Conduct is Mo

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Conductismo Juan B. Fuentes Universidad Complutense de Madrid Si nos acercamos a la bibliografía que se viene publicando en los medios académicos psicológicos (sobre todo en los norteamericanos y en los que reciben su influencia) desde aproximadamente los años 60 hasta hoy, nos encontraremos con que, al menos en una amplia franja de dichas publicaciones, se viene decretando la «muerte del conductismo» como un «paradigma» ya obsoleto que, al parecer, habría quedado «superado» por el nuevo «paradigma emergente» de la psicología cognitiva del procesamiento de la información. En efecto, la amplia difusión académica que está teniendo la llamada «metáfora del ordenador>, esto es, el supuesto heurístico de que lamente humana funciona de un modo análogo a como los ordenadores codifican, procesan, almacenan, recuperan y utilizan sus unidades de información, en alianza con algunos retazos de la nueva filosofía postpositivista de la ciencia -y en especial de la teoría kuhniana de los paradigmas-, parecen haber firmado el acta de defunción de la psicología conductista. Muy brevemente esquematizada, la historía que se nos cuenta sería esta: El presunto «paradigma» conductista habría adoptado un modelo de factura positivista del método científico cuyas estrecheces y limitaciones positivistas habrían impuesto sobre el objeto o campo de estudio psicológico una restriocibn fisicalista que habría expulsado de dicho campo precisamente a los fenómenos más característicamente psicológicos (a los eventos mentales). Por su parte, el nuevo presunto «paradigma» cognitivista, liberado del corsé metodológico positivista (y simplemente asistido por las «reglas generales del método científico» que, por lo que se ve, anda hoy día mucho más flexibilizado gracias a la nueva filosofía pospositivista de la ciencia) se permitiría recuperar el ámbito de lo mental como objeto de conocimiento psicológico, entendido en particular según dicta la metáfora del ordenador. Puede, sin embargo, que esta versión, tan lineal, ande un tanto equivocada, y que, entre otras cosas, la psicología conductista -en particular, la práctica científica psicológica puesta en juego por los conductistas- siga siendo hoy un «muerto viviente» que goza de excelente salud, como no podía ser de otro modo. Puede, en efecto, que lo que falle de estas versiones metacientíficas e históricas que tan frecuentes son últimamente en la psicología, sea el punto de vista epistemológico en el que se sitúen, un punto de vista que, según lo entiendo, se limita a sobrevolar el rasante de la efectiva práctica científica y sólo percibe las representaciones metacientíficas o filosóficas que acompañan a dicha práctica. Como se analiza con algún detalle en el artículo Epistemología, tanto la filosofía postpositivista de la ciencia (y la kuhniana, desde luego), como el positivismo lógico, asumen una concepción idealista de la ciencia como consecuencia de su común factura analítica, o sea, en virtud de su pretensión de confinar las cuestiones epistemológicas a meros análisis metalingiüsticos del lenguaje. Una mínima consideración de dichas características nos será imprescindible para abordar críticamente las versiones metacientíficas sobre el oonductismo que son tan frecuentes últimamente en los medios psicológicos. Muy brevemente esbozado, el mecanismo que subyáce el transfondo idealista común a estas epistemologías seria éste: ambas perciben a las ciencias solamente como discursos que hablan acerca de la realidad, de manera que confinan -en principio- el análisis epistemológico al análisis metalingüístico de dichos discursos o lenguajes. Ahora bien, en la medida en que necesitan conferir alcance epistemológico a sus análisis metalingüísticos (como para que éstos se presenten, no ya como siendo sólo meros ejercicios técnicos de análisis de los conocimientos de la ciencia), ambas epistemologías necesitan, inevitablemente, acoplar ciertos presupuestos relativos a la práctica científica que, al ser extraproposicionales, resultan a la postre indiscernibles desde el modelo meramente metalingüístico de análisis que asumen. El transfondo idealista de esta manera de concebir las cosas radica en que a la práctica se la acaba percibiendo, tácitamente, como suerte de duplicado dócil del modelo metalingiüstico que se asume (como si la práctica reduplicara, por añadidura, el modelo, que sólo lo es del lenguaje en cuanto que metalingüístico, del que partimos): y es el caso que es dicha supuesta re-producción o reduplicación la que resulta indiscernible, no racionalizable y por ello arbitraria desde la sola posibilidad de análisis metalingüístico en la que nos situamos. Por lo que respecta al positivismo lógico: sabido es que éste tomó a las relaciones lógicas (y/o a su análisis metalingüístico) como criterio epistemo-lógico de la racionalidad empírica (como criterio de contrastación empírica y de demarcación entre la ciencia y la pseudociencia); mas si pudo hacer esto fue sobre la base del supuesto tácito del carácter neutral y autónomo del significado de los términos y enunciados de observación, supuesto éste que ya es extra-lógico -extraposicional-, relativo al acto práctico de la experiencia, y que resulta por ello indiscernible u opaco al análisis metalingüístico del que partimos. El idealismo de la práctica se nos muestra ahora como sigue: la práctica de la ciencia aparece ahora como la aplicación (metodológica) de ciertas reglas de análisis lógico. El «método» de la ciencia es, en efecto, para el neopositivismo «lógica aplicada»: ciertas reglas lógicas de procedimiento para la construcción correcta lógico-formal de los lenguajes, en el supuesto de que con ello recogemos -los datos empíricos puros o brutos (fisicalistas) que dotan de información a los lenguajes, supuesto éste que no sólo es lógicamente indiscernible (o arbitrario), sino que implica asimismo el supuesto idealista de que la práctica (el acto práctico de experiencia) se aviene, como un duplicado dócil, a la aplicación de un determinado modelo metalingüístico. Así pues, asumir la epistemología lógico-positivista involucra, inmediatamente, asumir el supuesto idealista de que la práctica de la ciencia es el resultado de aplicar el modelo metafngüístico de lenguaje diseñado por el positivismo lógico; en particular, que aplicando dicho modelo estamos ya, recogiendo sólo datos puros de experiencia. Por lo que respecta a las nuevas perspectivas pospositivistas (de autores como Hanson, Feyerabend, Kuhn y otros); sabido es que éstas parten de una crítica al supuesto neopositivista del lenguaje neutral y autónomo de observación;

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  • ConductismoJuan B. FuentesUniversidad Complutense de Madrid

    Si nos acercamos a la bibliografa que se viene publicando en los medios acadmicos psicolgicos (sobre todo en losnorteamericanos y en los que reciben su influencia) desde aproximadamente los aos 60 hasta hoy, nos encontraremoscon que, al menos en una amplia franja de dichas publicaciones, se viene decretando la muerte del conductismocomo un paradigma ya obsoleto que, al parecer, habra quedado superado por el nuevo paradigma emergentede la psicologa cognitiva del procesamiento de la informacin. En efecto, la amplia difusin acadmica que estteniendo la llamada metfora del ordenador>, esto es, el supuesto heurstico de que lamente humana funciona de unmodo anlogo a como los ordenadores codifican, procesan, almacenan, recuperan y utilizan sus unidades deinformacin, en alianza con algunos retazos de la nueva filosofa postpositivista de la ciencia -y en especial de la teorakuhniana de los paradigmas-, parecen haber firmado el acta de defuncin de la psicologa conductista.Muy brevemente esquematizada, la histora que se nos cuenta sera esta: El presunto paradigma conductista habraadoptado un modelo de factura positivista del mtodo cientfico cuyas estrecheces y limitaciones positivistas habranimpuesto sobre el objeto o campo de estudio psicolgico una restriocibn fisicalista que habra expulsado de dicho campoprecisamente a los fenmenos ms caractersticamente psicolgicos (a los eventos mentales). Por su parte, el nuevopresunto paradigma cognitivista, liberado del cors metodolgico positivista (y simplemente asistido por las reglasgenerales del mtodo cientfico que, por lo que se ve, anda hoy da mucho ms flexibilizado gracias a la nueva filosofapospositivista de la ciencia) se permitira recuperar el mbito de lo mental como objeto de conocimiento psicolgico,entendido en particular segn dicta la metfora del ordenador.Puede, sin embargo, que esta versin, tan lineal, ande un tanto equivocada, y que, entre otras cosas, la psicologaconductista -en particular, la prctica cientfica psicolgica puesta en juego por los conductistas- siga siendo hoy unmuerto viviente que goza de excelente salud, como no poda ser de otro modo.Puede, en efecto, que lo que falle de estas versiones metacientficas e histricas que tan frecuentes son ltimamente enla psicologa, sea el punto de vista epistemolgico en el que se siten, un punto de vista que, segn lo entiendo, selimita a sobrevolar el rasante de la efectiva prctica cientfica y slo percibe las representaciones metacientficas ofilosficas que acompaan a dicha prctica.Como se analiza con algn detalle en el artculo Epistemologa, tanto la filosofa postpositivista de la ciencia (y lakuhniana, desde luego), como el positivismo lgico, asumen una concepcin idealista de la ciencia como consecuenciade su comn factura analtica, o sea, en virtud de su pretensin de confinar las cuestiones epistemolgicas a merosanlisis metalingisticos del lenguaje. Una mnima consideracin de dichas caractersticas nos ser imprescindible paraabordar crticamente las versiones metacientficas sobre el oonductismo que son tan frecuentes ltimamente en losmedios psicolgicos.Muy brevemente esbozado, el mecanismo que subyce el transfondo idealista comn a estas epistemologas seria ste:ambas perciben a las ciencias solamente como discursos que hablan acerca de la realidad, de manera que confinan -enprincipio- el anlisis epistemolgico al anlisis metalingstico de dichos discursos o lenguajes. Ahora bien, en la medidaen que necesitan conferir alcance epistemolgico a sus anlisis metalingsticos (como para que stos se presenten, noya como siendo slo meros ejercicios tcnicos de anlisis de los conocimientos de la ciencia), ambas epistemologasnecesitan, inevitablemente, acoplar ciertos presupuestos relativos a la prctica cientfica que, al serextraproposicionales, resultan a la postre indiscernibles desde el modelo meramente metalingstico de anlisis queasumen. El transfondo idealista de esta manera de concebir las cosas radica en que a la prctica se la acabapercibiendo, tcitamente, como suerte de duplicado dcil del modelo metalingistico que se asume (como si la prcticareduplicara, por aadidura, el modelo, que slo lo es del lenguaje en cuanto que metalingstico, del que partimos): y esel caso que es dicha supuesta re-produccin o reduplicacin la que resulta indiscernible, no racionalizable y por elloarbitraria desde la sola posibilidad de anlisis metalingstico en la que nos situamos.Por lo que respecta al positivismo lgico: sabido es que ste tom a las relaciones lgicas (y/o a su anlisismetalingstico) como criterio epistemo-lgico de la racionalidad emprica (como criterio de contrastacin emprica y dedemarcacin entre la ciencia y la pseudociencia); mas si pudo hacer esto fue sobre la base del supuesto tcito delcarcter neutral y autnomo del significado de los trminos y enunciados de observacin, supuesto ste que ya esextra-lgico -extraposicional-, relativo al acto prctico de la experiencia, y que resulta por ello indiscernible u opaco alanlisis metalingstico del que partimos. El idealismo de la prctica se nos muestra ahora como sigue: la prctica de laciencia aparece ahora como la aplicacin (metodolgica) de ciertas reglas de anlisis lgico. El mtodo de la cienciaes, en efecto, para el neopositivismo lgica aplicada: ciertas reglas lgicas de procedimiento para la construccincorrecta lgico-formal de los lenguajes, en el supuesto de que con ello recogemos -los datos empricos puros o brutos(fisicalistas) que dotan de informacin a los lenguajes, supuesto ste que no slo es lgicamente indiscernible (oarbitrario), sino que implica asimismo el supuesto idealista de que la prctica (el acto prctico de experiencia) se aviene,como un duplicado dcil, a la aplicacin de un determinado modelo metalingstico. As pues, asumir la epistemologalgico-positivista involucra, inmediatamente, asumir el supuesto idealista de que la prctica de la ciencia es el resultadode aplicar el modelo metafngstico de lenguaje diseado por el positivismo lgico; en particular, que aplicando dichomodelo estamos ya, recogiendo slo datos puros de experiencia.Por lo que respecta a las nuevas perspectivas pospositivistas (de autores como Hanson, Feyerabend, Kuhn y otros);sabido es que stas parten de una crtica al supuesto neopositivista del lenguaje neutral y autnomo de observacin;

  • ahora bien, dicha crtica es realizada slo mediante una formulacin metalingiistica, y no ya mediante argumentosextra-metalingsticos o prcticos -como parece requerirlo el carcter extra-proposicional del mencionado supuesto-. Ala postre dicha crtica nos ofrece una re-formulacin metafngistica del significado de los trminos presuntamenteobservacionales consistente en entender que dichos significados se resuelven en una red de relaciones lgicasdeductivas sintticas entre un cuerpo de enunciados legales hipteticos o universales (como se detalla en el artculoEpistemologa). Ciertamente, ahora se puede asumir que el significado de los enunciados presuntamente empricosdepende de algn contexto de presupuestos semnticos previos (sean los paradigmas -de Kuhn, los ncleosmetafsicos de los programas de investigacin de Lakatos; los juegos lingsticos de Hanson, etc.). Slo que, ahora,esta formulacin metalingstica del significado de los enunciados presuntamente empricos, se torna incapaz pararesolver ciertos problemas (cuyo transfondo es prctico, relativo a la experiencia) a los que sin embargo conduce: enverdad, ahora toda presunta contrastacin emprica se torna inviable por circular; desaparece cualquier criterio paracomparar teoras, por lo que stas han de ser vistas como inconmensurables, y a la postre es el propio carcter empricoque se presupone a los lenguajes de observacin y a las teoras el que se torna indiscernible desde aquella formulacinmetalingstica de los significados. Dicha formulacin metalingstica conduce a una peculiar situacin: por una lado,ella nos lleva a percibir a la propia experiencia como acto prctico como una mera ocasin, indefinida y dcilmentemoldeable por el juego lingstico -o el paradigma de turnodel que partamos, mas, por otro lado, el que esto sea as eslo que resulta justamente indiscernible u opaco (y por ello arbitrario) para dicho anlisis metalingstico. Es, pues, elidealismo de la prctica que percibe tanto a la realidad objetiva como al manejo prctico con ella llevada a cabo por lasconstrucciones cientficas como una mera ocasin dcilmente moldeable por el paradigma lingstico del que partamosel que queda inevitablemente asumido, a la vez que asumido como algo indiscernible, por dicha epistemologa. En estatesitura, acudir ahora, como se hace, al contexto del descubrimiento con la pretensin de dar cuenta desde aqu de loque nuestros previos anlisis metalingsticos no resuelven, carece de toda eficacia epistemolgica: consiste en unamera reduplicacin del supuesto idealista de fondo (que abarca ahora a una concepcin idealista de la propia sociedad)que suele tomar la forma de la apelacin al consenso, al acuerdo de grupo, a las decisiones de la comunidadcientfica, etc. Por lo que se ve, al hacer jugar a la realidad objetiva, as como al manejo prctico constructivo ejecutadocon ella en el que consisten las ciencias, el juego lingstico del que partamos resulta ser asunto de una convencinsocial. El idealismo de la prctica que conlleva la mencionada formulacin metalingstica queda ahora reduplicado conla presunta cobertura social, cultural, histrica, etc. El componente social de los paradigmas, es, mientras nosalgamos del punto de vista metalingstico, una manera de reduplicar (pseudoexplicativamente, desde el punto de vistaepistemolgico) el propio idealismo de dichas formulaciones metalingsticas que, a su vez, se extiende ahora como unidealismo del propio contexto social -al que se apela-. De nada nos sirve, en definitiva, apelar (meramente apelar), a lasdecisiones del grupo -u otro recurso semejante-, para explicar lo que nuestros anlisis metafngsticos no hanexplicado, mientras que no se nos explicite la interna estructura racional de esa prctica a la que se apela. Y, una vezque ya tengamos una comprensin epistemolgica de dicha interna estructura racional del manejo prctico con lascosas en que consisten las construcciones cientficas, es entonces cuando aquella apelacin-se nos hace innecesaria,por superflua, puramente genrica, indiscriminada.Pues bien, ambas epistemologas pueden, significativamente, ir solidarias la una de la otra, debido a su comntransfondo idealista, en muchos anlisis metacientficos. Como quiera que, en efecto, ambas asumen que la prctica dela ciencia puede ser, en cada caso, el resultado de aplicar el modelo metalingstico de ciencia por ellas asumida, bienpuede entenderse que en unos casos podr hacerse ciencia segn lo pide el modelo lgico-positivista de la misma, yque en otros casos, podremos hacer ciencia segn lo pide el modelo postpositivista. Y sta es, ciertamente, la manerade ver las cosas en la que se sitan las reflexiones metacientficas e historiogrficas de la psicologa a las que antes merefera. Segn dicha perspectiva, en el caso del conductivismo, ste hubiera realizado una ciencia psicolgica acordecon el modelo positivista y, ahora, sabedores de las limitaciones de dicho modelo, podemos realizar una nueva cienciapsicolgica desprendida de aquellas limitaciones. como si en cada caso la densa que hiciramos dependiera (fuese elduplicado prctico) del modelo metacientfico o filosfico de densa que tuvisemos (que es lo que justamente anida,como transfondo idealista, en ambas epistemologas analticas o metalingfsticas antes consideradas).Significativamente, la caracterizacin que se nos ofrece tanto de las realizaciones psicolgicas del conductismo comodel cognitivismo de las versiones metadentficas menciotadas reproduce la propia pauta que en cada caso pide bien laepistemologa neopositivista, bien la postpositivista, para hacer la ciencia. En el caso del conductismo, lo que stehubiera hecho es partir del mtodo cientfico neopositivista (tal como pide dicha epistemologa) e imponer ciertasrestricciones a su objeto de conocimiento: un rasante fisicalista que elimina los fenmenos mentales. En el caso delnuevo paradigma cognitivo, ste se desarrollara tal como pide o consiente la nueva teora de los paradigmas:sabedores ahora de que el
  • prcticas cientficas (en el supuesto de que stas reduplican dcilmente a aqullas), en vez de atenerse a lo que puedeque sea el caso muy distinto de las efectivas construcciones cientficas.Para salir de este peculiar juego -ideolgico- de espejos, es menester adoptar una concepcin no metalingstica -oanaliticade la ciencia que percibe a sta como consistiendo, antes que en meros discursos que hablan de las cosas, enuna efectiva intervencin prctica y manipulativa ejecutada con las cosas mismas corpreas que nos ofrece el propiofuncionamiento que dicha intervencin da de dichas cosas, tanto como el que stas imponen a dicha intervencin. Deeste modo, puede tomarse el anlisis epistemolgico de dicho funcionamiento como rasante, o argumento prctico,desde el que evaluar crticamente las propias autorrepresentaciones filosficas que acompaan a las prcticascientficas.Parece, pues, menester distinguir entre lo que podemos llamar el programa filosfico conductista (que incluye ciertasrepresentaciones metodolgicas acerca de cmo debe hacerse la psicologa, y algunos supuestos tericos o heursticosacerca de su campo de cnocimiento) de la prctica cientfica constructiva puesta en juego por los psiclogosconductistas, al objeto de percibir los grados de adecuacin y de posible encubrimiento (falseamiento) entre ambosplanos: el del ejercicio de la razn cientfica y el de su representacin.Por lo que respecta al programa filosfico, se ha de sealar que, en efecto, los conductistas incorporaron un modelometodolgico de factura positivista para hacer ciencia (si bien, desde luego, con distintas modulaciones: Watson y losconductistas clsicos asumieron un modelo positivista pre-positivista lgico, antes de la llegada de esta epistemologa alos Estados Unidos; los conductistas de la segunda generacin o neo-conductistas -Hull, Spence, Guthrie, Tolman,Boring, Stevens, etc.- asumieron la ms refinada epistemologa lgico-positivista; y Skinner, por cierto, que forma partede la misma generacin, no asumi en ningn momento el positivismo lgico, sino una perspectiva positivistadeterminada por contenidos pragmticos que neutralizaban el sentido idealista que suele acompaar siempre a lafilosofa positivista). Al asumir un modelo metodolgico de factura positivista, acoplaron por ello, inmediatamente, elsupuesto idealista positivista de que la ciencia poda hacerse a partir de la aplicacin del mtodo de la misma (de sumodelo positivista de mtodo). Los conductistas, fueron, en efecto, filosficamente idealistas (menos Skinner, que jamsadopt semejante suposicin). Si ello es as, y no aceptamos el idealismo resultante del confinamiento metalingsticode la epistemologa, hemos de convenir en que si los conductistas no hicieron en verdad otra cosa ms que aplicar elmodelo positivista de ciencia, entonces todo lo que hicieron es propaganda de una epistemologa incorrecta; mas siaceptamos que, en su trabajo psicolgico (experimental) hicieron algo ms ylo distinto, entonces es ese algo ms el queno queda percibido por sus propios presupuestos sistemolgicos y el que pide un anlisis epistemolgico independientede factura no metalingstica.En lo tocante a los presupuestos heursticos conductistas, la cuestin es que, si bien algunos de ellos derivaban sobretodo de los prejuicios metodolgicos sealados, otros resultaban ms bien de la propia prctica cientfica. Nos es, pues,necesario discriminar entre unos y otros y detectar sas formas de adecuacin y de encubrimiento con respecto a dichaprctica.En trminos generales, puede decirse que el conductismo como conjunto de supuestos heursticos, asumi lassiguientes caractersticas relativas a su campo de conocimiento (si bien, desde luego, moduladas de diversas formas porcada conductista o grupo de ellos): en primer lugar, sin duda, el prejuicio fisicalista. Todos ellos entendieron que elmtodo de la ciencia emprica peda atenerse a los datos de lo que ya Wunt haba denominado como la experienciamediata (o la experiencia independiente de Titchener), desentendindose de la experiencia inmediata de Wundt (ola experiencia dependiente de Titchener), o regresando a un uso ingenuo y no reflexivo de la misma como transfondodador de datos para todas las ciencias, de la que stas, en cuanto que conocimientos empricos, no debanpreocuparse. As pues, se supuso que los datos de la psicologa, como los de cualquier otra ciencia emprica, consistanen procesos y/o entidades fsicas y relaciones fsicas entre ellos. Se eliminaba (se pretenda, en el plano representacional), de este modo, en efecto, el aspecto experiencial (subjetivo) de la experiencia y se peda atenerse a los datos dela experiencia emprica. Este argumento puede encontrarse sistemticamente repetido en las reflexiones metodolgicasde no pocos conductistas -por ejemplo, en Watson, 1913; Spence, 1984; Boring, 1933; Pratt, 1939; Stevens, 1935, entreotros-. Por tomar una muestra: nos deca Watson al respecto:
  • siempre la manipulacin de las variables ambientales (o independientes) en cuya funcin se modifican, y por elloanalizan, las variables de conducta o variables dependientes.Pues bien, podemos ahora esbozar el formato epistemolgico que tuvo el trabajo real experimental llevado a cabo porlos conductistas. Para ello, nos ser imprescindible elaborar mnimamente algunos conceptos epistemolgicos. Veamos.Consideramos que el campo de la psicologa cientfica consiste -como el de cualquier otra ciencia- en un campo materialde trminos y relaciones internamente entrelazados a partir de la actividad constructiva operatoria de los sujetosepistmicos. stos son, pues, antes que nada, sujetos operatorios, esto es, sujetos que ejecutan determinadasoperaciones sobre los trminos fisicalistas del campo estableciendo relaciones entre dichos trminos mediante las quese despliega la construccin cientfica. A su vez, el carcter efectivamente operatorio (y por ello subjetivo) de dichaactividad reside en la presencia Jenomnica de las cosas que estn siendo operadas, desde la cual dimensinfenomnica se despliega el curso de las operaciones como actividad de un sujeto. Y si, a su vez, hemos de caracterizaren unos trminos epistemolgicos mnimamente precisos dicha presencia fenomnica (en trminos psicolgicos, esetrasfondo experiencial desde el que se nos muestran las cosas y desde el que operamos sobre ellas), diremos que dichapresencia cnsiste en la co-presencia a distancia de lo que est fisicalistamente distante: represe, en efecto, en quetoda operacin puede ser descompuesta, sin perjuicio de su complejidad, como a sus elementos ltimos, en lasoperaciones de aproximar y separar trminos fisicalistas, de tal modo que la operacin de aproximar involucra, encuanto que operacin o actividad subjetiva, como trasfondo experiencia], la co-presencia de relaciones a distancia entrelos trminos que estn siendo separados, a la vez, que, diramos, la separacin constituye el desarrollo de dichacopresencia a distancia. Los fenmenos consisten, pues, en co-presencias a distancia, de tal suerte que, cuando unaactividad es desplegada (organizada, regulada) desde dicho plano de las co-Presencias a distancia entre las cosasoperadas, dicha actividad es efectivamente operatoria.Pues bien, todas las ciencias r?rten de la actividad operatoria del sujeto epistmico desplegada sobre sus fenmenos;slo que mientras que algunas de ellas (las fsiconaturales) resuelven constructivamente las relaciones entre sustrminos mediante nexos fisico-contiguos (en donde queda eliminado o neutralizado por ello, entre sus resultados, elplano fenomnico y operatorio del sujeto epistmico que las construye), otras ciencias slo encuentran materialmenteviable su construccin cuando las relaciones establecidas entre sus trminos se mantienen al mismo plano (fenomnico)desde el que el sujeto epistmico percibe y pera sobre esos trminos: el plano de los nexos a distancia.Desde luego, si dichas ciencias slo encuentran prcticamente viable su construccin a condicin de mantener lasrelaciones establecidas entre sus trminos como relaciones a distancia, ello quiere decir que entre los trminos de suscampos hay al menos algunos que, por su parte, son asimismo operadores: trminos o entidades que por su parteintervienen o actan sobre ciertos objetos fsicos regulando su actividad desde la presencia fenomnica de dichosobjetos, o sea, al mismo plano desde el que esos mismos objetos son percibidos y operados por el sujeto epistmico. Yste es, de un modo eminente, el caso de la Psicologa.Se comprende, entonces, el formato epistemolgico que, en la prctica, sigue un diseo experimental psicolgico:trtese de tomar a ciertas piezas fsicas decisivas del medio ambiente experimental diseado como virtuales resultadosde la conducta de los.sujetosexperimentales, de tal modo que es manipulando dichas piezas sin desprendernos enningn momento del plano fenomnico desde el que, como sujetos epistmicos, las percibimos y operamos sobre ellas,como logramos implantar experimentalmente (y por ello reconstruir explicativamente) la pauta de conducta del sujetoexperimental que por su parte conduce a dicho resultado. Lo que en trminos epistemolgicos hemos caracterizadocomo fenmenos puede ser entendido ahora como objetos distales, y el carcter operatorio que hacamos residir en ladimensin fenomnica desde la que se organizan y despliegan las operaciones puede ser entendido ahora como el perfilefectivamente conductual de las actividades musculares reguladas por la presencia distal de los objetos. Dichos objetosson los resultados virtuales que experimentalmente diseamos, y que, caractersticamente, fueron construidos en losexperimentos psicolgicos clsicos, bien como logros -de la actividad muscular manipulativa: apretar una palanca,picotear una tecla, apretar un pedal, tirar de una cuerda-, bien como lugares por los que tendra que desplazarse laactividad muscular locomotriz: los lugares de los laberintos. El trabajo psicolgico consiste, pues, en tallar o implantarexperimentalmente una pauta de conducta que conduce con xito a un resultado (un logro, un lugar), a partir de lamanipulacin sistemtica de esas mismas piezas ambientales tomadas siempre como estmulos u objetos dstales parael orgahismo, esto es, manejadas a la propia escala fenomnica desde la que nosotros percibimos y operamos sobreellas. Este manejo de las situaciones ambientales distales es el manejo de las llamadas variables independientesmediante el cual manipulamos las propias experiencias de los organismos experimentales a travs.de las que seorganizan -aprenden- sus conductas. Todo experimento psicolgico consiste, pues, en implantar experimentalmente (ypor ello reconstruir explicativamente) el proceso de aprendizaje de alguna pauta de conducta mediante el mencionadomanejo de las variables ambientales independientes distales, de suerte que la pauta de conducta que de hechotallamos es siempre molar -que no molecular- en virtud de su interna organizacin distal, que no proximal.Como lo viera E. Brunswick con suma lucidez (entre otros lugares, en su trabajo de 1952 The Conceptual Framework ofPsychology): en todo acto de conducta est siempre presente una variable multiplicidad de reflejos neurofisiolgicos, osea, de cadenas de unidades fsicas discretas conectables por nexos proximales (fsico-contiguos); sin perjuicio de locual, es el caso que estas diversas cadenas reflejas fisiolgicas resultan ser mutuamente intersustituibles o equivalentespor lo que respecta al objeto distal al que (conduotualmente) conducen (o al foco terminal, como lo llamara asimismoBrunswick). Es, pues, esta equifinalidad con respecto a un foco distal lo que hace que la pauta de conducta sea, dehecho, en la prctica experimental, siempre identificable o construible como pauta molar, y no ya en trminos dereacciones fisiolgicas proximalmente conectadas con estmulos fsicos.

  • As pues, no se trata de ninguna opcin paradigmtica (resultado de acuerdos sociales o algo por el estilo): se tratade trabajar o no en donde es objetivo-epistmicamente viable, prctico-materialmente posible: la psicologa slo esviable en el plano de las conductas molares distalmente organizadas.Y ste fue, sin duda, el plano en que trabajaron todos los conductistas. Ms an, el perodo conductista del desarrollo dela psicologa cientfica constituye el momento histrico donde cristaliza y se desarrolla imparablemente el propio campo cientfico psicolgico como un campo de la construccin de las conductas ylo de susaprendizajes. A diferencia de la concepcin rupturista puesta en boga por la teora de los paradigmas, entendemos queel trabajo experimental conductista prolonga el trabajo de los psiclogos funcionalistas norteamericanos, lugar ste en elque, precisamente, debe darse la confluencia de ciertos fragmentos de construccin psicolgica que, diramos, andabandispersos de la mano de diversas tradiciones de trabajo. El trabajo experimental de los funcionalistas (de Small, Angel,Thorndike, el propio Watson) prolonga las aportaciones que (siquiera en un plano protoexperimental) estaban yapresentes en la psicologa animal comparada britnica de finales del siglo pasado y principios de ste, e incorpora adicha tradicin los trabajos experimentales sobre la conciencia (o la experiencia) de la tradicin estructuralista de Wundty Titcener, creando con ello las condiciones para que cuaje el formato epistemolgico de la construccin de losaprendizajes de las conductas en torno a la que se organiza el campo de la psicologa cientfica, y cuyo desarrollosistemtico corri a cargo del conductismo.En efecto (y por esbozarlo brevsimamente): los trabajos estructuralistas (de Wundt y Titchener) as como prcticamentetoda la psicoffsica del siglo XIX nos ofrecen el siguiente perfil epistemolgico: trtase de operar sobre variablesfisicalistas (de estmulo, y tambin sobre ciertos correlatos fisiolgicos) y de recurrir a la introspeccin (entrenada) desus sujetos experimentales para identificar o establecer las cualidades de la respuesta sensorial (o experiencial) entorno a las que quedan fijadas determinadas franjas de valores fisicalistas de estmulo. La introspeccin es aquimprescindible como mediacin para correlacionar los diversos valores o parmetros fisicalistas de estmulo. Trtase,pues, de establecer relaciones (que ya no son fsicocontiguas, sino experienciales) entre piezas fisicalistas (entrediversos valores de estimulacin fisicalista) mediante el registro introspectivo de los sujetos experimentales.Pues bien, lo que el funcionalismo hizo es incorporar estas situaciones experienciales trabajadas por la psicologaestructuralista y la psicofisica, a la construccin experimental de las conductas y los aprendizajes. Significativamente, latradicin de la psicologa animal comparada (y de un modo histricamente decisivo, LL. Morgan en su Habit and instinct,de 1986) ya haba destacado, precisamente, a las experiencias individuales de los organismos como la clave de laadquisicin de los hbitos (del aprendizaje) y, por ello, de la diferenciacin entre las actividades innatas y aqullas que,en cuanto que aprendidas- en virtud de la experiencia, consistan ya en lo que el desarrollo experimental de la psicologaidentificara como conductas. Lo que el trabajo experimental funcionalista hace, ahora, es tomar a esas experiencias(sobre las que trabaja el estructuralismo) como los objetos o resultados distales de la conducta, mediante cuyamanipulacin experimental reconstruimos y explicamos la propia gnesis o aprendizaje de dichas conductas. Y es deeste modo como se incorpora el trabajo experimental sobre las experiencias (sobre las que trabaja aisladamente elestructuralismo y la psicofsica) al curso, ya en marcha a partir de la psicologa animal comparada, de la construccincientfica de las conductas y los aprendizajes. As pues, el pedal que tienen que pisar los gatos de Thorndike o la cuerdade la que deben tirar para salir de una caja, o los lugares por los que tienen que pasar las ratas de Angell, Small oWatson no son caprichos paradigmticos (opciones social~) ---un empeo por trabajar con animales y rnl
  • (en donde laboran las construcciones fisiolgicas), y fueron los conductistas precisamente quienes desarrollaronsistemticamente el campo de la conducta y su aprendizaje.Por lo que respecta a los dos restantes tpicos de la filosofa conductista (el periferialismo y el ambientalismo), se ha dedecir que la cuestin es ahora diferente. El periferialismo constituye una manera, ciertamente poco finaconceptualmente, de representarse significativamente el plano efectivo donde de hecho toman cuerpo lasconstrucciones psicolgicas, que es el plano distal. En este sentido, las demandas -tan frecuentes- de recuperarvariables centrales para la psicologa estn afectadas de un equvoco fatal: pues si el centro que se revindica es uncentro fisiolgico (neurolgico) -el nico que tiene sentido-, entonces, o bien hacemos neurologa ficcin (como no esinfrecuente), o bien, si hacemos real neurologa, se nos difumina entonces por completo la escala de las construccionespsicolgicas; la cual se recupera, precisamente, cuando nos alejamos de los centros neurolgicos y vamos recuperandola periferia efectora y receptora del organismo: pues es aqu, precisamente, en tomo a la actividad efectora de lamusculatura de relacin del organismo donde se organiza la conducta regulada por el objeto distal (justamente por elobjeto percibido por los telereceptores). Incluso, por cierto, los reflejos condicionados emitidos por efectores musculareso glandulares distintos de la musculatura de relacin quedan condicionados a estmulos discriminativos, o sea, distales,y son, por ello, piezas de construccin psicolgica. As pues, centrarse en la conducta no es, de nuevo, el resultado deninguna opcin paradigmtica (superable, por ejemplo, mediante la opcin de centrarse en la mente); pues laconducta, o sea, la actividad efectorial muscular (y glandular) de relacin con las situaciones del medio regulada por lapresencia distal de dichas situaciones, constituye el corazn mismo donde se organiza (donde se aprende) toda la vidapsicolgica (todas las representaciones cognitivas). Por ello, el llamado modelo de caja negra (tal y como Skinner selo ha representado y lo ha ejercitado), que abstrae los nexos fsico-contiguos neurofisiolgicos, lejos de ser -como tantosingenuamente piensan- un episodio a superar por la psicologa, constituye la ms adecuada representacin de lo que esel caso de las construcciones psicolgicas. Y por ello, asimismo, las variables intervinientes a las que acudieron algunosneoconductistas, lejos de ser (como tambin no es infrecuente interpretar) una especie de remedio para paliar laslimitaciones fisicalistas del mtodo conductista, constituyen una mala representacin metodolgica del curso mismo quede hecho sigue todo anlisis experimental de la conducta; pues lo mental o lo interno que se pretende recuperarcon semejantes variables est ya en el objeto distal que se manipula como variable independiente; de suerte que, unavez que tenemos ya construida (y por ello analizada) una conducta mediante el solo y directo manejo de las variablesindependientes (distales), toda apelacin a las variables intervinientes se nos hace necesaria (como lo viera con todalucidez, Skinner -por ejemplo, en Skinner, 1950, entre otros lugares de su obra).Se comprende, entonces, por ltimo, que el principio del ambientalismo constituya la ms adecuada representacin a larealidad y efectividad de las construcciones psicolgicas. Dicho principio significa la condicin metodolgica bsica quehace en la prctica viable cualquier construccin psicolgica. Y decimos metodolgica no el sentido, por descontado,de reglas proposicionales de procedimiento, sino en cuanto que reglas de procedimiento para la intervencin que esobjetivamente viable. La psicologa slo puede analizar experimentalmente las conductas en la medida misma en quelas implanta y por ello las modifica experimentalmente, y es por ello por lo que re-construye explicativamente su procesode aprendizaje. Y ello slo puede realizarse cuando la construccin viene presidida en todo momento por lamanipulacin de las variables ambientales independientes, manipulacin que equivale, como se ha visto, a la de laspropias experiencias del sujeto experimental a partir de las que aprende y/o modifica su conducta. Ello quiere decir, sinduda, que todo innatismo psicolgico (de la mente y de la conducta) queda de hecho segregado por el campo de lasconstrucciones psicolgicas.En definitiva, podramos terminar sealando que, habida cuenta del carcter polifactico y plural del programa filosficoconductista, as como en virtud de los diversos grados de encubrimiento y de adecuacin de dicho programa conrespecto a la prctica de la psicologa cientfica, acaso lo mejor fuera prescindir en adelante del rtulo conductismopara caracterizar al trabajo de la psicologa cientfica, si es que -eso s- se ha llegado a percibir en qu sentido lapsicologa no puede dejar de ser conductista (como psicologa experimental de la conducta y/o de su aprendizaje), a lavez que se percibe que esta ciencia no necesita, en la prctica, comprometerse con los supuestos fisicalistas yelementalistas. Puede que de este modo, lograsen evitarse no pocas polmicas ms bien banales (puramentemetalingsticas) que no son infrecuentes en los medios psicolgicos.

    Bibliografa

    BORING, E.G., The physical dimensions of consciousness, 1933.BRUNSWICK, E., The conceptual framework of psychology, Inter. Enciclop. Unified Science,1952.MORGAN, LL., Habit and instint, 1986.PRATT, C.C., The logic of modern psycology, 1939.SKINNER, B.F., Are theories of learning necessary? , Psycol. Rev., 1950.SPENCE, K., Postulates and methods of behaviourrism, Psychol. Rev., 1948.STEVENS, S.S., Psychology and science of science, Psychol. Buf., 1939.WATSONN, J.B., Psychology as the behaviorist views it, Psycol. Rev. 1913.