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 CARLITOS Y CIA de Plinio Era un día tranquilo de verano, como siempre, el atardecer era masacrado sin piedad por el sol, la gente dormitaba en su siesta habitual. Las calles desiertas, mudas, imbuidas en el letargo en donde mora la soledad. Carlos, como de costumbre, holgaba en su habitación ensimismado en lo sucedido la noche anterior y que venía repitiéndose una y otra vez desde que tenía cinco años. –No puede ser verdad, fue un sueño, es un sueño- Se repetía una y otra vez. Prisionero de sus propios pensamientos, todo aquello que acontecía a su alrededor carecía de importancia… pues no había, ni pasaba nada. El silencio… la sensación de vacuidad más absoluta. - ¡Carlos!, ¡Carlos!... baja inmediatamente -. Gritó su madre al filo de las cinco y media. Ese alarido, perturbó la madeja de pensamientos en la que el niño se encontraba perdido. –Ya voy mamá-. El descender las escaleras, representaba volver a la realidad cotidiana, a la regañina del “porque sí”. – Has vuelto a dejarte los juguetes escampados en el cuarto, tu abuela casi cae por culpa de ello, y no tengo bastante con ella, como para que se rompa la crisma. Eres un desastre, no tienes remedio, eres igual que tu padre -. Carlos asentía como de costumbre, esquivando el manotazo que siempre acompañaba el regaño diario. –Mamá, ¿puedo salir a la calle a jugar?-, - ¡Qué no ves la que está cayendo!, anda, recoge los juguetes y haz los deberes -, - pero si no tengo, estoy de vacaciones -, - pues recógelos y vuelve a tu habitación, ¡ y quítate de mi vista -. Esa andanada con la que solía ser recibido cada tarde de verano, y en las  jornadas matutinas no hacía más que constatar el desamor y la distancia que era patente con respecto a su madre. De su padre, tan solo recibía el buenos días, un hola a la hora de comer, y las buenas noches. El resto del tiempo, el enigma sobre el paradero de su padre, era eso, un enigma. Con todo eso o además de eso, Carlos tenía un problema acuciante, había en la casa una compañía extra. Estaba su madre, su padre, la abuela… y alguien más que solo él podía vislumbrar, y ese huésped encima era nocturno. Hacía tiempo que intentó compartir con el resto de la familia esa presencia “extra”. Pero declino insistir en el hacer participes a los demás

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CARLITOS Y CIA de Plinio

Era un día tranquilo de verano, como siempre, el atardecer era masacradosin piedad por el sol, la gente dormitaba en su siesta habitual. Las callesdesiertas, mudas, imbuidas en el letargo en donde mora la soledad. Carlos,como de costumbre, holgaba en su habitación ensimismado en lo sucedidola noche anterior y que venía repitiéndose una y otra vez desde que teníacinco años. –No puede ser verdad, fue un sueño, es un sueño- Se repetíauna y otra vez. Prisionero de sus propios pensamientos, todo aquello queacontecía a su alrededor carecía de importancia… pues no había, ni pasabanada. El silencio… la sensación de vacuidad más absoluta.

- ¡Carlos!, ¡Carlos!... baja inmediatamente -. Gritó su madre al filo de lascinco y media. Ese alarido, perturbó la madeja de pensamientos en la que elniño se encontraba perdido. –Ya voy mamá-. El descender las escaleras,representaba volver a la realidad cotidiana, a la regañina del “porque sí”. –Has vuelto a dejarte los juguetes escampados en el cuarto, tu abuela casicae por culpa de ello, y no tengo bastante con ella, como para que se rompala crisma. Eres un desastre, no tienes remedio, eres igual que tu padre -.Carlos asentía como de costumbre, esquivando el manotazo que siempreacompañaba el regaño diario. –Mamá, ¿puedo salir a la calle a jugar?-, -¡Qué no ves la que está cayendo!, anda, recoge los juguetes y haz losdeberes -, - pero si no tengo, estoy de vacaciones -, - pues recógelos yvuelve a tu habitación, ¡ y quítate de mi vista -.

Esa andanada con la que solía ser recibido cada tarde de verano, y en las jornadas matutinas no hacía más que constatar el desamor y la distanciaque era patente con respecto a su madre. De su padre, tan solo recibía elbuenos días, un hola a la hora de comer, y las buenas noches. El resto deltiempo, el enigma sobre el paradero de su padre, era eso, un enigma.

Con todo eso o además de eso, Carlos tenía un problema acuciante, habíaen la casa una compañía extra. Estaba su madre, su padre, la abuela… yalguien más que solo él podía vislumbrar, y ese huésped encima era

nocturno. Hacía tiempo que intentó compartir con el resto de la familia esapresencia “extra”. Pero declino insistir en el hacer participes a los demás

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porque en el momento en que balbuceo lo que sucedía, el guantazo recibidopor parte de su madre, fue monumental. – Este niño tiene la cabeza llena depájaros, igual, igual que su padre -. Desde entonces sus experiencias tansolo las compartía con la abuela. El niño siempre se preguntaba el cómo eraposible que hubiera nacido de unos padres que a vuela pluma se notaba

que se odiaban, o por lo menos no se soportaban. Las peleas y reprochesmutuos eran constantes en los pocos momentos del día que coincidían. Y enlos preliminares a introducirse en la cama, las paredes de la casarezumbaban que daba gusto, eso sí, si el padre llegaba antes de las doce, locual no era habitual. En ese caso, tocaba el soliloquio por parte de su madreque solía durar una hora, hora durante la cual soltaba toda una ampliaretahíla de improperios, insultos y maldiciones. Nunca se sabía que cosa delas dos era peor. Por todo ello, Carlos se sentía como un invitado de piedra yfuera de lugar. Por una parte ignorado (su padre), por otra maltratado yvilipendiado por su propia madre. Tan solo la abuela paterna, que vivía su

calvario particular sin rechistar, y cayendo ya sus últimas hojas del otoñosenil, daba amor, ternura y amparo a Carlitos, eso sí, en los momentos enque ambos se quedaban a solas porque la madre salía a la compra o achismear a casa de las vecinas. Menos mal, menos mal que la carencia deuna vida familiar armónica, se compensaba con creces en esas cortas perointensas charlas amables, serenas y sabias con su abuela, conversacionesque eran ejemplo de vida, paz y armonía …

 Y (II)

LA MADRE

Carlitos vino al mundo hijo de las circunstancias como tantos otros. En sunacimiento no sonaron fanfarrias de alegría ni se disparo ningún castillo defuegos artificiales. Su madre, mujer entre dos épocas, eso es “ni carne nipescado”, sucumbió al matrimonio al más puro estilo tradicional conbanquete de medio pelo incluido. Pero en su interior más recóndito,palpitaba el deseo de ser una mujer independiente, querida, claro, pero conel anhelo implícito de no hacerse nunca mayor. Odiaba las “faenas caseras”,y deseaba divertirse y ser feliz lo máximo posible como es lógico en su

nueva andadura que afrontaba casi como una aventura, aventura difícil dedigerir por las terribles contradicciones que los cambios sociales, personalesy políticos estaban marcando a toda una generación, generación, investidade un terrible acoso psicológico trasnochado por parte de los padres y unasociedad pacata, encorsetada por cruzadas, demonios y herejes, aderezadotodo ello por un basto ejercito de pecadores desmelenados y repletos deimpurezas y totalmente huérfanos de conocimientos y experiencias que elresto de Europa en su mayoría, ya había superado mucho tiempo atrás.

Había que experimentar, y Sofía fue blanco de los errores del laboratorio de

la transición, Sofía, y toda su generación. Por una parte ellas no sabíancomo encajar sus propias contradicciones y exponer claramente el de que

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manera, cuando y donde el “nuevo marido” debía encajar en el nuevo rolfemenino que ya despuntaba. Ellos, totalmente despistados, con la herenciapatria del machismo, jugaban a ser “modernos”, pero la modernidad laguardaban para fuera de casa. La mujer, su mujer, debía guardar lasesencias implícitas en la doctrina de la “Santa Madre Iglesia”. No tardo

mucho Sofía en descubrir la doble lectura del matrimonio, no tardo casinada el abrirse el tarro de las esencias que guardaba su progre y moderno“esposo”…

 Y (III)

EL PADRE

Admirado en la lejanía por Carlitos, ya que poco coincidían. No podía evitar,(algo que por otra parte es natural) sentirse atraído por su “Héroe casero”.

De las pocas conversaciones en profundidad que hasta el momento y apesar de su edad había mantenido con su progenitor, Carlos idealizo sufigura a pesar de ser algo distante, arrogante en ocasiones pero con tintesde cariño (tintes muy claros) Carlos padre (no podría llamarse de otramanera) era consciente de que su hijo era uno de sus pocos admiradoresincondicionales y encima; fácil de convencer por sus narraciones algo“exageradas” pero que se esforzaba en que contuviera algo de la moralinaque se llevaba en aquellos tiempos.

Carlos padre… otro incauto, envuelto en las alas de la libertad, del cambio,

de la progresía, sin saber muy bien el significado y el calado de la palabreja.A él como a tantos y tantas, le toco ser maestro de todo y aprendiz de nada.Recién acabada la mili, todavía pudo torear unos cuantos años la muletaque trataba de llevarle al altar. Los nuevos tiempos tocados, se aliaron a laperfección como excusa perfecta para no sucumbir al matrimonio a losveintiún o veintidós años como hasta el momento era condición no escrita ycasi obligada. La mili, que la cumplió en Almería para más inri, y que enteoría servia para “sentar la cabeza”, en él, como al resto de suscorreligionarios le había servido no para sentar algo, en todo caso paralevantarlo. Estaba ávido de nuevas cosas, de nuevas gentes, de nuevos

destinos y nuevas ciudades… pero, como la gran mayoría de su generación,antes de partir a su destino militar, ya había sentado las bases, habíadejado una semillita plantada que por aquél entonces era de condiciónobligada germinar para emprender no se sabe qué y por qué.

Como era de suponer, Carlos padre, a pesar de alargar en el tiempo sucompromiso matrimonial, ésto tan solo le sirvió para desgastar suelas dezapatos en los largos paseos vespertinos de la mano de su prometida.Nunca pudo llegar a realizar esos viajes allende de los mares, ni a destacarpolíticamente para plasmar en la sociedad sus sueños sobre la misma, como

mucho, a ser enlace sindical que no hizo más que reportarle disgustos yenfrentamientos con sus amigos de siempre… salvo una escapadita a

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Madrid en donde en lugar de visitar los museos culturales, acabó él y susamigotes a las tantas en los museos “esculturales”, compuestos y sin“novia” que llevarse a la boca.

El resto lo podemos imaginar… La cara de Sofía y de Carlos en el día de su

boda, era todo un “poema”, pero bien rimado eso sí, sonrisas por doquier,alegría y felicidad. Pero esas sonrisas, alegrías y felicidad radiante, más bienpareció en el tiempo que entraban en el lote del banquete, que una vezfinalizado devolvió a la insigne pareja a la cruda realidad de letras del piso,de los muebles, del televisor… y una inversión a corto plazo que daría susréditos a los nueve meses…

 Y (IV)

LA ABUELA

La abuela Rosario. Ejemplo de paciencia, tesón y amor, mucho amor.Rosario viuda a los setenta y dos años, madre de tres hijos, perennesufridora en casa, sí, como en el concurso del 1, 2, 3. Primero en la propia yahora en la de sus hijos. Pero sin premio espectacular, aunque todo hay quedecirlo, siempre recibió por parte de ellos; respeto y cariño, algo frío pero alfin y al cabo cariño.

No podríamos decir lo mismo de su marido mientras vivió, hombre adusto,

hecho a sí mismo, duro y riguroso en el trato, distante muy distante hastacon su propia mujer. Era el ejemplo típico de la España más tradicional, deesa España profunda, repleta de contradicciones, temerosa la mitad yeufórica la otra media. Personas, muchas, que les toco vivir la posguerradiciendo y haciendo cosas que jamás hubieran suscrito sus adentros, y claroestá, eso producía amargura, resquemor… miedo al fin y al cabo. Vivir paratrabajar, trabajar para subsistir sin excesos y muchas veces con escasez detodo.

Pero allí estaba ella, contra viento y marea, abnegada, siempre solícita a

todos y para todo. Al mal tiempo buena cara. Al bueno, prudencia, sosiego ylo poco o mucho que hubiera, siempre para los demás. Incluso, hacíasiempre un pequeño apartado haciendo juegos malabares, para dar deforma humilde, algún alimento precario pero alimento, a una vecina concinco hijos y pobre de solemnidad. Su familia en comparación era “rica” allado de muchos de sus vecinos. Nicasio el abuelo sería rudo y pococariñoso, pero al menos: trabajador sí lo era, y responsable, a pesar de quele reconcomía por dentro el verse castrado en sus pensamientos por nopoder aflorarlos como él quisiera a lo largo de su vida, pues Nicasio fue unode los perdedores en la penosa Guerra Civil del 36, y eso, siempre le marcó.

De la vida en la “otra casa” iremos sabiendo a través de las aventuras y

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desventuras de su nieto Carlitos, ser, que le estaba dando luz y bálsamo enlos últimos estertores de su vida, ello, en combinación con un ambiente dedesamor entre su hijo y nuera, echo éste que la amargaba profundamente yque tan solo en las conversaciones con Carlitos lograba recuperar elresuello, pues con él, podía ejercer lo que más le gustaba: Dar y recibir

Amor.

 Y (V)

EL VISITANTE

Desde que se reconoce ser plenamente consciente, Carlos Jr mantenía unarelación extraña con un ser, que al menos para el común de los mortalessería como mínimo “inquietante”. Cada noche y desde los cinco añitos (y

van siete) puntualmente y a eso de la medianoche (aunque parezca untópico). Una figura de forma humana, afable, con un semblanteextrañamente atrayente y sonrisa plácida que transmitía bondad, paz ysosiego, visitaba en su dormitorio a Carlitos. Incluso cuando dormía ya, sucuerpo se impregnaba de esa presencia. Para él, a éstas alturas, es unmiembro más del entorno familiar e incluso su presencia es mucho masgratificante que la de su madre (casi siempre) y a veces, la de su padre. Suabuela no cuenta, porque ella transmite las mismas sensaciones que elespectro. Pero en carne y hueso. A ella la puede besar y abrazar; y lascharlas desapasionadas y repletas de sentido común, inundan los vacíos

que sus propios padres van ensanchando en el discurrir de los años y quecada vez se hacen mas profundos. La abuela Rosario, conocedoraprácticamente desde el principio de la presencia de éste “hermanito” comoella lo llama, siempre trato de hacerle ver a su nieto, el que en ningúnmomento debía tener temor y mucho menos miedo.

Así como a su marido le toco guardar en total secreto y silencio losverdaderos sentimientos políticos por él sentidos. Rosario también eraportadora de otro tipo de sentimientos, no políticos, pero igual de peligrosospara ella y la familia de haber trascendido los mismos públicamente. Ella

creía en los espíritus; y en la reencarnación. Estaba convencida de quedespués de dejar este plano o mundo, cargado de egoísmos, sinsabores,dolor, envidias y rencores, habría algo más al otro lado del cuerpopuramente físico. Tendría que haber nuevas oportunidades para aquellosque en la tierra, por el hecho de haber nacido en equis lugar, familia, país ocolor de la piel, rico o pobre, guapo o feo, alto o bajo, amo o esclavo. Eraimposible que ese dios justo y amoroso, saldara la cuenta de personas oseres como en una rifa y en pocos años con relación al actual conocimientoy sentido del tiempo. Y ante esto, la oportunidad de labrar una existencia

 justa y equitativa para todos los hijos de ese dios, pasaba por la multitud de

oportunidades que se abrían al poder reencarnar indefinidamente hastallegar a estar en paz consigo mismo, y saldar cuentas con aquellos que nos

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acompañaron en esas existencias, y que en muchas de ellas, la cegueramaterialista hizo no valorar y desdeñar el amor que nos brindaron. Portanto, la presencia de ese espíritu, refrendada por un ser tierno, sincero yfalto totalmente de picardía, no hacía más que constatar lo que ella siemprecreyó, y que fue lo que la ayudo a sobrevivir en su existencia terrenal

repleta de dificultades, desaires y en muchas ocasiones de soledad, de esasoledad aceptada al fin, ante la imposibilidad de encontrar a alguien conquien compartir lo mas profundo de su alma, algo tan sencillo y humildecomo el dar sin esperar nada a cambio.

 Y (VI)

EL DÍA A DÍA

Ni que decir tiene, que ante la perspectiva de unos padres que podríamostildar de “desangelados”. Pocas posibilidades tenía Carlitos a sus ya doceaños de calibrar con objetividad los mensajes, enseñanzas y consejos(pocos) de sus propios padres. Al convivir día a día en un ambiente extraño,por no llamarlo enrarecido. Cuando en la propia casa se carece de unafigura estable, se crece en medio de una soledad casi absoluta, pero Carlos

 Jr contaba con dos aliados que hacían que mantuviese una perspectiva de lavida, serena, muy humana y que además le daba la oportunidad de

profundizar más allá de la vida cotidiana que el resto de compañeros decolegio sorteaban dentro un mundo aparentemente perfecto, materialista,pero dentro de los cánones establecidos en una sociedad casi absurda,vacía prácticamente de contenido, y con valores arcaicos que no hacíanmas que repetirse generación, tras generación.

Carlitos, no sólo poseía la facultad de ver cosas “fuera de lo común”, es quepodía contrastar esas visiones con literatura oral por parte de la abuela, quedaba una explicación, sino científica, sí aceptable para alguien queteóricamente sin pedirlo, le han dado facultades totalmente alejadas del

sentido común humano.

Ese contraste experimentado de convivir con unos padres jóvenes casiausentes, con la oportunidad de tener para él solo las enseñanzas queRosario por circunstancias no pudo trasladar a sus propios hijos, hacíatrascender de forma más vívida la imaginación y la ensoñación de unmundo diferente. Muchas veces Carlitos a esa edad, ya hacía cábalas deaquello que veía a su alrededor y lo que su abuela esbozaba en susconversaciones sobre un mundo ideal, alejado del egoísmo, que emplazabaa mirar al prójimo como un compañero de viaje y no como a un enemigo. El

comprender que la persona es capaz por sí misma de atraer lo bueno yalejar lo malo con un pequeño esfuerzo de comprensión y una férrea

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disciplina para evitar el que aquello que es común, se convierta en armaarrojadiza en contra de la interpretación correcta de lo que pasa a nuestroalrededor. Todo aquello que Carlitos preguntaba a sus padres por curiosidady por las ansias de conocimiento típicas de la edad y que siempreencontraba la respuesta machacona de – cuando seas mayor lo

comprenderás – lograba saciarlo con quien ya sabéis. De forma tranquila,sin prisas y con el humilde bagaje de conocimientos que solo la vida dura teda, Rosario le transmitía de forma muy didáctica lo aprendido durante suexistencia, aquello que desconocía, lo compartía con Carlitos acudiendo alos libros de texto y la enciclopedia, eso, hizo que el niño de por vida, sebasara de forma natural en los libros para responder a sus inquietudes, así como a valorar sus propias convicciones en contraste con lo estipulado porlos teóricamente “sabios”.

Algo estaba forjándose en el interior de Carlos Jr, algo que más adelante le

serviría para afrontar los retos comunes y aquellos que están mas alejadosde nuestra visión normal…

 Y (VII)

LA FORJA DE UNA BUENA PERSONA

A pesar de los pesares, Carlos Jr crecía y maduraba junto a sus padres (quefalta les hacía. El madurar me refiero). La abuela iba envejeciendo muy poco

a poco para dicha de la familia entera. Sus consejos, siempre acertados y atiempo, sus reflexiones pausadas, su simple presencia, dotaba a la casa deun halo de luz en medio de la oscuridad que sin duda sería plena de noestar ella presente.Sofía y Carlos, fueron limando las asperezas existentes entre ambos. Sinduda, ello se reflejaba en su entorno y por ende al niño, ya adolescente y aRosario que veía mejorar día a día esa relación que indirecta o directamentele insuflaba energías para sobrellevar su cada vez más prominente vejez.

La pareja se fue dando cuenta de la diferencia entre el enamoramiento y el

amor. La complejidad del amor, ocupa y ocupara siempre a miles defilósofos, teólogos, escritores, doctores; en definitiva eruditos. Y porsupuesto a millones y millones de seres humanos de andar por casa. Ya queel amor está intrínsicamente enraizado en la misma naturaleza del ser, delyo. Pero aunque parezca mentira siempre confundido, manipulado y casisiempre cercenado según convenga. ¡Pero!, precisamente la abuela Rosario,sin carreras universitarias, sin especialidad alguna, casi sin estudios, con lobásico: leer y escribir. De forma natural, innata, poseía el mayor tesoro conel que una persona pueda soñar, que no era otro que: EL DON DEL AMOR,de ese amor con mayúsculas, de ese que pasa normalmente desapercibido,

para los ciegos de sentimientos claro. De ese que no entiende de intereses,de argucias, de dobleces… de ese que es ¡porqué sí!. Natural como la vida

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misma.

Sin duda, de existir cátedras de amor sin necesidad de diplomas, Rosariosería catedrática de la mejor universidad libre del planeta tierra. Entendía lavida de forma humilde. Ya de joven se dio cuenta de que lo que ella

expresaba y sentía no iba a ser nunca correspondido en la misma medida,porque las circunstancias personales, familiares, laborales y el largo etc…hacían que cada persona tuviese la propia responsabilidad de desarrollarcon libre albedrío sus sentimientos y anhelos. Que habrían imponderables…¡por supuesto!. Que aquello que nos rodea infringe muchas veces de formadirecta muescas a nuestro corazón… ¡por supuesto!. Pero era consciente deque ella era la dueña absoluta de gestionar un patrimonio inmenso, uncaudal inagotable que en su justa medida, haría el bien a los demás, aunquea cambio pudiese recibir el mayor de los desprecios, o la más absolutaindiferencia.

- El amor- le decía en una de tantas conversaciones mantenida con Carlitos.– El amor, son millones y millones de semillitas que están a nuestroalrededor. Aquélla persona que decide ser agricultor de amor, se dedicasimplemente a recoger esas mismas semillas que son gratis y a sembrar lasmismas durante su vida, allá donde esté y con quien esté. Deberá cuidarlasy mimarlas, siempre con esmero y mucha paciencia. Si como en todos lostrabajos la entrega y el cuidado realizado es sincero. La cosecha llegará, yserá siempre, aunque llegue tarde, proporcionalmente igual a todasaquellas semillas de amor que durante la existencia hayamos esparcido de

forma desinteresada, pero con efecto multiplicador. Piensa que al final, tansolo nos llevaremos con nosotros, aquello que los demás nos den con elmismo cariño y amor de lo sembrado, jamás nos llevaremos riquezasmateriales. Aquello que nos marca de verdad en esta vida, es simplementeuna palabra sincera de cariño y una mirada limpia y compasiva, pero sobretodo cómplice, cómplice de amor…

 Y (VIII)

EL PRIMER PASO

Carlos Jr, ha llegado a su juventud tras una niñez y pubertad repleta demomentos agridulces, como todo ser humano. En su caso, a pesar decarecer del amparo pleno y de una convivencia algo “irregular” con suspadres; como ya hemos comentado, eso fue suplido con creces con losmimos y sobre todo con la comprensión, afecto y dedicación en sueducación como persona, como buena persona, por parte de la abuelaRosario. No obstante, ayudó mucho también los últimos años en que larelación entre sus progenitores hubo mejorado mucho. Por lo menos, sumadre dejó de poner en evidencia a su padre delante de él, y mostraba una

relación de tú a tú con Carlos padre, pero con implicaciones positivas parael momento que se vivía. Las mujeres con las que Carlitos iba a encontrarse

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a esta edad y con las que había convivido en el colegio, en nada se parecíana la imagen (y realidad) que a su madre le toco experimentar cuando secaso. El padre por su parte, desveló por fin la impronta que la abuelaRosario, a pesar de las circunstancias de los tiempos dejó en sus hijos, noles pudo dedicar la misma atención que al nieto, pero Rosario nunca se

reinvento para él. Fue siempre así. Porque amigos; la sensibilidad, el coraje,la paciencia, los buenos sentimientos y todo lo bueno. No entienden deépocas ni de modas. Se tiene o no se tiene. El padre respondió a Sofía conrespeto, atención y pequeños detalles, detalles, que muchas veces, o casisiempre, son los importantes.

Extrañamente, y a pesar del posible retraimiento que el ambiente familiarpodría haber dejado en su personalidad. De Carlitos emanaba una fuerzainterior que le hizo superar muy bien, tanto los estudios de primaria ysecundaria como la relación personal con sus compañeros de colegio,

salvando las pequeñas escaramuzas y disgustillos que siempre estánimplícitos en esa etapa de la vida. Pero ahora venía el gran salto.

Una vez aprobada la selectividad, Carlos, (dejaremos ya a Carlitos), optó porletras. En su fuero interno quería ser escritor, o escritor y periodista. Sentíala necesidad imperiosa de trasladar a los demás, no ya su nula experienciade vida. Ya que no salió, salvo pequeños viajes con los padres a Madrid,Barcelona y Granada. Y el viaje de fin de curso que le llevó de nuevo aGranada, Málaga y Sevilla. Quería dar a conocer al mundo, esossentimientos y sensaciones interiores que se hacía difícil expresar en el cara

a cara. Sentía la obligación de comparar y experimentar en primera personaesos ideales internos con la realidad externa. Lo tenía claro, y fue Granadala ciudad elegida, ya que le marcó de entre todas, tal vez por el embrujoque embarga a esa milenaria y magnífica ciudad. Y se prometió volver aella, a su enamorada Granada.

La imaginación, la experiencia con el visitante, que dejó de acompañarlo alos dieciséis años, y las “historias”, las magníficas historias, casi siempreinventadas y otras reales pero aderezadas y cargadas de desbordantes

aventuras, siempre teñidas de romanticismo y finales con moraleja, que laabuela tantas y tantas tardes de zozobra le contaba, ya que con las mismas,trataba de compensar a última hora del día a Carlos para que se fuese a lacama con un buen sabor de boca y mejor sentido de la vida que le habíatocado vivir.

En Granada a Carlos se le abrió un nuevo mundo, allí, encontraría vivenciasque marcaron para siempre su futuro, y allí, encontró por vez primera “elamor”, un tipo de amor que no cuadraba mucho con las enseñanzas de laabuela, pero que posiblemente cerraran el circulo de la experiencia plena

del amor terreno… y algún disgustillo que otro.

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 Y (IX)

EL COMIENZO DE UNA MAGNÍFICA EXPERIENCIA

 Jamás podría imaginar Carlos lo que su amada Granada le guardaba. En suinterior sabía y esperaba algo, pero nunca alcanzó a lo que en realidad pudoexperimentar.

Para empezar, la búsqueda de vivienda junto a sus padres y su inseparableabuela fue un preludio de lo que vendría después. Aprovechando lacircunstancia, la familia al completo pudo exprimir como nunca antes habíasucedido, la convivencia, positiva, muy positiva que la semana en la capital

del reino de Granada les deparó. Es como si en unos días, sus padres lehubiesen devuelto todo el cariño y atención que durante su infancia ypubertad le faltó. Incluso, la pareja aprovechaba la presencia de Rosario,para como si fueran unos adolescentes, despistar a ambos para hacer suspequeñas escapaditas. Se palpaba en el ambiente la regeneración tanto enCarlos padre como en Sofía, tanto en la forma de pensar como en la deproceder. Estaban descubriendo la importancia del verdadero amor. Con él,se dieron cuenta de que lo importante es ser amigos, antes incluso de sermatrimonio o pareja convencional. Concibiendo esa relación como unaprofunda amistad, les regalaba una sensación de serenidad, confianza y lo

que más importa: de complicidad.

Sofía ya no tenía celos, y su relación se basaba en intentar cada vez más,conocer en profundidad a la persona que eligió para convivir y compartirpaternidad. Carlos, se asombraba al descubrir la verdadera personalidad deSofía, que él mismo había solapado con una mentalidad retrograda ymachista. Sofía necesitaba de esa complicidad para ser ella misma sindescuidar por ello la atención y cariño para con su familia. Y Carlos nonecesitaba seguir jugando al gato y al ratón para poder estar un rato consus amigos. Ahora el tiempo lo dosificaba con plena libertad, dedicando

cada vez mas tiempo a su mujer, porque su interior lo necesitaba,compartía con una amiga y al tiempo compañera y amante. Ni que decirque esa espiral arrastraba a todos, y Rosario en sus últimos años se sentíafeliz, muy feliz, tal vez los mejores años de su vida.

 Todas estas circunstancias infundaron a Carlos hijo una gran seguridad en sí mismo, seguridad de aquello que aprendió y de que los consejos recibidosno hicieron mas que reforzar su personalidad; personalidad abierta,distendida, persona a la que le gustaba escuchar y compartir, estoacompañado con esa curiosidad innata por la vida y lo que en ella acontece.

 Todos estos componentes conjugados con una presencia viril pero amable yun buen parecido, hacía de él un candidato a cultivar muchas y buenas

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amistades…

 Y (X)

EL COMIENZO DE UNA NUEVA VIDA

Lejos ya del ámbito familiar, Carlos iniciaba un nuevo tramo de suexistencia. Ahora debía de afrontar él solito el devenir de la vida. En el piso,compartía espacio con dos compañeros; Paula, recién salida al igual que éldel regazo de sus padres en Madrid, y Enrique, estudiante de filosofía quecursaba ya el tercer año de carrera y por lo tanto era el “abuelo” delreducido grupo que compartirían las dichas y desdichas que acontecerían apartir de ahora.

Paula era el estereotipo de la mujer actual. A sus dieciocho años reciéncumplidos, tenía las ideas muy claras del rol que le tocaba vivir. Alegre,abierta, desinhibida y con carácter. Esos eran los mimbres más destacadosdel proyecto de mujer moderna, ah,.. y audaz, muy audaz, además de seruna chica muy guapa y atractiva (casi la mujer diez). Enrique por su parte,era persona sesuda, soñador, eso sí, pero queriendo siempre desentrañarlos misterios de la mente y preguntándose por todo y por todos… por algoeligió filosofía. De carácter agradable y muy leído, era persona dada aldebate y la profundización de cualquier tema por muy intranscendente queéste pudiera parecer. A Carlos, ambos le venían como anillo al dedo, porque

él, a pesar de los pesares tenía un carácter abierto y decidido, personacuriosa como él sólo y de trato fácil y cordial.

El que Paula hubiese elegido la misma carrera que Carlos, haría quefructificase una relación cercana, cómplice y diríamos que prácticamente dehermanamiento. Durante las tardes en que coincidían libres de estudios yde facultad, las tertulias se hacían prácticamente interminables, repletas deinterrogantes y plenas de intenciones de cómo afrontar el cambiar éstemundo repleto de desigualdades, tropelías e injusticias. Los tres, seconjuraron para desde sus respectivos puestos en un futuro luchar contra

todo ello… lo que no sabían todavía era que los caminos de este mundo sedibujan rectos pero se recorren de forma tortuosa, apareciendo en surecorrido multitud de vaivenes, recodos y piedras, cuando no pedruscos.

En los siguientes capítulos seremos testigos de algunas de lasconversaciones que ayudaron a perfilar a los futuros luchadores contra elinexplicable proceder de una raza que se llama “inteligente”.

 Y (XI) 1ª.

 TRES ESTILOS DE VIDA. UN PROYECTO EN COMÚN

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Veintiún, dieciocho y dieciocho. Ésos son los años de nuestrosprotagonistas. Jóvenes muy jóvenes, pero admirablemente comprometidoscon la idea de que el mundo en el que vivimos está sobrado de maldades y

carente de sentimientos, sí, de esos sentimientos con marchamo universal,esos que desbordan las mentes cartesianas, estrechas, planas en definitiva.

Estas tres personitas, provenientes de ciudades y sensibilidades distintasque no lejanas, como es lógico tienen muchas cosas que les diferencian,pero tienen muchas más que les aproximan. Pero dado el que laspeculiaridades personales se detectan mejor a través de opiniones yhechos, vamos a ser testigos de una de tantas conversaciones que sedesarrollaron al inicio de la convivencia de éste trío singular, variopinto,pero inmensamente entrañable.

Domingo, después de comer, alrededor de una mesilla improvisada con unaenorme caja de cartón piedra que les ha venido de maravilla para que sea elcentro neurálgico de sus ideas, sensaciones, conjuros y voluntades repletasde entusiasmo pero carentes de experiencia. El café recién puesto,humeante y con un aroma intenso que despierta las ensoñaciones de estospaladines del imposible (por ahora) que tienen multitud de clones repartidosen pisos compartidos de las diversas ciudades universitarias con solera denuestro país.

Paula: - No creáis, a mis padres les ha costado mucho el aceptar quecomparta el piso con dos hombres. Parece mentira, siempre se las dieron deprogres y ha sido cumplir los cuarenta y tantos y se me han vuelto de golpeconservadores y estrechos de miras. Menos mal que tengo buena memoriay siempre les recuerdo que no hace tantos años mantenían conversacionesbastante, bastante liberales –Enrique: - Eso no debe extrañarte, el ser humano suele seguir unas pautasde conducta que si hiciéramos un patrón, el noventa por ciento coincidiríaplenamente; de jóvenes solemos ser antisistema, pero en el momentoconseguimos acomodo; que se joda el mundo, y entonces impera el primero

yo, después yo y al final también yo. Y pasamos a querer dominarcompletamente aquello que no es próximo, entre esto, los hijos yempezamos a fastidiarla a base de bien. Aburguesados sin ser burgueses, yadocenados mentalmente para la posteridad –Carlos: - Yo creo que lo que sucede es que el ser humano no contempla suverdadero interior. Se deja arrastrar a pies juntillas por la sociedadesteriotipada, que actualmente es cien por cien consumista, vivimos de caraal exterior, fomentamos el culto al cuerpo, careciendo esté de lo másimportante: un cerebro bien distribuido, educado y alimentado por lasesencias que todo aquél que haya profundizado en su ego, se dará cuenta

que son las que deben primar, y éstas esencias son los valores solidarios deconcurso y ayuda al prójimo, experimentando de esta forma una subida de

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energía positiva que equilibra y vigoriza tanto la mente como el cuerpo,dejando en segundo término los aspectos más egoístas y lógicamente másfáciles y hedonistas que empobrecen al espíritu. -E: - ¡Coño Carlitos!, que se supone que el filósofo soy yo, vaya tela con elchaval, ¿seguro que no te has equivocado de carrera muchacho?. –

La cara de Paula no daba crédito al comprobar con qué soltura se expresabaCarlos, pero le sedujo mas que la soltura, el sentido de lo que decía…

 Y (XI) 2ª.

A la mañana siguiente Paula no podía reprimir el hecho de preguntarle aCarlos, el cómo y de donde, pese a su juventud, sacaba esas conclusionessobre la vida y las personas. Camino de la facultad, tardo poco en asaltar almedio dormido Carlitos con su primera andanada de preguntas.

P: - No creo que a tus años puedas expresar con tanto convencimiento esasideas tan profundas y esos valores que estando vivos en la sociedad, lossientas con ese arraigo tan personal y con tanta profundidad. -C: - Lo mismo podría decir yo de la forma en que planteas la pregunta.¿Cómo es posible que con tan sólo dieciocho años y siendo mujer, expresescon tanta claridad y soltura ese tipo de pregunta?. (Carlos, acababa deimprimir el primer punto negativo en el virgen folio encabezado con sunombre, folio en blanco que estaba por escribirse en la mente de Paula). -P: - Perdona Carlos. ¿Has dicho; y siendo mujer…?.

Era la primera andanada totalmente sincera y sentida por una jovencita dedieciocho años, que como diríamos en nuestra jerga “tenía 20 palmos bajotierra”.P: De verdad Carlos, acabas de derribar la enorme admiración inicial quehabías despertado en mí. ¡Qué poco a durado!. Veo que eres exactamentecomo los demás. Un machista reprimido que a la primera de cambio, le salela bilis por la boca ante una mujer que es determinantemente igualitaria yconvencida de que el ser humano no entiendo de sexos.

Carlos no tuvo más remedio que callar. Por vez primera le rebatían y

además con razón (el jamás tuvo sentimientos machistas) una actitudinsolidaria con respecto al sexo opuesto. Carlos, era un convencido de laigualdad entre hombres y mujeres y el respeto hacia las mismas carecía demácula alguna en este sentido. Como buen diplomático innato, dejaría pasarunas horas para retomar la conversación que de forma tan inesperada sehabía vuelto contra él.

Parecía que lo que pintaba oros en todos los aspectos, se tornaban bastos…pero esto era tan solo el principio…

 Y (XI) 3ª.

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¡Vaya, vaya… ¡ Tanto tiempo dedicado, escuchando, estudiando eintentando comprender bajo el prisma de la objetividad la realidad socialpara conseguir ser un periodista de pro, de esos verdaderamenteprofesionales, independientes, guerrero contra las injusticias; y valedor a

ultranza de la igualdad de las mujeres en un mundo cada vez menosdominado por los hombres (al menos en apariencia). Y a la primera decambio… ¡Patinazo!, se coló el subconsciente, le traicionó.

Pero Carlos recordó entonces una de las enseñanzas de su querida yadmirada abuela, lección que ningún profesor hasta el momento le habíadado.- Recuerda siempre Carlitos, que de la vida fácil y sin dificultades,aprendemos poco o nada, pues esas cosas hacen que el ser humano serelaje, se auto complazca y termine mirándose siempre su propio ombligo.

En cambio de los errores cometidos, siempre sacaremos enseñanzas ylecciones, harán que nos replanteemos las situaciones y momentos en losque hemos errado, y si no somos obtusos, sacaremos la moraleja de lasituación, haciendo con ello que mejoremos como personas y cultivemosmejor nuestro entorno. Agradece siempre el tener a tu alrededor a personasfrancas, que te digan las cosas de forma directa, y elude en lo posible aaquellas otras que te hagan buena cara y eviten el sincerarse contigo, puesde alguna forma harán que tus defectos queden solapados sin llegar a sernunca consciente de la existencia de los mismos. - .

Este flash, hizo que Carlos retomara el aliento y recuperase su fuerza vital.Sin amilanarse, espero la salida de la facultad para retomar con Paula laconversación que de manera tan abrupta fue abortada:

C: - Mira Paula, en primer lugar quiero pedirte disculpas, me conoces pocoaún, pero a lo largo del tiempo que podamos compartir, descubrirás a laverdadera persona que soy; sin dobleces, sincera y con una visión de lamujer, que es posible supere a la mayor defensora del feminismo. Creo totaly absolutamente en la igualdad, ya no entre hombre – mujer, razas ocualquier otro planteamiento entre seres humanos. Estoy totalmente en

contra de cualquier tipo de forma o manera que subyugue a un ser humanoen beneficio de otro. Creo honestamente, gracias a mis propias vicisitudespersonales, vistas en mis propios padres, en que la relación mas armoniosaentre las personas, sean del sexo que sean; no es otra que el de la relaciónde amistad. La amistad sincera, permite englobarlo todo, sin determinarroles: esposo – esposa, padre – hijo, etc… Siempre que se establece unapretendida jerarquía entre relaciones personales íntimas… acabafracasando la relación, pues la lucha por conseguir el rol dominante,desgasta y corrompe. En cambio bajo el paraguas de la amistad cabe todo ytodos, en igualdad de oportunidades, en comparativa de criterios. Una

amistad puede encerrar al esposo/a, amante, colega. En definitiva: el verse“iguales”, hace que fecunde el respeto, la admiración, y en caso de conflicto

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será el debate de igual a igual el que dirima la continuación o no de esarelación, porque incluso, la amistad permite que las heridas, cicatricenantes que cualquier tipo de relación formal que determina “niveles” que lapropia sociedad a bendecido, y que visto lo visto la forma tradicional derelación entre hombre – mujer, está abocada al fracaso… y no hace falta

más que mirar a nuestro alrededor para constatar lo que te digo -.

De nuevo Paula se quedo sin palabras. Esta vez la “pillada” era ella, ynecesitaba un respiro para preparar la respuesta ante la argumentaciónesgrimida por Carlos. Ella estaba acostumbrada a rebatir contra los típicoshombrecillos que esgrimían las tesis de “toda la vida” y que a la primera decambio se les dejaba fuera de combate. Paula se encontraba ante unpersonaje distinto, un ave raris que en nada se parecía a sus amigos “pijas”del Colegio Mayor en donde estudió en Madrid.

 Y (XI) 4ª

¿Qué tenían en común Enrique, Paula y Carlos para que a pesar de habervivido en familias e infancias muy distintas algo hiciera que cuandocompartían mesa y mantel o caja de cartón piedra y café surgiera unaespecie de complicidad no escrita que derivaba a un fin igualitario sobre lavisión de la vida en general?. Porque en sus conversaciones poco sehablaba de personalismos o de sueños individuales. Les ocupaba ypreocupaba la situación del mundo y sus gentes. Tal vez la renuncia a su

propio ego fuese la condición indispensable para ello.

Enrique, huérfano de madre desde los ocho años, de familia media, padreabnegado por sacar a flote a sus dos hijos: Enrique (el mayor) y Raquel. Lacircunstancia de orfandad, le influyó para profundizar sobre el porqué de lavida y del como era posible que la misma le arrebatara tan tempranamenteel cariño y compañía de su madre, a la que no llegó a conocer enprofundidad, pero que dejó en él una huella positiva, buen sabor de boca deuna mujer cariñosa, algo religiosa a su manera y en la que siempre encontrórefugio cuando más la necesitó. Su carácter se forjo a base de curiosidad,

apoyo paternal y un ambiente agradable a pesar de las circunstanciasacaecidas.

Paula, hija única, de padres acomodados. Criada en la opulencia y encolegios privados religiosos en un Madrid confuso, cosmopolita, y repleto decondiciones para experimentar. Los nuevos tiempos hacían chocarenseñanzas algo rancias con realidades palmarias de una sociedad muyabierta, convulsa, y muy distinta a la que muchos de sus profesores podríandesear y creían seguir disfrutando detrás de los muros de los colegios yconventos creyéndose a salvo de Satán, ya que el hacedor del mal, habitaba

fuera de extramuros.

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Esa disyuntiva; entre la educación de este tipo de escuela y la realidad de lacalle, hicieron que Paula desde muy jovencita, primero, supiese eludircaminos confusos que no por estar de moda eran los correctos, y esacircunstancia le hiciera contrasta el día a día. Por una parte el ejemplo desus padres (juntos formalmente, pero con “agendas” diferentes), y la

educación contradictoria del colegio por otra, pues su propia idiosincrasia leempujaba a preguntarse continuamente el por qué de diferencias tanabismales en un entorno común como el de una gran ciudad, pero espaciostan diferenciados en los distritos de la misma. No, Paula tenía ideas propias,veía mucha hipocresía. Y aprovechando el que sus padres hacían guerrasdiferentes, pensando ellos que la escuela religiosa marcaría sus ideales enla niña, ideales y mandamientos por cierto, no puestos en práctica por losmismos. Hizo que Paula, mujer con carácter como hemos dicho…proyectase sus planes perfectamente diseñados para alejarse de ese mundode papel couche, falso y vacío. Era demasiado para una mente elevada

como la suya.

Valiente y decidida, no le costó mucho trabajo convencer a sus padres paraempezar a volar por su cuenta. En parte vieron el cielo abierto paradesarrollar con plena libertad sus propias “agendas” personales eintransferibles.

 Y Carlitos. Su pequeña historia ya la conocemos… corazón abierto, menteclara. Cuerpo apaleado simbólicamente por la vida, personita infatigable enlos estudios, poco arropado en los primeros momentos por unos padres

despistados de sí mismos, pero con la pesa a su favor en la balanza de lavida de Rosario, la entrañable Rosario, que hizo de él un hombrecito: libreen pensamientos, formal, educado en buenos sentimientos, y dispuestocomo Enrique y Paula a “deshacer entuertos”. Una cosa era cierta y clara:Los tres se arropaban, se formaban y pusieron en marcha antes de lalicenciatura, un proyecto, proyecto que les reportaría la sensación del debercumplido, de haber plasmado en obra su ideales mas profundos y sinceros…esto llegaría después de no pocos avatares.

Vivimos rodeados por esas ánimas que dices, unas se muestran y la gran

mayoría, o no puede, o no quiere… En la siguiente conversación, Carlosdará a conocer a sus amigos, las experiencias que vivió y que no pudocompartir con sus padres, pero sí con la abuela. Carlos sentía la necesidadde exponer esas sensaciones que formaban parte de su vida, pero quehabían permanecido bajo llave… en el más absoluto de los secretos.

 Y (XI) 5ª.

En uno de esos fines de semana, en el que ni Enrique, ni Paula ni el propioCarlos habían viajado a sus respectivos nidos; como siempre y a la hora del

café, pero ésta vez nocturno (Era sábado, llovía copiosamente y el inviernose hacía ya hueco a las faldas de Sierra Nevada) ya que no invitaba el hacer

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el recorrido de tascas alrededor de la plaza del Carmen y más biennecesitaban y de hecho invitaba la noche a una tertulia alrededor de sumesita preferida y prefabricada, y al calor de las mantas que cubrían susespaldas sobre los pijamas ya enfundados en los respectivos cuerpos. Elambiente, (pensó Carlos) era el idóneo para afrontar uno de los temas que

siempre fueron tabú en las conversaciones con sus padres, y que de maneraimperiosa, necesitaba contrastar con alguien distinto que no fuera su abuelaRosario. Carlos había sido testigo directo de acontecimientos nada comunesy que de forma indeleble marco su niñez y su prepubertad.

C: - ¿Creéis en el más allá? – soltó Carlos a bocajarro a sus contertulios.P: - He oído algo al respecto, incluso con mis amigas de colegio jugamos a lagüija, pero no paso nada. La verdad, creo más bien que es una tontería -,¿Por qué lo preguntas?. –E: - Paula, no debemos desdeñar nada. El planteamiento filosófico es muy

abierto, y en innumerables escritos de eruditos y en las sagradas escrituras,hay multitud de referencias a otra vida después de ésta. Por tanto, nodebemos cerrar puertas. Es tema de debate, al tiempo que es un elementoen donde muchos desalmados hacen verdaderas fortunas con la credulidadde los más incultos. -C: - Ya no me refiero al más allá como otra dimensión, me refiero incluso, ala posibilidad de que los seres que lo puedan habitar, puedan traspasar unapuerta imaginaria para hacerse visibles en nuestro mundo. -P: - ¿Estás acaso hablando de fantasmas?, por dios Carlos, que estamos enel siglo XXI, ¿también vas a decirme que existen extraterrestres que nos

visitan en cruceros intergalácticos, y que nos ven como si esto fuera un zoo?- ¡Vamos Carlos, parece mentira!.E: - ¿Acaso no somos monos, o descendientes de ellos?, ¿acaso muchasveces no nos comportamos como tal?, venga Paula, deja que Carlos seextienda o nos aclare el porqué nos pregunta eso –

Ésta reacción de Paula, puso a Carlos en guardia, de forma rápida rebobino(Carlos lo último que quería, era que Paula viese en él a un pueblerinoignorante. Empezaba a verla con ojitos de cordero degollado), de formainmediata replanteó la situación y expuso el tema desde otra perspectiva

más intelectual…

Viene de la anterior.

C: - Imaginaos que de pronto, por ejemplo a ti Paula; se te presenta unafigura humanoide, pero de forma algo difuminada y rodeada de una especiede alo inmenso y luminoso, que esa figura, en vez de causarte miedo, tetransmite una sensación de paz, te hace llegar una especie de energía quedesconoces, energía vigorizante, tranquilizadora. Que los ojos de esacriatura te traspasa la mente como si te hipnotizara, haciéndote sentir por

unos instantes como si estuvieras suspendida en una especie de nube yrodeada por una inmensa luz –

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Paula interrumpe bruscamente.P: - Pues pensaría que estoy soñando. Por cierto, lo relatas como si eso tehubiese pasado a ti, ¿acaso insinúas que has tenido experienciasparanormales? -

C: - Pues sinceramente, sí… y no encontraba el modo y la forma decompartirlo con vosotros. El miedo a que me toméis por un insensato, porun paleto que tiene alucinaciones, o simplemente por un mequetrefe deltres al cuarto, me paralizaba –E: -¡Por favor Carlitos!, ¿qué dices?, ¡tú sabes la cantidad de personalidades,sabios, y hasta científicos que han tenido experiencias de este tipo!, ciertoes que desconocemos la inmensa masa oculta de personas que no handicho nada. Esto es como un iceberg, sólo vemos la punta. Piensa sin ir máslejos en San Juan de la Cruz o Teresa de Jesús. Paula, no debes tomarlo abroma por el mero hecho de que no funcionara la güija con tus amigas; que

por cierto, es un juego muy peligroso que además está documentado coninfinidad de incidentes habidos por jugar con aquello que se desconoce. –P: - Jo Carlos, para nada voy a pensar que estás loco, simplemente es algoque al no experimentarlo en primera persona se te hace algo muy lejano ydifícil de creer dado los tiempos que corren. Debo confesaros por otra parteque para mi es un tema fascinante, y que al principio me he hecho la durapensando lo mismo que Carlos, que de demostrar mi interés, podríaispensar que soy algo pueril. –

Había funcionado. La forma de plantear el asunto, y con la inestimable

ayuda del siempre reflexivo y abierto Enrique (se notaban sus dos años deventaja en la universidad). No solo sirvió para abrir la puerta a la necesidadde contrastar experiencias “rarillas” por parte de Carlos, sino que ademásdespertó el interés de aquella personita que empezaba a enturbiar lossueños de Carlos, y que poco a poco iría transformando la relación deseadade hermandad… en otro tipo de deseos no menos nobles, pero máscercanos a la humanidad carnal.

P: - Jo, se ha hecho tardísimo y mañana quiero madrugar para correr unpoco y sentir el aire puro y fresco que nos llega de la sierra, no quiero

desaprovechar ni un segundo de los momentos que nos ha tocado compartira nosotros, al igual que no quiero desaprovechar mi estancia en estáquerida ciudad repleta de magia y encanto. Carlos, te pido encarecidamenteque en la próxima ocasión me des pelos y señales de tus experienciassobrenaturales, de verdad, estoy entusiasmada y me alegra estar encompañía de gente que me aporta algo más que el que piense lo buena queestoy y lo que podríamos hacer en una escapada a la sierra. ¡Gracias a diosque tengo a mi lado algo más que dos falos en potencia!. Gracias chicos ybuenas noches. –

El comentario último de Paula, dejó estupefactos a ambos, en el fuerointerno de cada uno de ellos, se planteaba una disquisición, por una parte

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se sentían alagados por la apelación indirecta a sus intelectos, por otra, lasensación de quedarse en eso… en simples intelectos, sin derecho a unfuturo uso de otra de las apelaciones realizadas por la guapa Paula.¡Mujeres!, se dijeron los dos en sus adentros.

 Y (XII)

LA ESCAPADA

La amistad entre Paula, Enrique y Carlos se iba enraizando poco a poco. Enla universidad ya les llamaban “Los tres mosqueteros”, sólo que en el últimomes la familia había crecido, entro a formar parte una “Dartañana”. Sí amigos. Enrique que le llevaba ventaja a Carlos en el Campus por edad yconocimientos del mundillo universitario. Había afianzando una amistadfemenina que pasó de ser compañera esporádica de estudios en la

biblioteca de la facultad, a seguir siendo compañera de estudios en el libroparticular de Enrique, cambiando la biblioteca, por su habitación del pisitocompartido. Ni que decir tiene, que por una parte Carlos veía alejarse a unposible “enemigo” para sus iniciales pretensiones con respecto a Paula, yésta misma, en su fuero interno recelaba de que un posible opositor aCarlitos que pudiese presentar batalla, dejase de serlo, pues como todossabemos, una disputa intestina entre hombres, revaloriza en muchos puntosla figura de la mujer objeto de la posible rivalidad.

Marta, que así se llama el amor de Enrique, al igual que Paula, forma parte

de esa generación vigorizada y moderna, abierta, y como suele ser normal,era la antítesis de Enrique, menos profunda pero no por ello menosinteligente, era hermosa y muy informal en el vestir en contraposición aPaula que proviene de un ambiente algo más “pijo”, pero solo en las formas.

En uno de esos fines de semana compartidos, Marta incito al grupo a quemoviesen el culo y que se animasen a realizar una escapada a su tierra:Málaga. Estaba relativamente cerca y tenía muchas cosas por descubrir,dicho sea de paso como toda andalucia.

M: - ¡Pero bueno!, ¿qué problema hay?, estamos a escasos ochenta Km., ytenemos dos rutas para elegir, o bien por Loja, o bien por la costa a travésde las Alpujarras. Sosos, que sois unos sosos. Imaginad el tapear por la calleLarios y alrededores, tomar un vermut en casa El Guardía, pasear por laalameda y visitar el Parador y el museo Picasso, y el domingo, comemos enLa Carihuela que está en Torremolinos, y ya por la noche, tomamos unascopillas en el puerto de Benalmádena y hacemos noche allí, que en estásfechas los hoteles son baratillos. ¡Vamos niño, convence a Paula y Carlitos!.–

Carlos de golpe, se sonrojó. De repente le vino a la mente, el que Enrique yMarta eran pareja de hecho, pero él y Paula, no habían pasado de cruzar

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miradas, (¡vaya miradas!) pero solo eso, unas miraditas algo cómplices yalgún rocecito al coincidir sus manos en la manivela de una puerta, o untropezón que otro por entrar antes en el cuarto de baño. Carlos no sabía endonde meterse. Pero como casi siempre, fue Paula la que intercedió y echoel “quite” al asunto.

P: - ¡De acuerdo!, Marta tú y yo compartiremos habitación, porque viendo aCarlos que parece un semáforo incandescente, creo que sería incapaz dedar un paso hacia delante. Lo siento Enrique, haréis manitas, cuando Carlosy yo paseemos por la playa, os daremos tiempo para recuperaros no ospreocupéis. ¿A qué sí, Carlos?. –

Vaya, vaya, lo que le faltaba a Carlos. Carente de cintura, sin haber tenidosiquiera tiempo a reaccionar, se encontraba más cohibido que un sacerdoteen la Meca.

C: - Yo, yo, por mi, está bien, si Paula está de acuerdo, es que claro, ir solocomo escopeta, pero en fin, vale, de acuerdo… pero ¿Cuánto puedecostarnos la broma?, es que ando algo flojo de dinero.

P: - ¡Pero, bueno Carlos!, para qué están las amigas, a mis padres otra cosano, pero dinero, tranquilo, se moderno, compartiré mi paga contigo. ¿Oacaso te sentirás ofendido?.

No había forma, Paula le ganaba al apocado (en esos momentos) de Carlos,

todas las manos, pasaba por encima como un ciclón, por supuesto conbuena intención, pero a Carlitos, todavía le hacían falta unos cuantoshervores, que sin duda, entre Paula y ahora con el refuerzo de Marta, se losdarían en dos y tocar…

 Y (XII) 2ª

¡Loco!, loco iba Carlos desde que se decidió el viajecito a Málaga. En suestomago se concentraban miles de sensaciones al mismo tiempo, ¿Qué mepasará?, ¿Por qué algo tan normal, ¿normal? me tiene que poner de los

nervios?, todo el mundo viaja y comparte momentos… sí, pero sin Paula.

¡Carlos estaba empezando a descubrir el amor!, esa clase de amor quenadie le explico… ni siquiera la abuela Rosario. Esas sensaciones que hastael momento no habían siquiera existido, ¿por qué?. Porque nunca nuestroCarlos, había sentido el “enamoramiento”, la atracción fatal que turba lospensamientos y las acciones mas corrientes, más simples. Él, que tantoestudiaba, tan curioso por todo, todo lo que le rodea y por todos. No, noalcanzaba a comprender el por qué de la necesidad imperiosa de tener quever casi todos los minutos del día a Paula, y eso que compartían piso, pero,

hasta el momento no había sentido celos de las llamadas al móvil querecibía continuamente ella, si quiera se pregunto casi en una año con quién

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quedaba o con iba en las salidas esporádicas que realizaba sin él y Enrique.Apenas sintió curiosidad por saber algo más de aquel u otro mozalbetenormalmente “guaperas”, que solían acompañar durante un buen trecho aambos a la salida de la facultad. ¿Por qué de repente sí le importaba todo ytodos?... por qué, por qué. Todo eran porqués.

 Tenía que hacer algo, sus dudas y desconocimientos sobre sus propiassensaciones atormentaban a Carlos desde la conjura del viaje con Marta yPaula. Se había encendido una luz en su interior. Desde ese momento sefijaba en el más mínimo detalle de Paula; su forma de vestir, su peinado, susposes, su forma de mirar, los ademanes, sus gustos mas insignificantes,¡hasta en su pintura de labios!, pues Paula era de las que sin abusar demaquillajes, el toque coqueto en su justa medida formaba parte de supersonalidad. ¡Qué descubrimiento!, todo lo que hasta este momento haciaCarlos con plena naturalidad junto a ella, ahora le producía rubores y cierta

desconfianza y falta de seguridad en sí mismo. Incluso empezó a mirarsemás en el espejo, y al igual que con referencia a ella, se autoanalizaba ensus formas y gustos en el vestir y en el cuidado personal. Siempre habíasido aseado nuestro Carlos, -pero ahora -, tenia que perfilar mucho máscuidadosamente los pequeños detalles.

- Hablaré con Enrique, (pero pensará que soy un idiota), no me importa,necesito consejo, estoy hecho un lío, estoy nervioso, no es normal que almirarla me parezca otra persona, si hemos compartido muchos momentos ycharlas juntos. No lo entiendo, pero debo reconocer que la echo de menos

en cuanto la pierdo un solo minuto, ¡en que lío me estoy metiendo!, seguroque ella solo me ve como a un simple compañero de piso y de universidad…-

Los pensamientos irracionales empezaban a bombardear a Carlos, se ibaauto convenciendo, admitía de facto que estaba enamorado hasta lascachas, pero lo mas duro estaba por venir… ¿Qué pensaba Paula sobre él,mejor, qué sentía Paula por él?. El calvario estaba servido… pero Carlitostomó una decisión, mejor, tomó dos. La primera hablar con Enrique (puesera un experto gentleman) él sabría aconsejarle bien. La segunda,

aprovechar la estancia en Málaga (terreno neutral) para abordar sussentimientos, seguro que tendría muchas oportunidades con Enrique yMarta sumidos en sus propios devaneos… ¡Ay el amor!... Carlos se habíapreparado para muchas cosas, pero con eventos como este, surgido de lanada y desde su propio interior… Carlos no contaba.

 Y (XII) 3ª.

¡Qué maravilla!, Carlos no cabía en sí de gozo. Viernes, después de comer

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unas tapillas aquí, otras allá, todo ello acompañado por unas cañitas y algúnchato, eso sí, Enrique ni probar sorbo de alcohol, él conduce, y es personaterriblemente responsable. Algo que para qué negarlo, los demásagradecen. Dentro de unos momentos carretera y manta…

C: - Desde luego, podemos sentirnos privilegiados, nunca podré olvidarestos momentos chicos; estudiamos en una reputada universidad, vivimosen una ciudad encantadora, y lo más importante: Yo personalmente, mesiento enormemente orgulloso de contar con vuestra amistad, de verdad, espara mí lo más importante. –

De nuevo volvió el azoramiento al rostro de Carlos, pues en la frase referidaa la amistad, no pudo reprimir el mirar a Paula, mirada contestada por ellacon una breve pero intensa sonrisa. Eso fue lo que descolocó a Carlos, ¡unavez más!. Ciertamente no daba pie con bola… y lo mejor estaba por venir.

E: - Ay Carlitos, no sé, no sé, pero últimamente te encuentro más emotivode lo habitual, ¡que ya es decir!. ¿Acaso te has enamorado y no me hasdicho nada?, ¡pájaro!. –

Lo que faltaba. Carlos no tuvo tiempo ni encontró el momento para realizarla primera de sus decisiones -¡Hablar con Enrique, para pedirle consejo!, yahí estaba Enrique con su proverbial locuacidad y sentido de la oportunidad.¡Mecachis!... ¿y ahora qué?, ¿como salir de este atolladero?. Todo en la vidapuede empeorar, para eso está la ley de Murphi.

P: - ¡Carlos, no me digas!, ¡Enrique, sabías tú algo y no me lo has dicho,pero bueno, que clase de compañeros de piso tengo!, Carlitos, cuenta,cuenta. No voy a permitir que no me des pelos y señales durante el viaje.¡Pillín, que calladito que lo tenías, picaron!. –

Ni que decir tiene, que a Carlos el “chiringuito” se le vino abajo, y eso, antessiquiera de empezar. Ahora, requeriría usar al cien por cien las dotesdiplomáticas innatas de Carlos, a pesar de contar con tan solo diecinueveaños, su impronta verbal y sus habilidades para reconducir situaciones eran

proverbiales y muy aplaudidas en la universidad. Pero… aquí se trataba deamoríos, se trata de la persona que más importa en estos momentos aCarlos, ¡Se va a jugar el ser o no ser!, en su mente no aparece otra cosa queno sea Paula y sus encantos. – Que no, que no. Me va a dar una patada a laprimera de cambio, que metida de pata, ella ha reaccionado como si leimportara un bledo, no ha hecho ni una mueca de desaprobación, es más,hasta se ha alegrado, qué desastre -. A Carlitos en ese momento, el viaje sele vino a bajo.

C: - Pero Enrique, ¿qué dices?. Acaso uno no puede agradecer de forma

espontánea a sus amigos, precisamente eso, el recibir su propia amistad.Por eso tengo que estar enamorado, ¡vamos hombre!. Marta, Paula, no le

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hagáis caso al retorcido de Enrique, serás buena persona, pero un pocoretorcido si lo eres, Enrique. –

De lo que Carlos no se daba cuenta, es de que la reacción de Paula, eraimpostada, como mujer, sabía perfectamente jugar sus armas, y cada

movimiento, y más conociendo a Carlos que por otra parte era transparentecomo él solo, Paula disfrutaba con un juego que en realidad, habíacomenzado prácticamente, desde que lo conoció. Sin duda, Paula estabadispuesta a que Carlos, sudase la camiseta, y ella, tenía en sus manos elentrenamiento a infligir al inocente de Carlitos. Ahora, mientras él sedevanaba los sesos para que no se le viese la jugada, su jugada. Pauladisfrutaría con las pruebas a superar por parte del pupilo que se habíaarrogado para ella solita, claro, todo ello, sin tener ni idea el pupilo, de serloy de quién.

M: - ¡Muchachos!, todos al coche, vamos a recorrer mi tierra, y os prometoque no vais a arrepentiros… Vamos…

 Y (XII) 4ª.

 Ya en marcha, camino de la Málaga natal de Marta. Cada uno de ellosensimismado en sus propios pensamientos. Para Enrique, ya curtido en milbatallas amorosas, este viaje significaba el poder conocer las raíces de su

actual pareja, una forma diferente de pasar el fin de semana. – Seguro quelo pasaremos bien, Marta tiene una personalidad absorbente, es capaz dehacer divertirse a un muerto. En el fondo me apetece compartir con Carlos yPaula estos momentos de relajación, alejados del mundillo universitario, suslibros, las clases y el continuo ir y venir de pensamientos que son tan“racionales”, que carecen de “alma”, es como repetirnos aquello que otroshan pensado por nosotros para que lo sigamos a pies juntillas, sin poderañadir nuestro propio criterio - . Sin duda, Enrique había nacido para aquelloque estaba estudiando: filosofía. Todo se lo cuestionaba, todo tenia oguardaba algo detrás, escondido, cosas que ocultaba el destino para poder

ser descubiertas por él. Eso sí, tenía muy claro el que nada ni nadie, seinterpondría en su camino, tal vez por eso, Marta era la cuarta compañerasentimental en tres años de carrera.

Por la cabeza de Marta, pasaba una y otra vez, el plan tan milimétricamentetrazado por ella. – No puedo defraudarles, al fin y al cabo, he sido laimpulsora de este viaje, además voy a ejercer de cicerone y lógicamentetratándose de mi tierra, debo de ser capaz de condensar en dos días todoaquello por lo que me siento tan orgullosa. Aparte claro está, de que losquiero mucho. A mi Enriquito por supuesto, pero me caen muy bien tanto

Paula como Carlos. Carlitos que por cierto le veo cara de “pasmao” comodecía Enrique. Para mí, este niño está hasta las cachas por Paula. ¡Eso es!,

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mi buena acción semanal será el crear y establecer los ambientesnecesarios para que los dos puedan despertar lo que creo que hay. ¡Seguroque todo saldrá bien! - . El espíritu de Celestina, había despertado en elinterior de Marta. Como mujer, su sexto sentido sobre los hombres habíafuncionado a la perfección, por lo menos con Carlos. Con Paula, persona que

sabía perfectamente como nadar y guardar la ropa, le era más difícildetectar lo que sí creía ver en Carlos. Paula y ella se conocían, pero no losuficiente para intercambiar “secretos de amores”. En el fondo, esperabaque durante el corto viaje se corriesen los tupidos velos existentes entreellos y que todavía era incapaz de traslucir.

Carlitos, ay Carlitos… era en si mismo una madeja de nervios, la cosa iba apeor, él, tan seguro en las argumentaciones de los temas que creíadominar. Ahora, simplemente se sentía un pelele, pelele en manos y alcapricho del destino. Inseguro, trastabillándose en cada momento, cuando

no hace tanto era capaz de aseverar delante de “ella” cualquier cosa ysobre cualquier tema. ¿Cómo era posible?, ¿por qué se sentía como unguiñapo?, ¿por qué, esa sensación de vulnerabilidad absoluta?, si solo con elhecho de sentirla a pocos centímetros en el asiento posterior del coche, ¡yalo hacía temblar!. Indisimuladamente, miraba de reojo las piernas y manosde Paula, ya que era incapaz de atisbar nada de cintura para arriba. Paulaen esos momentos se encontraba absorta mirando por la ventilla del cocheel paisaje que comenzaba a cambiar durante el descenso entre montañasuna vez pasado Río Frío; y ya enfilando cuesta abajo la capital malacitana.

P: (en sus pensamientos) - ¡Nada!, que me va a tocar despabilar al niño.Reconozco que precisamente, ese es uno de los rasgos que más medesesperan de Carlos, pero al tiempo, de los que más me gusta y atraen deél. ¡Está claro que yo le atraigo, pero me da rabia el ver que cuando creoque va a arrancarse, se me viene a bajo, y eso me tiene destrozadita losnervios… me pone a cien. ¡No!, no voy a consentir el ponérselo tan fácil, selo tiene que ganar él, ¿o acaso es una estrategia para tenerme en ascuas?,no, a mi no podría engañarme. ¡Pero hay que ser pavo!, mira que le he dadopistas para demostrarle que me hace tilín, mira que lo he puesto en guardiacuando he salido con otros chicos para ver su reacción, y nada, - muy bien

Paula, que te diviertas con ese nuevo amigo, yo me quedo aquí estudiando.Si te apetece y si no vienes a las tantas, charlaremos de alguna materiasobre la que tengas dudas - . ¡Será memo!, y yo toda la tarde aguantando alpelma-pulpo de turno, echándole de menos, queriendo y deseandocompartir cosas fuera de la facultad con él… - si no vienes a las tantas… -Hay que ver los hombres que tarugos que son en muchas ocasiones, sobretodo, en el arte del que más suelen presumir todos… ¡No saben de la misa ala mitad!.

Está claro, de que si pudiésemos advertir a Carlitos sobre los sentimientos

reales de Paula hacia él, le ahorraríamos un montón de quebraderos decabeza al muchacho, pero esa, precisamente es la grandeza del amor, tal

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vez, la etapa más maravillosa de un romance: Las dudas, los estímulos nadaclaros, las percepciones inequívocas, que al minuto se transforman enequívocas, los sueños creados en plena vigilia, las eternas conversaciones“casi perfectas” llevadas a cabo en

un interminable monólogo en el que disponemos de doble papel; esasmiradas que contienen en compresión, todo un mensaje de intenciones. Endefinitiva, todo lo que hace crecer a nuestro interior, y que cuando llega elmomento, explota en su más amplio sentido literal. En esa magia interna yque muchas veces guardamos con absoluta infantilidad, tal vez en esto, seencuentre el verdadero sentido de la vida, que tantas y tantas vecesbuscamos fuera, sin caer en que el tesoro lo tenemos dentro, eso sí, coninmensas ganas de compartirlo.

M: - ¡Mirad!, eh, chicos, allá abajo… mi Málaga querida…

 Y (XII) 5ª.

18 h: del mismo día, Hotel Meliá Torremolinos, playa de la Carihuela, paseomarítimo.

Enrique y Marta caminan unos pasos adelantados, Paula y Carlos les siguena pocos metros.

C: - Hay que ver, qué tranquilidad se respira ahora, parece mentira quedentro de unos meses esto esté a rebosar con gente de aquí para allá,gente ociosa, sin tener mayor obligación que la de tomar el sol, leer, yponerse las botas de cerveza y pescadito frito. ¿Verdad Paula? -.

P: - Vaya Carlos, te han sobrado palabras para decirme ¿qué buen tiempohace, verdad Paula?.

C: - No seas mala, tan solo expreso el sentimiento que tengo en estosmomentos, ¿acaso quieres hablar de algún tema en concreto? –

P: - ¿Ah si?, y eso es lo único que se te ocurre con respecto a tussentimientos?

El derechazo inflingido por Paula llegó directamente al rostro de Carlosdejándole totalmente grogui.

C: - Sabes perfectamente cuales son mis sentimientos con respecto almundo que nos ha tocado vivir… conoces de sobra lo que… -

Paula una vez más interrumpe a Carlos secamente, está cansada de rodeosy evasivas por parte de él. Siempre que ha intentando sonsacarsentimientos íntimos de Carlos, ha conseguido darle la vuelta al tema con

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generalidades y pensamientos políticos de los que Paula estaba más queharta. ¡Ya tenía bastante con las clases de la facultad!.

P: - ¡Claro que conozco de sobra todo aquello que respecta al gobierno, alclima, a la insolidaridad que vivimos, sé de antemano lo que vas a decir, me

lo has repetido un millón de veces en los almuerzos y en el piso!. Me refieroa tus sentimientos íntimos sobre el amor, las mujeres, la mujer en concretode la cual estás enamorado. ¡A esa clase de sentimientos!, no me hascontado nada en la hora y media que ha durado el viaje, y creo, al menos,eso creo, que soy tu mejor amiga… ¿NO?, y me merezco el saber por quiéntiemblan tus piernas, con quién haces el amor en sueños. ¿O acaso no tegustan las mujeres?, nunca me hablas de ello, solo del país, del mundo, depolíticos y demás familia -

Un silencio que dura unos cuantos segundos y que sin embargo parecen

una eternidad.

C: - Jolin Paula, nunca me habías hablado así, ¿qué te pasa?, acaso te hasdisgustado con Pablo, ¿se ha enfadado porque te has venido a Málaga connosotros? –

P: - Pero, pero, serás… ¿quién te ha dicho que Pablo sea algo con respecto ami?, ese, ese es un manos largas que me toca soportar por que tú noquieres venir conmigo a ninguna parte si no es con Enrique y Marta, y tú, tú,eres, eres, eres de lo que no hay –

En ese mismo instante apretó Paula el paso para alcanzar a Marta yEnrique, al alcanzarlos, los dos, al unísono preguntaron – Pero qué pasaPaula, estás enrojecida, ¡vaya mirada!, ¿Ha pasado algo?, ¡Carlos!, ¿que lehas dicho a Paula?... Eso, eso mismo era lo malo… ¡Que Carlos no le habíadicho ni hecho nada a Paula!.

Más claro, agua. Carlos había vuelto a desaprovechar una oportunidad deoro, su actitud indolente enervaba los nervios de Paula, ella quería,necesitaba a pesar de ser una mujer actual, un detalle, una brizna siquiera

de interés por parte del elemento masculino. Ser igualitarios estaba muybien, la paridad, también estaba muy bien, pero en el fondo, Paula comomuchas anteriores generaciones, soñaba y deseaba la aparición en formade “príncipe azul” de un hombre con mayúsculas, con su gallardía,elegancia y el romanticismo de las películas de Sisí emperatriz. Por lomenos a la hora de una declaración de amor en toda regla. Carlitos lo teníacasi todo: guapo, porte, inteligencia, respeto (demasiado para Paula), en fin,casi todo. Acaso lo que le sobraba era timidez e inocencia, y por que nodecirlo le faltaba algo o mucho de autoestima.

En esos momentos Enrique y Marta se dieron cuenta de la verdaderasituación, por tanto, era el momento de reagrupar los pedacitos de la

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debacle, cada pieza en su lugar, esto para poder unir la pieza quebrada, queno rota.

E: - ¡Coño Carlos!, pero no te das cuenta -

C: - ¿De qué?, le he dicho algo malo -

E: - Será posible, ¿pero acaso no ves de que está coladita por ti, y que tu nole haces ni puñetero caso? –

C: ¿Cómo?, si soy yo el que bebe sus vientos, si quería hablar contigo paraque me aconsejaras, pero no pude, tengo hasta escrito un poema inspiradoen ella, pero que me daba vergüenza mostrarle por si se reía de mi.

E: ¡Vaya tela!, pedazo de inocentón que estás hecho, no sé como no he

caído antes, si es que eres el tío mas retraído que me he tirado a la cara.Anda, anda, ahora espera a la hora de la cena y en los postres dile quequieres hablar con ella, y Carlos, no lo dudes y dale el poema… por muycursi que sea, que ya me lo imagino, verás como hasta aparece la luna paraecharte un cable… ¡Don Juan, que estás hecho un Don Juan!... Madre mía sifuese yo…

Así, refunfuñando entre dientes se acerco de nuevo Enrique a las dosmujeres, las cuales habían escrutado la situación creada y se mondaban derisa en silencio para no zaherir los sentimientos del “Don Juan” mudo

encarnado por Carlos. Pero bueno, no hay mal que por bien no venga. Lasituación sirvió para allanar el camino del sufrido enamorado, ahora debíavolver a arreglar los muebles internos y preparar el momento cumbre de suvida, por supuesto con poema incluido, así lo marcaba el guión desde esemomento…

 Y (XIII)

LOS GOLPES DE LA VIDA

Una tarde azarosa, repleta de pequeñas sorpresas, la vida misma, laeclosión del amor en su estado puro. Una escaramuza amorosa que debíatener su punto y seguido al acabar la cena, el momento álgido de laexpresión de un sentimiento, sentimiento sincero, puro, y sentido, muysentido… pero la noche iba a derivar en un luctuoso suceso, iba a inferir aCarlos el mayor golpe recibido en su corta existencia, algo que le llegaría alo más profundo del alma…

Carlos se sentía muy nervioso durante la cena, el pequeño “percance” con

Paula, al fin y al cabo no era tan negativo, pues prácticamente había sidoella la que de facto le declaró su interés por él, pero tuvo que ser Enrique

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quien le abriera los ojos ante la situación creada. Lo que estaba claro, esque debía ser él, el hombre, quien a pesar de la nueva mentalidad y de losavances en materia de igualdad entre hombre y mujer, seguía siendo elllamado a realizar una declaración en toda regla, tenía que asumir el pesodel primer paso.

No paraba de darle vueltas al asunto, sin embargo, sentía un pequeñoresquemor, algo le hacía sentirse extrañamente inquieto, era como sipresintiera algo, y precisamente; algo no muy bueno.

P: - Carlos, no te enfades conmigo, ha sido una reacción pueril, ando algoalterada últimamente a causa de los próximos exámenes, no quiero romperel magnífico ambiente y la camaradería que estamos compartiendo –

Paula lógicamente quería restablecer el punto cero, tranquilizarlo y dar una

nueva oportunidad para que pudiera retomar la iniciativa e iniciar por motupropio el asalto definitivo que ella esperaba con ansiedad, siendo él,desconocedor por completo de los verdaderos sentimientos de Paula.

C: - Me vais a disculpar un momento, tengo una llamada en el móvil, debeser mi madre o mi abuela Rosario –

Como persona respetuosa, siempre que se encontraba acompañado, poníaen silencio el teléfono, no lo apagaba nunca a esas horas, pues su abuelasolía llamarlo todos los días, siempre, desde que se traslado a Granada, y

para Carlitos era uno de los mejores momentos del día junto a los quepasaba en compañía de su amada, amada en la soledad, en el silencio…¿hasta dentro de un rato?. En ese momento se desplazo a un aparte paracontestar a la llamada.

- ¿Dígame?, … se hizo el silencio durante unos eternos segundos al otro ladode la línea. Era su padre, sollozando, intento en los primeros momentoshablar con Carlos con normalidad, pues era consciente de la impresión y eldesconsuelo que iba a provocar a su hijo el mensaje que debía darle, eso,siendo él, Carlos padre, el primer afectado por la tragedia ocurrida: -

Carlitos, hijo, ella siempre te preparó para lo que te voy a decir, debes sertodo un hombre y asumirlo con total entereza, Carlos, la abuela Rosario; hamuerto, ésta misma tarde nos ha dejado, tenía que decírtelo enseguida,pues sé lo mucho que la querías. Siento romperte el viaje, pero debíadecírtelo inmediatamente - Un inmenso escalofrío recorrió el cuerpo deCarlos, un mazazo, de pronto, una espiral de recuerdos e imágenes con elrostro de Rosario se amontonaban en la mente del joven, un caudal delágrimas heladas recorrían el rostro, y la mano que sujetaba el teléfono sepuso a temblar de forma compulsiva, quedó blanco, desolado, roto en milpedazos. Desde la mesa, sus amigos fueron testigos de la situación. Paula,

de inmediato, trato de reaccionar, pero intuyó lo que pasaba, y espero unosmomentos siguiendo la reacción de él.

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De forma abrupta, Carlos salió del restaurante sin mediar palabra alguna.Como un resorte Paula se levantó y salió tras él… - Carlos, Carlos…Se quedó observándolo. De espaldas, Carlos miraba al infinito con el mar defondo, la noche era estrellada, la luna relucía en su plenitud, se cumplió lo

que auguró Enrique, la luna no falto a la cita, sólo que la cita era para habersido testigo de otro tipo de sentimientos. Lloraba en silencio, Paula loconocía bien, pues con total discreción y desde que lo conociera, se interesóde todo y por todo lo que aquél jovenzuelo de provincias, nervioso ysediento de experiencias deseaba experimentar, ella lo quería con toda sualma, desde el primer instante, y tomo la decisión de acompañarlo desde laprudencia, siempre que él se lo permitiera. Era sabedora de que Carlossentía exactamente lo mismo por ella, al igual que conocía de sobra sutimidez con el sexo opuesto, pero su ilusión se basaba en que “su príncipeazul” tarde o temprano daría el paso de desplegar su capa, para una vez

arrodillado ante la princesa y mirándola de abajo a arriba con sus manosentrelazadas…” le declarase amor eterno”. Ese momento por ahora sehabía truncado, tenía que esperar. Después de unos momentos, Paula seacerco por detrás, lo cogió por la cintura, en silencio, y sin mediar palabraalguna, acompaño a Carlos en uno de los momentos, sino el peor, de suvida… casi se lo dijeron todo sin palabra alguna, pero Carlos tenía queexteriorizar y contarle muchas cosas…

 Y (XIII) 2ª.

Esa misma noche, Carlos, con la ayuda inestimable de Paula en todos lossentidos, pudo embarcar en el último avión que salía del aeropuerto PabloPicasso de Málaga con destino Madrid y con conexión a Valencia. Ya, una

vez embarcado, comenzó la letanía de pensamientos; emocionales en elprincipio, e irracionales en el devenir del viaje. Por una parte, la sensación ysentimiento arraigado de que había perdido tal vez, al ser más importantede su vida hasta el momento. Y casi con plena garantía de que sería muydifícil encontrar a otro que pudiera transmitir en un mismo “cuerpo”, elpensamiento, la bondad, la sensatez, la cordialidad implícita en el mismoregaño y así mismo la transmisión de una sabiduría que para sí quisieran lasmás renombradas universidades mundiales, todo ello, aderezado ycondimentado con un toque de “amor”, siempre amor. ¡Ésa era la visiónlógicamente subjetiva de Carlos con respecto a su querida Rosario, sí,

porque para él la imagen de “abuela”, estaba más que superada por larealidad de la personalidad que ella encarnaba: Una persona que a pesar de

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haber padecido lo indecible, de haber recibo desprecios y desencantos porparte de casi todos. Golpes que hubiesen hundido en la más absolutasoledad y miseria a cualquiera de los jovenzuelos actuales, pero que a ellasin embargo, no hicieron más que aseverar sus creencias innatas sobre elamor, la comprensión, el perdón. Pero con una dureza entrañable, de

resolución absoluta sobre aquello que creía y defendía con uñas y dientes.Esa forma de entender la vida: sencilla, humilde, sin dobleces… esa miradatranquila, la hizo sobrevivir entre tanto desamor y desazón.

El viaje se haría eterno, la perdida de “un buen ser”, junto a la inmensidadde los aeropuertos y de la noche, ayudarían y marcarían en Carlos unasúbita madurez que haría de su carácter el reflejo de aquello jamás perdió:honestidad y comprensión y esa percepción de un mundo repleto de buenagente, gente que la mayoría de las veces es incapaz de verse a sí misma,como es en realidad: sedienta de cariño, de comprensión, de palabras

sinceras que estén repletas de mensajes positivos, sin carga de hipocresía ydesdén… de recibir algo que tan sólo una mirada te pueda dar, llenar… sintanta parafernalia y subterfugios inútiles que sirven nada más que pararebosar corazones desfondados, prácticamente inmersos en la más absolutade las soledades.

Nota del autor:Como he dejado bien claro en anteriores ocasiones, se debe simplemente aunaforma de expandir necesidades íntimas de transmitir aquello que sentimos y

quepuede verbalizarse a través de la escritura y que al tiempo es posible quellegue, aunque sea una sola persona. Con absoluta humildad, cada letra,palabra, párrafo o frase lleva o mejor trata de llevar un poquito dehumanidad,de sensibilidad… en definitiva… una pizca de amor.

 Y XIV

EL DESENLACE (FIN DE LA 1ª PARTE)

Desolación. Es la palabra que mejor define a la situación en la que Paulaquedótras los acontecimientos inesperados. Ella intuía lo que esa noche debíahaberse producido, sus sentimientos estaban a flor de piel, y los de Carlostambién. Y no era otra cosa que la declaración que tanto había deseado, y lo

esperaba porque Marta a través de Enrique, algo le había soplado al oído,perolas circunstancias se precipitaron, y se precipitaron precisamente en aquello

que mas dolor y que más podría marcar a Carlos; la ausencia definitiva del

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serque mas cariño y amor traslado y supo hacer sentir, a su amado en secreto:Laabuela Rosario, la sencillez y modestia, encarnada en un mundomaterializado

y egoísta.

Carlos ha llegado a su destino, y como suele suceder, las desgracias novienensolas. Camino del aeropuerto al tanatorio, su madre, le transmite que supadretiene una enfermedad terminal, le han diagnosticado cáncer, y le han dadodeseis meses a un año de vida. Entre sollozos y lágrimas y culpándose detodo,

trata de explicar durante el corto trayecto, todo aquello de lo que fueincapazde transmitir a su hijo mientras convivió con ellos. Se siente culpable de loquelo es en realidad y de lo que no. Carlos la calma y le conmina a hablar masadelante, cuando su abuela esté enterrada. Le dice que no tiene prisa y queesmomento de arrimar todos el hombro, para decirse cosas buenas, no parareprocharse nada entre ninguno de ellos. Sólo le pregunta Carlos el por quéno

se lo dijo antes. Su madre le contesta que Carlos padre le suplicó que no lohiciera, pues no deseaba entretenerle de sus estudios, aunque le puntualizó

que para nada quería priorizar su estado al de su propia madre, algo queacongojó a Carlitos, comprobando así, la propia sencillez y humildad de supadre.

Cuando Carlos vio a su padre, se fundieron en un abrazo interminable, nohizofalta decirse más entre ellos, siempre existió una complicidad, parca en

palabras, pero cómplice en sentimientos. Después del abrazo, su padre ledio aCarlos un sobre cerrado. – Carlos, hijo, como bien sabes, la abuela siemprefuepobre, y en los últimos días aun estando bien, pareciera que ella intuyese eldesenlace y me dio esto para ti, me insistió mucho en que te lo dieracerradocuando ella faltase, y así lo hago hijo. –

Carlos se aparto, sin esperar ni un segundo… abrió el sobre:

“Carlos hijo mío; así como en la tierra florecen las semillas que con esmero

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tratamos, de igual forma debes sembrar en tu corazón; amor ycomprensión,para que de esa forma puedas aceptar ésta vida mejor. Pues por desgracia,abundan más las malas hierbas y la maleza, las cuales, no hacen mas queconfundirnos y darnos quebraderos de cabeza.

Arranca de una vez esas hierbas, labra y cuida esa parcela, y verás como alcabo de unas siembras, lo que era infértil, se convierte en una prodigiosacosecha. La cual te dará felicidad y bienestar para que prosigas el caminodelbuen amar, que ese, ese será el que os llevará a un mundo difícil deencontrar,pero que con las premisas que siempre te transmití, al final por ti mismollegarás a sentir.

¡Espero de corazón, que sepas germinar los frutos que siempre te dijeencontrarás, con tan solo buscar, con poner un poquito de corazón y unmucho derazón!” .

Las lagrimas de Carlos, eran cataratas. Se fue, como vivió… todo corazón…todoamor.

Una vez en casa, desencajado, roto por el dolor, con lo que tendría que

afrontar apartir de ese momento con sus padres, a Carlos se le encendió unabombillita,recordó a Paula, recordó el poema que la noche anterior le iba a leer, aun asabiendas de que pudiese sonar algo pueril, cursi e ingenuo, dado lostiempos enque vivimos, pero aún así, deseaba transmitírselo, ahora más que nunca, yseprecipito al ordenador para enviar a su amada lo siguiente.

“La luz de tu mirada, cala por completo mis entrañas.La expresión de tu cara hechiza a mis ojos que te siguen en cadamovimiento, encada pasito de tu vida diaria.

 Tu risa, dulce, comedida y clara, alegra mi corazón dolorido por distintascausas;pero que al escuchar la felicidad del tuyo, como hermano que ama, olvidaporcompleto su dolor y comparte la alegría de tu alma.En cada gesto, en cada movimiento, se adivina la percepción innata del

amor quetu cuerpo expresa sin necesidad de palabras.

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 Tu voz, sonora, nítida, repleta de sabiduría que a su vez transmite humildadsentida y calmada, que alcanza el sentimiento más puro y sentido de miadmiración por aquello que transmites tú, mi soñada… mi amada. “.

Carlos, simplemente, comprendió el mensaje de un buen ser.