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Quién puede pagar para convertir la información en algo que le convenga? ¿Quién puede comprar fuentes para que digan lo que le conviene al que paga? ¿El público? No, este es un receptor pasivo que, en la mayoría de los casos, acoge y acepta como verdadero lo que los medios ponen a su alcance (sobre todo, si está alineado con lo que ese público cree) y no tienen idea de cómo es que se consigue o construye la información que consume. En el extremo, solo unos pocos podrán comprar la información importante y ni siquiera los poderes del Estado podrán competir en el mercado negro de testigos, fuentes o datos robados. ¿Cómo podrían? El ejemplo más cercano es el del ex reo Butrón Dos Santos, alias ‘Brasil’, quien primero denunció a Facundo Chinguel por el caso de los ‘narcoindultos’ que salpican a Alan García y hoy afirma haber recibido dinero y pasajes al Perú para hacerlo. ¿Cómo sabemos que los acusados no le están pagando para que se desdiga? Por él mismo sabemos que declara lo que sea que le pidan por dinero y por eso fue que acusó a Facundo Chinguel. O eso es lo que él dice ahora. ¿Su testimonio depende de quién le pagó más, de quién le pagó al final o de que quizá quien le pagó primero no quiso seguir pagando y ‘Brasil’ necesitaba la plata? Con tanto ruido, ¿cómo sabe uno qué es verdad y qué no lo es? Al final, es imposible saberlo, porque ese que tiene más recursos, influencia o palanca puede comprar pruebas, gente, testimonios y hacer que “su” realidad sea “la” realidad. Otra vez, esto era lo que hacían Montesinos y Fujimori: tenían comprados a policías, fiscales, jueces y medios de comunicación y, así, “la verdad” era irrelevante, porque la única versión “verdadera” de “la” realidad era aquella de quien pagaba para moldearla según su conveniencia.

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Quién puede pagar para convertir la información en algo que le convenga? ¿Quién

puede comprar fuentes para que digan lo que le conviene al que paga? ¿El

público? No, este es un receptor pasivo que, en la mayoría de los casos, acoge y

acepta como verdadero lo que los medios ponen a su alcance (sobre todo, si está

alineado con lo que ese público cree) y no tienen idea de cómo es que se consigue

o construye la información que consume. En el extremo, solo unos pocos podrán

comprar la información importante y ni siquiera los poderes del Estado podrán

competir en el mercado negro de testigos, fuentes o datos robados. ¿Cómo

podrían?

El ejemplo más cercano es el del ex reo Butrón Dos Santos, alias ‘Brasil’, quien

primero denunció a Facundo Chinguel por el caso de los ‘narcoindultos’ que

salpican a Alan García y hoy afirma haber recibido dinero y pasajes al Perú para

hacerlo. ¿Cómo sabemos que los acusados no le están pagando para que se

desdiga? Por él mismo sabemos que declara lo que sea que le pidan por dinero y

por eso fue que acusó a Facundo Chinguel. O eso es lo que él dice ahora. ¿Su

testimonio depende de quién le pagó más, de quién le pagó al final o de que quizá

quien le pagó primero no quiso seguir pagando y ‘Brasil’ necesitaba la plata?

Con tanto ruido, ¿cómo sabe uno qué es verdad y qué no lo es? Al final, es

imposible saberlo, porque ese que tiene más recursos, influencia o palanca puede

comprar pruebas, gente, testimonios y hacer que “su” realidad sea “la” realidad.

Otra vez, esto era lo que hacían Montesinos y Fujimori: tenían comprados a

policías, fiscales, jueces y medios de comunicación y, así, “la verdad” era

irrelevante, porque la única versión “verdadera” de “la” realidad era aquella de

quien pagaba para moldearla según su conveniencia.