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Y Cervantes comenzó a escribir Don Quijote, la vida de un loco que quiere poner bondad en la vida y de un campesino que le apoya a veces con intereses, muchas veces más por que lo quería bien. Así nació la novela cervantina. Cervantes ese día de la batalla de Lepanto estaba enfermo, con fiebre, y orden médica de estar bajo cubierta. Cuando desde su camarote escuchó la refriega cristiana contra el turco y peligro de la galera Marquesa, que era su embarcación, se levantó, dejó una nota para su médico y contribuyó al éxito de la batalla. Habla Cervantes de la fe, y dice de ella lo que enseñaba y enseña la Iglesia: que, si es viva, se traduce en obras, en su caso particular en obras literarias. CÉSAR GARCÍA ÁLVAREZ, Profesor de Estado en Castellano, Univ de Chile; Ph.D. en Filosofía, mención Literatura, Univ. de Chile. Profesor de la Universidad Gabriela Mistral.

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Y Cervantes comenzó a escribir Don Quijote, la vida de un

loco que quiere poner bondad en la vida y de un campesino

que le apoya a veces con intereses, muchas veces más por

que lo quería bien. Así nació la novela cervantina.

Cervantes ese día de la batalla de Lepanto estaba enfermo,

con fiebre, y orden médica de estar bajo cubierta. Cuando

desde su camarote escuchó la refriega cristiana contra

el turco y peligro de la galera Marquesa, que era su

embarcación, se levantó, dejó una nota para su médico y

contribuyó al éxito de la batalla.

Habla Cervantes de la fe, y dice de ella lo que enseñaba

y enseña la Iglesia: que, si es viva, se traduce en obras,

en su caso particular en obras literarias.CÉSAR GARCÍA ÁLVAREZ, Profesor de Estado en Castellano, Univ de Chile; Ph.D. en Filosofía, mención Literatura, Univ. de Chile. Profesor de la Universidad Gabriela Mistral.

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Cervantes un hombre de etras y de fe

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1.- Cervantes o la fe que se traduce en obras literarias.El gran Dostoievsky dijo un día, hablando de Don Qui-jote : “… éste es un gran libro, del número de los eternos, de esos que sólo de tarde en tarde se ve gratificada la humanidad” (Diario de un escritor); quiero destacar de este texto de Dostoievsky dos palabras: eterno y grati-ficar; dos palabras que, para ponderar la importancia de Don Quijote, han sido extraídas del vocabulario religioso: eterno, lo que permanece y gratificar, lo que nos predispone a la gracia de Dios; de esta perma-nencia y de esta gratificación habló también Cervan-tes cuando dijo de su libro: “tiempo vendrá en que este libro mío, los niños jugarán con él, los jóvenes lo leerán, los adultos lo entenderán y los ancianos extraerán de él toda su sabiduría”.En Don Quijote aparecen 309 veces la palabra creer y 101 la palabra fe y, aunque estas dos palabras no siempre están usadas con rigor religioso, pues las usamos también en los temas humanos, pertenecen sin duda al diccionario dogmático, hay tras ellas una resonancia religiosa. Habla Cervantes de la fe, y dice de ella lo que enseñaba y enseña la Iglesia: que, si es viva, se traduce en obras, en su caso particular en obras literarias. Conversan Diego Miranda y don Quijote en la Segunda Parte de la novela y Diego Miranda dice: “Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es la lengua del alma; cuales fueren esos conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos” (II.16). Sabía Cervantes que su pluma era la lengua de su alma y tales cuidados tenía él con la fe, que se mantiene siempre dentro de los límites de la máxima fidelidad a la tradición: se refiere a los luteranos, a los maho-metanos, a los judíos, a los erasmistas y claramente rechaza sus doctrinas. No acepta la tan traída como llevada frase “el respeto a la diversidad”, cumple con lo que dice el Evangelio “sea vuestra palabra sí, sí, no, no”. Ante Dios no valen ambigüedades, se está o no se está. El respeto a la diversidad sólo se da cuando ambas partes son verdaderas, si una es verdadera y la otra falsa, se tolerará la diversidad hasta encontrar un camino común, y si no se encuentra, se tolerarán o se aguantarán. En Los Trabajos de Persiles y Sigismunda, novela de Cervantes, Mauricio hace esta confesión irrestricta: “Soy cristiano católico, y no de aquellos que andan mendigando la fe cristiana entre opiniones”. Cervantes en esta fidelidad a la Iglesia llegó incluso a excederse, así cuando don Quijote le dice a Sancho: “Y advierta, Sancho, que las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito, ni valen nada” (II.36); una frase doctrinalmente excesiva, si bien, es una exageración ponderativa. El Indice expurgatorio del cardenal Zapata (1613) la mandó borrar y en la edición de Valencia de 1616 ya no aparece.

2. La vida y obra de Cervantes entre el suelo y el cielo.La propia vida de Cervantes está marcada por lo reli-gioso:Nació el 24 de septiembre de 1547, el día de San Miguel, el Arcángel de la espada, y bajo su protección pusieron sus padres a quien iba a ser un hombre de la espada y de la pluma.

En 1565 estudia con los jesuitas en Sevilla.En 1566, ya en Madrid, con 20 años, sigue las lecciones del P. Juan López de Hoyos quien lo distingue llamán-dolo “nuestro caro y amado discípulo”. Este jesuita invita a Cervantes a participar en el homenaje literario, de ca-rácter póstumo, dedicado a la reina fallecida Isabel de Valois; Cervantes escribe ya junto a las grandes figuras literarias de la época.En 1569 sirve al Cardenal Julio Acqua Viva en Roma, disfrutando de su riquísima biblioteca y de la Roma renacentista. Cuanto humanismo existe en Don Quijote brota de estos servicios.1570, Cervantes se alista en la Santa Liga, la armada formada por Roma, Venecia y España, al mando de don Juan de Austria, hermano de Felipe II, para detener al

Escena del Quijote - ilustración de Gustave Doré.

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turco otomano que amenazaba la cristiandad. El éxito de la batalla tuvo lugar el 7 de octubre, día que el Papa Pío V señaló en el calendario religioso como “El día de Nuestra Señora del Rosario”. Cervantes ese día de la bata-lla de Lepanto estaba enfermo, con fiebre, y orden mé-dica de estar bajo cubierta. Cuando desde su camarote escuchó la refriega cristiana contra el turco y peligro de la galera Marquesa, que era su embarcación, se levantó, dejó una nota para su médico y contribuyó al éxito de la batalla. Para la radiografía espiritual de Cervantes, esta nota a su médico es particularmente importante, se lee así: “Qué se diría de mí. He servido siempre muy bien a Su Majestad; y así no seré menos, aunque esté enfermo y con calenturas. Más vale pelear en servicio de Dios y de su Ma-jestad y morir por ellos, que bajarme so cubierta”. Cervan-tes, como don Quijote, siempre con vocación de martirio por valores que están más allá del hombre.

Cuenta Cervantes cómo en esta batalla fue herido:A esta dulce sazón, yo triste estabacon la una mano a la espada asiday sangre de la otra derramaba.El pecho mío de profunda heridasentía llagado, y la siniestra manoestaba por mil partes ya rompida.

Pero el contento fue tan soberanoque a mi alma llegó, viendo vencidoal crudo pueblo infiel por el cristianoPero el contento fue tan soberanoque a mi alma llegó, viendo vencidoal crudo pueblo infiel por el cristiano.

Cervantes escribe más tarde el himno por la batalla de Lepanto, “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados y esperan ver los futuros” (Prólogo de la II Parte de Don Quijote); la letra dice así:España.

Madre de los valientes de la guerraArchivo de católicos soldados

Crisol donde el amor de Dios se apuraTierra donde se ve que el cielo entierraLos que han de ser al cielo trasladadosPor defensores de la fe más pura.

Los contenidos de la canción son de claro compromiso religioso, archivo de católicos soldados, Iglesia Militante; el cielo entierra/ los que han de ser al cielo trasladados, Iglesia Triunfante.Cervantes regresa a España tras aquella memorable batalla y es apresado por los piratas a la altura de Mar-sella y llevado a Argel, allí, a la espera del pago de un cuantioso dinero por el rescate, dinero que sus padres no tenían; cinco años cautivo en el norte de África. Y nuevamente la Iglesia a su lado, el P. Gil, Trinitario, es quien, tras la colecta de muchas limosnas, lo rescata.

1613 ingresa como Terciario de San Francisco.1616 aparece protegido del Cardenal de Toledo Ber-nardo de Sandoval.

19 de abril 1616, tres días antes de su muerte, escribe: “ puesto el pie en el estribo con las ansias de la muerte…”22 de abril, muere Cervantes y es enterrado el 23 en la iglesia de las Monjas Trinitarias de Madrid, acom-pañado de sus hermanos los terciarios franciscanos.El poeta Francisco de Urbina escribió para ese día este epitafio:

Caminante, el peregrinoCervantes aquí se encierrasu cuerpo cubre la tierra,no su nombre que es divino.En fin, hizo su camino;pero su fama no es muerta,ni sus obras, prenda ciertade que pudo, a la partidadesde esta a la otra vida,y la cara descubierta.

Con la cara descubierta, nos recuerda aquellos versos de Amado Nervo:Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo vida

Porque nunca me diste, ni trabajos injustosNi penas inmerecidas. Porque veo al final de mi caminoQue yo fui el arquitecto de mi propio camino.Cuando planté rosales, siempre recogí rosas.Sé que a mis penas va a seguir el invierno Pero tú no me dijiste que mayo fuese eternoAmé, fui amado, el sol acarició mi fazVida nada me debes, vida estamos en paz.

3. Algunas novelas religiosas cervantinas. En Los trabajos de Persiles y Sigismunda, Cloélia está a punto de morir y Ricla recoge la profesión de fe, siguiendo una fórmula frecuente en la época, con claro énfasis en Roma.“Creo en la Santísima Trinidad, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, tres personas distintas y que todas tres son un solo Dios verdadero y que aunque es Dios el Padre y Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo, no son tres dioses distintos y apartados, sino un solo Dios verdadero. Finalmente, creo todo lo que tiene y cree la Santa Iglesia Católica Romana, regida por el Espíritu Santo y gobernada por el Sumo Pontí-fice, vicario y visorrey de Dios en la tierra sucesor legítimo de San Pedro, su primer pastor después de Jesucristo, primero y universal pastor de su esposa, la Iglesia… venero a la Virgen María, reina de los cielos y señora de los ángeles y nuestra, tesoro del Padre, relicario del Hijo y amor del Espíritu Santo, amparo y refugio de los pecadores”.Confiesa la Trinidad y nos dice: no soy judíaConfiesa todo lo que cree la Iglesia Católica Romana y

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señala: no soy anglicana, ni luterana, ni calvinista. Cloélia lo expresa conscientemente, pues se encuentra en la anglicana Inglaterra.Confiesa al Romano Pontífice, vicario de Dios, sucesor de San Pedro e implícitamente afirma: no soy ortodoxa oriental, creencia ésta en la que el Papa es un Patriarca más, si bien “primum inter pares”. Hay aquí algo más: es tesis de Cervantes que los católicos deben obligarse a ir una vez al menos en la vida a visitar la tumba de San Pedro, de esta fuente manará el agua viva que después se extenderá por el mundo; la fuerza religiosa de los musulmanes –piensa Cervantes- brota de este sentido de peregrinación a la Meca.El libro Los trabajos de Persiles y Sigismunda se abre con esta profesión de fe de Cloélia confesión de fe hecha al modo del Concilio de Trento, obviando las herejías que entonces rondaban. El obispo Pedro González de Men-doza en sus Memorias del Concilio de Trento señala que en la redacción del Catecismo romano, el Credo se encargó a españoles como gente segura en la fe, Credo que Cloélia acaba de confesar.

4. El humanismo de Cervantes, fe frente a razón.Cervantes vive en una época llamada Humanismo, por los estudios que se hacían entonces de los autores paganos griegos y latinos. En este aspecto se daban dos extremos: los cristianos que taxativamente rechazaban a los paganos en sus doctrinas religiosas, a Platón, Aristóteles, Sócrates, Séneca, Cicerón y los que, como Erasmo, pensaban que por la luz de la razón muchos de aquellos paganos llegaron a las verdades religiosas; Erasmo llegó a decir: San Sócrates, ruega por nosotros.Cervantes adopta una vía humanista media: por una parte, se ríe de los excesos de los humanistas y por otra parte cree, como Santo Tomás, que existen vías raciona-les para demostrar la existencia de Dios. Cervantes se ríe del excesivo racionalismo filológico de los humanistas en aquella escena en la que un estudiante humanista de Salamanca acompaña a Don Quijote y Sancho a la Cueva de Montesinos; se ríe de este estu-diante humanista, pues escribía libros “de gran provecho y no menos entendimiento sobre curiosidades y menudencias; entre ellas quién fue el primero que tuvo catarro en el mundo, autorizando la respuesta con más de 25 autores”; Sancho observará: “para preguntar necedades y responder disparates no he menester yo andar buscando ayuda de vecinos”, los ve-cinos de los cristianos fueron precisamente los paganos que hay que estudiarlos, pero con las reservas propias de quienes sólo se guiaban por la luz de la razón. Decimos que Cervantes adopta una vía media, pues como San Agustín y Santo Tomás se apoyaron en Platón y Aristóteles, pero no en todo Platón y no en todo Aris-tóteles. Expresa Cervantes de la belleza, que tan bien cultivaron los griegos:”y tiene la belleza tanta fuerza para

mover nuestros ánimos que ella sola fue parte para que los antiguos filósofos, ciegos y sin lumbre de fe…llevados de la razón natural…fueran por las causas segundas hasta llegar a la primera causa de las causas y conocieran que había un principio sin principio de las cosas” (Persiles III,11). Aquí, sí, aquí la razón pagana intuyó que el bien, la verdad, la bondad y la belleza son transcendentales, que allí donde hay una chispa de verdad, bondad, bien o belleza alienta participativamente la idea de belleza suma, bon-dad suma, bien sumo, verdad suma. Se podría decir en lengua cristiana “per visibilia ad invisibilia”. Me recuerda esta fuerza trascendente de la belleza las conversiones de Huysmann, Paul Claudel y García Morente, allegados a la fe a través del arte. Fray Luis en la Oda a Salinas no expresa otra cosa distinta, Fray Luis de quien Cervantes expresó: “A quien yo reverencio, adoro y sigo”. Un ejemplo más, se dice de Auristela pagana y de Auris-tela conversa dos cosas distintas: “Si medio gentil, amaba Auristela la honestidad, después de catequizada, la adoraba” (Persiles IV). La razón natural nos lleva a conocer a Dios, la fe nos lleva a conocerle iluminadamente..La razón aclara las verdades, la fe las deslumbra.La razón alimenta la inteligencia humana, la fe satisface todo deseo de conocer.La razón sola tiene muchas limitaciones. En Don Quijote Vivaldo alaba la oración a Dios de los caballeros andantes en caso de peligro, pero censura se hayan de encomendar a su dama, como piensa don Quijote. Cervantes escribió un drama estrictamente religioso El rufián dichoso. El protagonista había hecho voto de ser salteador, se convierte y se hace religioso, invoca a María, el Angel de la Guarda, reza el Rosario. En el momento de su muerte el demonio quiere razonar con él para que renuncie a su fe, pero él le contesta:

”Conmigo en valde te ponesA disputar, que yo séQue, aunque te sobre en la feMe has de sobrar tu en razones.

En todos los casos, el demonio en el último momento agudiza sus razones de tentación para capturar un alma, pero en asuntos de fe no valen razones. Erasmo en Preparación para la muerte cuenta que un filósofo y un cristiano no ilustrado fueron tentados por el Demonio a la hora de su muerte; el filósofo discutió con él, y se condenó; el cristiano no ilustrado, no discutió con el demonio y se salvó. El diálogo fue este:

¿Qué crees?Lo que cree la Iglesia¿Y qué cree la Iglesia?Lo que creo yo.Y tú ¿qué crees?Ya está dicho:Lo que cree la Iglesia.

Este cristiano no ilustrado de algún modo usa la razón, pero en un argumento cerrado, equivalente a A=B, B=A.

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Cervantes sigue en esto a la tradición escolástica, la razón es “ancilla theologiae”, una ayuda; no hay para Cervantes “ratio quaerens fidem” sino “fides quaerens intellectum”.

5. Tras la epopeya y la novela, desde la perspectiva religiosa.Antes de Cervantes el género épico o que narraba el mundo, lo visible, era la epopeya: la Ilíada, la Odisea, el Poema de Mío Cid, la Canción de Roldán, la Araucana, las novelas de caballerías eran tenidas también como epo-peyas, como un género alto, solemne, que involucraba a héroes excepcionales y a pueblos enteros.Cervantes se plantea como cristiano la necesidad de un género narrativo que hable de las cosas humildes, de las cosas visibles más pobres, debe haber piensa él un sermo humilis, a diferencia del género gravis de la epopeya. Cristo fue un logos humilis, los Evangelios hablan de El en tono humilde, ¿por qué no ha de haber un género, la no-vela, que relate vidas particulares, no héroes, y de rango particular, no nacional, que sean vidas ejemplares y, si no lo son, muestre cómo esos hombres se esfuerzan por buscar el bien, la verdad y la bondad, aunque algunos de estos personajes de novela se equivoquen? Y Cervantes comenzó a escribir Don Quijote, la vida de un loco que quiere poner bondad en la vida y de un campesino que le apoya a veces con intereses, muchas veces más por que lo quería bien. Así nació la novela cervantina. Después de Don Quijote, esto y no otra cosa encontra-mos en Ana Frank y su Diario, eso hace Santa Teresita en El libro de su vida, eso encontramos en Dostoviesky en Crimen y Castigo, eso hace Hemingway en El Viejo y el Mar, eso es El Principito. Es cierto que hay novelas sin esperanza o poco espe-ranza, como Niebla de Unamuno, pero Augusto lleva en su corazón clavada la espina de la inmortalidad; o El Extranjero de Albert Camus, pero el que se siente extranjero en esta vida es que está anhelando de algún modo otra; se habla de Kafka como prototipo de lo horrible, pero ¿acaso en la Divina Comedia el Infierno no es el prototipo de lo horrible? También en la magna obra de Dante existe el Paraíso, como también existe la pri-mavera, y la esperanza en la familia de Gregorio Samsa después de tan terrible noche oscura. ¿Qué decir de la novela del absurdo? que no tiene larga vida, porque como dice Peguy: “Hay en el hombre más cosas dignas de admiración que de odio” y la novela es y será después de Cervantes la radiografía del hombre. Cervantes funda el género de las historias privadas con sus esperanzas y sus errores, con sus equivocaciones, sus luchas, con lo que debemos imitar y lo que debemos rechazar. Después de Cristo que se encarnó, que se quedó bajo las especies de pan y vino, que dijo estaré con vosotros hasta el fin de los tiempos, que promete un cielo nuevo y una tierra nueva, que inhabita en los hombres por la gracia, después de esta dignidad del hombre y la

creación toda, hablar de ello, escribir la historia de ello, abrir el alma de personajes concretos para ver como lucharon ante la verdad, el bien, la bondad, la justicia, el misterio de Dios, que esto es la novela a diferencia de la epopeya, esto ya es posible.

6. Pero para construir la novela moderna, Cervantes tuvo que destruir la novela de caballerías.La novela de caballerías fue un género propio de la Edad Media, personas que libremente se ofrecían para im-plantar en el mundo la justicia. Tenían su preparación, y una rigurosa ética. En el siglo de Cervantes, ya existían policías organizadas, como la Santa Hermandad en España, y estos caballeros con su casco, escudo, lanza, caballo y un escudero estaban en desuso.

Monumento a Cervantes. Madrid.

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Pero, aunque no existían estos caballeros en la realidad, sí en la fantasía de muchos novelistas que hicieron de sus lecturas lo que hoy es la teleserie. Carlos V, Santa Teresa, Magallanes, Hernán Cortes, López Pinciano, los segadores de Don Quijote, las leían.El libro de El Quijote se abre con estas novelas, don Quijote enloquece con su lectura, y se cierra con ellas, “…pues no ha sido otro mi deseo que poner en aborrecimiento de los hombres las fingidas y disparatadas historias de los libros de caballerías, que por las de mi verdadero don Quijote van ya tropezando y han de caer del todo sin duda alguna. Vale”, dice Cervantes antes de cerrar la última página de su novela.Destruida esta épica ya se puede narrar qué es el hom-bre, hacer la anatomía o radiografía de la bondad, de la maldad, de la búsqueda, de los encuentros que los seres humanos llevamos dentro. La novela moderna es el testimonio de la libertad y responsabilidad del hombre. Los héroes de las novelas de caballería estaban condi-cionados por sus progenitores ilustres, por el espacio y

por la sangre, Amadís hace lo que hace, sólo porque es hijo del rey Perión y de la reina Helisena, y porque nació en un país maravilloso, que no existe, y que se llama Gaula. La novela de caballerías se puede comparar con un astronauta que viaja teniendo todo pautado desde la plataforma de Nevada; la novela moderna es como Cristóbal Colón, también al descubrimiento de un nue-vo mundo, pero a fuerza de esfuerzo, valentía, valores, honor, esperanza, lealtad, servicio, amistad, fe. Esto es el personaje Diego Miranda, ésta es la sustancia de la novela moderna creada por Cervantes.

Conclusión.La novela de cada persona se construye de cara a las virtudes o de espaldas a ellas, y en El Quijote se halla la tipología de unos y de otros: Es Don Quijote compendio y síntesis de la vida humana:El ventero, es el que hoy a cualquier costa valora más el dinero que las personas. Los yangüeses, son los siem-

Litografía de Gustave Dore.

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pre dispuestos a la acción directa, léase terrorista.Los cabreros, son los que han perdido la ilusión del pas-tor, pero se asombran de los derechos humanos, como tantas veces sucede hoy.Las prostitutas y los que las compran, hoy, hasta se anuncian en los diarios.Los segadores y su diversión con las novelas de caba-llerías, son el equivalente de las teleseries, farándula y betseller, amable superficialidad.Los duques, el poder del dinero para pasarlo bien, aun-que sea a costa del inocente.Sansón Carrasco, el joven que confía en su juventud y le sirve de poco; también hay ejemplos a nuestro alcance.Pero también en la novela de Cervantes, se encuentran los personajes de la ejemplaridad, así:Sancho o la fidelidad, la bondad, la sabiduría que da el campo, el consejero, la ayuda.Alonso, el vecino que como buen samaritano lleva a don Quijote a casa.

Diego Miranda, quien encarna las virtudes del caballero moderno de la fe, lealtad, honor, defensa del desam-parado, protector de los indefensos, el hombre de la prudencia, respetuoso, amigable.Marcela, la defensa de la castidad libremente aceptada.El joven labrador del Toboso, es quien anuncia los peli-gros a Quijote y Sancho.El notario y el cura, finalmente, quienes aceptan las últimas palabras de nuestra vida: el testamento y la confesión. Quijote, es el ejemplo de hacer en la vida lo que vale para lo eterno: “Los cristianos, católicos y andantes caballeros más habemos de atender a la gloria eterna en las regiones etéreas y celestes, que a la vanidad de la fama; por mucho que dure, en fin se ha de acabar con el mesmo mundo que tiene un fin señalado” (II.8).Cervantes un hombre de fe, en su vida y en sus obras. •

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