Borges y Lezama: Dos Acercamientos a la Epifanía y al Arquetipo

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    pesar de su importancia tanto en sus propios pases como enla esfera de la literatura latinoamericana, muy poco anlisis seha dedicado a los elementos comunes entre Jorge Luis Borgesy Jos Lezama Lima. Las referencias a Borges dentro de la obrade Lezama son escasas y oscuras, apareciendo como mencio-

    nes breves o alusiones ocasionales (Couture 1996). No se halla, aparenta-mente, ninguna referencia de Lezama dentro de la obra de Borges, pero deesto no se puede inferir una ignorancia de Borges acerca de Lezama, pues-

    to que los dos poetas almost never mention any of [their] contemporariesin [their] writings, with the exception of friends (Couture 1996: 204). Entodo caso, este artculo, que analizar elementos comunes en la obra deambos poetas, no incluir datos biogrficos relacionados con la influenciade un escritor sobre otro. Couture dirige parte de su investigacin hacia lasimilitud entre Lezama y Borges en sus teoras sobre el criollismo y lo ame-ricano, elaboradas en sus ensayos y escritos crticos. Este artculo tomacomo base el anlisis mencionado, ampliando la perspectiva hacia lavisin de ambos poetas sobre el arte y la poesa como elemento de la cons-truccin de la realidad.

    Borges y Lezama enfatizan el papel creativo que debe adoptar el lectorde la poesa para entender el verso. De esta manera consideran al lector otrocreador del poema, colaborando con el poeta en el significado de la metforay del smbolo, y, ltimamente, del verso. Borges se dirige al lector. A quienleyere: [] nuestras nadas poco difieren; es trivial y fortuita la circunstancia deque seas t el lector de estos ejercicios, y yo su redactor (Borges 1995: 27).Lezama, del mismo modo, llama al lector otro autor del poema (Lezama2001a: 161) Encontramos tanto en Borges como en Lezama el concepto deepifana para determinar la comunicacin entre el poeta y el lector a nivel del

    verdadero entendimiento del poema.

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    William Rowlandson

    University of Aberdeen

    BORGES Y LEZAMA: DOS ACERCAMIENTOS

    A LA EPIFANA Y AL ARQUETIPO

    A

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    Sin embargo, surgen perspectivas radicalmente distintas acerca deesta epifana entre los dos poetas. Borges cree que el poeta se empea en

    describir el arquetipo inefable; y as Virgilio, Dante, Keats, y Borges todoscantan del mismo ruiseor arquetpico. Blake, Victor Hugo, Kipling, yBorges todos cantan del mismo tigre arquetpico. La verdadera comunica-cin, a nivel epifnico, ocurre cuando el poeta y el lector perciben momen-tneamente el arquetipo comn. Para Lezama, sin embargo, lacomunicacin verdadera e epifnica ocurre cuando el lector percibe laperspectiva nica e individual del poeta. As el lector no percibe el tigrearquetpico, sino la imagen del tigre que pertenece exclusivamente a estepoeta en particular. Este trabajo estudia el arquetipo de la forma platnica,compara estos anlisis con el arquetipo tal y como se encuentra en la poe-sa de Borges y de Lezama, e analiza la manera en la que las dos perspecti-vas distintas afectan el papel creativo del lector de la poesa.

    Un estilo tan radicalmente distinto entre dos escritores quizs hayaimpedido una comparacin entre la obra de Lezama y Borges. Sin embargo, anivel del lector, y a nivel de la poesa, los dos poetas comparten numerosasideas. Cabe destacar que tanto Lezama como Borges se consideran poetas antetodo a pesar de la gran cantidad de ensayos y cuentos escritos por los dos, eincluso dos novelas en el caso de Lezama. Lezama expone la nocin de que

    la prosa sirve para ideas concretas y claras, y que la poesa se presta a los sen-timientos y sueos la oscuridad:

    Yo dije varias veces que cuando me senta claro escriba prosa y

    cuando me senta oscuro escriba poesa. Es decir, mi trabajo oscuro es la

    poesa y mi trabajo de evidencia, buscando lo cenital, lo ms meridiano

    que poda configurar en mis ensayos, tiene como consecuencia la pers-

    pectiva de Paradiso. (Fossey 1969: 17)

    Qu es lo que entendemos de este trmino oscuridad? Como parte delanlisis que se ha realizado sobre el barroquismo de Lezama, podemos afirmarque lo oscuro evoca el concepto de dificultad que tanto define la obra deLezama: Slo lo difcil es estimulante. Esta famosa introduccin al primerensayo de La expresin americana pone en relieve la exigencia puesta sobre ellector para interpretar la compleja simbologa de la obra. Pero qu es lo dif-cil? lo sumergido, tan slo, en las maternales aguas de lo oscuro? lo origina-rio sin causalidad, anttesis o logos? (Lezama 2001b: 49). El lector se veobligado a alinearse de tal modo con la complejidad del texto y a emplear lamxima capacidad de interpretacin para activar el texto, una perspectiva

    reflejada en la afirmacin de Lezama sobre el lector:

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    He sido un lector voraz y simpatizo mucho con la afirmacin de

    los estructuralistas que dice que en todo lector existe la posibilidad y el

    deseo de escribir la obra que lee. De tal manera [] una obra tiene infi-

    nidad de autores. (Bianchi Ross 2001: 130)

    La participacin del lector con el autor dentro del texto se ve reflejadaen la visin de Borges, que declara que tanto sin lector como sin autor, nopodra existir la obra:

    El sabor de la manzana (declara Berkeley) est en el contacto de

    la fruta con el paladar, no en la fruta misma; anlogamente (dira yo) la

    poesa est en el comercio del poema con el lector, no en la serie de sm-

    bolos que registran las pginas de un libro. (Borges 1995: 21)

    Con la perspectiva de Borges, notamos no slo el lugar privilegiadoque ocupa el lector, sino la arbitrariedad de los smbolos que componen eltexto. He aqu el eslabn ms fuerte que une a Borges y a Lezama. Ambosescritores hacen referencia al hecho de que un lenguaje es una tradicincompartida, pero que ningn lenguaje es rgido e inmodificable. Y as elpoeta acta como el manipulador del lenguaje ms potente. DeclaraLezama: Lo que ms admiro en un escritor? [] Que destruya el lenguaje

    y que cree el lenguaje (Lezama 1970: 20). Bosqueja Borges en el poemaSignos, hablando de unos carcteres chinos: Indescifrada y sola [...] Puedoser todo (Borges 1995: 506). Clarificando el significado del verso oscuro,el lector se ve obligado a trabajar con el autor imaginado en la interpretacindel texto, y as, de manera borgesiana, cualquier lector de Shakespeare esShakespeare Pierre Menard es Cervantes.

    I know many Anglo-Saxon poems by heart. The only thing I dont

    know is the names of the poets. What does it matter, as long as I, reciting

    the poems from the ninth century, am feeling something that someone feltback then? He is living in me in that moment, I am that dead man. (Borges

    2000: 490)

    Quizs de este inters en la arbitrariedad del lenguaje que compartenBorges y Lezama, derive su fascinacin por la poesa de Quevedo y deGngora, de notoria complejidad y dificultad. As percibimos el nfasis otorga-do al lector en la interpretacin del verso, pero lo que nos concierne aqu esla dimensin en la que el poeta y el lector coinciden en el entendimiento delverso, una dimensin que tanto en Borges como en Lezama encontramos bajo

    el trmino de epifana.

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    Joyce tuvo una gran importancia para Borges y Lezama, y por lo tantoabundan referencias de Joyce en sus escritos. Borges never ceased to have

    Joyce as an obsessive topic for literary reflection. Likewise, Lezama was interes-ted in Joyce throughout his life (Salgado 2001: 33). Joyce adapt elementos dela terminologa catlica en nuevos sentidos relacionados con su visin del artey de la poesa. Vemos al protagonista Stephen convirtiendo el concepto de laepifana desde la manifestacin de la figura divina al moment which I call epi-phany [...] [when] we recognise that it is that thing which it is. Its soul, its what-ness, leaps to us from the vestment of its appearance (Joyce 1960: 218). Elartista (the man of letters), segn Stephen, tendr la obligacin de registrar conextremo cuidado estos momentos de la revelacin espiritual de un objeto. Unavez registrada, esta revelacin slo podr vislumbrarse con la participacin de

    un lector, el vnculo que une la obra de Joyce con la de Borges y de Lezama.Estos momentos epifnicos implican el encuentro dentro del verso del poeta ydel lector, y es aqu, al nivel de entendimiento, que percibimos la distincinradical entre los dos poetas.Toda lectura implica una colaboracin y casi unacomplicidad (Borges 1995: 287). Borges reafirma el papel creativo del lector dela poesa. Encontramos en su poesa, por lo tanto, numerosos momentos quepodemos definir segn la descripcin epifnica de Joyce:

    Iba y vena, delicado y fatal, cargado de infinita energa, del otro lado

    de los firmes barrotes y todos lo mirbamos. Era el tigre de esa maana, enPalermo, y el tigre del Oriente y el tigre de Blake y de Hugo y Shere Khan,

    y los tigres que fueron y que sern y asimismo el tigre arquetipo, ya que el

    individuo, en su caso, es toda la especie. Pensamos que era sanguinario y

    hermoso. Norah, una nia, dijo: Est hecho para el amor. (Borges 1995: 521)

    El tigre en este breve poema en prosa El Tigre no es un tigre en particu-lar, concreto, sino el tigre arquetpico. En este sentido, lo que se vislumbra esla idea o forma platnica del tigre ubicada fuera del tiempo y del espacio,nica y perpetua. As l, Borges, y los dems poetas todos perciben el mismotigre platnico detrs del tigre de carne e hueso. Asimismo, el poema Al ruise-or (432) exalta la figura del mismo pjaro arquetpico que canta en las pgi-nas de Virgilio, Shakespeare, o Keats; y el poema La rosa (38) alaba la rosaeterna que perdura a lo largo de los siglos humanos.

    As bien, mientras que en Borges percibimos la idea platnica, en la poe-sa de Lezama lo que encontramos es la exaltacin de lo particular, de lo quepertenece exclusivamente al texto. Para considerar la poesa lezamiana en esteartculo, miremos la novela Paradiso, obra que, segn Lezama, representa lasumma de su obra entera, el sistema potico en el que toda mi obra se

    resuelve en el ltimo acto (Fossey 1969: 17). As como sistema potico, el

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    texto de Paradiso elabora numerosos ejemplos en el desarrollo del protagonis-ta Cem donde, como lector modelo, representa la interpretacin epifnica de

    la imagen particular del texto. Al joven Cem, por ejemplo, le invitan a escu-char la carta de su to Alberto, una carta cuyas metforas le alegran al mucha-cho por la imagen bella y novedosa que evocan:

    Los gimnooicos, a semejanza de los gimnosofistas, escuchan las

    gimnopedias de Satie, como la guacamaya apretando entre sus uasuna presunta flauta, le tuerce las abolladuras, pero le lleva el arcoiris.

    Plenitud, desnudos orifican. [] Exquisitos cuidados con el mundo dip-

    nooico, entre los batracios y las culebras, macrocosmos del fabulario.(Lezama 1968: 183)

    La recepcin epifnica de Cem se manifiesta primeramente por la ima-gen que surge en su visin al or la carta, y, de inters aqu, la conexin jubi-losa y personal que siente el nio con el autor, su to Alberto:

    Mientras oa la sucesin de los nombres de las tribus submarinas,

    en sus recuerdos se iban levantando [] las palabras que, iban surgien-

    do arrancadas de su tierra propia, con su agrupamiento artificial y sumovimiento pleno de alegra al penetrar es sus canales oscuros, invisibles

    e inefables. [] Senta cmo las palabras cobraban su relieve, senta tam-bin sobre sus mejillas cmo un viento ligero estremeca esas palabras yles comunicaba una marcha. (186)

    As cuando Borges como lector percibe, momentneamente, el tigrearquetpico tal y como lo hubiesen visto Blake, Hugo, y Kipling, Cem comolector percibe imgenes de animales marinos no arquetpicos, sino pertinentesde la visin particular del poeta Alberto. En otros momentos del texto, vemosa Cem interpretando, por ejemplo, los relieves barrocos de un cofre alemn.Interpretando los smbolos como elementos de significacin que pertenecenexclusivamente a este texto y a ningn otro, aparecen en su visin los artesa-nos quien lo fabricaron. As la conexin epifnica ocurre con la absoluta nega-cin de los procesos de significacin que preceden aquel nico texto; y aspoeta y lector coinciden en el texto (los relieves barrocos).

    El simbolismo permanece como el elemento de la construccin del textoque mejor representa esta distincin del arquetipo en la visin potica de Borgesy de Lezama. Refirindonos al argumento de Platn de que todas las camasencontradas en el mundo sensible no son ms que representaciones de la nicaindivisible cama de Dios (Russell 1946: 143), podemos percibir el uso del sim-

    bolismo en Borges segn lo arquetpico, y en Lezama segn lo particular.

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    En el cuento de Borges El Zahir, al narrador se le cae una moneda que esuna moneda particular pero es todas las monedas del mundo. Ped una caa de

    naranja; en el vuelto me dieron el Zahir. Pens que no hay moneda que no seasmbolo de las monedas que sin fin resplandecen en la historia y la fbula(Borges 1966: 106). Es el arquetipo, y por consiguiente no existe. La imposibili-dad de que exista en la realidad un arquetipo vuelve loco al narrador. Aqu lamoneda se usa como smbolo de la esencia del arquetipo platnico as como elruiseor, el tigre, o la rosa tambin son simblicamente el arquetipo. El narradorrelata cmo el Zahir ha sido smbolo a lo largo de los siglos de la forma platni-ca, la verdadera esencia de todas las monedas, la moneda que no puede existiren el espacio mundial: ste le dijo que no haba criatura en el orbe que no pro-pondiera a Zaheer, pero el Todomisericordioso no deja que dos cosas lo sean aun tiempo, ya que una sola puede fascinar muchedumbres (111). As el smbo-lo aparece en el cuento de Borges como elemento meta-textual que encaja comosmbolo en otros textos en otras culturas.La moneda entra en el texto de Paradisono como smbolo hallado en otra literatura, ni como representacin del arqueti-po platnico, sino como smbolo que pertenece exclusivamente a la novela yque opera como parte particular del sistema potico. El protagonista Cem cono-ce a su maestro Licario en una guagua, donde se comete un robo de unas mone-das antiguas. Margarita Fazzolari analiza el robo y restauracin de las monedassegn el esquema del simbolismo de la novela:

    El smbolo de las monedas es muy significativo: es el tesoro que guar-da la poesa; en sus dos caras tiene una Minerva y un Pegaso. El Pegaso essmbolo de la poesa para Lezama. [] El robo de las monedas no es tantopara sealar al judas del grupo como para hacer circular las monedas y questas toquen a cada uno de los elegidos, infundindoles su energa solar y laproteccin de Palas. Muchos son llamados, pero pocos son elegidos. Elmnibus est repleto, pero slo los que han sido tocados por el tesoro de lapoesa se encontrarn en casa de Oppiano al final del captulo. (1979: 99)

    Los sucesos acaecidos en la guagua estn controlados por Licario, comotambin lo estn todos los que llevan a Cem a su encuentro final con l en lanoche funeraria, y, por lo tanto, se puede describir el escenario como un textoescrito por Licario. As el lector del texto, Cem, interpreta el smbolo segn elproceso de conocimiento desarrollado por el sistema potico y no, al estilo dellector del cuento de Borges, segn un proceso de conocimiento desarrolladopor generaciones de autores. Asimismo, la ltima noche de la novela, saturadade figuras simblicas, ser el texto compuesto por Licario para su lector, Cem,quien se muestra capaz de interpretar la construccin simblica del texto

    segn el sistema potico con tal eficacia que llega al creador, a Licario.

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    Se puede destacar el empleo del juego como elemento de lo universalen la obra de Borges, elemento de lo particular en la obra de Lezama. El nivel

    ldico en Borges se ha analizado ampliamente desde varias perspectivas(Agheana 1984, Giordiano 1984, Wheelock 1969). En la mayora de los anli-sis, el juego borgesiano es un sistema humano que no slo representa la vidasino que ser una manera de ir ms all, hacia una nueva esfera de realidadque [...] est dotada de orden, ritmo y armona; de belleza y sublimidad(Giordano 1984: 343). Tal sistema, teniendo una estructura slida y ordenada,otorga al ser humano una seguridad que el caos de la vida no provee. Por lotanto un juego como el ajedrez, el truco, o incluso la propia literatura de his-torias policacas con su construccin laberntica, entran en la obra de Borgescomo factores de la realidad humana ya simblicos; es decir que no se con-

    vierten en smbolo de la vida en su nueva condicin dentro del poema o delcuento borgesiano. En la capacidad del juego para representar, e inclusosuplantar, la realidad, cada partida y cada participante del juego adoptan laforma arquetpica como el ruiseor de los poetas. As en el poema Ajedrez,los jugadores de hoy son los mismos que en el Oriente [cuando] se encendiesta guerra; en que cada partida de ajedrez es la misma partida ya que estejuego es infinito. Cuando los jugadores se hayan ido, / Cuando el tiempo loshaya consumido, / Ciertamente no habr cesado el rito (124). Asimismo, cadajugador del truco en el poema epnimo, es el mismo que todos los jugadores,

    ya que encarnan el jugador arquetpico.En Paradiso de Lezama, Cem y sus hermanos, despus de la muerte del

    padre, juegan al jaquis en el patio de la casa. Este juego, en su dimensin sim-blica, se convierte desde un simple juego a otro elemento particular del sis-tema potico:

    Hicieron los infantes un pequeo movimiento para darle entrada

    a la madre, afanosa de llegar a esa isla, apoyada en un crculo cuyos bor-

    des oscilaban, y en una vertical trazada por los puntos mviles de la pelo-

    ta, que se lanzaba hacia un pequeo cielo imaginario, y despus sehunda momentneamente en las losas, que parecan lquidas lminas,

    pues la fijeza de las miradas sobre la suma de su cuadrado las iba trocan-

    do en un oleaje ad infinitum. (174)

    El juego se convierte en un rito o un misterio en el cual aparece el padremuerto, con la pelota creando un eslabn entre el cielo y la tierra. Este smbo-lo queda fuera de la forma arquetpica borgesiana del juego, puesto que eljuego lezamiano es uno de significado nico y singular; los jugadores pierdensu categora de jugador genrico para convertirse simblicamente en los ac-

    litos de la madre, la gran sacerdotista (Fazzolari 1979: 63).

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    El momento epifnico entonces, en el caso de ambos poetas, une al lec-tor y al poeta en una revelacin momentnea de la esencia de un objeto. Pero

    al mismo tiempo se puede destacar la distincin tan radical entre las dos visio-nes poticas. Fundamentalmente, se basa en un problema del lenguaje.

    En la visin borgesiana, la esencia del universo es un caos que jamspodremos entender: Notoriamente no hay calificacin del universo que nosea arbitraria y conjetural. La razn es muy simple: no sabemos que cosa esel universo (Borges 1964: 262). Sabiendo o sospechndolo, los seres huma-nos creamos estructuras en las cuales tenemos fe absoluta. Cuando Borgesdeclara que unos pocos argumentos me han hostigado a lo largo del tiempo;soy decididamente montono (Borges 1987: 11), hace referencia a que todos

    sus versos y sus cuentos describen estas construcciones humanas: el juego, lalotera babilnica, el universo de Tln, la cbala, el cuento, el tiempo, y ellenguaje. Como toda estructura humana, el lenguaje representa otra manerade ordenar y clasificar el universo, pero sin ser jams el universo. Giskininvestiga esta cuestin:

    Language is at best an imperfect tool with which to describe and

    investigate reality. Language can be used to describe, analyse, name and

    even create, but words are not reality itself. Words are a part of reality,

    not the whole of reality. There will necessarily be many things that lan-

    guage cannot contain. Language talks about reality, but it is not reality.

    (Giskin 1990: 73)

    Tal es el poder creativo del lenguaje que, como el mago de las ruinas cir-culares, el desdichado narrador de el libro de arena, o el pblico de la loterababilnica, se puede construir una nueva realidad, pero ser siempre una reali-dad suplantada. Borges repite una y otra vez que no existe una nica palabraque defina una cosa, pero que an consciente de ello, es la labor perptua delpoeta buscar aquella palabra. El poema La luna aborda este asunto: Cuando,

    en Ginebra o Zurich, la fortuna / Quiso que yo tambin fuera poeta, / Me impu-se, como todos, la secreta / Obligacin de definir la luna (133).

    Hay momentos, sin embargo, en los que el poeta vislumbra a travs dellenguaje el espritu esencial de lo referido y, as, el mismo poema narra comoQuevedo logra tocar la verdadera luna detrs de la palabra luna, y el poeta,lector de la poesa de Quevedo, puede durante un instante ver la misma luna.En ese momento el lector es Quevedo, puesto que el poeta y el lector percibenms all de las restricciones del lenguaje la esencia de la luna. Asimismo, elpoeta es todos los poetas que logran capturar ese espritu errante. Borges,

    como poeta, reconoce esta dimensin en su propia condicin de poeta, con-

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    siderndose en esencia no un creador sino alguien que transmite ideas. Y asBorges afirma su condicin de poeta, declarando: I would like to die wholly,

    body and soul, and be forgotten (Borges 1982: 39).La visin de Lezama resulta notablemente distinta a la de Borges, y

    forma la base de la percepcin epifnica. Licario, como se explic anterior-mente, es el autor de un texto que le incluye a l mismo como protagonista.Esto es lo que Lezama denomina la noche funeraria.

    Podramos decir que el sistema potico culmina en la ltima parte

    de Paradiso, cuando Oppiano Licario pone en movimiento sus inmensas

    coordenadas para que, cuando l est muerto, Cem se vea obligado a ir

    a la funeraria. (Fossey 1969: 17)

    Cem navega en el denso simbolismo de la noche, igual que el lectornavega en el simbolismo de Paradiso, y llega a Licario, muerto. Slo compren-diendo el sistema creado por Licario, slo interpretando el simbolismo segnla direccin surgida, puede Cem llegar al centro y encontrar a Licario.

    Cem comprendi de sbito que aquella fiesta de la luz, la musi-

    quilla del tiovivo, la casa trepada sobre los rboles, el corredor con sus

    mosaicos, la terraza con sus jugadores extendiendo la oblicuidad lunar,lo haban conducido a encontrarse de nuevo con Oppiano Licario. []

    Ascendi la imagen de Oppiano Licario. (488)

    Una y otra vez Lezama habla de la resurreccin: Para m, el hombre noes un ser para la muerte, sino para la resurreccin. El poeta es el que crea lanueva causalidad de la resurreccin. La poesa vence a la muerte (BianchiRoss 2001: 161). Licario como poeta crea una nueva causalidad para su lectorCem, quien, siguiendo el hilo, se alinea con el creador hasta compartir aque-lla visin nica e individual. Cem se mueve dentro de una realidad textual

    tanto como el lector de Paradiso se mueve dentro del texto de la novela. El len-guaje no es una construccin o modelo que represente la realidad, es la reali-dad. Y as el poeta, creador del lenguaje, es capaz de crear una nueva realidadpara el lector que se introduce en el verso. Gngora, para Lezama, era unpoeta que cre una nueva realidad con su lengua, y as el espritu creador deGngora se resucitar en el lector cmplice.

    Borges y Lezama comparten ideas acerca del encuentro del poeta y dellector dentro del verso. Surge, sin embargo, una distincin radical entre los dosen relacin con el nexo de comunicacin entre poeta y lector. Lo que radica

    en la obra de Borges, a nivel mstico e epifnico, es la prdida del sentido del

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    yo, la inmersin del alma en el universo. As el narrador de El Aleph, al per-cibir todo el universo dentro de un punto concreto, abandona la individuali-

    dad para unirse con la creacin. Ordinary perception tells us that we areseparate entities, but mystical union reveals that we are and always have beenone with all of creation (Giskin 1990: 77). La percepcin del arquetipo une alpoeta y al lector no como individuos compartiendo una visin, sino comoesencia compartida con el universo. Y as todos jugadores son el jugadorarquetpico, todos poetas que vislumbran la verdadera rosa o luna son elmismo poeta; y as el Borges que percibe el tigre no es el Borges nacido enBuenos Aires, sino Blake, Hugo, Kipling, y todo poeta.

    El poeta lezamiano crea, a travs del lenguaje, nuevas texturas de la rea-

    lidad basadas en su propia percepcin. El lector trabaja con el poeta en lainterpretacin de la estructura del simbolismo y la metfora, y, a nivel msticoy epifnico, percibe, aunque momentneamente, la visin nica y particulardel poeta. En esta dimensin existe la posiblidad de la resurreccin. De estamanera, a diferencia del espritu de Borges, la obra lezamiana se manifiestacomo la exaltacin del sentido del yo particular, la celebracin del individuo.El lector y el poeta borgesiano perciben epifnicamente la creacin de Dios; ellector lezamiano llega a la creacin del poeta.

    OBRAS CITADAS

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