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Inés Segura: “Que después de la tempestad vuelva pronto la calma y podamos estar unidos trabajando en Centro de Día”

Al personal de Centro de Día le ha tocado vivir la parte más dura de esta crisis sanitaria: sufrir la pérdida de cuatro de los chicos del centro desde la distancia, tres de ellos por Covid-19. Algunos de los profesionales lo han vivido desde la Residencia, donde prestan su apoyo, y otros desde sus casas. Hablamos con ellos para que nos expliquen cómo lo están viviendo.

“Nos marchábamos a nuestras casas el día 13 de marzo con una reorganización de nuestro recurso, y el lunes 16 había vuelto a cambiar por completo. Ya teníamos la certeza de que el virus estaba en Centro de día”, nos cuenta Dory Luzón, técnico en Comunicación y Apoyo Pedagógico. “No soy la portavoz de nadie, ni lo pretendo”, prosigue Dory, “pero creo que lo que se nos ha hecho más duro ha sido la pérdida de algunos de nuestros chicos. Eso… y tomar consciencia de que podías haber contagiado a tus seres queridos. Eso

angustia mucho, y vives esperando que pase otro día más y que no lleguen malas noticias”.

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Consuelo Arres, Fátima Lama, Loli Nieto y Carmen Piñar, de Centro de Día, con ATEs de Educación

Dory Luzón.

mailto:[email protected]



Esta situación ha marcado un antes y un después en la vida de mucha gente, por ejemplo en la de Nuria Álvarez, monitora cuidadora del centro: “Durante este proceso he sentido miedo, tristeza, incertidumbre... Pero he podido reír y sentirme satisfecha al recordar lo mucho que quería a las personas que hoy ya no están con nosotros”.

En este mismo sentido se pronuncia María José Galmés, coordinadora del Servicio. “Han sido semanas tristes para nosotros, para toda la organización, hemos tenido que despedirnos de algunos chicos en la distancia… pero con oportunidad de dedicarles unas palabras y pensamientos en nuestra propia intimidad, arropándonos y sintiéndonos cerca de ellos y de sus familias. Sin duda, los echaremos muchísimo de menos”.

“Dentro de esta vorágine, el tiempo nos ha permitido reflexionar y pensar en cada uno de nosotros”, continua María José, “nos ha permitido darle valor a lo que realmente lo tiene, a disfrutar de la familia y de los hijos y aunque resulte paradójico, dentro de la distancia que nos separa, hemos estado más conectados que nunca con nuestros seres queridos y compañeros de trabajo. Ahora nos toca esperar, a ser pacientes, sintiéndonos esperanzados de que todo esto se solucionará con el esfuerzo de cada uno de nosotros, poniendo nuestro granito de arena.”

Encarnación Campos, monitora cuidadora, es una de las que ha llenado la Residencia de granitos de arena: “Me llamaron para hacerme la prueba del COVID, di negativo y pude volver, eso sí con el miedo acompañando…”, explica. “Al llegar vi a mis compañeras, la primera, a Consuelo ¡Qué vitalidad! Fui a buscar a las demás y lo primero que escuché fue la voz de una de ellas, ¡qué alegría! y cuando las vi me emocioné... Era como volver a pisar suelo firme…”, nos cuenta.

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María José Galmés, desde su casa.

Encarnación (Nani), en el centro, junto a Chari y Marga.




Encarnación regresó a un área nueva con otras compañeras y siente que su acogida fue “buena, divertida y dura”. “En resumen puedo decir que en mi lugar de trabajo y por parte de la organización me he sentido muy acompañada y sé que puedo acudir para cualquier tipo de problema. Se podía haber hecho mejor, se podía haber hecho peor... pero ahí estamos todos”, concluye.

EL TELETRABAJO EN CENTRO DE DÍA

“Algunos compañeros ya se han incorporado al trabajo y están haciendo una labor excepcional, compañeros en primera línea y otros que retomamos el trabajo desde casa, intentando a adaptarnos a las circunstancias y a la nueva experiencia del teletrabajo”, relata María José Galmés. “Lo gratificante, es volver a contactar de nuevo con las familias, con los compañeros, etc. Todos tenemos ganas de que todo pase y que volvamos poco a poco a la normalidad ¡Sabemos que con esfuerzo y actitud lo conseguiremos!”, concluye.

Sandra González, administrativa y también cuidadora, explica que ahora tiene tiempo de actualizar todo lo que tenía pendiente: “Desde casa doy soporte al resto de compañeros a través de correos y de la plataforma que usamos a diario, resolviendo dudas y facilitando tareas a distintos servicios. En estos momentos soy consciente de que mi trabajo, aunque no sea atención directa, va muy vinculado a nuestros chicos, la necesidad de interactuar con ellos es vital para sentirme plenamente realizada en el servicio”.

Otra de las personas que no sabía cómo se adaptaría al trabajo a distancia es Ricardo, fisioterapeuta. Al principio creía que no podría hacer de fisioterapeuta desde casa, sin embargo “Ahora, al pasar un tiempo, me he dado cuenta que tengo muchas tareas de teletrabajo”, nos dice. Confiesa también que compaginar la vida familiar con la laboral no resulta siempre fácil. “He sido padre recientemente, en diciembre de 2019, y el bebé en casa hace difícil mantener una continuidad para realizar las tareas. Aun así lo mejor de esta situación de estar en casa es poder compartir momentos en familia”.

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Sandra González, teletrabajando desde casa.

Ricardo, fisioterapeuta.




Nos explica cuál es su fórmula para hacer más llevadera la situación de confinamiento: “Preparo recetas de cocina que tenía muchas ganas de hacer, cuido todas las plantas de la casa, y cómo no, dedico algo de tiempo a hacer ejercicio para mantenerme sano”. Sandra nos recomienda no perder el contacto con nuestros seres queridos. A ella le va muy bien mantener la rutina, pero sobre todo hablar “con varios amigos del centro. En ellos encuentro muchos momentos el apoyo, las charlas que mantenemos sirven para olvidar lo que va sucediendo, reír y relajar… Ya que, en ocasiones, florecen muchas emociones encontradas difíciles de gestionar. Entre unos y otros vamos reforzando ese vínculo que sabíamos que existía pero que a día de hoy se refuerza”.

Dory Luzón, por su parte, echa mucho de menos a sus compañeros y a los chicos y chicas del servicio, pero está aprovechando el teletrabajo para llevar a cabo proyectos que tenía pendientes. “En esta situación actual irán surgiendo demandas que tendremos que gestionar, y que suponen reinventarse y readaptarse”, y Dory ya está en ello: “Esta experiencia a nivel personal lo que me ha hecho es darme cuenta de que la vida te puede cambiar de un día a otro, y que lo único que tenemos es el momento presente. Así que hay que hacer que este valga siempre la pena.”

TESTIMONIOS DE ALGUNAS FAMILIAS

También hemos querido saber qué tal están los chicos y chicas del servicio que están en sus casas. La familia de Sergio Zaragoza afirma que el día a día del confinamiento es pesado aunque Sergio lo lleva muy bien. “Su día por lo general, es muy tranquilo: música, juegos y alguna que otra película infantil”, nos explica la familia.

Carlos Sandiego ha vuelto a practicar pimpón, hacía muchos años que no jugaba y, en su casa, han aprovechado el confinamiento para convertir una mesa de comedor con una red. Su madre, mientras Carlos juega un partido de tenis de mesa con su hermano, nos habla de cómo ve el futuro y la reapertura del servicio: “A partir de ahora pienso que nos

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Montse Quert y Sergio Zaragoza pintando. Cristina Mañez antes del paseo. Álvaro López y Carlos Sandiego en casa.




queda un largo camino por recorrer no solo por lo que representa el Coronavirus, sino por los cambios que se tendrán que introducir en cuanto al comportamiento de nuestros chicos y chicas cuando se pueda reanudar la actividad. Y creo que será una labor en la que deberemos colaborar en la misma línea en casa y en el centro, ya que tendrán que cambiar algunos hábitos para poder convivir con el menor riesgo posible. ¡Estoy convencida de que lo vamos a lograr y que superaremos esta situación!”.

Cristina Mañez y Montse Quert son otras de las compañeras que están estos días en sus domicilios. Quert vive en la Residencia pero estos días los está pasando en casa y se siente fenomenal.

En casa de Álvaro López están bien pero “con ganas de volver a la normalidad”, como muchos de nosotros y nosotras, entre ellas Inés Segura. Inés es usuaria del Servicio Ocupacional y limpia las instalaciones de Centro de Día. Ella también quiere compartir unas palabras: “Echo muchísimo de menos mi trabajo y a todos los compañeros y compañeras…. Ánimos para todos. Que después de la tempestad vuelva pronto la calma y podamos estar unidos trabajando todos en el Centro de Día”.

Nuria Álvarez es otra de las compañeras monitoras cuidadoras que no ha podido estar presente y se refiere también a estos días pasados como una tormenta “ya controlada gracias a todos los que han estado ahí”. A ellos y a todo el personal de Centro de Día envía estas palabras: “Mi reconocimiento a mis queridísimas compañeras y compañeros de Centro de Día que ya están trabajando, compañeras de trabajo y de batallas a las que admiro y echo mucho de menos, ojalá podamos abrazarnos pronto”.

Encarnación Campos anima a todo el personal del centro recordando el grito de guerra de un buen compañero: “¡No somos un equipo, somos un equipazo!”

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Nuria Álvarez con Leo.




La coordinadora del servicio, María José Galmés, no quiere concluir este texto sin un mensaje de ánimo para todas las familias, chicos y chicas del servicio y compañeros y compañeras de trabajo: “Queremos que os sintáis acompañados, os tenemos muy presentes. Desde un lugar u otro TODOS estamos aquí, de corazón, para vosotros”.

Nuria Álvarez también tiene mensajes de ánimos, junto a Leo nos comparten el mensaje que les ayuda a estar un poco más contentos:

HAKUNA MATATA una forma de ser HAKUNA MATATA nada que temer... Sin preocuparse es como hay que vivir... A vivir así, yo aquí aprendí... Hakuna matataaaaaaaa...

Finalizamos este artículo dedicado a Centro de Día con un poema de Kitty O’Meara recomendado por María José Galmés.

“Y la gente se quedó en casa. Y leía libros y escuchaba. Y descansaba y hacía ejercicio. Y creaba arte y jugaba.Y aprendía nuevas formas de ser, de estar quieto. Y se detenía. Y escuchaba más profundamente. Algunos meditaban. Algunos rezaban. Alguno bailaban. Algunos hallaron sus sombras. Y la gente empezó a pensar de forma diferente. Y la gente sanó. Y, en ausencia de personas que viven en la ignorancia y el peligro, sin sentido y sin corazón, la Tierra comenzó a sanar. Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lamentaron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron nuevas imágenes, crearon nuevas formas de vivir y curaron la tierra por completo, tal y como ellos habían sido curados".

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