Cartas de amorJ

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1 Cartas de amor 4. J Desde aquel momento en el que tus ojos claros llenos de dulzura y alegría, y mi mirada falta de cariño y amor se cruzaron, tuve la esperanza de que algún día lograríamos estar juntos. El uno para el otro, tú y yo. Yo para ti, y tú para mí. No nos preocuparían ni el momento, ni la situación ni el lugar. Tan sólo el sol y la luna, el mar y la montaña, la nieve y la arena, tú y yo. Tenía la certeza de que desde ese momento, mi vida sería como un día soleado de playa o una noche bajo las estrellas. Pero estaba totalmente cegado, cegado de amor. Ten cegado, que no supe ver que aquel sueño de amor que tanto había añorado y deseado, no iba a ser cumplido jamás. Que todo esto no era más que fruto de mi imaginación. Me siento triste, angustiado, decaído… No veo la salida de esta angustia, no encuentro la manera de despejarme. Sólo se me ocurre caminar hacia un bosque, un bosque oscuro, falto de color. Allí donde no llegue la luz y pueda descansar tranquilo. Y temo que será desde allí de donde te mande esta última carta… Hasta nunca. Juan López. Alba Ruiz de Larramendi Querido mío: Desde tu marcha las nubes asoman cada día en el cielo gris. Las marchitas hojas son arrastradas por las terribles ráfagas de viento, pero no puedo ver a dónde, ya que la oscura y espesa niebla disminuye mi visión. Oscuro y triste está mi corazón a causa de tu repentina marcha. La soledad es mi única compañía. ¡Ay vida mía! Vuelve pronto, ¡por favor! Maialen Oteiza Amado mío: Sé que ahora estás lejos y probablemente muy ocupado trabajando en tus negocios, pero espero que tengas tiempo de leer esta carta, ya que lleva una parte de mi corazón con

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Cartas de amor de los alumnos

Transcript of Cartas de amorJ

1 Cartas de amor 4. J

Desde aquel momento en el que tus

ojos claros llenos de dulzura y alegría, y mi mirada falta de cariño y amor se cruzaron, tuve la esperanza de que algún día lograríamos estar juntos. El uno para el otro, tú y yo. Yo para ti, y tú para mí. No nos preocuparían ni el momento, ni la situación ni el lugar. Tan sólo el sol y la luna, el mar y la montaña, la nieve y la arena, tú y yo. Tenía

la certeza de que desde ese momento, mi vida sería como un día soleado de playa o una noche bajo las estrellas. Pero estaba totalmente cegado, cegado de amor. Ten cegado, que no supe ver que aquel sueño de amor que tanto había añorado y deseado, no iba a ser cumplido jamás. Que todo esto no era más que fruto de mi imaginación. Me siento triste, angustiado, decaído…

No veo la salida de esta angustia, no encuentro la manera de despejarme. Sólo se me

ocurre caminar hacia un bosque, un bosque oscuro, falto de color. Allí donde no llegue la luz y pueda descansar tranquilo. Y temo que será desde allí de donde te mande esta última carta…

Hasta nunca.

Juan López.

Alba Ruiz de Larramendi

Querido mío:

Desde tu marcha las nubes asoman cada día en el cielo gris. Las marchitas hojas son arrastradas por las terribles ráfagas de viento, pero no puedo ver a dónde, ya que la oscura y espesa niebla disminuye mi visión.

Oscuro y triste está mi corazón a causa de tu repentina marcha. La soledad es mi única

compañía. ¡Ay vida mía! Vuelve pronto, ¡por favor!

Maialen Oteiza

Amado mío:

Sé que ahora estás lejos y probablemente muy ocupado trabajando en tus negocios, pero espero que tengas tiempo de leer esta carta, ya que lleva una parte de mi corazón con

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ella. Puede que te ayude a pensar en mí y a sentirme cerca los tristes días de invierno, esos fríos y lluviosos días.

Ahora que miro por la ventana y veo las

últimas hojas caer, pienso que la distancia nos separa. Estoy aquí sola y desesperada todos los atardeceres por culpa de tu trabajo, tu mundo. Pero me siento mejor cerca de la chimenea; sus llamas me dan fuerza de seguir hacia adelante.

Es de noche y hace frío, pero mañana, con los

primeros rayos de luz, soñaré con que vuelvas a estar conmigo para siempre.

Nerea Martínez de Morentin

Amada mía: En la abrumadora distancia que nos separa desde hace tanto tiempo, no puedo dejar

de pensar en ti. Cada día te añoro y me sorprendo más a mí mismo con la cantidad de detalles con los que te recuerdo: tu largo y afilado rostro como esculpido en piedra, tu cabello oscuro como la noche o tus manos delicadas y fuertes al mismo tiempo. Pero sobre todo, esos ojos grandes y sinceros como estrellas del firmamento son los que me iluminan en la oscuridad, los que me guían cuando pierdo el rumbo. ¿Acaso son tus labios los que me susurran el inmenso amor que nos profesamos?

No, amada mía, es tu mirada la que lo dice todo. Pero algo pasa. Mientras escribo estas

letras, he sentido una punzada en mi corazón. Ya no puedo ver tu rostro, se desvanece, lo busco desesperadamente en el jardín de mi memoria, pero las flores se hallan marchitas, los árboles, antes frondosos ahora lucen desnudos, y la fuente en la que saciábamos nuestra sed ahora está seca. ¿Qué me pasa?

Sí, ya lo veo, siento cómo mi luz se apaga. Perdona amada mía, la distancia que antes

nos separaba por un tiempo, ahora se vuelve definitiva. Tuyo para siempre

Anayet Etxegibel

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Hola, amada mía:

Te escribo esta carta para decirte lo que siento y he sentido por ti durante años. Cada

vez que te veía me alegrabas el día. Cuando me mirabas me sentía la persona más feliz del

mundo, cuando me hablabas pensaba que

me hablaba un ángel, cuando me tocabas

sentía una calidez inmensa y cuando me

besabas… No se puede describir, es la

sensación más hermosa de del mundo

entero.

Pero todo esto ya pasó. Me cambiaste

por otra persona como si cambiaras de

juguete. Y como he visto que nunca más volverás a mí, doy fin a mi vida a través de esta

carta.

Te recordaré hasta el último segundo de mi vida.

Tu juguete.

Paula Beperet

Querido amado mío: ¡No! Cómo puedes pedirme que te olvide, es como pedir al sol que no salga todas las

mañanas. ¡No! Cómo puedes decirme que no te quiera, es como pedirle a los árboles que no

desprendan sus hojas en otoño. ¡No! Como puedes abandonarme cual cactus en medio del desierto. Y te repetiré todas las veces que sea necesario que no. Cuando consigas que no salga el

sol, cuando hagas que las hojas no caigan de los árboles, solo entonces será cuando termine con todo. Porque tú, amado mío, si fueras capaz de hacer todas esas cosas por mí y seguir diciendo que no me quieres, me rendiré, tiraré la toalla, porque tú eres mi vida, mi mundo, mi amor. Tú me haces reír, llorar, soñar y, por supuesto, amar.

Siempre tuya:

Oihane Muñoz

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Desde que no te tengo aquí, en mi vida ya no sale el sol. Los días son largos, fríos y oscuros, y los atardeceres lluviosos abren las puertas a las noches que sumergen los valles en profundas tinieblas y fríos vientos. Me siento débil y desprotegido en este mundo que me viene grande si tú ya no estás a mi lado.

Mi único trabajo es rezar continuamente para

que vuelvas, aunque sé que jamás lo harás. No aguanto más en esta vida que tan cruelmente me está tratando, y a Dios pido que seas muy feliz con ese hombre. Así como también le pido que por favor te guarde un sitio en su casa a mi lado, en esa casa de la que tan pronto como termine la carta seré nuevo inquilino.

Hasta siempre.