Clero y Cultura Escrita Federico Palomo

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    11 ISBN: 978-84-669-3493-0

    IntroduccinClero y cultura escrita en el mundo ibrico de la

    Edad Moderna*

    Federico PALOMOUniversidad Complutense de Madrid

    [email protected]

    Corra el ao de 1602, cuando tres religiosos portugueses de la Orden de San Agus-tn, Fr. Jernimo da Cruz, Fr. Antnio de Gouveia y Fr. Cristvo do Esprito Santo,llegaron a la corte del sha Abbs, en el marco de una embajada que las autoridadesde Goa, a peticin del rey Felipe III, haban enviado al soberano persa con el n deestrechar las relaciones entre la monarqua de los Habsburgo y el imperio safvida.Junto a los encargos polticos y diplomticos que se les encomendaron, no debifaltar al menos en los gestos y en la retrica de crnicas y relaciones la volun-tad de convertir al monarca, as como a sus sbditos, entre los cuales se contaban

    distintas comunidades cristianas ajenas a la autoridad y la ortodoxia romanas. Des-pus de un viaje de varios meses, los religiosos llegaron nalmente a la ciudad deMashhad, donde se encontraba el soberano con los miembros de su corte. Duranteel primero de los encuentros que mantuvieron con Abbs, adems de entregarlela misiva que el rey hispano le quiso hacer llegar por medio de sus enviados, losreligiosos no dejaron de conversar con el monarca acerca de la jornada que habanrealizado y sobre la tarea que pretendan acometer de ensinar aos gentios ydolatraso conhecimento do verdadeiro Deos. En medio de este dilogo, como relatabaAntnio de Gouveia, los religiosos entregaron al rey hum liuro riquissimamenteencadernado, em que estaua estanpada todo a vida de Christo nosso Senhor, o qual

    lhe mandaua o reuerendissimo Arcebispo de Goa, dom frey Aleixo de Meneses,juntamente com alguns retabolos, sendo informado de quam affeioado o X semostraua s cousas da Christandade. Abbs aseguraba el agustino se haba mos-trado particularmente interesado en el volumen que recibi como obsequio, vindo-lo con detenimiento, preguntando por algunos de los misterios que en el mismo seexponan y llegando incluso a sealar su deseo de que alguien el propio Gouveia,

    *El presente volumen se ha coordinado en el marco del proyectoLetras de frailes: textos, cultura escrita

    y franciscanos en Portugal y el Imperio portugus (siglos XVI-XVIII), HAR2011-23532, nanciado por elMinisterio de Economa y Competitividad.

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    puesto que conoca el persa glosase en su lengua, en los mrgenes del volumen,cada uno de aquellos misterios1.

    En realidad, el episodio que narraba el religioso de San Agustn vena a repro -

    ducir un modo de proceder que ya se haba ensayado en otros contextos asiticos,como la corte mogol, en los que los misioneros catlicos no haban dudado enagasajar a prncipes y soberanos con ricas obras impresas de carcter religioso quehaban hecho traer de Europa y con las que, en apariencia, buscaban despertar ensus regios interlocutores el inters por la fe y la doctrina cristianas. Al margen detales circunstancias, la escena constituye un ejemplo expresivo de la importanciaque, en el marco de las industrias misioneras desarrolladas dentro y fuera de Euro-

    pa, pudieron llegar a alcanzar los libros, contribuyendo a una intensa circulacinde manuscritos y volmenes impresos por los distintos espacios del mundo enton-ces conocido. Al mismo tiempo, el posterior registro que de este episodio hizo Fr.

    Antnio de Gouveia no deja de ser asimismo revelador del peso que entre aquellosreligiosos asumi la tarea en s de escribir, como forma de trasladar al papel ma-nuscrito o impreso la propia experiencia misionera, los saberes que sta propicia-

    ba y construa, los instrumentos de que se serva, etc. En realidad, esta dimensinescrita de la misin que, en los ltimos tiempos ha despertado particular inters en-tre los historiadores, no deja de invocar aspectos esenciales a la hora de considerara clrigos y religiosos desde la perspectiva de lo que fue su cultura intelectual, sus

    prcticas eruditas y, en general, su relacin con los textos escritos y con la escrituraen el marco de las monarquas ibricas y de los espacios en los que stas se hicieron

    presentes durante los siglos modernos.El estrecho vnculo que existi entre misin y escritura viene a subrayar, por un

    lado, el papel que los miembros del clero pudieron llegar a desempear, mediantesus textos, en la construccin y conguracin de uno y otro imperio. Al margende la labor especca de evangelizacin, las propias funciones que desempearonen el campo misionero y en el seno de las nuevas sociedades constituidas en losespacios coloniales, les otorgaron a menudo una condicin no siempre puesta envalor por la historiografa de prcticos o de expertos del imperio2; condicinque dejaron patente en memoriales, tratados polticos, cartas, crnicas, relacionesde misin, etc. (pero tambin en textos de naturaleza visual y cartogrca), por

    medio de los cuales trataron de articular proyectos poltico-religiosos, saberes, per-cepciones e intereses de las realidades locales, contribuyendo directa o indirecta-mente al desarrollo de aquellas dinmicas de naturaleza poltica, social y culturalque acompaaron y caracterizaron las experiencias imperiales de las monarquas

    peninsulares.

    1 GOUVEIA, A. DE:Relaam em qve se tratam as gverras e grandes victorias que alcanou o grande Reyda Persia X Abbas do gro Turco Mahometto, & seu lho Amethe: as quaes resultaro das Embaixadas ,que por mandado da Catholica, & Real Magestade del Rey D. Felippe segundo de Portugal, zero algunsReligiosos da ordem dos Eremitas de S. Agostinho a Persia, Lisboa, Pedro Crasbeeck (sic), 1611, fol. 47.

    2 GRUZINSKI, S.: Las cuatro partes del mundo. Historia de una mundializacin, Mxico, FCE, 2010, p.184 y ss.

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    Por otro lado, y desde una perspectiva ms general, la relacin entre misin y es-critura no deja de indicar tambin la presencia considerable que los textos escritostuvieron en el catolicismo postridentino, en sus formas de comunicacin y en sus

    actividades de conversin y adoctrinamiento. En realidad, dicha presencia dibujauna imagen de los contextos catlicos durante la Edad Moderna que viene a con-tradecir viejos clichs por medio de los cuales se ha identicado tradicionalmenteel mundo de la contrarreforma con el de una religiosidad iletrada y emocional, enabierto contraste con la naturaleza racional y alfabetizada que habra caracterizadoal protestantismo en sus diversas expresiones 3. Lo cierto es que, en los espaciosibricos, al igual que en otros territorios de la Europa catlica, los grupos y suje-tos vinculados a la Iglesia no dudaron en hacer un uso abundante de los escritosy, sin dejar de recurrir a los textos de mano, supieron igualmente aprovechar el

    potencial propagandstico que les ofreca la imprenta. Clrigos y religiosos cabe

    recordarlo siguieron ocupando un lugar central en el campo de la cultura escritaaltomoderna. No slo se dedicaron afanosamente a la tarea de escribir y componertextos, como fueron tambin lectores vidos de las obras que conservaban en las

    bibliotecas de cabildos, conventos y colegios; aqullas ciertamente que en la pocareuniran acervos ms importantes4. No faltaron siquiera hombres de Iglesia quese signicaron por su erudicin y su bibliolia, reuniendo notables colecciones

    particulares de libros que, en ocasiones, funcionaron para sus coetneos como refe-rentes del conocimiento erudito y de la actividad literaria5.

    El clero mantuvo una posicin de particular relevancia en aquellos espacios que,como universidades y colegios, se erigan como lugares de produccin de un saber

    escolstico e institucionalizado. Y, al mismo tiempo, sus miembros no dejaron detener una presencia destacada en las academias y crculos eruditos que habran deproliferar a partir del siglo XVII y que, muchas veces, se convirtieron en mbitosen los que cultivar saberes alternativos. A todo ello, como apuntbamos, se aadira

    3 BOUZA, F.: Contrarreforma y tipografa. Nada ms que rosarios en sus manos?, Cuadernos de Histo-ria Moderna, 16 (1995), pp. 73-87. En relacin con la presencia e importancia del libro en los contextos delcatolicismo postridentino, vanse los ensayos del reciente volumen de MAILLARDLVAREZ, N.:Books in theCatholic World during the Early Modern Period, Leiden, Brill, 2014.

    4 Con respecto a las bibliotecas jesuitas peninsulares, ms estudiadas, vase GARCAGMEZ, M. D.: Testi-gos de la memoria. Los inventarios de las bibliotecas de la Compaa de Jess en la expulsin de 1767, Ali-

    cante, Universidad de Alicante, 2010. Para la orden franciscana en Portugal, vase CARVALHO,J. A. DEFREITAS(ed.):Da memria dos livros s bibliotecas da memria, vol. I:Inventrio da livraria de Santo Antnio deCaminha, Oporto, CIUHE, 1998; ID. (ed.):Nobres leteras... Fermosos volumes... Inventrios das bibliotecasdos franciscanos observantes em Portugal no sculo XV. Os traos de unio das reformas peninsulares, Opor-to, Faculdade de Letras, 1995; ROCHA, I.: Catlogo da Livraria do Convento da Arrbida e do acervo que lheestava anexo, Lisboa, Fundao Oriente, 1994.

    5 Entre otros, vase DADSON, T. D.: El coleccionismo particular en el siglo XVII: los cuadros y libros delDoctor Antonio de Riao y Viedma, cura de la iglesia parroquial de San Miguel, Madrid (1659), HispaniaSacra, 50 (1998), pp. 175-222; SANTANDER, T.:La biblioteca de don Diego de Covarrubias y Leyva, obispode Ciudad Rodrigo y de Segovia, y Presidente del Consejo de Estado, 1512-1577, Salamanca, Europa, 2000;DOMINGOMALDAV, A.:Bibliolia humanista en tiempos de Felipe II. La biblioteca de Juan Pez de Castro,Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca-Universidad de Len, 2011; FERNANDES, M. L. CORREIA:Abiblioteca de Jorge Cardoso ( 1669), autor do Agiolgio Lusitano. Cultura, erudio e sentimento religiosono Portugal moderno, Oporto, Faculdade de Letras, 2000; VAZ, F.: Os livros e as bibliotecas no esplio de D.Frei Manuel do Cenculo, Lisboa, Biblioteca Nacional, 2009.

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    una enorme produccin escrita que vino de la mano de multitud de hombres perotambin de algunas mujeres y que se tradujo en un sinfn de textos de naturalezareligiosa y en otros muchos de carcter esencialmente profano. Los in-folia querecogan comentarios a las sagradas escrituras o tratados de teologa especulati-va y moral, los volmenes de tamao ms reducido y manejable que contenanobras de devocin o escritos de carcter didctico y moral, las crnicas y relatoshagiogrcos, as como los millares de pliegos y otras menudencias que recogancomedias, sermones o coplillas devotas, muestran el carcter mltiple y diverso deunos escritos que circularan en formatos muy diversos y que, si bien no se destina-

    ban siempre a los mismos pblicos, ni eran objeto de usos idnticos, tendran unapresencia continua en el cotidiano de los hombres y mujeres de la poca moderna.

    En el contexto de las historiografas ibricas, la investigacin en torno al libroreligioso y a la cultura intelectual del clero se ha intensicado en los ltimos aos,

    al abrigo del propio desarrollo que ha experimentado la historia cultural y, en con-creto, los estudios sobre cultura escrita. stos no slo han involucrado a estudiososoriundos de distintos campos de las Humanidades, como vienen mostrando ademsuna vitalidad desusada, reejada tanto en el volumen de la produccin, como, so -

    bre todo, en la originalidad de los itinerarios practicados, en la multiplicidad de losobjetos de estudio analizados y en la diversidad de los contextos y espacios tanto

    peninsulares, como coloniales que se han tomado en consideracin 6. En este mar-co, no podan faltar las aportaciones especcas en torno a las prcticas escritas declrigos, monjas y religiosos, y sobre el lugar que, en sociedades como las ibricas,

    profundamente marcadas por el catolicismo postridentino, habran de ocupar el

    libro y los escritos de naturaleza religiosa7

    .Dentro de la investigacin que se viene desarrollando, un captulo importantecorresponde a los trabajos dedicados a la Compaa de Jess y a la posicin queocuparon los jesuitas en el mbito de la cultura y la erudicin contrarreformistas.En realidad, la proyeccin intelectual y escritora de la orden ignaciana cuenta conuna larga tradicin de estudios. El inters general por los jesuitas, sin embargo, seha visto redoblado en los ltimos quince aos en mbitos historiogrcos como elamericano, el europeo y, por supuesto, el ibrico 8. Los planteamientos de partida,

    6 Un balance reciente sobre el impacto que la historia cultural ha tenido en la historiografa espaola, en

    SERNA,J. y PONS, A.: Variazioni sulla storia culturale in Spagna, en POIRRIER,P. (ed.):La storia culturale:una svolta storiograca mondiale?, Verona, QuiEdit, 2010, pp. 249-274.

    7 Una visin general del papel que los escritos religiosos desempearan en la Edad Moderna, en BOUZA,F.: Leer para creer. Religin y cultura del libro en la Edad Moderna, en CORTSPEA, A. L. (ed.):Historiadel Cristianismo, vol. III:El mundo moderno, Madrid, Trotta, 2006, pp. 637-679.

    8 Entre los trabajos recientes desarrollados por la historiografa ibrica e iberoamericana, cabe destacarEGIDO, T. (coord.): Los jesuitas en Espaa y en el mundo hispnico, Madrid, Fundacin Carolina-MarcialPons, 2004; BURRIEZASNCHEZ, J.:Jesuitas en Indias: entre la utopa y el conicto. Trabajos y misiones dela Compaa de Jess en la Amrica moderna, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2007; MARZAL,M. M.y BACIGALUPO,L. (eds.):Los jesuitas y la modernidad en Iberoamrica, 1549-1773, Lima, Universidad delPacco, 2007; COELLODELAROSA, A., BURRIEZASNCHEZ, J. y MORENO, D. (eds.):Jesuitas e imperios deultramar, siglos XVI-XX, Madrid, Slex, 2012. Una perspectiva ms cultural en A Companhia de Jesus naPennsula Ibrica nos scs. XVI e XVII: espiritualidade e cultura, Oporto, CIUHE, 2004; CHINCHILLA, P.y RO-MANO, A.(eds.):Escrituras de la modernidad. Los jesuitas entre cultura retrica y cultura cientca, Mxico,Universidad Iberoamericana, 2008; BETRN, J. L.(ed.),La Compaa de Jess y su proyeccin meditica en

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    alejados de viejas pticas controverssticas y/o apologticas, han visto en la ordenignaciana, no tanto un objeto ltimo de estudio, como un terreno idneo en el queobservar y analizar la modernidad europea de los siglos XVI-XVIII9.

    Las instituciones colegiales y los modelos pedaggicos de la Compaa han con-tinuado siendo as mbitos especialmente propicios para profundizar en el anlisisde su ascendente poltico, social y, sobre todo, cultural dentro del mundo catlico 10.Pero, sobre todo, han permitido explorar otros territorios, poniendo de relieve la

    profunda imbricacin de los jesuitas en campos como el literario o el de la produc-cin del saber erudito durante la poca moderna. Se ha subrayado la importanciaque el sistema educativo de la Compaa, por medio de la fsica aristotlica, laastronoma y la matemtica, tuvo para el desarrollo de un conocimiento empricoy experimental que acabara favoreciendo la insercin de los religiosos ignacianosen el mundo del saber cientco del que, hasta hace no mucho, la historiografa loshaba excluido11. La actividad colegial permiti a la orden alcanzar una posicindestacada en otros campos, como la teologa especulativa y moral, la exgesis,el latn o la retrica. No en vano, sta fue un elemento clave en el propio edicioeducativo jesutico, favoreciendo el desarrollo de aspectos como el teatro escolar,

    pero, sobre todo, sirviendo de base a la formacin oratoria de los predicadoresjesuitas, patente en numerosos ars praedicandi, silvas y otros textos orientados alejercicio del plpito y a la composicin del sermn 12. La cultura retrica jesuita,

    por lo dems, tampoco fue ajena a cierto gusto por el arte mnemotcnico y por la

    el mundo hispnico durante la Edad Moderna, Madrid: Slex, 2010; COELLODELAROSA, A. y HAMPEMART-NEZ, T.(eds.),Escritura, imaginacin poltica y la Compaa de Jess en Amrica Latina (siglos XVI-XVIII),Barcelona, Bellaterra, 2011.

    9 Entre los volmenes que en la dcada de 1990 marcaron el cambio de perspectiva en el estudio de laCompaa de Jess, vase, OMALLEY, J. W.:Los primeros jesuitas, Bilbao-Santander, Mensajero-Sal Terrae,1995; GIARD,L. (ed.):Les jsuites la Renaissance. Systm ducatif et production du savoir, Pars, PUF, 1995;ALDEN, D.: The Making of an Enterprise. The Society of Jesus in Portugal, Its Empire, and Beyond, 1540-1750, Stanford, Stanford UP, 1996; GIARD, L.y VAUCELLES,L.DE(eds.):Les jsuites lge baroque, 1540-1650, Grenoble, Jrme Millon, 1996; FABRE,P.-A. y ROMANO, A. (eds.):Les jsuites dans le monde moderne.Nouvelles approches, monogrco deRevue de Synthse, 120/2-3 (1999); O`MALLEY, J. W. y otros (eds.): TheJesuits: Culture, Science and the Arts, 1540-1773, 2 vols., Toronto: University of Toronto Press, 1999-2006.

    10 En relacin con los programas educativos jesuitas, sigue siendo de gran utilidad el volumen de BRIZZI,G.-P. (ed.):La Ratio studiorum. Modelli culturali e pratiche educative dei Gesuiti in Italia tra Cinque eSeicento, Roma, Bulzoni, 1981. Vase asimismo: LABRADORC. y otros:El sistema educativo de la Compaa

    de Jess: la Ratio studiorum, Madrid, Universidad Ponticia Comillas, 1992.11 GIARD, L.: Le devoir dintelligence, ou linsertion des jsuites dans le monde du savoir, en GIARD, op.cit.(nota 9, 1995), pp. XI-LXXIX. En la lnea abierta por Giard, vase asimismo FELDHAY, R.: Galileo andthe Chruch: Political Inquisition or Critical Dialogue?, Cambridge, Cambridge UP, 1995; ROMANO, A.:Lacontre-rforme mathmatique. Constitution et diffusion dune culture mathmatique jsuite la Renaissance(1540-1640), Roma, cole Franaise de Rome, 1999; ROMANO, A.(ed.): Rome et la science moderne entreRenaissance et Lumires, Roma, cole Franaise de Rome, 2008.

    12 En general, sobre la cultura retrica entre los jesuitas, vanse las pginas que le consagra el estudioclsico de FUMAROLI, M.:Lge de lloquence. Rhtorique et res literaria de la Renaissance au seuil dedelpoque classique[1980], Pars, Albin Michel, 1994. Vanse adems los estudios reunidos en CHINCHILLAy ROMANO, op. cit. (nota 8). En relacin con la importancia de la cultura retrica y su reejo en su prcticaoratoria, cabe referir los trabajos de MENDES, M.VIEIRA:A oratria barroca de Vieira, Lisboa, Caminho, 1988;PCORA, A.: Teatro do sacramento. A unidade teolgico-retrico-poltica dos sermes de Antnio Vieira, SoPaulo, EDUSP, 1995; CHINCHILLA, P.:De la compositio locia la Repblica de las Letras: predicacin jesuitaen el siglo XVII novohispano, Mxico, Universidad Iberoamericana, 2004.

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    emblemtica, a lo que no dejara de contribuir la experiencia de la compositio locicaracterstica de la espiritualidad ignaciana13.

    En realidad, todos estos aspectos que, en buena medida, deniran el marco inte-

    lectual de los religiosos de la Compaa y de sus instituciones colegiales, son indi-cios y expresiones claras de la importancia que las prcticas escritas tuvieron en elseno de la orden jesuita, llegando a convertirse en uno de sus elementos distintivos.Sujeta a inevitables formas de control, la actividad escritora constituira el princi-

    pal instrumento empleado por los religiosos ignacianos para difundir sus accionesapostlicas, armarse en el campo de los saberes y, en general, aumentar su pro-yeccin. La prctica de la escritura no slo adquiri un peso notable en la actividadde proselitismo, dirigida tanto a pblicos letrados como iletrados. Sera igualmenteesencial para una sociabilidad intelectual que los jesuitas supieron construir tantoen Europa como en los territorios coloniales, tratando de situarse as como referen-

    tes aventajados en el campo del saber docto, poblando y/o patrocinando espaciosinformales de erudicin como las academias, participando de las formas propias dela comunicacinsavante, integrando las redes y dinmicas que, en los siglos XVIIy XVIII conformaran la Repblica de las Letras 14.

    Sin dejar de participar de una circulacin manuscrita que, como es bien cono-cido, continuara teniendo enorme predicamento en el mundo altomoderno15, una

    parte importante de la actividad escritora desarrollada por los ignacianos conllevadems el uso intensivo y ecaz de las imprentas.El volumen de escritos que die-ron a las prensas tipogrcas en un espacio como el peninsular llegara a superarlas 4500 ediciones, comprendiendo un abultado nmero de ttulos y materias, desde

    la tratadstica teolgica, poltica y moral, al teatro escolar en latn, la cronstica, elsermn, la literatura espiritual, etc.16.En este sentido, entre los mltiples gneros que cultivaron, la produccin epis-

    tolar merece particular mencin. La comunicacin por carta, tan presente en lacultura de la poca 17, fue un elemento central del cotidiano jesuita, convirtindose

    13 FLOR, F. R. DELA: Teatro de la memoria. Siete ensayos sobre mnemotecnia espaola de los siglos XVIIy XVIII, Salamanca, Junta de Castilla y Len, 1996; MANNING, J.y VANVAECK, M.(eds.): The Jesuits and theEmblem Tradition, Turnhout, Brepols, 1999; SPICA, A.-E. : Les jsuites et lemblmatique,XVIIesicle, 237(2004), pp. 633-651; DIMLER, R.: The Jesuit Emblem, en DALY, P. M. (ed.): Companion to Emblem Studies,Nueva York, AMS press, 2008, pp. 99-128. Sobre la composicin de lugar ignaciana y la relacin entre es-piritualidad jesuita e imagen, vase FABRE, P.-A.:Ignace de Loyola et le lieu de limage. Le problme de lacomposition de lieu dans les pratiques spirituelles et artistiques des jsuites dans la seconde moiti du XVIesicles, Pars, Vrin, 1992

    14 A este respecto, vase, VANDAMME, S.:Le temple de la sagesse. Savoirs, criture et sociabilit urbaine(Lyon, XVIIe-XVIIIe sicle), Pars, EHESS, 2005.

    15 BOUZA, F.: Corre manuscrito. Una historia cultural del Siglo de Oro, Madrid, Marcial Pons, 2001.16 Para un anlisis de la produccin impresa jesuita en la Espaa de los siglos XVI-XVII, vase, BETRN, J.

    L.: El bonete y la pluma: la produccin impresa de los autores jesuitas espaoles en los siglos XVI y XVII,en BETRN, op. cit.(nota 8), pp. 23-75; ID.: La produccin impresa de los autores jesuitas espaoles durantelos siglos XVI y XVII: anlisis cuantitativo, en FERNNDEZ, M.F., GONZLEZ, C. A., y MAILLARD,N. (eds.):Testigos del tiempo, memoria del universo. Cultura escrita y sociedad en el mundo ibrico (siglos XVI-XVIII),Sevilla, Rubeo, 2009, pp. 23-58.

    17 Sobre la cultura epistolar en la Edad Moderna, vase BOUZA, F. (ed.): Cultura epistolar en la altaEdad Moderna. Usos de la carta y de la correspondencia entre el manuscrito y el impreso, monogrco de

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    en un instrumento de enorme importancia para la articulacin institucional de laorden, en un medio ecaz para reforzar las identidades y en un potente dispositivomemorstico y de propaganda18. La cultura epistolar jesuita, por lo dems, estuvo a

    menudo vinculada a la actividad de evangelizacin que la orden desarrollaba entrelos gentiles de Asia, frica y Amrica, cuya conversin centrara las narrativas deunas cartas que despertaron enorme curiosidad entre los pblicos europeos. Loscontextos misioneros, con todo, no fueron escenarios en los que la prctica escritase circunscribiese apenas a la comunicacin por carta. Como apuntbamos al co-mienzo de estas pginas, la misin se ha revelado en los ltimos tiempos como unfenmeno central a la hora de entender un proceso tan caracterstico de los imperiosde la Edad Moderna, como es el de la produccin de (nuevos) saberes y la circula-cin de los mismos a una escala hasta entonces indita19, contribuyendo as en ma-yor o menor medida a los procesos ms generales de mestizaje, occidentalizacin

    y mundializacin que ha descrito Serge Gruzinski, asocindolos particularmente alas experiencias ibricas20.La misin y, en general, las actividades que desarrollaron los misioneros en los

    territorios del Atlntico y del ndico no slo traeran consigo la transposicin adichos contextos de un conocimiento teolgico, losco, retrico, artstico, etc.,oriundo del mundo catlico occidental y, en concreto, del mundo peninsular21. Su-

    puso adems la formacin y el desarrollo por parte de los religiosos en tanto queespecialistas del imperio de otros saberes, resultantes de su confrontacin con las

    Cuadernos de Historia Moderna. Anejos, IV (2005); MARTNBAOS, P.:El arte epistolar en el Renacimiento

    europeo, 1400-1600, Bilbao, Universidad de Deusto, 2005; SEZ, C.y CASTILLOGMEZ, A.(eds.):La corres-pondencia en la historia. Modelos y prcticas de la cultura epistolar, Madrid, Calambur, 2002. Al margen dela produccin peninsular, vese asimismo PETRUCCI, A.: Scrivere lettere. Una storia plurimillenaria, Roma-Bari, Laterza, 2008; CHARTIER, R. y otros: Correspondance. Models of Letter-Writing from the Middle Ages tothe Nineteenth Century, Princeton, Princeton University Press, 1997; QUONDAM,A.:Le carte messaggiere.Retorica e modelli di communicazione epistolare. Per un indice dei libri di lettere del Cinquecento, Roma,Bulzoni, 1981.

    18 En relacin con las cartas jesuitas, vase upanov, I. G.:Disputed Mission. Jesuit Expermients and Bra-hamanical Knowledge in Seveteenth-century India, Nueva Delhi, Oxford UP, 1999; CASTELNAU-LESTOILE, C.:Les ouvriers dune vigne strile. Les jsuites et la conversion des Indiens au Brsil, 1580-1620, Lisboa-Pars,FCG-CNPDP, 2000, pp. 309-447; LABORIE, J.-C.: Mangeurs dhomme et mangeurs dme: une correspon-dance missionaire au XVIe, la lettre jsuite du Brsil, 1549-1568, Pars, H. Champion, 2003; PALOMO, F.: Cor-

    regir letras para unir espritus. Los jesuitas y las cartas edicantes en el Portugal del siglo XVI, Cuadernos deHistoria Moderna. Anejos, 4 (2005), pp. 57-81;NELLES, P.: Seeing and Writing: the Art of Observation in theEarly Modern Missions,Intellectual History Review, 20/3 (2010), pp. 317-333.

    19 Expresivos del inters en torno a la produccin de saber en los contextos misioneros, son los traba -jos reunidos en CASTELNAU-LESTOILE, C., COPETE, M.-L., MALDAVSKY, A. y UPANOV,I. G. (eds.): Missionsdvanglisation et circulation de savoirs, XVIe-XVIIIesicle, Madrid, Casa de Velzquez, 2010; as como enWILDE, G.: Saberes de la conversin. Jesuitas, indgenas e imperios coloniales en las fronteras de la Cris-tiandad, Buenos Aires, SB, 2011. Sobre la cuestin, son igualmente de inters algunas de las aportacionesrecogidas en CORSI, E. (ed.): rdenes religiosas entre Amrica y Asia. Ideas para una historia misionerade los espacios coloniales, Mxico, El Colegio de Mxico, 2008; CASTELNAU-LESTOILE,C. y REGOURD,F.(eds.): Connaissances et Pouvoirs. Les espaces impriaux (XVIe-XVIIIe sicles). France, Espagne, Portugal,Burdeos, Presses Universitaires de Bordeaux, 2005.

    20 GRUZINSKI, op. cit. (nota 2).21 ROMANO, A.: Classiques du Nouveau Monde: Mexico, les jsuites et les humanits la n du XVIe

    sicle, en CASTELNAU-LESTOILEy otros, op. cit. (nota 19), pp. 59-85.

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    realidades de esos espacios, y fruto, muchas veces, de un complejo intercambio en-tre conocimiento europeo y saberes indgenas o locales. Al dominio de unas lenguasautctonas que no dejaron en parte de colonizar al asimilarlas y gramaticalizar-las 22, se unira la conguracin de un saber de contornos etnogrcos que descri-

    bira, clasicndolo y categorizndolo, el orden social y poltico de las sociedadesque los religiosos encontraban, sus formas de creencia y sus rituales, su culturamaterial, etc.23. Del mismo modo, la presencia misionera en los espacios coloniales

    propiciara formas de apropiacin de dichos espacios, mediante el desarrollo deun conocimiento geogrco que se hara patente en numerosas descripciones y enun sinfn de representaciones cartogrcas, pero tambin en informaciones botni-cas e, incluso, en un saber mdico al que el contacto con tradiciones autctonas les

    permitira acceder24. La labor cientca en mbitos como la matemtica y la astro-noma, por lo dems, habra de ocupar una posicin central dentro de la actividadmisionera desarrollada en determinados espacios, como China 25.

    No obstante el papel que los misioneros de la Compaa tuvieron en la formacinde estos nuevos saberes, su protagonismo se vio a menudo compartido conviene

    22 PINHEIRO, C. COSTA:Words of Conquest: Portuguese Colonial Experience and the Conquest of Episte-mological Territories,Indian Historical Review, 36/1 (2009), pp. 37-53; upanov, I. G.: Twisting a PaganTongue: Portuguese and Tamil in Jesuit Translations, en ID.:Missionary Tropics. The Catholic Frontier inIndia (16th-17th Centuries), Ann Arbor: University of Michigan Press, 2005, pp. 232-258; HSIA, R. PO-CHIA:Language acquisition and missionary strategies in China, 1580-1760 y DEHOUVE, D.: La pense analogiquedes missionnaires et des Indiens en Nouvelle-Espagne au XVIe sicle, ambos en CASTELNAU-LESTOILE yotros, op. cit.(nota 19), pp. 211-229 y 231-241.

    23 Adems de la obra, ya clsica, de PAGDEN, A.:La cada del hombre natural. El indio americano y losorgenes de la etnologa comparativa, Madrid, Alianza, 1992, vese, entre otros, los trabajos de RUBIS, J.-P.: The missionary discovery of South Indian religion: opening the doors of idolatry, en ID.: Travel andEthnology in the Renaissance. South India through the European Eyes, 1250-1625, Cambridge, CambridgeUP, 2000, pp. 308-348; ID.: The concept of cultural dialogue and the Jesuit method of accomodation: betweenidolatry and civilization,Archivum Historicum Societatis Iesu, 74 (2005),pp. 237-280; GIUDICELLI, C.: Lastijeras de San Ignacio. Misin y clasicacin en los connes coloniales, en WILDE, op.cit.(nota 19); CAS-TELNAU-LESTOILE, C.: De lobservation la conversation: le savoir sur les Indiens du Brsil dans luvredYves dvreux, en CASTELNAU-LESTOILEy otros, op. cit.(nota 19), pp. 269-292; upanov, I. G. y XAVIER, .BARRETO: Catholic Orientalism. Portuguese Empire, Indian Knowledge (16th-18th centuries), Delhi, OxfordUniversity Press, 2014.

    24 UPANOV, I. G.: A medical misin in Goa: Pedro Afonso and Giovanni Battista di Loffreda, en ID.,op. cit (nota 22), pp. 195-231; PARDOTOMS, J.: Conversion medicine: Communication and Circulation of

    knowledge in the Franciscan Convent and College of Tlatelolco, 1527-1577, Quaderni storici, 48/1 (2013),pp. 21-41; ID.:Opening bodies in the New World: Anatomical Practices in Sisteenth-Century New Spain, enOLMI, G. y PANCINO, C. (eds.), Sezione, scomposizione, rafgurazione del corpo tra Medieovo e Et moderna,Bolonia, Universit di Bologna, 2012, pp. 185-202.

    25 ROMANO,A. (ed.):Mission et diffusion des sciences europennes en Amrique et en Asie, dossier mo-nogrco de Archives Internationales dHistoire des Sciences, 52/148 (2002), pp. 71-226; ID.: Observer,vnrer, servir. Une polmique jsuite autour du Tribunal des mathmatiques de Pekin,Annales HSS, 2004,pp. 729-758; ID.: Les jsuites entre apostolat missionnaire et activit scientique, Archivum HistoricumSocietatis Iesu, 74 (2005), pp. 213-236; CORSI, E.:La fbrica de las ilusiones. Los jesuitas y la difusin dela perspectiva lineal en China, 1698-1766, Mxico, Colegio de Mxico, 2004; JAMIC. y SARAIVA, L.: TheJesuits, the Padroado, and East Asian Science (1552-1773). History of the Mathematical Sciences: Portugaland the East Asia III, Singapur, World Scientic, 2008; HSIA, F. C.: Sojourners in a Strange Land: Jesuits andtheir Scientic Missions in Late Imperial China, Chicago, The Chicago University Press, 2009;JAMI, C.: TheEmperors Mathematics. Western Learning and Imperial Authority during the Kangxi Reign (1662-1722),Oxford, Oxford UP, 2012.

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    no olvidarlo con el de otros muchos religiosos, tanto agustinos como franciscanos,dominicos, carmelitas Las aportaciones que unos y otros hicieron en este terre-no, a travs de guras como las de Bernardino de Sahagn, Toribio de Benavente,Joo dos Santos, Gaspar da Cruz, Antnio de Gouveia, etc., seran muchas vecestan importantes e incluso anteriores a las de los jesuitas. En este sentido, el intershistoriogrco en torno a la Compaa de Jess y a su proyeccin intelectual y eru-dita en el mundo de los siglos XVI-XVIII, sin duda, requiere de algunos maticesy algunas reservas que eviten el obviar un universo clerical y religioso que, lejosde ser culturalmente homogneo, se caracteriz precisamente por su diversidad26.

    No se trata de cuestionar la atribuida modernidad que, con algn fundamento, lahistoriografa ha asociado a los ignacianos, sino de subrayar la posicin que otrosactores del campo religioso ocuparon en el mbito de una produccin escrita e in-telectual de la que no fueron meros gurantes, a pesar de que su visibilidad fueseaparentemente menor27.

    Adems de su contribucin al universo de la literatura misionera, hubo otrosmuchos mbitos de la produccin escrita, como la literatura espiritual y devota,los escritos de carcter pastoral o las narrativas de naturaleza identitaria (crnicas,hagiografas, etc.) que, en paralelo a los jesuitas, cultivaron abundantemente esosotros actores, abriendo el abanico de posibilidades a la hora de examinar y compa-rar otros universos intelectuales y otras formas de relacionarse con la escritura 28.En realidad, el inters por algunos de estos gneros cuenta con una tradicin relati-vamente slida que se remonta a los aos de 1930-1960 29y queha sentado las bases

    para el estudio de la produccin religiosa y espiritual de la Pennsula durante lossiglos XVI-XVIII. Su anlisis, de hecho, viene siendo objeto de renovada atencinen los ltimos aos, lo que ha permitido, por ejemplo, ofrecer una comprensin msrica y matizada de las distintas expresiones de sentimiento religioso que tuvieronlugar en los contextos ibricos de la poca moderna y, en especial, de aqullasque, habiendo surgido al calor de determinados crculos y grupos, se percibieron

    26 RUSCONI, R.: Rhetorica ecclesiastica. La predicazione nellet post-tridentina fra pulpito e biblioteca,en MARTINA, G. yDOVERE, U.(eds.):La predicazione in Italia dopo il Concilio di Trento tra Cinque e Settecen-to, Roma, Ed. Dehoniane, 1996, pp. 15-46.

    27 XAVIER, . BARRETO: Itinerrios franciscanos na ndia seiscentista, e algunas questes de Histria ede mtodo,Lusitnia Sacra, 2 srie, 18 (2006), pp. 87-116. Vase asimismo PALOMO, F.: Misin, memoriay cultura escrita. Impresos y copias de mano en las estrategias memorsticas de franciscanos y jesuitas en elmundo portugus de los siglos XVI y XVII, en GARCABERNAL,J. J. (ed.):Memoria de los orgenes: el discur-so histrico-eclesistico en el mundo moderno, Sevilla, Universidad de Sevilla, en prensa; ALABRSIGLESIAS,R. M. (ed.): Tradicin y modernidad. El pensamiento de los dominicos en la Corona de Aragn en los siglosXVII y XVIII, Madrid, Slex, 2011.

    28 Una comparacin de las escrituras de jesuitas, franciscanos, dominicos y agustinos es la de GIRARD, P.:Les religieux occidentaux en Chine lpoque moderne. Essai danalyse textuelle compare, Pars, CNCDP-FCG, 2000.

    29 SAINZRODRGUEZ, P.:Introduccin a la historia de la literatura mstica en Espaa[1927], Madrid, Espa-sa-Calpe, 1984; BATAILLON, M.:Erasmo y Espaa. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI, Mxico,Fondo de Cultura Econmica, 1950; ASENSIO, E.: El erasmismo y las corrientes espirituales anes. Conver-sos, franciscanos, italianizantes,Revista de Filologa Espaola, 36 (1952), pp. 31-99; DIAS, J. S. DASILVA:Correntes de sentimento religioso em Portugal (secs. XVI-XVIII), Combra, Universidade de Coimbra, 1960.

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    el acto de escribir. En algunos casos, la composicin de estas obras se entendicomo una suerte de ejercicio al servicio de Dios, en el que la perdurabilidad de losescritos y su circulacin haban de contribuir a perpetuar y multiplicar los efectos

    de la actividad apostlica. En otras ocasiones, la escritura se consider un ejerciciovano y profano, contrario a la obligada humildad que deba adornar a todo religiosocristiano35. En el caso especco de la mstica, la escritura no slo se vera condi-cionada por un lenguaje y una retrica particulares, sino que asumira un sentidomarcadamente espiritual que buscaba validarla, atribuyendo a sus autores una merafuncin de instrumentos de una palabra (escrita) que no era la suya propia, sino ladivina, pues era Dios, en ltimo trmino, quien escriba por medio de la mano y la

    pluma de sus siervos 36. Esto se hara particularmente perceptible en el caso de laescritura religiosa femenina, que, sujeta a eventual desautorizacin cuando asumauna proyeccin pblica y un sentido aparentemente heterodoxo, no dejara de cons-

    tituir una forma de escritura vigilada, encauzndose principalmente a travs delgnero autobiogrco y, en parte tambin, del epistolar37. Pero, al margen de lossignicados que poda encerrar la escritura y de su autora masculina o femenina, laelaboracin y posterior difusin de la literatura espiritual estuvo condicionada pormltiples factores. Su circulacin impresa, por ejemplo, adems de las mediacionesde tipgrafos y estampadores, se vera sujeta a formas de censura previa que fun -cionaban tanto al interno de los grupos religiosos, como desde la corona (o desde la

    propia Inquisicin, en el caso portugus) 38.Dentro de la produccin devota y espiritual, cabe hacer mencin especca a

    aquellas prcticas escritas de carcter memorstico que habran de conocer un de-

    sarrollo particular en el mbito de muchas iglesias locales y entre los distintos

    35 PALOMO, op. cit.(nota 27).36 CERTEAU, M.DE:La fbula mstica (siglos XVI-XVII), Madrid, Siruela, 2006. Para el contexto ibrico,

    vase adems BOUZA, F.: Religin y cultura en la poca moderna: legibilidad de la experiencia religiosa. Apropsito del Dios impresor de la monja de Marchena, en CORTSPEA, A. L. y LPEZ-GUADALUPEMUOZ,M. L. (eds.):Estudios sobre Iglesia y Sociedad en Andaluca en la Edad Moderna, Granada, Universidad deGranada, 1999, pp. 389-408; LVAREZSANTAL, L. C.: Algunos usos del libro y de la escritura en el mbitoconventual: el Desengao de Religiosos de Sor Mara de la Antigua (1614-1617), en GONZLEZSNCHEZ,C.A. y VILAVILAR.E. (eds.): Grafas del imaginario. Representaciones culturales en Espaa y Amrica (siglosXVI-XVIII), Mxico, FCE, 2003, pp. 157-202; CASTILLOGMEZ, A.: La pluma de Dios, en ID.:Entre la pluma

    y la pared. Una historia social de la escritura en los Siglos de Oro, Madrid, Akal, 2006, pp. 185-200.37 Siendo muy amplia la bibliografa al respecto, remitimos aqu a POUTRIN, I.:Le voile et la plume. Auto-biographie et saintet fminine dans lEspagne moderne, Madrid, Casa de Velzquez, 1995; AMELANG, J. S.:Los usos de la autobiografa: monjas y beatas en la Catalua moderna, en AMELANG,J. yNASH,Mary (eds.):Historia y gnero: las mujeres en la Europa moderna y contempornea, Valencia, Universidad de Valencia,1990, pp. 191-214; CASTILLOGMEZ, A.: Dios, el confesor y la monja: la autobiografa espiritual femeninaen la Espaa de los siglos XVIy XVII, Syntagma: Revista del Instituto de Historia del Libro y de la Lectura, 2(2008), pp. 59-76; MORTEACN, A.:Misticismo y conspiracin. Sor Mara de greda en el reinado de FelipeIV, Zaragoza, Institucin Fernando el Catlico, 2010, sobre todo, pgs. 201-292. Sobre los lmites a la escritu-ra religiosa femenina, es de particular inters el ensayo de CASTILLOGMEZ, A.: Las dicultades de la escriturafemenina, en ID., op. cit.(nota 36), pp. 157-183.

    38 Sobre los condicionantes que rodeaban la edicin impresa de las obras de espiritualidad, vase GARCAPREZ, op. cit.(nota 34), pp. 119-216. Para los mecanismos de aprobacin y censura en el mbito de la admi-nistracin regia, vase BOUZA, F.: Dsele licencia y privilegio. Don Quijote y la aprobacin de libros en elSiglo de Oro, Madrid, Akal, 2012.

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    grupos religiosos de la poca, materializndose en historias de obispados, santua-rios, imgenes, apariciones y reliquias, en incontables relatos cronsticos sobre lasrdenes religiosas, sus provincias y conventos, y en numerosos escritos hagiogr-

    cos, como vidas, orilegios o martirologios. La crnica, escasamente estudiada,alcanz una importancia considerable entre los siglos XVI-XVIII, constituyndosecomo espacio privilegiado en el que las rdenes religiosas y otras instancias mo-dularon la construccin de sus respectivos discursos histricos y de una memoriaescrita, generalmente de carcter ocial39. Con frecuencia, se trataba de una escri-tura controlada, sujeta a reglas semejantes a las que determinaron un gnero comola hagiografa, ms verstil en cuanto a las modalidades escritas que adopt y enrelacin con los pblicos a los que se dirigi 40.Cronstica y relatos hagiogrcos,

    por lo dems, fueron clara expresin de algunos de los usos que se hicieron de laescritura en los espacios coloniales ibricos. En efecto, distintos grupos religio-

    sos con estrechos vnculos a las elites locales de origen peninsular no dudaronen articular toda una serie de reivindicaciones y aspiraciones de poder frente a lametrpoli y a sus representantes, mediante el recurso a textos de carcter histo -riogrco y hagiogrco en los que se adivina el germen de un discurso de clarosribetes criollistas. Muchas de las descripciones incluidas en los relatos cronsticos,as como las innumerables vidas de religiosos y religiosas que se compusieronlocalmente, buscando promover su canonizacin (o, por lo menos, reivindicando suejemplaridad), no respondieron sino a determinadas estrategias escritas mediantelas cuales franciscanos, jesuitas, dominicos, etc., quisieron santicar los trpicos,contestando as la visin de una especie de natural corrupcin o degeneracin que

    en los mbitos metropolitanos se atribuira habitualmente a los espacios colonialesy a quienes all nacan o crecan 41.

    Muchas de las cuestiones que hemos desgranado en las pginas precedentes nodejan de estar presentes en los trabajos que rene este volumen, en el que se haquerido reejar claramente esa diversidad de actores que, vinculados al univer-so clerical, religioso y misionero, contribuyeron mediante sus textos a delinear

    39 Sobre la crnica religiosa en el mundo ibrico, vase CARVALHOJ. A. DEFREITAS(ed.): Quando os fradesfaziam Histria. De Fr. Marcos de Lisboa a Simo de Vasconcellos, Oporto, CIUHE, 2001; ATIENZALPEZ,A. (ed.):Iglesia Memorable. Crnicas, historias, escritos... a mayor gloria. Siglos XVI-XVIII, Madrid, Slex,

    2012, pp. 25-50.40 EGIDOLPEZ, T.: Hagiografa y estereotipos de santidad contrarreformista (la manipulacin de San Juan

    de la Cruz), Cuadernos de Historia Moderna, 25 (2000), pp. 61-86; CROIZAT-VIALLET,J. y VITSE,M. (eds.),Le temps des saints, monogrco deMlanges de la Casa de Velzquez, 33/2 (2003); REDONDO, A.: Un nuevomodelo de santidad en la Espaa contrarreformista: el caso del jesuita Francisco Javier, en ARELLANOAYUSO,I. y VITSE, M. (ed.):Modelos de vida en la Espaa del Siglo de Oro, vol. II:El sabio y el santo, Madrid-Frank-furt, Iberoamericana-Vervuert, 2007, pp. 303-326; VINCENT-CASSY, C.:Les saintes vierges et martyres danslEspagne du XVIIe sicle. Culte et image, Madrid, Casa de Velzquez, 2011.

    41 RUBIALGARCA, A.:La santidad controvertida: hagiografa y conciencia criolla alrededor de los vene-rables no canonizados en Nueva Espaa, Mxico, UNAM-FCE, 1999; COELLODELAROSA, A.:En compaade los ngeles. Vida del exttico y fervoroso Padre Juan de Alloza, SJ [1597-1666] , Barcelona, EdicionsBellaterra, 2007; ID.: Agencias polticas y polticas de santidad en la beaticacin del padre Juan de Alloza,SJ (1597-1666), Hispania Sacra, 57 (2005), pp. 627-650; XAVIER, . BARRETO: Nobres por gerao. Aconscincia de si dos descendentes de portugueses na Goa seiscentista, Cultura. Revista de Histria e Teoriadas Ideias, 24 (2007), pp. 89-118

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    los contornos de la actividad literaria y de la produccin del saber en el mundoibrico del periodo moderno. La presencia jesuita, ciertamente inevitable, apareceas acompaada de esos otros protagonistas franciscanos, agustinos, dominicos,carmelitas, oratorianos que, al igual que los ignacianos, tuvieron una proyeccinconsiderable en el campo de la cultura escrita, a pesar de contar con una visibilidadtipogrca e historiogrca menor. Al mismo tiempo, se ha entendido necesarioadoptar una ptica que considere por igual los espacios metropolitanos del mundoibrico y aquellos que fueron escenario de sus experiencias imperiales, considern-dolos como un continuum, con mltiples centros, por el que transitaban hombres,textos, ideas, modelos, etc., estableciendo con arreglo a dinmicas que no seguannecesariamente una lgica unidireccional metrpoli-colonia conexiones entre losvarios contextos vinculados a las monarquas espaola y portuguesa durante la po-ca moderna.

    Sobre estas bases, el volumen se ha articulado en dos partes, la primera de lascuales rene as cinco trabajos que nos acercan, desde perspectivas diferentes, a lospropios textos que elabor el clero y, en particular, a su circulacin. Se abordan asdeterminados problemas que vienen siendo objeto de anlisis y discusin entre loshistoriadores y que inciden sobre aspectos relacionados con la propia dimensin

    planetaria que encerrara esa circulacin, con su naturaleza manuscrita e impresa ocon las condiciones que rodearon la edicin de los textos religiosos y su comercio.El recurso a las copias de mano, por ejemplo, adquiere particular protagonismo enel trabajo de Paul Nelles, en el que se examinan los circuitos y modalidades delintercambio epistolar dentro de la Compaa de Jess durante la segunda mitad del

    siglo XVI. Su anlisis pone de maniesto el papel cardinal que desempearon notanto los centros romanos como tradicionalmente se ha pensado sino las provin-cias y los colegios a la hora de articular un sistema ecaz manuscrito de comu-nicacin dentro de una congregacin que vera rpidamente aumentar el nmero desus establecimientos y, sobre todo, sus horizontes geogrcos. Con todo, la circula-cin de textos entre los distintos espacios ibricos, como es obvio, no se restringia los intercambios epistolares. Los libros de devocin y los escritos doctrinalestuvieron asimismo un particular protagonismo en los viajes ocenicos de espaolesy portugueses, como muestra el estudio de Carlos Alberto Gonzlez Snchez. En elmismo, no insiste sobre el anlisis en torno a los acervos de libros que como mer-

    canca o equipaje circulaban entre la metrpoli y los espacios coloniales, sino que,centrndose en un aspecto menos evidente, examina su consumo y, en concreto, losusos que los religiosos daban a esos textos devotos y doctrinales, haciendo de ellosinstrumentos recurrentes en la actividad de proselitismo y consuelo que, a modo demisiones nuticas, solan desarrollar en el curso de estas travesas.

    El viaje, los escritos y los textos que transitaban entre varios mundos no dejan deser asimismo objeto de anlisis en el ensayo que nos ofrece ngela Barreto Xavier,en el que, con todo, la autora adopta una perspectiva distinta e historiogrcamentenovedosa: la de aquellos religiosos que, originarios de los contextos coloniales, setrasladaban a los centros europeos (Lisboa, Madrid, Roma) con el objeto de hacer

    valer los intereses de sus grupos y corporaciones ante el monarca o el pontce.Xavier no slo pone de relieve el peso que estos sujetos, por medio de sus escritos,

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    tuvieron tambin en el imperio portugus en la articulacin de discursos de tenorcriollista. Examina adems el lugar que la escritura ocup en la propia experienciadel viaje a Europa, subrayando al mismo tiempo como ste serva a menudo demarco en el que los religiosos desplegaban estrategias editoriales con las que dara estampa textos propios o de sus correligionarios que haban trado con ellosdesde las periferias del imperio.

    En este sentido, el ensayo de ngela Barreto Xavier permite que nos adentremosen un terreno no siempre bien conocido como es el de los contextos que rodeabanla produccin y el comercio de los impresos de carcter religioso. En realidad, va-rias de las cuestiones que se plantean a este respecto son objeto de atencin en losotros dos estudios que conforman esta primera parte del volumen. En su artculo,Fernando Bouza considera un aspecto escasamente explorado por la historiografacomo es el papel que desempearon los costeadores en la edicin de textos religio-

    sos. Su anlisis permite poner de relieve, tanto el afn mercantil que sola rodear lasiniciativas de estos agentes, como su capacidad para intervenir sobre los procesoseditoriales e, incluso, sobre el nada desdeable mercado del libro religioso. Al hilode esta cuestin, que viene a recordarnos la dimensin comercial y econmica quenecesariamente tambin rodeaba la circulacin de estos impresos, Bouza examinala participacin que los propios regulares tuvieron en dicho mercado, llegando amovilizar en ocasiones importantes y valiosos acervos librescos. Desde una pticadiferente, el trabajo de Federico Palomo, centrado en la gura de Fr. Apolinrioda Conceio, analiza las prcticas escritas de los franciscanos portugueses y su

    participacin en los contextos eruditos del siglo XVIII. Pero, sobre todo, incide

    sobre un terreno como es el de la edicin y la circulacin impresa en un mbitocomo el portugus y el luso-americano. En este sentido, la trayectoria del religiosoanalizado, entre Lisboa y Ro de Janeiro, permite poner de relieve, por un lado, laimplicacin escasamente conocida y estudiada de las elites coloniales brasileasen el patrocinio de ediciones de textos devotos; por otro, descubre un singular mer-cado paralelo de libros impresos, restringido a clrigos y religiosos.

    La segunda parte del volumen, bajo el epgrafeMemoria, erudicin y saberes delmundo, rene otros cinco estudios que, siendo diversos en los objetos que analizany en las cuestiones que plantean, ahondan todos ellos en el mbito especco de las

    prcticas escritas y eruditas de quienes conformaban esa amalgama social y cultu-

    ralmente mltiple que era el clero ibrico altomoderno. En este sentido, el ensayode Antonio Castillo comienza situndonos en el mundo conventual femenino de lacontrarreforma, que, de hecho, constituy un espacio privilegiado para la escriturade mujeres durante los siglos XVI y XVII. Castillo incide as sobre un aspectoque, en los ltimos aos, no ha dejado de despertar el inters de los investigadores,

    pero lo hace desde la perspectiva, menos frecuente, de las prcticas epistolares quemarcaron la actividad escritora de muchas monjas. Su anlisis le lleva a establecermodelos diferenciados, en los que la carta se destinaba a la comunicacin entrelas comunidades de religiosas o, por el contrario, asuma esencialmente funcionesespirituales.

    Junto al papel de la cultura epistolar, las formas de memoria como ya hemossealado no dejaron de ser asimismo un mbito en el que, tanto mujeres como

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    hombres vinculados a la institucin eclesistica, desarrollaron una intensa activi-dad literaria y erudita. En este sentido, el gnero cronstico es objeto de particularatencin en el estudio de Jos Luis Betrn, dedicado a la produccin jesuita relativaa su presencia en las regiones de la frontera amaznica. Betrn no slo sita el con-

    junto de estas crnicas, que mayoritariamente corrieron manuscritas, en el contextoms amplio de la literatura misional, como analiza las estrategias narrativas que semovilizaban en la composicin de estos textos, ordenados principalmente a servirde instrumento para la edicacin y la propaganda.

    Una visin distinta y singular de estas prcticas memorsticas es la que aportaRodrigo Bentes Monteiro al analizar los usos eruditos que el oratoriano, acadmicoy biblilo portugus, Diogo Barbosa Machado, hizo de determinados productoseditoriales como los retratos grabados y los folletos, reunindolos en sendas colec-ciones, hoy conservadas en la Biblioteca Nacional de Ro de Janeiro. Sin dejar de

    sealar su carcter nico y original, el estudio considera las lgicas de forma y con-tenido que Barbosa Machado imprimi a ambos conjuntos documentales, poniendoas de relieve la operacin discursiva e historiogrca que los habra animado,destinada a articular una historia de la monarqua portuguesa y de sus conquistas,

    pautada por las guras de sus soberanos.Las prcticas memorsticas estn an presentes en el estudio de Zoltn Bieder-

    mann, que nos hace regresar al anlisis de la crnica misionera de la mano de unclsico, Fr. Paulo da Trindade, y del texto que consagr a la presencia de los fran-ciscanos en la India portuguesa y Ceiln. Su original lectura del relato, sin embar-go, destaca la escasa atencin que, en contraste con los textos misioneros de otros

    autores coetneos, se dara al saber geogrco en la economa narrativa y simblicade esta crnica, en la que el espacio, apenas presente, quedaba supeditado a unalgica temporal, regida por la historia bblica y misionera. Lejos de interpretar estaestrategia bajo el prisma de una escritura franciscana y arcaizante, Bierdermannla sita en el marco de las disputas que enfrentaron a religiosos sercos y jesuitasen la India de inicios del siglo XVII, poniendo de relieve el signicado retricoque, frente al espacio, adquira el tiempo a la hora subrayar las races histricas sagradas de la presencia franciscana en Asia.

    En realidad, el debate en torno al lugar que la experiencia y la observacin mi -sioneras ocuparon en la produccin de los saberes del mundo durante los siglos mo-

    dernos centra el anlisis del ltimo de los ensayos reunidos en el presente volumen,consagrado a los escritos misioneros sobre China. Antonella Romano, sin dejar deconsiderar los contextos geopolticos (de creciente competencia entre el papado ylas monarquas ibricas) de la poca, examina aquellos elementos que, a la largode la segunda mitad del siglo XVI, contribuyeron a la conguracin en el mundoletrado europeo de un conocimiento sobre China, en el que sta aparecera comoun universo complejo, renado y, sobre todo, cultivado y civilizado, a pesar de sudesconocimiento de la revelacin. Para su reexin, Romano toma como base tresempresas editoriales distintas, que representaran tres hitos dentro este proceso yque, entre las tres, cubriran cincuenta aos de profundas transformaciones en las

    relaciones entre Asia y Europa, en los que Roma acabara imponindose al mundoibrico como centro de produccin del saber sobre China y en el que los jesuitas,

  • 7/25/2019 Clero y Cultura Escrita Federico Palomo

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    Federico Palomo Introduccin. Clero y cultura escrita en el mundo ibrico...

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    gracias a su empeo en el aprendizaje de la lengua, contaran con un elemento aa-dido de legitimacin en su experiencia del mundo chino.

    El trabajo de Antonella Romano encierra as el presente volumen, por medio delcual se ha pretendido llamar la atencin sobre la cultura intelectual y las prcticasescritas de clrigos y religiosos en espacios como los ibricos de la poca moderna,

    profundamente marcados por los criterios del catolicismo postridentino, pero tam-bin por experiencias imperiales que, teniendo en el clero a uno de sus principalesactores, contribuyeron de forma determinante al conocimiento moderno del mundoy a los procesos que propici la llamada primera mundializacin. Antes de nali-zar estas lneas, no quisiera dejar de mostrar mi agradecimiento a los autores quehan contribuido mediante sus ensayos a dar forma al presente monogrco y que,desde el inicio, mostraron inters por la idea que lo animaba y disponibilidad para

    participar en su realizacin. Mi reconocimiento se extiende asimismo a la direcciny el consejo de redaccin de Cuadernos de Historia Modernaque no slo me han

    permitido coordinar el presente volumen, como han acompaado en todo momentosu desarrollo, mostrndose siempre solcitos en acudir a cuanto les hemos requeri-do durante el proceso de recepcin, evaluacin y, nalmente, de edicin del mono-grco. No puedo sino agradecer tambin la ayuda de los varios expertos que han

    participado en la evaluacin de los trabajos, cuyos comentarios y apreciaciones,sin duda, han contribuido a mejorarlos en la forma que ahora se publican. No cabenalizar sin reconocer asimismo el esfuerzo y esmero de quienes han colaboradocomo traductores de varios de los textos aqu incluidos, la generosa ayuda de Zol-tn Biedermann y Duarte Ferreira a la hora de revisar los abstractsen ingls de losartculos y, ciertamente, el cuidado de Ana Moreno Meyer en las tareas de edicinque han dado curso a estas pginas.