Confesiones de Santa Teresa

www.susurrodedios.wordpress.com

CONFESIONES DE SANTA TERESA EN LAS FUNDACIONES

por Rómulo Cuartas Londoño, ocd

Bienvenidos todos los que estáis aquí presentes en el aula magna de la universidad de la mística, Ávila

en España, y también cordial bienvenida a todos los que nos mención nos siguen por internet a través de

la transmisión on line, en la página web www.mistica.es

Queremos también, al inicio saludar y agradecer al equipo que hace posible esta transmisión a través de

internet, muchísimas gracias por vuestro trabajo.

Tengo el honor de presentar e introducir en la tercera charla en de esta semana teresianosanjuanistica,

que se titula "Mística y Profecía en las Fundaciones de Santa Teresa".

Hoy la charla va a pronunciar P. Rómulo Cuartas Londoño, que en ambiente carmelitano es muy conocido

por todos. Es vicedirector del Cites, universidad de la mística; es también Secretario General de la

Fundación Cites, y también desempeña varios cargos aquí en esta casa.

Hoy justamente va a iniciar su ponencia que se titula "Mística y Profecía en las Fundaciones de Santa

Teresa", sin más pasó al P. Rómulo la palabra.

Muchas gracias por la presentación, la asistencia de todos y por la paciencia.

La primera evocación que quizá para muchos traiga la palabra confesión es la del sacramento de la

reconciliación, o las confesiones que se hacen en los juzgados. Otros en cambio inmediatamente

conectarán con las confesiones de San Agustín o recuerden en el ámbito filosófico las confesiones de

Rousseau, Baudelaire, ...

Estamos de acuerdo con Ortega y Gasset cuando afirma que el gran descubrimiento de San Agustín es el

alma entendida como intimidad y la confesión surge como una necesidad vital importante y que es como

un puente que se tiende entre la soledad íntima de quien confiesa y el destinatario a quien se dirige.

También en el ámbito filosófico humanístico María Zambrano, la gran escritora y filósofa española, elabora

de manera ejemplar y sobresaliente su propia experiencia religiosa, en su obra titulada la confesión

género literario y método, afirma que la confesión es un recurso cuyo objetivo es crear una nueva

realidad. Una realidad necesaria para la vida. Y también, refiriéndose a San Agustín se hace esta

reflexión: "lo grave es ser extraño para sí mismo, haber perdido, o no haber llegado a conseguir intimidad

consigo mismo, andar enajenado, o sentirse extraño en la propia casa."

¿ No estaremos necesitando de una verdadera e implacable confesión?

Siendo importante y apasionante el tema por su hondura filosófica y psicológica, en esta reflexión vamos a

centrarnos en su dimensión religiosa, y específicamente vamos a mirar el ámbito bíblico y el ámbito

místico.

La Biblia como tal es toda ella una confesión, y aparecen confesiones en todas las páginas de la Biblia.

Tenemos confesiones en el Génesis, especialmente en Abraham, las tenemos en el libro del Éxodo, las

tenemos de personas y personajes del pueblo, y también del pueblo como tal, las tenemos en los salmos,

en los libros sapienciales, y también en los libros proféticos y aun en los históricos. No se diga también de

las confesiones del nuevo testamento, donde también abundan.

Desde esta óptica, con esta propuesta, lo que estoy haciendo es como abrir una línea de investigación o

una línea de trabajo en los estudios teresianos. A ver si nosotros logramos concentrarnos en esta línea de

investigación, y descubrir toda la riqueza confesional que existe en Santa Teresa, y para ello, en el ámbito

religioso, vamos a entender la confesión en todas estas dimensiones y muchas más.

http://www.mistica.es/

http://www.citesavila.org/


La Confesión es expresión del asombro ante Dios, no solamente ante las experiencias directas de

apariciones o Teofanías, si no ante el descubrimiento que está entrañado en la naturaleza, en la

naturaleza humana, en el cosmos. Y al mismo tiempo esa sorpresa que nos viene cuando le descubrimos

en el acontecer histórico de cada día, en ese ordinario de cada día, allí hay un asombro: yo creí que era yo

el que me esforzaba, y el que sufría, el que luchaba, y el que reía, en verdad, era Dios el que estaba

conmigo. Es la expresión de asombro ante Dios, descubierto en cualquier dimensión de nuestra vida.

También es una expresión de confianza y abandono, no solamente el percibirlo en sentido humano, sino

cuando nosotros ciertamente tenemos razones para decidir ir al descanso en Dios, porque solamente en

El encuentro descanso, y solamente en El tengo seguridad.

También la confesión es una expresión de admiración, es decir, admirar las maravillas que hace el Señor,

o al mismo tiempo descubrirlo aconteciendo en mi vida. Y al descubrir que es un acontecer

maravillosamente inaudito, porque yo no lo podía provocar, entonces expresó admiración.

Desde otro punto de vista mirando los dos personajes con que nos vamos a relacionar en esta reflexión, la

confesión es desahogo y expresión de una crisis. Ponerse de frente ante Dios y pedirle cuentas, eso es lo

que hace precisamente Jeremías o Job, de quienes vamos a decir una palabra en esta reflexión.

Y en todo caso, en su conjunto, toda confesión, sea expresión de asombro, de confianza, de abandonó,

de fe,.. en todo caso siempre, siempre es un anuncio profético.

En esta dimensión se refiere María Zambrano al decir que la confesión es un recurso cuyo objetivo es

crear una realidad nueva.

Con Ortega y Gasset decíamos que la confesión surge como una necesidad vital importante que es como

un puente que se tiende entre la soledad íntima de quien confiesa y el destinatario a quien se dirige.

Pues bien esa realidad nueva surge ahí, en la confesión, donde me relaciono de manera nueva con aquel

a quien confieso, y al mismo tiempo yo adquiero conciencia nueva al tener a quien confesar, así sean mis

desahogos, como otros asuntos.

Este aspecto es muy interesante, amplio, e inclusive estamos teniendo un congreso sobre María

Zambrano por lo bien que ha trabajado esto de la mística, del propio conocimiento y de la propia

experiencia religiosa.

Pero íbamos a centrarnos en dos personajes.

El primero las confesiones de jeremías.


Después de pasar la sorpresa de la palabra confesión, de las confesiones de San Agustín, que es lo que

nos viene clásicamente a la mente, las más conocidas entre las confesiones son las de jeremías. Jeremías

es un profeta muy seductor, muy fascinante, y lo es porque es sumamente humano, muy espontáneo ante

Dios.

Los estudiosos han encontrado en Jeremías cinco confesiones, aunque en la profecía de jeremías toda

ella es una confesión. Vamos a fijarnos solamente en dos de estas cinco confesiones.

La primera es la que nos presenta al profeta enfadado con Dios.

Recordamos ese texto que todos prácticamente sabemos de memoria: "me sedujiste Señor y yo me deje

seducir, me has forzado y has prevalecido. Todos se burlan de mi no volveré a mencionar ni hablaré más

en tu nombre, pero ardía mi corazón como un fuego abrazador encerrado dentro de mis huesos..."

Este es un extracto del texto porque el texto es más largo.

Aquí se está quejando Jeremías de una deslealtad, le está diciendo a Dios que: tú me llamaste cuando yo

era un mocoso, un muchacho que ni siquiera sabía hablar y me dijiste tranquilo que yo estaré contigo.

Pues bien has estado conmigo para meterme a ser la irrisión y la burla de todos porque todo el día estoy

diciendo devastación, violencia, destrucción, y todos se ríen de mi, otros se vuelven contra mí, otros me

persiguen, y tú nunca has estado conmigo.


La reflexión que hace Jeremías en esta confesión acusa de alguna manera audaz a Dios, luego le

recrimina, le dice que le han dañado y que no quiere ocuparse más de ese trabajito de ser profeta porque

le trae muchas amarguras y pocos resultados.

Sin embargo a pesar de ese desahogo termina diciendo que el señor está conmigo como fuerte guerrero,

ahí está bien como desahogo.

Se enfrenta a Dios, le pide cuentas, pues por esa identidad profética, en la que se ha metido hasta los

tuétanos, hasta los huesos, sigue profetizando.

Pero cuando pensamos que había pasado la crisis, mira con la que se nos viene, se siente forzado y

engañado en su trabajo profético, la letra es burla y persecución.

Dios acepta su desahogo: maldito el día en que nací, el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito,

maldito del hombre que le dio a mi padre la noticia de mi nacimiento creyendo que le llevaba una feliz

noticia, porque no me hizo morir Dios en el seno de mi madre, para qué salir de su vientre, para ver penas

y aflicciones sin cuento y acabar mis días enfrentado y derrotado.

Este enfrentamiento marcaba el momento más sombrío vivido por su corazón. Es más que crisis

vocacional, es sobre todo crisis existencial. No sólo la vocación en la asistencia profética le son problema

y no acaba de asumirla. Realmente está viviendo agudos desazones a nivel psicológico, y dudas a nivel

de la existencia humana misma le resulta problema, es un peso insoportable. Le cuesta amar la vida

misma, es absurdo celebrar el cumpleaños, no tiene sentido haber nacido, y del texto mismo vemos un

síntoma peor todavía, Jeremías aquí parece que se está agotando en sí mismo, vive un monólogo

narcisista, habla consigo mismo.


Comprensible, y expuesto, esta crisis, podríamos decir, no es sólo la soledad humana, sino la lejanía y el

abandono de Dios, es la noche total para el profeta, como fue la noche total para Jesús en la cruz.

Resumiendo podemos decir que esta página tenebrosa y sobrecogedora expresa una pregunta, una

profunda crisis existencial. Vivirla resulta un problema, no experimenta a Dios de ninguna manera, lo que

vive es soledad, oscuridad, silencio, y Dios se hace presente de una manera pedagógica en la ausencia.

En el capítulo 20 hasta el capítulo 23 dice que lo que está haciendo Dios en toda esta crisis es decirle:

soy yo Dios, sólo yo soy Dios, no sólo de cerca, sino también de lejos. Con lo cual nos dice Dios que no

solamente está en la buena relación conmigo, y es Dios solamente cuando encuentro fortaleza, y se

muestra fiel en tu debilidad, y es sólo Dios solamente cuando te sirve de referencia para tus desahogos y

la expresión de tu crisis, sino que es Dios también cuando no le experimentas y le tienes lejos, ¿acaso soy

Dios sólo Dios de cerca para tus momentos de certeza no soy también Dios cuando estás en esta crisis?

Ahí nos queda abierto el problema de Jeremías, de esta crisis existencial. No sabemos lo que siguió

después al profeta en este asunto, sabemos que siguió anunciando la palabra de Dios y asumiendo las

consecuencias, sabemos que fue llevado prisionero y allí los suyos lo mataron. Murió fiel a Dios y fiel a su

pueblo. Leer la profecía de Jeremías es vibrar interiormente y no solamente porque nos identifiquemos en

esa como remembranza de la crisis que todos llevamos dentro, sino por su humanidad y por su

espontaneidad, y sobre todo por una cosa que le es totalmente adherida a Jeremías, la honestidad

consigo mismo y la honestidad con su misión.

El libro de Jeremías es escrito en pleno movimiento hacia el exilio de Babilonia, y precisamente una de las

cosas que más le hacen entrar en la crisis es el ver que el pueblo no es consciente del peligro que se

viene encima. El pueblo se burla de él porque los males que él denuncia parecen no reconocerlos y al

mismo tiempo le echa la culpa al profeta. Le dicen que esto, sus desastres, les viene porque él lo está

diciendo.

Después del exilio viene Job.

El libro de Job es un libro post exílico. En los 45 capítulos del libro de Job podemos ver esta constante:

Dios es un Dios inabarcable. Las confesiones de Job nos dicen que "he hablado a la ligera de maravillas

que me superan".

Los discursos, especialmente los de Job, en respuesta a esos sus amigos que van a visitarle, en su acción

son mucho más desgarradores que los mismos de Jeremías, pero Job lleva la cosa como quien dice muy

progresiva y al mismo tiempo muy reflexiva y muy fiel a un esquema que hay en su cabeza, el esquema

es: Dios premia a los justos y castiga a los culpables.


El drama dentro del drama de Job es dentro de la tesis fundamental que había entonces, que Dios premia

a los justos y castiga a los culpables. Él se pregunta: "yo soy justo, mi conciencia me dice que soy

inocente, ¿por qué sufre el inocente?, soy inocente y todos los discursos de estos amigos, de todos los

compañeros, no me convencen de culpa alguna, porque no la tengo, y por más que me digan no me voy a

declarar culpable y tampoco me voy a declarar culpable ante Yahvé. Soy inocente ¿por qué sufro?

Se suceden todos aquellos discursos relacionados y ninguno le convence, ninguno llega a la respuesta, y

entonces después de que Job presenta su lamentación más desgarradora Dios le pide cuentas y le dice:

"Job ven, ven, que te voy a mostrar...", y empieza un largo y maravilloso discurso de Yahvé, presentándole

todo lo que sucede en la creación y que Job no sabe, ni cómo, ni por donde, ni cuando...

Ahí es donde viene que Job se enfrenta con Dios, y Dios en su pedagogía con Job no le da argumentos y

razones, no entra en el dinamismo de aquellos que fueron a consolar a Job a base de discursos, ni

tampoco en el dinamismo de los discursos de Job que también surgían de la razón. Tampoco le da

soluciones, ni dice, mira, es que el inocente sufre por esto por esto, y es culpable es por esto otro. No le

da ninguna solución, y hace comprender su condición de criatura. Le ayuda a comprender su limitado


concepto de Dios y le presenta dos tesis que son muy fundamentales: la justicia del inocente no le hace

inmune a su condición de criatura, y la maldad de los injustos no paraliza la misericordia de Dios.

Ahí está la revelación y de esa manera toca su confianza, ponderando su inocencia, y haciendo reconciliar

con su propia condición de ser criatura y de la limitación con que concibe a Dios.

Le permite asomarse a su grandeza, a la grandeza de Dios, y entonces viene la confesión: "en la defensa

de mi inocencia he hablado a la ligera, Dios es todopoderoso y ningún proyecto le es irrealizable.

Y la que conocemos clásicamente como la gran confesión, en el capítulo 42 dice: "yo te conocía sólo de

oídas, más ahora que han visto mis ojos... por eso retracto mis palabras..."

Es todo un proceso confesional para crear una nueva realidad la nueva realidad es la nueva relación que

se da entre Job, que está representando a todos los sufrientes del mundo de todos los tiempos, al

descubrir que Dios es mucho más de lo que él tiene metido en el esquema mental que le viene, de

concebir a Dios solamente como alguien, ignorando que es misericordioso y que es poderoso.

Esto también daría para muchos estudios, pero no podemos alargarnos mucho, entre otras cosas porque

es suficiente para lo que queremos decir en esta presentación.

Dos clásicas confesiones del antiguo testamento, que no son las únicas, sino que tendríamos sin mucho

esfuerzo que hacer un recorrido por todo el antiguo testamento para encontrar muchas confesiones, en

diversos contextos y con diversa índole.

En las clásicas confesiones de Pedro, se habla de 3 confesiones, en primer lugar la gran confesión de

Pedro en Cesarea de Filippo, al terminar el discurso sobre de la Eucaristía, el discurso del pan vivo, y la

última confesión de Pedro ya en la despedida del Señor después de la resurrección.

Vamos a recordar los textos en Cesarea de Filippo ante la pregunta de Jesús, quien dicen los hombres

que soy yo, Pedro inmediatamente responde, después de dejar que todos los digan, y se apuntaran al

profeta, otros que Elías, otros que alguno de los profetas, Pedro toma la palabra y dice: "tú eres el Cristo el

hijo del Dios vivo". Y a esta confesión de Pedro le sigue la bienaventuranza que le hace Jesús: "dichoso

tu, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado nadie de carne, ni de sangre"

Es una confesión mesiánica en un momento coyuntural de la historia de Jesús, se llama así, la crisis

necesaria de Filippo para terminar como quien dice con el cortejo triunfal del maestro que tiene palabras

poderosas y que hace signos especialmente admirables para entrar en el camino de la subida Jerusalén,

la muerte, la entrega.


Fue en el sermón de la Eucaristía, en el discurso del pan vivo, donde recordamos que cada uno va considerando imposible de aceptar una doctrina que Jesús está presentando, especialmente aquello de que el que come de mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, no morirá, yo le resucitaré en el último día.

El razonamiento que se hace es que esta doctrina es imposible, es inaceptable, y entonces es cuando muchos se van yendo, y Jesús se vuelve a los apóstoles y les dice: "¿ y vosotros también queréis marcharos?". Entonces ahí es donde Pedro toma la palabra en esta segunda confesión: "Señor, ¿a quién iremos?, tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios. Vemos que es una confesión en toda regla, una confesión de fidelidad y adhesión a Cristo, y una confesión de proclamación del Mesías, el santo de Dios, y por lo tanto una proclamación. La última confesión se da en el contexto de la triple negación de Pedro reafirmada por la triple afirmación de Jesús. Por tres veces, en presencia de Juan, Jesús le pregunta: "Simón, hijo de Juan, me amas más que éstos? Va respondiendo: "Sí Señor tú sabes, que te quiero" y otras vez: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero", y a la tercera vez, no se aguanta, y se siente desesperado hasta llegar a decir: "Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero". Entonces es una confesión no solamente de adhesión, sino que al mismo tiempo lo interpreta como de reconciliación y recuperación de aquella triple negación que había tenido en la pasión. Pues bien, con base en estos personajes que hemos visto nos queda claro ya, qué es una confesión. Vamos a entrar ya a ocuparnos directamente de las confesiones de Santa Teresa. En las obras y escritos de Teresa encontramos confesiones relevantes o manifestaciones relevantes. Está permanentemente confesando. Primero hago una especie de paréntesis, que pongo aquí titulado Santa Teresa y San Agustín, porque los estudiosos ordinariamente hacen bastante hincapié y subrayan profundamente el contexto y el momento


en que "vinieron a mí las confesiones de San Agustín y cuando llegue a su conversión es como si yo estuviera ahí, como si ésa fuera yo" Se estudia mucho si las confesiones de San Agustín influyeron decidida y determinadamente en Santa Teresa, si el estilo coloquial, y el estilo confesión, es ese que elogia Ortega y Gasset en San Agustín cuando dice que la cumbre, el gran descubrimiento de Agustín de Hipona es el alma entendida como intimidad. Si eso determinó el estilo o el mensaje o la enseñanza de Santa Teresa en último término, las conclusiones se van decantando porque para cuando Teresa lee las confesiones ya lleva un largo recorrido, ya su estilo está muy hecho, y su experiencia está muy consolidada de tal manera que bien puede coincidir el lenguaje y en expresiones con San Agustín, pero no se puede atribuir a una dependencia teresiana de Agustín sino a una coincidencia.

La experiencia que les lleva a utilizar un lenguaje similar, pero lo que interesa es que buscaba y acudía a

confesores, a consultores, y a leer, como afirmación en su proceso, tener la certeza de que no iba contra

la escritura ni contra lo que tiene la Iglesia.

Recordamos que ella se declara amiga de letras y de letrados y confía en ellos pues como afirma desde

su experiencia "buen letrado nunca me engaño", y en cuanto a criterios para confesores, consultores y

directores espirituales, recomienda que a ser posible sean simultáneamente letrados y espirituales que

tengan experiencia de las cosas interiores. Pero si no se consigue quien reúna las dos condiciones

prefiere al letrado antes que al espiritual medio letrado y lleno de temores.

En San Agustín encontró al asesor ideal, letrado espiritual, santo, gran maestro, y de autoridad

reconocida. Por eso se apoyaba en él en cuanto le es posible, ya que el acceso que tiene al santo doctor

es muy restringido, por no saber latín, pero en cuanto pudo se afirmó en él y le sacó buen partido a su

autoridad y experiencia, especialmente al aspecto de la búsqueda de Dios en el interior de nosotros

mismos.

En conclusión, San Agustín le ofrece todo el respaldo de autoridad, experiencia que estaba buscando

Teresa, y nadie se atrevería a rebatir, en un concepto o una reflexión apoyada en la autoridad de San

Agustín.

Ciertamente no es que estemos como quien dice eludiendo la influencia de San Agustín, sino que estamos

reconociendo la madurez de Teresa, en la consolidación y consistencia de su proceso y iluminación.

Son dos personas que coinciden en la búsqueda y en la meta, y que son diferentes en los caminos que

recorren, porque, recordamos, que Agustín lleva todo el proceso de la verdad en un recorrido metafísico

intelectual admirable, y Santa Teresa toma el atajo, y va directamente por el camino afectivo.

Pues bien dicho esto, de acuerdo con el paradigma bíblico del género confesión, que resalta en el

conjunto de sus narraciones, que nos cuentan todo el proceso subyacente en la historia de las relaciones

entre Dios y su pueblo, y que constituyen puntos especialmente relevantes en la comprensión del modo en

que Dios se revela y se auto comunica, podemos afirmar sin ser víctimas de ninguna exageración, que

Teresa de Jesús puede ser considerada también como un hito paradigmático. Es decir una referencia

especialmente sobresaliente en ese proceso de la revelación y auto comunicación con Dios.

En efecto, un acercamiento a Santa Teresa en su globalidad existencial, o sea en su persona, en su

doctrina, y en su testimonio, nos dejan ver a una mujer que es toda ella una confesión.

En los más diversos matices de la misma, tanto en el Libro de la Vida, como las Fundaciones, las

Exclamaciones, y muchas de las Cuentas de Conciencia, son una sucesión de confesiones.

Bien que podemos afirmar que el libro confesional por excelencia es el Libro de la Vida y que las mejores

confesiones las encontramos en las Exclamaciones, pero no están ausente en las Fundaciones, que

forman parte integral de su biografía, y tampoco están ausentes en Moradas.


Teresa confiesa ante todo la Misericordia de Dios, su gran poder y su paciencia, su paciencia para con ella y para con toda la humanidad: " ¡Oh Señor!, confieso vuestro gran poder. Si sois poderoso, como lo sois, ¿qué hay imposible al que todo lo puede? Quered Vos, Señor mío, quered, que aunque soy miserable, firmemente creo que podéis lo que queréis, y mientras mayores maravillas oigo vuestras y considero que podéis hacer más, más se fortalece mi fe y con mayor determinación creo que lo haréis Vos", lo dice en la exclamación cuatro. No hay página, exclamación, monólogo, oración, que no incluya, como dice el P. Tomás, un. ¡Bendito

seas!. Por todas partes aparecen los bendito sea teresianos. Abisma dar ante la sutileza, inmensa

pedagogía, y la mucha comprensión con que Dios conduce su vida, la vida de Santa Teresa. Hay muchos

acontecimientos extraordinarios, pero más extraordinario es la sutileza pedagógica, comprensión y ternura

con que ella camina humildemente con su Dios, y eso la hace una confesión permanente. Se abisma ante

la gran riqueza que contiene las escrituras y pondera las muchas luces que encuentran en los textos que

lee, y en las explicaciones que recibe de los teólogos.

Llega al estupor al contemplar la gran belleza en Él, y capacidad de la persona humana.

Queda extasiada cuando comprende que en lo interior de la persona hay un lugar donde habita Dios, que

no estamos huecos por dentro, y que alguien en lo muy interior, muy hondo, que nadie sabe decir cómo

es. Siente en sí esta divina presencia, se conmueve hasta las lágrimas, ante las muchas almas que se

pierden y se vuelve determinadamente al señor pidiéndole que le ayude a encontrar los medios para

remediar tan grandísimo mal.

También es motivo de confesión las maravillas que hace en personas tan del común y corriente como son

las mujeres que ingresan en sus conventos, y la manera como corresponde, cómo responden al llamado

del señor.

Lo mismo que no se cansa de ponderar las posibilidad de respuesta que dan las personas a quienes el

señor llama, y les dan la oportunidad de colaborar en su obra fundacional: fijémonos que la santa con

todos estos colaboradores, más que bien llamarlo bienhechores. Para ellos todos los colaboradores son

manos de Dios.

La santa no se detiene a ponderar las muchas dificultades, ni a condenar a quien le ofrece esas

dificultades. Todo lo atribuye a trampantojos del demonio, que tiene buen cuidado del mucho bien que se

va hacer en esa fundación y hace todo lo posible por impedirlo.


Hasta el desarrapado Andrade, en Toledo, resulta ser una mano de Dios, la mano que Dios le da en ese

momento para conseguir casa, y eso, cuando ella lo relata, es una verdadera confesión de ver cómo se

sirve Dios de lo insignificante para sacar obras grandes.

Esto en general es una línea de investigación, un campo de trabajo que queda abierto, bien sea para que

coincidamos en la propuesta que estoy haciendo, bien sea para que la corrijamos, pero me parece que

hay mucho que ahondar en la obra teresiana desde esta óptica de la confesión.

Voy a acercarme al libro de las Fundaciones, y simplemente a partir de este momento les voy a pedir que

hagamos una especie de lectura oracional, o lectura orante, con Santa Teresa, siguiendo sus confesiones.

Ella dice en Fundaciones 1, 7:

"A los cuatro años (me parece era algo más), acertó a venirme a ver un fraile francisco, llamado fray Alonso Maldonado, harto siervo de Dios y con los mismos deseos del bien de las almas que yo, y podíalos poner por obra, que le tuve yo harta envidia. Este venía de las Indias poco había. Comenzome a contar de los muchos millones de almas que allí se perdían por falta de doctrina, e hízonos un sermón y plática animando a la penitencia, y fuese. Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mí. Fuime a una ermita con hartas lágrimas. Clamaba a nuestro Señor, suplicándole diese medio cómo yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio, pues tantas llevaba el demonio, y que pudiese mi oración algo, ya que yo no era para más. Había gran envidia a los que podían por amor de nuestro Señor emplearse en esto, aunque pasasen mil muertes. Y así me acaece que cuando en las vidas de los santos leemos que convirtieron almas, mucha más devoción me hace y más ternura y más envidia que todos los martirios que padecen, por ser ésta la inclinación que nuestro Señor me ha dado, pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos, mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer."

A esta confesión la llamo confesión misionera:


Una segunda confesión la llamo confesión de reclamo al señor: "No pongo en estas fundaciones los grandes trabajos de los caminos, con fríos, con soles, con nieves, que venía vez no cesarnos en todo el día de nevar, otras perder el camino, otras con hartos males y calenturas; porque, gloria a Dios, de ordinario es tener yo poca salud, sino que veía claro que nuestro Señor me daba esfuerzo; porque me acaecía algunas veces que se trataba de fundación, hallarme con tantos males y dolores, que yo me congojaba mucho, porque me parecía que aun para estar en la celda sin acostarme no estaba, y tornarme a nuestro Señor, quejándome a su Majestad, y diciéndole que cómo quería hiciese lo que no podía, y después, aunque con trabajo, su Majestad daba fuerzas, y con el hervor que me ponía y el cuidado, parece que me olvidaba de mí." Fundaciones 18,4

Esta confesión está en consonancia con otra que tiene en el capítulo 27. Todo el capítulo 27 de las fundaciones es una larga confesión, está ya poniendo lo que ya creía, el colofón de las fundaciones está


siendo como una memoria que se está dando cuenta de lo que ha hecho y entonces en ese capítulo 27 capítulo 12 dice Santa Teresa: "Mirad, mirad, mis hijas, la mano de Dios. Pues no sería por ser de sangre ilustre el hacerme honra. De todas cuantas maneras lo queráis mirar, entenderéis ser obra suya. No es razón que nosotras la disminuyamos en nada, aunque nos costase la vida y la honra y el descanso; cuánto más que todo lo tenemos aquí junto. Porque vida es vivir de manera que no se tema la muerte ni todos los sucesos de la vida, y estar con esta ordinaria alegría que ahora todas traéis y esta prosperidad, que no puede ser mayor que no temer la pobreza, antes desearla. ¿Pues a qué se puede comparar la paz interior y exterior con que siempre andáis? En vuestra mano está vivir y morir con ella, como veis que mueren las que hemos visto morir en estas casas. Porque, si siempre pedís a Dios lo lleve adelante y no fiáis nada de vosotras, no os negará su misericordia; si tenéis confianza en El y ánimos animosos -que es muy amigo Su Majestad de esto-, no hayáis miedo que os falte nada."

No está alegando, no en esta pidiendo que Dios le premie por sus trabajos, sino Dios ha operado a pesar de tener tantas dificultades en esos caminos, por eso lo pongo como confesión de reconocimiento y de responsabilidad Una cuarta confesión, que ni el profeta, ni el salmista, ni nadie ha hecho, es una confesión como esta, que

hace Santa Teresa, aquí en 27,18 la pongo en rojo y la llamó confesión de ternura fraternal y maternal

Viene ella relatando las dificultades:

"Pues en llevar condiciones de muchas personas, que era menester en cada pueblo, no se trabajaba poco. Y en dejar las hijas y hermanas mías cuando me iba de una parte a otra, yo os digo que, como yo las amo tanto, que no ha sido la más pequeña cruz, en especial cuando pensaba que no las había de tornar a ver y veía su gran sentimiento y lágrimas. Que aunque están de otras cosas desasidas, ésta no se lo ha dado Dios, por ventura para que me fuese a mí más tormento, que tampoco lo estoy de ellas, aunque me esforzaba todo lo que podía para no se lo mostrar, y las reñía; mas poco me aprovechaba, que es grande el amor que me tienen y bien se ve en muchas cosas ser verdadero." Creo que es una confesión de una ternura, de una hondura, y al mismo tiempo no le pena que se diga de ella que no está desasida.


Lleva una evocación Paulina, pues recordamos que cuando Pablo se está despidiendo de los discípulos de Éfeso, les pide que tengan cuidado de vosotros mismos, y les encomienda a Dios y a su palabra. Entonces se adelantaron con Pablo para despedirlo hasta la barca y muchos lloraban y Pablo también y lo que les dolía era aquello que les había dicho que no volverían a verlo. Y añade que lo que más le dolía era pensar que no las había de volver. Es una confesión preciosísima, y se ha comentado muchísimo. Una quinta confesión desde este reconocimiento a la fidelidad de Dios está en ese mismo capítulo 27, 21: "También algunas veces me daban contento las grandes contradicciones y dichos que en este andar a fundar ha habido, con buena intención unos, otros por otros fines. Mas tan gran alegría como de esto sentí no me acuerdo, por trabajo que me venga, haberla sentido. Que yo confieso que en otro tiempo cualquiera cosa de las tres que me vinieron juntas, fuera harto trabajo para mí. Creo fue mi gozo principal parecerme que, pues las criaturas me pagaban así, que tenía contento al Criador. Porque tengo entendido que el que le tomare por cosas de la tierra o dichos de alabanzas de los hombres, está muy engañado; dejado de la poca ganancia que en esto hay, una cosa les parece hoy, otra mañana" Todo este texto es una confesión y es precisamente una confesión que lleva implícita una especie de referencia interna a Dios que nunca le ha fallado y por eso dice terminan con esa posología: " Bendito seáis Vos, Dios y Señor mío, que sois inmutable por siempre jamás, amén. Quien os sirviere hasta el fin, vivirá sin fin, en vuestra eternidad."


Hay una confesión que todos sabemos de memoria, todos la recitamos, y todos la cantamos, y que yo la

llamo la gran confesión teresiana y es la gran confesión de la certeza que nos da la Santa en que Dios es

el único que nos da seguridad absoluta que todo lo demás es transitorio.

Lema aprendido en su experiencia de Dios y en su compromiso fundacional y oracional.

Oremos con ella y confesemos con ella, mientras repetimos la letrilla y cantamos:


Nada te turbe, Nada te espante,

Todo se pasa, Dios no se muda.

La paciencia Todo lo alcanza;

Quien a Dios tiene Nada le falta.

Santa Teresa rompe en exclamaciones en confesiones en todas las direcciones según el momento en

que está viviendo y esto es la belleza de este estilo teresiano, que no es monótono sino que cualquier

vuelta de página nos puede sorprender.

Preguntas al respecto:

En Teresa, ¿hay alguna diferencia entre autobiografía y confesión?:

Teresa es toda ella una confesión, es decir en su realidad existencial y en su realidad testimonial, y en la

realidad de sus escritos, vemos una confesión viviente.

En este sentido no habría una diferencia entre biografía y confesión. De la misma manera que decimos en

Teresa que su teología es un biografía también podemos decir que su confesión es su biografía.

Naturalmente hay muchas partes de la narrativa que sirven de soporte, y va conduciendo digamos la línea

de la vida en la cual surge el motivo para la confesión.

¿Tiene alguna finalidad pedagógica la confesión?:

Cuando la persona hace su confesión no tiene como quien dice conscientemente ninguna finalidad, lo

único que hace es responder a una necesidad existencial. Pero para los que analizamos los libros,

especialmente las biografías, sí que nos sirve enormemente la confesión, y ahí, la confesión, cobra toda

su dimensión no solamente pedagógica, que nos pone también en contacto con aquella experiencia del

misterio que hace a la persona hacer una confesión.

¿Las confesiones son una muestra de fortaleza o de debilidad? ¿ Llama o noche?

Ni de fortaleza ni debilidad sino de las dos juntas, y a lo mejor de ninguna de las dos, porque ciertamente

uno no hace confesiones ni siquiera estas tan desgarradoras de Jeremías ante quien no tiene confianza y

ante quien no le da seguridad en ese sentido sería una muestra de fortaleza y de seguridad en aquel a

quien tengo confianza, y al mismo tiempo puede surgir en momento coyuntural cuando la persona se ve

sin fuerzas.

Santa Teresa no finge cuando dice que está enferma, antes al revés, es muy valiente para ocultar sus

enfermedades.

Es una persona que ordinariamente vive con poca asistencia médica o muy rudimentaria como era la de la

época.

Muchas gracias al P. Rómulo Cuartas Londoño por esta conferencia que impartió el 16 de mayo de 2012

en la Universidad de la Mística en Ávila wwww.mistica.es

Recopilado por http://www.susurrodedios.wordpress.com donde podéis escuchar el audio de esta

conferencia y otras.

wwww.mistica.es

http://www.susurrodedios.wordpress.com/

Confesiones de Santa Teresa

Documents

Transcript of Confesiones de Santa Teresa