CEDEPO, Seminario 20 años

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Seminario 20 aos de CEDEPO Los desafos de la Educacin Popular en Latinoamrica Por: Arq. Carlos Nez Hurtado

Centro Ecumnico de Educacin Popular CEDEPO Av. Centenario 5360, CP 1882, Quilmes. Pcia de Buenos Aires. ARGENTINA Tel / Fax: 011 4256 2812 Correo Electrnico: [email protected] Pgina de Internet: www.cedepo.org.ar

Editado por CEDEPO. Julio de 2004

En mayo de 2004, CEDEPO festejo con muchos amigos, compaeros de sueos y organizaciones hermanas sus primeros 20 aos de vida. 20 aos de bsquedas, intentos, sueos y esperanzas junto a los sectores populares de nuestra patria y del continente. Con motivo de esta celebracin, realizamos un seminario sobre las perspectivas de la educacin popular en nuestro pas y en el continente buscando hacer de este encuentro con los amigos un espacio educativo. Nos acompao en esta ocasin un maestro, un militante, un educador popular clave en el desarrollo de la Educacin Popular a lo largo y ancho del continente. Carlos Nez Hurtado: educador popular Mexicano que marco sin dudas la formacin de muchos educadores y educadoras con compaa, aportes, reflexin y anlisis compartidos en los cientos de talleres, seminarios encuentros que realizo en su vida de compromiso con los sectores populares en busca de su liberacin. Tambin en sus artculos y notas periodsticas donde reflexion sobre labor compromiso, visin del educador y en sus libros que nos han acompaado en nuestra tarea cotidiana: Educar para transformar, transformar para educar y La Revolucin tica. Compartimos en este material La trascripcin del seminario realizado en la Ciudad de Buenos Aires con decenas de educadores, dirigentes sociales y polticos, maestros, comunicadores agentes pastorales con los que festejamos estos aos de bsqueda desde la Educacin Popular. CEDEPO

SEMINARIO 20 aos CEDEPO Los Desafos de la Educacin Popular en LatinoamricaPor: Arq. Carlos Nez Hurtado En primer lugar, mi agradecimiento y un abrazo de sincera y fraterna felicitacin. Nacer, vivir, permanecer y estar vivos durante 20 aos completamente vivos, que es an ms difcil - no es tarea fcil ni comn. Para todos nosotros, como amigos, compaeros y hermanos de ustedes, es digno de felicitacin sincera el que CEDEPO est viviendo y dando vida. La tarea que me solicitan no es nada fcil, pues no podemos hacer en solo una breve jornada un verdadero Taller en el sentido pleno de su significado. Ustedes bien saben que un Taller es, por definicin, un mtodo de trabajo plenamente participativo. Dadas las condiciones de tiempo y nmero de participantes, tenemos que encontrar un equilibrio entre lo posible y lo deseable. Porque no podemos dejar

de partir de ustedes, pero tampoco podemos dejar de aportar nuestra experiencia que, entiendo, es lo que ha estado presente en la intencin de invitarme. Tenemos que hacer un equilibrio entre el partir y el llegar. Por ello les propongo que tengamos una jornada en la que todos podamos hablar y participar. Pero que partamos de lo que ustedes tengan como preguntas, dudas, afirmaciones etc. Y que a partir de all, podamos establecer un dilogo, pues para mi no tiene sentido que yo empiece a hablar al margen de sus inquietudes. La propuesta pues, es hacer pequeos grupos desde la vecindad donde se encuentran sentados, para levantar desde ah aquellas preguntas, situaciones, afirmaciones, dudas y/o cuestionamientos que tengan en torno a la Educacin Popular (no tienen que ser solamente preguntas, pues el dilogo no se puede basar en que yo simplemente responda si puedo a sus interrogantes, sino en el intercambio de saberes, apreciaciones, etc.) Y sin perder el peso de este particular contexto, si los(as) invito a pensar tambin desde el contexto latinoamericano. De otra manera, me encontrar menos habilitado para poder hablar de la situacin especfica de Argentina. El contexto en el que todos estamos es el contexto liberal que nos atraviesa continentalmente. Los invito pues a conversar desde este contexto. Sus planteamientos me permitirn, al recogerlos y sistematizarlos, intentar ofrecer mis puntos de vista, contestar lo que pueda, asumir humildemente lo que no sepa y establecer entonces, a partir de ah, un verdadero dilogo. Entre todos y todas. Esta es mi propuesta, les parece? (Al asumirse la propuesta se trabaja en grupos de 15-20 personas y presentan las preguntas y aportes en fichas) Me encuentro ahora con un abanico riqusimo de temas para conversar, que haciendo gala de un ejercicio casi instantneo de sistematizacin, hemos tratado de organizar por bloques temticos. Son muchsimas, muy interesantes y a la vez muy complejas las cuestiones planteadas. Voy a tratar de partir de ah para conversar con ustedes y ofrecer mis puntos de vista. Por supuesto, insisto, la propuesta incluye que esto no se convierta en un monlogo. Por ello, controlemos entre todos nuestros tiempos de intervencin.

Primer Bloque de preguntas: Definicin conceptual, historia y metodologa-Qu es la Educacin Popular? Articulacin de redes. Diferentes lneas de Educacin Popular. La Educacin Popular es solamente una forma de ensear a leer y escribir distinta de la que existe?... o es un movimiento para liberar la conciencia y mostrar que existe un sistema opresor? Qu utiliza la Educacin Popular para transformar este estado de cosas en conciencia popular? Diagnstico y perspectivas de la Educacin Popular. La Educacin Popular puede aportar a un proceso de liberacin en Amrica Latina? La Educacin Popular existe como proceso fracasado?... O fracas el proceso?Pienso que la definicin de la Educacin Popular es mejor que se vaya construyendo al comentar todas las preguntas y cuestiones planteadas en las tarjetas. No me gustara empezar dando una definicin (que por otro lado pienso que no existe). Ni siquiera una conceptualizacin como punto de partida. Y es porque justamente la Educacin Popular es un proceso vivo, en permanente construccin terico-prctica, histrica y contextual. Es a partir de los hechos - y de las diferentes prcticas que sobre ellos se generan - que se va dialcticamente construyendo. Sin embargo, finalmente har un pronunciamiento al respecto. Adelantada esa tesis, recorreremos las preguntas que tengan que ver con la cultura, con la poltica, con la presencia de la Educacin Popular en la educacin formal, con los sectores especficos (nios, mujeres, etc.). Espero que de esta manera

ir apareciendo la respuesta, para luego finalmente y a manera de sntesis- asumir una posicin propia.

AntecedentesLa Educacin Popular tiene antecedentes histricos muy remotos, aunque evidentemente, a dichas prcticas, quizs no se le llamaba as. Frente a esta misma inquietud, en una ocasin nos dimos a la tarea de realizar un evento en la Habana en el ao 1994 y previo a la III asamblea general del CEAAL. Se llam Precursores de la Educacin Popular y fue organizado por el CIE Graciela Bustillos de Cuba. En el, nos dimos a la tarea de trabajar el tema desde el pensamiento de Mart, de Bolvar, de Simn Rodrguez, de Flix Varela, de Maritegui etc. Incluso trabajamos algunos autores o prceres ms cercanos, como el propio Che Guevara, Sandino o Lzaro Crdenas. Y no con total sorpresa - porque ya tenamos informacin elemental al respecto -pero s con gran satisfaccin, encontramos que, quiz sin nombrarla explcitamente como tal, aparecan sus fundamentos y propuestas actuales en mltiples planteamientos y pronunciamientos de esos lderes intelectuales, polticos e incluso prceres - de nuestras gestas histricas. No era casual que dichos personajes, dentro de su proyecto poltico, cuando planteaban el tema educativo acudan francamente a postulados que hoy recogemos - guardando tiempos y circunstancias - como sustantivos de la Educacin Popular. Nunca se logr generar a partir de ello una verdadera corriente educativa en cuanto tal. Pero es muy interesante encontrar cmo ese viejo pensamiento educativo y liberador, adquiere ahora materialidad histrica en lo que llamamos la corriente de la educacin popular. Pero podemos histricamente constatar que no se trata de un planteamiento totalmente nuevo. La idea de que la educacin sea un acto de liberacin, de humanizacin, de toma de conciencia de la realidad, etc., est desde el propio origen de la educacin. Incluso, etimolgicamente, educacin viene del griego educhare que quiere decir sacar de. Reparemos en la anttesis cuando hoy, la educacin es entendida como entregar a, que es exactamente la contrapropuesta del sentido etimolgico original de educacin.

LOS 60Una dcada de grandes fenmenos esperanzadores: La Revolucin Cubana, El Concilio vaticano II, La teora de la Marginalidad, La Teologa de la Liberacin, el aporte de Paulo Freire.Desde una visin ms contempornea, la E.P. tiene un origen muy claro en los aos 60. Fue sta una dcada muy viva, rica y llena de luchas y esperanzas. Muchos de los sectores que en Amrica Latina trabajamos con y desde la Educacin Popular, hemos sido influenciados y beneficiados por una gran cantidad de fenmenos que sucedieron justamente en los ya lejanos 60. El triunfo de la Revolucin Cubana en 1959 marc un hito de admiracin y esperanza para muchos sectores polticos e intelectuales progresistas. Sus consecuencias fueron muchas. Algunos optaron por imitar la alternativa guerrillera, es decir, por la lucha armada, para as cambiar el estado de cosas vigente. Otros, asumieron la toma de conciencia que les provoc dicho fenmeno, encaminndola a proyectos de intervencin y/o acercamiento con los sectores sociales empobrecidos y/o en experiencias cvicas y/o polticas antes no ensayadas. La propia reaccin de los Estados Unidos frente al peligro de imitacin que significaba dicha gesta, provoc, mediante la Alianza para el Progreso, que fluyeran millones de dlares para programas de desarrollo comunitario, de vivienda popular, de salud etc., mismos que eran operados por los propios gobiernos latinoamericanos. Pero finalmente, y como producto de su propia contradiccin, acercaron a grupos

socialmente inquietos a las bases populares, favoreciendo la mirada crtica frente a tan crueles condiciones. Eventos, debates, propuestas, dilogos plurales sobre la problemtica social etc., acompaaron dicha estrategia contrainsurgente, segn el inters y enfoque original norteamericano. Dicho de otra manera, el clima socio poltico se calent y se hizo presente en todo el continente. De igual manera, hay que reconocer y recordar el gran peso que tienen en un continente como el nuestro (en general, profundamente creyente) el desarrollo de las ideas religiosas, particularmente cristianas. Aunque se sea o no creyente, es imposible negar el papel de los actores cristianos y de la iglesia institucional misma, que han tributado mucho a estas corrientes de pensamiento y accin. Entre los actores progresistas comprometidos con los sectores sociales empobrecidos, al inicio de la dcada se hablaba mucho de la filosofa y de la teologa del desarrollo. Hay importantes autores que presentan una postura muy clara al respecto (el Padre Lebret es un claro ejemplo de ello). Pero tambin tienen gran desarrollo e influencia las tesis de la doctrina social de la iglesia y las encclicas y documentos papales. Sin embargo y a pesar de ello, la mayora de las prcticas populares de este origen seguan siendo fundamentalmente asistencialistas. Dicho de otra manera, la forma cmo se proyectaba el trabajo social o popular de inspiracin cristiana en Amrica Latina, era la caridad, la asistencia y/o la beneficencia o filantropa. Indudablemente, y a pesar de sus evidentes limitaciones, este tipo de prcticas humanistas representan en muchos casos, y a pesar de todo, antecedentes reales de la E.P. Siendo en general obras humanas nobles y buenas, no enfocaban el tema desde la perspectiva de justicia social. Ni tampoco desde un enfoque del desarrollo, a pesar de la doctrina que debera guiarlas. Pero bien sabemos que la justicia no puede ser nunca sustituida por la caridad. La caridad es el mal necesario cuando los pueblos no viven en justicia. La caridad debera empezar ah donde termina la justicia. Y solo como parte de una poltica de compensacin ante los desfavorecidos en extrema situacin, a pesar de las polticas pblicas en ese sentido. O quiz, justamente como parte complementaria de ellas. Es en la primera mitad de esta dcada cuando el Papa bueno, Juan XXIII, convoca al Concilio Vaticano II, estratgico evento eclesistico que abri las puertas y las ventanas de la esclertica Iglesia Catlica. Con ello entr en la vieja iglesia un aire puro y refrescante. El necesario y urgente oxgeno provoc una toma de conciencia muy fuerte - renovadora y crtica - tanto en los temas internos propiamente eclesisticos, como en todos los que, derivados de la doctrina y misin eclesial, tienen que ver con el mundo y sus ciudadanos(as) (sean o no creyentes y /o fieles de la iglesia catlica). Este impacto y apertura en el mbito del pensamiento social, favoreci la inmediata (1968) expresin de los que ya se vena gestando: la teologa de la liberacin. Ella surge formalmente en la Asamblea del Episcopado Latinoamericano (CEALAM) llevada a cabo en la ciudad de Medelln. Colombia, en el ao 1968. Con dichos documentos, la iglesia otorga carta de ciudadana a la relacin entre justicia, desarrollo y liberacin. Acerca, con claridad, una postura de FE con una natural consecuencia de compromiso socio poltico. Acerca tambin al cristianismo con las tesis marxistas, hasta antes de esa poca, imposibles de verse en capacidad de dilogo. Ello hace que muchsimos sectores cristianos despierten a una visin que va ms all de la caridad, de la asistencia e incluso, del desarrollo mismo. El dilogo con el marxismo crtico recupera las mejores herencias de ideas, valores y pensadores, que aunque no eran marxistas formalmente, tenan esta postura de liberacin presente. Y es que se comprende que el desarrollo no ser posible por la simple evolucin natural de la actual sociedad capitalista y explotadora, sino que debe darse una transformacin profunda de las estructuras injustas que producen la situacin de pobreza. La teologa de la liberacin (que es prima hermana de la Educacin Popular), toca entonces a infinidad de sacerdotes y religiosos progresistas. Pero

tambin impacta a muchsimos sectores laicos cristianos, que con su vocacin misionera y espritu de servicio, se lanzan a trabajar comprometidamente con el pueblo. No deja de llamar la atencin que, curiosamente, es hasta entonces que muchos religiosos descubren la existencia del pueblo pobre y oprimido, visto ahora desde estas categoras sociolgicas y polticas y no slo como beneficiaros de sus obras de caridad. Es de alguna forma dramtico aceptar, que la razn de ser de su compromiso cristiano, hubiera sido olvidado - en los hechos - por tantos y tantos aos. Pero lo positivo es que finalmente lo descubren y se vuelcan a trabajar con el pueblo pobre y oprimido, ya no desde una visin asistencialista, sino en bsqueda de su promocin, educacin y liberacin. Otro fenmeno de gran importancia e impacto en esa dcada lo fue, sin lugar a dudas, el movimiento mundial del 68. Ello dio pie a que muchos maestros, intelectuales, estudiantes y ciudadanos en general, buscaran tambin comprometerse socialmente. Y ello coincide por los mismos aos. De una u otra manera, todo el mundo vivi el 68. Algunos pases lo vivieron con una intensidad brbara, como fue el caso de Mxico con el movimiento estudiantil que termin formalmente con represin de la masacre del 2 de octubre. Pero lo que no termin fue justamente lo que despert: la conciencia masiva sobre los lmites de un modelo socio-poltico de decenas de aos de control corporativo, excluyente y opresor. Al mismo tiempo, en los 60 aparecen otros dos fenmenos muy importantes que abonan al desarrollo de la conciencia, de la comprensin crtica del mundo, de las explicaciones cientficas de los fenmenos y de la bsqueda de alternativas novedosas. Uno de ellos es la aparicin de la Teora de la Marginalidad que tuvo su origen en Chile. Desde Santiago, una ONG llamada DESAL (Desarrollo Econmico y Social Para Amrica Latina) dirigido por un sacerdote jesuita de origen Belga, Roger Veckemans, produjo un modelo terico de interpretacin histrico-estructural de la situacin de pobreza en Amrica Latina. En l, se edita el concepto de marginado social que nos conduce directamente a la imagen de margen. Cuando uno escribe, lo hace respetando el margen de la pgina, que naturalmente, queda en blanco. Esta teora postulaba, jugando con la analoga, que los sectores populares eran marginados, es decir, que estaban al margen del proceso de desarrollo. Dicha teora abundaba en razones histricas, polticas, geopolticas etc. para sustentar dicha interpretacin. Para muchos de nosotros, ya para entonces trabajadores militantes en el campo de lo popular, fue el primer aporte cientfico que vena a superar la mera visin e interpretacin fenomenolgica de la pobreza. La propuesta nos ayud a armar el rompecabezas de los fenmenos sociales que ya veamos y nos ayud a entender, de manera racional e histrica, el panorama latinoamericano al ayudarnos a entender un fenmeno que veamos disperso, sin unidad orgnica, sin identificacin histrica.[1] Y es que en ese tiempo no nos bastaba una interpretacin terica de carcter general (como los primeros acercamientos al marxismo que nos llegaban presentados en forma por dems ortodoxa, casi a nivel de recetario), pues si bien nos ayudaron a entrar en una comprensin cientfica de los procesos sociales, no nos aportaban los suficientes elementos para comprender el dinamismo propio del desarrollo de la sociedad. De ah la importancia que para un amplio sector de promotores o educadores populares de origen cristiano, fueron teniendo los fenmenos y/o aportes de aquellos lejanos sesentas, que he descrito antes. Sin embargo, el planteamiento de la teora de la marginalidad fue muy pronto cuestionado, pues fallaba en algo sustancial: cmo hablar de que el pueblo est marginado de este proceso, si es el verdadero sostn del sistema capitalista? Si estuviera al margen - se criticaba no se podra dar la explotacin de la fuerza de trabajo, pues faltara el componente que defina el falso equilibrio entre oferta y demanda del mercado laboral: el ejrcito de reserva en el cual justamente se basaba el sistema. Pero a pesar de ello, el planteamiento de la marginacin (que no podemos desarrollar ahora a fondo) no dejaba de tener una parte de razn en el sentido de lo que llamaba la marginacin pasiva o receptiva, es decir, el hecho

innegable de que los marginados tambin lo eran en el sentido de estar fuera al margen- del disfrute de los beneficios que la sociedad produca para todos y todas. Y esto se deba a la injusta situacin social, a la manera como se desarroll la conquista y colonizacin, y a la mala distribucin de la riqueza, consecuencia lgica de su rol en el proceso de produccin de la sociedad. La crtica ya sealada que se refera al concepto de marginacin activa (los marginados por serlo - no contribuyen al proceso de desarrollo de la sociedad) nos ayud a ser ms analticos y ms crticos. Pero, sin duda, el aporte de dicha teora nos ayud mucho a entender histrica y geopolticamente la situacin estructural de pobreza de nuestro continente. En el marco de este contexto - y sus importantes fenmenos sociales, intelectuales, religiosos y polticos descritos - aparece a finales de la dcada, coincidentemente, Paulo Freire y sus aportes en el campo de la educacin liberadora. Su profundo componente humanista y cristiano, a la vez que de clara inspiracin marxista, aport en aquellos momentos de renovacin teolgica, de reinterpretacin sociolgica, de agitacin poltica, de protagonismo juvenil, de drama y tragediapero finalmente de esperanza y compromiso, un elemento sustantivo: el rol de la conciencia crtica (y de la educacin por lo tanto) en los procesos de liberacin latinoamericana. Desde esa toma de conciencia. Frente al deseo de comprometerse y cambiar la situacin vigente. Desde el compromiso terico/prctico con las bases sociales. Y an con aquellos modelos inacabados, la presencia de Paulo Freire y su propuesta pedaggico-poltica cae como anillo al dedo en aquel ambiente de finales de los 60. La Educacin como Prctica de la Libertad y Pedagoga del Oprimido (sus primeras y tan significativas obras) ofrecen una nueva visin, que recuperando muchos elementos de explicaciones y teoras anteriores, aportan una nueva sntesis en la que ya no se habla de marginado, sino de oprimido y explotado , colocando tesis y sealando razones estructurales que originan de la pobreza. Pero igualmente, coloca al ser humano - al educando - en el centro del proceso educativo. Lo ubica como sujeto de la accin educativa, y no solo como objeto meramente receptivo de procesos bancarios* de educacin. Trata el tema del conocimiento, de la tica del hecho educativo, de la necesaria pedagoga de la participacin y el dilogo. Aporta un mtodo de alfabetizacin concientizadora*, que siendo el nico que nos ofreci, ayuda a muchos(as) de los nuevos actores en el campo de lo socio/poltico, a desarrollar prcticas con ms sentido, con rumbo, con intencin liberadora.y no slo asistencial y compensatoria. * (Esto lo desarrollaremos ms adelante) De esta manera se va armando en la mente de muchos - y en sus prcticas concretas - una visin ms compleja e integral, que sin renunciar al humanismo fundamental y su compromiso casi misionero, encuentran ahora teoras, interpretaciones, historias, metodologas y herramientas para actuar. En los 60, pues, la corriente llamada posteriormente Educacin Popular se estaba gestando a partir de los fenmenos sealados - y de muchos otros que tuvieron, lgicamente, desarrollo y aplicacin particular segn cada contexto especfico.

LOS 70Dcada de desarrollo y consolidacin. Surgimiento de ONGs, movimientos sociales. Los golpes militares y el establecimiento de las dictaduras. 1979: La Revolucin nicaragense.Producto de lo anterior, en los 70 se produce un desarrollo fuerte de creacin de las llamadas ONGs, es decir, de instituciones de la sociedad civil que adoptan estas bsquedas y compromisos, y empiezan a actuar muy inspiradas en la propuesta freiriana de alfabetizacin. Siendo ste un aporte muy importante de Freire, no agota,

sin embargo, todo su planteamiento. Este desarrollo se intensifica y diversifica a gran escala en todos los pases. Temas clsicos y nuevos, empiezan a ser trabajados por centros, institutos y asociaciones, de la sociedad civil. Se generan y establecen las primeras articulaciones, la mayora de ellas muy informales o inorgnicas, pero que sern la base de la futuras redes de los ochentas. Son aos de grandes innovaciones metodolgicas, de profundas reflexiones sobre el rol de las ONGs, de su ligazn, dependencia o independencia de y con los partidos etc. Son aos intensos de mucha creatividad, desarrollo de propuestas, reflexiones polticas, creacin de protagonismos muy ligadas a los movimientos sociales urbanos, campesinos e indgenas, mismos que encuentran condiciones propicias para su surgimiento y/o significativo desarrollo, segn cada contexto. Es una dcada que en algunos pases (como Mxico) se produce un gran avance en el desarrollo de experiencias de base, comunitarias. En otros, son los aos de la llegada de las negras dictaduras militares que reprimen a tantas organizaciones y eliminan a cientos de cuadros. En cambio, en otros pases con un desarrollo organizativo/popular muy fuerte, las tareas eran ms bien de apoyo a las organizaciones existentes. Y por la inspiracin freiriana, y por tratarse bsicamente de apoyos para el fortalecimiento organizacional en trminos de educacin, capacitacin y comunicacin, se llamaban - genricamente tareas de Educacin Popular La incidencia de Paulo Freire y la educacin liberadora, ofreca justamente el encuadre pertinente. Como todas, poca de contrastes e innovaciones. En las dictaduras, el campo de lo explcitamente poltico se vio anulado y reprimido. Pero eso gener nuevas experiencias que se refugiaron en el campo de lo social, de lo socio religioso, de los derechos humanos etc. Y desde ah, enfrentaron a las dictaduras generando nuevos enfoques, propuestas novedosas, surgimiento de los llamados nuevos actores. Nuevas sntesis se lograrn en los ochenta (como veremos ms adelante). Pero en todo caso, podemos afirmar que el impacto de Freire se mantiene, pero ya desborda el primer asidero ligado a la alfabetizacin. Sin abandonar esta causa, Freire es interpretado y reinterpretado muy creativamente en la formulacin de propuestas metodolgicas para la investigacin, la comunicacin, el desarrollo comunitario etc. A finales de los setenta, este proceso cobra ms fuerza por el impacto del triunfo de la Revolucin Nicaragense. Por un lado, al igual que pas con la revolucin cubana en los sesentas, la revolucin sandinista repone el nimo social y poltico, anima la esperanza de cambios profundos y genera un gran inters en sectores antes nunca movilizados por una causa como esta. Surge un amplio y plural movimiento de solidaridad en todo el mundo, mismo que se concreta de mil maneras, una de ellas, aportando los aprendizajes de la educacin popular.

LOS 80Fuerte impacto de la Revolucin Sandinista Desarrollo y consolidacin de muchas experiencias Desarrollo terico y metodolgico de la educacin popular Dcada de expansin de las propuestas 1989/ 1990: Crisis de paradigmas, cada del muro de Berln, derrota electoral en Nicaragua. La educacin popular en desconcierto, repliegue. Fuertes debates internos.

Nota aclaratoria. Durante los setentas, en Mxico, para referirnos genricamente al tipo de prcticas que hemos venido identificando como de educacin popular, usbamos el concepto de promocin popular (y no educacin popular). Esto tena que ver con la particular situacin poltica del pas, pues el partido de estado (el PRI) haba sometido a todos los actores a un frreo control corporativo. As, el corporativismo mexicano no haba permitido generar en forma significativa - organizaciones sociales, sindicales, campesinas etc. independientes. Haba entonces que construir las organizaciones.

Nicaragua revolucionaria genera mltiples experiencias novedosas, como la cruzada nacional de alfabetizacin . Pero pasada la experiencia de la cruzada, se establecen a nivel del Ministerio de Educacin, los programas de educacin popular como mantenimiento y desarrollo de lo logrado. En otros muchos campos de la actividad pblica y de las organizaciones de masas, se da origen a modelos de desarrollo, educacin, salud, vivienda, cooperativismo etc., que innovadoramente incorporan las propuestas de la educacin popular de inspiracin freiriana generadas en el resto del continente. Obviamente, estas experiencias iban mucho ms all en sus propuestas y sus alcances - de los clsicos pequeos proyectos que se generaban en le resto de los pases. En Nicaragua, eran expresin de las polticas pblicas. Y es que haba un pas entero y adems, en situacin revolucionaria - que optaba por la Educacin Popular. Tuvimos la fortuna de participar intensamente en ese proceso, justo desde y para la lnea de la Educacin Popular, lo que nos planteaba retos que obligaban a generar respuestas de una complejidad enorme, nunca antes atendida en nuestras prcticas nacionales. No es lo mismo estar trabajando en un proyecto en un barrio (aunque fuera un barrio muy grande) que estar elaborando una poltica educativa para un pas en revolucin. Nos cambiaban todos los parmetros. Y eso nos llev a imaginar modelos, a innovar propuestas metodolgicas, a disear estrategias y, en consecuencia, a entrar en contacto mucho ms serio con diversos aportes de las ciencias sociales y polticas. Nicaragua y su Revolucin indita, propiciaron programas (tambin inditos) en materia de vivienda, reforma agraria, cultura, educacin, organizaciones de masas etc. (y hasta en el campo de la poltica) que incorporaron las propuestas de la Educacin Popular. Igualmente, bajo esta inspiracin, se desarrollaron adems mltiples experiencias que incorporaron el sentido explcitamente cristiano, propio de la teologa de la liberacin. La presencia de mltiples actores solidarios, provenientes de muy diversos pases y experiencias, convirti a Nicaragua en un verdadero crisol de intercambio, aprendizaje mutuo, desarrollo y maduracin de las propuestas de la educacin popular. Y con ello, se consolidaron las condiciones para el surgimiento y/o consolidacin de las iniciativas de rearticulacin que se venan perfilando desde los setentas. Obligada referencia me merece el surgimiento de la Red Alforja, que desde ese mbito, proyect su trabajo terico/metodolgico a todo el continente. A la par de esta significativa experiencia, en muchos de los pases podemos afirmar que es una dcada de consolidacin terica y prctica de la educacin popular. Se producen textos importantes que socializan sistematizaciones de prcticas muy significativas, desarrolladas tanto en los setentas, como en los ochentas mismos. Y muchas de ellas, perneadas ya por los aprendizajes surgidos en Nicaragua. Un caso digno de ser mencionado es el del libro de Tcnicas Participativas para la Educacin Popular con mltiples ediciones en prcticamente todo el continente y algunos pases de Europa. Se inician procesos de Formacin Metodolgica de mucho mayor peso e impacto, como las escuelas metodolgicas de Mxico y Centroamrica. Se generan encuentros nacionales de ecuacin popular, mismos que dan lugar tambin a redes e iniciativas de peso e incidencia. Se generalizan los programas de formacin metodolgica en prcticamente todos los pases. Especial impacto tienen en aquellos que van recuperando los espacios democrticos a la cada de las dictaduras militares. En 1983, Fre Betto logra el inters y apoyo para realizar el Primer Encuentro de Educacin Popular en La Habana, Cuba. Este acontecimiento, generado desde el inters de Fidel por el impacto cristiano revolucionario y por la educacin popular en Nicaragua y otras experiencias (como Brasil), signific el inicio del gran movimiento cubano de educacin popular que hoy existe. Nuevos encuentros en 1985, 1987 y

1989. La presencia del CEAAL en sus reuniones de comit directivo en 1991. Los talleres nacionales en 1992 y la Asamblea General del CEAAL en 1994, marcan un ritmo y un rumbo de verdadero peso estratgico, no solo para el desarrollo de la educacin popular cubana, sino tambin con un gran impacto en el resto del continente. Por otro lado, las articulaciones generadas desde los setenta, producen - como ya adelantbamos la constitucin de redes formales en esta dcada. Es el caso del Consejo de Educacin de Adultos de Amrica Latina (CEAAL), que bajo la presidencia de Paulo Freire, es promovida en el ao 1981. Con los aos, se ha convertido en la Red ms amplia de Amrica Latina, llegando a contar con cerca de 250 ONGs afiliadas y con muchas otras adherentes. Lo mismo sucede con muchos movimientos sociales que se vinculan al CEAAL a travs de sus redes temticas o sectoriales. Es en esta dcada que nace CEDEPO. Con ustedes y con otras muchas experiencias similares, se gener un dilogo muy activo entre la experiencia que se desarrollaba en torno al proceso nicaragense y stas regiones, que antes y durante las dictaduras, haban tenido experiencias de lucha muy ricas. As pues, a manera de sntesis, la educacin popular en los 80 logra un gran desarrollo: se generan mltiples instancias y redes; se incorporan temas nuevos que van abordando, desde la perspectiva dialctica, una cantidad de aspectos de la realidad que, en esa coyuntura, se vuelven relevantes. A los finales de los 80 se producen los acontecimientos que todos conocemos: la cada del muro de Berln, el fin del socialismo histrico de Europa del Este y la derrota electoral de la revolucin sandinista. Todo ello, genera y/o acompaa a la crisis de paradigmas. La Educacin Popular, obviamente, es tambin golpeada y entra en una crisis muy fuerte. Y eso a pesar de que, como suelo decir, nosotros no estbamos pintando el muro de Berln cuando se cay, Por lo tanto, no nos quedamos colgados de la brocha. Es decir, a pesar de que s nos golpearon algunas de sus piedras, nuestro modelo paradigmtico nunca fue ese. Es cierto, sin embargo, que aunque no furamos afines a ese llamado socialismo histrico, no cabe duda que era un paradigma cercano que nos mantena dentro de una corriente histrica de lucha contra el capitalismo, y por lo tanto, en bsqueda de nuevos modelos dentro del gran paradigma socialista. Lamentablemente, dentro de las izquierdas latinoamericanas y de la educacin popular, en consecuencia - s hubo muchos que, con la cada del muro, se les derrumb todo su esquema y sus ideales. Ellos si que se quedaron literalmente colgados de la brocha. Para la educacin popular, tuvo ms impacto la derrota sandinista, pues adems de que muchos habamos trabajado intensamente en ese contexto, representaba un modelo, imperfecto sin duda, pero indito en muchos sentidos, pues era un proceso que, entre otras muchas cosas, haba adoptado explcitamente a la educacin popular como la orientacin poltica y pedaggica de la tarea educativa de la revolucin.

LOS 90La crisis de paradigmas La desarticulacin de muchos procesos El irresponsable abandono de la cooperacin internacional La refundamentacin de la educacin popular: pedagoga o poltica Gran incidencia y desarrollo en CubaLos 90 son aos de mucho desconcierto. En el seno del CEAAL surge una corriente llamada de la refundamentacin de la educacin popular, impulsada por un importante grupo de miembros de la red, pero con la caracterstica de responder

ms a un perfil meramente acadmico e intelectual. No tenemos por qu dudar que sean, de corazn, educadores populares. Pero tambin es cierto que muchos(as) no tenan, o no haban tenido nunca, una prctica popular concreta. Esta condicin los hizo sentirse durante los setenta, como marginados de la fuerza que hegemnicamente -en el sentido Gramsciano - haba desarrollado la educacin popular comprometida, militante y politizada desde Nicaragua (y resto de Centroamrica), Panam, Mxico y los procesos de democratizacin que se desarrollaban en Brasil y el Cono Sur . Desde la grieta que genera la crisis ya sealada, aparecen ahora (curiosamente no antes) cuestionando con mucha fuerza e intransigencia la posicin poltica de la Educacin Popular, al caracterizarla de vulgar poltica e ideologizacin barata. Critican adems a esa corriente como la del metodologsmo y agregan, confundindola, con el uso abusivo de las tcnicas participativas En consecuencia, desde esa crtica extraamente coyuntural, reivindican de manera contundente el valor de la ciencia pedaggica, denunciando su total ausencia en las propuestas y en las prcticas de la educacin popular. Si la educacin popular decan - slo ha sido vulgar prctica poltica, ideologizacin barata, y uso y abuso metodologista de tcnicas participativas, entonces, lo que ahora se necesita es reivindicar el papel de la pedagoga, componente central de la educacin popular. Se genera as lo que yo siempre llam un falso y absurdo debate: pedagoga o poltica. Como si toda educacin no fuera poltica; o como si toda poltica no tuviera implcita o explcitamente una posicin ideolgica y por lo tanto, un determinado modelo educativo. Fue un debate muy fuerte y desgastante que cruz a la educacin popular (y al CEAAL, como expresin orgnica de alcance continental) durante prcticamente toda la dcada. No cabe duda que toda crisis genera oportunidades. En este caso, el saldo favorable quiz sea el de la profundizacin de los soportes tericos de la educacin popular. Pero el costo fue grande, pues la falta de unidad propici actitudes hegemnicas de bsqueda y control del poder institucional, lo que repercuti en prcticas electoreras de la peor calaa. Ah si que hubo vulgar politiquera, desgaste, prdida de unidad, afectaciones personales etc. Lo triste es que convirti a la dcada de los noventa en una etapa de pocos y selectivos avances. Y fundamentalmente, de retrocesos, de prdida de espacios y de generacin de grietas, circunstancias estas que, aunadas a la crisis mundial ya aludida y a la incorporacin de Europa del Este al universo de los intereses occidentales, provoc entre muchas otra reacciones la maosa justificacin de muchas agencias de cooperacin internacional tradicionalmente comprometidas con los procesos populares latinoamericanos, para retirarse unilateralmente de nuestros pases y nuestras causas comunes, segn deca su discurso. Por fortuna, el debate y la crisis se fue resolviendo en los ltimos aos de la dcada. Porque es evidente que en la educacin popular (y en cualquier educacin) no puede haber separacin entre pedagoga y poltica. Basta con acudir al pensamiento y a la vida de Paulo Freire (inspirador de la educacin popular, que adems, nunca fue negado ni renegado en el CEAAL como Presidente Honorario) para encontrar meridianamente expresada su clara posicin poltica y su sealamiento a la inherente politicidad de toda educacin. No en balde el se defini ante mi, al decirme en una ocasin en Costa Rica (1975): Lo que pasa es que a mi me llaman y definen como pedagogo. Pero yo te digo que solo soy , porque . Desde 1998, en la Asamblea general del CEAAL en Cartagena de Indias, el falso debate se dio formalmente por superado y ya no se discute ms ese tema. Lo que si se sigue pensando, profundizando y debatiendo, es cul es la esencia y los aportes de la Educacin Popular ante los nuevos desafos de un contexto globalizado y neoliberal.

LOS 2000

Re- encuentros- Nuevas perspectivas - Nuevos espaciosHagamos solo unas breves referencias a los pocos aos que llevamos de esta nueva dcada y siglo. No abundar mucho, pues la mayora de los temas que se me han preguntado, me permitirn hablar, ms all de las circunstancias coyunturales, de los fenmenos que realmente nos estn motivando, cuestionando y retando en la actualidad. Solo dir que, pasado el golpe ms duro de las derrotas sealadas, la educacin popular en el continente (visto como conjunto), est en una etapa de relanzamiento, de fuertes impactos, de conquista de espacios y sectores antes no interesados o contemplados. En muchos de nuestros pases, la incidencia en los espacios pblicos, el abordaje de temas ciudadanos, cvicos y polticos, son una realidad innegable. Nuevas propuestas estn siendo desarrolladas para la consulta y/o participacin ciudadana. Nuevas formas de hacer poltica, como las iniciativas ciudadanas, la construccin de agendas pblicas, los pactos entre actores sociales diversos y los gobiernos etc., son solo muestras de nuevos abordajes que la educacin popular ha venido asumiendo. La lucha contra la corrupcin y la impunidad, ocupan ahora a otros muchos educadores populares. Las experiencias de nuevos movimientos sociales, como el MST de Brasil. O los nuevos movimientos indgenas. O el rol protagnico de las mujeres, los ambientalistas, los defensores de derechos humanos (solo por citar algunos) son expresiones de esta renovada articulacin dentro del genrico campo llamado educacin popular. Claro que esto no es igual en todos nuestros pases. Hay algunos, particularmente del cono sur, que han prcticamente decretado la muerte de la educacin popular, esa visin antigua de pocas pasadas. Ahora son consultores al servicio de los gobiernos y del mercado. Pero simultneamente con estos nuevos retos, actores y espacios, tambin se han desarrollado experiencias muy interesantes de educacin a distancia, por ejemplo. O en el campo de la tecnologa de la informacin y la telemtica. E igualmente, es curioso, viejos temas como el desarrollo comunitario y otros del mismo estilo, han vuelto a tener gran relevancia en muchas prcticas de educacin popular. En sntesis: la educacin popular, praxis que se recrea y redefine en el tiempo y el espacio, est viva y ganando - poco a poco - hegemona intelectual y poltica.

Primera Sntesis: la Educacin Popular es una propuesta poltico pedaggica.En sntesis, esta historia viva de la Educacin Popular, con sus antecedentes remotos y prximos, merece ser re-trabajada a mayor profundidad, porque hay una gran cantidad de datos, experiencias, aportes y deformaciones, que nuestra prdida de memoria histrica nos hace olvidar. No hay ninguna razn para inventar el hilo negro todos los das. Hay que aprender de este proceso y de la capacidad de ver con claridad la interrelacin con el contexto, pues siempre afecta - para bien o para mal a nuestra propia propuesta. Esta propuesta que es poltica y pedaggica, enfrenta - con las obvias dificultades - a este contexto tan complejo, tan duro y tan agresivo como es el neoliberalismo. Y efectivamente, la educacin popular est Viva. Y no solamente porque no ha perdido su sentido de trabajo comprometido con las bases, sino que tambin por su madurez, ha entrado en contacto con otros temas y espacios que antes no trabajaba.

Educacin Popular se entendi durante mucho tiempo como aquella tarea que se realizaba con pequeos grupos de sectores marginados. Esto tiene un valor inapreciable de carcter testimonial. Es la creencia en el pueblo, que cmo dice Martn Fierro: el fuego pa calentar debe ir siempre de abajo. Pero evidentemente que esa prctica de trabajar desde abajo, en los hechos reales, no tiene porqu eliminar la visin estructural de la sociedad, y por lo tanto, no puede pensar que la sociedad va a cambiar solamente por la suma aritmtica de mil fueguitos. Porque si esos fueguitos no se comunican, si no prenden o producen la gran hoguera, la gran llamarada, bien pueden cubrir el continente de micro experiencias meritorias, misioneras heroicas, pero insuficientes para alcanzar nuestro ideal de transformacin social/estructural. Pero tambin lo ser si, por el contrario, solamente abordamos los grandes espacios, las grandes discusiones, las grandes polticas. La historia que acabo de resear en forma breve (y que merece mil consideraciones ms), permiti a la Educacin Popular no perder su trabajo de base, pero tambin le permiti articularse, generar redes locales, nacionales, regionales y latinoamericanas. O temticas y sectoriales. Y le permiti entrar en espacios que no imaginaba, como los grandes foros mundiales del medioambiente, de la educacin de adultos, de la mujer, del desarrollo social, etc. Tambin le permiti entrar al terreno de la poltica, cuando el continente se fue democratizando y muchos educadores empezaron a incidir en la poltica municipal, o la generacin de polticas pblicas, en el fortalecimiento de la perspectiva de gnero, o en la lucha contra la pobreza y por el desarrollo integral. Y tambin logr entrar en contacto con el mundo de la educacin formal, donde ha logrado tambin incidencias notables. Efectivamente, la educacin formal - muy especialmente la superior y la educacin popular, eran irreconciliables. Desde la educacin popular, porque se despreciaba a toda esa gente soberbia del mundo acadmico que nos vea como de cuarta categora al calificarnos como aquellos que trabajan y hacen jueguitos y tonteras con los pobres. A nosotros nos daba rabia esa descalificacin e incomprensin y los llambamos soberbios. Y aunque el problema persiste, no cabe duda que no se est ya ms en esas posiciones extremas. Todas las crisis nos hicieron y hacen repensar muchas cosas. En ocasiones se perdieron las certezas que nos ayudaban a estar y avanzar. Pero ahora tenemos claro que no es el de las certezas el camino correcto. Hemos comprendido - como nos seala Morin - que es la incertidumbre (que no hay que confundir con la prdida de sentido, rumbo y compromiso) la que nos resulta ms til y pertinente ante la incidencia de factores tan complejos que cambian o modifican continuamente los escenarios. Todas las visiones deterministas, han quedado atrs. El estudio y anlisis del pasado nos ayuda a entender nuestro proceso y a aprehender de l. Nos ubica tambin con mayor claridad en el presente, para valorarlo y para, desde ah, pasado y presente, delinear con la fragilidad de nuestras propias incertidumbres, el futuro inclaudicable de nuestros compromisos, lo nico a lo que podemos acudir con certeza.

PERSPECTIVA ACTUAL DE LA EDUCACIN POPULARHemos trabajado y recuperado el contexto. Hemos asumido sus enseanzas y reafirmado la capacidad de propuesta. Podemos entonces afirmar que la Educacin Popular vive un proceso, no de refundamento sino de actualizacin siempre viva. Y que se sita en nuestra Amrica Latina con las mejores perspectivas, pues adems, nuestros aportes - as lo creemos son estratgicos. La Educacin Popular no es sinnimo de la transformacin social. Ni tampoco es o representa el modelo de la transformacin social. Pero la transformacin social, que es muy compleja, no lo ser - en la perspectiva que nosotros queremos - sin la

Educacin Popular. Es decir, sin el proceso de conciencia y humanizacin del modelo civilizatorio que vivimos y padecemos. Ahora se involucra en campos que antes no tocaba: las grandes polticas internacionales; el poder formal, municipal, estatal o legislativo. Ha entrado en los grandes temas y en los grandes lobbies internacionales. Y lo ha hecho con fuerza, calidad y contundencia, a pesar de la soberbia y la sinrazn de quienes nos dominan. Tambin ha entrado en contacto con la educacin formal. Ela conclusin general, muy obvia, es que la Educacin Popular siempre se mueve. Hoy est mucho ms presente, real y potencialmente, que lo que tenamos en los inicios de los sesentas. No se podemos perder el origen y la raz de nuestras prcticas. No se puede hacer Educacin Popular al margen de los intereses populares y del contacto con los sectores populares. No puede haberla si perdemos la esencia, la sustancia del compromiso popular. Pero - como ya dijimos no lograremos afectar al complejo sistema, si no trabajamos tambin en los otros niveles y mbitos.

La Educacin Popular es una herramienta?Cae por su propio peso que no es una herramienta, ni para ensear a leer y escribir, ni para nada. Pues aunque contenga todas las herramientas novedosas para ensear a leer y escribir; o para ensear a cultivar orgnicos; o para lo que sea, la educacin Popular nunca fue ni es un mtodo, ni mucho menos un mtodo de alfabetizacin. Quienes hayan comprendido la propuesta de Paulo Freire reducida solamente a su mtodo particular de alfabetizacin que expres en los aos sesenta, se equivocan. Por cierto, fue este el nico mtodo que nos ofreci en su amplsima obra. Y en la cantidad de libros y entrevistas que gener en toda su vida (y an despus de muerto, porque ya se han publicado dos libros ms con lo que de su pensamiento haba quedado indito), lo que l plantea, es algo mucho ms complejo. Este pensamiento complejo no es aplicable si no se trabaja, ni no se aterriza con mtodos, con herramientas que sean consecuentes con el planteamiento. No es por supuesto un mtodo para ensear a leer y escribir. Es un pensamiento poltico, pedaggico, epistemolgico y tico que se traduce en formas de pensar, analizar y actuar , acordes cada vez a los niveles y alcances de trabajo (trabajo de base, determinados temas, niveles intermedios, espacios del poder poltico, la universidad etc.) No se puede despreciar el papel de los mtodos y de las tcnicas, es cierto. Pero hace aos que advertimos que la Educacin Popular no puede ser reducida a un conjunto de mtodos o tcnicas . En cierto sentido, nosotros somos responsables (ms no culpables) de una desviacin, que por ms advertencias que hemos hecho, no hemos logrado impedir. Somos los autores de los libros de Tcnicas Participativas para la Educacin Popular, que si ustedes ven los textos, encontrarn que en las pginas iniciales est la advertencia sobre el uso incorrecto de las herramientas y su necesaria vinculacin y uso, de acuerdo a procesos metodolgicos. Pero a pesar de ello, muchas veces la gente acaba tomando y usando irresponsablemente, al margen de esta concepcin pedaggica, poltica, epistemolgica, tica. No se puede trabajar sin herramientas y sin mtodo. De acuerdo, Pero ellos solos no son Educacin Popular. Un ejemplo, imaginen ustedes que alguien va en un vehculo en una zona desrtica, muy aislada, y de pronto el carro se descompone. El conductor(a) se baja del auto y, como conoce de mecnica, sabe exactamente el desperfecto del vehculo, pero no lleva caja de herramientas. De nada le sirve, su conocimiento, que siendo suficiente para saber que pasa, de poco le sirve si no tiene con que arreglar eso que pasa. Pero veamos el caso contrario. A alguien que no sabe nada de mecnica, le sucede lo mismo. Pero le acaban de regalar una bellsima y muy completa caja de herramientas. Entusiasmado con esa caja, y no siendo tan tonto, sabe que una tuerca

se quita con una llave de tuercas; y que un tornillo, con un desarmador. Empieza entonces a meter mano en ese motor y a quitar piezas. Pero no sabe dnde va. Probablemente logre desarmar el motor, pero de seguro que arreglarlo nunca. Y volverlo a armar Jams! Al igual que en el ejemplo, muchas veces hacemos uso irresponsable de las herramienta. Sin mala intencin, desarmamos al grupo; no sabemos a dnde vamos ni a adonde lo llevamos. Y, por supuesto, no podemos armar un proceso consciente, riguroso y con sentido. En sntesis: La educacin popular no es sinnimo de herramientas, mismas que sin duda requiere, como el mecnico requiere de la caja de herramientas. Pero tambin - y fundamentalmente es y requiere, de la concepcin terica y metodolgica que la define y sustenta, para poder saber y guiar el uso de esas herramientas. Sigue siendo esta una pregunta muy reiterada, a pesar de que llevamos aos de palabra y por escrito - afirmando que no se puede confundir la Educacin Popular con mtodos activos o con herramientas didcticas. Es una de las grandes desviaciones que, como consecuencia, ha producido una deformacin de la Educacin Popular. Y ha dado pie a un desprecio justificado a nuestra propuesta, por parte de muchos actores de la educacin o de la poltica. Y es que damos la razn a sus crticas al presentarles una imagen vulgar de la Educacin Popular reducida a meros jueguitos y tonteras.

La Educacin Popular est viva, el reto es volver a reunirnosLa historia que en forma breve hemos referido, est plagada de datos e influencias del contexto. Ha producido desarrollos tericos y conceptuales de mayor profundidad y rigor. Se ha expresado en compromisos histricos de gran trascendencia. Ha asumido retos fascinantes. Ha generado profusamente mtodos y herramientas. Todo ello nos permite reafirmar hoy, en el 2004, que la Educacin Popular est ms viva que nunca , aunque no est en el auge de aquellos tiempos referidos a los grandes escenarios. Pero, con mayor madurez hemos entendido muchas cosas. Y hoy estamos en muchsimos ms escenarios de los que antes estbamos. Efectivamente, hoy hay quienes trabajan, desde la educacin popular, en el campo universitario. Otros, en la poltica. Muchos(as) ms continan en el campo social, popular. El reto entonces, es volver a reunirnos; superar los aislamientos a que nos han llevado las crisis y as, poder compartir y debatir nuestras posiciones, pero desde una perspectiva positiva. Ya es hora que dejemos los duelos causados por la prdida de certezas, por la crisis de paradigmas, mismos que nos han causado tantos problemas. Ms bien, y a pesar de todo, pensemos que esta prdida (que es histrica y real) no nos hizo perder nuestra identidad. Por el contrario, nos ha ofrecido mucho ms permiso para pensar, para imaginar, para sentir y para actuar. Efectivamente, antes vivamos bajo el peligro de un posible estigma de la izquierda ortodoxa - de la cual estbamos muy cerca de que nos calificara de revisionistas. Por ello, tenamos que cuidar y mantener la liturgia del lenguaje, de las formas y los referentes. De no ser as, podramos ser acusados de estar fuera del proceso revolucionario. Pero ahora quin nos va a juzgar?, quines nos van a decir lo que est bien o mal?; ellos? Cmo lo haran, cuando muchos de los lderes de dichas izquierdas e incluso de los movimientos armados (en Mxico esto es clarsimo) son ahora los agoreros del mercado. En Mxico, por ejemplo, el ex canciller Jorge Castaeda fue el que gener el ms serio conflicto con Cuba (Que todos ustedes conocen y recuerdan) Pues bien, l era del partido comunista. Y ahora se ha manifestado como un vulgar pen de los intereses de EEUU.

l es quien me va a juzgar y a decirme si tengo permiso para imaginar y para pensar - seria y honestamente - cmo intervenir en la realidad para transformarla? Debemos aprovechemos la coyuntura en que estamos y reconocer este momento de recuperacin histrica, para atrevernos a soar con mucho ms permiso y audacia. Soar s, pero responsablemente, construyendo las propuestas que hemos estado (y estamos) en condiciones de inventar, reinventar y/o recuperar permanentemente en forma crtica.

Educacin Popular: proceso fracasado o fracaso del procesoPREGUNTA: La Educacin Popular existe como proceso fracasado o como fracaso del proceso?Yo creo que no existe la palabra fracaso. Porque si nosotros entendemos y asumimos el error - o incluso los fracasos temporales- como verdaderos aprendizajes, entonces estamos en la lnea del pensamiento y la prctica viva. Es decir, en la perspectiva de la Educacin Popular. Slo quien asume y sufre la experiencia como fracaso, puede pensar y decir que el proceso se cerr. No es mi posicin. La palabra fracaso no est en mi corazn, ni en mi mente y, mucho menos, en mi prctica. Errores? Si, muchos. Quien puede decir que no los ha cometido? Pero los errores, desde una perspectiva analtica y crtica, son aprendizajes. Eso no significa que estemos contentos con los errores. O que nos volvamos insensibles y soberbios. No. Los errores son inevitables a la condicin humana. Pero desde ella, podemos convertirlos en verdaderos aprendizajes. Ante esta pregunta - muy provocadora, por cierto respondo a manera de sntesis: el proceso est vivo, nadie ha fracasado. Tenemos derrotas histricas; tenemos avances histricos. Pero sobre todo, tenemos por delante un gran reto que asumimos fortalecidos por nuestras experiencias. Y producto de ellas, fortalecidos tambin con herramientas conceptuales, ticas, metodolgicas y polticas. Por ello, si entendemos a la Educacin Popular como un proceso pedaggico/poltico, podemos afirmar que s se puede trabajar en todos los mbitos y espacios. Segundo, es justamente el tema de las necesidades insatisfechas, bien trabajadas, el motor de la toma de conciencia de la solidaridad crtica. No es otro. No es la teora. No es el discurso. No es lo que est alejado del inters y sensibilidad de los actores el verdadero puno de partida. Es lo que est a flor de piel, el correcto punto de partida.

Pregunta del pblico: Qu pasa con los compaeros que estn en esa nebulosa de tener que asumirse como educadores populares, y a la hora de actuar y compartir, se sienten chiquitos frente al otro?.No creen que sea el mismo miedo que tiene un mdico cuando empieza su ejercicio profesional? Yo soy arquitecto de profesin y recuerdo la primera vez que fui a la obra, a la construccin. El maestro de obra me hizo una pregunta (no se si para probarme, o en serio) y me dice: oiga arquitecto y cmo ponemos la ?. Yo haba terminado ya mis cinco aos de estudio profesional, ya estaba graduado y claro - no tena ni maldita idea lo que era eso: el trmino coloquial/profesional designado para referirse a una proteccin contra las humedades en los techos. Le contest muy serio: como siempre, maestro por vergenza y falta de humildad a manifestar mi ignorancia y -claro! - corr a preguntar qu era eso. Cuento la ancdota para referenciar la gran inseguridad que me produjo enfrentarme a los hechos de la vida real y tener que asumir que yo no saba de eso.

Por eso Freire nos dice que no hay que mentir nunca y que hay que tener la humildad de reconocer, sin ambigedades, aquello que no sepamos. Creo que la ambicin de conocer todo, y por tanto, de sentirse con una gran seguridad profesional, tiene que pasar primero por la honestidad y la tica y no por tener mil certificados de talleres, o postgrados. Ni por querer tener certezas absolutas. Puede ser que con esos postgrados, certificados y talleres, lo nico que se obtenga es una soberbia absoluta y, en consecuencia, una cerrazn - a manera de defensa de la inseguridad real - que permita navegar con criterio del prestigio, pero tambin probablemente, cerrar de esa manera la mente, la imaginacin y el corazn, a todo lo nuevo y desafiante que produce, como dice Morin, la incertidumbre en la que en los hechos, nos movemos siempre.

La Educacin Popular se construye en la prcticaLa Educacin Popular slo se construye en la prctica. Esa prctica honesta y comprometida va a provocar la aprehensin crtica de muchas de las cosas que lemos o se estn compartiendo y reflexionando en un taller. Pero en la prctica, se estn viviendo y reflexionando. Y ello va a producir, no un mero aprendizaje terico, sino la construccin de un nuevo conocimiento: es decir, la prctica y la teora se unifican dialcticamente en un ejercicio de verdadera praxis. Lo importante es pues tener esa actitud vitalmente comprometida; esa actitud honesta y responsable, terica y prctica, que generar la progresiva confianza siempre relativa - que surge desde la honestidad y la responsabilidad de ese compromiso vital. Desde ah, y siempre en adelante, se puede estudiar lo que se quiera, o mejor dicho, lo que se requiera para la orientacin de la praxis: un doctorado, una licenciatura, cien talleres, un diplomadolo que sea pertinente y preferencial. No es el camino el de la sola certeza intelectual. No el de la coleccin de diplomas (como tienen los mdicos y los dentistas en sus consultorios). El camino es poder asumir el riesgo de no saber algo. Pero tambin de arriesgarse a pronunciar lo que se sabe, cree y siente. Y en consecuencia, el riesgo de de vivir responsablemente, es decir, en la permanente dialctica entre la incertidumbre y la confianza, cualidades stas que se fincan en la responsabilidad y en la honestidad humildes de saber decir y de atreverse a preguntar. Por lo tanto es la prctica sistematizada y reflexionada en procesos colectivos, que fortalecida con la mayor cantidad de elementos reflexivos, analticos y tericos es decir, la praxis - la que nos va a ayudar a ser mejores educador(as) populares. Podemos decir entonces que un/una educador(a) popular, no existe: ESEST SIENDO siempre. Yo me sonro al ver escritos que elabor en los 60s, en los 70s u 80s. S, me sonro pero NUNCA me ro de ellos. Porque si me riera de ellos, estara negando mi propio proceso prctico de acumulacin histrica. Yo soy producto de mil circunstancias, es decir, de mi propia existencia. Si en 1960 o 70 vea e interpretaba la realidad de determinada manera, es que en ese momento esa era mi lectura tica, terica, poltica del mundo. Hoy, tengo una visin diferente (espero que ms avanzada). En consecuencia, soy capaz ahora de ver con ternura y tolerancia mi propia quiz ingenuidad de aquellos tiempos. Y de ello me sonro, complaciente, atento, analtico, crtico, s. Pero no me ro ni me burlo de ello, pues sera rerme y burlarme de mi propia vida, de mi propio proceso de aprendizajede mi propia praxis que entonces, dejara de serlo. Por ello, igualmente afirmamos que la educacin popular no existeporque est hacindose y rehacindose todos los das. Aprender y estudiar por supuesto! Pero no es se el nico ni el mejor camino. No es de la formacin teortica de una educadora o educador el mejor camino para ganar en confianza y pertinencia, sino la prctica reflexionada, acompaada, solidaria, modestapero verdaderamente honesta y humilde.

Afirmo, sin ninguna ambigedad, como escrib hace ya diez y nueve aos en Educar para Transformar y reiter hace seis en La revolucin tica, que lo que hoy expreso es en lo que hoy me comprometo. Es mi absoluto relativo del presente. Pero ya aprend - la vida me ense - que este absoluto del 2004 ser relativizado, desde mi praxis, en el 2006. Lo afirmo sin lugar a dudas porque, mi absoluto que me comprometi vitalmente en los 60s, 70s y/o 80s, se relativiz ante el paso del tiempo. Es una posicin dialctica entre el yo me comprometo AHORA como si esto fuera mi TODO de HOY. Pero, DIALCTICAENTE S, que este, mi todo de hoy, ser diferente maana, si es que permanezco vivo. Por lo que mi absoluto de hoy, es sin duda, mi relativo de maana. Y as siempre. Pero eso no me hace caer en relativismos desmovilizantes o justificadores, porque lo asumo como un vital compromiso del presente. El estudio acadmico, el estudio formal, es sin duda muy importante. Pero siempre y cuando abone a una reflexin prctica, que es la esencia de la Educacin Popular. No creo en los grados acadmicos obtenidos desde la asepsia de una academia descomprometida. Y lo digo ahora que estoy justamente en la academia. Si yo traspaso las puertas de cualquier universidad y veo, mentalmente, unas mallas que atrapan la vida exterior que queda afuera del campus, entonces tengo la sensacin de que los acadmicos se convierten en unos verdaderos exilados de la vida. Bien se puede uno tragar toda una enciclopedia. Pero de qu puede servir ese conocimiento - o erudicin?? si no es capaz de dialogar con las propias dudas, afirmaciones y preguntas que nos ofrece la vida misma?

A lo que hay que tenerle miedo es a estar solo y a ser irresponsable. No a la gente, a los retos y al compromiso.

Educacin Popular es un estilo de vidaPregunta del pblico: Si Educacin Popular es dar la vida, es entregar la vida, entonces cmo uno se da cuenta que hoy lo ests haciendo?La Educacin Popular es dar la vida porque es un estilo de vida. No es solamente un mtodo. Ni mucho menos unas tcnicas. Es, en realidad, una forma de enfrentar tu vida, personal y social. Se expresa en una actitud de trabajo y de servicio por los sectores que uno elige o que la vida te propone. Y ah, das la vida. Hay un elemento que se llamamos conciencia. Y ella no te deja mentir (y menos si ests trabajando colectivamente, acompaado de otros y otras). Me puedo autoengaar y, mediante racionalizaciones, justificar que en una determinada coyuntura, la oportunidad me ofrezca un determinado puesto - muy gratificante en el sentido humano y econmico que decido aceptar. Me logro enajenar. Pero la conciencia nos va a estar haciendo ruido todo el tiempo. Si se est acompaado (la educacin popular no existe sola, no es individual) si se es parte de un grupo de trabajo comprometido, alguien te va a ayudar a pensar o a ver con claridad el auto engao. Es cierto que tambin es posible que ese haya sido el primer paso de un camino ya sin retorno. Uno es humano y tiene que vivir, luchar, disfrutar y ubicar a todas las pasiones, sin perder el rumbo de la verdadera humanizacin. Las decisiones, muy importantes que hay que tomar en la vida finalmente, las toma uno en la soledad interior. Pero hay de maneras a maneras de tomarlas. Cuando me ha tocado vivir esas situaciones, he consultado y dialogado con mis referentes (familia, compaeros de trabajo, amigos muy significativos) Y no lo he hecho por inseguridad, sino por sentido de responsabilidad. Del conjunto de opiniones, puntos de vista etc. realizo un balance, desde el cual, con el corazn y la razn, finalmente yo decido. Pero si me dejo orientar por el criterio de mis compaeros(as), probablemente pueden entender que ese nuevo reto sigue siendo hacindome caminar en un mismo rumbo, aunque cambie de escenario.

Aunque de verdad lamento mucho que en estos tiempos no pueda tener tiempo de estar trabajando directamente con los grupos de base (que fueron mi verdadera escuela), honestamente no me siento traicionando a mi causa. Hay etapas para todo; a mi me toca la oportunidad de estar hoy aqu compartiendo con ustedes; maana, estar en otro lado. Cambian los tiempos y las responsabilidades. En el cmulo de roles que jugamos y compartimos en la vida, hay momentos y situaciones en los que sientes que verdaderamente ests dando la vida. Y eso es cuando tu propio corazn y tu conciencia, te lo dicen. Es una opcin de vida, efectivamente: o ests a favor de la transformacin, de la humanizacin, de la justicia, del cambio social o no ests. Y para estar ah puedes ocupar tal o cual lugar. Son distintas posiciones estratgico-tcticas, pero un solo rumbo y un mismo compromiso. Por eso, lo que no es negociable es tu opcin de vida. Es difcil de saber con suficiente certeza cul es esa opcin. Por ello, finalmente se tiene que asumir el riesgo. Y para ello no hay ms criterio que jugrsela ah donde la vida te lleve y donde t lleves a la vida. Es una dialctica de toma de decisiones en la que t llevas a la vida y la vida te lleva a ti, pero esto siempre ser en funcin de las decisiones fundamentales que t tomaste para llevar y orientar TU vida. Y es que las decisiones nunca pasan impunemente por nosotros: siempre, en uno u otro sentido, te cambian. La pregunta entonces sera: Cmo cambiar el escenario, la trinchera, sin cambiar la opcin? Hay que hablar y dialogar mucho con los referentes colectivos, con aquellos con los que compartes vida, ideales y compromisos. Pero al final de cuentas, tu corazn y tu conciencia - ms que tu sola razn sern lo que, si se saben escuchar, te ayudarn a decidir.

Segundo Bloque de preguntas Perspectiva MetodolgicaEstas preguntas se relacionan con los aspectos metodolgicos que ya anteriormente insinuamos.

Hasta que punto es conveniente la intervencin de uno en las diferentes situaciones, para no caer en una accin paternalista?Estos procesos tan lentos son un problema metodolgico o son una problemtica dada por el neoliberalismo, lo dominante?, las tcnicas de la Educacin Popular cmo pueden ser aplicadas?, Cmo pueden ser aplicadas la tcnicas de la Educacin Popular para los grupos que empiezan con micro emprendimientos productivos?, Qu mecanismos tenemos para comenzar a trabajar con sectores vulnerables?, Los cambios cuando uno trabaja con pequeos productores son ms lentos?, Cules son las herramientas para reforzar la participacin?, cmo pasar de necesidades sentidas de los productores y hacer visible lo no visible?.Las preguntas refieren a los cmo, es decir, a la perspectiva metodolgica. Partamos de lo ya enunciado; desde mi perspectiva, la educacin popular es una actitud de vida, una manera de ver y de intervenir en el mundo para transformarlo. Y se trata de una manera particular, diferente a otras, cuyo principal sustento es un compromiso tico irrenunciable.

Compromiso tico Irrenunciable

Los ya referidos fracasos de los socialismos histricos, de significativas experiencias histricas latinoamericanas y de grupos polticos especficos, no me permiten a m - ticamente hablando -renunciar a la causa que me convoc hace 40 aos. Acaso el mundo es mejor hoy que entonces? Hay acaso menos desigualdad social? O menos depredacin del medio ambiente? La respuesta obvia es que NO. Por el contrario, las diferencias, desigualdades, injusticias etc. van en aumento y en agudizacin progresiva. La Educacin Popular tiene un sustento y una posicin tica fundamental: ante este mundo que yo no acepto como bueno; que me conmueve y me provoca una actitud de justa indignacin, desde esa perspectiva tica, me comprometo histricamente. Quienes, habiendo sido militantes progresistas de los procesos de cambio, dicen y hacen lo contrario, por ms que se justifiquen en razones coyunturales cientficas, en el fondo han renunciado a su compromiso tico. Para ello, han racionalizado y fabricado miles de malabarismos para decir y asumir - que la historia se termin. Pero este compromiso tico en s mismo, o se aplica en el contexto histrico y se vuelve norma de vida moral y/o jurdica, o se queda como un mero discurso abstracto. Es debido a esa falta de aplicacin concreta del discurso, que con tanta facilidad encontramos afinidad doctrinaria con lo que pueda decir el obispo ms reaccionario, Bush, los polticos tradicionales o los lderes progresistas del mundo. La lectura tica del mundo, atravesada por la interpretacin ideolgica y moral de los fenmenos, hacen la diferencia. Mientras Bush dice que anda salvando al mundo del terrorismo, y que lo hace en nombre de Dios, la libertad, la democracia y la paz, en los hechos lo que hace es masacrar a los pueblos. Pero en el nivel doctrinal, los movimientos pacifistas y los lderes de izquierda que reprueban ese terrorismo de estado de EE.UU., sustentan su posicin antagnica, justamente en nombre de Dios la libertad, la democracia y la paz. Y es que en ese nivel doctrinario y abstracto, el amor, la verdad, la libertad la democracia son enunciados vacos. Por eso, el compromiso tico no puede ser abstracto y quedarse en meras formulaciones genricas. Debe ser aplicado en situacin e historia concretas. Y es ah donde se convierte en moral, en normas de comportamiento y en marcos jurdicos. Muchas veces encontramos personas que, siendo absolutamente sinceras, creen en los principios que formulan y expresan. Pero en sus prcticas educativas, sociales o polticas, siguen aplicando viejas frmulas que contradicen en los hechos los discursos e intenciones. Y no es por hipocresa o doblez. No. Es que sencillamente, las nicas formas de intervenir que conocen, vienen de las disciplinas tradicionales con un enfoque positivista. Son las que estudiaron. Si acaso, logran acercamientos reformistas, en los que algo cambian, pero el fondo sigue igual. Hacer en la prctica real eso se que formula y cree, implica abordar los cmo. Y eso, en nuestra propuesta es lo que denominamos metodologa. Metodologa es pues sinnimo de coherencia. Es claro que esta definicin no se encuentra en los manuales ni en los libros de las ciencias pedaggicas. En ella, metodologa es comnmente entendida como el conjunto de los mtodos. Este valor fundamental de la coherencia, entendida como gua de actuacin, es en los hechos imposible de alcanzar. Somos seres humanos frgiles y con errores. Pero lo que debe ser imposible, es el no tratar de alcanzar la coherencia. Paulo Freire lo dice con fuerza y nitidez absoluta cuando afirma que que es absolutamente imposible ser totalmente coherente. Sin embargo afirma - no entiendo la vida sin la terca e incesante lucha por tratar de ser coherente. Claro. Ser totalmente coherentes implicara un nivel casi de santidad. Y no lo somos, ni tampoco ngeles. Somos seres humanos concretos, limitados y frgiles. En consecuencia, si asumo este compromiso tico y creo en esos valores, entonces, mis valores me deben permitir ver lo aberrante del mundo en que vivimos. Como dice Eduardo Galeano, puedo ver que el mundo est patas arriba. Y entonces, debo ser capaz de conmoverme con ese estado de cosas que, siendo

aberrantes, sin embargo se han vuelto terriblemente normales en la cotidianeidad: la miseria, la injusticia, el crimen, la mentira, la corrupcin Son tan normales y cotidianas, que ya no nos conmueven. Tener conciencia de ello y recuperar la capacidad de asombro e indignacin frente a tanta perversidad, es asumir que tenemos que revelarnos y decir NO ESTAMOS DE ACUERDO! Asumida esta posicin, el problema es emprender la bsqueda del cmo, intervenir eficiente y eficazmente ante dicho reclamo proveniente de mi compromiso tico. Y el cmo no se resuelve fcilmente, pues debo buscar actuar en forma coherente. Porque lo que prevalecen son los bellos discursos (que podemos compartir) y las prcticas que son absolutamente incoherentes con dichos discursos.

Sobre las Buenas IntencionesMi trabajo como quiz ustedes sepan - consiste en estar constantemente trabajando con grupos como ustedes, a lo largo y ancho de Iberoamrica. En esos talleres realizados con gente como nosotros, es decir, gente buena y comprometida (pues a m no me llaman a trabajar con banqueros, empresarios o polticos corruptos), me encuentro, casi con valor estadstico, que en el 99.999 por ciento de los casos, los participantes tienen una posicin tica y un discurso absolutamente claro y comprometido. Pero lo que no saben es cmo hacerlo realidad en forma coherente. Y lo peor del caso, es que la mayora de las veces ni siquiera se percatan de ese problema, pues salvo honrosas excepciones, fuimos educados(as) desde y con mtodos y posiciones autoritarias, verticalistas, antidemocrticas. As fuimos enseados prcticamente todos y todas. Hoy quizs ya no se golpee en la escuela (al menos, no en la mayora). Pero eso no ha eliminado una actitud verticalista y autoritaria del profesor(a) que, ejerce su poder natural para imponer su conocimiento y su disciplina frente a los alumnos. Bueno entonces. Por eso Freire cuestion con tanta fuerza lo que llam la educacin bancaria, concepto acuado por l para referirse a esa actitud autoritaria de quien entrega el conocimiento , frente a la pasiva actitud del que la recibe como si se tratara de tener una alcanca en su cabeza, en la cual el profesor le deposita - como si se tratara de monedas en una alcanca - los conocimientos. Es cierto que en niveles superiores de la educacin, ya hay mucha ms interactividad: investigaciones, lecturas, participaciones etc. Pero todava estamos muy lejos - en la mayora de los casos de pensar que el modelo educativo tradicional haya cambiado. Si esto es as en la escuela, tambin lo es en prcticamente todas las dems esferas de accin humana y social. En efecto, si se es creyente y miembro de alguna Iglesia, deben asumir que sus prcticas son lo ms antidemocrtico que existe. Ah, se escucha, se cree, se calla y se obedece, pues entre la inmensa mayora de la gente comn, Quin cuestiona al Papa y/o a los obispos o curas, si hablamos de la Iglesia Catlica? Pero igual sucede con las dems, pues quin le cuestiona al jerarca? Se produce una visin enajenada que va encaminada a creerle todo lo que diga. Su palabra es ley. No hay debate -y no me refiero en el campo del dogma sino en el de las normas morales, como por ejemplo en temas tan importantes como la vida y el aborto. No se toleran diferentes posturas, pero ni siquiera los simples debates. Ah la palabra de las jerarquas es la ley y punto. Y el castigo por no acatarla, es el pecado y el castigo eterno. Y si actuamos en la poltica, acaso los partidos son democrticos? Y me refiero por supuesto a los que se dicen a s mismos como tales. Alguien puede afirmar que, con honrossimas excepciones, las izquierdas han sido democrticas. Ms all de su generosidad. Ms all que hayan incluso entregado la vida por el sueo de una

democracia social, Acaso han actuado democrticamente? Y los sindicatos - otra vez, salvo honrossimas excepciones han sido diferentes? Si un compaero dirigente social o sindical, que est en las barricadas arriesgando la vida, renunciando a la comodidad y recibiendo golpes, regresa fatigado al hogar y reclama, insulta y golpea a su mujer porque no est la cena lista y caliente... en donde queda su coherencia? Acaso la solidaridad de clase ser ms importante que la bella e ntima solidaridad de la pareja? Todos y todas estamos cotidianamente inmersos en esta permanente tensin por ser coherentes. Imposible serlo totalmente. S. Pero de verdad IMPOSIBLE NO LUCHAR POR tratar de SERLO TOTALMENTE. Y es que si en todos los espacios y momentos de nuestra vida hemos vivido lo viejo y lo tradicional. Si en todos ellos hemos aprendido, desde y en la prctica, lo viejo, lo antidemocrtico, lo autoritarioentonces Dnde hemos aprendimos lo diferente? De seguro No en la normalidad de la vida Por eso afirmo que el 99% de la gente con que trabajamos es de verdad, de corazn y de mentalidad, democrtica. Quieren ser y reconocerse fraternos, horizontales, participativos Pero el peso de todo lo viejo aprehendido, es lo que en realidad sabemos. Lo otro, son discursos y buenas intenciones, a lo ms. Y es en eso que sabemos donde encontramos nuestra seguridad profesional. Porqu si somos profesionales y nos graduamos de algo, es que de ese algo sabemos. Es nuestra profesin. De ella viviremos. Entonces porqu arriesgarnos al ponernos a jugar a la democracia educativa? Porque, si asumo ser un maestro democrtico y horizontal, debo asumir tambin que voy a jugarme la certeza de mi seguridad profesional en cada momento. Y va a depender de mi capacidad y mi actitud, si lo logro o no. Pero al hacerlo, estoy conciente y voluntariamente renunciando a la seguridad establecida por el rol que se me asigna, mismo que a la hora que traspaso la puerta del aula, ya encuentro instalada. Pero yendo ms a fondo, quin ha dicho que la vida y el mundo pueden separarse y dividirse en casilleros estancos, a los que les llamamos disciplinas, ciencias o profesiones? Quin le ha dicho que la salud del cuerpo humano no tiene que ver con el medio ambiente, y ste a su vez con la produccin? Pues lo dice la visin y la prctica del enfoque cientfico dominante. Y as es y as se acta en la prctica real. Efectivamente, esa profesin a la que nos hemos referido, es consecuencia de que hemos sido conducidos a seleccionar e incorporarnos a algn casillero estanco (profesin). Es entonces cuando seleccionamos y estudiamos una determinada disciplina. As, al seccionarnos la realidad y al dividirnos, nos destruyen la visin compleja de la vida. Adems, como hemos dicho ya, somos sometidos a modelos educativos con un enfoque positivista. Y somos educados en base a pedagogas verticalistas y autoritarias. Graduados as, asumimos contenidos, formas y seguridades acordes con el modelo recibido. Y en consecuencia, actuamos respondiendo a esta visin lineal. No se puede creer en el ser humano como sujeto, como persona digna e irrepetible, y tratarla en el aula, en la clase, en el taller, en la poltica y/o en el partido, como un simple objeto. Seguramente muchos de los que estamos aqu somos maestros. Y tambin somos educadores(as) populares. La pregunta es si en el magisterio actuamos como tales (como educadores populares). O si la educacin popular solo la asumimos cuando actuamos con y para los pobres, dejndola fuera de la academia o el aula, donde actuamos convertidos en maestros tradicionales que llegamos, bien arreglados, a dar clases. Visto as, el problema de la incoherencia no es necesariamente un problema de mala voluntad. Insisto. La gente honesta, que incluso se juega la vida, no tiene el problema del compromiso tico. Tiene s la carga histrica de una sociedad que por siglos nos ha enajenado con un marco referencial de las ciencias (y en especfico de la ciencias pedaggicas) que es absolutamente contradictorio con el planteamiento tico que nos

anima. Pero, adems, ese marco hegemnico est instalado lgicamente - como el correcto, el legtimo, el cientfico. Es un valor entendido cultural y socialmente. Por eso, aqu est la mayor dificultad. Porque siendo as, muchas veces no somos concientes de ello. Por lo tanto, seguimos luchando, creyendo, invirtiendo tiempo y en ocasiones, hasta jugndonos la vida, - en la bsqueda de ideales que no somos capaces de materializar en la prctica. Podra contarles ancdotas reales, hermossimas y conmovedoras de grupos que, en procesos de formacin metodolgica, han cado dramticamente en cuenta de la prdida de tiempo y de la desviacin en las formas cmo han asumido sus tareas, mismas que incluso les han llevado a sufrir crcel y represin. Y he visto cuadros, dirigentes polticos, llorar conmovidos al caer en cuenta de ello. Pero me ha pasado lo mismo con maestros o dirigentes sociales. El problema entre los educadores(as) populares, militantes o cuadros comprometidos con la transformacin social, se centra en reconocer los lmites de lo viejo aprendido y, en consecuencia, en encontrar formas coherentes de actuar, de acuerdo a sus convicciones. De no ser as, stas se quedan solamente en buenas intenciones. La metodologa, entendida como sinnimo de coherencia, permite encontrar esos nuevos caminos consecuentes. Permite imaginar y desarrollar propuestas cientficas, rigurosas y pertinentes, que ayuden a hacer vida los principios. Eso es lo que yo entiendo por educacin popular. Hay que advertir que el nfasis que ponemos en lo metodolgico, no nos debe llevar a confundir a la educacin popular solo con este elemento. La educacin popular no es sinnimo de metodologa; es e implica muchos ms elementos. Pero la importancia de lo metodolgico est en que, si no se articulan en forma coherente, no sirven para nada. Lograr disear y articular los procesos educativos y organizativos en forma coherente, tiene que ver con la metodologa de la Educacin Popular. Cmo trabajo de una manera consecuente mis valores ticos de personalizacin, de solidaridad, de democracia, de fraternidad, de amor? Cmo los vuelvo vida en el grupo del que estoy siendo parte del proceso y tengo algo que decir? Solo incorporando la vida al proceso socio educativo. Y eso significa que los otros (tambin parte de la vida) son actores del proceso y tienen mucho que decirme. Por eso Paulo Freire dijo: Nadie ensea a nadie, todos aprendemos juntos. Sin embargo, esto no niega el rol del educador, pues cada quien tiene un rol diferente.: el educador, ensear. El educando, aprender. Pero ambos en un proceso democrtico, participativo, dialogal. El arte del diseo y manejo metodolgico, solo se adquiere por el trabajo colectivo, dnde est siempre uno est poniendo en alerta al otro; donde la creatividad no tiene ms lmites que la tica. Donde, claro est, la experiencia acumulada va dando pautas para imaginar los procesos.

En sntesis: La metodologa de la Educacin Popular es la coherencia con que se articulan el marco referencial (terico, tico, poltico y cientfico) con la lectura del contexto vista desde ese marco referencial, con los objetivos que quiero lograr, con los temas que voy a desarrollar para que esos objetivos se cumplan, con los mtodos particulares que voy a utilizar para que eso suceda y con la seleccin de herramientas que me permitan que todo suceda y se articule.

La Tensin de ser CoherentesQuin ha dicho que la vida y el mundo pueden separarse y dividirse en casilleros estancos, a los que les llamamos disciplinas, ciencias o profesiones?

Quin le ha dicho que la salud del cuerpo humano no tiene que ver con el medio ambiente, y ste a su vez con la produccin? Lo dice la visin y la prctica del enfoque cientfico dominante. Y as es y as se acta en la prctica real. Efectivamente, nosotros somos conducidos a seleccionar e incorporarnos a algn casillero estanco. Es entonces cuando seleccionamos y estudiamos una determinada disciplina. As, al seccionarnos la realidad, al dividirnos, nos destruyen la visin compleja de la vida. Adems, como hemos dicho ya, somos sometidos a modelos educativos con un enfoque positivista y educados en base a pedagogas verticalistas y autoritarias. Graduados as, asumimos contenidos, formas y seguridades acordes con le modelo recibido. Y en consecuencia, actuamos respondiendo a esta visin lineal.

Punto de partida y punto de llegadaTomo las preguntas que hablan sobre las herramientas para reforzar la educacin; el cmo pasar de las necesidades sentidas, etc. Continuamos hablando del problema metodolgico. En la educacin popular, como dice Freire, el nico punto de partida es el nivel en el que el educando est. Y ese nivel, tiene que ser el ms cercano, el ms sencillo, el ms sensible al educando y/o al grupo. Este es el punto de partida del proceso pero no el punto de llegada. Se parte de ah, y por lo tanto, las preguntas y/o ejercicios del autodiagnstico, deben ser elaboradas de acuerdo a los criterios sealados y a las condiciones del propio grupo y del taller mismo. Ante la pregunta de cmo trabajar con los sectores ms vulnerables, la respuesta obvia es precisamente trabajando con ellos y desde ellos , al igual que se debe trabajar con cualquier sector. La tarea del educador(a), arrancando el proceso desde el punto de partida, es ir construyendo un puente de relaciones cada vez ms complejas. Y eso se hace a partir de nuevas preguntas, nuevas reflexiones y/o provocaciones, que mediante la participacin y el dilogo, permitan al educando ir tomando una distancia crtica del nivel de dnde parti. Y al verlo desde esa distancia, desde esa nueva ptica, le permita entonces preguntarse nuevas cosas, investigar o recibir la nueva pregunta (o repregunta del educador(a), - que lo obliguen (en un sentido no coercitivo) a buscar y/ o pensar las nuevas respuestas. As se genera la curiosidad epistemolgica, como le llama Freire, misma que debe provocar en el grupo la avidez por buscar nuevas preguntas y/o nuevas respuestas en otras fuentes, en investigaciones, en libros o en la voz misma del propio educador(a). Trabajando as, no debiera haber ningn problema en resolver estos discernimientos, pues slo con mtodos tradicionales uno se vuelve bancario y paternalista. Pero si de verdad trabajamos con mtodos dialcticos, participativos, y dialogales, entonces no podemos ser paternalistas. Estos dilemas deben resolverse desde el mismo diseo metodolgico, mismo que debe tener claramente previsto, pero con flexibilidad, todo el proceso requerido para desarrollar el hecho educativo o el proceso de base. Por ello es que se debe poner mucho cuidado en el diseo metodolgico. En nuestra experiencia, mucho ms que ensear o tratar temas especficos, hemos tratado de presentar y de ofrecer la propuesta metodolgica misma. Si se logra la apropiacin crtica de la misma (no memorstica, obviamente) lo dems vendr por aadidura, pues entonces los educandos podrn aplicarla, con creatividad y autonoma a todo tipo de temas, como gnero, medio ambiente, salud, etc. Lo mismo suceder en relacin con diferentes sujetos o mbitos, pues insisto lo que estamos entregando es el secreto metodolgico que les permitir convertirse en multiplicadores creativos de la propuesta. De esta manera se estar rompiendo la clsica dependencia que suelen generar los expertos que solo

entregan elementos cognitivos en el sentido ms peyorativo - pero no el cmo los trabajan. Es por eso que se vuelven indispensables, pues justamente generan la dependencia a su propia intervencin. De esta manera, garantizan el contar siempre con trabajo.

El neoliberalismo nos derrot? Tomemos otras preguntas: Los procesos lentos son un problema metodolgico? O una problemtica del neoliberalismo dominante?Depende. Sin duda, la perversidad del neoliberalismo - ms all del modelo econmico - es su perversidad ideolgica, pues el habernos hecho creer que todo est perdido y que se acab la historia, sin duda influy mucho en la prdida de esperanza. Pero eso es una mentira. El neoliberalismo que pregona la derrota de las ideologas, es en s mismo una ideologa, en el sentido ms vulgar. Sin duda, esa ideologa derrotista e inmovilizante pesa en el ambiente y en el estado de nimo colectivo. Muchos(as) acaban instalndose en la derrota. Y eso, retrasa los procesos, los vuelve lentos, errticos La propuesta de la Educacin Popular no contiene ni es la varita de virtud que todo lo puede resolver. Pero si se quiere derrotar e esa ideologa de la derrota, un camino cierto es recuperar la esperanza. Y con ella, los procesos de humanizacin de nosotros mismos y de la sociedad en general. La educacin popular por eso es estratgica, pues no se logra convencer y/o reactivar a un grupo solamente con discursos o sermones. Pero s puedo animarlo y movilizarlo en la medida en que toque su sensibilidad, le ayude a recuperar la esperanza, lo apoye en el proceso de anlisis del contexto etc. Es decir, si le ayudo a cambiar su actitud - junto con la ma misma al facilitar el fortalecimiento de la conciencia crtica y esperanzada frente a un modelo de mundo nuevo, que - contra lo que afirman los idelogos neoliberales no ha sido derrotado. Negar el peso del modelo neoliberal dominante y de sus influencias perversas, es un error. Es querer tapar el sol con un dedo. Pero igualmente, pensar y asumir que dicho modelo ya nos derrot, no solo es un grave error, sino que se convierte tambin en una oportunidad para encontrar una puerta falsa de escape al compromiso. Producto de esa ideologa de la derrota, se ha hecho ya un lugar comn el afirmar que la gente no quiere participar. Que la gente es aptica. Me niego a aceptarlo, an sin negar el peso del discurso desmovilizante neoliberal. Es cierto que la gente tiene que hacer un gran esfuerzo para sobrevivir; que est cansada, golpeada, derrotada. De ello, no cabe duda. Pero al mismo tiempo deberamos poner ms atencin en el anlisis y en la reflexin sobre nuestra capacidad de seduccin de las propuestas que hacemos. Un clsico ejemplo para sustentar la apata suele afirmar que las seoras no vienen a la junta porque estn viendo la televisin, la telenovela. En lugar de solo reconocer y afirmar este hecho, deberamos pensar en cambiar nuestras tcticas de convocatoria. Quiz lo correcto sera entonces ver la telenovela con ellas! No sera acaso la telenovela misma el mejor cdigo para reflexionar sobre los valores y los anti -valores de esta sociedad? De la misma manera pretendemos que los vecinos dejen de ver el ftbol para asistir a una aburrida junta del sindicato! Es absurdo, pero lo seguimos haciendo. Caer en cuenta de a qu los convocamos y cmo los convocamos, nos dara explicaciones reales a su apata, ms all del evidente peso de la ideologa neoliberal. Y estas razones tienen mucho ms que ver con nosotros, con nuestras miopas y nuestros erroresque con la falta de respuesta como producto de un estado de nimo culturalmente establecido. Al respecto, me gustara referir una experiencia que hemos desarrollado en un Estado (Michoacn) de mi pas, Mxico. Estado es el nombre que en Mxico damos a lo que en otros pases se llaman provincias o departamentos. Se trat de la realizacin de una consulta ciudadana que por ley tiene que realizar el ejecutivo, para de ah tomar el sentir de la sociedad, mismo que debe

aportar a la elaboracin del Plan Estatal de Desarrollo que el Gobernador debe hacer, por ley, dentro del primer ao de su gestin. Cuando uno piensa en una consulta, normalmente se piensa en realizar una encuesta, para lo cual se contrata a una empresa especializada en marketing. Y esto lo pensamos tambin los(as) educadores(as) populares, o sea, nosotros mismos. Y tambin lo piensan y hacen los polticos progresistas y