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COMENTARIO Y ANÁLISIS DE TEXTOS INTRODUCCIÓN 1. EL PORQUÉ DEL COMENTARIO O ANÁLISIS DE TEXTO El análisis de texto es una prueba capaz de descubrir la madurez intelectual y humana del alumno. No se pretende averiguar sólo los conocimientos específicos que una persona posee sobre una materia -la lengua castellana en este caso-, sino sobre todo su capacidad de comprensión, de valoración y de expresión, requisitos indispensables para enfrentarse a los estudios universitarios. El hecho de comentar no supone aplicar de una manera mimética y mecanizada una metodo- logía cualquiera a un determinado texto, sino la posibilidad de ir adquiriendo progresivamente un desarrollo intelectual que permita, en el futuro, entender los diversos escritos de cualquier disciplina, desentrañar su esencia y ser capaz de discutir sus contenidos. Las ventajas de este ejercicio intelectual son muchas: Favorece un aprendizaje no memorístico, sino racional. Evita el dogmatismo en la enseñanza y estimula un pensamiento más libre e independiente, así como el respeto a opiniones distintas de la propia. Permite profundizar en las ideas de personas que han hecho aportaciones importantes a la Humanidad. Desarrolla la capacidad intelectiva, ya que habitúa a leer, entender y sintetizar. También desarrolla la capacidad de reflexión, pues obliga a meditar sobre los contenidos del texto y a relacionarlos con otros. Despierta la capacidad crítica, al tener que valorar los datos que nos aportan y justificar dicha valoración. 2. ¿EN QUÉ CONSISTE EL COMENTARIO O ANÁLISIS DE TEXTO? De un modo sintético, diremos que analizar un texto supone captar su contenido, interpretarlo, valorarlo y enjuiciarlo. Una vez que sabemos lo que el texto dice, hemos de enfrentarnos a ello con nuestra capacidad para interpretar y para extraer conclusiones, con nuestro bagaje cultural (que nos permitirá relacionar y confrontar los datos del texto con lo que nosotros conocemos), con nuestra visión del mundo y con nuestra capacidad de opinión y de crítica. Todo ello nos permitirá referirnos al propio contenido del texto, a la época y lugar a los que alude, a la materia o disciplina sobre la que versa, a su estilo, etc., así como establecer relaciones con otras ideas, contextos históricos, sociales o culturales, problemas o acontecimientos, opiniones de otros

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COMENTARIO Y ANÁLISIS DE TEXTOS

INTRODUCCIÓN

1. EL PORQUÉ DEL COMENTARIO O ANÁLISIS DE TEXTO

El análisis de texto es una prueba capaz de descubrir la madurez intelectual y humana del alumno. No se pretende averiguar sólo los conocimientos específicos que una persona posee sobre una materia -la lengua castellana en este caso-, sino sobre todo su capacidad de comprensión, de valoración y de expresión, requisitos indispensables para enfrentarse a los estudios universitarios.

El hecho de comentar no supone aplicar de una manera mimética y mecanizada una metodo-logía cualquiera a un determinado texto, sino la posibilidad de ir adquiriendo progresivamente un desarrollo intelectual que permita, en el futuro, entender los diversos escritos de cualquier disciplina, desentrañar su esencia y ser capaz de discutir sus contenidos. Las ventajas de este ejercicio intelectual son muchas:

Favorece un aprendizaje no memorístico, sino racional.

Evita el dogmatismo en la enseñanza y estimula un pensamiento más libre e independiente, así como el respeto a opiniones distintas de la propia.

Permite profundizar en las ideas de personas que han hecho aportaciones importantes a la Humanidad.

Desarrolla la capacidad intelectiva, ya que habitúa a leer, entender y sintetizar.

También desarrolla la capacidad de reflexión, pues obliga a meditar sobre los contenidos del texto y a relacionarlos con otros.

Despierta la capacidad crítica, al tener que valorar los datos que nos aportan y justificar dicha valoración.

2. ¿EN QUÉ CONSISTE EL COMENTARIO O ANÁLISIS DE TEXTO?

De un modo sintético, diremos que analizar un texto supone captar su contenido, interpretarlo, valorarlo y enjuiciarlo. Una vez que sabemos lo que el texto dice, hemos de enfrentarnos a ello con nuestra capacidad para interpretar y para extraer conclusiones, con nuestro bagaje cultural (que nos permitirá relacionar y confrontar los datos del texto con lo que nosotros conocemos), con nuestra visión del mundo y con nuestra capacidad de opinión y de crítica.

Todo ello nos permitirá referirnos al propio contenido del texto, a la época y lugar a los que alude, a la materia o disciplina sobre la que versa, a su estilo, etc., así como establecer relaciones con otras ideas, contextos históricos, sociales o culturales, problemas o acontecimientos, opiniones de otros

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autores, etc. Todo cabe siempre que tenga sentido, aporte algo y sea coherente con el desarrollo del propio análisis.

Ahora bien, hay que considerar dos peligros, advertidos hace tiempo por F. Lázaro. Por un lado, se debe evitar que el comentario se convierta en una simple paráfrasis del texto, es decir, que se limite a repetir lo que el texto dice, variando más o menos la forma. Por otro lado, el comentario no ha de ser un pretexto para contar todo lo que sabemos sobre un tema, venga o o no a cuento. Los conocimientos pueden y deben aprovecharse, pero siempre en relación con el hilo conductor de nuestro análisis, sin que éste sea sólo una excusa para mostrar lo mucho que se sabe sobre un tema determinado.

Para realizar un buen comentario se precisan, en esencia, los siguientes requisitos:

Saber leer y comprender, es decir, ser capaces de enfrentarse a un texto, desentrañando -en expresión del propio F. Lázaro- “lo que en él hay, todo lo que en él hay y nada más que lo que en él hay”.

Capacidad de análisis, saber captar la organización de las ideas del texto y separar lo esencial de lo accesorio.

Madurez humana e intelectual, y conocimientos. Cuanto mayores sean, tanto mayores son las posibilidades de enriquecer el análisis, puesto que nos permitirán confrontar el mundo del texto con el nuestro.

Uso adecuado del lenguaje. Todo lo demás no vale de nada si no se posee una forma de expresión clara, fluida y correcta. No se piden grandes alardes de estilo, pero sí un manejo de la lengua escrita en el que se observe el dominio de la ortografía, de la sintaxis y del léxico. Estos aspectos, aparte de ser tenidos muy en cuenta en la valoración del ejercicio, son indispensables para que el comentario tenga forma, sentido y coherencia.

Hábito de comentar. Es el factor integrador de los anteriores y el único que puede conducir a la fijación de una metodología propia y a la adquisición de soltura en esta tarea.

3. NOTAS METODOLÓGICAS

Es preciso dejar bien claro que no existe “la metodología” del análisis de texto. Existen muchas metodologías, todas ellas válidas, siempre que cumplan la labor de orientar al alumno hasta que éste vaya adquiriendo soltura y seguridad, hasta que sepa qué es lo que tiene que hacer y cómo debe hacerlo.

Lo que se dice a continuación son sólo unas notas que pretenden servir de apoyo en los primeros pasos. A medida que el aprendiz de comentarista vaya adquiriendo hábito y seguridad, tenderá a acuñar su propio método, lo que equivale a decir que lo hará de una forma libre y personal.

A) ACTIVIDAD PREVIA: LECTURA DEL TEXTO

Se trata, efectivamente, de una actividad previa a la realización del ejercicio, pero obviamente imprescindible. Deben realizarse tantas lecturas como sean necesarias, hasta lograr la plena comprensión del texto. Para concretar, fijaremos dos.

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La primera lectura es de aproximación. En ella se intentará, por un lado, entender lo que el texto dice, esto es, que no quede confusión en ninguna de las palabras y expresiones y, por otro, conseguir un primer acercamiento, una captación somera del contenido del texto: en qué disciplina se encuadra, con qué temática se relaciona, y una toma de contacto con las ideas que encierra.

La segunda lectura debe ser más detenida y ha de ir acompañada del subrayado o de la anotación de los aspectos esenciales que vayamos descubriendo. Son auxiliares muy valiosos, ya que nos permiten resaltar datos importantes –ideas, fechas, lufgares, nombres, etc.-, que pueden ser orientadores y, una vez que hayamos entendido y asimilado el texto, hacen innecesarias lecturas reiteradas de la totalidad del mismo.

Como consecuencia de esta lectura detenida han de quedar establecidas:

a) La idea fundamental, la que da sentido al texto, aquello que el autor desea transmitirnos ante todo.

b) Otras ideas secundarias que se agrupan en torno a la primera, que se utilizan como apoyo, aclaración, defensa, contrapunto, etc., de la misma.

c) La conexión existente entre ellas.

d) La organización o jerarquización de las mismas.

B) CUESTIONES REFERIDAS AL TEXTO

1.- RESUMEN DEL TEXTO

El resumen consiste en exponer, con nuestras propias palabras, las ideas esenciales del texto,

desechando las ideas secundarias, anécdotas, ejemplos, etc. No se debe admitir el estilo telegráfico: es importante no sólo exponer las ideas, sino también hacerlo de manera que se observe la conexión entre ellas, a fin de que el resumen no sea una simple adición de elementos descoordinados entre sí.

Como características fundamentales de un buen resumen se pueden fijar las siguientes:

- Concisión: El resumen debe ser breve. En ningún caso es conveniente que sobrepase la cuarta parte del texto.

- Precisión: Ha de quedar patente que las ideas se han captado e interpretado de forma correcta. Hay que ir de directamente a lo importante.

- Claridad: La exposición ha de estar exenta de cualquier tipo de ambigüedad, hay que dar a entender perfectamente lo que se quiere decir.

- Un resumen no debe ser una paráfrasis, es decir, no tiene que limitarse a reproducir de manera más o menos literal lo que el texto dice. Ha de hacerse con una redacción personal, con estilo propio.

2.- DETERMINACIÓN DEL TEMA - El tema del texto debe ser una frase breve que exprese la idea fundamental del autor y su

intención al escribir el texto.

- Se puede llegar a identificar el tema formulando alguna de las siguientes preguntas: ¿Qué dice el texto? o ¿qué pretende decir el autor? ¿Por qué lo dice? ¿Para qué lo dice?

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- Identificar el tema no consiste en realizar un breve resumen ni en poner un título al texto. Tampoco se debe confundir con el argumento.

- Se pide la determinación del tema, no un título espectacular. Se espera un enunciado breve y sencillo que recoja todo lo relevante del texto.

3.- CARACTERIZACIÓN DEL TIPO DE TEXTO

La caracterización global del tipo de texto requiere la integración de muchos aspectos: clase de texto y tipo de comunicación que supone; caracterización, uso y combinación de las diversas unidades pertenecientes a los distintos planos de la lengua.

Dada la complejidad de este proceso, proponemos a continuación unos puntos fundamentales en

los que podremos basarnos, si bien esto no ha de suponer un esquema rígido: a) Tipo de lenguaje al que pertenece el texto y, dentro de él, el género concreto. Así, puede ser,

por ejemplo:

- Científico: monografía especializada, texto divulgativo... - Jurídico: texto legislativo, administrativo, contractual... - Humanístico: expositivo y argumentativo, dialéctico, doctrinal, ensayístico... - Periodístico: crónica, reportaje, noticia, editorial, tribuna... - Literario: poema lírico, novela, cuento, texto dramático...

Se señalarán las características propias de cada uno de ellos, mostrando su presencia en el texto.

b) Registro en el que está escrito: culto, vulgar, coloquial, o mezcla de varios, indicando

también los caracteres que nos permitan encuadrarlo en cada uno de ellos.

c) Forma de elocución: narración, descripción, argumentación, exposición, con las caracte-rísticas que las definen.

d) Las funciones del lenguaje: función dominante y otras existentes en el texto, siempre demostrando su presencia.

e) Factores de la comunicación: influencia del contexto, tipos de mensaje, código y canal, siempre que todo ello sea relevante.

f) Caracteres lingüísticos más destacables, pertenecientes al plano fonético (modalidades entonativas, alteraciones fónicas de origen vulgar o dialectal, etc.), al plano morfosintáctico (uso de los verbos, adjetivos, pronombres...; construcción oracional, estructuras predominantes, etc., siempre en relación con el tipo de texto y la forma de elocución) o al plano semántico.

4.- COMENTARIO CRÍTICO

En el comentario crítico abandonamos la descripción objetiva del texto para pasar a una interpretación personal y subjetiva del mismo. En él se conjugan dos factores: interpretación y crítica. La interpretación supone una profundización y explicación de las ideas que antes hemos extraído, comentando su significado, sus implicaciones y repercusiones, y estableciendo relaciones con otras. La

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crítica, por su parte, consiste en una valoración de esos conceptos y la visión del mundo que contienen, juzgando siempre desde un punto de vista concreto y dando razones del porqué de nuestros asentimientos o discrepancias.

El llamado “nivel cultural” del comentarista es de suma importancia en este apartado, ya que entran en juego los conocimientos derivados de sus lecturas, estudios y experiencias, aunque sin olvidar que no se trata de una simple exposición de estos conocimientos, sino de una integración adecuada de los mismos en el propio comentario, de su relación con el tema del texto. También es importante la capacidad argumentativa y dialéctica de quien realiza el comentario, puesto que se trata en muchos casos de oponer nuestra forma de pensar a la que manifiesta el autor.

No es fácil establecer un plan metodológico para el desarrollo del comentario crítico, ya que cada texto es diferente a los demás y sus contenidos son diversos. No hay, por tanto, una manera definida y concreta de hacerlo. Con todo, sí podemos señalar que en el comentario se deben conjugar estas cuatro cosas: interpretación, asociación, crítica y razonamiento. Quede claro que no se trata de fases sucesivas, sino de aspectos que se van superponiendo. Veamos en qué consiste cada uno:

La interpretación es una explicación de las ideas. No se trata de ir explicando, a modo de glosa, cada una de las afirmaciones del texto, sino de fijarnos en los aspectos esenciales, los que más nos llaman la atención, y aclarar lo que el autor quiere decir.

Por asociación entendemos la relación de esas ideas con otras teorías o interpretaciones en torno al mismo asunto, así como con otras épocas y lugares: visión de otros autores, evolución del problema, comparación (en su caso) con la situación actual, cotejo con la manera como se vive el problema en otros espacios geográficos, etc.

La crítica o valoración es sin duda el aspecto más personal. Se trata de ofrecer nuestra visión del asunto y de enfrentarla con la del autor. Así pues, hay un doble enjuiciamiento: de una realidad que está ahí y de la interpretación que alguien -en este caso, el autor- hace de esa realidad. Surge así la afinidad con él o la discrepancia, total o parcial, rotunda o matizada. También cabe una valoración de la forma, del lenguaje del texto: su calidad literaria, su adecuación al tema, los errores y vicios lingüísticos, en el caso de que los hubiere, etc. Será, en todo caso, una simple caracterización, no un análisis lingüístico extenso.

Razonamiento: La crítica no es válida si nos limitamos a emitir juicios de valor como “me gusta, “no me gusta”, “estoy de acuerdo con el autor” sin más. Es preciso razonar nuestra crítica, ofrecer argumentos para rebatir, matizar o aceptar las ideas del texto. Deben descartarse, por tanto, las afirmaciones no razonadas y la mera repetición del texto.

C) ASPECTOS LINGÜÍSTICOS Y FORMALES

La redacción del comentario o análisis es otro aspecto importante, dado que este tipo de ejercicios pretende también comprobar la capacidad de expresión. Por ello, al margen de los contenidos del análisis del texto, deberá prestarse también una atención preferente al manejo del lenguaje que acredite el ejercicio, pues obviamente éste es uno de los índices más evidenciadores de la formación general del alumno. También se cuidarán los aspectos formales. A la hora de redactar el ejercicio habrá que tener en cuenta las siguientes observaciones:

- El escrito debe tener unidad y coherencia, es decir, no puede presentar el aspecto de algo

deslavazado, atomizado, como si cada párrafo fuera por un lado y no hubiera unión entre ellos. Se debe intentar que cada uno se apoye en el anterior, que todo esté entrelazado y responda a un mismo propósito. No hay que olvidar que, al fin y al cabo, lo que se está escribiendo es también un texto -no la respuesta a un repertorio de preguntas dispersas- y que todo texto tiene

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una coherencia y una organización de ideas.

- Fluidez y coherencia sintáctica. Hay que construir bien las oraciones, evitando los defectos de

redacción y utilizando adecuadamente tanto los elementos de relación como los signos de puntuación. Se aconseja evitar la complicación que conllevan las oraciones excesivamente largas, que pueden derivar en ambigüedades e incoherencias.

- Se debe cuidar y dar variedad al vocabulario, procurando no repetir palabras; sustitúyelas por sinónimos. Rehúye los vocablos vulgares o imprecisos. Emplea con propiedad cada término.

- Si se realizan citas textuales, han de ir entre comillas y debe mencionarse la línea del texto en que aparece (conviene numerar las líneas del texto de cinco en cinco).

- Repasa y presta mucha atención a la ortografía.

- Deja los márgenes apropiados. Cuida los sangrados que inician cada nuevo párrafo después de un punto y aparte. Evita hacer borrones y tachaduras. Si por alguna circunstancia excepcional hay que suprimir alguna palabra o frase, emplea el paréntesis y táchalas con una línea suave. Ej.: (tachaduras).

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TEMA 1. CARACTERÍSTICAS DEL TEXTO 1. DEFINICIÓN DE TEXTO

Hasta fechas relativamente recientes, los lingüistas habían venido centrando los estudios gramaticales en la oración, ya que la consideraban la unidad máxima de construcción lingüística. Sin embargo, últimamente se ha intentado ir más allá, puesto que existen unidades de comunicación superiores, como son el párrafo y, sobre todo, el texto. Surge, de este modo, en la década de los sesenta la Gramática del texto o análisis del discurso.

La necesidad de estos estudios estriba en que las oraciones no se producen de forma aislada, sino agrupadas en estructuras más amplias. Es preciso ver, entonces, de qué modo se establece esta relación, cómo unimos entre sí los enunciados, frases y oraciones, de manera que constituyan un solo mensaje, una unidad comunicativa coherente.

Definir un texto, con todo, no resulta sencillo, puesto que bajo esta denominación se agrupan formas muy complejas. Se puede decir que un texto es una unidad comunicativa con sentido propio y total que alguien emite en una determinada situación. Sus límites no están concretados, ya que puede abarcar desde una simple interjección o una frase hasta un libro entero.

El texto debe interpretarse como un todo unitario, pues en él hay un determinado mensaje e intención comunicativa. Y como todo análisis o comentario de un texto debe llevarnos a la mejor comprensión del mismo, este análisis planteado en su totalidad, y desde las más amplias unidades a las más pequeñas, nos permitirá comprender perfectamente el engranaje de una serie de partes en función de un todo. De otra manera, sería como si tratásemos de entender un rompecabezas o puzzle y nos conformásemos con conocer las piezas aisladamente, sin ver qué figura forman, una vez conjun-tadas y ordenadas.

Los textos están constituidos frecuentemente por párrafos, de muy diversa extensión. Un párrafo es un fragmento del texto integrado por una serie de oraciones y delimitado gráficamente por un punto y aparte. El párrafo es, por tanto, una unidad de distribución espacial y también del contenido, puesto que cada párrafo se construye en torno a una idea que se relaciona con las que hay en los demás.

Un texto, pues, está integrado por una serie de párrafos que, a su vez, encierran un grupo de oraciones. Pero esto no es suficiente para que el texto exista. Observemos el siguiente ejemplo: Juan se fue al colegio, pero olvidó los libros. A su hermano no le gustan las lentejas. No podemos decir que esto sea un texto, puesto qua falta una condición indispensable para que lo sea: la coherencia.

2. LAS PROPIEDADES DEL TEXTO Los textos se componen de unidades comunicativas menores denominadas enunciados. Para

que una secuencia de enunciados se considere un texto, es necesario que reúna una serie de propiedades: la coherencia, la cohesión y la adecuación.

a) La coherencia

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La coherencia es una propiedad del texto que permite que éste sea captado como unidad comu-nicativa en la que todos los elementos estén interrelacionados formal y semánticamente, y no como una acumulación de oraciones y párrafos sin conexión entre sí. La coherencia se percibe intuitivamente. Basta leer un discurso cualquiera para comprobar si es coherente o no lo es. En concreto, un texto es coherente cuando existe conexión entre los elementos que lo componen:

Por un lado, los textos tienen una idea central o unidad temática, en torno a la cual se cons-truye el texto y a la que se subordina todo lo demás. Es la base de su propósito comunicativo.

Además, los enunciados que componen un texto presentan una progresión temática y una ordenación lógica. Cada uno de los enunciados que constituyen un texto aporta nuevas infor-maciones. Y esas ideas expresadas por los enunciados deben aparecer ordenadas y jerarqui-zadas.

La falta de unidad, de progresión y de ordenación de las partes de un texto, es decir, la falta de estructura semántica, se denomina incoherencia. Ejemplo: Me encanta la ciudad. Mi primo es médico. (No existe unidad temática entre los dos enunciados que componen el texto.)

La incoherencia puede estar provocada por distintos factores:

El mal uso de los conectores. Ejemplo: Antonio es es muy alto; sin embargo, es simpático. (Alto y simpático son cualidades que no se oponen; por tanto, no está bien usado el conector.)

El desconocimiento del significado de las palabras. Ejemplo: Los hombres deben dominar las fuerzas de la naturaleza con su propio esfuerzo y sin rito exotérico alguno. (El adjetivo exotérico significa 'común o accesible para el vulgo'. En este caso hay que emplear su antónimo esotérico “oculto o reservado sólo a una minoría de iniciados”).

La aparición de anacolutos. Un anacoluto se produce cuando se rompe el hilo lógico del discurso. Ejemplo: Yo, no me pongas tanto. (El yo está sin compañía. No se liga a no me pongas tanto, desde el punto de vista gramatical y sintáctico).

b) La cohesión

La cohesión es el reflejo lingüístico de la coherencia del texto. Esta propiedad está constituida por las relaciones que se establecen entre los elementos que integran el texto y por los mecanismos que favorecen la trabazón lógica entre ellos.

Existen múltiples procedimientos que contribuyen a la cohesión del texto:

La recurrencia, que consiste en la repetición de un elemento del texto. Hay distintos tipos de repetición: de la misma palabra, de sinónimos o de hiperónimos. Ejemplos: Tengo dolor de cabeza. Es un dolor insoportable (misma palabra). El gato no paraba de maullar, por lo que deci-dieron sacar al felino de su encierro (sinónimo). Me encantan los perros; son animales muy fieles. (hiperónimo).

La sustitución o referencia a un elemento del texto sin repetirlo, empleando otro elemento de sentido muy general: palabras baúl, pronombres o adverbios.

La sustitución puede ser anafórica (si se refiere a un elemento que ya ha aparecido anterior-mente en el texto) o catafórica (si se refiere aun elemento que todavía no ha aparecido). Ejemplos: Vivo en la ciudad. El aire allí está más contaminado (anafórica). No vuelvas a cometer este error: marcharte de la oficina sin comunicarlo (catafórica).

La elipsis o supresión de algún elemento del texto. Ejemplos: ¿Vendrás a la fiesta? No [iré a la fiesta]; prefiero irme al pueblo. O bien: Mi padre es abogado; mi madre, [es] funcionaria.

La topicalización o tematización. Consiste en trasladar un elemento a la posición inicial y sepa-rarlo con una pausa. Ejemplos: Tiempo, eso es lo que me falta. O bien: En cuanto a las vaca-ciones, hablaremos más adelante.

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Los conectores o marcadores discursivos, que conectan de forma lógica los elementos que componen un texto. Ejemplo: No me apetece ir al cine. Además, no tengo dinero.

La deíxis, forma de señalar que tienen determinados elementos lingüísticos a otros elementos a los que se refieren (referentes) en el espacio, en el tiempo o en el contexto. Ejemplos: Ayer no vi a mi padre en todo el día (en el tiempo). Estudia todos los días; de esta forma podrás aprobar el curso (en el contexto).

c) La adecuación

La adecuación es otra de las propiedades del texto que consiste en su adaptación a una situación comunicativa determinada. Así, no sería apropiado gritar ¡Penalty! en medio de un concierto de música clásica.

Para conseguir la adecuación de un texto, hay que tener en cuenta también los factores que inter-vienen en ese acto comunicativo concreto: la intención, la función del lenguaje que debe predominar, el canal que se emplea, la relación entre el emisor y el receptor, la adecuación del registro elegido a la situación, etc. Ejemplo: ¿Cuál es la diferencia entre metáfora y metonimia? (Este texto resultaría inadecuado si el destinatario fuera un niño de tres años o una persona iletrada).

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TEMA 2. LOS MARCADORES

1. LAS RELACIONES ENTRE ENUNCIADOS

Llamar texto a una sucesión de enunciados implica que esos enunciados presentan algún tipo de relación entre ellos. En algunas ocasiones, esa estructura interna del texto es evidente. Sin embargo, lo más habitual es que se consiga mediante una serie de procedimientos que otorgan coherencia y cohesión al texto. Así como dentro de la oración existen elementos nexivos (preposiciones, conjunciones, relativos, etc.) que relacionan palabras, sintagmas y proposiciones, es preciso identificar cuáles son los que ejercen esta función en el nivel supraoracional.

Entre ellos destaca el empleo de ciertas palabras y expresiones que sirven para enlazar los enunciados dentro de un párrafo y los párrafos dentro de un texto. Se trata de elementos muy hetero-géneos (conjunciones, adverbios, locuciones diversas, etc.), habitualmente lexicalizados, que tienen como finalidad establecer relaciones específicas por encima de las oraciones. Estos elementos reciben el nombre de marcadores o conectores del discurso. Generalmente, suelen resultar decisivos para que la comunicación se realice de manera satisfactoria.

2. LOS MARCADORES

Los marcadores se clasifican según el vínculo que establecen entre los enunciados de un texto:

algunos sirven para reforzar lo dicho anteriormente, otros captan la atención del interlocutor, etc.

a) Los estructuradores de la información

Los estructuradores organizan la información del texto. Algunos marcadores de este tipo son: pues, pues bien, en primer lugar, por otro lado, de igual modo, a propósito, por una parte...por otra, a todo esto, por cierto, etc. Ejemplo: Quería ir a la ciudad. Pues bien, la inesperada visita de mi primo me impide hacerlo.

b) Los reformuladores

Los reformuladores introducen enunciados que vuelven a formular lo dicho anteriormente para explicarlo, para añadir una rectificación, para mostrarlo como poco importante, o para presentar una conclusión o recapitulación. Algunos reformuladores son: o sea, es decir, a saber, mejor dicho, más bien, en todo caso, de cualquier forma, en definitiva, en fin, etc. Ejemplo: Enrique no puede venir a echar una mano; o sea, que lo tendremos que hacer nosotros solos.

d) Los operadores argumentativos

Los operadores argumentativos refuerzan o concretan con argumentos y ejemplos lo dicho con anterioridad. Algunos marcadores de esta clase son: de hecho, en realidad, en efecto, por ejemplo, etc. Ejemplo: Es importante proteger la piel de los rayos ultravioleta; de hecho, cada vez son más frecuentes las quemaduras solares.

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e) Los marcadores conversacionales

Los marcadores conversacionales captan la atención del receptor hacia el mensaje. Algunos mar-cadores conversacionales son: hombre, bueno, vale, eh, etc. Ejemplo: Siempre pecas de demasidado optimismo. Hombre, yo creo que deberías ser más realista.

3. LOS CONECTORES

Los conectores son una clase de marcadores que establecen una relación semántica entre los enunciados. Los conectores se pueden clasificar según sea esta relación semántica.

a) Los conectores aditivos

Los conectores aditivos o sumativos introducen enunciados cuyo contenido se añade a la infor-mación aparecida previamente en el discurso. Algunos de estos conectores son: y, además, asimismo, encima, igualmente, etc. Ejemplo: Hoy llevo un día fatal; encima se me ha estropeado el coche.

Este tipo de conectores suele señalar que la información siguiente en un discurso mantiene la misma línea temática y argumentativa que la anterior; es decir, con ellos se pretende que toda la infor-mación de un texto esté incluida dentro del mismo bloque temático.

b) Los conectores contraargumentativos

Los conectores contraargumentativos u opositivos introducen una idea que contrasta o corrige la información del enunciado anterior. Algunos de estos conectores son: sin embargo, pero, no obstante, en cambio, por el contrario, ahora bien, de todos modos, con todo, (ni) aun así, aunque, de todas formas, etc Ejemplo: Ayer operaron a Juan; no obstante el sábado podrá acudir a la boda de su hijo.

Este tipo de conectores son necesarios y frecuentes en los textos expositivo-argumentativos, pues con ellos se debate o reconsidera la información previa y se llama la atención sobre la idea que se considera más interesante.

c) Los conectores consecutivos y conclusivos

Los conectores consecutivos indican que la información siguiente es una consecuencia de lo dicho anteriormente en el discurso. Los conectores conclusivos expresan una conclusión de la información precedente. Algunos conectores consecutivos y conclusivos son: así que, de manera que, de ahí (que), por eso, por (lo) tanto, por consiguiente, en consecuencia, así pues, en efecto, etc. Ejemplo: Me he pasado todo el verano en Londres; de modo que espero aprobar el examen de Inglés.

Los conectores consecutivos y conclusivos se emplean también con frecuencia en textos expositivo-argumentativos para enlazar enunciados que están en la misma línea argumentativa.

d) Los conectores temporales

Los conectores temporales son los que indican linealidad temporal en la secuencia de los acon-tecimientos. Por ello, su empleo es muy frecuente en los textos narrativos. Entre los conectores temporales destacan: entonces, luego, después, a continuación, más tarde, etc. Ejemplo: Cuando me levanté no había ya nadie en casa. Entonces me di cuenta de que era demasiado tarde.

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TEMA 3. CONTEXTO Y DEÍXIS

1. SIGNIFICADO Y CONTEXTO

Entender un texto implica entender los enunciados que lo componen. Ahora bien, todo acto de habla

tiene lugar en un marco determinado, con unos hablantes que están rodeados de un entorno concreto, y todos los elementos y circunstancias que conforman esa situación comunicativa han de ser tenidos en cuenta a la hora de estudiar los mensajes, discursos o textos, ya que influyen tanto en su forma como en su significación.

Para interpretar correctamente los enunciados que aparecen en un texto es necesario tener en cuenta diversos factores, tanto lingüísticos como extralingüísticos: el resto de los enunciados que confi-guran el texto, las circunstancias de tiempo y de lugar en que ocurre el acto comunicativo, los conoci-mientos y creencias compartidos por los interlocutores, la intención comunicativa del emisor, el canal, etc. El conjunto de todos estos factores se denomina contexto.

El contexto es imprescindible para producir enunciados y para interpretar correctamente su signifi-cado. Pero el significado de un enunciado no es solamente lo que el hablante manifiesta de manera explí-cita. También hay una información que el oyente extrae implícitamente a partir del contexto. Por ejemplo, si alguien nos pregunta en la calle: ¿Dónde está el cine Callao?, sabemos a partir de este mensaje que existe un lugar llamado cine Callao. Esta información implícita derivada del mensaje mismo se denomina presuposición. También podemos interpretar, por ejemplo, que la persona que nos ha preguntado quiere ir al cine Callao. Esta información implícita que deriva de las deducciones del oyente a partir del mensaje recibe el nombre de implicatura.

2. CLASES DE CONTEXTO

Hay que distinguir tres tipos de contexto: lingüístico, situacional y sociocultural. El primero hace referencia a los factores lingüísticos que influyen en la interpretación de un enunciado, mientras que los dos últimos están relacionados con los factores extralingüísticos que intervienen en el acto de comuni-cación. a) El contexto lingüístico

El contexto lingüístico (o cotexto) está formado por todas las palabras, grupos de palabras, párrafos, etc., que rodean un enunciado y por los que este adquiere un valor interpretativo. El significado concreto de un enunciado depende, en gran medida, de lo que se dice antes y de lo que se dice después.

Por ejemplo, un enunciado como Se lo di ayer no se puede interpretar correctamente si no sabemos a qué se refieren se y lo. Para obtener esta información es imprescindible el contexto lingüístico, ya que se y lo se refieren anafórica o catafóricamente a algún elemento que aparece previa o posteriormente en el texto.

El contexto lingüístico carga de significado a aquellas categorías que tienen una función anafórica o catafórica en un texto: pronombres personales, demostrativos, indefinidos y relativos; determinativos posesivos y numerales; adverbios y locuciones adverbiales. Ejemplos: Le echamos un vistazo a la novela de Marta. Desconozco los sucesos que han ocurrido. Si has comprado melocotones, guarda algunos para el fin de semana. No andes tan despacio; así no llegaremos nunca.

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Además, el contexto lingüístico puede resultar también útil en casos de ambigüedad por el uso de palabras polisémicas y homónimas. Ejemplo: Salió al campo a pesar del mal tiempo. / Salió al campo a pesar de su lesión. Es el contexto lingüístico el que, en estos ejemplos, nos hace interpretar la palabra campo de forma distinta en uno y en otro: en el primero se refiere al terreno fuera del núcleo urbano; en el segundo, al terreno de juego.

b) El contexto situacional

El contexto situacional (o situación) está constituido por el lugar y el tiempo en que se produce el acto comunicativo, así como el entorno físico que rodea a los interlocutores.

Para la correcta interpretación de los significados de los enunciados, es necesario tener en cuenta el contexto situacional. Por ejemplo, un enunciado como Buenos días será comunicativamente válido si se emite a las once de la mañana. Si ese mismo enunciado se emplea como fórmula de saludo a las cuatro de la tarde habrá que recurrir al contexto situacional para darse cuenta de que, por ejemplo, el emisor de ese mensaje acaba de levantarse.

El contexto situacional también es la clave para resolver posibles ambigüedades. Por ejemplo, ante una orden como Cierra todas las ventanas deberemos recurrir a la situación para saber si la palabra ventanas hace referencia a las ventanas de la habitación donde nos encontramos o a las de la pantalla del ordenador con el que estamos trabajando.

Dos elementos importantes que forman parte del contexto situacional son los gestos y la entonación, que ayudan a interpretar debidamente un mensaje. Por ejemplo, el adverbio así se carga de valor comunicativo sólo si va acompañado de un gesto peculiar con los dedos de la mano en enunciados como La plaza estaba así de gente. También la entonación determina la función comunicativa de un enunciado. Por ejemplo, si decimos ¡Abre la puerta!, el enunciado puede tener un significado de orden, enfado, petición o súplica, según la entonación con que se emita.

c) El contexto sociocultural

El contexto sociocultural (o universo del discurso) es el conjunto de datos procedentes de los condicionamientos sociales y culturales que rodean el acto comunicativo; es decir, el conjunto de conoci-mientos previos, ideas, creencias y valores que comparten el emisor y el receptor de un mensaje.

Los principales factores del contexto sociocultural que ayudan a interpretar correctamente un enun-ciado son los siguientes:

La relación entre los interlocutores; es decir, su situación social, el grado de confianza entre

ellos, etc. Por ejemplo, un enunciado como ¿Me permite pasar, por favor? es adecuado entre interlocutores que no tienen una relación de confianza o que no se conocen. Si este mismo enunciado se lo dirige un padre a su hijo, probablemente interpretemos que en ese momento concreto están enfadados.

La existencia de conocimientos y creencias compartidos por los interlocutores. Por ejemplo, el enunciado Tú sabes bien por qué lo digo significa algo para el emisor y para el receptor porque comparten una realidad común, una serie de conocimientos previos que dan valor al acto de comunicación.

La intención del emisor, que determina el sentido con que se emplea un enunciado. El significado de enunciados como iEres único! depende en gran medida de la intención comunicativa de la persona que emite este texto: puede ir desde el cariño hasta el insulto. Este factor permite al receptor de un mensaje saber si su interlocutor "habla en serio" o "habla en broma". Del mismo modo, es fundamental para reconocer la ironía de un enunciado determinado. Por ejemplo, afirmar

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iOué día tan estupendo! en un día frío y lluvioso responde, generalmente, a la intención irónica del emisor de este mensaje.

3. DEÍXIS Y ELEMENTOS DEÍCTICOS

El contexto es imprescindible a la hora de construir y entender los enunciados que configuran el texto. Estos enunciados contienen generalmente una serie de elementos lingüísticos que adquieren su valor comunicativo señalando o mostrando algunos de los factores contextuales del acto comunicativo: objetos, lugares, tiempo, personas... Esta forma de señalar en el discurso se conoce con el nombre de deíxis (de la palabra griega deíxis, que significa 'señalar por medio del lenguaje'). Los elementos cuya función es mostrar o señalar en el discurso se denominan deícticos. Se trata de expresiones lingüísticas que organizan el tiempo y el espacio y sitúan a los participantes en el acto comunicativo.

Se pueden distinguir varios tipos de deíxis: de persona, de lugar y de tiempo (relacionadas con el contexto situacional), discursiva (relacionada con el contexto lingüístico) y social (relacionada con el contexto sociocultural). a) La deíxis de persona

Este tipo de deíxis consiste en el empleo de elementos lingüísticos para señalar a las personas que participan en el discurso. Estos elementos se denominan deícticos de persona (pronombres personales, posesivos y morfemas verbales de persona). Por ejemplo, en el enunciado Yo te aconsejo que tú te mantengas al margen de mis asuntos, los pronombres personales señalan a los interlocutores que intervienen en el acto comunicativo: el pronombre yo, al emisor; y tú y te, al receptor. Del mismo modo, el posesivo mis y el morfema verbal de primera persona se refierere al emisor del mensaje.

Estos deícticos no tienen rasgos semánticos propios, sino que adquieren su verdadero contenido en cada situación de habla. Son elementos que significan y comunican sólo en función de la persona a la que señalan, que es distinta en cada acto lingüístico. Aunque tienen cierto significado gramatical (yo es primera persona emisor, tú es segunda persona receptor...), para su interpretación en un enunciado lo importante es su valor deíctico. b) La deíxis de lugar

La deíxis de lugar consiste en el empleo de ciertos elementos lingüísticos, los deícticos de lugar, que sitúan en un lugar determinado algún elemento que aparece en el contexto del discurso.

Las principales expresiones deícticas de lugar son los adverbios locativos (aquí, allí,ahí, acá, allá...), los determinativos y pronombres demostrativos (este, ese...), y algunas otras palabras como próximo, lejos, cerca... Ejemplos: Deja ahí el abrigo. En esa esquina hay una rinconera. Me bajaré en la próxima.

El demostrativo este, esta, estos, estas señala realidades próximas al emisor; aquel, aquella, aquello, aquellos, aquellas se refiere a realidades lejanas del emisor, y ese, esa, esos, esas se refiere a realidades que están situadas en una distancia ni muy próxima ni muy lejana de los interlocutores. Asimismo, los adverbios aquí, ahí y allí señalan los lugares de forma parecida a como lo hacen los demostrativos. Ejemplo: Dame aquel libro de allí ( lejanía con respecto al emisor).

Por último, las referencias locativas también aparecen en los verbos de dirección como ir, venir, llevar o traer. En estos casos, la deíxis indica el lugar con respecto a la propia posición del emisor. Ejemplos: ¡Aquí viene! (acercamiento al emisor. ¡Allá va! (alejamiento del emisor).

Algunas veces, en la lengua hablada, la expresión de elementos deícticos va acompañada de gestos (normalmente con el dedo índice de la mano), pero otras veces posee valor simbólico y no necesita gestos. Ejemplos: Allí está el hotel. (uso deíctico gestual). En este pueblo hay una gran paz (uso deíctico simbólico).

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c) La deíxis de tiempo

La lengua también dispone de elementos para señalar el tiempo en relación con los interlocutores. Esta forma de señalar se denomina deíxis de tiempo. Los principales elementos deícticos temporales son los adverbios y locuciones adverbiales de tiempo. Con ellos nos referimos a realidades que se sitúan en el tiempo tomando como referencia el punto de vista del emisor. Ejemplo: Anteayer llegaron todos los pedidos.

Los demostrativos también son deícticos temporales cuando se emplean junto a otras palabras que indican tiempo. Ejemplo: En aquel tiempo la vida transcurría muy tranquila. Por último, pueden tener carácter deíctico algunos adjetivos (actual, próximo...), así como los tiempos verbales cuando expresan tiempo presente, pasado o futuro en relación con el emisor. d) La deíxis discursiva

En ocasiones, los deícticos se refieren a otros elementos lingüísticos presentes en el discurso. Esta forma de señalar se conoce como deíxis discursiva. Los deícticos discursivos se relacionan con el contexto lingüístico o cotexto, y pueden tener carácter anafórico o catafórico. Son deícticos discursivos los demostrativos aquel, aquella, este. ..Ejemplo: María le dijo a su secretaria que no atendiera más llamadas. Aquella cerró la puerta de su despacho, mientras que esta. se encargaba de la correspon-dencia que acababa de llegar. e) La deíxis social

Existen, por último, elementos deícticos que señalan factores pertenecientes al contexto sociocul-tural. Esta deíxis social se corresponde con la relación social que se establece entre los participantes en la comunicación. Ejemplo: Le ruego a usted que me perdone.

En este enunciado, el deíctico usted no sólo señala el papel de receptor (deíxis de persona), sino también la relación social de respeto que se establece entre los interlocutores (deíxis social). Es decir, señala a los participantes del acto comunicativo y los caracteriza socioculturalmente.

Los deícticos sociales son, fundamentalmente, los pronombres y las fórmulas de tratamiento: tú, usted, vos, vosotros, ustedes, Su Excelencia...

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TEMA 4. EL LENGUAJE TÉCNICO Y CIENTÍFICO 1. CARACTERIZACIÓN

Se denomina lenguaje técnico y científico al uso que se hace de la lengua en los ámbitos profesionales

relacionados con la ciencia y con la técnica.

Su existencia responde a las exigencias terminológicas propias de cada disciplina, por lo que, dado que se basa esencialmente en el vocabulario, habría que hablar de "lenguajes científicos". No obstante, como iremos viendo, se dan una serie de características comunes, tanto en lo que se refiere a la creación léxica, como a los usos gramaticales y semánticos.

Desde el punto de vista estrictamente lingüístico, no se puede decir que existan diferencias entre el lenguaje de la ciencia y el de la técnica. Si algo los distingue, es la orientación del discurso: teórico descriptivo el primero y encaminado a la practica el segundo.

Como rasgos generales que nos permitan una caracterización global podemos destacar los siguientes.

Es un lenguaje profesional: perteneciente al nivel culto y propio de un grupo restringido de usuarios que lo emplean en el desarrollo de su actividad.

Tiende a la universalidad: dado que los conceptos, actividades, instrumentos, etc. del mundo de la ciencia son universales, la terminología que se crea convencionalmente se pretende que también lo sea. Es fácil constatar la uniformidad de la mayor parte de los tecnicismos en los distintos idiomas, salvando las diferencias de pronunciación y grafía propias de cada uno.

Es inestable e innovador: la ciencia avanza continuamente, lo que hace necesario renovar y ampliar la terminología. Muchos de los términos que hoy manejamos con normalidad -vease, por ejemplo, el mundo de la informática- no existían hace pocos anos.

Precisión y univocidad: la ambigüedad propia de la lengua común no sirve para manifestar los conceptos científicos. De ahí que los términos propios de esta parcela lingüística hayan de ser precisos y monosémicos, a fin de evitar toda confusión posible.

Objetividad: La información que transmite no se basa en impresiones personales y subjetivas, sino que es producto de una experiencia que permite llegar a conclusiones y verdades generales, válidas para todos.

Verificabilidad: La propia objetividad trae como consecuencia la posibilidad de comprobación, es decir, los postulados científicos han de ser demostrables por estar demostrados desde su formu-lación.

Los anteriores rasgos llevan consigo que sea un lenguaje plenamente denotativo, encaminado exclusivamente a transmitir una información, unos conocimientos (función referencial), por lo que es difícil hallar en él indicios de otras funciones, como la emotiva o la poética.

Formalización de códigos propios de cada disciplina. Hay ciencias que necesitan sistemas de signos propios, y los crean con nuevos símbolos o tomándolos de otros sistemas y otorgándoles un nuevo valor. Ahí están, como ejemplo, el sistema gráfico de la aritmética -los universales números-, la formu-lación química, las taxonomías de las ciencias naturales, etc.

El tipo de escrito con el que se relacionan estos textos es el expositivo-argumentativo, aunque también se utiliza bastante la descripción objetiva.

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2. EL VOCABULARIO CIENTÍFICO. SU CREACIÓN

El vocabulario es lo que da carta de naturaleza al lenguaje de cada ciencia, hecho que obliga a incidir especialmente en él. Se trata de un léxico especializado, de difícil acceso a los profanos en una determinada materia. Sin embargo, existe un proceso de ósmosis entre el lenguaje cientí-fico y el común que hace que muchos tecnicismos pasen a ser de dominio general. Esto es percep-tible sobre todo en las ciencias que están más en contacto con la gente, caso, por ejemplo, de la medicina y la farmacología. Las mismas enfermedades nos enseñan el significado de términos como catéter, bisturí, fonendoscopio, antibiótico, analgésico...

Los textos científicos tampoco tienen en todos los casos el mismo grado de especialización. Hay tratados y monografías que sólo están al alcance de los especialistas, y escritos divulgativos, con finalidad didáctica, más asequibles a los no iniciados. El vocabulario, lógicamente, es distinto en cada caso.

El término científico recibe el nombre de tecnicismo, que se puede definir como una palabra que designa un concepto, hecho o instrumento científico, está dotada de precisión semántica y es conocida y empleada por los especialistas.

La creación de tecnicismos es constante, en relación con el mencionado carácter innovador del lenguaje de la ciencia. Los mecanismos para ello son muchos y variados. Estableceremos dos grandes géneros.

Palabras tomadas de otras lenguas:

- Helenismos, palabras formadas a base de vocablos griegos que se utilizan a modo de prefijos y de sufijos: cronó-metro, psico-logía, cefaló-podo, micro-scopio.

- Latinismos, cultismos tornados directamente del latín: virus, célula, óvulo.

La abundancia de unos y otros obedece tanto a la universalidad que proporciona su carácter de lenguas clásicas, como al hecho de que encierran en sí el germen de todos los cono-cimientos científicos actuales.

Pueden formarse híbridos de helenismos y latinismos: tele-visión, termo-nuclear, tri-ciclo, auto-móvil, tetra-sílabo.

- Prestamos de lenguas actuales, sobre todo del inglés, dado el enorme desarrollo científico de los países de lengua anglosajona: robot, marketing, software, compact, fax, modem, walkman,

A veces, siempre y cuando exista posibilidad, estos términos acaban por traducirse y adoptan la palabra española equivalente, que en muchos casos ya existía: personal computer >ordenador personal, compact disc>disco compacto, royalties>derechos de autor, business >negocios.

Creación de tecnicismos dentro de la propia lengua:

El más sencillo consiste en tomar términos de la lengua común a los que, en el entorno de una determinada ciencia, se los especializa y dota de univocidad semántica. Así, en el mundo de la microelectrónica existen islas de silicio, y electrodos a los que se llama puerta. En las Matemá-ticas hay límites, derivadas e integrales, palabras que tienen otros significados fuera de ese ámbito.

- La derivación, es decir, adición de prefijos o sufijos a un lexema: bi-óxido, clor-uro, carbon-ato, semi-plano, etan-ol.

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- La composición, sobre todo en forma de lexías complejas: energía eléctrica, sulfuro de mercurio, campo magnético.

- La acronimia: las siglas no podían estar ausentes de la terminología científica: ADN, ARN, ATS, FM. Algunas de las que empleamos proceden de otras lenguas: HF (High Frequency=alta frecuencia), VTR (Videotape Recording = Grabación en cinta de video), PC (Personal Computer).

- Se emplea también una variedad de la metonimia consistente en crear el nombre de algo partiendo del de su creador o descubridor: culombio (de Coulomb), mendelevio (de Mendeleiev), Julio (de Julius L. Meyer), ohmio (de Ohm), voltio (de Volta), Watio (de Wat).

3. EXIGENCIAS GRAMATICALES Y SEMÁNTICAS DE LA EXPOSICIÓN CIENTÍFICA

Partimos del hecho de que la gramática de los textos científicos es la propia de cada lengua, con algunas peculiaridades, que no son exclusivas, que ahora comentaremos.

Como rasgos rasgos lingüísticos generales podemos citar tres:

- Claridad: La exposición ha de ser lo suficientemente clara como para evitar toda ambi-güedad y conseguir llegar nítidamente al lector, más aún teniendo en cuenta la dificultad intrínseca de los contenidos científicos.

- Corrección: Frente al tradicional ''descuido" de numerosos científicos al escribir, es preciso respetar las normas del idioma. No olvidemos que se trata de un lenguaje culto, aparte de que es algo necesario en pro de la misma claridad.

- Rigor expositivo: La exposición científica exige rigor y orden lógico en la explicación de los conceptos y en el desarrollo de los procesos.

En cuanto a los rasgos gramaticales concretos, podemos citar los que siguen.

Dentro del sintagma nominal:

- Abundancia de sustantivos concretos, sobre todo en el campo de las ciencias naturales, que trabajan con la materia. Sin embargo, tampoco faltan los abstractos para nombrar conceptos y procesos: masa, peso, medida, solubilidad.

- Artículos con carácter generalizador: cuando se habla, por ejemplo, de la apendicitis o del infarto de miocardio, el referente es la enfermedad misma, no un caso concreto de ella, a no ser que se especifique.

- Adjetivos especificativos: suelen aparecer pospuestos y con carácter restrictivo El adjetivo no se emplea aquí con carácter enfático y valorativo, sino como elemento distintivo: piedra caliza, cálculo infinitesimal, aguja hipodérmica. A él pueden añadirse numerosos com-plementos preposicionales y subordinadas adjetivas.

Dentro del sintagma verbal:

- Abundancia de presentes con valor gnómico, para indicar que se habla de verdades perma-nentes y de carácter universal: Dos y dos son cuatro. También pueden tener un valor durativo y habitual, puesto que se alude a hechos que se producen de manera continuada.

- Aparición en los textos del plural sociativo, como signo de generalización o de finalidad didáctica: Deducimos, Pensamos, Consideremos ahora...

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- Perífrasis modales para plantear la posibilidad o la obligatoriedad de los hechos: En estas condiciones puede producirse...; Si sus características son éstas, tiene que ser…

En cuanto a las construcciones oracionales:

- Tendencia al orden lógico de los elementos de la oración: sujeto + verbo + complementos.

- Abundancia de impersonales y pasivas reflejas, en función de la objetiv idad y genera-l ización de los hechos: El análisis de los tejidos se realizó...

- Oraciones atributivas para las definiciones: El gato es un mamífero carnívoro de la familia de los félidos.

- Subordinadas adverbiales mediatizadoras, para el planteamiento de hipótesis, causas, consecuencias, finalidades, etc.

- Empleo de conectores contraargumentativos y consecutivos para enlazar entre sí distintos enunciados del texto: Sin embargo, un organismo no presenta elevada o baja eficacia en abs-tracto sino en función del ambiente en el que se encuentra.

En lo que se refiere a la semántica, ya hemos aludido a la claridad y al rigor, además de esa característica esencial que es la precisión, la univocidad de los términos, el hecho de que cada palabra tenga un significado muy concreto, sin posibilidad de confusión.

4. ORDENACIÓN DEL CONTENIDO EN EL DISCURSO CIENTÍFICO

La exposición científica ha de estar sometida al rigor y jerarquización en la distribución de los contenidos. Sin pretender afirmar que exista un modelo único en su desarrollo, incluimos a continuación un esquema que podía considerarse la síntesis de una forma de hacerlo.

1. Titulo: adecuado al tema del tratado.

2. Introducción.

a. Planteamiento del tema. b. Antecedentes, estudios y opiniones en la hisrtoria de la ciencia. c. Visión y opiniones actuales.

3. Desarrollo del tema

a. Enfoque, punto de vista elegido por el autor. b. Delimitación del campo de actuaación. c. Exposición de la tesis o teoría. d. Argumentación y demostración. e. Refutación de opiniones contrarias.

4. Conclusiones

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TEMA 5. EL LENGUAJE JURÍDICO Y ADMINISTRATIVO 1. CARACTERIZACIÓN

Se trata, como en el caso de la ciencia y de la técnica, de un uso especializado del lenguaje, corres-

pondiente ahora al mundo del Derecho y de la Administración. Es, por tanto, un nuevo lenguaje profe-sional, restringido a determinados ámbitos, si bien, y con mayor motivo que en el caso anterior, son muchos los términos que han transcendido y se han hecho de dominio común: instancia, fallo, sentencia judicial, procesamiento, testador, certificado..., lo cual es logico si consideramos que se trata de algo que atañe a nuestra vida diaria.

Como rasgos generales podemos destacar los siguientes:

a) Al contrario del científico, es un lenguaje conservador, que ha evolucionado muy poco a lo largo del tiempo del tiempo y tiende a emplear expresiones y esquemas lingüísticos fijados hace mucho tiempo. De ahi la gran cantidad de arcaísmos y latinismos que contiene, como veremos más ade-lante.

b) Este hecho le otorga un carácter formulario, de lengua esquematizada, convencional, hecha a base de “clichés”, bastante rígida y con poco espacio para el desarrollo del estilo personal.

c) Lo mismo que en la ciencia, se busca la precisión y claridad, pero, si bien los términos son también aquí precisos y monosémicos, el propio desarrollo de los textos provoca a menudo ambi-güedad y confusión.

d) Lo anterior se debe a que, al menos en textos como los jurídicos y los contractuales, se hace nece-saria la cita explicita de todos los supuestos y circunstancias, lo que les otorga un talante farragoso, confuso y, para los profanos, a menudo ininteligible.

e) Por su propia naturaleza, dada la universalidad de los conceptos que encierra, ha de ser un len-guaje objetivo. Se trata de textos denotativos, donde no tiene cabida la subjetividad o la opinión del autor.

f) Los textos no son uniformes, puesto que el mundo del Derecho y el de la Administración se dividen en muchas ramas. Así, a modo de escueto resumen, podemos clasificarlos en:

Textos legislativos: Reales Decretos, Resoluciones del Consejo de Ministros, Órdenes Minis-teriales, Resoluciones de otros órganos inferiores, disposiciones administrativas, etc.

Escritos procesales, pertenecientes al ámbito de la Administración de Justicia: Auto, Suplica-torio, Requerimiento, Emplazamiento, Sentencia, Acta, Ejecutoria, Recurso, Apelación, Exhorto, Demanda, etc.

Escritos administrativos, que regulan las relaciones entre los particulares y la Administración Pública u otras administraciones: escritos de solicitud, como la Instancia, certificados, currículos, impresos de matriculación, declaraciones de impuestos, etc.

Escritos notariales y contractuales: Regulan las relaciones entre particulares. Se incluyen aquí los contratos de cualquier tipo: de compraventa, de arrendamiento, etc., testamentos, docu-mentos de cesión, contratos de servicios diversos (energía eléctrica, suministro de agua, etc.).

g) Cada uno de estos escritos responde a un esquematismo, a un modelo de confección que los

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convierte en escritos "prefabricados", es decir, en textos con una tipología muy definida y en los que sólo es preciso incluir los datos y circunstancias particulares de cada caso. Así, una sentencia judicial suele responder al siguiente esquema:

- Encabezamiento. en el que se citan las partes que intervienen, sus datos y circuns- tancias, letrados, procuradores, etc.

- Resultandos, exposición de los hechos constatados.

- Considerandos, argumentos de derecho.

- Fallo, sentencia o decisión del juez.

Por su parte, una instancia, escrito de solicititud por excelencia, se subdivide en:

- Encabezamiento, con la mención del destinatario y la presentación del solicitante.

- Exposición, donde se enumeran los hechos y los argumentos en que se basan.

- Solicitud o súplica, donde se concreta la petición que motiva el escrito.

- Despedida formularia.

2. RASGOS GRAMATICALES Dentro del sintagma nominal, encontramos como rasgos destacables:

Abundancia de sustantivos abstractos, necesarios para nombrar los distintos conceptos jurí-dicos: justicia, libertad, autoridad, etc.

Artículos con valor generalizador, que otorgan carácter universal a los nombres a los que preceden, lo que está en relación con la objetividad y universalidad de las leyes. Así, cuando se habla de el juez, el fiscal, el testador, etc., se refieren a cualquier juez, fiscal o testador, siempre que no exista la identificación propia de un caso concreto.

Los adjetivos, como en el caso de la ciencia, son especificativos, sirven sólo para atribuir cuali-dades objetivas a los nombres. A veces tienen un carácter anafórico: mencionado, aludido, citado, antedicho…

En cuanto al uso de las formas verbales, también está condicionado por la pretensión de objeti-vidad y generalización. Por ello encontramos:

Dominio casi absoluto de la tercera persona.

Futuro con valor imperativo: Los herederos se personarán ante el notario... En la misma línea está la presencia de perífrasis obligativas: Los encausados deberán comparecer ante el juez una vez por semana.

Pervivencia del futuro de subjuntivo, considerado un arcaísmo en otros ámbitos lingüísticos: Si así se dispusiere…

Empleo, a veces abusivo, del gerundio, que incluso aparece lexicalizado en escritos como las sentencias judiciales: los resultandos y considerandos.

Construcción oracional:

Los períodos sintácticos suelen ser largos y complejos, con una sintaxis intrincada, en ese inteno aludido de explicitar todos los matices.

El mismo proposito persigue la abundancia de enumeraciones.

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La objetividad impone la presencia de construcciones pasivas con ser, pasivas reflejas e im-personales: Será considerado culpable quien…; Se han recibido denuncias; Se considerará culpable al que …

Coordinación adversativa, para restringir y matizar conceptos más amplios.

Presencia de subordinadas mediatizadoras, a fin de señalar condiciones, causas, conse-cuencias, etc.

3. FÓRMULAS FRASEOLÓGICAS Y LÉXICAS

Ya hemos mencionado el carácter formulario y conservador del lenguaje jurídico. Ello se manifiesta sobre todo en el léxico y la fraseología, que tienden a permanecer inalterados a lo largo del tiempo, en correlación con la pervivencia de los propios conceptos. Por eso encontramos:

Un vocabulario muy amplio y rico, especializado y lleno de matices diferenciadores entre términos que en la lengua común se consideran sinónimos: no es lo mismo propiedad que posesión, contrato que convenio.

Tendencia al empleo de arcaísmos: otrosí, venia, fuero, elevar [un escrito], librar [un certificado].

Presencia de latinismos, sobre todo de locuciones: abintestato, enfiteusis, cohecho, fideicomiso, habeas corpus, sub iudice, pro indiviso, curriculum vitae...

Abundancia de cultismos: litigio, usufructo, débito, óbito. En algunos casos se trata de palabras de la lengua estándar que adquieren otro valor en el lenguaje jurídico: proceso, actor, caso, sala, auto, protocolo…

Máximas y aforismos latinos con caracter sentencioso: In dubio, pro reo {En la duda, a favor del reo); Excusatio non petita, accusatio manifesta (La excusa no pedida es una acusación manifiesta); Consuetudo est optima legum interpres (La costumbre es la mejor intérprete de las leyes); Plus actum quam scriptum valet (Tiene más valor lo hecho que lo escrito); Qui accusare volunt proba-tiones habere debent (Quienes quieran hacer una acusación, deben tener pruebas); Nemini licet ig-norare ius (A nadie le está permitido ignorar la ley); Obligat lex simul atque promulgata est (La ley es obligatoria desde el instante en que es promulgada).

Fórmulas de tratamiento en relación con el rango de la persona aludida: llustrisimo Señor, Exce-lentísimo Señor, Con el debido respeto. La cortesía es un rasgo fundamental de este tipo de textos.

Abundantes fórmulas y frases hechas que se han conservado a lo largo del tiempo: Debo declarar y declaro; Lo pronuncio, mando y firmo; Es gracia que no duda en alcanzar del recto proceder de V. I. No obstante, existe en la actualidad una tendencia a la simplificación de este retoricismo, sobre todo en los escritos administrativos.

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TEMA 6. EL LENGUAJE PERIODÍSTICO 1. MODALIDADES DE LA COMUNICACIÓN PERIODÍSTICA: INFORMACIÓN, OPINIÓN Y PROPAGANDA

El fenómeno periodístico es una forma de comunicación consistente en la transmisión de conte-

nidos informativos a través de unos canales, que son los Medios de Comunicación de Masas, a un receptor constituido por un público amplio, disperso y heterogéneo.

Estos medios son hoy muchos y variados, y van desde los escritos (prensa diaria, revistas, folletos...), hasta los audiovisuales (cine, televisión, vídeo...), pasando por los puramente auditivos, caso de la radio. Dada esta variedad, no se puede hablar de un único lenguaje periodístico, sino del empleo de códigos muy variados, puesto que se usa la palabra oral, la palabra escrita, imágenes fijas, imágenes en movimiento, música, efectos sonoros, y un largo etcétera. No obstante, las modalidades funda-mentales de esta comunicación, que adecuan los mensajes a la intención del emisor, siguen siendo tres: la información, la opinión y la propaganda.

a) La información es la modalidad que da sentido inicial al periodismo, y puede definirse como “la difusión objetiva de noticias, es decir, de hechos ocurridos recientemente con interés para el recep-tor”.

En esta definición aparecen ya dos hechos destacables: la objetividad, condición esencial de la información, aunque no siempre se dé, y la actualidad, rasgo inherente al término “noticia”. Si un hecho no es actual, no es periodístico: Ios periódicos se renuevan a diario y ofrecen informaciones que dejan anticuadas las del día anterior.

Añadidos a los anteriores, hay otros rasgos que provocan que un hecho se convierta en noticia, en materia informativa. Entre otros, podemos senalar:

La prominencia, es decir, la importancia intrínseca de los hechos y de sus protagonistas. Un terremoto, unas elecciones, una boda real son inevitablemente noticias importantes.

La proximidad. Nos interesan los hechos que suceden a nuestro alrededor, y así son más noticia para nosotros los incendios de nuestros bosques que los de los bosques birmanos, pongamos por caso.

El interés humano, como el que tienen los hechos que afectan a nuestra sensibilidad o, simple-mente, a nuestra curiosidad: tragedias, hambre, actos heroicos, etc., por un lado, y la información irrelevante, pero que sacia la curiosidad de determinados estamentos, como es la que ofrece la llamada "prensa del corazon", por otro.

La rareza. Interesa lo que se sale de lo habitual, lo que llama la atención por ser distinto de lo que ocurre diariamente.

La utilidad. Aquello que puede proporcionar algún beneficio a la comunidad, como puede ser la creación de una industria que va a proporcionar puestos de trabajo.

El entretenimiento y diversión. Basta fijarse en la gran cantidad de espacios dedicados al de-porte en cualquier periódico o emisora.

Podríamos seguir añadiendo otros, como cultura, economía, etc. que constituyen las secciones especializadas.

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b) La opinión va más allá de la simple información, puesto que consiste en analizar, juzgar y valorar los hechos que la información transmite. Por tanto, se trata de una interpretación de los mismos a la luz de una determinada ideología. De acuerdo con ello, se pueden señalar como rasgos caracteriza-dores de la opinión periodística los siguientes:

Subjetividad. El periodista o colaborador interpreta los hechos según sus ideas y su visión del mundo.

Intención analítica. Se "disecciona" la noticia tratando de hallar sus causas, consecuencias, repercusiones posteriores, etc., siempre de cara al receptor.

Influencia en la opinión pública. El destinatario llega a menudo a formar su propia opinión partiendo del influjo que en él ejercen determinados periodistas o publicaciones.

Responsabilidad. El firmante de un artículo de opinión es responsable de lo que en él afirma.

Estilo personal. Los escritos de opinión permiten el desarrollo de un estilo propio, que en oca-siones se acerca a lo literario.

Finalmente, son los géneros de opinión los que caracterizan ideológicamente un medio informativo.

c) La propaganda da un paso más, ya que no se queda en la interpretación de los hechos, sino que intenta convencer al receptor para que actúe en un determinado sentido. Sus rasgos esenciales son:

Actitud proselitista: intenta ganar adeptos para una causa, sea política. social, religiosa, etc.

Aun siendo por naturaleza subjetiva, emplea argumentos aparentemente objetivos,a diferencia de la exaltación del individuo propia de la publicidad, con la que no hemos de confundir la pro-paganda.

No oculta sus fines y, siempre que respete la libertad del destinatario, es perfectamente lícita.

Puede poseer sus propios órganos de expresión: prensa confesional o de partido, boletines y revistas de diversas organizaciones. etc. También puede insertar, pagándolos, sus mensajes en los medios de comunicación habituales.

2. LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS Son las distintas estructuras textuales que, fijadas por la prensa escrita, se han extendido a otros

medios. Los estudiaremos en relación con la modalidad en que se encuadran.

GENEROS INFORMATIVOS.

Poseen todos ellos una estructura que se fundamenta en tres partes: los titulares, el lead y el cuerpo.

Los titulares cumplen diversas funciones. Por un lado, informan del contenido de la noticia a la vez que la jerarquizan y clasifican. Por otro, sirven de reclamo, atraen la atención del lector: de ahí la varie-dad de tipografía y tamaño.

En cuando a su estructura, constan de tres partes: el antetítulo, el título y el subtítulo. El principal es el título, que contiene lo esencial de la información, mientras que los otros encierran matizaciones o ampliaciones. El titulo está siempre presente; en cambio, el antetítulo y el subtítulo aparecen, uno u otro, o ambos, en relación con la importancia y extensión del texto.

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El lead, llamado también encabezamiento o entradilla, contiene los aspectos fundamentales de la información, concentrados en las famosas 6 w: who (quién), what (qué), when (cuándo), where (dónde), how (cómo), why (por qué). A estas preguntas se supone que ha de responder el periodista en el primer párrafo del texto.

El cuerpo ocupa el resto del escrito y supone un desarrollo y ampliación de lo que se dice en el encabezamiento. El contenido de los sucesivos párrafos se dispone en un orden decreciente en cuanto a interés, de manera que lo más relevante se sitúa al principio, quedando para el final los detalles secun-darios. Por todo lo anterior, se dice que la estructura de los textos informativos es la de una pirámide invertida, con la base -el grueso de la información- arriba, y el vértice -lo menos significativo- abajo.

No obstante, existe también la estructura opuesta, es decir, la del relato de interés creciente, aunque es mucho menos habitual.

Los géneros informativos más destacables son:

La noticia, escrito muy breve que contiene esencialmente el lead. Según su contenido y el lugar del periódico donde aparecen se denominan gacetillas, cuñas, breves, etc.

La ampliación de agencia. Sigue siendo totalmente impersonal y consiste en una breve ampliación del lead. No suele ocupar más de media columna.

El reportaje. Es una ampliación y humanización de la noticia. El reportero acude al lugar de los hechos, se convierte en testigo de los mismos, hace fotografías y filmaciones, realiza entrevistas, etc., con todo lo cual la noticia cobra vida, deja de ser una información fría e impersonal: el relato da paso a la dramatización. Por su naturaleza, es un género que se adapta muy bien a los medios audiovisuales.

GÉNEROS DE OPINIÓN El editorial. Es el escrito que refleja la opinión de la empresa editora y que, por tanto, caracteriza

ideológicamente la publicación. Suele ir en una de las primeras páginas, siempre en la misma, y versa sobre uno o varios de los hechos más relevantes del día.

El comentario. Es un análisis breve de un hecho informativo de cara al lector, tratando de hacerle ver las implicaciones del mismo. Cuando tiene un carácter incisivo y trata de llamar la atención y causar efecto, se denomina suelto. Si aparece junto a un texto informativo, a modo de explicación y análisis, recibe el nombre de despiece.

El artículo de fondo o tribuna viene a ser un pequeño ensayo llevado al periódico. Puede tratar sobre cualquier tema y el análisis realizado es profundo y argumentado. Desde el punto de vista esti-lístico, se acerca. cuando no entra de lleno, a lo literario: de hecho son muchos los grandes escritores que han colaborado en la prensa como articulistas.

La columna. Es un escrito que aparece, diaria o periódicamente, en un determinado lugar del periódico, realizado por un periodista o un colaborador que analiza y comenta día a día la actualidad. Viene a ser una modalidad del comentario.

La crítica está constituida por escritos que analizan y juzgan cosas como películas, libros, obras de teatro, exposiciones, espectáculos deportivos, etc., siempre a raíz de la publicación, estreno o cele-bración reciente. Suele tener influencia en el público y a menudo el éxito o el fracaso de algo depende de una buena o mala crítica.

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GENEROS HIBRIDOS Están a medio camino entre la información y la opinión. Destacan:

La crónica, que es una elaboración personal de los hechos informativos, realizada por alguien que ha sido testigo de los mismos. Ofrece una visión no puntual, sino del proceso o desarrollo de los aconte-cimientos. Como los escritos de opinión, va firmada por el autor.

La entrevista. Es una conversación llevada a los medios de comunicación. A través de ella se dan a conocer una serie de datos y, a menudo, se realiza un análisis de los mismos. Hay dos tipos funda-mentales: la entrevista de declaraciones, basada en la técnica pregunta-respuesta, y la entrevista perfil, mediante la que se traza una semblanza de alguien y permite una mayor libertad para introducir comen-tarios, datos biográficos, etc.

3. CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE INFORMATIVO A la hora de caracterizar el lenguaje informativo hay que partir del hecho de que el periódico -salvo

algunas secciones especializadas- va destinado a lectores de niveles culturales muy dispares, por lo que ha de tener la virtud de poder ser entendido por todos. En consecuencia, son características deseables las siguientes:

Claridad. Ha de ser sencillo y transparente, con una sintaxis sin complicaciones y un léxico ase-quible.

Brevedad. Debe evitarse la prolijidad innecesaria e ir directamente a lo importante, en pro de la men-cionada claridad y también por motivos de espacio. "Comience usted lo más cerca posible del punto final", reza un axioma periodístico.

Impersonalidad. Lo importante es la noticia, no quien la transmite. Por eso, el periodista debe "esconderse detrás de la noticia", para que ésta llegue al lector de la manera más objetiva posible. Desgraciadamente, es fácil constatar que esto no siempre se cumple, ya que asistimos en la actua-lidad a un protagonismo creciente de los informadores en perjuicio de la propia información.

Corrección. Además de ser breve, claro y sencillo, el lenguaje periodístico debe ajustarse en todo momento a la norma lingüística. No olvidemos la enorme influencia que ejercen los medios de comu-nicación sobre los lectores, influencia que se extiende a la propia forma de expresión, que es mimetizada de forma automática. Por ello su responsabilidad en este terreno es grande y deberían evitarse vicios en los que continuamente se incurre, tales como:

- El abuso de extranjerismos. - Construcciones incorrectas del tipo en base a, a nivel de. - Queísmos y dequeísmos. - Empleo abusivo e innecesario de tecnicismos, así como de coloquialismos fuera de lugar. - Empleo inadecuado del gerundio, sobre todo el de posterioridad, etc.

Capítulo aparte merece, por su especial significación, el lenguaje de los titulares. Ya hemos aludido a su importancia, tanto desde el punto de vista informativo como por la función de reclamo que ejercen. Ello hace que se cuiden especialmente y que se procure elaborarlos del modo que causen más efecto. Algunos de sus rasgos son:

- Concisión y condensación expresiva, lo que desemboca a veces en construcciones unimembres de carácter nominal: Acalorado debate sobre los presupuestos en el Congreso, o bimembres sin verbo: Negociaciones pesqueras con Marruecos: no hubo acuerdo.

- Alteraciones del orden habitual para destacar algún aspecto: En el centro de la ciudad aumentan los problemas de tráfico.

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- Exclamaciones o interrogaciones: ¿Quién juzga a los jueces?

- Frases hechas o paráfrasis de las mismas, expresiones que se acercan a lo literario, etc., en busca de la llamada de atención por la vía de la originalidad: El infierno gozoso, Con alas y a lo loco (para presentar sendos libros); Ínclitas razas (comentario sobre la Fiesta de la Hispanidad); El sacrificio del altar (derribo de una parte de una iglesia construida indebidamente).

4. OBJETIVIDAD Y MANIPULACIÓN INFORMATIVAS Hemos hablado de la objetividad como condición necesaria de la información, pero con demasiada

frecuencia no pasa de la teoría que estudian los aspirantes a periodistas. Habitualmente la información no se falsifica, pero si se "orienta" en pro de unos intereses ideológicos, políticos o económicos. Para comprobarlo, basta comparar la información de un mismo hecho dada por dos periódicos de tendencias antagónicas, por ejemplo:

Éxito del Gobiemo al aprobarse en el Congreso los Presupuestos del próximo ano.

El Partido del Gobierno abusó de su mayoría para aprobar unos Presupuestos desequilibrados y discriminatorios.

Son muchos los recursos que permiten la adulteración.

- Recursos lingüísticos:

Destacar en los titulares los aspectos que más interesa dar a conocer.

Introducción subrepticia de comentarios personales.

Dificultar la comprensión al lector común empleando un lenguaje excesivamente técnico.

Disimular lo esencial de la noticia en medio de un escrito farragoso.

Llamadas de atención a través de interrogaciones, comillas, el subrayado, etc.

- Recursos extralingüísticos:

Página en que se sitúa.

Espacio que se le da.

Tipografía de los titulares.

Refuerzo fotografico, etc.

5. RASGOS GRAMATICALES Y LÉXICOS DEL LENGUAJE PERIODÍSTICO Los rasgos lingüísticos característicos del lenguaje periodístico pueden dividirse en dos grupos:

gramaticales y léxicos. Rasgos gramaticales

Uso frecuente del pretérito imperfecto de subjuntivo en -ra con valor de pasado de indicativo: El que fuera presidente del Gobierno...

Empleo del pretérito imperfecto de indicativo en lugar de los pretéritos perfectos simples o compuestos: Esta madrugada la policía entraba en la casa y encontraba un arsenal...

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Utilización del infinitivo fático, es decir, del infinitivo que se usa como verbo principal para encabezar o terminar una comunicación: Por último, decir que...

Abundancia de las locuciones verbales en lugar de los verbos simples: Hacer público por publicar, dar inicio por comenzar, tener lugar por celebrarse...

También se suelen utilizar las locuciones preposicionales en lugar de las preposiciones: Por espacio de por durante, con objeto de por para, a bordo de por en...

Uso de las palabras derivadas más largas: Concretizar por concretar, credibilidad por crédito, temática por tema, culpabilidad por culpa...

Empleo de estructuras apositivas con eliminación de preposiciones, normalmete por medio de sus-tantivos separados por guión: Relaciones Iglesia-Estado, reunión Gobierno-sindicatos…

Utilización del presente histórico en los titulares: España sufre una derrota contundente en su partido con Alemania.

Empleo del condicional de rumor, con el que el periodista no se responsabiliza del todo de la verdad de la noticia: El presidente se habría reunido con el Ministro del Interior...

Frecuencia de las construcciones pasivas, en especial de las oraciones formadas con está siendo + participio: El proyecto está siendo elaborado por la comisión encargada del caso.

Uso frecuente de estructuras sin verbo en los titulares: Escepticismo en Rusia ante la política europea de seguridad y defensa).

Rasgos léxicos

Empleo de tecnicismos propios de las materias que se tratan en la prensa: desaceleración económica, decreto-ley, digitalizar...

Utilización de calcos semánticos: emergencia por urgencia, agresivo por el prendedor..., y extran-jerismos: light, look, charme, glamour...

Aparición y difusión de algunos neologismos: judicializar, medicamentazo, oscarizar, manifes-tódromo...

Uso frecuente de eufemismos: economía sumergida por fraude económico, conflicto laboral por huelga…

Abundancia de frases hechas: dar luz verde, patata caliente, marco incomparable, cúpula del poder, arco parlamentario...

Empleo frecuente de siglas y acrónimos: CIA, UGT, INEM…

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TEMA 7. EL LENGUAJE PUBLICITARIO 1. LA PUBLICIDAD: NATURALEZA Y FUNCIÓN

La publicidad es un hecho importante e inevitable en una sociedad mercantil y consumista como la

del mundo occidental. Unos intentan vender los productos que fabrican y otros satisfacer sus necesi-dades y apetencias, y la publicidad viene a tender un puente entre unos y otros.

La publicidad consiste concretamente en “la difusión de mensajes que pretenden convencer al receptor para que adquiera determinados productos”. Su contexto es la sociedad de consumo y sus canales los medios de comunicación.

Pero el hecho publicitario surge no solamente por la abundancia de productos a los que hay que dar salida, sino, y sobre todo, por la competencia entre marcas. La marca es el nombre que da a un producto un determinado fabricante, intentando que se produzca la identificación entre ambos: No pida un vermú, pida un Martini. Si esto se consigue, el éxito comercial está asegurado (gaseosa = La Casera; refresco de cola = Coca-Cola; pan de molde = Pan Bimbo).

La creación de la marca es algo fundamental, puesto que ha de identificar el producto y debe tener la fuerza de atracción suficiente para imponerse a otras marcas. Por ello, son muchos y variados los recursos que se emplean, siempre tratando de adecuarla a la naturaleza de lo que se intenta vender:

La motivación semántica apoyada en la sugestión de prestigio que conllevan la antigüedad y la nobleza, como vemos en las marcas de coñac: Soberano, Carlos III, Napoleón, Magno.

Extranjerismos, como en los pantalones tejanos: Lois, Lewis, Lee, aunque a veces se busca el contraste y surgen Pepe y Jesús.

Composición y derivación, dando lugar a términos llamativos por su fonética: Citromatic, Chequetrén, Bonobús, Spontex.

Nombres que tratan de potenciar la autenticidad del producto haciendo alusión a su origen rural: La Cabaña, El Cigarral, El Caserío.

Nombre del fabricante: Pascual, García Baquero. En ocasiones dicho nombre se ve reforzado por el prestigio de que goza: Chanel, Chistian Dior, Ferrari.

Nombres de animales: Bisonte, Camel, El burrito blanco, Halcón.

Acrónimos: Radisa, Automylsa, Otaysa…

2. RASGOS ICÓNICOS Y VERBALES El éxito de la publicidad se basa en que actúa sobre nuestras propias predisposiciones internas, lo

que hace que estemos indefensos ante ella: somos seres consumistas, el publicista lo sabe y nos presenta el producto haciéndonos creer que eso es realmente lo que necesitamos o deseamos hace mucho tiempo: Éste es el coche que siempre quiso tener.

Los dos registros en que se apoya, el icónico (la imagen) y el verbal (la palabra) consiguen crear una serie de evocaciones que identifican la felicidad, o una parte de ella, con la adquisición de ese producto. Así, explotan mitos del mundo de hoy o tradicionales, como:

- La masculinidad, la potencia viril. - La femineidad, la delicadeza femenina, unas veces, y otras la liberación de la mujer.

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- El erotismo, la sexualidad como medio de goce y de liberación de trabas. - El éxito profesional, la competitividad. - El orgullo de clase social. - El mundo del hogar: bienestar, amor, limpieza. - El mundo infantil. - La cultura del ocio. - El humor y los juegos. Etc.

La imagen tiene como misión fundamental atraer, ya que es la que da vida a los mundos y ambientes mencionados. Su función es esencialmente sugestiva, aparte de que constituye un lenguaje universal valido para cualquier país y lengua, más si tenemos en cuenta que en la publicidad lo icónico se convierte en iconográfico, es decir, se produce una especie de codificación mediante la cual determi-nadas imágenes evocan determinados objetos.

El elemento verbal, por su parte, tiene una doble función: fija el significado del mensaje y lleva a cabo una labor de persuasión. Para esto no sirve el lenguaje natural, por lo que es preciso manipularlo de manera que consiga llamar la atención del receptor y, al mismo tiempo, crear una nueva realidad. En relación con ello, se pueden fijar como caracteres los siguientes:

Condensación expresiva, para facilitar la memorización. Esto se manifiesta sobre todo en el eslo-gan, frase breve y de gran fuerza que se asocia al nombre de la marca y que se pretende fijar en la mente del posible consumidor, por lo que a veces va acompañada de una melodía pegadiza.

Expresión enfática, intensificadora, que aspira a realzar la calidad del producto. Se basa en la iteración de elementos Iingüísticos.

Presencia de la función apelativa, dado que la llamada de atención al receptor para que tome conciencia del mensaje es esencial.

También actúa la función poética, puesto que, como hemos dicho, el lenguaje es manipulado para conseguir extrañeza y que el mensaje atraiga por su propia forma. Es un lenguaje connotativo, capaz de sugerir, de despertar sensaciones y apetencias. Los juegos de palabras y otros recursos semán-ticos son, como veremos, frecuentes.

Heterogeneidad, variedad de signos y registros. Están presentes los extranjerismos, coloquia-lismos, tecnicismos, palabras de argot, etc., siempre buscando la adecuación a la clase socioeco-nómica, edad, sexo, etc. de los consumidores a los que se dirige el anuncio.

Es innovador, crea constantemente nuevos términos utilizando los distintos procedimientos que la lengua le ofrece, al tiempo que admite términos procedentes de otras lenguas.

La sintaxis suele ser sencilla, a base de frases nominales, oraciones simples y estructuras yuxtapuestas y coordinadas como formas preferentes de relación oracional, dada su mayor fuerza expresiva y su falta de complicación.

3. RECURSOS PARA MANIPULAR EL LENGUAJE Los rasgos que acabamos de ver se concretan en una serie amplia y variada de recursos, muchos

de los cuales coinciden con los de la lengua literaria, si bien aquí existe una finalidad práctica. Para su estudio, vamos a dividirlos en tres grupos: intensificadores, apelativos y sugestivos.

a) Recursos intensificadores. Refuerzan la expresión para ponderar la calidad del producto.

- Prefijación de carácter superlativo: Lavadora superautomática; Hipermercado; Extraplano; Textura ultrafina.

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- Comparativos y superlativos: Más aroma, más sabor; Las mejores marcas a precios rebaja-dísimos.

- Adjetivación enfatizadora: Indispensable. Inmejorable. Inteligente. Interesante. Inimitable. Tónica Schweppes; Al despertar su piel se ve firme, tersa, deslumbrante.

- Adverbios intensivos: Una sensación intensamente fresca, deliciosamente refrescante.

- Hipérboles: Montañas de espuma limpiadora.

- Exclamaciones: jQué buenas son las galletas Fontaneda!

- Repeticiones léxicas: Si quiere un brandy seco, seco, pida que se lo sirvan frío, frío. A veces en forma de anáforas: Viva la rentabilidad de una excepcional memoria de calidades... Viva la seguridad de su centra de control... Viva la exclusividad de sus amplias zonas ajardinadas.

- Paralelismos: El placer de conducir. El placer de viajar.

- Rima: Cuando saber vivir se confunde con saber dormir, ciertamente se trata de Treca de Paris. b) Recursos apelativos. Hacen una referencia directa al consumidor recabando su atención e

intentando motivarlo para que adquiera el producto.

- Imperativos verbales: Visite nuestras rebajas; Ven adonde está la moda.

- Deícticos: formas pronominales de segunda persona, normalmente en singular: Doble V está, donde tú estás; Naciste para ser libre y nadie te detiene. Tu instinto, tu fuerza, te impulsa siempre hacia adelante.

- Interrogaciones retóricas: ¿Desearía usted disfrutar del cine todas las noches? (LaserDisc de Pioneer).

- Planteamiento de alternativas: Fiat Bravo. Fiat Brava. La elección; Se tiene, o no se tiene (Whisky Chivas).

- Expresiones aduladoras: Tú que sabes cuidarte, seguro que prefieres un Nexia.

- Retos personales: Cuanto más entienda de Whisky escocés, más apreciará Ballantine 's. c) Recursos sugestivos, de carácter retórico, que intentan sorprender y atraer por la propia

originalidad del lenguaje.

- Aliteraciones: Cada mañana Gomaespuma en M80.

- Metáforas: Mencey, la suave perla negra de Canarias.

- Símiles: Huir del placer es como bailar sin música (anuncio de Nobel).

- Antítesis: Te sorprenderá lo mucho que puedes hacer por muy poco; Nunca un viaje largo le resultará tan corto (Iberia).

- Paradojas: Nos mojamos con la sequía.

- Personificaciones: Ha nacido Activa. Las lavadoras tradicionales han envejecido; Línea muscu-losa y formas agresivas (se trata de un coche).

- Metonimias: Parker. La escritura.

- Paronomasias: El que sabe, Saba; Estilo, Estola (marca de vino).

- Juegos de palabras: Le presentamos una cuenta nada corriente; Eristoff provodka cambios en su bebida; Copiadoras Canon. Instinto de reproducción.

- Cambios en frases hechas: Viena, por amor al arte.

-

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TEMA 8. EL LENGUAJE DE LAS DISCIPLINAS HUMANÍSTICAS

1. LAS DISCIPLINAS HUMANÍSTICAS El término humanístico se refiere a todo lo que concierne al hombre, a su conocimiento y desa-

rrollo, tanto en el plano individual como en el social. Las Ciencias Humanas se oponen, así, a las Cien-cias Naturales, cuyo objeto de estudio es el entorno, el medio en que vive el hombre y los demás seres que lo habitan.

El origen del nombre hay que buscarlo en el Renacimiento, época en la que el ser humano vuelve los ojos hacia sí mismo, adquiere conciencia de su importancia y trata de desarrollar todas su potencias y facultades. Surgen así una serie de disciplinas que han llegado hasta nuestros días y cuyo número se ha visto ampliado en los últimos tiempos, debido a las circunstancias del mundo actual.

Algunas de las más destacables son: la Filosofía, que se ocupa del pensamiento; la Psicología, que estudia nuestra mente; la Semiología, ciencia de la comunicación; el Derecho, de las leyes que regulan la convivencia en sociedad; la Historia, de los hechos del pasado; la Geografía Humana y la Sociología, del ámbito en que se mueve el ser humano, etc.

2. RASGOS LINGÜÍSTICOS Dada la amplitud de número y la diversidad de estas ciencias, es casi imposible establecer unos

rasgos lingüísticos que las caractericen a todas. ellas. Por eso, los que enunciamos a continuación no dejan de ser muy generales e imprecisos.

La naturaleza de los temas ofrece más posibilidades que, por ejemplo, en el lenguaje científico, de desarrollo de un estilo personal, cercano a lo literario, con cabida para los recursos retóricos.

En muchos casos el talante de los escritos es bastante subjetivo, contienen consideraciones y opiniones personales, más que tesis demostrables, lo que permite el empleo de la primera persona.

Los textos suelen tener, aun con bastante libertad, un desarrollo riguroso, ajustándose a los esque-mas de los textos analíticos, sintéticos, paralelísticos o encuadrados.

Los periodos sintácticos son amplios y en ellos cabe todo tipo de relación oracional, con un espe-cial uso de las subordinadas causativas, necesarias para el desarrollo de los razonamientos y argu-mentaciones.

La adjetivación no es necesariamente especificativa, como sucede en el lenguaje científico, sino que se combina con el uso del epíteto valorativo y embellecedor.

El uso de los tiempos verbales es muy variado: desde el presente atemporal en la exposición de hechos y verdades universales, hasta el pretérito de los textos históricos, pasando por el abundante uso de formas en subjuntivo y potencial en el planteamiento de hipótesis, posibilidades y puntos de vista personales.

El vocabulario es enormemente amplio, rico, culto y variado. De hecho, cada disciplina posee el suyo propio. Como características generales, podemos destacar:

Posee menos precisión que el vocabulario científico por un triple motivo:

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• Cada escuela tiende a crear su propia terminología, lo que produce bastante confusión. Un caso significativo al respecto es el de la lingüística, donde cada corriente parece tener como primera misión cambiar los nombres de todos los conceptos.

• Una misma palabra puede designar conceptos diferentes, según la disciplina o la corriente en que se encuadre. Además, los textos humanísticos no son totalmente denotativos. Muchos términos empleados en las disciplinas humanísticas son connotativos, es decir, desprenden ciertas evocaciones y valoraciones.

• La evolución del pensamiento produce desplazamientos semánticos en las palabras.

Surge así un doble fenómeno de polisemia y sinonimia que, junto con las dificultades men-cionadas, provoca también falta de unidad y de universalidad terminológicas.

Un hecho destacable es la abundancia de términos abstractos, ya que las disciplinas huma-nísticas manejan ante todo ideas, conceptos, por encima de instrumentos y otros objetos mate-riales. Abstraer es un proceso que consiste en eliminar los caracteres individuales para quedarse con lo genérico, llegando a la creación de entidades mentales a las que llamamos conceptos.

Muchos de estos términos son tradicionales y existen desde hace siglos: filosofía, metafísica, ética, fe, esencia, etc., pero constantemente surgen otros nuevos, y son mucho más recientes pala-bras como modernidad, sociologías, existencialismo, vivencia, posibilismo, relatividad.

Los sustantivos abstractos se forman habitualmente añadiendo sufijos a lexemas verbales o adjetivos. Recordemos algunos de ellos:

-ad: bondad, maldad, voluntad, dignidad. realidad. -ancia: constancia, abundancia, distancia, militancia. -encia: paciencia, diferencia, experiencia, potencia. -anza: esperanza. bonanza, alianza, tardanza. -ez: lucidez, esbeltez, sensatez. estupidez. -eza: pereza, destreza, pureza, realeza. -ción: ambición, inspiración, emoción, sensación. -ura: cordura, locura, hermosura, frescura. -miento: sentimiento, pensamiento, discernimiento, mandamiento. -ismo: heroísmo, cainismo, fatalismo, purismo. -tud: juventud, actitud, beatitud, similitud. -icia: justicia, malicia, avaricia, estulticia.

Además de este mecanismo morfológico, cualquier sustantivo se convierte en abstracto si le anteponemos un artículo generalizador: el ser, el hombre, la persona, la mente, el alma. El mismo proceso tiene lugar al colocar un articulo neutro ante un adjetivo: lo bueno, lo bello, lo dificil, lo natural.

3. LENGUAJE DOCTRINAL Y ESPECULATIVO El término doctrinal alude al conjunto de leyes, normas o reglas que impone, para su aprendizaje y

cumplimiento, una disciptina, escuela o sistema, sea religioso, politico, filosófico lingüístico, etc. Cada uno posee su propia doctrina, a través de la cual se manifiesta su estructura, su funcionamiento, al tiempo que regula el comportamiento de los adscritos a ella.

Lo doctrinal va, pues, de lo teórico a lo práctico: existe un enunciado de las leyes junto a una impo-sición de las mismas. Por eso se dice que el lenguaje doctrinal se simboliza por medio de la perífrasis obligativa debe ser.

La especulación, en cambio, supone una serie de reflexiones o consideraciones con las que se pretende llegar a la compresión de algo, a la resolución de un problema o al conocimiento de la verdad.

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Es, por tanto, eminentemente teórica y propia de algunas ciencias como la Metafísica y la Lógica. Su fórmula lingüística es puede ser; debe de ser; y a menudo es un paso previo al establecimiento de una doctrina.

Ejemplos de lenguaje doctrinal serían el Decálogo del cristianismo, las leyes políticas de un Estado o las reglas de ortografía. Especulativas serían, en cambio, las diversas teorías sobre la existencia del alma o sobre el origen del lenguaje.

4. ARGUMENTACIÓN Y DIALÉCTICA La forma de elocución habitual en las disciplinas humanísticas es la exposición, puesto que se

intenta dar a conocer unas tesis o teorías elaboradas mediante la investigación y la especulación. Ahora bien, la exposición suele ir acompanada de la argumentación, puesto que se hace necesario demostrar, mediante una serie de razonamientos, la teoría expuesta.

Argumentar consiste, entonces, en probar al veracidad de algo aportando unas pruebas mentales o razonamientos propios, y rebatiendo, si es necesario, los ajenos. Dichos razonamientos reciben el nom-bre de argumentos.

Los argumentos a favor se denominan pruebas, y los argumentos en contra, objeciones. El proceso de utilización de pruebas es una demostración, y el empleo de objeciones para rechazar algo es una refutación.

Los métodos de argumentación aplicados a un proceso especulativo son tres: la deducción que consiste en ir de lo general a lo particular; la inducción, de lo particular a lo general, y la analogía, que va de un caso particular a otro.

La retórica clásica recoge muchos tipos de argumentos, que eran empleados por los grandes ora-dores para convencer al pueblo o para derrotar a sus adversarios en sus enfrentamientos dialécticos. Así, podemos hablar de:

- Argumento de autoridad, basado en lo dicho o escrito por algún maestro en la materia.

- Argumento a fortiori, que busca la fuerza de la razón en lo que uno mismo propone.

- Argumento ad populum, que utiliza el sentimentalismo emanado de conceptos como la patria, la familia, la religión, etc.

- Argumento ad judicium, que es una apelación al sentido común, etc.

Pero, sin necesidad de entrar en antiguos saberes, es fácil constatar hoy el empleo de argumentos basados en la lógica, en la analogía de casos semejantes, en la experiencia práctica, en el ejemplo o anécdota, en el conocimiento del mundo, en la sabiduría popular (no se han perdido aún los refranes), en la propia autoridad de los expertos, etc.

Ahora bien, podemos preguntarnos si todos los procesos de argumentación son correctos, si es demostrable cualquier teoría, aunque sea aparentemente falsa. Por este camino llegamos a la sofística y desembocamos en la demagogia, que consiste en emplear argumentos que aparentemente tienen mucho peso, pero que son incorrectos o no vienen al caso, y están destinados a convencer a las gentes poco preparadas, de cuya buena fe se abusa. La demagogia es, por desgracia, algo habitual en terrenos como el político.

Los razonamientos incorrectos se denominan sofismas, y algunos de ellos son: el equívoco (construido sobre una interpretación errónea); el círculo vicioso (se demuestra A por B y B por A); la petición de principio (se da por acordado lo que se está debatiendo; la generalización abusiva (se extrae una consecuencia general sin que haya datos para ello); la analogía falsa (se equiparan dos hechos por una similitud sólo aparente), etc.

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La dialéctica tiene mucho que ver con la argumentación, ya que es el enfrentamiento de posturas opuestas, cada una de las cuales es defendida mediante argumentos.

El término procede de la filosofía griega, concretamente de Sócrates, para el cual era el debate mediante preguntas y respuestas. Posteriormente, aparte de al debate en sí, se ha aplicado a todo sis-tema que trata de llegar al conocimiento o explicación de la realidad sin partir de unas ideas precon-cebidas e inmutables, en contra de lo que hace la metafisica.

El método dialéctico consiste en la exposición de una tesis, a la que se opone una antítesis para llegar a una síntesis, que a su vez puede convertirse en tesis de una nueva oposición y así suce-sivamente, puesto que todo cambia. El sistema de estas características que más influencia ha tenido en el ultimo siglo ha sido el Marxismo, con su Materialismo Dialéctico o Histórico.

5. EL ENSAYO El ensayo fue definido por Ortega y Gasset como una "disertación científica a la que le falta la

prueba explícita". Quiere esto decir que se trata de algo similar a un estudio científico, pero referido a cualquier materia -científica, literaria, filosófica, sociológica, etc.- y elaborado de un modo abierto, a modo de sugerencia, sin rigor ni demostración a la hora de exponer una tesis.

El ensayo es, así, un vehículo muy cómodo para escribir sobre cualquier tema, puesto que no obliga a nada. Por ello ha sido muy utilizado en los últimos siglos, aunque a veces se enmascaran bajo este título verdaderas monografías.

Sus rasgos identificadores son muy difíciles de establecer, puesto que es muy variable. En relación con ello, afirma Juan Marichal que "no hay ensayos, sino ensayistas", lo que quiere decir que cada autor lo adapta a su propio estilo.

Una de las características esenciales del ensayo es el subjetivismo: todo parte del yo del autor, que nos ofrece su visión critica e interpretativa del mundo, que presenta las cosas desde su experiencia y su punto de vista personal.

Carece, como decíamos, de rigor cientifico y su forma es muy abierta. Por eso en él cabe todo, no sólo en cuanto al tema, sino también en cuanto a la forma de exponerlo: experiencias e impresiones per-sonales, reflexiones, anécdotas, ejemplos de todo tipo. Pueden aparecer también digresiones y asocia-ciones, que el autor incorpora a su discurso. A diferencia del estudio científico, puede permitise libertades como la ausencia de bibliografía, citas no textuales, sino aproximadas y de memoria, etc. Sirve, en definitiva, más que para desarrollar a fondo una tesis, para abrir caminos y ofrecer sugerencias.

No tiene tampoco una extensión definida, y puede abarcar desde un artículo periodístico hasta un libro. Desde el punto de vista formal se considera un género literario, dado que permite el desarrollo de un estilo personal y la elaboración estética del lenguaje.

El texto ensayístico se dirige, generalmente, a cualquier tipo de público, no a un público necesa-riamente especializado. Por ello, el ensayo tiene un carácter divulgador.

El nombre procede del francés Montaigne, que en 1580 dio el título de Essais a una obra de reflexiones personales sobre los más variados temas. El término se divulgó rápidamente y ya en 1597 vuelve a utilizarlo el inglés F. Bacon. Pero es en los siglos XVII y XVIII cuando tanto el nombre como el género adquieren una gran divulgación como medio para extender las nueva ideas: Locke, Hume, Voltaire, D'Alambert, etc. En España se considera a Fray Antonio de Guevara (S. XVI) un precedente, pero es también en el S. XVIII cuando se difunde, sobre todo a raíz de la publicación del Teatro crítico universal y de las Cartas eruditas y curiosas del P. Feijoo, al que siguieron importantes autores de esa misma época, como Cadalso y Jovellanos. En nuestro siglo, la literatura española ha contado con grandes ensayistas, de los que entresacamos -a modo de ejemplo- a Unamuno, Ortega y Gasset,

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Eugenio d'Ors, Gregorio Marañón, Américo Castro, Laín Entralgo, Julián Marías, J. L. López Aranguren, J. Ferrater Mora, y un largo etcétera.

TEMA 9. EL LENGUAJE LITERARIO

1. LA COMUNICACIÓN LITERARIA ¿Se escribe para sí mismo o para los demás? ¿Es La obra literaria un acto de comunicación? La

respuesta es indudablemente afirmativa: la creación literaria cobra sentido desde el momento en que es disfrutada por el lector, dado que no deja de ser un mensaje.

Sin embargo, los factores que intervienen en este acto comunicativo poseen unas características que lo hacen especial y diferente. Veamos en qué consiste la especificidad de cada uno de ellos.

El emisor recibe el nombre de autor, término relacionado con autoridad, lo que quiere decir que posee un especial relieve. Es un creador que produce una obra original, no existente con anterioridad y destinada a perdurar.

Como creador, carece de finalidad práctica, ya que actúa impulsado por un estímulo artístico, lo que no impide que a veces se entremezclen intereses económicos, políticos, etc., pero no son éstos los que dan al mensaje valor estético. Es un emisor consciente de sus propios recursos, que elabora lenta y cui-dadosamente la obra, frente al descuido del mensaje coloquial.

El receptor es el lector (el espectador en las representaciones teatrales o el oyente en lecturas y recitales). Es un receptor colectivo -el público- integrado por múltiples receptores individuales, cada uno de los cuales realiza su propia lectura, su propia interpretación, lo que hace que cada una de esas lecturas constituya un acto sémico diferente. Por eso se afirma que hay tantas lecturas como lectores.

El lector es un "recreador" de la obra a través de la interpretación que da a la misma. Su prepa-ración, su competencia para asimilarla y juzgarla son fundamentales en este aspecto. No es, pues, un receptor pasivo, sino alguien atento que al final emite una valoración -sea aceptación o rechazo-, más o menos fundamentada, según sus conocimientos.

Con todo, la recepción no es igual si se trata de una lectura simplemente intuitiva -que se limita a recibir el placer o disgusto que le causa la lectura- que si es valorativa, es decir, que intente penetrar en su estructura, en su construcción y emitir un juicio razonado.

El mensaje es la propia obra, y es el acto creador a que aludíamos el que le confiere unos carac-teres distintos. En él es esencial la forma. No quiere esto decir que carezca de contenido, o que éste sea irrelevante, sino que lo que consigue que una obra sea literaria es la circunstancia de que ese contenido no se haya expuesto de un modo trivial, sino que se haya procurado y conseguido manipular el lenguaje para darle originalidad y belleza.

Se convierte, así, en una creación susceptible de perdurar en el tiempo, de extenderse en el espa-cio y de permanecer inalterada, tal como la realizó el autor.

El contexto o referente es distinto en autor y lector. Al tratarse de una realidad ficticia, no es la misma la que crea el autor, desde su mundo personal y desde sus circunstancias, que la que recrea el lector desde las suyas. Es más, se puede afirmar que hay tantos contextos como lectores, ya que cada uno proyecta sobre la obra su personalidad y sus vivencias, su psicología y su cultura, dando origen a un universo peculiar. Así pues, es la propia obra, unida a la imaginación del lector, la que diseña en cada caso el contexto literario.

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La creación del contexto está también en relación con el grado de penetración del lector en el texto. Si la obra se muestra opaca por su dificultad intrínseca o por la falta de preparación del receptor para adentrarse en ella, falla el acto de comunicación y, por tanto, la concreción del referente.

El código es básicamente la lengua común, pero con una serie de peculiaridades y alteraciones que le otorgan mayores posibilidades expresivas. Encontramos así una sintaxis elaborada de otro modo, con licencias que no caben en el lenguaje habitual: un léxico amplio, variado, original; unos artificios retóricos que sorprenden al lector; unos valores semánticos nuevos, etc. Es, por tanto, un lenguaje espe-cífico y con capacidad creativa, y en el que caben todos los registros.

El canal es e! papel impreso, si bien puede haber otros en el teatro, en la canción y en los medios audiovisuales. Una característica es que se trata de una comunicación unilateral: el canal y las circuns-tancias de la comunicación literaria impiden el intercambio de mensajes.

2. CARACTERÍSTICAS DEL LENGUAJE LITERARIO Acabamos de ver que el lenguaje literario, aun teniendo su base en el lenguaje común, resulta

diferente debido a la manipulación a la que es sometido en todos sus planos para proporcionarle capa-cidad de creación.

Son muchas las teorías que tratan de definir en qué consiste esa especificidad. Siguiendo la de Aguiar e Silva, una de las más difundidas, podemos establecer como características del lenguaje literario las siguientes:

Dominio de la función poética. El autor literario no utiliza el lenguaje solamente como un instru-mento para transmitir información -aunque ésta no deje de existir-, sino que trata de convertir el mensaje en una obra artística. Por ello, se ve obligado a realizar una selección y una combinación de los elementos que le ofrece el código de una manera distinta de la habitual.

El carácter innovador. Las formas lingüísticas habituales no le sirven al emisor literario, puesto que carecen de poder de seducción. Tampoco le son útiles las que, aun habiendo nacido en el ámbito literario, se han desgastado y trivializado por el uso continuado. Por eso se ve obligado a indagar continuamente en las posibilidades expresivas de la lengua a fin de hallar formas nuevas y sorpren-dentes, alejadas del mecanicismo de la comunicación diaria y de los clichés establecidos.

Ese afán innovador y renovador es el que ha hecho, a lo largo de la historia, que un movimiento estético sucediera a otro, cambiando todos sus presupuestos artísticos, y que los autores cuyas obras han llegado hasta nosotros sean los que han sabido dotarlas de una forma original, distinta, personal, capaz de sorprender, de sugerir y de emocionar.

Proceso desrealizador. En el lenguaje usual, todo acto comunicativo depende de un contexto extraverbal, de una situación externa a la que hace referencia el mensaje. En la obra literaria, por el contrario, el contexto y la situación son creados por el propio lenguaje. Se puede afirmar, por tanto, que el lenguaje literario crea imaginativamente su propia realidad. Por eso se dice que dicho len-guaje puede ser explicado, pero no verificado.

¿Existe, entonces, relación entre la realidad literaria y la realidad externa? Lógicamente sí: el autor vive en un mundo, en una sociedad determinada, su propia existencia tiene unas circunstancias concretas, y todo eso se refieja de un modo u otro en la obra. Ahora bien, por muy "realista" que sea la obra, nunca refleja exactamente ese mundo exterior, sino que lo descompone y lo vuelve a re-componer a su manera, haciéndolo surgir de las propias palabras.

Connotación y plurisignificación. En lenguajes como el científico, el jurídico, etc., los signos son denotativos, simplemente representan algo, un concepto o un objeto. En el literario, en cambio, los términos no se agotan en el mero significado referencial, sino que se convierten en portadores de

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elementos connotativos: afectivos, volitivos… Por eso consigue emocionar, llegar a la sensibilidad, no sólo a la razón, del lector.

La plurisignificación va aún más allá, ya que consiste en la adquisición de nuevos significados, por parte de las palabras, en un contexto determinado. Esta es la base de la metáfora y de todos los demás tropos o figuras de pensamiento. Mediante asociaciones imaginarias, el autor aumenta o cambia el valor semántico de los vocablos.

Estructura recurrente. La obra literaria tiende a organizarse según unas estructuras que se repiten periódicamente, y que tienen que ver con los distintos géneros. Tal es, por ejemplo, la división de las obras dramáticas en actos y escenas, de los relatos en capítulos, de los poemas en estrofas y versos, lo cual obedece a un propósito organizativo y diferenciador de las distintas clases de obras. También nos encontramos con una serie de figuras retóricas como la anáfora, el paralelismo, la ali-teración, etc., que se fundamentan en la reiteración de elementos lingüísticos. En este caso el motivo está en el énfasis expresivo, emocional, aparte de lo puramente estético, que son capaces de aportar.

3. LA TÉCNICA LITERARIA El escritor es un técnico, un artista que tiene como instrumento el lenguaje, que debe saber cómo

utilizar. Es viejo el tópico que afirma que "el poeta nace y no se hace", pero no es del todo cierto. Existe algo innato, eso que se llama talento, sin el cual no se puede ser artista, pero el talento sirve de muy poco si no se adquieren los instrumentos con los que desarrollarlo. Y esos instrumentos son los que constituyen, en el tema que nos ocupa, la técnica literaria, integrada por una serie de procedimientos encaminados a potenciar estética y expresivamente el lenguaje.

Para realizar un estudio resumido de dichos procedimientos, establecemos tres apartados: figuras retóricas, géneros literarios y formas de elocución.

a) FIGURAS RETÓRICAS

Son recursos, artificios, que proporcionan originalidad y permiten sorprender al lector. Veamos algunas de las más usadas:

- FIGURAS BASADAS EN EL MATERIAL FÓNICO

Aliteración. Repetición continuada de un sonido: Un no se qué que quedan balbuciendo. (San Juan de la Cruz).

Onomatopeya. Imitación de un sonido natural: En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba. (Garcilaso de la Vega)

Paronomasia. Juego fonético-semántico sustentado en una semejanza fonética a la que acompaña una desemejanza de significado: Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro, aborninando cuanto he escrito, escombro del hombre aquel que fui cuando callaba. (Bias de Otero)

Rima. Tambien se incluye en este apartado por constituir una repeticion de sonidos al final de los versos.

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- FIGURAS DERIVADAS DE LA REPETICIÓN DE PALABRAS Y ESTRUCTURAS

Anáfora. Iteración de una o más palabras al comienzo de varios versos o períodos: ¿Por qué este inquieto abrasador deseo? ¿Por qué este sentimiento extraño y vago? (Espronceda)

Paralelismo. Repetición de una misma estructura sintáctica: Dejando un rastro de sangre, dejando un rastro de lágrimas. (G. Lorca)

Quiasmo. Los elementos son Ios mismos, pero aparecen en orden inverso. Es una estructura cruzada: Cantan con voz de hombre...) Con ojos de hombre miran. (R. Alberti)

Anadiplosis. Un verso comienza con la palabra con la que termina el anterior: Lo dejaría todo, todo lo tiraría. (P.Salinas)

Epanadiplosis. Ahora la palabra se repite al comienzo y al final del verso: Verde que te quiero verde. (G. Lorca)

- FIGURAS DE PENSAMIENTO, QUE AFECTAN AL PIANO SEMÁNTICO.

Prosopopeya o personificación. Se atribuyen cualidades humanas a otros seres: Las aves que me escuchan, cuando cantan con diferente voz se condolecen y mi morir cantando me adivinan. (Garcilaso de ia Vega)

Apóstrofe. Consiste en dirigirse a alguien con vehemencia:

iPara y óyeme, oh sol! Yo te saludo. (Espronceda)

Interrogación retórica. Pregunta de carácter enfatico que no exige respuesta: iQuién, en fin, al otro día cuando el sol vuelva a brillar, de que pasé por el mundo, quién se acordará? (G. A. Bécquer)

Antítesis. Es una contraposición de ideas: Cuando quiero llorar, no lloro y a veces lloro sin querer. (R. Dario)

Paradoja. Es un contrasentido aparente: ¡Oh desmayo dichoso!/ Oh muerte que das vida!¡jOh dulce olvido! (F. Luis de León)

Hipérbole. Exageración poética:

La cama tenía en el suelo, y dormía siempre de un lado por no gastar las sábanas. (Quevedo)

Símil. Consiste en la comparación de dos términos: Apreté la voz, como un cincho, alrededor del verso. (Bias de Otero)

Metáfora. Se identifican el término real y la imagen mediante una asociación mental:

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Y el monte, gato garduño, eriza sus pitas agrias. (Garcia Lorca)

Metonimia. Se da a un objeto el nombre de otro en razón de la contigüidad existente entre ambos: Los aceros refulgían bajo el sol.

b) LOS GÉNEROS LITERARIOS

Son los distintos grupos en que se encuadran las obras literarias atendiendo a unas caracterfsticas comunes. Los tres fundamentales son la Lírica, la Épica y la Dramática, a los que se suelen añadir otros que podríamos llamar semiliterarios, como la Historia, la Oratoria y la Didáctica.

1. EI género lírico constituye una manifestación de la subjetividad del autor, de sus sentimientos, de su paisaje íntimo. Tenemos, pues, un emisor que centra la obra en sí mismo, mostrando su estado afectivo a través de un lenguaje muy elaborado y fuertemente connotativo, con el fin de conmover al lector y hacerlo partícipe de su propia intimidad.

Su vehículo más frecuente -aunque no exclusivo- es el verso y existen diversas clases de poemas: oda, elegía, égloga, epitalamio, canción, epigrama, sátira, etc.

2. El género épico o narrativo constituye un relato de sucesos ajenos al autor. Dentro de él hay que considerar una serie de aspectos estructurales.

El narrador. Es el que cuenta los hechos y puede manifestarse de diferentes formas:

- Omnisciente: lo sabe todo y habla en 3s persona. - Testigo: narra también en 3a persona, pero como si fuera un simple espectador. - Enmarcado principal: protagonista que cuenta su propia historia en 1ª persona. - Enmarcado secundario: cuenta los hechos de los protagonistas como participante en ellos,

también en 1ª persona. - Narrador en 2ª persona, técnica muy actual.

Del narrador dependen la disposición de lo narrado (lineal o montaje) y las técnicas narrativas empleadas (narración tradicional, descripción, diálogo, monólogo, corriente de conciencia, forma epis-tolar, etc.).

Los acontecimientos, que son los hechos que se narran y que se organizan en una serie de se-cuencias que dan lugar a la trama, a la que se añaden circunstancias y personajes concretos para constituir el argumento.

Los personajes dan vida a los acontecimientos y pueden ser:

- Por su tipología:

Diseñados (simples y prototípicos). Modelados (de psicología compleja).

- Por su función:

Principales. Adjuntos. Fugaces.

El marco es el espacio donde acontecen los sucesos relatados. El espacio físico se llama esce-nario, y el ambiente emocional, atmósfera.

En cuanto a los subgéneros, los pertenecientes a la épica antigua suelen estar en verso: Epopeya, Cantar de Gesta, Poema épico culto, Romance, Balada. Otros, como el Cuento (con muchas variantes: Cuento maravilloso, Apólogo, Parábola, Cuento moderno, etc.) y la Novela -género actual por excelencia- se escriben en prosa.

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3. El género dramático. Las acciones cobran vida a través de unos personajes que las representan ante un público. En este género hay que destacar dos aspectos.

Por un lado está la construcción de la obra, en la que intervienen los siguientes aspectos: División en actos y éstos, a su vez, en escenas. Una tensión dramática que impulsa a la solución del conflicto y hace que la acción pase por varias situaciones tipificadas: planteamiento, intensificación, climax, decli-nación y desenlace. Unos personajes que, en su tipología y función, son semejantes a los del género narrativo, si bien aquí son ellos mismos quienes liberan sus experiencias: Diálogos, monólogos, apartes, acotaciones, etc.

Por otro lado, tenemos la representación, que consiste en dar vida sobre las tablas a la obra pre-viamente escrita. Aquí hay que tener en cuenta la direccción, elección de actores, mímica, escenografía, vestuario, luminotecnia, decorados, etc.

Los tres subgéneros dramáticos fundamentales son tragedia, comedia y drama. Como subgéneros menores, entre otros, cabe señalar el paso, entremés, sainete, loa, auto sacramental, farsa, melodrama, etc.

c) LAS FORMAS DE ELOCUCIÓN

Son las distintas formas en que se manifiesta la expresión escrita.

Descripción. Implica quietud, estatismo. Viene a ser el retrato de alguien o de algo hecho por medio de palabras. Sus rasgos lingüísticos fundamentales son:

- Dominio del elemento nominal sobre el verbal.

- Abundancia de adjetivos y otros complementos nominales.

- Verbos de estado y de percepción sensorial.

- Formas verbales imperfectivas: presente y pretérito imperfecto.

- Oraciones atributivas.

- Sintaxis sencilla, de frase breve.

- Relación oracional con abundancia de yuxtaposición y coordinación.

- Presencia de figuras literarias, como el símil y la metáfora.

Existen diversas clases de descripción. Para simplificar, distinguiremos entre la objetiva, que intenta presentar las cosas como son, de manera fiel y exacta, como es el caso de !a descripción científica, y la subjetiva, que altera esa realidad desde el punto de vista de quien la realiza, ofreciendo una visión enaltecedora o degradante: así suele ser la descripción literaria.

Narración. Dado que consiste en relatar acciones, se caracteriza por el dinamismo, el movimiento. Destacamos como rasgos:

- Presencia de un narrador que relata desde un punto de vista determinado.

- Organización textual basada en la sucesión de acciones.

- Dominio del elemento verbal.

- Verbos de acción, de movimiento.

- Presencia de tiempos narrativos, como son el perfecto simple, el imperfecto y el presente histó-rico.

- Escaso uso del adjetivo y de otros elementos propios de la descripción.

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- Abundancia de complementos circunstanciales y subordinadas adverbiales que señalan las dis-tintas circunstancias en que se producen los hechos.

Diálogo. Intercambio de mensajes entre dos o más personajes que se alternan en los papeles de emisor y receptor. Lo más normal es que esté en estilo directo, aunque actualmente también se transcriben diálogos por medio del estilo indirecto libre. Como carácteres tenemos:

- Abundancia de pronombres personales, destacando sobre todo la presencia del yo y del tú en función de sujeto.

- Presencia de otros deícticos pronominales y adverbiales.

- Constantes cambios en los tiempos verbales, siempre desde el presente de los hablantes.

- Cambios en el modo. El subjuntivo aparece para expresar deseos, posibilidades, avisos, etc.

- Abundante presencia de elementos apelativos y vocativos.

- Variaciones en la entonación: paso de la enunciación a la interrogación y a la exclamación.

- Sintaxis de períodos breves, con numerosas elipsis.

- Simplicidad en las relaciones sintácticas, con tendencia a la coordinación y a la yuxtaposición.

Exposición. Se emplea, junto con la argumentación, para desarrollar un tema, y aparece en los textos humanísticos, científicos, periodísticos de opinión, etc.