Coleccion oraciones

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ALLAN KARDEC COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS Apartado Postal 22 28 Caracas 1010-A - Venezuela. Calle 12 A, entre Calles 7 y 8, Quinta Mensaje Fraternal. Urbanización Vista Alegre, Caracas, 1020, Venezuela. Telfs. (58-2) 472 13 25 - 472 77 46 - 472 92 89. [email protected] ISBN 85-7341-319-0 Traducción de: Alipio González Hernández Portada: César França de Oliveira Derechos reservados 7ª edición - noviembre/2004 20.501 al 23.500 ejemplares Impreso en el Brasil – Printed in Brazil INSTITUTO DE DIFUSÃO ESPÍRITA Av. Otto Barreto, 1067 - Caixa Postal 110 CEP 13602-970 - Araras - SP - Brasil Fone (55-19) 3541-0077 - Fax (55-19) 3541-0966 C.G.C. (MF) 44.220.101/0001-43 Inscrição Estadual 182.010.405.118 www.ide.org.br [email protected] [email protected]

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ALLAN KARDEC

COLECCIÓN DEORACIONES ESPÍRITAS

Apartado Postal 22 28 Caracas 1010-A - Venezuela.Calle 12 A, entre Calles 7 y 8, Quinta Mensaje Fraternal.

Urbanización Vista Alegre, Caracas, 1020, Venezuela.Telfs. (58-2) 472 13 25 - 472 77 46 - 472 92 89.

[email protected]

ISBN 85-7341-319-0

Traducción de:Alipio González Hernández

Portada:César França de Oliveira

Derechos reservados

7ª edición - noviembre/2004

20.501 al 23.500 ejemplares

Impreso en el Brasil – Printed in Brazil

INSTITUTO DE DIFUSÃO ESPÍRITAAv. Otto Barreto, 1067 - Caixa Postal 110

CEP 13602-970 - Araras - SP - BrasilFone (55-19) 3541-0077 - Fax (55-19) 3541-0966

C.G.C. (MF) 44.220.101/0001-43Inscrição Estadual 182.010.405.118

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ÍNDICE

RESUMEN DE LA DOCTRINA ESPÍRITA ........ 9PEDID Y SE OS DARÁ ........................................ 19

Cualidades de la oración .......................................... 19Eficacia de la oración ............................................... 21Acción de la oración. Transmisión del

pensamiento ....................................................... 25Oraciones inteligibles .............................................. 32De la oración para los muertos y para los

Espíritus que sufren ........................................... 33Instrucciones de los Espíritus .................................. 37

Modo de orar .......................................................... 37Alegría de la oración ................................................ 40

COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS .... 42Preámbulo ............................................................. 42Oraciones Generales ........................................... 45Oración dominical ................................................... 45Reuniones Espíritas ................................................ 56Para los médiums ................................................... 60

Oraciones para sí mismo .......................................... 64A los ángeles guardianes y a los Espíritus

protectores ......................................................... 64Para alejar a los malos Espíritus ............................. 68Para corregirse de un defecto .................................. 69Para pedir la fuerza de resistir a una tentación ....... 71Acción de gracias por la victoria obtenida

contra la tentación .............................................. 73

Para pedir un consejo .............................................. 73En las aflicciones de la vida ..................................... 75Acción de gracias por un favor obtenido ................ 76Acto de sumisión y resignación ............................. 77En un peligro inminente .......................................... 80Acción de gracias después de haber salido

de un peligro ...................................................... 80En el momento de dormirse .................................... 81Cuando se prevé una muerte próxima ..................... 83

Oraciones para otros ................................................. 86Para alguien que esté en aflicción ............................ 86Acción de gracias por un beneficio

concedido a otro ................................................. 87Para nuestros enemigos y para los que nos

quieren mal ......................................................... 88Acción de gracias por el bien concedido a

nuestros enemigos .............................................. 90Para los enemigos del Espiritismo .......................... 90Para un niño recién nacido ...................................... 94Para un agonizante .................................................. 97

Oraciones para los que ya no estánen la Tierra ........................................................... 98Para los recién fallecidos ......................................... 98Para las personas que se han amado ....................... 103Para las almas que sufren y piden oraciones ............ 105Para un enemigo muerto .......................................... 107Para un criminal ...................................................... 108Para un suicida ........................................................ 109Para los Espíritus arrepentidos ............................... 111Para los Espíritus endurecidos ................................ 112

Oraciones para los enfermos y obsesos .................. 116Para los enfermos .................................................... 116Para los obsesos ...................................................... 119

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RESUMEN DE LADOCTRINA ESPÍRITA *

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Los mismos seres que se comunican sedesignan, como lo dijimos, con el nombre de Espíritus ogenios y aseguran haber pertenecido, por lo menosalgunos, a hombres que vivieron sobre la Tierra.

Constituyen el mundo espiritual, como nosotrosconstituimos, durante la vida, el mundo corporal.

Resumimos así, en pocas palabras, los puntosmás importantes de la doctrina que nos trasmitieron,para responder más fácilmente a ciertas objeciones.

“Dios es eterno, inmutable, inmaterial, único,todopoderoso, soberanamente justo y bueno.

Creó el Universo que comprende a todos losseres animados e inanimados, materiales e inmateriales.

Los seres materiales constituyen el mundovisible o corporal y los seres inmateriales el mundoinvisible o espírita, es decir, el de los Espíritus.

El mundo espírita es el mundo normal, primitivo,eterno, preexistente y sobreviviente a todo.

El mundo corporal no pasa de ser secundario;podría dejar de existir, o no haber existido jamás, sinalterar la esencia del mundo espírita.

Los Espíritus revisten, temporalmente, unaenvoltura material perecedera, cuya destrucción, porla muerte, los vuelve libres.

Entre las diferentes especies de serescorpóreos, Dios escogió la especie humana para laencarnación de los Espíritus que alcanzaron un ciertogrado de desarrollo, lo cual les da la superioridad morale intelectual sobre todos los otros.

El alma es un Espíritu encarnado, cuyo cuerpoes sólo una envoltura.

Tres cosas existen en el hombre: Primera, el

cuerpo o ser material análogo al de los animales yanimado por el mismo principio vital; Segunda, el almao ser inmaterial, Espíritu encarnado en el cuerpo;Tercera, el lazo que une el alma al cuerpo, principiointermedio entre la materia y el Espíritu.

Así, pues, el hombre tiene dos naturalezas: porel cuerpo, participa de la naturaleza de los animales, delos cuales tiene el instinto; y por el alma, participa de lanaturaleza de los Espíritus.

El lazo o periespíritu que une el cuerpo y elEspíritu es una especie de envoltura semimaterial. Lamuerte es la destrucción de la envoltura más grosera,el Espíritu conserva la segunda, que constituye para élun cuerpo etéreo, invisible para nosotros en estadonormal, pero que puede, accidentalmente, hacersevisible y hasta tangible, como ocurre en el fenómenode las apariciones.

Así, pues, el Espíritu no es un ser abstracto,indefinido, que solo el pensamiento puede concebir;es un ser real, circunscrito, que en ciertos casos, esapreciable por los sentidos de la vista, del oído y deltacto.

Los Espíritus pertenecen a diferentes clases yno son iguales ni en poder, ni en inteligencia, ni ensaber, ni en moralidad.* El libro de los Espíritus - Allan Kardec - Introducción, VI.

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(1) Entre esta doctrina de la reencarnación y la de lametempsicosis, tal como la admiten ciertas sectas, existe unadiferencia característica que es explicada en el curso de estaobra.

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Los de primer orden son los Espíritus supe-riores, que se distinguen de los demás por superfección, sus conocimientos y su proximidad a Dios,la pureza de sus sentimientos y su amor al bien; sonlos ángeles o Espíritus puros. Las otras clases se alejanmás y más de esa perfección; los de las clases inferioresestán inclinados a la mayor parte de nuestras pasiones:al odio, la envidia, los celos, el orgullo, etc.; y secomplacen en el mal. Entre ellos, los hay que no son nimuy buenos ni muy malos, más embrollones einoportunos que malos, la malicia y las inconsecuenciasparecen ser su diversión: son los Espíritus traviesos oligeros.

Los Espíritus no pertenecen perpetuamente almismo orden. Todos progresan, pasando por losdiferentes grados de la jerarquía espírita.

Este progreso ocurre por medio de laencarnación, que es impuesta a unos como expiación ya otros como misión. La vida material es una pruebaque deben soportar repetidas veces, hasta que hayanalcanzado la perfección absoluta. Es una especie deexamen severo o depuratorio, de donde salen más omenos purificados.

Dejando el cuerpo, el alma vuelve al mundo delos Espíritus, de donde había salido, para tomar unanueva existencia material, después de un lapso de

tiempo más o menos largo, durante el cual permaneceen estado de Espíritu errante.

Debiendo pasar el Espíritu por variasencarnaciones, resulta de eso que todos tuvimosdiversas existencias y que tendremos aún otras, más omenos perfeccionadas, bien sea sobre la Tierra, o enotros mundos.

La encarnación de los Espíritus ocurre siempreen la especie humana y sería un error creer que elalma o Espíritu pueda encarnarse en el cuerpo de unanimal (1).

Las diferentes existencias corporales del Espíritusiempre son progresivas y jamás retrógradas; pero larapidez del progreso depende de los esfuerzos quehacemos para alcanzar la perfección.

Las cualidades del alma son las mismas que lasdel Espíritu que está encarnado en nosotros; así, elhombre de bien es la encarnación de un Espíritu bueno,y el hombre perverso la de un Espíritu impuro.

El alma tenía su individualidad antes de la

encarnación y la conserva después de su separacióndel cuerpo.

A su regreso al mundo de los Espíritus, el almaencuentra allí a todos aquellos que conoció sobre laTierra, y todas sus existencias anteriores se retratan ensu memoria con el recuerdo de todo el bien y de todo elmal que hizo.

El Espíritu encarnado está bajo la influencia dela materia; el hombre que supera esa influencia por laelevación y purificación de su alma, se aproxima a losEspíritus buenos con los cuales estará un día. Aquelque se deja dominar por las malas pasiones y cifra todasu alegría en la satisfacción de los apetitos groseros,se aproxima a los Espíritus impuros, dandopreponderancia a la naturaleza animal.

Los Espíritus encarnados pueblan los diferentesglobos del Universo.

Los Espíritus no encarnados o errantes noocupan una región determinada y circunscrita, sinoque están en todas partes, en el espacio y a nuestrolado, viéndonos y codeándose incesantemente connosotros; es toda una población invisible que se agitaa nuestro alrededor.

Los Espíritus ejercen, sobre el mundo moral eincluso sobre el mundo físico, una acción incesante.

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Actúan sobre la materia y sobre el pensamiento, yconstituyen una de las potencias de la Naturaleza, causaeficiente de una multitud de fenómenos inexplicados omal explicados hasta ahora, y que sólo encuentran unasolución racional en el Espiritismo.

Las relaciones de los Espíritus con los hombresson constantes. Los Espíritus buenos nos incitan albien, nos sustentan en las pruebas de la vida y nosayudan a soportarlas con valor y resignación; los malosnos incitan al mal: y les es placentero vernos sucumbiry equipararnos a ellos.

Las comunicaciones de los Espíritus con loshombres son ocultas u ostensibles. Las ocultas ocurrenpor la buena o mala influencia que ejercen sobrenosotros sin que lo sepamos; corresponde a nuestrojuicio discernir las buenas y las malas inspiraciones.Las comunicaciones ostensibles se verifican por mediode la escritura, de la palabra, o de otras manifestacionesmateriales, y lo más frecuente a través de los médiumsque le sirven de instrumento.

Los Espíritus se manifiestan espontáneamenteo por evocación. Se pueden evocar a todos losEspíritus, lo mismo a los que animaron a hombresobscuros, como a los de los más ilustres personajes,cualquiera que sea la época en la que hayan vivido; así

los de nuestros parientes y amigos como a los denuestros enemigos, y obtener en comunicacionesescritas o verbales, consejos, informaciones sobre susituación en el más allá, de sus pensamientos respectoa nosotros, así como las revelaciones que les sonpermitidas hacernos.

Los Espíritus son atraídos en razón de susimpatía por la naturaleza moral del medio que los evoca.Los Espíritus superiores se alegran en las reunionesserias donde prevalece el amor al bien y el deseo sincerode instruirse y mejorarse. Su presencia ahuyenta a losEspíritus inferiores que encuentran, por el contrario,libre acceso y pueden actuar con toda libertad entrelas personas frívolas o guiadas tan solo por lacuriosidad y donde quiera que encuentren malosinstintos. Lejos de obtener de ellos buenasadvertencias o enseñanzas útiles, pues no se debenesperar sino futilidades, mentiras, bromas pesadas omistificaciones, porque con frecuencia usurpannombres venerables para mejor inducir en el error.

Es sumamente fácil distinguir los Espíritusbuenos de los malos. Pues, el leguaje de los Espíritussuperiores es constantemente digno, noble, inspiradopor la más alta moralidad, libre de toda pasión inferior;sus consejos exaltan la más pura sabiduría, y tienensiempre como objetivo nuestro progreso y el bien de la

Humanidad. El de los Espíritus inferiores es, por elcontrario, inconsecuente, con frecuencia trivial y hastagrosero; si dicen a veces cosas buenas y verdaderas;con más frecuencia las dicen falsas y absurdas pormalicia o por ignorancia. Se divierten con la credulidady se distraen a expensas de los que los interrogan,alardeando de su vanidad, alimentando sus deseos confalsas esperanzas. En resumen, las comunicacionesserias, en la total acepción de la palabra, sólo seobtienen en los centros serios, en aquellos cuyosmiembros están unidos por una comunión depensamientos para el bien.

La moral de los Espíritus superiores se resume,como la de Cristo, en esta máxima evangélica: “Hacer alos demás lo que quisiéramos que a nosotros se noshiciese”; es decir, hacer el bien y no el mal. En esteprincipio encuentra el hombre la regla universal deconducta, hasta para sus menores acciones.

Nos enseñan que el egoísmo, el orgullo, y lasensualidad, son pasiones que nos aproximan a lanaturaleza animal y nos prenden a la materia; que elhombre que, desde este mundo, se desprende de lamateria despreciando las futilidades mundanas ypracticando el amor al prójimo, se aproxima a lanaturaleza espiritual; que cada uno de nosotros debeser útil con arreglo a las facultades y a los medios que

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* El Evangelio Según el Espiritismo - cap. XXVII - Allan Kardec.

Dios, para probarle, ha puesto en sus manos; que elFuerte y el Poderoso deben apoyo y protección al Débil,porque el que abusa de su fuerza y de su poder, paraoprimir a su semejante, viola la ley de Dios. Enseñan,en fin, que en el mundo de los Espíritus, donde nadapuede ocultarse, el hipócrita será desenmascarado ytodas sus torpezas descubiertas; que la presenciainevitable y perenne de aquellos con quienes noshemos portado mal, es uno de los castigos que nosestán reservados y que al estado de inferioridad y desuperioridad de los Espíritus son inherentes penas ygoces desconocidos en la Tierra.

Pero nos enseñan también que no hay faltasirremisibles, y que no puedan ser borradas por laexpiación. En las diferentes existencias, encuentra elhombre el medio que le permite avanzar, según susdeseos y sus esfuerzos, en la senda del progreso yhacia la perfección que es su objetivo final”.

Este es el resumen de la Doctrina Espírita, segúnresulta de la enseñanza dada por los Espíritussuperiores. Veamos ahora las objeciones que se leoponen.

Cualidades de la oración. – Eficacia de laoración. – Acción de la oración. Transmisión delpensamiento. – Oraciones inteligibles. – De la oraciónpara los muertos y para los Espíritus que sufren. –Instrucciones de los Espíritus: Modo de orar. – Alegríade la oración.

CUALIDADES DE LA ORACIÓN

1. Cuando oréis, no os asemejéis a loshipócritas, que se complacen en orar en pie en lassinagogas y en las esquinas de las calles para ser

vistos por los hombres. En verdad os digo, ellosrecibieron su recompensa. Mas cuando quisiereisorar, entrad en vuestro aposento y estando cerradala puerta, orad a nuestro Padre en secreto; y nuestroPadre que ve lo que pasa en secreto, os recompensará.

No cuidéis orar mucho en vuestras oraciones,como lo hacen los gentiles, que piensan sea por lamultitud de palabras que serán oídos. No os volváis,pues, semejantes a ellos, porque nuestro Padre sabede qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros lepidáis. (San Mateo, cap. VI, v. 5 a 8).

2. Cuando os presentéis para orar, si tuviereisalguna cosa contra alguno, perdonadle, para quenuestro Padre, que está en los cielos, os perdonetambién los pecados. Si vosotros no perdonareis,nuestro Padre, que está en los cielos, tampocoperdonará vuestros pecados. (San Marcos, cap. XI, v.25 y 26).

3. Él contó también esta parábola a unos queconfiaban en sí mismos, como si fuesen justos ydespreciaban a los otros.

Dos hombres subieron al templo a orar; eluno era fariseo y el otro publicano. El fariseo,estando en pie, oraba consigo mismo de estamanera: Dios mío, gracias os doy porque no soycomo los otros hombres, que son ladrones, injustosy adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno

PEDID Y SE OS DARÁ*

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dos veces por semana y doy el diezmo de todo lo queposeo.

Mas el publicano, por el contrario,manteniéndose distante, no osaba ni aun alzar losojos al cielo; mas golpeaba su pecho diciendo: Diosmío, ten piedad de mí, que soy un pecador.

Os digo que éste regresó justificado entre lossuyos y no el otro; porque cualquiera que se enalteceserá humillado y cualquiera que se humilla seráenaltecido. (San Lucas, cap. XVIII, v. 9 a 14).

4. Las cualidades de la oración están claramentedefinidas por Jesús; cuando oréis dice él, no os pongáisen evidencia; orad en secreto y no afectéis rogarmucho, porque no será por la multitud de palabras queseréis oídos, sino por su sinceridad; antes de orar, sitenéis alguna cosa contra alguien, perdonádsela,porque la oración no podría ser agradable a Dios sinosale de un corazón purificado de todo sentimientocontrario a la caridad; en fin, orad con humildad, comoel publicano y no con orgullo como el fariseo: examinadvuestros defectos y no vuestras cualidades, y si oscomparáis con otros, buscad lo que hay de malo envosotros. (Cap. X, números 7 y 8).

EFICACIA DE LA ORACIÓN

5. Todo lo que pidiereis orando, creed que lo

recibiréis y os será concedido. (San Marcos, cap. XI,v. 24).

6. Hay personas que niegan la eficacia de laoración fundándose en el principio de que, conociendoDios nuestras necesidades, es superfluo exponérselas.Aun añaden que, encadenándose todo en el Universopor leyes eternas, nuestro votos no pueden cambiarlos decretos de Dios.

Sin ninguna duda, hay leyes naturales einmutables que Dios no puede derogar a capricho decada uno; pero de esto a creer que todas lascircunstancias de la vida están sometidas a la fatalidad,es grande la distancia. Si fuese así, el hombre sólo seríaun instrumento pasivo, sin libre albedrío y sin iniciativa.En esta hipótesis no habría más que doblar la cabeza algolpe de los acontecimientos, sin procurar evitarlos ypor lo tanto, no se hubiera procurado desviar el rayo.Dios no le ha dado el discernimiento y la inteligenciapara no servirse de ellos, ni la voluntad para no querer,ni la actividad para estar en la inacción. Siendo libre elhombre para obrar en un sentido o en otro, sus actostienen para sí y para los otros, consecuenciassubordinadas a lo que hace o deja de hacer; hayacontecimientos que por su iniciativa escapanforzosamente a la fatalidad sin que por esto se destruyanla armonía de las leyes universales, como el avance o elretraso de las agujas de un péndulo no destruye la ley

del movimiento, sobre la cual está establecido elmecanismo. Dios puede acceder a ciertas súplicas sinderogar la inmutabilidad de las leyes que rigen elconjunto, quedando siempre su acción subordinada asu voluntad.

7. Sería ilógico deducir de esta máxima: “Todaslas cosas que pidiereis orando, creed que las recibiréis”,que basta pedir para obtener y sería injusto acusar a laProvidencia porque no concede todo pedido que le eshecho, pues ella sabe, mejor que nosotros, lo que espara nuestro bien. Hace lo mismo que un padreprudente que rehusa a su hijo las cosas contrarias alinterés de éste. Generalmente el hombre sólo ve elpresente; mas si el sufrimiento es útil para su futurafelicidad, Dios le dejará que sufra, como el cirujanodeja sufrir al enfermo en la operación que debeconducirle a la curación.

Lo que Dios le concederá, si se dirige a Él conconfianza, es valor, paciencia y resignación. Tambiénle concederá los medios para que él mismo salga delconflicto, con ayuda de las ideas que le sugiere pormedio de los buenos Espíritus, dejándoles de este modotodo el mérito; Dios asiste a los que se ayudan a símismos, según esta máxima: “Ayúdate y el cielo teayudará”, y no a aquellos que todo esperan de unsocorro extraño, sin hacer uso de sus propiasfacultades; pero, generalmente se prefiere ser socorrido

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por un milagro, sin hacer nada. (Cap. XXV, números 1y siguientes).

8. Pongamos un ejemplo. Un hombre se haperdido en el desierto y sufre una sed horrible; siéntesedesfallecer y se deja caer en el suelo; entonces, ruegaa Dios que le asista y espera; pero ningún ángel vienea traerle agua. Sin embargo, un buen Espíritu le hasugerido el pensamiento de levantarse, seguir uno delos senderos que se presentan ante él, y entonces porun movimiento maquinal, reúne sus fuerzas, se levantay marcha a la ventura. Llega a una colina y descubre alo lejos un arroyuelo, y ante esta vista, recobra ánimo.Si tiene fe exclamará: “Gracias, Dios mío, por elpensamiento que me habéis inspirado y por la fuerzaque me habéis dado”. Si no tiene fe, dirá: “¡Qué buenpensamiento he tenido! ¡Qué suerte tuve de habertomado el camino de la derecha más bien que el de laizquierda! ¡La casualidad, verdaderamente, nos sirvebien algunas veces! ¡Cuánto me felicito por mi valor enno dejarme abatir!”

Pero, se dirá, ¿por qué el buen Espíritu no ledijo claramente: “Siga esta senda y al extremoencontrarás lo que necesitas?” ¿Por qué no se lemanifestó, para guiarle y sostenerle en suabatimiento? De este modo, quedaría convencidode la intervención de la Providencia. Primero, fuepara enseñarle que es preciso ayudarse a sí mismo y

hacer uso de sus propias fuerzas. Además, por talincertidumbre, Dios pone a prueba su confianza ysumisión a su voluntad. Este hombre estaba en lasituación de un niño que cae y si ve a alguno, grita yespera que le vayan a levantar; si no ve a nadie,hace esfuerzos y se levanta sólo.

Si el ángel que acompañó a Tobías le hubiesedicho: “Soy el enviado de Dios para guiarte en tu viajey preservarte de todo peligro”, Tobías no hubieratenido ningún mérito; confiando en su compañero, notendría ni siquiera necesidad de pensar; por esto elángel no se dio a conocer hasta el regreso.

ACCIÓN DE LA ORACIÓN.TRANSMISIÓN DEL PENSAMIENTO

9. La oración es una invocación; por ella un serse pone en comunicación mental con otro ser al que sedirige. Puede tener por objeto hacer un pedido, dargracias o glorificar. Se puede orar para sí mismo, paraotro, para los vivos y para los muertos. Las oracionesdirigidas a Dios son oídas por los Espíritus encargadosde la ejecución de su voluntad, y las que se dirigen alos buenos Espíritus son transmitidas a Dios. Cuandose ora a otros seres y no a Dios, sólo es con el título deintermediarios, de intercesores, porque nada se puedehacer sin la voluntad de Dios.

10. El Espiritismo hace comprender la acciónde la oración, explicando el modo de transmisión delpensamiento, ya sea cuando el ser a quien se ruegavenga a nuestro llamamiento, o cuando nuestropensamiento llega a él. Para formarse una idea de loque sucede en esta circunstancia, es necesarioimaginarse que todos los seres, encarnados ydesencarnados, sumergidos en el fluido universal queocupa el espacio, como aquí en este mundo lo estamosen la atmósfera. Ese fluido recibe el impulso de lavoluntad; es el vehículo del pensamiento, como elaire lo es del sonido, con la diferencia de que lasvibraciones del aire están circunscriptas, mientras quelas del fluido universal se extienden al infinito. Luego,cuando el pensamiento se dirige hacia un sercualquiera que está en la Tierra o en el espacio, deencarnado a desencarnado, o de desencarnado aencarnado, se establece una corriente fluídica entrelos dos, la cual trasmite el pensamiento como el airetrasmite el sonido.

La energía de la corriente está en razón delvigor del pensamiento y de la voluntad. Por eso, laoración es oída por los Espíritus, en cualquier lugarque se encuentren, como los Espíritus se comunicanentre sí, como nos transmiten sus inspiraciones ycomo se establecen relaciones a distancia entre losencarnados.

Esta explicación, es sobre todo, para aquellos

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que no comprenden la utilidad de la oración puramentemística; no tiene como objetivo materializar la oración,sino con el fin de hacer comprensible su efecto,mostrando que puede tener una acción directa yefectiva. Por esto, no queda menos subordinada a lavoluntad de Dios, juez supremo de todas las cosas y elúnico que puede hacer su acción efectiva.

11. Por la oración, el hombre llama el concursode los buenos Espíritus, que vienen a sostenerle ensus buenas resoluciones y a inspirarle buenospensamientos; adquiere de esta forma, la fuerza moralnecesaria para vencer las dificultades y volver a entraren el camino recto si se apartó de él, así como tambiénpuede desviar de sí los males que se atrae con suspropias faltas. Un hombre, por ejemplo, ve su saluddeteriorada por los excesos que cometió, arrastrandohasta el fin de sus días una vida de sufrimientos; ¿tieneacaso, derecho a quejarse si no consigue la curación?No, porque podría haber encontrado en la oración lafuerza necesaria para resistir las tentaciones.

12. Si se dividiesen los males de la vida en dospartes, una compuesta de aquellos que el hombre nopuede evitar y la otra de las tribulaciones cuya primeracausa es él mismo por su incuria y sus excesos (CapítuloV, número 4), se vería que ésta sobrepasa de mucho ennúmero a la primera. Es, pues, evidente, que el hombrees el autor de la mayor parte de sus aflicciones, y que

se las ahorraría si obrase siempre con sabiduría yprudencia.

No es menos cierto que estas miserias son elresultado de nuestras infracciones a las leyes de Dios,y que si observásemos puntualmente esas leyes,seríamos perfectamente felices. Si no traspasáramos ellímite de lo necesario en la satisfacción de nuestrasnecesidades, no tendríamos las enfermedades que sonconsecuencia de los excesos y las vicisitudes que esasenfermedades ocasionan. Si pusiéramos límite a nuestraambición, no temeríamos la ruina. Si no quisiéramossubir más alto de lo que podemos, no temeríamos caer.Si fuésemos humildes, no sufriríamos las decepcionesdel orgullo humillado. Si practicáramos la ley de caridad,no maldeciríamos ni seríamos envidiosos, ni celosos, yevitaríamos las querellas y las disensiones. Si nohiciéramos mal a nadie, no temeríamos las venganzas,etc.

Admitamos que el hombre no pueda nada sobrelos otros males; que toda oración sea superflua parapreservarse de ellos; ¿no sería ya mucho el que pudieraevitar todos los que provienen de sí mismo? Pues aquíla acción de la oración se concibe fácilmente, porquetiene por objeto evocar la inspiración saludable de losbuenos Espíritus, pidiéndoles fuerza para resistir a losmalos pensamientos, cuya ejecución puede sernosfunesta. En este caso no es que nos apartan del mal,

sino que nos desvían a nosotros mismos delpensamiento que puede causar ese mal; en nadaentraban los decretos de Dios ni suspenden el cursode las leyes de la naturaleza; sólo nos impiden infringirestas leyes dirigiendo nuestro libre albedrío; pero lohacen sin nuestro conocimiento, de manera oculta, parano encadenar nuestra voluntad. El hombre se encuentraentonces, en la posición de aquél que solicita buenosconsejos y los pone en práctica, pero que siempre eslibre de seguirlos o no. Dios quiere que sea así paraque tenga la responsabilidad de sus actos y le deja elmérito de la elección entre el bien y el mal. Esto es loque el hombre siempre está seguro de obtener si lopide con fervor y es a lo que sobre todo puedenaplicarse estas palabras: “Pedid y se os dará”.

La eficacia de la oración, incluso reducida a estaproporción, ¿acaso, no tendría un resultado inmenso?Estaba reservado al Espiritismo el probarnos su acciónpor la revelación de los intercambios que existen entreel mundo corporal y el mundo espiritual. Pero no selimitan a esto sus efectos.

La oración es recomendada por todos losEspíritus; renunciar a la oración es desconocer labondad de Dios; es renunciar para sí mismo a suasistencia, y para otros al bien que puede hacérseles.

13. Accediendo Dios al pedido que se le dirige,

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con frecuencia, tiene la mira de recompensar laintención, la devoción y la fe del que ora; por estemotivo la oración del hombre de bien tiene más méritoa los ojos de Dios y es siempre más eficaz, porque elhombre vicioso y malo no puede orar con el fervor yla confianza que sólo se logra con el sentimiento de laverdadera piedad. Del corazón del egoísta, de aquelque ora sólo con los labios, no pueden salir sinopalabras, pero no los impulsos de la caridad que dana la oración todo su poder. Eso es tan comprensible,que, por un movimiento instintivo, la persona serecomienda con preferencia a las oraciones de aquelloscuya conducta se cree sean agradables a Dios, porqueson más escuchados.

14. Si la oración ejerce una especie de acciónmagnética, podría creerse que su efecto estásubordinado a la potencia fluídica, pero no es así.Puesto que los Espíritus ejercen esta acción sobre loshombres, suplen cuando es necesario la insuficienciadel que ora, ya obrando directamente en su nombre,sea dándole momentáneamente una fuerza excepcional,cuando se le juzga digno de este favor, o cuando lacosa pueda ser útil.

El hombre que no se cree bastante bueno paraejercer una influencia saludable, no por esto debeabstenerse de rogar por otro, con el pensamiento deque no es digno de ser escuchado. La conciencia de

su inferioridad es una prueba de su humildad siempreagradable a Dios, que toma en cuenta la intencióncaritativa que le anima. Su fervor y su confianza enDios son un primer paso para la vuelta al bien, en elcual los Espíritus son felices de poderle alentar. Laoración que no se escucha es la del orgulloso quesólo tiene fe en su poder y en sus méritos, creyendopoder substituirse a la voluntad del Eterno.

15. El poder de la oración está en elpensamiento; no se concreta a las palabras, ni al lugar,ni al momento que se hace. Se puede, pues, orar entodas partes y a todas horas, estando solo oacompañado. La influencia del lugar o del tiempo estáen relación de las circunstancias que pueden favorecerel recogimiento. La oración en común, tiene una acciónmás poderosa, cuando todos aquellos que oran seasocian de corazón a un mismo pensamiento y tienenun mismo objeto, porque es como si muchos levantasenla voz juntos y unísonos; pero, ¡qué importaría estarreunidos en gran número, si cada uno obraseaisladamente y por su propia cuenta personal! Cienpersonas reunidas pueden orar como egoístas, mientrasque dos o tres, unidas en común aspiración, oraráncomo verdaderos hermanos en Dios y su oración tendrámás fuerza que la de los otras cien. (Cap. XXVIII,números 4 y 5).

ORACIONES INTELIGIBLES

16. Si no entiendo lo que significan laspalabras, yo seré bárbaro para aquel a quien hablo yaquel que me habla será bárbaro para mí. Si oro enuna lengua que no entiendo, mi corazón ora, pero miinteligencia está sin fruto. Si no alabareis a Dios sinocon el corazón, ¿cómo un hombre, entre los que noentienden sino su propia lengua, dirá Amén, al finalde vuestra acción de gracias, pues no sabe lo quehabéis dicho? No es que vuestra acción no sea buena,mas los otros de ella no están edificados. (San Pablo,Primera Epístola a los Corintios, cap. XIV, v. 11, 14,16 y 17).

17. La oración sólo tiene valor por elpensamiento al que se vincula, y es imposible unir elpensamiento a lo que no se comprende, porque lo queno se comprende no puede conmover el corazón. Parala inmensa mayoría, las oraciones en un lenguajeincomprensible sólo son un conjunto de palabras quenada dicen al espíritu. Para que la oración conmueva,es preciso que cada palabra despierte una idea y si nose comprende no puede despertar ninguna. Se repitecomo una simple fórmula, suponiéndole más o menosvirtud según el número de veces que se repite; muchosoran por deber y otros por costumbre; por esto creenhaber cumplido su deber cuando han dicho una oración

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un número de veces determinado, siguiendo tal o cualorden. Dios lee en el fondo del corazón y ve elpensamiento y la sinceridad, sería rebajarle creerlemás sensible a la forma que al fondo. (Cap. XXVIII,número 2).

DE LA ORACIÓN PARA LOS MUERTOS YPARA LOS ESPÍRITUS QUE SUFREN

18. La oración es reclamada por los Espíritusque sufren; les es útil, porque viendo que piensan enellos, se sienten menos abandonados y son menosinfelices. Pero la oración tiene sobre ellos una acciónmás directa; les levanta el ánimo, les excita el deseo deelevarse por el arrepentimiento y la reparación, y puededesviarles del pensamiento del mal; en este sentido escomo pueden aliviarse y aun abreviarse sussufrimientos. (Véase El Cielo y el Infierno, Segundaparte: Ejemplos).

19. Ciertas personas no admiten la oración porlos muertos, porque en su creencia sólo hay para elalma dos alternativas: ser salvada o condenada a laspenas eternas, y en uno y en otro caso la oraciónsería inútil. Sin discutir el valor de esta creencia,admitamos por un instante la realidad de las penaseternas e irremisibles, y que nuestras oraciones seanimpotentes para ponerles un término. Nosotros

preguntamos si, en esta hipótesis, es lógico, caritativoy cristiano desechar la oración por los condenados.Estas oraciones, por impotentes que sean parasalvarles, ¿no son para ellos una señal de piedad quepuede aliviar su sufrimiento? en la Tierra, cuando unhombre está condenado para siempre, aun cuando notenga ninguna esperanza de obtener gracia, ¿seprohibe a una persona caritativa que vaya a sostenersus cadenas para aligerarle el peso? Cuando algunoes atacado por un mal incurable, porque no ofreceninguna esperanza de curación, ¿ha de abandonárselesin ningún consuelo? Pensad que entre loscondenados puede encontrarse una persona querida,un amigo, tal vez un padre, una madre o un hijo, yporque, según vosotros, no podría esperar gracia,¿rehusaríais darle un vaso de agua para calmar sused, un bálsamo para curar sus heridas? ¿No haréispor él lo que haríais por un prisionero? ¿Rehusaríaisdarle un testimonio de amor, un consuelo? No; estono sería cristiano. Una creencia que reseca el corazónno puede aliarse con la de un Dios que coloca enprimer lugar entre los deberes el amor al prójimo.

La no eternidad de las penas no implica lanegación de una penalidad temporal, porque Dios,en su justicia, no puede confundir el bien con el mal;así, pues, negar en este caso la eficacia de la oración,sería negar la eficacia del consuelo, de la reanimación

y de los buenos consejos; sería negar la fuerza quelogramos de la asistencia moral de los que nos quierenbien.

20. Otros se fundan en una razón más engañosa,en la inmutabilidad de los decretos divinos y dicen:Dios no puede cambiar sus decisiones por la demandade sus criaturas, pues sin esto nada sería estable en elmundo. El hombre, pues, nada tiene que pedir a Dios;sólo tiene que someterse y adorarle.

En esta idea hay una falsa aplicación de lainmutabilidad de la ley divina, o más bien, ignoranciade la ley en lo que concierne a la penalidad futura. Estaley la han revelado los Espíritus del Señor, hoy que elhombre está en disposición de comprender lo que, enla fe, está conforme o es contrario a los atributosdivinos.

Según el dogma de la eternidad absoluta delas penas, no se le toman en cuenta al culpable nisu remordimiento, ni su arrepentimiento; para éltodo deseo de mejorarse es superfluo, puesto queestá condenado al mal perpetuamente. Si estácondenado por un tiempo determinado, la penacesará cuando el tiempo haya expirado; pero, ¿quiénasegura que, entonces, él habrá cambiado paramejores sentimientos? ¿Quién dice que, a ejemplode muchos de los condenados de la Tierra, a su

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salida de la cárcel no será tan malo como antes? Enel primer caso, sería mantener en el dolor del castigoa un hombre que se volviera bueno; en el segundo,agraciar al que continuase culpable. La ley de Dioses más previsora que esto; siempre justa, equitativay misericordiosa, no fija duración a la pena,cualquiera que sea; se resume así:

21. “El hombre sufre siempre la consecuenciade sus faltas; no hay una sola infracción a la ley deDios que no tenga su castigo.

La severidad del castigo es proporcionada a lagravedad de la falta.

La duración del castigo por cualquier falta quesea, es indeterminada y está subordinada alarrepentimiento del culpable y su retorno al bien; lapena dura tanto como la obstinación en el mal; seríaperpetua si la obstinación fuera perpetua; es de cortaduración si el arrepentimiento es pronto.

Desde que el culpable clame por misericordia,Dios lo oye y le envía la esperanza. Pero el simpleremordimiento de haber hecho mal no basta; pues faltala reparación; por esto el culpable está sometido anuevas pruebas, en las cuales puede, siempre por suvoluntad, hacer el bien y reparar el mal que ha hecho.

Así, el hombre, es constantemente el árbitro de

su propia suerte; pudiendo abreviar su suplicio oprolongarlo indefinidamente. Su felicidad o sudesgracia dependen de su voluntad de hacer el bien.”

Tal es la ley; ley inmutable y conforme a labondad y a la justicia de Dios.

El Espíritu culpable e infeliz puede, de este modo,salvarse a sí mismo; la ley de Dios le dice con quécondición puede hacerlo. Con frecuencia, lo que le faltaes voluntad, fuerza y valor; si con nuestras oracioneslo inspiramos, si lo sostenemos y lo animamos, y connuestros consejos le damos las luces que le faltan, enlugar de solicitar a Dios que derogue su ley, venimosa ser los instrumentos para la ejecución de su ley deamor y de caridad, de la cual participamos nosotrosmismos, dando una prueba de caridad. (Véase El Cieloy el Infierno, Primera parte, Cap. IV, VII y VIII).

INSTRUCCIONES DE LOS ESPÍRITUS

MODO DE ORAR

22. El primer deber de toda criatura humana, elprimer acto que debe señalar para ella el retorno a lavida activa de cada día, es la oración. Casi todosvosotros rezáis, pero ¡cuán pocos saben orar! ¡Quéimportan al Señor las frases que juntáis maquinalmente,

porque tenéis esta costumbre, que es un deber quellenáis y que, como todo deber, os pesa!

La oración del cristiano, del Espírita, decualquier culto que sea, debe ser hecha desde que elEspíritu ha vuelto a tomar el yugo de la carne. Debeelevarse a los pies de la majestad divina, con humildad,con profundidad, en un arrebato de gratitud por todoslos beneficios concedidos hasta ese día y por la nocheque se ha pasado, durante la cual os ha sido permitido,si bien inconscientemente, volver al lado de vuestrosamigos, de vuestros guías, para absorber con sucontacto más fuerza y perseverancia. Debe elevarsehumilde a los pies del Señor, para recomendarle vuestradebilidad, pedirle su apoyo, su indulgencia y sumisericordia. Debe ser profunda, porque vuestra almaes la que debe elevarse hacia el Creador, la que debetransfigurarse como Jesús en el Tabor, y volverse blancay radiante de esperanza y amor.

Vuestra oración debe encerrar la súplica de lasgracias que os sean necesarias, pero de una necesidadreal. Es, pues, inútil pedir al Señor que abrevie vuestraspruebas y que os dé los goces y la riquezas; pedidleque os conceda los bienes más preciosos de lapaciencia, de la resignación y de la fe. No digáis lo quemuchos entre vosotros: “No vale la pena orar, porqueDios no me escucha”. ¿Qué le pedís a Dios la mayoría

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de las veces? ¿Habéis pensado muchas veces enpedirle vuestro mejoramiento moral? ¡Oh! No, muypocas; más bien pensáis en pedirle el éxito de vuestrasempresas terrestres, y exclamasteis: “Dios no se ocupade nosotros; si se ocupara no habría tantas injusticias”.¡Insensatos! ¡Ingratos! Si descendieseis al fondo devuestra conciencia, casi siempre encontraríais envosotros mismos el origen de los males de que osquejáis. Pedid, pues, ante todo, vuestro progreso yveréis que torrente de gracias y consuelos se esparcirásobre vosotros. (Capítulo V, número 4).

Debéis orar sin cesar, sin que por esto os retiréisa vuestro aposento o que os pongáis de rodillas enplazas públicas. La oración del día es el cumplimientode vuestros deberes, de todos vuestro deberes sinexcepción, cualquiera que sea su naturaleza. ¿No es unacto de amor hacia el Señor el que asistáis a vuestroshermanos en cualquier necesidad moral o física? ¿Noes hacer una acto de reconocimiento, elevar vuestropensamiento hacia Él, cuando una alegría os llega,cuando se evita un accidente, cuando una contrariedadsólo os aflora, si decís con el pensamiento: Benditoseáis, Padre mío? ¿No es un acto de contrición elhumillaros ante el Juez Supremo cuando sentís quehabéis fallado, aunque sólo sea de pensamiento, aldecirle: Perdóname, Dios mío, porque he pecado (pororgullo, por egoísmo o por falta de caridad); dadme

fuerzas para que no falte más y el valor necesariopara reparar la falta?

Esto es independiente de las oracionesregulares de la mañana y de la noche, y de los díasque a ella consagréis; pero, como veis, la oraciónpuede hacerse siempre sin interrumpir en lo másmínimo vuestros trabajos; por el contrario, lossantifican. Y creed bien que uno sólo de estospensamientos, saliendo del corazón, es más escuchadopor nuestro Padre Celestial que largas oraciones dichaspor costumbre, a menudo sin causa determinada, y alas cuales conduce maquinalmente la hora convenida.(V. Monod, Bordeaux, 1862).

ALEGRÍA DE LA ORACIÓN

23. Venid los que queréis creer: los Espírituscelestes acuden y vienen a anunciaros cosas grandes;Dios, hijos míos, abre sus tesoros para ofreceros todossus beneficios. ¡Hombres incrédulos! ¡Si supieseiscuánto bien hace la fe al corazón y cómo conduce elalma al arrepentimiento y a la oración! La oración ¡ah!¡Cómo son conmovedoras las palabras que salen dela boca que ora! La oración es un rocío divino quedestruye, el excesivo calor de las pasiones; hijaprimogénita de la fe, nos lleva al sendero que conducea Dios. En el recogimiento y la soledad, estáis con

Dios; para vosotros no hay ya misterios, ellos se osrevelan. Apóstoles del pensamiento, para vosotroses la vida; vuestra alma se desprende de la materia yrecorre esos mundos infinitos y etéreos que lospobres humanos desconocen.

Marchad, marchad por los caminos de laoración y oiréis las voces de los ángeles. ¡Quéarmonía! No más los ruidos confusos y la entonaciónaguda de la Tierra; son las liras de los arcángeles; sonlas voces dulces y suaves de los serafines, más ligerasque las brisas de la mañana, cuando juguetean en losfollajes de vuestros grandes bosques. ¡Entre cuántasdelicias no caminaréis! ¡Vuestro lenguaje no podrádefinir esa felicidad; cuánto más entre por todos losporos, tanto más vivo y refrescante es el manantial dedonde se bebe! ¡Dulces voces, embriagadoresperfumes que el alma siente y saborea cuando se lanzaa esas esferas desconocidas y habitadas por la oración!Sin mezcla de carnales deseos, todas las aspiracionesson divinas. También vosotros orad, como el Cristo,llevando su cruz desde el Gólgota al Calvario; llevadvuestra cruz y sentiréis las dulces emociones quepasaban por su alma, aunque cargado con un maderoinfamante; iba a morir, pero para vivir de la vida celesteen la morada de su Padre. (San Agustín, París, 1861).

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COLECCIÓN DE ORACIONES ESPÍRITAS

PREÁMBULO

1. Los Espíritus siempre dijeron: “La forma noes nada, el pensamiento lo es todo. Orad, cada unosegún vuestras convicciones y del modo que más osconmueva, pues un buen pensamiento vale más quenumerosas palabras extrañas al corazón”.

Los Espíritus no prescriben ninguna fórmulaabsoluta de oraciones; cuando las dan es con el fin defijar las ideas, y, sobre todo, para llamar la atenciónsobre ciertos principios de la Doctrina Espírita. Estambién con el objetivo de ayudar a las personas quetienen dificultades para expresar sus ideas, porque lashay que no creerían haber orado en realidad si suspensamientos no hubiesen sido formulados.

La colección de oraciones que contiene estecapítulo es una selección de las que fueron dictadaspor los Espíritus en diferentes circunstancias; ellosdictaron otras y en otros términos, apropiadas a ciertasideas o a casos especiales; pero poco importa la forma,si el pensamiento fundamental es el mismo. El objetode la oración es elevar nuestra alma a Dios; la diversidadde las fórmulas no debe establecer ninguna diferenciaentre los que creen en Él y aún menos entre los adeptosdel Espiritismo, porque Dios las acepta todas cuandoson sinceras.

No debe considerarse esta colección como unformulario absoluto, sino como una variedad entre lasinstrucciones que dan los Espíritus. Es una aplicaciónde los principios de la moral evangélica, desarrolladosen este libro, y un complemento a sus dictados sobrelos deberes para con Dios y el prójimo, en donde serecuerdan todos los principios de la Doctrina.

El Espiritismo reconoce como buenas lasoraciones de todas los cultos, cuando son dictadaspor el corazón y no con los labios; no impone nicensura ninguna de ellas; Dios es muy grande, segúnél, para rechazar la voz que le implora o que canta susalabanzas, porque lo hace de un modo antes que deotro. Todo el que anatematizase las oraciones que noestán en su formulario, probaría que desconoce la

grandeza de Dios. Creer que Dios se vincula a unafórmula, es atribuirle la pequeñez y las pasiones de lahumanidad.

Una condición esencial de la oración, segúnSan Pablo (cap. XXVII, número 16), es que seainteligible, a fin de que pueda hablar a nuestro espíritu;por eso; no basta que se diga en un lenguaje que locomprenda el que ora, pues hay oraciones en lenguajevulgar que no dicen mucho más al pensamiento que siestuviesen en lengua extraña, y por lo mismo no sedirigen al corazón; las raras ideas que encierran son,con frecuencia, sofocadas por la superabundancia depalabras y por el misticismo del lenguaje.

La principal cualidad de la oración es el ser clara,sencilla y concisa, sin frases inútiles, ni lujo de epítetospomposos; cada palabra debe tener su importancia,revelar una idea, conmover una fibra, en una palabra,debe hacer reflexionar; sólo con esta condición laplegaria puede alcanzar su objetivo; no siendo así, sóloes ruido. Ved también con qué aire de distracción ycon qué volubilidad se dicen la mayor parte de lasveces; se ven mover los labios, pero en la expresión dela fisonomía y aun en el timbre de la voz, se reconoceun acto maquinal, puramente exterior, al cual permaneceindiferente el alma.

Las oraciones reunidas en esta colección están* El Evangelio Según el Espiritismo, Cap. XXVIII - Allan Kardec.

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divididas en cinco categorías: Oraciones generales;Oraciones para sí mismo; Oraciones por los vivos;Oraciones por los muertos; Oraciones especiales porlos enfermos y obsesos.

Con la finalidad de llamar más particularmentela atención sobre el objeto de cada oración y hacercomprender mejor su importancia, todas ellas vanprecedidas de una instrucción preliminar, especie deexposición de motivos, con el título de Prefacio.

I – ORACIONES GENERALES

ORACIÓN DOMINICAL

2. PREFACIO. Los Espíritus recomendaroncolocar la Oración Dominical al comienzo de estacolección, no sólo como oración, sino como símbolode todas las oraciones, es la que colocan en primerlugar, sea porque viene del mismo Jesús (San Mateo,cap. VI, v. de 9 a 13), sea porque pueda substituirlas atodas, según el pensamiento que se una a ellas. Es elmás perfecto modelo de concisión, verdadera obramaestra de sublimidad dentro de su sencillez. En efecto,en la más sobria de las formas, resume todos losdeberes del hombre para con Dios, para consigo mismoy para con el prójimo; encierra una profesión de fe, unacto de adoración y de sumisión, la petición de las

cosas necesarias a la vida y el principio de caridad.Decirla en intención de alguno, es pedir para él lo quepediríamos para nosotros mismos.

Sin embargo, en razón misma de su brevedad, elsentido profundo encerrado en algunas palabras delas que se compone, pasa desapercibido para la mayorparte; por eso se dice, generalmente, sin dirigir elpensamiento sobre las aplicaciones de cada una desus partes; se dice como una fórmula cuya eficacia esproporcionada al número de veces que se repite; asícasi siempre es uno de los números cabalísticos tres,siete, o nueve, sacados de la antigua creenciasupersticiosa que atribuía una virtud a los números yque se usaba en las operaciones de la magia.

Para suplir el vacío que la concisión de estaplegaria deja en el pensamiento, según el consejo ycon la asistencia de los buenos Espíritus, se ha añadidoa cada proposición un comentario que desarrolla susentido y enseña sus aplicaciones. Según lascircunstancias y el tiempo disponible, se puede decirla Oración dominical simple o en su forma desarrollada.

3. ORACIÓN. – I. ¡Padre Nuestro que estás enlos cielos, santificado sea tu nombre!

Creemos en vos, Señor, porque todo revelavuestro poder y vuestra bondad. La armonía delUniverso atestigua una sabiduría, una prudencia y una

previsión tales, que superan todas las facultadeshumanas; el nombre de un ser soberanamente grandey sabio está inscripto en todas las obras de la Creación,desde la hoja de la yerba y el insecto más pequeño,hasta los astros que se mueven en el espacio; en todaspartes vemos la prueba de una solicitud paternal; poreso, ciego es el que no os reconoce en vuestras obras,orgulloso el que no os glorifica e ingrato el que no osda las gracias.

II. ¡Venga tu reino!Señor, disteis a los hombres leyes llenas de

sabiduría, que harían su felicidad si las observasen.Con esas leyes, harían reinar entre ellos la paz y lajusticia; se ayudarían mutuamente en vez deperjudicarse como lo hacen, el fuerte sostendría al débily no lo abatiría, evitando los males que engendran losabusos y los excesos de todas clases. Todas lasmiserias de este mundo vienen de la violación devuestras leyes, porque no hay una sola infracción queno tenga fatales consecuencias.

Disteis al animal el instinto que le traza el límitede lo necesario y él maquinalmente se conforma coneso; pero al hombre además de su instinto, le disteis lainteligencia y la razón; le disteis también la libertad deobservar o infringir aquellas de vuestras leyes que leconciernen personalmente, es decir, de escoger entre

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el bien y el mal, a fin de que tenga el mérito y laresponsabilidad de sus acciones.

Nadie puede poner como pretexto la ignoranciade vuestras leyes, porque en vuestra previsiónpaternal, quisisteis que estuviesen grabadas en laconciencia de cada uno, sin distinción de cultos ni denaciones; los que las violan es porque os desconocen.

Vendrá un día, según vuestra promesa, en quetodos las practicarán; entonces la incredulidad habrádesaparecido; todos os reconocerán como SoberanoSeñor de todas las cosas y el reino de vuestras leyesserá vuestro reino en la Tierra.

Dignaos, Señor, apresurar su advenimiento,dando a los hombres la luz necesaria para conducirlosal camino de la verdad.

III. ¡Hágase tu voluntad así en la Tierra comoen el Cielo!

Si la sumisión es un deber del hijo para con supadre y del inferior para con su superior ¡cuánto mayorno debe ser la de la criatura con su Creador! Hacervuestra voluntad, Señor, es observar vuestras leyes ysometerse sin murmurar a vuestros divinos decretos;el hombre se someterá a ellos, cuando comprenda quesois la fuente de toda sabiduría y que sin vos nadapuede; entonces, hará vuestra voluntad en la Tierra,como los elegidos en el Cielo.

IV. El pan nuestro de cada día, dádnosle hoy.Dadnos el alimento para conservar las fuerzas

del cuerpo; dadnos también el alimento espiritual parael desarrollo de nuestro Espíritu.

El animal encuentra su alimento, pero el hombrelo debe a su propia actividad y a los recursos de suinteligencia, porque vos le habéis creado libre.

Vos le dijisteis: “Extraerás tu alimento de la tierracon el sudor de tu frente”; por eso habéis hecho unaobligación del trabajo a fin de que ejercitara suinteligencia buscando los medios de proveer a sunecesidad y a su bienestar; unos por el trabajo material,otros por el trabajo intelectual; sin trabajo quedaríaestacionado y no podría aspirar a la felicidad de losEspíritus superiores.

Secundáis al hombre de buena voluntad queconfía en vos para lo necesario, pero no aquel que secomplace en la ociosidad y que le gustaría obtenerlotodo sin trabajo, ni aquel otro que busca lo superfluo.(Cap. XXV).

¡Cuántos son los que sucumben por sus propiasfaltas, por su incuria, por su imprevisión o por suambición y por no haber querido contentarse con loque les disteis! Estos son los artífices de su propioinfortunio y no tienen derecho de quejarse, porque

son castigados en aquello en que han pecado. Pero niaun a esos abandonáis porque sois infinitamentemisericordioso; vos le tendéis mano segura desde que,como el hijo pródigo, regresen sinceramente a vos. (Cap.V, número 4).

Antes de quejarnos de nuestra suerte,preguntémonos si ella no es obra nuestra; a cadadesgracia que nos llegue, preguntémonos si nodependió de nosotros evitarla; pero digamos tambiénque Dios nos dio la inteligencia para sacarnos dellodazal y que depende de nosotros hacer uso de ella.

Puesto que la ley del trabajo es la condición delhombre en la Tierra, dadnos ánimo y fuerza paracumplirla; dadnos también prudencia, previsión ymoderación, con el fin de no perderle el fruto.

Dadnos, pues, Señor, nuestro pan de cada día,es decir, los medios de adquirir con el trabajo las cosasnecesarias a la vida, porque nadie tiene el derecho dereclamar lo superfluo.

Si nos es imposible trabajar, confiamos envuestra Divina Providencia.

Si está en vuestros designios el probarnos porlas más duras privaciones, a pesar de nuestrosesfuerzos, nosotros las aceptaremos como una justaexpiación de las faltas que hayamos cometido en esta

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vida o en una vida precedente, porque sois justo;sabemos que no hay penas inmerecidas y que jamáscastigáis sin causa.

Preservadnos, ¡oh Dios mío!, de concebir laenvidia contra los que poseen lo que nosotros notenemos, ni siquiera contra aquellos que tienen losuperfluo, cuando a nosotros nos hace falta lonecesario. Perdonadles si olvidan la ley de caridad yde amor al prójimo, que les enseñasteis. (Cap. XVI,número 8).

Apartad también de nuestro espíritu elpensamiento de negar vuestra justicia, viendo laprosperidad del malo y la desgracia que oprime a vecesal hombre de bien. Gracias a las nuevas luces quehabéis tenido a bien darnos, sabemos ahora quevuestra justicia se cumple siempre y no falta a nadie;que la prosperidad material del malo es efímera comosu existencia corporal y que tendrá terriblescontratiempos, mientras que la alegría reservada al quesufre con resignación será eterna. (Cap. V, números, 7,9, 12, 18).

V. Perdona nuestras deudas, así como nosotrosperdonamos a nuestros deudores. Perdona nuestrasofensas, así como nosotros perdonamos, a nuestrosofensores.

Cada una de nuestras infracciones a vuestras

leyes, Señor, es una ofensa hacia vos y una deudacontraída que tarde o temprano tendrá que pagarse.Solicitamos de vuestra infinita misericordia el perdónpara ellas, con la promesa de hacer los debidosesfuerzos para no contraer nuevas deudas.

Hicisteis una ley expresa de la caridad; pero lacaridad no consiste sólo en asistir al semejante en lanecesidad; consiste también en el olvido y en el perdónde las ofensas. ¿Con qué derecho reclamaríamos vuestraindulgencia, si nosotros mismos faltásemos a ella conrespecto a aquellos contra quienes tenemos motivosde quejas?

Dadnos ¡oh Dios!, la fuerza para ahogar ennuestra alma todo sentimiento, todo odio y rencor;haced que la muerte no nos sorprenda con un deseode venganza en el corazón. Si os place el retirarnoshoy mismo de este mundo, haced que podamospresentarnos a vos puros de toda animosidad, a ejemplodel Cristo, cuyas últimas palabras fueron de clemenciapara sus verdugos. (Cap. X).

Las persecuciones que nos hacen sufrir losmalos, forman parte de nuestras pruebas terrenales ydebemos aceptarlas sin murmurar, como todas las otraspruebas, y no maldecir a aquellos que con sus maldadesnos facilitan el camino de la felicidad eterna, porquedijisteis por la boca de Jesús: “¡Bienaventurados los

que sufren por la justicia!” Bendigamos, pues, la manoque nos hiere y nos humilla, porque las contusionesdel cuerpo fortalecen nuestra alma y seremoslevantados de nuestra humildad. (Cap. XII, número 4).

Bendito sea vuestro nombre, Señor, porhabernos enseñado que nuestra suerte no estáirrevocablemente fijada después de la muerte; queencontraremos en otras existencias los medios derescatar y de reparar nuestras faltas pasadas, de cumpliren una nueva vida lo que no pudimos hacer en esta pornuestro adelantamiento. (Cap. IV; cap. V, número 5).

Así se explican, finalmente, todas las anomalíasaparentes de la vida, pues es la luz derramada sobrenuestro pasado y nuestro futuro, la señalresplandeciente de vuestra soberana justicia y devuestra bondad infinita.

VI. No nos dejes caer en tentación, mas líbranosdel mal (1).

(1) Ciertas traducciones traen: No nos induzcáis en latentación (et ne nos inducas in tentationem); esta expresióndaría a entender que la tentación viene de Dios; que él inducevoluntariamente a los hombres al mal; pensamientoblasfematorio que asemeja Dios a Satanás, y no pudo haber sidoel de Jesús. Por lo demás, esta conforme con la doctrina vulgarsobre la misión atribuida a los demonios. (Véase El Cielo y elInfierno, cap. X, Los demonios).

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Dadnos, Señor, la fuerza para resistir a lassugestiones de los malos Espíritus que intentasendesviarnos del camino del bien, inspirándonos malospensamientos.

Pero nosotros mismos somos Espíritusimperfectos encarnados en la Tierra para expiar ymejorarnos. La causa primera del mal está en nosotrosy los malos Espíritus no hacen más que aprovecharsede nuestras inclinaciones viciosas, en las cuales nosmantienen para tentarnos.

Cada imperfección es una puerta abierta a suinfluencia, mientras que son impotentes y renuncian atoda tentativa contra los seres perfectos. Todo lo quepodamos hacer para separarlos, es inútil, sino lesoponemos una voluntad inquebrantable en el bien,renunciando absolutamente al mal. Es, pues, necesario,dirigir nuestros esfuerzos contra nosotros mismos yentonces los malos Espíritus se alejarán naturalmente,porque el mal es el que los atrae, mientras que el bienlos rechaza. (Véase Oraciones para los obsesos).

Señor, sostenednos en nuestra debilidad;inspirándonos por la voz de nuestros ángelesguardianes y de los Buenos Espíritus, la voluntad decorregirnos de nuestras imperfecciones, con el fin decerrar a los Espíritus impuros el acceso a nuestra alma.(Véase adelante el número 11).

El mal no es obra vuestra, Señor, porque lafuente de todo bien no puede engendrar nada malo;nosotros mismos somos los que lo creamosinfringiendo vuestras leyes por el mal uso quehacemos de la libertad que nos habéis dado. Cuandolos hombres observen vuestras leyes, el maldesaparecerá de la Tierra, como ya desapareció de losmundos más avanzados.

El mal no es una necesidad fatal para nadie ysólo parece irresistible a aquellos que se abandonan aél con satisfacción. Si tenemos la voluntad de hacerlo,podemos también tener la de hacer el bien; por eso, ohDios, pedimos vuestra asistencia y la de los buenosEspíritus para resistir la tentación.

VII. Amén.¡Si os place, Señor, que nuestros deseos se

cumplan! Pero nos inclinamos ante vuestra sabiduríainfinita. Sobre todas las cosas que nos es dadocomprender, que se haga vuestra santa voluntad y nola nuestra, porque sólo queréis nuestro bien y sabéismejor que nosotros lo que nos es útil.

Os dirigimos esta oración, ¡oh Dios!, pornosotros mismos, por todas las almas que sufren,encarnadas o desencarnadas, por nuestros amigos yenemigos, por todos aquellos que pidan nuestraasistencia y en particular por N...

Pedimos para todos ellos vuestra misericordiay vuestra bendición.

Nota: Se puede formular aquí lo que seagradece a Dios y lo que se pide para sí mismo o paraotro. (Véanse adelante las oraciones números 26 y 27).

REUNIONES ESPÍRITAS

4. En cualquier lugar en que se encuentrendos o tres personas reunidas en mi nombre, allí estaréyo en medio de ellas. (San Mateo, cap. XVIII, v. 20).

5. PREFACIO. Estar reunidos en nombre deJesús, no quiere decir que basta estar reunidosmaterialmente, sino espiritualmente por la comuniónde intenciones y de pensamientos para el bien;entonces Jesús se encuentra en medio de la asamblea,él o los Espíritus puros que le representan. El Espiritismonos hace comprender como los Espíritus pueden estarentre nosotros. Ellos están ahí con su cuerpo fluídicoo espiritual y con la apariencia que nos los haríareconocer si se hicieran visibles. Cuanto más elevadasu jerarquía, tanto más grande es su poder y radiación;así es que poseen el don de la ubicuidad y por lo mismo,pueden encontrarse en diferentes puntossimultáneamente: basta para ello un destello de supensamiento.

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Por estas palabras, Jesús quiso mostrar el efectode la unión y de la fraternidad; no es el mayor o menornúmero lo que lo atrae, puesto que, en vez de dos otres personas, hubiera podido decir diez o veinte, sinoel sentimiento de caridad que anime a unas en relacióncon las otras; pues para esto, basta que haya dos. Perosi estas dos personas oran cada una por su lado, auncuando se dirijan a Jesús, no hay entre ellas comuniónde pensamiento, sobre todo si no están movidas porun sentimiento de benevolencia mutua, si se mirantambién con prevención, con odio, envidia o celos, lascorrientes fluídicas de sus pensamientos se rechazanen lugar de unirse con mucha simpatía y entonces noestán unidas en nombre de Jesús; Jesús sólo es elpretexto de la reunión y no el verdadero móvil. (Cap.XXVII, número 9).

Si el nos dijo: “Vendré a todo aquel que mellamare”, eso no implica el que sea sordo a la voz deuna sola persona; es porque exige ante todo, el amor alprójimo, del que se pueden dar más pruebas cuando seestá acompañado que estando en aislamiento, y porquetodo sentimiento personal lo aleja; de todo esto sedesprende, que si en una reunión numerosa, dos o trespersonas solamente se unen de corazón por elsentimiento de una verdadera caridad, mientras quelos otros se aíslan y se concentran en sus ideas egoístaso mundanas, él estará con los primeros y no con los

otros. No es, pues, la simultaneidad de palabras, decánticos o de actos exteriores lo que constituye lareunión en nombre de Jesús, sino la comunión depensamientos, conforme al espíritu de la caridadpersonificado en Jesús. (Cap. X, números 7 y 8; cap.XXVII, números 2, 3 y 4).

Tal debe ser el carácter de las reuniones espíritasserias, en las que se espera sinceramente el concursode los buenos Espíritus.

6. ORACIÓN. (Al empezar la reunión). –Rogamos al Señor Dios omnipotente que nos envíebuenos Espíritus para asistirnos, aleje a los quepudieren inducirnos en error, y que nos conceda la luznecesaria para distinguir la verdad de la impostura.

Apartad también a los Espíritus malévolos,encarnados o desencarnados, que podrían intentarponer la discordia entre nosotros y desviarnos de lacaridad y amor al prójimo. Si alguno pretendieseintroducirse aquí, haced que no encuentre acceso enel corazón de ninguno de nosotros.

Buenos Espíritus que os dignáis venir ainstruirnos, hacednos dóciles a vuestros consejos;apartadnos de todo pensamiento de egoísmo, deorgullo, de envidia y de celos; inspiradnos indulgenciay benevolencia para nuestros semejantes presentes yausentes, amigos y enemigos; haced, en fin, que en los

sentimientos de que nos sintamos animados,reconozcamos vuestra saludable influencia.

Dad a los médiums a quienes encarguéis detransmitirnos vuestras enseñanzas, la conciencia de lasantidad del mandato que les ha sido confiado y de lagravedad del acto que van a cumplir, con el fin de quetengan el fervor y el recogimiento necesario.

Si, en la asamblea, se encontrasen personas quefuesen atraídas por otro sentimiento que no sea el delbien, abrid sus ojos a la luz, y perdonadles, así comonosotros les perdonamos, si vinieren con malasintenciones.

Rogamos especialmente al Espíritu de N...nuestro guía espiritual, que nos asista y vele sobrenosotros.

7. (Al finalizar la reunión). – Agradecemos a losbuenos Espíritus que han querido venir a comunicarsecon nosotros, y les rogamos que nos ayuden a poneren práctica las instrucciones que nos han dado, y quehagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros sesienta fortificado en la práctica del bien y del amor alprójimo.

Deseamos, igualmente que estas instruccionessean provechosas a los Espíritus que sufren, ignoranteso viciosos que hayan asistido a esta reunión y sobrelas cuales imploramos la misericordia de Dios.

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PARA LOS MÉDIUMS

8. Y en los postreros días, dice el Señor,derramaré de mi Espíritu sobre toda carne; vuestroshijos y vuestras hijas profetizarán, vuestros jóvenestendrán visiones y vuestros ancianos sueños. Enaquellos días derramaré de mi Espíritu sobre missiervos y sobre mis siervas, y ellos profetizarán.(Hechos de los Apóstoles, cap. II, v. 17 y 18).

9. PREFACIO. El Señor quiso que la luz se hicierapara todos los hombres, y que penetrase en todas partespor la voz de los Espíritus, con el fin de que cada unopudiera adquirir la prueba de la inmortalidad; con esafinalidad los Espíritus se manifiestan hoy en todos lospuntos de la Tierra, y la mediumnidad que se revela enlas personas de todas las edades y condiciones, en loshombres y en las mujeres en los niños y en los ancianos,es una de las señales del cumplimiento de los tiempospredichos.

Para conocer las cosas del mundo visible ydescubrir los secretos de la naturaleza material, Diosha dado al hombre la vista del cuerpo, los sentidos ylos instrumentos especiales, con el telescopio penetransus miradas en las profundidades del espacio, y con elmicroscopio ha descubierto el mundo de loinfinitamente pequeño. Para penetrar en el mundoinvisible le ha dado la mediumnidad.

Los médiuns son los intérpretes encargados detransmitir a los hombres las enseñanzas de los Espíritus;o mejor dicho, son los órganos materiales por loscuales se expresan los Espíritus para hacerseinteligibles a los hombres. Su misión es santa, porquetiene por objeto abrir los horizontes de la vida eterna.

Los Espíritus vienen a instruir a los hombressobre su destino futuro, a fin de conducirles por elcamino del bien y no para ahorrarles el trabajo materialque deben tomarse en la Tierra para su adelantamiento,ni para favorecer su ambición y su codicia. De estodeben compenetrarse bien los médiums para no hacermal uso de sus facultades. El que comprende lagravedad del mandato de que está revestido, lo cumplereligiosamente; su conciencia le reprobaría como unacto sacrílego, hacer de él una diversión o unadistracción, para sí o para otros, una facultad dadacon un fin tan serio y que le pone en relación con losseres de ultratumba.

Como intérpretes de la enseñanza de losEspíritus, los médiums deben desempeñar un papelimportante en la transformación moral que se opera;los servicios que puedan prestar están en razón de labuena dirección que den a sus facultades, porque losque siguen un mal camino, son más perniciosos queútiles a la causa del Espiritismo; por las malas

impresiones que producen, retardan más de unaconversión. Por eso se les pedirá cuenta del mal usoque hicieren de una facultad que les fue dada para elbien de sus semejantes.

El médium que quiera conservar la asistenciade los buenos Espíritus, debe trabajar en su propiomejoramiento; el que quiera ver aumentar y desarrollarsu facultad, debe crecer moralmente y abstenerse detodo lo que pudiese desviarle de su objeto providencial.

Si los buenos Espíritus se sirven algunas vecesde instrumentos imperfectos, es para dar buenosconsejos y procurar conducirles al bien; pero siencuentran corazones endurecidos y si sus avisos noson escuchados, entonces se retiran y los malos tienenentonces el campo libre. (Cap. XXIV, números 11 y 12).

La experiencia prueba que las comunicaciones,entre aquellos médiums que no saben aprovechar losconsejos que reciben de los buenos Espíritus, despuésde haber brillado durante cierto tiempo, degeneran,poco a poco y acaban por caer en el error, en palabreríao en el ridículo, señal incontestable del alejamiento delos buenos Espíritus.

Obtener la asistencia de los buenos Espíritus,alejar a los Espíritus livianos y mentirosos; tal debe serel objeto de los constantes esfuerzos de todos losmédiums serios; sin esto la mediumnidad es una

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facultad estéril que puede redundar en prejuicio delque la posee, porque puede degenerar en obsesiónpeligrosa.

El médium que comprende su deber, en lugar deenorgullecerse por una facultad que no le pertenece,puesto que puede serle retirada, atribuye a Dios lascosas buenas que obtiene. Si sus comunicacionesmerecen elogios, no se envanece, porque sabe queson independientes de su mérito personal y agradecea Dios por haber permitido que buenos Espíritusviniesen a manifestarse por él. Si dan lugar a crítica, nose ofende por ello, porque no son obra de su propioEspíritu; piensa para sí que no fue un buen instrumentoy que no posee todas las cualidades necesarias paraoponerse a la intervención de los malos Espíritus; poreso procura adquirir estas cualidades y pide por mediode la oración, la fuerza que le falta.

10. ORACIÓN. Dios Todopoderoso, permitid alos buenos Espíritus que me asistan en la comunicaciónque solicito. Preservadme de la presunción de creermeal abrigo de los malos Espíritus, del orgullo que pudieraengañarme sobre el valor de lo que obtenga y de todosentimiento contrario a la caridad con respecto a losotros médiums. Si soy inducido en error, inspirad algunoel pensamiento de que me lo advierta y a mí la humildadque me hará aceptar la crítica con reconocimiento,

tomando para mí mismo y no para otros, los consejosque se servirán darme los buenos Espíritus.

Si siento la tentación de abusar en lo que quieraque sea, o envanecerme de la facultad que habéis tenidoa bien concederme, os ruego que me la retiréis antes depermitir que sea desviada de su fin providencial, quees el bien de todos y mi propio adelantamiento moral.

II – ORACIONES PARA SÍ MISMO

A LOS ÁNGELES GUARDIANES Y A LOS ESPÍRITUS PROTECTORES

11. PREFACIO. Todos tenemos un buenEspíritu que se une a nosotros desde el nacimiento ynos ha tomado bajo su protección. Cumple junto anosotros la misión de un padre para con su hijo: la deconducirnos por el camino del bien y del progreso através de las pruebas de la vida. Es feliz cuandocorrespondemos a su solicitud; sufre cuando nos vesucumbir.

Su nombre nos importa poco, porque puede serque no tenga nombre conocido en la Tierra; loinvocamos como nuestro ángel guardián, nuestro buengenio; podemos también invocarlo con el nombre deun Espíritu superior cualquiera por el que sintamosmás simpatía.

Además de nuestro ángel guardián, que siemprees un Espíritu superior, tenemos a los Espíritusprotectores, que no por ser menos elevados, sonmenos buenos y benévolos; éstos son o parientes oamigos, o algunas veces personas que nosotros nohemos conocido en nuestra existencia actual.Frecuentemente, nos asisten con sus consejos y consu intervención en los actos de nuestra vida.

Los Espíritus simpáticos son aquellos que seunen a nosotros por cierta semejanza de gustos y deinclinaciones; pueden ser buenos o malos, según lanaturaleza de las inclinaciones que les atraen hacianosotros.

Los Espíritus seductores se esfuerzan endesviarnos del camino del bien, sugiriéndonos malospensamientos. Se aprovechan de todas nuestrasdebilidades, que son como otras tantas puertas abiertasque les dan acceso a nuestra alma. Los hay que seencarnizan con nosotros como con una presa, pero sealejan cuando reconocen que no pueden luchar contranuestra voluntad.

Dios nos dio un guía principal y superior ennuestro ángel de la guarda, y guías secundarios ennuestros Espíritus protectores y familiares; pero es unerror creer que tenemos forzosamente un mal geniocolocado cerca de nosotros para contrarrestar lasbuenas influencias. Los malos Espíritus vienen

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voluntariamente según encuentren acceso ennosotros por nuestra debilidad o por nuestranegligencia en seguir las inspiraciones de los buenosEspíritus; por tanto, somos nosotros quienes losatraemos. De esto resulta que nadie está jamás privadode la asistencia de los buenos Espíritus y que dependede nosotros apartar a los malos. Siendo el hombre laprimera causa de las miserias que sufre por susimperfecciones, muchas veces él mismo, es su propiomal genio. (Cap. V, número 4).

La oración a los ángeles guardianes y a losEspíritus protectores debe tener por objeto solicitar suintervención ante Dios, y pedirles fuerza para resistir alas malas sugestiones y su asistencia en lasnecesidades de la vida.

12. ORACIÓN. – Espíritus sabios y benévolos,mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a loshombres y conducirles por el buen camino; sostenedmeen las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlassin murmurar; desviad de mí los malos pensamientos yhaced que no dé acceso a ninguno de los malosEspíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad miconciencia para que pueda ver mis defectos, separadde mis ojos el velo del orgullo que podría impedirmeverlos y confesármelos a mí mismo.

Vos sobre todo, N... , mi ángel de la guarda, que

veláis más particularmente y vosotros, Espíritusprotectores que os interesáis por mí, haced que mehaga digno de vuestra benevolencia. Conocéis misnecesidades, que ellas sean satisfechas según lavoluntad de Dios.

13. (Otra) – ¡Oh Dios!, permitid a los buenosEspíritus que me rodean, que vengan en mi ayudacuando esté en dificultades y que me sostengan sivacilo. Haced, Señor, que ellos me inspiren fe, esperanzay caridad; que sean para mí un apoyo, una esperanza yuna prueba de vuestra misericordia; haced, en fin, queencuentre a su lado la fuerza que me falta parasobrellevar las pruebas de la vida y para resistir a lassugestiones del mal, la fe que salva y el amor queconsuela.

14. (Otra). – Espíritus muy amados, ángelesguardianes, vosotros a quienes Dios, en su infinitamisericordia, permite velar por los hombres, sed misprotectores en las pruebas de la vida terrestre. Dadmela fuerza, el valor y la resignación; inspiradme todo loque es bueno y detenedme en la pendiente del mal;que vuestra dulce influencia penetre mi alma; hacedque sienta que un amigo sincero está cerca de mí, queve mis sufrimientos y comparte mis alegrías.

Y vos, mi buen ángel, no me abandonéis; tengonecesidad de vuestra protección para soportar con fey amor las pruebas que le plazca a Dios enviarme.

PARA ALEJAR A LOS MALOS ESPÍRITUS

15. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseoshipócritas, que limpiáis lo de fuera del vaso y delplato, y por dentro estáis llenos de rapiña y deinmundicia! – ¡fariseos ciegos, limpiad primero elinterior del vaso y del plato para que sea tambiénlimpio lo que está afuera! – ¡Ay de vosotros, escribasy fariseos hipócritas! Porque sois semejantes asepulcros blanqueados, que por fuera parecenhermosos a los ojos de los hombres y dentro estánllenos de toda suerte de podredumbre. – Así tambiénde fuera os mostráis justos a los ojos de los hombres;mas por dentro estáis llenos de hipocresía y deiniquidad. (San Mateo, cap. XXIII, v. 25 a 28).

16. PREFACIO. Los malos Espíritus sólo vandonde pueden satisfacer su perversidad; para alejarlos,no basta pedirlo ni menos mandarlo; es precisodespojarnos de lo que les atrae. Los malos Espíritusolfatean las llagas del alma, como las moscas olfateanlas del cuerpo; del mismo modo que limpiáis el cuerpopara evitar la inmundicia, limpiad también el alma desus impurezas para evitar a los malos Espíritus. Comovivimos en un mundo en que pululan los malosEspíritus, las buenas cualidades del corazón no siemprenos ponen al abrigo de sus tentativas, pero dan fuerzapara resistirles.

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17. ORACIÓN. En nombre de Dios Todopo-deroso, que los malos Espíritus se alejen de mí y quelos buenos me sirvan de protección contra ellos.

Espíritus malhechores, que inspiráis malospensamientos a los hombres; Espíritus tramposos ymentirosos que les engañáis; Espíritus burlones queabusáis de su credulidad, os rechazo con todas lasfuerzas de mi alma y cierro el oído a vuestrassugestiones; pero pido para vosotros la misericordiade Dios.

Buenos Espíritus, que os dignáis asistirme,dadme fuerza para resistir a la influencia de los malosEspíritus y luz necesaria para no ser víctima de susembustes. Preservadme del orgullo y de la presunción;separad de mi corazón los celos, el odio, la malevolenciay todo sentimiento contrario a la caridad, porque sonotras tantas puertas abiertas al Espíritu del mal.

PARA CORREGIRSE DE UN DEFECTO

18. PREFACIO. Nuestros malos instintos sonel resultado de la imperfección de nuestro propioEspíritu, y no de nuestro cuerpo; de otra manera elhombre escaparía de toda clase de responsabilidad.Nuestro mejoramiento depende de nosotros, porquetodo hombre que tiene el goce de sus facultades, tiene,para todas las cosas, la libertad de hacer o de dejar de

hacer; para hacer el bien sólo le falta la voluntad. (Cap.XV, número 10; cap. XIX, número 12).

19. ORACIÓN. Vos me disteis, ¡oh Dios!, lainteligencia necesaria para distinguir el bien del mal;así, pues, desde el momento en que reconozco que unacosa es mala, soy culpable, porque no me esfuerzo enrechazarla.

Preservadme del orgullo, que podría impedirmever mis defectos y de los malos Espíritus que podríanexcitarme a perseverar en ellos.

Entre mis imperfecciones, reconozco queparticularmente estoy inclinado a ... y si no resisto aesta tentación es por la costumbre que tengo de cedera ella.

Vos no me habéis creado culpable, porque soisjusto, sino con una aptitud igual tanto para el biencomo para el mal. Si sigo el mal camino, es por efecto demi libre albedrío. Pero, por la misma razón que tengo lalibertad de hacer el mal, tengo también la de hacer elbien; por consiguiente, tengo que cambiar de camino.

Mis defectos actuales son un resto de lasimperfecciones que conservé de mis precedentesexistencias; es mi pecado original, del cual me puedodespojar por mi voluntad y con la asistencia de losbuenos Espíritus.

Buenos Espíritus que me protegéis, y sobretodo vos, mi ángel guardián, dadme fuerzas para resistira las malas sugestiones y salir victorioso de la lucha.

Los defectos son barreras que nos separan deDios y cada defecto superado será un paso dado en lasenda del progreso, que debe acercarme a Él.

El Señor, en su infinita misericordia tuvo a bienconcederme la existencia actual, para que sirva a miadelantamiento; buenos Espíritus, ayudadme aaprovecharla, con el fin de que no sea una existenciaperdida para mí y para que cuando Dios quieraretirármela, salga mejor que cuando entré a ella. (Cap.V, número 5; cap. XVII, número 3).

PARA PEDIR LA FUERZA DE RESISTIRA UNA TENTACIÓN

20. PREFACIO. Todo mal pensamiento puedetener dos orígenes: la propia imperfección de nuestraalma, o una funesta influencia que actúe sobre ella; eneste último caso, es siempre indicio de una debilidadque nos hace propios para recibir esta influencia y porconsiguiente, de un alma imperfecta; de tal modo, queel que comete una falta, no podría dar por excusa lainfluencia de un Espíritu extraño, puesto que esteEspíritu no le habría inducido al mal si lo consideraseinaccesible a la seducción.

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Cuando un mal pensamiento surge en nosotros,podemos, pues, suponer que un Espíritu malévolo nosestá induciendo al mal y al cual estamos enteramentelibres para acceder o resistir, como si se tratara de lasinstigaciones de una persona viviente. Al mismotiempo, debemos imaginarnos a nuestro ángel guardiáno Espíritu protector, que por su parte, combate ennosotros la mala influencia, y espera con ansiedad ladecisión que vamos a tomar. Nuestra vacilación enhacer el mal es la voz del Espíritu bueno que se hace oírpor la conciencia.

Se reconoce que un pensamiento es malocuando se aparta de la caridad, que es la base de todaverdadera moral; cuando tiene por principio el orgullo,la vanidad o el egoísmo; cuando su realización puedecausar un perjuicio cualquiera a otro; cuando, en fin,nos induce a hacer a los otros cosas que no quisiéramosque nos hicieran a nosotros. (Cap. XXVIII, número 15;cap. XV, número 10).

21. ORACIÓN. Dios Todopoderoso, no medejéis sucumbir a la tentación que tengo de cometeruna falta. Espíritus benévolos que me protegéis, desviadde mí este mal pensamiento y dadme la fuerza de resistira la sugestión del mal. Si sucumbo, habré merecido laexpiación de mi falta, tanto en esta vida como en laotra, porque soy libre para elegir.

ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIAOBTENIDA CONTRA LA TENTACIÓN

22. PREFACIO. El que ha resistido a latentación, lo debe a la asistencia de los buenos Espírituscuya voz ha escuchado. Por tanto, debe dar gracias deello, a Dios y a su ángel guardián.

23. ORACIÓN. ¡Oh Dios!, os doy gracias porhaberme permitido salir victorioso de la lucha que acabode sostener contra el mal; haced que esta victoria medé fuerzas para resistir a las nuevas tentaciones.

Y a vos, mi ángel guardián, os doy gracias porla asistencia que me habéis dado. Que mi sumisión avuestros consejos me haga digno de merecer de nuevovuestra protección.

PARA PEDIR UN CONSEJO

24. PREFACIO. Cuando estamos indecisos enhacer o no hacer una cosa, ante todo, debemoshacernos estas preguntas:

Primero. – Lo que dudo hacer, ¿puede causaralgún perjuicio a otro?

Segundo. – ¿Puede ser de utilidad para alguien?Tercero. – Si otra persona hiciera esto conmigo,

¿quedaría yo satisfecho?

Si esta obra sólo interesa a sí mismo, estápermitido pesar las ventajas y los inconvenientespersonales que puedan resultar de ella.

Si interesa a otro y haciendo el bien para unopuede resultar en mal para otro, es menester igualmentepesar la suma del bien y del mal, para abstenerse oactuar.

En fin, aun para las mejores obras, es precisoconsiderar la oportunidad y las circunstanciasaccesorias, porque una cosa buena en sí misma puedetener malos resultados en manos inhábiles, si no esconducida con prudencia y circunspección. Antes deemprenderla conviene consultar las fuerzas y los mediosde ejecución.

En todos los casos se debe siempre reclamar laasistencia de los Espíritus protectores recordando estasabia máxima: En la duda, abstente. (Cap. XXVIII,número 38).

25. ORACIÓN. En nombre de DiosTodopoderoso, buenos Espíritus que me protegéis,inspiradme la mejor resolución a adoptar en laincertidumbre en que me encuentro. Dirigid mipensamiento hacia el bien y desviad la influenciade aquellos que intenten separarme del buencamino.

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EN LAS AFLICCIONES DE LA VIDA

26. PREFACIO. Podemos pedir a Dios favoresterrestres, y Él puede concedérnoslos cuando tienenun objeto útil y serio; pero, como nosotros juzgamos lautilidad de las cosas desde nuestro punto de vista, ynuestra visión está limitada al presente, no siemprevemos el lado malo de aquello que deseamos. Dios,que ve mejor que nosotros y sólo quiere nuestro bien,puede, pues, negárnoslo, como un padre rehusa a suhijo lo que podría perjudicarlo. Si lo que pedimos nonos es concedido, no debemos desanimarnos; por elcontrario, es menester pensar que la privación de loque deseamos se nos ha impuesto como prueba o comoexpiación y que nuestra recompensa será proporcionala la resignación con que la sobrellevemos. (Cap. XXVII,número 6; cap. II, números, 5, 6 y 7).

27. ORACIÓN. Dios Todopoderoso que veisnuestras miserias, dignaos escuchar favorablementelos votos que os dirijo en este momento. Si mi súplicafuere inconveniente, perdonádmela; si es justa y útil avuestros ojos, que los buenos Espíritus que ejecutanvuestra voluntad, vengan en mi ayuda para sucumplimiento.

Cualquier cosa que me suceda, ¡oh Dios!, quese haga vuestra voluntad. Si mis deseos no sonatendidos, es porque entra en vuestros designios el

probarme y a ello me someto sin murmurar. Haced queno conciba por ello desaliento, y que mi fe y miresignación sean sustentadas.

(Formúlese la súplica)

ACCIÓN DE GRACIASPOR UN FAVOR OBTENIDO

28. PREFACIO. No es preciso considerar tansólo como acontecimientos felices las cosas de granimportancia; las más pequeñas en apariencia, son, confrecuencia, las que más influyen en nuestro destino. Elhombre olvida fácilmente el bien y se recuerda más delo que le aflige. Si registrásemos diariamente losbeneficios de que somos objeto, sin haberlos solicitado,nos admiraríamos muchas veces de haber recibidotantos que se han borrado de nuestra memoria y noshumillaríamos por nuestra ingratitud.

Cada noche, elevando nuestra alma a Dios,debemos acordarnos de los favores que nos haconcedido durante el día y darle gracias. Sobre todo enel mismo momento en que experimentamos el efecto desu bondad y de su protección, debemos, por unmovimiento espontáneo, manifestarle nuestra gratitud;basta para esto un pensamiento que le atribuya elbeneficio, sin que sea necesario dejar el trabajo.

Los beneficios de Dios no consisten solamente

en las cosas materiales; es menester darle gracias porlas buenas ideas y por las felices inspiraciones quenos son sugeridas. Mientras que el orgulloso seatribuye por ello un mérito y el incrédulo lo atribuye ala casualidad, el que tiene fe da por ello gracias a Diosy a los buenos Espíritus. Para eso las frases largas soninútiles: Gracias ¡Oh Dios!, por el buen pensamientoque me habéis inspirado. Esto dice más que muchaspalabras. El impulso espontáneo que nos hace atribuira Dios el bien que recibimos, atestigua una costumbrede reconocimiento y humildad, que nos atrae la simpatíade los buenos Espíritus. (Cap. XXVII, números 7 y 8).

29. ORACIÓN. Dios infinitamente bueno, quevuestro nombre sea bendito por los bienes que mehabéis concedido; sería indigno de ellos si losatribuyese a la casualidad de los acontecimientos o ami propio mérito.

Buenos Espíritus, que fuisteis ejecutores de lavoluntad de Dios y a vos sobre todo, mi ángel guardián,os doy las gracias. Alejad de mí el pensamiento deenorgullecerme y de hacer de ello un uso que no seapara el bien. Particularmente os doy las gracias por...

ACTO DE SUMISIÓN Y RESIGNACIÓN

30. PREFACIO. Cuando nos alcanza un motivode aflicción, si buscamos la causa encontraremos

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muchas veces que es consecuencia de nuestraimprudencia, de nuestra imprevisión, o de nuestraacción anterior; en este caso, a nadie debemos culparsino a nosotros mismos. Si la causa de una desgraciaes independiente de toda participación nuestra, es unaprueba para esta vida o la expiación de una existenciapasada y en este último caso, la naturaleza de laexpiación puede hacernos conocer la naturaleza de lafalta, porque siempre somos castigados por dondehemos pecado. (Cap. V, números 4, 6 y siguientes).

En lo que nos aflige, en general, sólo vemos elmal presente y no las consecuencias ulterioresfavorables que esto puede tener. El bien es muchasveces consecuencia del mal pasajero, como la curaciónde un enfermo es el resultado de los medios dolorososque se han empleado para obtenerla. En todos los casosdebemos someternos a la voluntad de Dios y soportarcon valor las tribulaciones de la vida, si queremos quese nos tome en cuenta y que se nos apliquen estaspalabras de Cristo: “Bienaventurados los que sufren”.(Cap. V, número 18).

31. ORACIÓN. ¡Oh Dios! Sois soberanamentejusto; todo sufrimiento en este mundo, debe, pues,tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo deaflicción que acabo de experimentar como una expiaciónde mis faltas pasadas y una prueba para el futuro.

Buenos Espíritus que me protegéis, dadme

fuerza para soportarla sin murmurar; haced que seapara mí una advertencia saludable, que aumente miexperiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición,la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuyapara mi adelantamiento.

32. (Otra) Oh Dios, siento la necesidad derogaros para que me deis fuerza para sobrellevar laspruebas que os plazca enviarme. Permitid que la luz seabastante viva para que mi Espíritu aprecie toda laextensión de un amor que me aflige por querer salvarme.Yo me someto con resignación, ¡oh Dios!, pero, ¡ay demí! La criatura es tan débil, que si vos no me sostenéis,temo sucumbir. No me abandonéis, Señor, porque sinvos no soy nada.

33. (Otra). Elevé mi mirada hacia ti, oh Eterno, yme sentí fortalecido. Tú eres mi fuerza, no meabandones, ¡oh Dios! ¡Estoy abatido bajo el peso demis iniquidades! Ayúdame; ¡Tú conoces la debilidadde mi carne y no apartas tus miradas de mí!

Estoy devorado por una sed ardiente; haz quebrote un manantial de agua viva, y quedará aquéllaapagada. Que no se abra mi boca sino para cantar tusalabanzas y no para murmurar en las aflicciones de mivida. Soy débil, Señor, pero tu amor me sostendrá.

¡Oh Eterno! ¡Sólo tú eres grande, sólo tú eres elfin y el objetivo de mi vida! Si me hieres, que por ello tunombre sea bendito, porque tú eres el Señor y yo el

servidor infiel; doblaré mi frente sin quejarme, porquetú eres grande, sólo tú eres la meta.

EN UN PELIGRO INMINENTE

34. PREFACIO. En los peligros a que estamosexpuestos, Dios nos recuerda nuestra debilidad y lafragilidad de nuestra existencia. Nos muestra quenuestra vida está en sus manos y que pende de un hiloque puede romperse cuando menos lo esperamos. Encuanto a esto, no hay privilegio para nadie, porquetanto el grande como el pequeño están sometidos a lasmismas alternativas.

Si se examinan la naturaleza y las consecuenciasdel peligro, se verá que muchas veces, si se hubiesencumplido esas consecuencias, hubieran sido castigode una falta cometida o de un deber descuidado.

35. ORACIÓN. ¡Dios Todopoderoso, vos miángel guardián, socorredme! Si debo sucumbir, que sehaga la voluntad de Dios. Si me salvo, que en el restode mi vida repare el mal que pude hacer y del cual mearrepiento.

ACCIÓN DE GRACIAS DESPUÉS DEHABER SALIDO DE UN PELIGRO

36. PREFACIO. Por los peligros que corremos,

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Dios nos enseña que de un momento a otro podemosser llamados a dar cuenta del empleo que hemos hechode la vida; de este modo nos advierte para que nosconcentremos y nos enmendemos.

37. ORACIÓN. ¡Oh Dios! y vos mi ángel de laguarda, os doy las gracias por el socorro que me habéisenviado cuando el peligro me amenazaba. Que estepeligro sea para mí una advertencia que me esclarezcasobre las faltas que han podido conducirme a él.Comprendo, Señor, que mi vida está en vuestras manosy que podéis quitármela cuando os plazca. Inspiradmepor los buenos Espíritus que me asisten, el pensamientode emplear útilmente el tiempo que me concedes aúnen este mundo.

Mi ángel de la guarda, sostenedme en laresolución que tomo de reparar mis agravios y de hacertodo el bien que estuviere en mi poder, con el fin dellegar con menos imperfecciones al mundo de losEspíritus cuando quiera Dios llamarme.

EN EL MOMENTO DE DORMIRSE

38. PREFACIO. El sueño es el descanso delcuerpo, pero el Espíritu no tiene necesidad de estedescanso. Mientras los sentidos se adormecen, el almase desprende en parte de la materia y goza de sus

facultades de Espíritu. El sueño se le ha dado al hombrepara reparar las fuerzas orgánicas y las fuerzas morales.Mientras el cuerpo recobra los elementos que haperdido por la actividad de la vigilia, el Espíritu va afortalecerse entre los otros Espíritus; con lo que se ve,con lo que oye y con los consejos que le dan, adquiereideas, que vuelve a encontrar al despertar en estado deintuición; es el regreso temporal del desterrado a suverdadera patria; es el prisionero momentáneamenteliberado.

Pero suele suceder, como con el prisioneroperverso, que el Espíritu no siempre saca provecho deeste momento de libertad para su adelantamiento; sitiene malos instintos, en vez de buscar la compañía delos buenos Espíritus busca la de sus semejantes y va alos lugares en donde puede dar libre curso a susinclinaciones.

El que esté penetrado de esta verdad, que elevesu pensamiento en el momento en que quiera dormirse;que recurra a los consejos de los buenos Espíritus y deaquellos cuya memoria le es grata, a fin de que vengana reunirse con él en el corto intervalo que se le concede,y al despertarse se sentirá más fuerte contra el mal ytendrá más valor contra la adversidad.

39. ORACIÓN. Mi alma va a encontrarse porun instante con los otros Espíritus. Que vengan losbuenos y me ayuden con sus consejos. Mi ángel de la

guarda, haced que al despertar conserve de ellos unaimpresión saludable y duradera.

CUANDO SE PREVÉ UNA MUERTE PRÓXIMA

40. PREFACIO. La fe en el futuro, la elevaciónde pensamiento, durante la vida, hacia los destinosfuturos, ayudan al pronto desprendimiento del espíritudebilitando los lazos que le retienen al cuerpo; y muchasveces no se ha concluido aún la vida del cuerpo, cuandoel alma impaciente ha remontado el vuelo hacia lainmensidad. Lo contrario sucede en el hombre queconcentra todos sus pensamientos en las cosasmateriales, pues los lazos son tenaces, la separaciónes penosa y dolorosa y el despertar de ultratumba estálleno de turbación y de ansiedad.

41. ORACIÓN. ¡Oh Dios! Creo en vos y envuestra bondad infinita; por esto no puedo creer quedierais la inteligencia al hombre para conoceros y laaspiración al porvenir para sumergirle después en lanada.

Creo que mi cuerpo es sólo la envolturaperecedera de mi alma y que cuando haya cesado devivir, me despertaré en el mundo de los Espíritus.

Dios Todopoderoso, siento romperse los lazosque unen mi alma al cuerpo y muy pronto voy a darcuenta del empleo hecho de la vida que dejo.

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Voy a sufrir las consecuencias del bien o delmal que hice; allí no hay ilusiones, no hay subterfugioposible; todo mi pasado va a desenvolverse delantede mí y seré juzgado según mis obras.

Nada me llevaré conmigo de los bienes de laTierra; honores, riquezas, satisfacciones de vanidad yorgullo, en fin, todo lo que pertenece al cuerpo, va aquedar en este mundo; ni la menor partícula me seguiráy nada de todo esto me servirá de socorro en el mundode los Espíritus. Sólo llevaré conmigo lo que pertenecea mi alma, es decir, las buenas y las malas cualidades,que se pesarán en la balanza de una rigurosa justicia yseré juzgado con tanta más severidad cuanto miposición, en la Tierra, más ocasiones me haya dado depracticar el bien que no hice. (Cap. VI, número 9).

¡Dios de misericordia, que mi arrepentimientollegue hasta vos! Dignaos extender sobre mí vuestraindulgencia.

Si os pluguiese prolongar mi existencia, que elresto sea empleado para reparar, tanto como de mídependa, el mal que haya podido hacer. Si mi hora llegópara siempre, llevo conmigo la idea consoladora queme será permitido redimirme por medio de nuevaspruebas a fin de merecer un día la felicidad de loselegidos.

Si no me es dado gozar inmediatamente de esafelicidad sin mácula, que sólo pertenece al justo por

excelencia, sé que no me está negada eternamente laesperanza y que con el trabajo, alcanzaré el objetivo,más temprano o más tarde, según mis esfuerzos.

Sé que buenos Espíritus y mi ángel guardiánestán aquí, cerca de mí, para recibirme, y que dentro depoco les veré como ellos me ven. Sé que encontraré alos que amé en la Tierra, si lo hubiere merecido, y losque dejo aquí vendrán a unirse conmigo para que undía estemos juntos para siempre y que mientras tanto,podré venir a visitarles.

Sé también que voy a encontrar a los que ofendí,les ruego que me perdonen lo que puedan reprocharme:mi orgullo, mi dureza, mis injusticias y que no me llenede vergüenza con su presencia.

Perdono a todos los que me han hecho o mehan querido mal en la Tierra, no les conservo ningúnodio y ruego a Dios que les perdone.

Señor, dadme fuerzas para dejar sin pesar losgoces groseros de este mundo, que no son nada allado de los goces puros del mundo en que voy a entrar.Allí, para el justo, ya no hay tormentos, sufrimientos,ni miserias; sólo sufre el culpable pero le queda laesperanza.

Buenos Espíritus, y vos, mi ángel de la guarda,no me dejéis fallar en este momento supremo; haced

que resplandezca a mis ojos la luz divina para quereanime mi fe, si llegase a vacilar.

Nota. – Véase adelante el párrafo V: Oracionespara los enfermos y los obsesos.

III – ORACIONES PARA OTROS

PARA ALGUIEN QUE ESTÉ EN AFLICCIÓN

42. PREFACIO (*). Si es del interés del afligidoque su prueba siga su curso, no se abreviará pornuestro pedido; pero sería impiedad el desanimarseporque la súplica no fue atendida; además, en la faltade la cesación de la prueba, se puede esperar obteneralgún otro consuelo que atempere la amargura. Lo quees verdaderamente útil para el que sufre, es el valor y laresignación, sin lo cual lo que sufre es sin provechopara él, porque estará obligado a empezar de nuevo laprueba. Es, pues, con esta finalidad que es preciso,sobre todo, dirigir los esfuerzos, sea llamando a losbuenos Espíritus en su ayuda, sea aumentando unomismo la moral del afligido por medio de consejos yestímulos, sea, en fin, asistiéndole materialmente si sepuede. La oración en este caso, puede además, tenerun efecto directo, dirigiendo sobre la persona una

(*) El original no tiene la palabra prefacio. (N. del T.)

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corriente fluídica para fortalecer su moral. (Cap. V,números 5 y 27; cap. XXVII, números 6 y 10).

43. ORACIÓN. ¡Oh Dios!, cuya bondad esinfinita, dignaos aliviar la amargura de la posición deN..., si tal es vuestra voluntad.

Buenos Espíritus, en nombre de DiosTodopoderoso, os suplico que le asistáis en susaflicciones. Si en interés suyo, no pueden ser evitadas,hacedles comprender que son necesarias para suadelantamiento. Dadle la confianza en Dios y en elporvenir, y se le harán menos duras. Dadle también lafuerza para que no sucumba a la desesperación; porqueperdería el fruto y haría que su posición futura fueraaún más penosa. Conducid mi pensamiento hacia él yque le ayude a sostener su ánimo.

ACCIÓN DE GRACIAS POR UN BENEFICIOCONCEDIDO A OTRO

44. PREFACIO. El que no está dominado por elegoísmo se alegra del bien del prójimo, aun cuando nolo haya solicitado por la oración.

45. ORACIÓN. ¡Oh Dios!, bendito seáis por lafelicidad que habéis concedido a N...

Buenos Espíritus, haced que vea en ella unefecto de la bondad de Dios. Si el bien que se le concede

es una prueba, inspiradle el pensamiento de que hagade él un buen uso y de no envanecerse, con el fin deque este bien no resulte en su perjuicio para el futuro.

Vos, mi buen genio que me protegéis y deseáismi felicidad, alejad de mi pensamiento todo sentimientode envidia y de celos.

PARA NUESTROS ENEMIGOS YPARA LOS QUE NOS QUIEREN MAL

46. PREFACIO. Jesús dijo: Amad incluso avuestros enemigos. Esta máxima es lo sublime de lacaridad cristiana; pero Jesús no quiere decir con estoque debamos tener con nuestros enemigos la mismaternura que tenemos con nuestros amigos; nos quisodecir con estas palabras, que olvidemos sus ofensas,que les perdonemos el mal que nos hacen,devolviéndoles bien por mal. Además del mérito queresulta de ello a los ojos de Dios, muestra a los ojos delos hombres la verdadera superioridad. (Cap. XII,números 3 y 4).

47. ORACIÓN. ¡Oh Dios!, yo perdono a N... elmal que me hizo y el que me quiso hacer, como deseoque me perdonéis y que él también me perdone lasinjusticias que yo pueda haber cometido. Si locolocasteis en mi camino como una prueba, que secumpla vuestra voluntad.

Desviad de mí, ¡Oh Dios!, la idea de maldecirley todo deseo malévolo contra él. Haced que yo noexperimente ninguna alegría por las desgracias quepueda tener, ni pena por los bienes que puedanconcedérsele, con el fin de no manchar mi alma conpensamientos indignos de un cristiano.

Señor, que vuestra voluntad al extenderse sobreél, pueda conducirlo a los mejores sentimientos conrespecto a mí.

Buenos Espíritus, inspiradme el olvido del maly el recuerdo del bien. Que ni el odio, ni el rencor, ni eldeseo de volverle mal por mal, entren en mi corazón,porque el odio y la venganza sólo pertenecen a losEspíritus malos, encarnados y desencarnados. Por elcontrario, que esté pronto a tenderle fraternalmente lamano, a volverle bien por mal y a socorrerle si me esposible.

Deseo, para probar la sinceridad de mispalabras, que se me ofrezca la ocasión de serle útil;pero sobre todo, ¡Oh Dios!, preservadme de hacerlopor orgullo u ostentación confundiéndole con unagenerosidad humillante, lo que me haría perder el frutode mi acción, porque entonces merecería que se meaplicasen aquellas palabras de Cristo: Ya recibisteisvuestra recompensa. (Cap. XIII, números 1 ysiguientes).

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ACCIÓN DE GRACIAS POR EL BIENCONCEDIDO A NUESTROS ENEMIGOS

48. PREFACIO. No desear mal a los enemigos,es ser caritativo a medias; la verdadera caridad requiereque le deseemos el bien y que nos alegremos por lasgracias que Dios les conceda. (Cap. XII, números 7 y8).

49. ORACIÓN. ¡Oh Dios, en vuestra justicia,entendiste un deber alegrar el corazón de N... Yo os loagradezco por él, a pesar del mal que me hizo o queprocura hacerme. Si se aprovechase de ello parahumillarme, lo aceptaré como una prueba para mí,ejerciendo la caridad.

Buenos Espíritus que me protegéis no permitáisque conciba por ello ningún pesar; desviad de mí laenvidia y los celos que degradan; inspiradme por elcontrario, la generosidad que eleva. La humillación estáen el mal y no en el bien y sabemos que tarde o tempranose hará a cada uno justicia según sus obras.

PARA LOS ENEMIGOS DEL ESPIRITISMO

50. Bienaventurados los que tienen hambre ysed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los que padecen persecución

por causa de la justicia, porque de ellos es el reino delos cielos.

Felices seréis cuando los hombres osmaldijeren y os persiguieren y dijeren con falsedadtoda clase de mal contra vosotros por mi causa.Alegraos, porque un galardón muy grande os estáreservado en los cielos; pues así también persiguierona los profetas, que fueron antes de vosotros. (SanMateo, cap. V, v. 6, 10, 11 y 12).

No temáis a los que matan el cuerpo y nopueden matar el alma; temed antes al que puede echarel alma y el cuerpo en el infierno. (San Mateo, cap. X,v. 28).

51. PREFACIO. De todas las libertades, la másinviolable es la de pensar, que comprende también lalibertad de conciencia. Anatematizar a los que nopiensan como nosotros, es reclamar esta libertad parasí y rehusarla a los otros, es violar el primer mandamientode Jesús: la caridad y el amor al prójimo. Perseguirlespor su creencia, es atentar al derecho más sagrado quetiene todo hombre de creer lo que le conviene y adorara Dios del modo que él lo entienda. Constreñirlos aactos exteriores semejantes a los nuestros, es mostrarque se atiende más a la forma que al fondo, a lasapariencias más que a la convicción. La abjuraciónforzada nunca ha dado fe; sólo puede hacer hipócritas.

Es un abuso de la fuerza material que no prueba laverdad; la verdad está segura de sí misma; convencey no persigue, porque no tiene necesidad de ello.

El Espiritismo es una opinión, una creencia; auncuando fuese una religión, ¿por qué no tendría elhombre la libertad de llamarse espírita, como tiene la dellamarse católico, judío o protestante, partidario de talo cual doctrina filosófica, o de éste o de aquél sistemaeconómico? Esa creencia es falsa o verdadera; si esfalsa, caerá por su propio peso, porque el error no puedeprevalecer contra la verdad, cuando se ilustran lasinteligencias; si es verdadera, la persecución no la haráfalsa.

La persecución es el bautismo de toda ideanueva, grande y justa; crece con la grandeza y laimportancia de la idea. La animosidad y la cólera de losenemigos de la idea está en razón del miedo que lesinspira. Por esta razón el Cristianismo fue perseguidoen otro tiempo y el Espiritismo lo es hoy, con ladiferencia, sin embargo, de que el Cristianismo lo fuepor Paganos mientras que el Espiritismo lo es porCristianos. El tiempo de las persecuciones sangrientasha pasado, es verdad; pero si no se mata el cuerpo, setortura el alma; se la ataca hasta en los sentimientosmás íntimos, en los afectos más caros; se dividen lasfamilias, se excita a la madre contra la hija, la esposacontra el marido; se ataca aun el cuerpo en sus

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necesidades materiales, quitándole su modo de vivirpara sitiarle por el hambre. (Cap. XXIII, número 9 ysiguientes).

Espíritas, no os afijáis por los golpes que osaciertan, porque así prueban que estáis con la verdad,pues de lo contrario os dejarían tranquilos y no osherirían. Es una prueba para vuestra fe, porque serácon vuestro valor, por vuestra resignación y por vuestraperseverancia, que Dios os reconocerá entre sus fielesservidores, cuya enumeración hace hoy para dar a cadauno la parte que le corresponde, según sus obras.

A ejemplo de los primeros Cristianos, tened,pues, orgullo en llevar vuestra cruz. Creed en laspalabras de Cristo que dijo: “Bienaventurados los quepadecen persecución por causa de la justicia, porquede ellos es el reino de los cielos” No temáis a los quematan el cuerpo pero no pueden matar el alma. Dijotambién: “Amad a vuestros enemigos, haced bien alos que os hacen mal y orad por los que os persiguen”.Mostrad que sois sus verdaderos discípulos y quevuestra doctrina es buena, haciendo lo que el dice y loque él mismo hizo.

La persecución durará sólo una época; esperad,pues, pacientemente el despuntar de la aurora, porqueya la estrella de la mañana se vislumbra en el horizonte.(Cap. XXIV, números 13 y siguientes).

52. ORACIÓN. Señor, vos nos dijisteis, por laboca de Jesús, vuestro Mesías: “Bienaventurados losque sufren persecución por la justicia; perdonad avuestros enemigos; orad por los que os persiguen”; yÉl mismo nos ha enseñado el camino, orando por susverdugos.

A su ejemplo, ¡oh Dios!, solicitamos vuestramisericordia para los que desconocen vuestros divinospreceptos, los únicos que pueden asegurar la paz eneste mundo y en el otro. Nosotros decimos como elCristo: “Perdonadles, Padre Nuestro, porque ellos nosaben lo hacen”.

Dadnos la fuerza para soportar con paciencia yresignación, como pruebas para nuestra fe y humildad,sus burlas, sus injurias, sus calumnias ypersecuciones; apartadnos de todo pensamiento derepresalias, porque la hora de vuestra justicia sonarápara todos y nosotros la esperamos sometiéndonos avuestra santa voluntad.

PARA UN NIÑO RECIÉN NACIDO

53. PREFACIO. Los Espíritus no llegan a laperfección sino después de haber pasado por laspruebas de la vida corporal; los que están errantesesperan que Dios les permita volver a tomar otraexistencia que debe proporcionarles un medio deadelantamiento, ya sea por la expiación de sus faltas

pasadas por medio de las vicisitudes, a las que se hansometido, ya sea también cumpliendo una misión útil ala Humanidad. Su adelantamiento y su felicidad futuraserán proporcionados a la manera como habránempleado el tiempo que deben pasar en la Tierra. Elencargo de guiar sus primeros pasos y dirigirles haciael bien está confiado a sus padres, que responderán,ante Dios, por la manera como hayan cumplido sumandato. Fue para facilitarles esta ejecución, que Dioshizo del amor paternal y del amor filial una ley de laNaturaleza, ley que jamás es violada impunemente.

54. ORACIÓN. (Para los padres). Espíritu queestás encarnando en el cuerpo de nuestro hijo,bienvenido seas entre nosotros; Dios Todopoderosoque lo habéis enviado, bendito seáis.

Este es un depósito que nos ha sido confiado,del que debemos dar cuenta un día. Si pertenece a lanueva generación de Espíritus que debe poblar la Tierra,¡gracias, oh Dios, por este favor! Si es un almaimperfecta, nuestro deber es ayudarla a progresar en elcamino del bien, por nuestros consejos y buenosejemplos; si cayere en el mal por nuestra causa,responderemos de ello ante vos, porque no habremoscumplido nuestra misión respecto a él.

Señor, sostenednos en nuestro trabajo y dadnosfuerza y voluntad para cumplirlo. Si este niño debe serobjeto de nuestras pruebas, ¡que se cumpla vuestravoluntad!

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Buenos Espíritus que habéis venido a presidirsu nacimiento y debéis acompañarle durante su vida,no lo abandonéis. Alejad de él a los Espíritus imperfectosque pudieran inducirle al mal; dadle fuerza para resistira sus sugestiones y el valor para sufrir con paciencia yresignación las pruebas que le esperan en la Tierra.(Cap. XIV, número 9).

55. (Otra). Dios mío, me confiasteis la suerte deuno de vuestros Espíritus; haced, Señor, que sea dignodel deber que me fue impuesto; concededme vuestraprotección; iluminad mi inteligencia con el fin de quepueda discernir pronto las tendencias del que debopreparar para entrar en vuestra paz.

56. (Otra). Dios de bondad, puesto que habéistenido a bien permitir al Espíritu de este niño que vengade nuevo a sufrir las pruebas terrestres para hacerleprogresar, dadle la luz a fin de que aprenda a conoceros,amaros y adoraros. Haced, por vuestra omnipotencia,que esta alma se regenere en el manantial de vuestrasdivinas instrucciones; que bajo el amparo de su ángelde la guarda, su inteligencia crezca, se desarrolle y lehaga aspirar a aproximarse cada vez más a vos; que laciencia del Espiritismo sea la luz brillante que le iluminea través de los escollos de la vida; que sepa, en fin,apreciar toda la inmensidad de vuestro amor, que nosprueba para fortificarnos.

Señor, echad una mirada paternal sobre la familia

a la que confiaste esta alma; que pueda comprender laimportancia de su misión y haced germinar en este niñolas buenas semillas, hasta el día en que él mismo pueda,por sus propias aspiraciones, elevarse sólo hacia vos.

Dignaos, oh Dios, escuchar esta humildeplegaria en nombre y por los méritos del que dijo: “Dejada los niños venir a mí, porque el reino de los cielos espara los que se les asemejen”.

PARA UN AGONIZANTE

57. PREFACIO. La agonía es el preludio de laseparación del alma y del cuerpo, se puede decir queen este momento el hombre sólo tiene un pie en estemundo y el otro fuera de él. Este tránsito es algunasveces penoso para los que están muy ligados a lamateria y han vivido más para los bienes de este mundoque para los del otro, o cuya conciencia está agitadapor los pesares y remordimientos; en aquellos, por elcontrario, cuyos pensamientos se han elevado alinfinito y están desprendidos de la materia, los lazosson menos difíciles de romper y los últimos momentosnada tienen de doloroso; el alma, entonces, sólo seune al cuerpo por un hilo, mientras que en la otraposición está unida a él por profundas raíces; en todoslos casos la oración ejerce una acción poderosa sobreel trabajo de la separación. (Véase adelante: Oraciones

para los enfermos; El Cielo y el Infierno, Segunda Parte,cap. I, El Tránsito).

58. ORACIÓN. Dios poderoso y miseri-cordioso, he aquí un alma que deja su envoltura terrestrepara volver al mundo de los Espíritus, su verdaderapatria; que pueda entrar allí en paz y que vuestramisericordia se extienda sobre ella.

Buenos Espíritus, que la acompañasteis en laTierra, no la abandonéis en este momento supremo;dadle fuerza para soportar los últimos sufrimientos quedebe padecer en este mundo para su adelantamientofuturo; inspiradle para que ella consagre alarrepentimiento de sus faltas los últimos destellos deinteligencia que le restan o que pueden volverlemomentáneamente.

Dirigid mi pensamiento a fin de que su acciónhaga menos penosa la separación, y que lleve en sualma, en el momento de dejar la Tierra, los consuelosde la esperanza.

IV – ORACIONES PARA LOS QUE YA NOESTÁN EN LA TIERRA

PARA LOS RECIÉN FALLECIDOS

59. PREFACIO. Las oraciones por los Espíritusque acaban de dejar la Tierra, no tienen sólo por objeto

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darles un testimonio de simpatía, sino que tienentambién por objeto ayudar a su desprendimiento, y porlo tanto, abreviar la turbación que sigue siempre a laseparación y darles más calma al despertar. Perotambién en esta, como en cualquier otra circunstancia,la eficacia está en la sinceridad del pensamiento y noen la abundancia de palabras dichas con más o menospompa y en las cuales muchas veces el corazón notoma ninguna parte.

Las oraciones que parten del corazón, resuenanalrededor del Espíritu, cuyas ideas están aún confusas,como las voces amigas que nos sacan del sueño. (Cap.XXVII, número 10).

60. ORACIÓN. Dios Todopoderoso, quevuestra misericordia se extienda sobre el alma de N...que acabáis de llamar a vos. ¡Qué la pruebas que hasufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta ynuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penasque tenga aún que sufrir como Espíritu!

Buenos Espíritus que habéis venido a recibirley sobre todo vos, su ángel de la guarda, asistidle paraayudarle a despojarse de la materia; dadle la luz y laconciencia de sí mismo con el fin de sacarle de laturbación que acompaña al tránsito de la vida corporala la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de lasfaltas que haya cometido y el deseo de que le sea

permitido el repararlas para activar su adelantamientohacia la vida de eterna felicidad.

N..., acabas de entrar en el mundo de losEspíritus, y sin embargo, estás aquí presente entrenosotros; nos ves y nos escuchas, porque no hay másdiferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecederoque acabas de dejar y que muy pronto será reducido apolvo.

Dejaste el grosero envoltorio sujeto a lasvicisitudes y a la muerte y sólo conservas la envolturaetérea, imperecedera e inaccesible a los sufrimientos.Si no vives ya por el cuerpo, vives la vida de losEspíritus y esta vida está exenta de las miserias queafligen a la Humanidad.

Ya no tienes el velo que oculta a nuestros ojoslos resplandores de la vida futura; de hoy en adelantepodéis contemplar nuevas maravillas, mientras quenosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas.

Vas a recorrer el espacio y visitar los mundoscon toda libertad, mientras que nosotros nosarrastramos penosamente sobre la Tierra, en la que nosretiene nuestro cuerpo material, semejante paranosotros a una carga muy pesada.

El horizonte del infinito va a desarrollarse anteti y en presencia de tanta grandeza comprenderás lavanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras

ambiciones mundanas y de nuestros goces fútiles deque los hombres hacen sus delicias.

La muerte sólo es, entre los hombres, unaseparación material de algunos instantes. Desde el lugardel exilio en donde nos retiene aún la voluntad de Dios,así como los deberes que tenemos que cumplir en estemundo, nosotros te seguiremos con el pensamientohasta el momento en que se nos permita reunirnoscontigo, así como tú te has reunido con los que teprecedieron.

Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedesvenir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y quehas amado; sosténles en las pruebas de la vida, velapor los que te son queridos, protégeles según tu podery calma sus pesares con el pensamiento de que eresmás feliz ahora y con la consoladora certeza de estarreunidos un día en un mundo mejor.

En el mundo en que estás deben extinguirsetodos los resentimientos terrestres. ¡Qué de hoy enadelante, seas inaccesible a ellos para tu felicidadfutura! Perdona, pues, a los que han procedido malcontigo, como te perdonan aquellos con los que hasprocedido mal.

Nota. Pueden añadirse a esta oración, aplicablea todos, algunas palabras especiales, según lascircunstancias particulares de familia o de relación y la

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(1) Esta oración fue dictada a un médium de Bordeaux en elmomento en que pasaba por delante de sus ventanas el entierro deun desconocido.

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posición del difunto. Si se trata de un niño, el Espiritismonos enseña que éste no es un Espíritu de creaciónreciente, sino que ha vivido ya y puede ser tambiénmuy avanzado. Si su última existencia ha sido cortaes porque no era más que un complemento de laprueba, o debía ser una prueba para sus padres. (Cap.V, número 21).

61. (Otra). Señor Todopoderoso, que vuestramisericordia se extienda sobre nuestros hermanos queacaban de dejar la Tierra. Que vuestra luz resplandezcaa sus ojos. Apartadlos de las tinieblas; abrid sus ojos ysus oídos. Que los buenos Espíritus les envuelvan yles hagan oír las palabras de paz y esperanza.

Señor, por indignos que seamos, nos atrevemosa implorar vuestra misericordiosa indulgencia a favorde aquél de nuestros hermanos que acaba de serllamado del exilio; haced que su regreso sea el del hijopródigo. Olvidad, Dios mío, las faltas que ha podidocometer, para acordarnos del bien que hizo. Vuestrajusticia es inmutable, lo sabemos, pero vuestro amores inmenso; os suplicamos suavizar vuestra justiciapor esa fuente de bondad que mana de vos.

Que la luz se haga para ti, hermano mío, queacabas de dejar la Tierra. Que los buenos Espíritus delSeñor desciendan hacia ti, te envuelvan y te ayuden asacudir tus cadenas terrestres. Comprende y mira lagrandeza de Nuestro Señor; sométete sin murmurar a

su justicia, pero no desesperes jamás de su misericordia.¡Hermano! Que un serio retorno a tu pasado te abra laspuertas del porvenir haciéndote comprender las faltasque dejas detrás de ti y el trabajo que te queda pararepararlas. Que Dios te perdone y que sus buenosEspíritus te sostengan y te animen. Tus hermanos dela Tierra orarán por ti y te piden que ores por ellos.(1)

PARA LAS PERSONAS QUE SE HAN AMADO

62. PREFACIO. Qué espantosa es la idea de lanada. Qué dignos son de compasión los que creen quela voz del amigo que llora a su amigo se pierde en elvacío y no encuentra ningún eco que le responda. Jamásconocerán las puras y santas afecciones los quepiensan que todo muere con el cuerpo; que el genioque ha iluminado el mundo con su vasta inteligenciaes un juego de la materia que se extingue para siemprecomo un soplo; que del más querido ser, de un padre,de una madre o de un hijo adorado, sólo queda unpoco de polvo que el tiempo disipa para siempre.

¿Cómo un hombre de corazón puede permanecertranquilo con este pensamiento? ¿Cómo la idea de unaniquilamiento absoluto no le hiela de espanto y no le

hace al menos desear que no sea así? Si hasta ese díasu razón no le bastó para salir de dudas, he aquí que elEspiritismo viene a disipar toda incertidumbre sobre elfuturo por las pruebas materiales que da de lasobrevivencia del alma y de la existencia de los seresde ultratumba. Así es que por todas partes son acogidasestas pruebas con alegría, y renace la confianza porqueel hombre sabe de aquí en adelante que la vida terrestresólo es un corto pasaje que conduce a una vida mejor,que sus trabajos en este mundo no se pierden para él,y que los afectos más santos no se rompen parasiempre. (Cap. IV, número 18; cap. V, número 21).

63. ORACIÓN. Dignaos, ¡oh Dios!, acogerfavorablemente la oración que os dirijo por el Espíritude N... hacedle entrever vuestras divinas luces y que lesea más fácil el camino de la felicidad eterna. Permitidque los buenos Espíritus le lleven mis palabras y mipensamiento.

Tú que me eras querido en este mundo, oye mivoz que te llama para darte un nuevo testimonio de miafecto. Dios permitió que fueses liberado primero; nopodría quejarme de ello sin egoísmo, porque sería estarafligido por no tener más para ti las penas y lossufrimientos de la vida. Espero, pues, con resignaciónel momento de nuestra reunión en el mundo más felizen que me has precedido.

Yo sé que nuestra separación es momentánea y

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que por larga que pudiera parecerme, su duración seborra ante la eterna felicidad que Dios promete a suselegidos. Que su bondad me preserve de hacer nadaque pueda retardar este instante deseado, y que meahorre de este modo el dolor de no volverte a encontraral salir de mi cautiverio terrestre.

¡Oh! ¡Qué dulce y consoladora es la certeza deque sólo hay entre nosotros un velo material que teoculta de mi vista! Que puedas estar aquí, a mi lado,verme y oírme como otras veces y aún mejor que antes;que no me olvidarás como yo tampoco no te olvidaré;que nuestros pensamientos no cesen de confundirse,y que el tuyo me siga y me sustente siempre.

Que la paz del Señor sea contigo.

PARA LAS ALMAS QUE SUFREN YPIDEN ORACIONES

64. PREFACIO. Para comprender el alivio quela oración puede proporcionar a los Espíritus quesufren, es menester referirse a su modo de acción, quese ha explicado anteriormente. (Cap. XXVII, números,9, 18 y siguientes). El que está compenetrado de estaverdad ora con más fervor por la certeza de que no oraen vano.

65. ORACIÓN. Dios clemente y misericordioso,que vuestra bondad se extienda sobre todos los

Espíritus que desean nuestras oraciones y particu-larmente sobre el alma de N...

Buenos Espíritus cuya única ocupación es elbien, interceded conmigo para su alivio. Haced queresplandezca a sus ojos un rayo de esperanza, y que ladivina luz les ilumine y les haga ver las imperfeccionesque les alejan de la morada de los felices. Abrid sucorazón al arrepentimiento y al deseo de depurarse paraacelerar su adelantamiento. Hacedles comprender quepor su esfuerzo pueden abreviar el tiempo de suspruebas.

¡Qué Dios, en su bondad les dé fuerza paraperseverar en sus buenas resoluciones!

Que estas palabras benévolas puedan mitigarsus penas demostrándoles que en la Tierra hay seresque saben compadecerse de ellos y que desean sufelicidad.

66. (Otra). Os suplicamos, Señor, derramarsobre todos los que sufren, sea en el espacio comoEspíritus errantes, sea entre nosotros como Espíritusencarnados, las gracias de vuestro amor y de vuestramisericordia. Tened piedad de nuestras debilidades.Falibles nos hicisteis, pero nos habéis dado la fuerzapara resistir al mal y vencerlo. Que vuestra misericordiase extienda sobre todos los que no han podido resistira sus malas inclinaciones y están aún arrastrándose en

un mal camino. Que vuestros buenos Espíritus leenvuelvan; que vuestra luz resplandezca a sus ojos, yque, atraídos por su calor, vengan a prosternarse avuestros pies, humildes, arrepentidos y sumisos.

Os suplicamos igualmente, Padre demisericordia, por aquellos de nuestros hermanos queno tuvieron la fuerza de soportar las pruebas terrestres.Vos nos disteis un fardo para cargar, Señor, y nosotrossólo debemos depositarlo a vuestros pies; pero nuestradebilidad es grande y el valor nos falta algunas vecespor el camino. Tened piedad de estos servidoresindolentes que han abandonado la obra antes detiempo; que vuestra justicia les excuse y permita avuestros buenos Espíritus llevarles el alivio, losconsuelos y la esperanza del futuro. El camino delperdón es fortificante para el alma; mostradlo, Señor, alos culpables que desesperan, y sostenidos por estaesperanza sacarán fuerzas del mismo cúmulo de susfaltas y de sus sufrimientos para rescatar su pasado yprepararse para conquistar el porvenir.

PARA UN ENEMIGO MUERTO

67. PREFACIO. La caridad hacia nuestrosenemigos debe seguirles hasta más allá de la tumba. Espreciso pensar que el daño que os han hecho es paranosotros una prueba que ha podido ser útil a nuestro

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adelantamiento, si supimos aprovecharnos de ella.Puede aún sernos más provechosa que las afliccionespuramente materiales, porque nos permitió unir al valory a la resignación, la caridad y el olvido de las ofensas.(Cap. X, número 6; cap. XII, números 5 y 6).

68. ORACIÓN. Señor, os habéis dignado llamarantes que a mí el alma de N... Yo le perdono el mal queme hizo y sus malas intenciones hacia mí; que pueda élarrepentirse de eso, ahora que ya no tiene las ilusionesde este mundo.

Que vuestra misericordia, Dios mío, se extiendasobre él y alejad de mí el pensamiento de alegrarme consu muerte. Si procedí mal con él, que me perdone, comoyo olvido a los que procedieron así conmigo.

PARA UN CRIMINAL

69. PREFACIO. Si la eficacia de las oracionesfuese proporcional a su tamaño, las más extensasdeberían ser reservadas a los culpables, porque tienenmayor necesidad que los que vivieron santamente.Rehusarlas a los criminales es faltar a la caridad ydesconocer la misericordia de Dios; creerlas inútiles,porque un hombre haya cometido tal o cual falta, esprejuzgar la justicia del Altísimo. (Cap. XI, número 14).

70. ORACIÓN. Señor, Dios de misericordia, no

rechacéis a este criminal que acaba de dejar la Tierra; lajusticia de los hombres pudo condenarle, pero no poresto se salva de vuestra justicia, si su corazón no se haconmovido por un sincero arrepentimiento.

Quitadle la venda que le oculta la gravedad desus faltas. ¡Que con su arrepentimiento encuentregracia ante vos y que se alivien los sufrimientos de sualma! ¡Que nuestras oraciones y la intervención de losbuenos Espíritus puedan darle la esperanza y elconsuelo! Inspiradle el deseo de reparar sus malasacciones en una nueva existencia y dadle fuerza paraque no sucumba en las nuevas luchas que emprenderá.

¡Señor, tened piedad de él!

PARA UN SUICIDA

71. PREFACIO. El hombre no tiene nunca elderecho de disponer de su propia vida, porque sólo aDios corresponde sacarle del cautiverio terrestrecuando lo juzgue oportuno. Sin embargo, la justiciadivina puede calmar sus rigores a favor de lascircunstancias, pero reserva toda la severidad paraaquel que quiso sustraerse a las pruebas de la vida. Elsuicida es como el prisionero que se evade la prisiónantes de cumplir la condena y a quien cuando es vueltoa capturar se le detiene con más severidad. Lo mismosucede con el suicida que cree escapar de las miserias

presentes y se sumerge en desgracias mayores. (Cap.V, número 14 y siguientes)

72. ORACIÓN. Sabemos, Dios mío, la suertereservada a los que violan vuestras leyes acortandovoluntariamente sus días; pero sabemos también quevuestra misericordia es infinita; dignaos derramarlasobre el alma de N... ¡Que nuestras oraciones y vuestraconmiseración endulcen la amargura de lospadecimientos que sufre por no haber tenido el valorde esperar el fin de sus pruebas!

Buenos Espíritus cuya misión es asistir a losinfelices, tomadle bajo vuestra protección;inspiradle el arrepentimiento de su falta y quevuestra asistencia le dé la fuerza de soportar conmás resignación las nuevas pruebas que tendrá quesufrir para repararla. Separad de él a los malosEspíritus que podrían de nuevo llevarlo al mal yprolongar sus sufrimientos, haciéndole perder elfruto de sus futuras pruebas.

Tú, cuya desdicha es el objeto de nuestrasoraciones, ¡que nuestra conmiseración endulce tusamarguras y haga nacer en ti la esperanza de unporvenir mejor! Este porvenir está en tus manos; confíaen la bondad de Dios, cuyo seno está abierto a todoslos arrepentidos, y sólo permanece cerrado a loscorazones endurecidos.

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PARA LOS ESPÍRITUS ARREPENTIDOS

73. PREFACIO. Sería injusto colocar en lacategoría de los malos Espíritus a los que sufren yarrepentidos, que piden oraciones; éstos han podidoser malos, pero ya no lo son, desde el momento quereconocen sus faltas y sienten haberlas cometido; sóloson desdichados y algunos comienzan a gozar de unafelicidad relativa.

74. ORACIÓN. Dios de misericordia, queaceptáis el arrepentimiento sincero del pecador,encarnado o desencarnado, aquí tenéis un Espíritu quese ha complacido en el mal, pero que reconoce susfaltas y entra en el buen camino; dignaos Dios mío,recibirle como a un hijo pródigo y perdonadle.

Buenos Espíritus, cuya voz él desconoció, deaquí en adelante quiere escucharos; permitid que puedaentrever la felicidad de los elegidos del Señor, a fin deque persista en el deseo de purificarse para alcanzarla;sostenedle en sus buenas resoluciones y dadle fuerzapara resistir sus malos instintos.

Espíritu de N... os felicitamos por vuestraconversión y damos gracias a los buenos Espíritusque os han ayudado.

Si antes os complacíais en hacer el mal, fueporque no comprendíais cuán dulce es el goce de hacer

el bien; os considerabais también demasiado bajo parapoder conseguirlo. Pero desde el instante en que ospusisteis de pie en el buen camino, una luz se hizo paravos; comenzaste a disfrutar de una felicidaddesconocida y la esperanza entró en vuestro corazón.Es que Dios escucha siempre la oración del pecadorarrepentido y no rechaza a ninguno de los que vienena él.

Para entrar completamente en gracia junto a Él,aplicaos desde hoy en adelante. No sólo a no hacer elmal, sino hacer el bien y sobre todo a reparar el mal quehabéis hecho; entonces habréis satisfecho a la justiciade Dios; cada buena acción borrará una de vuestrasfaltas pasadas.

El primer paso está dado; ahora, cuanto másavancéis, tanto más fácil y agradable os será el camino.Perseverad, pues, y un día tendréis la gloria de sercontado entre los buenos Espíritus y los Espíritusfelices.

PARA LOS ESPÍRITUS ENDURECIDOS

75. PREFACIO. Los malos Espíritus sonaquellos que el arrepentimiento aún no los conmovió;que se complacen en el mal y no sienten por elloninguna pena; que son insensibles a lasamonestaciones, rechazan la oración y algunas veces

blasfeman del nombre de Dios. Son aquellas almasendurecidas que, después de la muerte, se vengan, enlos hombres por los tormentos que sufren y persiguencon su odio a aquellos a quien odiaron durante suvida, sea por la obsesión sea por cualquier falsainfluencia. (Cap. X, número 6; cap. XII, números 5 y 6 ).

Entre los Espíritus perversos hay dos categoríasmuy distintas: los que son francamente malos y losque son hipócritas. Los primeros son muchísimo másfáciles de conducir al bien que los segundos, que songeneralmente, de naturaleza bruta y grosera, como seven entre los hombres, que hacen el mal más porinstinto que por cálculo y no pretenden pasar pormejores de lo que son; pero hay en ellos un germenlatente que es necesario hacer brotar, lo que se consigue,casi siempre, con la perseverancia, la firmeza unida a labenevolencia, con los consejos, los razonamientos yla oración. En la mediumnidad, la dificultad que tienenen escribir el nombre de Dios es indicio de un temorinstintivo, de una voz íntima de la conciencia que lesdice que son indignos de ello. Aquel con quien ocurreesto, está en el umbral de la conversión y se puedeesperar todo de él: basta encontrar el punto vulnerabledel corazón.

Los Espíritus hipócritas casi siempre son muyinteligentes, pero no tienen en el corazón ninguna fibrasensible; nada les conmueve; fingen todos los buenos

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sentimientos para captarse la confianza y son felicescuando encuentran incautos que les aceptan comosantos Espíritus y que pueden gobernarles a su gusto.El nombre de Dios, lejos de inspirarles el menor temor,les sirve de máscara para cubrir sus torpezas. En elmundo invisible así como en el mundo visible, loshipócritas son seres más perjudiciales porque trabajanocultamente y no se sospecha de ellos. Sólo tienen lasapariencias de la fe, pero ninguna fe sincera.

76. ORACIÓN. Señor, dignaos mirarbondadosamente a los Espíritus imperfectos que aúnestán en las tinieblas de la ignorancia y os desconocen,y particularmente al de N...

Buenos Espíritus, ayudadnos a hacerlocomprender que induciendo a los hombres al mal,obsesándoles y atormentándoles, prolonga sus propiossufrimientos; haced que el ejemplo de felicidad quevosotros gozáis sea un estímulo para él.

Espíritus que os complacéis aún en el mal,acabáis de oír la oración que hicimos por vos; ella debeprobaros que deseamos haceros el bien, aunque hagáisel mal.

Sois infelices, porque es imposible ser felizhaciendo el mal; ¿por qué, pues, permanecer en penacuando depende de vosotros salir de ella? Oservad alos buenos Espíritus que os rodean; ved cuán felices

son y si no sería más agradable para vosotros gozar dela misma felicidad.

Diréis que eso os es imposible, pero nada hayimposible para el que quiere, porque Dios os dio, comoa todas sus criaturas, la libertad de elegir entre el bieny el mal, es decir, entre la felicidad y la infelicidad; nadieestá condenado al mal. Si tenéis la voluntad de hacerlo,podéis tener la de hacer el bien y de ser felices.

Volved vuestras miradas hacia Dios, elevaos unsolo instante hasta Él con el pensamiento y un rayo desu divina luz vendrá a esclareceros. Decid con nosotrosestas simples palabras: ¡Oh Dios, me arrepiento,perdonadme! Probad el arrepentimiento y haced elbien, en vez de hacer el mal y veréis que pronto sumisericordia se extenderá sobre vosotros y que unbienestar desconocido vendrá a reemplazar lasangustias que sentís.

Una vez que hayáis dado un paso en el buencamino, el resto del recorrido os parecerá fácil. Entoncescomprenderéis cuanto tiempo perdisteis, por vuestrafalta de felicidad; pero un futuro radiante y lleno deesperanza se abrirá ante vos y os hará olvidar vuestromiserable pasado, lleno de turbación y de tormentosmorales que serían para vos el infierno si debiesen durareternamente. Vendrá día en que esos tormentos serántales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar;pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.

No creáis que permaneceréis siempre en elestado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis antevos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más delo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenosEspíritus que están a vuestro alrededor; la primera esinevitable si persistís en vuestra obstinación y unsimple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacarosde la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues,porque cada día de atraso es un día perdido paravuestra felicidad.

Buenos Espíritus, haced que estas palabrasencuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin deque la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamosen nombre de Jesucristo, que tan gran poder tienesobre los Espíritus malos.

V – ORACIONES PARA LOS ENFERMOS YLOS OBSESOS

PARA LOS ENFERMOS

77. PREFACIO. Las enfermedades son parte delas pruebas y de las vicisitudes terrestres; soninherentes a la imperfección de nuestra naturalezamaterial y a la inferioridad del mundo en que habitamos.Las pasiones y los excesos de todas clases siembranen nosotros gérmenes malsanos, frecuentemente

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hereditarios. En mundos más avanzados física ymoralmente, el organismo humano, más purificado ymenos material, no esta sujeto a las mismasenfermedades y el cuerpo no está minado sordamentepor los estragos de las pasiones. (Cap. III, número 9).Es menester, pues, resignarse a sufrir las consecuenciasdel centro en que nos coloca nuestra inferioridad, hastaque hayamos merecido cambiarlo. Entretantoconsigamos el mérito, eso no nos debe impedir hacerlo que dependa de nosotros para mejorar nuestraposición actual; pero si a pesar de nuestros esfuerzos,no podemos llegar a ello, el Espiritismo nos enseña asoportar con resignación nuestros males pasajeros.

Si Dios no hubiese querido que los sufrimientoscorporales fueran disipados o aliviados en ciertos casos,no habría puesto medios curativos a nuestradisposición. Su previsora solicitud, con respecto a esto,de acuerdo con el instinto de conservación, indicaque está en nuestro deber buscarlos y aplicarlos.

Al lado de la medicación ordinaria, elaboradapor la Ciencia, el Magnetismo nos hizo conocer el poderde la acción fluídica; después el Espiritismo vino arevelarnos otra fuerza en la mediumnidad curadora yla influencia de la oración. (Véase en el cap. XXVI,información sobre la mediumnidad curativa).

78. ORACIÓN. (Para que la diga el enfermo).

Señor, sois todo justicia; la enfermedad que habéisquerido enviarme debo merecerla, porque jamás hacéissufrir sin causa. Para mi curación, yo me entrego avuestra infinita misericordia; si os place volverme lasalud, que vuestro santo nombre sea bendito; si por elcontrario debo sufrir aún, que así mismo sea bendito;me someto sin murmurar a vuestros divinos decretos,porque todo lo que haréis no puede tener otro objetoque el bien de vuestras criaturas.

Haced, Dios mío, que esta enfermedad sea paramí un aviso saludable y me lleve a meditar sobre mímismo; la acepto como una expiación del pasado ycomo una prueba de mi fe y sumisión a vuestra santavoluntad. (Véase la Oración número 40).

79. ORACIÓN. (Para el enfermo). Dios mío,vuestros designios son impenetrables, y en vuestrasabiduría creísteis un deber afligir a N... con laenfermedad. Os suplico echéis una mirada decompasión sobre sus sufrimientos y os dignéisponerles un término.

Buenos Espíritus, ministros del Todopoderoso,os ruego que secundéis mi deseo de aliviarle; dirigidmi pensamiento, a fin de que vaya a derramar un bálsamosaludable en su cuerpo y el consuelo en su alma.

Inspiradle la paciencia y la sumisión a lavoluntad de Dios, dadle fuerza para sobrellevar sus

dolores con resignación cristiana a fin de que no sepierda el fruto de esta prueba. (Véase la Oración número57).

80. ORACIÓN. (Para ser pronunciada por elmédium de curación). Dios misericordioso, si os dignáisserviros de mí, aun cuando soy indigno puedo curareste sufrimiento si tal es vuestra voluntad, porque tengofe en vos; sin vos nada puedo. Permitid a los buenosEspíritus que me penetren con su fluido saludable, afin de que lo trasmita a este enfermo, y alejad de mítodo pensamiento de orgullo y de egoísmo que pudieraalterar su pureza.

PARA LOS OBSESOS

81. PREFACIO. La obsesión es la acciónpersistente que un mal Espíritu ejerce sobre unindividuo. Presenta caracteres muy diferentes, desdela simple influencia moral, sin señales exterioressensibles, hasta la perturbación completa del organismoy de las facultades mentales. Oblitera todas lasfacultades medianímicas; en la mediumnidad por laescritura, se conoce por la obstinación de un Espírituen manifestarse, con exclusión de todos los otros.

Los Espíritus malos pululan alrededor de laTierra a consecuencia de la inferioridad moral de sushabitantes. Su acción malhechora forma parte de las

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plagas que la Humanidad sufre en este mundo. Laobsesión, como las enfermedades y todas lastribulaciones de la vida, debe, pues, ser consideradacomo una prueba o una expiación, y aceptada comotal.

De la misma manera que las enfermedades sonresultado de las imperfecciones físicas que hacen alcuerpo accesible a las influencias perniciosasexteriores, la obsesión lo es siempre de una imperfecciónmoral que lo expone a un mal Espíritu. A una causafísica se opone una fuerza física: a una causa moral, espreciso oponer otra fuerza moral. Para precaver lasenfermedades se fortifica el cuerpo; para precaversede la obsesión, es preciso fortificar el alma. De ahí, parael obseso la necesidad de trabajar por su propia mejoría,lo que muchas veces basta para librarse del obsesor,sin el socorro de personas extrañas. Este socorro sehace necesario cuando la obsesión degenera ensubyugación y en posesión, porque, entonces, elpaciente pierde a veces su voluntad y su libre albedrío.

La obsesión es casi siempre el resultado de unavenganza ejercida por un Espíritu y lo más a menudotiene su origen en las relaciones que el obseso tuvocon él en una existencia precedente. (Cap. X, número6; cap. XII, números 5 y 6).

En los casos de obsesión grave, el obseso está

como envuelto e impregnado de un fluido perniciosoque neutraliza la acción de los fluidos saludables ylos rechaza. De este fluido es preciso desembarazarle,y un mal fluido no puede ser rechazado por otro fluidomalo. Por una acción idéntica a la del médium decuración en los casos de enfermedad, es menesterexpulsar el fluido malo con la ayuda de un fluido mejor,que en cierto modo produce el efecto de un reactivo.Esta es la acción mecánica, pero no basta; también ysobre todo, es necesario obrar sobre el ser inteligente,con el cual es preciso tener el derecho de hablar conautoridad y esta autoridad corresponde sólo a lasuperioridad moral: cuanto más grande es ésta, tantomayor es la autoridad.

Eso no es todo; para asegurar la liberaciónes preciso llevar al Espíritu perverso a renunciar asus malos designios; es menester hacer nacer en élel arrepentimiento y el deseo del bien, con ayuda deinstrucciones hábilmente dirigidas, en lasevocaciones particulares hechas con vista a sueducación moral; entonces, puede tenerse la doblesatisfacción de librar a un encarnado y de convertira un Espíritu imperfecto.

La tarea se hace más fácil cuando el obseso,comprendiendo su situación, presta su concurso conla voluntad y la oración; no sucede lo mismo cuando

éste seducido por el Espíritu engañador se haceilusiones sobre las cualidades del que le domina,complaciéndose en el error en que le tiene este último,porque entonces, lejos de secundar, rechaza todaasistencia. Es el caso de la fascinación, siempreinfinitamente más rebelde que la subyugación másviolenta. (El libro de los médiums, cap. XIII).

En todos los casos de obsesión, la oración esun poderoso auxiliar para obrar contra el Espírituobsesor.

82. ORACIÓN. (Para ser pronunciada por elobseso). Dios de justicia, permitid a los buenosEspíritus que me libren del Espíritu malhechor que seha unido a mí. Si es una venganza que ejerce porinjusticias que le habré hecho en otro tiempo, vos lopermitís, Dios de bondad, para mi castigo y sufro laconsecuencia de mi falta. ¡Qué mi arrepentimientomerezca vuestro perdón y mi liberación! Perocualquiera que sea el motivo que tenga, solicitovuestra misericordia para él. Dignaos facilitarle elcamino del progreso, que le desviará del pensamientode hacer el mal. Que por mi parte, volviéndole bienpor mal, pueda conducirle a mejores sentimientos.

Mas yo sé también, ¡oh Dios mío!, que misimperfecciones son las que me hacen accesible a lasinfluencias de los Espíritus imperfectos. Dadme la luz

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necesaria para reconocerlas y, sobre todo, combatiden mí el orgullo que me ciega para que no vea misdefectos.

¡Cuán grande debe ser mi indignidad, puestoque un ser malhechor puede enseñorearse de mí!

Haced, ¡oh Dios!, que este revés para mi vanidadme sirva de lección para el futuro; que él me fortalezcaen la resolución que tomo de purificarme por la prácticadel bien, de la caridad y de la humildad, con el fin deoponer de hoy en adelante una barrera a las malasinfluencias.

Señor, dadme fuerza para soportar esta pruebacon paciencia y resignación; comprendo que, comotodas las otras pruebas, debe ella ayudar a miadelantamiento si no pierdo su utilidad con mimurmuración, puesto que me proporciona la ocasiónde manifestar mi sumisión y de ejercer la caridad haciaun hermano infeliz, perdonándole el mal que me hizo.(Cap. XII, números 5 y 6; cap. XXVIII, números 15 ysiguientes, 46 y 47).

83. ORACIÓN. (Para el obseso). DiosTodopoderoso, dignaos darme el poder para liberar aN... del Espíritu que le obsesa; si entra en vuestrosdesignios poner término a esta prueba, concededme lagracia de hablarle con autoridad.

Buenos Espíritus que me asistís, y vos, su ángel

de la guarda, prestadme vuestro auxilio y ayudadme adesembarazarle del fluido impuro que le envuelve.

En nombre de Dios Todopoderoso, conjuro alEspíritu malhechor que le atormenta a que se retire.

84. ORACIÓN. (Para el Espíritu obsesor) Diosinfinitamente bueno, imploro vuestra misericordia parael Espíritu que obsesa a N... hacedle entrever las divinasclaridades, a fin de que él vea el falso camino en queestá empeñado. Buenos Espíritus, ayudadme a hacerlecomprender que tiene todo para perder haciendo el maly todo para ganar haciendo el bien.

Espíritu que os complacéis en atormentar a N...,escuchadme porque os hablo en nombre de Dios.

Si quisiereis reflexionar, comprenderéis que elmal no puede imponerse al bien, y que no podéis sermás fuerte que Dios y los buenos Espíritus.

Ellos podrían haber preservado a N... de todapersecución por vuestra parte; si no lo han hecho esporque él (o ella) debía sufrir esta prueba. Pero cuandoesta prueba se concluya, os quitarán toda acción sobreél; el mal que le habéis hecho, en lugar de perjudicarle,servirá para su adelantamiento y con ello será más feliz;así vuestra maldad habrá sido una pura pérdida paravos y revertirá sobre vos mismo.

Dios, que es todopoderoso y los Espíritus

superiores sus delegados, que son más poderosos quevos, podrán, pues, poner término a esta obsesióncuando quieran y vuestra tenacidad se estrellará contraesa suprema autoridad. Mas, por el hecho mismo deque Dios es bueno, quiere dejaros el mérito de queceséis por vuestra propia voluntad. Es una moratoriaque se os concede; si no os aprovecháis de ella sufriréissus deplorables consecuencias; grandes castigos ycrueles sufrimientos os esperan; os veréis forzado aimplorar su piedad y las oraciones de vuestra víctima,que ya os perdona y ora por vos, lo que es un granmérito a los ojos de Dios y apresurará su liberación.

Reflexionad, pues, mientras hay tiempo aún,porque la Justicia de Dios caerá sobre vos, como sobretodos los Espíritus rebeldes. Pensad que el mal quehacéis en este momento tendrá forzosamente untérmino, mientras que si os obstináis en vuestroendurecimiento, vuestro sufrimientos aumentarán sincesar.

Cuándo estabais en la Tierra, ¿no os hubieraparecido estúpido el sacrificar un gran bien por unapequeña satisfacción del momento? Lo mismo sucedeahora que sois Espíritu. ¿Qué ganáis con lo que hacéis?El triste placer de atormentar a alguno, lo que no osimpide ser infeliz y cualquier cosa que podáis decir, oshará más infeliz aún.

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Al lado de eso, ved lo que perdéis; mirad a losbuenos Espíritus que os rodean y ved si su suerte noes preferible a la vuestra. Participaréis de la felicidadque ellos gozan cuando lo queráis. ¿Qué es necesariopara eso? Implorar a Dios y hacer el bien, en lugar dehacer el mal. Yo sé que no podéis transformaros derepente; pero Dios no pide nada imposible; lo quequiere es la buena voluntad. Probadlo, pues, y osayudaremos. Haced que muy pronto podamos decirpor vos la oración de los Espíritus arrepentidos (número73), y no tengamos que colocaros más entre losEspíritus malos, hasta que podáis estar entre losbuenos.

(Véase también la número 75, Oración para losEspíritus endurecidos)

Nota: La curación de las obsesiones gravesrequiere mucha paciencia, perseverancia yabnegación; exige también tacto y habilidad paraconducir al bien a los Espíritus, a menudo muyperversos, endurecidos y astutos, porque los hayrebeldes al último grado; en la mayor parte de loscasos es menester guiarse según las circunstancias;pero cualquiera que sea el carácter del Espíritu, es unhecho cierto que no se obtiene nada por la fuerza opor la amenaza; toda la influencia está en el ascendientemoral. Otra verdad igualmente constatada por la

experiencia, lo mismo que por la lógica, es la completaineficacia de los exorcismos, fórmulas, palabrassacramentales, amuletos, talismanes, prácticasexteriores o cualquiera otra señal material.

La obsesión muy prolongada puede ocasionardesórdenes patológicos y requiere algunas veces untratamiento simultáneo o consecutivo, sea magnético,sea médico, para restablecer el organismo. Estandodestruida la causa, falta combatir los efectos. (VéaseEl libro de los médiums, cap. XXIII, De la obsesión;Revista Espírita, febrero y marzo de 1864, y de abrilde 1865: Ejemplos de curas de obsesiones).

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