Canguilhem, El Objeto de La Historia de La Ciencia

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El objeto de la historia de las ciencias (Georges Canguilhem) El objeto de la historia de las ciencias (1) Georges Canguilhem Considerada bajo el aspecto que ofrece en la Recopilación de las Actas de un Congreso, la historia de las ciencias puede pasar por una rubrica más que por una disciplina o un concepto. Una rúbrica que se expande o se distiende casi indefinidamente, ya que no es mas que un etiqueta; un concepto, en cambio, encierra una norma operatoria o judicativa y no puede variar en su extensión sin rectificación de su comprensión. Es así que bajo la rúbrica de la historia de las ciencias pueden ser inscriptos tanto la descripción de un portulano* recientemente hallado como un análisis temático de la constitución de una teoría física. No es vano, entonces, preguntarse en principio acerca de la idea que se hacen de la historia de las ciencias aquellos que pretenden interesarse en ella hasta el punto de hacerla. En cuanto al tema de este hacer, ciertamente, desde hace tiempo han sido planteadas, y continúan siéndolo, varias preguntas. Estas preguntas son las de ¿Quien?, ¿Por qué? y ¿Como?. Pero encontramos que una pregunta de principio que debería ser planteada y que no lo es casi nunca, es la pregunta ¿De qué?. ¿De qué la historia de las ciencias es historia?. Que esta pregunta no sea formulada tiene que ver con el hecho de que se la cree generalmente respondida en la expresión misma de historia de las ciencias o de la ciencia. Recordemos brevemente como se formulan la mayoría de las veces, hoy, las preguntas por el Quien, el Porqué y el Cómo. La pregunta por el ¿Quien? conduce a la pregunta por el ¿Donde?. Dicho de otro modo, la exigencia de la investigación y la enseñanza de la historia de las ciencias, según que ella se experimente en tal o cual dominio ya especificado del saber, conduce a fijar domicilio aquí o allá en el espacio de las instituciones universitarias. Bernhard Sticker, director del Instituto de historia de las ciencias de Hamburgo, ha subraya do la contradicción entre el objetivo y el método (2). Su objetivo debería ubicar a la historia de las ciencias en la Facultad de Ciencias, su método en la de Filosofía. Si se la tiene por una especie de un género, la historia de las ciencias debería tener su lugar en un instituto central de las disciplinas históricas. En efecto, los intereses específicos de los historiadores, de una parte, de los hombres de ciencia, por otra, no conducen a la historia de las ciencias más que por una vía lateral. La historia general es, ante todo, historia política y social, completada por una historia de las ideas religiosas o filosóficas. La historia de una sociedad como un todo, en cuanto a las instituciones jurídicas, a la economía, a la demografía, no requiere necesariamente de la historia de los métodos y las teorías científicas en tanto tales, aun cuando los sistemas filosóficos tienen relación con teorías científicas vulgarizadas, es decir degradadas en ideologías. Por otro lado, los científicos no tienen, en tanto tales, independientemente del mínimo de filosofía sin el cual no podrían hablar de su ciencia con interlocutores no científicos, necesidad de la historia de las ciencias. Es muy raro, sobre todo en Francia, con excepción de Bourbaki, que incorporen los resultados en la exposición de sus trabajos especiales. Si se convierten ocasionalmente en historiadores de las ciencias es por razones extrañas a los requisitos intrínsecos de su investigación. Existen ejemplos en los que su competencia los guía en la elección de cuestiones de interés primordial. Ese fue el caso de Pierre Duhem en historia de la mecánica, de Karl Sudhoff y de Harvey Cushing en historia de la medicina. En cuanto a los filósofos, pueden ser arrastrados a la historia de las ciencias, ora tradicional e indirectamente por la historia de la filosofía, en la medida en que tal filosofía ha demandado en su tiempo una ciencia triunfante que la esclarezca sobre las vías y los medios del conocimiento militante, ora más directamente por la epistemología, en la medida en que esta conciencia crítica de los métodos actuales de un saber adecuado a su objeto se siente tentada de celebrar el poder de esa adecuación por el recuerdo de las dificultades que han retardado la conquista. Por ejemplo, si importa poco al biólogo y menos aun al matemático probabilista, investigar qué es lo que ha podido impedir a Augusto Comte y a Claude Bernard admitir la validez del cálculo estadístico en biología en el siglo XIX, no es lo mismo para quien se ocupa en epistemología de la causalidad probabilística en biología. Pero queda por demostrar -intentaremos hacerlo después- que sí la filosofía sostiene con la historia de las ciencias una relación mas directa que la que tiene con la historia de la ciencia, es con la condición de aceptar, por ese hecho, un nuevo estatuto en su relación con la ciencia. La respuesta a la pregunta ¿Por que? es simétrica de la respuesta a la pregunta por el ¿Quien?. Hay tres razones para hacer historia de las ciencias, histórica, científica, filosófica. La razón histórica, extrínseca a la ciencia entendida como discurso verificado sobre un sector delimitado de la experiencia reside en la practica de las conmemoraciones. en las rivalidades en las que se investiga la

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Texto epistemológico acerca del objeto de la historia de la ciencia

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  • El objeto de la historia de las ciencias (Georges Canguilhem)

    El objeto de la historia de las ciencias (1)

    Georges Canguilhem

    Considerada bajo el aspecto que ofrece en la Recopilacin de las Actas de un Congreso, la historia de las ciencias puede pasar poruna rubrica ms que por una disciplina o un concepto. Una rbrica que se expande o se distiende casi indefinidamente, ya que no esmas que un etiqueta; un concepto, en cambio, encierra una norma operatoria o judicativa y no puede variar en su extensin sinrectificacin de su comprensin. Es as que bajo la rbrica de la historia de las ciencias pueden ser inscriptos tanto la descripcin deun portulano* recientemente hallado como un anlisis temtico de la constitucin de una teora fsica. No es vano, entonces,preguntarse en principio acerca de la idea que se hacen de la historia de las ciencias aquellos que pretenden interesarse en ella hastael punto de hacerla. En cuanto al tema de este hacer, ciertamente, desde hace tiempo han sido planteadas, y continan sindolo,varias preguntas. Estas preguntas son las de Quien?, Por qu? y Como?. Pero encontramos que una pregunta de principio quedebera ser planteada y que no lo es casi nunca, es la pregunta De qu?. De qu la historia de las ciencias es historia?. Que estapregunta no sea formulada tiene que ver con el hecho de que se la cree generalmente respondida en la expresin misma de historiade las ciencias o de la ciencia.

    Recordemos brevemente como se formulan la mayora de las veces, hoy, las preguntas por el Quien, el Porqu y el Cmo.

    La pregunta por el Quien? conduce a la pregunta por el Donde?. Dicho de otro modo, la exigencia de la investigacin y laenseanza de la historia de las ciencias, segn que ella se experimente en tal o cual dominio ya especificado del saber, conduce afijar domicilio aqu o all en el espacio de las instituciones universitarias. Bernhard Sticker, director del Instituto de historia de lasciencias de Hamburgo, ha subraya do la contradiccin entre el objetivo y el mtodo (2). Su objetivo debera ubicar a la historia delas ciencias en la Facultad de Ciencias, su mtodo en la de Filosofa. Si se la tiene por una especie de un gnero, la historia de lasciencias debera tener su lugar en un instituto central de las disciplinas histricas. En efecto, los intereses especficos de loshistoriadores, de una parte, de los hombres de ciencia, por otra, no conducen a la historia de las ciencias ms que por una va lateral.La historia general es, ante todo, historia poltica y social, completada por una historia de las ideas religiosas o filosficas. Lahistoria de una sociedad como un todo, en cuanto a las instituciones jurdicas, a la economa, a la demografa, no requierenecesariamente de la historia de los mtodos y las teoras cientficas en tanto tales, aun cuando los sistemas filosficos tienenrelacin con teoras cientficas vulgarizadas, es decir degradadas en ideologas. Por otro lado, los cientficos no tienen, en tanto tales,independientemente del mnimo de filosofa sin el cual no podran hablar de su ciencia con interlocutores no cientficos, necesidadde la historia de las ciencias. Es muy raro, sobre todo en Francia, con excepcin de Bourbaki, que incorporen los resultados en laexposicin de sus trabajos especiales. Si se convierten ocasionalmente en historiadores de las ciencias es por razones extraas a losrequisitos intrnsecos de su investigacin. Existen ejemplos en los que su competencia los gua en la eleccin de cuestiones deinters primordial. Ese fue el caso de Pierre Duhem en historia de la mecnica, de Karl Sudhoff y de Harvey Cushing en historia dela medicina. En cuanto a los filsofos, pueden ser arrastrados a la historia de las ciencias, ora tradicional e indirectamente por lahistoria de la filosofa, en la medida en que tal filosofa ha demandado en su tiempo una ciencia triunfante que la esclarezca sobre lasvas y los medios del conocimiento militante, ora ms directamente por la epistemologa, en la medida en que esta conciencia crticade los mtodos actuales de un saber adecuado a su objeto se siente tentada de celebrar el poder de esa adecuacin por el recuerdo delas dificultades que han retardado la conquista. Por ejemplo, si importa poco al bilogo y menos aun al matemtico probabilista,investigar qu es lo que ha podido impedir a Augusto Comte y a Claude Bernard admitir la validez del clculo estadstico enbiologa en el siglo XIX, no es lo mismo para quien se ocupa en epistemologa de la causalidad probabilstica en biologa. Peroqueda por demostrar -intentaremos hacerlo despus- que s la filosofa sostiene con la historia de las ciencias una relacin masdirecta que la que tiene con la historia de la ciencia, es con la condicin de aceptar, por ese hecho, un nuevo estatuto en su relacincon la ciencia.

    La respuesta a la pregunta Por que? es simtrica de la respuesta a la pregunta por el Quien?. Hay tres razones para hacer historiade las ciencias, histrica, cientfica, filosfica. La razn histrica, extrnseca a la ciencia entendida como discurso verificado sobreun sector delimitado de la experiencia reside en la practica de las conmemoraciones. en las rivalidades en las que se investiga la

  • paternidad intelectual, en las querellas de prioridad, como aquella evocada por Joseph Bertrand en su Elogio acadmico de NielsHenrik Abel, que concierne al descubrimiento en 1827 de las funciones elpticas. Esta razn es un hecho acadmico ligado a laexistencia y la funcin de las Academias, y a la multiplicidad de las Academias nacionales. Existe una razn ms expresamentecientfica, sentida por los hombres de ciencia en tanto son Investigadores y no acadmicos. Aqul que alcanza un resultado terico oexperimental hasta entonces inconcebible, desconcertante para sus pares contemporneos, no encuentra ningn apoyo, falto decualquier comunicacin posible, en la ciudad cientfica. Y ya que, en tanto cientfico, debe creer en la objetividad de sudescubrimiento, investiga si por ventura eso que piensa no habr sido ya pensado. Es buscando acreditar su descubrimiento en elpasado, a falta momentneamente de poder hacerlo en el presente, que un inventor inventa a sus predecesores. As es como Hugo deVries redescubri el mendelismo y descubri a Mendel. En fin, la razn propiamente filosfica tiende a que, sin referencia a laepistemologa una teora del conocimiento sera siempre una meditacin sobre el vaco, y que sin relacin con la historia de lasciencias una epistemologa sera una duplicacin perfectamente superflua de la ciencia sobre la que pretende discurrir.

    Las relaciones de la historia de las ciencias y la epistemologa pueden entenderse en dos sentidos inversos. Dijksterhuis, el autor deDie Mechaniesierung des Weltbildes, piensa que la historia de las ciencias no es solamente la memoria de la ciencia sino tambin ellaboratorio de la epistemologa. Las palabras han sido citadas frecuentemente y la tesis ha encontrado el favor de muchosespecialistas. Esta tesis tiene un precedente menos conocido. En su Elogio de Cuvier, Flourens refirindose a la Historia de lasciencias naturales, publicada por Magdelaine de Saint-Agy, declara que hacer historia de las ciencias es poner al espritu humanoen experiencia hacer una teora experimental del espritu humano. Tal concepcin llega a calcar la relacin de la historia de lasciencias con las ciencias de las que ella es la historia sobre la relacin de las ciencias con los objetos constitutivos de las que ellasson ciencias. De hecho, la relacin experimental es una de esas relaciones, esto sin decir que es esa relacin all, la que debe serimportada y transplantada de la ciencia a la historia. Por lo dems esta tesis de metodologa histrica lleva, en su reciente defensor, ala tesis epistemolgica por la cual existe un mtodo cientfico eterno, adormecido en ciertas pocas, vigilante y activo en otras. Tesistenida por ingenua por Gerd Buchdahl (3), con la que acordaramos si el empirismo o el positivismo que lo inspiran pudiera pasarpor tal. No es sin motivos que se denuncia aqu al positivismo. Entre Flourens y Dijkterhuis, Pierre Lafitte, discpulo confirmado deAugusto Comte ha definido el rol de la historia de las ciencias como el de un microscopio mental (4) con un efecto revelador queIntroduce retar do y distancia en la exposicin corriente del saber cientfico, por la mencin de las dificultades encontradas en lainvencin y la propagacin de ese saber. Con la imagen del microscopio permanecemos en el interior del laboratorio y encontramosuna presuposicin positivista en la idea de que la historia es solamente una inyeccin de duracin en la exposicin de los resultadoscientficos. El microscopio procura el aumento de un desarrollo dado sin el, aunque visible slo por l. Aqu la historia de lasciencias es aun, respecto de las ciencias, lo que un aparato cientfico de deteccin es respecto de los objetos ya constituidos.

    Al modelo del laboratorio puede oponerse, para comprender la funcin y el sentido de una historia de las ciencias, el modelo de laescuela o del tribunal, de una institucin y de un lugar en el que se pronuncian juicios sobre el pasado del saber y sobre el saber delpasado. Pero es necesario aqu un juez. Es la epistemologa la que es llamada a proveer a la historia del principio de un juicio,ensendole el ltimo lenguaje hablado por tal ciencia, la qumica por ejemplo, y permitindole as regresar en el pasado hasta esemomento en que ese lenguaje cesa de ser inteligible o traducible por algn otro, ms laxo o ms vulgar, anteriormente hablado. Ellenguaje de los qumicos del siglo XIX encuentra su vacancia semntica en el perodo anterior a Lavoisier, porque Lavoisierinstituy una nueva nomenclatura. No ha sido suficientemente remarcado, y admirado, entonces, que en el Discurso preliminar alTratado Elemental de Qumica Lavoisier haya asumido, a la vez, la responsabilidad de dos decisiones por la cuales se le hacia, opoda hacrsele, objeto de agravios: aqulla de haber cambiado el lenguaje que nuestros maestros han hablado, y la de no haberdado en su obra ningn estudio histrico de la opinin de los que me han precedido, como si hubiera comprendido, a la maneracartesiana, que fundar un nuevo saber y separarlo de toda relacin con aquello que ocupaba abusivamente ese lugar es un procesonico. Sin la epistemologa sera imposible discernir entre dos modos de la llamada historia de las ciencias, la de los conocimientoscaducados y la de los conocimientos sancionados, es decir actuales aun por actuantes. Es Gastn Bachelard quien ha opuesto lahistoria caducada a la historia sancionada (5), a la historia de los hechos de experimentacin o de conceptualizacin cientficasapreciados en su relacin con los valores cientficos recientes. La tesis de Gastn Bachelard encontr su aplicacin y su ilustracinen muchos captulos de sus obras de epistemologa (6).

    La idea que Alejandro Koyr se hace de la historia de las ciencias, y que sus obras han ilustrado, no difiere fundamentalmente. Sibien es cierto que la epistemologa de Koyr est mas cerca de la de Meyerson que de la de Bachelard, ms sensible a la continuidadde la funcin racional que a la dialctica de la actividad racionalista, es en razn de sta que han sido escritos, como lo han sido, losEstudios Galileanos y la Revolucin astronmica. No carece, por otra parte, de inters, para evitar a una diferencia deapreciacin de las rupturas epistemolgicas la apariencia del hecho contingente o subjetivo, subrayar que, de modo general, Koyre y

  • Bachelard se han interesado en perodos de la historia de las ciencias exactas sucesivos y desigualmente estructurados por eltratamiento matemtico de los problemas de la fsica. Koyr comienza con Coprnico y termina en Newton, donde Bachelardcomienza. De manera que la orientacin epistemolgica de la historia, segn Koyr, puede servir de verificacin de la opinin deBachelard, segn la cual una historia de las ciencias continuista es una historia de las ciencias jvenes. Las tesis epistemolgicas deKoyr historiador, son, ante todo, que la ciencia es teora y que la teora es fundamentalmente matematizacin -Galileo, por ejemplo,es arquimedeano antes que platnico- en tanto que no hay economa posible de error en el advenimiento a la verdad cientfica. Hacerla historia de una teora es hacer la historia de las hesitaciones del terico. Coprnico.. no es copernicano"(7). Al invocar la imagende la escuela o del tribunal para caracterizar la funcin y el sentido de una historia de las ciencias que no se prohbe emitir juicios devalidez cientfica, conviene evitar un desconocimiento posible. Un juicio, en esta materia, no es una purga ni una ejecucin. Lahistoria de las ciencias no es el progreso de las ciencias invertido, es decir la puesta en perspectiva de las etapas superadas, respectode las cuales la verdad de hoy sera el punto de fuga. Es un esfuerzo para investigar y hacer comprender en qu medida nociones oactitudes o mtodos superados han sido, en su poca, una superacin y en consecuencia en qu el pasado superado permanece comoel pasado de una actividad para la cual es necesario conservar el nombre de cientfica. Comprender lo que fue la instruccin delmomento es tan importante como exponer las razones de la destruccin que la sigui.

    Como se hace la historia de las ciencias y como debera hacrsela? Esta cuestin toca desde mucho ms cerca a la cuestinsiguiente: de qu se hace la historia en historia de las ciencias?. De hecho, ella supone frecuentemente esta pregunta como resueltay parece que es solo por eso que no es siquiera planteada. Es lo que surgi en ciertos debates oponiendo a los que los autoresanglosajones designan bajo el nombre de externalistas y de internalistas (8). El externalismo es una forma de escribir la historia delas ciencias que condiciona un cierto nmero de acontecimientos -que continuamos llamando cientficos mas por tradicin que porana lisis crtico- a sus relaciones con intereses econmicos y sociales, con exigencias y prcticas tcnicas, con ideologas religiosas opolticas. Esto es, en suma, un marxismo debilitado, o mejor empobrecido, que se da en las sociedades ricas (9). El internalismo-considerado por los primeros como idealismo- consiste en pensar que no hay historia de las ciencias s uno no se ubica en el interiormismo de la obra cientfica para analizar las idas y vueltas por las cuales busca satisfacer las normas especficas que permitendefinirla como ciencia y no como tcnica o ideologa. En esta perspectiva el historiador de las ciencias debe adoptar una actitudterica con respecto a lo que es sostenido como hecho de teora, en consecuencia debe utilizar hiptesis, paradigmas, del mismomodo que los propios cientficos.

    Es evidente que una y otra posicin vuelven a asimilar el objeto de la historia de las ciencias al objeto de una ciencia. La externalistave la historia de las ciencias como una explicacin de un fenmeno de cultura, por el condicionamiento del ambiente cultural global,y, en consecuencia, la asimila a una sociologa naturalista de las instituciones, descuidando enteramente la interpretacin de undiscurso con pretensin de verdad. La internalista ve en los hechos de la historia de las ciencias, por ejemplo los hechos dedescubrimiento simultneo (clculo infinitesimal, conservacin de la energa), hechos respecto de los cuales no se puede hacer lahistoria sin teora. En consecuencia, all el hecho de la historia de las ciencias es tratado como un hecho de ciencia, segn unaposicin epistemolgica que consiste en privilegiar la teora respecto del dato emprico.

    Ahora bien, la cuestin a plantear es la actitud, que podramos llamar espontnea y de hecho casi general, que consiste en alinear lahistoria sobre la ciencia cuando de lo que se trata es de la relacin del conocimiento con su objeto. Preguntmonos, entonces, de ques historia exactamente, la historia de las ciencias.

    Cuando se habla de la ciencia de los cristales, la relacin entre la ciencia y loa cristales no es una relacin del genitivo, como cuandose habla de la madre de un gato. La ciencia de los cristales es un discurso sobre la naturaleza de los cristales, no siendo la naturalezade los cristales otra cosa que stos considerados en su identidad consigo mismos, minerales diferentes de los vegetales y de losanimales, e independientes de cualquier uso al que el hombre los someta y al que no estn naturalmente destinados. A partir delmomento en que la cristalografa, la ptica cristalina, la qumica mineral, se constituyen como ciencias, la naturaleza de los cristaleses el contenido de la ciencia de los cristales, es decir una exposicin de proposiciones objetivas adquiridas por un trabajo dehiptesis y verificaciones, que es olvidado en beneficio de sus resultados. Cuando Hlene Metzger escribi La gnesis de la Cienciade los cristales (10), compuso un discurso sobre discursos referidos a la naturaleza de loa cristales, discursos que, en principio, noeran buenos discursos, en los trminos en los cuales los cristales se convirtieron en el objeto expuesto en su ciencia. Entonces, lahistoria de las ciencias es la historia de un objeto que es una historia, que tiene una historia, mientras que la ciencia es ciencia de unobjeto que no es historia, que no tiene historia.

    Los cristales son un objeto dado. Aun si es necesario tener en cuenta en la historia de los cristales una historia de la tierra y una

  • historia de los minerales, el tiempo de esta historia es l mismo un objeto ya dado all. As, el objeto cristal tiene, en relacin con laciencia que lo toma como objeto de un saber por alcanzar, una independencia respecto del discurso que hace que lo llamemos objetonatural (11). Este objeto natural, fuera de todo discurso sobre l, no es, por supuesto, el objeto cientfico. La naturaleza no est por smisma recortada y repartida en objetos y en fenmenos cientficos. Es la ciencia la que constituye su objeto a partir del momento enque inventa un mtodo para formar, mediante proposiciones capaces de ser integralmente compuestas, una teora controlada por lapreocupacin de ser descubierta en falta. La cristalografa se constituye a partir del momento en que se define la especie cristalinapor la constancia del ngulo de las fases, por los sistemas de simetra, por la regularidad de los troncos en las cimas en funcin delsistema de simetra. El punto esencial, dice Hay, es que la teora y la cristalizacin terminan por encontrarse y ponerse de acuerdouna con la otra (12).

    El objeto en historia de las ciencias no tiene nada en comn con el objeto de la ciencia. El objeto cientfico constituido por eldiscurso metdico es segundo, aunque no derivado, respecto del objeto natural, inicial, y que podra muy bien llamarse, jugando conel sentido, pre-texto. La historia de las ciencias se ejerce sobre esos objetos segundos, no naturales, culturales, pero no s deriva deellos ms de lo que ellos lo hacen de los primeros. El objeto del discurso histrico es, en efecto, la historicidad del discurso cientficoen tanto que esta historicidad representa la efectuacin de un proyecto interiormente normado pero atravesado por accidentes,retardado o desviado por obstculos, interrumpido por crisis, es decir por momentos de juicio y de verdad. No se ha subrayado quizlo suficiente que el nacimiento de la historia de las ciencias como gnero literario, en el siglo XVIII, supuso condiciones histricasde posibilidad, a saber, dos revoluciones cientficas y dos revoluciones filosficas; y no eran necesarias menos de dos. Enmatemticas, la geometra algebraica de Descartes y luego el calculo infinitesimal de Leibnitz-Newton; en mecnica y cosmologalos Principios de Descartes y los Principia. de Newton. En filosofa, y mas exactamente en teora del conocimiento, es decir en teoradel fundamento de la ciencia, el innatismo cartesiano y el sensualismo de Locke. Sin Descartes, sin desgarramiento de la tradicin,una historia de la ciencia no poda comenzar (13). Pero, segn Descartes, el saber es sin historia. Fue necesario Newton y larefutacin de la cosmologa cartesiana para que la historia, ingratitud de un comienzo reivindicado en contra de los orgenesrechazados, apareciera como una dimensin de la ciencia. La historia de las ciencias es la toma de conciencia explcita, expuestacomo teora, del hecho de que las ciencias son discursos crticos y progresivos, por la determinacin de lo que, en la experiencia,debe ser tenido por real. El objeto de la historia de las ciencias es, entonces, un objeto no dado, un objeto al que el inacabamiento lees esencial. De ninguna forma la historia de las ciencias puede ser historia natural de un objeto cultural. A menudo ha sido hechacomo una historia natural porque identifica la ciencia con los cientficos y a los cientficos con su biografa civil y acadmica, o bienporque identifica la ciencia con sus resultados y los resultados con su enunciado pedaggico actual.

    El objeto del historiador de las ciencias no puede ser delimitado ms que por una decisin que le asigna su inters y su importancia.Por otra parte siempre es as, en el fondo, aun en el caso en que esta decisin no obedezca sino a una tradicin observada sin critica.Vase como ejemplo la historia de la introduccin y de la extensin de las matemticas probabilsticas en la biologa y las cienciasdel hombre en el siglo XIX (14). El objeto de esta historia no depende de ninguna de las ciencias constituidas en el siglo XIX; nocorresponde a ningn objeto natural del cual el conocimiento sera la rplica o el pleonasmo descriptivo. En consecuencia, elhistoriador constituye por s mismo un objeto a partir de un estado actual de las ciencias biolgicas y humanas, pero ese estado no esla consecuencia lgica ni el resultado histrico de ningn estado anterior de una ciencia distinta, ni de la matemtica de Laplace, nide la biologa de Darwin, ni de la psicofsica de Fechner, ni de la etnologa de Taylor, ni de la sociologa de Durkheim. Por elcontrario, la biometra y la psicometra no pudieron ser constituidas por Qutelet, Galton, Catell y Binet sino a partir del momento enque practicas no cientficas tuvieron por efecto proveer a la observacin de una materia homognea y susceptible de un tratamientomatemtico. La talla humana, objeto de estudio de Qutelet, supone la institucin de ejrcitos nacionales, la conscripcin y el intersconcedido a los criterios de reforma. Las aptitudes intelectuales, objeto de estudio de Binet, suponen la institucin de la escolaridadprimaria obligatoria y el inters concedido a los criterios de retraso. Entonces, la historia de las ciencias, en la medida en que seaplica al objeto antes delimitado, no est nicamente relacionada con un grupo de ciencias sin cohesin intrnseca sino tambin conla no-ciencia, la ideologa, la practica poltica y social. As, este objeto no tiene su lugar terico natural en tal o cual ciencia, dondela historia ira a extraerla, no mas de lo que lo tiene, por otra parte, en la poltica o la pedagoga. El lugar terico de este objeto nodebe ser buscado ms all de la misma historia de las ciencias, porque es ella nicamente la que constituye el dominio especfico enel que encuentran su lugar las cuestiones tericas planteadas por la practica cientfica en su devenir (15). Qutelet, Mendel, Binet,Simon, inventaron relaciones imprevistas entre las matemticas y prcticas en principio no cientficas: seleccin, hibridacin,orientacin. Sus invenciones son respuestas a cuestiones que se plantearon en un lenguaje que aun tenan que poner en forma. Elestudio crtico de esas cuestiones y esas respuestas, he aqu el objeto propio de la historia de las ciencias, lo que basta para despejarla objecin posible a una concepcin externalista.

  • La historia de las ciencias puede, sin duda, distinguir y admitir varios niveles de objetos en el dominio terico especfico que ellaconstituye; documentos por catalogar, instrumentos y tcnicas que describir, mtodos y preguntas por interpretar, conceptos poranalizar y criticar. Esta ultima tarea nicamente confiere a las precedentes la dignidad de historia de las ciencias. Ironizar sobre laimportancia acordada a los conceptos es mas fcil que comprender por qu sin ellos no hay ciencia. La historia de los instrumentos ode las academias no es historia de las ciencias si no se las pone en relacin, en sus usos y sus destinos, con teoras. Descartesnecesita de Ferrier para pulir cristales de ptica, pero es l quien hace la teora de las curvaturas a obtener por la talla.

    Una historia de los resultados del saber puede no ser mas que un registro cronolgico. La historia de las ciencias concierne a unaactividad axiolgica, la bsqueda de la verdad. Es en el nivel de las preguntas, de los mtodos, de los conceptos que la actividadcientfica aparece como tal. Es por lo que el tiempo de la historia de las ciencias no podra ser un hilillo lateral del curso general deltiempo. La historia cronolgica de los instrumentos, o de loa resultados, puede ser separada segn los perodos de la historia general.El tiempo civil en el cual se inscribe la biografa de los hombres de ciencia es el mismo para todos. El tiempo del advenimiento de laverdad cientfica, el tiempo de la verificacin, tiene una liquidez o una viscosidad diferentes para disciplinas diferentes en losmismos perodos de la historia general. La clasificacin peridica de los elementos por Mendeleiev precipit la marcha de laqumica y empuj la fsica atmica, mientras que otras ciencias conservaron un paso acompasado. As, la historia de las ciencias,historia de la relacin progresiva de la inteligencia con la verdad, segrega ella misma su tiempo y lo hace de modo diferente segn elmomento del progreso a partir del cual se da por tarea reavivar en los discursos tericos anteriores lo que el lenguaje de hoy permiteaun entender. Una invencin cientfica promueve ciertos discursos que fueron incomprendidos en el momento en que fueronsostenidos, tal el caso de Grgor Mendel, y anula otros discursos cuyos autores pensaban, sin embargo, que iban a hacer escuela. Elsentido de las rupturas y de las filiaciones histricas no puede venirle al historiador sino de las ciencias, de ninguna otra parte que desu contacto con la ciencia reciente. El contacto es establecido por la epistemologa, con la condicin de que sea vigilante, como loense Gastn Bachelard. Comprendida de esta forma, la historia de las ciencias no puede ser sino precaria, destinada a surectificacin. Para el matemtico moderno, la relacin de sucesin entre el mtodo exhaustivo de Arqumedes y el calculoinfinitesimal no es la misma que para Montucia, el primer gran historiador de las matemticas. Es que no hay definicin posible delas matemticas antes de las matemticas, es decir, antes de la sucesin aun en curso de las invenciones y las decisiones queconstituyen las matemticas. Las matemticas son un devenir ha dicho Jean Cavailles (16). En esas condiciones, el historiador delas matemticas no puede obtener sino del matemtico de hoy la definicin provisoria de lo que es matemtico. De esta manera,muchos trabajos interesantes en otro tiempo para los matemticos pierden su inters matemtico, bajo la mirada de un nuevo rigor sevuelven aplicaciones triviales (17).

    De toda teora se exige, con derecho, que provea pruebas de eficacia practica. Cul es, entonces, para el historiador de las cienciasel efecto prctico de una teora que tiende a reconocerle la autonoma de una disciplina que se constituye en el lugar donde sonestudiadas las cuestiones tericas planteadas por la practica cientfica?. Uno de los efectos prcticos ms importantes es laeliminacin de lo que J.T. Clarck ha llamado el virus del precursor (18). En rigor, si existieran precursores, la historia de lasciencias perdera todo sentido, ya que la ciencia misma no tendra una dimensin histrica sino en apariencia. Si en la Antigedad,en la poca del mundo cerrado, alguno hubiera podido ser, en cosmologa, el precursor de un pensador de la poca del universoinfinito, un estudio de historia de las ciencias y de las ideas como el de Alexandre Koyr (19) sera imposible. Un precursor sera unpensador, un investigador, que habra hecho ya entonces un extremo del camino acabado ms recientemente por otro. Lacomplacencia en investigar, en encontrar y en celebrar a los precursores es el sntoma mas neto de ineptitud en la crticaepistemolgica. Antes de poner de una punta a otra dos recorridos sobre un camino, conviene primero asegurarse que se trata delmismo camino. En un saber coherente un concepto tiene relacin con todos los otros. Por haber hecho una suposicin deheliocentrismo, Aristarco de Samos no es un precursor de Copmico, aun cuando ste se autoriza en aqul. Cambiar el centro dereferencia de los movimientos celestes es relativizar lo alto y lo bajo, cambiar las dimensiones del universo, en realidad es componerun sistema. Ahora bien, Coprnico reprocho a todas las teoras astronmicas anteriores a la suya por no ser sistemas racionales (20).Un precursor sera un pensador de muchos tiempos, del suyo y del de los que se asumen como sus continuadores, como losejecutantes de su empresa inacabada. El precursor es, entonces, un pensador que el historiador cree poder extraer de suencuadramiento cultural para insertarlo en otro, lo que lleva a considerar conceptos, discursos y gestos especulativos oexperimentales como pudiendo ser desplazados y reemplazados en un espacio intelectual en el que la reversibilidad de las relacionesha sido obtenida por el olvido del aspecto histrico del objeto tratado. Cuantos precursores del transformismo darwiniano no hansido buscados entre los naturalistas o los filsofos o aun los publicistas del siglo XVIII! (21). La lista de precursores sera larga. Enel lmite se rescribiran, despus de Dutens, las Recherches sur Iorigine des dcouvertes attribues aux modernes (1776), CuandoDutens escribe que Hipcrates conoca la circulacin de la sangre, que el sistema de Coprnico pertenece a los antiguos, uno sonreante la idea de que olvida lo que Harvey debe a la anatoma del Renacimiento y al uso de modelos mecnicos y olvida que la

  • originalidad de Coprnico consisti en investigar la posibilidad matemtica del movimiento de la tierra. Del mismo modo,deberamos sonrer ante aquellos, mas recientes, que saludan a Raumur o a Maupertuis como precursores de Mendel, sin haberadvertido que el problema que se planteaba Mendel le era propio y que lo resolvi por la invencin de un concepto sin precedentes,el de carcter hereditario independiente (22). En una palabra, en tanto un anlisis crtico de los textos y de los trabajos, aproximadospor la observacin ampliada de la duracin heurstica, no haya establecido explcitamente que en uno y otro investigador hayidentidad de la cuestin y de la intencin de la investigacin, identidad de la significacin de los conceptos directrices, identidad delsistema de conceptos de donde los precedentes adquieren su sentido, es artificial, arbitrario e inadecuado para un proyecto autnticode historia de las ciencias ubicar a dos autores cientficos en una sucesin lgica desde el comienzo a la terminacin, o de laanticipacin a la realizacin (23). Sustituyendo el tiempo lgico de las relaciones de verdad por el tiempo histrico de su invencin,se alinea la historia de la ciencia sobre la ciencia, el objeto de la primera sobre el de la segunda, y se crea este artefacto, este falsoobjeto histrico que es el Precursor. Alexandre Koyr escribi: La nocin de precursor es para el historiador una nocin muypeligrosa. Es verdad, sin duda, que las ideas tienen un desarrollo quasi autnomo, es decir que, nacidas en un espritu llegan a lamadurez y aportan sus frutos en otro, y que de este modo es posible hacer la historia de los problemas y de sus soluciones; esigualmente verdad que las generaciones posteriores no estn interesadas en aquellas que las precedieron sino en tanto que ven enellas a sus ancestros y sus precursores. Es sin embargo evidente -o al menos debera serlo- que nadie se ha considerado jamsprecursor de otro; y no ha podido hacerlo. De modo que considerarlo como tal es el mejor modo de impedirse comprenderlo (24).

    El precursor es el hombre de saber del cual sabemos, nicamente despus, que ha corrido delante de todos sus contemporneos y aundelante de aquel a quien se tiene por el vencedor de la carrera. No tomar conciencia del hecho de que es una criatura de ciertahistoria de las ciencias y no un agente del progreso de la ciencia, es aceptar como real su condicin de posibilidad, la simultaneidadimaginaria del antes y el despus en una suerte de espacio lgico.

    Haciendo la crtica de un falso objeto histrico, hemos intentado justificar por contra-prueba la concepcin que hemos propuesto deuna delimitacin especfica de su objeto por la historia de las ciencias. La historia de las ciencias no es una ciencia y su objeto no esun objeto cientfico. Hacer, en el sentido mas operativo del trmino, historia de las ciencias, es una de las funciones, no la mas fcil,de la epistemologa filosfica.

    NOTAS:

    * Planos de un puerto.

    (1) Conferencia dictada el 28 de octubre de 1966 en Montreal, por invitacin de la Sociedad canadiense de historia y filosofa de lasCiencias. El texto fue corregido y aumentado para la presente publicacin. (En: G. Canguilhem, Etudes d Histoire et de Philosophiedes Sciences, Paris, J. Vrin, 1968). La problemtica de la Historia de las ciencias fue objeto de trabajos y discusiones en seminariosen el Instituto de historia de las Ciencias y de las Tcnicas de la Universidad de Paris en 1964-65 y 1965-66. Nos fue imposible notomar en cuenta eso. En particular, una parte de los argumentos expuestos a continuacin, en el examen de las preguntas por elQuin?, Por qu? y Como?, se inspiran en una exposicin de Jacques Piquemal, entonces asistente de historia de las Ciencias.

    (2) Die Stellung der Geschichte der Naturwissenschaften im Rahmen unserer heutigen Universitten, en PhilosophiaNaturalis,VIII, l/2, 1964, 109-116.

    (3) On the Presuppositions of Historians of Science, en History of Science, ed. Cromble and Hoskin, I, 1967, pp. 67-77.

    (4) Discurso de apertura del Curso de Historia General de las Ciencias, en el College de France, 26 de marzo de 1892, en RevueOccidentale, 1 de mayo de 1892, p.24.

    (5) Lactivit rationaliste de la science contemporaine, p.25. Cf. igualmente Lactualit de lhistoire des Sciences, Conferencia

  • del Palais de la Dcouverte. (Traduc.castellana: La actualidad de la historia de las ciencias, en G. Bachelard, El compromisoracionalista, Bs.As., Siglo XXI, 1973).

    (6) Ver ms adelante los estudios dedicados a Gastn Bachelard.

    (7) La Rvolution Astronomique, p.69.

    (8) Cf. el artculo ya citado de Gerd Buchdahl.

    (9) Para una crtica del externalismo vase A.Koyr, Perspectives sur lhistoire des sciences, en Etudes d histoire de la pensescientifique, Paris, 1966. (Traduc. castellana: Estudios de historia del pensamiento cientfico, Mxico, Siglo XXI, 1977). Se trata delcomentario de una comunicacin de Henri Guerlac, Some Historical Assumptions of the History of Science, en Scientific Change,ed. A.C.Cromble, Heinemann, London, 1963.

    (10) Paris, Alcan, 1918.

    (11) Indudablemente, un objeto natural no es naturalmente natural, es objeto de experiencia usual y de percepcin en una cultura.Por ejemplo, el objeto mineral y el objeto cristal no tienen existencia significativa por fuera de la actividad del minero o deltrabajador de la cantera, del trabajo en la excavacin o en la mina. Detenerse aqu sobre esto constituira una disgresin.

    (12) Citado por H.Metzger, op.cit., p.l95.

    (13) Vase mas adelante el estudio sobre Fontenelle, p.55. (Se refiere a Fontenelle, Philosophe et Historien des Sciences, yG.Canguilhem, Etudes a Histoire.., op.cit. pp.51-58).

    (14) Es, en parte, objeto de un estudio en curso de Jacques Piquemal.

    (15) La practica terica se incluye bajo la definicin general de la practica. Trabaja sobre una materia prima (representaciones,conceptos, hechos) que le es dada por otras practicas, ya sean empricas, ya sean `tcnicas, ya sean `ideolgicas.La practicaterica de una ciencia es netamente distinguible de la prctica terica ideolgica de su prehistoria, L.Althusser, Pour Marx, Paris,1965. (Traduc.castellana: La revolucin terica de Marx, Bs.As., Siglo XXI, 1968).

    (16)"La pense mathmatique, en Bulletin de la Societ franaise de philosophie, CL,1946, 1, p.8.

    (17) Sobre este tema, cf. Michel Serres, Les Anamnses mathmatiques, en Archives Internationales d` Histoire des Sciences, XX,1967, pp.3-38.

    (18) The philosophy of science and History of Science, en Critical Problems in the History of science, Marshall Clagett ed.,Madison, 2d. ed., 1962, p.103.

    (19) From the Closed World to the Infinite Universe, Baltimore, l957. Traducido al francs con el ttulo Du monde clos l universeinfini, Paris, 1962.

    (20) Cf. A. Koyr, La rvolution astronomique, p.42.

    (21) Para una crtica de esas tentativas, cf. Michel Foucault, Les Mots et les Choses, pp.158-176. (Traduc. castellana: Las palabras ylas cosas, Mxico, Siglo XXI, 1968).

    (22) Cf. J.Piquemal, Aspects de la pense de Mendel, Confrence du Palais de la Dcouverte, 1965. (23) Cf. el texto de Blot, p.177. (Se refiere a una nota en la pgina citada de los Etudes d histoire, op.cit., obra a la que pertenece la presente traduccin).(24) La rvolution astronomique, p.79.

  • Fuente: Lobject de lhistoire des Sciences, en G. Canguilhem, tudes dHistoire et de philosophie des Sciences, Paris, J. Vrin, 1968, pp.9-23.

    Traduccin: G.Zimmes y M. Germain.

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    Fuente: http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Canguilhem_Objeto_historia_ciencias.htm