CASA DE ALABANZA olumen IX - ameccda.org · No solo se trata de dolores físicos, probablemente por...

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E l análisis más reciente del Salmo 22 nos ha llevado a analizar los escenarios en los que David sufre los efectos de haber trabajado con herramientas humanas asuntos que hay que manejar con herramientas espirituales. N uestro análisis sobre este tema nos ha llevado a contrastar las virtudes descritas por el Apóstol Pablo (Gal 5:22-23), que son consideradas como el fruto del Espíritu, con los antónimos de esta. Ese análisis nos dejó un sabor intenso en la boca. Nos percatamos allí de que las obras de la carne no son necesariamente lo contrario al fruto del Espíritu. L as obras de la carne son el adulterio, la fornicación, la inmundicia, la lascivia, la idolatría, las hechicerías, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las contiendas, las disensiones, las herejías, las envidias, los homicidios, las borracheras, las orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales hemos sido amonestados que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gal 5:20-21). De esto no hay duda. Estos conceptos describen pecados que cancelan la entrada a la salvación ofrecida por Dios en Cristo. P or otro lado, el fruto del Espíritu es el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza; contra tales cosas no hay ley (Gal 5:22-23). Sin embargo, sabemos que hay momentos de la vida de todo creyente en los que no estamos practicando las obras de la carne, pero tampoco estamos operando bajo el fruto del Espíritu. Es allí en donde nos encontramos con que no estamos reaccionando con conductas necesariamente pecaminosas, pero que tampoco somos capaces de superar con entereza cristiana muchas de las crisis que nos causan los problemas cotidianos de la vida. David parece haber caído en ese escenario cuando nos describe que se siente como un gusano, que se siente despreciado y escarnecido (Sal 22:6-7) ¿En qué dimensión nos colocamos cuando no estamos practicando las obras de la carne, pero tampoco estamos bajo la operación del fruto del Espíritu? El análisis final de la reflexión más reciente nos llevó a considerar los antónimos del fruto del Espíritu. Vimos que hay algo más terrible que caer en la trampa de confiar en otros seres humanos de la misma manera en la que confiamos en Dios. Hemos visto que hay algo más doloroso que caer en los resultados generados por la necesidad casi insalvable, inalienable, de salvar la reputación y la aprobación más que el testimonio. Las crisis que producen las depresiones más serias y los sentimientos más difíciles de manejar son aquellas que generamos cuando operamos bajo lo opuesto a las virtudes que nos receta y regala Dios. R ecordemos que las crisis no son iguales a los problemas. Los problemas que no se manejan bien producen, generan las crisis. Repetimos que las crisis que producen las depresiones más serias y los sentimientos más difíciles de manejar son aquellas que generamos cuando operamos bajo lo opuesto al amor (odio, aversión, desprecio, indiferencia, rencor), al gozo (tristeza, aflicción, tristeza, dolor, luto, tribulación), a la paz (guerra, desasosiego, conflicto, discordia, incompatibilidad), a Dirección: Salida #38, Ave. Trío Vegabageño, Calle Betánces #11 24 de febrero de 2013 • Año 2013 • Volumen IX • No. 370 BOLETIN OFICIAL DE AMEC • CASA DE ALABANZA

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El análisis más reciente del Salmo 22 nos ha llevado a analizar los escenarios en los que David sufre los efectos de haber trabajado

con herramientas humanas asuntos que hay que manejar con herramientas espirituales.

Nuestro análisis sobre este tema nos ha llevado a contrastar las virtudes descritas por el Apóstol Pablo (Gal 5:22-23), que son

consideradas como el fruto del Espíritu, con los antónimos de esta. Ese análisis nos dejó un sabor intenso en la boca. Nos percatamos allí de que las obras de la carne no son necesariamente lo contrario al fruto del Espíritu.

Las obras de la carne son el adulterio, la fornicación, la inmundicia, la lascivia, la idolatría, las hechicerías, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras,

las contiendas, las disensiones, las herejías, las envidias, los homicidios, las borracheras, las orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales hemos sido amonestados que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios (Gal 5:20-21). De esto no hay duda. Estos conceptos describen pecados que cancelan la entrada a la salvación ofrecida por Dios en Cristo.

Por otro lado, el fruto del Espíritu es el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza; contra tales cosas no hay ley (Gal 5:22-23).

Sin embargo, sabemos que hay momentos de la vida de todo creyente en los que no estamos practicando las obras de la carne, pero tampoco estamos operando bajo el fruto del Espíritu. Es allí en donde nos encontramos con que no estamos reaccionando con conductas necesariamente pecaminosas, pero que tampoco somos capaces de superar con entereza cristiana muchas de las crisis que nos causan los problemas cotidianos de la vida. David parece haber caído en ese escenario cuando nos describe que se siente como un gusano, que se siente despreciado y escarnecido (Sal 22:6-7) ¿En qué dimensión nos colocamos cuando no estamos practicando las obras de la carne, pero tampoco estamos bajo la operación del fruto del Espíritu? El análisis final de la reflexión más reciente nos llevó a considerar los antónimos del fruto del Espíritu. Vimos que hay algo más terrible que caer en la trampa de confiar en otros seres humanos de la misma manera en la que confiamos en Dios. Hemos visto que hay algo más doloroso que caer en los resultados generados por la necesidad casi insalvable, inalienable, de salvar la reputación y la aprobación más que el testimonio. Las crisis que producen las depresiones más serias y los sentimientos más difíciles de manejar son aquellas que generamos cuando operamos bajo lo opuesto a las virtudes que nos receta y regala Dios.

Recordemos que las crisis no son iguales a los problemas. Los problemas que no se manejan bien producen, generan las crisis. Repetimos que las crisis que producen las depresiones más serias

y los sentimientos más difíciles de manejar son aquellas que generamos cuando operamos bajo lo opuesto al amor (odio, aversión, desprecio, indiferencia, rencor), al gozo (tristeza, aflicción, tristeza, dolor, luto, tribulación), a la paz (guerra, desasosiego, conflicto, discordia, incompatibilidad), a

Dirección: Salida #38,Ave. Trío Vegabageño,

Calle Betánces #11

24 de febrero de 2013 • Año 2013 • Volumen IX • No. 370BOLETIN OFICIAL DE AMEC • CASA DE ALABANZA

la paciencia (impaciencia, ansiedad, inquietud, intranquilidad, intransigencia), a la benignidad (destemplanza, inclemencia, malignidad, perversidad), a la bondad (depravación, malicia, maldad), a la fe (duda, deslealtad, melancolía ) a la mansedumbre (altanería, intemperancia, orgullo, ira), y a la templanza (aspereza, concupiscencia, desenfreno, destemplanza, imprudencia, ligereza, indiscreción).

Los resultados que David obtiene al abrir las puertas a los antónimos de las virtudes reconocidas por la Palabra de Dios y por la mayoría de las filosofías religiosas están descritos en los versos 6 al 18 del Salmo 22. La Biblia dice allí que David

sintió la cercanía de la angustia y la falta de ayuda (vs 11). David experimentó las sensaciones que se sienten cuando uno está rodeado de peligro (vs12). David describe que experimentó que le lastimaban las palabras (vs 13). David dice haber experimentado la pérdida de las estructuras emocionales-espirituales y relacionales que le dan forma y sostén a la vida; derramado como aguas (vs 14a). David describe además un proceso de somatización extraordinario que incluye dolores intensos en sus coyunturas y problemas cardiovasculares muy serios (vs 14b). El salmista nos dice que esos escenarios le drenaron todas sus fuerzas, su vigor, su deseo de hablar y la sensación de que la muerte estaba muy cerca (vs 15).

Esos resultados son muy dolorosos y capaces de derribar y paralizar a cualquier ser humano. El problema es que estos resultados no son los únicos obtenidos por David.

La Biblia dice que el salmista llegó a sufrir los efectos de la violencia y de los ataques despiadados de sus enemigos (vs 16). También dice que este parece haber perdido mucho peso en ese proceso, al mismo tiempo en el que la gente se limitaba a mirar de lejos, sin actuar para ayudarle (vs 17). Lo último que David dice al respecto es que se sintió despojado de algunos elementos básicos para la vida, como lo es el vestido (vs 18). Esa última frase puede ser entendida como que la vergüenza pública que sufre el salmista alcanzó unas dimensiones inhumanas.

Sentir que la vida se derrama (vs 14a) no solo implica que se han perdido estructuras básicas que sostienen la vida. Dentro de varias formas que existen para traducir el

concepto hebreo utilizado (“shawfak” H8210), se encuentra “desangrarse” y “gastarse”. Esta última traducción debe estudiarse desde la perspectiva de que se le haya asignado un valor a una persona y que se le deseche luego de sacarle todo lo que vale. ¿Le suena familiar? Se hace más patente esta traducción cuando el salmista d i c e que ha sido desechado así como quien desecha “mahyim” (H4325), concepto que bien puede ser traducido como agua, pero que también puede ser traducido como desperdicio o como orina.

El salmista dice mucho acerca de los efectos físicos que esta crisis ha desatado sobre él (vs 14b). No solo se trata de dolores físicos, probablemente por somatización. Se trata de

que la sustancia de la que él está hecho, su fuerza (“ehtsem”, H6106) está desconyuntada, rota, separada, dispersa, dividida, regada por todas partes. ¿Le suena familiar?

El salmista añade una frase que da la impresión de que su crisis lo ha llevado a experimentar problemas cardiovasculares (vs14c). El dice que su corazón se derritió como se derrite la cera. El corazón en el Antiguo Testamento (“leb”, H3820)

no solo se limita a la identificación del músculo cardiaco que mantiene la circulación de la sangre por todo el cuerpo. Ese concepto es también usado en algunas ocasiones para describir el asiento de los sentimientos del ser humano, del intelecto, de la valentía, del entendimiento, de la sabiduría y/o del todo del ser humano. O sea, que hay mucho en la expresión del salmista cuando nos dice que se le derritió (“mâsas”, H4549), el corazón, que se le echó a perder, que se le desvaneció o se le hizo líquido con fatiga, angustia y/o temor.

En el caso de Jesucristo en la Cruz del Calvario, la interpretación de este salmo es una literal. El corazón de Jesús se “derrite” en su pecho debido a unas complicaciones multifactoriales que sufre Jesús allí. En el caso del salmista, él puede

estar diciendo que se le derritieron los sentimientos, se le licuó el intelecto, se le echó a perder su valentía y su capacidad para entender y/o que se le echó a perder la sabiduría. Hay crisis en la vida de cualquier ser humano que provocan que uno

sienta todo esto y mucho más.

Pero hay más; mucho más. El salmista añade que su vigor (“kôach,” H3581), su fuerza, su capacidad para producir, sus habilidades para

adaptarse a las circunstancias como lo hace un camaleón, su riqueza, se secó (“yâbêsh,” H3001), se llenó de vergüenza, se confundió y/o se desilusionó como un tiesto. La capacidad para hablar y explicar lo que le estaba sucediendo, también se perdió.

Sabemos que hay otros síntomas que tienen que ser considerados con mayor profundidad. Pero un resumen parcial a base de lo que hemos

visto hasta aquí nos permite indicar que lo antes descrito apunta a que el salmista estaba sufriendo de una depresión muy severa. Sabemos que hay efectos físicos que no han sido discutidos aún. Estos forman parte de nuestra próxima reflexión.

Para esta ocasión basta saber que un gigante de la fe pueda haber experimentado síntomas similares a los que muchos creyentes sufren

hoy día. No olvidemos que una de las tesis fundamentales de esta serie de reflexiones es que muchas de estas crisis surgen como resultado de usar herramientas humanas, o los antónimos del fruto del Espíritu de cara a situaciones que solo pueden ser manejadas usando las herramientas espirituales que Dios nos ha concedido.

Ya casi a mitad de camino, David acude a una herramienta espiritual; la oración. Estamos convencidos de que el salmista ha orado durante

todo este tiempo. Sin embargo, creemos que no ha orado como se debe orar cuando enfrenta situaciones límites. No se trata del proceso de informar a Dios acerca de lo que nos sucede, decirle que confiamos en él y luego salir a hacer lo que nos parece que es lo correcto. El verso 19 se presenta como un ejemplo extraordinario del tipo de oración que hace la diferencia:

“Mas tú, Jehová, no te alejes; Fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.”

Esta es la clase de oración que pone los acentos en el Señor. Nace de un corazón que sabe que ya no le queda mucho, que no tiene fuerzas

para hacer y que reconoce que su única oportunidad de socorro está en el Señor. Creo que hay muchas experiencias que vivimos como creyentes en Cristo que debemos identificar como escuelas para aprender a depender más de Dios y menos de nosotros. Esta aseveración forma parte de la reflexión pastoral de hoy y de la próxima reflexión escrita.

Pastor Miguel Martinez.........................Hogar Ángel Daniel Pérez...............................Hogar Adela García Cordero...........................HogarBrendaliz Rodríguez Vélez...................Hogar Carmen Torres Martínez........................HogarCelia A. Brea Robles.............................HogarDelia Soler......................................HondurasDylan Omar Martínez.............Centro Médico Enerida Cardoso............................Florida, EUEliacim Castro Rodríguez ......Centro Médico Gisella Zamot...................................New YorkGabriella Rocío González.......Hosp. San Jorge José Rosario....................Hosp. Área Carolina José García Roi...............Hosp. Área Carolina Julito Rodríguez .............Hosp. Área Carolina Marta Daniels.......................................Hogar Maria de los Ángeles Ortiz Nieves.........Hogar Maria Silvia Vargas...............................Hogar Magali Edward......................................HogarNoemí Cordero....................................Hogar Noe Mercado.......................................Hogar Wilfredo López Ruiz.............................Hogar Victor Corcino......................................Hogar Yolanda Mirabal...................................Hogar Yasimillet González.........Hosp. Área Carolina

Ministerio Teatro de Niños. Para más información se pueden comunicar al (939) 644-3099

Muchas bendiciones a nuestra amada Hna. Edith Carrero esposa de nuestro pastor rector

por su cumpleaños el 26 de febrero.

Muchas felicidades a nuestra madre Georgina Bermúdez Soliván quien cumple 85 años en

febrero. De sus hijos Rev. Kittim Silva, Rev. Rene Silva, Myrtha, Nilsa, Abel. David, Evelyn, Jorge.

La Iglesia AMEC Casa de Alabanza felicita a todos nuestros hermanos policías en su

semana, damos gracias al Señor por sus vidas y servicio.

Comienzan el martes, 6 de marzo de 2013. Para más info. se pueden comunicar

con el Pastor Ernesto Vélez (787) 256-3331 / 769-4011