Chiani, M. - Represión, Exilio, Utopía y Contrautopía en M. Cohen

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    Chiani, Miriam

    Represin, exilio, uto pa ycontrautopa : SobreMarcelo Cohen

    Orbis Tertius

    2001, Ao IV, Nro. 8, p. 21-32.

    Cita sugeridaChiani, M.(2001) Represin, exilio, utopa y contrautopa : SobreMarcelo Cohen [En lnea]. Orbis Tertius, 4(8). Disponible en:http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2915/p r.2915.pdf

    http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
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    Represin exilio utopa y contrautopa.Sobre Marcelo Cohen

    por Min'am ChianiUNIVERSIDADACIONALE LA PLATA)

    uzsmmvDe narrativa de Marcclo Coben, critica nfmmda la lkamada literatt/ra del exilio ha tcnido n menta,particubmente, tres n o w h que al& a la repnsin y al exiko en forma indintta o @a&) publicadar iEqaa en los aos inmedi t menteposteriollisa /a cada de dictadara: E l pas d e la da m a elctr ica,I n s o m n i o y E l si t io d e Kelany. Sin embargo, /os textosp bb ~a bs ntesy dwpus) mnfnnan que npwsin

    exilio son gis constantes en Lpmduccin de Cohen. Pmpngo revisar el itinerario m q k t o de losdrj mntcJmodos de representaciny los variados matices semntirs de esosejc s&n va mod~cndoselproyecto nundiuodel atrtor.

    Autoexil iado en el '75 en Espaa, ' Marcelo C oh en part icipa a distancia de los sucesospolt ico-culturales de la Argentina de la dictadura, c on la qu e man tiene co ntacto s a t ravs de suactividad co m o traduc tor periodista. Inicialmente mil i tante delPC argentino e influido po r elmode lo de l i n t el ectual s a r tr eano domina n te e n los 60, la exper iencia de l ex il io m odif ica

    'Marcelo Cohen estuvo en Barcelona desde 975 hasta 1996, ao en que se establece nuevamente enBuenos Aires. As resume el autor lo ms significativo de la experiencia del exilio: El exilio se convierte

    en uno de los problemas centrales de la vida si uno no toma una actitud un poco taxativa: si no comprendeque, o alguna revelacin permite superarlo, o se transfo rma en un apndice, un aadido consustancial a lavida que la impregna completamente. Nunca me encontr del todo cmodo en Barcelona, pero paspocas muy intensas, en especial a los tres o cuatro aos de estar lejos e mi pas, relacionadas con unasensacin de libertad que no haba tenido jams. Hacia 978 me senta independiente, pude razonar unaserie de cuestiones polticas sin tener que rendir cuentas; de golpe estaba slo, no haba padres, familia,superiores politicos. Entonces, por primera vez en mi vida, pude zambullirme en las posibilidadesy dejarque ellas eligieran por m confiando en la espontaneidad. Me poda doler la masacre argentina , tambin la

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    sustancialmente su horizonte de lecturas y su postura frente al arte. Accede ehtonces a la gran tradicineuropea moderna, desde los simbolistas franceses hasta el surrealismo, a la poesa de Pessoa, Vallejo

    y Pound, a la obra de algunos narradores del boom latinoamericano -Rulfo, Fuentes, Garca Mrquez-y, a travs de ellos, a Faulkner y a otros narradores anglosajones. La ciencia ficcin en la lnea practicadapor Ballard es La itima de sus declaradas y evidentes obsesiones (Saavedra, 1994: 79-93). Despus delcontacto con un realismo social matizado con realismo mgico, de la literatura ms comprometida

    de sus pnmeras obras, la confianza m el carcter representativo-crtico de la literatura, su valorgnoseolgics y ;u posible e f e h i d a d se reelaboran yprofm&tan con la propuesta de un nuevo tipode realismo al que denomina incietto -o insegu~o Cohen, 1993).2

    De las variadas ineas a f'icci& imaginativa en la literahra argentina, su produccin evocatanto las tensiones entre ficcin y compromiso, como la relacin entre exiiio escritura que repre-sent la figura de Cortzar. Me refiero, en primer lugar, especficamente a lo que Vias llam

    sntesis por inversin dialctica , para aludir entre otros desplazamientos del itinerario de Cortzar,al de lo fantstico hacia el neoco mmiro (Vias, 1981: 46 . Aunque el itinerario de Cohen, como seha sealado, resulte inverso, se desplaza tambin entre los mismos trminos , y en un movimiento

    de operacin sinttica. Si Cortzar aun en plena dictadura, f rente a las posiciones divididas de losque optan por una literatura poltica y una literatura pura, sigue apos tando a una idea de fantstico,a una literatura en que la preocupacin inmediata por la identidad autntica n o ahogue la necesidadldica y experimental o la libertad individual, la crepcin de mundos posibles en Cohen tampocoborrar sus preocupaciones poiticas, pues de la ciencia ficcin desarrollar las posibilidades sociocrticas

    que afrece el gnero ms que las tecnolgicas.

    E n segundo lugar, co n respecto al exilio, subrayo la insistencia d e Cortzar en terminar conuna versin estereotipada del exiiio como disvaior, de raa romntica, humanstica y anacrnica, queda lugar a la deploracin o rebelda, y, en una analoga con el maravilloso viaje cultural a Europa de

    nuestros antepasados, en reafirmar el carcter inicitico de ese viaje, no ya como acceso al SantoGrial de la Sapiencia de Occidente , sino a la posibilidad de una nueva toma de realidad , a una

    falta de algunas cosas muy queiidas, las muertes, pero lo cierto es que mi experiencia en Barcelona eraembriagadora. Esto en el plano exclusivamente vital; en el plano literario la independencia me ayud,sobre todo a leer sin prejuicios. No tena necesidad de ubicarme en ninguna tradicin y por lo tanto mepude tomar muchos aos, escribir lentamente y dejar hablar una especie de rumor interno formado demagmas emotivos p de las ideas que surgen de las iecturas. Digamos que tena los sentidos bastantedespiertos y esa tensin abierta redundaba en una lectura ms provechosa y en una conciencia extraada-por decirlo de alguna manera- de mi pas y de mi idioma. Graciela Speranza, Pnmra Persona. Conversa-ciones ron quince namderez argenfino~ Buenos Aires, Ed. Norma, 1995, p 73

    'En el concepto de realismo inseguro o incierto , especie de realismo metonmico en tanto presuponela contiguidad entre la materia y la mente, entre la experiencia y la invencin, Cohen combina laperforrnatividad de la teona de los actos de habla con ecos postestructuralistas y l s teoras del caos. VerCokn, Marcelo, Como si empezramos de nuevo en: Confines 1997, Ao 3, n04, julio. El articulo es unareescritura del anterior Apuntes para un realismo inseguro . El Cronista Cultural 15 de mayo de 1993.

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    autocrtica . Cortzar transforma as la negatividad del exilio en un valor; pro pone una respuestaactivay eficaz al genocidio, que vincula al pasar co n la dem encia o lat/topM(Cortzar, 1994: 161-181):Parte del itinerario esttico d e Coh en con siste precisamente e n encontrar un potencial utpico en lasituacin del exiliado, convertido tan to en un o d e los ndices d e la imagen de escritor co m o en lacond icin de la mayor parte de sus personajes. E n los dos casos, la distanciay el extrafiamiento que

    implica el exilio, son fuerzas productivas, posibilidades estticas en tan to favorecen la irrupcin de 'acontecimientos experiencias obras aperturas ue permiten fisurar aunqu e sea momen tneamentelos lmites impu estos p or los mecanismos sociales.

    E n el arco de toda la prod uccin narrativa de C ohen , puede verificarse la persistencia designos represivos, desde la inicial representacin de situaciones vinculadas a la represin militar delos '70 e n Argentina a la posterior creacin de espacios virtuales opresivos. Pero la idea de exilio,envariados matices semnticos literales o metaf ricos, o nociones afines co m oemigrado o ddeportado,anteceden exceden su voluntario alejamiento del pas y la circunstancia de la d~ c ta d u ra .~

    Inte ntar en lo que sigue presentar algunas de las modulaciones m s importan tes de la

    relacin exilio/escritura en ese desplazamiento del com promiso /realism o a la ciencia ficcin/realis-m o inseguro. Mod ulaciones que repro ducen su propia posicin en el cam po cultural de los '80'90: la adopcin de un gnero sin tradicin cannica en Argentina; la no p ertenencia a grup osreconocidosy el vaco de un contacto generacional a pesar de las colaboraciones enBabel: el vnculocon Shangaio el reconocimiento de filiaciones con Saer o Aira; la ausencia en los medios o escasasparticipaciones en eventos de o rden acadmico, son algunas marcas o gestos del escritor/outsider.

    Ya en Losp4aro~mbitt se comen, publicado e n el '75, el primeroy el ltimo cuento puedencondiderarse constitu tivos de una primera modulacin de la relacin exilio escritura. Lagr n casade la calle And onaegui tiene entre sus habitantes a Pablo, el Escritor , cuyo objetivo es realizaruna cr nica de carcter pico de la vida de su abuelo , Samuel Go lstein , judoy bolchevique queescap de Ucrania, ms por motivos religiosos que polticos vino a parar a la Argen tina paraconstru ir, cansado de haber visto a la gente irse de m on ton es de lugares , la G ran Casa don dejuntarse co n los de su sangre .

    E l exilio, tensionado entr e el sueo, la em presa, la accin,y la certeza de la necesidad deafincamiento, el deseo de reposo final, aqu aparece com o o bjeto d e representacin del escritor, enlos lmites de un gnero asociado al realismo. Garante fu ndam entalmen te de unahistotia de ex.ado,voz testimonial, la figura del escritor exhib e sin embargo tambin un o de los semas de exilio: el

    3 Amrica Latina: exilioy literatura (1978). Algunas de las ideas aqu consideradas reaparecen en Laliteratura latinoamericana la luz de la historia contempornea (otoo 1979-primavera 1980), Reali-dad y literatura en Amrica Latina (1980), El intelectualy la poltica en Hispanoamrica (1983),recogidos en Obra cntira/3, Edicin de Sal Sosnowski. Madrid, Alfaguara, 1994.4Engenerai,la crtica slo ha considerado como textos referidosa la represiny al exilio, aquellos en clavealusiva, esto es, E l p a s de la dama elctrica (1984), Insonjnio (1985) y E l sitio de Kelaty (1987).'Cohen, Marcelo, Buenos Aires, Editorial Boedo, 1975.1~ que queda y laspjaros tambin se comen fueronlos dos primeros libros publicados por Cohen en Buenos Airesy considerados por l prehistoria'' (Saavedra,1994).

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    alejamiento, el empe o d e n o m ezclarse demasiado con los hechos; co ntem plar a distancia, enextremos, en perspectiva vertical: 'Mir hacia arriba y vio a Carlos el Escrito r apoyado en el bordedel balcn, mirando los camiones con una sonrisa huidiza y apacible, fumando .

    El porvenir es ms duro que el granito pon e en cuestin justamente el quedarse fuera, del lmite de las cosas que estaban pasando . El bord e, la altura, resultan he ridos ahora por la

    atraccin de la lnea horizontal: Corrientes y la fiesta peronista, el da antes de la asuncin deCm pora, para un escritor de izquierda. E n este ltimo cuento, la figura del escritor reaparece en elpasaje conflictivo del balcn a la calle, del am or y respeto filial al com prom iso, d e la crnica privaday familiar, a la del presente. Pasaje conflictivo porqu e se pone n en duda tanto el aislamiento y lacontemplacin, como la participacin, porque se reflexiona sobre el pod er d e la accin y de la palabraen el horiz onte d e una revolucin que, si se presiente e n la plaza, y para la que las a ntorchas, lospitos y las matracas eran el escaln pequ eo y estruendoso pero finalmen te necesario , su manerasalvaje de entregarse seguira siendo la quimera de pases como la Isla o los versos de algunospoemas . Porque finalmente, se reconoce el hiato entre hechosy voz, aunque se retome la confianzapara cruzarlo, y el representante, el Cronista de nuestro Tiem po, se asuma c om o smbolo de unaextraa mezcla en tre los que ina n a la plaza y los que se quedaran en sus casas, (una mezcla mscercana al desconcierto que al optimismo) .

    D e aqu en ms, la relacin exilio/escritura, sumar a la idea de distancia , de separac in, a decom pulsin y violencia, es decir, exilio en s entido estricto. Expulsin, em igracin forzada de latierra en q ue se vive (De Diego,1998:227-236 .

    Algunos cuento s deElinstnrmento m s cam e ierra y de Elbgitre ea clinciemo refieren mso m enos explcitamente a la represin de la dictadura m ilitar argentina; a situaciones que represen-tan el ho rro r d e ese perodo -la circulacin cotidiana de los parapoiiciales, la nueva tecnologa del

    castigo y la muerte-, el primero; a las condicio nes d e los sobreviv ientes - e l exilio, el fantasma delregreso- el segundo.

    Una de las secciones deElinhrrmento ms cam e ierraconcentra los cuentos cuyo referentehistrico es el accionar represivo clandestino del Es tado Terrorista. Su titulo, Sntomas , revela elngu lo elegido por Cohen para acercarse a esa realidad. Se ficcionalizarn as seales, los indicios deuna enfermedad social. .

    La voluntad de trabajar especialmente sobre los efectos anm ico-psicolgicosde la represinse com bina con la cada del narrador omnisciente y el predominio del dilogo, el monlogo interioro el estilo indirecto libre, a cargo de su jetos enunciantes q ue encarnan distintas perspec tivas lings-

    tico-ideolgicas: un sargento y un cabo que en el silencio de la madrugada trasladan cadveres paraarrojarlos al ro: un am a de casa con hijos militantes de izquierda que mira po r la ventana cmo losFalcon verdes destruyen la fisonoma de su barrio,' u n pro fesor exiliado que m ientras pide trabajodelira po r el hambre y el dolor.' Los relatos exhiben com o mecanismos d e construccin referencia1

    De noche al lado del agua . Cohen, Marcelo.Elinstruntetito s caro de la tierra Barcelona, Montesinos,1982, (rene cuentos escritos entre 1976y 1979).

    Consejos del profesor Harfag . E l instmmento ms caro dt la tierra ob cit., pp. 102-119.Nadar sabe mi llama la agua fra . Idem, pp. 120-168.

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    prepo ndera ntes qu e se m antend rn e n el l ibro siguiente, la inter iorizacin, la focal izacin m vilymltiple, la conversacin, mecanismo s qu e atentan contra el maniquesm o y las interpretacionestotalizadoras en la representacin de lagtreas14ciay perm iten una mirada que, ms inquisi tiva quedefinitoria, sin caer e n el relativismo, desmitifica al individuo victirnizado y ausc ulta la voz del O tro,respons able d e la victimizacin (Reati,1993). Los rasgos qu e en general han sido identificados co m ocaractersticos d e la narrativa del perodo d e la dictadura, la pro du cid a e n el pas y en el extranjero,aunq ue a veces u n acusado realismo impu gna la tendencia, general izada tam bin, a representar laviolencia co n estrategias originales, n o m imticas, alusivas, eufemsticas, alegricas o desplazadas(Sarlo, 1983)'

    E n D o n d e s e realiz an l os s ue o s d e E l b d r een e l i t~vierno ,~~l tem a d el exilio sum a a laoposicin entre espacio d e pertenencia y de ajenidad relacionada c o n el binomio pasado/presente,una tercera instancia espacio temporal, el no lq a r y el despu s o futuro esp erad o (Avellaneda, 1985:82): la isla Syrina, co n la que On ofre haba soa do, a la qu e se dir ige e n posesin d el dinero qu edurante o cho aos acumul co n e l Bizco , despus de robary secues trar a do s alemanas.

    Si bien el mom ento de la represin aparece indirectamente evocado c om o pasado, desde unpresen te de exilio, desde s u contracara, el idealismo revolucionario, el cuen to ejemplifica la inten-cin antes sealada d e romper co n el maniquesmo, ya qu e la ecuacinvictimario-represor/militar,vctima-exiliado se al tera en un dob le sent ido, primero porq ue la vct ima-exiliado n o lo es delrepresor-mil itar s ino de su propia clula revolucionaria; segundo, porque es tambin v ic t i m ar i~ . ' ~

    E l discurso autobiogrfico que O no fre dirige a las jvenes in troduce la cuestin de l papel dela izquierda en la etapa de la represin: Lo qu e pasa es qu e hace m uc ho m e vendieron un b uznym e con ven c de q ue hab a qu e luchar po r los ideales. E l socialismo, la justicia, tirar los impe;ialistasa un fo so, ma m bo s po r el estilo. Qu era ser hroe, flacas. Siempre quise ser hroe. Ah ora n o, ya sem e bajaron los humo s, pero antes que na ser un hro e de la gran siete. Los m uchachos se entusias-ma ron co n nuestra ef icaciay empezaron a mand arnos to dos los d as a l fren te . N o expl icaban uncarajo: que boletear u n m ilico, que asaltar un ba nco, qu e patatin, patatn; y basta. Lgicamente no s

    En general, la bibliografa sobre el tema tiende a considerar que esta tendencia no se explica slo por lacensura ejercida en Argentina, dado que se verifica tambin en los textos producidos en el exilio.' Coh en, Marcelo, Barcelona, Montesinos,1984. l buitre en e invierno incluye tambin otro cuentoreferido a la represin m ilitar, particularmente a la problemtica del regreso y del reencuentro, posterior

    al exilio: Slo contra los marcianos .La correspondencia fnica Syrina/Abisinia y el hecho de que Onofre se convierta en Barcelona entraficante, parecen aludir a Rimbaud, figura que enca rn tanto la vanguardia esttica com o la poltica.l Pero si se lo compara con el libro anterior, el cuen to registra un mov imiento de repeticiny diferencia:un mayor distanciamiento esttico logrado por la recuperacin de elementos dismiles de la tradicinliteraria argentina (una sntesis Borges/Arlt), convive con prefiguraciones de textos posteriores (undesastre europeo que anuncia el oxm oron constitutivo del paisaje posindustrial de los textos de los90:sabotajes en centrales nucleares, derrumb e del dlar, saqueos llevados a cabo por profesionales, policas ydesertores, hospitales atestados de suicidas, invasin de ho rdas d e desocupados).

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    cansamos, un o es idealista pero no idiota. Q uis ier on m ete rn os en un a crcel del pueblo, -bamosa tener que hacernos la autocrtica revolucionaria. Per o a pap m on o c on bananas verdes? N otuvimos ms remedio que rajarnos del pas con dinero de ellos . As el ideal revolucionario encuan to organizacin resulta signado po r una do ble traicin, la de los dirigentes, los que mandan alfrente a los jvenes, la de los jvenes que huyen con dinero de la organizacin; pero tambinpervertido en cu anto telos mismo: On ofrey el Bizco en M adrid se dedican al contra ban do de joyasy al nego cio de la herona.

    C om o el Bizco, el gil qu e una vez le haba salvado la vida quera volver al barrio, On ofr elo traiciona, y huye con el dinero de am bos a c oncretar sus sueos de ocio. Pero O no fre en la islaempieza a ser dom inado p or una e xtraa inquietud, cuyo sentido se le revela con la llegada delBizco. Despu s de compartir comida, mujeres y dilogos, el Bizco lo apunta con una ametralladorapara exigirle el dinero y Ono fre se acuerda de golpe de un nue vo s ue o que haba tenido entremareos l noche anterior: el regreso con pena y devocin l bar casi intacto del Almacn Com postela,en su barrio ViUa Canedo, db nd e descubre a sus co mp ae ros jugando a las cartas quienes no loreconocen. Una evocacin del espacio pro pio en la que C ohe n parece citar las sincdoques delimpu lso mtico co n el que Borges fun d Bu enos Aires: el almacn, el juego, elem entos un tantoanacrnicos para los muchachos de170. Turro , -le grita al Bizco- ya s a qu viniste. Viniste acon tarm e mentiras. A pro vocarme viniste. A ver si me picaba el bichito y me qu edaba ac metapensar, y de golpe un da me daba la locura de ir a Canedo ver si de verdad estaban jugando.Queras revolverm e 10s sueos. Pero yo voya gozar co mo un duque so lo en un castillo. Un caStiUoperpetuo, entends. Perpe tuo. Por mi te pods ir al carajo con la inseguridady la guita. El Bizcorecoge su parte se va.

    Co n claras remisiones al universo de Arlt, en particular aQ~g~~eleterabiosola sociedad secreta

    delictiva, la mezcla de lo picaresco y lo heroico, el personaje deform e, la traicin como afirmacin de laindividua lidad, y el impulso utpico-, el cuento retoma tambin los tpicos del viajey la isla elmotivo borgeano d e cruce de sueoy realidad, para reescribir estos elementos en el plano de lossntomas y en la evaluacin de los diferentes roles sociales en el contexto histrico de la dictadura.

    E n principio queda invertida la funcin y el valor de la isla co m o espacio utpico : en unsentido superficial porque la felicidad n o se logra, pero tambiny fundamen talmente porqu e ya nocons tituye un ideal de felicidad social, o colectivo, sino personal ( Para vivir co mo un duque conharem propio''): en el trabajo sobre el gnero se advierte tambin la quiebra y el cambio de identi-dad -de idealista a traficante, ladrn o traidor- co m o consecuencia de la participacin en la lucha

    poltica. Fractura en un o tr o que se evidencia cuando en el sueo sus amigos no lo reconocen.Pe ro adems, si en el Borges idealista el sueo es la condicin de la consistencia de lo real y

    del sujeto so ante acuciado por el tem or d e ser soado, aqu el juego de este doble metafsico semantiene pero alterado, al volcarse sobre el plano histrico: no hay temor a estar hecho con lasustancia de,los sue os, ni temo r po rque el olvido de soa r anule lo real. Hay temor precisamentede lo contrario, de qu e un sueo involuntario, persistente -el regreso- se vuelva realidad. As elsue o primero, el de la isla, cob ra o tr o sentido, co m o ot ro sentido, vacilante, ambiguo, cobra lafigura del traidor de un ideal, de un amigo. Lo q ue com pulsa el primer sueo -la creacin de unanueva realidad e identidad- es no slo la prdida de la identidad social perso nal, ocasionada por

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    el exilio, sino tambin el tem or a la propia debilidad, huir hacia una isla para no co nm ove rse con laspalabras del Bizco, para n o ser vencido por la nostalgiay en el regreso no volver a encontrarse jamsD e ah que en los sueos O no fre insista en caracterizarse co m o el inescrupuloso, afirmarse en suinsensibilidad. Con lo cual, la figura de la vctima, si se haba co mp licado al identificarse con elcanalla y el traidor, se complica aun ms, l ser el victimario , al final, otra vez vctima. On of re esy noes u n idealista desengaado, esy n o es un traidor. O tra vez el eco de Arlt.

    E n la novela E l p a i ~e dama elchi'ca, Cohen vuelve a tratar el mo m ento histrico de ladictadura, pero ms oblicuamente, porque la textura narrativa se complica: una historia en la que seentrem ezcla la intriga policial, la novela de viaje, la na rrativa de los escritores de la generacin beatelem entos del gne ro autobiogrfico; una escritura hecha al ritmoy con letras de rock -Hendrix,Morrison, Joplin, Sp inetta, Nebbia, Manal, Moris-,y atravesada po r discursos dismiles - e l uso dela jerga rockerojuvenil, la incorporacin de otros idiomas el registro de dialectosy pronunciacionesdiferentes; un con trapu nto de historias paralelas e imbricadas a lo Cortzar que expande algunosncleos argumentalesy genricos del cuento anterior.

    La novela, si bien tiene como punto culminante el secuestroy la violencia, ab isma en laviruta de la trama y el discurso, en el volumen bablico del lenguaje, la referencia directa, pararepresentar ms bien un clima, un am biente de temor, sospechay delacin; la represin, pe ro m sall del eje bipolar, victimar io/militar, vctima/com prom etido con la izquierda. EnElp at j de mae&ta, -electricidad de la picana, electricidad de la escritura/gu itarra-, este nuevo intento de pensarla historia argentina reciente, tamb in se quiere dar cuenta de una viirencia generaciona l, la resisten-cia encarnada en la cultura rocky sus mitos, portadora de una ideologa contestatariay revulsiva queoper desde la m arginalidad. As si el viaje recorrido remite al exilio histrico forzoso, es tambinel de aquellos que no esperan llegar a ningn lado, que hacen altos en el camino para seguir

    buscando indefinidamente, el errabundeo perman ente en el que se experimenta la libertad que elrock levant co m o bandera (Montaldo,1984).Y si la prime ra h istoria, la de la isla, puede leersecom o la respuesta onrica, delirante, ntima que M arn se da a s mismo con respecto a lo vivido enBuenos A ires, tiene, a pesar de su reenvo a su doble otro, un efecto descontextualizante; amplifica,por as decir, el problema de la represiny del exilio, al proyectarlos a o tro espacio,y al oponedes untrm ino ms que poltico/partidario especfico, sociocultural, representado po r individuos o gru -pos aislados, al margeny contrar ios al statu quo.

    Este desvo superposicin referencial, esta densidad que cobra el lenguaje, hacen deElprujdela dama eichika un mo m ento clave de la produccin de C ohen si se la piensa a partir del eje de larepresin y el exilio.14

    A partir de esta novela, la narrativa de Cohen se desplaza hacia otr a constelacin generica,do nd e la represin tiene otros agentes, mtodosy alcances y la idea de exilio se aleja de aqulhistrico-forzoso de la dictadura. Mantiene los semas d e una inicial separacin involuntaria, pero sele anexa el valor de posicin estratgica.

    13cohen.Elpas de la dama elctrica, Buenos Aires, Bruguera,1984'4Paralelas, no slo porla alusin l momento histrico dela dictadura, sino tambin por este desplaza-miento, son las novelas Insonrnio y E l sitio de Kelany.

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    Co hen d ijo que desde el com ienzo d e su escritura pe ns e n una distancia que haba quepreservar. La que se presiente en la figura del balcn y tiembla con la calle, -e se estar en m edio de-, serecobra en la etapa final del itinerario con este nuevo exilio que es bo rde, costado -un estar adentro-afuera. Ni lnea vertical ni ho rizonta l, oblicua.

    E n sus ltimos textos-E lo d o absolzto, E l f in de lo mismo, Eltestamento de Oyaral, Inolvzdablesveladas, Hombres amables- Cohen presenta espacios virtuales distpico s, fantasas anticipativas para-noicas que son trminos extremo s de nuestras propias leyes y tienen pun tos d e contacto con latendencia, que iniciada por el ruso E ugene Zarniatin en 1920, conso lidaron Hudey, Onvell, Bradbury,com o una de las lneas genricas ms sobresalientes d e la literatura de es te siglo: la contrautop avinculada a la ciencia ficcin. Gnero fuertemente codificado,al menos e n sus paradigmticas versio-nes, que conserva, si bien transfo rmn dolo s sustancialmente, todos los caracteres 'optimizantes'de la utopa, en el sentido de imaginar una realidad en la cual lo q ue en la situacin actual son sloposibilidades se realiza llevando al extrem o el cum plimiento de todas sus implicaciones para, alofrecer imgenes del mu nd o perfectamente negativas , advertir sob re las consecuencias nefastas

    de la seduccin po r un pseudo prog reso cienfico-tecnolgico, autoritarismos de cualquier sopo rteideolgico, planificacin racionaly condicionamientos (Vattimo, 199 395 -112 ).

    Cohen trabaja el gnero, operando slo una sutil distorsi n hiperbiica sobre el presente,ycon algunas seales que evocan los rasgos clsicos de la contrau topa -totalitarismo, embrutecimien-to p or masificacin, mu erte de valores, profun da tecnificacin-, p ero n o tension ndolas hasta elextrem o apocalptico, ni hasta el extremo de una racionalizacin que, aunq ue de signo inversoa lade la utopa clsica (infelicidad versus felicidad), en la construccin de m un do s cerrados con ladescripcin minuciosa de nu evos rdenes poltico-sociales,parece que tiene que volverse totalitariapara denun ciar el totalitarismo.Y tan to la violencia ostensiva d e una sociedad centralizada por laautoridad de unBiet~hechor, n Administrador, o un Big Brother, com o la oposicin de grupos o clasessociales ms o m enos organizadas qu e resisten, se dispersan descentrados en pod eres de con trolannim os y actos de individuos aislados, humildes gestas que coronad as p or epifanas huecas(Saavedra, 1993),j5 ogran quebrar la superficie plena ininterrumpida, ese con tinuum sin contingen-cias ni historia que es la sociedad posindustrial. Ms prx imo a Pyn chon , Burroug hs y particular-mente a Ballard, la ciencia ficcin contraut pica n o apocalptica de Co hen , no hipotetiza sobre unmu ndo futuro perfectamente organizado en todos sus aspectos, optim izand o hasta el lmite lasposibilidades del desarrollo cientfico-tcnico; m s bien con B allard, amplificaun uturo qzleya esten nosotms,convirtindose en una vertiginosa m quina de visin de la ciudad contem pornea,do nd e a pesar de las limitaciones el prodigio tiene todava lugar.

    E n el marco de la cienc ia ficcin, el viaje, la isla, el exilio, deElbzi tr e en elinviernoo Elpa r dedama elctrica ya no organizan ex ternamente la narracin; los evoca la situacin de marginalidad de

    ciertos personajes. Pro vocada e n pa rte p or las condiciones represivas del sistema, esa situacin esparadjicamente, la cond icin de su rup tura, la que abre la irrupcin d e un hero smo minimaiista,que representa a la vez la irrupcin de lo fantstico en el verosm il marco de la ciencia ficcin.

    l En el estupor de algunos acontecimientos, estos personajes se encuentran con epifanas, pero sonsignos vacos, y ese vaco, como bien saban los orientales no es la nada sino la ausencia de conceptos .Co hen , Marcelo, en: Saavedra, Guillerm o 1993).

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    Ya en Elfin de mixmo al carcter totalitario, cerrado y esttico de la sociedad posindus trialop on e Coh en una m ome ntnea turbulencia. Los relatos se cierran despus de perfilar mnimos,pequeos actos contra el sistema, que otorg an a algunos personajes el efmero pode r de ser por unmomento una peculiaridad y les restituye el sabor de la experiencia. Individuos aislados,disconformes, indefinidos, gente de educacin imperfecta, sem iextranjeros en el reino de la imagen,con arrojo y desfachatez descubren, aceptan, defienden o inventan una o portu nidad , un hechoazaroso , para qu ebrar la repeticin y resistir desde las diferencias. Frank ie era un titn, Lidia gladia-dor, Gum pes hroe.

    E n Hombresamab/ex su ltimo texto, la ciencia ficcin retoma de la tradicin del arte moder-no que imagin razones para legitimar un arte del presente, la identificacin de gestos heroicosacordes a las pasiones y costumbres de cada poca y la imagen del artista segn una imagen de hroetrapero destinado a extraer flores del fango; de Benjamn, la complejidad de sentimiento y derespuesta a la pregunta insistente p or la extenuacin paralela de la experiencia y la narracin.

    Si la imagen del artista hroe es inicialmente similar a la del trapero baudelairiano -registray recoge todo lo que la ciudad arroj, perdi, todo lo que ha despreciado o pisoteado; se porta com oun tacao con su tesoro se detiene en los escombros-, su operacin bsica sin em bargo ya no esfijar y transfigurar sino narrar: da coherencia y consistencia a restos en d ispersin, cond ensa, cons-truye desarrollando ncleos de minsculas y nuevas comunidades que percibe en su entorno,marcos que buscan componerse. Y es tambin un exiliado. Su hbitat es el margen, la orilla. Aco rdeal espacio transnacional, de mezcla representado, este herosmo de la orilla ya n o encarna tradicioneslocales. La orilla deviene condicin de vaco: es en el alejamien to del mun do de las decisiones, de losmedios com unes de produc cin de imaginario, don de se produce u n vaciamiento de la m ente paraobtener el trato amable, ntimo, solidario con la realidad: la experiencia, que en ese paisaje

    tardoindustrial es percibida com o fantstica.Los textos de C ohen prod ucidos desde fines de los '80 pueden considerarse com o ciencia

    ficcin en el sentido general de narrativa de la hiptesis, de la conjetura o de la abduccin a partir delas tendencias del mu ndo real (Eco, 1988), pero la garanta cientfica se vuelve laxa con el usosubordinado de la tecnologa para utilizar como base de la anticipacin problemas polticos ysociocu lturales. Cohen quiebra adems las versiones apoca lpticas de la ciencia ficcin con acontec i-mientos humildes, co m o la perc epfin luminosa y rallentada de una flor nacida de una baldosarota, el raccon to ebrio de una vida que logra suspend er una no che del tiempo, el inusitado temblorde una fellatio, o la narracin misma que todava los cond ensa en una forma amable, donde el

    narrador talla morosamente, como quera Benjamin, la huella de una experiencia con valor deofrenda: pero experiencia en tanto ardor asimtrico deo casual, del inverosmil azar del despro-psito impaciente (Foucault, 1968); desgarre subversivo de un fantstico menor, trazad o ya conondu laciones caticas, ya con ecos de Spinoza o Saer por el cruce de materia y percepcin en laconstruccin de zonas, y protegido siempre por el ridculo o el silencio. Sin estridencias, sin rastros;slo cierta perplejidad para algunos habitante s de esos universos desoladosy para el lector que seenfrenta a lo inexplicable de lo nimio. Doble desestabilizacin -de la ciencia ficcin quebrada por elfantstico, del fan tstico acechado por la ciencia ficcin- do nd e se crispa la posibilidad de contar y eltexto resulta la milagrosa extraeza del relato imposible (Foucault, 1968). Ese es el m odo en que

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    contina y renueva la tradicin peculiar de los futuristas argentinos, responde a las discusionessob re el realismo q ue arreciaron con la irrupcin e n el cam po literario argentino de las obras deLaiseca, Aira y los escritores del grup o Shangai rearticula las tensiones autonom a/inquietudessociopolticas, presentes desde el com ienzo d e su produc cin.

    Si bien la produccin de Cohen parece condensar en s un desplazamiento paralelo aldesplazamiento general que se ha reconocido en la narrativa argentina, de los sesentaa los ochenta,cuyos t rmin os institucionales ex txemos, el on~romiso la inuh lidad, gobernaron el trazado de unacurva que arrancaba de la confianza en la literatura com o registro posible del realidady que llega ensus man ifestaciones antirrealistas ms extremas a aspirar a una completa autorreferencialidady a unvehem ente deseo de quebrar totalmente con la fe en el pod er de la ilusin mimtica (Avellaneda,1997:149), la eleccin de la ficcin especulativa, sup on e una distancia con respecto a los narradoresque publican po r primera vez en los ochenta con los que suele asocirselo,y a cualquier afirmacingozosa d e desinters. Pues au nque progresivamente C ohe n problematice la nocin de realismoy laliteratura deje de subordinarse a un imperativo heternim o, sigue mantenindose, tensionada po rla densidad ensaystica y los resortes lricos, una clave alegrica de lectura en relacin al presente,do nd e el exilio recobra, a nivel ficcional, cierta levedad utpica: esa nueva tom a de realidad quereclamaba Cortzar, esa liberacin o independenc ia que confesaba Cohen haba sen tido en Barcelona.

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