Cronicas Lasombra

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- Documento Oficial - Autor: Alexander Weiss – [email protected] 2004 - La Biblioteca de Cartago – http://www.bibliotecadecartago.net Página 1 Las Crónicas Lasombra LAS PALABRAS DE LASOMBRA EN EL LIBRO DE NOD Sabed esto, hijos míos, Que el rastro de la sombra nos seguirá dondequiera que vayamos, Sabed esto, hijos míos, Que nuestra vanidad será siempre negada por los espejos, Sabed esto, hijos míos, Que nuestra tierra es para siempre la tierra de la oscuridad. Sabed que cuando llegue el momento, La oscuridad consumirá mi alma, como un día consumirá la vuestra, ¡Escuchad bien, hijos míos, hijas mías! ¡No os dejéis consumir por vuestra propia oscuridad! Sabed y recordad que nuestro hogar Es un hogar de sombras, donde siempre viviremos vigilando. Fuimos creados para vigilar desde las sombras, Ése es nuestro propósito y así será. Sabed que siempre os vigilaré Desde las sombras, a través de ojos que no son míos, Y un día encontraré mi camino De vuelta al mundo de la carne, Y otra vez caminaré entre vosotros. EL OSCURO Uno de los más enigmáticos Antediluvianos es el conocido como Lasombra, pues la mayoría de los conocimientos que se tienen sobre este vampiro proceden de las fuentes de otros clanes, a menudo con puntos de vista tendenciosos o intencionadamente manipulados. Por lo que respecta a los historiadores del clan, a menudo prefieren adoptar una aproximación más científica y racional respecto a sus orígenes, o responden con evasivas restándole importancia o tachando las antiguas leyendas como falsedades enmascaradas. ¿Quién fue el Antediluviano Lasombra? Ahriman, Laza Omri Baras, Lau-Som-Bheu y hasta más de 400 nombres se le han atribuido a lo largo de los siglos, aunque sus descendientes prefieren referirse a él con el título de “Rey de las Sombras”. Cuentos apócrifos hablan de un legendario viajero, muy posiblemente nacido en la isla de Sicilia, aunque otras versiones sitúan su lugar de nacimiento en Córcega, Cerdeña, Malta o en las islas Baleares. En verdad muchos de los Lasombra más antiguos procedían de esa zona, y en algunas de las leyendas donde aparece el fundador del clan existen referencias a una población costera. En cualquier caso se desconoce su historia antes del Abrazo. Algunas leyendas hablan de un hombre de poder, desterrado de su pueblo por motivos desconocidos, mientras que otros relatos hablan de un navegante o incluso de un humilde pescador. La llegada de este viajero a la Primera Ciudad y las circunstancias de su Abrazo, así como su sire, constituyen también una incógnita, aunque tradicionalmente los Lasombra han situado a su clan entre

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Las Crónicas Lasombra

LAS PALABRAS DE LASOMBRA EN EL LIBRO DE NOD

Sabed esto, hijos míos, Que el rastro de la sombra nos seguirá dondequiera que vayamos,

Sabed esto, hijos míos, Que nuestra vanidad será siempre negada por los espejos,

Sabed esto, hijos míos, Que nuestra tierra es para siempre la tierra de la oscuridad.

Sabed que cuando llegue el momento, La oscuridad consumirá mi alma, como un día consumirá la vuestra,

¡Escuchad bien, hijos míos, hijas mías! ¡No os dejéis consumir por vuestra propia oscuridad! Sabed y recordad que nuestro hogar

Es un hogar de sombras, donde siempre viviremos vigilando. Fuimos creados para vigilar desde las sombras,

Ése es nuestro propósito y así será. Sabed que siempre os vigilaré

Desde las sombras, a través de ojos que no son míos, Y un día encontraré mi camino De vuelta al mundo de la carne,

Y otra vez caminaré entre vosotros.

EL OSCURO

Uno de los más enigmáticos Antediluvianos es el conocido como Lasombra, pues la mayoría de los

conocimientos que se tienen sobre este vampiro proceden de las fuentes de otros clanes, a menudo con

puntos de vista tendenciosos o intencionadamente manipulados. Por lo que respecta a los historiadores del

clan, a menudo prefieren adoptar una aproximación más científica y racional respecto a sus orígenes, o

responden con evasivas restándole importancia o tachando las antiguas leyendas como falsedades

enmascaradas.

¿Quién fue el Antediluviano Lasombra? Ahriman, Laza Omri Baras, Lau-Som-Bheu y hasta más de

400 nombres se le han atribuido a lo largo de los siglos, aunque sus descendientes prefieren referirse a él con

el título de “Rey de las Sombras”. Cuentos apócrifos hablan de un legendario viajero, muy posiblemente

nacido en la isla de Sicilia, aunque otras versiones sitúan su lugar de nacimiento en Córcega, Cerdeña, Malta

o en las islas Baleares. En verdad muchos de los Lasombra más antiguos procedían de esa zona, y en algunas

de las leyendas donde aparece el fundador del clan existen referencias a una población costera. En cualquier

caso se desconoce su historia antes del Abrazo. Algunas leyendas hablan de un hombre de poder, desterrado

de su pueblo por motivos desconocidos, mientras que otros relatos hablan de un navegante o incluso de un

humilde pescador. La llegada de este viajero a la Primera Ciudad y las circunstancias de su Abrazo, así como

su sire, constituyen también una incógnita, aunque tradicionalmente los Lasombra han situado a su clan entre

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los primeros que fueron creados. Algunos eruditos sospechan que el Antediluviano tenía unos orígenes

humildes y vergonzosos que deseaba ocultar y que su Abrazo se debió a motivos triviales. Estos eruditos

argumentan que su posterior obsesión por el poder y la manipulación no se habrían manifestado de haber

disfrutado del poder y el éxito en vida.

El Antediluviano Lasombra no sale demasiado bien parado en las historias de otros clanes. Se le ha

acusado de envidiar a sus hermanos de la Tercera Generación, de espiarlos desde las sombras y de sembrar

mentiras envenenadas en los oídos de su sire que llevarían al enfrentamiento entre la Segunda y Tercera

Generación de los Hijos de Caín. Pero curiosamente, a pesar de su infamia, en todos los fragmentos

conservados de las leyendas de las Primeras Noches se evita, deliberadamente o no, la mención de su nombre

y se refieren a él simplemente como “El Oscuro.” Su papel en la caída de la Primera Ciudad y en la

destrucción de la Segunda Generación no está muy claro, pero recibió la maldición de Caín al igual que el

resto de sus hermanos.

Los historiadores del clan Ventrue afirman que el Antediluviano Lasombra sentía una gran envidia

por su fundador, y ciertas teorías señalan a una siniestra relación entre ambos. Algunas incluso van más allá

considerando que Lasombra era el hermano menor de Ventrue, tal vez incluso su “gemelo oscuro”, y que

nunca pudo soportar la autoridad de su hermano mayor sobre el resto de la Tercera Generación. Tal vez

Lasombra fuese el más destacado de los Antediluvianos, solamente superado por Ventrue, y tal vez por ello

tuviese planeada la destrucción de su hermano.

Tras la caída de la Segunda Generación, los Ventrue afirman que su fundador gobernó durante un

tiempo al resto de los Vástagos de la Segunda Ciudad, pero finalmente dejó su dominio al mando de uno de

sus chiquillos y partió, siguiendo el rastro de Caín a partir de ciertos indicios que le habían llegado. Poco

después desapareció.

Si Lasombra estuvo detrás o no de los rumores que llevaron a la partida y desaparición de Ventrue se

desconoce, pero poco después derrocó al chiquillo de su hermano y tomó el poder en la Segunda Ciudad. Sin

embargo, los demás Antediluvianos estaban divididos sobre la aceptación de Lasombra y lucharon entre sí,

provocando una serie de disturbios y calamidades. Numerosos vampiros fueron destruidos en la guerra que

llevaría a la caída de la Segunda Ciudad y otros cayeron en letargo. Una vez más Lasombra desaparecería de

la escena y no volvería a reaparecer hasta siglos más tarde.

Los vampiros Ravnos también poseen leyendas que muestran una antigua enemistad entre su

fundador y Lasombra. Según un antiguo cuento gitano, Lasombra (llamado Amriat en el relato), intentó

robar un fruto maravilloso que Ravnos había creado para poner fin a la maldición de Caín. Lasombra

provocó una serie de guerras intestinas en la Segunda Ciudad para cubrir sus acciones e incendió el refugio

de su hermano. Según las distintas versiones Ravnos cayó en letargo o consiguió huir hacia el Este, mientras

que el fruto sería comido por Daenna, la amante de Ravnos y legendaria madre de los gitanos, que

transmitiría su poder mágico a sus descendientes

LA MALDICIÓN DEL OSCURO

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Contrariamente a una creencia bastante extendida antaño, la ausencia de reflejo de los vampiros

Lasombra no está relacionada con su dominio del poder conocido como Obtenebración, sino que parece

proceder de una maldición posterior. El origen de este inquietante don arranca de algún momento de las

Primeras Noches, pero como tantas cosas referidas al Antediluviano del Clan de los Guardianes constituye

una incógnita. Un antiguo fragmento del Libro de Nod señala:

“Observad a mi hijo más oscuro,

quien para matar se sirvió de sombras;

que las mismas sombras oculten su alma,

para que todos conozcan su crimen.”

Otras leyendas hablan de la ira del Diablo, el castigo de los dioses, o de antiguos rituales mágicos

que tuvieron terribles consecuencias sobre el clan. En cualquier caso, la inquietante ausencia de reflejo

aparece asociada en el folklore occidental con la carencia de alma, y es un rasgo frecuentemente asociado

con el vampirismo. Los Lasombra no arrojan ningún tipo de imagen en espejos, remansos de agua, metal

pulido, cristal, mercurio ni en ninguna superficie reflectante. Todo lo que portan o visten desaparece

igualmente con el reflejo. Los dispositivos tecnológicos basados en la reflexión óptica no recogen la imagen

de los Lasombra, aunque aparecen de forma tenue en videocámaras, fotografías a color y sensores de

movimiento. La fotografía en blanco y negro, basada en la absorción de la luz, tampoco consigue captar el

reflejo de estos vampiros.

Curiosamente, la maldición del clan presenta ocasionalmente algunas variaciones, como reflejos

tenues y fantasmales, o incluso más inquietante, reflejos que envejecen con el paso del tiempo, mostrando

cadáveres o esqueletos descarnados. En los linajes africanos y asiáticos de los Guardianes la maldición del

clan se manifiesta en la ausencia de sombra, un rasgo asociado igualmente en ciertas sociedades a la carencia

de alma. Los Xi Dundu, un linaje africano de los Lasombra, posee además la peculiaridad de que sus

miembros se debilitan cuando reposan en su tierra natal, el fruto de una antigua maldición provocada por un

hechizo fallido.

Además de esta señal de identidad, que también aparece ocasionalmente entre vampiros de otros

clanes por razones desconocidas, los Lasombra sienten un gran dolor en presencia de la luz brillante y son

más susceptibles a los efectos destructores de la luz del sol sobre los Vástagos, una debilidad compartida,

aunque en menor medida, con los Seguidores de Set, tal vez implicando algún tipo de herencia común entre

ambos clanes…o un crimen similar.

Tampoco existe una explicación satisfactoria para el efecto del océano sobre el carácter de muchos

Lasombra, que se alteran o tranquilizan según el estado del mar. La mayoría lo aceptan como un legado

menor de su linaje, pero algunos eruditos del clan creen que el Abismo del que los Lasombra extraen sus

poderes está de alguna forma unido a las profundidades del océano, influyendo sobre el clan. Algunos

Guardianes incluso han desaparecido misteriosamente durante viajes marítimos.

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En ocasiones, el dominio de los Lasombra sobre la oscuridad es cuando menos precario, y algunos

vampiros del clan se ven acosados o incluso atacados por sus propias creaciones sombrías, que incluso llegan

a consumir lentamente su vitalidad, dejando sus cuerpos avejentados y pálidos como esqueletos.

Muchos vampiros creen que estas debilidades “adicionales” se deben a la interacción de los

Lasombra con los poderes de la oscuridad.

EL ABISMO DE AHRIMAN

Durante mucho tiempo los Lasombra han investigado los orígenes del dominio de la oscuridad, el

principal don de su clan, y los Guardianes eruditos han considerado que procede de la nada primordial que

existía antes de la Creación. Mediante su poder los Lasombra pueden invocar retazos de oscuridad del vacío

y traerlos al mundo físico, donde adquieren forma física.

Al margen de leyendas apócrifas sobre pactos demoníacos, la oscuridad de algún Infierno pagano o

el amor entre Lasombra y un espíritu del Abismo, los orígenes de esta oscuridad son desconocidos, aunque

muchos consideran que el Antediluviano Lasombra adquirió este poder durante las Primeras Noches,

posiblemente poco antes de la guerra contra la Segunda Generación, y fue la utilización de este poder el que

atrajo sobre él la maldición de Caín.

La oscuridad invocada por los Lasombra es una sustancia extraña, completamente ajena a cualquier

análisis científico o explicación racional y la mayoría de los Guardianes la aceptan simplemente como lo que

es. Sin embargo, la utilización de este poder no es un juego de niños y requiere cierto autodominio y el

conocimiento de ciertas técnicas místicas transmitidas a través del linaje. Estas técnicas derivan de antiguos

ritos a los dioses y diosas de la oscuridad, muerte y destrucción, una afinidad a menudo utilizada por el

Antediluviano Lasombra. Este conocimiento sobrenatural para la invocación de la oscuridad suele ser

utilizado de forma práctica y no ha sido completamente estudiado y aprovechado salvo por unos pocos

eruditos y taumaturgos del clan.

A partir de siglos de estudio, los Lasombra han descubierto que su poder es extraído de una

dimensión conocida simplemente como “El Abismo”, un reino de eterna e infinita oscuridad, y que según

palabras del propio Antediluviano era el estado de toda la Creación antes de que Dios hiciese la luz. Algunos

estudiosos afirman que el Abismo es sólo el fondo de una realidad mucho más grande, una prisión en la que

habitan seres de oscuridad primordial que anhelan la destrucción de la luz y de toda la Creación, para

devolver al universo a su estado original. Independientemente de que esta afirmación esté fundamentada o

no, los Lasombra creen que el Abismo posee algún tipo de inteligencia, si bien completamente mecánica y

carente de emociones, obedeciendo órdenes de seres desconocidos. Algunos de los eruditos Lasombra han

llegado a refinar sus poderes hasta tal extremo que pueden invocar criaturas de esta extraña dimensión o

incluso entrar en el mismo Abismo, explorando su inmensidad. Corren numerosos rumores de que algunos

de estos temerarios exploradores han sido poseídos por las criaturas del Abismo durante invocaciones

fallidas.

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LOS PRIMEROS HIJOS DE LA NOCHE

El don de la oscuridad no fue el único legado de Lasombra a sus descendientes. Según las leyendas

el propio Antediluviano habría organizado a sus primeros chiquillos en un culto en torno a su persona basado

en tres principios: el dominio del mundo, el control de la oscuridad y la trascendencia de la carne. La Senda

de la Noche ha sufrido varias modificaciones y aportaciones a lo largo de los milenios, entre ellas un

inevitable Apocalipsis que unirá a todos los Lasombra en el Abismo.

Desde sus orígenes los Lasombra fueron asociados con la oscuridad suprema, y el temor a la

oscuridad imbuido en la consciencia humana fue utilizado por el clan: muchos de los primeros Lasombra se

alzaron como dioses de la noche y exigieron sacrificios de sus adoradores.

A partir sobre todo del surgimiento del cristianismo los Lasombra se han considerado seres

inevitablemente condenados por la voluntad de un poder superior, y en su nuevo estado como vampiros su

misión es extender la condenación sobre los pecadores, torturando y aterrorizando a sus víctimas, mostrando

las consecuencias del pecado y tratando de trascender. Ningún pecado es demasiado vil para ellos.

Aparte de un sistema de creencias, Lasombra advirtió que sus descendientes (como todos los

vampiros) lucharían entre ellos y se devorarían unos a otros, a pesar del decreto de Caín contra la diablerie.

Considerándolo un mal menor, decidió instaurar un procedimiento para regular las depredaciones dentro de

su linaje dando lugar a la Corte de la Sangre, un tribunal donde cualquier Lasombra podría expresar su

descontento hacia sus hermanos y si su requerimiento era considerado justo, obtener permiso para tomar la

sangre de su ofensor.

Muy poco se sabe sobre los primeros chiquillos de Lasombra, y muchos creen que fueron

diabolizados o destruidos con el tiempo, aunque por alguna razón desconocida parece que Lasombra jamás

concedió personalmente el Abrazo a una mujer, quizás por algún doloroso recuerdo o algún tipo de temor

oculto. No obstante, se considera que los chiquillos de Lasombra fueron los primeros jueces de la Corte de la

Sangre. Los más meritorios serían los fundadores de los Amigos de la Noche, un grupo elitista y cerrado,

basado en el mérito y la capacidad individual, dedicado a proteger los intereses del clan y a actuar contra sus

enemigos. La primera referencia que se tiene a ellos procede del Antiguo Oriente, bajo el nombre de

“Brether Nokw”.

EL MUNDO ANTIGUO

MESOPOTAMIA

Aportando como prueba varios yacimientos arqueológicos algunos eruditos Lasombra han señalado

que la ciudad prehistórica de Catal Huyuk, situada en una meseta del interior de Turquía, podría haber dado

lugar a las leyendas sobre Enoch, o por lo menos que pudo haber sido refugio para algunos de los vampiros

más antiguos. Catal Huyuk fue uno de los primeros asentamientos urbanos de la humanidad, y hacia el año

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6500 a.C era un emplazamiento floreciente, con unos 6000 habitantes. Hacia el 5600 a.C. el emplazamiento

fue progresivamente abandonado hasta quedar deshabitado por completo en el 4900 a.C.

Curiosamente, Catal Huyuk carecía de calles. Los edificios estaban construidos unos al lado de otros,

y las entradas estaban situadas en el techo. La ciudad estaba conectada mediante un sistema de rampas y

escaleras que conectaban los edificios con el suelo circundante y que podían ser retiradas en caso de peligro.

El principal objeto de comercio era la obsidiana y los habitantes de Catal Huyuk adoraban a una oscura diosa

asociada con la obsidiana y los volcanes de cuyo calor era extraído el mineral. Los devotos de la diosa

prosperaron con el comercio de la obsidiana y extendieron su culto por las zonas circundantes.

Los Lasombra remontan los datos más antiguos sobre su linaje a Catal Huyuk y su diosa volcánica,

considerando que esta primitiva ciudad podría haber sido la primera fortaleza del clan, o por lo menos la de

una de los chiquillos del Antediluviano Lasombra.

La presencia del clan de los Guardianes está confirmada durante las primeras guerras contra los

Baali. Su participación fue decisiva para destruir la fortaleza infernal de Chorazim, pues los sacerdotes

Lasombra de la diosa Ereshkigal la inundaron con un mar de oscuridad y sus demoníacos habitantes

perecieron o fueron aprisionados para siempre.

Algunos antiguos vampiros han disputado sobre las acciones de Ereshkigal en la guerra contra los

Baali. Aunque sus sacerdotes ayudaron a los demás Vástagos a destruir a los adoradores infernales, las

intenciones y la identidad de la diosa no están claras. Tal vez se tratara de la oscura diosa de Catal Huyuk o

de otra chiquilla del Antediluviano Lasombra, pero en muchos registros aparece como la consorte demoníaca

de Nergal, uno de los líderes de los Baali, que finalmente la rechazó. Es posible que Ereshkigal compartiera

las inclinaciones demoníacas de su esposo, pero que su rechazo la llevara a traicionarlo y a aliarse con sus

enemigos.

Ningún nombre más ha trascendido sobre los Lasombra mesopotámicos, posiblemente debido a la

escasez de su número, pero no es descartable que la competencia interna y las decisiones de las Cortes de la

Sangre, al parecer muy activas durante época babilónica, provocaran una sucesiva “renovación” dentro del

clan.

LOS PUEBLOS DEL MAR Y LA PRIMERA DISPERSIÓN

Durante el II Milenio a.C. una serie de invasores conocidos colectivamente como “Los Pueblos del

Mar” arrasaron varias civilizaciones que prosperaban en el Mediterráneo Oriental, entre ellas el Imperio

Hitita. Estos invasores llegaron a Egipto hacia el 1730 a.C., donde serían conocidos como hicsos y

conquistaron el país, gobernando durante dos dinastías sucesivas adoptando los nombres y costumbres de sus

predecesores.

Los estudiosos han llegado a la deducción de que la palabra hicsos es una deformación griega de un

término egipcio que significaría algo así como jefes de los extranjeros ("heqa khasut", que aparece en

documentos del Reino Medio) y que se emplea para designar a cualquier extranjero, aunque la aplicación en

este momento corresponda a gentes procedentes del corredor sirio-palestino, es decir, semitas occidentales.

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Pero Egipto había conocido desde mucho tiempo atrás la presencia de estas gentes en su territorio, en busca

de trabajo y contratados como soldados. Estos infiltrados por todo el país habrían facilitado, suponen algunos

autores, la penetración de sus parientes que llegaron en un momento más reciente pero lo más probable es

que su situación laboral en el país ni siquiera les permitiera una acción de tal naturaleza.

Desde el punto de vista arqueológico no se aprecian vestigios de destrucción sistemática

coincidiendo con el momento de la hipotética invasión. Sin embargo, sí se documenta en el Delta del Nilo a

partir del último tercio del siglo XVIII a.C. un incremento de los restos materiales de importación asiática, lo

que demuestra la estrecha vinculación cultural del Delta oriental con respecto al mundo cananeo palestino.

Pero lo que resulta más interesante es observar el proceso de transformación cultural de la nueva población

que asimiló ciertos estímulos egipcios, adaptó parte de su sistema social al egipcio y terminó creando una

realidad diferente, aunque no en la intensidad suficiente como para impedir a los egipcios la posterior

recuperación de sus señas de identidad. El proceso, de cualquier forma, lo percibimos tergiversado porque la

mayor parte de los testimonios disponibles transmiten una negativa imagen de los hicsos.

Según la tradición, los hicsos habrían sido bárbaros crueles e impíos, que arrasaban ciudades y

destruían templos. Pero los monumentos arqueológicos desmienten tales atribuciones, ya que los faraones de

las dinastías XV y XVI construyeron y restauraron santuarios de las divinidades nilóticas y bajo su gobierno

se alimentó la creación artística y científica, según ponen de manifiesto documentos como el Papiro Rhind,

compendio de alta matemática, o el Papiro Westcar, magistral monumento de la secuencia faraónica.

Por otra parte, la presencia de los hicsos no eliminó la continuidad de los egipcios en los principales

puestos burocráticos; ciertamente, los egipcios colaboraron sin reticencias con los nuevos gobernantes, que

no difieren demasiado del comportamiento de los dinastas cananeos contemporáneos de la región de

Palestina, aunque pronto quedaron profundamente integrados desde el punto de vista cultural. Asimismo

Egipto se vio afectado por la instalación de los hicsos y no sólo por las novedades que éstos introdujeron,

como el carro de combate, el arco doble, la coraza, etc., sino también por la demostración inequívoca de la

vulnerabilidad del territorio nilótico, hasta entonces victorioso ante cualquier veleidad conquistadora

procedente del extranjero. La ideología dominante quedó profundamente marcada por aquellos

acontecimientos.

La primera dinastía hicsa, la XV, parece estar compuesta por seis faraones, de los cuales sólo sus

nombres se conservan en los documentos. Entre ellos destaca Apofis (Auserré), cuyas relaciones con los

coetáneos faraones tebanos, sometidos a tributo, aparentemente fueron cordiales. No obstante, al final del

reinado se tiene noticia de la existencia de problemas con el sur, donde reina el faraón de la XVII dinastía,

Sekenenré, bajo el cual comienza el conflicto que había de desembocar en la liberación del norte,

precipitando, por ejemplo el levantamiento de las imposiciones tributarias hasta una zona próxima a El

Fayum, donde se establece el nuevo limite de predominio hicso. Mientras tanto, una parte del Delta parece

gobernada por una línea paralela de dinastas que permitió a Manetón atribuirles el número XVI, conocida

como los hicsos menores. Sin embargo, da la impresión de que debieron estar sometidos a la hegemonía de

Avaris y que, en consecuencia, no constituirían una auténtica dinastía.

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Durante un tiempo los Pueblos del Mar dominaron todo el comercio del Mediterráneo. Numerosas

naciones estaban sometidos a ellos o les rendían tributo y llevaron a Grecia a una edad de oscuridad. El

Antediluviano Lasombra y sus descendientes estuvieron profundamente involucrados en las acciones de

estos invasores, y el propio Lasombra era adorado por los Pueblos del Mar como Laza Omri Baras, el Dios

del Río de la Oscuridad. Durante este período han aparecido numerosas referencias de dioses sombríos y

oscuros, a menudo asociados al poder y la autoridad. En Egipto los Lasombra lucharon y compartieron el

poder con los Seguidores de Set, aunque progresivamente su influencia se debilitaría con la caída de la

dinastía XVI y la llegada de Ahmosis I al poder en el 1540 a.C.

Durante esta época, y coincidiendo con la destrucción de la isla de Thera en el 1627 a.C., que

destruyó los santuarios Baali de Creta, numerosos Lasombra se dispersaron por todo el Mediterráneo, no sólo

siguiendo a los Pueblos del Mar sino también colonizando otras tierras. Tras la conquista de Egipto por los

hicsos el Antediluviano Lasombra desapareció, iniciando un viaje por tierras africanas del que regresaría

siglos más tarde acompañado de su chiquillo Montano. Al mismo tiempo varios matusalenes del clan se

establecieron en África y Asia.

GRECIA

Durante la Edad Oscura de Grecia los Lasombra también se extendieron al continente europeo.

Boukephos, chiquillo de Lasombra, e historiador de su linaje, afirma haber estado presente en la caída de

Troya en el siglo XIII a.C. y haber acompañado a la tripulación de Eneas a Italia, aunque muchos han puesto

en duda la veracidad de sus palabras.

Durante este período también fue Abrazado el Matusalén Karobos, y algunos eruditos Lasombra

afirman que la leyenda de Calipso, la ninfa que retuvo durante años al héroe Ulises, rey de Itaca, está basada

en una hechicera del clan.

En general puede decirse que la presencia de los Lasombra en Grecia fue fragmentaria, y a menudo

limitada por la presencia de otros clanes. En Esparta colaboraron activamente con los Ventrue y apoyaron a

los espartanos en su lucha contra Atenas y los vampiros que habitaban la ciudad. En otros lugares de Grecia

actuaron como oráculos o se introdujeron en los cultos politeístas, pero en general la influencia del clan en

la zona era muy reducida.

Por otra parte, el ascenso de Alejandro de Macedonia y la formación de su imperio redujeron

considerablemente las actividades piráticas en el Mediterráneo, en plena decadencia tras el progresivo

declive de los Pueblos del Mar, y los estados sucesores de Alejandro a menudo realizaron incursiones contra

los piratas.

Un chiquillo de Lasombra siguió al ejército de Alejandro y en Asia Central Abrazó a un nativo de

Antioquía, Zaratustra, quien con el tiempo se convertiría en el principal poder de su ciudad natal.

LA EXPANSIÓN ROMANA Y LA SEGUNDA DISPERSIÓN

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Aunque algunos Lasombra afirman que ya se encontraban entre los pueblos ibéricos desde época

muy antigua, los primeros registros escritos sitúan a los primeros vampiros del clan en Iberia hacia el siglo

VII a.C., siguiendo la expansión cartaginesa. Entre los Lasombra cartagineses había muchos jóvenes

Guardianes que buscaban crear nuevos dominios donde pudieran gobernar abiertamente a los mortales. Estos

colonos de Cartago, acompañados de vampiros Brujah y de otros clanes, se enfrentaron a los vampiros

ibéricos, entre los que se encontraban algunos antiguos Lasombra. Generalmente fueron los vampiros

cartagineses quienes tuvieron la ventaja en el dominio de la península, pero la situación cambió con la

aparición del antiguo Zinnridi, del clan Lasombra hacia el 300 a.C. quien declaró la guerra a los Brujah y sus

aliados. Sólo su muerte a manos de la antigua Yzebel, del clan Brujah, evitó que los Lasombra consiguieran

el completo control de Iberia.

Sin embargo, el triunfo de los Brujah cartagineses fue breve. Tras la Primera Guerra Púnica (264 -

237 a.C.) los cartagineses trataron de resarcir sus pérdidas territoriales conquistando toda la península

ibérica, lo que despertó los recelos de Roma y los Vástagos que habitaban la ciudad. La Segunda Guerra

Púnica estalló en el 219 a.C. y en esta ocasión los Lasombra se aliaron con los romanos, abandonando a sus

aliados de Cartago, simplemente por razones pragmáticas, considerando que todos los indicios señalaban a

que los cartagineses no disponían del poder suficiente para derrotar a Roma.

Pero los Lasombra ya se habían establecido anteriormente en la península italiana. Según el

historiador Boukephos varios Lasombra acompañaron al héroe Eneas en su exilio de Troya, aunque su

presencia no está documentada hasta el surgimiento de la República a finales del siglo VI a.C., momento en

que los Lasombra ayudaron a derrocar a los últimos monarcas etruscos. Aunque Roma quedó firmemente

bajo el dominio Ventrue, los Lasombra se establecieron en otras ciudades itálicas.

Ventrue, Malkavian, Lasombra y vampiros de otros clanes formaron un frente común contra

Cartago. Aunque los historiadores Ventrue han tendido a minimizar e incluso en algunas ocasiones a negar el

papel de los Lasombra en la expansión romana, no cabe duda de que el clan de los Guardianes tuvo una gran

importancia en la misma. Mientras los Ventrue preferían actuar con sutileza los Lasombra se involucraban

directamente en las campañas militares. Durante este período muchos vampiros del clan fueron Abrazados

entre las legiones romanas, y lucharon personalmente contra otros Vástagos.

Tras el final de la Segunda Guerra Púnica (202 a.C.) y la destrucción definitiva de Cartago (146 a.C.)

los Lasombra se extendieron por las nuevas provincias romanas, muy especialmente por Hispania y en el sur

de la Galia. En Hispania se convirtieron en el clan más influyente tras estabilizar su influencia y derrotar a

los vampiros cartagineses que se habían refugiado en Iberia. Paralelamente fomentaron el proceso de

romanización y muy pronto varios eminentes hispanorromanos establecieron su poder en Roma.

El crecimiento y expansión de Roma ocasionó la caída de los últimos Lasombra que se aferraban al

dominio de los piratas y saqueadores del Mediterráneo Oriental. El golpe definitivo llegó de manos del

general Pompeyo en el año 68 a.C., quien en sólo unos meses obtuvo el poder suficiente del Senado Romano

para destruir a las flotas piratas del Mediterráneo, atacando varias de sus fortalezas y destruyendo los

refugios de varios antiguos Lasombra., entre ellos Malta, donde el Antediluviano se había instalado tras sus

vagabundeos. Aunque se sentía atraído por el creciente poder de Roma, Lasombra decidió evitar la ciudad y

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se instaló en una oscura ciudadela en Sicilia, que se convertiría en su refugio más frecuentado entre sus

frecuentes viajes.

El éxito de Pompeyo significó la caída de la República Romana. En el año 59 a.C. Pompeyo, Julio

César y Craso dieron un golpe de estado y derrocaron la constitución romana y el poder del Senado. Craso

moriría poco después, en una expedición a Oriente, mientras que Julio César y Pompeyo se enfrentaron en

una guerra civil hasta que sólo quedó Julio César en el poder. El asesinato de César y las subsiguientes

guerras sucesorias llevaron a la decadencia y debilitamiento de las antiguas instituciones republicanas, y

cuando Octavio se proclamó Augusto Emperador de Roma en el año 30 a.C. lo hizo prácticamente sin

oposición.

Varios eminentes antiguos del clan alcanzaron gran influencia dentro del Imperio Romano, entre

ellos Montano, quien reunió una legión de élite de soldados a los que bautizó como los Cuerpos de la

Victoria. A través del tiempo los Cuerpos de la Victoria lucharían por Montano y Roma, derrotando a sus

enemigos. La fuerza de Montano y su coraje convirtieron a sus “tropas nocturnas” en una visión tenebrosa en

los campos de batalla.

Camila, el Príncipe Ventrue de Roma, trató de estabilizar el gobierno vampírico del Imperio creando

un sistema familiar sometido a un Triunvirato formado por representantes de los clanes Ventrue, Malkavian

y Lasombra. Sin embargo, los problemas no tardaron en surgir debido a que las esferas de influencia de cada

clan no estaban delimitadas, y a menudo varios Vástagos romanos se encontraban disputando por el poder en

distintos ámbitos. Desgraciadamente mientras los vampiros luchaban entre sí, las instituciones imperiales

escapaban a su control. En general los Lasombra preferían asentar su influencia en la estructura militar,

mientras dejaban a los Ventrue y otros clanes las labores administrativas. El resultado fueron una serie de

mezquinas manipulaciones y enfrentamientos

Con el ascenso del emperador Tiberio en el año 14, gran parte de las labores administrativas cayeron

en Lucio Aelio Sejano, jefe de la Guardia Pretoriana. Se le consideró el responsable del envenenamiento de

Druso en el año 23 y se apuntó a su participación en el asesinato de Agripina la Mayor. Durante la retirada

del emperador a Capri se hizo con el gobierno efectivo e incluso se cree que planeó un complot para

proclamarse emperador. La llegada de Tiberio a Roma en el año 31 acabó con las conspiraciones de Sejano,

que fue ejecutado y arrojado a las aguas del Tíber. Sin embargo, no murió, siendo rescatado y Abrazado por

una antigua Matusalén Lasombra conocida simplemente como Sibila, y que algunos eruditos consideran que

podría tratarse de Ereshkigal o tal vez la diosa de obsidiana de Catal Huyuk.

Los Ventrue reaccionaron con furia acusando a los Lasombra de haber tratado de convertir a Sejano

en emperador, pero los Guardianes rechazaron fríamente las acusaciones. Ventrue, Lasombra y otros clanes

se enfrentaron por el poder hasta que finalmente tras la caída de Nerón en el año 68 y la breve sucesión de

cuatro emperadores en un mismo año, los Ventrue consiguieron estabilizar la situación. El Príncipe Camila

realizó reformas en el gobierno vampírico, buscando terminar con los conflictos. Los Vástagos gobernantes

se refugiaron en las sombras y el anonimato, para evitar ser reconocidos y perseguidos por otros vampiros, y

sus decisiones se tomaban en secreto. Los Vástagos del Imperio comenzaron a referirse a sus líderes como

los Incogniti pero este término no se extendería a gran escala hasta el siglo III d.C.

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Temerosos del poder de las legiones y con la intención de limitar el poder de los Lasombra en el

ejército los Ventrue licenciaron a numerosos soldados, sustituyéndolos por mercenarios pagados,

concediéndoles tierras a lo largo del Imperio para evitar que fueran llamados a armas y constituyeran una

amenaza. Muchos Lasombra se sintieron agraviados y abandonaron Roma por las provincias, aunque

Montano y otros antiguos se mantendrían en la ciudad y sus aledaños.

Con la destrucción de la piratería organizada en el Mediterráneo, el clan Lasombra vivió un segundo

período de dispersión, extendiéndose por las fronteras del Imperio Romano e incluso más allá. Algunos

Lasombra especialmente aventureros viajaron al Lejano Oriente, donde muchos perecieron a manos de los

vampiros orientales. No obstante, algunos consiguieron sobrevivir, formando pequeñas comunidades aisladas

que sobrevivirían aisladas durante siglos. Muchos de estos viajeros Lasombra eran mercaderes judíos o de

Oriente Próximo.

Durante esta época por primera vez se codificó la Senda de la Noche, y al menos dos versiones de

esta oscura filosofía proceden del inicio de la era cristiana. Las Cortes de la Sangre se trasladaron desde

Babilonia al Imperio Romano, reflejando el cambio en el poder mortal y vampírico y la élite de los Lasombra

fue conocida como los Amici Noctis.

Mientras tanto en Roma, los Lasombra aguardaron su oportunidad, enfrentándose a los Ventrue en su

propio ámbito y utilizando sus mismas reglas de sutileza. A pesar de los esfuerzos de otros Vástagos, el

llamado “partido hispano”, formado por influyentes políticos y terratenientes de Hispania fue asimilando

cada vez mayores cotas de poder hasta que finalmente consiguieron que Marco Ulpio Trajano fuera

nombrado emperador en el año 98. Cuando Nerva murió, Trajano estaba en la frontera renana y allí

permaneció durante un año y medio para consolidar esta posición defensiva. Roma le abrió sus puertas en el

verano del año 99, poniendo en marcha un programa político caracterizado por la firmeza y la benevolencia.

Renovó el Senado al nombrar senadores procedentes de las provincias orientales y fue eliminando numerosas

tareas que fueron conferidas a la burocracia. Controlaba todas las iniciativas no sólo de carácter estatal sino

también provincial y favoreció la asistencia estatal entregando regulares subsidios las familias pobres. Los

senadores fueron obligados a comprar tierras en Italia con el fin de introducir nuevos capitales en la

economía agraria. Llevó a cabo un intenso programa de infraestructuras tanto para el desplazamiento de las

tropas como para el comercio, que se vio favorecido. Puentes, calzadas y canales fueron construidos.

La política exterior estuvo enfocada hacia la conquista. Los dacios liderados por Decébalo fueron su

primer objetivo, consiguiendo ocupar el territorio en el año 106, tras cinco años de duras luchas. De esta

manera, Dacia se convertía en provincia romana y la zona del mar Negro quedaba bajo su influencia. La

campaña está narrada en los relieves de la famosa Columna de Trajano que se puede contemplar en Roma.

También se conquistó el reino nabateo de Arabia noroccidental, Armenia se convertía en provincia romana y

se invadió Mesopotamia. Cuando Trajano se disponía a atacar el corazón del reino de los partos, se produjo

una grave rebelión en Mesopotamia, Palestina, Chipre, Egipto y Cirenaica. El emperador tuvo que cambiar

sus planes de conquista hacia la India y acabó con los focos de rebelión, a excepción de Palestina, que

finalizó en época de su sucesor Adriano. Un ataque de parálisis le provocó la muerte en Cilicia cuando era

transportado a Roma.

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El gobierno de Trajano fue producto de tensas negociaciones entre los clanes Lasombra y Ventrue,

que finalmente llegaron a un acuerdo para compartir el poder en las instituciones imperiales. El propio

Antediluviano Lasombra surgió de la oscuridad de su ciudadela siciliana y acompañó al emperador en sus

campañas de conquista, asegurando que ningún otro Vástago entorpeciera su avance. Fue gracias a Lasombra

que a pesar de sus maldiciones y antiguas magias los antiguos Tzimisce de la Dacia no pudieron detener a las

legiones romanas y que Trajano consiguiera alcanzar la victoria final sin interferencia vampírica. El propio

Lasombra atacó personalmente los refugios de los antiguos Tzimisce, devorándolos presa de un oscuro

apetito o poniéndolos en fuga. Sus acciones no pasaron desapercibidas para los pueblos dacios y eslavos, que

vieron como sus dioses caían ante la oscuridad de Tchernobog, “el dios negro”, capaz de eclipsar la luz del

sol.

Se dice que en los últimos días de Trajano, Lasombra ofreció el Abrazo al emperador romano, pero

que éste rechazó el don, y respetuoso con los deseos del mortal, el Antediluviano lo dejó morir en paz y

regresó de nuevo a su ciudadela de Sicilia, dejando nuevamente el gobierno del clan en manos de sus

chiquillos.

EL FIN DEL IMPERIO

La colaboración entre los vampiros romanos se mantuvo con altibajos durante todo el siglo II hasta

que tras la muerte del emperador Marco Aurelio en el año 180 nuevamente comenzaron los conflictos entre

linajes. Cuando Cómodo fue asesinado y la Guardia Pretoriana comenzó a subastar el trono imperial los

Lasombra se cansaron de los juegos políticos de los Ventrue, que amenazaban con destruir todo lo que

habían construido y nuevamente muchos de ellos dieron la espalda a Roma, a pesar de las súplicas de sus

aliados. Sin embargo, Montano y un grupo de antiguos permanecieron en la ciudad.

Hacia el año 313, muchos Vástagos habían abandonado Roma a su suerte, y Montano realizó un

último intento desesperado de restaurar la grandeza del Imperio. Con el apoyo de varios Vástagos que habían

abrazado el cristianismo, ya fuera por convicción o por interés, influyó directamente sobre el emperador

Constantino para que convirtiera la doctrina de Cristo en la religión oficial del estado, en un intento de

inspirar y unificar a los romanos frente a los problemas que debilitaban la estructura del Imperio. Numerosos

Vástagos paganos reaccionaron con furia, entre ellos el antiguo Matusalén Mithras, del clan Ventrue, que

había ambicionado convertir su culto personal en la religión del Imperio.

A largo plazo ni siquiera el cristianismo constituyó una solución para Roma. El Imperio Cristiano se

dividió en dos y la nueva religión se fragmentó en varias corrientes opuestas que a menudo se enfrentaron

entre sí. Viendo el resultado de sus esfuerzos, Montano reconoció su derrota y se retiró a Sicilia junto a su

sire y sus hermanos.

Sin embargo, contra viento y marea, un selecto grupo de antiguos Lasombra, permaneció en Roma y

ni siquiera los saqueos de los años 410 y 476 los forzaron a marcharse cuando otros clanes, entre ellos los

Ventrue, decidieron abandonar la ciudad a su suerte. Los Lasombra que sobrevivieron a las calamidades y

conflictos de los últimos días del Imperio Romano de Occidente reconstruirían Roma con la ayuda de la

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Iglesia. Muchos historiadores del clan señalan que fue a partir del siglo IV, pero muy especialmente en el V,

con la expansión del monacato benedictino, cuando los Guardianes unieron su destino a la Iglesia Romana.

LA LARGA NOCHE

Tras la caída de Roma, la mayoría de los Lasombra permanecieron dentro de las fronteras del

antiguo Imperio Romano, muy especialmente en Italia y la península ibérica. Sin embargo, tampoco el norte

de Europa se libró de su influencia, pues pronto comenzaron a colonizar los crecientes burgos mercantiles.

Aunque se introdujeron en numerosos ámbitos, hasta bien entrada la Edad Media, la mayoría de los

Guardines establecieron su influencia en la Iglesia, convirtiéndose en el clan más poderoso en su seno a

medida que las autoridades eclesiásticas recibían cada vez más donaciones y privilegios.

De este modo, las filas de los Lasombra se llenaron de ambiciosos sacerdotes y de obispos, pero

también de astutos consejeros, bastardos, hijas incasables y segundones movidos por el resentimiento. Los

Lasombra medievales valoraban el talento en sus nuevos chiquillos, pero sobre todo la ambición y la

voluntad para usarlo.

EL REINO VISIGODO

Con la expansión del cristianismo, muchos Lasombra abandonaron Roma y se instalaron en

Hispania. Algunos Vástagos del clan afirman haber acompañado a San Pablo y al Apóstol Santiago en sus

viajes misioneros a la península. Estos vampiros cristianos sufrieron en carne propia las persecuciones

promovidas por sus contrapartidas paganas, que no deseaban someterse ante el poder de la nueva fe. Esta

situación provocó una división entre antiguos y jóvenes que se mantuvo durante todo el período medieval.

Cuando los germanos invadieron el Imperio Romano durante el siglo V Hispania no quedó al margen

de sus depredaciones. Entre los invasores que llegaron a la península se encontraban los Alanos, Vándalos y

Suevos. Los Alanos fueron rápidamente derrotados y asimilados por los hispanorromanos, mientras que los

Vándalos, tras asentarse brevemente en la provincia de la Bética, se trasladaron al Norte de África, donde

crearon un reino. Los Suevos se instalaron en el noroeste de la península y crearían otro reino que sería

conquistado por una nueva oleada de invasores, los Visigodos.

Vampiros de los clanes Brujah, Lasombra y Ventrue utilizaron la influencia visigoda para luchar

entre ellos. Cada clan tenía objetivos diferentes. Los Ventrue esperaban restaurar el antiguo orden e

instituciones romanas, mientras que los Brujah pretendían la creación de un nuevo estado ibérico que

trascendiera todos los elementos anteriores. Sin embargo, los Lasombra se retiraron de las disputas por el

poder temporal, asentando un férreo control sobre las instituciones eclesiásticas, lo que finalmente les

permitiría establecer su supremacía en la península. En el año 585 el Reino Suevo fue conquistado por los

Visigodos y la antigua Brujah Yzebel fue destruida por los Ventrue, que resultaron gravemente debilitados

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en enfrentamientos posteriores con los Celotes. Los Lasombra hicieron entonces su movimiento,

consiguiendo la conversión del monarca visigodo Recaredo al catolicismo en el 589. Desde este momento

los Lasombra fomentaron la asimilación de los visigodos y establecerían la supremacía de su clan en la

península ibérica.

AL-ÁNDALUS

Una nueva oleada de invasores llegó desde el norte de África en el año 711: los musulmanes. Con

ellos acudieron vampiros de otros clanes, especialmente Assamitas, pero también algunos Lasombra que

vieron en el Islam la oportunidad perfecta para avanzar sus intereses. El general Musa ibn Nusayr derrotó a

Rodrigo, el último rey visigodo, en la batalla de Guadalete y rápidamente conquistó Toledo, la capital del

reino. El éxito de los invasores se debió en gran parte a la profunda división entre la aristocracia visigoda.

Los Brujah y Ventrue visigodos lucharon contra los nuevos invasores, pero finalmente fueron

destruidos o expulsados. Muchos Lasombra también huyeron, temerosos de la ira de los Ashirra (los

vampiros musulmanes). Sin embargo, muchos permanecieron en sus dominios, comprendiendo que podían

utilizar la sociedad islámica del mismo modo que lo habían hecho con la cristiana. Cuando los Lasombra

musulmanes, llamados Qabilat al-Khayal, llegaron a la península fueron aceptados por sus hermanos

ibéricos. No obstante, se produjo una división entre los Lasombra que aceptaron a los invasores y los que

huyeron a los reinos cristianos.

Pronto surgieron las primeras diferencias entre los invasores musulmanes de Al-Ándalus (el nombre

que dieron a la península). Los árabes se convirtieron en la élite gobernante, sobre los bereberes del Norte de

África que componían el grueso de los ejércitos de invasión y los hispanos que se habían convertido al Islam.

A continuación le seguían cristianos y judíos y por último los esclavos. Los Ashirra vampíricos imitaron a

sus contrapartidas mortales en esta estratificación de la sociedad. El período situado entre 711 y 756 se vio

alterado por las hostilidades entre árabes y bereberes, que detuvieron las incursiones más allá de los Pirineos.

Esta situación cambió cuando Abderramán, el último superviviente de la dinastía Omeya, llegó Al-

Ándalus y lo convirtió en un emirato independiente del califato Abbasida de Bagdad. Abderramán y sus

descendientes gobernaron Al-Ándalus desde el año 756 hasta el 1031, llevando a su reino a un período de

esplendor cultural. Durante este período la división entre los Lasombra cristianos y los Qabilat al-Khayal

islámicos se acentuó, a menudo por disputas territoriales. Durante el siglo IX, y aprovechando los disturbios

provocados por los cristianos que vivían en territorio musulmán, muchos Lasombra cristianos Abrazaron a

varios de estos “mozárabes”, que se convirtieron en feroces enemigos de los Ashirra. Nuevos problemas

surgieron cuando los muladíes (conversos), que componían la mayoría de la población de Al-Ándalus

exigieron mayores derechos frente a la aristocracia árabe. Las luchas internas continuaron hasta el año 930 y

los Qabilat al-Khayal las aprovecharon para enfrentar a sus hermanos cristianos con los demás Ashirra.

Como resultado, los Qabilat al-Khayal se convirtieron en el clan más influyente de Al-Ándalus.

En el año 929 Abderramán III aprovechó la situación de debilidad del Califato Abbasida para romper

su dependencia política y religiosa y proclamarse él mismo Califa de Córdoba. Irónicamente, los vampiros

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cristianos vieron con buenos ojos esta división del Islam, que consideraron podrían aprovechar para sus

propios fines. Afortunadamente para Abderramán III los reinos cristianos se enfrentaban a sus propios

problemas internos y no pudieron sacar todo el partido de sus victorias sobre los musulmanes.

Desde Túnez, los Califas Fatimíes trataron de crear un imperio que abarcase todo el Norte de África

–y que incluiría Al-Ándalus. Abderramán III declaró la guerra al Califato Fatimí y ocupó los puertos de

Ceuta y Melilla para detener su influencia en el Magreb. Hubo varios choques navales y batallas en el Norte

de África, pero finalmente Abderramán III consiguió imponerse, consiguiendo casi derribar al Califato

Fatimí apoyando a varias facciones rebeldes. El conflicto sólo terminó cuando los Fatimíes conquistaron

Egipto en el año 969 y perdieron interés en el Magreb, creando un vacío de poder que rápidamente fue

llenado por los Califas Omeyas con emires vasallos.

Sin embargo, tal y como los Lasombra cristianos habían previsto, el Islam se encontraba

completamente dividido por los conflictos internos, tanto en el plano mortal como entre los vampiros. Los

Ashirra de Al-Ándalus luchaban tanto entre sí como contra sus enemigos cristianos.

Abderramán III fue sucedido en el año 961 por su hijo Al-Hakam II, que también adoptó el título de

Califa de Córdoba. Su reinado fue pacífico y consiguió resolver los problemas externos gracias a la habilidad

de su general Ghalib y su consejero Abu’Amir al-Ma’afiri, conocido como Almanzor (El Victorioso).

A la muerte de Al-Hakam su joven hijo Hisham II ocupó el trono. Almanzor tomó al califa bajo su

tutela y el control del gobierno. Entonces utilizó su influencia para debilitar la posición del califa, delegando

toda su autoridad en su persona, convirtiéndose en el verdadero poder de Al-Ándalus.

Almanzor utilizó su poder para conquistar la mayor parte del Magreb y detuvo la expansión de los

reinos cristianos atacando sus territorios con regularidad en varias incursiones conocidas como azeifas. No

mostró ningún tipo de remordimiento, saqueando aldeas y ciudades siempre que le era posible. Con el apoyo

de un ejército profesional compuesto sobre todo de bereberes, Almanzor arrebató el poder a la aristocracia

árabe y convirtió el Califato de Córdoba en un reino dinámico y eficiente, pero que dependía excesivamente

de la figura de Almanzor para el mantenimiento del orden.

Almanzor tenía todas las cualidades que los Lasombra deseaban en un líder: fuerza, decisión e

inteligencia. Comprendía las fuerzas y debilidades de su gobierno y actuaba racionalmente. Se rodeó de los

mejores poetas y artistas de su época, así como de filosofos y pensadores. Sus incursiones sembraron el

terror en los reinos cristianos, habiendo ganado más de 50 batallas en el momento de su muerte en el 1002.

El debate sobre el ofrecimiento del Abrazo a Almanzor estuvo presente durante mucho tiempo entre los

Amici Noctis, especialmente entre los que tenían simpatías musulmanas, y finalmente se decidió que debería

aceptar la sangre voluntariamente, atrayéndolo hacia el clan mediante una serie de indicios ocultos. Un

antiguo Qabilat al-Khayal llamado Ibrahim obtuvo el honor de traerlo a las sombras, pero finalmente

Almanzor rechazó la oferta y murió en paz.

Cuando Almanzor murió sus hijos trataron de continuar su política, debilitando la figura del califa.

Desgraciadamente un grupo de aristócratas árabes provocó una rebelión para restaurar los derechos del

legítimo gobernante, lo que ocasionaría la caída del califato y de Al-Ándalus, aunque en aquel momento los

Vástagos musulmanes consideraron que se trataba de una mera crisis sucesoria.

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Entre los años 1009 y 1031 la unidad política de Al-Ándalus comenzó a deshacerse con

desafortunadas consecuencias debido a los estallidos de guerras civiles y a la sucesión de una serie de breves

reinados débiles e inefectivos, y finalmente no quedó ningún sucesor de la dinastía Omeya. Las facciones

árabes del reino de Sevilla y los bereberes de Granada se enfrentaron entre sí tratando de unificar Al-Ándalus

bajo su gobierno. El resultado de este período de crisis fue la anarquía y la formación de varios reinos

independientes aliados con uno u otro bando dependiendo de las circunstancias y que serían conocidos como

Taifas. Los Qabilat al-Khayal trataron de poner fin a los conflictos, pero sólo consiguieron una estabilidad

puntual en algunos lugares.

Los reinos cristianos aprovecharon la caída del Califato de Córdoba y lentamente comenzaron a

extender sus fronteras, reconquistando nuevos territorios. Sin embargo, se expandieron con seguridad,

realizando políticas de repoblación para consolidar sus conquistas. Impusieron pesados tributos a los reinos

Taifas, conocidos como parias, por el que los musulmanes conseguían una tregua anual. Estos tributos

revitalizaron la economía de los reinos cristianos.

Irónicamente el período de las Taifas benefició tanto a los Lasombra como a los Qabilat al-Khayal.

Con la caída del Califato de Córdoba, los sultanes vampíricos de otras ciudades cobraron mayor hegemonía.

Badr, del Qabilat al-Khayal, se convirtió en el sultán de Granada, mientras que su compañera de clan Miriam

bint Aisha se convirtió en el principal poder de Córdoba, gobernando desde las sombras aunque no

reclamaba de forma oficial ningún dominio.

Por lo que respecta a los Lasombra cristianos durante el siglo XI fortalecieron su dominio sobre la

Iglesia hispana y debilitaron a sus rivales musulmanes, desplazando a otros clanes. En el año 1085 los

cristianos reconquistaron Toledo, la antigua capital del reino visigodo, y la Meseta Central quedó a la merced

de los conquistadores. La caída de Toledo alarmó a los gobernantes de las Taifas, que pidieron ayuda a los

Almorávides (“Los que habitan en la Fortaleza de la Frontera”), una poderosa confederación bereber del

Norte de África.

Los Almorávides, liderados por Yusuf ibn Tashufin, entraron en Al-Ándalus y derrotaron al rey de

Castilla en la batalla de Zalaca, al norte de Badajoz en 1086. Sin embargo, a pesar de sus victorias, los

Almorávides no consiguieron aprovecharlas para recuperar el terreno perdido, debido a la división entre los

reinos de Taifas. Desde 1090 Yusuf ibn Tashufin volcó sus esfuerzos en deponer a los gobernantes de las

Taifas, en Granada, Málaga, Sevilla, Almería y Badajoz.

Sólo Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como el Cid, consiguió frenar durante un breve tiempo el

avance de los Almorávides en Valencia, donde estableció un reino independiente. Al principio había servido

como mercenario al rey de la Taifa de Zaragoza, pero posteriormente consiguió convertirse en gobernante en

pleno territorio musulmán e infligir varias derrotas a los Almorávides. A su muerte en 1099 la ciudad de

Valencia permaneció en manos cristianas hasta 1102, momento en que sus defensores tuvieron que

abandonarla y buscar refugio en Castilla.

Al igual que Almanzor, el Cid se convirtió en una figura fascinante para los Lasombra, de hecho casi

lo adoraron como una encarnación viviente de sus ideales: acciones decisivas y voluntad para cumplir su

deber, a cualquier coste. Al igual que con Almanzor, el ofrecimiento de su Abrazo fue debatido por los

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Amici Noctis, e igualmente que Almanzor, el Cid murió en paz rechazando la maldición de la sangre.

Cuando sus restos mortales fueron trasladados a Burgos, su tumba se convirtió en un símbolo de la

Reconquista para los Lasombra cristianos y su memoria fue utilizada para inspirar a las nuevas generaciones

en la lucha contra los árabes.

Con la caída de Valencia, los Almorávides consiguieron avanzar hacia el norte y conquistar la

ciudad de Zaragoza hacia el año 1110. Esta última conquista significó el principio del fin para el dominio

Almorávide, pues una renovada presión de los monarcas cristianos y una serie de alzamientos provocados

por disensiones religiosas en el Norte de África debilitaron el gobierno musulmán. Tan precaria era la

posición de los Almorávides que tuvieron que recurrir a mercenarios cristianos contra sus enemigos. En 1118

el rey Alfonso I de Aragón reconquistó Zaragoza.

Paralelamente los vampiros cristianos decidieron que había llegado el momento de presionar a sus

contrapartidas musulmanas. Dirigidos por caballeros como Tercio Bravo y Eliécer de Polanco, del clan

Lasombra, asestaron poderosos golpes a los Ashirra musulmanes y fomentaron la causa de la Reconquista de

la Sombra.

En el Norte de África los Almorávides fueron depuestos por otra confederación religiosa, los

Almohades (“Los que Afirman la Unidad de Dios”). Cuando Abd al- Mu’min se convirtió en su líder en el

año 1130 decidió que la única manera de restaurar el poder del Islam en Al-Ándalus era reconquistando las

Taifas e imponer el dominio directo de los Almohades. Varios Assamitas guerreros acompañaron a los

Almohades y desplazaron a varios Qabilat al-Khayal del poder de las Taifas.

Abd al-Mu’min asumió el título de Califa de Al-Ándalus y los Almohades utilizaron su autoridad

política y religiosa y la de sus sucesores para tomar una serie de medidas, fomentando la conversión de los

infieles al Islam o su expulsión, tratando de alcanzar la unidad religiosa. Una vez reasegurado su dominio los

Almohades reanudaron la guerra contra los cristianos y derrotaron al rey Alfonso VIII de Castilla en la

batalla de Alarcos en 1195, pero al igual que sus predecesores no consiguieron aprovecharla, debido a

nuevas rebeliones internas en Al-Ándalus, lo que dio tiempo a los reinos cristianos para recuperarse y formar

un frente común.

Las noticias del avance Almohade preocuparon al Papa Inocencio III, quien promovió una cruzada

contra los musulmanes de Al-Ándalus, lo que llevó a numerosos caballeros cristianos más allá de los

Pirineos (bajo las órdenes de los obispos de Narbona, Burdeos y Nantes). En adicción a la cruzada se

sumaron los ejércitos de Alfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Navarra, Pedro II de Aragón y Alfonso II

de Portugal.

El enfrentamiento final entre el ejército de los cruzados y los Almohades tuvo lugar en 1212 en la

llanura de las Navas de Tolosa, al sur de Sierra Morena., y tras una encarnizada batalla en la que la suerte

cambió en varias ocasiones para ambos bandos, los cruzados alcanzaron una reñida victoria. Desde ese

momento la marea de la Reconquista se volvió inevitablemente a favor de los cristianos.

Una atmósfera de derrotismo se extendió por Al-Ándalus, y no sólo entre los mortales. Muchos

vampiros se exiliaron al Norte de África, mientras que otros aprovecharon el éxodo de los desertores para

convertirse en nuevos gobernantes.

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Tras las Navas de Tolosa los reinos de Taifas fueron cayendo uno tras otro. Badajoz cayó en 1214 y

las Baleares en 1229. Bajo el reinado del rey Fernando III de Castilla caerían Sevilla y Córdoba. De hecho, a

mediados del siglo XIV sólo el reino de Granada conservaba la antigua gloria de Al-Ándalus, que terminaría

por caer en 1492.

LOS REINOS HISPANOS Y LA RECONQUISTA DE LA SOMBRA

Poco después de la invasión musulmana del año 711, los refugiados visigodos y los montañeses

astures se unieron para enfrentarse a los invasores. En generaciones posteriores la victoria del visigodo Don

Pelayo en la batalla de Covadonga sería recordada como el inicio de la Reconquista El rey Alfonso I

extendió el reino de Asturias ocupando Galicia tras la retirada de los bereberes y llevando las fronteras hasta

el río Duero. La Batalla de Covadonga fue ganada sobre todo gracias a la actividad de un espía y estratega

conocido como Silvestre de Ruiz, que obtendría el Abrazo de los Lasombra.

Mientras tanto, los Vascos mantuvieron su independencia en los Pirineos Occidentales, mientras que

los reyes francos expulsaban a los musulmanes del sur de Francia y ocupaban el noroeste de la península

ibérica, a pesar del descalabro de Roncesvalles, creando la Marca Hispánica, una serie de condados

cristianos sometidos al gobierno franco, con lo que la región de Cataluña mantendría fuertes lazos culturales

y políticos con Francia.

La expansión de los reinos cristianos hacia el sur fue registrada en las crónicas de la época

enfatizando los lazos con el desaparecido reino visigodo, creando el mito de la Reconquista como una

recuperación de lo que había sido injustamente arrebatado por los musulmanes.

El mito de la Reconquista se adecuaba a los objetivos de los Ventrue, que habían perdido sus

dominios poco antes de las invasiones y trataron de convertir el reino de Asturias en la punta de lanza para

restaurarlos, creyendo que el control de Islam sobre la península era inestable y sólo necesitaba un empuje

decisivo para caer. Sin embargo, con una mentalidad más pragmática, los Lasombra percibían que la

Reconquista tardaría siglos en completarse y en el intervalo se producirían muchos cambios y reveses de

fortuna. Aunque en un principio se consiguieron grandes avances, llevando las fronteras del reino de Asturias

hasta el Duero, los contraataques musulmanes debilitaron el gobierno Ventrue. Los Lasombra aprovecharon

esta situación para arrebatar las estructuras del poder de sus rivales, desplazando la influencia política hacia

los nacientes reinos de León y Castilla.

El reino de Navarra no atrajo la atención sustancial de los Lasombra, más interesados por las

ciudades del sur, sin embargo algunos grupos de Herejes Cainitas como los Apóstoles de Caín utilizaron esta

recóndita zona como refugio, y asimismo también se extendieron por algunos valles pirenaicos. Muchos

Lasombra, ya fuera por devoción sincera o desengañados por su incapacidad para obtener poder, se unieron a

estos Herejes, pero fueron perseguidos por sus hermanos católicos.

En el siglo XI los reinos cristianos recuperaron la iniciativa perdida, alentados por la caída del

Califato de Córdoba, pero los vampiros cristianos comenzaron a pelear por cuestiones territoriales. Los

Ventrue trataron de desalojar a los Lasombra de los reinos de León y Castilla, pero durante mucho tiempo

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sus esfuerzos fueron baldíos. El Camino de Santiago y las reformas monásticas introdujeron la influencia

europea en los reinos hispanos y con ellos a otros vampiros que participaron en las luchas entre clanes.

La conquista de Toledo, la antigua capital del reino visigodo, en el año 1085 no sólo significó un

abrumador triunfo para el rey Alfonso VI de Castilla, que se proclamó “Emperador de las Españas”, sino

también para los Lasombra, que viajaron en gran número a la ciudad, entre ellos Eliécer de Polanco, quien se

convirtió en el poder dominante. La reacción musulmana llegó con la invasión Almorávide, que

irónicamente beneficiaría a los reinos cristianos a largo plazo, atrayendo a numerosos cruzados europeos.

Silvestre de Ruiz y su chiquillo Ambrosio Luis Moncada, un obispo católico, se instalaron en la villa de

Madrid, desde comenzaron a trazar planes para completar lo que llamaron “La Reconquista de la Sombra”.

Silvestre contactó con varios Lasombra hispanos y les confió sus planes, para lo que era necesario fomentar

la uniformidad y la unión entre los reinos cristianos. Los Guardianes deberían utilizar su influencia

eclesiástica para estrechar los lazos dinásticos entre reinos y crear una conciencia nacional de lucha contra

los moros.

Los Ventrue también trataron de crear un estado unificado bajo su control, pero sus esfuerzos fueron

entorpecidos por los Lasombra, que en ocasiones demoraron activamente la unión entre reinos para debilitar

a sus rivales y evitar que consiguieran poder en la península.

En el joven reino de Aragón, los Lasombra se enfrentaron a los Toreador por la influencia sobre la

autoridad real. Los Lasombra apoyaban la unión entre Aragón y Cataluña, mientras que los Toreador

preferían estrechar lazos con Francia. No obstante, finalmente se produjo la unión de Aragón y Cataluña,

aunque distaba mucho de ser un estado completamente unificado. El arzobispo Ambrosio Luis Moncada de

Madrid aseguró la influencia Lasombra sobre la Corona, Abrazando a Lucía, hija del monarca Alfonso II de

Aragón.

Tras la batalla de las Navas de Tolosa en el año 1212 la cooperación entre los reinos cristianos se fue

volviendo más frecuente y estable. Bajo el liderazgo de Silvestre de Ruiz y Luis Ambrosio de Moncada los

vampiros cristianos extendieron las fronteras de sus dominios y apelaron a la solidaridad frente a los

musulmanes.

A partir del siglo XI, con la expansión de los Lasombra cristianos hacia el sur sobre los territorios de

los Qabilat al-Khayal, la Reconquista de la Sombra se convirtió cada vez más en un importante asunto de

debate dentro del clan. La cuestión sobre si apoyar al cristianismo o al Islam provocó una profunda división

desde Granada hasta el Castillo de La Sombra en Sicilia. El Antediluviano se desentendió por completo del

debate de la Reconquista, comparando la Reconquista con guerras anteriores y asegurando que el bando más

digno terminaría por revelarse. Su chiquillo Boukephos, conocido en la península ibérica bajo el nombre de

Francisco Diego de Belmonte, no ocultaba sus simpatías por los cristianos, mientras que Montano, aunque

admitía cierta preferencia por los musulmanes de Al-Ándalus, también percibía cierto méritos entre sus

enemigos cristianos.

En principio los Amici Noctis trataron de mantener su neutralidad con respecto a la Reconquista de

la Sombra. Sin embargo, en 1172 el sultán Omar al-Aziz de Murcia, uno de los Qabilat al-Khayal, asesinó a

un embajador Lasombra de los reinos cristianos sin consultar a los Amici Noctis. Esta acción puso a la élite

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de los antiguos en contra de la causa musulmana, que hasta el momento habían dejado en manos de los

mortales. A pesar de los intentos de conciliación, a finales del siglo XII los Amici Noctis se fueron

decantando cada vez más en contra de los Ashirra y los vampiros musulmanes.

ITALIA Y LA HEREJÍA CAINITA

Aunque muchos Lasombra adquirieron gran poder dentro de la Iglesia en Italia, los intereses del clan

estaban muy extendidos en diversos ámbitos. En el norte, muchos Guardianes se infiltraron en el tráfico

mercantil, extendiendo su influencia desde Tierra Santa hasta Inglaterra. Una de las más importantes

fortalezas del clan en Italia fue Génova, donde los Lasombra se convirtieron en patronos de la influyente

familia D´Agostino, muchos de cuyos miembros se extendieron por las colonias genovesas del Mediterráneo.

Durante el reinado del emperador Federico I Barbarroja en el siglo XII los Ventrue trataron de crear

un estado unificado en el Sacro Imperio Romano, pero los Lasombra reaccionaron provocando el

enfrentamiento con el Papa de Roma. Las luchas entre los partidarios papales, que apoyaban la

independencia de las ciudades italianas y los partidarios del emperador, que apoyaban un poder concentrado,

se tradujo en las guerras entre güelfos y gibelinos, que se extendió a Italia y a menudo escondían numerosos

intereses particulares. Los Lasombra, Brujah y Toreador eclesiásticos presentaron un frente común contra las

pretensiones de Federico I y acabaron con las aspiraciones de los Ventrue germánicos. En Milán y en Siena

los Lasombra presionarían constantemente a sus rivales en los siglos siguientes.

No todos los Lasombra se encontraban en el mismo bando. En Florencia dos príncipes del clan se

enfrentaron hasta que Anicius el Dorado, partidario de los güelfos, consiguió expulsar a los gibelinos y

destruir a su rival en 1258.

Tras la marcha de otros clanes, el antiguo Constancius del clan Lasombra se convirtió en el Príncipe

de Roma, quien se alió con una facción Nosferatu que habitaba en las cloacas de la ciudad. Sin embargo, su

influencia sobre el Papado nunca fue segura y a menudo se vio disputada por otros Vástagos como Fabricio

Ulfila, del clan Ventrue o la iniciativa personal de ciertos mortales. En 1229 el gobierno de Constancius

llegó a un abrupto final cuando un terremoto destruyó su refugio y lo expuso a los rayos del sol ante los ojos

de los mortales, que rápidamente formaron una turba que acabó con numerosos vampiros romanos.

En Venecia, un grupo de antiguos Lasombra se asentó en la ciudad desde sus primeras noches. A

finales del siglo VI llegó Narsés, chambelán del Emperador Justiniano de Constantinopla y recibió el

Abrazo poco después en el año 576.

Con los ejércitos bizantinos también llegó la Herejía Cainita, una versión del cristianismo que

fomentaba la adoración de Caín y sus descendientes como santos. Muchos Lasombra se sumaron a las filas

de la Herejía Cainita como una forma de rechazar el dominio de los vampiros bizantinos, pero también

atraídos por la nueva religión. Por toda Europa, y especialmente por Italia, los Herejes tejieron una compleja

red de iglesias heréticas, muchas de ellas unidas sólo nominalmente y frecuentemente con sus propias

variaciones doctrinales. Roma, Pisa, Milán, Génova, Nápoles e incluso la fortaleza Lasombra de Siracusa,

donde reposaba el Antediluviano Lasombra, alojaron santuarios para los herejes. Narsés de Venecia se

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convirtió en el Arzobispo de Nod, el principal líder de la Herejía Cainita, y pronto su ambición lo llevó a

trazar planes para poner a la Iglesia Occidental bajo su control y utilizarla para conquistar Constantinopla,

ciudad de la que había sido expulsado como mortal. Desde el siglo VII Narsés comenzó a extender la

Herejía, proporcionando unidad y liderazgo y ayudando a los vampiros y exiliados que llegaban de Oriente

perseguidos por los Vástagos de Constantinopla y la Iglesia Bizantina.

Tras la Cruzada de 1204, que conquistó Constantinopla, las acciones de Narsés fueron juzgadas y sus

enemigos dentro de la Herejía Cainita conspiraron para derrocarlo del poder. Fue abandonado por sus

chiquillos y la sinceridad de su devoción a la Herejía cuestionada. Finalmente fue condenado por sus pares.

Su chiquillo Guillermo Aliprando convocó a los Amici Noctis y consiguió el derecho a diabolizarlo, lo que

consiguió en el año 1215, convirtiéndose en Príncipe de Venecia.

No todos los Lasombra aceptaban las intenciones de la Herejía Cainita, entre ellos el obispo

Ambrosio Luis de Moncada, quien utilizó sutilmente a sus peones eclesiásticos para expulsar a los herejes de

la Iglesia y denunció sus actividades a los mortales. Muchos Herejes se convertirían en las principales

víctimas de los ataques de la Inquisición durante los siglos siguientes.

SICILIA

Durante la Edad Media en ningún lugar de Europa la oscuridad fue tan profunda como en la isla de

Sicilia. Esta isla fue ocupada sucesivamente por los vándalos, bizantinos, árabes, genoveses, pisanos y

normandos. Finalmente en el siglo XIII su posesión pasó a manos de los emperadores del Sacro Imperio

Romano. Sin embargo, independientemente de sus ocupantes mortales, desde la época de la Antigua Roma,

la isla se convirtió en el punto de encuentro del clan Lasombra. Muchos Guardianes reanudaron la tradición

de la piratería utilizando Sicilia como base de operaciones y la isla vio un continuo trasiego de velas negras

bajo la luz de la luna. Estos piratas atacaron con frecuencia los barcos respaldados por los Ventrue y otros

grupos rivales, y sus acciones fueron encubiertas por los Amici Noctis, que vieron en ellos una muestra de

saludable competencia.

Sin embargo, el principal punto de interés para los Lasombra era la ciudadela donde residía su

Antediluviano en los intervalos de sus viajes. La ciudadela fue defendida por Cicerón de la rapacidad de su

gobernador. Durante la Edad Media Lasombra ordenó a un ingeniero árabe que construyera un castillo sobre

su refugio. Como recompensa por sus esfuerzos el arquitecto fue asesinado y su alma aprisionada para que

nunca pudiese revelar los secretos de su construcción al enemigo.

En principio el castillo alzó su ominosa presencia en las cercanías de Siracusa sin nombre alguno,

pero pronto los campesinos locales comenzaron a hablar en temerosos susurros del Castel d´Ombro, el

Castillo de la Sombra. Posteriormente recibiría el nombre de Castillo de San Rafael. Rafael era el Arcángel

del Abismo, y varios Lasombra, especialmente los seguidores de la Herejía Cainita, utilizaron su figura para

crear un culto en torno a su Antediluviano.

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A pesar de que el Antediluviano pasó gran parte de la Edad Media en el sueño del letargo, de vez en

cuando despertaba para alimentarse o para viajar por el mundo. Sus ausencias podían durar años y mientras

tanto las puertas del castillo permanecían abiertas aguardando su regreso.

Lasombra no habitaba en soledad. Generaciones de sus chiquillos convivían con su Padre Oscuro.

Incluso los más notorios viajeros acudían en ocasiones a Sicilia para presentar sus respetos e intercambiar

información con sus hermanos de clan. En ausencia de Lasombra era su chiquillo Montano quien reinaba en

su lugar, administrando una justicia recta y honorable, siendo respetado y temido por todos. Muchos

miembros de los Amici Noctis residían habitualmente en el Castillo de San Rafael, pero Montano decretó

que todos sus Tribunales y decisiones debían realizarse fuera de la isla de Sicilia.

La lucha entre las facciones cristianas y musulmanas del clan también se extendieron a Sicilia.

Cuando el emperador Federico II Hohenstaufen del Sacro Imperio Romano trasladó su residencia a la isla

durante el siglo XIII, los Lasombra fueron incapaces de actuar de forma conjunta, y finalmente fueron los

Qabilat al-Khayal los que tuvieron más éxito a la hora de influir las acciones del emperador. En parte gracias

a los esfuerzos del sabio Ngalo Umbeke, un Guardián procedente de Nubia, Federico se rodeó de consejeros

árabes, aunque ya previamente había admirado la cultura islámica. Boukephos, chiquillo de Lasombra y líder

nominal de la facción latina, se opuso a los esfuerzos de Ngalo, mientras que su hermano de sangre Montano

no estaba muy conforme el contacto entre Ngalo y el emperador y utilizó a sus agentes para neutralizarlo.

A pesar de su influencia sobre el emperador Federico II, la facción musulmana de los Lasombra

entraría en declive a mediados del siglo XIII. La caída de los últimos reinos cristianos de Ultramar en 1291

y el avance de la Reconquista de la Sombra, no hicieron sino aumentar la división dentro del clan.

BIZANCIO Y LA IGLESIA ORTODOXA

Antes de la llegada de los tres Matusalenes conocidos como el Triunvirato a Constantinopla en el

año 326, la ciudad de Bizancio estaba gobernada por los Lasombra, presentes desde el siglo II. Estos

Guardianes, dirigidos por un antiguo llamado Ectoris habían adoptado la apariencia de un culto pagano

dedicado a la diosa Afrodita. Aunque afirmaban ser el clan más antiguo de Bizancio, simplemente entraron

en la ciudad tras la desaparición de los gobernantes Capadocios en el año 196.

Ectoris y su progenie se opusieron a los tres Matusalenes cristianos que habían llegado a su ciudad:

Miguel, del clan Toreador, Antonius, del clan Ventrue, y Dracon, del clan Tzimisce, y que no estaban

dispuestos a compartir el dominio de Constantinopla. Cuando el Triunvirato comenzó a deshacerse de otros

vampiros ajenos a su sistema de familias, el Lasombra Magnus, el primogénito de Ectoris, traicionó a su sire,

y como muestra de sumisión al Triunvirato les presentó el cuerpo estacado de su sire y pidió que se le

permitiera permanecer en Constantinopla con el mismo derecho que los seguidores del Triunvirato. Como

parte del trato, los Toreador aceptaron a los Lasombra bajo su protección tras su conversión al cristianismo y

se les encomendó la tarea de convertir a los paganos del Imperio Bizantino.

Bajo el estandarte de Cristo, Magnus y sus descendientes se infiltraron en la Iglesia Ortodoxa,

abandonando el culto de Afrodita. Bajo la dirección de los Lasombra y los Toreador numerosos misioneros

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fueron enviados por las fronteras del Imperio y a los reinos paganos de Europa Oriental para extender el

cristianismo ortodoxo. Gracias a la acción de evangelizadores como Cirilo y Metodio varios reinos se

convirtieron al cristianismo ortodoxo, adoptando el alfabeto y la cultura bizantinos.

Sin embargo, la influencia de los Lasombra ortodoxos nunca fue comparable a la de sus hermanos de

clan en la Iglesia Católica de Occidente, debido al sometimiento de la Iglesia Ortodoxa al emperador. La

Iglesia Ortodoxa quedó muy debilitada con la lucha contra la Herejía Cainita y la Querella Iconoclasta, que

llevó a una serie de guerras religiosas durante más de un siglo. Los Lasombra católicos utilizaron este último

conflicto para separarse de la Iglesia Ortodoxa. La separación también fue fomentada por el propio Magnus,

que trataba de defender su base de poder y no deseaba que la Iglesia Católica impusiera su hegemonía sobre

Constantinopla. Tras una serie de siglos de disputas eclesiásticas y mutuas descalificaciones la separación

fue sancionada oficialmente en el año 1054 mediante una serie de excomuniones mutuas entre el Papa de

Roma y el Patriarca de Constantinopla.

A partir del siglo XI el Imperio Bizantino entró en un período de declive y precisó del apoyo

económico de los puertos italianos para sostener su economía. Los antiguos Lasombra de Venecia, entre

ellos Narsés, aprovecharon la situación para extender su influencia a Constantinopla. Su chiquillo Alfonso

fue enviado para a la ciudad para dominar el comercio bizantino. A pesar de la oposición de los vampiros de

Constantinopla, algunos de los cuales trataron de expulsar a los latinos mediante una serie de revueltas

populares en 1185, los Lasombra venecianos y genoveses mantuvieron su presencia en la ciudad.

En 1204, con la llegada de la Cuarta Cruzada y el saqueo de Constantinopla, muchos Lasombra

ortodoxos fueron destruidos, entre ellos Magnus, que en una ironía del destino fue traicionado por su

chiquilla Sara la Casta y su cuerpo estacado fue entregado a Alfonso de Venecia. Tras la caída del sistema

familiar de la Trinidad y la huida o destrucción de gran parte de los Vástagos bizantinos, Alfonso se

convirtió en el gobernante vampírico de Constantinopla, aunque su gobierno se vio asediado por multitud de

enemigos. Tras la caída de su sire Narsés, líder de la Herejía Cainita, Alfonso cortó sus lazos con él y

reafirmó su lealtad a la corriente principal de la Herejía. Sin embargo, a pesar de buscar constantes apoyos

para mantener su gobierno y realizar numerosas concesiones, el reino latino terminó por caer en el año 1261,

y un nuevo emperador bizantino, de la dinastía de los Paleólogos, se convirtió en el nuevo gobernante.

Alfonso de Venecia fue derrocado por sus enemigos, y los Lasombra genoveses arrebataron la influencia

comercial a los venecianos en Constantinopla.

LOS REINOS DE ULTRAMAR

Desde la Primera Cruzada que conquistó la ciudad de Jerusalén en el año 1099 los Lasombra, y muy

especialmente los Guardianes de las ciudades italianas estuvieron fuertemente involucrados en el

surgimiento y consolidación de los reinos cruzados. Un antiguo Lasombra eclesiástico, el Padre Paliuro

Rustucci, se convirtió en el Príncipe de Jerusalén, instalando su refugio bajo la Iglesia del Santo Sepulcro.

Sin embargo su dominio era bastante inestable, debido a las disputas entre las distintas facciones de vampiros

cristianos, judíos y musulmanes, y la propia debilidad de los reinos cristianos, que se encontraban rodeados

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por los musulmanes. Bajo el mandato de Saladino los musulmanes recuperaron Jerusalén en el año 1187,

pero Paliuro consiguió retener su influencia entre los vampiros cristianos.

Tras la Dieta de los Olivos de 1228, un pacto entre varios príncipes y gobernantes vampíricos de

Ultramar, Paliuro fue depuesto como Príncipe de Jerusalén y su posición usurpada por Lucius, un caballero

Ventrue. Paliuro se recluyó bajo la Iglesia del Santo Sepulcro y perecería durante la caída de Jerusalén a

manos de los turcos kwarizmíes en 1244. Otros Lasombra como María D´Agostino mantendrían su presencia

en Ultramar asociada a las ciudades comerciales italianas.

EL MUNDO ISLÁMICO: LOS QABILAT AL-KHAYAL

En la noche de la luna nueva, en el mes de Rajab, el Profeta vistió su túnica y salió al desierto a

contemplar las maravillas de Dios. Tiempo después regresó a la ciudad pero al llegar a su choza una

sombra se alzó ante él. Era un monstruo cuyo cuerpo se estaba reformando a partir de la oscuridad de la

ciudad. El Profeta, al verlo, gritó el nombre de Alá el Compasivo. Zayd, su sirviente, acudió raudo y veloz a

la voz de su amo, salió de la cabaña y golpeó a la criatura con su espada. La hoja mordió el costado del

monstruo, pero él apartó la espada como los hombres apartan las moscas y quebró el acero en siete partes.

Entonces la criatura se encaró con el Profeta y soltó una carcajada. “He escuchado al pueblo pronunciar tu

nombre”, dijo, “y me complace convertirte en mi esclavo, porque a través de ti las gentes me adorarán a mí,

y sacrificarán la sangre de sus hijos e hijas para alimentarme para toda la eternidad.”

El noble Zayd gritó de desesperación, pero el Profeta no tenía miedo y dijo: “Aunque tengas la

fuerza de diez hombres y tus huesos sean tan duros como las montañas, no hay más dios que Alá, y tú existes

sólo porque Él así lo desea. Los días de este mundo están contados, y al final de los tiempos serás juzgado

como todos, hombres y djinni por igual. El fuego del Infierno aguarda a los que no imploren a Alá y se

arrepientan.”

Al escuchar esto la criatura rió y agarró la garganta del Profeta. Sus mandíbulas se abrieron como

las de un lobo y se cerraron en torno al cuello de Mahoma, pero él gritó el nombre de Dios y el monstruo

cayó al suelo, gritando de dolor. La piel del Profeta brillaba como el hierro candente de la forja. La fuerza

de su fe era como un verdadero vendaval que hizo arrodillarse a la criatura, y ésta se percató de que por

poderosa que fuera su fuerza era sólo terrenal, y que la tierra estaba condenada a acabarse. “En verdad no

soy un dios”, declaró; “no hay más Dios que Alá, ¡y Mahoma es su Profeta!”.

Al escuchar esto el Profeta dio una palmada y tomó a la criatura por los hombros para ponerla en

pie. Entonces entraron en la cabaña del Profeta como hermanos, y rezaron juntos hasta el alba.

Los vampiros eran muy poco comunes en Arabia, considerada por los descendientes de Caín como

un páramo desierto, alejado de cualquier lugar de riqueza e influencia. Además la ciudad de La Meca era un

lugar de santidad incluso en tiempos paganos y ningún vampiro podía poner el pie en ella bajo el riesgo de

sufrir la Muerte Definitiva. Durante los primeros 13 años de sus revelaciones el Profeta Mahoma pasó

inadvertido para los Vástagos, pero finalmente, un vampiro llamado Suleimán ibn Abdullah, un proscrito de

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los Qabilat al-Khayal (el Clan de las Sombras), que buscaba una forma de recuperar su poder, supo de la

existencia del hombre conocido como el Mesías de Yathrib y viajó desde Palestina para comprobar si

Mahoma y sus seguidores podían serle de utilidad. En toda la región de Oriente había incontables profetas y

“mesías” que eran utilizados en las intrigas inmortales de Bizancio, Alejandría y Ctesifonte.

Pero el encuentro de Suleimán con Mahoma no resultó como el vampiro había previsto.

Impresionado por las palabras del Profeta y su palpable aura de fe, Suleimán vio en Mahoma al mensajero de

la senda de la redención y la salvación en la que había dejado de creer años atrás. El vampiro se rindió a la

voluntad de Alá y se convirtió en el primer discípulo vampírico del Profeta. Convocó a sus chiquillos y

ghouls y los liberó de sus vínculos de sangre. Compartió las enseñanzas del Islam con ellos, pero la mayoría

no escucharon sus palabras y los dejó partir en paz. Otros creyeron el mensaje de Mahoma y Suleimán les

confirió la misión de extender sus palabras, primero entre las tribus mortales y después entre los vampiros.

A medida que la fama de Mahoma se extendía, otros vampiros acudían para ver al nuevo Profeta, y

se encontraban con el vigilante Suleimán esperando en las sombras, instándoles a aceptar la palabra del

Profeta y aceptar a Alá. La mayoría eran demasiado viejos como para que cualquier dios pudiera adueñarse

de sus almas, pero otros, principalmente los más jóvenes, creyeron y juraron fidelidad al Dios Único. Muy

pronto la ciudad de Medina adquirió una desproporcionada población vampírica que aceptaba a Suleimán

como su portavoz y líder oficial.

El mensaje de Mahoma no sólo fue extendido mediante las palabras de los hombres, sino también

con la fuerza de las armas. En el año 626 los seguidores de Mahoma en Medina se enfrentaron a un ejército

enviado desde la ciudad de La Meca, y aunque los vampiros aplastaron los intentos de la tribu de los Bani

Qariza por sembrar la intranquilidad, consideraron que si empleaban públicamente sus poderes para ayudar a

Mahoma en su conquista debilitarían la autoridad del Profeta y pondrían en peligro el futuro del Islam.

Partiendo de esta base, la idea de no interferir en los asuntos de los mortales se convirtió en una ley tácita

para los vampiros musulmanes.

Durante los años siguientes las conquistas de Mahoma llevaron a su ejército a los límites del Yemen,

en el sur de Arabia, y a Jordania, en el norte. Finalmente los musulmanes consiguieron conquistar La Meca

en el año 630. Mahoma entró en la ciudad como un peregrino y ordenó la destrucción de todos los ídolos

paganos. Suleimán y los vampiros musulmanes descubrieron que no podían entrar en la ciudad debido a la

fuerza de la fe que la rodeaba.

A la muerte de Mahoma en el año 631 los vampiros de Medina se reunieron y debatieron durante

largo tiempo. Khalid ibn Sahl, un joven Mushakis (Brujah) señaló que todos los seguidores mortales de

Mahoma terminarían por morir con el tiempo hasta que ya no quedasen testigos que hubiesen escuchado sus

sermones en la mezquita. Khalid propuso que el líder espiritual del Islam fuese un Cainita, para conservar las

enseñanzas del Profeta hasta el fin de los tiempos, pero Suleimán no estaba de acuerdo: los mortales habían

elegido a Abu Bakhr, el tío del Profeta y claramente ésa era la voluntad de Alá. Durante esta época se

sentaron las bases de la secta de los Ashirra, los vampiros musulmanes.

Los califas sucesores de Mahoma extendieron las fronteras del Islam a través de sus conquistas, y en

Siria y Palestina los vampiros musulmanes se encontraron con otros Vástagos que desconocían las palabras

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del Profeta. Muchos radicales, dirigidos por Khalid ibn Sahl les dieron la misma elección que a los

gobernantes mortales: aceptar el nuevo orden o enfrentarse a la destrucción. Instaban a los vampiros a

aceptar el Islam y jurar fidelidad al califa, pero los que no se sometían a estas condiciones eran libres de

marcharse. En Alepo el príncipe vampírico Mamet y sus seguidores se enfrentaron a los musulmanes y

fueron destruidos.

Durante el reinado del califa Otmán ibn Affan, miembro de la familia de los Omeyas, la corrupción y

el desorden se extendieron, y el califa incluso ordenó escribir una nueva versión del Corán, el Libro Sagrado

de los musulmanes, donde se eliminó la oferta de redención a los Cainitas pronunciada por Mahoma, y

después mandó que se destruyesen las demás copias del texto sagrado. Los abusos de Otmán llevaron a

Suleimán y los vampiros musulmanes a apoyar a los partidarios de Alí, el yerno de Mahoma. Cuando Otmán

fue asesinado, Suleimán y los Vástagos no hicieron nada por impedirlo.

La muerte de Otmán provocó una guerra entre los partidarios de Alí y los de Muawiya, líder de la

familia Omeya, y los Ashirra también dividieron sus apoyos. Finalmente Alí fue asesinado en el año 661 y

los Omeyas se hicieron con el califato. El Islam se dividió entre los chiíes (los antiguos partidarios de Alí) y

los sunníes, que prosperaron en el nuevo orden. Suleimán instó a los Ashirra a permanecer apartados de las

luchas sucesorias, frente a Khalid, partidario de los chiíes y deseoso de venganza por la muerte de Alí.

Khalid pactó con los Assamitas y esperó el momento de derrocar a los Omeyas, que fueron derrocados y

asesinados en el año 750 por sus enemigos los Abbasíes. Sólo escapó Abderramán, que se convertiría en

emir de Al-Ándalus. Aunque Suleimán no llegó a admitirlo parece que él y los Qabilat Al-Khayal

contribuyeron a la huida del último Omeya, quizá como intento de expiar los crímenes cometidos por los

radicales Ashirra.

Tras el ascenso de los Abbasíes al califato, el Islam atravesó un período de prosperidad y estabilidad,

al menos en apariencia, pero la guerra se desató entre los Ashirra. Suleimán y los Ashirra moderados se

enfrentaron a Khalid y a los radicales, y mientras tanto muchos Vástagos que habían Abrazado el Islam

nominalmente alcanzaban posiciones de poder dentro de la secta. La cruenta guerra se centró sobre todo en

Bagdad, pero las dos facciones vampíricas extendieron la lucha por todo el califato. Desde el 783 el califato

entró en un lento declive, a medida que las luchas internas y las divisiones entre los creyentes se extendían.

La situación alcanzó un punto insostenible cuando en el año 930 la secta de los qármatas saqueó la ciudad

santa de La Meca, robando la piedra de la Kaa´ba y los seguidores de Mahoma se sintieron desamparados.

Esta atrocidad abrió los ojos a los Ashirra, pero Suleimán y Khalid apenas podían contener su rivalidad

mutua. Finalmente un Mutasharid (Nosferatu) de Al-Ándalus llamado Tariq actuó de intermediario entre

ellos y tras una peregrinación simbólica a La Meca pidió el regreso a la unidad de los Ashirra. Khalid y

Suleimán colaboraron para persuadir a los qármatas de que devolvieran la piedra de la Kaa´ba y el aura de

santidad regresó a La Meca en el 950.

En conjunto los Qabilat Al-Khayal se extendieron por todo el mundo islámico, pero eran

especialmente numerosos en Al-Ándalus, el Norte de África, Arabia y Siria. Algunos antiguos habían

introducido anteriormente su influencia en las religiones zoroástrica y cristiana, como el poderoso Zaratustra

de Antioquía, y encontraron en el Islam una prueba más desafiante a sus habilidades, debido a la carencia de

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una estructura religiosa estable. Varios Qabilat Al-Khayal alcanzaron posiciones de poder dentro de su clan y

una importante minoría de los Amici Noctis (conocidos como Asdiqa´al-Lail en tierras islámicas) eran

musulmanes, aunque con el tiempo su presencia e influencia fueron menguando.

EL CALIFATO FATIMÍ

En el Magreb se desarrolló el movimiento fatimí, adepto al chiísmo. Su iniciador, el enviado o mahdi

Udayd Allah, procedente de Siria, e instalado primero en Siyilmasa, se proclamaba descendiente de Alí y

Fátima, depuso a los aglabíes de Ifriqiya en el año 909 y tomó el título de califa, con lo que por primera vez

se rompía la unidad califal en el Islam. Los fatimíes extendieron su dominio al resto del Magreb en los

decenios siguientes, eliminando a los rustemíes de Tahert y a los idrisíes de Fez, e incluso dominaron parte

de las rutas saharianas, lo que les permitió intervenir en aquella fundamental fuente de aprovisionamiento de

oro y esclavos. Nada tiene de extraño que los emires omeyas ortodoxos o sunníes de Al-Andalus

reaccionaran: Abderramán III tomó también el título de califa en el año 929 y procuró alentar las

resistencias, que provenían de los sunníes norteafricanos y de algunas confederaciones de tribus bereberes,

en especial la de los Zanata, dueños de las rutas saharianas centrales desde mediados del siglo X.

Los fatimíes, sin embargo, habían vencido las revueltas principales, como la de Abu Yazid entre los

anos 943 y 947, y obtenían un nuevo éxito al hacerse con el control de Sicilia. Su califa al-Mu'izz actuaba

como vencedor, por lo tanto, cuando emprendió la conquista de Egipto entre el 969 y el 971 con el ánimo de

convertirlo en centro del mundo islámico y plataforma para el ataque final contra los abbasíes.

Entre el ejército fatimita se encontraba un sultán del Qabilat al-Khayal llamado Sharif al-Lam’a, que

había abandonado su hogar en Túnez con una pequeña compañía y un profundo deseo de unificar el mundo

islámico. Siguiendo los consejos de Sharif el general fatimí Ghawar el siciliano llevó a cabo los planes para

construir una nueva capital en honor del califa. La intención del sultán Sharif era transformar El Cairo en el

centro de la educación y la fe islámica. Pronto se iniciaron las construcciones en el interior de la ciudad,

entre las cuales se encontraba Al-Azhar, la primera universidad del mundo, así como muchos palacios,

mezquitas y baños.

Finalmente, en el año 973 el califa entró en su nueva capital y la bautizó como Al-Qahira

(“La triunfante”). Había nacido El Cairo. Finalmente el sultán Sharif extendió una invitación a todos los

Ashirra para que se unieran en la mayor ciudad del Islam, dando la bienvenida a todos los fieles y apartando

a los que pudieran contaminar su visión de fe, en especial a los Seguidores de Set. El propio Suleimán ibn

Abdullah, mullah de los creyentes Ashirra, aceptó su invitación, fijando su nueva residencia en la ciudad de

El Cairo como un honrado invitado del líder de los Banu al-Lam´a (los descendientes de Sharif).

Durante cien años, entre el 971 y el 1072, los fatimies soñaron con el triunfo de su proyecto religioso

y político a partir de Egipto y alentaron un proselitismo intenso cuyo centro era la mezquita de al-Azhar en la

nueva ciudad de El Cairo, que ellos fundaron. Consiguieron establecerse en el Yemen, intervenir como

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protectores en La Meca y Medina, e incluso defender Palestina y el sur de Siria frente a los bizantinos en el

siglo XI, pero nunca poseyeron fuerza suficiente para pretender anexiones territoriales de importancia.

En 1169 el gobierno de El Cairo cayó en manos de Saladino, un guerrero kurdo, que fue invitado por

los fatimíes para repeler la invasión de los cruzados francos. Con la excusa de evitar que los cruzados

consolidaran su presencia en Egipto, el sultán Sharif se alió con los Assamitas y ordenó la destrucción del

enclave de Al-Fustat, un dominio de los Seguidores de Set. Desgraciadamente para Sharif y sus aliados, no

tuvieron en cuenta la ambición de Saladino, que tras la muerte del último califa fatimí en el año 1171,

ascendió al poder y restauró la autoridad del califa sunní de Bagdad, sustituyendo la burocracia del anterior

régimen por un sistema feudal controlada por oficiales de su confianza.

El sultán Sharif y sus aliados conservaron su influencia sobre El Cairo, aunque debieron reconocer la

autoridad de otros poderes , como el sultán Antonius, del clan Ventrue o los Hajj (una facción de los

Nosferatu musulmanes creada por el antiguo Tariq).

LOS ÁNGELES NEGROS

Desde tiempo inmemorial la facción Lasombra conocida como los Angellis Ater o Ángeles Negros

siguieron el legado filosófico de su fundador, la Senda de la Noche, buscando la redención en lo más

profundo de su condena y viendo sus pecados como una forma de castigo. Aunque estos Nihilistas habían

desarrollado su movimiento dentro del Zoroastrismo y otras filosofías dualistas, fue con la aparición del

cristianismo, los Ángeles Negros codificaron la Senda de la Noche en un conjunto de normas definidas, con

ciertas variantes filosóficas. Con el auge de la Iglesia de Occidente comenzaron a tomar títulos eclesiásticos

y crearon sus propios rituales, centrados en el sacrificio, los bautismos de sangre, las comuniones impías y

otros actos similares.

Durante la Edad Media los Ángeles Negros provocaron constantemente a los Amici Noctis con sus

constantes ataques a la sociedad mortal y a las corruptas estructuras eclesiásticas

Los Ángeles Negros eran considerados herejes y adoradores del Diablo por otros vampiros, si bien es

necesario matizar que sólo una minoría de ellos se entregaban a auténticas prácticas de adoración infernal.

Durante la Edad Media una cofradía de Ángeles Negros de la ciudad de Valencia entró en contacto

con un ambicioso Baali llamado Azaneal, al que acompañaron a Oriente Medio con la intención de descubrir

la ciudad maldita de Chorazim, de donde habían surgido los primeros Baali, y que según la leyenda había

sido destruida y engullida por el Abismo invocado por un grupo de sacerdotes Lasombra. Tras una intensa

búsqueda Azaneal y sus compañeros lograron encontrar la entrada de la ciudad, pero una vez en su interior

fueron asaltados por numerosos espíritus malignos, que llevaron a los intrusos a atacarse unos a otros. Sólo

Azaneal sobrevivió, convirtiéndose en el fundador y líder de los infernalistas conocidos como Azaneali, una

línea de adoradores del diablo que dominan la oscuridad.

LOS KYASID

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En el siglo IV, durante el reinado del emperador romano Juliano el Apóstata, un trío de antiguos

Lasombra realizaron una serie de experimentos místicos sobre su dominio de la oscuridad, que les llevaron a

crear una poción con sangre de hadas oscuras, ciertas esencias herbales y otras sustancias. El ingrediente

clave consistía en la sangre de Tchernobog, dios del Mundo Subterráneo, que les había sido proporcionada

por un mago germano. Según la leyenda, Tchernobog era uno de los nombres del propio Lasombra, adoptado

durante las campañas del emperador Trajano contra los Dacios.

Un neonato llamado Marconius se prestó voluntario para probar la poción, que en teoría debería

aumentar considerablemente su dominio de las sombras, pero el resultado no fue el esperado, tal vez debido

a la “sangre del dios.” El vampiro fue transformado casi de inmediato por la sustancia ingerida, volviéndose

más alto, escuálido y terriblemente pálido. Sus ojos se convirtieron en orbes de absoluta negrura, y su piel

adquirió un lustre casi luminoso, mientras sus rasgos adquirían una cualidad feérica.

Los demás Lasombra descubrieron el experimento y se disgustaron, no con Marconius, que no había

pasado mucho tiempo como Vástago y había sido embaucado para beber la poción corrompida, sino con sus

compañeros, dos antiguos Lasombra especialmente ambiciosos, y que trataron de eludir su responsabilidad,

pero no les sirvió de nada, porque Marconius los identificó sin vacilar. Ambos experimentadores fueron

ejecutados por orden de los Amici Noctis y en cuanto a Marconius fue exiliado de la compañía de los

Lasombra, pues había salvado su existencia gracias a su colaboración. Un antiguo llegó a comentar en

privado que habían dejado marchar a Marconius porque los señores de las hadas habían hecho saber a los

Lasombra que estaban interesados en castigar al “experimento” por sí mismos, y que no admitirían la

intromisión de los Vástagos.

Pero según los rumores, las hadas, lejos de castigar a Marconius, lo ayudaron a profundizar en sus

estudios del dominio de la oscuridad e incluso llegaron a enseñarle algunos de sus poderes mágicos.

No volvió a saberse nada de Marconius hasta que apareció en Estrasburgo a finales del siglo XII.

Muchos miembros de los Amici Noctis lo reconocieron en los asustados informes de los Ventrue sobre las

“extrañas criaturas” que los habían expulsado. Tras una breve consulta los Amici Noctis decidieron…no

actuar. Marconius estaba atacando a los Ventrue y no parecía dispuesto a molestar a los Lasombra. De

hecho, pronto los Lasombra y los descendientes de Marconius, que se hacían llamar Kyasid, comenzaron a

intercambiar enviados y los Kyasid expresaron su deseo de realizar investigaciones académicas y solicitaron

colaboración para sus estudios. Los Amici Noctis aceptaron proporcionar un razonable acceso a sus

bibliotecas, ya que los Kyasid no parecían albergar ningún resentimiento por el trato sufrido por Marconius y

el propio Marconius afirmó “haber dejado atrás la necesidad de la venganza”. Aunque fue un alivio para los

Lasombra implicados en la expulsión de Marconius, el hecho es que los Kyasid eran tan pocos que carecían

del poder necesario para hacer nada al respecto.

Durante los siglos siguientes, algunos Kyasid salieron de su fortaleza de Estrasburgo, de donde

Marconius había expulsado al resto de los Vástagos, y a menudo actuaron como bibliotecarios e

investigadores para los Lasombra, y actuando de forma enigmática. Para el resto de los Vástagos Estrasburgo

se convirtió en una ciudad maldita, y los rumores que de vez en cuando surgían de la ciudad hablaban de

violaciones rituales, festines de carne humana a la luz de la luna y adoración de demonios.

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Este temor duró hasta principios del siglo XVI, cuando los Vástagos se dieron cuenta de que los

Kyasid de Estrasburgo habían desaparecido tan misteriosamente como habían venido. Después de un período

de incertidumbre, los Ventrue decidieron recuperar la ciudad y un nuevo Príncipe reclamó su dominio sobre

ella. Jamás volvió a verse un Kyasid en Estrasburgo, y el resto del linaje no pareció alarmarse ante la

desaparición de sus hermanos ni proporcionaron ninguna información al respecto.

La verdad de la desaparición de Marconius y sus allegados se encontraba en su mezcla de sangre de

vampiro y hada. Condenados al ostracismo por los demás clanes y temerosos de represalias, extendieron

rumores de prácticas depravadas mientras buscaban un refugio seguro para su linaje. Finalmente,

encontraron en Estrasburgo un Dominio feérico, es decir, una parte del Otro Mundo (o Ensueño) que les

proporcionaba un refugio seguro e impenetrable, al que sólo las Hadas y los Kyasid, gracias a sus poderes y

sangre feérica, podían acceder. A medida que transcurría el tiempo y las fuerzas del Dominio y la Razón se

imponían, muchos de los aliados feéricos de Marconius y los Kyasid desaparecieron y Marconius decidió

exiliarse del mundo terrenal. Durante varios siglos Marconius y los Kyasid transformaron el Dominio feérico

a su conveniencia, creando una imitación de la ciudad de los mortales. Secuestraron a varios hombres y

mujeres para poblar su Dominio y con el paso del tiempo concluyeron su refugio. Los mortales que

habitaban la ciudad feérica se multiplicaron y sirvieron de esclavos y sustento a los Kyasid, que se

convirtieron en reyes brujos de su Dominio.

La ciudad feérica de los Kyasid parece salida de un cuadro de El Bosco. A lo largo de los siglos su

nivel tecnológico se ha mantenido en la Edad Media, y su arquitectura es una extraña mezcla de estilo gótico

e influencias inhumanas. Sus habitantes mortales han degenerado debido a la consanguinidad y a la magia

del lugar. Las puertas del Dominio de Marconius han permanecido cerradas al mundo terrenal salvo para los

Kyasids, las Hadas y tal vez para algunos raros Malkavian y hechiceros.

EL ASESINATO DEL REY DE LAS SOMBRAS

GRACIANO DE VERONESE

La imagen moderna del Clan Lasombra comenzó a forjarse a principios del siglo XII. Por aquel

entonces Graciano de Veronese, descendiente de una noble familia italiana, se encontraba completamente

sumergido en la compleja política del momento. Los problemas religiosos y políticos se entremezclaban con

las disputas entre el Emperador del Sacro Imperio y el Papa de Roma.

Graciano era un joven ambicioso, utilizando su posición de obispo que su familia le había comprado

para fomentar el apoyo popular a su causa. Utilizando la ira del pueblo contra los pecados de los nobles en

ocasiones había levantado a la muchedumbre contra sus rivales políticos. Pero a pesar de la prosperidad de la

familia Veronese, Graciano tenía aspiraciones más elevadas, esperando convertirse en el líder de una

coalición de fuerzas que le permitieran convertir la península italiana en un poder autónomo del Papa y el

Emperador.

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En este objetivo fracasó completamente. Las ciudades italianas no estaban dispuestas a renunciar a

su autonomía ni a cooperar con sus rivales. Alrededor del año 1130 Graciano abandonó sus planes de

unificación y renunció a sus planes de convertirse en el siguiente Carlomagno. En principio tenía la intención

de regresar a los asuntos familiares hasta que realizó una visita al Emperador Lotario II.

La familia Veronese sospechó de las intenciones de Graciano y finalmente descubrieron que se había

unido al partido gibelino, y había pactado con varios nobles bávaros y bohemios para traicionar a sus aliados

italianos a cambio de riquezas y propiedades en el Sacro Imperio. Trató de ganar partidarios entre los

disidentes imperiales para tratar de unificar Italia bajo su dominio, pero fracasó nuevamente en sus esfuerzos

y fue expulsado de la corte del Emperador. Cuando regresó a su hogar sus padres lo acusaron de traicionar a

su propia familia y presentaron evidencias de sus acusaciones. Graciano fue encarcelado y condenado a la

ejecución.

El Antediluviano Lasombra se había interesado por Graciano y decidió convertirlo en su chiquillo.

Había decidido arruinar su vida para ponerlo a prueba, una costumbre muy extendida entre los Guardianes.

Había sido Lasombra quien informó a los Veronese de la traición de Graciano, y el que les había

proporcionado pruebas de su culpabilidad. Finalmente el Antediluviano acudió a la celda de su futuro

chiquillo y habló con él, deseando que Graciano le pidiera el Abrazo por su propia voluntad. Pero no lo hizo.

Sorprendido, y un poco decepcionado, Lasombra regresó a la noche siguiente, después de inducir a

los carceleros de que torturaran a Graciano. Y en esta ocasión aceptó el Abrazo. Tras dejar en la celda un

cuerpo alterado mediante la magia de la sangre Lasombra y su chiquillo viajaron al Castillo de San Rafael en

Sicilia. Allí Graciano aprendió los secretos de los Vástagos y de su influencia entre los mortales. Y de la

misma forma que había deseado derribar al Emperador y sustituirlo, pronto deseó derribar a Lasombra.

Como primer paso decidió convertirse en un chiquillo ideal para no despertar sospechas.

Muchos eruditos Lasombra han debatido y discutido sobre las circunstancias del Abrazo de

Graciano, y se muestran muy intrigados de que el Antediluviano no consiguiera prever la traición de su

chiquillo. Las teorías abundan, desde que Graciano fue ayudado por otro Antediluviano o por el propio

Diablo, que Lasombra se había cansado de vivir y deseaba suicidarse, hasta de un plan del Antediluviano que

fracasó estrepitosamente.

En cualquier caso, el hecho es que Lasombra aceptó el engaño de Graciano e ignoró las advertencias

de sus otros chiquillos, especialmente Montano, de que el neonato intentaría hacer en Sicilia lo que había

intentado hacer en el Sacro Imperio.

LA REVUELTA ANARQUISTA

Los siglos XIV y XV fueron una terrible época para los vampiros. La Peste Negra de mediados del

siglo XIV mató a numerosos mortales, y los Vástagos comenzaron a pelear entre ellos tratando de encontrar

sangre sana. Por añadidura, la Iglesia y muy especialmente la Sociedad de Leopoldo, cazaron activamente a

los vampiros, provocando que numerosos antiguos abandonaran a sus chiquillos o que los utilizaran como

sangre de cañón para enfrentarse a los cazadores. Y la guerra entre generaciones no tardó en producirse.

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En 1381 estalló en Inglaterra una revuelta popular contra la nobleza, apoyada por los vampiros

Brujah. Una vez aplastada la revuelta, los vampiros rebeldes huyeron a la península ibérica donde muchos

jóvenes neonatos Brujah y Lasombra se habían rebelado contra la autoridad de los antiguos y habían

declarado la guerra a la Inquisición. En 1395 asesinaron a Hardestadt, uno de los principales líderes del clan

Ventrue.

Mientras estas revueltas estallaban, Graciano realizó una serie de contactos tentativos con los

llamados “anarquistas” para conseguir llevar a cabo sus traicioneros planes. Hacia 1400 secretamente dio su

apoyo a los rebeldes y viajó a los Balcanes y Oriente para contactar con los Assamitas. Los Asesinos tenían

cuentas pendientes con los muchos antiguos europeos que habían apoyado las cruzadas siglos antes y estaban

motivados por el deseo de desquitarse y cometer Amaranto como un mandamiento espiritual. Necesitaban

una fuerza militar, de la que los Brujah disponían en cantidad, mientras que los anarquistas necesitaban

líderes capaces, diplomáticos y hechiceros. Poco después de que Graciano hiciera su propuesta los Assamitas

combinaron sus fuerzas con los anarquistas Brujah y las tornas de la guerra cambiaron. Los Assamitas

consiguieron diabolizar a sus enemigos y los Brujah consiguieron destruirlos. Los antiguos españoles

temblaron en sus refugios.

Pero el tiempo apremiaba y Graciano temía que la respuesta de los antiguos llegara demasiado

pronto, por lo que precipitó su plan. “La Orden de la Victoria” de los Lasombra, descendiente de los antiguos

“Cuerpos de la Victoria” de las legiones romanas y los antiguos del clan comenzaron a encontrar anarquistas

que estaban convencidos de haber pactado con otros Lasombra para cometer actos de diablerie sobre sus

rivales. Muchas de estas afirmaciones demostraron ser falsas, sutilmente implantadas mediante los poderes

de la Dominación, pero unas cuantas sirvieron para sembrar la suspicacia entre los antiguos Lasombra. Las

Cortes de la Sangre eran convocadas con frecuencia y los rivales de Graciano, especialmente su hermano

Montano, recibieron varias acusaciones. El Antediluviano se mantuvo al margen de las disputas entre su

progenie.

Sin embargo, Graciano y sus aliados no consiguió derrocar a Montano ni a muchos de sus rivales, y

los cargos basados en la manipulación mental de los anarquistas fueron rechazados. La presión de sus aliados

y el temor a ser descubierto por sus hermanos de sangre lo llevaron a actuar precipitadamente.

En una reunión secreta un gran número de neonatos y ancillae del clan Lasombra se unió a los

Brujah y finalmente en 1405 la revuelta se extendió a la península itálica con un golpe tan descomunal como

imprevisto. Tras una disputa particularmente violenta entre los antiguos del Castillo de San Rafael, y de la

que Montano procuró mantenerse al margen, un grupo de anarquistas Lasombra, Brujah y Assamitas

dirigidos por Graciano atacó el refugio del Antediluviano Lasombra en la isla de Sicilia, trasladándose

secretamente desde el puerto de Ostia. La batalla fue feroz y muchos vampiros fueron destruidos, pero

finalmente los cinco anarquistas supervivientes, entre los que se encontraba Graciano, cayeron sobre el

cuerpo aletargado de Lasombra y lo diabolizaron (aunque existen varias dudas sobre si Graciano reclamó o

no su alma). El Antediluviano Lasombra no se despertó ni se defendió, las defensas del Castillo de San

Rafael habían sido superadas, y los defensores se enfrentaron a la elección de rendirse o morir. Montano

evadió la captura y cuando descubrió que sire había sido asesinado, huyó.

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Graciano se reunió con los Amici Noctis y les instó a afrontar los hechos. Podían intentar detenerle,

si se atrevían, y si no lo hacían reformaría por completo el clan Lasombra. Los Amici Noctis le escucharon y

lo dejaron actuar, y algunos se unieron a él. Otros decidieron aguardar y observar el curso de los

acontecimientos. Montano y un puñado de sus seguidores eligieron la vía del exilio y la lucha contra los

seguidores de Graciano, convirtiéndose en “antitribu” para el resto del clan.

El clan Lasombra se colapsó y en apenas dos años la mayor parte de los vampiros italianos del clan

habían sido convertidos a la causa, como el arzobispo Giangaleazzo de Milán, expulsados o destruidos. En

los reinos de España, el arzobispo Luis Ambrosio Moncada destruyó a su sire Silvestre de Ruiz en el año

1424 y se unió a los rebeldes, mientras que en El Cairo el sultán Sharif caía ante la rebelión de sus chiquillos.

El mullah Suleimán abandonó Egipto y se convirtió en un antitribu. Los Lasombra se enfrentaron unos a

otros, pero finalmente una gran mayoría decidió seguir el camino de la causa anarquista.

Sin embargo, una vez cumplido su objetivo, Graciano abandonó el liderazgo de la revuelta, dejando

que los anarquistas lucharan entre ellos mismos, y posteriormente se uniría al Sabbat.

De la misma forma que el Abrazo de Graciano suscitó numerosos debates entre los eruditos

Lasombra, la caída del Antediluviano del clan también ha generado bastante desconfianza. Oficialmente la

Camarilla sitúa la destrucción de Lasombra en el año 1405, mientras los anarquistas consideran que ocurrió

en 1483. El Sabbat no dispone de datos fiables al respecto, y lo sitúa en algún momento entre los siglos XIII

y XV. Algunos testigos presenciales aseguran que ocurrió en 1381 y el propio Graciano habla de 1420. Esta

diversidad de fechas hace sospechar de la influencia de una poderosa sugestión mental, tal vez producida por

el propio Lasombra, lo que arroja numerosas dudas sobre su muerte.

LA PURGA DE LOS ANTITRIBU Y LA FORMACIÓN DEL SABBAT

Durante gran parte del siglo XV los Lasombra lucharon contra los Vástagos de su clan,

principalmente varios antiguos conservadores, que se habían mostrado reticentes a unirse a los anarquistas.

Aunque Montano y varios de sus seguidores se unieron a los Fundadores de la Camarilla, otros muchos

Lasombra antitribu se negaron a participar en la nueva secta, aferrándose tozudamente a su honor e

independencia.

En España, muchos Lasombra antitribu se refugiaron en el reino de Granada, el último vestigio de la

antigua Al-Ándalus, y entre los musulmanes que vivían en los reinos cristianos. Sus hermanos anarquistas

precipitaron la caída del reino de Granada y azuzaron a la Inquisición contra los musulmanes, ocasionando la

destrucción de numerosos antitribu. Durante esta época, sobre todo gracias a la diplomacia del arzobispo

Moncada y de sus seguidores, los Lasombra hispanos actuaron conjuntamente para expulsar a los vampiros

de la Camarilla y crear un estado unificado bajo la influencia de los rebeldes. El consenso no fue fácil,

debido a los antiguos recelos y rivalidades, pero finalmente se comenzaron a mover tropas y concertar

matrimonios. La unidad de España se alcanzó en 1479 con el matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de

Aragón. A través de la Corte de los Reyes Católicos los Lasombra consiguieron la expulsión de los judíos

españoles, muchos de los cuales eran servidores de vampiros de los clanes Toreador y Ventrue. Cristóbal

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Colón buscó una ruta hacia oriente por orden del propio arzobispo Moncada y por último se conquistó el

reino de Granada. Aunque con gran resistencia, los Lasombra islámicos aceptaron el fin de la presencia árabe

en España para terminar con los antitribu de Granada. La lucha fue feroz pero finalmente los Lasombra se

impusieron, y los Guardianes volvieron su atención hacia la naciente Camarilla.

Finalmente los anarquistas fueron obligados a rendirse en 1493 tras la declaración de la Convención

de Thorns. La gran mayoría de los anarquistas decidió someterse a los antiguos a cambio de una declaración

simbólica de alianza y perdón. Sólo unos pocos decidieron continuar la lucha, en especial los Lasombra y

Tzimisce. Tras leer el primer borrador de la convención Gabriel Buruch, el líder de la delegación de los

Guardianes, se levantó y afirmó:

“Vine a negociar, no a rendirme. Nuestros compañeros sufrieron la Muerte Definitiva para que

pudiéramos ser libres y no hemos luchado durante años para entregar nuestros logros a las manos de una

serie de antiguos decrépitos. Declaramos la guerra eterna sobre la Camarilla y los antiguos para los que

fue creada. Sea la Muerte Definitiva para todos vosotros.”

Los Cainitas que renunciaron al acuerdo mostraron su desacuerdo incendiando el pueblo cercano de

Silchester y masacrando a todos sus habitantes. En el medio siglo siguiente manadas (“sabbats”) de vampiros

inundaron la noche Abrazando indiscriminadamente para lanzar oleadas de chiquillos contra los antiguos de

la Camarilla. Estos rebeldes se organizaron a lo largo del siglo XVI adoptando una tosca doctrina que

abarcaba una serie de cultos vampíricos, entre ellos la misteriosa Manus Nigrum, la Herejía Cainita y otras

filosofías, declarando la guerra a los Antediluvianos y sus servidores.

Por lo que respecta a los Lasombra, a principios del siglo XVI se reunieron en Mallorca con varios

antiguos Tzimisce, reafirmando la alianza entre ambos clanes, que se convirtieron en la espina dorsal del

Sabbat. De hecho, se estima que una cuarta parte de los vampiros del Sabbat eran Lasombra. Los antiguos

Guardianes a pesar de utilizar sus habilidades contra la Camarilla continuaron su existencia como siempre,

celebrando sus Cortes de Sangre mientras los jóvenes experimentaban con nuevas doctrinas y filosofías que

los alejaban de la humanidad. El Clan Lasombra contribuyó especialmente a la Senda del Poder y la Voz

Interior y la Senda del Acuerdo Honorable. Los Ángeles Negros también se entremezclaron con el Sabbat y

convirtieron en secreto a numerosos vampiros a la Senda de la Noche, aunque cuando sus practicantes eran

descubiertos se les acusaba de infernalismo.

La unión de España y el Sacro Imperio en la figura de Carlos I de España y V de Alemania, permitió

a los Lasombra y sus aliados del Sabbat combatir en varios frentes a la vez. Aunque numerosas fortalezas de

la Camarilla en los Países Bajos, en Francia y en Alemania fueron tomadas durante las sucesivas guerras,

finalmente el arzobispo Moncada percibió que estaba luchando una guerra perdida a largo plazo, pues

España no disponía del potencial para someter a toda Europa bajo un Imperio unificado, y el Sabbat tampoco

estaba en condiciones de derrotar a los siete clanes de la Camarilla. Además, los territorios de la Camarilla y

el Sabbat no estaban delimitados por los estados, sino por enclaves aislados, lo que hacía difícil la

cooperación y los ataques organizados. Como una advertencia, Carlos I se vio obligado a dividir sus

territorios entre sus hijos Felipe y Fernando, principalmente debido a los esfuerzos diplomáticos de vampiros

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de la Camarilla. Desde mediados del siglo XVI Moncada volcó todos sus esfuerzos en la conquista y

colonización del Nuevo Mundo, preparando una salida para el Sabbat, en el caso de ser derrotado en Europa.

La lucha contra los Lasombra antitribu prosiguió. Por toda Europa y en los rincones del mundo

conocido, pequeños grupos de Lasombra eran abordados por el Sabbat y los que se negaban a unirse eran

destruidos y su sangre pasaba a fortalecer a la secta. En el año 1566 Montano fue visto en España, y los

Lasombra actuaron rápidamente haciendo que el rey Felipe II enviase a la Inquisición a Granada. Varios

antitribu fueron descubiertos entre la población morisca y tras dos años de luchas y revueltas Montano fue

derrotado y expulsado a Tánger. Durante las cuatro décadas siguientes los Lasombra combatieron a los

seguidores de Montano ocultos entre los moriscos y a los que se habían unido a los piratas berberiscos y

europeos, pero finalmente consiguieron destruirlos o expulsarlos.

En el año 1588 el Sabbat intentó apoyar a sus manadas de las Islas Británicas mediante el envío de la

Armada Invencible. El Duque de Medina Sidonia, afirmó su desconocimiento de la guerra marítima, pero

Felipe II insistió en que hiciera cargo de la invasión de Inglaterra. El resultado fue la pérdida de numerosos

hombres, barcos y recursos y un respiro para los ingleses. Felipe II fue amonestado por los Lasombra, que

Abrazaron al Duque de Medina Sidonia y lo llevaron a los aposentos del monarca, donde lo instruyeron

sobre sus obligaciones como rey mientras el neonato aullaba pidiendo la sangre de su señor. Posteriormente

el Duque terminaría por convertirse en uno de los principales estrategas del Sabbat.

NUEVOS MUNDOS

AMÉRICA

La conquista de América formaba parte de los planes de Moncada, que controlaba a numerosos

confesores y sacerdotes que influyeron a varios reyes y príncipes de que la colonización traería numerosas

riquezas. Sin embargo, no era la fortuna lo que buscaba Moncada cuando dio luz verde a los viajes de Vasco

da Gama y de Magallanes. Su intención era buscar una tierra libre de la presencia de la Camarilla donde el

Sabbat pudiera prosperar y sus ideales pudieran extenderse sin oposición.

Al mismo tiempo Moncada utilizó a sus agentes para desviar la atención de la Camarilla de los

planes del Sabbat. Por supuesto sabía que antes o después sus enemigos terminarían por descubrir sus

intenciones, pero contaba con disponer del suficiente tiempo como para que el Sabbat se convirtiese en una

fuerza determinante en las colonias como para ser desterrada. Y sus manipulaciones tuvieron bastante éxito,

pues aparte de España y Portugal el resto de las potencias europeas no dedicaría esfuerzos de importancia a

la colonización hasta el siglo XVII. Por lo que respecta a los vampiros de la Camarilla, aunque algunos de

ellos se encontraron en los inicios de las exploraciones, se encontraron aislados en el Nuevo Mundo, y

muchos terminaron por unirse al Sabbat, como Melinda, del clan Toreador, aunque algunos consiguieron

prosperar e instalar sus dominios.

España y Portugal se lanzaron a la colonización de América. Desafortunadamente la influencia de

Moncada y de los antiguos españoles provocó que los Lasombra consideraran los dominios americanos

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exclusivamente suyos. Durante bastante tiempo trataron de limitar la llegada de otros clanes, que no

obstante, terminaron por llegar de forma clandestina o abriéndose camino mediante el sigilo o por la fuerza.

Dos sacerdotes Lasombra acompañaron a Colón en su segundo viaje y en 1503 ya habían creado su primer

asentamiento en la isla de la Española, destruyendo a cualquier vampiro no Lasombra que intentaba

asentarse en el Nuevo Mundo.

Los Tzimisce y otros vampiros del Sabbat estaban furiosos con los Lasombra, que afirmaban poseer

un derecho de preferencia en la exploración de América y en el establecimiento de dominios. Debido a esta

política, los demás clanes del Sabbat no llegaron a América hasta 1519, tras numerosas discusiones que casi

llegaron a una guerra civil dentro de la secta. Los Lasombra finalmente aceptaron la llegada de sus

compañeros del Sabbat, aunque esta cesión se debió sobre todo a la inesperada resistencia de los vampiros

precolombinos, algunos de los cuales eran antiguos Matusalenes de gran poder.

En 1519 una manada del Sabbat formada por varios clanes acompañó a la expedición de Cortés a

México. Entre ellos iban dos Lasombra: la hechicera Beatriz Alvedro y el cronista Juan Guzmán. Los

Lasombra de Cuba estaban interesados en los rumores sobre la existencia de un próspero imperio al oeste y

la expedición de Cortés les proporcionaba la oportunidad de conocerlo directamente.

Durante el viaje a México los vampiros se encontraron con un chamán del culto de Quetzacoatl, que

les habló sobre los sangrientos dioses de Technotitlán, la capital del pueblo azteca, entre los que se

encontraban Huitzilopochtli y Tezcatlipoca. Beatriz creyó reconocer en la descripción de Tezcatlipoca a un

Matusalén Lasombra, por lo que pidió refuerzos a su sire en Cuba, informándole de la situación.

Cuando los refuerzos llegaron, Cortés se encontraba asediando Technotitlán. Los vampiros del

Sabbat formaron la manada Nigrum Triste y cuando los conquistadores españoles consiguieron invadir la

ciudad atacaron a los vampiros precolombinos, destruyendo al dios Huitzilopochtli, y siendo destruidos por

Tezcatlipoca.

En los años siguientes los Lasombra decidieron reunir nuevos refuerzos antes de enviar nuevas

manadas. Algunos vampiros del Sabbat consiguieron pactar con vampiros precolombinos y colaborar con

ellos contra la Camarilla. Sin embargo, los vampiros del Sabbat no estaban dispuestos a expulsar a los

conquistadores españoles y finalmente se volvieron contra sus aliados, destruyéndolos y bautizándolos

paródicamente antes de destruirlos. Los vampiros precolombinos huyeron a la profundidad de las junglas,

jurando que regresarían alguna noche para vengarse del Sabbat.

Mientras los Lasombra aguardaban la llegada de refuerzos, los españoles construyeron varias

ciudades, entre ellas México y Veracruz. Finalmente varias manadas consiguieron llegar a México, donde se

enfrentaron a los dioses Tezcatlipoca y Tlaloc, y aunque no consiguieron destruirlos, consiguieron resistir en

la ciudad durante décadas. Tezcatlipoca tenía el poder de manifestarse a traves de la oscuridad invocada por

los Lasombra. Durante décadas aterrorizó a los vampiros del Sabbat, realizando ataques sorpresivos y

desapareciendo poco después. Finalmente los Tremere antitribu del Sabbat consiguieron aparentemente

destruirlo en 1691.

En principio los Lasombra se negaron a Abrazar a los indios, profundamente afectados por la

devastación de la guerra y las enfermedades llevadas por los españoles. Por el contrario, lo Guardianes

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fortalecieron sus lazos con la Iglesia y los colonos. No obstante otros clanes, principalmente Tzimisce,

Gangrel y Nosferatu realizaron alianzas con los aztecas y otras tribus indias, compartiendo su sangre con

ellos.

Una vez estuvo asentada su presencia en el Nuevo Mundo, los Lasombra trataron de limitar la

influencia de los demás clanes convenciendo a los eclesiásticos para que concentraran a los indios en

encomiendas o congregaciones bajo la supervisión de la Iglesia para “protegerlos de la tiranía de los

terratenientes.” Irónicamente la Iglesia católica se convirtió en la principal beneficiaria de las donaciones de

tierras y con la política de encomiendas consiguió una gran cantidad de mano de obra de barata.

Adicionalmente, al introducir a los indios en las encomiendas, los Lasombra también restringieron el acceso

de los demás vampiros a ellos. La lucha entre los Lasombra y sus aliados del Sabbat continuaría durante los

siglos siguientes.

El principal de los problemas para los Lasombra llegó en 1540 con el descubrimiento de plata al

norte de México, lo que provocó un renovado interés de España y de las potencias europeas por el Nuevo

Mundo. España fomentó el proceso de colonización y el tráfico mercantil, enviando enormes flotas de barcos

a América, y los Lasombra ya no pudieron controlar con tanta eficacia la llegada de nuevos vampiros. La

Camarilla aprovechó la situación y comenzó a instalar su presencia, creando un pequeño asidero en México.

También en 1540, debido al escaso número de indios, los españoles decidieron abolir la esclavitud de los

indígenas, salvo como castigo penal. En su sustitución los españoles recurrieron al tráfico de esclavos

negros. A finales del siglo XVI había 60.000 esclavos negros en el virreinato de Nueva España y 150.000

negros y mulatos en 1650. Cuando España se anexionó Portugal en 1580 heredaron su comercio de esclavos

y sus relaciones con los vampiros mercaderes de esclavos, entre los que se encontraban vampiros Toreador,

Assamitas, Setitas y Giovanni. Con el declive del número de trabajadores indios, los colonos incrementaron

la compra de esclavos negros, proporcionando a otros vampiros ojos y oídos en la mayoría de las haciendas

americanas.

Por otra parte, los Lasombra también estaban ocupados tratando de controlar las sucesivas

expediciones y viajes exploratorios hacia el norte y el sur. Alejándose de la influencia del Sabbat, vampiros

de la Camarilla e independientes crearon dominios por toda Sudamérica. Los vampiros del Sabbat trataron de

no quedarse atrás, pero se encontraron combatiendo a sus adversarios más frecuentemente de lo que hubieran

deseado.

Cuando Portugal expulsó a los judíos del país en 1497, algunos huyeron a Brasil, de donde

nuevamente serían expulsados años después. Los judíos reexiliados se dirigieron a los Países Bajos, aunque

algunos permanecieron en secreto en el Nuevo Mundo. Un grupo de Lasombra antitribu se asentó en Brasil

entre estos exiliados. Estos Guardianes eran eruditos y estudiosos de la naturaleza del Abismo, y se hacían

llamar los Schichiriel, que estudiaban su propia versión de la Cábala judía. Estos antitribu, junto con varios

Toreador de la Camarilla, se convirtieron en una continua molestia para los Lasombra del Sabbat que

deseaban asentarse en Brasil. Finalmente Charles Delmare, el cardenal de Sudamérica, consiguió engañar a

los últimos Schichiriel y los destruyó en 1803, aunque unos pocos salvaron sus vidas uniéndose al Sabbat.

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Los Lasombra mantuvieron su posición elitista, negándose a Abrazar esclavos y apoyando las

medidas de limpieza de sangre, traducidas para los vampiros en que sólo se alimentaban y Abrazaban de los

gachupines (los colonos españoles), ignorando a los criollos ( españoles nacidos en América). Los

gachupines constituían la élite gobernante de las colonias americanas. Con esta práctica los Lasombra

limitaron su ámbito de alimentación, mientras que el resto de los vampiros del Sabbat fortalecía sus lazos

con los criollos y las castas inferiores: mestizos, mulatos, castizos, moriscos y zambos.

En las islas del Caribe y el Golfo de México los clanes de la Camarilla y algunos Lasombra antitribu,

en especial el morisco Alfonso López, se dedicaron a la piratería, atacando a los vampiros del Sabbat y

entorpeciendo el comercio de España con América. Las islas caribeñas se convirtieron en el refugio de

piratas y de varios Cainitas desterrados, sin alianza con el Sabbat ni la Camarilla. Entre estos piratas destaca

la figura de Steve Bonnet, Abrazado por los Lasombra antitribu.

El Sabbat combatió la interferencia de la Camarilla y los Seguidores de Set en América durante

siglos, y aunque no pudieron contenerlos, sí consiguieron eliminar su influencia de diversos lugares y

consiguieron consolidar la influencia del Sabbat en Sudamérica. El Sabbat extendió su fuerza en América

Central y del Sur, aunque la Camarilla también consiguió instalarse en enclaves significantes. En

Norteamérica la situación fue más compleja, debido a que en la colonización participaron varios antiguos de

la Camarilla. El Sabbat consiguió establecerse en Canadá y varios asentamientos de la Costa Este, pero el

estallido de la Guerra Civil del Sabbat permitiría que la Camarilla tomase la iniciativa colonizadora en el

Nuevo Mundo, arrebatando varias ciudades al Sabbat y extendiéndose hacia el Oeste

ÁFRICA: LOS XI DUNDU

Aunque es difícil distinguir a los Lasombra africanos o Xi Dundu de otros vampiros del continente,

parece que la presencia del clan está relacionada con la Primera Dispersión del siglo XVII a.C. y existen

indicios de que los Lasombra colonizaron las tierras al sur de Egipto mucho antes. Al menos media docena

de palabras del antiguo reino de Meroe reflejan los nombres de algunos chiquillos del Antediluviano. La

cerámica de la cultura del Mesolítico de Jartum, hace unos 10.000 años, en ocasiones muestra escenas de

sombras volando alrededor de la luna, imágenes bastante semejantes a los poderes de los Guardianes. En el

Castillo de San Rafael, en Sicilia, el Antediluviano guardaba en su fortaleza artefactos de plata de estilos

artísticos que florecieron en Nubia y Meroe durante los períodos Mesolítico y Neolítico.

Más hacia el sur existen evidencias similares de la presencia de los Xi Dundu en Etiopía, y según los

historiadores Lasombra parece que Montano, uno de los chiquillos del Antediluviano fue Abrazado entre

una de las primitivas tribus que habitaban en la frontera entre Etiopía y Kenya.

Según distintas historias compiladas por distintos eruditos y testigos que conversaron con el propio

Montano, este antiguo Matusalén habría nacido en algún momento del siglo XVII a.C. en el monte

Kilimajaro, en una tribu antecesora de los modernos Masai, entre los que recibió el nombre de Ontai

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(“Sufrido”), por haber nacido en medio de una fuerte tormenta y sobrevivir. Se convirtió en aprendiz del

hechicero de su tribu.

Unos años después, el Antediluviano Lasombra, descrito como “un hombre pálido y canoso” llegó a

las llanuras de Kenya y esclavizó a la tribu de Ontai. Por esta época el Antediluviano estaba buscando un

chiquillo verdaderamente leal y de fuerte voluntad, dedicado a la gloria de su padre, que se le había

aparecido en una visión. Tras someter a la tribu de Ontai les exigió que le entregaran a un niño, al que trató

de convertir en un líder nato. Sin embargo, debido a los mimos y caprichos con los que fue criado por su

tribu, el muchacho se convirtió en un hombre arrogante y malcriado. Furioso por el fracaso de su

“experimento” el Antediluviano destruyó al muchacho y tras matar a numerosos guerreros dijo que

destruiría a la mitad de la tribu y comenzaría de nuevo. Sin embargo Ontai, convertido en un joven

hechicero, se enfrentó a Lasombra y le ofreció libremente su vida para un servicio eterno, incluso más allá

de la destrucción de su sire, sin imponer condiciones ni negociar la libertad de su tribu.

Intrigado por la actitud del joven, Lasombra le concedió el Abrazo pero no creó un Vínculo de

Sangre con él para poner a prueba su lealtad. Ordenó a Ontai que matara a toda su tribu, empezando por

sus amigos más queridos. El joven neonato aceptó sin coacción y ejecutó la orden al momento. Lasombra

quedó sorprendido y profundamente turbado. Ordenó a Ontai que detuviera la matanza, lo sometió a un

Vínculo de Sangre y abandonó las tierras de Kenya para no regresar jamás. Sin embargo, en lo más

profundo de su corazón inmortal Lasombra se preguntaría: ¿Le había engañado el muchacho? ¿Había sido

una treta para que el Antediluviano dejara en paz a su tribu? ¿Pero cómo? Y aunque el hecho estaba allí

(pues había estado dispuesto a matarlos a todos) la tribu sobrevivió.

Los pueblos nómadas que se asentaron en Kenya hace unos 4000 años se dedicaron casi

inmediatamente a la actividad marítima, posiblemente por influencia del Antediluviano, y a través del mar

los Xi Dundu se extendieron hasta Mozambique. Los vampiros africanos de otros linajes generalmente se

asentaban entre los mortales como reyes y sabios, mientras que los Xi Dundu preferían gobernar mediante el

temor provocando la aparición de numerosos mitos y leyendas sobre dioses y diosas de la noche que

aterrorizaban a los mortales y que a menudo constituían una pesadilla para los demás vampiros.

Hace mucho tiempo, un hermano y una hermana llamados Otieno y Onaedo merodeaban juntos por

las llanuras de lo que hoy es Kenya. Ambos habían sido Abrazados por un Xi Dundu, y unas noches después

de que se convirtieran en no muertos saciaron su sed con la sangre del corazón de su sire. Los hermanos

eran una pareja terrible. A menudo prendían fuego a la montaña, sus costumbres eran violentas y a menudo

luchaban constantemente entre ellos y con todos los vampiros con los que se cruzaban.

Otieno y Onaedo pronto ganaron gran infamia, y pocos antiguos soportaban su presencia en sus

dominios. Ellos eran cazados con tanta frecuencia como cazaban a sus presas, y sus nombres eran

considerados un mal presagio. Muchos vampiros trataron de destruir a la pareja esperando ganar gloria y

fama, pero los hermanos eran demasiado poderosos y esquivos.

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Una noche, los hermanos llegaron al dominio del Magaji (Príncipe) Olugbenga de Nigeria. Se

escurrieron sin ser vistos y durmieron bajo un árbol durante todo el día. Cuando se despertaron a la noche

siguiente Uzoma, el hombre de confianza de Olugbenga, se encontraba aguardándoles. “Sabemos que estáis

aquí, Otieno y Onaedo y el gran Olugbenga quiere hablar con vosotros.”

¿Qué podían hacer? Los hermanos sabían que los habían descubierto y que si trataban de huir,

Uzoma podía atraparlos con facilidad. Asintieron silenciosamente y Uzoma los llevó a ver al Magaji.

“Vuestra terrible reputación os precede, Xi Dundu.” Dijo Olugbenga a los dos hermanos, “Pero

que no se diga que Olugbenga es un tirano. Mentras permanezcáis en mi dominio y mientras pueda

vigilaros, si renunciáis a vuestra maldad, podéis considerar este dominio como vuestro hogar.”

Otieno y Onaedo aceptaron –calmaron sus turbulentos corazones y se quedaron para disfrutar de la

compasión del Magaji.

Así fue, al menos hasta la noche siguiente. Cuando Olugbenga despertó para saciar su sed,

descubrió que no podía moverse. El hermano y la hermana habían utilizado un fetiche maldito para

atraparlo en su cama.

“¿Por qué me hacéis esto, Xi Dundu? Os ofrecí todos los frutos de mi jardín y un hogar en mi

propio dominio. Perdoné vuestras acciones del pasado y os ofrecí un lugar donde construir vuestro futuro.”

“Tú mismo has contestado a tu pregunta, Olugbenga.” Le susurró Onaedo.”Sabías que éramos Xi

Dundu cuando nos perdonaste.”

Muchos antiguos Xi Dundu fueron Abrazados entre los Masai y otras tribus de África Oriental, y con

el paso del tiempo estas tribus se convirtieron en el principal legado cultural del linaje. Sin embargo, parecen

existir indicios más antiguos de la presencia Xi Dundu en el Congo, y unos pocos miembros del clan

permanecen allí. De acuerdo a las leyendas de los Xi Dundu, hace muchos siglos una facción de jóvenes

utilizó la hechicería para tratar de aumentar su dominio de la oscuridad, pero el hechizo fracasó y muchos

murieron, rechazados por la propia tierra. Los supervivientes emigraron y se dispersaron por toda África, y

actualmente son particularmente influyentes en los territorios de la República Centroafricana, el Congo,

Burundi, Uganda y Tanzania.

Varios grupos de Xi Dundu, algunos de gran antigüedad, permanecieron aislados de la civilización,

sin influir a los mortales. La Senda de la Noche y la adoración del Abismo también florecieron entre los Xi

Dundu, junto con el desarrollo de los poderes de la oscuridad.

Dentro de la sociedad de los Laibon, los vampiros africanos, los Xi Dundu se convirtieron en la

oposición a los Guruhi (Nosferatu), que componían el linaje de los gobernantes más antiguos. Pacientemente

y mediante la organización y la solidaridad de su clan, los Xi Dundu fueron poco a poco subvirtiendo los

dominios de los Guruhi, y a finales del siglo XX habrían adquirido el poder suficiente como para intentar

derribar el dominio de sus rivales sobre África.

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ASIA

Los historiadores Lasombra establecen con cierta seguridad que algunos antiguos de su clan se

habían asentado en China hacia el 1300 a.C. y existe un linaje Lasombra en Japón que traza la llegada de su

fundador hacia el 1200 a.C. Estos audaces viajeros del clan posiblemente llegaron a partir de la Primera

Dispersión tras la explosión de la isla de Thera, junto a otros clanes occidentales, como Gangrel, Brujah y

Malkavian. Muchos de estos vampiros no sobrevivieron ante la oposición de los vampiros orientales

conocidos como Kuei-Jin. Por lo que respecta a los Lasombra, aunque nunca habitaron en el Lejano Oriente

en gran número, unos pocos siempre estuvieron asentados en la zona de forma permanente y estable. A

través de la Ruta de la Seda y en siglos sucesivos llegarían nuevos miembros del clan en un goteo sucesivo,

aunque la supervivencia era muy difícil.

La mayoría de los Lasombra del Lejano Oriente se asentaron en China, principalmente en el valle del

Yang-Tsé, y en las zonas costeras, por varias razones. En la India otros clanes, y en especial los Ravnos y los

Ventrue, ya habían establecido su presencia y la competencia era muy fiera. En China y más allá, la principal

oposición estaba compuesta por los Kuei-Jin, que constituían un gran desafío, pero al menos los Lasombra

podían mantenerse al margen sin competir con los clanes occidentales. Este aislamiento ha hecho que los

Lasombra chinos desconozcan muchas cosas sobre la sociedad sobrenatural del Reino Medio.

A pesar de la presencia de los vampiros orientales, los Lasombra preferían evitar los conflictos

abiertos y a menudo pasaban décadas y siglos sin encontrarse con ningún ser sobrenatural. Algunos antiguos

Guardianes ejercieron gran influencia en las cortes de la dinastía Chou, y muchos jamás se encontraron

directamente con los Kuei-Jin. La mayor parte de las bajas entre los Lasombra chinos se debieron a la obra

de los propios mortales o accidentes naturales.

El principal influjo de los Lasombra llegó en torno a los inicios de la era cristiana, con la Segunda

Dispersión, acompañando a los mercaderes judíos, que se instalaron en la costa china e incluso construyeron

algunas sinagogas. Durante algún tiempo estos Lasombra orientales mantuvieron cierto contacto con

Occidente, y algunos aprovecharon el período entre el 50 a.C. y el 200, cuando estalló la guerra civil en el

Imperio Han, para asentarse en las fronteras occidentales del Reino Medio.

Algunos Lasombra se hicieron pasar por dioses de la oscuridad, pero raramente prosperaron –debido

a que la tradición china no aceptaba la autoridad de los espíritus malignos. No obstante, otros se hicieron

pasar por sabios y espíritus ancestrales, que eran aceptados por la tradición de Confucio. Como resultado, los

Lasombra chinos enfatizaron el aprendizaje de poderes de sugestión mental por encima del dominio de las

sombras, así como otros poderes como la visión sobrenatural y alguna magia de la sangre.

Las comunicaciones con Occidente se interrumpieron con la caída de la dinastía Han y los conflictos

con los Kuei-Jin impidieron la apertura de nuevos contactos. Los linajes existentes se aislaron o emigraron

hacia el este, prosperando en las grandes ciudades y entregándose a la manipulación y el estudio. En el valle

del Yang-Tsé actuaron como oráculos para los mortales, respondiendo a plegarias y peticiones. Una pequeña

prole se dirigió hacia el noroeste y se centró en el estudio de los muertos, profanando tumbas y buscando

antiguos en letargo.

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El contacto con Occidente fue reanudado a finales del siglo XV, y con la llegada de nuevos

Lasombra comenzó una época de purgas. Las noticias sobre la destrucción del Antediluviano y el

surgimiento del Sabbat llegaron en el siglo XVI a través de los vampiros que llegaban de España y Portugal,

provocando numerosa confusión entre los Guardianes chinos. Finalmente los partidarios del Sabbat

prevalecieron, a costa de la destrucción de la mitad de los linajes Lasombra de China en los siglos siguientes.

Algunos, como los Lasombra de Nanking, mantendrían su independencia del Sabbat hasta finales del siglo

XIX. No obstante, gracias al apoyo del Sabbat, los Lasombra consiguieron prosperar en el Lejano Oriente y

defender sus dominios de la presión de los Kuei-Jin. Con la industrialización muchos Lasombra adoptaron

las costumbres occidentales y la aprovecharon como una ventaja contra los vampiros de Oriente.

Fuera de China, algunos individuos y linajes aislados del clan habitaron temporalmente en algunos

enclaves de Japón, Corea e Indochina, aunque muchos fueron destruidos. Varias leyendas y cuentos

orientales sobre espíritus de la oscuridad y dioses de la noche son atribuidos por los eruditos Lasombra a la

presencia de su clan.

REVOLUCIONES Y GUERRAS CIVILES

EL SIGLO XVII

El predominio de los Lasombra en las colonias americanas se sostenía sobre las elites gobernantes,

provocando numerosas tensiones con los demás clanes del Sabbat, y especialmente con los Tzimisce, que se

sentían especialmente despreciados, su influencia limitada a los criollos y las castas más bajas de la sociedad.

Los gachupines de España podían poseer el poder, pero lentamente los criollos americanos estaban ganando

posiciones en la Iglesia y el gobierno. Ya en 1624 los criollos habían ayudado a deponer al virrey de México

mediante una muestra de fuerza, y el nuevo virrey, Juan de Palafox, otorgó a los criollos varios puestos

burocráticos y militares que anteriormente estaban sólo disponibles para los gachupines. Los Seguidores de

Set, que contaban con una fuerte influencia entre la población esclava, ofrecieron una alianza a los Tzimisce,

afirmando que finalmente las clases más bajas terminarían por derribar el poder de los españoles. Varios

disturbios en 1691 llevaron a los Tzimisce a aceptar la oferta, sentando los precedentes que llevarían a una

rama de los Setitas, conocidos como las Serpientes de la Luz, a unirse al Sabbat.

Mientras tanto la Camarilla utilizaba las tramas burocráticas de la administración colonial para

infiltrarse en las colonias americanas. Fuera de las colonias los vampiros de la Camarilla atacaron la

estructura de poder de los Lasombra en España y la economía española, provocando un flujo de plata y oro

hacia Europa y una gran inflacción. Muchos de los banqueros de los monarcas españoles estaban directa o

indirectamente bajo el control de antiguos de la Camarilla, cediendo préstamos con intereses que terminaban

en un progresivo endeudamiento que llevó a la Corona a declararse en bancarrota en más de una ocasión.

Las progresivas guerras de España contra las potencias europeas no hicieron sino agravar las

sucesivas crisis económicas y tras la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) estaba claro que la potencia

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militar y económica de España estaba agotada. Los antiguos del Sabbat, a instancias del arzobispo Moncada,

comenzaron una lenta retirada hacia Escandinavia y el Nuevo Mundo. Sin embargo, Moncada decidió

permanecer en su fortaleza de Madrid, aferrado a sus peones eclesiásticos y tratando de cubrir la retirada de

sus compañeros. El golpe final llegó con la muerte del rey Carlos II de España sin descendientes, por lo que

nombró a Felipe de Borbón, nieto del rey Luis XIV de Francia, como su sucesor. Los Ventrue de Inglaterra

se enfrentaron a los Toreador de Francia, tratando de evitar que consiguieran influencia en España y

América. Los Lasombra aprovecharon el enfrentamiento entre sus rivales para acelerar su retirada.

LA PRIMERA GUERRA CIVIL DEL SABBAT (1767-1803)

Durante todo el siglo XVIII los Lasombra y los Tzimisce se enfrentaron en México, debido a la

creciente presencia de los criollos dentro de la Iglesia mexicana. Los Lasombra trataban de mantener a los

criollos “en su lugar”, mientras que los Tzimisce y sus aliados deseaban derribar a los gachupines del poder.

La lucha por la “pureza racial” dividió a la Iglesia. La Corona española utilizó este cisma, esperando limitar

la influencia eclesiástica en los asuntos terrenales. Hubo varios disturbios y revueltas que llevaron a la

intervención del Ejército Real. Desafortunadamente entre los vampiros las disputas degeneraron en peleas

entre manadas y el Sabbat no percibió la llegada de la Camarilla hasta que fue demasiado tarde.

En 1767 el rey Carlos III de España decretó la expulsión de la orden de los Jesuitas de España y

América, provocando numerosos disturbios entre sus partidarios. La decisión sorprendió al Sabbat, pues la

infraestructura mortal de los Lasombra mexicanos se colapsó por completo, al ser expulsada su orden

preeminente. Todas las tierras y riquezas de la orden pasaron a manos de la Corona. Los Lasombra culparon

a los Tzimisce y los acusaron de haberse aliado con la Camarilla. Los Tzimisce respondieron atacando

abiertamente a los Lasombra y la guerra estalló entre los partidarios de uno y otro bando en el Sabbat,

extendiéndose a Norteamérica y Europa. La lucha degeneró en una escalada de violencia sin límites. Varios

antiguos fueron diabolizados y los ideales fueron pronto sustituidos por los recelos e intereses particulares.

En 1785, tras una terrible hambruna que mató a gran parte de la población mortal de México, la Guerra Civil

se convirtió en una lucha por la supervivencia.

La Camarilla aprovechó la caótica situación para arrebatar varios dominios al Sabbat, especialmente

en Norteamérica, donde tras la Guerra de Independencia de 1776, tomó la iniciativa en la colonización

vampírica de los territorios del oeste. En Sudamérica la Camarilla también cosechó varios éxitos, entre ellos

la conquista de la ciudad de México, pero la presencia del Sabbat estaba demasiado enraizada como para

desterrarla por completo.

A partir de 1789, con el estallido de la Revolución Francesa, el impulso de la Camarilla contra el

Sabbat fue perdiendo fuerza y los primeros emisarios entre los dos bandos de la Guerra Civil del Sabbat

comenzaron a discutir el fin de las hostilidades. Finalmente, las distintas facciones llegaron a un acuerdo

para terminar la guerra mediante el Pacto de la Compra de 1803. El Regente Gorchist, del clan Tzimisce,

junto a varios eminentes cardenales y antiguos del Sabbat, viajó desde Europa a México, donde reconoció la

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situación existente: El Sabbat había perdido casi todos sus dominios en Europa y el futuro de la secta se

encontraba en el Nuevo Mundo.

Sea sabido que en este acto el Sabbat existe como entidad libre, aunque el precio de esta libertad

adopta la forma del sacrificio de ciertos derechos.

A 19 de Septiembre de 1803 todos los Sabbat de buena voluntad y conciencia suspenden

inmediatamente todos sus conflictos con otros Sabbat.

Áquel descubierto en abierta violación de este acuerdo (es decir, guerreando con otro con el

propósito de lograr beneficio propio a expensas de la secta), será declarado proscrito y podrá ser cazado

hasta perder la sangre de sus venas. Esta caza debe ser promulgada por un obispo, un arzobispo u otro

antiguo reconocido por la secta.

Así estamos unidos. Así somos el Sabbat.

Firmado,

Regente Gorchist

Testigos: Cardenal Radu Bistri, Priscus Livia Boleslav Czernzy, Arzobispo Enrique Alberto

Márquez, Obispo Frederic Montaigne.

Más que una declaración de intenciones, el Pacto de la Compra significó el traslado del Sabbat a

América y como primera muestra de reconciliación, los Lasombra y Tzimisce colaboraron para arrebatar

México, la mayor ciudad del Nuevo Mundo, de las manos de la Camarilla. Inmediatamente los vampiros

buscaron signos de insatisfacción que pudieran explotar…y los encontraron en todas partes.

EL SIGLO XIX

Poco después de la Guerra Civil del Sabbat, España fue invadida por los ejércitos franceses de

Napoleón, quien depuso al monarca Fernando VII y nombró a su hermano José Bonaparte rey de España.

Los políticos opuestos a la presencia napoleónica se reunieron en Cádiz, donde en 1812 sentaron las bases de

una constitución. Varios monasterios e Iglesias fueron saqueados y sus propiedades confiscadas. El

arzobispo Moncada observaba los acontecimientos en Madrid, desde las catacumbas de la Iglesia de San

Nicolás y observó los acontecimientos, esperando el momento para actuar. Muchos de sus peones no fueron

tan afortunados.

Mientras tanto, en México existía una enorme intranquilidad entre los colonos, debido a las noticias

que llegaban de Europa. Los gachupines todavía mantenían la mayor parte del poder político y demandaron

que México se uniera al gobierno de la Junta de Cádiz hasta que los franceses fueran expulsados. Los

Lasombra retiraron su apoyo a los gachupines y se unieron a los grupos revolucionarios que se estaban

formando en el país, y que influidos por el ejemplo de Estados Unidos ansiaban crear un gobierno

independiente de España.

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Primero los sacerdotes Hidalgo y Morelos dieron los primeros pasos revolucionarios, aunque fueron

rápidamente silenciados por los ejércitos españoles. A los vampiros del Sabbat no les preocupó y aguardaron,

consolidando su posición. Finalmente, en 1813, cuando Fernando VII fue reinstaurado en el trono de España,

los Cainitas mexicanos hicieron su movimiento, apoyando el ascenso del general Agustín Itúrbide, apoyado

por la Iglesia. La lucha contra los Vástagos de la Camarilla fue feroz y mientras los ejércitos de Itúrbide

marchaban sobre México, cinco manadas del Sabbat atacaron, lideradas por poderosos antiguos. La batalla

por la ciudad de México duró dos meses y finalmente el Sabbat alcanzó la victoria.

El Regente Gorchist se instaló en México, que se convirtió en capital de la secta. Poco después el

Sabbat se hacía oficialmente con el control de Montreal y durante las décadas siguientes otras ciudades en

todo el continente americano. La Camarilla nuevamente actuó de forma indirecta, apoyando la expansión de

Estados Unidos, que tras una serie de guerras privaron a México de la mitad de sus territorios, y atacando la

economía de los países infestados por el Sabbat.

Nuevamente las rivalidades entre los Lasombra y los Tzimisce enturbiaron la política del Sabbat y el

Regente Gorchist trató de mantener el orden utilizando a los guerreros de élite de la Mano Negra, finalizando

los conflictos en más de una ocasión.

LA SEGUNDA GUERRA CIVIL DEL SABBAT (1863-1933)

El asesinato del Regente Gorchist en 1863, durante la invasión francesa de México, llevó de nuevo el

caos al Sabbat. Los Lasombra y Tzimisce volvieron nuevamente a sus antiguas rencillas, culpándose

nuevamente de permitir que la Camarilla se hubiese instalado en América. En esta ocasión el Sabbat estuvo a

punto de destruirse en el Nuevo Mundo, y los dos bandos no permitieron que nadie permaneciera neutral en

el conflicto. México quedó arrasado por el conflicto y en Canadá la guerra estalló cuando los Tzimisce

descubrieron que los Lasombra estaban enviando en secreto refuerzos a México para ayudar a sus hermanos

de clan.

Los franceses prosiguieron con la invasión y en junio de 1863 se apoderaron de la ciudad de México,

adonde entraron en medio del delirio de los eclesiásticos. En 1864 Maximiliano de Habsburgo fue coronado

emperador, con la idea de los conservadores de acabar con todas las conquistas de la Reforma. La resistencia

continuaba en el norte, donde Juárez contaba con mayores apoyos entre la población. Tras la retirada de los

franceses en 1866, Maximiliano decidió mantenerse en el poder, respaldado por los conservadores. La

derrota fue rápida y el emperador terminó fusilado por orden de Juárez. El estado del país era lamentable y a

fin de agilizar la reconstrucción, Juárez redujo drásticamente el tamaño del ejército y los gastos del Estado,

salvo en lo tocante a educación. A la muerte de Juárez, en 1872, Sebastián Lerdo de Tejada, un abogado

liberal que había apoyado la Reforma desde sus inicios, se hizo cargo del gobierno. Los liberales contaban

con un enemigo implacable, Porfirio Díaz, que se había levantado en 1871 contra la reelección de Juárez y

en 1875 cuando el presidente Lerdo de Tejada intentó hacerse reelegir, Porfirio Díaz pronunció, en marzo de

1876, el Plan de Tuxtepec basado en la no reelección y el sufragio activo, acusando al presidente de vender

la nación a los extranjeros. Con el apoyo de los conservadores y el ejército, Díaz se levantó contra el

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presidente Lerdo de Tejada y alcanzó el poder en 1877, iniciándose el periodo denominado "porfiriato". Se

inició una especie de pseudo-democracia en el que la oposición fue anulada y toda manifestación en su

contra fue duramente reprimida. Sin embargo, puso todo su empeño en la modernización del país para lo que

creó una imprescindible red de comunicaciones y un mercado nacional, inaugurando una época de

prosperidad económica de la que se beneficiaría una vez más el capital extranjero y la oligarquía. Se

mantuvo por la fuerza en el poder, utilizando para ello al ejército y a los rurales, el cuerpo de policía creado

por Juárez para garantizar la seguridad de los caminos. La revolución mexicana de 1911 acabó con este

régimen.

A pesar que durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz creó un período de relativa estabilidad

en México, la Guerra Civil continuó y el huracán de violencia se extendió desde la capital a otros enclaves

como Tijuana, donde las manadas luchaban entre sí como bestias salvajes. Varios antiguos del Sabbat se

proclamaron Regentes en todo el mundo, tratando de reclamar el liderazgo de la secta. En Europa los

Cainitas del Sabbat afirmaban que sus hermanos americanos habían fallado a la causa, y los Lasombra

españoles sugirieron al arzobispo Ambrosio Luis Moncada como nuevo regente. El voivoda Vladimir

Rustovich consiguió con grandes dificultades el apoyo del clan Tzimisce a la regencia, y en Detroit el

Arzobispo Pierson reclamó la posición durante ocho noches antes de que una manada pusiera fin a sus

ambiciones de Regente.

Sin embargo, en México, la arzobispo Melinda Galbraith, una Toreador antitribu, y una de las

principales consejeras del antiguo Regente Gorchist consiguió el apoyo de la mayoría de los antiguos del

país, y finalmente conseguiría mantenerse en la posición el tiempo suficiente como para que sus rivales

retiraran sus candidaturas. Su triunfo se debió sobre todo a una solución de compromiso, ya que tanto los

Lasombra como los Tzimisce habían rechazado a sus respectivos candidatos. Sin embargo, no sería aceptada

como Regente por todas las partes en conflicto hasta 1945.

La historia mortal ayudó a mantener las hostilidades a salvo, ya que la Segunda Guerra Civil alcanzó

su punto culminante durante la Primera Guerra Mundial. La atención de los mortales estaba tan concentrada

en sus propios conflictos que no tenían tiempo para percibir las guerras vampíricas que se luchaban entre las

sombras. En Canadá las luchas cesaron ya a principios del siglo XX, aunque la Camarilla consiguió

influencia en muchas ciudades canadienses, ya que la presencia del Sabbat se había debilitado demasiado

como para repeler sus incursiones.

Finalmente, en 1933, conscientes de que la Guerra Civil había provocado la pérdida de numerosos

territorios las distintas facciones abandonaron sus diferencias…durante un tiempo. Reunidos en Nueva York,

varios antiguos del Sabbt reconsideraron su compromiso a la causa. Una inusitada congregación redactó un

documento con el Código de Milán, un conjunto de principios que resumían la ideología de la secta.

Por la solemne palabra del difunto Regente Gorchist, el presente es el único y verdadero Código de

Milán, revisado a partir del manuscrito original en esta noche del 21 de diciembre de 1933. Que naciendo

de las cenizas de nuestra gran guerra pueda la paz durar para siempre.

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Un juramento de sumisión ha sido pronunciado por el Regente y los Prisci, en presencia de los

líderes de todas las facciones y otros 50 testigos, para seguir fielmente todas las regulaciones impuestas

acerca de la dirección del Sabbat. Este Código de Milán revisado satisface a todas las facciones del Sabbat,

incluyendo a la de los Cardenales Huroff, Bruce de Guy, Agnes y Carlos VI; y los Arzobipos Beatrice, Una,

Tecumseh, Toth, Aeron, Marsilio, Rebecca, Julian y Salluccio. Las facciones restantes deben declarar su

apoyo a este Código de Milán revisado o separarse del Sabbat.

Estos son los estatutos de los que consta el Código de Milán:

I. El Sabbat permanecerá unido en su apoyo al Regente de la secta. En caso necesario, será elegido un

nuevo Regente. El Regente respaldará la lucha contra la tiranía, garantizando la libertad de todos

los Sabbat.

II Todos los Sabbat servirán a sus líderes lo mejor que puedan mientras dichos líderes sirvan a la

voluntad del Regente.

III Todos los Sabbat observarán fielmente los Auctoritas Ritae.

IV Todos los Sabbat respetarán la palabra de honor prestada mutuamente.

V Todos los Sabbat tratarán a sus pares con justicia y equidad, defendiendo la fuerza y unidad de la

secta. Si es necesario, proveerán la necesidad de sus hermanos.

VI Todos los Sabbat deben anteponer el bien de la secta a sus propias necesidades. Sea cual sea el

coste.

VII Quienes no sigan honorablemente este código serán considerados menos que iguales y por tanto

indignos de recibir asistencia.

VIII Como siempre ha sido, así siempre será. La Lex Talionis representará el modelo de justicia inmortal

al que todos los Sabbat deben recurrir.

IX Todos los Sabbat se protegerán unos a otros frente a los enemigos de la secta. Los enemigos

personales serán responsabilidad personal, a menos que pongan en peligro la seguridad de la secta.

X Todos los miembros de la secta defenderán el territorio del Sabbat frente a cualquier poder exterior.

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XI El espíritu libertario será el principio fundamental de la secta. Todos los Sabbat tienen el derecho a

esperar y reclamar libertad de sus líderes.

XII Los Derechos de Monomacia serán utilizados para resolver las disputas entre los Sabbat.

XIII Todos los Sabbat a poyarán a la Mano Negra.

Addendum al Código de Milán

XIV Todos los Sabbat tienen derecho a vigilar el comportamiento y actividades de sus camaradas para

conservar la libertad y la seguridad de la secta.

XV Todos los Sabbat tienen derecho a convocar un consejo de sus pares y líderes inmediatos.

XVI Todos los Sabbat actuarán contra quienes usen en beneficio personal y en contra de los intereses de

la secta los poderes y la autoridad conferidos por ésta. Las acciones emprendidas en su caso

seguirán solamente el curso aprobado por un quórum de Prisci.

El Código de Milán reflejó el acuerdo de mínimos que todas las facciones del Sabbat deseaban. Por

lo que a los Lasombra se refería, personificó un precario equilibrio. Iniciativas posteriores para actualizar o

modificar el Código no tuvieron éxito.

A pesar de este acuerdo, las hostilidades entre facciones tardarían en enfriarse.En 1945 la arzobispo

Melinda Galbraith consiguió los apoyos suficientes, entre ellos los de tres Serafines de la Mano Negra para

proclamarse Regente, y se aseguró la fidelidad de las doce manadas más poderosas de México. El

nombramiento de la nueva Regente terminó con los últimos rescoldos de la Segunda Guerra Civil.

Hubo una Tercera Guerra Civil del Sabbat en 1957, y los Lasombra actuaron unificadamente junto a

los Tzimisce para sofocar una sublevación Lealista formada principalmente por los Brujah antitribu y

jóvenes descontentos que no estaban conformes con la dirección que estaba tomando la secta y reclamaban

un regreso a los orígenes. Al final los líderes Lasombra hicieron un gesto de conciliación y persuadieron a

los Tzimisce la aceptación de los Caitiff del Sabbat como un nuevo clan, que serían conocidos como los

Panders.

LAS NOCHES FINALES

A lo largo del siglo XX los Lasombra consiguieron notables triunfos y se mantuvieron como los

líderes del Sabbat. España y Latinoamérica se convirtieron en sus principales dominios y la sucesión de

dictaduras y revoluciones sirvieron a las propósitos del clan, al igual que las invasiones estadounidenses y el

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imperialismo yanqui. En algunos lugares como Barcelona, Buenos Aires o Río de Janeiro se llegaron a

acuerdos puntuales con el clan Toreador para mantener los conflictos entre la Camarilla y el Sabbat al

mínimo y solucionar las disputas mediante la diplomacia en lugar de la guerra abierta. Varios Lasombra

extendieron su influencia a los carteles de Colombia y en Chile derrotaron a los Ventrue en su propio juego,

derrocando el gobierno de Salvador Allende y apoyando la dictadura del general Augusto Pinochet.

En Norteamérica Lucio Elio Sejano, un Matusalén del clan Lasombra, se convirtió en Príncipe de

Washington D.C. en 1968, haciéndose pasar por un Ventrue llamado Marcus Vitelius. Sejano se convirtió en

uno de los príncipes más poderosos e influyentes de la Camarilla, hasta que su ciudad fue conquistada por el

Sabbat en 1999. Poco tiempo después su identidad sería descubierta por Theo Bell, un arconte Brujah, y

Sejano fue destruido.

En España, el arzobispo Moncada de Madrid mantuvo la presencia de los Lasombra, y las reuniones

del clan todavía se celebran cada diez años en la fortaleza del arzobispo, y aunque el Sabbat perdió varios

enclaves, la secta mantuvo sus fortalezas más importantes y con el tiempo incluso consiguió recuperar su

terreno perdido. Moncada y sus chiquillos mantuvieron las relaciones de los Lasombra con la Iglesia y

fueron en gran parte responsables de la extensión de títulos y rituales eclesiásticos a la jerarquía del Sabbat.

En Sicilia algunos Sabbat perdieron sus lazos con la aristocracia y la Iglesia, pero ante el débil

control de las autoridades mortales extendieron su influencia a las actividades de las bandas de la mafia

siciliana y napolitana. Durante gran parte del siglo XIX y XX sus tentáculos llegarían hasta Estados Unidos,

y aún hoy en día son uno de los clanes más influyentes en la estructura de la Mafia.

En Milán, el arzobispo Giangaleazzo traicionó al Sabbat en 1997, prestando fidelidad a la Camarilla

y destruyendo a sus compañeros de secta. Giangaleazzo se ha convertido en el portavoz de los Lasombra

antitribu y se encuentra liderando un movimiento para adquirir los privilegios de clan dentro de la Camarilla

tras el abandono de los Gangrel.

Desde los Pueblos del Mar, los Lasombra tienen más influencia en el tráfico marítimo que el resto de

los clanes juntos. La mayoría de las compañías navales del Mediterráneo, Sudamérica y la Costa Este de

Norteamérica tienen uno o más vampiros del clan entre sus accionistas y propietarios. Mediante este control

los Lasombra se aseguran el suministro de vitae y transporte a nivel mundial, aunque su control no es ni de

lejos tan fuerte como en la época del Imperio Español. De hecho, en las principales empresas navales los

Lasombra compiten con otros poderes. El interés de los Lasombra por el tráfico marítimo se debe en gran

parte a su guerra contra los Lasombra antitribu, cuyas principales bases se encuentran en el Caribe, desde la

era de la piratería en el siglo XVII. En Jamaica, Barbados, la República Dominicana y otras islas caribeñas

existen numerosas ensenadas y escondrijos para los barcos y refugios de los antitribu. También se rumorea

que disponen de otra base secundaria en Israel.

La flota de los Lasombra antitribu consiste en al menos una docena de barcos, armados y equipados

con la última tecnología. Suelen ir en parejas y atacan a los intereses del Sabbat siempre que pueden. Uno de

los antitribu, el arconte Kleist, ha alcanzado gran fama en las filas de la Camarilla y a menudo ha servido de

intermediario entre la secta y sus compañeros independientes.

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LA CAÍDA DE MONCADA

Bajo el liderazgo del Arzobispo Moncada, a finales del siglo XX el Sabbat inició una serie de

incursiones por toda América, arrebatando numerosas ciudades a la Camarilla: entre ellas Miami, Atlanta,

Washington D.C., Baltimore, Savannah y Atlantic City. Muchos de los nuevos obispos y arzobispos

nombrados durante la conquista pertenecían al clan Lasombra. Debido a los logros y avances conseguidos

Moncada fue ascendido a la posición de Cardenal.

La conquista de la Costa Este de Norteamérica formaba parte de los planes de Moncada., que se

habían iniciado con la colonización del Nuevo Mundo, y que en parte habían sido entorpecidos por las

Guerras Civiles del Sabbat. Mediante cuidadosas manipulaciones tenía pensado controlar toda la Costa Este

y las posiciones de la secta en Estados Unidos y a través sus apoyos deponer a la Regente Melinda Galbraith

asumiendo el liderazgo único del Sabbat. A través de una serie de asesinatos selectivos y el enfrentamiento

contra la Camarilla tenía pensado librarse de sus competidores por el poder en Norteamérica, entre ellos los

arzobispos Borges (que fue asesinado) y Francisco Domingo de Polonia.

Desgraciadamente, el plan de Moncada fracasó debido a su única debilidad: el perverso afecto que

sentía por su chiquilla Lucía de Aragón, una destacada antitribu, que había servido como arconte para la

Camarilla y posteriormente como asesina independiente. El Cardenal Moncada atrajo a su chiquilla a su

refugio en las catacumbas de la Iglesia de San Nicolás de Madrid, pero al hacerlo también facilitó la entrada

a la amante de Lucía, la asesina Assamita Fátima al-Faqadi. Una serie de circunstancias imprevistas

volvieron las defensas de su refugio contra él y finalmente fue destruido, encontrando el castigo final que

siempre había esperado.

Con la muerte de Moncada las actividades del Sabbat en la Costa Este se detuvieron bruscamente, lo

que facilitó que la ciudad de Nueva York cayera ante la Camarilla. A pesar de esta pérdida el Sabbat

reconoció los esfuerzos del arzobispo Francisco Domingo de Polonia, del clan Lasombra, que fue nombrado

Cardenal de la Costa Este.

El refugio y tumba de Moncada se convirtió en un lugar de peregrinaje para los devotos Lasombra,

en especial los seguidores de la Senda de la Noche. Tras una serie de luchas sucesorias por el poder, sería

nombrado arzobispo de Madrid un antiguo Guardián llamado Cesáreo.

EL REGRESO DE LASOMBRA

Poco después de la muerte de Moncada, su chiquilla Lucía de Aragón fue juzgada por los Amigos de

la Noche por las responsabilidades en su asesinato. El juicio fue interrumpido por una serie de disturbios

producidos por criaturas de oscuridad. Lucía y varios antiguos del clan Lasombra, entre ellos Montano (que

se encontraba refugiado en Australia) y Zaratustra de Antioquía investigaron estos tumultos y descubrieron

numerosos misterios sobre la historia de Lasombra, entre ellos que su diabolismo a manos de su chiquillo

Graciano había sido una artimaña para desaparecer del mundo y que un grupo de hechiceros Lasombra había

viajado al Castillo de San Rafael en Sicilia con la intención de invocar al Antediluviano Lasombra, al que

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suponían oculto en las profundidades del Abismo. Sin embargo, su propósito fracasó, aunque antes de ser

destruidos consiguieron invocar a varios espíritus sombríos, entre ellos un oscuro reflejo del propio

Lasombra.

Tras su experiencia Lucía fue absuelta por los Amigos de la Noche y se unió a las filas del Sabbat,

tras asumir los preceptos de la Senda de la Noche. Aunque intentó reclamar el legado de su sire en Madrid,

las luchas sucesorias y la oposición de numerosos antiguos que todavía la consideraban la asesina de

Moncada, Lucía decidió asumir el título de Arzobispo de Aragón e instalar su presencia en el reino que

antaño había gobernado su padre, el rey Alfonso II.

EL INCIERTO FUTURO…

Numerosas señales sobre la llegada de la Gehenna se han cumplido en los últimos tiempos y

acontecimientos inciertos han recaído sobre los Lasombra y los vampiros del Sabbat. El reciente asesinato de

la Regente Melinda Galbraith y la deserción de la familia Grimaldi, que había manejado gran parte de los

asuntos mundanos del Sabbat, han situado a la secta al borde de una nueva Guerra Civil en tanto no sea

elegido un sucesor claro. Por añadidura, parece que el asesinato ha sido obra de los vampiros precolombinos

que han aguardado durante siglos y se han reorganizado para vengarse de las acciones del Sabbat. Varios

enclaves sudamericanos han sido perdidos a manos de atacantes desconocidos.

Y recientemente, en Sicilia, el volcán Etna emitió una extraña nube que nubló el sol durante horas

sin dejar una lluvia de cenizas, y muchos se preguntan si Lasombra ha regresado…

Sin embargo, a pesar de sus reveses los Lasombra son más poderosos de lo que han sido en siglos.

Los vampiros del clan consideran que es un buen momento para ser un Lasombra y que de hecho siempre lo

ha sido y que Dios se apiade de sus enemigos…