retrato se han hecho numerosas versiones modernas, algunas bastante estilizadas, que por fortuna conservan las proporciones exactas del original. Gracias a esta circunstancia podemos hoy seguir la historia de los bocetos y dibujos del propio Gil de Castro, y sus fuentes.

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Por ejemplo, de la excelente reproducción que se encuentra en el Salón Elíptico del Capitolio Federal, en Caracas, podemos deducir que Gil de Castro dibujó el rostro de Bolívar en 1825 a partir del retrato de Haití, de 1816. En efecto, las proporciones métricas de ambos retratos son prácticamente idénticas, como se ve en la comparación que se muestra a continuación.

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1815-1816 1825

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Este retrato, realizado por Antonio Salas en 1826, nos muestra a Bolívar a la edad de 43 años, cuando emprendía el viaje a Venezuela para conjurar la rebelión del general Páez.

Al mismo tiempo, el vicepresidente Santander y sus partidarios sembraban la desconfianza sobre las verdaderas intenciones de Bolívar.

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Un dato muy importante sobre este retrato fechado por Gil de Castro en 1827, es la opinión del propio Bolívar. En la dedicatoria de esta copia, el Libertador escribió:

”Al Señor General Sir Robert Wilson:Retrato mío hecho en Lima con la más grande exactitud y semejanza.BOLIVAR”.

(Copia existente en la Biblioteca del Congreso, USA. Sir Robert Wilson era el padre de uno de los más fieles edecanes de Bolívar)

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Bolívar llegó a Caracas a comienzos de 1827 y fue retratado de este modo por el pintor Juan Lovera.

El Libertador logró apagar el fuego que amenazaba la integridad de la nación, pero las concesiones hechas a Páez enfurecieron al vicepresidente Santander y sus partidarios.

A partir de ese momento quedó sellada la muerte de la Gran Colombia.

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En un esfuerzo supremo por lograr una solución constitucional a la crisis, Bolívar logra un acuerdo con Santander para convocar la Gran Convención de Ocaña (1828), a fin de reunir a la nación bajo una nueva ley fundamental.

Aquí, la imagen del Libertador en 1828, tal como fue retratada por un pintor anónimo.

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En el curso de pocas semanas, la salud de Bolívar se deteriora dramáticamente. Su ministro Restrepo dice: ”no ha cumplido cuarenta y cinco años y parece que tuviera sesenta”.

Aquí, retratado por Francois Desiré Roulin en febrero de 1828, vísperas de la Gran Convención de Ocaña.

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Entre abril y junio de 1828 se realiza la Gran Convención de Ocaña, sin que se logre llegar a ningún acuerdo. Al quedar en minoría, los partidarios de Bolívar se retiran de las sesiones y la Convención queda disuelta.

Bolívar es obligado a asumir la dictadura por pronunciamientos cívico-militares. Las provincias del sur se declaran en rebelión.

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Miniatura (arriba) y retrato al óleo (derecha) realizados por José María Espinosa en 1828, durante la estancia de Bolívar en Bucaramanga en los días de la Gran Convención de Ocaña.

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1828, septiembre 2, Bogotá: Pintado por José María Espinosa. Bolívar obsequió este retrato al coronel Juan María Gómez, quien llegaría más tarde a ser general, notable diplomático y Encargado del Poder Ejecutivo.

Fue publicado por primera vez por Fernando González en su libro Mi Simón Bolívar. Agradezco a Gustavo Retrepo, director de ”Otraparte”, el envío de este retrato.

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En Venezuela se producen centenares de pronunciamientos contra el poder bolivariano.

En la Nueva Granada se conspira febrilmente. Los más audaces partidarios de Santander preparan el asesinato de Bolívar.

Los generales del sur se encuentran en rebelión.

Perú amenaza con la guerra.

Panamá inicia preparativos para separarse de Colombia.

El 25 de septiembre de 1828, un grupo de conspiradores asalta el Palacio presidencial e intenta asesinar a Bolívar, quien se salva gracias a la iniciativa y el valor de su compañera, Manuela Sáenz.

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Pocos días antes del atentado, el pintor José María Espinosa había hecho este dibujo al carbón, en el propio despacho del Libertador Presidente.

Bolívar prometió a Espinosa que lo enviaría a estudiar artes a Europa, pero el atentado frustró esas intenciones.

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La noche del atentado, Bolívar permaneció oculto durante varias horas, bajo un puente, en el terrible frío bogotano.

Los efectos sobre su salud (en especial sus pulmones) fueron fatales. Aquí lo vemos retratado por José María Espinosa, pocos días después de esa noche dramática.

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Sexto período:1829-1830

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1829, probablemente a comienzos. Bogotá.

Dibujante, José María Espinosa. Bajo el retrato, este texto: "Su excelencia en traje de paisano. Perfil".

Bolívar vistió de civil con mucha frecuencia después del atentado del 25 de septiembre de 1828.

Del archivo personal de Manuela Sáenz.

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1829: En Guayaquil, después de un gravísimo ataque de bilis, probablemente una hepatitis aguda.

En segundo plano, su primer edecán, Daniel Florencio O’Leary.

Óleo. Pintado por Antonio Salas, por encargo del general Juan José Flóres, primer presidente del Ecuador.

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1829: Quito.

Óleo de Antonio Salas.

Después de la gravísima enfermedad de Bolívar en Guayaquil.

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1829, Bogotá. Dibujante: José María Espinosa. Al pie del retrato, el siguiente texto:

Su excelencia con el rostro desencajado después de un ataque de bilis y tos. Me dijo: José Ma. ”El verdadero hombre siempre lo encontrarás en el alma de un moribundo".

Del archivo personal de Manuela Sáenz.

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1829, Bogotá. Dibujante: José María Espinosa.

Está incluído en un mensaje que dice:

"A doña Manuela Sáenz: Su excelencia recuperado después de un ataque de bilis ruega a usted un poco de su compañía".

Como se sabe, Manuelita no vivía con el Libertador, quien le enviaba mensajes como este cuando deseaba encontrarse con ella.

Del archivo personal de Manuela Sáenz.

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1829: Convaleciente. Miniatura sobre marfil. Pintado por Pío Domínguez. Al dorso tiene una inscripción:

"Pintado en el 1 de marzo de 1829 por P.D. copiado de la misma persona del General Simón Bolívar".

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1830: Bogotá. Óleo de José María Espinosa. Una de las muchas variantes hechas por este artista a comienzos de 1830. Todas fueron conocidas y aprobadas por Bolívar.

El Bolívar de pie, con los brazos cruzados y mirando de soslayo al pintor, fue la postura característica escogida por José María Espinosa para los óleos realizados desde fines de 1828.

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Reducido a la impotencia política por el proceso de ingobernabilidad, y resuelto a hacer lo imposible para salvar a la nación de la anarquía, Bolívar convoca el congreso y le entrega el mando al iniciarse el año de 1830.

Anónimo, atribuido a Meucci(A partir de un boceto de

Espinosa)Óleo sobre telaBogotá, 1830

Museo Bolivariano, Caracas

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La dictadura bolivariana cayó como resultado de lo que hoy llamaríamos ”un proceso de ingobernabilidad”. Los hechos fundamentales de ese proceso fueron:

1. La rebelión militar en el sur. Se hizo una paz inestable a costa de grandes concesiones.

2. La desobediencia civil en Venezuela y Nueva Granada. Pronunciamientos populares contra Bolívar.

3. La guerra civil. Alzamiento del general Córdova en Antioquia y de otros jefes en Panamá, Cauca y Tolima.

4. La división del gobierno en varias facciones: Monárquicos, Vitalicios, Constitucionales.

5. La pésima salud de Bolívar, que fue empeorando a grandes pasos.

6. La indisciplina militar. Actos arbitrarios que socavaron la autoridad del gobierno.

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1830: Bogotá.

Después de su renuncia al poder.

José María Espinosa, acuarela sobre cartulina.

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1830: Bogotá. Boceto de José María Espinosa. Entre fines de 1829 y comienzos de 1830, Espinosa hizo numerosos bocetos como este, registrando el creciente deterioro de la salud del Libertador.

El artista envió este boceto a Manuela Sáenz, quien lo conservó en su archivo personal hasta su muerte.

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1830: Bogotá.

Después de su renuncia al poder. Vísperas de su viaje a Cartagena.

El pintor José María Espinosa revisó este retrato y lo restauró en 1840.

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1830: Bogotá.

Poco antes de partir hacia Cartagena, en el peregrinaje que lo llevará a la muerte.

Óleo (detalle).

Aunque el autor no ha sido identificado, se reconocen las características propias del estilo deJosé María Espinosa

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José María EspinosaCarboncillo sobre papel0,20 x 0,281830Colección Sylvia BoultonCaracas

1830: Bogotá.Poco antes de iniciarse el viaje final de Bolívar a Cartagena.

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1830: Bogotá.Vísperas de su partida a Cartagena.

Dibujo al carboncillo.

José María Espinosa

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A pesar de su renuncia, la campaña de odio no cesa. Venezuela exige que se le expulse del país. Las facciones ”liberales” amenazan con asesinarlo si permanece en el territorio nacional.

En mayo de 1830 Bolívar emprende al viaje hacia el exilio, ridiculizado por pasquines, caricaturas y panfletos calumniosos.

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1830, julio: Cartagena.

Óleo de Antonio Meucci(detalle). En la imagen siguiente, completo, en sepia.

Los testimonios de contemporáneos describen el alargamiento del rostro y el creciente prognatismo. La mandíbula inferior se hace más ancha y pronunciada.

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1830, julio: Cartagena

Óleo de Antonio Meucci(fotografía en sepia).

Meucci se carateriza por suavizar las facciones de Bolívar, haciendo desaparecer las arrugas y eliminando todas las señales de deterioro físico que son tan fielmente mostradas por los dibujos, bocetos y óleos de José María Espinosa. Lo importante de este retrato y de todos los que hizo Meucci en 1830, es que queda documentado el aumento de grosor del mentón y el notable alargamiento del rostro.

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1830, ca. fines de julio: Cartagena.

Pintor:Antonio Meucci

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1830, probablemente fines de julio: Cartagena.

Antonio Meucci.

Detalle del óleo anterior.

Es un retrato único en la iconografía bolivariana, por la sonrisa del Libertador.

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Antonio MeucciMiniatura sobre marfil

Cartagena, agosto de 18300,075 x 0,09

Colección Carmen Aida Zuluaga, Caracas

Algunos autores han afirmado que este es el

último retrato que se hizo al Libertador, del natural. Veremos que no es así.

Para estas fechas, Bolívar ha perdido mucho peso y sufre

varias caídas y desmayos. Ya casi no puede mantenerse en

pie.

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1830, agosto: Cartagena.

Óleo de Antonio Meucci. Según Juan B. Pérez y Soto, este sería el último retrato que se hizo de Bolívar, del natural, lo que no es correcto. Publicado por la Revista Ilustrada, número 3, 4 de agosto de 1898.

Obsérvese el extremo alargamiento del rostro y el ensanchamiento de la mandíbula inferior.

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1830, agosto, Cartagena: Antonio Meucci.

Miniatura sobre marfil.

Belford Hinton Wilson, edecán de Bolívar, escribió:

”Esta es la mejor y la única buena interpretación que jamás haya yo visto del General Simón Bolívar y así ha sido reconocido por el General y por el Coronel Ibarra, sus edecanes, como también por el señor José Rafael Revenga y por todos los compañeros del General Bolívar, sus oficiales y amigos, a quienes la he mostrado”.

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En Cartagena, su salud empeora sensiblemente y debe buscar reposo en la hacienda de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta. Allí, abrumado de amargura, espera la muerte, asistido por el doctor Alejandro Próspero Réverend.

José María EspinosaAcuarela sobre cartulina

1830Quinta de Bolívar, Bogotá

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Este retrato, hasta ahora no incluído en ninguna iconografía bolivariana, debe ser el último que se le hizo en vida. Lo he encontrado en el archivo personal de Manuela Sáenz, quien lo guardó como reliquia hasta su muerte. Está fechado en diciembre 10 de 1830. José María Espinosa lo fechó en Santa Marta, pero es evidente que lo realizó en San Pedro Alejandrino.

José María Espinosa escribió debajo del boceto: "Se refleja en el noble rostro de su excelencia una grave preocupación por su salud. Solo él sabe cuánto sufre. Santa Martha XII-10-/30".

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1830, 17 de diciembre, San Pedro Alejandrino. Impresionante dibujo de Bolívar muerto, hecho por Luis Peru de Lacroix. Abajo, el texto: "... Sus facciones expresaban perfecta serenidad, ningún dolor o seña de padecimiento se reflejaba en su noble rostro". Rúbrica de Peru de Lacroix.

Del archivo personal de Manuela Sáenz.

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Además de los numerosos retratos que se hicieron del Libertador durante su vida, se publicaron miles de dibujos y pinturas alegóricas que testimonian el fervoroso culto de que fue objeto.

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En muchas de esas alegorías se le

representaba como el héroe elegido

por la Divina Providencia para emancipar a los

pueblos americanos y establecer la

hermandad entre criollos, mestizos

e indios.

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En 1842 fueron repatriados a Venezuela los restos de Bolívar, en actos solemnes que alcanzaron dimensiones de apoteosis. Fue el fin de la reacción antibolivariana.

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Desde entonces han crecido los dos cultos al Libertador: el culto oficial y el culto popular. El pueblo raso erige altares en los que conviven la Virgen María, Jesús, los caciques

rebeldes de las épocas de la conquista y la colonia y Simón Bolívar.

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Los artistas y artesanos populares dedican sus obras al Libertador.

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