Cambio Climatico y Desarrollo Urbano en El Golfo de Mexico

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1 Ciudad y cambio climático en el Golfo de México Hipólito Rodríguez Herrero CIESAS-GOLFO En este texto nos proponemos examinar dos problemáticas que en el Golfo de México han adquirido notable importancia en el curso de las últimas décadas: ¿cómo ha incidido la apertura económica en la dinámica de la urbanización y en la organización de los espacios regionales? Y ¿cuál es la posición de las ciudades de esta región frente al cambio climático? Los estudios económicos y geográficos dedicados a explorar los impactos territoriales del proceso de globalización han señalado que éste suele generar cambios en la base productiva de los países y las regiones que abren sus economías a los acuerdos de libre comercio; y que estos cambios en las estructuras productivas suscitan, a su vez, una redistribución de la población sobre el territorio. La manifestación más ostensible de estos fenómenos es sin duda el incremento en los flujos migratorios: cuando las poblaciones carecen de oportunidades de empleo bien remunerado en los espacios donde residen, entonces una alternativa consiste en desplazarse en busca de empleo hacia los sitios donde la actividad económica ha tendido a (re)localizarse. En el caso de las ciudades del Golfo, los procesos de apertura económica que el gobierno mexicano impulsó a partir de los años ochenta han tenido por efecto una reorganización de la actividad productiva que se ha traducido en un nuevo impulso al proceso de urbanización y en la gestación de dinámicas de reubicación de la población trabajadora, tanto hacia otros espacios de la geografía mexicana, como en migraciones hacia la economía norteamericana. La pobreza continua siendo una problemática que afecta a buena parte de la población. Las estimaciones de CONEVAL indican que al cabo de dos décadas la pobreza permanece como una situación que agobia, en algunas entidades, hasta a 58% de la población. Las ciudades parecen acoger a los estratos más depauperados. Sin embargo, en ellas solo encuentran un refugio frágil y precario: las zonas donde se concentran la mayor parte de los pobres urbanos son áreas que los coloca en condiciones de vulnerabilidad al cambio climático. La reorganización productiva que trae consigo el modelo de desarrollo económico que se impulsa desde los años ochenta ha ocasionado múltiples movimientos. Estos movimientos han generado cambios en diversas dimensiones de la vida social. Por un lado, han acentuado los problemas ambientales; y por otro, han contribuido a que surja una reorganización de los espacios urbanos. Para examinar estos procesos, este texto se organiza del siguiente modo. En primer término, analizo la reestructuración económica que experimentan los territorios del Golfo de México desde los años setenta. Después, considero las dinámicas de migración y urbanización que detona esa reestructuración. Finalmente, presento las consecuencias que esos cambios han generado en la vida social y ambiental de la región: una pobreza que sigue afectando a vastas capas de la población y una creciente vulnerabilidad ante los fenómenos del cambio climático.

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Las ciudades situadas en el Golfo de México se hallan expuestas a los cambios climáticos, sea por ubicarse en áreas susceptibles de inundación, sea por carecer de un sistema de protección civil que atenue los riesgos asociados a la creciente presencia de huracanes y tormentas tropicales. Este texto examina esos riesgos considerando la dinámica de crecimiento de las zonas metropolitanas constituidas en este estado de México.

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Ciudad y cambio climático en el Golfo de México

Hipólito Rodríguez Herrero CIESAS-GOLFO

En este texto nos proponemos examinar dos problemáticas que en el Golfo de México han adquirido notable importancia en el curso de las últimas décadas: ¿cómo ha incidido la apertura económica en la dinámica de la urbanización y en la organización de los espacios regionales? Y ¿cuál es la posición de las ciudades de esta región frente al cambio climático? Los estudios económicos y geográficos dedicados a explorar los impactos territoriales del proceso de globalización han señalado que éste suele generar cambios en la base productiva de los países y las regiones que abren sus economías a los acuerdos de libre comercio; y que estos cambios en las estructuras productivas suscitan, a su vez, una redistribución de la población sobre el territorio. La manifestación más ostensible de estos fenómenos es sin duda el incremento en los flujos migratorios: cuando las poblaciones carecen de oportunidades de empleo bien remunerado en los espacios donde residen, entonces una alternativa consiste en desplazarse en busca de empleo hacia los sitios donde la actividad económica ha tendido a (re)localizarse. En el caso de las ciudades del Golfo, los procesos de apertura económica que el gobierno mexicano impulsó a partir de los años ochenta han tenido por efecto una reorganización de la actividad productiva que se ha traducido en un nuevo impulso al proceso de urbanización y en la gestación de dinámicas de reubicación de la población trabajadora, tanto hacia otros espacios de la geografía mexicana, como en migraciones hacia la economía norteamericana. La pobreza continua siendo una problemática que afecta a buena parte de la población. Las estimaciones de CONEVAL indican que al cabo de dos décadas la pobreza permanece como una situación que agobia, en algunas entidades, hasta a 58% de la población. Las ciudades parecen acoger a los estratos más depauperados. Sin embargo, en ellas solo encuentran un refugio frágil y precario: las zonas donde se concentran la mayor parte de los pobres urbanos son áreas que los coloca en condiciones de vulnerabilidad al cambio climático. La reorganización productiva que trae consigo el modelo de desarrollo económico que se impulsa desde los años ochenta ha ocasionado múltiples movimientos. Estos movimientos han generado cambios en diversas dimensiones de la vida social. Por un lado, han acentuado los problemas ambientales; y por otro, han contribuido a que surja una reorganización de los espacios urbanos. Para examinar estos procesos, este texto se organiza del siguiente modo. En primer término, analizo la reestructuración económica que experimentan los territorios del Golfo de México desde los años setenta. Después, considero las dinámicas de migración y urbanización que detona esa reestructuración. Finalmente, presento las consecuencias que esos cambios han generado en la vida social y ambiental de la región: una pobreza que sigue afectando a vastas capas de la población y una creciente vulnerabilidad ante los fenómenos del cambio climático.

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La reestructuración económica del Golfo de México El proceso de cambio económico que vive nuestro país desde los años ochenta del siglo XX puede examinarse de diversas maneras. Un fenómeno que conviene destacar tiene que ver con los cambios en la división del trabajo. La mayor parte de las entidades federativas que se ubican en la región del Golfo de México en el siglo XX han dedicado una parte importante de sus esfuerzos productivos a obtener productos del campo. Esto es así desde la época colonial: los paisajes tropicales fueron especializados en la elaboración de bienes agrícolas para la exportación. Al cabo de años, en nuestras regiones se instalaron emporios productivos, plantaciones y haciendas, orientados a procesar productos primarios: plátano, cacao, café, azúcar, henequén, mango, cítricos, entre otros. Sin embargo, cuando empiezan a ocurrir los procesos de liberalización comercial a escala global, los precios de estos productos experimentan una notable caída. Al disminuir su precio, los productores enfrentan una situación crítica: su esfuerzo no obtiene recompensa y se producen procesos de empobrecimiento y desempleo. Ante este panorama, los trabajadores abandonan su sector tradicional de ocupación económica y se desplazan hacia otros espacios productivos: hacia la ciudad, hacia la industria, hacia el comercio, o bien hacia otras regiones de su país y del mundo. Este fenómeno ha quedado reflejado en la dinámica del producto interno bruto (PIB) de las entidades federativas que se ubican en el Golfo de México. Si contrastamos la composición sectorial del PIB del año 1970 con la que imperaba en el año 2011 (Cuadros 1 y 2), podremos apreciar que el sector primario ha sufrido una caída en su importancia relativa y que, en contraste, el sector secundario (la industria) pero sobre todo el terciario (el comercio y los servicios) han conocido un incremento muy notable en su contribución al producto interno. En el caso de Veracruz, se observa que los puntos que pierde el sector primario son los mismos que gana el sector terciario, pues el secundario prácticamente permanece igual.

Cuadro 1 Producto Interno Bruto por Sector 1970

I II III

País 12,2 32,7 56,4

Campeche 28,9 20,2 50,7

Quintana 33,6 15,0 52,0

Tabasco 19,6 39,2 42,3

Tamaulipas 14,2 22,7 64,1

Veracruz 19,4 33,8 47,4

Yucatán 11,8 27,7 61,9 Fuente: INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de

México, producto interno bruto por entidad federativa (1993)

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Cuadro 2 Producto Interno Bruto por Sector 2011

I II III

País 3,5 36,5 62,2 Campeche 0,6 90,5 9,0 Quintana 1,1 11,6 89,3 Tabasco 1,1 77,0 22,2

Tamaulipas 4,0 34,5 62,3 Veracruz 5,9 36,6 58,3 Yucatán 4,4 24,2 72,6

Fuente: INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México, producto interno bruto por entidad federativa

(2011)

Si se examina el producto per cápita puede apreciarse cuáles son las regiones que ganan y cuáles las que pierden. En el caso de Veracruz, los datos indican que la entidad permaneció estancada (Cuadro 3), situación que contrasta con el comportamiento de las entidades situadas en la frontera noreste y la península, regiones donde el turismo, la industria petrolera y la industria maquiladora brindaron la oportunidad de que se registrara un incremento en el producto per cápita.

Cuadro 3. Ingreso per cápita por estado y región (1960-2008)*

Regiones/Estados 1960* 1970* 1980* 1993* 2003** 2008** III Noreste 11 397 14 027 19130 17 736 101 704 122 843 Nuevo León 15 048 16 369 21981 22 082 124 752 151 806 Tamaulipas 7 746 11 686 16279 13 391 78 656 93 880

VII Este 5 698 6 450 12669 8 567 63 188 80 023 Tabasco 4 091 5 586 16443 9 051 83 294 107 338 Veracruz 7 305 7 314 8895 8 083 43 081 52 708

VIII Peninsular 4 099 6 857 11 009 19 225 202 359 187 753 Campeche 2 949 4 292 5 710 23 010 459 779 395 553 Quintana Roo 3 308 8 892 16 520 24 460 93 520 103 914 Yucatán 6 039 7 387 10 796 10 206 53 779 63 793

Total Nacional 7307 9809 13661 13314 72 503 83 925 *Pesos de 1993 **Pesos de 2003 Elaborado con información proveniente de Ruiz (2000) y del INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México, producto interno bruto por entidad federativa (1993 y 2004), y XII Censo General de Población y Vivienda (2000) y http://www.inee.edu.mx/bie/mapa_indica/2010/PanoramaEducativoDeMexico/CS/CS05/2010_CS05__vinculo.pdf

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Cuadro 4. Ingreso per cápita por estado y región (1960-2008)*

(en relación al promedio nacional) Regiones/Estados 1960 1970 1980 1993 2003* 2008*

III Noreste 155,97 143,00 140,03 133,21 140,28 146,37 Nuevo León 205,94 166,88 160,90 165,86 172,06 180,88 Tamaulipas 106,01 119,14 119,16 100,58 108,49 111,86

0,00

VII Este 77,98 65,76 92,74 64,35 87,15 95,35 Tabasco 55,99 56,95 120,36 67,98 114,88 127,90 Veracruz 99,97 74,56 65,11 60,71 59,42 62,80

VIII Peninsular 56,10 69,91 80,59 144,40 279,10 223,72 Campeche 40,36 43,76 41,80 172,83 634,15 471,32 Quintana Roo 45,27 90,65 120,93 183,72 128,99 123,82 Yucatán 82,65 75,31 79,03 76,66 74,17 76,01

Total Nacional 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 Elaborado con información proveniente de Ruiz (2000) y del INEGI, Sistema de Cuentas Nacionales de México, Producto Interno Bruto por entidad federativa (1993), y http://www.inee.edu.mx/bie/mapa_indica/2010/PanoramaEducativoDeMexico/CS/CS05/2010_CS05__vinculo.pdf El relativo estancamiento de los ingresos en el sector primario se asocia a la disminución del peso del empleo en ese sector. Como puede observarse en el cuadro 5, en todo el país el mundo de la agricultura y la ganadería registra una notable caída en términos de ocupación laboral. A nivel nacional, la contracción del empleo en el sector primario equivale a 9.3 puntos porcentuales, pero en el Golfo la reducción es mayor, ya que oscila entre 17.7 (Tabasco), 15.1 (Veracruz) y 12.8 (Quintana Roo), con la excepción de Tamaulipas, donde la disminución es menor .

Cuadro 5. Dinámica de la Población Económicamente Activa entre 1990 y 2010 (Porcentajes)

PAÍS CAMPECHE TABASCO TAMAULIPAS VERACRUZ YUCATÁN QUINTANA ROO

SECTOR 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0 0,0

PRIMARIO -9,3 -15,1 -17,7 -8,4 -15,2 -14,8 -12,8

SECUNDARIO -4,9 0,2 -3,1 -2,0 -4,5 -1,1 -1,1

CONSTRUCCION 1,6 1,5 2,0 1,1 3,3 1,5 0,0

COMERCIO 5,9 3,9 7,6 4,2 6,5 4,8 4,7

SERVICIOS 8,8 10,9 13,8 6,6 11,4 10,9 13,4

NO ESPECIFICADO -2,1 -1,6 -2,6 -1,5 -1,5 -1,3 -4,4

Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda 1990 y 2010. Si consultamos los Censos Económicos, los cuales capturan sus datos no en las viviendas donde reside la población sino en las unidades económicas (urbanas), podemos ver otras dimensiones del cambio. En el curso de una década (1999-2009), la región Golfo conoce cambios notables y su economía tiene un desempeño desigual. Algunas ramas compensan lo que otras pierden en términos de empleo.

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Como puede apreciarse en el Cuadro 6, en la primera década del nuevo milenio en algunas entidades se generan las ocupaciones que otras pierden. El caso más notable es el del sector manufacturas. Mientras que Veracruz registra una pérdida de casi 30 mil empleos en ese sector, Tamaulipas conoce una ganancia de poco más de 40 mil empleos (la mayor parte abiertos por las maquiladoras). En Veracruz la gran caída del empleo en el sector industrial ocurre al mismo tiempo que se registra una notable expansión de la ocupación en el sector comercio (casi cien mil plazas). Para el conjunto de las economías del Golfo puede observarse que, de casi medio millón de empleos generados a lo largo de la década, cerca de trescientos mil pertenecen al comercio. El petróleo —que había sido la rama más dinámica en las décadas anteriores— sólo genera poco más de 13 mil nuevos empleos, y la mayor parte de ellos se concentran en Campeche. La rama que más empleos ha abierto es la ligada al turismo. Cancún y Playa del Carmen, las ciudades más atractivas del litoral caribe mexicano, explican el notable incremento de los servicios en Quintana Roo.

Cuadro 6. El empleo en las economías del Golfo entre 1999 y 2009: Variaciones por sector económico y entidad federativa

Tamaulipas Veracruz Tabasco Campeche Yucatán Quintana Roo Diferencia

99-09 % diferencia

Pesca 711 -3,147 1,975 -329 2,208 -84 1,334 0.29 Min. y petróleo -506 1,481 1,440 10,386 -30 579 13,350 2.88 Manufacturas 40,527 -29,970 285 6,669 7,535 3,488 28,534 6.16 Electricidad 3,817 -676 1,224 232 -158 1,457 5,896 1.27 Construcción 9,096 9,895 2,842 4,366 -5,002 5,831 27,028 5.83 Comercio 47,316 98,912 30,393 18,318 56,820 36,189 287,948 62.15 Servicios -2,719 -12,811 -12,575 11,600 20,882 94,830 99,207 21.41 TOTAL 98,242 63,684 25,584 51,242 82,255 142,290 463,297 100.00 % diferencia 21.20 13.75 5.52 11.06 17.75 30.71 100.00 0.02 Fuente: Cálculos propios con base en los Censos Económicos de 1999 y 2009, INEGI. El Censo de Población y Vivienda aporta información que complementa la que acabamos de analizar a partir del Censo Económico. En el caso del estado de Veracruz la dinámica del empleo indica que no sólo se registra una considerable contracción de la ocupación en el sector primario (actividades agropecuarias, forestales y pesqueras), sino que también el sector secundario (actividades manufactureras) pierde trabajadores a lo largo del periodo 1990-2010. La apertura económica tiene, a lo largo de estas dos décadas, un doble efecto: de un lado ocasiona un retiro del trabajador agrícola respecto del campo y sus actividades, y, del otro, produce una relativa des-industrialización (Cuadro 7).

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Migración Los cambios en la estructura económica implicaron una contracción de las oportunidades de empleo en Veracruz. Si antes de 1990 era un territorio que atraía población hacia sus principales zonas de actividad industrial (por lo general ciudades donde se instalaron empresas petroleras, industrias textiles y agroindustrias, que originaban una demanda de trabajadores calificados), después de esa fecha se despliegan procesos que, más que retener, expulsan fuerza de trabajo. Entre 1990 y 1995 Veracruz tiene un saldo migratorio negativo equivalente a poco más de cien mil personas, pero la crisis de 1995 genera una diáspora que duplica ese saldo, de modo que entre 1995 y 2005 salen de Veracruz poco más de 430 mil personas. La migración se dirige hacia la frontera norte, hacia la ciudad de México, hacia los emporios turísticos (Cancún, Los Cabos) y hacia la economía estadounidense. La población que, con todo, sigue llegando a Veracruz da pie a la formación de múltiples localidades rurales, un proceso de dispersión poco sostenible que ocurre al mismo tiempo que se produce la expansión de las zonas urbanas, donde la falta de empleos bien remunerados está generando cinturones de pobreza.

PRIMARIO   SECUNDARIO   CONSTRUCCIÓN   COMERCIO   SERVICIOS   NO  ESPECIFICADO  1990   39,4   15,5   5,7   11,0   25,9   2,6  

2010   24,1   11,0   9,0   17,4   37,3   1,2  

CAMBIO   -­‐15,2   -­‐4,5   3,3   6,5   11,4   -­‐1,5  

-­‐20,0  

-­‐10,0  

0,0  

10,0  

20,0  

30,0  

40,0  

50,0  

PORCENTAJE  

Cuadro  7.  VERACRUZ  CAMBIOS  EN  LA  POBLACION  OCUPADA  POR  SECTOR  1990-­‐2010  

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Estimación Saldo Migratorio Neto (COLEF : 2014)

Saldo neto migratorio (migración interna) Entidad federativa 2000 2005 2010 Tamaulipas 95 533 60 336 12 403 Veracruz - 219 514 - 107 565 - 30 302 Tabasco - 29 797 - 34 250 - 28 697 Campeche 5 349 6 027 5 384 Yucatán 979 5 660 11 883 Quintana Roo 87 702 72 306 91 984 Fuente: INEGI. Excluye a la población que residía en otro país.

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Urbanización en el Golfo Como consecuencia de los cambios en la estructura económica, asistimos a una redistribución de la población sobre el territorio. Entre 1970 y 2010 la población se duplica, pero su crecimiento se reparte de modo desigual. Si en el curso de las últimas décadas el campo dejó de ser un espacio económico atractivo, entonces es lógico que también haya dejado de atraer o arraigar a sus habitantes. Veracruz En el caso de Veracruz, como podemos ver en los Cuadros (8 y 9), el mundo rural ha ido perdiendo peso demográfico en la geografía veracruzana: si en 1970 las localidades pequeñas (de menos de 2500 personas) albergaban a casi 53% de la población, para el año 2010 solo están reteniendo a 39%. Al cabo de cuarenta años, estas localidades han disminuido su peso relativo. Con todo, en números absolutos, su población ha crecido (en 1970 en las localidades pequeñas residían dos millones de personas, en 2010 en ellas habitan casi tres millones). Pero es preciso advertir que el número de localidades pequeñas se ha cuadruplicado: en 1970 eran 5,600 y en 2010 suman ya 20,500.

Cuadro 8 VERACRUZ 1970 Tamaño de localidad según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje

1 a 2,499 5,602 2,016,736 52,86 2,500 a 14,999 137 690,114 18,09 15,000 a 99,999 16 506,514 13,28 100,000 y más 4 602,058 15,78

Total 5,759 3,815,422 Fuente: INEGI, Censo de Población y Vivienda 1970.

Cuadro 9 VERACRUZ 2010

Tamaño de localidad según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje

1 a 2,499 20,513 2,976,060 38,94 2,500 a 14,999 261 1,458,333 19,08 15,000 a 99,999 46 1,434,205 18,76 100,000 y más 8 1,774,596 23,22 Total 20,828 7,643,194 Fuente: INEGI, Censo de Población y Vivienda 2010.

La dispersión de la población en el campo representa en sí mismo un problema, pues la proliferación de pequeñas localidades puede implicar dificultades en términos de la posibilidad de brindar servicios (educación, salud, infraestructura) a una población que se encuentra atomizada sobre el territorio. El número de localidades que podrían considerarse semi-rurales (aquellas que retienen entre 2500 y 15 mil habitantes) prácticamente se duplicó, pero su peso relativo permaneció estable, albergando entre 18 y 19% de la población.

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Por otro lado, al mismo tiempo que las localidades rurales disminuyeron su importancia, observamos que en las últimas cuatro décadas las localidades urbanas ganaron peso y multiplicaron su número. Mientras que los asentamientos de más de cien mil personas (ciudades medias) se duplicaron, al pasar de cuatro en 1970 a ocho en 2010, los que poseen entre cien mil y quince mil (ciudades pequeñas) se triplicaron, al pasar de 16 en 1970 a 46 en 2010. De este modo, las ciudades medias empiezan a tener un peso relevante en el espacio geográfico: de albergar 15.8% de la población total en 1970, pasan a concentrar 23.2% en 2010. Por su parte, las ciudades pequeñas pasaron de reunir 13.3% a retener 18.8% de la población. Tamaulipas En el caso de Tamaulipas el mundo rural se ha reducido de modo extraordinario: la población que reside en localidades rurales cayó, al pasar de 31% en 1970, a 9.5% en 2010. Las ciudades medias (con más de cien mil habitantes), en cambio, que antes albergaban al 48% de la población, ahora reúnen al 78%. Las ciudades pequeñas, a diferencia de Veracruz, redujeron su peso, ya que de concentrar 8% de la población, ahora concentran menos de 5%. Tenemos entonces un reparto más polarizado de la población: de un lado una población rural en clara contracción y del otro un espacio urbano cada vez más poblado. Las zonas metropolitanas de Tampico, Matamoros y Reynosa figuran como las áreas de mayor tamaño.

Cuadro 10 TAMAULIPAS 1970 Tamaño de localidad

según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 5221 452423 31,05 2,500 a 14,999 24 115682 7,94 15,000 a 99,999 4 193440 13,28 100,000 a 999,999 4 694413 47,67 Total 5253 1455958

Cuadro 11 TAMAULIPAS 2010

Tamaño de localidad según tamaño

población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 7299 249049 9,51 2,500 a 14,999 32 199784 7,63 15,000 a 99,999 6 122577 4,68 100,000 a 999,999 7 2047028 78,18 Total 7344 2618438

Tabasco En el caso de Tabasco, la población que habita en localidades rurales disminuyó de 66% en 1970 a 43% en 2010. La población que reside en localidades urbanas creció de modo ostensible: las ciudades pequeñas se multiplicaron, al pasar de 1 a 13, de modo que si en 1970 reunían apenas a 2% de la población, en 2010 concentran ya a 18%. A diferencia de

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Veracruz, Tabasco sólo posee una ciudad media: Villahermosa. Pero, de un modo semejante a Veracruz, Tabasco continúa reteniendo a una parte significativa de su población en el medio rural.

Cuadro 12 TABASCO 1970 Tamaño de localidad

según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 1114 510057 66,39 2,500 a 14,999 24 142129 18,50 15,000 a 99,999 1 15643 2,04 100,000 a 999,999 1 100494 13,08 Total 1140 768323

Cuadro 13 TABASCO 2010

Tamaño de localidad según

tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 2371 954,075 42,62 2,500 a 14,999 114 535,504 23,92 15,000 a 99,999 13 395,447 17,66 100,000 a 999,999 1 353,577 15,79 Total 2499 2238,603

Campeche En el caso de Campeche, la población rural no poseía un peso significativo en 1970, de modo que su disminución al cabo de cuatro décadas no tuvo tanta importancia: pasó de 36% a 25%. En esta entidad no se han multiplicado las localidades semi-rurales, y su peso no ha variado. La urbanización de Campeche es fruto tanto del turismo como de la industria petrolera: sus dos ciudades medias giran en torno a estas actividades económicas, las cuales son relativamente recientes y le confieren cierta prosperidad.

Cuadro 14 CAMPECHE 1970 Tamaño de localidad

según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 629 91028 36,19 2,500 a 14,999 12 56366 22,41 15,000 a 99,999 2 104162 41,41 100,000 a 999,999 0 0 0,00

643 251556

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Cuadro 15 CAMPECHE 2010

Tamaño de localidad según

tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 2747 209032 25,42 2,500 a 14,999 27 163196 19,84 15,000 a 99,999 2 60358 7,34 100,000 a 999,999

2 389855 47,40

2778 822441 Yucatán En el caso de Yucatán, la disminución de la población rural ha sido muy notable, al pasar de 35% a 16% en cuatro décadas. Nos hallamos ante un proceso que se asemeja al de Tamaulipas, pero con la diferencia de que aquí las localidades semi-rurales siguen teniendo una gran importancia y las ciudades pequeñas se han multiplicado, reteniendo en la actualidad a 21% de la población. La capital, Mérida, la ciudad media más grande de todo el Golfo, concentra a 40% de la población. El turismo y el comercio confieren a estos centros urbanos su relativa prosperidad.

Cuadro 16 YUCATAN 1970 Tamaño de localidad

según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 1658 265424 35,00 2,500 a 14,999 47 245009 32,31 15,000 a 99,999 2 35861 4,73 100,000 a 999,999 1 214338 28,26 1708 760632

Cuadro 17 YUCATAN 2010 Tamaño de

localidad según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 2404 312892 16 2,500 a 14,999 89 449783 23 15,000 a 99,999 12 416538 21,3 100,000 a 999,999 1 776364 39,7 2506 1955577 100

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Quintana Roo Esta entidad ha experimentado el más rápido proceso de urbanización de todo el Golfo de México: en 1970 la mayor parte de su población residía en localidades rurales, pero en 2010 esta población se redujo a apenas 12%. El turismo hizo posible que en cuatro décadas su territorio conociera la expansión de tres ciudades medias de gran importancia (Cancún, Playa del Carmen y Chetumal); simultáneamente, el gran flujo migratorio propició la formación de nuevas localidades semi-rurales, también vinculadas a la actividad turística. Se trata de un territorio formado en gran medida gracias a un proceso de colonización acelerado: de poseer menos de cien mil habitantes en 1970, en el 2010 suma ya un millón trescientos mil habitantes.

Cuadro 18 QUINTANA ROO 1970 Tamaño de

localidad según tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 544 55944 63,46 2,500 a 14,999 2 8521 9,67 15,000 a 99,999 1 23685 26,87 100,000 a 999,999 0 0 0,00 547 88150

Cuadro 19 QUINTANA ROO 2010

Tamaño de localidad según

tamaño población

Número de localidades

Población Porcentaje/Estado. Población

1 a 2,499 533 157,058 11,85 2,500 a 14,999 18 117,835 8,89 15,000 a 99,999 2 121,213 9,14 100,000 a 999,999

3 929,472 70,12

556 1325,578 100 Una urbanización diferenciada Los patrones de desarrollo urbano en el Golfo muestran grandes diferencias entre las entidades federativas. A lo largo del gran arco que dibujan sus zonas costeras, se presentan situaciones heterogéneas: mientras en el norte Tamaulipas ha conocido un proceso de urbanización rápido, en el cual las ciudades fronterizas reúnen a buena parte de los flujos migratorios que abandonan el espacio rural de su propio hinterland y sobre todo a los contingentes de población proveniente de otras regiones del país, en el centro del Golfo Veracruz y Tabasco muestran un escenario geográfico donde una parte aún significativa de la población reside en localidades rurales. La enorme amplitud del territorio que ocupa Veracruz se encuentra gestionado por ocho ciudades medias; tres de ellas son fruto de la rápida e intensa urbanización que produjo la industria petrolera, la cual atrajo grandes volúmenes de población en los años del auge de ese sector energético; y cuatro son parte de un sistema urbano antiguo, formado desde la época colonial, que mantiene vínculos

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estrechos con el centro del país. Al empezar el siglo XXI, las ciudades petroleras han dejado de crecer y la ciudad de Veracruz se alza como la principal área de crecimiento urbano en la región. Por su parte, Tabasco, que vivió también el auge del petróleo, y por ello conoció una urbanización breve pero acelerada, permanece como una entidad centrada en dos ciudades medias: Villahermosa y Cárdenas. Con todo, esta entidad sigue siendo uno de los territorios donde la población rural aún posee una enorme importancia. Más al sur, en el caso de las tres entidades que ocupan el espacio peninsular, los procesos de rápida urbanización han sido producto del turismo y de un efímero boom petrolero. Campeche parece acercarse al fin de la prosperidad que detonó el yacimiento de Cantarell, cuya explotación atrajo a grandes masas de población en pocos años, mientras Yucatán y Quintana Roo se consolidan como espacios geográficos donde el turismo se ha convertido en el principal motor de sus economías urbanas en expansión. En el conjunto, se observa un peso cada vez mayor de las zonas metropolitanas, el cual convive con la creciente importancia de las ciudades pequeñas. Desde el punto de vista territorial, una zona metropolitana agrupa no solo al espacio de la ciudad media que la articula, sino que también incluye en el núcleo urbano a las ciudades pequeñas y muy pequeñas que son parte de su área de influencia. De acuerdo a este criterio, las zonas metropolitanas constituyen un gran ensamble de localidades donde la población comparte no sólo un mercado de trabajo sino también una multiplicidad de servicios e infraestructuras. El reacomodo de la población en el territorio ha implicado un proceso de crecimiento espacial de las zonas metropolitanas. A lo largo de cuatro décadas, los asentamientos urbanos han venido ocupando cada vez más superficie, restando tierras fértiles a la actividad agrícola y erradicando la cubierta vegetal que suele rodear a las ciudades (bosques o manglares, dependiendo del punto o área geográfica), a través de un proceso de expansión que no siempre ha sido respetuoso de los cuerpos de agua, ya que los contamina o interrumpe sus cursos naturales, alterando de una manera o de otra los ciclos hidrológicos y ocasionando al cabo de los años situaciones de escasez y deterioro de la calidad de los recursos hídricos disponibles tanto para el consumo humano como para las propias actividades agropecuarias. En los últimos años, los cambios en las instituciones que regulan el proceso de desarrollo urbano han permitido la proliferación de grandes conjuntos habitacionales, edificados con gran rapidez mediante métodos industriales, con frecuencia sobre áreas que cumplen un papel importante como zonas de recarga de los mantos freáticos. Con el propósito de utilizar predios con suelo barato, se ocupan incluso superficies que antaño drenaban el crecimiento de ríos de vida intermitente. Las situaciones de vulnerabilidad a desastres ambientales (inundaciones) han crecido por esta razón. La deforestación ha incrementado las posibilidades de que estas situaciones se agraven, pues los ríos han perdido su capacidad de encauzar las aguas debido a procesos de azolvamiento producidos por la misma pérdida de cubierta vegetal. Las situaciones de vulnerabilidad suelen afectar más a los estratos populares, ya que son los que menos recursos poseen para adquirir o rentar vivienda en las zonas con menos riesgos. Veamos a continuación en qué situación se encuentran las poblaciones que padecen pobreza.

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Pobreza y calidad de vida en el Golfo de México En el curso de los últimos años, la población en condiciones de pobreza no ha experimentado cambios importantes en la región. Las cifras disponibles, que reflejan la situación imperante entre 2010 y 2014, señalan una contracción de la pobreza extrema en Tabasco, Quintana Roo y Tamaulipas, aunque Campeche, Yucatán y Veracruz constituyen una excepción. De acuerdo con CONEVAL, institución responsable de medir la pobreza en nuestro país,1 Veracruz es, después de Chiapas, la entidad con más personas en pobreza extrema, con 1 millón 370 mil de personas, equivalente al 17.2% de su población (Cuadros 20 y 21).

Cuadro 20. Evolución de la pobreza en el Golfo de México, 2010,2012 y 2014

Entidad federativa

Pobreza

Porcentaje Miles de personas Cambios

2010 2012 2014 2010 2012 2014 Porcentual

(2014-2012)

Absoluto (Miles de personas)

Campeche 50,5 44,7 43,6 425,3 387,9 391,0 0,8% 3,062 Quintana Roo 34,6 38,8 35,9 471,7 563,3 553,0 -1,8% -10,278

Tabasco 57,1 49,7 49,6 1.291,6 1.149,4 1.169,8 1,8% 20,391 Tamaulipas 39,0 38,4 37,9 1.301,7 1.315,6 1.330,7 1,1% 15,1

Veracruz 57,6 52,6 58,0 4.448,0 4.141,8 4.634,2 11,9% 492,5 Yucatán 48,3 48,9 45,9 958,5 996,9 957,9 -3,9% -39,0

País 46,1 45,5 46,2 52.813,0 53.349,9 55.341,6 3,7% 1.991,7

                                                                                                               1  La  definición  de  pobreza  considera  las  condiciones  de  vida  de  la  población  a  partir  de  tres  espacios:  el  del  bienestar  económico,  el  de  los  derechos  sociales  y  el  del  contexto  territorial.  El  espacio  del  bienestar  económico  comprende  las  necesidades  asociadas  a  los  bienes  y  servicios  que  puede  adquirir  la  población  mediante  el  ingreso.  El  espacio  de  los  derechos  sociales  se  integra  a  partir  de  las  carencias  de  la  población  en  el  ejercicio  de  sus  derechos  para  el  desarrollo  social.  El  espacio  del  contexto  territorial  incorporará  aspectos  que  trascienden  al  ámbito  individual  (que  pueden  referirse  a  características  geográficas,  sociales  y  culturales,  entre  otras);  en  específico,  aquellos  asociados  al  grado  de  cohesión  social,  así  como  otros  considerados  relevantes  para  el  desarrollo  social.    De  acuerdo  con  la  legislación  que  en  México  regula  la  política  social  de  atención  a  la  pobreza,  la  población  en  situación  de  pobreza  multidimensional  es  aquella  cuyos  ingresos  sean  insuficientes  para  adquirir  los  bienes  y  los  servicios  que  requiere  para  satisfacer  sus  necesidades  y,  además,  presente  carencia  en  al  menos  uno  de  los  siguientes  seis  indicadores:  rezago  educativo,  acceso  a  los  servicios  de  salud,  acceso  a  la  seguridad  social,  calidad  y  espacios  de  la  vivienda,  servicios  básicos  en  la  vivienda  y  acceso  a  la  alimentación.  La  pobreza,  en  su  acepción  más  amplia,  está  asociada  a  condiciones  de  vida  que  vulneran  la  dignidad  de  las  personas,  limitan  sus  derechos  y  libertades  fundamentales,  impiden  la  satisfacción  de  sus  necesidades  básicas  e  imposibilitan  su  plena  integración  social.  Aun  cuando  existe  una  gran  variedad  de  aproximaciones  teóricas  para  identificar  qué  hace  pobre  a  un  individuo,  hay  un  consenso  cada  vez  más  amplio  sobre  la  naturaleza  multidimensional  de  este  concepto,  el  cual  reconoce  que  los  elementos  que  toda  persona  necesita  para  decidir  de  manera  libre,  informada  y  con  igualdad  de  oportunidades  sobre  sus  opciones  vitales,  no  pueden  ser  reducidos  a  una  sola  de  las  características  o  dimensiones  de  su  existencia  (cfr.  http:coneval.gob.mx).  

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Cuadro 21. Evolución de la pobreza extrema en el Golfo de México, 2010,2012 y 2014

Entidad federativa

Pobreza extrema

Porcentaje Miles de personas Cambios en el número de personas

2010 2012 2014 2010 2012 2014 Porcentual

(2014-2012)

Absoluto (Miles de personas)

Campeche 13,8 10,4 11,1 116,1 90,7 99,2 9,4% 8,5 Quintana

Roo 6,4 8,4 7,0 87,5 122,2 107,6 -11,9% -14,6

Tabasco 13,6 14,3 11,0 306,9 330,8 260,3 -21,3% -70,5 Tamaulipas 5,5 4,7 4,3 183,4 160,2 151,6 -5,3% -8,6

Veracruz 18,8 14,3 17,2 1.449,0 1.122,0 1.370,5 22,1% 248,5 Yucatán 11,7 9,8 10,7 232,5 200,6 223,2 11,3% 22,6

País 11,3 9,8 9,5 12.964,7 11.529,0 11.442,3 -0,8% -86,647

En todo caso, la pobreza sigue siendo una situación que afecta, a proporciones importantes de la población en Yucatán, Tabasco y Veracruz. En Veracruz, 58% de la población, es decir, cuatro millones seiscientos treinta mil personas, padece pobreza. La mayor parte de esa población se ubica en localidades pequeñas, precisamente en asentamientos dispersos, pero también en las grandes zonas metropolitanas se registra su presencia. Veracruz, por el peso de su población rural, cuenta con una proporción alta de viviendas con piso de tierra y sin acceso al agua entubada. Ha logrado reducir las carencias en ambos aspectos, pero todavía en el año 2010 más del 11% de su población habitaba viviendas con piso de tierra y el 15.7% no tenía drenaje. En relación a las zonas metropolitanas, donde se condensa la población urbana, podemos observar que la marginación sigue siendo una situación que afecta a un número considerable de personas. En nuestro país, el concepto de marginación permite estimar el peso que tiene la población que carece de acceso a la educación (el porciento de la población de 6 a 14 años que no asiste a la escuela; y de 15 años o más que se encuentra sin educación básica completa); que carece de servicios médicos (porciento de la población sin derechohabiencia a los servicios de salud; y de hijos fallecidos de las mujeres de 15 a 49 años de edad); el peso de las viviendas que carecen de servicios urbanos básicos (porciento de viviendas particulares habitadas sin drenaje conectado a la red pública o fosa séptica; sin excusado con conexión de agua; sin agua entubada dentro de la vivienda; con piso de tierra; con algún nivel de hacinamiento; y sin refrigerador). De acuerdo con el Consejo Nacional de Población (CONAPO), institución que periódicamente calcula los grados de marginación en que se encuentra la población, las zonas metropolitanas donde se registran los más altos porcentajes de marginación corresponden a las regiones petroleras de Veracruz (Poza Rica, Minatitlán) y a las áreas donde antes prosperó una modesta industria local (Córdoba y Orizaba) (Cuadro 22).

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Las nueve zonas metropolitanas de Veracruz albergan ya a poco más de tres millones de personas (equivalente al 40% de la población total). De ese conjunto, 37.4% se encuentra en alta y muy alta marginación (estrato popular). Solo una minoría (12.7%) disfruta de muy baja marginación (estrato alto); y lo que podríamos considerar un estrato medio, equivalente al 50% de la población, se halla con baja y media marginación.

Cuadro 22. Población según Grado de marginación

en las Zonas Metropolitanas del Golfo de México (2010) (porcentajes)

Total Muy alto Alto Medio Bajo Muy bajo

ZM Mérida 929 808 1,5 11,7 30,3 27,9 28,7 ZM Tampico 785 016 3,8 13,0 31,6 30,1 21,5 ZM Veracruz 730 813 2,1 21,7 27,5 24,3 24,4 ZM Cancún 670 858 8,1 24,7 31,8 15,7 19,7 ZM Reynosa 660 771 2,2 12,9 46,9 21,5 16,5 ZM Xalapa 582 597 3,0 26,1 34,7 20,7 15,4 ZM Villahermosa 529 462 0,3 13,4 39,3 30,6 16,3 ZM Matamoros 455 782 2,4 9,9 47,5 32,1 8,1 ZM Orizaba 354 533 14,9 21,6 40,7 17,9 4,9 ZM Poza Rica 335 491 15,4 35,6 31,0 11,4 6,6 ZM Coatzacoalcos 332 127 1,8 37,0 27,3 17,0 16,8 ZM Minatitlán 277 787 17,1 36,0 34,5 7,6 4,8 ZM Córdoba 237 073 7,2 42,3 31,4 18,3 0,8 Campeche 228 640 1,3 18,3 37,5 24,1 18,8 Tuxpam 108 033 9,3 29,0 43,1 11,7 6,9 Playa del Carmen 149 612 0,2 30,7 37,6 20,8 10,7 ZM Acayucan 79 078 13,2 59,1 26,4 1,4

Fuente: CONAPO, 2010. En algunas zonas metropolitanas, el estrato popular (grado de marginación alto y muy alto) posee un peso muy grande y llega a reunir a más del 50% de la población (Acayucan, Minatitlán, Poza Rica); en otras, este estrato abarca al menos a un tercio de la población (Orizaba, Córdoba, Coatzacoalcos, Tuxpan, Cancún, Playa del Carmen). En Veracruz, solo en dos zonas metropolitanas (Xalapa y Veracruz) este estrato es menor al 30%; pero algunas ciudades del Golfo han logrado reducir la importancia de este estrato (como es Mérida, Tampico, Villahermosa, Matamoros). En cuanto a los estratos mejor situados (con indicadores de marginación bajo y muy bajo), destacan Mérida, Tampico, Veracruz, Cancún, Villahermosa, Xalapa y Coatzacoalcos, que poseen en esa condición a un porcentaje de población relativamente importante (más del 30% de la población).

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Las razones del desigual peso de la marginación en estas zonas tienen que ver tanto con la dinámica económica como con la disponibilidad de infraestructuras y servicios presente en cada ciudad. Las ciudades vinculadas a la industria petrolera son las que poseen la situación más crítica. Las ciudades asociadas a actividades agroindustriales también enfrentan un escenario difícil, pues los precios de sus principales productos (café, azúcar, ganado) han registrado caídas importantes en el curso de los últimos años. Precisamente por esas razones, cada zona metropolitana conoce diferentes dinámicas demográficas (Cuadro 23). Algunas siguen atrayendo población, otras por el contrario la expulsan. Mientras que Cancún y Ciudad Reynosa registran las tasas de crecimiento más altas (4.5 y 3.3, respectivamente, en la última década), otras siguen creciendo, con menos velocidad, como la zona metropolitana de Veracruz y Xalapa, la capital del estado (tuvieron un incremento medio anual del 1.6% y 1.8%, respectivamente). Sin embargo, el resto de las ciudades están creciendo de un modo más moderado (con incrementos del 1.3 al .9% anual). La presión del crecimiento poblacional sobre el territorio es por ello muy desigual. Sin embargo, un rasgo común a todas las zonas metropolitanas es la periferia en expansión (Ver Anexo, al final del texto).

Cuadro 23. Zonas metropolitanas en el Golfo de México (1990-2010) Población, tasa de crecimiento medio anual y densidad media urbana

ZM ENTIDAD

Población Tasa de crecimiento medio anual (%)

Superficie1 (km2)

DMU2 (hab/ha)

1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010

ZM de Mérida Yucatán 629 506 803 920 973 046 2,5 1,9 1 528,9 58,0

ZM de Tampico Tamaulipas-Veracruz 648 598 746 417 859 419 1,4 1,4 5 281,7 80,5

ZM de Veracruz Veracruz 560 671 687 820 811 671 2,1 1,6 1 641,6 104,6

ZM de Villahermosa Tabasco 437 567 600 580 755 425 3,2 2,2 2 253,1 85,2

ZM de Reynosa Tamaulipas 376 676 524 692 727 150 3,4 3,2 4 730,6 70,6

ZM de Cancún Quintana Roo 187 431 431 128 677 379 8,7 4,5 3 053,6 103,2

ZM de Xalapa Veracruz 431 539 554 990 666 535 2,6 1,8 867,0 96,7

ZM de Poza Rica Veracruz 445 934 467 258 513 518 0,5 0,9 2 789,0 63,4

ZM de Matamoros Tamaulipas 303 293 418 141 489 193 3,3 1,5 4 633,3 69,9

ZM de Orizaba Veracruz 328 851 381 730 427 406 1,5 1,1 619,9 68,1

ZM de Minatitlán Veracruz 311 407 323 389 356 137 0,4 0,9 2 930,3 52,6

ZM de Coatzacoalcos Veracruz 271 825 307 724 347 257 1,3 1,2 496,9 80,2

ZM de Córdoba Veracruz 237 706 276 553 316 032 1,5 1,3 460,4 77,6

ZM de Acayucan Veracruz 91 323 102 992 112 996 1,2 0,9 830,0 53,1

El crecimiento de las periferias urbanas como problema social Los problemas que plantea la nueva ola de urbanización derivan de la estructura de oportunidades que encuentran los nuevos ciudadanos en las urbes en expansión. La masiva llegada a las ciudades medias de inmigrantes procedentes del mundo rural y de ciudades pequeñas, la falta de crecimiento de las economías urbanas que les permita incorporarse a la actividad productiva formal, la ausencia de un marco institucional que permita la adquisición de suelo barato y por medios legales, y un entorno de privatización de los servicios públicos, constituyen situaciones que impiden el efectivo acceso al derecho a la

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ciudad. Al no contar con empleos formales y recursos económicos suficientes, los inmigrantes se están viendo obligados a buscar suelo para la vivienda en aquellas zonas en donde el valor de la tierra es más barato debido a su localización (alejada del centro) y la condición jurídica de la misma (irregular, o con un uso del suelo no apto para la vivienda). La dificultad de acceso a espacios habitacionales con servicios en la ciudad central contribuye a la formación de un patrón de desarrollo urbano que se conoce como periurbanización. La noción de periferia alude al problema de la movilidad, a los desplazamientos desde ámbitos rurales o distantes hacia los espacios urbanos y sus mercados de trabajo. La periurbanización no es un fenómeno exclusivo de los países en desarrollo. Se trata de un espacio de transición entre la zona metropolitana y el espacio rural o semiurbano. Las transiciones son difíciles de asir pues en el medio rural se despliegan actividades productivas típicas de las ciudades. Los habitantes de estas zonas sostienen, con altos costos económicos y sociales, un vínculo funcional entre el centro y las zonas metropolitanas: la población que habita en los suburbios realiza desplazamientos pendulares regulares para cumplir sus labores cotidianas. Los sistemas de transporte moderno hacen posible este fenómeno, pero con costos ambientales que es preciso cuantificar. ¿Por qué estas periferias presentan tasas de crecimiento acelerado? La respuesta se encuentra en la distribución desigual del ingreso monetario. Los salarios de la población trabajadora no alcanzan para adquirir o rentar una vivienda de calidad en las zonas centrales. Cuando no hay crecimiento, entonces los límites salariales inducen a la búsqueda de vivienda al margen del mercado inmobiliario formal. Las periferias ofrecen alternativas: déficit de infraestructura e incertidumbre jurídica reducen los precios del suelo. El tema de la nueva ruralidad o “rururbanización” puede originar interpretaciones erróneas, ya que se lo reduce a la transformación de las zonas rurales debido a la influencia de las actividades urbanas. Sin embargo, es preciso atender a la dimensión laboral que subyace al fenómeno: la periferia se expande porque se requiere suelo a bajo costo para atender a los estratos de trabajadores que no obtienen remuneraciones adecuadas. Los mercados de trabajo urbano y rural se mezclan, de manera estacional, ya que la población trabajadora alterna las ocupaciones que brinda la agricultura durante ciertos periodos del año con los empleos que abre de modo informal y precario la economía urbana (que tambien tienen un ritmo estacional, como pone en evidencia el flujo del turismo asociado a los días de carnaval, semana santa o el periodo vacacional). No obstante, también es necesario reconocer que la periferia en expansión posee una doble composición: de un lado, están los asentamientos residenciales pobres, ocupados por los trabajadores manuales poco calificados y mal remunerados, y del otro, los espacios habitacionales para los estratos de alto y mediano ingreso. ¿Cómo se relaciona el desarrollo económico con el crecimiento de estos dos tipos de periferias? De un lado se observa que la disponibilidad de mayores ingresos hace posible la compra de automóviles y estos contribuyen a facilitar el desplazamiento a mayores distancias. Del otro, se observa que también la presencia de grandes casas se hace accesible a familias con más ingresos, que buscan mejorar sus condiciones de vida con viviendas amplias y en

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zonas verdes (se busca evitar las externalidades negativas de la ciudad: contaminación y congestión). Asimismo, la posibilidad de construir nuevas infraestructuras de transporte facilita el desarrollo de la periferia. De esta forma, poco a poco, las ciudades se vuelven policéntricas, con la multiplicación de subcentros. Asimismo esto propicia una nueva etapa de la segregación residencial: los hogares de estratos altos se aíslan a la vez que los de estratos bajos se marginan, formándose zonas con creciente homogeneidad. En términos ambientales, esta forma de despliegue de lo urbano implica altos costos ambientales: más consumo de energía en el transporte y más consumo/pérdida de suelo con zonas arboladas y actividades agropecuarios. Los estratos populares se desplazan a la periferia porque ahí encuentran suelo barato debido a la carencia de servicios de infraestructura. Las empresas también lo hacen por las mismas razones: las telecomunicaciones facilitan el proceso y pueden relocalizarse funciones centrales. Es claro que el mercado del suelo y la debilidad institucional son los factores que están facilitando el crecimiento de la periferia. Un elemento que también incide es el mercado de crédito, que no concede apoyo a los estratos más pobres. Y la corrupción, que bloquea los procedimientos para regularizar las propiedades. Diversos autores han señalado que todo ello ocurre ante el abandono de la planificación racional y el mayor protagonismo del sector privado. La desregulación financiera incide al ampliar la oferta de capital inmobiliario (Naredo, 1996). Al examinar los impactos sociales de este proceso, es preciso recordar a Rubén Kaztman (2001), quien apunta que la nueva segregación genera barreras a la constitución de espacios de movilidad laboral. Al alejarse de los espacios donde se abren las oportunidades de empleo, el inmigrante experimenta fenómenos de exclusión; y, al mismo tiempo, la creciente homogeneidad de los espacios habitacionales populares impide la diversificación social, de modo que los trabajadores ven reducirse las fuentes de información y movilidad ocupacional. El desplazamiento a la periferia también suscita una ruptura de las redes sociales y familiares de apoyo. A ello hay que añadir los impactos ambientales, pues el crecimiento desordenado de la periferia genera consecuencias no desdeñables, como son la deforestación y la contaminación de ríos y arroyos. Desde una perspectiva económica, la expansión de la mancha urbana también se traduce en una pérdida de la eficiencia del metabolismo urbano: aumentan los tiempos de desplazamiento y el costo energético para realizarlos. Si bien hasta ahora hemos puesto énfasis en la problemática territorial local, es necesario recordar que todo ello forma parte de los efectos que la globalización ha tenido en la organización espacial. De un lado relocalización de empresas, del otro creciente desplazamiento de los estratos populares hacia periferias accesibles a las nuevas formas de ingreso monetario que derivan de la desregulación de los mercados laborales (empleos intermitentes). Se aprecia una nueva geografía de las tasas de crecimiento demográfico: los centros pierden población en tanto que las periferias crecen. Al lado de las grandes metrópolis, se han multiplicado las ciudades medias. Las nuevas periferias en las ciudades medias se configuran como territorios donde proliferan múltiples usos del suelo: agricultura tradicional, conjuntos habitacionales producidos de modo industrial, parques industriales, sitios de recreación, plazas

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comerciales, emporios turísticos, desarrollos suburbanos para estratos altos (gated communities) (Dumont y Hellier, 2010). Las nuevas coronas urbanas tienen esos rasgos: cambio acelerado de usos del suelo y coexistencia de lo rural con lo urbano, mezcla de intereses territoriales (residencial, abastecimiento, industrial, esparcimiento, reservas ecológicas, centros comerciales, comunidades cerradas, agriculturas de exportación o dedicadas al abasto local, etcétera). Sin embargo, este mosaico de funciones de las nuevas áreas urbanas parece omitir la presencia de espacios públicos, espacios dedicados a la colectividad, espacios donde puedan reunirse los ciudadanos a manifestar sus preocupaciones como conjunto orgánico. La proliferación de las periferias se produce sin incluir otro espacio de socialización que no sean los grandes centros comerciales, a los cuales se acude sólo como ente privado, como agente económico. De ahí las observaciones críticas de Kowarick (1991) respecto al nuevo significado de nociones como la de “ciudadano privado”, que contrastan con nociones como la de “espacios ciudadanos”, espacios entendidos como plazas públicas, ágoras de expresión del interés colectivo, que tienden a desaparecer en la modernidad tardía, pues en ésta sólo prevalece el ciudadano privado. Duahu y Giglia (2008) hacen referencia también a esta pérdida de los espacios públicos: asistimos a un fenómeno singular donde los medios de comunicación eliminan y sustituyen a los espacios de proximidad física. El espacio público en la actualidad no supone ya un espacio inclusivo. Lo público se convierte en un ‘no lugar’, un territorio indiferenciado donde los individuos parecen desplazarse como átomos, sin más preocupación que su seguridad, y donde la suma de individuos privados convive bajo la multiplicación de formas de control y vigilancia. Nos hallamos, en las nuevas ciudades, con una privatización de los espacios de uso público y una segmentación social de lo público, o, como dicen Duahu y Giglia, una segmentación de los públicos congregados en diferentes lugares, “que resulta de que, por una parte, los lugares frecuentados por las clases medias y acomodadas serían ahora sobre todo lugares de propiedad y gestión privadas o, al menos, aquellos donde el público asistente es (socialmente) filtrado tanto por mecanismos de auto exclusión, derivados del hecho de sentirse fuera de lugar debido al modo de vestir, la apariencia física y los hábitos y niveles de consumo, o lisa y llanamente mediante la aplicación de dispositivos explícitos de exclusión aplicados a ciertas categorías sociales -mendigos, homeless, vendedores ambulantes (Duahu y Giglia, 2008: 60). La problemática ambiental del nuevo orden urbano El Golfo de México experimentó en el último tercio del siglo XX una profunda reorganización de su sistema económico y de las formas de distribución de la población en el territorio. La población vinculada al campo disminuyó su peso y empezó un proceso de traslado hacia las ciudades. Al empezar el siglo XXI, asistimos a una nueva ola de urbanización. Sin embargo, ese movimiento no está ocurriendo de la forma más afortunada si consideramos la estructura de oportunidades laborales que las economías urbanas han construido en el curso de las últimas décadas. El mercado laboral no ha logrado asimilar a los grandes contingentes de jóvenes que acuden a sus puertas a busca empleo. La flexibilización laboral suscita situaciones de inestabilidad y orilla a gran parte de la fuerza de trabajo a permanecer en el sector informal. Las remuneraciones suelen ser bajas e insuficientes para sostener niveles de bienestar apropiados. El empobrecimiento de amplios

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estratos se ha traducido en restricciones para acceder a la educación, la salud y los servicios básicos fundamentales. En el caso de Veracruz, el reordenamiento económico se acompaña de una enorme precariedad laboral y esto es lo que explica los rasgos de la nueva organización urbana: las zonas metropolitanas están creciendo de modo disperso, formandose periferias donde la población carece de los servicios y los equipamientos culturales necesarios para incorporarse a la globalización. Alejados de las zonas centrales, los asentamientos periféricos registran también un incremento de la inseguridad. Las actividades económicas que durante décadas han impulsado el desarrollo en la región Golfo (Petróleo e industria metalmecánica, Turismo y comercio, Pesquerias y desarrollo portuario, Ganaderia, agroindustrias y agricultura comercial) poseen ahora límites para brindar ocupación a la población trabajadora disponible. Desafortunadamente esas mismas actividades económicas están produciendo cambios irreversibles en el paisaje: pérdida de la cubierta vegetal (bosques, manglares, selvas, humedales, dunas, arrecifes), reducción de las pesquerias, contaminación de los cuerpos de agua. Ante un escenario ambiental marcado por el deterioro, no es posible dejar de considerar el impacto que tendrá el proceso de cambio climático. Cada año las tormentas tropicales y los huracanes ocasionan pérdidas considerables en la actividad agrícola y en las infraestructuras de comunicación presentes en las zonas afectadas. Es muy probable que la frecuencia e intensidad de estos eventos meteorológicos siga aumentando. Si no se adoptan medidas preventivas, la vulnerabilidad de las poblaciones situadas en la región (y en especial los estratos más pobres) se traducirá en pérdidas de patrimonio y de vidas humanas. Construir alternativas a este escenario implica un significativo esfuerzo social y cultural. De un lado, porque es preciso transitar hacia una economía que permita mejorar la situación laboral de las poblaciones que hasta ahora no disponen de alternativas ocupacionales adecuadas; la desigualdad en los niveles de ingreso constituye uno de los factores que es preciso atacar a fin de redistribuir y ampliar el acceso a los servicios y las oportunidades de movilidad social. Del otro, porque es necesario reorganizar la misma estructura productiva a fin de mitigar el proceso de cambio climático; necesitamos poner límites a la expansión de las ciudades pues la dispersión de las manchas urbanas hace necesaria la utilización de más transportes y por tanto ocasiona un mayor gasto energético. Adaptarse a las circunstancias que acompañan al cambio climático exige introducir cambios en las pautas de consumo y en los modelos de organización territorial. Conclusiones El desarrollo urbano implantado en los territorios del Golfo, en las zonas serranas y costeras, ha implicado con frecuencia la pérdida de la cobertura vegetal de las áreas donde ocurre el proceso de urbanización. Perder vegetación suscita el incremento de los riesgos en los que vive la población que habita las costas: aumenta el riesgo de inundaciones, se erosionan las playas, disminuyen los mantos acuíferos. La construcción de infraestructuras de comunicación y la instalación de proyectos inmobiliarios y turísticos ha ocasionado la

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pérdida de dunas costeras y la destrucción de manglares y arrecifes. La zona metropolitana de Veracruz-Boca del Río es un ejemplo de ese proceso. Los cambios en la organización económica han favorecido esta dinámica ya que, al brindarse más importancia a las actividades de exportación y captación de divisas, las costas reciben una mayor entrada de inversiones (en puertos, turismo, empresas comerciales) y en consecuencia se vuelven puntos particularmente atractivos para la población que busca empleo remunerado. No sólo las ciudades medias y sus zonas metropolitanas impactan a las costas. También lo hacen las pequeñas localidades que han proliferado en el curso de las últimas décadas en todos los estados del Golfo. El litoral y los cuerpos de agua que fluyen hacia las planicies costeras suelen ser espacios donde la fertilidad de los suelos y la abundancia de las pesquerías ofrecen múltiples oportunidades de sobrevivencia a los grupos humanos que no encuentran alternativas de inserción en los mercados de trabajo urbanos. Dispersos a lo largo de la línea costera, en las inmediaciones de ríos y lagunas, la multiplicación de asentamientos de pescadores y comunidades rurales, compuestas de personas que alternan el trabajo agrícola y ganadero con la actividad pesquera, coloca a múltiples hogares en situación de vulnerabilidad. El impacto de estas dos clases de asentamientos (grandes y pequeños) sobre la cubierta vegetal de las franjas costeras ha sido considerable. De acuerdo con estudios recientes, la costa del Golfo es, de todas las regiones costeras, la que tiene más proporción de suelo transformado (59%). La densidad demográfica en los espacios costeros es fruto de la presencia de varias zonas metropolitanas de enorme importancia para la economía mexicana, como Tampico, Veracruz, Coatzacoalcos y Cancún. El modelo de distribución espacial de la población en la región, caracterizado por la expansión de las zonas metropolitanas y la proliferación de pequeñas localidades, ha ocasionado la pérdida de vegetación de dunas costeras y manglares, una de las causas principales para que los efectos de huracanes sean ahora más desastrosos. Sin embargo, la vulnerabilidad no afecta del mismo modo a todos los grupos humanos. La desigualdad en la distribución de la riqueza, en las regiones costeras y serranas, se traduce en una desigual forma de vivir la vulnerabilidad. Los grupos que padecen marginación poseen menos recursos para enfrentar los riesgos que genera un patrón de asentamiento territorial poco ordenado. La vulnerabilidad afecta a las poblaciones rurales pobres (ubicadas en zonas tocadas por al deforestación) pero también a las que residen en las grandes zonas metropolitanas que, aunque no están cerca del litoral o en zonas montañosas, construyeron en terrenos que antes eran humedales (pantanos) o sobre cerros en cuyas laderas también se presentan deslaves. Las entidades más vulnerables son las que mayores rezagos acumulan, como Tabasco y Veracruz, donde la dispersión de colonias y pequeños asentamientos a lo largo de la línea costera coloca a sus habitantes ante mayores riesgos.

Las políticas económicas y territoriales que se han venido aplicando no contribuyen a disminuir el riesgo. Veamos lo que ocurre en Veracruz, entidad que no solo genera Gases

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de Efecto Invernadero (GEI) sino que también es vulnerable a los efectos del cambio climático. De acuerdo con Greenpeace (2010), las emisiones de GEI en Veracruz aumentaron entre 1995 y 2005 de 180 a 400 por ciento, y representan cerca de 3.5 por ciento del total nacional reportado en el inventario nacional. Sus emisiones provienen de la generación de energía, la ganadería, la deforestación, la industria metalúrgica y química, y los desechos. Entre 2005 y 2011, un conjunto de decisiones equivocadas hicieron que Veracruz incrementara aun más estas emisiones. El gobernador Fidel Herrera, por ejemplo, permitió la entrada de miles de vehículos de alquiler a las ya de por sí congestionadas áreas urbanas. Esto, que hoy padecemos los residentes de las urbes veracruzanas, no sólo resta competitividad y eficiencia a las ciudades incrementando los atascos y el consumo improductivo de gasolina, sino que actúa en contra de la propuesta de impulsar formas de transporte colectivo que reduzcan las emisiones contaminantes por habitante. Asimismo, ese gobernador auspició la proliferación de grandes asentamientos dispersos en los alrededores de las zonas urbanas, lo cual no sólo constituye una pérdida de grandes superficies de suelo agrícola y zonas arboladas sino también un incentivo al incremento del consumo energético, pues la expansión horizontal de las ciudades incrementa los costos energéticos cotidianos, encareciendo la vida urbana, y contraviene las políticas de densificación del suelo que permitirían ahorrar en infraestructuras de agua y transporte. Además, dio impulso a los monocultivos en el agro, lo cual va en contra de la necesidad de diversificar la producción para administrar el riesgo. La economía veracruzana depende de sectores vulnerables al cambio climático, tales como la agricultura, el turismo y las zonas costeras. Los escenarios de cambio afectan de manera heterogénea a los diversos cultivos en los que destaca la economía regional. Estudios realizados por Cecilia Conde y Beatriz Palma indican que en el caso del maíz habría un incremento de las zonas no aptas para su cultivo debido al aumento de precipitación que puede provocar el cambio climático. En el caso de la naranja, la tendencia es hacia la disminución de la aptitud del cultivo, en todas las regiones hidrológicas, en todos los escenarios, a causa de un incremento de la temperatura. En el caso del café, se estima asimismo que habría una reducción considerable de la producción. En suma: los escenarios de cambio climático permiten afirmar que el abandono del campo se acrecerá, junto con la pérdida de autosuficiencia alimentaria. Por otra parte, el turismo, las pesquerías y los puertos requieren de un ordenamiento del territorio que procure un uso apropiado de recursos sumamente frágiles. Sin embargo, en los últimos años han proliferado proyectos que ponen en peligro a los ecosistemas costeros, como es el proyecto de ampliación del puerto de Veracruz sobre el sistema arrecifal que hasta ahora ha protegido a la ciudad tormentas tropicales, y como es el proyecto de instalación de una mina a cielo abierto a tres kilómetros de Laguna Verde. Los dos casos no sólo implican un incremento notable en la emisión de gases de efecto invernadero (la mina tan solo supone un consumo mensual mínimo de cien mil litros de diesel) y una pérdida notable de biodiversidad, sino que incrementan la vulnerabilidad a desastres hidrometeorológicos.

El desafío que enfrenta una política ante el cambio climático tiene dos dimensiones: por un lado, reducir las emisiones que contribuyen al calentamiento del clima y, por otro, generar medidas de adaptación al cambio que de una o de otra manera ya está llegando. En ese

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sentido, interesa subrayar la necesidad de transitar hacia un nuevo patrón de consumo energético, que reduzca las emisiones de GEI en las ciudades y la industria, pero también hacia un nuevo modelo agroecológico que preserve la biodiversidad y contribuya a generar nuevos sumideros de carbón (ampliando las superficies de bosques y selvas), pero ¿hasta cuándo seguiremos sin llevar a la práctica medidas racionales para reducir las emisiones que contribuyen al cambio climático?, ¿hasta cuándo adoptaremos las medidas que recomienda la prudencia para proceder a una adaptación adecuada ante el cambio climático?, ¿hasta cuando procederemos a reordenar nuestros procesos de urbanización? Referencias

Coulomb René y Schteingart Martha (Coordinadores) (2006), Entre el Estado y el mercado. La vivienda en el México de hoy, México, UAM, Azcapotzalco. Duahu Emilio y Giglia Angela (2008), Las reglas del desorden: habitar la metrópoli, México, Siglo XXI editores. Dumont Marc y Hellier Emmanuelle (2010), Les nouvelles périphéries urbaines, Francia, Presses Universitaires de Rennes. Garza Gustavo y Schteingart Martha (Coordinadores) (2010), Desarrollo urbano y regional, México, El Colegio de México, Los grandes problemas nacionales. Kaztman, Rubén, (2001), “Seducidos y abandonados: el aislamiento social de los pobres urbanos”, Chile, Revista de la CEPAL, número 75. Kowarick, Lucio (1991), “Ciudad y ciudadanía. Análisis de metrópolis del subdesarrollo industrializado”, en NUEVA SOCIEDAD, 114, JULIO-AGOSTO, Pp. 84-93. Naredo, José Manuel (1996), La burbuja inmobiliario-financiera en la coyuntura económica reciente (1985-1995), España, Siglo XXI editores. Sedesol (2010), “Delimitación de las Zonas Metropolitanas en México”, México, SEDESOL. Sedesol (2011), Estado de las ciudades en México (2011), México, ONU-Hábitat SEDESOL.

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ANEXO Tasas de crecimiento y densidad media en zonas metropolitanas del Golfo

ZM de Mérida: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM de Mérida 629 506 803 920 973 046

2,5 1,9 1 528,9 58,0

31013 Conkal 6 430 7 620 9 143

1,7 1,8 63,3 13,6

31041 Kanasín 24 503 39 191 78 709

4,8 7,0 102,3 51,7

31050 Mérida 556 819 705 055 830 732

2,4 1,6 883,4 59,4

31100 Ucú 2 430 2 909 3 469

1,8 1,7 130,8 9,6

31101 Umán 39 324 49 145 50 993

2,3 0,4 349,1 52,5

ZM de Tampico: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM de Tampico 648 598 746 417 859 419

1,4 1,4 5 281,7 80,5

28003 Altamira 82 585 127 664 212 001

4,5 5,0 1 661,9 75,4

28009 Ciudad Madero 160 331 182 325 197 216

1,3 0,8 48,4 82,1

28038 Tampico 272 690 295 442 297 554

0,8 0,1 114,5 95,6

30123 Pánuco 87 708 90 657 97 290

0,3 0,7 3 168,1 40,7

30133 Pueblo Viejo 45 284 50 329 55 358

1,1 0,9 288,7 49,3

ZM Veracruz: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1 (km2) DMU2 (hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Veracruz 560 671 687 820 811 671 2,1 1,6 1 641,6 104,6 Alvarado 49 040 49 499 51 955 0,1 0,5 826,9 82,2 Boca del Río 144 549 135 804 138 058 -0,6 0,2 38,1 96,6 Jamapa 9 177 9 969 10 376 0,8 0,4 132,1 33,9 Medellín 29 298 35 171 59 126 1,9 5,2 397,3 65,9 Veracruz 328 607 457 377 552 156 3,4 1,8 247,2 111,6 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010.

ZM de Villahermosa: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM de Villahermosa 437 567 600 580 755 425

3,2 2,2 2 253,1 85,2

27004 Centro 386 776 520 308 640 359

3,0 2,0 1 717,8 82,8

27013 Nacajuca 50 791 80 272 115 066

4,7 3,5 535,3 107,9

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ZM de Reynosa-Río Bravo: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población Tasa de crecimiento

medio anual (%) Superficie1 (km2)

DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010

ZM de Reynosa-Río Bravo 376 676 524 692 727 150 3,4 3,2 4 730,6 70,6

28032 Reynosa 282 667 420 463 608 891 4,1 3,6 3 146,9 73,3

28033 Río Bravo 94 009 104 229 118 259 1,0 1,2 1 583,7 55,5

Zona metropolitana de Cancún: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM de Cancún 187 431 431 128 677 379

8,7 4,5 3 053,6 103,2

23003 Isla Mujeres 10 666 11 313 16 203

0,6 3,5 944,9 56,3

23005 Benito Juárez 176 765 419 815 661 176

9,1 4,5 2 108,8 104,3

ZM Xalapa: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1 (km2) DMU2 (hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Xalapa 431 539 554 990 666 535 2,6 1,8 867,0 96,7 Banderilla 22 110 16 433 21 546 -2,9 2,7 19,8 51,1 Coatepec 61 793 73 536 86 696 1,8 1,6 202,3 65,2 Emiliano Zapata 36 370 44 580 61 718 2,1 3,2 415,8 63,7 Xalapa 288 454 390 590 457 928 3,1 1,6 124,6 106,9 Jilotepec 11 540 13 025 15 313 1,2 1,6 56,3 39,3 Rafael Lucio 4 309 5 342 7 023 2,2 2,7 11,5 37,3 Tlalnelhuayocan 6 963 11 484 16 311 5,2 3,5 36,7 113,3 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010

ZM Poza Rica: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Poza Rica 445 934 467 258 513 518 0,5 0,9 2 789,0 63,4 Cazones 24 667 23 839 23 483 -0,3 -0,1 272,3 34,5 Coatzintla 34 221 39 189 48 351 1,4 2,1 277,7 71,3 Papantla 158 003 170 304 158 599 0,8 -0,7 1 456,5 50,9 Poza Rica 151 739 152 838 193 311 0,1 2,3 64,1 70,7 Tihuatlán 77 304 81 088 89 774 0,5 1,0 718,4 47,4 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010

ZM de Matamoros: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM Matamoros 303 293 418 141 489 193

3,3 1,5 4 633,3 69,9

28022 Matamoros 303 293 418 141 489 193

3,3 1,5 4 633,3 69,9

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ZM Orizaba: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Orizaba 328 851 381 730 427 406 1,5 1,1 619,9 68,1 Atzacan 13 695 16 998 20 063 2,2 1,6 65,4 49,5 Camerino Z. Mendoza 35 084 39 308 41 778 1,2 0,6 20,9 70,5 Huiloapan de Cuauhtémoc 4 760 5 733 6 750 1,9 1,6 18,7 54,6 Ixhuatlancillo 6 553 11 914 21 150 6,2 5,7 52,4 73,4 Ixtaczoquitlán 43 771 56 896 65 385 2,7 1,4 137,4 44,5 Maltrata 12 576 14 709 16 898 1,6 1,4 110,6 33,7 Mariano Escobedo 18 758 28 622 33 941 4,3 1,7 69,5 106,0 Nogales 27 524 30 945 34 688 1,2 1,1 64,4 58,5 Orizaba 114 216 118 593 120 995 0,4 0,2 27,7 81,6 Rafael Delgado 11 110 14 730 20 245 2,9 3,1 26,4 44,5 Río Blanco 37 686 39 327 40 634 0,4 0,3 15,2 72,6 Tlilapan 3 118 3 955 4 879 2,4 2,1 11,2 28,0

ZM Minatitlán: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1 (km2) DMU2 (hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Minatitlán 311 407 323 389 356 137 0,4 0,9 2 930,3 52,6 Cosoleacaque 46 726 97 437 117 725 7,7 1,8 276,8 58,6 Chinameca 13 067 14 105 15 214 0,8 0,7 174,5 19,8 Jáltipan 38 678 37 764 39 673 -0,2 0,5 316,8 39,7 Minatitlán 195 523 153 001 157 840 -2,4 0,3 2 118,1 58,8 Oteapan 10 688 12 137 14 965 1,3 2,0 22,3 18,1 Zaragoza 6 725 8 945 10 720 2,9 1,8 21,7 39,3 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010

ZM Coatzacoalcos: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Coatzacoalcos 271 825 307 724 347 257 1,3 1,2 496,9 80,2 Coatzacoalcos 233 115 267 212 305 260 1,4 1,3 311,9 80,3 Ixhuatlán del Sureste 11 987 13 294 14 903 1,0 1,1 156,7 44,8 Nanchital 26 723 27 218 27 094 0,2 0,0 28,3 93,4 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010

ZM Córdoba: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Municipio Población Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1 (km2) DMU2 (hab/ha) 1990 2000 2010 1990-2000 2000-2010 ZM Córdoba 237 706 276 553 316 032 1,5 1,3 460,4 77,6 Amatlán de los Reyes 33 669 36 823 42 268 0,9 1,3 151,4 24,9 Córdoba 150 454 177 288 196 541 1,7 1,0 159,9 92,7 Fortín 36 882 46 053 59 761 2,3 2,6 61,2 52,3 Yanga 16 701 16 389 17 462 -0,2 0,6 87,9 34,2 Fuente: INEGI, Censos de Población y Vivienda, 1990 y 2010

ZM de Acayucan: Población, tasa de crecimiento y densidad media urbana, 1990-2010

Clave Municipio Población

Tasa de crecimiento medio anual (%) Superficie1

(km2) DMU2

(hab/ha) 1990 2000 2010

1990-2000 2000-2010

ZM de Acayucan 91 323 102 992 112 996

1,2 0,9 830,0 53,1

30003 Acayucan 70 059 78 243 83 817

1,1 0,7 655,7 56,1

30116 Oluta 11 552 13 282 14 784

1,4 1,0 78,0 48,4

30145 Soconusco 9 712 11 467 14 395

1,7 2,2 96,3 40,7