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A yala A yala Cuadernos de ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 66 Abril-Junio 2016 REVISTA DE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍA Y HERÁLDICA Y CIENCIAS HISTÓRICAS

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A y a l aA y a l aC u a d e r n o s d e

ISSN 1576-2068 Dep. Legal M-10186-2000 Número 66 Abril-Junio 2016

REVISTA DE LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE GENEALOGÍA Y HERÁLDICAY CIENCIAS HISTÓRICAS

Cuadernos de Ayala 66 - ABR/2016 [2]

Este número 66 de los Cuadernos deAyala está dedicado en su mayor parte a laglosa de dos de las tres efemérides quehemos de conmemorar, una premial, otranobiliaria, y la tercera heráldica. La prime-ra es el bicentenario de la Orden del Mé-rito Naval; la segunda es el primer cente-nario de la muerte del eximio donFrancisco Fernández de Bethencourt, elpríncipe de la moderna Genealogía y Nobi-liaria españolas; la tercera y última, los vein-ticinco años de la reerección del cargo y oficiode Cronista de Castilla y León.

Comencemos por la segunda: la buena me-moria de don Francisco Fernández de Bet-hencourt (1851-1916), numerario de lasReales Academias de la Historia y de laLengua, a quien sin exageración se havenido calificando como el primero ymás ilustre de los genealogistas espa-ñoles de los siglos XIX y XX -tal y co-mo, doscientos años antes, lo fue enel suyo don Luis de Salazar y Castro-,representa lo mejor de los estudios ge-nealógicos y nobiliarios que se ha dadoen España. La obra de este canario univer-sal, extensa, documentada y precisa, fue la cimade nuestras ciencias auxiliares de la Historia -la Gene-alogía y la Heráldica-, a las que elevó alámbito de las Reales Academias y de laUniversidad. Obligado es, por ello, reme-morar su figura y su obra: y Cuadernosde Ayala ha querido hacerlo a través dela visión que de ellas tuvieron varios desus más ilustres contemporáneos, cuyassemblanzas del prócer aparecieron en1916 en las páginas de la Revista de His-toria y Genealogía Española. Nos suma-mos así a los homenajes impulsadosdesde numerosas entidades de sus islasAfortunadas, y de toda la Península.

Simultáneamente, el pasado 2 de fe-brero se han cumplido los primeros dos si-glos de existencia de la Orden del MéritoNaval, antigua Cruz de Distinción de laMarina o Cruz de Marina de Diadema Re-al, y parece obligado ofrecer al lector uncomentario documentado sobre esta ins-titución tan añeja y tan propia de la Arma-da: así lo hacemos en este número de losCuadernos de Ayala.

Últimamente, el 9 de mayo se cumplióel primer cuarto de siglo de la restauración en

1991, por la Junta de Castilla y León, del cargo yoficio de Cronista de Armas de Castilla y León, en-

cargado de aconsejar e informar a la propiaJunta de las pretensiones de adopción o

de modificación de los escudos y bande-ras de las entidades públicas de aque-lla administración -sobre todo, sus casitres mil municipios-; pero también deatribuir, reconocer y registrar las arme-rías de los ciudadanos particulares, eincluso de certificar, de manera oficial,

su genealogía y su nobleza. Así lo ex-presa el decreto de dicha fecha (Boletín

Oficial de Castilla y León del 16 de mayo de1991), y el subsiguiente título o albalá en que se

materializó el nombramiento y sus facultades.Nombrado a los pocos días para servir

dicho oficio el Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Floresta,por aquel entonces director de la RealAcademia Matritense de Heráldica y Ge-nealogía, que él mismo había fundado en1988, su notable y hasta excelente de-sempeño le ha mantenido en el puesto.

Glosaremos, pues, ese alto cargo(condición que tiene por haber sido nom-brado por decreto), que le constituye enla única autoridad heráldica de carácteroficial público en el Reino de España.

EDITORIAL

NUESTRA PORTADARetrato de don Francisco Fernández de Bethencourt (1851-1916), de la Real Academia de la Historia,

gran nobiliarista y verdadero renovador de la Genealogía hispana

de cuya muerte conmemoramos este año el primer centenario

DOS SIGLOS EN LA MARUN SIGLO ENTRE CANARIAS Y MADRID

Y UN CUARTO DE SIGLO EN CASTILLA Y LEÓN

SÍMBOLO, REPRESENTACIÓN YPODER EN EL MUNDO HISPÁNI-CO

Organizado por la UniversidadNacional de Educación a Distan-

cia (UNED) y el Instituto Españolde Estudios Nobiliarios, y coordinado

por los catedráticos Dr. D. Feliciano Ba-rrios Pintado y Dr. D. Javier Alvarado Planas, se hacelebrado este encuentro en los locales de la RealAsociación de Hidalgos de España, en los días 6 y 7de abril de 2016. Las comunicaciones presentadasallí, han sido las del Dr. D. Fernando García-Mercadaly García-Loygorri, Poder político y representaciónsimbólica: el título largo y el escudo grande de laMonarquía como expresión de la politerritorialidaddel Estado; Dr. D. Andrés Gambra, El ritual de la coro-nación de Alfonso VII en el concilio de León de 1135;Drª Dª Mercedes Galán Lorda, Representación de lospoderes del rey y del reino en Navarra: el alzamientoreal y los doce ricos hombres; Dr. D. Juan FranciscoBaltar, En el entierro del virrey: exequias y representa-ción del poder; Dr. D. David Hernández, Orfeo en elbarroco español: mito y símbolo; Dr. D. Juan CarlosDomínguez Nafría, El poder militar como símbolo, re-presentación y poder en la Monarquía del AntiguoRégimen; Dr. D. Francisco Marhuenda, La persistenciade un símbolo: la entrega de cartas credenciales al rey(de Alfonso XIII a Felipe VI); Dr. D. José María deFrancisco Olmos, Los símbolos nacionales durante elSexenio Revolucionario; Drª Dª Raquel López Melero,Iconografía monárquica en la España del siglo XVII;Dr. D. Eduardo Pardo de Guevara y Valdés, Símbolo,representación... y picaresca. El curioso recorrido deuna corona en las armerías gallegas; Drª Dª CarmenLosa Contreras, Ceremonial del Cabildo de la Ciudadde México; Dra. Dª Beatriz Badorrey, Las fiestas de to-ros en el Mundo Hispánico: espectáculo de poder; yDr. D. Fernando Suárez Bilbao, La seguridad y elorden público como expresión del poder: la Her-mandad General. Unos grandes nombres para unagran ocasión).

XVI JORNADAS DE GENEALOGÍA,HERÁLDICA Y NOBILIARIA DEGALICIA

Durante los días 6, 7 y 8 deabril de 2016 se ha celebrado en

la Escuela de Canteros de Ponte-vedra, en Poio, este ya tradicional

encuentro científico, organizado por laExcma. Diputación Provincial de Pontevedra, e impul-sado por la Asociación de Genealogía, Heráldica y No-biliaria de Galicia. Las ponencias que se han presenta-do en esta ocasión han sido, por su orden, las de D.Carlos Acuña Rubio, Escultura funeraria de la Nobleza

de Galicia: siglos XII al XX; Dr. D. Luis Valero de Ber-nabé y Martín de Eugenio, Marqués de Casa Real, As-cendencia gallega del Gran Capitán; D. Carlos de Vila-nova y D. Alfonso Philippot Abeledo, La clave deCristóbal Colón; y D. Luis Rey Fernández, Los tres es-tamentos y la razón de ser del Estado Noble en laEdad Media. Además, se leyeron allí varias comunica-ciones, y tuvo lugar una mesa redonda sobre las prue-bas que apoyan la teoría de que Cristóbal Colón fue-se, en realidad, gallego y no genovés.

HOMENAJES AL P. GONZALO MARTÍNEZ EN ELCABO DE AÑO DE SU MUERTE

Sendos homenajes académicos han sido ren-didos a la grata memoria del egregio medievalista cas-tellano P. Gonzalo Martínez, catedrático de Historia delDerecho y de las Instituciones Españolas, en el primeraniversario de su muerte, acaecida el 21 de abril de2015. El primero de ellos ha tenido lugar el viernes 22de abril en la Universidad Rey Juan Carlos, en la queel finado maestro acabó como catedrático su carreraacadémica. En el salón de grados de la Facultad deCiencias Jurídicas y Sociales se celebró un acto aca-démico, cuya presidencia ocuparon los profesores Dr.Bruno Aguilera Barchet, Dr. Carlos Merchán Fernán-dez, Dr. Manuel González Jiménez, Dr. Emiliano Gon-zález Díez, Dr. Félix González Llorente y Dr. IgnacioRuiz Rodríguez, y en el que todos los intervinientes hi-cieron cumplida memoria del fallecido profesor. Luegose presentó allí el volumen Recuerdos literarios en ho-nor a un gran historiador de Castilla: Gonzalo Martí-nez Díez (1924-2015), en que se integran veintidósestudios históricos, de los que damos cumplida cuentaen las siguientes páginas de estos Cuadernos de Aya-la. Siguió a este acto una emotiva comida de herman-dad, en la que los discípulos, compañeros y admirado-res del P. Gonzalo brindaron por su memoria y por suobra. Notemos que los participantes en la redacción ypublicación de ese volumen fueron también quieneshabían guardado con el homenajeado, a lo largo de ladilatada y fecunda vida y hasta su fallecimiento, unaestrecha relación afectiva. Que les llevó a rendir ese

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NOVEDADES, CURSOS Y ENCUENTROS CIENTÍFICOS Y CULTURALES

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tributo de reconocimiento científico y humano a la figu-ra del Maestro muerto, a través de la publicación deuna serie de trabajos de indudable y alta calidad. Enel volumen colectivo que hemos mencionado han par-ticipado los profesores e investigadores María RosaAyerbe Iribar, Juan Antonio Bueno Delgado, José Ma-nuel Calderón Ortega, Alfonso de Ceballos-Escalera yGila, Eduardo Cebreiros Álvarez, Miguel Ángel Cha-mocho Cantudo, Luis Miguel de la Cruz Herranz, JoséAntonio Escudero López, Emiliano González Diez,Manuel González Jiménez, Alexander Hernández Del-gado, Mauricio Herrero Jiménez, Félix Martínez Llo-rente, Francisco Trullén Galve, Pascual Martínez So-pena, Aniceto Masferrer, Carlos Merchán Fernández,Irene Ruiz Albi, José Manuel Ruiz Asencio, IgnacioRuiz Rodríguez, Antonio Sánchez Aranda, José Sán-chez-Arcilla Bernal y Manuel Zabalza Duque; de sucontenido hacemos glosa en la revista de libros de es-te mismo número de los Cuadernos de Ayala. Un mesmás tarde, el 27 de mayo, esta vez en el salón de gra-dos de la Facultad de Derecho de la que por espaciode casi dos décadas fue su Universidad -la Universi-dad de Valladolid- se desarrolló de nuevo un homena-je y acto de presentación del libro, con asistencia nu-trida de público, entre los que se encontraban algunosde sus más directos discípulos y colegas, que nutrie-ron con su asistencia un emotivo y brillante acto, pre-sidido por el Ilmo. Sr Decano, D. Juan María Bilbao ypresentado por los profesores Dres. D. Carlos Mer-chán Fernández y D. Ignacio Ruiz Rodríguez, coordi-nador de la publicación. Felicitamos a los coordinado-res de la edición, tanto por su buen fin como por elcontenido último de la misma, con el que se ha pre-tendido rendir merecido homenaje, en el aniversariode su fallecimiento a una de las más importantes ycualificadas personalidades del panorama investiga-dor del medievo hispano en el siglo XX. Adelantemosaquí que está prevista la próxima redacción y publica-ción de otra publicación en homenaje al Maestro,compuesta por varios tomos y coordinada por el profe-sor Dr. Gustavo Villapalos Salas, antiguo rector de laUniversidad Complutense.

PREMIOS NACIONALES 2015DE LA FEDERACIÓN ESPAÑO-LA DE GENEALOGÍA Y HE-RÁLDICA

En la convocatoria anualde 2015, la Federación Españolade Genealogía, Heráldica y Cien-cias Históricas ha discernido susPremios Nacionales a las siguientes personas e insti-tuciones: el Premio Nacional de Estudios Genealógi-cos, a D. Luis Soveral Varella, Barón de Arede Coelhoy director de la revista Cadernos Barão de Arede. ElPremio Nacional de Estudios Heráldicos al Dr. D. Hen-rik Klackenberg, por su labor como rey de armas deSuecia. El Premio Nacional de Estudios Nobiliarios aD. José Manuel Huidobro Moya, por su extensa obrade investigación sobre los hidalgos más preclaros. ElPremio Nacional de Arte y Diseño Heráldico a D. Giu-seppe Quattrociocchi, por su destreza y estilo en lacomposición armera en y con medios informáticos. ElPremio Nacional de Estudios sobre Fuentes y Refe-rencias Documentales a Dª Irene Ruiz Albi, por sugran recopilación de la documentación atinente al Du-cado de Luxemburgo en el Archivo General de Siman-cas. El Premio Nacional de Divulgación y Enseñanzade Estudios Históricos al blog Salón del Trono, dirigidopor D. Daniel García Riol. El Premio Nacional del Me-cenazgo de los Estudios Históricos a D. Javier Gar-cía-Bernal de la Cuesta, por su constante mecenazgodel Arte y de la Cultura españolas. El Premio Nacionalde Estudios Hispánicos al Dr. D. José Alberto Saíd yRamírez-Beteta, por sus investigaciones y sus publi-caciones sobre el virreinato de la Nueva España y lacapitanía general de Guatemala. El Premio Nacional auna vida dedicada a los estudios nobiliarios, genealó-gicos y heráldicos, a Romilly Squire de Romislaw. ElPremio Nacional a la mejor publicación sobre Genea-logía, Heráldica o Nobiliaria, a la obra Titoli nobiliaridel Regno di Napoli, de Davide Shamà. Y el PremioNacional a la defensa del Patrimonio Histórico y Cultu-ral a D. Antonio de Castro y García de Tejada, Halco-nero Mayor del Reino, por sus trabajos y desvelos enpro de la conservación del Patrimonio Cultural y delMedio Ambiente. Vaya nuestra enhorabuena a todoslos premiados.

EL PATRIMONIO CULTURAL DELSOLAR DE TEJADA, BIEN DEINTERÉS CULTURAL

La Comunidad Autónoma deLa Rioja, por decreto de 3 de ju-nio de 2016, ha declarado Bien

de Interés Cultural de carácter in-material “el patrimonio cultural del So-

lar de Tejada”. Una decisión política, cultural y nobílicaque requiere un análisis pormenorizado, que reserva-mos para números posteriores a este.

NOVEDADES, CURSOS Y ENCUENTROS CIENTÍFICOS Y CULTURALES

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Al cumplirse el primer centenariode la muerte de don Francisco Fernán-dez de Bethencourt (1851-1916), nu-merario de las Reales Academiasde la Historia y de la Lengua, aquien sin exageración se ha veni-do calificando como el primero ymás ilustre de los genealogistasespañoles de los siglos XIX yXX -tal y como, doscientosaños antes, lo fue en el suyodon Luis de Salazar y Castro-,hemos querido traer a nues-tras páginas las que hace unsiglo publicó la Revista de His-toria y Genealogía Española,insertando los textos de losacadémicos y eruditos don Joa-quín Argamasilla de la Cerda;don Juan Pérez de Guzmán y Ga-llo; el Conde de Doña Marina; mi tíodon Jerónimo López de Ayala Álvarezde Toledo y del Hierro, Conde de Cedi-llo; el Marqués de Rafal; y don SantiagoOtero Enríquez. Creemos cumplir así con elobligado deber de gratitud a la buena memoria dequien tanto debemos todos cuantos, después de él,nos hemos dedicado a los estudios sobre la Noblezaespañola, y sobre la Genealogía en general. Por latranscripción: el Dr. Vizconde de Ayala, C. de la RealAcademia de la Historia.

I

Don Francisco Fernández de Bethencourt haterminado su existencia corporal en este mundo, delque todos somos huéspedes fugaces, para comenzara vivir la verdadera, única y eterna vida. Razones haypara creer firmemente que, por la misericordia deDios, la fe que en Él puso y las virtudes que practicó,su patria actual será la de los escogidos junto a CristoNuestro Señor y Padre.

Nosotros, los que fuimos sus amigos y deudo-res de tanta gratitud, no podemos sobreponernos, sinembargo, a la debilidad de la Naturaleza, que clama yllora al sentirse herida por el desgarramiento de lamuerte que en incesante acarreo nos separa de los

seres queridos. Llenos, pues, de dolor es-cribimos estos renglones, con los que

en vano intentaríamos diseñar en laspáginas de nuestra Revista, tan

amada por él, y que en él recono-ce a su principal propulsor y ma-estro, la figura amable y merití-sima de tan docto historiógrafoe intachable caballero. Otrasplumas con mayor autoridad ymenores trabas de cariño quepuedan embarazar la acciónde una crítica reposada ha-brán de hacer justicia su tra-bajo perseverante de tantosaños, durante los cuales ex-ploró con raro acierto y minu-

ciosidad la biografía y la genea-logía española, frondosas ramas

de la Historia, siendo el verdaderorestaurador de una escuela que,

con fugaces y escasas excepciones,carecía de maestro desde la ya lejana

muerte del portentoso don Luis de Sala-zar y Castro.

Lo que no podemos dejar de ponderar aquí esla admirable correspondencia, la no como una armo-nía que resplandece o, no sólo en su obra literaria ycientífica, sino en su vida particular y relaciones so-ciales. Todo en él fue noble, levantado y español; lasmaterias objeto de sus estudios, sus ideas políticas yreligiosas Jazztel estilo peculiar de su pluma, tan pul-cra, castiza y señoril, pero no exenta de vehemenciasy galas, que envolvía en emocionante fuerza oratoriala serenidad clásica del periodo.

No era menos conforme a este carácter caba-lleroso y digno de su palabra el trato afable, compla-ciente y correctísimo que sostenía con cuantos a él seacercaba. Muchos fueron los que, pertenecientes alas altas clases de la sociedad, le buscaron en de-manda de luces, conocimientos y consejos en las ma-terias de su mayor competencia; pero con el mismointerés y amabilidad atendió siempre a las personasmás humildes y desvalidas, demostrando con ello lohidalgo de su espíritu.

DE HISTORIOGRAFÍA

VIDA Y OBRA DE DON FRANCISCO FERNÁNDEZ DE BÉTHENCOURT(1851-1916)

RECORDADAS EN EL MOMENTO DE SU MUERTEPOR VARIOS ACADÉMICOS Y ERUDITOS

IILa pérdida del ilustre escritor

académico Excmo. Sr. D. Francis-co Fernández de Bethencourtafecta dolorosamente a cuantosnos consagramos al ramo de laHistoria patria, que constituye laciencia del Blasón y encierra el ar-chivo de toda nuestra GenealogíaHistórica. Cuantos de esta espe-cialidad de la Historia escribimos,cuantos nos hemos formado en suestudio y cultivo, le considerába-mos como nuestro maestro; y enrealidad, merecía tal nombre elque, limpiando la Genealogía dela Heráldica de las sofisticacionesen que traían tan remota herencia,que parecía casi imposible deste-rrarlas, elevando la crítica a lasmás puras cimas de la verdad yde la realidad, proclamando por

base regeneradora de tan difíciles estudios la fe y latestificación exclusiva del documento, ha impresonuestro país un rumbo nuevo estos estudios y hechomás firmes los fundamentos en que se asienta. Poresto su pérdida se hace más sensible y abarca el do-lor que produce no sólo a los que con él estábamosen la intimidad de antiguas y amistosas relaciones, si-no cuantos se interesan por el útil progreso de lo queen la ciencia histórica la Genealogía y la Heráldica re-presentan.

Fue otra de sus cualida-des, confirmatoria de esta mismanobleza de su alma, la indepen-dencia y energía con que fustigólos defectos y desviaciones actua-les de las clases nobiliarias y lasanta libertad con que habló repe-tidas veces delante de los Prínci-pes, no el lenguaje cortesano yservil, sino el verídico y justiciero,lleno de patriotismo y de amor ha-cia las grandes instituciones denuestra Historia; que no era capazél, monárquico y aristócrata de co-razón, de formular las lisonjas yadulaciones que tantos demócra-tas prodigan.

Pocos llegaron con más méritos aocupar los puestos académicosque él ocupó. Ninguno fue mejoramigo de sus amigos. Nadie enmayor grado que el señor Fernán-dez de Bethencourt ajustó su vida a los principios queprofesa. ¿Cabe para un escritor y un caballero mayorhonra? El poder, los honores y las riquezas, con noser cosas despreciables, poco significan al lado de es-te juicio veraz que con nosotros han formulado yacuantos tuvieron la suerte de conocerle. Su ejemplono se borrará de nuestra memoria. Que Dios quierasepamos imitarlo.

Joaquín Argamasilla de la Cerda

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J o s é M i g u e lP e c o s

Antiguo Maestro Mayor

de

Cejalvo

noticias que el Anuario demandaba, abriole amplia-mente el campo para empresa de otra magnitud que,aunque hubiese estado halagada en su mente de mu-cho tiempo atrás, era difícil acometerla hasta tomarlabien el pulso en el yunque de sus investigaciones.

El material que los escritores heráldicos nosdejaron acumulado desde los siglos medios, más

que en las obras que tenemos impresas enel sin número de repletos archivos que

existen en la biblioteca de la CasaReal, en la Nacional, en la Acade-

mia de la Historia, en los archivosparticulares de los Grandes deEspaña y Títulos de Castilla, enlos de los reyes de armas, enlos de las Órdenes Militares yen los de todos los Cuerpose Instituciones de vario ca-rácter, donde toda clase deaspirantes, hasta el segundotercio del siglo antecedente,tenían necesidad de hacerpruebas documentadas denobleza; es tan inmenso, que

miedo debía infundir el inten-tar manejarlo sin haber verifi-

cado en ellos inteligentes tante-os, y sin haber trazado un

método eficaz para la investigacióny una suma bien coordinada de re-

glas para su crítica. inútil era apelar alas enseñanzas que nos dejaran los pocos

que, como Salazar de Castro, pudo los trabajosque desempeñó iniciar un sistema que tantos aplau-sos ha merecido y tanta autoridad ha dado sus obrasy a su nombre. El mismo Salazar y Castro no habíatenido que difundir su atención a la innumerable multi-tud de fondos, antes ocultos, que las desamortizacio-nes del siglo pasado en la Iglesia, en las Casas titula-das, en los institutos militares, en los institutosjurídicos, y en otras mil dependencias, han hecho saliral palenque de la exploración y del estudio. El de laciencia de la Genealogía y de la Heráldica se abrió aun nuevo mundo, y en el obscuro océano que para lle-gar a él estos hechos ofrecían, era en el que teníaque dirigir sus naves el que, como Fernández de Bét-hencourt, se propusiera plantar en su costa arenosa lacruz y la enseña de la regeneración.

Esta cruz y esta enseña Fernández deBéthencourt, en efecto, las enarboló audaz y gloriosa-mente en 1897 al dar a luz el primer volumen de suHistoria genealógica y heráldica de la Monarquía es-pañola. Su mera Introducción revela cuán sólidamentehabía dispuesto su mente para la alta labor a que selanzaba, y cuán acertadamente, haciendo la críticaprofunda de sus antecesores, desde Fernán Pérez deGuzmán, Señor de Batres, en sus Generaciones y

El Boletín de la Real Academia de la Historia,al dar cuenta, en su número del mes corriente de abril,del fallecimiento de su digno miembro y censor el se-ñor Fernández de Béthencourt, aunque limitándose areseñar lo que puede llamarse su mera biografía aca-démica, nos suministra datos interesantes de su labo-riosa vida. Nacido en Arrecife de Lanzarote (Canarias)el 27 de julio de 1851, en su propio país natalhizo sus primeros estudios y despertósus primeras inclinaciones hacia laciencia que había de ser la gloriosaocupación intelectual de toda suvida. Allí publicó sus primerosensayos, en que desplegó to-das sus facultades de investi-gador y toda su seguridad enla crítica, al dar a la estampasu Nobiliario blasón de Ca-narias, que puede decir secompletó después con suDiccionario histórico, biográ-fico, genealógico y heráldicode la misma provincia, encuyas obras, con el homena-je de amor tributado a la tie-rra que le dio vida, descolló yala superioridad que presentíaen el género de literatura a quese consagraba. Joven, muy jovenera cuando por estas obras daba sunombre a conocer en el mundo de lasletras y a recomendarse a la estimacióndistinguida con que las islas afortunadas ledeclararon siempre hijo de predilección; pero aún enedad tan juvenil, y sin otros títulos que aquellos dosmeritorios ensayos, ya recibió las primera recompen-sas que más podían halagarle, pues en Madrid, en lacapital de la Monarquía, resonando el mérito de aque-llas dos obras, ya fueron base para que en abril de1879 la Real Academia de la historia, a propuesta delos señores don Pedro Sabau, don Vicente de Lafuen-te y don Juan Facundo Riaño, le propusieran para Co-rrespondiente, siendo elegido, en efecto, el día 12 dedicho mes.

Este título de honor equivalía un verdadero lla-mamiento, al que Fernández de Bethencourt no tardóen responder con su presencia en Madrid. En el Nobi-liario y Blasón de Canarias se había ocupado desde1878 hasta 1887; pero desde su llegada a esta capitalen 1880 comenzó a publicar otro Anuario de la Noble-za de España, del que en diez años, hasta 1890, pu-blicó once tomos, y aunque con esta publicación pres-tó un gran servicio a las elevadas clases que en ladescripción de sus familias comprendía y a la intimi-dad de las relaciones sociales que este género de pu-blicaciones facilita, la dilatación que ya hubo de practi-car en sus estudios para purificar y condensar las

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Semblanzas, en el siglo XV, hasta los regeneradoresdel siglo XVI, Pedro Jerónimo de Aponte, fray Pruden-cio de Sandoval, Pedro Salazar de Mendoza, GonzaloArgote de Molina, Jerónimo de Zurita y Esteban deGaribay, dilatándose después en la memoria de Alon-so López de Haro, don José Pellicer de Osau y el yacitado don Luis de Salazar y Castro; entraba en un or-den más compacto de regularización en el conoci-miento y en la apreciación de las cosas, de modo que,haciendo pasar su crítica por un más estrecho tamizque todos los citados, la Historia pareciese más es-clarecida, la documentación más selecta, y la indivi-dualización de los personajes y la generación de lasdescendencias, más correctas y más ilustradas, a finde que ningún título de verda-dero honor pasase desaperci-bido o indenominado.

Como era natural, todoel primer volumen de la Histo-ria genealógica y heráldica loocupo nuestra Casa Real ensu origen y prerrogativas, entodos los grados de sus agru-paciones y bifurcaciones, y entodos los rangos de sus jerar-quías sucesivas, y ya esta par-te de la obra quedó bajo supluma, a pesar de su extraordi-naria complejidad en tan defini-tiva resolución, que en lo suce-sivo ningún problema que seplantee en cualquiera de susinfinitos términos, dejará de en-contrar en su texto la luz clara,meridiana, que lo aclare y loresuelva; es decir, el tomo I dela Historia genealógica y herál-dica, de Fernández de Bethen-court, se constituye en el archi-vo abierto pero definitivo, para toda consulta y paratoda sentencia en cuanto atañe a la materia de quetrata.

El mismo criterio puso en los ocho siguientes,únicos a que la vida y el sano vigor de su salud pudie-ron dar cima; porque, evidentemente, una obra de es-te género no da una vida entera fuerza bastante parasuperar la toda. Bien quisiéramos poder resumir elcontenido de cada uno de los ocho tomos publicados;pero se necesitaría de un espacio muchísimo mayorque el que pueden prestar los límites de una revista.

La Época, en su número del día 3 de abril, re-sumía así, en breves palabras, el acertado conceptode lo que la Historia genealógica y heráldica de Fer-nández de Bethencourt, representa y es en realidad:Es una obra verdaderamente monumental, de alta im-portancia histórica, indispensable para la consulta de

cuanto se dediquen a estudios de esta naturaleza. Anosotros nos parece más; nos parece, en lo que abar-ca, una obra definitiva, por la cual el nombre de Fer-nández de Béthencourt quedará a la posteridad, almenos, con el mismo realce y con la misma autoridaddel de Zurita y del de Salazar y Castro, a los que, sino supera, iguala.

Juan Pérez de Guzmán, de la Real Academia de laHistoria

IIICristianamente, como había vivido; dando tes-

timonio de su arraigada fe y de su completo abandonoa la voluntad divina; dejando en esta vida buenos

ejemplos de Honor de buenafama, se ha separado física ytemporalmente de nosotros elque fue y seguirá siendo nues-tro maestro los estudios de in-vestigación genealógica, elcumplido caballero don Francis-co Fernández de Bethencourt.

Dios nuestro señor, que no de-ja sin premio la más insignifi-cante de las acciones, y aún delos íntimos movimientos del al-ma, inspirados en su mayorgloria, habrá recompensadoaquella laboriosa vida ya que eltrabajo incesante por mantenerel fuego de la tradición entre laspersonas que más han menes-ter de ella. Béthencourt confesóa Cristo, y Cristo Nuestro Señorle habrá confesado él. Nunca lefaltarán las oraciones de losque le amábamos…

Tuve el gusto de conocerle apoco de venir de su querida Canarias, que justifica dehoy más su título de Afortunadas, pues fortuna, y nopequeña, es ser madre de hijos insignes. Traía reco-mendaciones para persona tan de mi familia como elMarqués de Heredia (q.D.h.), y pronto la comunidadde nuestras aficiones nos hizo contraer amistad queno ha roto la muerte. Fui de los primeros en llamar lapública atención sobre su labor meritísima, y en la Re-vista Contemporánea del ya lejano 30 de enero de1884, y en la Revista de Archivos de veinte años des-pués, consignados están mis modestos juicios. Com-paréle con nuestro incomparable don Luis Salazar yCastro y con el Padre Anselmo. No he de regatearlehoy tales elogios. Lo que importa es que los que noshonramos con el título de sus discípulos, los que reci-bieron de su bondad y de su ciencia consejos y estí-mulos, no dejemos de cultivar el fértil campo en el quetan rica y abundante cosecha recogió, mucha de ella

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aún en los trojes, mi bondadoso amigo el doctor aca-démico don Francisco Fernández de Bethencourt(q.s.g.h.).

El Conde de Doña-Marina

IVEn la primera junta de la Academia de la His-

toria, habida después del fallecimiento del señorFernández de Béthencourt, nos lo dijo elrespetable padre Fita, director de la Aca-demia, loando en breve y sentido dis-curso necrológico al ilustre muerto.Y las dos afirmaciones capitalesdel discurso venían a ser estas:

Con la muerte de Bet-hencourt, la Historia deEspaña y las Letrasespañolas están deluto.

Piadosamente pen-sando, Bethencourtya goza de Dios, yaya en la altura no de-jará de rogar por el de-senvolvimiento de losestudios históricos, parael tan queridos.

De acuerdo yo con ambasproposiciones, hago votos porque, enconformidad con lo que en la segundase contiene, de entre los que en la nuevaorientación dada por Bethencourt a nuestra His-toria genealógica se inspiraron, salga el continuadorde su gran obra, surja luego el tercer Salazar y Castroespañol

El Conde de Cedillo, de la Real Academia de la Histo-ria

VLos ideales del señor Fernández de Béthencourt

No han faltado nuestra Patria desde los prime-ros años del siglo XVIII, que vio extinguirse con elgran Salazar y Castro al maestro y restaurador de laciencia genealógica, varones doctos o de votos, máso menos afortunados de esa interesante rama de laHistoria que escudriña los orígenes y vicisitudes delas familias que al través del tiempo han dejado rastroen ella, merced a los hechos de sus más esclarecidoshijos. Ninguno, sin embargo, hasta nuestros días, hapodido creerse con méritos bastantes para ser de jus-ticia tenido como digno continuador de aquel insignemaestro como el señor Bethencourt y así lo ha procla-mado a una la crítica docta desde la aparición de losprimeros volúmenes de su monumental Historia gene-alógica y heráldica de la Casa Real y Grandes de Es-

paña, y así lo reconoció la Academia al abrirle suspuertas precisamente a título de benemérito restaura-dor de los estudios genealógicos en nuestra Patria.

Inapreciable ha sido, en efecto, el caudal queaportará su obra a la Historia con las múltiples y con-cienzudos investigaciones sobre las familias que en eltranscurso del tiempo han formado el patriciado espa-

ñol; pero con ser tan meritoria esa labor que hoyse ve por desgracia interrumpida, aún de-

bemos lamentar más con su pérdida losque comulgamos en los que fueron

sus más caros ideales, la del pala-dín esforzado y mantenedor pe-

renne de cuanto ha sido la tradi-ción gloriosa y savia fecunda denuestra incomparable secularHistoria.

Los tiempos son de lu-cha (decía en uno de sus dis-cursos leídos ante la Acade-mia), en que tienen el primerpuesto, no los que se divier-ten, sino los que piensan, losque saben, los que estudian,los que trabajan; no los frívolosni los inconscientes, sino loscultos y los fuertes, a los cuales

está cometida la defensa de lassociedades amenazadas; y en otra

ocasión análoga daba testimonio desu acendrado amor patrio al hacer obser-

var a su auditorio que el estudio profundo denuestra Historia ha avivado, engrandecido y purifi-

cado nuestro patriotismo y que mientras más se pene-tra en las profundidades de nuestro ayer… Mientrasmás se alcanza el conocimiento de la raza, de una ra-za que ha sabido tejer la urdimbre maravillosa denuestro extraordinario pasado, mientras más convivi-mos con las generaciones que fueron, más españolessomos.

De su amor a la institución monárquica si nofueron pruebas suficientes todos sus libros consagra-dos a hacer resplandecer las glorias de aquellas fami-lias deudoras por sus heroicos hechos que la Monar-quía al otorgar las títulos y honores les diera vidasecular, bastarían los varoniles apóstrofes que brota-ran de su pluma ya ante el triste espectáculo de unvecino Trono derruido, o ante el melancólico vagar deuna realeza desterrada, o cuando hacía resaltar comoun legítimo triunfo de su caro ideal los no amortigua-dos destellos de gloria y prestigio que, pese a la de-magogia, que a la sazón imperaba en Francia, aúnhacía en ella que la pública atención contemplará concomplaciente orgullo y veneración el desfile de losgrandes nombres de sus viejas razas al acudir estas aformar el señoril cortejo que había de acompañar a

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sus proscritos Soberanos en actos solemnes de su vi-da, cual lo hacía observar ante la esplendorosa cere-monia de la boda del Duque de Orleáns, augusto re-presentante de la Monarquía Cristianísima, verificadaen nuestros días con igual pompa, majestad y presti-gio don que hubiera podido celebrarse bajo los dora-dos artesonados de Versalles en pleno apogeo de laMonarquía.

Varón como el señor Béthencourt que a tan alto gradoamaba su Patria, a la Monarquía y a cuanto hizo gran-de nuestra histórica personalidad como nación, no po-día por menos de ser un fervoroso creyente que nocontento con practicar en el recinto privado de su vidalas enseñanzas y mandamientos que la divina ley deDios impone, y rendir fervoroso culto a las dos gran-des y españolísimas devociones de la vieja tierra his-pana: la Eucaristía (que me consta visitaba diariamen-te) y la Santísima Virgen, no dejaba pasar la solemnesocasiones que le ofreciera su car-go de académico de la Historia yde la Lengua para testimoniar sufe y arraigadas convicciones.

El Dios de los españoles,decía al contestar el discurso derecepción del señor Novo y Col-son, todavía no ha sido echado deesta tierra querida, como preten-den otras partes una demagogiaestúpida y salvaje, cuando se jac-ta de querer apagar las luces de loalto, y si lo echaran de la tierra nole echarían de los cielos, de nues-tro cielo azul incomparable, dondeparece estar más particularmentereinante.

Y cuando tuvo el señaladohonor de recibir el nombre de laAcademia de la Historia a nuestroactual y dignísimo Prelado, nom-brado académico de la misma, di-rigiéndose a él y entre los murmullos de simpáticaaprobación de la mayoría del selecto público que asis-tiera, pronunció con la viril entonación quedaba susdiscursos, esta hermosísima profesión de fe: en casitodos los miembros de esta Academia encontraréisreunidas con lazos misteriosos y sólidos, la ciencia delsabio y la fe del carbonero. Sólo yo no puedo ostentarmás que la última, la fe del campesino bretón que pro-clamaba ante el París moderno el gran Pasteur, la febendita que heredé de mis padres y en la que, graciasa Dios, he de morir.

Tales son los ejemplos de firmeza de convic-ciones que nos legal señor Fernández de Béthen-court, junto con el caudal de ciencia genealógica queen su benedictina labor de treinta años, aportara comofruto de sus pacientes investigaciones en los archivos

en busca siempre de nuevos y desconocidos datos fa-miliares; de esa rama de la Historia que, pese a la en-vidia y al despecho de la ignorancia, siempre ocuparael digno lugar que merece; pues su prestigio va unidoal de aquellos a que se refería el eximio pensador ygran Pontífice León XIII cuando decía que sean lasque fueren las vicisitudes de los tiempos un hombreilustre jamás dejará de tener una grande eficacia paraque el que sepa dignamente llevar; palabras, por cier-to, citadas con frecuencia por nuestro llorado amigo.

El Marqués de Rafal, Correspondiente de la Real Aca-demia de la historia

VISu vida y sus obras

El domingo, 2 de abril, falleció en esta cortenuestro querido amigo don Francisco Fernández deBéthencourt, después de sufrir con resignación cris-

tiana un año de terrible enferme-dad, sin que su fuerte naturalezapudiese vencerla. La primera y te-rrible manifestación de ella fue elfuerte ataque de hemiplejia quesufrió el domingo 21 de febrero delpasado año en la Real Academiade la Historia, al contestar al dis-curso de recepción del nuevo aca-démico el general don FranciscoMartín Arrúe, que también, paradesgracia de las armas y las letrasespañolas, falleció pocos mesesdespués. Tras un año de grandesalternativas y de crueles sufrimien-tos, un nuevo ataque que le dio aprincipios de marzo no lo ha podi-do resistir y le ha conducido al se-pulcro en pocos días.

Nació don Francisco Fernán-dez de Béthencourt en el puertode Arrecife de Lanzarote (Cana-

rias) el 27 de julio de 1800 51. Pertenecía por su cunaa una de las familias más ilustres de las islas Afortu-nadas, descendiente de aquel noble Maciot de Bét-hencourt, que se tituló Rey y Señor de las islas de Ca-narias, casado con la Princesa Teguisa de Lanzarote,hija del Rey Guardarfía, y él sobrino primo del célebreJuan de Béthencourt, Señor de Béthencourt y de SanVicente de Rouvray, Barón de Saint-Martin-le-Gaillard,chambelán del Rey de Francia Carlos VIII, conquista-dor, Señor y Rey feudatario de las islas Canarias, deque hizo homenaje al Rey Don Enrique III de Castilla.Dotado de un talento clarísimo, de una inteligencia pri-vilegiada y de una memoria portentosa, desde los pri-meros años de su niñez sobresalió entre sus condiscí-pulos, dedicándose por inclinación decidida eirresistible vocación a los estudios históricos, en los

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mo, cuyas obras no morirán jamás, y que son la histo-ria viviente de un pasado más risueño. La obra deBéthencourt toda se inspira en su glorioso predece-sor, y desde sus principios en la depuración más com-pleta de la verdad, despreciando todo lo que no seprueba documentalmente, todo lo que no se encuen-tra fundamentado en autores de reconocida seriedad;y así sus fuentes principales son Salazar y Castro, elnoble Argote de Molina, Garibay, Zurita, Ambrosio deMorales, Salazar de Mendoza; todos los grandes his-toriadores de nuestras glorias y de nuestro pasado du-rante los siglos XVI y XVII.

A poco trasladose a Madrid, yempezó a publicar el año 1880sus Anales de la Nobleza Espa-ñola, que fueron recibidos conentusiasmo, pues venían a llenaruna verdadera necesidad históri-ca, ya que aquí nuestra Nobleza,de historia tan brillante y antigua,cual ninguna otra de Europa, ycuyos hechos formaban la histo-ria de nuestra grandeza, no te-nía, desde los lejanos días quemurió Salazar y Castro, un histo-riador que, con completa impar-cialidad, libre de prejuicios yexento de adulación, narrase sushechos y escribiese sus haza-ñas, procurando hacer luz enaquel caos informe de mentiras,patrañas y hechos fabulosos, enmescolanza informe, con noti-cias ciertas y hechos comproba-dos, producto de genealogistasasalariados, sin cultura científica

alguna, aduladores y predicadores de todo género devanidades que habían conducido los estudios genea-lógicos a su más completo descrédito. Si se exceptúala obra de don Augusto de Burgos, Blasón de España,escrita muy a la ligera, con errores de bulto, es cierto,pero hecha con alteza de miras y con seriedad, no ha-bía producido todo el siglo XIX obra alguna genealógi-ca que verdaderamente mereciesen el nombre de tal.Cuando Francia contaba con genealogistas como LaChesnaye de Bois, continuador del Padre Anselmo;con Borel d’Auterive, que funda el Anuario de la No-bleza de Francia; Italia, con Crollalanza, que en suDiccionario de las familias italianas, eleva un monu-mento a la Nobleza de aquella nación; e Inglaterra,Alemania y hasta los Estados Unidos, de formacióncomo nación tan reciente, daban a los estudios gene-alógicos y heráldicos la importancia que tienen comofuente auxiliar y principalísima de la Historia; Españase conforma con su Nobiliario de Piferrer y con el Dic-cionario de Vilar y Pascual, cuya exactitud histórica to-dos conocemos, en los que, cualquier familia, que ni

que tan alto había de colocar su nombre. Comenzósus estudios para dedicarse a la Iglesia en el semina-rio de Las Palmas; más tarde en La Laguna, en esaciudad histórica, y llena, a través de los siglos, de losrecuerdos de la Tenerife legendaria y española. Vi-viendo allí constantemente en el recuerdo de los quefueron, estudiando en las aulas con profesores comoVargas, Fernández de Brito, Rodríguez de los Ríos,Febles y Álvarez Pinto; compañero inseparable de lasobras de Viera y de don Juan Nuño de la Peña, cro-nista de Castilla, que tuvieron verdadero influjo en losderroteros de su vida, principalmente el segundo, quefue quien lo inició en los estudioshistórico-genealógicos, pasó losaños de su niñez y los alboresde su juventud. En La Laguna hi-zo Béthencourt sus primeras ar-mas en los combates del espíri-tu. Muestras de su precozingenio fueron multitud de artícu-los y poesías esparcidos en pe-riódicos canarios. Sus poesíastenían un sabor patriótico, unanoble sencillez y una sinceridad,unida a la galanura en el decir ya la fluidez de su rica rima, quesi sus decididas irresistibles afi-ciones a los estudios históricosno le hubieran apartado de ellas,hubiera dado días de gloria alParnaso español.

Mas pronto sus estudiostoman otros derroteros y comien-zan esa obra inmensa que ocu-pa toda su vida y que había dedarle imperecedera gloria, lle-vando su nombre a la altura de los grandes genealo-gistas de los siglos XVI y XVII. No cumplidos todavíalos veinticinco años, publicó el primer tomo de su No-biliario y Blasón de Canarias, Diccionario histórico bio-gráfico genealógico y heráldico de la misma provincia,que en sus siete tomos comprende toda la historia desu Patria, y es un canto en loor de aquellos héroesque con la espada, con la pluma y en los Concejos delos Ayuntamientos, ponen toda su valía, todo su entu-siasmo por el engrandecimiento de su nobilísima tie-rra, que más tarde, en una solemnidad académica, lla-mó Béthencourt, publicando su amor y su recuerdo:aquella tierra mía encantada y lejana, mitad rosas, mi-tad jardines, a ratos desierto, a ratos Paraíso. La pu-blicación de su primera obra, que se terminó el año1879, le reveló a los ojos de los amantes de nuestroglorioso pasado y de nuestras tradiciones secularescomo el digno continuador de aquel coloso de la ge-nealogía del siglo XVII y XVIII, don Luis de Salazar yCastro, superior a los más grandes genealogistas deEuropa, D’Hozier, Imhof, Sousa Faria, el Padre Ansel-

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riosidad y erudición y el profundo amor que a los estu-dios históricos y genealógicos profesaba nuestro llora-do amigo, absorbió todo su tiempo y le hizo suspender

la publicación de los Anuarios,con harto sentimiento de sus nu-merosos lectores en España yen el extranjero, donde ya sunombre era conocido y estimadoen lo que merecía por sus valio-sos trabajos, que tanto habíanelevado los estudios genealógi-cos. La obra que Salazar y Cas-tro no se había atrevido a hacer,una historia general de la Noble-za española, asustado por el tra-bajo y el esfuerzo que suponía,a pesar de tener a su completadisposición, como cronista gene-ral del Reino y de las tres Órde-nes Militares, los archivos riquí-simos suyos y los de las grandesCasas de nuestra Nobleza, toda-vía no desperdigados muchosde ellos y dados al viento por laruina que la bárbara desvincula-ción había llevado a muchas deellas, lo que hace mucho más di-fícil la investigación, la empren-dió Béthencourt con toda la

energía de su carácter y la fe de sus convicciones,amparado de sus vastísimos conocimientos, y des-pués de concienzuda preparación durante muchosaños dedicados todos al estudio profundo de nuestraHistoria nobiliaria y a la más depurada investigacióndocumental. La Historia genealógica y heráldica de laMonarquía española, Casa Real y Grandes de Espa-ña, empezada a publicar el año 1897, es un verdaderomonumento histórico y literario levantado en loor denuestra Aristocracia de Sangre. En sus nueve grandestomos publicados se encierra completísima la historiagenealógica, heráldica y biográfica de las grandes Ca-sas de Acuña, Téllez Girón, Aragón, Cardona, Borja,Pacheco, La Cerda y Fernández de Córdoba, y admi-ra al portentoso trabajo de erudición, de conocimientode la Historia general, de investigación propia que re-presenta, y es verdaderamente portentoso que unhombre sólo haya podido realizar semejante esfuerzosin ayudarlo. Desgraciadamente, la muerte ha venidoa cortar la continuación de obra tan vasta, que ha dequedar incompleta, pues no hay en España, hoy día,quien tenga condiciones para terminarla. La muerte hasorprendido a Béthencourt cuando ya tenía terminadoy casi impreso el tomo X de su obra, que historiaba laCasa de la Cueva, y muy adelantado el que había denarrarnos los hechos de los Enríquez, Almirantes deCastilla, Condes de Melgar, Duques de Medina deRioseco.

siquiera sus antepasados estuvieran contenidos enlos padrones de hidalguía de sus lugares, figura em-parentada con la Nobleza más alta de España, ¡conascendientes que se remontan alos primeros años de la Recon-quista, siempre descendientesde compañeros de Pelayo, cuan-do no de algún Cónsul romano oun descendiente de Túbal!.

La aparición de los Anua-rios de Bethencourt, en los queen forma compendiada y claraiba historiando las primeras Ca-sas de nuestra Nobleza, en sustres clases: Grandeza de Espa-ña, Títulos del Reino y Noblezano Titulada, dando como cierto loque estaba positivamente com-probado por documentos feha-cientes o fundamentado en auto-res de toda seriedad y probidadhistórica, rechazando aquellasnoticias que no tuvieren unafuente verdad de origen, cerran-do totalmente sus columnas a lavanidad nobiliaria de los advene-dizos, produjo verdadero entu-siasmo entre los amantes y afi-cionados a este género deestudios, y cada año era recibido el Anuario con favormás creciente, viéndose desde el primero de ellos quesu autor era el digno continuador de Salazar y Castro,y que se separaba por completo de la turbamulta degenealogistas de oficio que durante tantos años habí-an enmarañado y desacreditado la Genealogía y laHeráldica española.

Once tomos comprende la primera serie delos Anales de la Nobleza, desde el año 1880 a 1890, yen ellos asombra la labor que representa de estudio,de trabajo y de erudición, fruto casi todo de investiga-ción propia en los archivos públicos y en los riquísi-mos de nuestras primeras Casas de la Grandeza, yconteniendo infinidad de datos preciosos y de noticiasinéditas que hacen sean de continua consulta para to-dos los que se dedican a este género de estudios. Suvalor histórico no desmerece en nada porque algunaspersonas, deseando toda costa figurar al lado de lasfamilias de rancio abolengo nobiliario y sin tener tim-bres algunos para ello, abusando de la inexperienciadel autor y de sus pocos años, lograsen sorprendersu buena fe y figurar en donde por ninguna causa lescorrespondía, pero este pequeñísimo defecto estácompensado largamente con el valor histórico inapre-ciable de toda la obra.

Otra labor de más empuje: labor colosal parala que era necesario las condiciones de talento, labo-

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La publicación del primer tomo de su magnaobra le abrió las puertas de la Real Academia de laHistoria como académico de número en la vacante dedon Vicente Barrantes, siendo propuesto el 18 de no-viembre de 1898 por don Antonio Rodríguez Villa, donJosé María Asensio y don Joaquín Maldonado Maca-naz; pero entonces no obtuvo la plaza, que fue conce-dida al Marqués de Monsalud. Dos años después,a la muerte del académico don CelestinoPujol y Camps y del electo para suceder-le, el Marqués de Hoyos, fue propues-to de nuevo, en 25 de mayo de1900, por don Antonio SánchezMoguel, el Marqués de Lauren-cín, don Antonio Rodríguez Villay don Juan Catalina García, ve-rificándose su elección el 1 dejunio, tomando posesión de susilla el 29 del mismo mes yaño, leyendo un hermoso yerudito discurso, La Genealo-gía y la Heráldica en la Histo-ria, que fue contestado ennombre de la Corporación porel Marqués de Laurencín.

Al mismo tiempo que laAcademia de la Historia de abriósus puertas como académico denúmero, los Centros y Corporacio-nes de provincias y extranjeros sehonraban poniendo su nombre al fren-te de ellos, y así era nombrado académi-co correspondiente de la Real Academia Se-villana de Buenas Letras, de la AcademiaGeneral de Ciencias, Bellas Letras y nobles artes deCórdoba, miembro honorario de la Academia Imperialy Real Adler de Viena, y de la Real Academia Heráldi-ca de Pisa, presidente de honor del Collegio Araldicode Roma y presidente de honor y delegado generaldel Consejo Heráldico de Francia.

Era Gentilhombre de Cámara con ejercicio deS.M. el Rey desde el 13 de enero de 1895, y estabaen posesión de las grandes cruces de la Concepciónde Villaviciosa de Portugal y de la Orden de San Olaw,de Noruega.

El año 1903 publicó un tomo de poesías, dis-cursos y artículos, titulado Para cuatro amigos, en elque recopiló varios trabajos de los primeros años desu juventud; su primer artículo periodístico en La Leal-tad, de Santa Cruz de Tenerife, y su primer discurso,pronunciado en la Sociedad Instructiva de La Laguna,cuando no contaba aun veinte años, y en los que pal-pita el más puro patriotismo y el más acendrado amora su Dios, a su Patria y a su Rey. Unidos a estos pri-meros trabajos literarios de Fernández de Béthen-court, figuran una porción de artículos desperdigados

aquí allá en periódicos y revistas, llenos de erudición yde cultura histórica, entre los que descuellan los quepublicó en La Época con motivo del casamiento delInfante Don Carlos con la malograda Princesa de As-turias Doña Mercedes, rompiendo curiosas lanzas endefensa de este matrimonio; los que escribió por elmatrimonio de Don Carlos de Borbón con Doña Berta

de Rohan, y otros muchos más, que hacen del li-bro una verdadera joya histórica y literaria, a

más de su extraordinaria amenidad.

El año de 1908, a rue-go de los muchísimos que deseaban

la continuación de sus Anuarios yque habían sentido verdadera-mente su desaparición, empezóla publicación de la segunda se-rie, de los que iban ya dados aluz cuatro tomos, que com-prendían desde el año 1908 a1914, dándoles forma distintalos primitivos, depurando concuidado exquisito todas lasnoticias que contienen, siendocomo una ampliación de suHistoria genealógica, dando lu-

gar en ellos a nuevas familiasque, perteneciendo la más linaju-

da Nobleza, no habían de tenercabida en aquellas o habían de te-

nerla muy tarde.

Su última obra fue el primer to-mo de sus obras completas, Príncipes y

Caballeros, publicada el año 1913, recopila-ción de 50 trabajos suyos, muchos inéditos, de asun-tos históricos, genealógicos o heráldicos.

Ocho discursos leyó en la Real Academia dela Historia, que están impresos en sus Colecciones; elsuyo de recepción, otro que hizo el 9 de mayo de1905 para conmemorar el tercer centenario del Quijo-te, y seis de contestación en las recepciones de losacadémicos señores Novo y Colson, Duque de T’Ser-claes, Marqués de Polavieja, Marqués de Villaurrutia,Obispo de Madrid-Alcalá y General Martín Arrúe, encuya recepción, verificada el día 21 de febrero del añopasado al leer su discurso de contestación, no pudoterminarlo por caer herido por un fuerte ataque de he-miplejia que un año después le ha conducido al se-pulcro.

El año 1903 publicó un folleto, La Corona y laNobleza de España, en forma de exposición a Su Ma-jestad, abogando por la necesidad de una legislaciónnobiliaria, acometida seriamente, que desterrase losabusos imperantes y defendiendo los intereses de to-da su vida.

Las obras de Béthencourt, además de su mé-rito intrínseco, encierran el no menor de ser verdade-

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ras obras literarias, escritas en un castellano limpio ycorrecto, que hace pierdan toda la aridez que supo-nen las extensas genealogías y que se lean con ver-dadero deleite. Sus escritos literarios le llevaron a laReal Academia Española de la Lengua, siendo elegi-do académico de número el 27 de noviembre de1913, habiendo tomado posesión de su silla el 10 demayo de 1914 leyendo su hermoso discurso Las Le-tras y los Grandes, canto en loor de la cultura y delamor a los estudios literarios de los representantes dela primera dignidad nobiliaria de la Nación; discursoque fue contestado por el señor Cotarelo.

El acendrado amor que tenía la Nobleza, nole impidió conocer los defectos que, como todo lo hu-mano, tiene, y fustigar con noble y digna sinceridadtodo lo que consideraba digno de censura. No fue unapologista de la Nobleza, sino un historiador, y dondeencontró motivos paracensurar, lo hizo sin dete-nerle mal entendidas con-sideraciones que han sido,en no pequeña parte, mu-cha causa de lo desacre-ditados que estaban losestudios genealógicos enEspaña, pues los que enlos últimos tiempos se de-dicaban a ello, no lo hací-an por el noble empeño dedepurar la verdad históricay de relatar los verdaderosorígenes de las Casas no-bles, sino más bien por idea de lucro, falseando laHistoria, acogiendo todo género de patrañas para ha-lagar la vanidad de los advenedizos.

Una de las cualidades más admirables en Bet-hencourt era su prodigiosa actividad y su fuerza devoluntad para el trabajo; todos los días invariablemen-te, trabajaba siete horas: desde las ocho de la maña-na a las doce, y de las cinco de la tarde a las ocho dela noche. En su tranquila casa del Paseo de la Caste-llana, donde ha acabado sus días, pasaba la mayorparte del día, al cuidado de un fiel servidor, rodeadode recuerdos íntimos y de sus amados libros, pose-yendo una selectísima biblioteca de obras históricas ygenealógicas, la primera que de estas últimas habíaseguramente en España, ocupado en sus múltiplestrabajos históricos, continuando sus obras, escribien-do informes para la Real Academia de la Historia, decuya docta Corporación ejerció durante varios años elcargo de Censor, contestando amablemente, de pala-bra o por escrito, a cuantas consultas le dirigían losmuchos aficionados que, merced a sus trabajos, exis-ten de los estudios genealógicos, cuyo florecimiento yresurgimiento en España a él se debe, o los informesque le pedían las muchas Corporaciones extranjerasa que pertenecía.

A pesar de ser un trabajador infatigable, toda-vía le restaba tiempo para frecuentar la sociedad máselevada, a lo que era muy aficionado, disputándoselas principales Casas en tenerle como contertulio osentarle a su mesa, pues unía a un agradabilísimo tra-to social, su erudición extraordinaria, una memoriaprodigiosa, que le hacía recordar con todo género dedetalles, hechos, personas, sucedidos, anécdotas quehacían su conversación amenísima y fuente siemprede enseñanza. Fue gran amigo de la Duquesa Ángelade Medinaceli, más tarde Duquesa de Denia, a cuyasreuniones jamás faltaba. Gran amigo también de laMarquesa de Squilache, fue uno de sus contertulioshabituales, así como de la Marquesa de Bolaños, quele profesaba gran afecto y cuya muerte, ocurrida po-cos días antes de su fallecimiento hubo que ocultarlepor temor a la impresión que pudiera producirle.

Estuvo afiliado al Parti-do Conservador, y si losprimeros años de su ju-ventud tuvo algún entu-siasmo por la política, susaficiones, su carácter es-taban en contraposicióncon las condiciones quese necesitan para hacercarrera en ella. Fue Dipu-tado provincial por SantaCruz de Tenerife, Diputadoa Cortes y Senador, tam-bién por sus amadas islas,pero estos cargos se de-

bieron más a requerimientos cariñosos de la amistadque ha verdadero deseo de ostentar la representaciónparlamentaria por su parte.

Su muerte, sentidísima por todos sus innume-rables amigos, ha sido una pérdida irreparable paralos que nos considerábamos como sus discípulos porla comunidad de aficiones, y por dedicar también par-te de nuestra actividad al cultivo de los estudios gene-alógicos de los que él era maestro indiscutible. A susexhortaciones, a sus deseos se debió principalmentela fundación de esta Revista; él nos animó con susconsejos y nos ayudó con sus trabajos, y continua-mente elogiaba nuestros modestos artículos, reco-mendándosela constantemente a sus relaciones yprocurando con todos sus esfuerzos que prosperase ytuviese vida. Mientras su salud fue perfecta, colaborócon asiduidad en ella, en su Revista como cariñosa-mente la llamaba, animándonos con su ejemplo a pro-seguir una obra que él consideraba utilísima para elcultivo de nuestra Historia nobiliaria.

¡Que Dios haya acogido en su seno a nuestroquerido y llorado amigo, cuyo recuerdo no se borrarájamás de los que nos consideramos sus discípulos

Santiago Otero Enríquez

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de castellano-leoneses tuvieron nunca una marcaterritorial definida.

A tenor de los artículos 15, 16y 17 de dicho Decreto 109/1991, elnuevo cargo quedó adscrito a laConsejería de Presidencia y Admi-nistración Territorial, y se conformócomo una función pública, de de-sempeño gratuito, al servicio tantode la Administración regional, comode los ciudadanos particulares. En eldiploma de nombramiento, suscritopor el Presidente de la Junta deCastilla y León, se especificaban lascompetencias inherentes al mismode las que no se daba cuenta por-menorizada en el mencionado De-creto publicado en el diario oficial, asaber: que desde hoy en adelanteos podáis seguir nombrando y titu-lando Cronista de Armas de Castilla

y León, ostentando todas las facultades y compe-tencias, honores y distinciones, de los antiguos Cro-nistas Reyes de Armas de Castilla y León, pudiendopor tanto firmar como tal los informes y dictámenesque esta Junta de Castilla y León os solicite en lasmaterias de vuestra competencia, expedir las certifi-caciones de genealogía, nobleza y escudos de ar-mas, ... las confirmaciones , atribuciones de nuevasarmerías y autorizaciones de uso que os fueran so-licitadas por los particulares, ... usar las insigniastradicionales de este oficio, y nombraros al suscribircon el título de “Castilla y León”.

Es justo destacar que, contra lo que hanafirmado en ocasiones pasadas algunas personasescasamente informadas o movidas por espureosintereses, el Cronista de Armas de Castilla y Leóndispone así de plenas facultades y competenciaslegales para certificar y registrar armerías, a la parque también para certificar genealogías, nobleza ypruebas nobiliarias. Y estas certificaciones gozandel carácter de documento oficial en el Reino deEspaña, al estar suscritas, en el ejercicio de la fun-ción pública, por un alto cargo de la AdministraciónPública del Estado español.

Al cumplirse el vigésimoquinto aniversariode la creación en 1991 del cargo de Cronista de Ar-mas de Castilla y León por parte de la Junta deCastilla y León, parece insoslayablehacer memoria de la que es, hoy porhoy, la única autoridad pública uni-personal que en materia heráldica -pero también genealógica, y hastanobiliaria- existe en España.

La creación del cargo, esbien sabido, se realizó mediante elDecreto 105/1991, de 9 de mayo, dela Consejería de Presidencia y Admi-nistración Territorial de la Comuni-dad Autónoma de Castilla y León,que regula el procedimiento y nor-mas heráldicas de aprobación, modi-ficación y rehabilitación de escudosy banderas municipales de esta Co-munidad Autónoma, la segunda másgrande de la Unión Europea (des-pués de Baviera). Esta norma fue publicada en elBoletín Oficial de Castilla y León de 16 de mayo si-guiente.

La finalidad principal de esta decisión políti-ca no era otra que la de dotarse de un órgano con-sultivo, en este caso unipersonal, con el fin de evi-tar en lo posible los desaciertos a la hora deaprobar la adopción de nuevas armerías y enseñas,o la modificación de las existentes. Pero la voluntadde la Junta de Castilla y León, entonces presididapor D. Jesús de Posada Moreno -más tarde minis-tro de Agricultura, Pesca y Alimentación, ministro deAdministraciones Públicas, y presidente del Con-greso de los Diputados-, iba más allá de lo mera-mente consultivo: como explica el artículo 16, sequiso también poner a disposición de los ciudada-nos un órgano que, mediante un registro públicogratuito, garantizase y legitimase el uso de armerí-as por parte de los particulares, fuesen personas fí-sicas o jurídicas.

Recordemos que en la tradición castellano-leonesa, el uso de emblemas heráldicos no consti-tuyó nunca prueba de nobleza, ni estuvo limitado alestamento nobiliario. Tampoco los reyes de armas

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DE RE HERALDICA

XXV ANIVERSARIO DE LA CREACIÓN DEL CARGO Y OFICIO DECRONISTA DE ARMAS DE CASTILLA Y LEÓN

Dr. D. Emiliano González Diez, Universidad de BurgosDr. D. Félix Martínez Llorente, Universidad de Valladolid

Dr. D. Francisco Trullén Galve, Universidad Católica de Ávila

viando notificación oficial de su nombramiento y fa-cultades a todas las Diputaciones Provinciales yAyunta- mientos de Castilla y León (más de dos

mil); al documento acompaña-ba un cuestionario sobre losemblemas heráldicos, ense-ñas, medallas y tratamientoshonoríficos corporativos dirigi-do a todos ellos con el fin deque, confeccionada por losmismos, proporcionasen a lanueva institución, con la mayordiligencia y exhaustividad, se-mejante valiosa información.La respuesta de los organis-mos interesados fue muy satis-factoria, y con aquellos antece-

dentes fue posible obtener una primera noticia,bastante fidedigna, del estado legal y fáctico de lossímbolos y emblemas públicos de Castilla y León.

Desde 1991, el Cronista de Armas ha redac-tado y emitido, en cumplimiento de lo dispuesto enel artículo 6º del Decreto 105/1991, hasta 1.207 in-formes relativos a la adopción o modificación de ar-merías y enseñas municipales. La media ha sido deunos 50 informes cada año, aunque en ocasionessu número ha sobrepasado ampliamente el cente-nar. Es de significar que no todos estos informeshan versado sobre materia heráldica o de emble-mática municipal en general: los ha habido atinen-tes a las propias armerías de la Junta de Castilla yLeón (30/1992, 12/1993 y 1/2001), de la Excma. Di-putación Provincial de Salamanca (19/1996), asícomo sobre la destrucción de piezas heráldicas otraslados ilegales de las mismas (por ejemplo, el6/1991). Ni que decir tiene que las anécdotas surgi-das o acontecidas a lo largo de la ejecución de suscorrespondientes expedientes han sido numerosasy, a veces, sorprendentes.

Simultáneamente, y en cumplimiento de lodispuesto en el artículo 16 del repetido Decreto105/1991, el Cronista de Armas dio comienzo a laexpedición y registro de Certificación de Armas (yen su caso de Genealogía y Nobleza) a petición deciudadanos particulares. Hay que señalar que sunúmero no ha sido nunca muy elevado, en compa-ración con el de los informes municipales: unos 660documentos en total, apenas una media de 26 alaño. Y, hasta que la Subsecretaría del Ministerio deJusticia suspendió en 1994 la firma de reconoci-miento del Cronista de Armas, todas las Certifica-ciones de Armas expedidas, fueron suscritas por elpropio Subsecretario del ramo, o por su delegación;después de esa fecha, esa tarea la ejerció el Minis-

Al respecto, es sabido que la Junta de Casti-lla y León acordó la creación del cargo porque lasfacultades y competencias públicas en materia deadministración local y territo-rial, patrimonio histórico, tradi-ciones y fomento de la Culturale habían sido reconocidas, envirtud del artículo 26 del Esta-tuto de Autonomía aprobadoen 1983, y transferidas por laAdministración Central me-diante los Reales Decretos2469/1982 y 3019/1983. Encuyos campos competencialessin duda se enmarca esteasunto, y no solo en marco delsistema premial dependientedel Ministerio de Justicia -que para nada realiza es-tas funciones, como tiene declarada la práctica ad-ministrativa así como el Consejo de Estado en suDictamen 2047/2004-. Siendo notorio, en todo caso,que posteriormente la Comunidad Autónoma deCastilla y León recibió del Ministerio de Justicia lasfunciones atinentes a la Administración de Justicia,mediante la Ley Orgánica 14/2007, de reforma desu Estatuto de Autonomía.

Creado el cargo de Cronista de Armas, en-seguida, mediante el Decreto 111/1999, de 15 demayo (Boletín Oficial de Castilla y León de 16 demayo), fue designado para ocupar el cargo el Dr. D.Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de laFloresta, entonces director de la Real AcademiaMatritense de Heráldica y Genealogía, autor de va-rias obras sobre temas históricos y genealógicos,emblemas heráldicos y banderas, abogado en ejer-cicio y vecino de Segovia. Tanto S.M. el Rey, comoel Ministerio de Justicia, como otras muchas institu-ciones y personalidades, tuvieron inmediato cono-cimiento de la novedad administrativa, y la acogie-ron y aprobaron.

Al realizarse el nombramiento mediante De-creto de la Presidencia, y publicarse en el BoletínOficial de Castilla y León, el nombrado adquirió lacondición de Alto Cargo -en la Comunidad Autóno-ma de Castilla y León, tan solo son nombrados porDecreto el propio presidente y los consejeros-. Y, eneste sentido, por resolución dictada en 1991 por laConsejería de Presidencia y Administración Territo-rial, se le reconoció el rango de Director General,tal y como consta además en las sucesivas edicio-nes de la Agenda Oficial de la Junta de Castilla yLeón, con el expreso tratamiento de Excmo. Señor.

El nuevo Cronista de Armas de Castilla y Le-ón dio comienzo a sus trabajos redactando y en-

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terio para las Administraciones Públicas. En mu-chas ocasiones, no con generalidad, un edicto deestas certificaciones de armas ha sido publicado enel Boletín Oficial de Castilla y León.

Entre estos documentos herál-dicos se cuentan los de atribución dearmerías, al ser ennoblecidos median-te título por S.M. el Rey, al maestro Jo-aquín Rodrigo, Marqués de los Jardi-nes de Aranjuez (1992); al general D.Sabino Fernández Campo, Conde deLatores y Jefe de la Casa de S.M.(1992); y al profesor y académico D.Emilio García Gómez, Conde de losAlixares (1995). Y por cierto que S.M.el Rey Don Juan Carlos I se dignó, na-da menos que en cinco ocasiones,suscribir y aprobar de propia manu re-gia, las armerías atribuidas por el Cro-nista de Armas de Castilla y León a losmencionados Latores y Alixares, al almirante Poole,jefe del Cuarto Militar de S.M. (1993), y a dos Jefesde Estado, nada menos: Su Alteza Eminentísima elPríncipe y Gran Maestre de la Orden de Malta(2008), y Su Excelencia ViktorYanukovych, Presi-dente de Ucrania (2011). El propio Monarca, en so-lemne ocasión palatina, presentó a Floresta al GranMaestre de Malta, como my king of arms.

Y también en este aspecto las anécdotashan sido frecuentes, aunque a veces menos simpá-ticas, porque, junto a honestos ciudadanos interesa-dos en registrar públicamente sus armerías, se hanacercado al Cronista de Armas algunos pícaros ydesaprensivos cuyas pretensiones dudosas han si-do en general rechazadas y sus promotores no hanconseguido sus propósitos (en algún caso ha sidoprecisa la posterior anulación del documento, e in-cluso la intervención policial y judicial, por tratarsede presuntos actos delictivos).

Es notable el hecho de que el Dr. D. Alfonsode Ceballos-Escalera y Gila, Marqués de la Flores-ta, designado Cronista de Armas de Castilla y Leónen 1991, se ha demostrado desde entonces unapersona muy idónea para el desempeño del cargo,toda vez que son muy escasos los académicos queen la España de hoy pueden exhibir tres doctoradosobtenidos en tres Universidades públicas distintas,la pertenencia a dos de las Reales Academias queintegran el Instituto de España -y a otras diez aso-ciadas al mismo-, y la publicación de 43 libros ymás de cuatrocientos artículos y monografías. LaCorona y el Gobierno de España le han distinguidoen catorce ocasiones con las insignias de las Órde-nes civiles y militares españolas, comenzando con

la muy exclusiva Real y Distinguida Orden Españo-la de Carlos III, y siguiendo por las encomiendas denúmero de las de Isabel la Católica, Mérito Civil y

Beneficencia; lo mismo han hechootros siete Gobiernos extranjeros. Amás, es una personalidad muy imbri-cada y muy activa en los ámbitos cul-turales y universitarios de Castilla yLeón, pero también ubicua en los co-rrespondientes círculos culturales yacadémicos de la capital de España,de buena parte de la Unión Europea eincluso de la América hispana. Toda suactividad ha redundado en el prestigiodel cargo, y sobre todo en el renombrede la Comunidad Autónoma de Castillay León.

En país como el nuestro, en que laenvidia es practicada asiduamente porla generalidad de la población, no pa-

rece ocioso recordar que los frecuentes, inmiseri-cordes e inicuos ataques personales que en todoeste tiempo ha padecido el Dr. Marqués de la Flo-resta, desde algunos sectores de poca estimaciónacadémica o por parte de conocidos personajesque fungen en el peculiar mundillo de los genealo-gistas y de los merodeadores de la Historia, no sonsino la mejor evidencia de su buen hacer y de susgrandes logros.

En resumen, a la vista del éxito obtenido du-rante veinticinco años, creemos que la iniciativa dela Junta de Castilla y León fue muy acertada, al do-tarse no solamente de un órgano consultivo en ma-teria de emblemas heráldicos y enseñas municipa-les, sino que al propio tiempo recuperaba unafigura, la del oficial de armas, bien arraigada en elpatrimonio histórico inmaterial de Castilla y León.Habiendo transcurrido ya un periodo más que razo-nable, los autores no tienen dudas de que la exten-sa labor desarrollada por el Doctor Ceballos-Esca-lera a lo largo de estos veinticinco años que ahorase conmemoran, avalan ese acierto político, admi-nistrativo, cultural, y también personal.

Y por parte de la Comunidad Heráldica na-cional e internacional, sólo plácemes merece aque-lla iniciativa, que ha permitido al Reino de Españaconservar la añeja figura del oficial de armas públi-co, y nada menos que encarnada en una personali-dad de tan alto rango cultural y académico, egregiosin duda alguna, y cuyos conocimientos y serviciosen el campo de la Heráldica no pueden compararsea los de ningún otro de nuestros compatriotas:

laus Deo!

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En la mañana del 14 de junio, la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, encabezada por Su Majestadel Rey, Gran Maestre, ha celebrado en la Real Basílica de San Lorenzo el Real de El Escorial, su Capítulo bia-nual, con asistencia de las primeras autoridades civiles y militares del Reino, y las sólitas representaciones de lasFuerzas Armadas, del Cuerpo Diplomático, de la Grandeza de España y Títulos del Reino, y de las siete RealesCorporaciones nobiliarias oficialmente reconocidas, y de una veintena de entidades caballerescas y paranobilia-rias. De tan magna ocasión traemos a nuestras páginas una breve selección de fotografías.

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DE RE PREMIAL

CAPÍTULO DE LA REAL Y MILITAR ORDEN

DE SAN HERMENEGILDO EN EL ESCORIAL

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El pasado 2 de febrero sehan cumplido los primeros dossiglos de existencia de la Ordendel Mérito Naval, antigua Cruz deDistinción de la Marina o Cruz deMarina de Diadema Real, y pare-ce obligado ofrecer al lector de laRevista General de Marina algu-nos comentarios sobre esta insti-tución tan añeja y tan propia dela Armada.

Al tiempo de iniciarse laguerra de la Independencia en1808, el sistema premial de laMonarquía hispánica estaba pre-ferentemente destinado a recom-pensar solo a las más altas jerar-quías sociales, fuesen civiles omilitares: así las Órdenes del Toi-són de Oro, de Carlos III, deSantiago, de Calatrava, de Alcán-tara y de Montesa. Mientras que las clases socialesmedias y bajas carecían de toda clase de premio orecompensa, salvo las militares, que contaban conla Medalla de la Real Efigie creada hacia 1630, ycon los premios de constancia. Fue durante la cam-paña contra los franceses cuando los premios mili-tares se hicieron más generales, y pasaron a serdependientes solo del mérito personal, y no ya de lacuna o del empleo.

También entonces nació y sedifundió la moda de las crucesde distinción, una por cada bata-lla o acción memorable, que lle-naron los pechos de los militaresespañoles de cruces y cintas,con desagrado de algunos ilus-tres soldados: la Real Armada noquiso seguir esa moda -aunqueen 1808 había creado la Medallade la Rendición de la Escuadrafrancesa en Cádiz-, y por eso es-tableció una sola cruz de distin-ción como premio general: laCruz de Distinción de la Marina,creada por el Rey Don FernandoVII el 2 de febrero de 1816, con-forme a las consultas que le ele-varon el secretario de Estado ydel despacho de Marina, don Jo-sé Vázquez Figueroa, y el Infan-te Don Antonio María Pascual,

almirante general de España e Indias.El modelo adoptado fue el de una cruz apro-

ximadamente maltesa, esmaltada de blanco paralos oficiales y toda en plata para la tropa, con unancla azul acolada, y en el centro un óvalo rojo conel busto del Rey en oro -y esto es notable, porquedenota el recuerdo de la antigua Medalla de la RealEfigie-; en el reverso, el lema Al valor de los Mari-nos. La cinta era de los colores del pabellón bicolor

DE RE PREMIAL

BICENTENARIO DE LA ORDEN DEL MÉRITO NAVALCRUZ DE DISTINCIÓN DE LA MARINA

(1816-2016)

por D. Luis y D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, de la Real Academia de la Mar

Don Fernando VII, que instituó en 1816la Cruz de Distinción de Marina

Durante medio siglo, la Cruz de Distinciónde la Marina, o Cruz de Diadema Real de Marina,alcanzó un gran prestigio corporativo, debido a las

estrictas exigencias de suconcesión: baste decir que,durante el reinado fernandi-no, con tantas campañasnavales, no llegaron a con-cederse ni doscientas cru-ces, incluyendo las muchasdadas a marinos mercantesy extranjeros, y a miembrosde los Reales Ejércitos. Yesta misma prudencia y me-sura en el otorgamiento delas concesiones parecenhaberse observado en todoel reinado de su hija DoñaIsabel II.

Desde pocos añosdespués de la fundaciónmenudearon los intentos

(1829, 1832, 1856) de convertir es-ta cruz de distinción naval en unaverdadera Orden Militar, y esos in-tentos se inspiraron siempre en laantigua y extinguida Orden Militarde Santa María de España, que enel siglo XIII había establecido elRey Don Alfonso X el Sabio. Talesintentos no se llevaron a cabo hastaque, a consecuencia de la reformade la Real y Militar Orden de SanFernando por el general O’Donnellen 1862, y la subsiguiente creaciónde la Orden del Mérito Militar en1864, la Armada tuvo necesidad deun premio que no se limitase a las

acciones de campaña y de valor, sino que fuesemás abierto a recompensar servicios más genera-les.

La Junta Consultiva de la Armada elevó en1866 una documentadísima propuesta al Gobierno,redactada por el sabio don Cesáreo Fernández Du-ro, manifestando el constante deseo de la Armadade contar con una Orden propia para premiar losservicios especiales, e instando a su creación apartir de la reforma y ampliación de la Diadema Re-al, de cuya insignia se conservarían el lema Al Valorde los Marinos, y la cinta con los colores de la anti-gua bandera de la Real Armada -que ya para en-tonces era, desde 1843, la Bandera Nacional-, am-pliándose a cuatro grados o categorías. LaDirección del Personal de la Armada informó favo-

dado a la Real Armada y a las plazas y fortalezascosteras en 1785, colocado en sentido vertical: rojo-amarillo-rojo, el central de ancho doble que los late-rales. También esto es no-table, porque confirma laabsoluta identificación de laReal Armada con esos co-lores, como ya se había he-cho en las precedentes me-dallas del Corso Marítimo(1777 y 1810), y de la Ren-dición de la Escuadra fran-cesa (1808). Por cierto, queeste premio pasó pronto adenominarse también Cruzde Distinción de la Diade-ma Real de Marina, debidoa una modificación del mo-delo de la insignia, a la quese añadió la Corona Realespañola.

Según el reglamento apro-bado por real orden de 6 de enerode 1817, los méritos y servicios im-prescindibles para obtener esta re-compensa eran los de rendir un bu-que de iguales fuerzas; sostener uncombate obstinado contra fuerzasmayores sin rendirse; mantener unbloqueo impidiendo constantemen-te las entradas y salidas de los bu-ques enemigos; privar de comuni-cación una plaza sitiada; remediaraverías con facultativa maestría encasos de extremo apuro; verificarnavegaciones muy difíciles y peli-grosas con feliz suceso; y otras se-mejantes, calificadas todas debida-mente. Además, este premio podía concedersetambién a los marinos civiles, y a los marinos ex-tranjeros.

La primera Cruz de distinción de la Marinaque se concedió, queremos decir la primera que he-mos podido documentar, se data el 9 de abril de1816, y se dio a don José Mariano Ortega, brigadierde la Real Armada; y la primera dada a oficiales demar y subalternos -los que después se llamaronclases de tropa, y hoy suboficiales-, se dio en octu-bre de 1816 a don Juan Nepomuceno Echave, con-destable, graduado de teniente de brulote. Las pri-meras cruces que se dieron a marinos mercantes ya marinos extranjeros, parecen ser las concedidasen septiembre de 1816 a los oficiales portuguesesdel navío de guerra São Sebastião.

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La Cruz de Distinción de la Marinay su diploma

ganizaba a partir de entonces como recompensaespecial de los servicios prestados por los Genera-les, Jefes, Oficiales, Guardias marinas y demás in-

tegrantes de los distintos cuer-pos de la Armada. La Ordencontaría con cuatro clases decruces: la de primera clase, paradistinguir en la Armada a losguardiamarinas, subtenientes,alféreces de navío y tenientes,tenientes de navío y capitanes;la de segunda clase, para te-nientes de navío de primera cla-se y comandantes, capitanes defragata y tenientes coroneles, ycapitanes de navío y coroneles;y la de tercera clase, para losbrigadieres, jefes de escuadra,tenientes generales y capitanesgenerales. La de cuarta clase,denominada gran cruz, se reser-vaba a los mismos empleos quetenían derecho a la cruz de ter-cera clase, pero en circunstan-cias más especiales. Además,para las clases inferiores a la deguardiamarina, se creó una cruzde plata. Los integrantes de losdemás Cuerpos de la Armada

optarían a dichas cruces segúnsu asimilación a los citados em-pleos. También los miembros delEjército, cuando hubiesen presta-do servicios a bordo de los bu-ques de la Armada, o en sus ins-talaciones o comisiones. Porúltimo, también tenían derecho aellas los marinos mercantes: loscapitanes y pilotos podían obte-ner la cruz de primera clase; y lasclases inferiores a la de tercer pi-loto, la cruz de plata.

Las insignias adoptadas entonces ensustitución de las de la Cruz de DiademaReal no eran del todo diferentes: unacruz latina de oro, esmaltada de blanco,y sobre ella un ancla; en el brazo supe-rior, un pequeño rectángulo de oro paragrabar en él la fecha de concesión; y tim-brada de una corona real de oro. La cintabicolor de aquella se mantuvo.

Las acciones y servicios que dabanderecho al ingreso en la Orden, seríanlas siguientes, para los miembros de laArmada:

rablemente la propuesta, pero cambiando el lemapor el de Al Mérito Naval, que por ser más amplio ygeneral serviría también para premiar servicios queno requiriesen de valor personal.Además, ese organismo propusoque esta Orden pudiera conce-derse también al personal de laMarina civil o mercante. Aproba-do el proyecto por S.M. la Reinael 26 de abril de 1865, la JuntaConsultiva redactó el reglamen-to, que elevó al ministroen 7 dejunio de 1865.

A los pocos meses, unhecho célebre en los anales dela Armada -las brillantes accio-nes de guerra de la Escuadra delPacífico contra las repúblicas deChile y Perú-, y la urgente nece-sidad de conceder diversas re-compensas a aquellos valientesmarinos, fue el detonante de ladefinitiva creación de la Ordendel Mérito Naval, llevada a efec-to por la Reina mediante su realdecreto de 3 de agosto de 1866,firmado en el Real Sitio de SanIldefonso y refrendado por el en-tonces ministro de Marina, te-niente general don Joaquín Gutié-rrez de Rubalcava. Apareciópublicado en la Gaceta de Madridel 7 de agosto siguiente, consta-ba de 13 artículos, y enseguida seimprimió en tirada aparte -congrabados de las nuevas insignias-, para circularlo a toda la Armada.

En su preámbulo, ese realdecreto inserta una interesanteexposición de motivos, mencio-nando expresamente que no setrataba de establecer entoncesuna nueva institución premial, sino tan solode dar nueva forma y ensanche de la con-decoración existente de la Cruz de Distin-ción de la Marina, pero bajo una nueva faz,y reiterando, al referirse a los servicios es-peciales de mar o facultativos, que la cruzdestinada a premiar semejantes hechos,como queda dicho, no es otra que la crea-da en 1816, con mayor prestigio...

En consecuencia, la Orden del Méri-to Naval, antes denominada Cruz de distin-ción de la Diadema Real de Marina, se or-

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La Reina Doña Isabel II, que en 1866 trans-formó la Cruz de Distinción de Marina en la

Orden del Mérito Navaly le señaló nuevas insignias (abajo, placa ycruz), manteniendo los colores de la cinta

original

Primero, las acciones de guerra que se especificanen el reglamento de la cruz de San Fernando, uotras que sin llegar al grado heroico y eminente-mente distinguido que se requierenpara merecer esta, lo sean sin em-bargo a juicio del Gobierno, previoinforme de la referida Junta.Segundo, las acciones marineras,en el mismo caso.Tercero, la redacción de obras ori-ginales de reconocida utilidad paracualquiera de los ramos de la Mari-na.Cuarto, la economía justificada degastos en provecho del Erario,comprendiendo a los comandantesque terminen el periodo de mandoefectivo del buque que se les hu-biere confiado sin que por efectode su celo haya necesitado obra oreparación de ningún género, ni lanecesite al ser relevado, por decla-ración de los estados de la revistade inspección; y los que, navegan-do por lo general a la vela, de-muestren haber evitado considera-ble consumo de combustible, no enuna navegación, sino en el mismo pe-riodo y obrando dentro de las instruc-ciones recibidas.Quinto, el distinguido desempeño dedestinos en tierra, especialmente en losArsenales, del Profesorado en el Cole-gio Naval y otras Academias o estable-cimientos científicos, de comisiones di-plomáticas y científicas, y de trabajosno previstos que reporten beneficio albuen nombre y fomento de la Armada yal servicio general del Estado.

Para los miembros de la Marinamercante, los méritos y servicios seña-lados para la concesión de la cruz eranlos siguientes:Primero, los prestados en buques de guerra o esta-blecimientos de la Marina.Segundo, el Capitán que con riesgo de su buqueauxilie a otro español en varada, naufragio, incendiou otro accidente peligroso de mar.Tercero, el que en circunstancias de mar y vientoque hagan difícil la operación, salve la vida de náu-fragos españoles con riesgo de la suya.Cuarto, el que en puerto español bloqueado por el

enemigo, logre introducir auxilio de víveres, pertre-chos o correspondencia, y el que en las mismas cir-cunstancias salga del puerto con esta última.

Quinto, las acciones marineras es-pecificadas en el reglamento de laOrden de San Fernando, que sinllegar al grado heroico y eminente-mente distinguido que se requierenpara merecer esa cruz, lo sean sinembargo a juicio del Gobierno, pre-vio informe de la referida Junta.Sexto, la redacción de obras origi-nales de reconocida utilidad paracualquiera de los ramos de la Mari-na.Séptimo, el descubrimiento y situa-ción de escollos en la mar, la recti-ficación de los inciertos o dudosos,las observaciones y noticias hidro-gráficas que reportan beneficio a lanavegación. Octavo, el celo por la seguridad yrapidez de la correspondencia pú-blica o de oficio, demostrado en elmando del buque correo por tresaños consecutivos sin accidente yhabiendo hecho cuando menos

seis viajes en menor plazo del señala-do en el itinerario oficial.Noveno, el rendimiento sin accidentede tres viajes [en] dos días más brevedel plazo señalado, verificados encualquier tiempo.Las primeras concesiones, ciento

treinta, tuvieron lugar enseguida,puesto que el 14 de aquel mismo mesde agosto de 1866 la Reina otorgabadiversas cruces a favor de los inte-grantes de la Escuadra del Pacífico,que se había cubierto de gloria en laexpedición a las islas de Chiloé y elcombate naval de Abtao (7 de febrerode 1866), en el bombardeo de Valpa-

raíso (31 de marzo de 1866), y en el durísimo bom-bardeo del Callao (2 de mayo de 1866). Hemos lo-grado identificar a todos y cada uno de losrecipiendarios, que fueron 3 capitanes de navío, 2capitanes de fragata, un comandante de Infanteríade Marina, 17 tenientes de navío, 8 alféreces de na-vío, dos tenientes de Infantería de Marina, 2 conta-dores, 4 médicos, 2 capellanes, 94 guardiamarinas,3 contramaestres y 3 condestables. La primera cruzde 2ª clase se dio al capitán de navío don Miguel

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Diploma de la Orden del Mérito Naval(1908). Abajo, el financiero don Ramónde Herrera, Conde de la Mortera, quefue el primer caballero civil que alcan-zó la gran cruz de la Orden, en 1872

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Lobo y Malagamba; la primera cruz de 1ª clase, alteniente de navío don Joaquín de la Torre Figueroa;y las primeras cruces de plata, al contramaestredon Antonio Sagristá Fer-nández y al condestabledon Andrés López Parra.Del Cuerpo de Infanteríade Marina, recibió enton-ces la primera cruz de laOrden el entonces co-mandante don PedroPastor Landero.

La más antiguacruz otorgada a un mari-no civil parece que fue lade caballero de primeraclase que dio la Reinacon fecha de 20 de juniode 1867 a don Pedro Sa-bater García, piloto se-gundo particular, de ladotación de la goleta deguerra Wad-Ras, y se le premiópor sus servicios durante eltemporal que sufrió dicho bu-que en su travesía desde el Ríode la Plata al Janeiro, en los dí-as 2, 3 y 4 de agosto de 1866.La primera cruz dada a un mari-no extranjero fue la cruz de pla-ta que, por los mismos hechos,se dio el 27 de septiembre delmismo año 1867 a mister JohnKau Koow (sic), primer maqui-nista de la citada goleta. Note-mos que, en ambos casos, setrataba de personas al serviciode la Armada.

Ya durante el Sexeniorevolucionario se concedió laprimera cruz de 3ª clase -queentonces era muy rara-: la quecorrespondió el 11 de enero de 1871 al capitán denavío de primera clase don Jacobo Oreiro y Villavi-cencio, comandante de Marina del puerto de La Ha-bana. También se dieron entonces las primeras cru-ces a marinos mercantes y a civiles no vinculadosdirectamente a la Armada: correspondieron a donSalvador Ybáñez, piloto de la matrícula de Villajoyo-sa (porque en la madrugada del 8 de octubre de1870 salvó con grave riesgo de su vida la de losnáufragos de la fragata inglesa Otodini, que se per-dió por un temporal en la rada de Montevideo); y amr. Auguste Decerf, capitán el puerto de Ismailía

(por haber dirigido personalmente el paso de la fra-gata Berenguela por el Canal de Suez). La primeracruz dada a un miembro del Ejército fue la concedi-

da el 18 de junio de 1869al comandante don Virgi-lio Cabanellas Tapia.

Las primeras grandescruces o cruces de 4ªclase se retrasaron algu-nos años desde la refor-ma de 1866, hasta el 27de abril de 1870, y curio-samente no se dieron agenerales de la Armada,sino a dos civiles de LaHabana, don Ramón deHerrera y Sanciprián,Conde de la Mortera, ydon Pedro de SotolongoAlcántara, financieros yarmadores, por haberconstruido a su costa un

buque semejante al cañoneroRápido, perdido en un naufra-gio, y ofrecerlo al comandantegeneral del Apostadero de LaHabana -ese buque fue el caño-nero Cuba Española-. Desdeentonces se han concedido 68grandes cruces con distintivorojo y al menos 2606 grandescruces con distintivo blanco, laúltima hace pocas semanas, enjunio de 2016. Tres de ellas lohan sido a título colectivo: alExcmo. Ayuntamiento de Palosde la Frontera (1959), a la Exc-ma. Diputación Provincial dePontevedra (1993), y al Excmo.Ayuntamiento de Pontevedra(1993). Hemos formado, y pu-blicaremos pronto, la relación

de todos los agraciados.Las cruces con distintivo rojo, es decir por

méritos y servicios en campaña, se crearon en1869. Las primeras se dieron respectivamente: lagran cruz, al almirante Vigodet (por razón de su car-go). La cruz de 3ª clase, al capitán de navío de pri-mera clase don Victoriano Sánchez Barcáiztegui(por permuta de una de las antiguas cruces blancasdadas por mérito de guerra). La cruz de 2ª clase, alcoronel de Estado Mayor don Luis de Cubas (porsus servicios durante un huracán en Batabanó, Cu-ba). Las cruces de 1ª clase a don Antonio Rovira

Tres generaciones de la Familia Real española en la Orden delMérito Naval: Don Juan, Don Juan Carlos, y Don Felipe

El Rey Don Felipe VI encabeza actualmentela Orden del Mérito Naval

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Revosillas, ayudante de Marina de Torrevieja, y adon Simón de Juan Puigservet, notario de Torrevie-ja (por sus servicios durante un temporal ocurridoen aquellas a-guas a finales deoctubre de 1869,que causó la pér-dida de once bu-ques); mientrasque el primer ma-rino de guerraque tuvo la cruzroja de 1ª clasefue el teniente denavío don Salva-dor Carviá López,futuro almirante yministro de Mari-na-. Las primerascruces de platacon distintivo rojocorrespondieronal contramaestredon Andrés Fer-nández Alonso, ya los cabos de cañón donJuan Carmona Sanabria ydon José Martínez Baeza.

Las cruces con dis-tintivo rojo se dieron duran-te todas las campañas queEspaña sostuvo desde en-tonces en Cuba, Filipinas yÁfrica; pero curiosamenteapenas se concedieron du-rante la guerra civil y laposguerra - entonces sí se dieron a marinos mer-cantes, pero apenas a miembros de la Armada, losque, por imposición reglamentaria, recibieron encambio abundantes cruces rojas del Mérito Militar-.En los días 10 de enero de 2010 y 26 de octubre de2011, el Boletín Oficial del Estado publicó respecti-vamente las concesiones de la Cruz del Mérito Na-val con distintivo rojo a favor de don Lorenzo VingutHarrington, teniente de Infantería de Marina, y dedon Rafael López de Anca García, capitán de Infan-tería de Marina. El entonces teniente Vingut Ha-rrington, ibicenco, se distinguió en un combate habi-do en Afganistán en septiembre de 2009; mientrasque el capitán López de Anca lo hizo a su vez du-rante el peligroso rescate de una ciudadana france-sa secuestrada por piratas somalíes, en aguas deYemen, en septiembre de 2011. Ambos son, porahora, los últimos condecorados con la Cruz delMérito Naval con distintivo rojo.

A partir de aquellos años del turbulento Se-xenio de 1868-1874, la Orden del Mérito Naval sedifundió enormemente y pasó por muy diversas vici-

situdes. Pero parano ser prolijos, di-remos solo de lasprincipales, que sefechan en 1869(creación de lascruces con distinti-vo rojo), 1870 (se-gundo reglamen-to), 1891 (tercerreglamento, quecreó las crucesp e n s i o n a d a s ) ,1921 (cu-arto re-glamento), 1925(quinto reglamen-to, con cruces bi-colores, derogadoen 1931), 1970(sexto reglamen-to), 1976 (séptimoreglamento), y

1995 (octavo reglamento,que suprimió los grados in-termedios y que introdujo losdistintivos rojo, azul, amarilloy blanco), 2003 (noveno re-glamento), 2007 (concesiónde cruces con distintivo rojo)y 2015 (normas de tramita-ción y uso de insignias).

Actualmente, la institu-ción premial se rige por ese

Reglamento general de recompensas militares pro-mulgado el 1º de agosto de 2003, que en esencia esmuy semejante al de 1995; después se han promul-gado algunas normas complementarias. Ha perdidoel dictado de Orden, y se denomina simplementeCruz del Mérito Naval -tal y como en sus orígenes,en 1816, se llamó solo Cruz de distinción de la Mari-na-.

Notemos que la Orden del Mérito Naval, cre-ada en 1816 y reformada en 1866, no ha sido dero-gada nunca, por ninguno de los sucesivos regíme-nes políticos que han regido en España desde aquelya tan lejano reinado de Don Fernando VII -aunque,eso sí, algunos de ellos han modificado las insigniaso las cintas-. Es una condecoración muy apreciada,no solamente en el seno de la Armada, no solo entodo el ámbito marítimo nacional e internacional, si-no por toda la sociedad española.

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Feliciano Barrios: LA GOBERNA-CIÓN DE LA MONARQUÍA DE ES-PAÑA. CONSEJOS, JUNTAS Y SE-CRETARIOS DE LA ADMINISTRA-CIÓN DE CORTE (1556-1700). Ma-drid, Boletín Oficial del Estado yCentro de Estudios Políticos y Cons-titucionales, 2015. ISBN 978-84-340-2266-9. 602 páginas con ilustra-cionesa todo color. El reputado aca-démico secretario de la Real Acade-mia de la Historia nos presenta elexcelente fruto de sus largos añosde investigación y análisis del com-plejo sistema de gobierno de la Mo-narquía Universal hispánica durantelos siglos de la Edad Moderna: unamonarquía plural, formalmente fede-ral, administrada mediante un con-junto de Consejos -la llamada polisi-nodia española-. Por sus páginasdesfilan las figuras del monarca, desus virreyes, de sus símbolos, em-blemas e insignias, y de sus Conse-jos. Sobre todo estos, los propiamen-te radicados en la Corte -los deEstado, Guerra, Inquisición, Cruza-da, Castilla, Aragón, Italia, Portugal,Flandes y Borgoña, Indias, Hacienday Órdenes- son examinados en to-dos sus aspectos estructurales y fun-cionales, muy por menor y con granacierto. Como también trata el autorcon la misma acuciosidad de los se-cretarios del Rey, y de la propia es-tructura de la Corte -su sede, su ám-bito, sus ministros y oficiales, suspretendientes y pleiteantes-. Se tratade un texto denso, y perfectamentedocumentado: la bibliografía y fuen-tes consultadas y aducidas son pordemás las más recomendables, y elaparato erudito es preciso, enorme.En definitiva, un estudio magistral,como corresponde a los grandes sa-beres de su egregio autor (MF).

Félix Martínez Llorente e IgnacioRuiz (coords.), RECUERDOS LITE-RARIOS EN HONOR A UN GRANHISTORIADOR DE CASTILLA:GONZALO MARTÍNEZ DÍEZ (1924-2015). Madrid, Universidad Rey JuanCarlos y Dykinson, 2015. Integraneste volumen una veintena de impor-tantes textos misceláneos, dedica-dos a la memoria del gran historiadorcastellano-leonés desaparecido hacejustamente un año. Son los de MªRosa Ayerbe Iríbar, La foralidad vas-ca en entredicho (siglo XIX); JuanAntonio Bueno Delgado, La herejíaen el Corpus Iuris Civilis; José Ma-nuel Calderón Ortega, ¿No cesaréisde citarnos leyes, viendo que ceñi-mos espada?; Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, More et spiritus nobi-lium traditio: familia, corte, libros;Eduardo Cebreiros Álvarez, El con-flicto foral durante el reinado de Fer-nando VI; Miguel Ángel ChamochoCantudo, Álvar Pérez de Castro: te-nente de Andújar, frontero de Andalu-cía; Luis Miguel de la Cruz Herranz,El libro de las tablas del Monasteriode San Pedro de Cardeña; José An-tonio Escudero, Política y Administra-ción en el reinado de Isabel II; Emi-liano González Díez, Reflexioneshistórico-jurídicas apresuradas sobrela documentación de San Pedro deCardeña; Manuel González Jiménez,San Fernando en Sevilla. La refun-dación de la ciudad; Alexander Her-nández Delgado, Aproximación a lahistoria de la Compañía de Jesús enCuba; Mauricio Herrero Jiménez, Lacopia del Libro de las Behetrías deTorcuato Torío de la Riva, un buentrabajo de aprendizaje en el arte deescribir; Félix Martínez Llorente yFrancisco Trullén Galve, Nuevos da-tos y documentos acerca de la pri-mera historia concejil de Cuéllar y suTierra (siglos X-XII); Pascual Martí-nez Sopena, Las villas del Rey en lapolítica del reino (León y Castilla ca.1126-1230); Aniceto Masferrer, Ino-cencio III y la persecución de la here-jía. Notas para una revisión histrio-gráfica; Carlos Merchán Fernández,Estudios y refleiones sobre el régi-men local de la Restauración: un en-sayo; Irene Ruiz Albi, Un documentoinédito de la Reina Urraca a SantaMaría de Lebanza (año 1125); José

Manuel Ruiz Asencio, Las donacio-nes del Cid (1098) y Jimena (1101) ala Catedral de Valencia. Una aporta-ción paleográfico-diplomática; Igna-cio Ruiz Rodríguez, Juan José deAustria en los Países Bajos españo-les; Antonio Sánchez Aranda, Laconcertación laboral en la España dela Transición (1975-1984); José Sán-chez-Arcilla Bernal, Un proyecto parala pacificación de la Nueva España(1821); y Manuel Zabalza Duque,Sepultus est. Oña y León. La tumbadel Rey Sancho III el Mayor. Un dig-no homenaje a un gran historiador(LCE).Davide Shamà: TITOLI NOBILIARIDEL REGNO DI NAPOLI. Foggia,Claudio Grenzi Editore, 2015. ISBN978-88-8431-604-2. 320 páginas.Davide Shamà (Sassari, Cerdeña,1972) es hoy en dia uno de los pri-meros y más solventes especialistasen la historia de la nobleza tituladade Nápoles, sobre la cual ha publica-do textos memorables y apreciados,y además mantiene desde hace mu-chos años el excelente repositorio denoticias Genealogie delle FamiglieNobili Italiane (http://www.sardim-pex.com). En esta obra ciertamenteimportante nos presenta un resumenhistórico y documental de todos y ca-da uno de los Títulos nobiliarios depríncipe, duque, marqués y conde,concedidos en aquel antiguo reinodesde 1458 a 1860 -en realidad, secomprende también el periodo delReino de Italia, y también los Títulosumbertinos de 1946-1983-. A estosse suman bastantes Títulos concedi-dos por otros soberanos coetáneos,pero reconocidos como napolitanos.Una segunda parte integra los títulosde barón concedidos o reconocidosentre 1806 y 1946. En total no son

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menos de tres mil las mercedes es-tudiiadas por Shamà. Las referenciasse ordenan por jerarquías nobiliarias,y cada una de estas por su orden al-fabético. Cada referencia incluye lasnoticias de la concesión, y de susposteriores reconocimientos y reno-vaciones. Sendos índices de lugaresy de nombres y apellidos citados enel texto, facilitan la búsqueda de noti-cias. Se trata, pues, de un excelente,documentado y muy recomendablelibro de consulta (MF).Manuel Mª Rodríguez de Maribona yDávila, EL PRIVILEGIO DEL SO-LAR DEL PÁRAMO, LA FOCELLAY LA VILLA DE SUB. Madrid, 2016.200 páginas, con numerosas ilustra-ciones a todo color. Fue el Rey DonBermudo III quien, el 16 de septiem-bre del año de 1033, otorgó un im-portante privilegio a su vasallo VelicoAurioles, llamado Manulfo, por susmuchos y leales servicios. Un privile-gio de amplia exención fiscal, deve-nido en privilegio de hidalguía, queamparaba a todos cuantos fuesendescendientes del concesionario,tanto por línea masculina como porlínea femenina Un privilegio que mástarde adquirió un carácter territorial,al hacerse extensivo a cuantos fue-sen a morar en el territorio desde en-tonces llamado del Privilegio, es de-cir en las villas del Páramo, LaFocella y Sub, en las montañas queseparan el Principado de Asturias delReino de León. Un privilego de hidal-guía mantenido por la prole larga deManulfo, obedecido constantementedesde los días de la concesión, yconfirmado en 1761 por el Rey DonCarlos III. El estudio de referenciacontiene todos los antecedentes do-cumentales y legales del Privilegio,que transcribe, y que son tratados

con la habitual destreza del autor.Por cierto que, en memoria de aquelprivilegio histórico, y bajo la protec-ción del Príncipe Heredero de Móna-co, en 9 de noviembre de 2011 se hafundado en Oviedo una asociacióncultural y nobiliaria, que agrupa ensu seno a los descendientes de loshidalgos privilegiados, para mantenerla centenaria tradición del Privilegio,y para acometer actividades cultura-les en torno a ella. Una feliz iniciati-va, a la que deseamos teng un gransuceso (MF).Manuel Pardo de Vera, FernandoGonzález de Canales, Mario Jarami-llo, Luis Valero de Bernabé et alii,ELENCO DE GRANDEZAS Y TÍTU-LOS NOBLIARIOS ESPAÑOLES2016. Madrid, Ediciones Hidalguía,2016. ISBN 978-84-944055-1-8.1010 páginas, con ilustraciones he-ráldicas en color. La 49ª edición deesta prestigiosa guía de la Noblezatitulada -en puridad la única guía, ha-bida cuenta de que el Ministerio deJusticia no publica la Guía Oficial deGrandezas de España y Títulos delReino desde 2005-, innova sus di-mensiones pero sigue las mismaspautas y disposición que las antece-dentes: Familia Real, Infantes de Es-paña y Títulos de la Casa Real, y suregulación legal por el decreto de1987; descentorium extenso del ReyDon Alfonso XII; cronología de todoslos Monarcas españoles, desde DonPedro I de Castilla -aquí echamos enfalta la mención de los reyes de Ara-gón y de Navarra-; relación alfabéti-ca de todas las Grandezas de Espa-ña y Títulos del Reino legalmenteotorgados; índice alfabético de pose-edores actuales; índice de dichasmercedes divididas por su rango no-biliario (Grandes, Títulos, Títulos ex-

tranjeros autorizados en España, ca-da categoría ordenada jerárqui- ca-mente); tarifa del impuesto que gravalas sucesiones y transmisiones; y le-gislación (reales decretos de 1980 y1988, ley de 2006). Por último, unabreve estadística de las Grandezas yTítulos ostentados legalmente hoy: 3Títulos de la Casa Real; 409 Grande-zas de España (entre Duques, Mar-queses, Condes, Vizcondes, Baro-nes y Señores); y 2.401 Títulos delReino, y 9 Dignidades; mientras quelos Títulos extranjeros cuyo uso estáautorizado en España son solamente17. En cada mención de la respecti-va Grandeza o del Título, la fecha desu creación, concesionario, nombre ycircunstancias del actual poseedorlegal (grados académicos, condeco-raciones, pertenencia institucionescaballerescas, consorte, hijos, fechasde nacimiento y matrimonio, etcéte-ra. En buena parte de estas reseñas,se incluye el dibujo de las armerías,a todo color. Pero esta edición de2016 presenta novedades muy im-portantes, y la principal de ellas es lainclusión en cada referencia, de lasucesión de la merced nobiliaria ati-nente, es decir la relación cronológi-ca de los anteriores poseedores,desde el mismo concesionario hastahoy. A juzgar por las referencias a lasdos mercedes que ostento -el Títulode Castilla de Vizconde de Ayala, yel Título de Aragón de Marqués de laFloresta-, esas menciones y referen-cias a los anteriores titulares son aveces defectuosas, pues es evidentelo dificultoso de lograr del propósitode los compiladores; pero al propiotiempo, es tan loable y deseable, quetodos, titulados y eruditos, debemosapoyarles y auxiliarles con todasnuestras fuerzas, amén (MF).

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STUDIA HISTORICA. HISTORIAMEDIEVAL, 33 (2015). Dedicado aCultura y poder en la Edad Mediapeninsular, contiene entre otros lostextos de Alejandro RODRÍGUEZ DELA PEÑA, Realeza sapiencial y me-cenazgo cultural en los reinos de Le-ón y Castilla (1000-1200); FranciscoBAUTISTA PÉREZ, Historiografía ypoder al final de la Edad Media: entorno al oficio de cronista; y EnriqueRODRÍGUEZ-PICAVEA MATILLA,Nobleza y sociedad en la Castilla ba-jomedieval. El linaje Padilla en los si-glos XIV-XV (MF).GRACCURRIS. REVISTA DE ESTU-DIOS ALFAREÑOS, 26 (2015). Enesta entrega anual hallamos el artí-culo de Charo CORDÓN CASTILLO,La heráldica en las iglesias de Alfaroque pone el colofón a los dos ante-riores dedicados a los emblemas he-ráldicos en las calles y en el cemen-terio de la ciudad (MF).· ANALES DE LA REAL ACADEMIAMATRITENSE DE HERÁLDICA YGENEALOGÍA, XVIII (2015). De sucontenido nos parecen relevantes lostextos de Valentín de CÉSPEDESARÉCHAGA, El asesinato del gene-ral Prim: revisión de algunos aspec-tos de lo publicado; Miguel Wences-lao QUINTERO GUZMÁN, Los Hur-tado de Toledo en la antigua gober-nación de Popayán; José Antonio VI-VAR DEL RIEGO, El Rey de ArmasLuis Rubio y Ganga y sus Ejecuto-rias; y José Manuel FERRER RO-DRÍGUEZ, El tratamiento de don/do-ña durante el Antiguo Régimen (MF).ATAVIS ET ARMIS, 39 (mayo 2016).En este denso número hallamos losartículos del Marqués de la Floresta,Un lazarista señero y señorial: donConrado García de la Pedrosa yCampoy; Daniel GARCÍA RIOL, Los

sellos de plomo en las bulas laza-riostas medievales; José María deMONTELLS, Nobles verdaderos, fal-sos grandes maestres; FranciscoCAVIEDES BUTLER, Las corpora-ciones ecuestres y el Príncipe deGeorgia; Rafael PORTELL PASA-MONTE, Lazarismo y familia: losMontells; y Luis VALERO ARANDA,Los grandes hospitales de San Láza-ro en Andalucía (y pequeña referen-cia gráfica a España e Indias) (LCE). IL MONDO DEL CAVALIERE, 61(enero-marzo 2016). Tras un editorialdedicado a los sistemas sin dignidadcaballeresca, resucitados o creadospor descendientes de Casas quefueron reinantes, nos llaman la aten-ción los artículos de Andrew MartinGARVEY y Patrizio Romano GIAN-GRECO, Royal Family Orders: la piùesclusiva e affascinante onorificenza;Francesco ATANASIO, L’Ordine Teu-tonico nell’Oriente latino; FrancescoMAIORE, San Maurizio: Miles Christiet Sanctus Patronus; y Sebastiano A.PONZIO, Brevi note sulla nascita edevoluzione dell’Ordine della Coronad’Italia (MF).ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIE-VALES, 45 (julio-diciembre de 2015).Nos presenta, entre otros, los estu-dios de Fernando ARIAS GUILLÉN,Enterramientos regios en Castilla yLeón (c. 842-1504). La dispersión delos espacios funerarios y el fracasode la memoria dinástica; GerardoBOTO VARELA, Panteones regiosleoneses (924-1109). Concatenacio-nes dinásticas y discontinuidades to-pográficas; Rosanna CANTAVELLA,Isabel de Villena i família: una recon-sideració biogràfica; Isabel de BA-RROS DIAZ, La blasfemia del reySabio: vicisitudes de una leyenda(nuevas hipótesis respecto a la data-ción y la posición relativa del textoportugués); Michael EHRLICH, Thelost castle of Count Rodrigo Gonza-lez; y Corina LUCHÍA, La construc-ción del privilegio: procesos de nego-ciación de las élites en los concejosde realengo castellanos en el sigloXV (MF).HIDALGOS, 545 (invierno 2016). Delcontenido de la revista de la parano-biliaria Asociación de Hidalgos, des-tacamos las colaboraciones de JoséManuel HUIDOBRO MOYA, San

Francisco Javier; Vicenta MaríaMÁRQUEZ DE LA PLATA FERRÁN-DIZ, Marquesa de CASA REAL, Do-ña Margarita Kickey y Pellizzoni(1740?-1793), escritora y feminista;Josquín RUIZ DE VILLA LÓPEZ, Vi-cente Antonio García de la Huerta;Francisco José FRANCOS SEVILLA,Los Condes de San Juan y el pazode Antequeira; y Luis VALERO DEBERNABÉ, Heráldica y Nobiliariahúngara (MF). NOBILTÀ, 131 (marzo-abril 2016).Continúa la serie de Alberto LEMBO,Documenti per la storia della Guar-dia Nobile Pontificia, y además inser-ta un interesante artículo de MarioPALAZZI, “Europa in piedi!”: musicaper il Trono e per l’Altare, tra Rivolu-zione e Restaurazione (MF).ESPACIO, TIEMPO Y FORMA, Se-rie III, Historia medieval, 29 (2016).De su denso contenido nos llaman laatención los artículos de CarlosBARQUERO GOÑI, La renta señorialde la Orden de San Juan en Castilladurante los siglos XII y XIII; PabloMARTÍN PRIETO, Idea e imagen delrey en la diplomática medieval hispa-na: el valor de los preámbulos; Maríadel Pilar RÁBADE OBRADÓ, Justas,fiestas y protagonismos: alegrías yplaceres en El Victorial de GutierreDíaz de Games; y Casto Manuel SO-LERA CAMPOS, La castidad conyu-gal en la Orden de Santiago durantela Edad Media (siglos XII-XVI) (MF).STUDIA HISTORICA. Historia Mo-derna, 38 (2016). De este número, elartículo de Imanol MERINO MALI-LLOS, «Verdadero descendiente demis antiguos señores». El Señoríode Vizcaya y los miembros de la fa-milia Haro en el siglo XVII: la bús-queda de un patronazgo en la corte(MF).

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201º ANIVERSARIO DELA REAL Y AMERICANAORDEN DE ISABEL LACATÓLICA

Para conmemorar dig-namente esta feliz efemé-rides, la Asociación Na-cional de Condecoradosorganizó la sólita misaanual en la Real Basílicade San Francisco elGrande, bajo la presiden-cia del Dr. D. Alfonso deCeballos-Escalera y Gila,Vizconde de Ayala y co-

mendador de número de la Orden. Tras la celebración dela litugia por el P. España, prior del convento franciscano,los numerosos caballeros y damas asistentes se trasla-daron a los salones de la Real Gran Peña, en los que sesirvió un almuerzo de hermandad.

OFRENDA FLORAL EN HONOR DE LA VIRGEN DECOVADONGA

El Cuerpo de la Nobleza del Principado de Astu-rias ha celebrado la Santa Misa y Ofrenda Floral, el pa-sado día 19 de mayo, en honor de la Virgen de Covadon-ga, Patrona del Principado de Asturias y de estaCorporación. El acto, que tuvo lugar en el Monasterio deSan Jerónimo el Real, estuvo presidido por el ConsejeroMagistral del Cuerpo de la Nobleza, el Excmo. Sr. D.Francisco de Borbón, Duque de Sevilla, y contó con lapresencia, entre otras autoridades, del Excmo. Sr. D. Jo-sé Conde de Arjona, General Jefe de la Brigada Acoraza-da Guadarrama XII, que acudió en representación delRegimiento de Infantería Mecanizada Asturias Nº 31, en-globado en su Brigada. Previamente a la celebración dela Santa Misa, se realizó la entrega de la Medalla Con-memorativa del 350 Aniversario de la Fundación del Re-gimiento de Infantería Asturias N.º 31 a varias autorida-des militares que sirvieron, a lo largo de su carrera, en elmencionado Regimiento. Entre ellas cabe destacar lapresencia de los siguientes: Teniente General D. MiguelAlcañiz y Comas, General de Division D. Carlos Palacios

y Zaforteza, General de Division D. Fernando Lopez delPozo, General de División D. Maximino Robles y Diez,General de División D. Javier Abajo y Merino, General deBrigada D. Jose Conde de Arjona, Coronel D. RafaelRoel y Fernandez, Coronel D. Carlos Díez De Diego, yTeniente Coronel D. Antonio Manzano y Lahoz. Tambiénse hizo entrega de la Medalla al Profesor Dr. Juan J. Lu-na, Jefe de Conservación del Museo Nacional del Prado,y al pintor D. Augusto Ferrer-Dalmau. La Ceremonia Reli-giosa fue oficiada por el M. Ilmo. Rvdo. Sr. D. RobertoLópez Campillo, Capellán del citado Cuerpo de la Noble-za, y la ofrenda floral a la Virgen fue realizada por la Du-quesa de Franco, acompañada del Duque de Sevilla y elGeneral Conde de Arjona. Tras la ceremonia religiosa, losactos continuaron en la Real Gran Peña, donde el Con-sejero Magistral de la Corporación, el Duque de Sevilla,hizo entrega de la Medalla Conmemorativa de la Cruz deDistinción del Ejército de Asturias al Excmo. Sr. D. Juan-Miguel Villar Mir, Marqués de Villar Mir. Posteriormente elConsejero de Relaciones Institucionales, D. Alfredo Leo-nard, pronunció un discurso en el que glosó las diversasactividades llevadas a cabo por el Cuerpo de la Noblezaen este año, y agradeció la presencia de las autoridadesmilitares e invitados presentes en el acto, terminando conun brindis en honor de S.M. el Rey de España. Al actoacudieron, entre otras personalidades el Vicecanciller dela Corporación, D. Manuel Rodríguez de Maribona, Coro-nel D. Francisco Javier Fernández y Andrés, D. ArturoLlerandi, D. Felipe de Grado, el Marqués de Monasterio,el Vizconde de Ayala, D. Carlos Franco, D. Antonio Sán-chez de León, D. Manuel Bárcena, D. Ignacio Alvar-gonzález, Dña. Inés Fernández de Luanco, D. FranciscoFrancos, D. José María García-Gavito, D. Antonio Pérezde la Mata, el Coronel D. Rafael Roel y Fernández, D.Daniel San Martín, la Sra. Vda. de San Martín, la Duque-sa Vda. de Montealegre, D. Jesús Dolado, D. EduardoRobles, la Sra. Masoumeh Abdi, la Sra. Nasrin Zhiyan, elSr. Sasan, D. Claudio Chaqués, Dª Bettina von Vöhringer,el Conde de Carrión de Calatrava, acompañado de sumadre, la Condesa de Carrión de Calatrava, Dña. AliciaViladomat, Dña. Carmen Galindo, D. Julio Zamorano,Dña. María Rosario Vázquez, la Dra. Dña. Carmen LópezCerezano, Dña. María Sánchez Mateo, Dña. María delCarmen Pérez Isabella, D. Santiago Balbín, D. José Juan

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Carrera, D. Miguel Ángel Menéndez del Fueyo, D. JulioMartínez de Lastra, D. José Manuel Huidobro y Moya,Dr. D. Carlos Jurado y Cabañes, D. Óscar Gómez de Li-nares, y D. Antonio de Castro. Después, para finalizar elacto, se sirvió un almuerzo de hermandad.

LA MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE CASTILLA,CON LAS INSIGNIAS DE LA MILITARY ORDER OFFOREIGN WARS OF THE UNITED STATES

La Military Order of Foreign Wars of the UnitedStates (MOFW), ha distinguido a la Maestranza de Ca-ballería de Castilla con la dignidad e insignias de Compa-nion of Honour, es decir su grado más elevado. La Mili-tary Order of Foreign Wars of the United States distinguea los veteranos que han combatido en las filas estadou-nidenses en campañas extranjeras, y también a sus des-cendientes, y a los oficiales extranjeros que hayan parti-cipado en dichas campañas junto a las Fuerzas Armadasnorteamericanas. Y, en muy contados casos, a organiza-ciones honorables que hayan contribuido notablementeal buen suceso de las mismas campañas. Fue creada en1894, su lema es Deus et Libertas, sus primeros miem-bros fueron tres supervivientes de la guerra de 1812, yentre sus condecorados se cuentan los presidentes esta-dounidense McKinley, Cleveland, Roosevelt y Ei-senhower, así como los célebres generales y almirantesDewey, Shafter, Pershing, MacArthur y Haig. Los pocosespañoles distinguidos con sus insignias están encabe-zados hoy por S.M. el Rey Don Felipe VI. Se trata de

una prestigiosacondecoración,que honra mu-cho a la Mae-stranza de Ca-ballería de Cas-tilla, y que de-sde ahora ocu-pa el lugar dehonor en su Es-tandarte.

DON MARCELINO OREJA,DON ABEL MATUTES Y ELMARQUÉS DE LA FLORES-TA, CONDECORADOS PORLA FEDERACIÓN DE RUSIA

El 9 de junio en la Em-bajada de la Federación deRusia tuvo lugar una recepciónsolemne estatal con motivo dela Fiesta Nacional, el Día deRusia. En sus palabras debienvenida a los numerosos in-vitados reunidos aquel día, elEmbajador Yuri Korchaginmencionó la historia secular delas relaciones bilaterales queforma la base de la simpatía mutua y profunda entre lospueblos de los dos países, así como relató las activida-des de los Años Duales de Idiomas y Literatura (2015-2016) y de Turismo (2016-2017), que conjuntamente ce-lebran Rusia y España. Seguidamente, en nombre delMinistros de Asuntos Exteriores Sr. Lavrov, el Embajadorentregó al reconocido jurista y escritor Dr. Alfonso de Ce-ballos-Escalera y Gila, Vizconde de Ayala, la Medalla dela Cooperación Internacional, por su importante contribu-ción al desarrollo y fortalecimiento de las relaciones polí-ticas, culturales y amistosas entre Rusia y España. Esamisma Medalla había sido entregada durante la mañanadel dicho día, en el Ministerio de Asuntos Exteriores y deCooperación, a don Marcelino Oreja Aguirre, Marqués deOreja, y a don Abel Matutes Juan, ambos antiguos mini-stros de Asuntos Exteriores, y ambos antiguos comisa-rios de la Unión Europea. Acudieron al evento para felici-tar a los diplomáticos rusos, representantes de laCancillería española y otras instituciones del poder eje-cutivo, legislativo y judicial, generales, almirantes y ofi-ciales de la Fuerzas Armadas y Guardia Civil, jefes deMisiones diplomáticas extranjeras y de agregaduría mili-tares acreditados en España, destacados empresarios, ymuchas personalidades del ámbito de la política, de lacultura, alcaldes, y un crecido número de compatriotas yperiodistas.

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CAPÍTULO GENERAL DE LA REAL MAESTRANZA DECABALLERÍA DE LA HABANA

En la iglesia de Nuestra Señora del Carmen ySan Luis de Madrid, se celebró el 17 de junio el acto deinvestidura de los nuevos caballeros y damas de la RealMaestranza de Caballería de La Habana, bajo la presi-dencia de su teniente de hermano mayor el Excmo. Sr.D. José Gonzalo Ruiz de Bucesta y Mora, Marqués deMonasterio. La ceremonia comenzó con la bendición delas medallas por parte del capellán de la Maestranza, elRevdo. D. Roberto López-Campillo, y a continuación rea-lizaron el juramento de ingreso los nuevos CaballerosMaestrantes: D. Pedro Fernández de Córdova y Casca-les, Marqués de Torre Alta; D. Jaime Díaz de Arcaya yVeloso, Conde de Carrión de Calatrava; D. Antonio Sán-chez de León Cotoner; D. Arturo de Llerandi Morán; D.Javier de Llerandi e Inchaurza, D. Juan Pedro Álvarez dela Viña y Jiménez de Aragón; D. Ramón y D. José MaríaGarcía-Gavito Morillas; D. Luís de la Vega Cárdenas; D.Luís de la Vega Salazar, y D. Fernando de Benito Alas.Seguidamente realizó el juramento el Maestrante de Her-mandad, D. Claudio Chaqués, ysiguieron los juramentosde las Damas Maestrantes Dª María de los Dolores de laCampa Alonso, y Dª María Inés Fernández de LuancoMuñiz; a las que siguieron las Damas de Hermandad DªCarmen López Cerezano, y Dª Bettina von Vöringer. Trasla celebración de la Santa Misa, todos los asistentes setrasladaron a la Real Gran Peña , donde el secretario ge-neral D. Manuel María Rodríguez de Maribona pronuncióun discurso que sirvió también de presentación del librode su autoría La Real Maestranza de Caballería de LaHabana. Historia y Objetivos, en el que se resume altrayectoria corporativa desde 1709. A continuación, D. Al-fredo Leonard, en nombre del Cuerpo de la Nobleza deAsturias, leyó unas palabras en homenaje a don Igor Er-molenko, jefe de protocolo de la Embajada de la Federa-ción de Rusia en España, que cesa en su cargo en lospróximos días, y al que seguidamente don Manuel Rodrí-guez de Maribona entregó una placa de plata en agrade-cimiento por toda su labor en estos últimos años. Asistie-ron, entre otras personalidades, los embajadores de laFederación de Rusia y de la República de Malta, el Du-que de Sevilla, los Duques de Maqueda, los Condes deCabra, don Carlos Franco Suanzes, D. Mikhail Kho-

dyankin, primer secretario de la Embajada rusa, D.Farkas Vajkdon, de la Embajada de Hungría, D. Felipede Grado Gascón, D. Manuel Ruiz de Bucesta, el cónsulD. Andrey Dryakin, D. Juan Luna, Dª María José Fourrat,Dª Massumeh Abdi, Dª Nasrin Zhiyan, Dª María Queipode Llano y León, D. Manuel Álvarez de Ron y Sela, D.Gerardo Gómez de Valcárcel, Dª Marta Gómez deValcárcel y López Cerezano, D. Francisco Obregón ydon Justo Otero del Castillo. A continuación se sirvió unalmuerzo a todos los presentes.

LA MAESTRANZA DE CABALLERÍA DE CASTILLA,EN LAS CARRERAS DE ASCOT

Atendiendo a la amable invitación del caballeromaestrante Duque de Westminster, un nutrido grupo decaballeros y damas maestrantes se desplazó al ReinoUnido para asistir a las célebres carreras de Ascot, el sá-bado 18 de junio. La expedición fue por demás animada,simpática y gratificantes, y en el Royal Enclosure tuvironla fortuna de saludar a Su Majestad la Reina Isabel II, y aotros miembros de la Real Familia, cuya llegada a Ascotpresenciaron desde el mejor lugar. La jornada campe-stre fue muy grata, y durante el fin de semana hubo tiem-po suficiente, además, para pasear y hacer compras enLondres, disfrutando de un clima magnífico. Una iniciati-va que, a buen seguro, tendrá continuidad en los añospor venir.

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C O N D E C O R A C I O N E S E S P A Ñ O L A SUNA COLECCIÓN EXCEPCIONAL DE ESTUDIOS HISTÓRICOS, INSTITUCIONALES Y PROSOPOGRÁFICOS

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MALTA(AGOTADO)

ORDEN REALP.V.P. 20 €

MARÍA VICTORIAP.V.P. 20 €

MARÍA CRISTINAP.V.P. 30 €

ALFONSO XIIP.V.P. 30 €

REPÚBLICAP.V.P. 30 €

DOS SICILIASP.V.P. 10 €

VERSOS DE HISTORIA Y TIEMPO

Un hombre t rabajado por e l t iempoante las largas lanzas de los muchos,

la muer te , ese ot ro mar, esa ot ra f lechala f ie l memor ia y los des ier tos días.

¿En qué hondonada esconderé mi a lma?Bruscamente, la tarde se ha ac larado,

en e l c repúsculo de los espejoscomo la pr imavera en la ho ja nueva.

Ver en e l d ía o en e l año un s ímbolo,la vana super f ic ie de las cosas,

las f i las de tor tugas en e l t iempo,del t iempo, de la t ier ra y de l o lv ido.

Quizá en la muer te para s iempreseremos.

Jorge Lu is Borges

Cuadernos de AyalaGaceta trimestral de información varia y miscelánea

sobre Historia institucional, Órdenes y condecoraciones,genealogía y heráldica, Historia nobiliaria, iconografía,

ceremonial y protocolodirigida por el Dr. D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila

CONSEJO DE REDACCIÓNDr. D. Félix Martínez Llorente (Universidad de Valladolid), Dra. DªAna Belén Sánchez Prieto (Universidad Complutense), Dr. D. JuanVan Halen (Universidad de Alcalá), D. Manuel Rodríguez deMaribona (Academia Asturiana de Heráldica y Genealogía), Dr. D.Luis de Cevallos-Escalera (Academia Melitense), D. José A. Dávila(Real Academia de Toledo), Dr. D. Fernando de Artacho (AcademiaAndaluza de la Historia), Dr. D. Luis Valero de Bernabé, Marqués deCasa Real (Colegio Heráldico de España y de las Indias), Dr. D.José Mª de Montells (Academia de Alfonso XIII), Dr. D. Antonio deSousa Lara, Conde de Guedes (Universidad de Lisboa), Dr. D.Fabio Cassani Pironti, Conde de Giraldeli (Universidad PontificiaRegina Apostolorum)

Edita Palafox & Pezuela S.L.Chopo, 1 - 28023 Madrid - España

www.cuadernosdeayala.es

En este número:[2] Editorial: Dos siglos en la Mar, un siglo entre

Canarias y Madrid, y un cuarto de siglo enCastilla y León.

[3-4] Novedades, cursos y encuentros[5-14] Vida y obra de don Francisco Fernández de

Béthencourt (1851-1916), recordadas en elmomento de su muerte por varios académi-cos y eruditos

[15-17] XXV Aniversario de la creación del oficio ycargo de Cronista de Armas de Castilla y Le-ón, por los Dres. D. Emiliano González Díez,D. Félix Martínez Llorente y D. Francisco Tru-yén Galve

[18] Capítulo de la Real y Militar Orden de SanHermenegildo en El Escorial

[19-24] Bicentenario de la Orden del MéritoNaval, antes Cruz de Distinción de la Ma-rina 1816-2016, por D. Luis y D. Alfonsode Ceballos-Escalera y Gila

[25-26] Revista de libros[27] Revista de revistas[28-30] Gentes de bien[32] Versos de historia y tiempo: Un hombre traba-

jado por el tiempo, por Jorge Luis Borges.Humor.

Cuadernos de Ayala 66 - ABR/2016 [32]

Un po' di ironia per quelli troppo amanti degli ordinicavallereschi da indossare: c'é sempre chi ne ha dipiù, o migliori, o più colorati, più rari o più grossi