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    El Eco de Sunchales  |  Sábado 21 de junio de 2014 9SOCIEDAD

    CÓMO TRATAMOS A NUESTROS ABUELOS

    La Dirección Nacional Para AdultosMayores (DINAPAM) dependiente delMinisterio de Desarrollo de la Na-ción, cuenta con el Programa de Pro-moción del Buen Trato hacia losAdultos Mayores, que consiste encapacitar, brindar información ysensibilizar a la comunidad sobrela existencia de situaciones de abu-so y maltrato hacia la poblaciónmayor. Asimismo, se promueve laconstitución de redes de apoyo aeste sector.Dirección Nacional de Políticas paraAdultos Mayores : Tte. General JuanDomingo Perón 524 - (C1038AAL)Ciudad Autónoma de Buenos Aires(011) 4338-5830 - Fax: [email protected]

    DINAPAM

    Quienes trabajan en la problemá-tica no son más que pequeños mon-

    tículos sociales que aparecen ha-ciendo algo. Si bien es cierto queel Estado no toma cartas en el asun-to; en este punto, concretamente,son los ciudadanos quienes no seinvolucran. A la gente no le im-porta la gente. De la boca para afue-ra se sabe pero no hay una real tomade conciencia. Podríamos decir quese habla pero no impacta».

    Respecto a la responsabilidadde garantizar el bienestar de losabuelos, los argentinos la atribu-yen principalmente (36%) a la so-ciedad en general, luego siguen losfamiliares (31%) y el Estado (29%).No obstante, las respuestas adju-dican al Gobierno la prevención,mediante el reclamo de políticasde protección a la vejez.

    En este punto Valderrama plan-tea que «en nuestro país se consi-dera –socialmente- mejor, tener alos viejos en casa y que la familiase haga cargo, es decir sin llevar-lo a un geriátrico. Entonces, si lamayoría opina que la gente debeenvejecer en los domicilios, subienestar es competencia de quie-nes comparten la casa. No pode-mos culpar al Estado por lo quesufren en sus propios hogares. Acálos principales responsables de loque pasa con nuestros mayoressomos quienes estamos a su lado,

    los familiares».«La sociedad, por su parte tiene

    una tarea importante que sería em-pezar a visualizar lo que hoy no leinteresa ver. Eso se logra con edu-cación. Incorporando la figura delabuelo en su función, como serhumano integrado a la familia ymostrándolo frente a los nietoscomo parte de su propia historia»,prosigue.

    «Entonces, primero la familia,luego la sociedad, con una funcióneducativa para detectar los proble-mas y por último el Estado que debeintervenir a través de su rol edu-cador de la sociedad y actuandocuando se produce un abuso (me-diante la Justicia), siempre que elmismo se revele», agrega.

    «El problema es que se detec-ta muy poco, dado que las pro-

    pias víctimas casi no lo denun-cian porque tiene miedo que laúnica persona que vive con ellosvaya preso, los abandone y que-den solos. Esto está comproba-do, prefieren que les roben o lespeguen antes que la soledad. Locomentan los mismo jueces,quienes muchas veces, dicen te-ner las pruebas y no pueden ha-cer nada porque los afectadosocultan la realidad».

    Una cuestión de cultura

    El gerontólogo entiende que

    «desde que el hombre existió so-bre la tierra, siempre el más fuer-

    te tuvo poder sobre el más débil,así sea mujer, hombre, niño o an-ciano. Es decir, no está vinculadoal sexo (si golpean a una mujer) oa la edad (si la víctima es un abue-lo) sino a una condición humanade poder o debilidad. El problemapasa por una cuestión de vulnera-bilidad: cuando una persona quees fuerte y no tiene la cabeza puestaen su lugar, maltrata a otra másfrágil. Eso se da en todos los nive-les, franjas etarias y sexo. Está re-lacionado con la educación, losvalores, los principios… lo demásson clasificaciones».

    Ese grado de vulnerabilidad delos adultos mayores, no es igualen todo el mundo, sino que depen-de de las políticas aplicadas por

    cada país. «Hay distintos niveles»,cita el Profesor. «Algunos paísesprotegen un poco más. En el casode Noruega, Finlandia, Suecia, Ho-landa -que están por encima, in-cluso de los países capitalistas-,son muy estatistas y entienden queel Gobierno debe hacerse cargo detodo, porque parten de la base quela familia no puede cuidar a susancianos y trabajar al mismo tiem-po. Nosotros, en cambio, somosun país bastante familiero que es-tamos detrás de los viejos, peroestamos detrás tanto para lo bue-no como para lo malo y muchasveces nos rasgamos las vestidu-ras subestimando al geriátrico,cuando en la casa no lo atendemoscomo se debería».

    «La mujer es la principal vícti-ma, si tiene demencia peor y si esviuda, más aún (ya que si el mari-

    do está vivo, hay alguien que ve).Generalmente los hombres mue-ren antes, por eso hay más abusosobre ellas, porque son las que que-dan y están débiles», concluye elmédico.

    Es común encontrar culturascomo la china o hindú, donde lavejez es sinónimo de sabiduría ylos ancianos son considerados fi-lósofos de la vida. Más allá de esapostura específica, lo cierto es queestamos insertos en una sociedadque entiende al envejecimientocomo consecuencia de la prolon-gación de la expectativa de vida.Este es un motivo importante comopara tener presente la inclusión delos mayores. Ello exige una rela-ción igualitaria, de parte de cada

    9 DE CADA 10 CONSIDERAN QUE LOS ADULTOS SON VULNERABLES AL MALTRATO

    ¿Cree Ud. que las personas mayores son un sector vulnerable a sufrir abusos o maltratos?

    TNS Argentina. Base: Muestra nacional de población adulta.

    88%

    10%

    2%

    SI

    NO

    Ns/Nc

    86%89% 87%86%88%

    89%86%

    96%

    88%87%83%

    86%89%

    MASC FEM 18 -2 42 5- 34 35 -4 95 0- 646 5 Y + AB C1C2 C3 D E CF GBAI nt er io r  

    uno de nosotros, donde el respetode su voluntad y autonomía seaclave.

    Reconocer en el adulto mayor aun par, a un semejante, no verlodiferente solo por su edad… ya esun buen trato. No olvidemos quecada persona envejece como vive.

    Sería un gran avance para nues-tra sociedad que aprendiéramos desu experiencia y escucháramos suvoz…. Nuestros «queridos viejos»tienen mucho para enseñarnos. Nodejemos que su sabiduría quedeaislada. Si lo encerramos entre cua-tro paredes fomentamos la invisi-bilidad y eso favorece los excesosy la delincuencia.