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Teórico 3 Docente: María Rosa del Coto Temas: Tipos de objetos. Tipos de interpretante. El interpretante lógico final. La verdad pública. La comparación entre los dos modelos de signo, el saussureano y el peirciano: la concepción acerca de la significación; el alcance del concepto de signo; la “materialidad del signo” y la “construcción social de lo real”. Posición de Verón respecto de las dos definiciones planteadas por Peirce en referencia al Objeto Dinámico. Esta clase se inicia con el alcance de la noción de Objeto en la teoría peirciana. OBJETO (DIN OBJETO (DIN Á Á MICO): MICO): ALCANCE DE LA ALCANCE DE LA NOCI NOCI Ó Ó N EN LA TEOR N EN LA TEOR Í Í A PEIRCIANA A PEIRCIANA IMAGINABLE : FRUTO DE LA IMAGINABLE : FRUTO DE LA IMAGINACI IMAGINACI Ó Ó N HUMANA N HUMANA EXISTENTE: SON PERCEPTIBLES A EXISTENTE: SON PERCEPTIBLES A TRAV TRAV É É S DE LOS SENTIDOS S DE LOS SENTIDOS INIMAGINABLE: INIMAGINABLE: Los objetos dinámicos pueden pertenecer a tres tipos. Lo que importa de esto es que está relacionado, como verán, por un lado, con la segunda tricotomía; por otro, con lo que es, para Peirce, lo real. Lo real, para él, no se reduce a lo existente. Los seres humanos tenemos la tendencia a pensar que la realidad o lo real tiene que ver con lo que existe, con lo que realmente es o fue. Pero, para Peirce esto no es así: la idea de lo real tiene un alcance mayor, y eso es lo que se muestra en la diapositiva. Así, el objeto puede ser IMAGINABLE. Esto tiene que ver con la primeridad. Imaginable es todo aquello que es fruto de la imaginación humana: Personajes ficcionales (Don Quijote, Sancho Panza, Madame Bovary, etc.) son, para Peirce, objetos. Objetos particulares, no son existentes porque nunca existieron en la realidad concreta. Lo mismo sucede con cualquiera de los mitos, de las leyendas de las distintas mitologías y religiones. Esto, les decía, está relacionado con la primeridad, y está relacionado con el ícono. ¿Se acuerdan cuando, en referencia al ícono se indicaba que un ejemplo de él, son las imágenes? Y fundamentalmente las imágenes producidas manualmente. ¿Por qué? Porque uno puede pintar o dibujar seres que no han existido nunca. Hay muchísimos cuadros que así lo prueban, en cambio no se puede sacar una fotografía de un ser mitológico. Se tiene que hacer que una persona “se disfrace” y haga de ese ser mitológico y así sí puede sacársele una fotografía. Y esto porque el ser

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Teórico 3

Docente: María Rosa del Coto

Temas: Tipos de objetos. Tipos de interpretante. El interpretante lógico final. La

verdad pública. La comparación entre los dos modelos de signo, el saussureano y el

peirciano: la concepción acerca de la significación; el alcance del concepto de signo;

la “materialidad del signo” y la “construcción social de lo real”. Posición de Verón

respecto de las dos definiciones planteadas por Peirce en referencia al Objeto

Dinámico.

Esta clase se inicia con el alcance de la noción de Objeto en la teoría peirciana.

OBJETO (DINOBJETO (DINÁÁMICO):MICO): ALCANCE DE LA ALCANCE DE LA

NOCINOCIÓÓN EN LA TEORN EN LA TEORÍÍA PEIRCIANAA PEIRCIANA

IMAGINABLE : FRUTO DE LA IMAGINABLE : FRUTO DE LA

IMAGINACIIMAGINACIÓÓN HUMANAN HUMANA

EXISTENTE: SON PERCEPTIBLES A EXISTENTE: SON PERCEPTIBLES A

TRAVTRAVÉÉS DE LOS SENTIDOSS DE LOS SENTIDOS

INIMAGINABLE: INIMAGINABLE:

Los objetos dinámicos pueden pertenecer a tres tipos. Lo que importa de esto es que

está relacionado, como verán, por un lado, con la segunda tricotomía; por otro, con lo

que es, para Peirce, lo real. Lo real, para él, no se reduce a lo existente. Los seres

humanos tenemos la tendencia a pensar que la realidad o lo real tiene que ver con lo que

existe, con lo que realmente es o fue. Pero, para Peirce esto no es así: la idea de lo real

tiene un alcance mayor, y eso es lo que se muestra en la diapositiva.

Así, el objeto puede ser IMAGINABLE. Esto tiene que ver con la primeridad.

Imaginable es todo aquello que es fruto de la imaginación humana: Personajes

ficcionales (Don Quijote, Sancho Panza, Madame Bovary, etc.) son, para Peirce,

objetos. Objetos particulares, no son existentes porque nunca existieron en la realidad

concreta. Lo mismo sucede con cualquiera de los mitos, de las leyendas de las distintas

mitologías y religiones. Esto, les decía, está relacionado con la primeridad, y está

relacionado con el ícono. ¿Se acuerdan cuando, en referencia al ícono se indicaba que

un ejemplo de él, son las imágenes? Y fundamentalmente las imágenes producidas

manualmente. ¿Por qué? Porque uno puede pintar o dibujar seres que no han existido

nunca. Hay muchísimos cuadros que así lo prueban, en cambio no se puede sacar una

fotografía de un ser mitológico. Se tiene que hacer que una persona “se disfrace” y haga

de ese ser mitológico y así sí puede sacársele una fotografía. Y esto porque el ser

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mitológico es inexistente. Los seres imaginarios, primero empezaron siendo símbolos,

las literaturas oral y escrita fueron las que les dieron características, cualidades, y a

partir de ellas, se los fue dibujando y así aparecieron representaciones dibujadas de esos

seres imaginarios. Entonces, estos seres inexistentes forman parte de lo real, y se

representan a través de íconos y de símbolos.

El objeto también puede ser EXISTENTE. Lo existente es aquello que se puede percibir

mediante los sentidos y que se encuentra en la realidad. Se relaciona con la categoría de

la Segundidad.

Y luego aparece lo INIMAGINABLE. (En la diapositiva, carece de definición, aparece

un espacio vacío) ¿Por qué aparece vacío lo inimaginable? Porque en realidad, mientras

Peirce habla de los otros objetos, no define específicamente al inimaginable. Cuando

habla de inimaginable no habla de objeto, porque lo que está conectado con los objetos

inimaginables son los SÍMBOLOS. Entonces, primera cuestión. El símbolo es un tipo

de signo, que se caracteriza por no tener materialidad ―los signos que tienen

materialidad son los iconos y los indicios. El símbolo no tiene en sí materialidad porque

Peirce lo piensa de una manera sistemática, como lo hace Saussure. Dice que los

símbolos, para manifestarse, para alcanzar materialidad, necesitan de RÉPLICAS.

Réplica no tiene que ver con contestación, tiene que ver con modelo y con duplicado de

algo. Uno viaja a Francia y trae un llavero con la Torre Eiffel. Esa es una réplica de la

verdadera Torre Eiffel. O las réplicas de tal estatua; en tal lugar, por ejemplo, no está la

estatua que hizo Miguel Ángel, sino que hay una réplica de la hecha por el artista. Esa

está adentro, en otro lugar, preservada, se puede visitar o no, etc. Lo que quiero rescatar

acá es la idea de réplica de un original. En la teoría peirciana, los símbolos son “los

originales” y se manifiestan a través de réplicas. Las réplicas son, desde el punto de

vista del representamen, “sinsignos”; son segundos que, además, necesitan presentarse

en un cotexto, para que adquieran significado.

Reitero, la réplica funciona a través de un segundo, porque la segundidad está vinculada

con la materialidad, porque es el hecho, el evento, el acontecimiento, algo que se

produce aquí y ahora.

Cuando Peirce habla de lo inimaginable da como ejemplo el símbolo “fast”. Nosotros

podemos dar otros. Pensemos en la palabra BANCO. Primero está la cuestión de que

Peirce está pensando, como indicamos, en el sistema. En tal sentido plantea que cuando

aparece el sinsigno, la réplica, esto es, cuando decimos BANCO, aparece la

actualización del símbolo. Es, en esta instancia, cuando el símbolo “adquiere”

materialidad.

Pero hay algo más. Si yo digo BANCO, solo, así, sin nada, es imposible saber si la

réplica pone en juego el sentido que remite al lugar donde la gente se sienta (diferente

conceptualmente del banquito, de la silla, del sillón, etc.) o el sentido que remite al lugar

donde se hacen operaciones financieras y económicas. Lo que dice Peirce es que hay

elementos que son inimaginables, que, recién cuando aparecen en una frase, pueden ser

imaginados. Ahora bien, pensemos, también en los conectores. Si uno dice

“AUNQUE”, “POR LO TANTO”, “EN CONSECUENCIA”, “POR

CONSIGUIENTE”- “NO OBSTANTE”, ¿Cómo los podemos imaginar si son

operaciones lógicas? Estos términos o expresiones lógicos de la lengua no pueden ser

representados de otra manera que no sea a través de interpretantes simbólicos, de

definiciones de ellas.

¿Qué es lo que tiene que quedar claro de todo esto? Que para Peirce lo real no es sólo lo

existente sino que está conformado por objetos imaginables, objetos existentes y objetos

ni siquiera imaginables. O sea, lo real, en la teoría peirceana es sumamente abarcativo:

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esto es lo que importa. Entran los conceptos, entran las ideas, no entra solo lo que

podemos tocar y ver.

Pasemos a la siguiente diapositiva.

OBJETO: TIPOSOBJETO: TIPOS

INMEDIATO: OBJETO TAL COMO ES INMEDIATO: OBJETO TAL COMO ES

REPRESENTADO EN UNA REPRESENTADO EN UNA

REPRESENTACIREPRESENTACIÓÓN TRIN TRIÁÁDICA DICA

GENUINAGENUINA

DINDINÁÁMICO: MICO:

OBJETO EN SÍ

SUMA DE REPRESENTACIONES

PASADAS Y FUTURAS DEL

OBJETO

Como pueden ver, hay dos tipos de Objeto: El Objeto Inmediato y el Objeto

Dinámico. Ustedes habrán visto muchas veces en representaciones didácticas,

escolares, que cuando se habla del signo peirciano se lo representa mediante un

triángulo cuyos tres ángulos se corresponden, respectivamente, con el representamen, el

objeto y el Interpretante. Esa representación gráfica no puede utilizarse cuando uno

define el objeto dinámico, sí se puede aplicar cuando uno habla del objeto inmediato.

El hecho de que el objeto inmediato pueda esquematizarse a través del triangulo tiene

que ver con que el objeto inmediato se define como el objeto tal y como es representado

en una representación triádica genuina. Tiene que ver con esto que decíamos hace un

momento, al referirnos al “fundamento del representamen”, que solamente hay algunas

propiedades que son las que se van a considerar en la representación. Esas propiedades,

“seleccionadas” por el “fundamento del representamen”, son las que presenta el objeto

inmediato; esto es, el objeto inmediato, como indicamos, no presenta todas las

propiedades del objeto, sino solamente aquellas que son convocadas en una

representación específica, particular.

El objeto dinámico no es el esquematizado en el triángulo porque tiene más propiedades

que las que presenta una representación concreta. Volviendo al ejemplo de la

representación de la manzana, tenemos que entre los atributos de la manzana

convocados en la representación fotográfica de la misma, no aparecerán las cualidades

del sabor, del peso de la manzana ni el grado de maduración, esas cualidades que están

en el objeto concreto no aparecen representadas en esta representación específica,

aunque pueden ser representadas en otra relación triádica genuina, como también

indicamos.

Pero, en la teoría peirciana aparece, además del “objeto inmediato”, lo que se denomina

“objeto dinámico”. Cuando hablábamos de la definición de signo decíamos: éste es el

objeto dinámico.

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Ahora bien, el objeto dinámico en Peirce tiene dos definiciones. O sea, en un momento

dice que es el objeto en sí. Y en otro momento dice que es la suma de

representaciones pasadas y futuras del objeto. Y, a raíz de la existencia de estas dos

definiciones, aparece un interrogante. Porque si comparamos las dos definiciones vemos

que presentan pocas posibilidades de articularse. Parecen ser opuestas, incongruentes

entre sí, lo que parece llevar a plantearse la necesidad de que uno deba optar por una o

por la otra.

Para los investigadores que estudian la obra de Peirce, se les presenta el problema de

cómo superar esta aporía, que parece difícil de superar. Para muchos la válida es una y a

la otra la desechan. Nosotros, como muchos otros autores, consideran válidas ambas.

Para llegar a esta conclusión, vamos, a continuación, a ver las diferencias que existen

entre una y otra definición y qué implican ellas, qué consecuencias comportan. Haremos

esto centrándonos en las relaciones que se pueden plantear entre el objeto y la semiosis.

Si alguien plantea la idea del objeto en sí, la semiosis se plantea lógicamente como algo

posterior al objeto, como algo que viene después del objeto, que es exterior al objeto, y,

respecto de éste, que es independiente de la semiosis, por lo que puede permitir la

confrontación entre el objeto y su representación.

Por ejemplo, si se plantea que los medios de comunicación mienten, ese enunciado está

poniendo en juego una concepción acerca de la semiosis en relación al objeto, que se

articula perfectamente con la definición de objeto dinámico como objeto en sí. Si puedo

decir que éstos mienten, es porque tengo la posibilidad de tener frente a mí el enunciado

y la realidad, y enfrentar la realidad con el enunciado. Esto, por la vía de los lógicos y

los filósofos, se explica en un famoso enunciado que es el de “el gato está sobre el

tapete” (sobre la alfombra). Entonces, el enunciado es verdadero si efectivamente el

gato está en la alfombra y si el gato no está en la alfombra, es, en cambio, falso. Ahí

tenemos lo “real” (el gato, la alfombra), y, por otro lado, el enunciado que puede ser

considerado verdadero o falso.

El problema que plantea esta visión es que en la mayoría de los casos se torna imposible

la confrontación. O sea, pensemos un ejemplo banal: algo está sucediendo en este

momento a cinco metros de donde se encuentran, lo que sea, una discusión entre dos

personas. No nos damos cuenta de lo que está sucediendo. Dentro de veinte minutos

viene alguien y nos dice: “¿Viste lo que pasó?” Y les dice que hubo una discusión, que

dos personas se agarraron a trompadas, etc. No podemos comprobar si eso sucedió

efectivamente o si no ocurrió, pues tenemos el enunciado que habla de hechos que

sucedieron, pero no podemos hacer la prueba de la verdad o la falsedad porque no

estuvimos presentes en ese momento allí, porque no vimos la pelea. Así funciona en

líneas generales la semiosis, no en presencia, sino en ausencia, del objeto al cual remite.

Así, aparece como muy difícil la posibilidad de ver si el enunciado es verdadero o es

falso. Se impone, pues, más la creencia; esto es, uno tiende a creer en el enunciado, o a

no creer en él. A atribuirle el carácter de verdad al enunciado si aquel que nos lo contó

goza de nuestra confianza, pero, obviamente, puede estar mintiendo al respecto, nunca

lo sabremos. Ahora, si resulta verosímil el enunciado, tendemos a darlo por verdadero.

Esto lleva a Verón a decir algo muy interesante: la gente entiende que porque algo es

verdadero, cree en eso. En realidad sucede lo contrario: porque cree en eso, eso se

convierte en verdadero. Está antes la creencia y luego la adjudicación del carácter de

verdadero o de falso. Verón no dice que no existe verdad alguna sino que es muy difícil

poder realizar la prueba. La prueba se puede realizar, a veces, pero en muchos otros

casos sólo nos enfrentamos a enunciados.

La otra definición de Objeto Dinámico dice lo opuesto de la primera. Ya no hay

independencia de lo representado. En la primera, el objeto es independiente de la

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representación, porque es anterior y exterior a ella. Mientras que en la que vamos a

considerar ahora, el objeto no sólo no es independiente, sino que es resultado de la

representación, es producto de ella. Primero está la representación; si la representación

no existe, el objeto no existe. Esto es lo que nos dice la segunda definición. El objeto

dinámico es el conjunto de todas las representaciones del objeto; lo que, en esta

definición, gana terreno es la representación, y sumando todas las representaciones que

existieron, y las futuras, llegamos al objeto dinámico. El objeto depende de que se haya

hablado de él, si nunca se habló de él no es, para los hombres, real, aunque tenga

realidad, aunque esté poblando la realidad. Así, en la segunda definición, puede

afirmarse que “Primero está la representación y después el objeto”. Porque el objeto

dinámico no tiene que ver con el objeto en sí sino con cómo se lo ha representado: en el

modo/ los modos en que se lo ha representado en el pasado y en el modo/ los modos en

el que en el futuro (un futuro casi infinito) se lo represente. Son las representaciones que

se van diferenciando unas de las otras ―todas referidas al mismo “objeto”―, que se

van sumando para configurar el objeto dinámico. El objeto pasa a ser un efecto de las

representaciones y no algo que preexiste a ellas. Acá ya no se puede hacer la prueba de

la verdad o de la falsedad, porque el objeto deviene de la representación.

Ahora vamos a plantear la posibilidad de que ambas definiciones de objeto dinámico,

por así decir, se mantengan. En tal sentido planteamos que Peirce considera, por un

lado, que “existe” la realidad (relacionada con ella se establece la primera definición); a

su vez, tenemos que considera que existe lo “real”, lo cual está relacionado la segunda

definición. El objeto en sí remite a la realidad, y Peirce piensa que esta existe, pero que

la humanidad no puede alcanzarla nunca. Como vimos, lo propio de la humanidad es el

territorio de lo real porque el conocimiento que la humanidad puede poseer de la

realidad depende siempre de la semiosis; en la teoría peirciana siempre se dará, y esto

por definición, una brecha entre la realidad y lo real.

Ahora, nos vamos a detener en los tipos de interpretante. Veamos la diapositiva.

INTERPRETANTE: TIPOSINTERPRETANTE: TIPOS

INMEDIATO: INMEDIATO: InterpretabilidadInterpretabilidad posible.posible.

DINDINÁÁMICO: Interpretante que se actualiza MICO: Interpretante que se actualiza en una representacien una representacióón trin triáádica genuina dica genuina particular.particular.

LLÓÓGICO FINAL: Interpretante que agota GICO FINAL: Interpretante que agota en su interpretacien su interpretacióón la n la interpretabilidadinterpretabilidad del del objeto. objeto.

Vemos tres tipos de interpretante, el inmediato, el dinámico, y un tercero que es el

lógico final. De estas tres clases de interpretante, la que más nos importa es la tercera.

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¿Qué dice la definición del interpretante inmediato? Que es la interpretabilidad posible,

es la posibilidad de interpretación; es el signo en potencia, no el signo constituido como

tal, no es el interpretante que está en una relación triádica particular, que está

funcionando en una relación triádica particular; es la posibilidad de que se interprete o

se utilice un interpretante X. Como verán, la definición prueba lo que indiqué, que el

primer elemento, que es el interpretante inmediato, se relaciona con la posibilidad, y la

posibilidad tiene que ver con la categoría “primeridad”. Ahí se observa bien cómo no se

puede hablar del objeto lógico final, primero, y después, del dinámico y después, del

inmediato, por ejemplo. Tienen un orden determinado y ese orden está regido por las

reglas, por las leyes que le son impuestas a partir de las categorías. Por eso insistimos

tanto con las categorías, aun cuando ellas no sean elementos que a nosotros nos

interesen especialmente ―porque tienen que ver con lo ontológico, como recordarán,

no con lo semiótico―, pero nos interesan para ver cómo es el pensamiento de Peirce y

para entender un poco más su pensamiento.

El interpretante dinámico es el interpretante, vean que acá se da lo opuesto, digamos,

que se observaba en relación con el objeto. El interpretante dinámico es el interpretante

que se actualiza en una representación triádica genuina particular. Entonces, es ya no el

interpretante o los interpretantes posibles ―lo que tendría que ver con una

virtualidad―, sino con cuál de esos interpretantes posibles se pone en juego en una

relación particular concreta, específica. Y por último, el interpretante lógico final. La

definición, como verán, como en muchas ocasiones en el caso de Peirce, es algo

engorroso de entender en principio. El interpretante lógico final es “el interpretante que

agota en su interpretación la interpretabilidad del objeto”. Y acá es donde juega, o

empieza a jugar, la cuestión de los distintos tipos de verdad. La verdad absoluta es

patrimonio de Dios, como indicamos. Esto quiere decir, como Dios lo sabe todo, no

necesita semiosis.

Lo que es propiedad o patrimonio del hombre es la verdad relativa y la verdad relativa

se vincula, en Peirce, con la creencia. Esto es muy importante. Porque, como ustedes

verán, una cosa es acceder a una verdad, con todas las letras, podríamos decir. Esto

tendría que ver con la verdad absoluta. Y otra cosa es acceder a una verdad que se dice

relativa porque siempre es perfectible. Todo investigador dice: “esto es verdad hasta que

se demuestre lo contrario”. Y esto es lo que nos está planteando Peirce. Entonces lo que

va a decir es que se considera como verdadero algo porque se deposita en esa

definición, supongamos, la creencia de la comunidad de mentes. La comunidad de

mentes se pone de acuerdo entre sí, conviene en que esto es de tal manera, pero es algo

que se sabe que en cualquier momento puede ser sustituido por otra verdad de la misma

naturaleza, y que perfeccione un poco lo anterior, pero que nunca el hombre va a estar

en condiciones de llegar a la verdad absoluta. Porque llegar a la verdad absoluta sería

llegar al objeto en sí.

Entonces, hay dos maneras de entender esta definición del interpretante lógico final.

Una es una manera restringida. Esta manera restringida, literal, es una manera que no

está al alcance del hombre. O sea, desde este punto de vista no existe para el hombre el

interpretante lógico final. En un sentido estrecho, restringido del término, no puede

haber interpretante lógico final porque el interpretante lógico final implica la clausura

de la semiosis y ya sabemos, por definición, que no hay tan clausura. Acá todas las

cosas se empiezan a articular unas con otras. Entonces, uno tiene que empezar a sumar

ciertos conocimientos respecto de Peirce que luego le permiten entender un montón de

otras cosas.

Como decíamos, hay también un sentido amplio del término, un sentido metafórico del

término. Ese sí está al alcance de los hombres y Peirce va a plantear en relación con él,

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lo siguiente: la semiosis siempre va a estar “funcionando como una “cadena infinita”

siempre y permanentemente. Ahora bien, van a haber, podríamos decir así, puntos,

sectores, elementos de la misma, respecto de los cuales a toda la comunidad de mentes,

cuando aparece el representamen, se le ocurre ―o sea, se crea en la mente de cada uno

de quienes forman esa comunidad―, el mismo interpretante. Cuando existe tal

consenso, o sea, acá lo que tenemos que pensar es en convención y consenso, por un

lado, y por otro, que un interpretante se va a enfrentar a otros interpretantes, siempre en

relación con un mismo representamen. Cuando la semiosis está viva hay lucha entre los

interpretantes y siempre va a estar viva y estar viva quiere decir que está la posibilidad

de que, frente a un mismo representamen, se actualicen varios, X, interpretantes.

Cuando, en cambio, en un punto determinado de la semiosis se da la clausura de la

semiosis como proceso infinito, es que, como decíamos, a todos los miembros de la

comunidad se les ocurre, en relación del mismo representamen, el mismo interpretante.

Esto en epistemología tiene que ver con el concepto de paradigma, concepto, que no es

planteado por Peirce, obviamente. Pero lo podemos asociar. Eso es lo que sucedía, para

que tengan un ejemplo, en el campo de la semiótica en el primer período. Había muchos

autores que conocían la teoría peirceana pero cuando tenían que hablar de signo, todos

ellos ponían la definición saussureana, no activaban la definición peirceana. Eco viene

de la filosofía, escribó un libro que se llama El signo, y allí da todas las definiciones de

signo que hay desde los griegos hasta nuestros días. Así, los autores que se inscriben

dentro de la semiótica de primera generación no es que desconocieran las otras

definiciones de signo, pero cuando tenían que utilizar el concepto de signo apelaban a la

definición saussureana. ¿Qué ocurre allí? En ese punto, para los semióticos de la

primera generación, aparecía un interpretante lógico final. ¿Qué características tienen

estos interpretantes lógicos finales? Que funcionan como tales, pero no para siempre y,

además, no podemos saber cuándo la semiosis se va a activar nuevamente en ese punto.

¿Cuándo se va a activar? Cuando aparezca un interpretante que empiece a “pelearse”, a

disputarle el lugar de la verdad al que se considera hasta ese momento, verdadero, al

que se le adjudica el carácter de verdad. Entonces, acá aparece, junto con la cuestión de

la verdad relativa, un concepto que es muy importante para nosotros que es el de la

verdad pública. O sea, esta verdad que se asimila al interpretante lógico final, va a ser

una verdad pública. Considerada por los miembros de una comunidad como la verdad,

sabiendo todos ellos que lo que hoy es verdadero, mañana puede llegar a ser falso. Se

llega a ella por convención, porque se conviene en que esa es la verdad. Para nosotros

esto funciona como la verdad. Y si algo funciona como tal para toda la comunidad, no

para grupitos, porque si es para grupitos, hay peleas entre interpretantes por el poder de

alcanzar el rango de verdad en referencia a, por ejemplo, un aspecto de un objeto X

determinado. Esto funciona para la ciencia, pero funciona también para lo que son los

verosímiles sociales y lo que es cualquier problemática social. Por eso aparece como

muy interesante para nosotros el concepto de verdad pública.

Así, resumiendo lo planteado tenemos que la noción del interpretante lógico final en un

sentido amplio del término está ligada con la verdad pública, lo que equivale a decir:

esto es verdad para nosotros, convenimos en que esto sea lo verdadero, pero sabemos

que no es la verdad con mayúsculas. Simplemente, las verdades relativas, cuando existe

tal consenso, son verdades públicas; siempre son relativas. Es para marcar la diferencia

con lo que sería la verdad “verdadera”; nunca la humanidad llega a la verdad última,

sino que el interpretante lógico final, entendido en sentido amplio, significa que este

tipo de interpretante es lo que los miembros de una comunidad de mentes se considera

verdad.

Con esto terminamos la presentación de la teoría peirciana.

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En lo que sigue vamos a efectuar una comparación entre los dos modelos de signo, los

formulados, respectivamente, por Saussure y por Peirce.

Aclaramos que, al respecto, se pueden considerar muchos aspectos; nosotros

seleccionamos cuatro, como consta en la siguiente diapositiva.

CONCEPCIÓN ACERCA DEL SIGNO:

COMPARACIÓN ENTRE LAS TEORÍAS

DE SAUSSURE Y PEIRCE

•Conceptualización sobre la significación

•Alcance de la noción

•Problemática de “la materialidad del

sentido”

•Problemática de “la construcción social

de lo real”

Uno de los aspectos que vamos a tomar en cuenta tiene que ver con la conceptualización

sobre la significación. Acá el contraste entre las dos teorías pasa porque se enfrenta un

modelo binario con un modelo ternario de significación. Si ustedes dicen nada más que

esto que hasta ahora dije, no dicen nada. ¿Por qué? Y bueno, porque decimos que un

modelo de signo presenta dos elementos (el modelo saussureano), y el otro modelo de

signo, tres, como el de Peirce. Pero decir esto no le quita ni le agrega nada a lo dicho.

La gran diferencia es que hay una serie de elementos que distinguen a un modelo del

otro. Uno de tales elementos tiene que ver con que el modelo saussureano es un modelo

de la significación estático. Cuando Saussure define el signo lo define como una entidad

bifásica, habla de que los componentes del mismo están en una relación de solidaridad,

y que de esta relación solidaria surge la significación. Entonces, esto quiere decir que,

para Saussure y para los lingüistas saussureanos que vinieron después de él, cada signo

poseía una significación: Frente a la frase, lo que nosotros encontramos es que la

significación de ella puede concebirse como la suma de las significaciones de cada uno

de los componentes, de los signos que la componen. Se da una suerte de sumatoria. En

el caso de Peirce, la significación es un proceso. Y, además, un proceso ilimitado, como

sabemos, porque, como dijimos cuando hablamos de la relación triádica, nos

encontramos con otro signo, otro objeto, otro interpretante y así siguiendo. Entonces, lo

que hay que rescatar es este carácter, en el caso de Peirce, de una visión dinámica de la

significación. Está visión dinámica está vinculada con la cuestión del proceso y del

crecimiento de los signos. Ahí aparecen las diferencias y está bien que partamos de que

el modelo de Saussure da cuenta de una postura binaria y que el modelo de Peirce

responde a una postura ternaria, pero esto no basta; es preciso describir en qué se

diferencia una postura de la otra.

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Otra gran diferencia entre los dos modelos, pasa por el alcance de la noción; acá

tenemos que remitir, si estamos centrándonos en Saussure, a ese fragmento de El curso

de lingüística general donde se habla de la semiología. Como habíamos visto, en ese

fragmento se da la definición de semiología, y una serie de ejemplos. Lo que tenemos

que rescatar es que esos ejemplos, son todos calcados, hechos a imagen y semejanza del

signo lingüístico. ¿Qué conclusión podemos sacar de esto? Una muy clara: que, para

Saussure, signo es algo que es convencional y arbitrario. O sea, el signo para él tiene

que ser arbitrario y convencional, como lo es el signo lingüístico. Si no, no es signo,

será otra cosa. Esa otra cosa, para él, es el símbolo. Y lo que en el marco de la teoría

saussureana es símbolo, de ninguna manera puede considerarse sinónimo de símbolo

para Peirce. Porque en el símbolo, para Saussure, hay motivación, no hay arbitrariedad.

Lo que importa es que, para Saussure, el signo es arbitrario y convencional. Por eso

pone el ejemplo, entre otras cosas, de los galones de los militares. No pone nunca, por

ejemplo, como podría hacerlo Peirce, la huella de un animal. Y esto porque, para

Saussure, no es signo lo que es signo para Peirce. El alcance del signo es menor en el

caso de la teoría saussureana que en el caso de la teoría peirciana. Para Peirce, volvemos

a la segunda tricotomía, tenemos los símbolos, por un lado, que coincidirían con la

noción de signo saussureana. ¿Por qué? Porque son convencionales, porque tienen que

ver con una ley, y ahí aparece la terceridad. Pero, a su vez, volviendo a la segunda

tricotomía, tenemos íconos e índices y estos también son signos, aunque no son

convencionales ni arbitrarios. Entonces, hay una mayor amplitud en el pensamiento

peirceano (respecto a lo que entiende por signo), que en el pensamiento de Saussure.

Nos quedan los otros dos elementos, o sea, las dos problemáticas. Empezamos hablando

de la problemática de la materialidad del sentido y, como verán, “materialidad de

sentido” aparece con comillas, luego está la problemática de la construcción social de lo

real, y la “construcción social de lo real” aparece con comillas. La razón de porqué

aparecen estas dos expresiones entre comillas es que son problemáticas que remiten al

pensamiento de Verón. ¿Qué nos importa indicar en primera instancia? Que Verón

nunca dice que el modelo peirceano trabaja la problemática de la materialidad del

sentido o que trabaja la problemática de la construcción social de lo real, frente al

modelo saussureano que no la trabaja. No, dice que el modelo peirceano es más apto

que el modelo saussureano para permitir que se trabajen esas problemáticas. Y que el

modelo saussureano directamente no permite considerar esas problemáticas. Por eso él

toma partido por el pensamiento de Peirce. Lo que tiene que quedar claro es que Peirce

no se preocupa por enunciar o por trabajar, como decíamos recién, por desarrollar, estas

problemáticas. No alude en ningún momento de manera directa a estas temáticas, pero

uno puede ver que están implicadas en su desarrollo teórico estas cuestiones. Y que ese

desarrollo teórico permite pensarlas de una manera particular. Esto es lo primero que

tenemos que considerar.

¿Qué pasa respecto de la problemática de la materialidad del sentido? En Saussure

volvemos nuevamente a cierta característica que definía al signo lingüístico. Recuerden

que planteamos que una de esas características era que los dos componentes del signo

lingüísticos son psíquicos. Lo sustancia, que sería el equivalente de lo material,

corresponde al habla y del habla la teoría no se ocupa. Entonces, dirá Verón, no hay

manera de tomar el modelo saussureano porque el mismo no permite trabajar la

problemática de la materialidad del sentido, mientras que el modelo de Peirce sí lo

permite. ¿Por qué lo permite? Porque el representamen se definía como “algo que…” y

ese algo tiene que ver con que es perceptible para los sentidos y si es perceptible para

los sentidos, o sea, puede tocarse, verse, oírse, o sea, tiene materialidad, tiene sustancia.

Por eso el representamen puede ser captado por los sentidos. Pero acá las cosas se

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complican nuevamente y tenemos que volver a la segunda tricotomía. De la segunda

tricotomía el símbolo es un tipo, Peirce subraya esto. Y al hablar de tipo, quiere decir

que es una entelequia. O sea, el símbolo no tiene materialidad, no tiene sustancia, es

algo abstracto; por eso, dice Peirce, el signo opera, o sea, se manifiesta, a través de

réplicas. Necesita de una réplica para aparecer y aparecer, quiere decir poder ser

percibido. El símbolo se materializa de maneras distintas, pero respondiendo siempre a

un patrón, a un modelo, el que le marca el símbolo. Y, como dijimos, se materializa a

través de réplicas, que son siempre sinsignos, esto es, un segundo dentro de lo que es la

primera tricotomía. Esto quiere decir que nosotros vamos a encontrar, por ejemplo,

cualquier palabra, mesa, supongamos, o una expresión, como por ejemplo,” hola qué

tal”, o sea, cualquier palabra o grupo de palabras, escrita o escritas, supongamos, en la

computadora. Lo podemos hacer en diferentes tamaños y en diferentes tipos de letra y,

sin embargo, todas están respondiendo al mismo modelo, que es el símbolo. Por eso

podemos reconocer que ahí independientemente que sea el cuerpo quince u ocho, se

dice la misma palabra. Entonces, el modelo tiene que ver con el símbolo. La réplica

tiene que ver con el sinsigno particular que aparece, con características específicas que

van a responder al mismo modelo que se reconoce, a pesar de las diferencias que las

diferencias generen en común. Y acá se acerca mucho al pensamiento saussureano

también.

Entonces, para trabajar la cuestión de la materialidad del sentido, le viene mejor a Verón

el modelo peirceano y no el modelo saussureano que no habla de materialidad, deja de

lado la sustancia. Saussure, cuando habla de esto, pone el ejemplo del ajedrez. ¿Qué

importa en el ajedrez? ¿De qué están hechas las piezas? No, importa saber cuál es la

cantidad de piezas que lo componen y las reglas para jugarlo; el material con el que

estén hechas las piezas no le interesa a nadie. Para poder jugar da lo mismo que ellas

sean de oro, de plata, de madera, de marfil o de plástico.

Ahora consideramos la problemática de la construcción social de lo real. Se trata de una

problemática que Verón también trabaja. Y que tiene que ver, además, con que lo real se

construye socialmente. En el caso de Saussure, la problemática de la cuestión social de

lo real no se puede trabajar con su teoría por el principio de la inmanencia. Saussure

pone siempre por delante el sistema, por lo que su teoría nunca va a poner en juego la

relación de lo lingüístico con lo extralingüístico. Cuando el autor habla de la

arbitrariedad del signo habla de que la relación entre el significante y el significado es

arbitraria y convencional. Posteriormente, Benveniste va a decir, no, acá se equivoca

Saussure. En realidad, lo que es arbitrario es el signo respecto al objeto. O sea, respecto

a la cosa, al referente, al elemento al cual el signo está representando. Pero, ¿por qué

Saussure pone el carácter convencional en vinculación con los dos elementos que

constituyen el signo? Porque si pusiera en relación al signo con aquello que está

representando estaría yendo contra una de las leyes que organizan su pensamiento, que

es esto de que no hay por qué establecer relación entre lo lingüístico y lo

extralingüístico. Dentro del campo de la lingüística podemos manejarnos perfectamente

para definir cada uno de sus componentes sin la necesidad de salir afuera.

Lo que tiene que quedar claro es que, obviamente, el pensamiento saussureano no puede

servir para trabajar la construcción social de lo real porque su teoría nunca pone en

juego lo extralingüístico. En cambio, Peirce lo hace desde el momento en que en la

definición de signo incluye al objeto. Ya, de entrada, él se está planteando la relación

entre el representamen, o sea, el elemento que representa a algo, y ese algo que es lo

representado. Eso que es el objeto dinámico, es, podríamos decir, el elemento externo al

sistema de signos. Entonces, esta teoría, la peirceana, aporta “más” a la dilucidación de

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la problemática de la construcción social de lo real, que la saussureana, que

directamente no lo permite.

A continuación vamos a ver como Verón piensa la problemática que se genera a partir

de las dos definiciones de Objeto dinámico que plantea Peirce y que, como recordarán,

son la de “Objeto en sí” y la de “Suma de representaciones pasadas y futuras del

objeto”. Verón le da una suerte de vuelta al tema. Aclaro, en principio, que este autor

está absolutamente de acuerdo con la segunda definición, lo cual se vincula con su

teoría, ya que ésta plantea la construcción social de lo real. Lo real es construido y

además es construido socialmente. Esta visión constructivista que Verón pone en juego

es lo que hace que considere como válida la segunda definición de objeto dinámico que

presenta la teoría peirciana. Pero lo que acabo de indicar no significa que deseche de

plano la primera. En la teoría peirciana ambas son válidas, sostiene; no en la suya, por

supuesto.

Para tratar la cuestión de las dos definiciones de Objeto dinámico de Peirce, Verón no se

va a centrar en las definiciones que presentamos, sino que parte de otro enunciado que

también aparece en los Collected Papers y es el que asevera que “el objeto determina al

signo”. Acá Verón se enfrenta también con un enunciado paradójico, que parece

enfrentarse a algunos de los principios básicos de la teoría peirciana.

Al respecto, Verón recuerda un principio que aparece cuando Peirce habla de las

categorías, principio que también está implícito en la primera de las definiciones de

signo que presentamos. Sabemos que las categorías son tres y que la primera es la de

mayor simplicidad, mientras que la última es la más compleja, básicamente porque

recupera/ implica a las anteriores. Por su parte, la segundidad presenta una complejidad

mediana.

Pues bien, la teoría peirciana plantea el principio de que un primero puede determinar

primeros, que un segundo puede determinar primeros y segundos y un tercero

puede determinar primeros, segundos y terceros. Cabe tener presente que

“Determinar” equivale aquí a “establecer una relación con”.

Además, debe resaltarse que, en el pensamiento peirciano, las relaciones triádicas no se

pueden combinar de cualquier manera, sino que deben atenerse a una serie de

condicionamientos, entre ellos, la necesidad de atenerse al principio que acabamos de

indicar.

Así Peirce, en un momento determinado de su obra, elabora una clasificación compuesta

por diez signos. ¿Cómo elabora esa clasificación? De la puesta en juego del principio

que acabamos de mencionar con los nueve signos que configuran las tres tricotomías.

Por ejemplo, la segunda tricotomía, como las otras dos, está compuesta por tres

elementos; cada uno de ellos está ubicado en un “lugar” determinado. Nosotros no

podemos modificar ese lugar. No puedo decir ícono, símbolo e índice porque sería un

error. Hay que atenerse al orden que le dio Peirce porque ese lugar está relacionado con

las categorías. Entonces, el ícono funciona como un primero porque pone en juego

propiedades, caracteres, cualidades, elementos que caracterizan a la primeridad. El

índice funciona como un segundo, porque es un elemento individual, tiene

características que lo definen como un evento, un hecho; y el símbolo es una ley, una

convención, lo cual indica que presenta las características definitorias de la terceridad.

Esto que ejemplificamos con los componentes de la Segunda Tricotomía se da también

en las otras dos restantes.

Ahora bien, Peirce va a decir que para armar los diez tipos signos “se va a basar” en el

principio de que un primero sólo puede determinar primeros, un segundo puede

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determinar primeros y segundos y un tercero puede determinar primeros,

segundos y terceros. Así, las relaciones triádicas que se formen a partir de los componentes de la Segunda

Tricotomía, a los que se le aplica el principio, se construyen de la siguiente forma: si el

primer elemento, el elemento que va a aparecer como primero en esa “nueva” relación

triádica es, en la segunda tricotomía, un primero, solamente puede determinar, esto es,

solamente se puede articular con primeros. Por lo tanto, si el primero es un cualisigno se

podrá relacionar con un ícono y con un rhema y nada más. Esto es, no con segundos o

con terceros. Este condicionamiento opera, reitero, en relación con la formación de la

clasificación en los diez tipos de signos; dicho aquí de paso, no se les va a pedir, en

ninguna instancia de examen, que recuerden esta clasificación.

Volviendo al enunciado de que “el objeto determina al signo”, Verón dice, en función

de “esa ley” ―de ese principio que estuvimos viendo recién―, dicho enunciado es

inadmisible. Y esto porque el objeto en Peirce, si es el objeto dinámico, es un segundo.

Y como vimos, dentro de su teoría, un segundo no puede determinar terceros. Y el signo

es un tercero.

Verón, entonces, se encuentra ante una cuestión aparentemente sin salida, ya que el

enunciado “El objeto determina al signo” parece ir a contramano de un fundamento

central, un pilar básico de la teoría peirciana.

Ahora bien, hay una forma de que el enunciado quede en pie. Ella consiste en que el

objeto no sea un segundo; si el objeto no es un segundo y en cambio es un tercero,

entonces sí puede sostenerse lo que plantea el enunciado, porque, en tal caso, no hay

ninguna restricción: un tercero puede combinarse con, determinar a, una terceridad.

Entonces, ese objeto no puede ser el objeto en sí -que sería un segundo-, es el objeto

definido como suma de representaciones. Se trata ya de una representación. Lo cual nos

remite a los objetos inmediatos, objetos que ya están incluidos, que ya están formando

parte, integrando una representación, una relación triádica genuina particular. Son los

objetos representados, los que construyen al objeto dinámico; son las representaciones,

todas las representaciones que se dieron y todas las que vendrán en el futuro.

Lo importante aquí es la idea de representación. Así, el objeto al que se está aludiendo

en el enunciado “el objeto determina al signo”, ya es el objeto representado. Es la

representación de ese objeto. O sea, que ya es una representación.

Peirce, de cualquier manera, como dijimos, pone en juego las dos definiciones de

Objeto dinámico: por un lado, la del objeto en sí, o sea, como elemento exterior a la

semiosis e independiente de ella y la del objeto como suma de representaciones.

Pero, como sabemos, el objeto en sí es, en definitiva, inaccesible a la humanidad;

mientras que lo accesible para ella, es la representación del objeto, o sea, la semiosis.

Por su parte, Verón es partidario de poner por delante “la construcción social de lo real”

porque entiende que lo real no es algo que esté fuera de la semiosis, sino que es

construido al interior de ella y que no es algo individual sino social. En tal sentido, toma

del pensamiento de Peirce, la definición de objeto como suma de representaciones

pasadas y futuras.

Con el tratamiento de esta cuestión terminamos de presentar los contenidos previstos

para el desarrollo de la primera unidad del programa.

La próxima clase empezamos con la siguiente, cuyo desarrollo, en lo que hace a

teóricos, estará a cargo de la adjunta de la cátedra, la Profesora Amparo Rocha.