Comunidades lucanas. 2° sesión

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Énfasis bíblico III Primeras comunidades cristianas La comunidad lucana ASPECTOS COMUNITARIOS EN PERSPECTIVA LUCANA 1 La misión universal: Hechos 1,1-14 Como era habitual en el mundo antiguo, Lucas comienza su segundo volumen con un breve sumario de los contenidos del primero. Se recuerda que: (1) En el Evangelio, Lucas trató sobre todo lo que Jesús comenzó a enseñar y hacer desde el principio hasta la ascensión (Hch 1,1). (2) Jesús ascendió al cielo solamente después de haberle dados instrucciones a los apóstoles (Hch 1,2-3). Jesús, el Señor resucitado, está vivo y continúa su enseñanza y actividad en el mundo a través de los discípulos que cuidadosamente instruyó. La continuidad entre el ministerio y el mensaje de Jesús y el de sus discípulos queda establecida. Esto lo podemos ver más claramente en Hch 1,4-8, el cual tiene relación estrecha con Lc 24,44-49. Notemos cómo redacta Lucas las palabras de Jesús que contienen los dos anuncios sobre el futuro inmediato de los discípulos: - En Lc 24,49, Jesús anunció que serían “revestidos de poder desde lo alto”. En Hch 1,5 entienden que este revestimiento tiene lugar en el ser “bautizados en el Espíritu Santo”. - En Lc 24,47b, Jesús anunció que la misión abarcaría “a todas las naciones, empezando desde Jerusalén”. En Hch 1,8, el programa es más detallado: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”. En ambas citas Jerusalén es el punto de partida. Además de estos puntos de contacto entre el final de Lc y el comienzo de Hch, hay que tener en cuenta el relato de la ascensión, en cual cambia definitivamente paradigmas en el discipulado y la misión. Estos datos nos permiten hacer tres anotaciones: (1) Tanto en Lc 24 como en Hch 1, hay una relación de causa-efecto entre el don del Espíritu Santo y la realización de la misión. Pero surge la pregunta: ¿Por qué la misión se realiza solamente después de esto y no antes? Respondemos con G. W. H. Lampe: “A través de la muerte y exaltación del Mesías, el Espíritu Santo que obró en él ha sido impartido a sus seguidores” 2 . En otras palabras, la salvación ofrecida por Jesús en la Cruz solamente se hace accesible por el don del Espíritu Santo; de ahí que la “promesa” del Padre no es Espíritu solamente sino 1 Documento preparado para clase con apuntes tomados del P. Fidel Oñoro Consuegra C.J.M. 2 Ver “The Holy Spirit in the Writings of St. Luke”, en D. E. Nineham (ed), Studies in the Gospels (Blackwell; Oxford, 1957) 159-200. Un poco más reciente de J. D. G. Dunn, Jesús y el Espíritu. Un estudio de la experiencia religiosa y carismática de Jesús y de los primeros cristianos, tal como aparece en el Nuevo Testamento (SET; Salamanca, 1981) .

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Énfasis bíblico III

Primeras comunidades cristianas

La comunidad lucana

ASPECTOS COMUNITARIOS EN PERSPECTIVA LUCANA1

La misión universal: Hechos 1,1-14

Como era habitual en el mundo antiguo, Lucas comienza su segundo volumen con un

breve sumario de los contenidos del primero. Se recuerda que:

(1) En el Evangelio, Lucas trató sobre todo lo que Jesús comenzó a enseñar y hacer

desde el principio hasta la ascensión (Hch 1,1).

(2) Jesús ascendió al cielo solamente después de haberle dados instrucciones a los

apóstoles (Hch 1,2-3).

Jesús, el Señor resucitado, está vivo y continúa su enseñanza y actividad en el mundo a

través de los discípulos que cuidadosamente instruyó. La continuidad entre el ministerio

y el mensaje de Jesús y el de sus discípulos queda establecida.

Esto lo podemos ver más claramente en Hch 1,4-8, el cual tiene relación estrecha con

Lc 24,44-49. Notemos cómo redacta Lucas las palabras de Jesús que contienen los dos

anuncios sobre el futuro inmediato de los discípulos:

- En Lc 24,49, Jesús anunció que serían “revestidos de poder desde lo alto”. En Hch 1,5

entienden que este revestimiento tiene lugar en el ser “bautizados en el Espíritu Santo”.

- En Lc 24,47b, Jesús anunció que la misión abarcaría “a todas las naciones,

empezando desde Jerusalén”. En Hch 1,8, el programa es más detallado: “Seréis mis

testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra”. En

ambas citas Jerusalén es el punto de partida.

Además de estos puntos de contacto entre el final de Lc y el comienzo de Hch, hay que

tener en cuenta el relato de la ascensión, en cual cambia definitivamente paradigmas en

el discipulado y la misión.

Estos datos nos permiten hacer tres anotaciones:

(1) Tanto en Lc 24 como en Hch 1, hay una relación de causa-efecto entre el don del

Espíritu Santo y la realización de la misión.

Pero surge la pregunta: ¿Por qué la misión se realiza solamente después de esto y no

antes? Respondemos con G. W. H. Lampe: “A través de la muerte y exaltación del

Mesías, el Espíritu Santo que obró en él ha sido impartido a sus seguidores”2. En otras

palabras, la salvación ofrecida por Jesús en la Cruz solamente se hace accesible por el

don del Espíritu Santo; de ahí que la “promesa” del Padre no es Espíritu solamente sino

1 Documento preparado para clase con apuntes tomados del P. Fidel Oñoro Consuegra C.J.M.

2Ver “The Holy Spirit in the Writings of St. Luke”, en D. E. Nineham (ed), Studies in the Gospels

(Blackwell; Oxford, 1957) 159-200. Un poco más reciente de J. D. G. Dunn, Jesús y el Espíritu. Un

estudio de la experiencia religiosa y carismática de Jesús y de los primeros cristianos, tal como

aparece en el Nuevo Testamento (SET; Salamanca, 1981) .

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la salvación de Dios que hace presente este Santo Espíritu (aunque hay que tener

presente que la cita de Joel 3,1-5 en Hch 2,17-21 tiene el carácter de promesa del

Espíritu “sobre toda carne”; con todo véase el v.21 comparándolo con Lc 3,6).

Por otra parte, el tema del “poder” que caracterizaba la misión de Jesús y de sus

discípulos en los relatos misioneros del evangelio, ahora tiene nombre propio: el

Espíritu Santo (“recibiréis la dýnamis del Espiritu Santo”, 1,8)3. Pero este “poder”, en

el período post-pascual, no es distinto del poder de la Cruz.

El don de la salvación es “para todos”. Esto explica por qué apareció en Hch 1,6-7 la

polémica sobre el “restablecimiento del Reino de Israel”. Ante la perspectiva

exclusivista, particularista y localista, se contrapone un nuevo horizonte universal:

“hasta los confines de la tierra”. Ante la expectativa de la restauración del estado

teocrático israelita se contrapone una nueva perspectiva: la comunidad.

(2) El Espíritu Santo une al Señor resucitado con sus discípulos.

En el poder del Espíritu y bajo su guía, los misioneros predicarán el Evangelio.

A lo largo de los Hch notamos cómo Jesús sigue conduciendo la misión capacitando a

los misioneros e indicándoles las rutas de apertura étnica y geográfica que ésta debe

seguir, a través del Espíritu Santo.

(3) El tema del Reino conecta la predicación de Jesús y la predicación apostólica

El tema de la instrucción del Resucitado a sus discípulos (ahora se dice “los apóstoles

que había elegido”, Hch 1,2) es el “Reino de Dios” (en coherencia con Lc 4,43; 8,1;

9,2; 10,9.11; 16,16). Se verá en la predicación de Pablo (Hch 19,8; 20,25; 28,23.31).

Este Reino no es el “Reino de Israel” (ver 1,6).

(4) La referencia a Jerusalén como punto de partida presenta la misión como irradiación

de la salvación y como creación del nuevo pueblo de Dios.

La profecía de Is 2,1-5 parece estar en el trasfondo de la insistencia lucana en Jerusalén

como lugar del cumplimiento de las promesas de Dios (por ejemplo, Lc 13,33).

El movimiento inicial de tipo centrípeto (evangelio) se vuelve finalmente centrífugo

(Hechos) pero sin perder su carácter de convocatoria y de inclusión. El referente

comunitario permanece en primer plano.

Características lucanas del discipulado en este pasaje

Mientras que el tema de la misión ocupa la atención en este pasaje inicial, hay que se

delinea un perfil del discípulo:

(1) Los discípulos viven su función esencial: han visto al Señor resucitado (“Se les

presentó dándoles muchas pruebas de que vivía”, Hch 1,3ª) y han escuchado sus

3Recordemos lo dicho antes sobre “autoridad” (exousía) y “poder” (dýnamis) en el ministerio de Jesús en

Lucas.

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enseñanzas (“Y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios”, Hch 1,3b). En el

período post-pascual los discípulos siguen recibiendo formación por parte de Jesús. En

esta ocasión Lucas especifica que ellos han sido formados “por medio del Espíritu

Santo” (Hch 1,2).

En este sentido se entienden las referencias a:

- Las pruebas que les dio.

- Los cuarenta días de la instrucción: es el tiempo suficiente para la preparación de los

testigos (13,31).

- La corrección sobre el malentendido de la parusía.

(2) En el motivo del “testimonio” aparece implícita la predicación a los pecadores y la

conversión y el perdón de los pecados. De hecho, el testimonio no solamente consiste

en que han visto a Jesús resucitado y que han comprendido el escándalo de la Cruz, sino

que, de hecho, ellos son los primeros convertidos. Los discursos misioneros explicitarán

y explanarán esto.

(3) El motivo del “testimonio” comienza a sustituir el del “seguimiento”. Los Doce son

los testigos pascuales.

(4) Los versículos finales de esta sección (1,12-14) ponen en primer plano los temas de

la oración y de la comunidad que habían aparecido antes en relatos vocacionales4 y

misioneros5: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en

compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos”

(1,14).

La selección de Matías: Hechos 1,15-26

Un día, cuando esta comunidad estaba reunida, Pedro se puso en pie y le recordó tanto

el fracaso de Judas como su reemplazo habían sido anunciadas en la Escritura (Hch

1,16-20).

Puesto que lo primero ya había sucedido, lo que faltaba ahora era llenar la vacante

dejada por la traición de Judas (ver Salmo 109,8).

Comienza entonces la preparación para la realización del segundo anuncio (Hch 1,21-

22).

El hecho que Lucas reporte de forma tan extensa la elección de Matías para reemplazar

a Judas, indica que los Doce son importantes para él. El rol de los Doce como testigos

sirve como conector vital entre Jesús y la Iglesia. Ellos garantizan la verdad del mensaje

de la Iglesia siendo portadores del testimonio del Señor resucitado. Pero también los

Doce representan el esquema de las doce tribus, bajo el cual Israel había sido formado

como pueblo.

La énfasis parenético (1,15), de que la comunidad cristiana estuvo compuesta por 120

personas, nos recuerda que según la ley judía se requerían 120 hombres para establecer

4En Lc 6,12 la elección de los Doce (apóstoles) tuvo lugar después de una noche de oración de Jesús.

5El tema de la comunidad ha aparecido como rasgo distintivo en los relatos misioneros de Lc 9,1; 10,1 y

24,44.

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una comunidad con su propio consejo. Lucas parece ver simbólicamente a los discípulos

de Jesús en número suficiente para formar una comunidad propia.

Esto sirve como conectar entre Jesús y la Iglesia, sin embargo, los Doce son importantes

para Lucas, al menos hasta el juicio final. Aunque no está dicho de forma tan clara

como en Mt 19,28, Lucas parece querer que sus lectores entiendan que los Doce estarán

sentados en doce tronos para “juzgar a las doce tribus de Israel” (Lc 22,30).

Cualquier discusión sobre jerarquía y liderazgo en la comunidad cristiana según Lc-

Hch, por tanto, tendrá que considerar el hecho de que este grupo, los Doce, dejó de ser

importante después de los primeros capítulos de Hch.

La predicación y el Espíritu Santo.

El discurso de Pedro en Hch 2 ha sido llamado “el cuaderno de notas” de los Hechos,

“un sumario del punto de vista teológico del autor que permite comprender el

subsiguiente desarrollo del libro” (Zehnle). Este es el primer ejemplo en Hch, después

del acontecimiento de Pentecostés (2,11), de una predicación –inspirada por el Espíritu

Santo- de la palabra y la obra de Dios prometida en la profecía de Joel (2,16-21).

En su sermón de Pentecostés, podemos encontrar muchos de los mismos temas que

mencionamos en el capítulo anterior.

(1) Las personas escuchan la palabra de Dios en la predicación de Jesús y/o observan

sus milagros antes de hacerse discípulos.

En los relatos del evangelio que examinamos antes, las personas escuchan la

predicación de Jesús mismo (terreno). Sin embargo, Lucas también indica en el

evangelio que la predicación del Reino fue encomendada a los Doce y a los Setenta.

La “Palabra” va siendo el hilo conductor del texto:

En el discurso de Pedro, vemos cómo él llama la atención del auditorio diciendo:

“Pongan oídos a mis palabras (rema)” (Hch 2,14).

Después de hablar directamente sobre la obra de Dios en Jesús de Nazaret, dice:

“Escuchad estas palabras (logos)” (2,22).

También cuando concluye, Lucas anota que Pedro testificaba “con muchas otras

palabras” (2,40)

Y añade que “aquellos que recibieron sus palabras fueron bautizados” (2,40)6.

Así como la predicación de la Buena Nueva por parte de Jesús fue importante en el

Evangelio, así en Hechos la predicación de los discípulos ocupa un lugar importante.

Sin la predicación, el mensaje de la salvación no puede ser oído. El misionero es el

portador de una palabra.

Entonces: Hechos mantiene y desarrolla la convicción lucana de que un discípulo de

Jesús se hace tal mediante la escucha de la Palabra. Pero…

6Ver esta constante lucana en: 2,37; 4,4; 8,6; 10,33; 13,44.48; 17,32; 18,8; 19,5.10 (también: 13,12;

16,14; 17,4.11).

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¿Cuál Palabra?

¿Qué elementos caracterizan la experiencia de la Palabra en esta nueva etapa del

desarrollo teológico de la obra?

¿Cómo se inserta el nuevo discípulo en el nuevo estado de vida?

¿En qué consiste el nuevo estilo de vida como estado de salvación en la persona de

Jesús y en la participación en la comundad?

Así como la predicación de la Buena Nueva por parte de Jesús (Jesús evangelizador) fue

un rasgo importante del evangelio, también en los Hechos la predicación apostólica

ocupa lugar central. Sin la predicación de los discípulos, el mensaje de salvación no

podría ser escuchado (y por lo tanto, Jesús no podría ser seguido).

La voz de Jesús continúa siendo escuchada por medio del ministerio apostólico “porque

solamente por el encuentro personal con él, y desde esta perspectiva, es que la totalidad

del misterio del plan de salvación de Dios es abierto a los ojos de la fe” (Dillon, 155).

La palabra de Dios predicada por los apóstoles es: “el mensaje sobre Jesús, la fe aquel

que trae el perdón de los pecados y la salvación en el juicio… La salvación que ha

aparecido debe ser predicada a todos los pueblos… la misión llevará al despertar de la

fe, y ésta a la salvación” (Haenchen, 98).

La correlación entre escucha, fe y salvación la encontramos planteada en Lucas 8,11.

Para esto no basta una escucha pasiva, se requiere la comprensión; y después de la

escucha y la comprensión se requiere la acción, esto es, la total obediencia de la fe.

Estas respuestas (obediencia) a la palabra están indicadas en el evangelio:

(a) El Señor resucitado les interpreta a los peregrinos de Emáus (Lc 24,47) y a sus otros

discípulos (24,44) las Escrituras, en lo que se refiere a él y que ha sido realizado en el

misterio pascual.

Los discursos de los Hechos generalmente incluyen referencias a las Escrituras

judías y muestran cómo esta promesa de Dios ha sido cumplida en la vida,

muerte y resurrección de Jesús.

En el sermón de Pedro, las palabras de varios pasajes de las Escrituras (Joel 3,1-

4; Sal 16,8-11; 2 Sam 7,12; Sal 132, 11; Sal 110,1) se presentan como realizadas

en el ministerio de Jesús y en la Iglesia de los orígenes.

(b) Juan Bautista previno diciendo que no hay salvación por la simple pertenencia al

pueblo de Dios o viniendo a ser bautizado (Lc 3,7ss). Quien quiere huir de la ira tiene

que “dar frutos dignos de conversión” (3,8).

El auditorio post-pascual no es testigo de nuevos milagros del Jesús terreno puesto que

éstos se actualizan desde el momento en que los discípulos de Jesús fueron llenados del

Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según le Espíritu le concedía

expresarse” (Hch 2,4). El fenómeno de las lenguas es lo que da ocasión para el anuncio

de la Palabra. Es obvio que hay una conexión intrínseca entre la primera parte del

discurso y el signo precedente. El Espíritu Santo, quien vino sobre Jesús en el Bautismo

y lo capacitó durante su ministerio (Lc 3,22; 4,18), viene sobre la comunidad cristiana

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en Pentecostés y capacita a los seguidores de Jesús para que hablen y actúen en su

nombre (Hechos 2).

Los hechos maravillosos de Jesús también referidos en el discurso de Pedro. Antes de

invitarlos a ser discípulos, Pedro habla acerca de Jesús como “un hombre atestiguado

ante Ustedes por Dios con obras poderosas y maravillas (térata) y signos (semeia) que

Dios hizo a través de él en medio de Ustedes, como Ustedes mismos conocen” (Hch

2,22).

Enseguida Pedro dice que las “muchas maravillas (térata) y signos (semeia) fueron

hechos a través de los apóstoles” (2,43).

Entonces, en lugar de testimoniar las obras y palabras del Jesús terreno en sí, los futuros

discípulos serán confrontados con las palabras con autoridad y con las obras con poder

de los misioneros cristianos antes de ser invitados al discipulado7.

De esta manera podemos concluir que los Hechos de los Apóstoles tiene como hilo

conductor el llamado de los nuevos discípulos a través de la historia. El llamado sigue

siendo obra de Jesús, quien actúa y enseña a través de sus discípulos como el resultado

de la actividad presente del Espíritu Santo.

(2) Jesús y sus discípulos asocian a excluidos y pecadores.

El llamado que Jesús hizo en el Evangelio, continúan ahora haciéndolo los discípulos.

a) La conversión: lo que hay que hacer por parte del pecador

Este tema aparece en 2,38-39: “Pedro contestó: Convertíos y que cada uno de vosotros

se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y

recibiréis el don del Espíritu Santo. Pues la promesa es para vosotros y para vuestros

hijos, y para todos los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro”.

Lucas enfatiza la asociación de Jesús y sus discípulos con excluídos y pecadores porque

“hay una genuina esperanza de conversión solo en el caso de personas que tienen

conciencia de su ser pecadores ante Dios y están ansiosos por obtener el perdón de

Dios” (J. Dupont). El de Pedro es un buen ejemplo de esto (ver Lc 5,8).

Cuando Pedro llama a su auditorio a la conversión (Hch 2,38-39), le está haciendo eco a

la predicación del Bautista (Lc 3,8) y a la de Jesús (Lc 5,8; 3,8; 5,32; 12,3.5; 15,7.10;

16,30; 17,3-4 y 24,47). Nos recuerda también la entrega del kerigma (Lc 24,47). Esta

exhortación para la conversión es frecuente en Hch 3,17-20; 5,31; 10,42s; 13,38-41.

b) El bautismo: lo que Dios hace por el pecador arrepentido

7En Hch hay dos solamente referencias a los milagros de Jesús (2,22; 10,38) y, en cambio, hay numerosas

referencias a los “signos y prodigios” realizados por los discípulos:2,43; 4,30; 5,12; 6,8; 8,13; 14,3;

15,12…). Es probable que detrás de este esquema esté el modelo de Moisés, quien, porque fue lleno del

Espíritu, predicó las palabras de Dios, realizó signos y prodigios, y estimuló la respuesta de

aceptación/rechazo.

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Se nos muestra la importancia del bautismo: es indispensable para la existencia

cristiana. Es signo de la adhesión de fe a la persona a Jesús y también la comunidad de

los discípulos que componen la familia espiritual de Jesús (la Iglesia).

Es demasiado pronto para que Pedro evangelice a los gentiles, pero tengamos presente

que este auditorio está compuesto por personas que están en contacto directo con el

mundo pagano (además son “judíos y prosélitos”, 2,10; personas venidas “de todas las

naciones bajo el cielo”, 2,5). Aquí hay ya un anuncio (Hechos 2,39).

(3) Planteamiento de la misión.

El tema misionero, tan crucial para la comprensión del discipulado cristiano (“Según la

definición lucana, una Iglesia sin actividad misionera no es verdadera Iglesia”, Wilson),

también está en esta perícopa.

Uno de los resultados obvios de la efusión y del poder que da el Espíritu Santo es el

discurso misionero de Pedro (Hech 2,37-41.47b).

La conexión con los textos misioneros del evangelio (Lc 24,46-49; Hch 1,8) aparece

cuando Pedro proclama que él y los demás apóstoles son “testigos” (Hch 2,33) por el

hecho de que Dios ha cumplido sus promesas, tal como se encuentran enlas Escrituras

jdías, por medio del ministerio y la resurrección de Jesús.

Pedro ha sido revestido con poder desde lo alto (2,2-4; ver Lc 24,49; Hch 1,8) y está

comenzando a ofrecer el mensaje de salvación a todas las naciones (ver Lc 24,47; Hch

1,8). Así como fue exitoso en su primera pesca realizada por el poder de la palabra de

Jesús (Lc 5,10), también su primera predicación consigue tres mil convertidos (Hch

2,41).

La tarea principal de Pedro y los otros testigos es afirmar la realidad de la resurrección

de Jesús (Hch 2,32; 3,15; 4,33; 5,32; 10,41; 13,31; Lc 24,48). Para que los discípulos

sean testigos efectivos deben testimoniar públicamente, tanto de palabras como por

obras, lo que han visto y oído (según Dillon, testimoniar no es simplemente ser voceros

de las tradiciones acerca de Jesús, sino hacer una reactualización del “camino” de Jesús

–Hch 10,39-, incluyendo su pasión y muerte).

No debe sorprendernos, por tanto, que:

- Los temas del “ser testigo” y de la “predicación” estén íntimamente

relacionados.

- Lucas represente a los Doce como devotos “en la oración y el ministerio

de la Palabra” (Hch 6,24).

Los discursos en Hechos son importantes no sólo porque ocupan un lugar considerable

en el libro (alrededor de la quinta parte del libro), sino porque están asociados con el

tema teológico del testimonio.

El motivo del testimonio en Lc-Hch es importante, ya que el autor sugiere que el

discipulado implica el dar testimonio del Resucitado. Esto se ve claramente cuando

Jesús le dice a sus discípulos que “serán mis testigos en Jerusalén y toda Judea y

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Samaría y hasta el fin de la tierra” (1,8). Más adelante, Lucas define un apóstol como

una persona que ha estado presente durante el ministerio galileo de Jesús, que lo ha

seguido en el viaje a Jerusalén y que ha presenciado la ascensión (1,21-22). El testigo

garantiza la veracidad del mensaje de la Iglesia acerca del camino completo de Jesús

terreno y ministerio salvífico, desde su bautismo hasta la ascensión.

Es importante anotar, sin embargo, que el título de “testigo” no está limitado a los Doce.

Aunque no fueron seguidores del Jesús terreno “desde el bautismo hasta su ascensión”,

tanto Pablo (22,15; 26,16) como Esteban (22,20) son presentados como testigos de la

resurrección de Jesús.

El tema del auténtico testimonio, que permea los Hch y se enfoca especialmente hacia la

resurrección (Hechos 2,32; 3,15; 4,33; 10,39-41; 13,31; cfr. Lc 24,48), está íntimamente

ligado al motivo del viaje ya que lo está comenzando en Jersusalén se expandirá a todas

las naciones (Hch 1,8).

La sugerencia de que el “el testimonio cristiano es básicamente comunitario”, lo

veremos más adelante cuando estudiemos la dimensión comunitaria del discipulado

cristiano.

Los otros dos temas-eje del discipulado aparecen de diversa manera en Hechos 2,37-47.

Este pasaje, que sigue inmediatamente después del discurso de Pedro y presenta la

respuesta a los oyentes, es “el climax de la primera etapa de la narrativa de los Hechos”.

(4) El seguimiento de Jesús (discipulado).

El discipulado no está expresado en los Hechos en términos de seguimiento de Jesús. El

término akoluotheo no aparece con tanta frecuencia como en el Evangelio y no siempre

tiene la connotación de discipulado (está sugerido en Hechos 13,43, pero no en 12,8.9 o

21,36).

Puesto que akoloutheo puede ser entendido literalmente como “acompañar, ir detrás, o

ir junto con una persona en el tiempo y en el espacio”, quizás Lucas prefiera evitar

cualquier posible malinterpretación dejando de usar este verbo para referirse al

discipulado después de la muerte de Jesús. Lucas no quiere que la resurrección de Jesús,

tan central en su teología, sea entendida simplemente como la resucitación de un

cadáver. En el período postpascual uno no puede seguir al Jesús terreno a Jerusalén.

Uno puede continuar hablando de discipulado como de un viaje, sin embargo, ya que el

fin último del camino de Jesús es dios, no Jerusalén.

En este pasaje vemos que el elemento de intimidad, asociado con el seguimiento de

Jesús, ahora es asociado con la efusión del Espíritu. En Hechos 2,38-39, se expresa en

términos de “la promesa” (ver Lc 24,49; Hch 1,4-5) para Judíos, Gentiles y todos los

que Dios ha llamado para sí. La recepción del Espíritu Santo en Hechos tiene como

función llevar a cabo lo que en el evangelio hacía el ejercicio del seguimiento: tiene la

doble función de relación estrecha con el Maestro y de capacitación para la misión. El

fruto visible de la obra del Espíritu dentro de la Iglesia es la “koinonía” (Hch 2,42), la

unidad y armonía de la comunidad cristiana, marcada por la institución de un fondo

común, el compartir mutuo y la alegría.

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El uso lucano de “seguir” (akoloutheo) en sentido figurativo indica que el motivo del

viaje no debe ser entendido en términos fisicos. Él retrata el discipulado cristiano como

“la identificación de la persona con el camino de vida y el destino del maestro por

medio de un íntimo y personal seguimiento de él” (Fitzmyer). Hay una conexión, por

tanto, entre el motivo del viaje y la vida de fe. Lucas la presenta como un cuadro

desarrollado de la vida terrena de Jesús y la vida de la Iglesia.

Con este gran cuadro unitario, Lucas sugiere que el seguimiento de Jesús como un viaje

hacia Dios implica hacer progresos en la vida de fe. La fe de una persona puede ser

pequeña como un grano de mostaza, pero tiene la capacidad de crecer (Lc 17,5-6). Pero

después de escuchar la Palabra de Dios, uno tiene que sostenerla y llevarla a un

fructificación con perseverancia (Lc 8,15).

Los viajes de Jesús y sus seguidores en Lc-Hch sugieren que el tercer evangelista quiere

que sus lectores comprendan la vida de fe como una realidad activa, dinámica, no

estática.

Seguir a Jesús implica:

- Fe en el Señor Jesús (Hch 4,12; 10,43; 16,31)

- Escuchar y hacer el querer de Dios (Lc 6,46-49; 8,21).

(5) El compartir de bienes (primer cuadro comunitario en 2,44-45).

Según Hch 2,44-45 el discipulado implica un radical distanciamiento de los bienes. A

diferencia de los relatos vocacionales del evangelio, no se dice que los nuevos

discípulos tengan que dejar “todo” para seguir a Jesús. Los nuevos discípulos siguen

poseyendo cuando entran en la comunidad cristiana, ni los dejan (Lc 5,11.28) ni los

reparten entre los pobres de manera general (Lc 18,22).

Cuando Lc dice que los miembros de la comunidad de Jerusalén “ponen todo en

común” y que “reparten a todos” y que no hay necesitados (Hch 2,45), está sugiriendo

que hay una renuncia a la riqueza y a la acumulación de recursos, creando un fondo

común. En Hch 4,32-5,11, sin embargo, sugiere también que se les permite a los

cristianos retener su propiedad privada en la medida en que estén dispuestos a ayudar en

las necesidades que aparecen dentro de la comunidad.

Esta última actitud hacia los bienes también es radical, pero quizás sea mejor

comprenderla como desapego y compartir que como abandono. Cuando uno explora

esta diferencia detalladamente, uno tiene también que analizar la posiblidad de que

Lucas comprenda la relación de una persona con los bienes como un símbolo de la

relación con Dios. ¿Lucas representa una aceptación o un rechazo personal de la

presencia de Dios en la propia vida por medio de esta representación de la actitud de

una persona hacia su uso actual de los bienes?

Aunque los veremos con más detalle más adelante, otros temas deben que aparecen en

el pasaje analizado merecen ser mencionados:

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a) Lo que se dijo previamente sobre la actividad terapéutica de Jesús y su discípulos

también se puede aplicar a la oración. La oración no sólo caracteriza el ministerio de

Jesús y de sus primeros discípulos, sino también cada etapa del camino del Evangelio

hacia el mundo gentil.

b) En esta perícopa también encontramos el tema de la alegría (Hch 2,46), uno de los

temas del Evangelio. El discípulo es descrito como una persona que responde al

mensaje de los apóstoles con alegría, sorpresa, alabanza y bendición (8,8.39; 13,48.52;

16,34). Uno que se goza ayudado a llevar este mensaje del Reino a los otros (5,41;

11,23; 12,14; 15,3.31).

c) La importancia de la Eucaristía para los discípulos aparece en la mención de la

fracción del pan en Hch 2,46. Jesús mismo partió el pan en la última cena (Lc 22,19) y

en Emaús (24,30-31.35), mientras que la comunidad cristiana lo hace también en

Tróade (Hch 20,7; ver 27,33-38).