CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL

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CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL MONOGRAFÍAS del CESEDEN 93 XLV CURSO MONOGRAFÍCO LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL MINISTERIO DE DEFENSA

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MONOGRAFÍAS

del

CESEDEN 93

XLV CURSO MONOGRAFÍCO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL

MINISTERIO DE DEFENSA

CENTRO SUPERIOR DE ESTUDIOS DE LA DEFENSA NACIONAL

MONOGRAFÍAS

del

CESEDEN 93

XLV CURSO MONOGRAFÍCO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL

Febrero, 2007

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN

EN EL ESCENARIO REGIONAL Y EN EL ENTORNO MUNDIAL

SUMARIO

INTRODUCCIÓN

Por Jesús Rafael Argumosa Pila

Capítulo primero

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

Capítulo segundo

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS: ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA.

Capítulo tercero

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y EUROPA: REPERCUSIONES EN LA UNIÓN EUROPEA.

Capítulo cuarto

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LAS ORGANIZACIONES Y ORGANISMOS INTERNACIONALES: NACIONES UNIDAS, CONSEJO DE SEGURIDAD, ORGANISMOS INTERNACIONALES DE ENERGÍA ATÓMICA,TRATADO DE NO PROLIFERACIÓN NUCLEAR, GRUPO DE SUMINISTRADORES NUCLEARES Y MOVIMIENTOS DE LOS NO ALINEADOS.

Capítulo quinto

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN ORIENTE MEDIO Y EL GOLFO PÉRSICO.

Capítulo sexto

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y ESPAÑA: ENFOQUE ESPAÑOL DE CRISIS.

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN

INTRODUCCIÓN

En estos primeros años del siglo XXI, se está configurando un nuevo sistema de

seguridad internacional esencialmente distinto de los que estuvieron vigentes

durante el siglo XX. Los elementos que están contribuyendo a esta emergente

configuración se sustentan en un conjunto de movimientos o procesos de carácter

estructural o coyuntural tales como la globalización, la gobernanza mundial, la

espectacular evolución de la tecnología emergente, el terrorismo internacional, el

aumento de la demanda global de la energía, el auge de la inmigración o el

islamismo yihadista.

En el ámbito geopolítico, y en una primera aproximación, en la actualidad, no es muy

aventurado decir que mientras que los grandes poderes terrestres asentados en

Eurasia, Rusia, China e India, están en un excelente estado de crecimiento

económico, de desarrollo de tecnología emergente y de creciente influencia política,

los grandes poderes marítimos como Estados Unidos, la Unión Europea o Japón se

hallan en un proceso de propia identidad, de crisis doctrinales internas y de carencia

de eficiencia resolutiva tanto política como estratégicamente.

Si hacemos una síntesis de las actuaciones de los grandes poderes, que acabamos

de expresar anteriormente, inmediatamente resalta que sus preocupaciones más

importantes se corresponden con la obtención de la energía -principalmente petróleo

y gas, teniendo siempre presente a la nuclear– y con las asociaciones estratégicas

entre posibles rivales o aliados, con el propósito de conseguir el mejor

posicionamiento geopolítico y geoestratégico junto al máximo beneficio económico.

Lo que es cierto es que, en este siglo que comienza, los más importantes recursos

energéticos que le interesan a la comunidad internacional, se hallan

fundamentalmente en tres grandes áreas: en el triángulo euroasiático cuyos vértices

se apoyan sensiblemente en el Cáucaso, en Asia Central y en Oriente Medio, en

África -especialmente la Subsahariana– y en Iberoamérica. En este sentido, la

estabilidad y seguridad de las tres regiones adquieren la máxima prioridad mundial.

Aunque en las tres zonas existen crisis e inestabilidades, es en la primera, en el

triángulo euroasiático -esencialmente la que reúne más del 60% de los recursos

mundiales- donde se halla una falla de seguridad o cinturón de fractura geopolítico

tan enorme que está demandando el mayor esfuerzo político, diplomático y

económico de la sociedad internacional para alcanzar la paz y estabilidad de la

misma.

Y es precisamente en esta área donde se hallan los conflictos más graves y más

peligrosos de la actual situación de seguridad internacional. Desde el contencioso

nuclear iraní y la guerra de Líbano hasta el conflicto palestino-israelí y la contienda

de Irak, pasando por la guerra de Afganistán, por las especiales tensiones indo­

paquistaníes o por la permanente inestabilidad de los territorios caucásicos.

La actuación de Irán tanto en su contencioso con la comunidad internacional en

relación con el enriquecimiento de uranio como en su participación en la reciente

guerra de Líbano ordenando a Hezbolá que atacara a las Fuerzas de Defensa de

Israel, significa la aparición de un importante poder de segundo orden intentando

conseguir el status de poder regional en el escenario de Oriente Medio.

La actual situación de incertidumbre en el contencioso nuclear iraní debilita

poderosamente el sistema de seguridad internacional, poniendo en cuestión tanto a

Naciones Unidas, con su Consejo de Seguridad, como a las grandes potencias

debido a su diferente posicionamiento.

En este contexto de seguridad internacional, se puede considerar a este XLV Curso

Monográfico acerca de “La situación de seguridad en Irán: repercusión en el

escenario regional y en el entorno mundial” como realmente interactivo porque todos

los colaboradores concurrentes han estado viviendo, de primera mano y en directo, a

través de los medios de comunicación y de algunos ponentes extranjeros muy

cercanos a la toma de decisiones en la esfera internacional, las diversas vicisitudes

que se han llevado a cabo en el actual proceso, conducido por la comunidad

mundial, de intentar convencer a Irán que no continúe con el enriquecimiento de

uranio con el propósito de que no llegue a ser una potencia nuclear.

Ciertamente se ha hablado extensa y profundamente del funcionamiento del actual

sistema de seguridad internacional que no atraviesa por sus mejores momentos. En

particular, se ha seguido con mucha atención las diferentes alternativas que se han

barajado en el proceso anteriormente mencionado, desde la negociación hasta una

posible intervención en Irán, pasando por la aplicación de sanciones.

Por estas aulas han pasado una multitud de expertos intentando, por un lado,

explicar su peculiar apreciación de los orígenes o causas del problema aplicando su

punto de vista geopolítico, estratégico, diplomático, cultural o incluso militar y, por

otro, proponer cuales pudieran ser las soluciones al estado de la cuestión.

Lo que importa en estos momentos es destacar el alto espíritu de entrega a los

demás que reúne y une a un grupo de personas -que integran el XLV Curso

Monográfico- con altas responsabilidades y de elevado horizonte intelectual, en torno

a un proyecto común de reflexionar conjuntamente, en el nivel académico, sobre un

tema de actualidad que interesa a toda la comunidad nacional e internacional de

cara a resolver situaciones de posible riesgo para mejorar el nivel de vida, la

seguridad o la libertad de todos los pueblos de la Tierra.

Con independencia de los análisis, reflexiones o propuestas que cada grupo de

trabajo va a presentar seguidamente, a lo largo de los diferentes capítulos de esta

Monografía, -por cierto, hecho con el debido rigor científico y el demandante espíritu

creativo- me atrevo a aventurar, en una primera aproximación, algunos aspectos del

estado de la cuestión que no parecen cuestionables:

− La seguridad de que Irán, con una alta probabilidad, va a ser una potencia nuclear

y, por consiguiente, un importante poder regional.

− El actual fracaso de la comunidad internacional, ya sea representada por la Unión

Europea, por las grandes potencias o por el Consejo de Seguridad de Naciones

Unidas, para evitar que Irán consiga la bomba nuclear.

− El reconocimiento internacional de que se ha abierto la “caja de Pandora” en el

sentido de que cualquier estado puede acceder al club nuclear y así alcanzar el

status de inexpugnable.

− La razonable certeza de que la comunidad internacional va a convivir en el futuro

inmediato con un sistema de seguridad donde el estado nuclear llegará a ser un

componente habitual de dicho sistema.

− Parece razonable que en este entorno se establezca una nueva configuración de

la arquitectura de seguridad planetaria, en la que vuelve a tener protagonismo la

doctrina del “equilibrio del poder” con el sustrato de las grandes potencias a costa

de la incipiente doctrina de la “política de poder” basada en el peso de las

organizaciones internacionales. La realidad nos apunta que la ilusionante visión

de Kissinger tendrá que esperar algún tiempo

En concreto, el nuevo orden mundial que se avecina, con un Irán nuclear, sin duda

tendrá repercusiones geopolíticas tanto en el entorno de Oriente Medio, donde Irán

será un poder regional, como en el escenario internacional en el que se vislumbra

una incipiente muda de alianzas y relaciones de poder.

En esta atmósfera quedará presente el posible cambio de liderazgo musulmán

internacional –con una previsible crecimiento de la influencia chií- , la permanente

aplicación de una ambigüedad calculada por parte de una sociedad iraní, orgullosa

de descender de un viejo y famoso imperio junto con la percepción de las graves

consecuencias que puede ocasionar el posible final del estiramiento estratégico

occidental –doctrinal y material- en el campo de la seguridad y la defensa.

El Oriente Medio de los próximos años se caracterizará por la disminución del

protagonismo de los actores externos a este escenario a costa del aumento del peso

de los poderes regionales radicales comprometidos con el cambio del status quo.

No parece que exista ninguna duda en afirmar que el desenlace a un Irán sin armas

nucleares, en el cinturón de fractura euroasiático, se enmarca dentro de una solución

global -la única con resultados decisivos- a todos los problemas de Oriente Medio,

desde el conflicto palestino-israelí hasta el de Irak, pasando por el status final de

Líbano o por el contencioso sirio-israelí en relación con las alturas del Golán, entre

otros.

Y en esta negociación, que sería patrocinada por las grandes potencias dentro del

marco de Naciones Unidas y de las organizaciones internacionales implicadas,

debieran participar todos los principales actores del área, tanto estatales como no-

estatales.

No sería descabellado iniciar los pasos adecuados para poder establecer en Oriente

Medio un modelo de Organización de Seguridad y Cooperación para Europa,

ciertamente distinto adaptado a la situación y características de la zona, pero con

posibilidades de alcanzar diferentes estadios de seguridad que al final conduzcan a

la tan deseada paz y estabilidad en el área.

Jesús Rafael Argumosa Pila

Jefe de la Escuela de Altos Estudios de la Defensa.

CAPÍTULO PRIMERO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO

DE LAS RELACIONES INTERNACIONALES

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN EL ÁMBITO DE LAS RELACIONES

NTERNACIONALES

Introducción

Las complejas circunstancias que concurren en la crisis planteada por el Programa

Nuclear de Irán, junto a los recientes acontecimientos acaecidos en Corea, alertan,

en mayor medida si cabe, la atención internacional ya focalizada en una región,

definida como la más conflictiva del mundo.

Más allá de lo que ha sido en estos meses el centro del debate, a saber, si Irán

dispone o no de la bomba atómica o pretende fabricarla, y de que algunos gobiernos

pongan en duda la veracidad de la postura oficial iraní -según la cual la finalidad de

su Programa Nuclear es exclusivamente para aplicaciones de uso civil-, se hace

necesario ampliar el campo de visión y análisis, con objeto de plantear las causas

subyacentes, las dimensiones y las repercusiones de esta crisis que protagoniza una

potencia regional, la república islámica de Irán, con 75 millones de habitantes, 3.000

años de historia y con las mayores reservas mundiales de gas natural después de

Rusia y la décima parte de las correspondientes al petróleo.

Una crisis abiertamente planteada en junio de 2005, cuando las elecciones abren el

camino al poder al alcalde de Teherán, Mahmoud Ahmadineyad, y unas nuevas

maneras dejan traslucir la sospecha de unas inquietantes intenciones, aún cuando el

detonante de aquella tuvo lugar en julio de 2003, cuando los inspectores de la

Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) detectaron restos de uranio

enriquecido en unas muestras tomadas en la ciudad de Natanz.

Irán se vio obligado a informar a la AIEA de todas sus actividades relacionadas con

su Programa Nuclear, incluso de las que había llevado a cabo, sin información

previa, en contravención del Tratado de No Proliferación, que había suscrito, tras la

compra en el año 1991 de uranio natural y dióxido de uranio.

Es importante destacar el hecho de que el acuerdo de suspensión unilateral de

actividades de enriquecimiento de uranio, en el mes de noviembre de 2004, se

adoptó por el Gobierno en contra de lo aprobado por el Parlamento iraní, así como

también, el dato de que el control se mantenía respecto de una central del sur del

país, Bushehr, y otros establecimientos, manteniéndose la controversia con la

escasa y confusa información sobre la nueva central de Natanz y el reactor de

investigación nuclear de Arak.

La inesperada victoria del conservador Ahmadineyad en aquellas elecciones, en un

país perteneciente a una de las zonas más inestables, complejas y de mayor

importancia estratégica del planeta, y sus declaraciones iniciales, no dejaron duda

alguna sobre sus intenciones de continuar con la negociación, pero anteponiendo la

defensa de los intereses de Irán, subrayando su derecho a mantener el programa

nuclear, por la necesidad de desarrollo de su país.

Sucintamente planteados los acontecimientos, la reflexión nos lleva a reconocer que

en la crisis así planteada confluyen visiblemente dos grandes vectores que están

contribuyendo a esbozar los grandes trazos que marcarán el siglo XXI:

− Desde el punto de vista político, “la dialéctica entre la legitimación democrática de

Occidente, que tras la desaparición del socialismo real y de la Unión de

Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), había conquistado la hegemonía

“moral” mundial como sistema político, y la legitimación teocrática, que, muchos

siglos después de ser casi en exclusiva la única fuente de legitimación del poder

político, se expande por el Islam, en forma de fundamentalismo.”

La teoría de Huntington sobre el choque de civilizaciones ha venido siendo

contestada por otras opiniones autorizadas, desde la que matiza que el choque no

será de civilizaciones propiamente dichas, sino de fundamentalismos, hasta las

que mantienen la afirmación de que los conflictos en el siglo XXI vendrán

marcados por la escasez de recursos; éstos serán, sin duda, claves en el

desarrollo y la hegemonía industrial, económica y militar de las principales

potencias, no todas ellas cómodamente instaladas bajos los fundamentos del

régimen democrático y de la economía de mercado.

− Desde este último plano, es decir, desde el punto de vista económico, “el factor

energético y los intereses económicos de Estados Unidos como primera potencia

mundial, y de otros países, en la región”, están muy presentes en la crisis

planteada con el Programa Nuclear iraní.

La escasez y agotamiento de los yacimientos de recursos energéticos de carácter

fósil, vislumbra un futuro oscuro en el que la humanidad tendrá que afrontar la

carencia de la principal fuente energética conocida, que propició los

espectaculares niveles de crecimiento y que ayudó a la prosperidad del siglo XX.

Alcanzado este momento, los planteamientos en torno al coste de la extracción,

no se podrán formular en términos puramente monetarios, ni se podrá considerar

únicamente el precio del petróleo, pues en realidad, el aspecto relevante a tener

en cuenta será el de la “eficiencia energética”, es decir, el balance entre cantidad

de energía invertida para la extracción refino y transporte, frente a la cantidad de

energía extraída.

Ante este panorama de futuro, el control de las fuentes energéticas se convierte

en un interés vital, y obviamente, no sólo para Estados Unidos, sino también, para

todos aquellos países cuyo abastecimiento de productos energéticos depende de

la importación, entre los que se encuentran los países de la Unión Europea y,

desde luego, los futuros grandes consumidores asiáticos, China e India.

No debe olvidarse que las reservas de petróleo de Irán rondan los 124.800

millones de barriles, aproximadamente el 10% del total mundial, lo que significa

que Irán es, tras Arabia Saudí, el primer productor de la Organización de Países

Exportadores de Petróleo (OPEP). La economía del país se basa principalmente

en los ingresos generados por las exportaciones del petróleo, que representan

aproximadamente el 80% del total de sus exportaciones, y entre el 40 y el 50%

del Producto Interior Bruto (PIB). Durante los últimos años, el aumento constante

de los precios del crudo ha favorecido una cierta mejora de su economía, aunque

con una inflación elevada, en torno al 15%.

La compañía petrolífera nacional iraní NIOC gestiona la producción del crudo. Irán

posee también unas importantes reservas de gas, la mayoría de las cuales siguen

sin explotarse –un 62% de su potencial–, y que harían del país el segundo

productor mundial después de Rusia.

Pero indudablemente, estamos, como decíamos, ante un tema complejo en el que

incide una multitud de factores y no sólo imperativos categóricos. Por eso, debemos

comenzar en la aproximación a esos factores con una mirada retrospectiva que nos

haga descender al nivel regional.

Así, tras las razones históricas que respaldan la voluntad de Irán de ser una potencia

regional capaz de incidir en el entorno mundial, se analizarán los rasgos que

conforman la política interior y exterior de Irán, y, como contrapartida, la política

exterior de Estados Unidos, esto es, de la primera potencia mundial, para tratar de

responder a continuación a una cuestión clave del debate, esto es, si es Irán o no,

una amenaza nuclear, para finalizar con las consecuencias que pueda plantear el

Programa Nuclear en las relaciones internacionales, así como las opciones que

caben para dar salida a la crisis.

Las razones históricas: la voluntad de Irán en ser potencia regional

Efectivamente, está claro que Irán es hoy una potencia regional. Esta afirmación, así

como la muy rica e intensa historia del país, deben de ser tenidas permanentemente

en cuenta para comprender las motivaciones últimas y los intereses permanentes de

su política exterior.

Cabe apuntar las siguientes pinceladas para enmarcar la influencia, la importancia y

el peso específico del país, lo que quizás ayude al observador occidental al

preguntarse por los motivos que han llevado a Irán a impulsar su Programa Nuclear:

− Irán, es decir, Persia, hasta el año 1935, viene existiendo como entidad

independiente durante la mayor parte de los tres últimos milenios. Es uno de los

pocos países de la zona que nunca ha sido colonizado, a pesar de las fuertes

influencias extranjeras a lo largo del siglo XIX. Su gran importancia estratégica se

vio fuertemente acrecentada con el descubrimiento de yacimientos petrolíferos a

principios del pasado siglo.

− A partir de los años cincuenta, Irán experimentó un rápido proceso de

industrialización gracias a los ingresos producidos por la extracción petrolífera.

Dicho proceso, sin embargo, no se vio acompañado por un desarrollo adecuado

de las infraestructuras y del sector agrícola, máxime si se tiene en cuenta que

este último era un sector con un peso predominante en la estructura económica y

social del país hasta los años setenta, y que incluso hoy en día tiene una

importancia considerable.

− Después de la expulsión del sha y del triunfo de la revolución islámica en 1979,

Irán pasó por un largo periodo de recesión, cuyas causas son atribuibles a

distintos factores, entre los cuales cabe destacar la nacionalización de las

industrias, en particular del sector petrolífero, el largo conflicto con Irak (1980­

1988), y el aislamiento internacional.

− La desconfianza hacia sus numerosos vecinos es una de las características más

o menos presentes en la historia de Persia, y a menudo ha sido motivada por las

negativas experiencias con el exterior, creando un sentimiento colectivo cercano

al victimismo que, a su vez, se entremezcla con un poderoso orgullo nacional.

− La identidad nacional iraní es lo suficientemente fuerte como para resistir

perfectamente la gran diversidad de su numerosa población. Este fuerte sentido

de unidad explica la evidente habilidad del país para haber preservado su

independencia a lo largo de su muy larga historia.

− Finalmente, desde el punto de vista iraní y de su histórica tendencia a intervenir o

influir en determinadas zonas de la región, basta observar con detenimiento los

diferentes mapas de Persia, desde el siglo XVI hasta la actualidad, evidencia la

progresiva disminución de su extensión, de forma que, actuales países como

Georgia, parte de Siria, Qatar y vastas zonas de Afganistán y Pakistán, por

ejemplo, han pertenecido a Persia. Dichas zonas son consideradas por no pocos

iraníes, como su área de influencia natural.

En definitiva, como nos recuerda Patrick Clawson:

“Irán es mucho más que un rico país petrolero con un gobierno teocrático. Es

una gran civilización con una larga historia de implicación de su ciudadanía en

las tareas de gobierno.”

Con lo anteriormente expuesto, se hace necesario abordar la política que

actualmente está desplegando el régimen iraní, un factor esencial para comprender

sus posibles repercusiones en las relaciones internacionales.

La política interior y exterior de Irán

Pueden resumirse los fundamentos de la política Iraní, en los siguientes:

El nacionalismo

Es la resultante de la imponente herencia histórica del legado persa y del mundo

pre-islámico mezclados con el orgullo iraní y su vocación de potencia regional.

La utopía revolucionaria chií

Aunque es un factor que había perdido fuerza en los últimos años, ha vuelto a cobrar

vigencia con la llegada al poder del nuevo presidente del Gobierno. En todo caso,

es esencial no olvidar que la Revolución de 1979 es, sobre todo, chiíta e iraní y que

Irán no es un es un país ni árabe ni sunnita, aunque su composición étnica dista

mucho de ser homogénea, aún con claro predominio de los persas (51% de la

población).

El control estatal que a partir del año 1979 remplazó al sector privado, resultó poco

eficiente, en el sentido de que el sistema de subvenciones públicas se transformó en

norma, contaminando la capacidad de reacción de la economía a las señales del

mercado global que, a partir de los años noventa se había ido afirmando

progresivamente.

Ello a pesar de que tras el fin de las hostilidades con Irak, en el año 1989 los

mercados globales experimentaron una fuerte subida del precio del petróleo, en

particular después de la invasión de Kuwait en 1991 y de la primera guerra del Golfo.

A pesar de ello, la economía iraní no experimentó la recuperación deseada,

demostrando que las razones del retraso en el crecimiento no se debían tanto al

conflicto con Irak, sino a la práctica desaparición de la clase económicamente activa

después del triunfo de la revolución islámica. El volumen de las exportaciones del

petróleo fue, en su conjunto, inferior al de las importaciones, dejando en negativo la

balanza exterior de pagos y frenando de hecho la economía.

La percepción de inseguridad

La compleja ubicación geográfica del país con muy numerosas y frágiles fronteras y

las muy negativas experiencias con el exterior, a lo largo de su historia, son las

principales razones que explican este factor.

El régimen iraní no ha hecho un secreto de su intención de potenciar su capacidad

industrial en el sector de la defensa, con el fin de reducir su dependencia de los

suministros exteriores, y afirma estar desarrollando distintos programas de

armamento convencional, para fines terrestres, marítimos y aéreos. Muchos de estos

programas se están llevando a cabo bajo licencia de origen ruso, o intentando copiar

material y equipos extranjeros, lo que conlleva que el gasto en investigación y

desarrollo no sea tan determinante para tener un efectivo impacto económico.

La política interior

La manipulación por parte de las instituciones de la realidad internacional, se utiliza

por los gobernantes como palanca coadyuvante para la permanencia en el poder.

El breve periodo de reformas llevadas a cabo por el moderado Khatami que acarreó

el rechazo frontal de los dirigentes religiosos del país, vio su fin con las elecciones

de 2004, cuando el ala más radical conservadora tomó el control del Parlamento

iraní. La retórica populista de Mahmoud Ahmadineyad esconde algunas de las

graves dificultades que conlleva la gestión de la política interior y de las relaciones

con la comunidad internacional. Ahmadineyad fue, durante la guerra Irán-Irak,

miembro de los guardianes de la revolución –pasdarán– y tiene por lo tanto una

connotación ideológica muy marcada e influenciada por el clero más extremista.

En lo relativo a la política económica, el crecimiento económico de Irán, de un 5%

del PIB en el periodo 2004-2005, ha sido uno de los más altos de entre los países

productores de petróleo de Oriente Medio Sin embargo, existe una preocupación

creciente sobre el hecho de que Irán está desaprovechando el actual periodo de

bonanza económica y que no se están abordando las necesarias reformas

estructurales.

El Fondo Monetario Internacional ha manifestado su inquietud por el hecho de que

estos mayores ingresos, en lugar de ser reinvertidos en el desarrollo y mejora de la

actividad productiva, se estén utilizando para incrementar el gasto del Estado en

determinados proyectos del sector público y en subsidios para la adquisición de

bienes esenciales.

La política exterior

En este contexto y a pesar de que la política exterior iraní tiene tantas vertiente

como su posición geográfica y sus prioridades nacionales (independencia, libertad e

Islam) le imponen, parece que hay dos extremos esenciales en torno a los que

aquella gira: el Estado de Israel y el desarrollo de la capacidad nuclear vinculada, al

menos formalmente al desarrollo económico del país.

El inesperado ascenso al poder de Ahmadineyad en 2005, supuso, entre otras

cosas, el triunfo de la desconfianza hacia Occidente en general y hacia Estados

Unidos en particular. Ello se debió, en parte, a que la guerra de Irak-Irán fue

considerada en este último país, como la lucha entre la ideología baath y el islam.

Dado que Estados Unidos dieron muestras de ayuda a Irak, Ahmadineyad,

perteneciente a la generación de la guerra, optó por alinearse en el campo

antioccidental.

Este rechazo inicial hacia Occidente se vio rápidamente completado por explosivas

declaraciones en contra del Estado de Israel y de la propia existencia del Holocausto

que el presidente del Gobierno iraní viene repitiendo de vez en cuando y ello a pesar

de las correspondientes “matizaciones” que, a posteriori, suele formular el ministerio

iraní de asuntos exteriores.

Sin embargo y hasta la caída del sha, Israel e Irán mantenían una discreta pero

fructífera cooperación especialmente en el terreno armamentístico. Antes de ello y

poco tiempo después de la creación del Estado de Israel, el propio David Ben-Gurión

patrocinó la conocida doctrina de la “Estrategia de la periferia”, según la cual, Israel

compartía intereses con el resto de países y minorías no árabes de la región. Así, se

establecieron acuerdos y buenas relaciones con Etiopía, Turquía, Líbano, Irán, los

maronitas, los kurdos, etc. Con la caída del Sha y la llegada del régimen

revolucionario a Irán, el panorama cambió radicalmente y, progresivamente, Irán se

convirtió en el principal enemigo del Estado de Israel.

Tras la retirada israelí del sur del Líbano en mayo de 2000, el entonces ministro de

Justicia de Israel, Yosi Beilin, se declaró partidario de revisar la postura con relación

a Irán. Ello suponía un giro copernicano pues Irán y desde la revolución, se había

convertido en la obsesión última para la seguridad de Israel.

Mas recientemente y con el retorno al poder de los radicales las circunstancias han

vuelto a cambiar y, al parecer, se han cerrado las posibilidades de un posible

deshielo. Como recordó el pasado 21 de enero de 2006 el ministro de Defensa de

Israel, el general Mofaz:

“Por el momento estamos dando prioridad a la acción diplomática, pero en

ningún caso podemos tolerar una opción nuclear para Irán y debemos de

estar preparados.”

No obstante lo anterior, debe tenerse en cuenta la cambiante situación en Oriente

Medio y el alto grado de relación entre los sucesos de un país y el resto. En este

sentido, habrá que seguir con la mayor atención las consecuencias de los resultados

electorales en las cámaras legislativas norteamericanas en la nueva política de

Washington en Irak, y ello a la vista de la muy negativa deriva que la intervención

militar ha tenido.

A partir de ahora, Irán puede ver acrecentadas sus bazas para recuperar, al menos

parcialmente, su capacidad de diálogo con Estados Unidos y éstos, modificar su

rígida postura para con el régimen iraní. Israel, por su parte, podrá verse obligado a

reposicionarse en el conflicto palestino. En todo caso, un eventual, aunque lejano

acuerdo o entendimiento irano-israelí, no sería del todo descartable.

La política exterior y de seguridad de Estados Unidos

El informe conocido como National Energy Policy-Nep, popularizado como “Informe

Cheney”, publicado en mayo de 2001, incluyó un análisis prospectivo en el que

preveía que para el año 2020, Estados Unidos importaría el 90% de su petróleo.

Los imperativos de este Informe han sido determinantes para la política exterior de

Estados Unidos, y más concretamente para la referida a todas las regiones

proveedoras de productos energéticos, especialmente el área del golfo Pérsico

(además de la cuenca del mar Caspio, África y América Latina), pues entre los fines

de dicho informe estaba el que fuera destinado a tener implicaciones significativas

en la política de seguridad y en el despliegue y uso efectivo de las fuerzas militares

estadounidenses.

Como señala Michael T. Klare (profesor de Estudios de Paz y Seguridad Mundial en

el Hampshire Collage en Amberst, Massachussets), en su trabajo Petróleo y

Doctrina Carter: en la nueva misión crucial del Pentágono, es erróneo pensar que el

uso de la fuerza para controlar el área del Golfo sea consecuencia de la política del

presidente Bush II, o del partido repúblicano, sino que son acciones

fundamentalmente coherentes con la perspectiva geopolítica de los presidentes que

lo antecedieron, ya fueran demócratas o repúblicanos.

De hecho, uno de los factores que impulsaron la llamada “doctrina Carter”,

promulgada el 23 de enero de 1980, está relacionado con el tema que nos ocupa,

esto es, se define el crudo del golfo Pérsico como de “interés vital” para Estados

Unios. En consecuencia, a tenor de la misma “cualquier intento llevado a cabo por

fuerza extranjera de ejercer el control en la región del golfo Pérsico, será

considerado como un ataque a los intereses vitales de Estados Unidos de América y

como tal será repelido con todos los medios necesarios, incluido el uso de la fuerza

militar.

Y si bien la “doctrina Carter” fue enunciada en un momento en el que el

posicionamiento militar estadounidense estaba amenazado por la presencia

soviética en Afganistán y por la Revolución Islámica en Irán, su esencia, como los

hechos demuestran, permanece vigente y ha sido plenamente extrapolada al

momento actual.

Conviene también recordar al respecto, que fue Bill Clinton quién ordenó un aumento

militar paulatino en la región.

La posición de Estados Unidos, más beligerante desde la declaración de guerra al

terrorismo que siguió a los atentados del 11 de septiembre de 2001, se ha

reafirmado especialmente tras la LX Asamblea General de Naciones Unidas, en la

necesidad de intervención del Consejo de Seguridad, frente a la también reiterada

postura de los representantes europeos de continuar con la negociación, por la

convicción de que la imposición de sanciones terminarán con toda posibilidad de

controlar el programa nuclear iraní, estimando, por tanto, inútil, contraproducente y

perjudicial, llevar a Irán y esta crisis al Consejo de Seguridad.

Pero llegados a este punto, debe hacerse una referencia, por breve que esta sea, a

la capacidad de Irán de poseer o adquirir la tecnología nuclear, así como referirnos a

su potencial militar.

¿Es realmente Irán una amenaza nuclear?

La respuesta nos lleva a ahondar en sus capacidades tecnológicas y su potencial

militar

Partiendo del hecho de que la AIEA. no ha emitido un informe concluyente, es

probable que Irán adquiera la capacidad de producir una bomba nuclear en un plazo

indeterminado, pero no muy largo, de tiempo. Tiene razones y capacidad para

hacerlo. Por una parte, Irán es un país rodeado de países nucleares: Rusia, China,

Israel, India y Paquistán y recientemente Corea del Norte parece haberse

incorporado a esta escalada nuclear asiática.

Por otra, su gran enemigo, Estados Unidos, está presente en estos momentos en

Afganistán e Irak y acaba de firmar un acuerdo de colaboración nuclear con la India.

La tecnología nuclear militar podría ser por tanto un buen escudo protector ante un

intento de invasión y un blindaje ante la amenaza de un cambio de régimen.

En cuanto a la capacidad técnica, aunque sin duda la obtendrá, requerirá no pocos

esfuerzos y tiempo, que no deberían pasar desapercibidos para la comunidad

internacional .

En el caso de la energía nuclear de uso civil y militar, es necesario un método

“sencillo y viable ” de producir la escisión de los átomos pesados, convirtiéndose en

otros más ligeros cuando son bombardeados con un haz de neutrones (1). Es

sabido que sólo algunos elementos, por su composición son susceptibles de

escindirse “con facilidad”; éstos son el uranio-235 y el plutonio. En la naturaleza el

uranio más común es el uranio-238. El uranio 235, una variedad más ligera, se

encuentra en una proporción del 0,7%.

La eficacia con que los neutrones producidos generen nuevas escisiones es la clave

para controlar la reacción (uso pacifico) o generar una violenta explosión (uso

militar). En el caso de la construcción de una bomba nuclear hace falta no ya que

haya un suficiente número de neutrones que alcancen “su” núcleo de uranio-235

1 El electrón es demasiado ligero y el protón tiene carga positiva, al igual que el núcleo atómico por lo que necesita mucha mas energía para producir los mismos efectos

para mantener la reacción, sino que lo hagan muchos de ellos y rápidamente,

consiguiendo así una violenta y rápida explosión.

Es necesario por tanto dos cosas fundamentales, un Uranio muy enriquecido (>

90%) de forma que no haya mucho uranio-238 que frene la reacción y que haya

suficiente masa (> masa crítica), “añadiendo capas de materia” para aumentar el

número de neutrones que cumplen su función.

Aunque existen un gran número de tecnologías involucradas: cómo impulsar dos

masas para fundirlas en una sola mayor que la crítica, cómo manejar el material

altamente radiactivo, cómo transportarlo a la zona de explosión (tecnología de

misiles), etc., se suele decir con razón que el único paso crítico para tener capacidad

nuclear militar es poseer uranio-235 en suficiente cantidad y pureza, por lo que el

proceso de enriquecimiento es la pieza clave del proceso.

No obstante, este proceso de enriquecimiento es tedioso y son necesarias grandes

cascadas de centrifugadoras para obtener resultados razonables. Para producir el

uranio-235 necesario para una sola bomba nuclear al año se necesita el trabajo

continuo de varios miles de centrifugadoras cuya tecnología no es fácil de adquirir.

Las noticias recibidas de diferentes fuentes parecen indicar que Irán posee varios

cientos de centrifugadoras funcionando que le permitirán enriquecer pequeñas

cantidades de uranio a niveles de uso pacífico. Para llegar a niveles razonables

deberá ampliar esas plantas hasta probablemente varios miles de centrifugadores.

Finalmente para enriquecer uranio hasta niveles de uso militar requerirá varias

decenas de miles de centrifugadoras, un esfuerzo que no pasará desapercibido

teniendo en cuenta el nivel de atención a que actualmente está sometido.

Sin embargo, la capacidad de enriquecer uranio, y en general todas las tecnologías

necesarias para obtener la capacidad nuclear estarán cada vez más a disposición de

aquellos países que deseen poseerla, e Irán parece decidido a ello y tras él, otros lo

intentarán.

Lo cierto es que la AIEA aún no ha emitido un informe concluyente, con más de tres

años trascurridos, pudiendo deberse a la escasa transparencia de Irán o al empleo

de reglas y procedimientos más estrictos que en ocasiones similares por parte de los

inspectores. La conclusión tendría que ser un informe objetivo, apoyado sobre

auténticas evidencias.

Complementariamente a las referencias sobre las capacidades tecnológicas de Irán,

el análisis de la situación de seguridad y su condición o no de amenaza, no puede

obviar una referencia el potencial militar de Irán.

A este respecto, destaca la creciente industria militar, que ya comenzara en 1920,

potenciándose notablemente a partir de 1979 y orientándose a los mercados de

armamento, de forma que está dando un importante salto cuantitativo y

especialmente cualitativo, en misiles, AVO,s no tripulados, sistemas de precisión en

guiado de armas, tecnología láser, transporte, etc.

En cuanto a los efectivos, Irán dispone de una fuerza nada desdeñable, compuesta

alrededor de 700.000 hombres más una previsión de movilización de 1.000.000 de

personas (2) que integran las Fuerzas de Resistencia (3).

Aunque los sistemas y armamento con los que se dotan a esta ingente masa de

personal uniformado y dotado de una amplia percepción nacionalista es variado y

con algunos problemas de mantenimiento y abastecimiento, puede concluirse con la

calificación de Irán como una auténtica potencia militar, primordialmente en la región.

Las consecuencias del programa nuclear iraní

─ 2 Ejércitos: 422.000 Ejército de Tierra2:un total de 350.000 soldados), Armada (18.000 efectivos, más 2.600 de Infantería de Marina) Aviación Naval: 52.000 efectivos (incluidos 15.000 de la Defensa Aérea). A esta cifra habría que añadir 40.000 efectivos paramilitares.

─ Efectivos de los Cuerpos de Guardianes de la Revolución Islámica: de Tierra: 100.000 soldados; de la Armada: 20.000 marineros;.de Infantería de Marina: 5.000 infantes; del Aire : 3.000 ;paramilitares: 125.000 hombres.

.Previsiones de movilización (Fuerzas de Resistencia BASIJ): 1.000.000 de efectivos. 3 Para mayor detalle e información ver el Capítulo cuarto (Middle East and North Africa) en “The Military Balance 2006”.

Por su parte, la comunidad internacional, especialmente Occidente, tiene buenas

razones para temer esta escalada nuclear en una zona tan estratégica y en manos

de unos regímenes potencialmente inestables y tan proclives a intercambiar

conocimiento nuclear, y aquí nos referimos no solo a Irán, sino también a Pakistán y

Corea del Norte. No es difícil imaginar que Egipto, Turquía y Arabia Saudí serían los

siguientes candidatos a engrosar el selecto club de Estados nucleares.

Así, el efecto inmediato previsible, seria la proliferación nuclear en tan importante

zona estratégica. Pese a los intentos de la comunidad internacional para impedir que

Irán desarrolle capacidad nuclear militar, es preciso reconocer que aquellos vienen

siendo infructuosos. De hecho, Irán aduce en su defensa ante la comunidad

internacional, la capacidad nuclear para fines militares de no pocos países de la

zona, como son, Israel, India, Paquistán y Corea del Norte.

Adicionalmente, hay que tener presente en el caso de la India, que Estados Unidos

ha firmado un acuerdo de cooperación en materia nuclear y que, probablemente, en

respuesta a este hecho, China está intentando firmar otro similar, con Paquistán.

Estados Unidos, que podría ser el único interlocutor creíble en cuanto al uso de las

sanciones o de la fuerza, no parece en disposición de negociar con Irán. En cuanto a

las sanciones, es sabido que ya las viene aplicando unilateralmente y en lo que se

refiere al uso de la fuerza, no parece viable mientras la situación en Irak siga

deteriorándose.

Europa, como ya se analiza más detenidamente en otro capítulo de esta Monografía,

ha intentado hasta la fecha ser un interlocutor y, en algún momento, se tuvo

esperanza de reconducir la situación, pero finalmente existe la impresión de que Irán

ha aprovechado su influencia en la situación de Irak y Líbano, para ganar tiempo en

el proceso negociador. Y la Unión Europea ha perdido una extraordinaria ocasión,

de mostrarse con voz única y propia que cimentara una verdadera política exterior y

de seguridad y defensa.

Las salidas de la crisis

Ante la transferencia de tan grave asunto al Consejo de Seguridad, se plantean

varias opciones si bien, cabe cuestionarse inicialmente, si existen razones para ello,

cuando de la información suministrada por la AIEA, se desprende que las

actividades realizadas no son ilegales y no se ha demostrado la militarización final

del programa. Además, en la conjetura de que tal posibilidad entrase en el mundo de

lo realizable y de la lógica, el Consejo difícilmente argumentaría la imposición de

sanciones por actividades al menos hasta el momento no “ilegales”, aún cuando se

haya producido algún incumplimiento.

En todo caso, se plantean las siguientes opciones:

− Realizar un llamamiento urgente para que Irán cese en sus actividades de

enriquecimiento de uranio y encargar, una vez más, a la referida Agencia Atómica

para que informara de su cumplimiento. Ello diferiría y alargaría el procedimiento,

sin implicar al propio Consejo.

− Imponer sanciones económicas a Irán, uno de los mayores productores de

petróleo del mundo. Ello tendría graves repercusiones sobre los países

compradores y sobre la economía mundial, al provocar un encarecimiento mayor

del crudo. Adicionalmente a lo apuntado con anterioridad, la oposición de China y

Rusia a la imposición de sanciones a Irán, hace bastante improbable el éxito de

estas medidas en el Consejo. De un lado Rusia y China son en estos momentos

buenos socios comerciales de Irán, que ante el vacío de occidente se ha volcado

hacia el Este en sus relaciones económicas. Por otro lado, tampoco al conjunto de

Occidente le interesa un empeoramiento de las relaciones con Irán, que sigue

siendo un importantísimo suministrador de crudo y gas natural.

− Aprobar una opción militar, justificando la decisión iraní para impulsar más aún su

programa nuclear y frenar una futura escalada nuclear. Esta es una opción poco

probable y los resultados, suponiendo que pudieran ser positivos para la

tranquilidad internacional, siempre serían los impuestos por los vencedores y su

vigencia sería corta; existiría también la opción de la seria advertencia, si se

continúan violando las salvaguardas, con “atenerse a las circunstancias”, dejando

la salida a una posible acción unilateral o de una coalición de fuerzas. Peor sería

que pudiera inducir a Israel a lanzar su propio ataque sobre las instalaciones

nucleares iraníes bajo el pretexto de que constituyen una amenaza directa para

su seguridad nacional.

Ante estas opciones, lo deseable es mantener la crisis en el campo político, pues

solamente una solución negociada, mediante la vía diplomática, puede tener visos

reales de salida temporal de una crisis que se puede encauzar, pero que no tiene

claras soluciones.

Si bien es cierto que Irán con armas nucleares en su poder no resulta fiable para la

comunidad internacional, y que ello repercutirá en el futuro en un incremento de

Estados nucleares, lo que incuestionablemente incrementará los riesgos en la región

y en el entorno mundial, también lo es, el que otros países también disponen

legalmente o no, de ese tipo de armamento. Y al fin y al cabo la Historia enseña que

cuando la bipolaridad enseñoreaba las relaciones internacionales, los episodios de

crisis, con el transfondo del arma nuclear, se fueron superando.

El problema de la energía y quizás también, el problema de los fundamentalismos,

como decíamos en los inicios del presente artículo, van a regir el orden internacional

en los próximos decenios. Pero más que “crisis de civilización” propiamente dicha,

las dificultades que plantea el cambiante mundo contemporáneo no admiten una

espera ilimitada.

En línea con la afirmación de Conte de que “sólo se destruye lo que se reemplaza”,

dada la conflictividad intríinseca de la zona en la que se encuentran los países

productores mediorientales, quizá Occidente debería promover un nuevo orden

institucional que supere el actual, para el desarrollo de las relaciones

internacionales, basado en un nuevo modelo de equilibrio, y potenciar

paralelamente, hasta el extremo, la investigación en fuentes alternativas de energía.

Y el hidrógeno es una de ellas.

En el caso de un devenir negativo en Irán, España debería estar atenta a que la no

deseada y eventual proliferación nuclear, llegara a Argelia, si este país se considera

afectado por una decisión egipcia en el mismo sentido.

Y en última instancia, y con ello concluimos, a muy largo plazo no debería

descartarse algún tipo de entendimiento irano-israelí, sobre todo en el caso de un

desarrollo controlado en el devenir del Oriente Medio.

COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO

D. CELESTINO SUÁREZ GONZÁLEZ

Diputado del Grupo Socialista.

D. MANUEL SOLANA CORTÉS

General de División Subdirector General de Reclutamiento.

D. CARLOS BÁRCENA PORTOLÉS

Embajador.

DÑA. ELVIRA RAMÍREZ NÚÑEZ DE PRADO

Directora de la Oficina Modernización Administración Militar.

D. FERNANDO GONZÁLEZ GARCÍA

Director General del Instituto Nacional de Técnica Aereoespacial.

D. ANTONIO MARTÍNEZ GONZÁLEZ

Profesor Economía de la Universidad Rey Juan Carlos.

D. JUAN ÁNGEL ORTIZ OLIVAS

Presidente Unión de Periodistas.

CAPÍTULO SEGUNDO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS:

ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LA INFLUENCIA DE LAS GRANDES POTENCIAS:

ESTADOS UNIDOS, RUSIA Y CHINA

Introducción

En enero de 2006, el Gobierno iraní decidió reiniciar los trabajos para el

enriquecimiento de uranio. A partir de ese momento se ha generado una crisis

internacional de imprevisibles consecuencias tanto en términos de seguridad como

en el de las relaciones internacionales. Dejando al margen el papel jugado –más

voluntarista que otra cosa- por la Unión Europea, los principales actores que se

mueven en este escenario tienen intereses muy diferentes.

Para Estados Unidos, el intento de realineamiento del equilibrio de poder en Oriente

Medio por parte de Irán representa en la actualidad la mayor amenaza para sus

intereses. Y no sólo por el apoyo material que Irán viene dando a grupos como

Hezbolá, Hamás y la Yihad Islámica.

Ante esta situación, ha reaccionado de forma particularmente agresiva. La inclusión

de Irán en “el eje del mal”, sus confesados intentos de promover un cambio de

régimen en Teherán y la posibilidad de una intervención militar selectiva son factores

que no dejan margen de negociación. Las posibles sanciones por parte del Consejo

de Seguridad tampoco parecen ser la solución y es evidente que la sensación de

“asfixia” que Irán sufre al verse rodeado por regímenes pronorteamericanos y bases

militares estadounidenses son factores que guían los esfuerzos iraníes para

conseguir el arma nuclear, que pueda servir de argumento disuasorio ante Estados

Unidos.

Rusia tiene la voluntad de intervenir activamente en la resolución política de la crisis,

pues esto serviría a sus intereses estratégicos (el que sus vecinos no dispongan de

armamento nuclear), geopolíticos (áreas de influencia rusa en la región) y

económicos (planta nuclear de Bushehr, sectores del gas y del petróleo, industria

militar, etc.). Para ello, Moscú apuesta por mantener la discusión dentro de la

Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), desactivando el papel del Consejo

de Seguridad, cuya intervención está sin duda radicalizando la postura de Teherán,

actuando además como “amigable componedor”, intentando por una parte frenar la

incontinencia verbal y creciente beligerancia del presidente Ahmedineyad y por otra

dejando entender que se opondría a una intervención militar o incluso a la

imposición de sanciones económicas, sobre todo si cuenta con el apoyo de Pekín.

China es el tercer gran actor en esta crisis, que le afecta como comprador e inversor

de primer orden en el sector energético que desarrolla Teherán y como miembro

permanente del Consejo de Seguridad. La postura conciliatoria china, envuelta en

pragmatismo, esconde una clara inquietud por el futuro de los importantes intereses

invertidos en Irán como parte de una estrategia geopolítica de largo alcance.

Para China, la existencia de un Irán con poder nuclear de uso civil es algo asumido y

la eventual posibilidad de un arma atómica algo con lo que podría convivir, confiando

en el nuevo realismo de los Estados que tienen poder nuclear pero que jamás lo han

utilizado militarmente.

Estados Unidos e Irán, de aliados estratégicos a una enemistad profunda

Antecedentes

Estados Unidos nunca entendió, en el diseño estratégico que había realizado para la

región, que los valores democráticos occidentales nunca prendieron en una

sociedad musulmana –si exceptuamos Turquía, que tampoco es una democracia

completamente occidental en el sentido europeo y norteamericano- y que la

sociedad iraní iba a reaccionar con un rechazo tan radical a las políticas

emprendidas por el sha. Aparte de estas consideraciones políticas, no debemos

olvidar que el régimen iraní empleó la violencia y la fuerza para llevar a cabo sus

reformas, utilizando las arbitrariedades judiciales, la tortura, el asesinato político y

otras formas de coacción para imponerse en una sociedad reacia a los cambios.

La elevación de los precios de los productos petrolíferos significó quintuplicar el

Producto Interior Bruto (PIB) iraní en los años 1972-1977 y permitió al sha, en pleno

optimismo, continuar con su proceso de modernización. Una idea desbocada pero

también megalómana que pretendía convertir a Irán en quinta potencia mundial en

tan sólo un cuarto de siglo. Así se explica que Irán encargara centrales nucleares o

que viviera de forma creciente de las importaciones de productos extranjeros.

Mientras tanto, la sociedad sufría una profunda conmoción; la riqueza derivada del

petróleo se repartió muy mal y, sobre todo, se demostró efímera puesto que la

inflación, provocada por la gigantesca inyección de capitales, acabó por deglutirla.

La mayoría social iraní seguía ajena a las reformas llevadas a cabo por el sha y los

sectores religiosos continuaban criticando los cambios, que los consideraban ajenos

a sus usos sociales y a la identidad nacional persa.

Los iraníes, tal como se pudo contemplar a través de la primera revolución mediática

retransmitida a todo el mundo con todo lujo de detalles a través de nuestros

televisores, se echaron a la calle masivamente y el régimen se mostró incapaz de

entender nada, contestando con las armas de siempre: la brutalidad y la fuerza.

Estados Unidos lejos de apartarse de la deriva sanguinaria del monarca, al que

criticaron tímidamente y en el último momento, siguieron apoyando al sha y no

buscaron algún tipo de acuerdo con la oposición democrática que comenzaba a salir

de las “catacumbas”.

Jomeini llegó a Irán el 31 de enero de 1979 y 11 días más tarde el régimen se

derrumbaba. El 11 de febrero de ese mismo año se promulga la República Islámica

de Irán, que se caracterizaría por la intervención de los jerarcas chiíes en la vida

política del país a través del principio de velayet-e-faqih (rol de la jurisprudencia

islámica). La dialéctica y el discurso de los nuevos líderes se caracterizaron desde

sus orígenes por un tono radical y exaltado, claramente antioccidental y

antinorteamericano. Israel, para los nuevos líderes iraníes, era la “entidad sionista” a

“destruir” y “borrar del mapa”, una retórica que serviría para movilizar a los iraníes y

que sería y será utilizada por el régimen durante toda su existencia.

El 1 de noviembre de 1979 el nuevo líder de Irán, el ayatola Rujola Jomeini lanzó a

su pueblo a manifestarse contra intereses de Estados Unidos e Israel. El 4 de

noviembre la Embajada estadounidense fue rodeada por un grupo de alrededor de

500 estudiantes iraníes (aunque los números varían entre 300 y 2.000) que se

dieron a conocer como los discípulos del Imam. Los 90 moradores de la Embajada

fueron secuestrados y los 52 americanos fueron hechos prisioneros.

Los revolucionarios exigieron que el sha fuera devuelto a su país para ser sometido

a juicio. En la actualidad, se considera que la toma de los rehenes no es debida

tanto a un acontecimiento específico como a un acto de demostración que el nuevo

Gobierno iraní era capaz de oponerse Estados Unidos. A partir de la toma de la

Embajada, Jomeini comenzó a denominar a Estados Unidos como el “Gran Satán” y

el enemigo número uno del pueblo iraní.

En el año 1980, la muerte del sha (el 27 de julio) y la invasión de Irán por parte de

Irak en septiembre hicieron a Irán más propenso a la resolución de la crisis de los

rehenes. Finalmente, los rehenes fueron liberados nada más llegar Reagan a la

Presidencia de Estados Unidos y tras más de 444 días de cautiverio en Irán. Sin

embargo, la crisis entre Estados Unidos e Irán lejos de aminorarse pasaba tan sólo

una página más y las relaciones entre ambos países siguen desarrollándose en un

ambiente de tensión y una escalada dialéctica de impredecibles resultados.

En términos estratégicos, la crisis de Irán con su vecino iraquí (1980-1989)

constituyó un nuevo capítulo en el largo desencuentro con Estados Unidos, ya que

Washington junto con Francia apoyaron abiertamente y con ingentes cantidades de

material militar al régimen de Sadam Hussein contra los iraníes, siendo los dos más

importantes proveedores de Irak en el conflicto. Irán nunca olvidaría esta guerra, que

aportaría nuevos mártires al fanatizado régimen iraní y le aportaría una legitimidad y

una cohesión de la que no gozó en sus primeros años. La paradoja de la política

exterior norteamericana en la región es que siempre consigue los resultados

opuestos de lo que realmente desea obtener. A mayor presión sobre Teherán,

mayor fortaleza del régimen de los ayatolas. Y mayor debilidad, por ende, también

de la oposición democrática iraní, vista como una aliada de Washington y los

occidentales, es decir, unos “traidores” en la jerga del régimen.

La presidencia de Akbar Hashemi Rafsanjani (1989-1997) defraudó notablemente

las expectativas internas y externas depositadas en el nuevo mandatario tras la

desaparición de Jomeini. El largo mandato, de ocho años, no significó grandes

cambios ni produjo reformas espectaculares en el régimen. Su Presidencia estuvo

caracterizada por un conservadurismo en las formas y en la retórica, importantes

avances en la reconstrucción del país tras la guerra y una cierta apertura hacia el

exterior, pero sobre todo hacia los países árabes, que habían apoyado activamente

a Sadam Hussein en la guerra contra Irán, Rusia, China y la misma Unión Europea,

cuyos Estados miembros no ocultaban sus deseos de hacer negocios con el

superpoblado Irán. Sin embargo, en materia de derechos humanos y libertades

fundamentales no se apreciaron cambios significativos, pues el país siguió estando

en el punto de mira de Amnistía Internacional y otras organizaciones.

Fruto de esta inercia y el escaso deseo de cambio, un importante sector social iraní

que había nacido y crecido después de la revolución islámica comenzó a mostrar

señales de cansancio y deseos de abandonar el inmovilismo, sobre todo en las

aulas universitarias y en los sectores universitarios mejor formados. Esta sensación

de vacío, de ausencia de libertades y de expectativas, provocaría a finales de los

años noventa la llegada al poder de un candidato presidencial reformista,

Mohammad Kathemi, quien estuvo en el poder entre 1997 y el 2005.

La Presidencia de Kathemi, de quien se esperaban las ansiadas reformas y los

grandes cambios, provocó tensiones y un cierto debilitamiento de un régimen que no

respondía a las expectativas de sus ciudadanos. A partir del año 1999, y sobre todo

tras dos años de una política interna carente de contenidos y ansias renovadoras, se

suceden las protestas en el país y los estudiantes universitarios se lanzan a la calle

contra el régimen, solicitando mejoras y demandando cambios y reformas políticas.

Las protestas se reproducirían hasta el año 2003, donde alcanzaron su máxima

virulencia y, por primera vez en mucho tiempo, se detecta el nerviosismo de un

régimen que se mostraba incapaz de reformarse a sí mismo y oír las demandas de

una población joven cansada ante la falta de expectativas profesionales y sociales.

La brutal represión ejercida contra los manifestantes ponía punto y final a la tenue

“primavera iraní” y significaba de hecho el fracaso del experimento reformista de

Kathemi. Instalado en posiciones numantinas, convirtiendo a Estados Unidos, Israel

y Europa en sus principales enemigos retóricos, con sus “corrompidos” e

“inaceptables” valores, como los derechos humanos, el liderazgo islamista se cerró

ante toda posibilidad de reforma y sentó los límites para cualquier cambio futuro. No

hubo grandes sorpresas, la frustración del país se materializó en el regreso a los

planteamientos más radicales de la revolución islámica, en el fácil recurso del

integrismo más fundamentalista.

En el plano exterior la llegada de Ahmadineyad no significó grandes cambios, sino

más bien la continuación de la línea fundacional del régimen legada por el ayatola

Jomeini y la consolidación del tono antioccidental, antiisraelí y antiamericano del

discurso oficial de Irán. Nada nuevo, desde luego, bajo el sol, sino la legitimación a

través de un discurso movilizador “anti” que no ofrece respuestas a los nuevos retos

y desafíos que tiene el régimen; el nacionalismo se convierte así en la principal

fuente de movilización frente a los llamados a la reforma y al cambio de los sectores

menos inmovilistas, cada día más aislados y debilitados políticamente.

Situación actual

La falta de previsión de la actual Administración norteamericana y su escaso ímpetu

en impulsar un proceso de paz para la región, que ha provocado la actual escalada

en los enfrentamientos entre palestinos e israelíes y la difícil situación en el Líbano,

ha colocado a todo Oriente Medio en su peor momento desde el año 1991, en que

comenzó la Conferencia de Madrid. A este escaso deseo por encontrar soluciones

políticas a los problemas de la zona, se le viene a unir la desastrosa y desafortunada

intervención norteamericana en Irak, coronada con todo un rosario de fracasos

políticos y una guerra civil que nadie se atreve al día de hoy a denominar como tal.

En este contexto de absoluta inacción y ausencia de una estrategia política para

Oriente Medio, Irán ha ganado terreno y se ha convertido en un importante actor

político que opera en todo Oriente Medio, desde Irak hasta el Líbano, pasando por

los territorios poblados por los palestinos y los Estados del Golfo. Además, los

grupos terroristas Hizbolá y Hamás se han convertido en dos actores manejados

por Irán y Siria, que no desdeñan en sus acciones el terrorismo y la permanente

provocación al Estado hebreo, visto como una prolongación más del poder

norteamericano en la región. Son parte de la estrategia desestabilizadora iraní para

Oriente Medio, un proyecto político con el que Irán pretende convertirse –si no lo es

ya- en un actor regional de peso y con capacidad de influencia en el diseño final

para la zona.

Por último, el denominado “proyecto nuclear iraní”, que ha cosechado la condena

unánime de la Unión Europea y Estados Unidos, vuelve a mostrar a las claras la

determinación iraní de jugar un rol importante y activo en Oriente Medio, así como su

capacidad por desarrollar un proyecto tecnológico de amplio calado al margen de las

grandes potencias. En cualquier caso, a corto plazo no parece que vaya a implicar

grandes problemas, pues Irán quizá todavía esté lejos de desarrollar completamente

el programa. Sin embargo, el problema sigue presente en las agendas de nuestras

cancillerías y nadie oculta, dado el viraje radical de la actual Administración iraní, su

preocupación ante la escalada retórica y política, de impredecibles consecuencias,

emprendida por Ahmadineyad.

La gran duda reside en saber si Estados Unidos, y en la misma medida Israel,

podrán permitirse a la larga el mantenimiento de dichos planes nucleares o, por el

contrario, si no estaremos abocados en el futuro a una dinámica de confrontación

entre ambos polos que volverá a traer más inestabilidad e inseguridad, si cabe, a

esta abatida zona del mundo. La enemistad, por no decir rivalidad estratégica, entre

Teherán y Washington es tan profunda que la posibilidad de un conflicto no debe ser

una hipótesis a descartar, sino un escenario a tener en cuenta y analizar en

profundidad. No obstante, pese a todo, el reciente giro político operado en Estados

Unidos, que pone en entredicho su política exterior y la presencia militar de este país

en Irak, puede llevar a cambios inesperados y a enfoques distintos acerca de los

grandes contenciosos que amenazan a la paz y a la seguridad regional.

Rusia e Irán: de la “luna de miel” al recelo y la distancia

Antecedentes

Irán ha representado para Rusia no solamente un vecino con el que comparte

problemas y comunidades, sino también un atractivo aliado y un lucrativo mercado.

Un país ideal para sacar beneficios económicos a través de venta de armas y

tecnología y un “socio” apropiado para ampliar sus ambiciones geopolíticas y

contrapesar el poder de Estados Unidos. El régimen de Teherán se ha convertido,

especialmente desde la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas

(URSS), en una parte crucial de la estrategia rusa hacia lo que denomina Euroasia

(extranjero cercano), su esfera de influencia natural. No ha sido hasta muy

recientemente, quizá en los últimos diez o doce meses, que las autoridades de

Moscú han comenzado a percibir a Teherán como un posible (pero real) problema –

quizá incluso un rival geoestratégico-, lo que ha provocado un cierto distanciamiento.

La Revolución de 1979, seguida diez meses después por la invasión soviética de

Afganistán, no facilitó un acercamiento entre ambas naciones. No fue hasta la

década de los años noventa, después de la muerte del ayatola Jomeini, un

declarado anticomunista (quizá lo único en lo que coincidía con los sucesivos

inquilinos de la Casa Blanca), el final de la guerra entre Irán e Irak, la retirada

soviética de Afganistán en 1988-1989 y, por último, el colapso de la propia URSS,

que las relaciones ruso-iraníes entraron en una nueva etapa. Conscientes de sus

limitaciones, impuestas en gran parte por el embargo estadounidense, los líderes

iraníes reconocieron que carecían de capacidad para enfrentarse a la hegemonía

rusa y que, sin embargo, podían sacar más provecho de una actitud conciliadora y

cooperativa.

El verdadero punto de inflexión en las relaciones entre Rusia e Irán se produjo en el

año 1986 cuando los lideres iraníes optaron por abandonar cualquier tendencia al

aislacionismo e inician una política exterior basada en un enfoque pragmático de las

relaciones internacionales. Irán decidió ese año mejorar definitivamente sus

relaciones con el “Satán menos malo” firmando un amplio protocolo económico con

Moscú. El acuerdo estratégico satisfacía plenamente las ambiciones políticas de

ambos: de los nostálgicos rusos que querían recuperar el estatus de super potencia

de Rusia y de los ambiciosos ayatolás iraníes que soñaban con una incipiente

potencia regional.

Ante el miedo de ataques aéreos o con misiles de Estados Unidos o Israel contra

instalaciones claves, Teherán puso especial hincapié en tres programas: misiles

balísticos, armas químicas y biológicas, y un programa nuclear con posibles fines

militares. Moscú ayudó a los iraníes en los tres.

Los líderes rusos han mantenido desde el principio su derecho a asistir a Teherán en

el programa nuclear siempre y cuando se trate de un proyecto civil bajo supervisión

internacional y que cumpla las normas de la AIEA y lo estipulado en el Tratado de

No Proliferación Nuclear (NTP) del que es firmante. La concreción de esta

cooperación se produjo en 1995 con la firma de un sonado, muy criticado y

ambicioso acuerdo de ayuda atómica durante diez años. En mayo de 1995, el

presidente Yeltsin reconoce que el acuerdo firmado contenía tanto tecnología

nuclear de uso civil como militar. Sin embargo, se mostró dispuesto a separar ambas

cosas.

Poco después, el Gobierno ruso reconoció que el proyecto estaba en “suspenso”

ante la falta de financiación y de la conclusión de algunos aspectos de los acuerdos

comerciales con el Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA). A

pesar de ello, en octubre de 1997, entre 200 y 300 técnicos rusos se encontraban en

Irán completando la evaluación técnica de la situación de Bushehr, aunque ninguna

parte del reactor había sido enviada.

El único problema existente seguía siendo el rechazo iraní a las propuestas rusas

sobre el retorno del combustible utilizado y la negativa de Moscú a vender plantas de

enriquecimiento de uranio, ante la presión de Washington que hacía de este asunto

un tema capital. En junio de 2003, el Gobierno ruso –más preocupado por no perder

el contrato nuclear que otra cosa– ofreció de nuevo garantizar las entregas de

combustible nuclear independientemente de que Irán firmara el “Protocolo

Adicional”, una de las demandas de la OIEA, pero condicionándolo a que Teherán

se comprometiera a devolver los residuos a territorio ruso. Esta condición impuesta

por Moscú produjo que los clérigos iraníes, en vez de olvidarse del proyecto,

buscaran otro aliado. Lo encontraron en China, ávido de recursos energético para

mantener su fuerte crecimiento económico y con pretensiones también de colocarse

en un lugar privilegiado dentro del prestigioso club de los países nucleares (4). El

distanciamiento se hizo ya patente.

Las cifras demuestran claramente que Moscú tiene mucho que perder en el caso de

que se impongan sanciones contra el régimen de Teherán. Al contrario que otras

naciones que dependen del petróleo y gas iraníes, Rusia mantiene un balance

comercial claramente favorable y, por tanto, cualquier sanción contra este país

acarrearía importantes pérdidas económicas. Según los datos oficiales rusos, el

comercio bilateral había ido creciendo desde la firma del acuerdo de cooperación

nuclear del año 1995. El crecimiento de sus exportaciones a Irán ha sido

4 Un ejemplo de esta nueva relación chino-iraní es la inversión de 20 millones de dólares aprobada en 2005 a la empresa china Zhuhai Zhenrong – la más importante realizada por un país extranjero desde 1999 – para el desarrollo de la industria de gas licuado. Perkovich, George and Manzano, Silvia, “Iran gets the bomb – then what?”, en en Getting Ready for a nuclear-ready Iran, Octubre 1995, The Strategic Studies Institute, consultado el 07/10/06 en http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil Pág.183. China es actualmente el segundo importador de petróleo iraní (242 millones de barriles diarios, 6,7 % del total) por detrás solo de Japón (531 millones de barriles diarios, 9,9%) y delante de Italia (188, 8,8), Corea del Sur (155, 5,4%), y Francia (76, 3,3 %).

exponencial con un incremento del más del 700% (de 249 millones de dólares a

1.927 millones) entre los años 1995 y 2005, año en el que representaron cerca del

1% del total de las ventas rusas al exterior.

A pesar de estas consideraciones económicas y con el tema iraní en la agenda del

Consejo de Seguridad, Moscú lanzó en el 2005 una iniciativa diplomática destinada

a superar el punto muerto en que se encontraba en asunto y evitar, al mismo tiempo,

sanciones o una posible acción militar. La propuesta rusa proponía superar el

escollo del enriquecimiento de uranio con la creación de una empresa conjunta con

los iraníes para este propósito. Teherán no estaba dispuesto a conformarme con

nada que no fuera el total control del ciclo atómico por lo que su respuesta fue por la

vía de los hechos consumados. El 11 de abril de 2006, confirmó haber logrado

enriquecer uranio con éxito lo que le introducía directamente en el prestigioso y

reducido club de los países nucleares (5).

Situación actual

El decidido y entusiasta respaldo de Rusia a los programas de rearme y desarrollo

nuclear iraníes durante la década de los años noventa han pasado poco a poco a

mitigarse ante el creciente recelo de las altas esferas del Kremlin que han iniciado

una maniobra para colocarse cuidadosamente entre Teherán y Occidente

(Washington y la Unión Europea), sin abandonar claramente el lado iraní pero

dejando al descubierto unas relaciones cada vez más complicadas y borrascosas.

La dubitativa posición rusa de los últimos meses – al negarse a sancionar

abiertamente a Irán pero denunciando su actitud beligerante - parece evidente que

tendrá que terminar muy pronto. Los responsables del Gobierno ruso son

conscientes de que deben oponerse a un Irán nuclear no sólo por el interés general

sino por sus propios intereses nacionales. Un país islámico revolucionario con el

arma atómica en sus manos representa una importante amenaza para Moscú a

diversos niveles. Desde el colapso total de régimen de no proliferación que

5 Para más detalles sobre la propuesta rusa se puede consultar Sakov, Nikolai, “The prospects of russian mediation of the Iranian nuclear crisis”, February 17, 2006, en http://cns.miis.edu/pubs/week/060217.htm.

desencadenaría una nueva carrera armamentista sin control en Oriente Medio (6) y

Asia Central, hasta una brusca caída de su influencia política entre países de la

región que podrían reconocer a Irán como el único “contrapeso” a la “dañina e impía”

influencia estadounidense y un modelo a imitar a medio plazo (7).

Por otra parte, es evidente que el Kremlin no desea que Irán se convierta en

potencia nuclear porque ello añadiría mayor inestabilidad a la región, y alimentaría

los mismos deseos atómicos de sus vecinos caucásicos. La firme oposición a un Irán

nuclear también reportaría beneficios políticos a Moscú frente a Estados Unidos y la

Unión Europea, que al igual que él –especialmente en el caso del Viejo Continente–

buscan estabilidad y no nuevos focos de tensión. Con esta perspectiva como

panorama y aunque frustrado, el presidente Putin parece no tener otro camino que

abandonar definitivamente su respaldo incondicional a Irán, si los ayatolás

mantienen sus aspiraciones nucleares en desafío a la comunidad internacional, y

tomar partido definitivamente por la postura defendida por Occidente. Algunos

quieren creer que Moscú ya ha tomado esta decisión pero es consciente de que

debe escenificarla adecuadamente para evitar las iras de su población islámica y de

muchos países árabes que no pueden criticar a Irán en este aspecto mientras Israel

tenga la bomba atómica y siga oprimiendo a los palestinos (8).

A finales del año 2006 se producirá otro momento crucial en esta larga historia, al

tener que considerar el Kremlin si pone en marcha el reactor de Bushehr que, en

teoría, estará finalizado en diciembre. Moscú cuenta con poco tiempo para decidir si

sigue adelante con esta operación, que requiere no solo el consenso y aprobación

del Gobierno de la República Islámica sino la supervisión de los técnicos de la OIEA

y el envío de combustible atómico –otra operación muy sensible para Washington.

6 Desde el año 2000, Rusia ha iniciado negociaciones sobre cooperación nuclear con destino civil con Siria y Egipto aunque en ambos casos las conversaciones no hayan prosperado mucho. Bowen Wyn y Kidd, Joanna, “The nuclear capabilities and ambitions of Iran´s neighbours” en Getting Ready for a nuclear-ready Iran, Octubre 1995, The Strategic Studies Institute, consultado el 07/10/06 en http://www.strategicstudiesinstitute.army.mil. Pág.34 y 62. En marzo de 2004, Irán y Siria firmaron también un acuerdo de cooperación militar y defensiva cuyos detalles son desconocidos. 7 Para más información puede consultarse también Freedman, Robert, “Putin and the Nuclear Weapons Issue”, Problems of Post-Communism 53, Nº2 (March/April 2006), Pág. 39-48. 8 Arkov, Alexei, “Russia and the Iran nuclear crisis”, May 23, 2006, consultado el 08/11/06 en http://carnegieendowment.org/npp/publications/index.cfm?fa=view&id=18364.

Rusia, más que cualquier otro país, conoce las intenciones reales de Irán porque sus

técnicos nucleares han trabajado con los científicos iraníes durante muchos años.

Para ellos, no es un enigma que la intención de Teherán es obtener la bomba

atómica lo antes posible y a cualquier precio. El único camino que permitiría a Moscú

salir victorioso en esta encrucijada pasa necesariamente por algún gesto significativo

de Irán que en este momento tendría que ser algo más que declaraciones públicas.

Irán es perfectamente consciente del cambio de actitud de su antiguo aliado

incondicional y, por eso, intenta mantener sus declaraciones y posiciones públicas lo

más ambiguas posibles, el mayor tiempo. Mientras Putin no reconozca abiertamente

la naturaleza militar del programa iraní, será complicado que se avance en el camino

de las sanciones en el Consejo de Seguridad. Cualquier opción enfrentará al Kremlin

con los sinsabores de las responsabilidades que conlleva aspirar a ser una

superpotencia nuclear y la mala conciencia de haber alimentado un “monstruo” que

al hacerse mayor personifica todos los riesgos y amenazas que se querían combatir

al criarle.

República Popular de China: la gran beneficiada

Antecedentes

Las relaciones diplomáticas entre China e Irán tardaron cierto tiempo en

desarrollarse después del establecimiento de la República Islámica de Irán en marzo

de 1979. China acababa de iniciar la guerra con Vietnam y su principal preocupación

era la progresiva expansión de la influencia soviética en el sudeste asiático.

Jomeini tenía fuertes recelos frente a países que, como China, habían mantenido

intensas relaciones con el sha. Sin embargo, forzada por la preocupación sobre la

influencia soviética, fue China quien se esforzó en reestablecer las buenas

relaciones con Irán.

El inicio de la guerra irano-iraquí en septiembre de 1980 permitió a China

posicionarse como uno de los principales socios internacionales de Irán. Para China,

la mejora en las relaciones chino-iraníes incluyendo la venta de armas, servía a

intereses estratégicos, políticos y económicos. Si bien el liderazgo iraní había sufrido

un vuelco radical, el interés objetivo de China en unas estrechas relaciones con Irán

continuaba siendo el mismo. Es más, como consecuencia de la invasión soviética de

Afganistán, aumentó el interés de China por fortalecer sus vínculos con Irán. A lo

largo de las décadas de los ochenta las relaciones diplomáticas se intensificaron y

en el año previo al alto el fuego de 1988, actuó como intermediario para resolver las

diferencias entre ambos.

El fin de las hostilidades no ralentizó el desarrollo de las relaciones chino-iraníes. La

exportación de armas de China a Irán se mantuvo y se amplió más allá del

armamento convencional hasta incluir la cooperación en misiles balísticos, misiles

crucero avanzados y, posiblemente, apoyo en armas nucleares, químicas y

biológicas.

Sin embargo, los sorprendentes e inesperados cambios del panorama internacional

a comienzos de los años noventa modificaron en gran medida el interés para China

de las relaciones con Irán. El comercio de armas disminuyó, pero China ha

continuado proporcionando a Irán tecnología y armamento sensible. Esta aportación

incluye tanto transferencias de tecnología como elementos de doble uso y apoyo

científico que resultan difíciles de controlar. Este comercio puede contribuir

significativamente a que Irán desarrolle una capacidad autónoma para producir y

desplegar tanto armamento convencional como armas de destrucción masiva.

Entre el año 2001 y el 2003 China ha supuesto casi el 50% del aumento del

consumo mundial de petróleo y el 60% del incremento de las importaciones

mundiales de crudo en 2003; durante el último decenio China ha duplicado su

consumo de petróleo mientras que su producción interna ha crecido apenas un 20%.

La capacidad generadora de energía nuclear en China es en la actualidad de 8.700

megavatios, sólo el 2% por ciento del consumo anual, y se obtiene mediante nueve

reactores nucleares operativos. A finales de este año entrará en producción el mayor

reactor nuclear del país, la planta Tianwan, en la provincia de Jiangsu, y la

capacidad nuclear de China alcanzará los 9.100 megavatios.

La estrategia energética nacional de China ha apostado fuertemente por la

consecución para el año 2020 de una capacidad de generación de alrededor de

40.000 megavatios, o lo que es lo mismo, el 4% del total de la producción nacional,

lo que obligará a construir cada año al menos un reactor nuclear con una capacidad

de 1.800 megavatios.

La colaboración en proyectos de investigación nuclear se inició probablemente a

mediados de los años ochenta. En el año 1985 China e Irán firmaron un acuerdo

sobre reactores e instalaciones de reactores que China no reconoció oficialmente.

Se cree que la cooperación en esta primera época incluyó el complejo nuclear de

Ispahán, que comenzó a operar en 1984 aunque no fue declarada como instalación

nuclear hasta 1992, tras una inspección del OIEA.

En el año 1985 la República Popular China pudo haber suministrado dos reactores

de prueba para esa instalación (un reactor miniatura de neutrones de 27 kilovatios y

un reactor de agua pesada). Adicionalmente unos 15 ingenieros nucleares de la

central de Ispahán fueron entrenados en China entre 1988 y 1992.

En el año 1991 se divulgó que China e Irán habían alcanzado un acuerdo dentro del

cual China vendería un reactor de investigación (20-30 megavatios) para ser

instalado en Ispahán. Según el Ministerio de Defensa de Estados Unidos este

reactor podría ser utilizado dentro de un programa de armamento nuclear.

Tras años de negar la existencia de cualquier forma de colaboración nuclear con

Irán, en noviembre de 1991, el ministro de Asuntos Exteriores admitió la firma de

contratos entre empresas chinas e iraníes para el suministro de los reactores y de un

calutrón, si bien insistiendo en la finalidad exclusivamente pacífica del uso previsto y

en la disponibilidad a ser puestas bajo control de la AEIA.

La inspección de la AIEA en el año 1992 corroboró la información china y este

organismo no consideró que el proyectado reactor de 20 megavatios pudiera

producir cantidades significativas de material nuclear para uso militar. La

desconfianza estadounidense y la consiguiente presión de Washington sobre Pekín

llevó al Gobierno chino a cancelar en octubre de 1992 su colaboración con el

proyecto del reactor iraní alegando “razones técnicas”.

No obstante la colaboración nuclear chino-iraní continuó a una escala menor,

incluyendo la venta de uranio enriquecido; finalmente la presión estadounidense

para proceder a la ratificación del Acuerdo de Cooperación Nuclear Pacífica entre

Estados Unidos y China, llevó al gobierno chino a suspender en el año 1997 toda

actividad de colaboración nuclear con Irán.

Situación actual

La política exterior china en la actualidad se inspira en la teoría del “ascenso

pacífico”, según la cual China aspira a conseguir una posición de liderazgo en el

panorama internacional en un sistema internacional basado en la cooperación entre

los países, la no ingerencia en las políticas nacionales, y el establecimiento y

mantenimiento de un orden internacional articulado en torno a políticas de desarme

y colaboración.

Algunos de los aliados de la República Popular China, especialmente en África y en

Suramérica, son política y/o económicamente inestables, lo que puede llevar a

desequilibrios inesperados en las relaciones exteriores. La idea de que la República

Popular China haya proporcionado a Pakistán tecnología para una mayor potencia

nuclear puede hacer sus relaciones con Estados Unidos, Gran Bretaña e India más

difíciles. La política exterior china de “neutralidad” reconoce el derecho de cada

estado a su propio sistema político, considerando las inversiones económicas como

algo beneficioso para cualquier estado extranjero con independencia de su política

interna.

Mientras que otros países insisten en la necesidad de unos valores e ideales

universales, tales como los derechos humanos y la democracia, el desinterés de

China por estos aspectos de la política de otros países hace que se responsabilice a

la República Popular China de contribuir a mantener en el poder a regímenes

represores como el de Zimbabue y a impedir acciones efectivas contra el genocidio

en Sudán.

La economía de China depende extraordinariamente de las exportaciones y de las

inversiones extranjeras. Estas inversiones y el sector exportador suponen,

conjuntamente, alrededor del 80% del PIB nacional. El aumento continuado de las

inversiones puede generar a corto plazo excesos de producción y deflaciones,

mientras que el aumento de las exportaciones es una fuente casi segura de

fricciones comerciales y tendencias proteccionistas.

China ha centrado su estrategia de defensa en la proyección de su potencial

marítimo y en el aumento de las opciones de fuerza contra Taiwan, al tiempo que

moderniza sus Fuerzas Armadas. No obstante China nunca ha tenido una política

militar expansionista, y parece muy improbable que, por rivalidades estratégicas con

sus vecinos, ponga en peligro el crecimiento económico. Respecto de Taiwan, todo

parece indicar que se busca mantener el statu quo desde una posición de fuerza.

La crisis de Irán, además de repercusiones para el equilibrio nuclear mundial

semejantes a las de la crisis de Corea, tiene además, por todo lo expuesto hasta

aquí, implicaciones geopolíticas sin parangón y afecta a Oriente Medio, a Europa y a

la región de Asia-Pacífico. Dificultades en el suministro de hidrocarburos a China y a

Japón, agravarían su ya tensa relación bilateral.

Un conflicto armado con Irán o un cambio de régimen promovido desde el exterior

afectaría a los contratos de Pekín, pero permitiría a China negociar como

intermediario dada la dependencia de Estados Unidos del apoyo financiero chino.

Sin embargo, a Pekín no le conviene un nuevo compromiso sin salida en Irán de

Estados Unidos al estilo de Irak.

Una crisis abierta reforzaría los lazos de Pekín con varias regiones ricas en energía;

entre otras, América Latina, donde se haría inevitable la apertura de otro escenario,

indefinido aún, de competencia chino-estadounidense. Además, un eventual

entrampamiento estadounidense en Irán, como en Irak, no le sirve a Pekín, que

debiera ser tomado en cuenta en los asuntos de Oriente Medio.

Pekín está recurriendo al Derecho Internacional para gestionar la crisis iraní, pero

para que esto funcione y sirva a la comunidad internacional, su diplomacia debería

ser más activa que en su mediación con Corea del Norte: convencer al presidente

iraní, Ahmadineyad, de que rebaje el tono de su retórica y empiece a pensar en las

perspectivas de mejores bases materiales para los iraníes dentro de una Eurasia

más integrada y próspera.

En paralelo conviene tener presente que la prolongación de la situación puede

convenir tanto a Irán, a quien permite ganar tiempo (y tal vez algo más en un

programa militar nuclear más o menos avanzado) y apoyos internos, como a China

que no solo se asegura un suministro privilegiado de energía, sino que consolida su

papel internacional de alternativa a Estados Unidos por delante de sus vecinos

rivales, la India y Japón.

En esta situación de impasse Irán mantiene todas sus opciones de negociar (y vista

la experiencia coreana si avanza por la senda nuclear no parece que tenga nada

perder) y China no se desgasta. Es más en un hipotético escenario de Irán nuclear,

China, dadas sus alianzas y políticas internacionales podría hasta avanzar en su

estrategia de “ascenso pacífico”.

En resumen la crisis se mantendrá en la situación actual (es decir sin acuerdo sobre

las sanciones) hasta que algún cambio en el escenario internacional (la situación de

Estados Unidos en Irak, la obtención de capacidad nuclear de Irán o el desenlace de

la crisis de Corea) haga más interesante para Irán plantear otra vez la mesa de

negociación.

Medidas de presión sobre los “clientes” de Irán o un hipotético apoyo (¿militar?

¿transferencia de tecnología nuclear “pacífica”?) a sus rivales (y muy especialmente

a Egipto, Turquía y Arabia Saudí) tendrían tal vez una capacidad de convicción que,

de momento, las ofertas económicas no han alcanzado.

Conclusiones

Irán está decidido a desarrollar armamento nuclear y nada hasta ahora a hecho

mella en su propósito. Tal vez sea el momento de prepararse para “el después” y/o

iniciar programas de cooperación nuclear con fines pacíficos con otros países de la

zona.

Con un Irán nuclear, el escenario regional será completamente distinto para todos,

incluyendo aquí a Irak, Afganistán y los dos principales aliados de Estados Unidos

en la zona, Turquía e Israel.

En el tablero de Oriente Medio intervienen factores no sólo políticos, sino también

religiosos, étnicos y lingüísticos. La pobreza en la que anida el fundamentalismo

islámico convive con las mayores reservas de petróleo y gas.

El acoso a Irán reafirma sus señas de identidad nacional. Las posibles sanciones o

la confrontación complicarían aún más la situación. No admite discusión de su

derecho a la energía nuclear.

No habrá cambios en la postura de Irán hasta que no logre que su interlocutor

directo sea el gobierno americano. Sabe que el papel de gendarme mundial que

ostentaba Estados Unidos se está deteriorando rápidamente.

Estados Unidos sigue siendo un actor determinante, quizá el único con capacidad

para impulsar la resolución política de los conflictos que hay en la región, incluyendo

aquí al israelí.

La gran duda reside en saber si Israel aceptará el nuevo escenario geopolítico que

se crearía con un Irán con armamento nuclear y no se viera obligado a intervenir

mediante ataques limitados, aún sin autorización de Estados Unidos.

Estados Unidos necesita encontrar un modelo de negociación para Oriente Medio

que le permita salvaguardar su apoyo a Israel y mejorar su situación en Irak, e incluir

a la vez a Siria e Irán. Y sin el apoyo europeo.

Rusia puede ser el “intermediario” para lograr el dialogo y la negociación entre Irán y

Estados Unidos, quizás con participación de otros actores activos en la crisis, al

menos la Unión Europea.

Rusia tendrá una gran influencia, dada su relación con Teherán, pero tampoco será

tan determinante, aún es demasiado débil política y militarmente para frenar el

unilatelarismo de Washington.

Rusia está atrapada, no quiere un Irán nuclear, pero desearía continuar apoyando

un programa nuclear pacífico, al que ya ha contribuido notablemente. Ve en los

recursos energéticos de Irán y en su posible capacidad nuclear una competencia y

amenaza para sus áreas de influencia en la zona.

El papel de China en el mundo es cada vez mayor, pero no parece que vaya a

condicionar las acciones que se desarrollen en los próximos meses en la zona.

China intentará mantener la situación como está porque contribuye al debilitamiento

de Estados Unidos y refuerza su influencia. Un Irán nuclear no la preocupa y es la

gran beneficiada de la actual situación de conflicto larvado, que desea se alargue.

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The Central People's Government of People's Republic of China

China's Official Gateway for News & Information

http://www.chinadetail.com/http://www.wikipedia.org

COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO

D. FERNANDO LÓPEZ-AMOR Y GARCÍA Diputado Grupo Popular.

D. RAFAEL JOVER DE MORA FIGUEROA Embajador.

D. AGUSTÍN AZABAL HUERTOS General de Brigada. Subdirector de Mantenimiento del Mando de Apoyo Logístico.

DÑA. LUCÍA ESCAPA CASTRO Subdirectora General del Servicio Técnicos y Telecomunicaciones Ministerio Defensa.

RAFAEL MORENO IZQUIERDO Director Comunicaciones y Relaciones Institucionales General Dynamics Santa Bárbara.

D. JUAN CARLOS ESCUDERO IZQUIERDO Dirección Comercial de Programas de Defensa de ITP, S.A.

D. RICARDO ANGOSO GARCÍA Periodista.

CAPÍTULO TERCERO

UNIÓN EUROPEA E IRÁN

LA UNIÓN EUROPEA E IRÁN

Introducción

El establecimiento de relaciones entre un país como Irán, con un sistema de poder

teocrático, que se presenta como adalid del islamismo ortodoxo, y con una

experiencia negociadora aprendida en los mercados persas, y una organización

como la Unión Europea, paradigma de la democracia, pero dividida en cuanto a

política exterior, no son fáciles de conciliar.

Las relaciones históricas de carácter semicolonial durante buena parte de los siglos

XIX y XX, dejaron un sentimiento popular crítico hacia Occidente que fue hábilmente

incorporado a la propia identidad revolucionaria por su líder Jomeini. Este

componente unido a su política agresiva hacia Israel, país aliado de Occidente, ha

acentuado las dificultades para un encuentro positivo. Sin embargo, conviene

señalar que ambas circunstancias son más moderadas en el caso europeo, que en

el de Estados Unidos.

Por otro lado, debe también tenerse presente que en Europa ha surgido cierta

alarma social debido inicialmente a la condena a muerte de Salman Rushdie por

parte del líder espiritual Jomeini, pero, sobre todo, a los actos de terrorismo islámico,

y a las reacciones violentas y desproporcionadas en numerosos países

musulmanes, incluido Irán, sobre sucesos producidos en Europa. A ello se añade la

dificultad de la población inmigrante de origen musulmán para la asimilación de los

valores, leyes e instituciones europeas y su inserción en la sociedad receptora.

Posiblemente, todas estas causas han influido en las relaciones de Irán con los

países europeos: Si añadimos el irrefrenable deseo de Irán de afirmación nacional y

regional y su afirmación como potencia nuclear, se comprende que la Unión

Europea, como tal organismo, nunca ha logrado establecer relaciones intensas ni

permanentes.

Todo ello, ha impedido un aprovechamiento racional de las indudables capacidades

de complementación económica y tecnológica existentes. La vía pragmática que

pudiera estar apoyada por amplios sectores de la población en ambos lados, no ha

alcanzado hasta el presente la fuerza necesaria.

Con todo, se han producido intentos positivos. En el año 1992, el Consejo Europeo

decidió comenzar un diálogo crítico con Irán en cuatro áreas: armas de destrucción

masiva, terrorismo, conflicto árabe-israelí y derechos humanos. Estas relaciones

finalizaron bruscamente en 1997.

A partir del año 1998, con la elección del presidente Jatami, se abren de nuevo las

relaciones y contactos oficiales a alto nivel entre la Unión Europea e Irán. La Unión

Europea llega a ser el principal socio comercial de Irán en el año 1999. La Unión

Europea justifica su interés en las relaciones con Irán por motivos político-

económicos: inmejorable posición geoestratégica, unida a disponer de grandes

reservas de petróleo y gas. A Irán también le interesa mantener esas relaciones con

la Unión Europea, más favorable al diálogo que los Estados Unidos de América.

Sin embargo, estas relaciones han experimentado diversas crisis, con acusaciones

mutuas, sobre el problema kurdo, los derechos humanos, el terrorismo, y

últimamente el programa nuclear iraní. La llegada a la Presidencia de Ahmadineyad

ha supuesto un claro endurecimiento de la postura iraní y un retroceso en las

negociaciones. El debate sobre la cuestión nuclear ha ido descubriendo que la parte

iraní oculta información y parece tener objetivos no declarados de constituirse en

potencia nuclear lo que deja escaso margen para el diálogo. Su moratoria previa a

sus actividades de enriquecimiento de uranio se ha visto cancelada y el lenguaje

nacionalista endurecido.

Las tres instancias negociadoras: Agencia Internacional de la Energía Atómica

(AIEA), Consejo de Seguridad y el grupo de tres países europeos UE-3 (que en

buena medida están respaldados por el conjunto de la Unión Europea), no han

podido alcanzar acuerdos razonables.

A pesar de todo lo anterior, Europa ha seguido apostando por el diálogo con el

mundo musulmán. Las interrupciones producidas nunca han sido definitivas y de una

u otra forma ninguna de las dos partes renuncia a que la vía del diálogo pueda

alcanzar resultados. Posiblemente, la reciente victoria del partido demócrata de

Estados Unidos en elecciones al Congreso y Senado tengan repercusión de

fortalecimiento del papel de Europa y de la vía negociadora.

Para estudiar algo más en profundidad, se han tratado con más detalle algunas

consideraciones sobre las relaciones que la Unión Europea mantiene con la

República Islámica de Irán, y son las siguientes:

− El marco histórico de las relaciones Unión Europea-Irán.

− Relaciones institucionales de la Unión Europea e Irán, y el peso de la sociedad

civil.

− Relaciones en el ámbito político entre la Unión Europea e Irán.

− Europa ante la crisis nuclear iraní: aspectos socioeconómicos.

− Irán-Unión Europea en materia de terrorismo.

Finalmente, se exponen algunas conclusiones y recomendaciones.

Breve referencia histórica

Se incluye esta referencia con dos finalidades: Comprender el espíritu nacional de

Irán y el hecho de estar unido a una concepción religiosa y en segundo lugar, sus

relaciones con Europa y Occidente.

Periodo anterior al sha Rea Kahn

En el pueblo iraní existe conciencia histórica de ser un país que ha resistido y

luchado frente a los imperios de su tiempo y ser además, centro y cabeza de un

imperio.

Tras vencer a los griegos en la batalla de las Termópilas, fueron finalmente

conquistados por Alejandro Magno, lo que dio lugar tiempo después a la creación de

una literatura en la que se ensalza el sacrificio de Irán y con ello la creación de

mitos, por ejemplo el poema Shah Named del poeta Firdasi.

Tras recuperar el control de su territorio y su independencia, durante la extensión y

poder del Imperio romano los persas se mantienen como un Imperio y un pueblo no

conquistado.

Si bien son invadidos por los ejércitos árabes en la segunda mitad del siglo VII, esta

invasión se justifica en el régimen general de esclavitud que vivían los persas dentro

de su propio territorio. No obstante no asumen la rama mayoritaria de la religión

musulmana, sino la forma chií heterodoxa del Islam, y la utilizan como un arma

contra los jefes superiores árabes.

Tras la caída del imperio árabe, la dinastía safévida iniciada en 1505, unifica y

extiende el territorio de Irán, y utiliza el shiismo como fuerza unificadora del pueblo y

como instrumento para extender el latente sentimiento nacional iraní. Este periodo

termina en el año 1722, y trae consigo un largo paréntesis de caos y luchas internas,

que culmina con la victoria de los qajars en 1794 y el inicio de su dinastía que

alcanza hasta la fecha de 1925.

Durante esta dinastía, mientras en Europa tenían lugar las revoluciones burguesas y

el fin de los derechos feudales, así como la revolución industrial, Irán se configuraba

como el territorio político y económico de la Europa colonial, y así era percibido por

la población que protagonizó sucesivas revueltas, entre ellas en el año 1844 que fue

duramente reprimida y las insurrecciones de 1905 que produjeron algunas reformas

constitucionales con derechos liberales. Estos movimientos tenían un carácter

económico pero también nacionalista frente a la presencia de las potencias

extranjeras, principalmente de Gran Bretaña. Durante este periodo Irán sufre la

invasión de las tropas de Gran Bretaña, que imponen a Irán la renuncia a reclamar

Afganistán en 1856 y la invasión de los rusos en 1826. Sería además Gran Bretaña

la fundadora y principal accionista de la Anglo Persian Oil Company, ya en los

inicios del siglo XX.

Si bien Irán se proclama neutral durante la Primera Guerra Mundial, es ocupada de

nuevo por Rusía y por Gran Bretaña. Finalmente la dinastía qajar es derrocada y un

oficial de caballería, Rea Khan es proclamado en 1925 Sha de Persia y fundador de

la dinastía pahlevi.

La dinastía pahlevi: hechos más destacados

Durante la Segunda Guerra Mundial Irán se proclama de nuevo neutral. No obstante

en el año 1939 más de la mitad del comercio exterior iraní iba dirigido a Alemania y

esta proporcionaba a Irán la mayoría de la maquinaria destinada al programa de

industrialización, Ante la petición de Gran Bretaña de utilizar el ferrocarril para el

traslado de suministros de guerra hacia la Rusia estalinista, Irán se niega, lo que

provoca que rusos y británicos invadiesen Irán y obligaran a sha Reza a abdicar a

favor de su hijo, quien les permite el uso del ferrocarril así como mantener en Irán

sus tropas hasta el final de la contienda.

La presencia de tropas imperiales británicas desencadena un movimiento de masas.

Un grupo de nacionalistas liderados por Mossadeq reivindica el fin del control del

petróleo por los británicos. En el año 1951 el parlamento vota a favor de la

nacionalización de la industria petrolera. Al negarse el primer ministro a adoptar la

decisión de la cámara es destituido por Massadeq. El 16 de agosto de 1953 la CIA

organizó el golpe contra el citado, y el sha regresa al poder.

Entre 1960-1961, el malestar político y económico lleva a una huelga general

reprimida deforma brutal. El sha implanta la “revolución blanca”, la reforma agraria,

medidas educativas y sanitarias, que dan su fruto. Hasta 1973 la economía es

relativamente estable. No obstante el aumento de los precios del petróleo si bien

llevó más dinero a Irán produjo una fuerte inflación, un enorme proceso migratorio

del campo a una ciudad sin infraestructuras y profundas desigualdades económicas.

Se producen huelgas generales que paralizan el país y el sistema. Todos estos

movimientos tienen un profundo sentimiento nacional frente a la presencia de

potencias europeas y de Estados Unidos en la economía nacional.

La Revolución y el fundamentalismo islámico

Durante este movimiento de masas, Jomeini estaba en Francia. Obtiene el apoyo de

la clase dominante francesa que le da los medios para acabar con el movimiento

revolucionario, que no era religioso. Se inician luchas entre nacionalistas, islamistas

e izquierdistas. Vence Jomeini, si bien a costa de la ejecución de 6.000 trabajadores

y políticos de la oposición, así como de controlar el propio partido republicano

islámico que también sufría divisiones internas. En 1980 se produce la invasión de

Irak y se inicia una guerra que no concluye hasta 1988. Se imputa a Occidente el

apoyo a Irak y por tanto el daño físico y moral de Irán. En 1989 muere Jomeini y le

sucede Alí Jamenei. Siguieron existiendo luchas fraccionales desde arriba como lo

expresa el asesinato de uno de los arquitectos del movimiento reformistas de Jatami,

Saeed Hajjaarian.

La consolidación del régimen islámico actual se produce a la vista de los anteriores

datos históricos:

− La consolidación política a través de un nuevo texto constitucional que regula un

régimen de aparente división del poder con elecciones.

− La utilización de la religión como factor de unidad y sentimiento nacional de Irán,

algo que forma parte de su pasado, como se ha visto, tanto para distinguirse entre

sus conquistadores árabes, como para recuperar parte de sus territorios perdidos

en las épocas de oscuridad y divisiones tribales.

− Las continuas manifestaciones de identidad nacional frente a Europa y Estados

Unidos, utilizando el descontento y movimientos de masas precedentes contra la

ocupación colonial.

− Sin olvidar la represión sanguinaria del régimen frente a quienes buscaban la

independencia de Irán, nacionalistas e izquierdistas.

Relaciones institucionales Unión Europea-Irán y el peso de la sociedad civil

Cronología de las relaciones Unión Europea-Irán

Los inicios de la cooperación entre el país persa y la Unión Europea se remontan a

la época del Sha. En esa época se firmó un acuerdo que expiró en el año 1977,

antes de la Revolución Islámica. Sin embargo, en 1992 el Consejo Europeo decidió

comenzar un “diálogo crítico” con Irán. Sin embargo, la elección del presidente

Mohammed Jatami en mayo de 1997 abrió una nueva fase en las relaciones

internacionales de Irán, en particular con la Unión Europea, a través de un diálogo

de “dimensión integral”. Se abrió un período de “mejora de las relaciones

diplomáticas” que se refleja en las frecuentes visitas bilaterales de ministros iraníes a

Roma, París, Berlín y el Reino Unido, así como en la reanudación de los contactos

oficiales de alto nivel entre la Unión Europea e Irán. El fomento del comercio y las

inversiones también marcó el aumento de ese compromiso; la Unión Europea se

consolidó como “el principal socio comercial de Irán”. Hasta 2001, la estrategia de la

Unión Europea estuvo marcada por el apoyo al movimiento reformista como medio

para reforzar la seguridad.

Propuestas de la Comisión en 2001

Un comunicado de la Comisión Europea en febrero de 2001 presentó un paquete de

propuestas para estrechar las relaciones con Irán, en parte como respuesta al

aumento de representantes reformistas en el Parlamento iraní.

El interés de la Unión Europea por Irán se justificó por motivos de índole tanto

política como económica. Con su estratégica situación geográfica y sus importantes

reservas de gas y petróleo, Irán podría desempeñar un papel fundamental en el

futuro de la región del Golfo. La Comisión consideró que el desarrollo de un proceso

de democratización en Irán y el logro de un mayor respeto de los derechos humanos

contribuirían a promover la estabilidad y la paz en dicha región.

“El periodo de 2002 a 2005” fue testigo de un giro en la política europea: se pasó del

apoyo a la reforma como medio para alcanzar la seguridad a la contención nuclear.

Negociación del acuerdo de comercio y cooperación

“En diciembre del 2002”, paralelamente a las conversaciones sobre el diálogo

político y la lucha contra el terrorismo, la Comisión inició negociaciones para

alcanzar un acuerdo de comercio y cooperación con Irán.

Programa Nuclear iraní

A partir de 2002, las relaciones con Teherán se vieron cada vez más dominadas por

el programa nuclear iraní. Al descubrir el programa de enriquecimiento de uranio en

2002, la Unión Europea exigió que Teherán aceptara un régimen de inspecciones

reforzado del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

La elección de Ahmadineyad en junio de 2005 consolidó la tendencia conservadora

en la política iraní, que había ido ganando terreno desde 2001. Asimismo, supuso un

punto de inflexión en la política nuclear del régimen. Ahmadineyad dejó claro que su

país tenía el derecho inalienable para desarrollar un programa nuclear pacífico.

Europa comenzará a tener un papel periférico debido a la búsqueda de alternativas

por parte del régimen iraní en la diversificación de las relaciones económicas y

comerciales de Irán con Asia (Japón, China, Corea e India), un cambio que le

permite no tener que ser sumisa con los valores occidentales.

En diciembre de 2005, los ministros de Asuntos Exteriores de la Unión Europea

apelaron a Irán para que demostrase más respeto por los derechos humanos,

afirmando que son “esenciales para el progreso en las relaciones entre la Unión

Europea e Irán”. Aun así, durante 2006, el debate sobre Irán se ha centrado en la

cuestión nuclear lo que puede contribuir a minar el movimiento reformista.

Dossier nuclear en Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU)

La llegada del dossier nuclear de Irán en 2006 a Naciones Unidas ha supuesto el

inicio del diálogo entre Estados Unidos e Irán, aunque sólo sea sobre Irak, refuerza

el papel de China y de Rusia y se incrementan los lazos iraníes con Asia mediante la

negociación de contratos de distribución de gas a China e India. Las conversaciones

con Estados Unidos significan que los norteamericanos no están dispuestos a

vincular la cuestión nuclear con el futuro de Irak, y lo que Washinghton espera de

Teheran es “un cambio de comportamiento” pero no un “cambio de régimen”, lo que

demuestra la importancia de Irán como potencia regional.

El peso de la sociedad civil

Irán es un país con una sociedad civil plural y vital en la que existe un islam

reformista y liberal. Sin embargo, en el año 2003 las reformas de Jatami se

estancaron y los conservadores aplastaron a la prensa independiente, mientras

tanto, la comunidad internacional prestaba más atención al problema nuclear que a

esas violaciones de derechos. Tras el nombramiento de Ahmadineyad, los

movimientos reformistas en el seno de la sociedad civil iraní han desaparecido en

gran medida del escenario político.

El Frente de Participación Islámica es ahora una fuerza de oposición gravemente

debilitada. Las medidas del gobierno han “restringido la libertad de prensa y la

actividad asociativa”, numerosos intelectuales destacados han sido detenidos y las

Organizaciones No Gubernamentales han sido objeto de controles más restrictivos.

La “prohibición del Centro para la Protección de los Derechos Humanos” dirigido por

el premio Nobel Shirin Ebadi en agosto de 2006 se produjo tras la muerte de un líder

estudiantil en una prisión de Teherán y numerosas detenciones turbias. A mediados

de 2006, el destacado intelectual canadiense-iraní y defensor reformista Ramin

Jahanbegloo fue detenido, según se informó, tras haber puesto en tela de juicio el

rechazo de Ahmadineyad al Holocausto.

Los reformistas hablan ahora de la necesidad de tratar de pasar inadvertidos; de la

falta de una figura líder para sustituir a Jatami; y de un deseo de centrarse más en

trabajar a través de la iniciativa privada para alcanzar la modernización económica

como vehículo para el cambio a más largo plazo.

Los iraníes son una de las sociedades más prooccidentales de Oriente Medio

después de Israel. Los musulmanes de origen iraní que viven “en el exilio están

perfectamente integrados en Europa”. Esto se debe quizás a que su pueblo o

comunidad es heterogénea; si bien es cierto que existen muchas organizaciones

culturales y de refugiados, así como asociaciones que apoyan actividades políticas y

en cuyas filas figuran seguidores y opositores al régimen. Entre los exiliados iraníes

no sólo se hallan médicos, ingenieros o empresarios, sino también artistas. Por

ejemplo, de los aproximadamente 120.000 ciudadanos iraníes que viven en

Alemania, multitud de ellos abandonaron su país al estallar la Revolución Islámica.

Sin embargo, en Berlín no existe enclave o barrio iraní alguno, como tampoco en el

resto de Europa.

En Estados Unidos, residen más de 500.000 iraníes, uno de ellos, el heredero en el

exilio del trono iraní, Reza Pahlevi, para quien la intervención militar en Irán sería

contraproducente por el nacionalismo tan fuerte que existe en Irán. Pahlevi es

partidario de medidas no violentas y de desobediencia civil. Además -comenta- el

papel de los disidentes y que perciban el apoyo de la comunidad internacional es

clave (a través de internet o vía satélite). Por otro lado, el presidente del Consejo

Nacional Americano de Irán, Trita Parsi, opina que la salida a la crisis debe ser

diplomática.

Relaciones políticas Irán–Unión Europea

Durante años Irán y la Unión Europea han intentado mantener relaciones estables y

duraderas sin que hasta el momento lo hayan podido conseguir, incluso Estados

miembros de la Unión Europea (así como varios organismos de la Unión Europea) lo

han intentado desde la década de 1990, a pesar de que no existieran relaciones

contractuales formales entre la Unión Europea y la República Islámica.

De todos es sabido que Irán es un país que, por ser uno de los grandes productores

de petróleo y disponer de grandes reservas estratégicas de crudo, ejerce una gran

influencia en el desarrollo de todos los países de la Unión Europea, que pueden a su

vez aportar la tecnología y medios que Irán no dispone.

Irán tras la ruptura de relaciones con Estados Unidos, la guerra con Irak y sus

acuerdos de armamento con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y

Chinas, ha buscado un nuevo marco de relaciones políticas y económicas con la

Unión Europea, con el fin de conseguir la estabilidad, que sobre todo, en seguridad

y defensa necesita en la región del golfo Pérsico.

Establecimiento de relaciones no contractuales

Desde su creación, la Unión Europea ha fomentado el respeto a los derechos

humanos dentro y fuera de sus fronteras, siendo sus principales preocupaciones,

entre otras, los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales; así

como promover los derechos de las mujeres y los niños, el de las minorías étnicas y

las personas desplazadas. La elección del presidente Khatami y sus iniciativas

políticas consiguieron mejorar las relaciones con la Unión Europea, que se

plasmaron en lo que se llamó “Diálogo de Amplio Alcance” y con el que se pretendió

impulsar el programa de reformas del presidente iraní.

Entre los temas a tratar en este diálogo destacan:

“El conflicto de Oriente Medio, la no proliferación de armas de destrucción

masiva, los derechos humanos, el terrorismo, los refugiados y la cooperación

en el sector energético.»

Crisis nuclear. Inicio y desarrollo

Tras una década de conversaciones entre ambas partes, en el verano del año 2002

llegaron noticias a Occidente sobre la existencia de instalaciones nucleares iraníes

hasta entonces desconocidas.

En el año 2003, varias conclusiones del Consejo (por ejemplo, las de 16 de junio

2003, 21 julio 2003 y 3 septiembre 2003) trataban del tema nuclear. Básicamente la

Unión Europea expresaba sus preocupaciones sobre el ciclo completo de

combustible nuclear y sus implicaciones en la proliferación de armas nucleares, y

solicitaba a Irán que cooperase estrechamente con la IAEA, insistiendo en la

“urgente e incondicional aceptación, firma e implantación de un Protocolo Adicional

de la IAEA sobre salvaguardas”, como señal del compromiso de Irán en el ámbito de

la no proliferación”. No obstante, en otoño de 2003 ya se había producido un difícil

punto muerto entre Irán y Occidente respecto al programa nuclear iraní.

La crisis pareció superarse –o, al menos, retrasarse- cuando los ministros de

Exteriores de los “tres grandes“ europeos (Francia, Alemania y Reino Unido)

tomaron la iniciativa y visitaron Irán en octubre de 2003. Dejaron claro a sus

anfitriones que Irán debía cesar el enriquecimiento de uranio y permitir inspecciones

a fondo de la IAEA mediante la firma del Protocolo Adicional del Tratado de No-

Proliferación Nuclear (TNP). En contraposición, aseguraron a Teherán que Europa

resistiría las presiones de Estados Unidos y continuaría con el diálogo. Además,

ofrecieron un considerable paquete de incentivos económicos.

No está muy claro en qué circunstancias concretas obtuvieron los “tres grandes” su

mandato y hasta qué punto la presidencia italiana desempeñó un papel en el

proceso, pero cuando la iniciativa fue lanzada, tuvo que ser por medio de Javier

Solana y a través del Consejo, y fue coordinada con el resto de los países miembros

(ahora 25).

La fórmula final fue denominada iniciativa “E3/UE” y se ha convertido en la principal

herramienta política de la Unión Europea en su labor de compromiso con Irán. No

cabe duda de que este formato aseguraba la cohesión y garantizaba la capacidad de

la Unión Europea para actuar y hablar de manera única. No obstante hicieron falta

casi dos años para que el Consejo firmara, en la reunión del Comité de Asuntos

Generales y Relaciones Exteriores de octubre 2005, que la Unión Europea

respaldaba oficialmente el enfoque del E3/UE.

Por parte de Irán fue el director del Alto Consejo Nacional de Seguridad, el principal

organismo iraní en temas de política exterior y de seguridad, el político que

encabezó el equipo negociador.

No obstante, en el transcurso del año 2005, las diferencias entre Irán y la Unión

Europea se han ido acrecentando y, si bien Irán ha dado a entender que la

suspensión de sus pruebas se iba a hacer de manera voluntaria, la Unión Europea

no lo consideró de la misma manera. Irán ha querido demostrar que la política

nuclear no está ligada al Gobierno de turno y que es un proyecto a largo plazo y un

consenso político a alto nivel y, por otro lado, también están buscando

compensaciones por la suspensión.

Crisis nuclear disparidad de criterios y declaraciones

IRÁN

El 16 de agosto de 2006, el ministro de Exteriores iraní, Manouchehr Mottaki,

expresó la voluntad de Irán de discutir con la Unión Europea la posible suspensión

de sus actividades de enriquecimiento de uranio, en un obvio intento de aplacar su

habitual postura de línea dura en este tema; “Irán está dispuesto a discutir la

suspensión de nuestras actividades nucleares con los Estados europeos... Incluso

aunque no sea lógica que pidan la suspensión, podemos todavía discutirlo", dijo.

Estas declaraciones de Mottaki no han sorprendido dado que altos funcionarios

iraníes han reiterado que quieren debatir el tema nuclear en todos los ámbitos de la

comunidad internacional, siendo uno de los pocos políticos de alto rango que han

adoptado un tono más suave en sus palabras para relajar la tensión con Occidente

desde que el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó el pasado 31 de julio una

resolución que exige a Irán que suspenda el enriquecimiento de uranio antes del

próximo 31 de agosto o de lo contrario podría enfrentarse a sanciones. Desde la

aprobación de la resolución, altos funcionarios de Irán han expresado su

indignación por las exigencias de Naciones Unidas, y han advertido a la ONU de

que no tome medidas coercitivas para obligar a cumplir con esas condiciones.

El presidente iraní, Mamud Amadineyad, anunció que su país no aceptará la

resolución porque el pueblo iraní "no cederá ante el lenguaje de la fuerza" y el

principal negociador nuclear de la República Islámica, Ali Larijani, señaló que Irán

continuará llevando a cabo su programa nuclear independientemente de la

resolución de la ONU.

Este tono tiene dos posibles impactos. Por un lado, la nación iraní se mantiene

unida y apoya la política exterior de su gobierno, confiando en que el presidente está

haciendo lo mejor para defender un derecho inalienable de Irán, pero por otro lado,

incrementa la desconfianza de Occidente hacia Teherán. Si se emplea un lenguaje

de "amenaza", es más difícil confiar en que el programa nuclear iraní realmente está

sólo encaminado a generar electricidad.

El Gobierno de Teherán podría haberse dado cuenta de que este tipo de lenguaje

tan agresivo no sea a veces el más adecuado, y el tono más dialogante de Mottaki,

quizás, esté mostrando la intención de su Ejecutivo de perseguir la paz e impedir

que Irán sea aislado de la comunidad internacional.

Hasta ahora, parece poco probable que la República Islámica acepte suspender sus

trabajos de enriquecimiento de uranio tal y como solicita la ONU, pues el programa

nuclear es uno de los ejes de la política exterior del Gobierno iraní. Este asunto tan

sensible seguirá afectando no sólo a la relación entre Teherán y Occidente, sino

también al conjunto de la política exterior del Ejecutivo presidido por Amadineyad.

UNIÓN EUROPEA

Tras las continuas negociaciones entre los funcionarios de la Unión Europea e Irán,

las relaciones políticas entre ambos siguen estancadas y a fecha 18 de octubre de

2006 la Unión Europea admite que no ha sido capaz de vencer las resistencias de

Irán para iniciar un proceso de negociación que permita superar la crisis nuclear sin

recurrir a la vía coercitiva, por lo que ha dejado el asunto en manos del Consejo de

Seguridad de Naciones Unidas, que es quien tendrá que decidir si establece o no

sanciones.

“Es el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas quien tiene la responsabilidad y la

única instancia legítima. Cuando el Consejo decida, todos los miembros de la Unión

Europea asumirán esta decisión”, explicó el ministro finlandés de Exteriores y

presidente de turno de la Unión Europea, Erkki Tuomioja. En todo caso, se trataría

de medidas “limitadas, proporcionadas y reversibles”, según apuntan fuentes

diplomáticas europeas. A pesar de todo, los Veinticinco mantienen abierta la puerta

al diálogo si Teherán así lo decide.

El señor Solana, tras mantener una conversación con el principal negociador del

programa nuclear iraní, Ali Lariyani, manifestó que las negociaciones no se han roto

porque los canales de comunicación siguen abiertos, al estar en fase de

prenegociación y, por lo tanto, es imposible que haya habido ruptura, señaló.

La comisaria europea de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner, por su

parte, puso el acento en la paciencia que ha demostrado la Unión Europea con el

régimen de los ayatolás y dijo, gráficamente, que ahora “la pelota está en el tejado

iraní”. “Hemos sido muy pacientes”, remachó la comisaria.

La moderada posición de la Unión Europea frente a la firmeza que reclama Estados

Unidos descansa en la dependencia energética que Europa tiene respecto a Irán,

argumento que apuntaba el secretario de Estado para la Unión Europea, Alberto

Navarro:

“La Unión Europea se encuentra en una situación muy delicada, porque Irán

es uno de los principales suministradores de energía, petróleo y gas a la

Unión Europea y no estamos en la misma situación que Estados Unidos, que

hace ya muchos años que no tiene comercio de petróleo con Irán; tenemos

una dependencia mucho mayor y, por consiguiente, somos mas sensibles a

las sanciones”, agregó tras insistir en la necesidad de abordar este tema “con

cautela y con precaución desde el lado europeo.”

En las negociaciones con Teherán se establecen las bases para un acuerdo de larga

duración entre la Unión Europea e Irán, dando la oportunidad a este país de

desarrollar un moderno programa nuclear de tipo civil y de reforzar su industria,

cumpliendo al mismo tiempo con los requerimientos internacionales y abre la vía a

una nueva relación basada en el respeto mutuo y una amplia cooperación en el

terreno político y económico.

Perspectiva socioeconómica

Una economía sólida de tamaño medio

Irán tiene condiciones económicas y demográficas que le distinguen de los demás

países de la región. Su dimensión sólo es comparable en la zona a Turquía y Egipto.

Sin embargo, Egipto se aleja en cuanto a nivel de desarrollo alcanzado y de

capacidad de crecimiento en la actual coyuntura. Mayores similitudes de nivel de

mercado y renta se dan con Turquía. Si bien este país dispone de una renta por

persona bastante más elevada, su capacidad de compra y bienestar promedio de la

población es similar.

Una economía marcada por la riqueza en hidrocarburos

Irán se sitúa como uno de los principales países productores con un enorme

potencial de crecimiento, dada la magnitud de sus reservas (9). En contrapartida su

economía es muy dependiente de este sector,

Extraordinario peso del Estado

Otra característica de la economía iraní es el extraordinario protagonismo del

Estado. Es por tanto una economía fuertemente intervencionista con un débil tejido

empresarial privado, lo que significa una especial vinculaciones del mundo

económico y el político. La elevada tasa de formación bruta de capital que en el

2005 representó el 35% del Producto Interior Bruto (PIB) está centrada en la

inversión pública.

Favorable situación macroeconómica

Ello le ha permitido unos elevados niveles de crecimiento que en el último

quinquenio 2001-2005 se sitúan en el 5,8% anual, con una saneada balanza de

pagos, una deuda externa reducida y reservas de 45.000 millones de dólares

estadounidenses. Ello también significa un presupuesto estatal con superávit. Dada

Las reservas de petróleo fueron revisadas al alza en el 2003 y aseguran una posibilidad de 93 años de abastcimiento al ritmo actual de producción. Las reservas de gas sitúan a Irán en segundo lugar mundial solamente superada por Rusia.

9

la evolución favorable de los precios del petróleo debe pensarse que estas

tendencias van a prolongarse en los próximos años. Los ingresos del petróleo y gas

suponen el 80% de los ingresos de exportaciones y más del 60% de los recursos

presupuestarios.

Prioridades comerciales

Otro aspecto muy sustancial es su comercio exterior. Irás se ha orientado

progresivamente hacia el Este siendo Japón y China sus dos principales

compradores. Sin embargo sus compras se orientan muy especialmente a países

europeos. (cuadro 1 sobre comercio exterior).

Irán: socios comerciales

Destinatarios exportaciones % Principales proveedores %

Japón 18,5 Alemania 12,3

China 9,6 Francia 8,4

Italia 6 Italia 7,8

Sudáfrica 5,8 China 7,5

Corea del Sur 5,8 Emiriatos Arabes 7,3

Debilidades

Esta situación de bonanza económica está acompañada de ciertos factores menos

favorables que pueden condicionar el crecimiento actual y el futuro bienestar de la

población. Por una parte la inflación a niveles del 13-15%, lo que significa un factor

de inestabilidad al que el actual Gobierno trata de restar importancia. También debe

considerarse el desempleo que en cifras oficiales alcanza el 11%, pero que muchos

analistas consideran que la tasa real es del 20%. La presión que significa una

afluencia anual de 700.000 nuevas personas al mercado de trabajo supone una gran

dificultad para superar estos índices de desempleo.

Compromisos socioeconómicos del presidente

Las propias promesas electorales del presidente Ahmadinayad suponen un reto

importante ante la sociedad iraní. Ésta tiene claras expectativas de una mejora en

las condiciones de vida, acorde con la explotación de recursos energéticos y la

subida de sus precios. Quieren participar en los beneficios y éste fue un argumento

definitivo para conseguir el apoyo electoral. Las dificultades habidas en el

Parlamento para la aprobación del último presupuesto ponen de relieve los límites

del poder del presidente. La superación de la crisis nuclear no podrá prescindir de

estos aspectos ya que la población no aceptaría fácilmente un estancamiento

económico.

Bienestar social

La sociedad iraní se diferencia claramente de otros países de la región en

cuestiones sumamente significativas, que son expresión de su mayor nivel de

educación y expectativas de cambio social, pero también de una asimilación de

nuevos valores y pautas de comportamiento y de bienestar difícilmente

cuestionables.

Entre las expresiones de cambio social podemos señalar la prolongación

espectacular de la esperanza de vida que ha pasado de 49 años en el año 1960 a

69 años en la actualidad. Otra expresión no menos notable y objetivamente

comprobable es el dramático descenso en los índices de fecundidad. La política de

expansión demográfica defendida en los primeros tiempos de la revolución islámica,

ha quedado barrida por los hechos. Así frente al 6,1% de 1980 se ha pasado al 2%

en tan solo 25 años.

Irán-Unión Europea en materia de terrorismo

“El terrorismo no es la mayor amenaza a la que se enfrenta el mundo”. Así lo juzga

el Oxford Research Group, que acaba de publicar un su informe “Respuestas

globales a amenazas globales. Seguridad sostenible para el siglo XXI”. El cambio

climático, la lucha por los recursos, la marginación y la disparidad económica junto

con una creciente militarización, son los factores que conducirán a una inestabilidad

regional y global sustancial y a una pérdida de vidas a gran escala.

Sin embargo, los periódicos europeos no dejan de presentar artículos preocupantes

sobre el terrorismo, especialmente del terrorismo islámico, con titulares como estos:

− El Gobierno británico propone que se espíe a los alumnos musulmanes.

− Francia expulsará a 11 imames por cultivar el proselitismo extremista.

− La canciller alemana Ángela Merkel critica la suspensión de la ópera Idomeneo

por temor a la violencia islamista.

− Nizar Trabelsi, el futbolista kamikaze, tunecino detenido en 2001 cuando

preparaba un atentado contra una base de la Organización del Tratado del

Atlántico Norte (OTAN), jugó como profesional en el Fortuna Dusseldorf de la liga

alemana.

− El “Eje del Mal” (concepto introducido por el presidente Bush y formado por Irak,

Irán y Corea del Norte), goza de buena salud.

− El Gobierno holandés prohíbe el uso del burka en lugares públicos.

Uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Unión Europea en el exterior es

Irán, cuyos dirigentes parecen estar resueltos a llevar a cabo su programa nuclear,

con sospechas de perseguir aplicaciones de carácter militar. El fracaso de las

negociaciones mantenidas este verano pone de manifiesto la escasa capacidad de

influencia de Europa en el campo internacional. Sin tener una verdadera unidad de

acción, ni una capacidad militar creíble y autónoma que respalde las iniciativas

diplomáticas, la Unión Europea no está en posición sólida para presionar a un país

como Irán.

El presidente francés, Jacques Chirac, en su discurso del 19 de ener de 2006, afirmó

que:

“La disuasión nuclear no tiene como propósito disuadir a terroristas fanáticos,

sin embargo, los dirigentes de aquellos Estados que recurrieran a medios

terroristas contra nosotros, al igual que los que consideraran utilizar, de una

forma u otra, armas de destrucción masiva, deben comprender que se

exponen a una respuesta firme y adecuada de nuestra parte. Esta respuesta

puede ser convencional, pero puede ser también de otro tipo.”

El empleo de armas nucleares contra estados terroristas era un mensaje dirigido a

Irán, aunque alarmó a todos los estados europeos. Sin embargo, ¿Dónde se iban a

utilizar esos medios nucleares, en Irán, en Siria, o en el mismo Paris, donde se

mueven a sus anchas gran número de musulmanes radicales?

El espíritu de concordia entre Europa y los países musulmanes no es actualmente

bueno, basta recordar la orden de ejecución de Salman Rushdie del ayatola iraní

Jomeini, la violencia antidanesa desatada por la publicación de las viñetas de

Mahoma, el discurso del papa Benedicto XVI, la suspensión de la ópera de Mozart

Idomeneo en Alemania.

A la Unión Europea no le interesa un enfrentamiento con el mundo islámico, ya que

15 millones de musulmanes conviven con los propios ciudadanos de la Unión

Europea, cifra que además crece a un ritmo del 6,5% anual, no tiene capacidad de

resolver una crisis generalizada, y tiene una gran debilidad por la dependencia

energética, ya que importa el 50% de la que consume, con previsiones de subir la

importación hasta un 90% en 25 años.

Se está queriendo presentar la idea de que el terrorismo islámico es la rebelión de

los pobres contra el abuso del mundo rico, el reto contra la democracia y contra la

modernidad, pero, ¿Se están rebelando los pueblos del África destruida? ¿Existe

terrorismo islámico en Burkina Faso? No es una rebelión, es más una cruzada

ideológica totalitaria, como lo fueron en su momento el nazismo y el estalinismo.

La primera arma de destrucción masiva del islam tiene que ver con la falta de

libertad, con el uso perverso del dios Alá, y además, las primeras y mas numerosas

víctimas del integrismo islámico son precisamente ciudadanos de religión

musulmana.

Condoleezza Rice calificó a Irán como “banco central que financia el terrorismo

mundial”, y Stuart Levey, subsecretario de Terrorismo y de Inteligencia del

Departamento del Tesoro estadounidense, añadió que "Irán es como el elefante en

el bazar... Es el banco central del terrorismo. Es un país donde el terrorismo figura

en el presupuesto”. Jack Straw afirmó que preferiría que las mujeres musulmanas no

llevaran el velo porque dificulta el establecimiento de relaciones positivas entre las

comunidades ya que supone "una afirmación visible de separación y diferencia".

Parece estar probada la implicación de la embajada de Irán en el atentado de

Asociación Mutua Israelí Argentina (AMIA), en Buenos Aires, ya que un tribunal

argentino ordenó el 9 de noviembre actual orden de captura internacional contra el

ex presidente iraní Alí Rasfanyani y otros siete antiguos cargos del Gobierno iraní.

En el año 1981 el Gobierno iraní del ayatola Jomeini estableció un Consejo

Revolucionario lslámico para expandir la revolución lslámica por el Oriente Medio.

Pensó que los valores del mundo occidental y oriental (ex soviético) eran corruptos,

y que muchos gobiernos del Oriente Medio son islámicos de nombre solamente y,

como son instrumentos de otras potencias, tienen que ser derrocados y

reemplazados por regímenes auténticamente Islámicos.

Muchos europeos, han reducido todos los problemas del mundo al odio

antiamericano, han tolerado a los dictadores árabes, han minimizado al terrorismo

palestino, y han llegado a creer que, si se portaban bien, no les llegaría la lacra del

terrorismo islamista. Las acciones de Madrid y Londres se han encargado de

confirmar ese error. "España apuesta claramente por la vía negociadora", según

palabras de la vicepresidenta Fernández de la Vega.

Es importante que, ante el aumento de la presencia de musulmanes, Europa no

haga ninguna concesión. Es el islam el que debe adaptarse a Europa, y no al revés.

A pesar de ello la reina Isabel II de Inglaterra ha hecho construir una mezquita en

una de las habitaciones de su castillo de Windsor, para que sus empleados

musulmanes oren durante el período de Ramadán.

La utilización de la energía nuclear en materia de terrorismo no parece en principio

apropiada, ya que la destrucción de los terroristas, de sus refugios y de sus

instrumentos será considerada mucho más legítima mientras menos daños

colaterales provoque.

Conclusiones

La gran extensión de Irán, con sus 1.670 kilómetros cuadrados y 70 millones de

habitantes, la posesión de importantes reservas mundiales de petróleo y de gas, su

prosperidad económica fuertemente controlada por el Estado, su situación

geográfica privilegiada, su capacidad de influencia sobre los países de la región, su

acusado orgullo nacionalista, su potente Ejército y sus planes de desarrollo nuclear,

hacen de Irán un país clave con el que el mundo occidental y particularmente la

Unión Europea deberán contar irremediablemente en sus políticas internacionales.

El objetivo será lograr unas relaciones razonables de colaboración que contribuyan a

estabilizar la crítica situación del Oriente Medio.

El suministro regular de petróleo y de gas tiene una importancia crucial para las

economías occidentales, y también para China, segundo país mundial demandante

de petróleo. Se trata de una cuestión vital, ya que hoy por hoy no existe una

alternativa viable al modelo económico imperante. Y el grueso de las reservas

mundiales se concentra en Oriente Medio. Ello exige un acuerdo con los países

proveedores, entre ellos en forma destacada con Irán.

La escalada nuclear iraní representa una amenaza a la seguridad y estabilidad

internacionales. y un riesgo añadido a la ya precaria situación de Oriente Medio y

Asia Central. Son evidentes los posibles efectos de contagio. También debe tenerse

en cuenta el respaldo del Gobierno iraní a actuaciones de signo terrorista, que

tuvieron evidencia en Buenos Aires y en su apoyo decidido a Hezbolá. Por ello, será

siempre pertinente mantener los esfuerzos encaminados a disuadir al Gobierno iraní

en su intención de continuar su programa de enriquecimiento de uranio y en su

apoyo al radicalismo islámico.

Sin embargo, Europa deberá evitar las políticas de exclusión, o descalificación

global, como como la calificación de Irán como parte del “Eje del Mal”. También

deberá oponerse a las amenazas militares y/o de bloqueo económico que no

parecen ser las más adecuadas que añaden riesgos de inestabilidad La Unión

Europea tiene que buscar una dirección realista y pragmática, orientada a la

estabilización y al progreso, buscando complementariedades, renunciando a

ingerencias directas en la política interna, pero sin ocultar sus preferencias por la

democratización y respeto de los derechos humanos.

Este enfoque puede resultar convergente con las nuevas orientaciones de la política

exterior de Estados Unidos después de los recientes resultados electorales de

noviembre de 2006. Se vislumbra una política bipartidista en temas internacionales

y, en concreto, un intento de un mayor diálogo con Irán y Siria, también defendido

por el Gobierno británico.

La Unión Europea, de acuerdo con sus propias limitaciones y características, debe

avanzar por el camino del respeto y ser capaz de crear un clima de “confianza” hacia

un país cuyos dirigentes no aceptan los cánones occidentales. La Unión Europea

deberá definir objetivos claros de disponer de alternativas de aprovisionamiento

energético, adaptándose a las nuevas reglas que regirán en Oriente Medio cuando

Irán pueda llegar a ser, de aquí a unos años, una potencia nuclear.

Al mismo tiempo, deberá desarrollar una política de promoción de relaciones

económicas, sociales, educativas y culturales con una adecuada estrategia de

comunicación que alcance a la sociedad iraní basada en la defensa de valores

democráticos y en la voluntad de colaboración y de apuesta por el progreso social

de sus gentes.

La economía iraní ha ido buscando cauces de diversificación de sus relaciones

internacionales, orientadas a una mayor vinculación con países del Este,

principalmente, China, Japón, Corea del Sur e India. Ello le ha permitido situarse con

mayor autonomía entre Oriente y Occidente. En este sentido la Unión Europea

puede estar perdiendo posiciones y oportunidades para el futuro. Además, la Unión

Europea deficitaria en hidrocarburos deberá buscar seguridad de aprovisionamiento

a largo plazo.

Europa deberá aportar y ofrecer su propia experiencia de integración y de actuación

abierta y expansiva en su región con una buena base lograda de paz y desarrollo.

También deberá mostrar la importancia de un sistema económico menos

intervencionista capaz de promover nuevas tecnologías, con un potente tejido

empresarial e industrial, la afluencia de una clase media que participa y colabora a

través de un potente entramado institucional en el que el Estado se somete a las

reglas de la democracia y de respeto y sometimiento al derecho emanado del

Parlamento.

La República Islámica de Irán se siente respaldada por su sociedad civil en su

política nacionalista. Esta es coherente con las agresiones y amenazas recibidas en

el pasado reciente y con la propia situación de inestabilidad en un medio geográfico

hostil en el que subsisten conflictos abiertos y amenazas bien conocidas. A ello se

añade una saneada y próspera situación económica que les confiere un respiro en el

desarrollo de sus propósitos.

Sin embargo, ello no significa que tenga las manos libres para el desarrollo de sus

actuaciones futuras, ya que son evidentes las aspiraciones de progreso y

democratización de la sociedad civil, que seguirán siendo consolidadas a medida

que se avance en las mejoras económicas y sociales. Además el difícil equilibrio

interno dentro del propio estado exige una cierta prudencia en las actuaciones del

presidente Ahmadineyad que es en este momento la figura más radical y populista

del régimen iraní.

Recomendaciones

La Unión Europea debería definir más nítidamente sus objetivos en sus relaciones

con Irán:

1. Desde la perspectiva energética, los Estados europeos deben tener clara su

prioridad de diversificar y ampliar sus fuentes de aprovisionamiento energético y

buscar ámbitos de interés mutuo en el intercambio de tecnología y comercio.

2. .Desde la perspectiva política, la Unión Europea deberá buscar un entendimiento

basado en la no injerencia, la generación de relaciones de confianza y en la

defensa de valores democráticos y de paz y estabilidad regional con el

reconocimiento del Estado de Israel.

3. Desde la perspectiva de seguridad, deberá buscarse formas de colaboración para

impedir actuaciones terroristas de iraníes en Europa.

4. La Unión Europea debe utilizar su poder blando mediante el incremento de los

vínculos económicos para lograr una transformación gradual a largo plazo. Para

ello, deberá Impulsar el tratado de comercio y cooperación con Irán que facilite la

inversión y el crecimiento y el progreso social.

5. La Unión Europea podría aceptar el enriquecimiento de uranio con fines civiles y

usar el método diplomático en materia nuclear con incentivos positivos como el

enriquecimiento en Francia a través de un consorcio.

6. Apoyo a universitarios, medios de comunicación reformistas y a la disidencia para

que tengan una presencia en la opinión pública. Un canal que emitiese 24 horas

en farsi o usos alternativos de internet y satélites podrían ayudar en esa dirección

sin dirigir la estrategia directamente hacia el régimen.

Se debe presionar a Estados Unidos para definir políticas constructivas y de amplio

alcance en sus relaciones con Irán, superando esquemas pasados.

Ayudar a la ONU a nombrar un observador especial de los derechos humanos en

Irán.

Bibliografía Amis, Martín. Teocracia y armamento nuclear. El Mundo 19 junio 2006 Bassets, Lluis, Jahanbegloo. El País 25 Mayo de 2006 Behbudi, Behruz. ¿Porqué Europa abandona Irán? GEES. 2006Benedicto, Miguel Ángel. Esperanza en la juventud iraní. Heraldo de Aragón. 8 de mayo de 2006.Benedicto, Miguel Ángel y Angoso, Ricardo. Europa a Debate. 20 años después (1986-2006). Plaza y Valdés. 2006

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Reissner, Johannes. EU-Iran relations :Options for Future Dialogue.2006.

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El compromiso de Europa con Irán: ¿Qué ha ocurrido con la reforma política? FRIDE. Septiembre 2006.

Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo, de 7 de febrero de 2001, sobre las «Relaciones de la UE con la República Islámica de Irán» [COM (2001) 71 final - no publicada en el Diario Oficial].

COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO

D. JORDI XUCLÁ I COSTA Diputado CIU.

D. AGUSTÍN CONDE BAJÉN Senador Grupo Popular.

D. VICENTE MARIJUAN GRANDE General de Brigada de la Guardia Civil.

Jefe de la Jefatura de Asuntos Económicos de la Guardia Civil.

D. ÁNGEL MORENO JOSA Jefe de la Agrupación del Cuartel General del Ejército del Aire.

D. GABRIEL GUZMÁN URIBE Experto en Cooperación y Relaciones Institucionales.

Vicepresidente del Comité Español de UNICEF.

Dª. LUISA MARÍA PRIETO RAMÍREZ Vocal Asesora del Ministro de Defensa.

D. MIGUEL ANGEL BENEDICTO SOLSONA Periodista.

CAPÍTULO CUARTO LA SITUACION DE SEGURIDAD EN IRÁN

Y LAS ORGANIZACIONES Y ORGANISMOS INTERNACIONALES:

LA SITUACION DE SEGURIDAD EN IRÁN Y LAS ORGANIZACIONES Y

ORGANISMOS INTERNACIONALES

La organización de Naciones Unidas y su Consejo de Seguridad

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) nació en 1945 con 50 miembros de

la comunidad internacional. En junio de 2006 ha llegado a tener 192 miembros, tras

el ingreso de Montenegro. Irán (oficialmente, República Islámica del Irán) forma

parte como miembro originario de la Organización desde su creación y entrada en

vigor de la Carta, el 24 de octubre de 1945.

Siendo función fundamental de Naciones Unidas la paz y la seguridad, la Carta

establece una Asamblea General y un Consejo de Seguridad, cuyas resoluciones

pueden obligar a los miembros. En virtud de las disposiciones de la Carta, de las que

hacemos un somero repaso, las capacidades que a cada órgano y sus miembros se

asignan, en especial al Consejo de Seguridad, condicionan las distintas posturas, en

favor y en contra, para que un asunto entre a ser considerado por el Consejo.

En el Capítulo I se expresa, entre otros, un primer propósito de Naciones Unidas

consistente en “mantener la paz y la seguridad internacionales, y con tal fin: tomar

medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz...”, y será

principio de su actuación arreglar sus controversias internacionales por medios

pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y la seguridad

internacionales ni la justicia:

“Ninguna disposición de esta Carta autorizará a Naciones Unidas a intervenir

en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los

Estados, ni obligará; a los miembros a someter dichos asuntos a

procedimientos de arreglo conforme a la presente Carta; pero este principio

no se opone a la aplicación de las medidas coercitivas prescritas en el

Capítulo VII.»

Entrando ya en la regulación de los órganos, el Capítulo IV se ocupa de la Asamblea

General, integrada por todos los miembros, cada uno de los cuales tiene un voto. Es

un foro en el que todos los países se expresan libremente, en particular en cada

apertura de sesión anual. Se concretan sus funciones y poderes, siendo destacable

que dicho órgano no toma decisiones vinculantes o recomendaciones de medidas

cuando los asuntos son tratados en el órgano específico que es el Consejo de

Seguridad, lo que se expresa en el artículo 12:

«Mientras el Consejo de Seguridad esté desempeñando las funciones que le

asigna esta Carta con respecto a una controversia o situación, la Asamblea

General no hará recomendación alguna sobre tal controversia o situación, a

no ser que lo solicite el Consejo de Seguridad.

El secretario general, con el consentimiento del Consejo de Seguridad,

informará a la Asamblea General, en cada periodo de sesiones.»

Como quiera que el tema sobre “No-proliferación nuclear” en relación con Irán ha

llegado ya a la primera consideración y resolución (número 1696) en el Consejo de

Seguridad, que termina diciendo que seguirá ocupándose del asunto, es este órgano

el que, en razón a lo dispuesto en los artículos de la Carta citados, habrá de seguir

en ello, excluyendo a la Asamblea General de hacer recomendaciones.

Los Capítulos V a VII regulan el Consejo de Seguridad y nos permiten comprender

mejor, desde su lectura literal y precisa, el interés que Irán tenía por razones

procedimentales, aparte las de fondo, desde su punto de vista, discutido, para

oponerse a ser considerada su política o programa nuclear dentro de los asuntos del

Consejo. En cuanto a la composición, el artículo 23 establece que:

«El Consejo de Seguridad se compondrá de quince miembros de Naciones

Unidas. La República de China, Francia, la Unión de las Repúblicas

Socialistas Soviéticas, el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte y

los Estados Unidos de América, serán miembros permanentes del Consejo de

Seguridad. La Asamblea General elegirá otros diez Miembros de las Naciones

Unidas que serán miembros no permanentes del Consejo de Seguridad,

prestando especial atención, en primer término, a la contribución de los

miembros de Naciones Unidas al mantenimiento de la paz y la seguridad

internacionales y a los demás propósitos de la Organización, como también a

una distribución geográfica equitativa.»

Los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad serán elegidos por un

periodo de dos años. Los miembros salientes no serán reelegibles para el periodo

subsiguiente.

Los miembros no permanentes que existían durante el año 2006 han sido Argentina,

Congo, Dinamarca, Ghana, Grecia, Japón, Perú, Qatar, Eslovaquia y Tanzania.

Algunos terminarán su mandato en este año y otros en 2007. Cualquier miembro de

Naciones Unidas que no sea miembro del Consejo de Seguridad podrá participar sin

derecho a voto en la discusión de toda cuestión llevada ante el Consejo de

Seguridad cuando éste considere que los intereses de ese miembro están afectados

de manera especial. El artículo 27, que regula las votaciones, es el más

cuestionado, ya que una mayoría de votos aprobatorios de cualquier propuesta es

susceptible de veto por un solo voto negativo procedente de los miembros

permanentes, esto es, en las cuestiones que no sean de mero procedimiento se

exige la unanimidad de los permanentes:

«... sobre todas las demás cuestiones serán tomadas por el voto afirmativo de

nueve miembros, incluso los votos afirmativos de todos los miembros

permanentes; ...»

El Capítulo VI trata del “arreglo pacífico de controversias” cuya continuación sea

susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad

internacionales. Las partes tratarán de buscarle solución por diversos medios

pacíficos, que podrán ser invocados por el Consejo de Seguridad, además de poder

investigar la controversia o la situación susceptible de conducir a fricción

internacional o dar origen a una controversia, para determinar si su prolongación

puede poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

(artículo 34).

Cabe destacar que la única resolución en la que el Consejo de Seguridad se ha

pronunciado sobre el asunto, calificado como “no-proliferación”, es decir, sobre el

riesgo de proliferación, en relación con Irán, la número 1696, de 31 de julio de 2006,

no se basa en las regulaciones anteriores (Capítulo VI), sino que actúa con arreglo

al artículo 40 del Capítulo VII de la Carta, que se titula “acción en caso de amenazas

a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión”. Aunque haya opiniones

de miembros que destacan sobre las demás, no se trataría de un contencioso entre

partes, sino que toda cuestión de No-proliferación afecta realmente a la comunidad

internacional en su conjunto. Debido a la invocación que hace el Consejo de

Seguridad, que podemos interpretar entra en una consideración más grave, el

campo de las potenciales amenazas a la paz, es, por lo tanto, dicho capítulo

especialmente relevante en la cuestión que nos ocupa:

«Artículo 40. A fin de evitar que la situación se agrave, el Consejo de

Seguridad, antes de hacer las recomendaciones o decidir las medidas de que

trata el artículo 39, podrá instar a las partes interesadas a que cumplan con

las medidas provisionales que juzgue necesarias o aconsejables. Dichas

medidas provisionales no perjudicarán los derechos, las reclamaciones o la

posición de las partes interesadas. El Consejo de Seguridad tomará debida

nota del incumplimiento de dichas medidas provisionales.»

Además, para el supuesto de que Irán no hubiera cumplido, en el plazo que finalizó

en 31 de agosto de 2006, con lo dispuesto en la resolución, que prevé una

suspensión inmediata de determinadas actividades por parte de Irán, paralelamente

a la continuación de negociaciones, expresa su intención de adoptar, con arreglo al

artículo 41, “las medidas apropiadas para persuadir al Irán” de su cumplimiento y de

las exigencias de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA), “y subraya

que deberán adoptarse otras decisiones si fuera necesario tomar tales medidas

adicionales”:

Artículo 41. “El Consejo de Seguridad podrá decidir qué medidas que no

impliquen el uso de la fuerza armada han de emplearse para hacer efectivas

sus decisiones, y podrá instar a los miembros de Naciones Unidas a que

apliquen dichas medidas, que podrán comprender la interrupción total o

parcial de las relaciones económicas y de las comunicaciones ferroviarias,

marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, y otros medios de

comunicación, así como la ruptura de relaciones diplomáticas. »

En el momento actual, noviembre de 2006, el Consejo de Seguridad ha seguido lo

dispuesto en el artículo 40, y ante el incumplimiento de Irán de la suspensión de su

programa de centrifugado y reprocesamiento, el Consejo se encontraría,

procedimentalmente, en la fase de discusión subsiguiente, la que se regula en el

artículo 41. Pero se viene interpretando que entrar en esta fase, y, por lo tanto,

adoptar una nueva resolución con sanciones, no puede acometerse sin dar por

terminadas las negociaciones, y quizá las verificaciones del AIEA, para las que no

existe un plazo, que la propia resolución admitió. Asimismo, el juego de poderes del

Consejo y los intereses contrapuestos de los miembros permanentes, con derecho

de veto, haría que una nueva decisión al amparo del artículo 41, quede ralentizada,

o se encuentre en una especie de callejón sin salida, dentro del propio Consejo de

Seguridad.

La cuestión de fondo, clasificada en la ONU como asunto de “no-proliferación”, ya ha

sido tratada ampliamente en otros lugares. Pero es interesante llamar la atención

sobre el modo en que ha entrado a ser considerado en el orden del día del Consejo

de Seguridad. Como es sabido, la cuestión procede, aparte cierta denuncia

efectuada en 2002 por Estados Unidos, de las actuaciones e informes del AIEA en

relación con Irán, que se vienen sucediendo a partir, fundamentalmente, de las

sospechas que afloraron o se manifestaron en el año 2003, y se afianzaron en los

tres años que han seguido, de que el programa nuclear de dicho país, podría incluir

actividades incompatibles con la No Proliferación. En ese transcurso ha habido

también un contacto permanente de la AIEA con Irán, aunque no siempre fácil ni

transparente, así como una continua afirmación de aquel Gobierno de que su

programa nuclear tiene fines pacíficos y civiles, de acuerdo con el Tratado de No-

Proliferación Nuclear (TNP), suscrito por ese país. Las resoluciones e informes de la

AIEA remitidos al Consejo de Seguridad, han desembocado en la tan citada

resolución de 31 de julio (número 1696). En esos informes se explica ampliamente y

con detalles técnicos la cuestión de fondo, que hace concluir a la AIEA que, después

de tres años de análisis pormenorizado del programa nuclear, con referencia

especial a diversos puntos que admiten una utilización paralela de doble uso, uno de

ellos la centrifugación y reprocesamiento, otro la existencia ocasional de rastros de

material muy enriquecido, no ha podido verificar que Irán no realice actividades

contrarias a la “no proliferación”, es decir, que no persiga una aplicación militar,

además de la civil admitida; y que la transparencia y colaboración, la confianza y

credibilidad por parte de Irán no son suficientes. En consecuencia, con esas

incertidumbres, el Consejo de Seguridad, a pesar de que Irán insiste en que solo

persigue aplicaciones pacíficas para uso civil (lo que excluiría la consideración del

Organismo capaz de sancionar), entra en el asunto resolviendo por primera vez, el

31 de julio de 2006 (resolución número 1696, aprobada con el voto de Qatar en

contra).

Sabiendo que las posturas están actualmente divididas entre acometer medidas

sancionadoras o entender que estas son prematuras o no urgentes o

contraproducentes, de modo que deben continuarse las conversaciones sine die, la

resolución adoptada refleja el punto de equilibrio entre tratar de impedir la posibilidad

de proliferación por parte de Irán (en lo cual parece hay unanimidad) y agotar las

otras vías mientras haya tiempo. Se trataría, pues, de la continuación o reanudación

de las negociaciones diplomáticas a seis bandas, es decir, de las potencias y la

Unión Europea (incluida Alemania), con ciertos matices nuevos (una mayor

presencia directa de Estados Unidos) que se atisban al llegar a noviembre de 2006.

Los posibles avances y resultados de esa vía son impredecibles en este momento,

pues incluso cabe pensar en algún modo de desviación de los términos estrictos, la

suspensión, que se leen en la resolución. Lógicamente, tampoco se podrían aplicar,

sin esos pasos previos, decisiones basadas en los artículos siguientes de la Carta.

Tampoco es descartable, como escenario futuro, la posibilidad, impuesta por las

circunstancias e intereses de cada potencia, de terminar aceptando el riesgo de que

Irán llegue a ser uno más dentro del club de los que tienen o podrían tener

capacidad nuclear militar, lo que se confirmaría antes o después. En ese caso, y

cambiadas las apreciaciones y las circunstancias, el Consejo de Seguridad no

llegaría más allá del punto a que se ha llegado con la actual resolución.

La AIEA y el TNP

Las inspecciones de la AIEA llevadas a cabo desde 2003 han revelado dos décadas

de actividades nucleares ocultas en Irán, incluyendo intentos de enriquecimiento de

uranio y separación de plutonio. Irán accede en el año 2003 a suspender las

actividades sensibles en las negociaciones con Alemania, Francia y el Reino Unido

(EU-3), que se rompen en agosto de 2005. En septiembre de 2005 la Junta de

Gobernadores del la AIEA encuentra que Irán no cumple con los acuerdos de

salvaguardias del TPN e informa del caso de Irán al Consejo de Seguridad de

Naciones Unidas en febrero de 2006.

El Consejo de Seguridad solicitó a Irán que volviera a suspender su enriquecimiento

y reprocesado, reconsiderar su construcción de reactores de agua pesada, ratificar e

implementar el Protocolo Adicional e implementar medidas de transparencia. Irán ha

continuado sus actividades de enriquecimiento y no ha satisfecho los requerimientos

del Consejo de Seguridad incluso después de que los representantes permanentes

más Alemania (P-5+1) ofrecieran a Irán una nueva propuesta el 6 de junio. El

Consejo de Seguridad ha trasladado la UNSCR 1696 el 31 de julio de 2006, dando a

Irán la fecha límite del 31 de agosto para cumplir con los requerimientos. Irán ha

continuado sin suspender su enriquecimiento, lo cual puede dar lugar a nuevas

negociaciones o a sanciones.

La AIEA

La AIEA es el organismo mundial de cooperación en el campo nuclear. Se estableció

a raíz de la organización mundial de “Átomos para la Paz” dentro de la familia de

Naciones Unidas. La agencia trabaja con sus Estados miembros y múltiples

asociados a lo largo del mundo para promover tecnologías nucleares seguras y

pacíficas.

SECRETARIADO Y ESTRUCTURA DE LA AIEA

La Secretaría de la AIEA se encuentra en el Centro Internacional de Viena. Tiene

oficinas de enlace y regionales en Génova, Nueva Cork, Toronto y Tokio. La AIEA

además, dirige y controla centros de investigación y laboratorios científicos en Viena

y Seibersdorf, Austria, Mónaco y Trieste (Italia).

El Secretariado de la AIEA engloba a un equipo multidisciplinar de 2.200

profesionales y proveniente de más de 90 países. La Agencia es dirigida por el

director general, Mohamed El-Baradei y seis directores generales adjuntos, quienes

encabezan los departamentos principales.

PRESUPUESTOS

Los programas y presupuestos son establecidos por decisiones de los órganos

políticos de decisión, los 35 miembros de la Junta de Gobierno y la Conferencia

General de todos los Estados miembros.

Los recursos financieros de la AIEA incluyen un presupuesto regular y

contribuciones voluntarios. El presupuesto regular para 2006 es de 273.619.000

euros. El objetivo de las contribuciones voluntarias a los fondos para la cooperación

técnica para el año 2006 es de 77,5 millones de dólares.

MISIÓN Y PROGRAMAS DE LA AIEA

La misión de la AIEA se guía por los intereses y necesidades de los Estados

miembros, planes estratégicos y el espíritu reflejado en el Estatuto de la AIEA. Los

tres pilares principales, o área de trabajo, sobre los que se sustenta la misión de la

AIEA son la seguridad, ciencia y tecnología y salvaguardias y verificación.

Es también la encargada de supervisar el cumplimiento del tratado de “no

proliferación” de armas nucleares mediante acuerdos de salvaguarda que los países

adheridos a este Tratado firman.

RELACIÓN CON NACIONES UNIDAS

Como organización internacional independiente relacionada con el sistema de

Naciones Unidas, la relación de la AIEA está regulada por un acuerdo especial. En

términos de su Estatuto, la AIEA informa anualmente a la Asamblea General de

Naciones Unidas y, cuando lo considere necesario, al Consejo de Seguridad en

relación al no cumplimiento de los Estados con sus obligaciones de salvaguardia así

como en otras materias relacionadas con la paz y seguridad internacional.

La AIEA y el caso iraní

El director general de la AIEA en su Informe GOV/2006/15 de 28 de febrero del año

2006 facilitó una evaluación general detallada del programa nuclear del Irán y de las

medidas de la Agencia destinadas a verificar las declaraciones de Irán con respecto

a ese programa.

Tal como indicaba en sus informes de noviembre de 2004, y de septiembre de 2005,

Irán ha realizado importantes esfuerzos durante las dos últimas décadas para

dominar un ciclo del combustible nuclear independiente y, con ese fin, ha llevado a

cabo experimentos destinados a adquirir conocimientos técnicos sobre cada aspecto

del ciclo del combustible. Muchas de estas actividades y experimentos,

particularmente las relativas al enriquecimiento y la conversión del uranio y a la

investigación sobre el plutonio, no se habían declarado a la Agencia de conformidad

con las obligaciones de Irán contraídas como firmante de TNP en el año 1970. Esta

política de encubrimiento de Irán continuó hasta octubre de 2003, y dio lugar a

muchas infracciones de su obligación de cumplir ese acuerdo, tal como se resume a

continuación: (informe del director general de la AIEA de septiembre de 2005).

No haber notificado:

− La importación de uranio natural en 1991, y su transferencia posterior para

continuar su procesamiento.

− Las actividades relacionadas con el posterior procesamiento y uso del uranio

natural importado, incluida la producción y pérdida de materiales nucleares, y la

producción y transferencia de los desechos resultantes.

− La utilización de hexafluoruro de uranio (UF6) natural importado para el ensayo de

centrifugadoras en el taller de la compañía eléctrica de Kalaye en 1999 y 2002, y

la consiguiente producción de uranio enriquecido y empobrecido.

− La importación de uranio metálico natural en el año 1993 y su posterior

transferencia para utilizarlo en experimentos de enriquecimiento por láser, incluida

la producción de uranio enriquecido, la pérdida de materiales nucleares durante

estas operaciones, y la producción y transferencia de los desechos resultantes.

− La producción de dióxido de uranio (UO2), tritóxido de uranio (UO3), tetrafluoruro

de uranio (UF4), UF6 y carbonato de uranilo y de amonio (AUC) a partir de UO2

empobrecido importado, de octaoxido de triuranio (U3O8) empobrecido y de U3O8

natural, y la producción y transferencia de los desechos resultantes.

− La producción de blancos de UO2 natural y empobrecido en el Centro de

Tecnología Nuclear (ENTC) de Isfajan y su irradiación en el Reactor de

Investigación Nuclear (TRR) de Teherán, el procesamiento ulterior de esos

blancos, incluida la separación de plutonio, la producción y transferencia de los

desechos resultantes, y el almacenamiento de los blancos irradiados no

procesados en el Centro de Investigaciones Nucleares de Teherán (TNRC).

No haber declarado:

− La instalación piloto de enriquecimiento del taller de la compañía eléctrica de

Kalaye.

− Las plantas de enriquecimiento por láser en el TNRC y la planta piloto de

enriquecimiento de uranio por láser en Lashkar Ab’ad.

No haber presentado la información sobre el diseño, o la información actualizada

sobre el diseño de:

− Las instalaciones en que el uranio natural importado en 1991 (incluidos los

desechos generados) se recibió, almacenó y procesó (laboratorios

plurifuncionales Abr Ibn Hayan (JHL), TRR, ENTC e instalaciones de

almacenamiento de desechos en Isfaján y Anarak).

− Las instalaciones del ENTC y del TNRC en que se produjo UO2, UO3, UF4, UF6 y

AUC a partir de UO2 empobrecido importado, U3O8 empobrecido y U3O8 natural.

− El almacenamiento de desechos en Isfaján y Anarak.

− La instalación piloto de enriquecimiento del taller de la compañía eléctrica de

Kalaye.

− Las plantas de enriquecimiento por láser del TNRC y de Lashkar Ab’ad, y los

lugares en que los desechos resultantes se procesaron y almacenaron, incluida la

instalación de almacenamiento de desechos de Karaj.

− El TRR, con respecto a la irradiación de blancos de uranio, y la instalación del

TNRC donde tuvo lugar la separación de plutonio, así como la instalación de

manipulación de desechos del TNRC.

− No haber cooperado en muchas ocasiones para facilitar la aplicación de las

salvaguardias como lo evidencian las amplias actividades de encubrimiento.

No obstante desde finales del año 2003, y tras la firma del Protocolo Adicional al

Acuerdo de Salvaguardias el 18 de diciembre de 2003, Irán ha adoptado medidas

correctoras con respecto a esos incumplimientos y la Agencia ha podido confirmar

determinados aspectos de sus actividades, en particular las relativas a la de

conversión del uranio, enriquecimiento por láser, fabricación de combustible y el

programa de reactores de investigación de agua pesada, a los que la Agencia ha

efectuado un seguimiento riguroso en el contexto de la aplicación del acuerdo de

salvaguardias de Irán y, hasta el 6 de febrero de 2006, de su protocolo adicional

(fecha en la que Irán suspendió voluntariamente su protocolo adicional a su acuerdo

de salvaguardias).

A pesar de lo anterior quedan pendientes dos importantes cuestiones asociadas a la

investigación que realiza la Agencia con miras a dar garantías de que no existen

actividades de enriquecimiento no declaradas en Irán: el origen de la contaminación

por partículas de Uranio Poco Enriquecido (UPE) y Uranio Muy Enriquecido (UME)

hallada en diversos lugares en Irán; y la magnitud de los esfuerzos de Irán para

importar, fabricar y utilizar centrifugadoras de diseño P-1 y P-2.

Con respecto a la primera de las cuestiones -la contaminación-, aunque los

resultados de los análisis efectuados hasta la fecha tienden, en general, a apoyar las

declaraciones de Irán con respecto al origen externo de la mayor parte de la

contaminación de partículas de elevado enriquecimiento (HEU) que fue descubierta

en localizaciones dónde Irán ha declarado que las piezas de centrifugadora habían

sido fabricadas, utilizadas y /o almacenadas, la Agencia continúa investigando la

fuente de las partículas de uranio de bajo enriquecimiento y algunas partículas de

HEU descubiertas en esas localizaciones. Actualmente según la AIEA no se puede

dar una conclusión definitiva en relación con este tema pendiente desde hace

tiempo, no hay garantías fiables de ausencia de materiales o actividades nucleares

no declaradas en Irán, por lo que no pueden excluirse en este momento otras

explicaciones posibles, y prosiguen las investigaciones para tratar de confirmar el

verdadero origen de la contaminación.

En cuanto a la segunda cuestión, los programas de las centrifugadoras P-1 y P-2, si

bien se han hecho algunos progresos desde noviembre de 2004 en la verificación de

las declaraciones de Irán relativas a la cronología de su programa de

enriquecimiento por centrifugación, no se ha podido verificar aún la exactitud de las

declaraciones del Irán sobre esos programas. Las investigaciones sobre la red de

suministro indican que Irán debería tener más información complementaria que

podría ser útil a este respecto no obstante, mantienen que no existe más información

que la ya suministrada.

Se podría concluir que tras tres años de de investigación la AIEA no ha visto ninguna

desviación de material nuclear hacia la fabricación de armas nucleares u otros

dispositivos explosivos nucleares, pero es preciso recordar las manifestaciones

realizadas por su director general de que actualmente no está en condiciones de

afirmar que no existan materiales o actividades nucleares no declaradas en Irán. (Si

el proceso por el que se llega a esa conclusión, en circunstancias normales, requiere

tiempo incluso con un Protocolo Adicional en vigor, en el caso de Irán, cabe prever

que se tarde aún más en llegar a esa conclusión, habida cuenta del carácter no

declarado de su programa nuclear, y en particular debido a la deficiencia de la

información disponible sobre su programa de enriquecimiento por centrifugación, a la

existencia de documentos genéricos relativos a la fabricación de componentes de

armas nucleares, y a la falta de aclaraciones sobre la función del sector militar en el

programa nuclear de Irán).

Ante esta situación y ante el anuncio realizado por Irán de reanudar a partir del 9 de

enero del presente año sus actividades asociadas al Programa Nuclear, la Junta de

Gobernadores de la AIEA solicitó al director general que presentara un informe para

su examen, y remisión inmediata al Consejo de Seguridad, “recordando todas las

resoluciones aprobadas por la Junta acerca del programa nuclear del Irán” (desde el

primer informe presentado por el director general el 17 de marzo de 2003 hasta

febrero 2006, han sido presentados a la Junta de Gobernadores 16 informes escritos

y dos orales), “recordando después de casi tres años de intensas actividades de

verificación, la Agencia aún no está en condiciones de aclarar algunas cuestiones

importantes relacionadas con el programa nuclear del Irán ni de concluir que no

existen materiales o actividades nucleares no declarados”, “recordando los

numerosos incumplimientos por Irán de sus obligaciones de acatar las disposiciones

de su acuerdo de salvaguardias en relación con el TNP”, y “subrayando que para

resolver las cuestiones pendientes y crear un ambiente de confianza en la

naturaleza exclusivamente pacífica del programa nuclear, considera necesario que

Irán, suspenda su programa de enriquecimiento de uranio, ratifique el protocolo

adicional del TNP y aplique las medidas de transparencia requeridas por esta

Agencia”.

Estas medidas solicitadas a Irán también fueron remitidas al Consejo de Seguridad

para conocimiento (4 de febrero de 2006).

Como consecuencia de esta petición de la Junta de Gobernadores y de otra del

Consejo de Seguridad, el director general presenta dos Informes, 28 de febrero y el

28 de abril, sobre la aplicación de la resolución anteriormente citada así como de las

resoluciones anteriores.

Estos Informes fueron concluyentes: Teherán sigue sin ofrecer la transparencia y

cooperación requeridas. Tampoco ha suspendido sus actividades relacionadas con

el enriquecimiento de uranio ni ha actuado de acuerdo con el Protocolo Adicional del

TNP. En relación con el reactor de investigación de agua pesada, la Agencia

confirmó que las labores de ingeniería civil estaban aún en marcha. También se

confirmó que Irán completó, en marzo, una cascada de 164 centrifugadoras, y

comenzaron las pruebas utilizando UF6 logrando un nivel de enriquecimiento del

3,6%, aclarando que: si bien todo el material nuclear declarado por Irán a la Agencia

está contabilizado, continúa habiendo vacíos en los datos de la Agencia con

respecto al alcance y contenido del programa de centrifugadoras de Irán. A causa de

esto, y otros vacíos en los datos de la Agencia, incluyendo el papel del Ejército en el

Programa Nuclear de Irán, la Agencia es incapaz de hacer progresos en sus

esfuerzos por proporcionar garantías acerca de la ausencia de materiales y

actividades nucleares no declaradas en Irán. Finalizando dichos informes:

“Es lamentable, y motivo de preocupación, que las incertidumbres

mencionadas relativas al alcance y la naturaleza del programa nuclear de Irán

no hayan sido aclaradas tras tres años de intensa verificación por la AIEA.”

“Tras más de tres años de esfuerzos de la Agencia por buscar claridad sobre

todos los aspectos del Programa Nuclear de Irán, los presentes vacíos en su

conocimiento continúan siendo materia de preocupación. Cualquier progreso

a ese respecto exige total transparencia y cooperación activa por parte de

Irán. Lamentablemente, estas medidas de transparencia no están próximas.

Con la decisión de Irán de detener la implementación de las provisiones del

Protocolo Adicional, la capacidad de la Agencia de hacer progresos a la hora

de aclarar estos temas y confirmar la ausencia de material y actividades

nucleares no declaradas, se verá más limitada, y el acceso de la Agencia a

las actividades que no involucran tal material nuclear será restringida.”

Grupo de suministradores nucleares

El Programa Nuclear iraní tiene su origen en la década de los cincuenta, con la

ayuda y promoción de Estados Unidos bajo el título de “Átomos por la Paz”. En el

año 1957 tiene lugar la firma del primer acuerdo con el Sha Mohammad Reza

Pahlevi, y con el objetivo genérico de promocionar la tecnología nuclear en todas

sus formas y variantes, alcanzando sus fines básicos a nivel de investigación y de

formación del personal técnico y científico.

En el año 1959 se funda el Centro de Investigación Nuclear de Teherán CINT bajo

el control de la Organización de Energía Atómica de Irán (OEAI), equipado con un

reactor de investigación de 5 megavatios, donado por Estados Unidos y que entro en

operación en el año 1967 usando uranio altamente enriquecido . El siguiente año se

produce por parte de Irán la firma del TNP, el cual se ratifica posteriormente en

1970.

En el año 1974, en plena crisis del petróleo, se pone en marcha la construcción en

Bushehr de la primera planta de producción eléctrica de origen nuclear, para el

suministro a la ciudad de Shiraz, adjudicándosele el desarrollo y construcción a la

firma alemana KWU (Kraftwerk Union AG), empresa colectiva formada por Siemens

AG y AEG Telefunken, por un valor entre cuatro y 6.000 millones de dólares. El

diseño se trataba de un reactor de agua a presión de 1,200 magavatios/toneladas.,

subcontratado a ThyssenKrupp; el tipo de planta es similar a la diseñada por la

misma compañía en Trillo-Guadalajara.

En el año 1975 se firma el memorandum “USA-Irán Nuclear Cooperation”, por Henry

Kissinger, con grandes expectativas de negocio para las corporaciones

norteamericanas (Westinghouse Electric y General Electric) y considerado como

básico para el equilibrio estratégico en la zona.

También se establecen acuerdos con Francia para dos reactores de 900 magavatios

de Framatome (Creusot Loire S. A, Alsthon-Atlantic, Spie-Batignollés, Cogema, etc.)

en la ciudad Darkhovin y para la construcción de la futura planta de enriquecimiento

de Eurodif (Tricastin). Se establecieron igualmente acuerdos con Australia para la

compra de uranio, India para cooperación, Argentina para enriquecimiento y

formación de personal técnico, Dinamarca para suministro de uranio altamente

enriquecido, Suráfrica para suministro de oxido de uranio yellow-cake

presumiblemente con origen en Namibia y Austria para almacenamiento de residuos

radiactivos.

Después de la Revolución Islámica de 1979, Irán paraliza inicialmente todos los

programas, lo que resultó crítico en las relaciones con los países extranjeros en

términos de cooperación.

Tras el año 1979, Francia se negó a entregar uranio enriquecido a Irán y a devolver

la inversión en Eurodif tras la compra de la participación sueca del 10%, sociedad

formada en el año 1973 por Francia, Bélgica, España y Suecia.

También se pagó a Estados Unidos y Alemania por la entrega de combustible

nuclear y por los equipos nucleares de Bushehr, de acuerdo con los contratos

firmados por Irán antes de la Revolución, finalmente sin ninguna contraprestación.

El Gobierno iraní suspendió sus pagos y trató de recuperar su dinero presionando a

Francia y a Alemania a través de incluso Hezbolá, que llego a secuestrar a

ciudadanos franceses en la década de los años ochenta.

En el año 1982, el presidente francés Mitterrand rehusó la entrega de uranio a Irán,

quien también reclamaba la deuda de 1.000 millones de dólares. En 1986 Georges

Besse, gerente de Eurodif, fue asesinado; el acto fue supuestamente reivindicado

por militantes del grupo Acción Directa, aunque ellos negaron cualquier

responsabilidad durante su juicio, en su investigación David Carr-Brown y Dominique

Lorentz señalaron como responsables a los Servicios de Inteligencia iraníes.

Finalmente se llegó a un acuerdo en el año 1991 por el que Francia reembolsó el

dinero, e Irán se mantuvo como accionista de Eurodif a través de Sofidif. Sin

embargo, Irán se abstuvo de reclamar el uranio producido.

Kraftwerk Union, se retiró por completo del proyecto nuclear de Bushehr en julio de

1979, después de suspender sus operaciones en enero de 1979, dejando un reactor

completo en un 50%, y el otro reactor en un 85%. Argumentaron que su decisión se

basaba el hecho de que Irán no canceló una deuda de 450 millones de dólares

atrasada. La compañía había recibido más de dos mil millones de dólares del

contrato total. La compañía francesa Framatome, subsidiaria de Areva, también se

retiró.

A mediados de los años ochenta, en un intento de completar la planta, se estableció

un consorcio entre Alemania, Argentina y España. De forma similar en febrero de

1990 se firma un protocolo entre Irán y el Instituto Nacional de Industria (INI) con la

participación de las empresas: ENSA (Equipos Nucleares S. A.), Enusa,

Empresarios Agrupados S. A, etc.)

Año 1990, Irán empezó a buscar nuevos socios para su programa nuclear; sin

embargo, debido a un clima político poco favorable y las sanciones

estadounidenses, contó con pocos candidatos.

En el año 1995 Irán firmó un contrato con Rusia para reanudar la construcción de la

planta de Bushehr, instalando en el ya existente edificio Bushehr I un reactor de

agua a presión VVER-1000 de 915 magavatios/tonelada., cuya finalización se

espera para el año 2007. No existen planes actuales para completar el reactor

Bushehr II.

Al año siguiente Estados Unidos trató, sin éxito, impedir a China la venta de una

planta de reprocesamiento así como del gas necesario para probar el proceso de

enriquecimiento de uranio.

Irán ha realizado múltiples prospecciones a la búsqueda de uranio especialmente en

la región de Saghand, habiéndose encontrado finalmente en la zona desértica de la

provincia de Yazd, también esta planificada la construcción de una planta para el

procesado y purificación del mineral natural en concentrado y la fabricación de

elementos combustibles. En principio se firmó un acuerdo con el Instituto Argentino

de Investigación Aplicada (INVAP), con quien se había contratado antes la

transformación de un reactor de investigación y el suministro de equipos para la

producción de agua pesada (atentado suicida contra el AMIA en 1994), cancelado

por presión americana y que se está completando con tecnología de China, BRIUG

(Beijing Research Institute of Uranium Geology), y de Rusia.

Ubicada en Isfahan se encuentra la Compañía Nacional Iraní del Acero (NISCO), en

esta fábrica se producen los aceros especiales con aplicación nuclear y para

armamento (Defense Industries Organization). Basada en tecnología procedente de

Japan´s Nipón Steel y de la italiana Danieli, también desarrolladora de la planta de

Taji en Irak.

El día 14 de agosto del 2002, Alireza Jafarzadeh, un prominente disidente iraní,

reveló la existencia de dos instalaciones nucleares desconocidas por la OIEA: una

de enriquecimiento de uranio en Natanz (parte de la cual esta bajo tierra), y otra que

incluye un reactor y la producción de agua pesada (proceso canadiense) en Arak.

El reactor de agua pesada IR-40 está teóricamente desarrollado con tecnología

propia, tras los fracasos en los intentos de compra tanto de los modelos de China en

el año 1991 como de Rusia en 1998, y permitiría las opciones tecnológicas de

producción de armas nucleares al completar la capacidad de generación de plutonio

(9 a 12 kilogramos/año) como alternativa al uranio altamente enriquecido, si bien

desde las crónicas oficiales su construcción se justifica para la producción de

isótopos radiactivos para aplicaciones médicas e industriales.

Es muy probable un apoyo chino en el diseño y equipamiento del reactor e incluso

pakistaní por similitud con el proyecto de Khushab utilizado para producción de

plutonio.

La planta de Natanz es una instalación de enriquecimiento de uranio FEP, con una

superficie de unos 100.000 metros cuadrados, protegida las áreas vitales en una

construcción subterránea de alta seguridad y capacidad para albergar hasta 10.000

centrifugadoras.

La producción de centrifugadoras, tras las manifestaciones de Abdul Qadeer Khan,

ha puesto de manifiesto la existencia de una compleja red de suministro y un

mercado negro de equipos nucleares, relacionado principalmente con Pakistán,

Libia, Corea del Norte e Irán como clientes y a multitud de empresas occidentales:

Thyssen, Magnetfabrik Bonn, Leybold Corporation, Schenk, Tektronik, AGIE y

Charmilles Technologies, etc.

La figura de Abdul Qadeer Khan es básica en el proceso de suministros, tras

aparentemente apoderarse de los planos de construcción de las centrifugadoras de

la compañía Urenco, establecida en la ciudad danesa de Almelo, y donde trabajo

durante años; a su vuelta a Pakistán, donde colabora muy activamente en el

desarrollo de la bomba y el programa nuclear, hasta ser considerado como héroe

nacional tras el éxito del mismo en 1998. Además había establecido una completa

red de adquisiciones y de fabricación de los componentes, en esta red destacan las

relaciones con una fábrica en Malasia (Scomi Precision Engineering of Selangor)

para elaborar componentes y repuestos, canalizando las compras y transportes

mediante la empresa de ordenadores SMB Group, dirigida por B. S. A Tahir quien

actuaba como intermediario financiero de Khan, establecida en Dubai y desde la que

se canalizaban los suministros de agentes de compras europeos en: Alemania,

Japón, Holanda, Suiza y España. Hay que señalar el arresto en Japón de directivos

de la empresa de equipos de medición de alta precisión Mitutoyo, por la presunta

exportación de los mismos a Malasia.

Conclusiones

Irán en su largo y complejo programa nuclear ha tenido relaciones con

prácticamente la totalidad de potenciales suministradores de tecnología y

equipamiento nuclear; que unido al importante plantel de cualificados técnicos y

científicos, la capacita como una seria candidata a alcanzar capacidades nucleares

tanto civiles como militares.

Actualmente su política de suministros se canaliza en los programas más

importantes, Bushehr e Isfahan, vía proveedores institucionales como son las

Agencias Nucleares de Rusia y China, aliados estratégicos en no solo este campo.

Irán dispone de una red de suministros, técnicos y acceso a un mercado negro, que

les ha posibilitado el desarrollo de aquellos programas donde ha encontrado

reticencias o bloqueos internacionales, como Arak y Natanz.

En relación con los programas militares de producción de armas, si ese hubiera sido

su objetivo prioritario, actualmente puede afirmarse que podría estar en breve plazo

capacitada para una producción limitada o clandestina de algunas bombas. Si los

programas en curso, que afectan a todo el ciclo del uranio, finalizan con éxito,

alcanzarían una capacidad completa de elaboración de armas nucleares e incluso

de proliferación de las mismas.

Incluso en el estado actual, la única vía de garantizar la seguridad es el mantener al

máximo nivel la vigilancia y el control de salvaguardias por la AIEA.

En caso de una agresión que pusiera en marcha la amenaza iraní de guerra

asimétrica o terrorismo, el riesgo asociado al potencial uso de “bombas sucias” debe

considerarse por sus dramáticas y fácilmente exportable utilización. La amenaza

nuclear, radiológica, biológica y química alcanzaría un nivel, con un apoyo estatal,

de repercusiones difícilmente cuantificable

Movimiento de los Países No Alineados

Irán es uno de los 118 países que integran actualmente el Movimiento de Países No

Alineados, o MNOAL (tras la ONU, la mayor organización internacional en cuanto a

número de miembros). Durante la última conferencia del MNOAL, celebrada en La

Habana en 2006, Irán anunció su intención de acoger la siguiente en Teherán, en el

año 2012. Si esta decisión se toma, será en El Cairo, en 2009, e Irán entrará a

formar parte de la denominada troika presidencial.

Analizadas las posibles relaciones de Irán con otros miembros del MNOAL (por

razones de vecindad, comerciales, políticas, posesión de armas o programas

nucleares, etc., se concluye que:

− De los siete países vecinos, cuatro son miembros del MNOAL (Afganistán, Irak,

Pakistán y Turkmenistán), uno es observador (Azerbaiyán) y dos no (Armenia y

Turquía, que constituyen una mínima parte de las fronteras terrestres de Irán).

− De entre la muy diversificada lista de países con los que Irán mantiene fuertes

relaciones comerciales, cabe destacar por su pertenencia al MNOAL la Unión de

Emiratos Árabes, India, Turkmenistán, Singapur y Suráfrica, además de China y

Azerbaiyán como observadores.

− Son muy numerosos aquéllos países cuyas formas de gobierno y/o religión

predominante les asocia claramente a una república islámica como la de Irán;

entre ellos destacan: Afganistán, Irak y Pakistán.

− De los nueve países nucleares existentes en la actualidad, dos son miembros del

MNOAL (India y Pakistán), uno es observador (China) y seis no (Corea del Norte,

Francia, Israel, Reino Unido, Rusia y Estados Unidos).

− De forma un tanto sorprendente, Irán está desarrollando últimamente ciertas

alianzas con otros miembros del MNOAL que parecen obedecer tan sólo a

objetivos de carácter político, en línea con la idiosincrasia del movimiento. Llaman

la atención las que mantiene con Cuba, Venezuela y Bolivia.

Entre los beneficios que cabe pensar que Irán espere obtener de su pertenencia al

MNOAL está la posibilidad de: obtener apoyo para reclamar la igualdad de todas las

naciones independientemente de su tamaño; rechazar presuntas interferencias o

intervenciones en sus asuntos nacionales; reclamar el derecho a defenderse,

individual o colectivamente; protestar por estar siendo objeto de presiones. En

particular, estos supuestos beneficios serán más relevantes en las relaciones de Irán

con Estados Unidos y Naciones Unidas.

En general, la pertenencia al MNOAL proporciona posibilidades de hacerse oír a

nivel mundial más que en la ONU u otras organizaciones. Ostentar la Presidencia

sería un útil instrumento para liderar los países de su entorno y una parte

significativa del mundo islámico (en particular: Afganistán, Irak, Pakistán,

Turkmenistán, Azerbaiyán). Para su programa nuclear, sería beneficiosa la relación

con India, Pakistán y China.

En la última Cumbre del MNOAL, la crisis nuclear iraní, el conflicto de El Líbano y la

necesidad de una reforma de la ONU centraron los debates de la jornada de

inauguración. Ahmadineyad intervino en representación de los países asiáticos y dijo

que la “unión y solidaridad” es la respuesta a la “agresión”; recordó que “la integridad

territorial de los países miembros es uno de los principios” del movimiento, al que

calificó de “campeón de la igualdad de los seres humanos y justicia”; arremetió

contra el Consejo de Seguridad de la ONU al denunciar que no es capaz de resolver

los grandes conflictos mundiales por el veto que tienen Estados Unidos y Gran

Bretaña; dijo que Estados Unidos están convirtiendo al Consejo de Seguridad de

ONU e una base desde la cual imponer su política; se preguntó “¿Por qué debemos

vivir bajo la amenaza nuclear de Estados Unidos?” e insistió en el derecho que le

asiste para desarrollar su programa de producción de energía nuclear.

El presidente de Pakistán, Musharraf, advirtió de que la crisis iraní “puede

desestabilizar toda la región” y confió en una salida diplomática. El venezolano

Chávez, recordó que el MNOAL aprobó en mayo una resolución apoyando el

“legítimo derecho” de Irán al desarrollo nuclear con fines pacíficos. La declaración

final exhorta, no obstante, a Irán a continuar cooperando con la AIEA.

En conversaciones laterales el presidente de Irán manifestó al de Paquistán que:

“Las actividades nucleares pacíficas de Irán no son ninguna amenaza para

nadie” y que “La República Islámica de Irán está en los inicios del acceso al

ciclo de combustible nuclear, y lo que es peligroso es la experimentación de

bombas atómicas de tercera generación por parte de Estados Unidos.”

Reiteró que Teherán siempre está dispuesto a dialogar en torno a este litigio en unas

condiciones justas y recordó que la política nuclear iraní no se han alterado en nada.

Por su lado, Mosharraf se mostró satisfecho por la marcha positiva del expediente

nuclear iraní, y declaró:

“De ninguna manera Paquistán está de acuerdo con que surja una nueva

crisis en la región ni de que se desbarate la estabilidad y la calma en Irán.”

A mediados del pasado septiembre, en una reunión de la AIEA leyó una declaración

del MNOAL que:

− Reitera el derecho de los miembros a desarrollar energía atómica para propósitos

pacíficos.

− Apoya los esfuerzos hacia la no proliferación de armas de destrucción masiva,

manteniendo que la no proliferación y los usos pacíficos de la tecnología nuclear

tienen que ser tratados de una forma equilibrada y no discriminatoria.

− Enfatiza la distinción entre obligaciones legales y compromisos voluntariamente

adquiridos (que los últimos no se convierten en las primeras).

− Recuerda la suspensión de las actividades iraníes de enriquecimiento como

medida de confianza voluntaria no interpretable de forma restrictiva para el

derecho de los países a desarrollar programas de energía atómica para usos

pacíficos.

− Indica que los problemas deben ser resueltos mediante el diálogo e insta a

Estados Unidos e Irán a promover la confianza mutua.

− Reconoce a la AIEA como la única autoridad competente para verificación,

expresa su completa confianza en la profesionalidad e imparcialidad de la AIEA.

Cree que todos los temas sobre salvaguardas y verificación, incluyendo que el de

Irán deben ser resueltos en el marco de la Agencia y basados en aspectos

técnicos.

− Da cuenta de que todo el material nuclear declarado en Irán ha sido comprobado

sin faltas y que no está siendo desviado hacia actividades prohibidas, y le insta a

continuar su cooperación activa con la Agencia para resolver los asuntos

pendientes.

El MNOAL toma nota de que desde octubre de 2003, se ha progresado mucho en la

corrección de los fallos identificados por parte de Irán y en la habilidad de la Agencia

para confirmar ciertos aspectos de la declaración iraní.

La Agencia ha podido verificar la suspensión, por parte de Irán, de las actividades

relacionadas con el enriquecimiento en lugares e instalaciones específicas y ha

podido confirmar que el UF6 producido permanece sellado en la instalación de

conversión de uranio.

Por lo tanto, en general, el MNOAL se hace cargo del notorio progreso que se ha

realizado hacia la resolución de temas importantes de Irán y es optimista en cuanto

a que los asuntos pendientes puedan ser resueltos con la cooperación activa de Irán

con la AIEA.

El MNOAL reconoce que es limitada la autoridad legal de la Agencia para verificar

una presunta actividad relacionada con armas nucleares, pero sostiene que

cualquier petición de autoridad legal adicional ha de ser negociada con los estados

miembros y promueve procesos multilaterales.

Conclusión

Irán pertenece al MNOAL y ostentará su presidencia entre los años 2012 y 2015.

Pretenderá obtener beneficios apoyándose en los principios del movimiento, lo que

influirá en sus relaciones exteriores (sobre todo con Estados Unidos y Naciones

Unidas), se hará oír más a nivel mundial y utilizará el movimiento para afianzar su

liderazgo en la región, en particular con: Afganistán, Irak, Turkmenistán, Paquistán e

India (tal vez también China); las relaciones con estos tres serán especialmente

beneficiosas para su programa nuclear.

Los beneficios de sus relaciones con Cuba, Bolivia y Venezuela son menos

importantes y demasiado coyunturales, aunque en el caso de Venezuela, al ser

ambos grandes productores de petróleo, la relación podría tener una influencia más

decisiva, añadiendo complejidad y riesgos a la crisis.

COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO

D. MANUEL ATENCIA ROBLEDO

Diputado Grupo Popular.

D. LUIS MARTIN ARAGONES

General de Brigada. Subdirector de Personal–MAPER.

D. ANGEL MAZO DA PENA

General de Brigada. Segundo Jefe División Estrategia y Planes. EMACON.

D. JULIAN MARTIN ARIAS

Subdirección General Oficina Presupuestaria Presidencia.

D. JOAQUÍN BAUMELA NAVARRO

Director General. Servicios y Proyectos Avanzados, S.A.

CAPÍTULO QUINTO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN

ORIENTE MEDIO Y EL GOLFO PÉRSICO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN: REPERCUSIÓN EN

ORIENTE MEDIO Y EL GOLFO PÉRSICO

En el amplio mapa de Oriente Medio y el golfo Pérsico –salvo Israel- se extienden

las fronteras de un conjunto muy diverso de Estados islámicos. A pesar del

denominador común religioso, estos países difieren en cuanto a sus regímenes

políticos, sus condiciones económicas, e incluso, las distintas ramas del Islam,

distinguiéndose un gran bloque esencialmente sunní encabezado por Arabia Saudí y

otro chíi centralizado en Irán, al que se vinculan importantes minorías a lo largo de

todo este marco geográfico.

Sin embargo, de entre todas estas diferencias que marcan el carácter geopolítico y

geoeconómico de estos Estados en la actualidad, la más significativa procede de

sus raíces históricas, pues fue en este territorio en el que nacieron, prosperaron y

han dejado su herencia dos de los grandes imperios desde la Antigüedad a los

tiempos modernos: el persa y el árabe. Estas huellas del pasado nos explican la

dualidad en las relaciones que caracterizan a este gran conjunto de países en el

presente: Estados hermanados en la umma y rivales al mismo tiempo. A pesar de lo

cual, se tiende a abordar la región desde el exterior bajo el prisma de una engañosa

apariencia monolítica.

Un análisis detenido de cómo las diferencias religiosas entre sunníes y chiíes se han

traducido en posiciones políticas y estratégicas en Oriente Medio y el golfo Pérsico,

nos permitirá evaluar mejor el papel que hoy en día juega Irán entre este conjunto de

países.

Por otra parte, desde que en el año 1979, la revolución del ayatola Jomeini diera

lugar a la República Islámica de Irán, el Gobierno de Teherán se ha visto involucrado

en los distintos acontecimientos que han asolado la región. Haya sido su implicación

de forma directa o indirecta, en cualquier caso, cada uno de estos procesos ha

contribuido a perfilar la posición que hoy ocupa y la percepción que de Irán tienen

sus vecinos gobiernos árabes.

A la hora de estudiar la situación de seguridad en la región en relación con Irán, nos

ha parecido adecuado abordar estos dos ámbitos de diferencias religiosas y

culturales, a la vez que el repaso de la historia de la región desde los años ochenta.

Con ello, hemos obtenido unas conclusiones que nos permiten conocer la situación

actual.

Origen histórico de chiíes y suníes

Sin extendernos en la profundidad que requiere el tema, consideramos de interés

plantear un breve marco histórico que nos permita distinguir las dos grandes

comunidades del Islam y su origen con el fin de conocer las diferencias de la región

en la actualidad.

Frente a la rama suní del islam aparece una rama mucho más limitada en cuanto al

número de seguidores y extensión geográfica que es la chií. Actualmente los chiíes

constituyen entre un 10% y un 15% de los musulmanes. Son mayoritarios en Irán,

Irak, Bahrein y el sur del Líbano. Existen como minoría en Siria, Afganistán, Pakistán

y otros lugares como India y Yemen.

Etimológicamente, el término viene de la expresión chía Alí, partido o facción de Alí.

Cuando Mahoma murió en el año 632 no se había habilitado ningún modo de decidir

quién tenía que sucederle, recurriéndose finalmente a un sistema tradicional de

elección entre notables. Quienes tomaron partido por Alí, primo y yerno del profeta,

sin embargo, consideraron que él era el único sucesor legítimo ya que había sido la

persona más cercana a Mahoma. Así, se negaron a reconocer a los notables

sucesivamente elegidos para desempeñar el papel de califas o sucesores del

profeta: Abu Bakr, Omar y Otmán. Tras la muerte de este último, Alí será finalmente

elegido califa. Sin embargo, acusado de haber instigado la muerte de su predecesor,

su poder será contestado por Mu´awiya, gobernador de Siria y miembro de la familia

de los Omeyas, iniciándose así una guerra civil entre ambas facciones. Cuando

ambos líderes aceptaron en el campo de batalla de Siffín someter sus diferencias al

dictamen de un árbitro independiente, de las filas de Alí surgirá una tercera facción,

la de los jariyíes, que no aceptaban el arbitraje. Esta facción asesinó a Alí en el año

661, y el mismo día trataron de acabar también con Mu´awiya y con el árbitro, sin

lograrlo. Los partidarios de Alí pusieron entonces sus esperanzas en su hijo Hassan,

que renunció al poder, y luego en Hussain. Éste instigará una rebelión contra el

poder omeya. Su terrible muerte en el campo de batalla de Kerbala (Irak), en el año

680, marcará el principio del cisma entre los chiíes y aquellos a quienes se llamará

más tarde suníes.

El destino trágico de Hussain sacudió a una parte de los musulmanes y provocó una

determinación de combatir hasta el fin por un ideal de poder considerado justo y

respetuoso con los fundamentos del islam primitivo. El martirio de Hussain, hito

fundamental del chiísmo (que lo conmemora todos los años con procesiones de

penitentes) se convierte en símbolo de la lucha contra la injusticia. Los

descendientes de Hussain, dirigentes o imames de la comunidad dado el carácter

hereditario atribuido por ésta a la sucesión, tuvieron todos un destino trágico de

cárcel y muerte. El poder temporal planteaba pues un problema, que se solucionó

gracias al fenómeno de la ocultación o gayba. El séptimo imam desapareció y una

parte de la comunidad consideró que se había ocultado por medios sobrenaturales

pero que seguiría vivo hasta su regreso al final de los tiempos, con lo cual no podía

sucederle nadie. Así pusieron fin a la cuestión, lo que permitió un acatamiento formal

del poder político imperante. Los chiíes que creyeron en esa ocultación fueron

llamados en lo sucesivo septimanos (por el número del imam desaparecido) o

ismailíes (por el nombre del imam, Ismail). El resto de la comunidad, mayoritario,

consideró muerto a Ismail y siguió reconociendo como imames a sus descendientes,

razón por la cual fueron llamados imamíes. Sin embargo, acabaron reconociendo su

propio fenómeno de ocultación: el duodécimo imam, según la creencia de este

grupo, se escapó de la cárcel por medios sobrenaturales y desapareció en el año

874. A los imamíes se les llamará desde entonces también duodecimanos. La

existencia del Imam Oculto da una fuerte dimensión esotérica al chiísmo.

En tanto que musulmanes, los chiíes reconocen los cinco pilares del islam, el Corán

, la sunna y en general el culto no se diferencia externamente de otras ramas del

Islam. Sin embargo las particularidades doctrinales más importantes son: el imamato

y el clero.

Históricamente este contexto enlaza con Irán a través de Ismail I, tras

autoproclamarse éste sha de Persia en Tabris en el año 1501. El sha conquistó con

ayuda de un ejército la totalidad de Irán, unificó la nación y la convirtió en Estado

nacional dirigido por una poderosa autoridad central. Ismail declaró ser el imam

escondido de los chiíes, reencarnación de Alí. Así, en los territorios centrales del

Islam surge, por primera vez, un Estado chií estable, poderoso y capaz de

resistencia, que ha conseguido sobrevivir hasta la fecha en medio de las vicisitudes

de la Historia.

En el lado opuesto están los sunníes quienes anhelan el Imperio Omeya árabe, que

fue capaz de mantener unidos a los diferentes pueblos que lo componían. Éstos

estaban unidos no sólo por medio de la fe islámica, sino también por medio de la

lengua y la cultura árabes, con ayuda tanto de las múltiples afinidades en las

tradiciones históricas y culturales como de intereses políticos y económicos. Esta

aspiración nunca ha desaparecido entre los árabes. En épocas más cercanas a

nuestros tiempos, ya a mediados del siglo XIX resurge la idea a través de la Nahda (

el “levantamiento” cultural, científico y político). En los años de la Primera Guerra

Mundial, los dirigentes árabes, a través de las promesas realizadas por los aliados

europeos al rey Hussein de Arabia Saudí, vieron cerca el sueño cumplido de un gran

reino árabe. En el año1916 todas estas aspiraciones se frustraron con el Acuerdo

secreto de Sykes-Picot entre ingleses y franceses, el cual fue entendido por los

árabes como una traición de Occidente. Desde entonces, se han multiplicado los

intentos de unidad entre los dirigentes árabes, resultando todos muy frágiles: 1958­

1961, la República Árabe Unida: Egipto y Siria; 1958, la Federación Árabe: Irak y

Jordania; 1971, la Federación de Repúblicas Árabes: Egipto, Libia y Siria; 1984, la

Unión Arábigo-Africana: Marruecos y Libia.

Sólo la Liga Árabe, fundada en el Cairo en 1945, ha conseguido formular –con éxito

alterno- intereses políticos, económicos y culturales comunes a todos los países

árabes.

En esa división interna del islam hay que ubicar al Irán actual. Mientras que el

islamismo feudal de Arabia Saudí nunca tuvo una especial irradiación hacia el

exterior, muy distinto es el caso del islamismo radical del régimen iraní de Jomeini, el

cual, al principio, despertó esperanzas y desató entusiasmos en el mundo islámico.

Conflicto Irán-Irak: la primera guerra del Golfo (1980-1988)

En el año 1978 los movimientos de protesta y las huelgas generales contra el sha

Reza Phalevi le obligaron a exiliarse de Irán. Un gobierno de transición, el 12 de

febrero de 1979, se ocupó de facilitar el regreso desde París del ayatola Jomeini.

Las primeras medidas fueron aprobar una nueva Constitución, que transformó el

país en una República Islámica, la industria del petróleo fue nacionalizada, las

instituciones creadas por el sha disueltas y, como punto final de las nuevas

reformas, se institucionalizó la ley islámica en todos los estamentos.

La llegada al poder de Jomeini -claramente un enemigo del baazismo iraquí- pronto

se dejó sentir en la región. Este cambio en el régimen iraní agradó a los sectores

opositores del presidente iraquí Sadam Hussein. Entre estos grupos estaban los

kurdos, aunque los problemas internos en Irak no provinieron de esta minoría étnica.

Ello no evitó que en su momento esta población fuera masacrada. Los problemas

procedieron de la propia comunidad chií en Irak, la cual se vio influida por la

revolución en Irán. Estos hechos explican en gran medida los acontecimientos que

sucedieron posteriormente.

El régimen de Irak, cuya política estaba basada en el nacionalismo árabe, siguió una

línea de supremacía y dominación, que constituyeron la forma de actuar del Partido

Baaz. La beligerancia, el recurso a la fuerza y la violencia fueron sus características

más destacadas.

El primer conflicto al que tuvo que hacer frente la República Islámica de Irán sucedió

al poco tiempo del ascenso al poder de Jomeini. El temor a una oleada islamista,

que arrastrase por las mismas sendas al resto de los Estados de la región, puso en

alerta no sólo a sus vecinos, sino a la comunidad internacional en conjunto. Entre las

potencias occidentales, muchas encontraron en el presidente Hussein, un aliado

para combatir la revolución que se promovía desde Teherán. Por entonces, ni

norteamericanos ni europeos mostraron sus reparos al autoritarismo que

caracterizaba al Gobierno de Bagdad.

El día 22 de septiembre de 1980, Sadam ordenó a sus fuerzas aéreas la destrucción

de las diez principales bases aéreas iraníes, con la intención de acabar con sus

cazas en tierra. Este primer golpe falló, pero, a pesar de todo, ordenó al día

siguiente a las fuerzas armadas que cruzaran el rubicón por ocho puntos diferentes

a lo largo de 644 kilómetros de frontera e invadieran Irán.

A partir de esta fecha y durante ocho largos años se dieron una serie de conquistas

y reconquistas por parte de ambos bandos hasta que el 17 de julio de 1988, cuando

Jomeini anunció que Irán aceptaría incondicionalmente la resolución 598 del

Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El 24 del mismo mes comenzaron en

Ginebra las conversaciones de paz entre Irán e Irak, dando así por finalizada una

guerra con un total de más 500 mil muertos y más de un millón de heridos.

Según Irán, el régimen iraquí había iniciado el conflicto al anular unilateralmente el

Tratado de 1975, al entender que Irán se retrasaba en transferir algunos territorios

que creía le pertenecían e implicaban la consecuente redistribución de fronteras.

Dicha creencia parecía infundada, ya que Irán había demostrado buena voluntad en

cumplir el Tratado, como lo demostraba su postura en la Conferencia de La Habana.

En dicha Conferencia propuso la realización de un protocolo sobre seguridad de las

fronteras, una mejora de las relaciones de buena vecindad, el desarrollo de

relaciones económicas y comerciales, una colaboración técnica, etc.

De otro lado, Irak no recurrió a vías pacíficas para resolver las disputas previstas en

el Tratado de 1975, sino que lo hizo recurriendo a la fuerza y violando el Derecho

Internacional, lo que motivó la reacción iraní como legítima defensa para hacer

frente a las fuerzas invasoras y recuperar los territorios invadidos.

El resultado de este conflicto fue que, tras casi una década de enfrentamientos,

ninguno de los dos Estados obtuvo un claro beneficio de la guerra. Los dos Estados

salieron económicamente muy debilitados de la contienda, sin embargo ello no

impidió la consolidación de los regímenes políticos de ambos gobiernos en el poder.

Por otra parte, Estados Unidos y las potencias europeas contribuyeron al desarrollo

bélico de Irak, mientras la Unión Soviética hizo lo mismo con Irán, en unos

momentos en los que ya el fin de la guerra fría se confundía con el ascenso del

islamismo.

Ocupación israelí del sur del Líbano: nacimiento de Hezbolá

La Revolución Iraní no tardó en encontrar sus canales de expansión más allá de sus

fronteras al implicarse en otros conflictos regionales, valiéndose de las minorías

chiíes. El conflicto abierto entre Irak e Irán no impidió que los lazos islamistas

alcanzaran a otros Estados árabes de forma paralela. Éste fue el caso de

determinados sectores concentrados en el sur del Líbano, los cuales encontraron en

el Gobierno de Teherán un decidido respaldo en la lucha antiísraelí que se

desarrollaba entonces en el interior de aquel país.

De ahí, la creación en el Líbano de la organización Hezbolá a principios de la

década de los ochenta. Esta organización fue concebida desde sus orígenes como

un movimiento de resistencia islámico, basado en una mezcla ideológica de tipo

social, religioso, político y en cierta medida militar.

Su auge comenzó en 1982 durante la invasión israelí del Líbano, cuyas tropas

llegaron a la ciudad de Beirut, que fue sitiada y bombardeada hasta que las fuerzas

de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aceptaron salir de la

ciudad. Entre los añños 1982 y 1985, las fuerzas ocupantes destacadas en el Líbano

sufrieron continuos ataques de grupos armados libaneses, entre los que destacaban

los surgidos de la comunidad chií: Harakat Amal (Movimiento de la Esperanza)

fundado en el año 1975 y Hezbolá cuyo origen, como decimos, hay que centrarlo en

la invasión.

Aunque el punto de arranque, como organización, surgió en la ocupación sionista del

Líbano y, por extensión, de Palestina, un factor que influyó muy notablemente en la

creación de Hezbolá fue el establecimiento de la revolución islámica en Irán. Este

lazo religioso e ideológico entre Hezbolá e Irán, que siempre se distinguió por la

oposición al Estado de Israel, otorgó un gran apoyo moral a la organización,

resultando de ello que dicho movimiento de resistencia se haya convertido en uno de

los principales focos de acción anti-israelí. Hezbolá por su discurso antiimperialista y

por su base social, pudiera aparentar afinidades con otros movimientos insurgentes

tercermundistas, pero no es ni marxista ni socialista. Su ideología islámica chií y su

posición proiraní han conducido a este movimiento hacia un fundamentalismo

religioso combinado con elementos de conservadurismo social, proteccionista y

asistencialista desde que se creó hasta la actualidad.

En el año 1989, Hezbolá suscribió junto al resto de partidos políticos el Acuerdo de

Taif, con el cual se empezaría a poner fin a la guerra civil libanesa. Desde entonces,

el movimiento se ha ido incorporando al sistema parlamentario operándose una

cierta evolución ideológica en el marco democrático (aunque inicialmente aceptaban

el Líbano como entidad separada, lo que en realidad querían era una gran república

de todo el islam, postulando un gobierno de los juristas religiosos que trascendiera

los límites creados anteriormente por las potencias coloniales). Pese a su corta

representación parlamentaria, en palabra de algún prestigioso analista, se ha

convertido en “el más efectivo y eficiente partido del Líbano”. En este sentido es

destacable su habilidad para buscar aliados dentro de las comunidades cristianas,

sunníes o drusa del país. Este hecho se explica, en gran medida, por la adhesión de

la población a la red de servicios sociales que tiene establecido. El movimiento

cuenta con una infraestructura civil de hospitales y servicios de caridad para

asegurar la lealtad de los chiíes esencialmente, aunque prestan asistencia a otras

comunidades.

Por otra parte, en lo que se refiere al potencial bélico, desde sus orígenes y a lo

largo de la década de los noventa, Hezbolá ha llegado a crear un verdadero ejército

en El Líbano. Como ya se ha indicado, en su fundación tuvo gran influencia de Irán,

especulándose que este país le estaba financiando. Es posible que sus grupos

armados agrupen varios miles de hombres, muy disciplinados y organizados, tal

como se ha demostrado en el reciente conflicto israelí-libanés del pasado mes de

julio. Dispone de armamento pesado (incluido algunos blindados), misiles tierra-tierra

iraníes, misiles anti-tanques, muchas piezas de artillería ligera, etc. Con este

potencial se podría afirmar que, tras la retirada del Líbano de las tropas sirias en

2004, Hezbolá ha ejercido un papel sustitutorio del control militar sirio,

especialmente en la frontera con Israel. De hecho, cuenta con el apoyo explícito del

gobierno de Bashar al-Assad.

Su líder actual es Nasrallah, quien en el año 1992 reemplazó en su labor a Abbas

Mussawi, después que éste fuera muerto por las Fuerzas Armadas israelíes. Estos

han sido los resultados de su evolución y consolidación durante más de veinte años

de existencia. Posteriormente, nos referiremos a su papel en los sucesos más

recientes.

Guerra de Irak y Kuwait: la segunda guerra del Golfo (1990-1991)

Otro de los conflictos que nos permiten perfilar el papel que juega Irán en la región

fue la llamada segunda guerra del Golfo, en la que si bien no tuvo una participación

directa, las consecuencias asociadas a ésta supusieron un reequilibrio de poderes

regionales entre los que no nos puede pasar desapercibida la situación iraní.

Al habitual conflicto de Oriente Medio y de especial manera a la crítica situación

existente a mediados del año 1990, se añadió desde los primeros días de agosto

una nueva situación de crisis planteada por las rivalidades existentes entre Irak y

Kuwait. Esta situación de alta tensión desembocó en la invasión iraquí del Emirato,

con una repercusión importante en la zona del Golfo y fuera de ella, especialmente

en la estrategia que Estados Unidos habían mantenido durante décadas.

Para entender la segunda guerra del Golfo en toda su profundidad, como

antecedentes deben tenerse en cuenta los dos conflictos anteriores de los que

hemos venido hablando. Es decir, el final de la primera Guerra del Golfo con

resultados devastadores tanto para Irán como Irak y la guerra del Líbano, que incluía

el control de los combatientes palestinos y, a finales de los años ochenta, la

disminución progresiva de acciones producidas por la Intifada palestina, aunque

quedaran restos de enfrentamientos armados en territorios ocupados por Israel.

Esta situación provocó una alteración profunda en la región, afectando de especial

manera al mundo árabe-islámico, pero también con repercusiones internacionales

que supusieron entre otras, un posterior período de compleja negociación global de

paz a la zona, auspiciado por Estados Unidos en el marco de Naciones Unidas.

La guerra en la zona, como decimos, no sólo afectó al mundo árabe en general, sino

también y de manera inusual a los tres Estados no árabes de Oriente Medio: Irán,

Turquía e Israel.

Irak se encontraba en una grave situación económica: su deuda estimada

alcanzaba la enorme cifra de 80.000 millones de dólares contraída durante la larga

guerra mantenida con Irán, incluidos los países del Golfo y entre ellos el propio

Kuwait. Además, el Emirato kuwaití había decidido rebajar el precio del barril de

petróleo a 14 dólares, mientras que Irak pretendía subirlo de 18 a 25 dólares.

A estos problemas de deuda y petrolíferos se unieron las viejas rivalidades

fronterizas que radicalizaron las diferencias existentes entre ambos países: Irak

volvió a reivindicar la soberanía sobre las islas de Warbad y Bubiyán situadas en el

golfo Pérsico frente a la costa kuwaití y aptas para instalar puertos de carácter

estratégico en el tráfico del crudo por el golfo Pérsico.

La crisis entre Irak y Kuwait estalló en la noche entre el 1 y el 2 de agosto, cuando

un poderoso Ejército iraquí integrado por unos 100.000 hombres fuertemente

armados invadió en un ataque relámpago el Emirato. Éste fue ocupado en tres horas

sin encontrar apenas resistencia, huyendo el emir y su Gobierno a Arabia Saudí.

Bagdad fue adoptando sucesivas y diferentes medidas de todo orden con el fin de

anexionarse el país conquistado y el día 28 de agosto, unió a Kuwait como provincia

iraquí, incorporándolo totalmente a Irak.

Las razones que movieron a Sadam Hussein a realizar esta acción invasora pueden

clasificarse en dos categorías:

1. La razón histórica: a pesar de la proclamación de la independencia de Kuwait en

1961 y la consiguiente delimitación de fronteras, en diversos momentos Irak había

reivindicado la incorporación del territorio kuwaití alegando que formaba parte de

la provincia iraquí de Basora.

2. Las razones económico-estratégicas: por un lado, de interés económico ante la

deuda y el petróleo; por otro, de carácter estratégico, ante la posibilidad de

adquirir nuevos y anhelados territorios, y por último, por aspiraciones políticas al

pretender detentar el liderazgo del mundo árabe.

El conflicto derivó en una “guerra santa”, según la definió Hussein, contra Occidente

y sus aliados oligárquicos en la región.

La reacción de los países occidentales en el plano internacional ante la invasión

iraquí de Kuwait fue inmediata y contundente. La iniciativa de esta actitud

correspondió principalmente a dos centros de poder político con proyección mundial:

Naciones Unidas y Estados Unidos, con los que actuó la, ya entonces, Unión

Europea, y a los que siguieron algunos países árabes e islámicos.

Se estableció un bloqueo y embargo internacional totales, aunque algunos países de

la región mantuvieron una actitud ambigua y más bien pro-iraquí como: Jordania,

Yemen e Irán, además de Libia, Mauritania y Sudán.

En la crítica situación existente a mediados de enero de 1991, y a pesar de las

medidas adoptadas, no se veía una pronta y satisfactoria salida al conflicto, sobre el

que se podían considerar unas posibles conclusiones a la crisis que podían ser:

1. La retirada voluntaria por parte de Irak de Kuwait, conseguida mediante la

negociación diplomática, quizá con la compensación de la retirada israelí de

Palestina.

2. La rendición de Irak ante las consecuencias del bloqueo.

3. Un cambio imprevisible en la situación interior de Irak por la caída de Sadam

Hussein.

4. La guerra, que si podía estar justificada por los intereses y las necesidades tanto

políticas como económicas, podía constituir también, a largo plazo, un grave error

histórico.

Finalmente se impuso la guerra que dio comienzo en la noche ente el 16 y el 17 de

enero de 1991, cuando la fuerza multinacional aliada, dirigida por Estados Unidos,

inició el ataque con intensos bombardeos aéreos contra los territorios de Irak y

Kuwait.

En su corto desarrollo de mes y medio la guerra tuvo claramente dos fases. Una

primera fase se caracterizó por los ataques aéreos en los que participaron

principalmente fuerzas de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia, Arabia

Saudí y del propio Kuwait, que alcanzaron una gran intensidad.

Una segunda y breve fase de la guerra se inició el 23 de febrero, duró cinco días, y

consistió en una contundente ofensiva terrestre aliada, derrotando y expulsado al

Ejército iraquí, que se retiró aniquilado ante el hostigamiento occidental.

El día 27 de febrero el presidente Bush anunció el final de la guerra entre los aliados

e Irak, que por su parte aceptó el 3 de marzo la rendición impuesta por Estados

Unidos.

La segunda guerra del Golfo dividió a los árabes y alteró la relación entre Estados

Unidos e Israel. La OLP sufrió un terrible golpe, Siria e Irán se fortalecieron a corto

plazo, mientras Arabia Saudí posiblemente se debilitó a largo plazo. En cierto modo,

la paz imperó en Líbano.

Este conflicto había previsto unos objetivos que no se cumplieron, como eran: la

caída de Sadam Hussein que por el contrario se mantuvo fortalecido; la

democratización de Kuwait; el contagio civilizador-occidental sobre Arabia Saudí; y

el hundimiento de la OLP. En cambio, sí tuvo otras consecuencias no previstas: ligar

el final de la anexión de Kuwait por Irak con el principio de la solución del problema

palestino-israelí; la pacificación de Líbano por el nuevo papel de Siria; y el estímulo

sorprendente que recibió el integrismo islámico.

Irán, que había mantenido una terrible guerra con Irak fue claramente favorecida por

los acontecimientos ocurridos en la segunda guerra del Golfo. La recuperación de la

economía iraní y la posición privilegiada que ocupó en el mercado petrolífero

mundial aumentó de forma espectacular sus ingresos sin mermar sus bastos

recursos de petróleo y gas natural.

Estos ingresos extraordinarios favorecieron inversiones en nuevas tecnologías,

armamento, instalaciones estratégicas dirigidas a la industria y desarrollo del

programa nuclear iraní.

Además, su posición privilegiada en el tráfico de crudo por el golfo Pérsico le dio un

poder relevante en el orden mundial, puesto que en medio de la crisis bélica se evitó

un bloqueo del suministro del crudo, valiéndose de las posibilidades que ofrecía Irán.

Embargo internacional sobre Irak y sus consecuencias regionales (1991-2003)

Tras la invasión de Kuwait, la comunidad internacional, con un amplio respaldo,

decidió por razones de carácter políticas y económicas decretar un embargo sobre

Irak. Se impuso un bloqueo por tierra, mar y aire, el cuál, una vez finalizada la

segunda guerra del Golfo y liberado el Emirato, se mantuvo por decisión del Consejo

de Seguridad.

Las consecuencias de este conflicto y el embargo originaron importantes cambios en

las relaciones y percepciones geopolíticas. Para Irán, como hemos dicho,

supusieron un estupendo negocio, su frontera común y sus aguas jurisdiccionales

sirvieron como ruta de importación y exportación (incluso de petróleo) para el

comercio iraquí. El alto precio del petróleo pasó a convertirse en una de sus mejores

armas políticas de cara al desarrollo interior, como al papel esencial que mantiene

en su política exterior. La ruina y congelación de las capacidades políticas,

económicas y militares del régimen baazista de Sadam Hussein y la continuación de

las sanciones económicas, habían dado al traste con el enemigo más mortífero que

había tenido la revolución islámica y el régimen teocrático nacido de ésta.

Por tanto, el embargo a Irak significó uno de los motivos para enmarcar la

consolidación de Irán como gran potencia regional, pero no es el único como

veremos.

Esta evolución histórica, relacionada con otros acontecimientos que se fueron

sucediendo en los años noventa en el marco de las relaciones internacionales, nos

permite enumerar algunas de las fortalezas con las que ha llegado a contar el país

en la región desde entonces:

− Debido a su situación geoestratégica, su tamaño y población, los amplios

recursos financieros por el petróleo y la diferencia de cultura, lengua, etnia y

religión respecto a sus vecinos, los sucesivos gobiernos de Teherán han logrado

alimentar la percepción de que este Estado tiene una misión nacional diferente al

resto de la región.

− El colapso de la Unión Soviética hizo emerger una docena de países musulmanes

al norte de Irán, de los que en un futuro se podría valer para extender su peso en

la zona.

− La alianza con Siria, debido a la necesidad de éste de petróleo a precios

ventajosos y el apoyo diplomático dispensado por Irán, se ha ido incrementando

durante todos estos años.

− Por su parte, los gobiernos de Estados Unidos han tropezado de forma

sistemática con la falta de apoyo de sus aliados, así como de su propia opinión

pública interna, para dar un paso en contra de Irán. Hecho que se ha vuelto cada

vez más evidente en lo que respecta a la voluntad de los Estados europeos, por

su necesidad de petróleo y los intereses financieros en el país.

− Al mismo tiempo, la debilidad y falta de posiciones comunes entre los países

árabes, que se tienen que enfrentar sus propias reformas sociales y económicas,

así como al hecho de centrar toda su atención en el conflicto palestino-israelí, han

contribuido al fortalecimiento de Irán.

− Cómo Irán pueda explotar estas oportunidades, que se le han presentado a lo

largo de más de una década resultado del embargo de su vecino Irak, es aún una

pregunta abierta, pero lo cierto es que la obtención del arma nuclear le hará dar

un gran salto.

En estos datos precisamente se debería situar la actual crisis entorno a Irán, donde

la cuestión nuclear está tensando hasta el límite las relaciones internacionales.

Del 11 de septiembre de 2001 (11-S) al conflicto en Afganistán e Irak

A pesar de que los hechos que marcaron en los años noventa la realidad

internacional en Oriente Medio, ya resultan bastante ilustrativos para entender el

ascenso del poder regional de Irán, no son suficientes en un análisis que nos lleve

hasta nuestros días. Todo lo acontecido desde los atentados del 11-S y sus

consecuencias ha supuesto una nueva vuelta de tuerca en las tensiones que ya

vivía la región, dando una nueva dimensión a la percepción sobre Irán. Si Teherán

finalizó los años noventa como el gran beneficiado de la situación, desde los

cambios que han tenido lugar al inicio del siglo XXI, se ha visto perjudicado. Aunque

se mantiene como una potencia regional, la visión que desde la Administración

norteamericana se ha difundido al considerarlo una amenaza mundial, ha enturbiado

notoriamente sus relaciones internacionales en conjunto.

El 11-S y Afganistán

Antes de la intervención norteamericana en Afganistán, iniciada el 7 de octubre de

2001 con la denominada operación Libertad Duradera, ese país vivía una guerra civil

de facto. La compleja sociedad afgana se compone de diversas etnias que comparte

con los países vecinos: pashtunes (siete millones en Afganistán y doce en Pakistán),

tayikos (más de tres millones en Afganistán y seis en Tayikistán), uzbecos (1,3

millones en Afganistán y 23 millones en Uzbekistán) y turmekos (600.000 en

Afganistán y 3,5 millones en Turkmenistán). Además, grandes países ejercen sus

áreas de influencia: India al oeste e Irán al este.

Afganistán es un país pobre, paso obligado hacia Asia, montañoso y acostumbrado

a luchar contra el invasor y a carecer de estabilidad interna.

En la década de los ochenta las guerrillas islamistas afganas que lucharon contra la

invasión soviética (guerra 1979-1988) contaban con el apoyo y la financiación

norteamericanas. Sin embargo, su radicalización, el hecho de nutrir desde sus filas

al grupo terrorista Al Qaeda y el apoyo a Osama ben Laden, especialmente tras el

11-S, las convirtieron en un objetivo a eliminar.

Precisamente el 11-S desató la guerra de la Administración del presidente Bush

contra Afganistán, ante la negativa del régimen talibán de entregar a Ben Laden.

Estos atentados contra Estados Unidos, además del golpe de efecto mediático,

transformaron la idea de seguridad nacional norteamericana. El Gobierno de

Washington identificó a “Estados delincuentes”, que actúan mediante estrategias

asimétricas para retar el poder militar de Estados Unidos, lo que incluía ataques a la

población civil norteamericana, ataques terroristas contra Estados Unidos, contra

sus intereses o contra sus símbolos de poder. El ala neoconservadora concibió que

para garantizar la seguridad norteamericana era necesario estabilizar Oriente Medio,

configurando así la Iniciativa para el Gran Oriente Medio. Este plan a largo plazo

suponía que los gobiernos en esa región fueran reemplazados, por medio de

reformas políticas y sociales, por gobiernos proamericanos. Estados Unidos debía

trabajar a favor de una “revolución democrática” en Oriente Medio a fin de neutralizar

a los “Estados delincuentes” mediante la fuerza militar estadounidense.

Paralelamente debía organizar a nivel internacional un sistema proamericano en

base a la red de alianzas militares, económicas, mercantiles y financieras bajo las

reglas de juego de Estados Unidos.

La idea fundamental que se extrae para Irán de la guerra de Afganistán, es la

plasmación de su tradicional enemistad con Pakistán en aquel escenario en dos

aspectos.

En primer lugar, la simpatía del régimen de Teherán hacia el presidente Rabbani y la

Alianza del Norte, compuesta mayoritariamente por las minorías persas de

Afganistán, difiere al tradicional apoyo paquistaní a las guerrillas talibán. El gobierno

talibán, de origen étnico pastún y religiosamente suní, sólo fue reconocido por

Pakistán, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, mientras que la Organización de

Naciones Unidas (ONU) mantuvo la legitimidad del gobierno de Rabbani. De hecho,

el apoyo a las guerrillas talibán desde Pakistán fue negativamente considerado por

el poder chií iraní. Ya en época de Jomeini las calificaba como “Islam americano”.

En segundo lugar, tras el 11-S durante la guerra contra el régimen talibán, Pakistán

logró convertirse en el principal aliado de Estados Unidos y permitió el empleo de su

territorio como base para el ejército norteamericano, mientras que Irán fue incluido

en el “Eje del Mal”. Ello supuso un nuevo centro estratégico de despliegue de

fuerzas norteamericanas, susceptibles de ser empleadas desde Afganistán ante un

eventual ataque a Irán. Este hecho aumentó la sensación de asedio norteamericano

contra Irán. Si en un primer momento, Irán condenó los atentados del 11-S y

reconoció a Al Qaeda como enemigo, e incluso colaboró en la campaña contra

Afganistán a finales de 2001, ya en 2002 Irán era parte del “Eje del Mal” (se

interceptó un envío de armamento a los palestinos y se incrementó la presión

norteamericana sobre la cuestión nuclear iraní).

Adicionalmente, Irán tuvo que hacer frente al problema de los refugiados afganos en

su territorio. En septiembre de 2001, Irán contaba con cerca de un millón y medio de

refugiados, fruto de las guerras y la inseguridad.

En definitiva, el 11-S aumentó el distanciamiento entre Irán y Pakistán, al que los

iraníes consideran corrupto, inestable, históricamente proamericano y una nación

artificialmente creada. A pesar de la colaboración puntual de Irán con algún gobierno

paquistaní, sus relaciones bilaterales se han caracterizado habitualmente por la falta

de confianza mutua y por el desequilibrio en la balanza nuclear a favor de Pakistán,

potencia nuclear desde el año 1998. Ello ha favorecido el acercamiento de Irán a

India, en especial en materia de intercambios comerciales y venta de gas, sin que la

cuestión sobre Cachemira o la consideración de Pakistán como país musulmán

hayan propiciado un mayor acercamiento.

Guerra de Irak de 2003

Los iraníes han considerado tradicionalmente que la integridad territorial de Irak es

una cuestión de seguridad nacional para el propio Irán. La influencia iraní en Irak se

ha canalizado fundamentalmente a través de los apoyos de la rama chíi de origen

persa.

Tradicionalmente ha existido un importante factor de liderazgo religioso de Irán

sobre los musulmanes chiíes de Irak. Para esta rama, las ciudades iraquíes de

Karbala y Najaf, tienen una connotación de ciudades santas más relevante que la

propia Meca. Ambas estaban lideradas espiritualmente por la fuerte influencia de los

clérigos iraníes de la ciudad de Qom. Bajo un régimen diferente, Irán no se

aseguraba la continuidad de este liderazgo. Incluso durante el régimen de Sadam,

Irán propició el desarrollo de algunos encuentros entre representantes iraníes y

representantes de la oposición iraquí (chiíes y kurdos), que en ningún caso

consideraron que afectaban a la posición neutral de Irán, ni tampoco desde la

perspectiva iraní se calificaba como una interferencia en los asuntos internos

iraquíes.

Para los estrategas norteamericanos, la guerra del año 2003 daría paso a un

gobierno democrático en Irak y serviría de modelo para los demás países de la

región. Sin embargo, casi cuatro años después de la invasión, el futuro de Irak no se

ha resuelto y se está convirtiendo en un espinoso tema de la agenda política para

las próximas elecciones presidenciales norteamericanas en el año 2008.

En este marco, la posición de Irán en la guerra contra Irak resultó compleja. Por un

lado, Irán fue abiertamente contrario a Sadam Hussein, tras la guerra mantenida

entre ambos países durante los años ochenta, la persecución tanto de los

movimientos kurdos como de la rama chií del islamismo muy presente en Irak. Irán

no se opuso al desarme de su vecino, ni al control de las armas de destrucción

masiva. Sin embargo, no apoyó el uso de fuerza para derrocar al régimen iraquí,

tanto por el daño que podría suponer a la población civil como por la tensión e

inseguridad que conllevaría en la región. Según Irán, la presencia de fuerzas

norteamericanas en los países colindantes suponía per se una amenaza mayor para

sus intereses que la existencia de regímenes enemigos.

Por lo tanto, en el contexto previo a la invasión de Irak, a Irán le preocupó más la

posición norteamericana sobre la región que la propia actividad de Irak. Para Irán,

estaba claro que el objetivo de Estados Unidos era hacerse con el control de las

reservas de energía en Oriente Medio, un nuevo colonialismo “energético”, mediante

la presencia física de sus tropas en el territorio para controlar estas reservas.

Irán intentó desanimar la intervención militar en Irak, advirtiendo de la imposibilidad

de ganar la confianza del pueblo iraquí, a pesar de la evidente superioridad militar

estadounidense. Al mismo tiempo que lanzaba un aviso a la Administración

norteamericana en el caso de planear una invasión en Irán.

Como conclusión, una posible lección que Teherán podría extraer de la intervención

norteamericana en Afganistán y la guerra de Irak es la necesidad de contar

realmente con armas de destrucción masiva que sirvan de disuasión ante un

eventual conflicto. Ello podría reforzar su liderazgo en la región y su poder a la hora

de negociar eventuales abandonos de su programa nuclear. Sin embargo, la dilación

de una respuesta satisfactoria de abandono de enriquecimiento de uranio ante las

exigencias de comunidad internacional también podrían agotar la “paciencia”

norteamericana, que cuenta con un importante despliegue militar en la zona.

El contexto regional actual

La experiencia afgana y posteriormente la iraquí ha llevado al presidente

Ahmedinayah -al frente del nuevo Gobierno de Teherán desde 2005- a considerar

que la única forma de mantenerse en la región, en medio de su aislamiento habitual,

es la consolidación de su programa nuclear. Éste iría acompañado de un sistema de

alianzas con aquellas potencias que necesitan su petróleo para conservar o alcanzar

su status de potencia en el panorama asiático.

Ahmedinayah vuelve a presentar su política exterior como una prolongación de su

política interna, vinculada a la necesidad de desarrollo económico y a la defensa de

la integridad territorial iraní. Ello le proporciona un gran prestigio entre los pueblos de

Oriente Próximo, que se han visto afectados por las intervenciones militares

occidentales, los gobiernos que han sido incapaces de garantizar su soberanía y las

grandes potencias que ven en Irán una baza para equilibrar el reparto del poder

internacional.

En este contexto es en el que hay que entender la manifestación del Programa

Nuclear iraní, como un instrumento de su política exterior. En caso de que se

confirmaran la existencia de evidencias del enriquecimiento del uranio con fines

armamentísticos, es altamente probable que se tratara de una exhibición

internacional de sus capacidades militares más que de la confirmación del deseo de

utilizarlas de forma ofensiva. En otras palabras, visto desde la concepción iraní, es

lo que se entiende como una “política de disuasión”. Ello no le resta peligros, pero no

es nada nuevo en la historia de las relaciones internacionales. Por este motivo,

podemos añadir que la solución a la amenaza nuclear deberá ser regional, pues

será muy difícil convencer al Estado iraní, mientras existan otras potencias asiáticas

que utilizan esta misma política en el presente o lo han hecho en el pasado.

Los países árabes no son proclives a un papel relevante de Irán en la región,

exceptuando el caso de Siria. El presidente Bashar al Assad critica al resto por esta

actitud. El Gobierno de Damasco siempre encontró en la República Islámica un

aliado en su posición antiisraelí, mientras que para los ayatola siempre se ha visto

como un instrumento para su expansión ideológica. Para el resto, el rechazo hunde

sus raíces en la revolución de Jomeiní que trajo el poder de los chiíes. Como hemos

venido exponiendo, los conflictos relacionados con la cuestión palestina-israelí y con

Irak, desde la década de los ochenta hasta el más reciente de 2003 hasta nuestros

días, han acentuado la distancia entre los gobiernos árabes y los ayatolas. Sin

embargo, esta realidad constatada en los más altos niveles del poder político, no

está en consonancia con la posición de los pueblos de la región. Un número

considerable de iraquíes, de sirios, de libaneses, e incluso de palestinos, han

depositado su esperanza en el liderazgo regional de Irán.

Después de los últimos ataques israelíes sobre El Líbano en julio y agosto de 2006,

el Gobierno de Teherán, que ya tenía muy buena imagen ante algunos sectores de

población en Oriente Próximo por la labor social de Hizbolá en el Líbano, ha visto

incrementado su prestigio desde el punto de vista político. Esta ofensiva ha dotado a

Hizbolá de una imagen heroica que ha logrado conectar de forma definitiva el

conflicto árabe-israelí con Irán. Los líderes palestinos no siempre habían visto con

buenos ojos la influencia iraní en la causa palestina. De hecho, hasta el ascenso de

Hamás, primero socialmente y después en el poder político, las conexiones entre

Hezbolá y los grupos palestinos habían sido limitadas. Hoy en día, el líder Narsallah

ha sustituido en el liderazgo a los propios líderes palestinos. De esta misma imagen

y propaganda se ha valido el presidente Ahmedinayah, que ha vuelto a resucitar las

amenazas contra Israel.

Las relaciones de Irán con Arabia Saudí fueron muy tensas desde los años ochenta,

cuando el ascenso del sector chií se hizo con el poder, pasando a convertirse en un

foco de atracción ideológica para muchas minorías. Sin embargo, desde el año

2001, ambos Estados conscientes de los riesgos internos regionales, tales como el

terrorismo, el tráfico de drogas y las redes de crimen organizado, han mantenido una

cooperación en la lucha contra estos nuevos escenarios de riesgos. La guerra de

Irak en 2003 ha supuesto notables riesgos para la desestabilización interna de

ambos regímenes y lo que temen es que se produzca un desequilibrio en el poder

regional entre las dos potencias musulmanas. El petróleo es el principal factor que

para ambos se vería afectado por la inestabilidad regional, es por tanto un punto de

conexión por encima de las relaciones geopolíticas que pretenden mantener en la

zona estos gobiernos.

Conclusiones

Desde la década de los años ochenta, las potencias extranjeras han manejado la

rivalidad entre los Estados de la región según sus propios intereses. La guerra entre

Irak e Irán fue el punto de partida de un proceso que llega hasta la actualidad. Esto

ha contribuido a la falta de credibilidad de las potencias occidentales en Oriente

Medio, muy especialmente de Estados Unidos, pero involucrando también a los

países europeos.

Hezbolá, en contra de los tópicos al uso, no es una organización que pueda

erradicarse. Es uno de los actores fundamentales de la política libanesa actual y

cuenta con una fuerza moral amparada en una amplia base de apoyo, tanto en el

país como en el mundo musulmán, entre el que se incluye fundamentalmente Irán y

Siria.

La división entre los Estados árabes a raíz de la segunda guerra del Golfo favoreció

el ascenso de Irán como única potencia regional. La participación de unos Estados

árabes junto a las potencias occidentales, frente a otros que se mantuvieron en

defensa de Irak con el fin de evitar una intervención exterior en la región, ocasionó

una ruptura interna en el seno de la Liga Árabe, que se prolongó durante toda la

década.

Durante la segunda mitad de los años noventa, el embargo internacional impuesto a

Irak llevó a una expansión económica de Irán, que acompañada de una cierta

apertura ideológica en época del presidente Jatami, permitió una nueva visión del

régimen de Teherán desde el exterior de la región.

La guerra de Afganistán de 2001 volvió a significar un cambio en las alianzas de la

región. Estados Unidos omitió la colaboración inicial del régimen iraní y lo incluyó en

el “Eje del Mal”. Esta política unilateral norteamericana ha contribuido a que Irán

busque otros aliados en la región para salvar el distanciamiento con el mundo

occidental.

La guerra de Irak de 2003 ha llevado al Gobierno de Teherán a fortalecerse y

desarrollar un programa nuclear con posibles fines bélicos, a día de hoy por

demostrar, pero entendido como una estrategia de disuasión ante un posible ataque

exterior.

Actualmente cualquier conflicto regional, por ejemplo el sucedido en julio de 2006

entre Israel y el Líbano, puede ser aprovechado por Irán para extender su influencia

en la zona y alejar a las poblaciones de los intereses occidentales en Oriente

Próximo y Oriente Medio.

Recomendaciones

Es importante que los Estados de la Unión Europea busquen las fórmulas para

reconducir a Estados Unidos hacia una política multilateral en Oriente Medio, que

impida seguir aumentando la tensión internacional.

La Unión Europea debería realizar una auténtica política común que permitiera

acrecentar su prestigio y credibilidad, con el fin de jugar un papel más activo en la

búsqueda de soluciones a los conflictos actuales.

Irán debería dar muestras a los Estados de la región, especialmente sus gobiernos

árabes vecinos, de su repetido afán de equilibrio de poderes. En otras palabras,

desarrollar una diplomacia mucho más activa con los principales poderes árabes.

Por otra parte, debería evitar valerse de las minorías chiíes en aquellos países para

amparar conflictos asimétricos que impidan soluciones globales a la región.

Bibliografía Choucair, J.: Estados Unidos y la democratización en el Mundo Árabe: una reflexión crítica. Real Instituto Elcano, ARI nº 77/2006, 28 de Junio de 2006. Emile, G.: Irán: Tras la guerra de Líbano: ¿Quo vadis Oriente Medio?, Real Instituto Elcano, ARI nº 94/2006 (traducido del inglés). Harraiz, I.: La eficacia del embargo económico contra Irak, Agencia de Información Solidaria (AIS), enero 2003. Mohammadi, M.: El nuevo papel de Irán en Oriente Medio. Real Instituto Elcano, 28 de Septiembre de 2006. Pérez Martín, M.A.: Irán, el gran perdedor, Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), 25 de Marzo de 2003. Posch, W. (E.) : Iranian challenges. Institute for Security Studies. Chaillot Papers nº 89, Mayo 2006. Roy, O: Irán, la pieza clave, Diario El País, 23 de Julio de 2006. Rubin, B.: Iran: The rise of a regional power. The Middle East Review of International Affairs, volume 10, nº 3, Article 10/10 – September 2006. Simpson, J.: Irán y su influencia regional, BBC, mundo.com 26 septiembre 2006. Zaccara, L.: La influencia iraní en Irak. Revista Política Exterior nº 112, Julio-Agosto 2006.

COMPOSICIÓN DEL GRUPO DE TRABAJO

D. JOSE ANTONIO ALONSO GARCIA

Senador Grupo Socialista.

D. EMILIO FERREIROS QUINTAIROS

General de Brigada de la Guardia Civil. Jefatura de Personal de la Guardia Civil.

D. RAMÓN LÓPEZ NUCHE

General de Brigada IM. Jefe de la Fuerza de Protección.

D. FRANCISCO RUIZ BOADA

Vocal Asesor DISSC.

D. JUAN MANUEL SANCHEZ MEDINA

Subdirector General Departamento Seguridad Presidencia del Gobierno.

D.ª LUCIA ORTIZ SANZ

Subdirectora General de Relaciones Internacionales

del Ministerio Administraciones Públicas.

D.ª MARÁ DOLORES ALGORA WEBER.

Profesora Universidad San Pablo CEU.

CAPÍTULO SEXTO

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y ESPAÑA:

ENFOQUE ESPAÑOL DE LA CRISIS

LA SITUACIÓN DE SEGURIDAD EN IRÁN Y ESPAÑA:

ENFOQUE ESPAÑOL DE LA CRISIS

Sumario

El grupo, autor de esta Monografía, estima que cualquier enfoque que desde España

se le pueda dar a la actual crisis iraní, debe partir de la identificación de las

situaciones de riesgo que se tendrían que afrontar, riesgos que indudablemente

estarán ligados a los posibles escenarios en que pueda derivar la citada crisis. La

dificultad de definir con precisión la gran cantidad de posibles escenarios, dada la

multiplicidad de actores y el cúmulo de intereses contrapuestos, nos lleva a

considerar los dos peores: una acción bélica de alta intensidad en Irán y su entorno

próximo; o un periodo dilatado de tensión con esporádicos episodios de crisis que

tengan repercusión en los países que constituyen nuestras fronteras meridionales.

Partiendo de estos supuestos, hemos identificado cinco situaciones de riesgo que en

el trabajo que se expone a continuación, analizamos de forma pormenorizada para

finalmente extraer las correspondientes conclusiones.

Introducción

España forma parte de un doble sistema de seguridad colectiva, conformado por su

pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la Unión

Europea, lo que significa que los eventuales riesgos para la seguridad provenientes

de Irán no es previsible que sean, en general, riesgos específicos que deba soportar

en solitario nuestro país, sino que serían compartidos por todos nuestros socios y

aliados y afrontados conjuntamente con ellos.

A la crisis planteada por el programa nuclear iraní, se está respondiendo en la Unión

Europea con una posición común. En el marco de una Política Exterior de Seguridad

Común (PESC), frecuentemente criticada por su escasa eficacia, la cuestión iraní no

ha producido hasta el momento discrepancias importantes entre los Estados

miembros y hay un apoyo general al alto representante para la PESC, que ha

llevado el peso de la negociación con Teherán y a los Estados que, por razones

históricas o de relaciones comerciales, han participado más intensamente en estos

contactos.

Ciertamente, cada Estado puede mantener sus propias relaciones bilaterales con

Irán como con cualquier otro país y, en el caso de España, debe señalarse que las

relaciones con Irán, al margen de este conflicto son correctas y ha habido

intercambio de visitas de alto nivel hasta hace muy poco.

En la partida por el poder que se está jugando en la amplia región de Oriente Medio

y Asia Central, Irán está actuando con una evidente maestría, al servicio de un

inocultable objetivo: El de convertirse en el poder hegemónico de la zona. No en

vano la actual República Islámica es la heredera de un largísimo pasado imperial,

que hizo de Persia un factor clave en las relaciones internacionales desde el

Cáucaso al Mediterráneo y al golfo Pérsico. La decisión del Gobierno de Teherán de

avanzar, pese a quien pese, en su programa nuclear, prosiguiendo el proceso de

enriquecimiento de uranio, no admite dudas. Con habilidad, el régimen de los

ayatolá esgrime a su favor el artículo 4 el Tratado de No-Proliferación Nuclear (TNP),

que reconoce el derecho de todos los países al uso pacífico de la energía nuclear. Y

no parece probable que esas aspiraciones se vean frenadas por las presiones de las

potencias occidentales (de las cuales, por cierto, unas presionan más que otras) ni

por un eventual sistema de sanciones impuestas por la Organización de Naciones

Unidas (ONU), que sólo afectan a los sectores más deprimidos de la población.

Irán nunca reconocerá su decidida voluntad de tener la bomba atómica,

consustancial con sus aspiraciones hegemónicas, en una región del Globo, además,

donde existen ya tres potencias nucleares (Israel, India y Pakistán). Guste o no, la

bomba se ha convertido en un atributo de poder que confiere status de gran potencia

y posee una evidente capacidad de disuasión y, frente a enemigos con los que el

arreglo es difícil o imposible (tal sería para Irán el caso de Israel), permite establecer

un “equilibrio del terror” como el que funcionó durante la guerra fría. Pero produce

todo tipo de escalofríos que un régimen fundamentalista como el de Teherán, pueda

poseer la bomba atómica. Especialmente después de haber proclamado su voluntad

de destruir al Estado de Israel, designio en que no está solo, ya que es compartido

por todos los fundamentalistas o yihadistas. Muy destacadamente por Hizbulá que,

como es bien sabido, no es, en buena medida, sino la avanzadilla del Irán chií en la

ribera del Mediterráneo.

Irán maneja con habilidad las sonrisas y la diplomacia, pero es imposible

desconocer su radical posición contra el Occidente “corrupto y decadente”. No van

sólo contra el “Gran Satán” (Estados Unidos), como decía Jomeini, sino contra toda

esta civilización. Pero en la política iraní hay también el deseo de llevar a cabo un

desquite histórico, en el seno mismo del mundo musulmán: Teherán aspira a

terminar con siglos de supeditación de los chiíes a la mayoría sunnita. Y nunca han

estado en mejores condiciones de conseguirlo. En 1986, todavía en plena guerra

fría, un agudo experto francés, Alexandre de Marenches, que fue durante mucho

tiempo jefe de los Servicios Secretos de Francia, escribía:

“Si se miran los mapas –como siempre se debe hacer- e imaginamos un

golpe de Estado en Bagdad, de modo que el Bagdad que conocemos (el de

Sadam Husein) desaparezca en beneficio de un Bagdad chiíta, en ese

momento se constituiría un Imperio chiíta que se extendería desde Pakistán

hasta el Mediterráneo. La vanguardia está ya en el Líbano.”

Cuando Marenches escribía esto, Hizbolá acababa de nacer y lo que no podía

prever es que el “golpe de Estado” en Bagdad se lo iban a dar los americanos.

Ironías de la historia. Lo cierto es que en el Irak pos Sadam, los mayoritarios chiítas,

después de haber estado sometidos desde siempre a la minoría suní, han

empezado a ejercer los derechos y el poder que les corresponden como mayoría.

Sería una enorme ingenuidad pensar que, las lealtades nacionales fueran a

predominar sobre las religiosas. Los intentos de encontrar diferencias entre el

chiísmo de Irán y el de Irak son rebuscados. Un victimismo secular les une a ambos;

comparten un mismo enemigo, los sunnitas, que han monopolizado la herencia

mahometana. El desafío no es sólo para Occidente sino para los países árabes que,

de Arabia Saudí a Egipto, son sunníes.

Posibles escenarios de evolución de la crisis

Teniendo en cuenta todo lo anterior y en función de cómo se ha ido desarrollando la

crisis, podemos intuir, de forma general, tres escenarios como punto de partida.

Reanudación de la negociación y continuación de la vía diplomática

Una vez trasladado el “expediente iraní” al Consejo de Seguridad de las Naciones

Unidas (CSNU), es posible que éste realice recomendaciones que no deriven en

sanciones. Esta opción mantendría a la comunidad internacional en una aptitud

negociadora que permitiría la permanencia de los inspectores de la Organización

Internacional de la Energía Atómica (OIEA), la vigilancia del estado de avance del

programa nuclear iraní y no cerrar la puerta a un posible acercamiento de posturas.

Asimismo al evitar la escalada se propiciaría la restauración de la confianza en las

relaciones bilaterales Irán – Unión Europea. Si la crisis deriva en la necesidad de

una postura más dura de la comunidad internacional, el papel de la Unión Europea

como mediador se vería desacreditado y anulado.

Sanciones político-económicas

Si el CSNU decide mantener la exigencia de cese del enriquecimiento de uranio,

como paso previo para reanudar las negociaciones, y la presencia de inspectores

para controlar el cese de esas actividades, las opciones sucesivas que se pueden

contemplar ante una negativa iraní son las siguientes:

− Reducción de los intercambios diplomáticos con Irán y limitación de viajes a

funcionarios iraníes.

− Prohibición de vuelos internacionales de o hacia Irán.

− Prohibición de exportaciones a Irán de gasolina y otros productos.

− Congelación de los fondos iraníes en el extranjero y limitaciones a la presencia de

Irán en foros financieros internacionales.

− Prohibición de las ventas de armamento a Irán.

− Bloqueo de las compras de petróleo y gas a Irán.

Sin lugar a dudas esta reacción del CSNU reforzaría el papel que ha tenido la Unión

Europea en este asunto, pero sus vínculos económicos con Irán se verían

seriamente afectados, por no hablar del coste político que tendría el fracaso

negociador. España perdería todo su margen de influencia en la crisis (el que realiza

a través de la Unión Europea), así como su emergencia en el mercado iraní y

participación en la industria petrolera (aproximadamente 1.500 millones de euros

anuales).

En relación con otros actores de la comunidad internacional, es muy dudoso que

Rusia, China e incluso Japón estén en condiciones de poder aceptar una política de

sanciones económicas. Sanciones que al no ser aceptadas unánimemente tendrían

poco efecto en la economía, aunque es posible que dañasen a las capas más

desfavorecidas de la sociedad iraní.

Por otro lado, una evolución de la crisis en sentido sancionador, al contrario del

escenario anterior, provocaría la expulsión de los inspectores del OIEA, con lo que la

comunidad internacional dejaría de saber del programa nuclear y daría a la sociedad

iraní argumentos para aceptar los sacrificios de una reducción de la producción de

petróleo, que podría utilizar el Gobierno iraní para provocar una crisis energética

mundial.

Intervención militar

En realidad, este escenario no se contempla como una opción real, y menos a raíz

del reciente triunfo de los demócratas en las elecciones norteamericanas, ya que la

resolución 391 de 6 de abril de 2006 del Congreso de Estados Unidos, además de la

normativa general de la Ley de Poderes de Guerra, obliga al presidente a obtener la

autorización del Congreso antes de iniciar una acción militar contra Irán.

En la administración Bush no se está considerando como opción el “cambio de

régimen” en Irán mediante una invasión terrestre. Sin embargo, si hay asesores que

abogan por un ataque aéreo limitado a las instalaciones nucleares, que envíe a Irán

la señal de que Estados Unidos no abandonan su objetivo. Esta intervención

“limitada” retrasaría sin duda el programa nuclear iraní y serviría de seria advertencia

a Irán del alto coste que va a tener para ellos la aventura militar nuclear y el apoyo

que dan a los elementos desestabilizadores de Irak. No es de esperar que la Unión

Europea y sobre todo Rusia y China apoyen una acción militar mientras existan

opciones diplomáticas.

En el otro lado de la balanza está la consideración de algunos analistas acerca de

que Irán podría extraer algunos beneficios de un ataque limitado que no destruyera

su entramado de instalaciones nucleares. En primer lugar, su pretendido liderazgo

en el mundo islámico se vería reforzado. En segundo lugar generaría un mayor

apoyo interno al régimen actual, exacerbando el sentimiento nacionalista y

eliminando cualquier posibilidad de evolución social a otro tipo de régimen.

Finalmente sería un catalizador que llevaría a segundo plano las diferencias entre

chiies y sunnies, uniendo a todo a todos los musulmanes en una causa común.

Identificación de los riesgos

Llegados a este punto, es difícil establecer la multitud de posibles situaciones en que

pueden derivar las tres opciones básicas enunciadas, aunque si se puede afirmar

que en los próximos años la inestabilidad será una constante regional en el Oriente

Medio.

Para acotar este trabajo y extraer conclusiones de orden interno y no sólo de política

exterior, se ha optado por considerar aquellas situaciones derivadas de la crisis que

constituyen las hipótesis más desfavorables para nuestra seguridad o intereses

económicos, esto es:

− Una acción bélica de alta intensidad en el escenario iraní y su entorno próximo.

− Un periodo dilatado de tensión con esporádicos episodios de crisis que tengan

repercusiones en los países que constituyen nuestras fronteras meridionales.

En cualquiera de estos dos casos, identificamos cinco amenazas:

− Desabastecimiento de hidrocarburos, petróleo y gas.

− Guerra asimétrica en nuestro territorio o en la Unión Europea (terrorismo

islamista).

− Presencia de islamistas radicales, en el poder, en países próximos.

− Acción de guerra en lugares con presencia de fuerzas españolas.

− Migración atmosférica de una nube radiactiva, producida, por un conflicto en el

que se utilice armamento nuclear o en el que se destruyan instalaciones en las

que se trabaja con materiales altamente radiactivos.

Vamos a tratar por separado cada una de estas posibles amenazas.

Descripción de los riesgos identificados

Desabastecimiento de hidrocarburos, petróleo y gas

El excesivo peso de los hidrocarburos (petróleo y gas) en la estructura del consumo

de energía primaria en España, es preocupante, si se producen situaciones como

las que estamos considerando. En el año 2005, ocupaba un 69,5% del total, según

los datos del Boletín Estadístico de Hidrocarburos del MITYC, figura 1.

Petroleo 49.6

Gas natural 19.9

Carbon 14.6

Nuclear 10.3

Hidraulica 1.1

Otras 4.5

Esta cifra, según los datos de la Secretaría General de la Energía (MITYC) varía

ligeramente, superando el 70% del total de consumo de energía primaria.

Por otra parte, las series históricas que facilita dicha Secretaría General y que se

remontan al año 1973, ofrecen unas interesantes consideraciones, figuras 2 y 3.

ktep

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005 0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

100

110

%

Total hidrocarburos

Petróleo

Gas

110000

100000

90000

80000

70000

60000

50000

40000

30000

20000

10000

0

Total

hidro

carb

uros

Petróleo

Gas

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

En primer lugar, se observa que en porcentaje, el consumo de petróleo tiende a

disminuir, mientras el de gas aumenta. Esto, en principio sería beneficioso, sino

fuera por que casi la totalidad del gas, procede de zonas potencialmente peligrosas

en las situaciones que estamos considerando.

Sin embargo, al observar el gráfico de la figura2, vemos que la serie expresada en

porcentajes, no explica la situación de una forma completa. Los consumos en ktep,

ponen de manifiesto un crecimiento continuo en energía primaria, tanto de petróleo

como de gas desde el final de la crisis energética de los años setenta y ochenta.

2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 Añ

20000

30000

40000

50000

60000

70000

80000

%

Petroleo

Gas

En segundo lugar, observamos como una relativamente pequeña caída en el

abastecimiento de petróleo como energía primaria (17% o 12.000 kilotoneladas

equivalentes de petróleo) entre 1980 y 1985, debida a la disminución de crudo

disponible en los mercados y a su lógico encarecimiento, estuvo ligada a la crisis

económica que en España se prolongo hasta bien entrada la década de los años

noventa. Debemos reseñar que al definir como pequeña la caída, lo decimos por

comparación a los consumos actuales.

La tendencia al aumento de las necesidades de hidrocarburos como fuente de

energía primaria, no se detiene y las previsiones de consumo de energía primaria,

hasta el año 2011, realizadas para la planificación de los sectores de electricidad y

gas por la MITYC lo confirman, figura 3.

No es menos preocupante, la procedencia del crudo y del gas, pues a pesar de

haberse diversificado las fuentes, elevados porcentajes de abastecimiento proceden

de zonas afectadas por el conflicto, figuras 5 y 6 (69,6% en gas y 33,8% en crudo, sí

consideramos el conjunto de los países musulmanes que se reduce para el crudo a

un 24,4% y para el gas al 14,6%, sí nos restringimos al área del golfo Pérsico).

Libia Camerún Oman Venezuela 2.9 Otros 3.4 Noruega3.7 516.7 Irak 5.9 5.7

Trinidad y Tob.6.5 Argelia Irán

35.5 8

Rusia Egipto Libia 1812.9 9.4

Nigeria9.5

Qatar Mexico Nigeria 14.6 13.6 Arabia Saudí

En definitiva, España depende más de los hidrocarburos tradicionales (petróleo y

gas) que la mayoría de sus socios europeos (70% contra el 60% en media de la

Unión Europea) y aliados transatlánticos, la tendencia, es a aumentar dicha

dependencia y además, las importaciones están fundamentalmente concentradas en

países no democráticos, inestables y gobernadas por lideres poco fiables que han

descubierto la enorme capacidad de chantaje que poseen, utilizando el arma

energética. Es necesario establecer a la mayor brevedad, una política energética

pensada para reducir la dependencia de los hidrocarburos y aumentar la eficiencia

energética.

Guerra asimétrica en nuestro territorio (terrorismo islámico)

El fenómeno de la inmigración, era algo desconocido, hasta hace no mucho tiempo,

en España. Eso explica que todavía en muchas cuestiones su tratamiento no este

aun normalizado. Una de estas cuestiones, es el número de inmigrantes que se

encuentran en nuestro país. Es curioso observar las considerables diferencias que

existen entre las distintas fuentes, diferencias evidentemente derivadas de la

utilización de diversos sistemas de cuantificación, cuadro 1. A todo esto debe

añadirse el considerable número de personas que constituyen los “sin papeles” para

los que solo hay estimaciones poco precisas.

Fuente Número Comentario

Padrón municipal revisado por el INE 3.730.000 Más los nacionalizados

Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales 2.740.000 Tarjeta de residente

Altas en Seguridad Social 1.721.000 Febrero 2006

La clasificación por procedencias, es la de la figura 7, Pero, al igual que sucede con

el número, son poco precisas las de ámbito cultural. Estimaciones aproximadas para

musulmanes que se realizan, sumando los magrebíes, la mitad de los asiáticos

(palestinos y paquistaníes) y una parte de los subsaharianos, alcanzan un 18-19%

que en numero de personas puede llegar a los 700-900.000, sin contar los que están

nacionalizados y por supuesto, los ilegales o “sin papeles”.

Europa (25)22.4

Rest. Europa15

América Latina

Asia 4.6

Magreb14

África Subsah. 4

Fig.7. Distribución de inmigrantes por procedencia

No alcanzamos el número al que se llega en otros países europeos de nuestro

entorno, pero no por ello deja de ser menos preocupante el papel que podrían

desempeñar algunas minorías dentro de esa comunidad, en caso de un conflicto

como el que nos ocupa.

En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el estrato social de este sector de la

población, es sensible a la acción de clérigos radicales o lideres carismáticos (chiies

o sunníes) que con cierta frecuencia, desarrollan su actividad en pequeños locales

utilizados como mezquitas y que en caso de conflicto con sus países de origen,

serían la plataforma ideal para la actuación de agentes políticos o incluso militares:

en acciones desarrolladas directamente en nuestro territorio; usándolo como base

para proyectarse a otros países de la Unión Europea, o apoyando acciones con

procedencia inicial en otros lugares.

No somos expertos en temas policiales o de información, ni es objeto de este

trabajo, diseñar líneas de actuación en estos campos, pero si es nuestro objeto

señalar los potenciales peligros y este, sin duda, es uno de ellos.

Presencia en el poder de islamistas radicales, en países próximos

Una llegada de islamistas al poder en Marruecos o Argelia, propiciada por la

alteración generalizada en el mundo musulmán que provocaría un conflicto de alta

intensidad en Irán, no es una opción que pueda descartarse e indudablemente

constituiría una seria amenaza para nuestra seguridad.

No es esta, una situación que sorprendiera en el área de la defensa y por tanto

estamos seguros que existen planes que prevén este tipo de situaciones. No

obstante e incidiendo en lo expresado anteriormente, nuestro objeto no es entrar a

discutir planes estratégicos, para lo que además gran parte del grupo no tiene

especial formación. Sin embargo, si debemos señalar y por eso lo hacemos de

forma explícita, una de las graves amenazas que pueden derivarse de conflictos de

alta intensidad en el espacio iraní.

Acción de guerra en lugares con presencia de fuerzas españolas

En la zona de Asia próxima a Irán, España tiene en estos momentos tropas en el

Líbano y en Afganistán. Parece poco probable que la agudización de la crisis iraní

pudiera llegar a tener alguna incidencia en este último país, aunque se da la

circunstancia de que el contingente español se halla ubicado en una zona muy

próxima a la frontera afgano-iraní.

En Afganistán, el peligro proviene de una posible extensión al oeste de los ataques y

combates que se están desarrollando en el sur y en este de Afganistán, como

manifestaciones de la guerra de guerrillas que los talibán mantienen contra las

fuerzas de la OTAN. La República Islámica de Irán no simpatizó nunca con el

régimen de los talibanes, como parece lógico al ser la primea chií y los segundos

sunníes, por lo que no parece probable que llevaran a cabo ningún movimiento que

pudiera favorecer a los talibán. A lo anterior, deben añadirse los enfrentamientos

entre señores de la guerra locales por cuestiones de dominio de territorio y trafico de

drogas, que si bien generan inseguridad, no podemos ligarla al conflicto iraní.

Mucho más fácil sería que, si la crisis se agravara, Irán decidiera utilizar a Hizbolá,

que viene a ser una especie de “brazo largo” iraní en el Líbano. Podría darse el caso

extremo –que en estos momentos parece poco probable- de que Irán estimara

conveniente hostigar a las tropas occidentales, a cuyos países podría culpar de las

eventuales sanciones o, en general, del empeoramiento de la situación. En ese caso

Hizbolá, que es armada y financiada por Irán, sería un instrumento muy útil.

Evidentemente, en una primera fase las tropas de UNIFIL se verían forzadas a

responder, de modo que unos cascos azules, cuya misión en principio venía a ser la

de una fuerza de interposición, se transformarían en tropas obligadas a desplegarse

y combatir en defensa propia. Tal situación cambiaría totalmente los supuestos de la

misión y rompería las bases sobre las que se asienta el mandato de Naciones

Unidas para esta misión, tal y como ha sido establecida por la resolución 1701 del

Consejo de Seguridad.

Si se llegara a esta situación extrema, es muy probable que tal cosa supusiera la

reanudación de la guerra de julio-agosto del presente año, ya que es difícil imaginar

que Israel se mantuviera al margen. Este último país podría argumentar que esos

ataques eran la muestra evidente de que Hizbolá había seguido armándose, en

abierta ruptura con la citada resolución. Tampoco podría descartarse que Hizbolá

reanudara sus ataques misilísticos contra territorio israelí. El débil ejército del Líbano

difícilmente podría abstenerse de actuar en una región, el sur del país, en donde ha

vuelto a estar presente, después de muchos años. En el tenso ambiente que con

independencia de cualquiera otra circunstancia- se vive en el Líbano, tras los

asesinatos de figuras antisirias, no sería difícil imaginar una nueva injerencia de

Siria, que mantiene buenas relaciones con Irán y cuyas ambiciones en el Líbano

permanecen intactas.

Si se dieran todas o alguna de estas posibilidades, la misión de Naciones Unidas

(UNIFIL) dejaría de tener sentido, al menos hasta que se llegara a un nuevo alto el

fuego Las tropas occidentales abandonarían, en consecuencia, el Líbano. No sería

la primera vez que ocurre tal cosa, ya que en los años ochenta, americanos y

franceses que estaban en misión de Naciones Unidas en el Líbano, se vieron

forzados a retirarse ante el recrudecimiento de la guerra civil en ese país y la

retirada se realizó en circunstancias dramáticas..

Migración atmosférica de una nube radiactiva

La multitud de centrales nucleares en funcionamiento, en lo que comúnmente

denominamos mundo desarrollado, demuestran que cuando se cumplen

estrictamente las normas de seguridad e inspección establecidas, son instalaciones

sumamente seguras. Por el contrario, si no se cumplen, caso “Chernobil”, se puede

generar una catástrofe que puede afectar a áreas geográficas que exceden con

mucho la región en que están implantadas.

En el caso de “Chernobil”, las deficiencias de diseño, operación, mantenimiento y

construcción, dieron lugar a la catástrofe, de todos conocida y la nube radiactiva

que se produjo, se extendió por toda Europa, dependiendo, de las condiciones

meteorológicas imperantes en el momento, que afectara a uno u otro lugar.

La generación de una nube radiactiva, bien como consecuencia de la utilización de

armas nucleares, menos probable, o bien como consecuencia de la destrucción de

una instalación nuclear: por sabotaje; bombardeo; o catástrofe natural (posible

terremoto de alta intensidad en Irán que rompiera el sarcófago) puede producir una

nube radiactiva que migrará en función de las condiciones meteorológicas. De todas

formas, después de analizar situaciones atmosféricas correspondientes a más de los

últimos cincuenta años y teniendo en cuenta la distancia que separa el oeste de Irán

de las islas Baleares, nuestra comunidad más oriental (más de cuatro mil

kilómetros), se puede llegar a una conclusión optimista.

Para justificar esta tesis creemos necesaria una breve introducción meteorológica.

Teniendo en cuenta que la circulación de la atmósfera, es de carácter zonal: sigue

aproximadamente la dirección de los paralelos; sopla de oeste a este en las altas

capas atmosféricas. Además y como es sabido, dicha circulación es a su vez

determinada por la rotación y la traslación de la Tierra, su orografía, la distribución

de masas oceánicas, de las masas de aire y la fuerza de Coriolis, las probabilidades

de que una nube radiactiva producida en territorio iraní alcanzase España son

bastante escasas por no decir prácticamente nulas.

Asimismo, y aunque no quede completamente descartada esa posibilidad también

sería difícil que llegasen partículas aisladas a través de los altos niveles

atmosféricos, que después podrían ser depositadas en la superficie peninsular o

insular mezcladas con gotas de lluvia.

La diferencia de temperaturas entre el Ecuador y los Polos da lugar a las variaciones

de presión lo que a su vez origina la energía suficiente para que se produzcan los

movimientos del aire. Esta compleja máquina que es la atmósfera se ve sometida a

la acción física de sus diferentes componentes y está regida por las leyes de un gas

perfecto, lo que trae como resultado el tiempo y el clima, que son a su vez

consecuencia de los anticiclones, giro de los vientos en el hemisferio norte en el

sentido de las agujas del reloj, y de las borrascas, en sentido contrario.

Bajo la influencia de la presión, el aire se movería perpendicularmente a las isobaras

yendo de las altas a las bajas presiones, siempre que no existan otras fuerzas. La

principal de ellas, como hemos señalado anteriormente, es la fuerza de Coriolis, que

es máxima en los Polos y prácticamente nula en el Ecuador. En el hemisferio norte

origina un desvío hacia la derecha mientras que en el hemisferio sur lo hace hacia la

izquierda y su influencia es grande sobre la trayectoria del viento. Cuando la fuerza

de Coriolis y la de la presión se equilibran, el viento sopla paralelo a las isobaras.

Recordemos que la fuerza de Coriolis es el efecto que sufre un objeto en movimiento

que se mueve en línea recta sobre una superficie en rotación. (Fue descubierta por

Gustave Gaspard Coriolis en el año 1835).

Con lo anteriormente expuesto podemos comprender que aunque hay zonas mucho

más propicias para la formación de las borrascas o de los anticiclones, estas pueden

formarse en cualquier lugar del Planeta y en consecuencia los vientos pueden

arrastrar partículas hasta lugares muy alejados del lugar del que parten. Es conocido

el hecho de que el siroco en Canarias ha llegado a producir el cierre de aeropuertos,

por falta de visibilidad, debido al polvo arrastrado desde el Sáhara, o que la

persistencia de los vientos del sur durante varios días hace en numerosas

ocasiones, que las primeras gotas de lluvia que caigan en Baleares o en el sur de la

Península sean barro por la misma procedencia.

Tras estas, quizá largas, consideraciones queremos exponer la situación atmosférica

que hemos encontrado más desfavorable para España en cualquiera de los casos

que hemos citado al principio, y subrayar que ni siquiera en el caso de que se diesen

esos supuestos estimamos que se fuese a dar una concentración preocupante de

partículas radiactivas.

Corresponden al ocho de septiembre de 2000. En el mapa de superficie se aprecia

que un centro de bajas presiones situado al oeste del mar Rojo y un anticiclón

centroeuropeo favorecen los vientos procedentes de Irán hasta la península Ibérica

pero su largo recorrido terrestre constituiría un obstáculo que iría calentando la masa

de aire, haciéndola desplazarse hacia alturas superiores, circunstancia a la que

también contribuiría la fuerte evaporación del Mediterráneo. Reiteramos nuevamente

que una masa de aire, contaminada o limpia, partiendo de Irán, llegue a alcanzar

España es complicado, aunque llegado el caso habría que estudiar, con más detalle,

para tener plena seguridad, otros factores como la humedad y el gradiente vertical

de temperaturas.

En el mapa que representa la situación, el mismo día, del nivel al que la presión

corresponde a 500 milibar/segundo, donde se fraguan la mayor parte de los

fenómenos meteorológicos, vemos en el trazado de las isohipsas (líneas que

señalan las distintas alturas en las que se registra esa presión y que están

comprendidas generalmente entre los 5.500 metro/segundo y algo menos de 6.000)

un anticiclón que se extiende desde Irán hasta Egipto donde el viento voltea y se

dirige (se aleja de España) hacia el mar Caspio. Hasta la borrasca centrada sobre

Italia podrían llegar algunas partículas radiactivas y alcanzar tangencialmente, por la

parte occidental de la misma a las Islas Baleares. Sería el único y poco probable

peligro.

Queremos, asimismo, resaltar que si la liberación de partículas se realizara en algún

país más occidental, pongamos por caso Israel, nuestro peligro sí sería elevado. Por

último, de tener lugar, como venimos suponiendo, que la zona focal fuese Irán,

China también correría un alto riesgo por lo que, lógicamente, debe ser el más

interesado en que este hipotético caso no llegue a hacerse realidad.

Conclusiones

De este somero e incompleto análisis se deriva que a tenor de las posibles alternativas

de evolución de la crisis y de las consecuencias que podrían tener las hipótesis más

desfavorables, la mejor opción para tratar la crisis de Irán para los intereses españoles,

y en general de todo el mundo, es prolongar la vía de la negociación diplomática, ahora

que Irán todavía no ha hecho trasgresiones flagrantes del TNP.

Así pues en el ámbito de la política exterior se trataría de:

− Evitar la imposición de sanciones a Irán por parte del CSNU puesto que:

− Sólo aumentan el coste de la opción nuclear, no reducen la capacidad de

conseguir una bomba nuclear y no afectarían substancialmente a la economía

iraní.

− Eliminan las posibilidades de que haya una evolución del régimen hacia

posturas menos extremas.

− No eliminan la escalada de la crisis.

− Sólo afectan a los sectores más deprimidos de la sociedad

− Evitar la retirada de la OIEA de Irán, ya que es el único mecanismo de vigilancia

de que dispone la comunidad internacional.

− Promover la devolución del expediente por parte del CSNU al OIEA.

− Buscar el consenso con aquellos estados que puedan presionar a Irán hacia una

salida negociada de la crisis.

− Apoyar las decisiones de la Unión Europea que permitan mantener abierta las

vías negociadoras. En esta dirección quizá lo más importante sea propiciar que

Estados Unidos inicien conversaciones con Irán sobre su programa nuclear y el

apoyo que da al terrorismo. Se debe ofrecer a Irán un abanico de incentivos

económicos políticos y de seguridad. Estas garantías de seguridad pasan por que

Estados Unidos renuncien a un “cambio de régimen” por la fuerza en Irán, a

cambio de garantías de los ayatolas de que no van a producir armamento nuclear

y su renuncia a utilizar el apoyo al terrorismo como instrumento de acción política.

− Dejar claro a Irán que España, aunque apoya el derecho de los países a tener

tecnología nuclear para fines pacíficos, si llega el momento, apoyará las

decisiones que tome la comunidad internacional en el caso de que se verificase,

sin posibilidad de error, la intención del uso militar de esa tecnología por parte de

Irán.

En el ámbito interior:

− Aunque esta conclusión, no será ninguna sorpresa para las autoridades

españolas en la materia, es preciso reconsiderar urgentemente, la estructura de

abastecimiento de energía primaria y disminuir de forma considerable la

dependencia de los productos petrolíferos, dado que un importante porcentaje del

suministro proviene de países con un riesgo de inestabilidad considerable. Como

fuentes energéticas alternativas, hay que considerar aumento substancial de la

generación a partir de energía nuclear; la prolongación de las redes de gas

europeas hasta nuestro territorio; gas de procedencia rusa, y aumentar la

utilización de hulla procedente de países no conflictivos (Polonia, Australia y

Suráfrica), al tiempo que se incentiva la investigación para reducir emisiones a la

atmósfera, procedentes de la utilización hulla, y la aportación de energías

renovables.

− No descuidar las acciones de información sobre la comunidad musulmana.

Mantener al máximo nivel la cooperación, en esta cuestión. No debemos olvidar

que algún tipo de atentado en un país próximo, podría afectarnos sensiblemente y

que la permeabilidad de las fronteras europeas, propicia que se pueda preparar

un atentado en un país y cometerlo en un tercero.

− Mantenerse alerta sobre los avatares de la política interna de los países del

Magreb, creemos que esta cuestión es una prioridad tradicional de nuestra

seguridad y defensa.

− Mantener activos los mecanismos de protección civil en lo que se refiere a

acciones nucleares, biológicas y químicas.

COMPOSICIÓN GRUPO DE TRABAJO

D. ALEJANDRO MUÑOZ-ALONSO LEDO

Senador Grupo Popular

D. JUAN ANTONIO CUADRILLERO PINILLA

Contralmirante. Jefe de la División Logística del Estado Mayor de la Armada.

D. FERNANDO NÚNEZ BASAÑEZ

Catedrático Escuela Técnica Superior Ingenieros Navales. Universidad Politécnica.

D. ANDRÉS CARBÓ GOROSÁBEL

Director del Departamento de Geodinámica. Catedrático Geología

de la Universidad Complutense.

D. JOSÉ ANTONIO MALDONADO ZAPATA.

Instituto Nacional de Meteorología –Jefe del Área de Meteorología Televisión Española.

D. ANTONIO SERRANO RUIZ-CALDERÓN

Jefe Servicio Seguridad Universidad Rey Juan Carlos.