CONVERSACIÓN CON ENRIQUE SÁNCHEZ SOTELO sentido figurado. revista literaria. año 4 num. 5....

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28 en sentido figurado. revista literaria. año 4 num. 5. jul/ago. 2011 CONVERSACIÓN CON ENRIQUE SÁNCHEZ SOTELO José Gutiérrez-Llama México, 2011 Supe de Enrique a través de un querido amigo (Juan Antonio Marigil) a comienzos del 2007, cuando esta publicación no era sino un proyecto, una posibilidad como tantas que nunca se concretan. En ese tiempo, Enrique representaba la ocasión de tener un auténtico poeta en nuestras filas y así, asegurar la calidad de sus colaboraciones y contar con la mirada experta, capaz de analizar las obras ajenas para estructurar la sección de poesía con el más alto contenido literario. Desde la primera edición su tarea fue hecha con escrupulosidad y atingencia sin embargo, antes incluso de eso, Enrique se convirtió en más que el editor responsable de la sección. En un amigo sensato y sensible, un escucha atento, un mediador con buen tino… en la certidumbre del comportamiento intachable y cercano. Un día tomó distancia para buscar otros rumbos, pero la distancia, al menos para los que conformamos ESF, sabemos que es ilusoria. Es decir, siempre estuvimos juntos. Ahora se acerca y nos regala una estupenda sorpresa. Su primera novela: La leyenda traicionada, inspirada en la historia de Bellido Dolfos. Por sí mismos, su amistad, su reconocido talento como poeta y su novela, son razones suficientes para escuchar a Enrique con gran interés. La convergencia de todas, tornan el asunto impostergable. Así que, allá vamos. Enrique Sánchez Sotelo (Vigo, 1973) es licenciado en Filología Germánica e Hispánica. Profesor de Francés y Lengua Española en el Colegio Montecastelo. Poeta, autor de obras teatrales y de un Manual de Gramática en Inglés para estudiantes. Es Co-Fundador

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CONVERSACIÓN CON ENRIQUE SÁNCHEZ SOTELO José Gutiérrez-Llama México, 2011

Supe de Enrique a través de un querido amigo (Juan Antonio Marigil) a comienzos del 2007, cuando esta publicación no era sino un proyecto, una posibilidad como tantas que nunca se concretan. En ese tiempo, Enrique representaba la ocasión de tener un auténtico poeta en nuestras filas y así, asegurar la calidad de sus colaboraciones y contar con la mirada experta, capaz de analizar las obras ajenas para estructurar la sección de poesía con el más alto contenido literario. Desde la primera edición su tarea fue hecha con escrupulosidad y atingencia sin embargo, antes incluso de eso, Enrique se convirtió en más que el editor responsable de la sección. En un amigo sensato y sensible, un escucha atento, un mediador con buen tino… en la certidumbre del comportamiento intachable y cercano. Un día tomó distancia para buscar otros rumbos, pero la distancia, al menos para los que conformamos ESF, sabemos que es ilusoria. Es decir, siempre estuvimos juntos. Ahora se acerca y nos regala una estupenda sorpresa. Su primera novela: La leyenda traicionada, inspirada en la historia de Bellido Dolfos. Por sí mismos, su amistad, su reconocido talento como poeta y su novela, son razones suficientes para escuchar a Enrique con gran interés. La convergencia de todas, tornan el asunto impostergable. Así que, allá vamos. Enrique Sánchez Sotelo (Vigo, 1973) es licenciado en Filología Germánica e Hispánica. Profesor de Francés y Lengua Española en el Colegio Montecastelo. Poeta, autor de obras teatrales y de un Manual de Gramática en Inglés para estudiantes. Es Co-Fundador

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de la Asociación Poético-Literaria Formas Difusas y de la Revista Literaria En Sentido Figurado. Colaborador de diversas revistas culturales como Fundación Cero, Bix y de esta, la que ayudó a edificar. Con La Leyenda traicionada, Enrique se adentra en la narrativa apostando por uno de los episodios más oscuros de las crónicas del Medioevo. Publicada por De librum Tremens, la obra se puede adquirir por internet en las webs de la editorial, de El Corte Inglés y de la Casa del Libro. En breve será presentada oficialmente en la librería local Versus. 1.- ¿Qué mueve al poeta a cambiar su forma de contar historias? De la metáfora a la narrativa precisa, de la síntesis a la tesis, del abstracto al hecho concreto, encuentro grandes diferencias, enormes contradicciones. Insisto, ¿Qué mueve al poeta a dejar por un instante siquiera, su forma de presentarnos al mundo? Y bueno, ¿Cómo ha sido para ti esta experiencia? Finalmente, ¿Dónde te sientes más cómodo? ¿Qué viene a futuro, el poeta, el relator o ambos intercalada y azarosamente? R.- Para mí no es un cambio tan profundo. Son caras diferentes de la misma moneda. En la poesía dejas que fluyan los pensamientos y los sentimientos de una manera, si quieres, más caótica. En la novela, el orden rige un poco más los designios de la misma. La poesía, para mí, no deja de tener un tinte novelesco así como la novela un tinte poético. Al fin y al cabo, lo que haces es “verter” parte de ti mismo tanto en un poema como en un relato, y claro, tú sólo eres uno, no cambias 2.- Cito, con base en entrevistas que has dado por la publicación de tu novela, que el interés sobre la figura de Bellido Dolfos surge de tu participación (hace 10 años) en un concurso de poesía sobre este personaje. Dicho concurso es organizado por la hija de Federico Acostas, un juez que dedicó parte de su vida a reivindicar la memoria de Dolfos. Y agregas que con motivo del certamen buscaste información, te pico el gusanillo y comenzaste una ardua labor de investigación. En evidencia la primera pregunta que surge es, ¿Qué fue entonces lo que te motivo a participar en ese lejano certamen poético? ¿Qué fue eso que te llamó la atención sobre

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Dolfos para escribir un primer poema y ahora una novela? R.- Pues, hace 10 años yo escribía poesía, como ahora, y conocí a varias personas por internet que escribían. Ellas fueron las que me animaron a participar en ese concurso, y además era muy cómodo pues permitía presentar los trabajos por internet. Sobre Dolfos me llamaron la atención dos cosas: una, que es un personaje histórico de España con el que se han cometido injusticias durante muchos siglos y otra, que su historia y personalidad responden perfectamente a las características de una novela épica y atractiva. 3.- Dice Conrad en Victoria que, “quien establece un vínculo está perdido; el núcleo de la corrupción ha entrado en su ser”. Y añade en este sentido Villoro, “quien establece un vínculo no juzga de la misma manera; la confianza y la empatía lo vuelven frágil y, en esa medida, corrompible”. Por otra parte, reconoces en las entrevistas a que he hecho referencia, que la labor de investigación sobre Dolfos no ha sido fácil. “Es la época del Cid y las crónicas son pocas y sesgadas. Las fuentes más numerosas son los romances pero tienen poca credibilidad a nivel histórico”. Pues bien, ¿qué puedes decirnos de tu vínculo con Delfos? ¿Crees qué tu percepción sobre él influyó a la hora de elegir la información disponible? ¿Crees necesario mantener la objetividad en una novela histórica o al abrigo de la ficción todo es válido? R.- Son dos preguntas interesantes. Por un lado, he intentado poner al sentido común como rector de mis pensamientos y conjeturas para tratar de esclarecer lo más creíble posible la verdadera historia. Es cierto que podría ser fácil caer hacia un lado o hacia otro, pero la convicción de que se ha cometido una injusticia con ese personaje, hace que la simpatía por él decante ciertos aspectos de la novela. No he tratado de hacer una novela aséptica, pero sí creíble y ajustada a la Historia. Por otro lado, no creo que una novela histórica deba regirse o no por la ficción o por la Historia verdadera, pero sí que hay dos tipos según mi punto de vista: la novela que utiliza la Historia como pretexto y fuente de inspiración, y la que trata de retratarla tal cual con el máximo respeto a personajes y acontecimientos. Mi novela

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es de este segundo tipo. 4.- Si asumo una postura provocadora, debo decir, jugando un poco con las palabras, que “traición” y “tradición” tienen la misma raíz etimológica, como si eso las predestinara a coexistir. La historia humana está llena de grandes traiciones. El Éxodo cuenta la historia de Dathán y Abiram y cómo Dios termina con ellos y sus familias. Dante relata en La Divina Comedia que en el último círculo del infierno (“judesco”) aparece Lucifer encarnado por un monstruo de tres cabezas. En las bocas devora a Judas, Bruto y Casio. La traición es parte de la narrativa del hombre e iría a más, de nuestra propia narrativa. Es decir, nos traicionan y traicionamos a otros y a nosotros mismos, con una regularidad mayor de la que percibimos. ¿Crees que la traición en efecto forma parte de la condición/tradición humana? ¿Cuál sería tu definición de traición? ¿Crees que merece los peores castigos como sugieren los textos aludidos? Puestos a escoger, ¿traicionar o ser traicionado? R.- Efectivamente ambas palabras poseen la misma raíz latina. Ya me había percatado de ese hecho anteriormente y la verdad que me había hecho pensar. La traición forma parte del ser humano como cualquier sentimiento o acción egoísta por superar a otro o incluso por supervivencia, y el ser humano, por naturaleza, es egoísta. Para mí, traición es la confianza adulterada, es decir, el aprovechamiento de la confianza puesta en uno mismo para lograr un objetivo personal (egoísmo) sin importar el daño que sabemos le causaremos a la otra persona. ¿Castigo? No soy quién para castigar a nadie; eso lo debería pensar el traicionado, aunque creo que la verdad siempre vencerá a la traición. Y puestos a elegir, prefiero ser traicionado, pero sólo una vez, pues más significaría que soy estúpido. 5.- Siguiendo con las traiciones, dice Schopenhauer, “con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar”. ¿Qué piensas de esto? ¿Es el temor a la traición una posibilidad que nos impide la cercanía o realmente es una opción que no consideramos hasta que ocurre? En cualquier caso, ¿por qué razón actuamos así? R.- El ser humano tiene una capacidad que le hace avanzar y le diferencia del resto de seres vivos: la capacidad de recordar y

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aprender de los errores ajenos. Nuestra experiencia se transmite. Ahora bien, también nos puede llegar a atenazar el miedo, y eso no debería ocurrir. Sin dejar de aprender y ser inteligentes, debemos tener la capacidad de volver a confiar a pesar de una traición sufrida. 6.- De regreso a las entrevistas, señalas que el romance entre doña Urraca y Bellido Dolfos “lo más probable es que no existiese, quién sabe; sin embargo, como esto no influye en la Historia, lo he asumido para darle mayor interés a la novela”. ¿Qué razones crees que podrían justificar una traición? ¿El amor está dentro de ellas y por qué sí o no? Dime un caso en el cuál podrías traicionar a algo o alguien. R.- Una traición es muy difícil de justificar porque es la maldad en sí y seguramente hay otro camino para lograr nuestros objetivos sin necesidad de llegar a ella. Creo que no podría traicionar a nadie, pero si tengo que hacerlo, sería por otra persona, y no por mí, y nunca perjudicando irremediablemente a una tercera. 7.- Habrás oído que “la historia la escriben los vencedores”. Calderón de la Barca lo dice en forma más elegante cuando señala que “siempre el traidor es el vencido y el leal el que vence”. Asumiendo esto como cierto, la historia no es sino un punto de vista subjetivo y en muchos casos, fugaz, puesto que ésta se reescribe atendiendo a infinitud de intereses. Al final, la verdad, la realidad histórica luce intrascendente. Lo importante como menciona Gadamer, es que comprendemos (verstehen) el mundo desde nuestro punto de vista y hablar de nuestros prejuicios nos permite remontarlos aún de forma tímida, pero real. En tal caso, ¿cuál crees que es la mayor aportación de tu novela?, ¿la reivindicación del personaje en afán de justicia, enmendar la verdad histórica, añadir una nueva versión de los hechos u otro? R.- La razón primera es enmendar la Historia de Bellido Dolfos sin embargo, la verdadera razón es más ambiciosa: es la victoria de la Verdad sobre la Mentira, de la Justicia sobre la Injusticia, del Conocimiento sobre la Ignorancia. 8.- Te dejo en paz pero dime, ¿qué sigue a futuro?

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R.- Sólo Dios sabe lo que depara el futuro. Los proyectos se suceden: una obra de teatro, otra novela histórica aunque más cercana en el tiempo… En fin, espero que no deje de haber proyectos. Mi querido Enrique, como siempre ha sido un gusto saber de ti, saber de tus logros (concretados hoy en este estupendo texto), y por supuesto, haber tenido ocasión y pretexto para esta placentera conversación que te retrata a las mil maravillas como persona y escritor. No me resta más que agradecer tu paciencia y amistad para soportar mis impertinencias. Estoy cierto, en todo caso, que el lector lo apreciará tanto como yo. Nuevamente gracias y un abrazo. El placer es todo mío por la deliciosa y acertada entrevista. Mi agradecimiento es incalculable ante vuestro interés por esta modesta novela fruto de años de reflexión e investigación. Espero poder devolveros el favor algún día. Un abrazo muy fuerte desde el otro lado del charco. Vigo – Ciudad de México Junio de 2011 En la foto: Enrique Sánchez Sotelo

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LA LEYENDA TRAICIONADA José Gutiérrez-Llama México, 2011

“El que enseña siempre aprende algo, mientras el que aprende nunca aprende nada”, señala Harry Mulisch y con certeza, en esta modernidad se acerca a la realidad como quien deja una pelota de golf a pocos centímetros del agujero. Pero en todo caso, me parece que el móvil de la enseñanza, para quienes tienen ese don, no resulta tan mezquino ni promovido por la mera ocasión del auto-aprendizaje. Tampoco pienso en los discípulos como simples espejos que refractan, al menos no en todos los casos, el conocimiento. Creo que el proceso enseñanza-aprendizaje es mucho más complejo que eso pero, sobre todo, está imbuido de una connotación más profunda de lo que se aprecia en la superficie. Sin duda, Lawrence A. Husick, una de las voces con mayor reconocimiento dentro del campo de la antropología y en específico de la innovación, puede mejorar el “tiro” de Mulisch y embocar la pelota. En su muy recomendable artículo “From stone to silicon: A brief survey of innovation”, Husick define las 25 innovaciones más importantes en la historia humana, tomando como criterios su influencia en el desarrollo posterior de las sociedades y el número de personas que se han visto afectadas (en el buen sentido) por ellas. En evidencia no es este el espacio para enumerarlas pero cabe decir que al final, el autor se reserva el derecho de agregar la innovación

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“cero”; la más importante desde su punto de vista y comenta: “(…) la innovación cero es mucho más brillante que cualquier otra que hayamos discutido. Y define el concepto de pedagogía intencionada. “Esto es quizá lo último que termina por separarnos de los animales inferiores. La idea de los humanos de transmitir intencionadamente cultura y generalizar el conocimiento a otras personas a lo largo del tiempo y el espacio (…)”. Finaliza citando a Barnett que señala: “Los humanos se distinguen de los animales por la forma en que estos enseñan a los jóvenes”, y concluye con el argumento que la definición de Homo sapiens no es taxonómicamente adecuada, por lo que propone el término Homo docens. Si partimos del hecho (aceptado científica y sociológicamen-te) de que el hombre no basó su supervivencia en la biología sino en la cultura, la transmisión de esta adquiere tintes de máxima relevancia para la tarea de preservar la especie. Enseñar es la vía para supervivir, aprender no es menos. Y bueno, coincido con usted que piensa que a estas alturas habrá muchas cosas que sería mejor ignorar pero siendo así, esto no va en demérito del proceso enseñanza-aprendizaje sino tiene que ver, más bien, con la capacidad selectiva del párvulo. Así, y a mi juicio, cualquier esfuerzo que aporte conocimiento que merezca la pena, sin dobles intenciones, es por demás bienvenido. Pienso que La leyenda traicionada en este sentido, cumple de principio con estas características. Sánchez Sotelo nos presenta en forma novelada (lo que hace más digerible la obra), la historia de Bellido Dolfos, considerado, al menos hasta hace muy poco, uno de los principales traidores de la España medieval. En este aspecto habrá que destacar que los detalles y la precisión con que se desliza la trama evidencian no sólo la excelente narrativa que estructura al texto, sino los más de 10 años de investigación que el autor invirtiera en el estudio de dicho personaje. Y bueno, cuando hablamos de traidores me parece extraño, temerario inclusive, la aventura que pretenda devolverle la buena reputación a tan infaustos sujetos. La crónica del

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hombre está llena de ellos (Dathán, Abiram, Judas, Bruto, Casio, etc.) y su utilidad social queda por encima de toda duda. Si recurrimos a Levi-Strauss quizá pueda darnos la pista. Señala que la importancia del relato mítico como explicación de las cosas y más aún, su perdurabilidad en el tiempo, está basada en la estructura binaria que hace comprensible al mundo. Día y noche, nacimiento y muerte, felicidad y desgracia, bien y mal y, por qué no, lealtad y traición. Ni siquiera estamos seguros que uno prevalecerá sobre el otro; que el bien vencerá al mal o la alegría derrotará a la tristeza y, por ello mismo, el mito donde el héroe vence al mal adquiere gran relevancia puesto que de alguna forma inyecta certidumbre (al menos aparente) sobre lo incierto que parece la realidad. Exaltar la victoria del bien sobre el mal como algo no sólo posible sino “seguro”, fortifica el espíritu humano y da claridad sobre lo benéfico de llevar una conducta adecuada. Es por ello que en la historia, los traidores no sólo son derrotados sino que reciben ejemplares castigos. ¿Víctimas del proceso social de enseñanza?, quizá, seguramente en muchos casos, pero la idea del “bien superior” que inspire, persuada y penetre a la sociedad parece suficiente para justificar la deshonra de unos cuantos. En el Nacimiento de la tragedia, Nietzsche se pregunta ¿qué ocurre con una cultura que pierde esa dimensión del mito?, y en sus últimas partes afirma, que uno de los lugares desde los cuales la modernidad se constituye como crisis, como decadencia, como agotamiento del sentido, como anemia o incapacidad para la creación, es el divorcio entre la cultura y el mito antiguo. En realidad no estoy seguro de querer llevar el razonamiento hasta los extremos de Nietzsche, ni creo en la decadencia social como concepto unívoco, menos monocausal; a pesar de mi nostalgia por las “películas rosas” de finales con beso, o los “westerns” donde ganaba “el bueno” luego de un duelo a muerte. Sin embargo, me parece evidente la función social de los “malos” dentro de las historias y supongo que la pérdida de ese referente podría generar confusión y desaliento en la sociedad. No, de ningún modo se me tome como fundamentalista o puritano; quede claro que a mis años ya no me debato entre el bien y el mal cada día y me decanto por este último como algo más

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divertido. Por lo expuesto, si para usted son válidos los argumentos expuestos, La leyenda traicionada de Sánchez Sotelo pareciera ir, por una parte, con lo dictado por la época posmoderna pero, por otra, a contracorriente con la idea del contraste binario. No obstante, el rescate al que se lanza la obra parece alejado de tales consideraciones. La reivindica-ción de Dolfos no tiene que ver con la dicotomía del bien y el mal sino con la verdad. Sí, con la verdad histórica o actual. La realidad que más que atender y complacer al subconsciente, nos debiera aplastar sin más. Porque usted o yo, más yo que usted seguramente, podemos creer que la verdad es ilusoria, la crónica subjetiva e intrascendente que narran los idealistas, pero hay otros, y agrupo a Sánchez Sotelo entre ellos, que piensan en la verdad como algo fundamental para edificar lo que siga. En tal caso, La leyenda traicionada no sólo es una magnífica y entretenida narración donde los diálogos destilan sensibilidad y rigor histórico y literario, sino una obra en la que subyacen todos estos vericuetos existenciales. De ahí que cautive. Imagen: Portada del libro