Conflicto Entre Los Ojos y La Mirada

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS UNIVERSIDAD DEL PERÚ, DECANA DE AMÉRICA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE LITERATURA ANÁLISIS SEMIÓTICO DE “CONFLICTO ENTRE LOS OJOS Y LA MIRADADE CÉSAR VALLEJO POR: JUAN CARLOS GONZALES TORRES CURSO: SEMIÓTICA LITERARIA PROFESOR: SANTIAGO LÓPEZ MAGUIÑA

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOSUniversidad del Per, Decana de AmricaFACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANASEscuela Acadmico Profesional de Literatura

Anlisis semitico de Conflicto entre los ojos y la mirada de Csar VallejoPor:Juan Carlos Gonzales Torres

Curso: Semitica LiterariaProfesor: Santiago Lpez Maguia

Lima2015

Ensayo final: Anlisis semitico de Conflicto entre los ojos y la mirada de Csar Vallejo

El texto que es objeto del presente anlisis forma parte de un conjunto de textos de Csar Vallejo que ste llego a preparar, pero no a publicar en vida. Estos textos se editaron recin en 1973, en un libro que llev por ttulo Contra el secreto profesional. Respecto a este libro la crtica ha subrayado su carcter miscelnico considerando encontrar en l la reunin de anotaciones, citas, poemas en prosa, fabulaciones y consorcios narrativos plurales. Pero resulta fundamental sealar que, ante todo, Contra el secreto profesional es un libro de pensamientos que mezcla recursos narrativos y poticos. En relacin a ello, consideramos al texto que analizaremos como una estampa en la que se ver plasmada un pensamiento del autor. Para dar inicio al anlisis, pasaremos a transcribir el texto:

Conflicto entre los ojos y la mirada

Muchas veces he visto cosas que otros tambin han visto. Esto me inspira una clera sutil y de puntillas, a cuya ntima presencia manan sangre mis flancos solidarios.

-Ha abierto sol, -le digo a un hombre.

Y l me ha respondido:

-S. Un sol flavo y dulce.

Yo he sentido que el sol est, de veras, flavo y dulce. Tengo deseo entonces depreguntar a otro hombre por lo que sabe deeste sol. Aquel ha confirmado mi impresin y esta confirmacin me hace dao, un vago dao que me acosa por las costillas. No es,pues, cierto que al abrir el sol, estaba yo de frente? Y, siendo as, aquel hombre ha salido, como desde un espejo lateral, a mansalva, a murmurar, a mi lado: "S. Un sol flavo y dulce". Un adjetivo se recorta en cada una de mis sienes. No. Yo preguntar a otro hombre por este sol. El primero se ha equivocado o hacebroma, pretendiendo suplantarme.

-Ha abierto sol, -le digo a otro hombre.

-S, muy nublado, -me responde.

Ms lejos todava, he dicho a otro:

-Ha abierto sol.

Y ste me arguye:

-Un sol a medias.

Dnde podr ir que no haya un espejo lateral, cuya superficie viene a darme de frente, por mucho que yo avance de lado y mire yo de frente! A los lados delhombre van y vienenbellos absurdos, premiosa caballera suelta, que reclama cabestro, nmero y jinete. Mas los hombres aman poner el freno por amor al jinete y no por amor al animal. Yo he de poner freno, tan slo por amor al animal. Y nadie sentir lo que yo siento. Y nadie ha de poder suplantarme.

Empezaremos por establecer el campo posicional que se articula en el discurso. En un primer momento, una presencia aparece sbitamente en el horizonte de presencia del cuerpo propio, de forma que ste queda sobrecogido. En este procedimiento, el cuerpo propio se convierte en blanco de mira de la presencia sobrecogedora, la fuente de esta operacin. A esta presencia hay que ubicarla en la primera lnea del texto. A partir de ella, podemos distinguirla como una presencia imperceptible (no percibida por los sentidos), como una idea que para presentificarse requiere de una experiencia sensitiva. De esta forma, es aparecida ante el cuerpo propio como la manifestacin de una constatacin. Esta constatacin va a ocasionar efectos en el cuerpo propio: Esto me inspira una clera sutil y de puntillas a cuya ntima presencia manan sangre mis flancos solidarios. Veremos, ms adelante que se trata de un primer avistamiento de la inoperancia de la palabra como medio de expresin de los sentimientos humanos.El procedimiento anteriormente descrito tiene como consecuencia el despertar de la mira del cuerpo propio, en un proceso donde la direccionalidad del instante anterior queda invertida. El cuerpo propio se convierte entonces, en fuente de una mira que dirige hacia la presencia sobrecogedora, el blanco de sta. Este es el momento de la toma de posicin, a partir de la cual se desarrollar una accin, en la que habremos de reconocer el campo transformacional del discurso. Muchas veces he visto cosas que otros tambin han visto, afirma el sujeto del discurso. Se remarca aqu la equivalencia que presentan las miradas de los hombres, sin embargo esta evidencia no es suficiente para el sujeto, quien se resiste a confiar en la palabra (en la mirada) como vehculo de las percepciones individuales. Por ello realizar una accin que est destinada a encontrar en la mirada, en el lenguaje, un espacio pleno para instalar la singularidad de su particular sensibilidad. Esta resistencia se hace evidente cuando rechaza el primer testimonio que devela la ineficacia del lenguaje como sostn de los sentimientos individuales. En este momento, interroga a un primer hombre sobre la puesta del sol, el cual le confirma exactamente la mirada, la percepcin que haba tenido: No es,pues, cierto que al abrir el sol, estaba yo de frente? Y, siendo as, aquel hombre ha salido, como desde un espejo lateral, a mansalva, a murmurar, a mi lado: "S. Un sol flavo y dulce". El sujeto se alarma ante la congruencia entre su mirada y la del otro: el que se hallen ambos en lugares distintos hace ms gravitante su frustracin. Acusa por ello al primer hombre de una suplantacin, y requiere el testimonio de otros personajes para confirmar aquella. Esta quedara confirmada si encuentra en el testimonio de otro hombre una mirada que no se corresponda con la suya. Para ello, interroga a un segundo y a un tercer hombre sobre la misma puesta de sol. Pero en cada uno de estos actos el actante ve confirmada su impresin, por ello afirma con tono de exaltacin: Dnde podr ir que no haya un espejo lateral, cuya superficie viene a darme de frente, por mucho que yo avance de lado y mire yo de frente!. La performance indicada puede ser inscrita en el esquema cannico de la bsqueda, pero en ste veremos que despus de realizarse la accin no ocurre la conjuncin del sujeto con su objeto de valor. Sin embargo, encontramos que s se ha determinado un cambio en el sujeto. El objeto de valor que persigue el sujeto, tal como lo concebimos, es la necesidad de resguardar la singularidad de sus sentimientos o sensaciones. Para ello asiste al lenguaje, y a la mirada aduciendo que, a travs de ellas, podra diferenciar sus sentimientos de los de los otros. El proceso que hemos descrito arriba nos ilustra la imposibilidad de conseguir su objeto de valor a travs de esa va. Al sujeto no le queda ms que renunciar a ella. Aqu ubicamos el cambio que va a experimentar.Tras la performance, ocurre la operacin de embrague, la del retorno al mundo propio del sujeto. Este se corresponde con el ltimo prrafo del texto. Aqu encontramos la oposicin fundamental del relato -la cual est desplegada ya desde el ttulo-: el conflicto entre los ojos y la mirada. Apuntamos una primera diferencia entre ambos: los ojos, como tales, son parte de todo animal, mientras que la mirada slo podr ser atribuida al ser humano. En relacin a esta diferencia, es posible relacionar el primero con lo sensorial y el segundo con lo conceptual. A partir de ello, podemos distinguir entre dos tipos de enfoque: el enfoque de la mirada, que se relaciona con el lenguaje, y el enfoque de los ojos que se relaciona con la experiencia sensorial exenta del dominio simblico. El anterior proceso ha demostrado lo inviable del enfoque de la mirada para la consecucin del objeto deseado. En relacin a ello, el sujeto opta por el enfoque de los ojos para obtener su objeto de valor: () los hombres aman poner el freno por amor al jinete y no por amor al animal. Yo he de poner freno, tan slo por amor al animal. Y nadie sentir lo que yo siento. Y nadie ha de poder suplantarme. Solo a travs de este enfoque ser posible preservar esa dimensin nicamente sensorial en el hombre, dimensin que la palabra haba obnubilado. A travs de esta orientacin prevalecer lo singular del hombre. Esta es, pues, la va adecuada para la obtencin del objeto de valor del sujeto, quien ser capaz de diferenciarse de los otros por conservar la partcula primaria de la sensacin y no diluirla en la conceptualizacin simblica.El objeto de valor del sujeto, el resguardo de la singularidad de sus sentimientos o sensaciones, no variar su estatuto: son valores exclusivos en virtud a la gran intensidad que despiertan en el sujeto y a la extensin concentrada con las que ste los aprehende. Respecto a los medios para llegar a ese objeto de valor, el enfoque de la mirada es valorizado como una mentira, ello en tanto admite la conjuncin entre un parecer y un no ser que el sujeto avista. Es a partir de este reconocimiento que toma partido por el enfoque de los ojos para hallar en l el autntico espacio en donde ha de prevalecer la singularidad de sus sensaciones. En conclusin, encontramos en el discurso un conflicto entre dos medios que posee el sujeto para proyectar su ntima sensibilidad. El lado de la mirada se relaciona con el uso de la palabra, e implica una conceptualizacin. En este proceso lo singular del mundo interior del sujeto es disuelto en la generalidad del lenguaje. Por este medio no podr diferenciarse de los otros; todo lo contrario, encontrar en cada uno de ellos la confirmacin de sus percepciones. Este enfoque es puesto en conflicto con el enfoque de los ojos. Significa este el encuentro de la dimensin ms pura de la subjetividad, en tanto alejada del dominio de lo simblico. Esta referencia se explicita en el ltimo prrafo con la diferencia relacionada con poner el freno o bien por amor al jinete o bien por amor al animal. El enfoque de los ojos se corresponde con ste ltimo. Se trata, pues, de la destitucin del lenguaje por la imposibilidad de hallar en l el recinto propicio para la singularidad de los sentimientos humanos. Se trata tambin de su develamiento como motor de la suplantacin en los hombres. El sujeto opta por los ojos para resguardar la particularidad de sus sentimientos en tanto no se encuentre sometido por el dominio de lo simblico.