Cambios pequeños

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1 Cambios pequeños, grandes resultados 1: Una sola cosa Pequeños ajustes en las actividades de todos los días pueden hacer que, de repente y sin darte cuenta, estés avanzando a pasos agigantados con la lengua que estás aprendiendo. Por si sientes que te has detenido o por si quieres subir de nivel más rápidamente. O incluso por si quieres aplicarlo a otro tipo de cosas que no tengan que ver con las lenguas. Todo es válido una vez que comprendes cómo funcionan estos pequeños cambios.

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Cambios pequeños, grandes resultados 1: Una sola cosa

Pequeños ajustes en las actividades de todos los días pueden hacer que, de repente y sin

darte cuenta, estés avanzando a pasos agigantados con la lengua que estás aprendiendo.

Por si sientes que te has detenido o por si quieres subir de nivel más rápidamente.

O incluso por si quieres aplicarlo a otro tipo de cosas que no tengan que ver con las

lenguas. Todo es válido una vez que comprendes cómo funcionan estos pequeños

cambios.

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Una sola cosa

Permíteme explicarte con un ejemplo:

Supongamos que ya llevas un rato aprendiendo una lengua y necesitas practicar tu

conversación.

Supongamos, también, que ya leíste en este blog que puedes encontrar gente para

practicar en páginas como italki.com.

Pero de saber que es posible a llevarlo a cabo hay una gran distancia, y se tiene que

recorrer un camino largo que puede sonar demasiado complicado.

Por lo tanto, seguramente lo dejas para después porque es muy pesado pensar en todo lo

que se tiene que hacer: desde crear una cuenta hasta pedirle a la otra persona que te

corrija, pasando por buscar una foto para subir al perfil de la página y esperar a que te

conteste la persona del posible intercambio.

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Si es la primera vez que vas a hacer algo parecido, definitivamente no te van a dar ganas

de realizar todos los pasos de una sola vez.

A menos que tengas la mentalidad de hacer sólo una cosa.

 

Quizá un día se te ocurra que te gustaría practicar con alguien por Internet.

Otro día decides poner manos a la obra y justo cuando te estás sintiendo abrumado por la

cantidad de pasos que hay que dar y por la dificultad que conlleva, recuerdas que puedes

hacer sólo una cosa y prendes tu computadora con la única finalidad de crear una

cuenta en la página.

Sólo eso.

Después, si realmente te dan ganas, puedes escribir los rubros que la página te pide en

el perfil.

Luego de eso, si en verdad sientes que quieres hacerlo, puedes navegar en ella para ver

si alguno de los miembros cumple con los requisitos que necesitas.

Pero si no quieres, no te preocupes. Ya hiciste una sola cosa, y eso es lo que importa.

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Así, la próxima vez que te veas frente a una tarea o actividad que parezca enorme, haz

una sola cosa, la más fácil y directa, la que más a la mano tengas.

No necesita ser la mejor, ni siquiera la adecuada. Sólo la que te haga sentir que estás

haciendo algo  en vez de nada.

(Oh, hice un verso sin esfuerzo.).

Otras formas de aplicar “Una sola cosa”:

Cuando el lugar en donde vives es un desastre. Pon un solo objeto en su lugar.

Cuando tienes que enviar un correo electrónico. Sólo consigue el e-mail  del

destinatario.

Cuando tienes que trabajar con varios archivos en una carpeta, simplemente abre la

carpeta.

Y, como dije, si eso te lleva a concluir la actividad en ese momento, qué bien. Si no, ya

habrá más tiempo después para añadir una sola cosa a la que ya hiciste para que se

vuelva más agradable.

¿Tienes a la vista una sola cosa que pueda ayudarte a dejar de estar estancado?

Cambios pequeños, grandes resultados 2: Sufre durante 15 minutos

Por si sientes que te has detenido o por si quieres subir de nivel más rápidamente.

O incluso por si quieres aplicarlo a otro tipo de cosas que no tengan que ver con las

lenguas. Todo es válido una vez que comprendes cómo funcionan estos pequeños

cambios.

Sufre por 15 minutos al día

La idea detrás de este pequeño cambio (¿qué son 15 minutos en un día de 24 horas?) es

que elijas una actividad que te gustaría haber llevado a cabo, pero que llevas mucho

tiempo evadiendo porque piensas que va a ser muy difícil o incómodo.

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En lo general yo estoy en contra de maltratarte a ti mismo para hacer las cosas, pero

como verás si sigues leyendo, esta vez “sufrir” es más bien amigable.

Requisito para “Sufrir durante 15 minutos al día” correctamente:

Elige una actividad–relacionada con tu nueva lengua–que tenga un fin claro (y, de

preferencia, no tan lejano):

Ver 5 películas sin subtítulos. Avanzar un nivel más en Duolingo. Escuchar 20 episodios

de un podcast. Etcétera.

Si tienes mucho tiempo libre, quizá no te parezcan incómodas este tipo de actividades,

pero llega un momento en la vida en que pensar en hacer algo nuevo, por benéfico que

pueda llegar a ser, implica una gran resistencia.

Aquí es cuando entra la magia de este pequeño cambio:

1. Deja muy claro qué es lo que quieres hacer:

Escuchar 20 episodios de un podcast.

2. Consigue lo que necesitas:

¿Ya descargaste los episodios del podcast que quieres escuchar? 

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3. Elige el día que vas a empezar a realizarlo, y en qué momento del día vas a

acomodar esos 15 minutos.

Después de llegar a mi casa de la escuela.

4. Consigue un temporizador / cuenta regresiva. Casi todos los celulares traen uno. Y

si el tuyo no, aquí tienes uno original. Ajústalo por 15 minutos justo antes de

empezar.

5. Pon manos a la obra, y en cuanto pasen los 15 minutos, deja de hacerlo.

6. Repítelo por 15 minutos al día durante los días necesarios para terminar la actividad

que te propusiste.

Si no tienes ni la menor idea de cómo se le hace para escuchar un podcast, o de qué es

eso, dedícale el “sufrir por 15 minutos” a aprender a hacerlo, y no lo dejes hasta que

puedas descargar podcasts como si hubieras nacido sabiéndolo hacer. Por ejemplo.

Como puedes ver, en realidad no se trata de sufrir, sino de hacerte a la idea de que,

mientras comienzas a aprender algo nuevo, surge la frustración y la incomodidad de

intentar cosas que no dominamos.

Es saber de antemano que no va a ser lo más placentero del mundo durante unos

minutos, pero que cuando termines los episodios del podcast, o cuando subas de nivel en

Duolingo, o cuando veas esas 5 películas, ya vas a tener una habilidad y un logro más,

además del recuerdo de que pudiste hacer algo que te costó trabajo y de que no siempre

tienes que sentirte bien.

Claro que para que este pequeño cambio sea útil, tiene que ser con algo que realmente

desees tener hecho, o cuyos beneficios sean muy grandes para ti.

Recuerda tratarte bien en el proceso y pensar que lo estás haciendo porque al final te vas

a sentir más feliz que si hubieras seguido sin hacer lo que hiciste en esos 15 minutos de

cada día. (Si en cualquier momento te molesta demasiado, puedes abandonarlo).

Ten en cuenta que si la tarea es muy larga o laboriosa es mejor continuar después de los

15 minutos porque, de otro modo, jamás terminarás. Es una buena idea aumentar de 5

minutos en 5 minutos hasta llegar a un bloque de tiempo en el que puedas trabajar sin

cansarte.

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Lo más probable al poner esto en práctica es que te des cuenta de que en tu mente el

sufrimiento se había hecho más grande de lo que es y que, en realidad, no se siente tan

mal ir por la vida como un aprendiz.

Otras formas de aplicar “Sufre por 15 minutos al día”:

Cada vez que te enfrentes a algo que quieres (o debes) hacer, pero la simple idea de

sentarte a aprender te provoca aversión.

Cuando tengas la necesidad o la obligación de completar una tarea aburrida. Ejemplo:

limpiar tu casa

Cuando lleves mucho tiempo diciendo que vas a probar una actividad nueva y

simplemente no has hallado un momento para hacerlo.

¿Hay alguna actividad a la que podrías acercarte durante sólo 15 minutos?

Cambios pequeños, grandes resultados 3: Mini hábitos

Esta es la tercera y última parte de una serie de entradas sobre cómo pequeños ajustes

en las actividades de todos los días pueden hacer que, de repente y sin darte cuenta,

estés avanzando a pasos agigantados con la lengua que estás aprendiendo.

Por si sientes que te has detenido o por si quieres subir de nivel más rápidamente.

O incluso por si quieres aplicarlo a otro tipo de cosas que no tengan que ver con las

lenguas. Todo es válido una vez que comprendes cómo funcionan estos pequeños

cambios.

Mini hábitos

La idea detrás de los mini hábitos es que sean realmente pequeños con el fin de que no

necesites depender de la motivación ni de la fuerza de voluntad para realizarlos, que

generes sentimientos bonitos después de haberlo hecho, y que lo hagas durante 5 días.

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Ejemplo:

Imagina que tienes una lista de libros que quieres leer en el idioma que estás estudiando,

y deseas establecerte el hábito de la lectura (para que en vez de pensar en hacerlo y

recordar que no tienes tiempo, lo realices sin esfuerzo). Es una gran oportunidad para

poner en práctica los Mini hábitos.

1. Para empezar, tienes que pensar cuál es la primera actividad que se requiere para el

nuevo hábito que quieres lograr: “Leer libros en alemán”.

En este caso, la actividad más pequeña (que dure menos de 30 segundos) es: “Leer una

sola línea”.

2. Piensa si quieres que tu nuevo hábito se forme en la mañana o en la noche, o en la

tarde. Luego, establece una actividad después de la cual vas a crear tu nuevo hábito (no

puede ser “antes”):

Después de desayunar, voy a leer una sola línea (de uno de los libros).

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Esa actividad previa a tu nuevo mini hábito tiene que ser algo que hagas todos los días,

es decir, un hábito que ya esté formado. Vas a “colgar” tu mini hábito del que ya está

consolidado.

Lo interesante de este método es que concluir con una mini actividad te lleva a seguir

adelante con lo que se necesita para llegar. Por ejemplo, el creador del método dice que

un buen mini hábito es “Después de lavarme la boca, voy a pasar hilo dental por uno solo �

de mis dientes”. Como eso es tan fácil, lo puedes hacer sin pensarlo, y ya que lo

realizaste, puedes continuar con el resto de tu dentadura.

Siguiente paso:

3. Cuando recuerdes abrir tu libro después de desayunar y una vez que leas la primera

línea, celebra. Puedes sonreír, bailar en tu lugar, levantar los brazos en señal de victoria,

o simplemente sentir el logro (como quiera que eso sea). Entre más feliz te sientas, más

fácil será que repitas el comportamiento.

4. Repítelo durante 5 días. Cerca del día 3 o 4 seguramente tendrás que hacer ajustes,

pero es normal. Arregla lo que debas arreglar y repítelo.

Antes del primer día tienes que acomodar el mundo a tu alrededor para que propicie tu

nuevo hábito. Por ejemplo, elegir el libro que vas a leer, ponerlo en un lugar visible

y quitarle todas las cosas de encima, o asegurarte de que tengas un separador a la mano

para que no pierdas la página en la que te quedaste.

Resumen de lo que necesitas:

Piensa en una actividad que hagas todos los días una vez al día.

Escribe: “Después de [esa actividad], voy a [nuevo hábito]“.

El inicio del nuevo mini hábito no puede llevarte más de 30 segundos (aunque sí

menos).

Tiene que implicar poco o ningún esfuerzo.

Celebra cuando lo hagas, o incluso en cuanto recuerdes que dijiste que lo harías.

Continúa con la actividad a la que te lleva (en este caso, leer dos líneas, o toda la

página),

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Después del quinto día será un comportamiento más o menos automático, y está en ti

continuarlo, ajustarlo otra vez, o abandonarlo.

Entre más simple, más breve y menos cargado de emociones, mejor probabilidades

tendrás de que se cree tu nuevo hábito.

Así, sólo por recordar que cuando termines de desayunar vas a tomar el libro que deseas

leer, ya estás acercándote mucho a la meta inicial de “Leer todos los días” o “Leer libros

en alemán”, porque una cosa te lleva a la otra. Siempre y cuando no te distraigas. Pero

supongo que esa es otra historia.

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¿Un hábito nuevo en 5 días?

Una buena definición de hábito implica que es un comportamiento automático y no

consciente; es decir, que ya forma parte de ti.

Ciertamente, una actividad que no estás acostumbrado a hacer no se vuelve 100%

maquinal en cinco días, pero ya es un gran inicio (seguramente te sorprenderá, como a mí

cuando lo practiqué por primera vez, lo fácil que es implementar estos Mini hábitos).

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La mejor ventaja de este método es que te hace obtener práctica en la habilidad de

establecer nuevos hábitos, y por lo tanto, puedes hacer hasta tres al mismo tiempo.

Intenta un mini hábito para leer, otro para escribir, otro para escuchar y uno más para

hablar la lengua que aprendes, y si haces uno por semana, en un mes ya tendrás cuatro

fundamentos de hábito que te harán avanzar muy rápido.

Aunque, claro está, siempre estás bienvenido a tomártelo con calma porque la idea es

que sea diferente a todos los intentos anteriores que has llevado a cabo, es decir, que

ahora sí funcione y que puedas mantener esos hábitos..

Otras ideas de Mini hábitos:

“Después de prender mi computadora, voy a abrir el documento en el que estoy

trabajando”. (Así, lo primero que hago ya no es abrir Facebook y ahorro mucho

tiempo).

“Después de ver que mi cama está destendida, voy a acomodar las cobijas”. (Gracias a

eso tiendo mi cama todos los días y mi cuarto no parece zona de guerra.)

“Después de escribir, voy a guardar mi cuaderno en el cajón”. (He descubierto que

dejar afuera mi cuaderno hace que sea imposible mantener el orden de mi escritorio).

¿Qué actividad te gustaría añadir a tu vida de esta manera fácil y totalmente

indolora?

Esta fue la última entrada de esta serie. Espero que te haya dado ideas de cómo avanzar

poco a poco. Porque una sola cosa, quince minutos al día, o 30 segundos de mini

hábito son mucho más satisfactorios y útiles que nada.

No olvides decir en los comentarios cuál de los “Cambios pequeños” has intentado, y cuál

te resultó más efectivo o te gustó más.

Y recuerda que eres totalmente libre de modificarlos como mejor te funcionen a ti.

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Identifica los hábitos que quieres cambiar por hábitos de éxito

Para ayudarte en tu proceso de cambio realicé un listado de los malos hábitos más comunes que pueden estar impidiendo tu progreso, aquí pide ayuda de gente que admiras y que te conoce. Toma una hoja de papel en blanco y apunta los malos hábitos que hayas descubierto a través de tus familiares y amigos y compleméntala con algunos de los hábitos que te muestro a continuación: 

Hablar en lugar de escuchar. Perder el tiempo con actividades improductivas. Fumar, beber alcohol, o consumir drogas. Trabajar días largos sin tomar descansos para relajarte. No hacer ejercicio. Abusar de las grasas, la comida rápida y la comida chatarra. Comer en exceso. No dedicar tiempo suficiente a la familia, especialmente a tus hijos. Apretar el botón del despertador varias veces antes de despertarte. Quejarte todo el tiempo. Inundar tu cabeza con pensamientos negativos. No levantarte temprano. Tener el teléfono celular siempre encendido. Interrumpir tus comidas familiares por cosas de trabajo. Traer trabajo a casa.

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Olvidar el nombre de alguien inmediatamente después de haberlo conocido. Comer a horas irregulares o brincarte las comidas. No decir gracias, más seguido. Aplazar todas tus actividades constantemente. No terminar algo que comienzas. No tener metas, objetivos y un plan de vida con resultados medibles. Falta de visión. No saber lo que quieres. No saber delegar. No sonreír o reír más seguido. Salir de casa sin decirle a la familia cuanto los aprecias. No divertirte lo suficiente con los seres que aprecias. Socializar demasiado tiempo por teléfono e internet y menos tiempo en persona. Llegar siempre tarde a fiestas, reuniones o citas. Hacer reservaciones de último momento. Comer con la boca abierta. Combinar mal los colores al vestirte. No invertir en tu educación y tu imagen. Manejar el correo y las rutinas diarias más de una vez. Permitir que no se paguen a tiempo las cuentas. Tratar de controlar toda decisión por pequeña que sea.

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No cumplir tus promesas. Mala comunicación con clientes, amigos y familia.

Cambiar malos hábitos: cómo lograrloLa mayoría de las personas tiene un hábito que quisiera cambiar, y es probable que alguna vez haya intentando hacerlo sin tener éxito. El compromiso, la fuerza de voluntad y la motivación real de querer generar un cambio, son algunos de los pasos para un buen comienzo.

Cuando hablamos de cambiar hábitos hacemos referencia a sacar de nuestra vida algo que nos incomoda o que no nos gusta, pero que no podemos dejar hacerlo. ¿Qué es lo que falta para concretar el cambio? 

A continuación te contamos las claves para lograrlo:

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Fuerza de voluntad: la clave para cambiar un hábito 

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Cuando queremos modificar una conducta de cualquier tipo, casi siempre la base de ese cambio está en la fuerza de voluntad, y precisamente es eso lo que falla en muchas personas. Pero, ¿qué podemos hacer para reforzarla? Aquí te proponemos algunos consejos para que tengas en cuenta:

Trabajo personal: la fuerza de voluntad se trabaja, se entrena. Para cambiar un hábito no basta con sólo tener las ganas, sino que se requiere de un esfuerzo adicional que va muy ligado a incorporar la disciplina unida a la acción. Es probable que una persona “recaiga”, y eso está dentro de lo esperado. Siempre se puede retomar el proceso y aprender de los errores. 

Motivación: para generar cambios se necesita motivación y ésta sólo puede nacer de la persona que anhela esa transformación. La opinión del resto no tiene tanto peso como la propia convicción de ser una persona distinta, alguien mejor. Para que no te frustres tan rápido y abandones el proceso de cambio, debes ser perseverante, confiar y comprometerte contigo mismo. 

No autoenjuiciarse: es importante que no seas duro contigo mismo por no cumplir las metas. Tienes que tener paciencia, aprender de tus errores y darte una segunda o tercera oportunidad. Esto es clave para fortalecer la voluntad, pero también lo es para la autoestima. Muchas veces eres tú quien se auto enjuicia con más dureza, sin ver ni reconocer los pequeños avances o triunfos.

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Todos somos distintos: la fuerza de voluntad varía entre una persona y otra, por eso no es bueno entrar en comparaciones.  Los procesos son distintos para todos y también lo son las motivaciones. Asumir que se necesita más o menos tiempo dejar malas costumbres sin atormentarse por eso, es un factor crucial para alcanzar los objetivos trazados. 

Bambú japonés

No hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada, jalándola con el riesgo de echarla a perder, gritándole con todas sus fuerzas: ¡Crece, por favor! 

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. 

Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. 

En realidad, no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto que, un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. 

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Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas crecer? 

No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.

Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. 

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas veces queremos encontrar soluciones rápidas y triunfos apresurados, sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. De igual manera, es necesario entender que en

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muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. Y esto puede ser extremadamente frustrante. 

En esos momentos (que todos tenemos), recordar el ciclo de maduración del bambú japonés y aceptar que -en tanto no bajemos los brazos - ni abandonemos por no "ver" el resultado que esperamos, sí está sucediendo algo..., dentro nuestro: estamos creciendo, madurando. 

Quienes no se dan por vencidos, van gradual e imperceptiblemente creando los hábitos y el temple que les permitirá sostener el éxito cuando éste al fin se materialice. Si no consigues lo que anhelas, no desesperes... quizá sólo estés echando raíces....

20minutos contra la procrastinación

Ahora resulta que procrastinar es malo.

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No sólo malo. Resulta que, según el 20minutos, procrastinar es una enfermedad. Y esto lo

dice un periódico gratuito, herramienta que fijo que ayuda a procrastinar a cientos de

personas. Entre el horóscopo, la noticia increíble, los anuncios del Lidl…

He aquí dos extractos del espeluznante reportaje:

 Reconozca el ciclo de la Procrastinación y evítelo.

¿Que procrastinar es un trastorno derivado de la inseguridad y el miedo?

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¿Que procrastinar genera frustración?

Está claro que el que ha escrito esto o bien miente, o bien no sabe cómo … 

La procrastinación es el hábito que muchos quieren cambiar. Lo dejo a tu consideración, haber que haces con él.

La procrastinación es buena o mala

Las personas más impresionantes que conozco son todos unos procrastinadores terribles. Entonces, ¿podría ser que esta no siempre es mala?

La mayoría de las personas que escriben sobre la procrastinación escriben sobre cómo curarla. Pero esto es, en sentido estricto, imposible. Hay un número infinito de cosas que podrías estar haciendo. No importa en lo que trabajes, no estás trabajando en todo lo demás. Así que la cuestión no es cómo evitar procrastinar, sino como procrastinar bien.

Hay tres variantes de la procrastinación, que dependen de lo que haces cuando deberías trabajar en algo: puedes trabajar en (a) nada, (b) algo menos importante, o (c) algo más importante. Este último tipo, yo diría, es la procrastinación buena.

Es la del "profesor despistado", que olvida afeitarse, o comer, o tal vez incluso ver a dónde va, mientras está pensando en alguna pregunta interesante. Su mente está ausente del mundo ordinario, porque está trabajando muy duro en otro.

Es en ese sentido en el que las personas más impresionantes que conozco son todos procrastinadores. Son procrastinadores del tipo C: postergan trabajar en cosas pequeñas para trabajar en cosas grandes.

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¿Qué es "cosas pequeñas?" A grandes rasgos, el trabajo que tiene cero posibilidades de ser mencionado en tu obituario. Es difícil decir en su momento cuál llegará a ser tu mejor trabajo (¿Será tu magnum opus sobre arquitectura de templos Sumerios, o el thriller detectivesco que escribiste bajo un seudónimo?), sin embargo, hay toda una clase de tareas que con seguridad puedes descartar: afeitarte, lavar la ropa, limpiar la casa, escribir notas de agradecimiento; cualquier cosa que pudiera ser llamada un pendiente.

La procrastinación buena es evitar los pendientes para hacer trabajo real.

Buena, en cierto sentido, al menos. La gente que quiere que hagas esos pendientes no creerá que es buena. Pero es probable que tengas que hacerlos enojar si quieres lograr algo. Las personas más dóciles en apariencia, si quieren hacer trabajo de verdad, poseen todas un cierto grado de crueldad cuando se trata de evitar los pendientes.

Algunos pendientes, tal como responder a las cartas, desaparecen si los ignoras (tal vez llevándose a los amigos con ellos). Otros, como cortar el césped, o presentar declaraciones de impuestos, sólo empeorarán si los ignoras. En principio, no debería funcionar aplazar el segundo tipo de obligaciones. Eventualmente tendrás que hacerlo. ¿Por qué no (como siempre dicen los avisos vencidos) hacerlo ahora?

La razón por la que paga posponer incluso esos pendientes es que el trabajo verdadero necesita dos cosas que los pendientes no: grandes cantidades de tiempo y el estado de ánimo adecuado. Si te inspira algún proyecto, puede ser una ganancia neta mandar a volar todo lo que tenías que hacer los próximos días para trabajar en este. Sí, esos pendientes te pueden costar más tiempo cuando finalmente los hagas. Pero si haces mucho durante esos pocos días, serás netamente más productivo.

De hecho, puede que no sea una diferencia de grado, sino una diferencia de clase. Es posible que haya algunos tipos de trabajo que sólo se pueden realizar en periodos grandes, ininterrumpidos, cuando llega la inspiración, en lugar de en tramos pequeños minuciosamente programados. Empíricamente, parece que así es. Cuando pienso en la gente que conozco que ha hecho grandes cosas, no me los imagino tachando diligentemente pendientes en sus listas de tareas. Los imagino husmeando nuevas ideas en las cuales trabajar.

Por el contrario, obligar a alguien a realizar tareas en forma sincrónica tiende a limitar su productividad. El costo de una interrupción no es sólo el tiempo que tarda, sino que rompe el tiempo en cada lado a la mitad. Es probable que sólo tengas que interrumpir a alguien un par de veces al día, antes de que sean incapaces de trabajar en problemas difíciles en absoluto.

Me he preguntado mucho acerca de por qué las startups son más productivas al principio, cuando no son más que un par de tipos en un apartamento. La razón principal puede ser que no hay nadie que los interrumpa todavía. En teoría es bueno cuando los fundadores finalmente consiguen el dinero suficiente para contratar a gente que haga el trabajo por ellos. Pero puede que sea mejor estar sobretrabajado que interrumpido. Una vez que diluyes una startup con trabajadores ordinarios —procrastinadores tipo B—, toda la compañía comienza a resonar a su frecuencia. Son propensos a las interrupciones, y pronto tú también lo eres.

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Los pendientes son tan eficaces matando grandes proyectos que mucha gente los usa para ese fin. Alguien que ha decidido escribir una novela, por ejemplo, de repente se encuentra con que la casa necesita limpieza. Las personas que fracasan en escribir novelas no lo hacen por estar sentados frente a una página en blanco durante días sin escribir nada. Lo hacen dando de comer al gato, saliendo a comprar algo que necesitan para su apartamento, reuniéndose con un amigo para tomar un café, leyendo el correo. "No tengo tiempo para trabajar", dicen. Y así es; se han asegurado de eso.

(También hay una variante donde uno no tiene un lugar para trabajar. La cura consiste en visitar los lugares donde trabajaban los famosos, y ver lo inadecuados que eran.)

He utilizado estas dos excusas en un momento u otro. He aprendido muchos trucos para obligarme a trabajar en los últimos 20 años, pero incluso ahora no gano consistentemente. Algunos días logro hacer verdadero trabajo. Otros días son consumidos por los mandados. Y sé que por lo general es culpa mía: Dejo que los mandados consuman el día, para evitar enfrentar un problema difícil.

La forma de procrastinación más peligrosa es la procrastinación no reconocida del tipo B, ya que no se siente como tal. Estas "haciendo cosas". Sólo que las cosas equivocadas.

Cualquier consejo sobre la procrastinación que se concentra en tachar cosas de tu lista de tareas pendientes no sólo es incompleta, sino totalmente engañosa, si antes no se considera la posibilidad de que la lista de cosas por hacer es en sí misma una forma de procrastinación tipo B. De hecho, posibilidad es una palabra demasiado débil. Casi todas lo son. A menos que estés trabajando en las cosas más grandes en las que podrías trabajar, estás haciendo procrastinación tipo B, no importa cuánto estés haciendo.

En su famoso ensayo Tú y Tu Investigación (que recomiendo a cualquier persona ambiciosa, sin importar en lo que estén trabajando), Richard Hamming sugiere hacerse tres preguntas:

1. ¿Cuáles son los problemas más importantes en tu campo?

2. ¿Estás trabajando en uno de ellos?

3. ¿Por qué no?

Hamming estaba en Bell Labs cuando empezó a hacer tales preguntas. En principio todos ahí deberían haber podido trabajar en los problemas más importantes en su campo. Tal vez no todos pueden hacer una marca igualmente dramática en el mundo; no lo sé; pero sea cual sea tu capacidad, hay proyectos que la expanden. Así, el ejercicio de Hamming se puede generalizar a:

¿Cuál es la mejor cosa en la que podrías estar trabajando, y por qué no lo estas haciendo?

La mayoría de la gente evitará esta pregunta. Yo mismo la he rehuido; la veo ahí en la página y rápidamente paso a la siguiente frase. Hamming solía ir por ahí preguntándole esto a la gente, y eso no lo hizo muy popular. Pero es una pregunta que cualquiera que sea ambicioso debe enfrentar.

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El problema es que puedes terminar atrapando un pez muy grande con este cebo. Para hacer un buen trabajo, tienes que hacer algo más que encontrar buenos proyectos. Una vez que los hayas encontrado, tienes que ponerte a trabajar en ellos, y eso puede ser difícil. Cuanto más grande sea el problema, más difícil será ponerte a trabajar en él.

Por supuesto, la principal razón por la que a la gente le resulta difícil trabajar en un problema es que no lo disfrutan. Cuando eres joven, sobre todo, a menudo te encuentras trabajando en cosas que no te gustan mucho—porque parecen impresionantes, por ejemplo, o porque has sido asignado a trabajar en ello. La mayoría de los estudiantes de posgrado están atrapados trabajando en problemas grandes que no les gustan mucho, y por lo tanto, la escuela de posgrado es sinónimo de procrastinación.

Pero incluso cuando te gusta aquello en lo que estás trabajando, es más fácil ponerte a trabajar en problemas pequeños que en los grandes. ¿Por qué? ¿Por qué es tan difícil trabajar en grandes problemas? Una de las razones es que puedes no obtener ninguna recompensa en el futuro previsible. Si trabajas en algo que puedes terminar en un día o dos, puedes esperar tener una agradable sensación de logro bastante pronto. Si la recompensa esta en un futuro lejano, indefinido, parece menos real.

Otra razón por la que la gente no trabaja en grandes proyectos es, irónicamente, el temor a perder el tiempo. ¿Qué tal si fracasan? Todo el tiempo que pasaron en ello será en vano. (De hecho, probablemente no lo será, porque el trabajo duro en proyectos difíciles casi siempre conduce a alguna parte.)

Pero puede que el inconveniente de los grandes problemas no sea que no prometen ninguna recompensa inmediata y te hagan perder mucho tiempo. Si eso fuera todo, no sería peor que ir a visitar a tus suegros. Hay más que eso. Los grandes problemas son aterradores. Hay un dolor casi físico al afrontarlos. Es como tener una aspiradora conectada a tu imaginación. Todas tus ideas iniciales son succionadas de inmediato, ya no te queda ninguna, y sin embargo, la aspiradora sigue succionando todavía.

Tampoco puedes ver un gran problema directamente a los ojos. Hay que acercarse un poco oblicuamente. Pero hay que ajustar muy bien el ángulo: tienes que estar mirando el gran problema directamente lo suficiente para que atrapes algo de la emoción que irradia de él, pero no tanto que te paralice. Puedes ajustar el ángulo una vez que te pongas en marcha, de la misma manera en que un velero puede navegar más cerca del viento una vez que se pone en marcha.

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Si quieres trabajar en cosas grandes, parece ser que tienes que engañarte para hacerlo. Tienes que trabajar en cosas pequeñas que podrían crecer a cosas grandes, o trabajar en cosas cada vez más grandes, o dividir la carga moral con los colaboradores. No es un signo de debilidad depender de tales trucos. Las más grandes obras se han hecho de esta manera.

Cuando hablo con personas que se las han arreglado para obligarse a trabajar en grandes cosas, encuentro que todos mandan a volar los pendientes, y se sienten culpables por ello. Creo que no deberían sentirse culpables. Hay más cosas por hacer de lo que es posible hacer. Así que alguien haciendo el mejor trabajo del que es capaz, inevitablemente dejara muchos pendientes sin resolver. Me parece un error sentirse mal por eso.

Creo que la manera de "resolver" el problema de la procrastinación es dejar que el deleite tire de ti en lugar de dejar que una lista de pendientes lo haga. Trabaja en un proyecto ambicioso que realmente disfrutes, navega tan cerca del viento como puedas, y dejarás las cosas adecuadas sin hacer.

Cómo alcanzar tus metas de una vez por todas

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Sucede en muchos ámbitos de la vida. Estamos más que dispuestos a alcanzar nuestras metas, lo deseamos con todas nuestras fuerzas. Pero al poco tiempo, nos desinflamos. La euforia, la emoción, la motivación decae, y cada vez vemos esos objetivos más lejanos e inalcanzables.

Cuántas veces has oído frases como: “este año voy a ir al gimnasio y voy a perder peso”,  “a partir de ahora buscaré un trabajo mejor que el que tengo”, “voy a empezar mi propio negocio” o “voy a ahorrar más dinero”. Todos son propósitos que nacen con las mejores intenciones, pero que para el 99% de la gente, se queda en eso, en simples propósitos.

En este artículo te explico cómo alcanzar tus metas de una vez por todas mediante lo que se conoce como objetivos SMART.

¿Por qué la mayoría de la gente no alcanza sus metas?

No hay viento favorable para el barco que no sabe a dónde va. – Séneca

Cuántas veces has oído a la gente de tu entorno decir:

“Este año voy a ir al gimnasio y voy a perder peso”

“A partir de ahora buscaré un trabajo mejor que el que tengo”

“Voy a empezar mi propio negocio”

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“Voy a ahorrar más dinero”

Seguro que los ejemplos que te he puesto anteriormente te resultan familiares. Nos ha sucedido a todos, y es normal. La mayoría de la gente quiere alcanzar grandes metas, pero el problema es que no saben cómo hacerlo. Por eso fracasan.

La mayoría de la gente no alcanza sus metas porque no tienen un sistema que les guíe para poder dar los pasos necesarios hasta alcanzarlas.Puedes imaginarte que alcanzar tus metas es viajar del punto A (donde estás) al punto B (la meta que quieres alcanzar).

No disponer de una metodología para alcanzar tu meta sería como viajar y pretender llegar a tu destino sin disponer de un mapa, ni de indicaciones precisas. Te costará mucho más de lo que te costaría si tuvieses ese mapa o esas indicaciones y probablemente tu camino tenga un aspecto similar a éste (si es que llegas a tu meta):

Volviendo a los ejemplos que te he puesto anteriormente, ¿Qué tienen estos ejemplos en común? Que no son alcanzables. ¿Por qué? Porque no están bien definidos. Por ejemplo:

“este año voy a ir al gimnasio y voy a perder peso” ¿Cuánto peso vas a perder? ¿En cuánto tiempo? ¿Cómo lo piensas hacer?“a partir de ahora buscaré un trabajo mejor que el que tengo” ¿Qué significa mejor?“voy a empezar mi propio negocio” ¿En qué sector? ¿Cuántos recursos necesitas? ¿Estás capacitado?“voy a ahorrar más dinero” ¿Cuánto dinero? ¿Con qué objetivo?

Es difícil alcanzar una meta si no puedes definirla con precisión.

Qué puedes hacer para alcanzar tus metas

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Muy fácil. Crear un mapa del tesoro. Un mapa que te indique dónde estás, y a dónde quieres llegar. Un mapa que te permita saber cómo alcanzar tus metas, y lo que te va a costar (en tiempo, dinero, esfuerzo o cualquier otro coste) conseguir esas metas.

Un mapa que te permita llegar del punto A al punto B por el camino más rápido.

Construir el mapa del tesoro: el método SMART

Probablemente te preguntes, ¿Qué significa SMART?  SMART viene del inglés, significa “inteligente” o “listo”, y en este caso sirve de acrónimo para una metodología muy empleada por empresas para alcanzar objetivos económicos, y muy empleado también en el mundo del caoching para alcanzar objetivos personales y profesionales. A nosotros nos interesa esto último.

¿Qué es un objetivo SMART?

SMART en inglés es el acrónimo de: Specific – Measurable – Attainable – Relevant – Time Bound. O en español: Específico – Medible – Alcanzable – Relevante – Temporal.

Vamos a ver cómo plantear objetivos SMART paso a paso:

Specific (Específico)

Lo primero que debes hacer es definir correctamente tu objetivo. Un objetivo específico es aquel que responde a estas preguntas:

¿Qué objetivo quieres alcanzar? Defínelo con todo detalle. ¿Por qué quieres alcanzar ese objetivo? Qué sentirás cuando lo consigas.

Cuanto más específica sea tu meta, más fácil te resultará conseguirla.

Piensa en el ejemplo anterior, “perder peso” es muy ambiguo y nada específico (¿cuánto quieres perder, 5kg, 10kg, 20kg?), sin embargo “perder 10 kilos en seis meses” es algo mucho más específico.

Measurable (Medible)

Lo siguiente es hacer que ese objetivo sea medible. Para hacer tu objetivo medible, debes ser capaz de responder a la pregunta ¿cuándo sabré que he alcanzado mi objetivo?En el ejemplo anterior “perder 10 kilos en 6 meses”, puedes ir midiendo el progreso mes a mes (deberías perder 1,6 kilos al mes), semana a semana (0,4 kilos a la semana), y día a día (70 gramos al día).

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Attainable (Alcanzable)

La siguiente característica que debe cumplir tu objetivo, es que sea alcanzable.

Para hacer tu objetivo alcanzable, plantéate: ¿Cómo voy a alcanzar mi objetivo?Esto incluye qué habilidades vas a tener que aprender, y qué acciones específicas debes llevar a cabo para alcanzar el objetivo.

Volviendo a los ejemplos anteriores, si quieres perder peso, deberás empezar una dieta e ir al gimnasio. Mucha gente se plantea un cambio radical, pasan de no ir nunca al gimnasio a ir 5 días a la semana, de comer hamburguesas, a comer ensaladas, para sólo abandonar al cabo de unas pocas semanas, porque “es muy duro lo que hay que hacer”.

No trates de pegarte un atracón, los hábitos son difíciles de cambiar, y lo mejor es hacerlo poco a poco, de lo contrario te rendirás al poco tiempo.Si te planteas que quieres perder 10 kilos en 6 meses, la meta puede parecer muy grande, pero si te planteas que quieres “perder 70 gramos al día” la meta no parece tan grande. Es la misma meta, pero la formulamos de manera más alcanzable.

Perder 70 gramos de grasa al día, significa comer 630 kcal menos al día de lo que deberías. Puede que te cueste al principio, pero puedes comenzar por suprimir lo que más engorda (alcohol, grasas malas, harina blanca, azúcar…), con esto recortas 400 kcal, y si además vas un par de días a la semana al gimnasio, y quemas 700 kcal cada día, habrás adelgazado 4200 kcal en una semana, o lo que es lo mismo, casi 500 gramos de grasa. Ahora, el objetivo no parece tan difícil.

Relevant (Relevante)

Otra característica es que tu objetivo sea relevante. Es decir, que sea lo suficientemente importante para ti como para poder mantener la motivación bien alta para conseguir hacerlo realidad, y lo suficientemente realista como para poder alcanzarlo.

La cuestión es ¿cómo cambiará tu vida si consigues el objetivo? ¿Merece la pena luchar por ello?Puede que perder diez kilos pueda ser un objetivo para muchas personas, pero debe existir un motivo detrás de eso (sentirte mejor, mejorar tu salud, aumentar tu autoestima, o resultar más atractivo).

Debes definir la importancia que tienen para tí tus metas si quieres lograrlas. Anotar los cambios que se producirán cuando alcances tu meta en los distintos aspectos de tu vida te ayudará a ver los beneficios desde el primer día, y te mantendrá motivado en todo el proceso de consecución de tus objetivos.

Time Bound (Temporal)

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Por último, pero no menos importante, tu objetivo debe tener una restricción temporal. Esto es lo que diferencia a las metas de los sueños. La gente que sueña, dice que conseguirá lo que se propone “algún día”, la gente que quiere ver cumplidos sus sueños y sus metas, establecen plazos definidos.

¿Cuánto tiempo necesitas para conseguir tu objetivo? ¿Cómo puedes progresar de aquí a seis meses? ¿Y en un año?Ponle fecha de caducidad a tus sueños si quieres que se cumplan.

El ejemplo anterior es perfecto, establecemos 6 meses de plazo para conseguir la meta.

Ventajas del método SMART para alcanzar tus metas

La ventaja de emplear objetivos SMART para fijar nuestras metas, es que nos obligan a construir un mapa del tesoro, que nos lleva del punto A al punto B por un camino claro y bien definido. Tiene más o menos este aspecto:

Ahora dejamos de dar vueltas, de procrastinar, de perder el tiempo, o de buscar excusas sobre porqué no cumplimos nuestras metas. Ahora tenemos una meta definida en términos:

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1. Específicos: sabemos dónde queremos ir, y porqué queremos ir ahí.

2. Medibles: sabemos como medir nuestro progreso, y lo cerca o lejos que estamos de nuestra meta. Para alcanzar nuestra meta debemos dar una serie de pasos que nos separan de ella.

3. Alcanzables: planteamos una meta realista y lo suficientemente motivadora como para poder alcanzarla. Al ser realista, implica que se encuentra dentro de nuestras posibilidades el conseguirla, tenemos o seremos capaces de desarrollar las habilidades y capacidades que se requieren para alcanzar la meta, y estamos suficientemente motivados como para no decaer por el camino.

4. Relevantes: la meta tiene la importancia suficiente como para cambiar nuestra vida o algún aspecto de la misma. Nos podemos imaginar los cambios cuando la consigamos, y el impacto que tendrá en nuestra vida.

5. Temporal: definimos un plazo concreto, que nos obliga dar los pasos necesarios para seguir avanzando hasta nuestra meta, lo que nos ayuda a que deje de ser un sueño y se convierta en realidad.

Ahora ya tienes tu mapa del tesoro, no pongas excusas y empieza a cambiar tu vida YA y a cumplir tus metas.

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A pesar de nosotros, todo cambia a nuestro alrededor

Era finales del verano y el calor seguía pegando fuerte en el Ampurdán durante el día. A una de mis hijas, a una nieta de seis años y a mí mismo nos gusta echarnos cubitos de hielo en el vaso en esa época del año; en el primero y el último caso –para horror de los franceses que nos visitan–, mezclados con un poco de vino.

Con la seriedad que la caracteriza, a pesar de su edad, mi nieta me soltó de pronto: “Abuelo, ¿por qué me quitas los cubitos de hielo del vaso? A mí me gustan”. Tardé unos segundos en darme cuenta de lo que estaba pasando. A Alexia nadie le había explicado lo que los físicos llaman transición de fase –el cambio repentino de la estructura de la materia que puede convertir el cubito de hielo en agua líquida si éste se funde debido al calor–. ¡Estaba convencida de que alguien le estaba gastando la broma de esconderle los cubitos de hielo del vaso sin que ella lo notara! Claro, no iba a desaprovechar una ocasión como ésa para explicarle a mi nieta lo que era la transición de fase.

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“Lo que viene nos va a desbordar si no asumimos que todo cambia, empezando por nosotros mismos”.

Me vino a la cabeza enseguida la anécdota que me había contado Tato en Bruselas la semana anterior. Tato había formado parte de mi equipo diez años antes –es una funcionaria excelente del Parlamento Europeo– y le preguntaba por la vida y milagros de su hija, a la que yo había conocido poco después de su nacimiento. “Mi hija ha entrado en la adolescencia, trece años, y voy de sorpresa en sorpresa, no siempre agradable”, me recalcó Tato. “Pues harás bien en no olvidar que la adolescencia es una crisis en el sentido literal de la palabra. Las madres tenéis tendencia a olvidarlo”, le sugerí. “Si te cuento la última, de la que todavía no me he repuesto, no te lo creerás. Fíjate, las madres hacemos turnos para llevar y recoger a las niñas del colegio. ¿Sabes lo que me soltó cuando ya estábamos solas en el coche al llegar a casa?: ‘Mamá –me dijo enfurruñada–,

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¿por qué no haces como las demás mamás?’. ‘¿Y qué hacen las demás mamás que yo no haga?’, le contesté. ‘No hablan. Las otras mamás no nos dicen nada durante el viaje’.”

Gabriela tenía clarísimo que tal vez un día le interesara hacerse con el respeto y amor del resto del mundo, pero, de momento, lo único que le importaba era su pertenencia y solidaridad con el estamento de los amigos de su colegio, sus seguidores. Las repetidas intervenciones de su madre podían diferenciarla en exceso de los seguidores; su objetivo no consistía únicamente en no ser distinta al resto de su grupo, sino en ser exactamente igual, y no quería ni oír hablar de tener una madre distinta, más solícita y tal vez de carácter más latino.

Los dos recuerdos revelan algo esencial que tendemos a olvidar constantemente: todo cambia a nuestro alrededor –hasta la estructura de la materia cuando el hielo se funde o se evapora–, pero nosotros no queremos cambiar por nada del mundo: queremos que se nos confunda con el grupo adolescente al que pertenecemos y que nuestra madre sea idéntica a las demás. “Lo peor que me puede ocurrir –me decía el más inteligente de mis antiguos alumnos– es dejar de ser quien soy”. Lo que viene nos va a desbordar si no asumimos que todo cambia, empezando por nosotros mismos. Todo cambia, menos el cambio, que sigue cambiando…