Cuento Dialectico

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Claridad entre tinieblas [*] Salvador López Arnal [Texto de presentación de Manuel Sacristán, Sobre dialéctica, Barcelona, El Viejo Topo, 2009; prólogo Miguel Candel, epílogo Félix Ovejero y nota final de Manuel Monleón Pradas, edición de SLA]. La dialéctica era de hecho una asignatura obligatoria en la organización y los recién llegados tenían que hacer un cursillo en la materia. Gente joven con ganas de machacar a los patronos se veía abocada a participar estupefacta en seminarios especiales en los que un camarada veterano les instruía, tiza en mano, acerca de los arcanos de la dialéctica. En vez de profundizar en la explotación del hombre por el hombre, se les pedía que tomaran apuntes sobre la negación de la negación o la transformación dialéctica de la cantidad en cualidad; habían llegado allí para construir el futuro y ahora estaban sentados en una clase de álgebra. Cómo exactamente la unidad hegeliana de los opuestos podía contribuir a que una guardería no se cerrara, seguía siendo un misterio tan insondable como la doctrina política del limbo [...] Una vez en una conferencia socialista oí a un joven trabajador, que obviamente se había ganado sus galones en las clases de dialéctica, comunicar con satisfacción a sus compañeros asistentes que “las ollas hierven, los perros ladran y las clases luchan”, justo el tipo de razonamiento perfecto para ser despedazado en una clase de filosofía de Oxford. Terry Eagleton (2004), El portero Coherente con lo que había dicho respecto de la filosofía, Sacristán había rechazado la pretensión de considerar a la dialéctica como ciencia. Las ciencias existían con su propia lógica y metódica y pretender suplantarlas con una ciencia mayor o más integral era una concesión que el marxismo hacía al oscurantismo filosófico. El trabajo dialéctico existía, en primer lugar, como producción de una concreción intelectual sobre el mundo. Pero dicha producción no se encontraba embridada en método alguno y constituía, por así decirlo, un trabajo artístico de producción de una figura concreta sobre la realidad. Para producir esa figura debían concursar diversos tipos de saberes empíricos adaptándose siempre a los contornos que la realidad había dibujado. José Luis Moreno Pestaña (2008), Filosofía y sociología en Jesús Ibáñez. Genealogía de un pensador crítico En Guantanamera, en un encuentro fortuito, un ex- estudiante de Sociología que se gana la vida conduciendo camiones por la resistente [1] isla caribeña explica

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No es un cuento... es un relato que esta entre lo real y la fantasia... pero es muy instructivo

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Claridad entre tinieblas [*]Salvador Lpez Arnal[Texto de presentacin de Manuel Sacristn, Sobre dialctica, Barcelona, El Viejo Topo, 2009; prlogo Miguel Candel, eplogo Flix Ovejero y nota final de Manuel Monlen Pradas, edicin de SLA].La dialctica era de hecho una asignatura obligatoria en la organizacin y los recin llegados tenan que hacer un cursillo en la materia. Gente joven con ganas de machacar a los patronos se vea abocada a participar estupefacta en seminarios especiales en los que un camarada veterano les instrua, tiza en mano, acerca de los arcanos de la dialctica. En vez de profundizar en la explotacin del hombre por el hombre, se les peda que tomaran apuntes sobre la negacin de la negacin o la transformacin dialctica de la cantidad en cualidad; haban llegado all para construir el futuro y ahora estaban sentados en una clase de lgebra. Cmo exactamente la unidad hegeliana de los opuestos poda contribuir a que una guardera no se cerrara, segua siendo un misterio tan insondable como la doctrina poltica del limbo [...] Una vez en una conferencia socialista o a un joven trabajador, que obviamente se haba ganado sus galones en las clases de dialctica, comunicar con satisfaccin a sus compaeros asistentes que las ollas hierven, los perros ladran y las clases luchan, justo el tipo de razonamiento perfecto para ser despedazado en una clase de filosofa de Oxford.Terry Eagleton (2004), El portero

Coherente con lo que haba dicho respecto de la filosofa, Sacristn haba rechazado la pretensin de considerar a la dialctica como ciencia. Las ciencias existan con su propia lgica y metdica y pretender suplantarlas con una ciencia mayor o ms integral era una concesin que el marxismo haca al oscurantismo filosfico. El trabajo dialctico exista, en primer lugar, como produccin de una concrecin intelectual sobre el mundo. Pero dicha produccin no se encontraba embridada en mtodo alguno y constitua, por as decirlo, un trabajo artstico de produccin de una figura concreta sobre la realidad. Para producir esa figura deban concursar diversos tipos de saberes empricos adaptndose siempre a los contornos que la realidad haba dibujado.Jos Luis Moreno Pestaa (2008), Filosofa y sociologa en Jess Ibez. Genealoga de un pensador crtico

En Guantanamera, en un encuentro fortuito, un ex-estudiante de Sociologa que se gana la vida conduciendo camiones por la resistente [1] isla caribea explica titubeante a su ex-profesora de Econometra los conflictos emocionales en los que est inmerso. Ella entiende, comprende muy bien su situacin y le recuerda con delicadeza la inevitable dialecticidad de los sentimientos humanos. El rendido conductor se lleva las manos a la cabeza, los ojos a sus ojos y con envidiable cadencia de enamorado, suspira y balbucea: Ah, s, la dialctica! Claro, claro, se me haba olvidado profesora.La espectadora, tambin el espectador, sonre y acepta el guio del malogrado Toms Gutirrez Alea. La dialctica dio para mucho. Para diez cosidos, para cien barridos, para mil manuales, para inalcanzables y sofisticados desvaros tericos, para sesudas e intrincadas reflexiones filosficas e incluso, esta vez s, para una hermosa declaracin de amor. Si, como observaba Aristteles, el Ser se dice de muchas maneras, hasta el punto de que una cadena radiofnica en constante y sesgado decremento informativo lleva su nombre [2], no son menores en nmero ni menos sustantivas en supuesta profundidad las usuales acepciones de nuestra categora. Ahora que la nocin est en franca decadencia es conveniente recordar que durante aos, con indiscutible desbordamiento temtico y con alguna torpeza estilstica, todo era o deba ser asunto dialctico, y resuelto adems dialcticamente: las luchas de clases, la larga marcha progresista de la historia, las contraposiciones sociales, las polaridades morales, las inconsistencias tericas, los comportamientos inadmisibles, las disciplinas cientficas, los enunciados verdaderos, los conceptos matemticos, las reflexiones culturales, las discusiones familiares, los conflictos amorosos,... incluso el mundo, todo l como unidad, era en s mismo estricta e inevitablemente dialctico [3]. No slo fue la exageracin, o la permanente, cansina y poco dctil insistencia temtica. Tambin algunas incomprensiones bsicas penetraron y arraigaron en el entonces transitado territorio de la dialctica marxiana. Fuera por llevar a las espaldas la voluminosa mochila de una tradicin repleta de teoras leninistas del reflejo y densas cargas hegelianas, por defender precipitadamente visiones poco matizadas de temticas nticas y epistemolgicas, o por mantener a un tiempo numerosos polos de inters generados por necesarias y urgentes luchas polticas, sea como fuere, no hay duda de que numerosos autores, incluso pensadores tan documentados como George Novack [4], defendieron a lo largo de los aos cincuenta y sesenta tesis arriesgadas, y escasamente informadas, sobre las relaciones entre ciencia, dialctica y lgica formal. Las leyes o teoremas de esta ltima, se deca, proscriben la contradiccin, situndose en franca oposicin con la realidad y veracidad de la evolucin natural: si la formalista ley de la identidad sostiene que nada cambia, la dialctica asegura que todo est en constante devenir. Materialismo versus idealismo, se repeta una y otra vez con extraa letana y curiosa satisfaccin. Qu afirmacin eran falsa y cul verdadera? A qu enunciado debamos adherirnos y cul descartar? stas eran, sealaba Novack, las grandes preguntas que los entusiastas de la dialctica formulaban en voz alta y clara a los formalistas empedernidos. stas eran las decisivas cuestiones que la lgica formal no se anima a or ni a considerar porque exponen el vaco de sus pretensiones y sealan el fin de su reinado de dos mil aos sobre el pensamiento humano. No fue el nico caso desde luego. Henri Lefebvre, un filsofo marxista al que Sacristn hace referencia en algunos de los trabajos recogidos en este volumen [5], sealaba en una de sus aproximaciones al materialismo dialctico [6]:La lgica formal ha comprometido al pensamiento racional en una serie de conflictos. El primero es un conflicto entre el rigor y la fecundidad. En el silogismo (aun cuando no sea en absoluto estril) el pensamiento no es absolutamente coherente ms que cuando se mantiene en la repeticin de los mismos trminos. Es bien conocido que la induccin rigurosa no es aquella que permite pasar de los hechos a las leyes. Todo hecho, toda comprobacin experimental, introduce en el pensamiento un elemento nuevo, por lo tanto innecesario desde el punto de vista del formalismo lgico. Las ciencias se desarrollan fueran de la lgica formal e incluso contra ella. Pero aunque la ciencia es fecunda no parte de verdades necesarias, no sigue un desarrollo riguroso [la cursiva es ma].

Pero no todo fluye o, cuanto menos, no perceptiblemente. En estudios relativamente recientes, se siguen sosteniendo tesis del mismo tenor, y casi con idntica meloda, que las defendidas por Novack o Lefebvre en tiempos de la recordada y aorada primavera de Praga. Alan Woods y Ted Grant [7] sostenan en los aos noventa del pasado siglo, sin cambio aparente, que la realidad estaba en contraposicin abierta con las denominadas leyes de la lgica formal, que, en su opinin, eran la expresin ms absoluta de pensamiento dogmtico que nunca se haya concebido, una especie de rigor mortis mental. La naturaleza vive, respira, y resiste tozudamente el acoso del pensamiento formal. A no es igual a A. Las partculas subatmicas son y no son a un tiempo. Los procesos lineales finalizan siempre en caos. El todo es mayor que la suma de sus partes. La cantidad se transforma inexorablemente en cualidad. La propia evolucin no es un proceso gradual sino que est interrumpida por saltos y catstrofes imprevisibles [8]. Es as y no de otro modo concluan, los ejemplos se agolpan. Qu le vamos a hacer! Los hechos son los hechos, que hablan por s mismos, gritan incluso, a favor de un enfoque dialctico anti-formalista. Si los dialcticos son amigos crticos de lo real, logicistas y formalistas se mueven, como peces ulicos en aguas no contaminadas, entre trascendentes, alejadas y caducas formas platnico-jupiterinas. Ningn conocimiento de lo real es puerilmente lgico, sino maduramente dialctico.Empero, no todo ha sido error ni desvaro en la via marxista. A pesar de sus influencias y simpatas hegelianas, Della Volpe fue sensible a los desarrollos de la lgica formal, y lo mismo puede afirmarse entre otros de Ludovico Geymonat, P. S. Popov, A. Zinoviev, Lucio L. Radice, Jindrich Zeleny o Robert Havemann, aquel reconocido fsico-qumico alemn de quien Sacristn tradujo Dialctica sin dogma y para quien la dialctica no poda entenderse ms que en su concrecin. Si se desligaba de ella y se transformaba en puro formalismo abstracto, se reduca inmediatamente a un plido esquema, cristalizando rgidamente en un sistema que se presentaba, adems, con la pretensin de ser lo ms general, importante y profundo que la humanidad haba logrado generar. Pero separada de la realidad no es ms que un arbitrario disputar bajo la forma de contradicciones fantsticas, abstrusas y absurdas, aada Havemann. La rigidez, prosegua el cientfico y filsofo alemn, no resida en los teoremas o fundamentos lgico-formales sino en los nudos y aristas de fantasiosos proyectos dialcticos. Se era as capaz de ver crticamente la paja en el ojo ajeno y de reconocer simultneamente el notable, el inmenso pajar que cubra frecuentemente la propia mirada. Habra que admitir, por otra parte, que casi ninguna tradicin filosfica, ni siquiera las ms sofisticadas analticamente, ha permanecido libre de imprecisin o ensoacin. Algunas presentaciones de la lgica borrosa han incorporado rasgos de familia con las anteriores formulaciones. Bart Kosko, uno de los pioneros de esta rama de la lgica no-clsica, ha sostenido que nuestros revolucionarios avances mdicos no han facilitado an la delimitacin entre vida y no vida al nacer o al morir, que tampoco podemos trazar una exacta lnea divisoria entre espacio y atmsfera aun cuando furamos capaces de describir esta ltima molcula a molcula, o que los mapas detallados de la Tierra o de Marte no nos dicen con exactitud dnde acaban las colinas y dnde empiezan las montaas. A pesar de ello, sostiene Bosko, gran parte de la ciencia acepta un mundo de blancos y negros que nunca cambia, que siempre permanece idntico a s mismo. No hay enunciado admitido que no sea verdadero o falso. Los programas ejecutables, con sus ristras inacabables de ceros y unos, son un emblema de este mundo en blanco y negro, y de su injusto triunfo sobre lo que el autor considera la verdadera mentalidad cientfica. De ah que Bosko se mantenga abiertamente contrario a lo que ha sido moneda corriente en la filosofa y en la ciencia tradicionales: la lgica binaria aristotlica que en su opinin se reduce a una sola ley bsica: A o no-A, o eso o aquello. El cielo es azul o no lo es. No puede ser a la vez azul y no azul. No puede ser A y no A. La ley de Aristteles estableci qu era lo filosficamente correcto durante ms de dos mil aos [9]. Transitando por senderos no siempre antagnicos, uno de los grandes economistas-matemticos del pasado siglo, Nicholas Georgescu-Roegen [10], ha defendido, a propsito de lo que l mismo ha denominado conceptos dialcticos y con argumentos atendibles e informados, que en un determinado momento histrico una nacin poda ser a la vez una democracia y una no-democracia, de igual manera que en una determinada edad un humn sera al mismo tiempo joven y viejo. De lo que el bioeconomista rumano colega que a esta categora de nociones no era posible aplicar sin matices la ley fundamental de la lgica clsica, el principio de no contradiccin: B no poda ser a la vez, en el mismo momento y desde la misma perspectiva, A y no-A. Por el contrario, tenemos que aceptar que, al menos en algunos casos, sucede que B es al tiempo A y no-A [11]. Dado que este ltimo principio era, en su opinin, una de las piedras angulares de la filosofa hegeliana, propona que llamramos dialcticas a todas las nociones que pudieran transgredir el principio de no contradiccin, entre ellas, como se seal, el mismo concepto de democracia [12]. El razonamiento dialctico [13], sealaba el gran cientfico y pensador rumano, usa conceptos dialcticos. El rasgo caracterstico de estas categoras es que pueden superponerse a sus contrarios, sus significados se introducen en el mbito semntico de los conceptos opuestos. Mientras que un concepto analtico -aritmomrfico en la terminologa de Georgescu- est separado de su contrario por un espacio vaco, delimitador, un concepto dialctico lo est por una penumbra esencial, dentro de la cual A y no-A pueden ser simultneamente verdaderos. Por lo dems, esta penumbra no divide todo el mbito de la referencia de las categoras en cuestin en tres conjuntos disjuntos: el mbito de A, el de no-A y el de ambos. No est definida de forma que podamos saber, de manera automtica, ante un caso concreto, si est dentro o fuera de ella. La esencia de la dialctica reside en que la penumbra que separa un concepto dialctico de su contrario est ella misma rodeada de otras zonas penumbrosas dialcticas separadas a su vez por otras penumbras similares, y as sin fin. An ms, sealaba Georgescu, la aritmomana predominante ignora que la acusacin de sin sentido, la defensa positivista construida de manera ms cuidada, ni siquiera puede comenzar su argumentacin sin recurrir ella misma a conceptos dialcticos. De hecho, ella misma es dialctica, como la mayora de nuestros conceptos o categoras bsicas: no slo justicia, democracia, bondad, maldad, empresario, ocupacin, sino tambin abstraccin, competencia o creencia. De ah el despliegue de la dialecticidad, de ah que toda argumentacin sea en ltima instancia dialctica, concluye Georgescu-RoegenPor su parte, el gran escritor guatemalteco Mario Roberto Morales [14] recordaba en un trabajo reciente la definicin sugerida por Debord en La sociedad del espectculo. El espectculo no es simplemente una coleccin de imgenes sino una relacin social entre individuos mediada por imgenes. Se trata de una definicin dinmica, no de un mero concepto esttico que se agotara en la simple descripcin de la exterioridad. De esta forma, el fenmeno analizado estara definido en su movimiento y segn las funciones que cumple como hecho social que es. As opera, as deba seguir operando la lgica dialctica, conclua Morales, definiendo los fenmenos en sus relaciones. Por su propio carcter, una definicin dialctica necesita elucidar el tipo de relacin social que caracteriza al fenmeno definido. De lo contrario se estancara en sealar lo esttico de su rasgo, y una aproximacin as, adialctica, no explicara nada ni tendra utilidad alguna para el avance de nuestro conocimiento.

No fue sta, empero, la atalaya desde la que Sacristn construy su reflexin desde sus iniciales y tempranas incursiones en este mbito de la tradicin marxista.Como Jon Elster, el autor de Introduccin a la lgica y al anlisis formal nunca vio oposicin excluyente entre la lgica formal, clsica o no, y la dialctica. Tambin como Elster, Sacristn no crea que la dialctica ofreciera un mtodo operativo que pudiera aplicarse con buenos o aceptables resultados dentro de lmites definidos, o que de (y con) ella pudieran extraerse leyes sustantivas del desarrollo histrico con predicciones precisas para casos concretos [15]. De ello no extraa una condena sin paliativos y sin restos de la finalidad dialctica. Tampoco en esto andaba muy alejado del autor de Uvas amargas. No hay ley de la negacin de la negacin, en ningn sentido claro o difuso de esta nocin, pero esa categora, sostena Elster, tiene un cierto valor al dirigir nuestra atencin a problemas que de otro modo podramos haber soslayado [16]. No hubiera manifestado Sacristn objecin alguna a la sugerencia. Explcita y reiteradamente as lo indic en su prologo de 1964 al Anti-Dhring engelsiano. Pero no slo entonces desde luego.En su presentacin de 1983 a la traduccin catalana de El Capital [17], Sacristn recordaba el experimento mental propuesto por Lukcs en Historia y consciencia de clase: suponiendo que todas las afirmaciones particulares del legado de Marx [18] hubieran sido falsadas o vaciadas por la misma evolucin social, qu sera entonces lo que an permanecera vivo de la tradicin marxista se preguntaba el filsofo hngaro. Lukcs no acept el vaco o el silencio como respuesta. Si todas las tesis sustantivas del marxismo hubieran sido orilladas por el propio desarrollo de las sociedades humanas, por el descubrimiento de alguna inconsistencia terica o por alguna falsacin emprica, seguira an vigente el estilo de pensamiento de Marx, englobante, dinmico e histrico, estilo que el autor de El joven Hegel denominaba mtodo dialctico. Admitiendo que esta reflexin lukcsiana le resultaba muy sugerente, Sacristn incorporaba importantes matices: el programa, que no mtodo dialctico de Marx, englobaba diversas ciencias sociales, no se opona por principio a la matematizacin en estos mbitos, permaneca atento a los desarrollos de disciplinas naturales, prximas o no, se totalizaba en la historia, no se cubra con ropajes acorazados e inclua un ncleo de teora en sentido estricto, falsable y revisable por tanto, que se encontraba bsica aunque no nicamente en El Capital. El programa marxiano era ya en aquellos lejanos aos de finales del siglo XIX totalmente inabarcable por un hombre solo, lo que poda explicar, aada Sacristn, los sufrimientos psquicos y fsicos de Marx, al mismo tiempo que daba su estilo de poca a una empresa intelectual que hoy, como ha apuntado John Berger, consideraramos ms bien empeo propio de un colectivo cientfico-artstico interdisciplinar [19] y no tarea de un investigador solitario. Quedaba en todo caso como idea imperecedera, conclua Sacristn, la consideracin de que todo programa de transformacin social deba incluir saber contrastado, conocimiento positivo [20].No parece, pues, discutible que el uso del concepto no siempre fue riguroso y que el trmino ha pasado, en poco ms de dos dcadas, de ser una palabra ampliamente usada en crculos acadmicos y polticos, e incluso en revistas y publicaciones de carcter general, a estar casi en desuso, fruto del aluvin de crticas recibidas. Alguna consecuencia de estas crticas -la oscuridad y asignificatividad del trmino; su pretenciosidad, osada y seguridad aparente; la falta de informaciones esenciales sobre temticas prximas o supuestamente afines-, fue recordada con fina y amigable irona por Javier Muguerza:Cuandoquiera que en un pasaje aparezca esa palabra, tachmosla sin contemplaciones; s, despus de tacharla, entendemos el pasaje, eso demostrar que la palabra era absolutamente innecesaria; y si, por el contrario, el pasaje no se entiende, consolmonos pensando que la presencia de la susodicha palabra no lo habra hecho ms inteligible [21] .

Qu puede colegirse entonces del denso conjunto de opiniones vertidas sobre la nocin por autores tan diversos como Popper, Bunge, el propio Elster, Boulding o Colletti? Puede y debe ser arrojada la finalidad dialctica a la papelera de las aspiraciones cognoscitivas imposibles por utpicas, oscuras e inconsistentes? Sacristn no defendi nunca una conclusin as. Acept desde antiguo, matizadamente, la adecuacin de muchas de estas consideraciones crticas, pero al mismo tiempo consider que era posible una interpretacin, inspirada en escritos y cartas de los clsicos de la tradicin, que salvara el concepto y le diera un significado preciso e interesante [22].Para Sacristn la dialctica no era otra forma de hacer lgica ni era, por tanto, una alternativa a la lgica formal clsica o a alguna de las lgicas alternativas desarrolladas a lo largo del siglo XX. No lo era porque la lgica formal tena que ver con la estructura y correccin de nuestros argumentos, con la precisin de la nocin de consecuencia lgica o del seguirse de [23], y no era ste el objetivo central o lateral de la motivacin dialctica. Ms an, como no poda ser de otro modo, toda construccin dialctica era lgica, en el mismo sentido en que toda teora fsica, econmica o incluso toda conjetura filosfica deba serlo. Es una obviedad que todo discurso, si aspira a la correccin y a la inteligibilidad, aunque niegue la preponderancia de la razn o de la lgica por dogmtica y trasnochada, explcita o implcitamente, sigue o debera seguir las leyes lgicas fundamentales.Tampoco era ningn mtodo especial si, como el mismo Sacristn sugera, se entenda por mtodo una serie normada de operaciones, de manipulaciones atmicas autorizadas, que toda persona competente en una determinada disciplina, terica o prctica, poda realizar de la misma manera, obteniendo resultados idnticos o similares, si parta de los mismos datos y presupuestos o usaba instrumentacin y materiales idnticos. Poda hablarse as -los ejemplos son del propio Sacristn- del mtodo de los mnimos cuadrados, del mtodo de la inferencia natural en Gentzen y Quine, o, en un plano emprico, del mtodo de las cmaras de plomo para la obtencin de cido sulfrico, pero no, en cambio, con ningn significado preciso y razonable, de mtodo dialctico. En el sentido definido y aceptado del trmino, la dialctica no era ni poda ser un mtodo. Aqu, apuntaba Sacristn, se haba tropezado con las palabras y la cada haba producido importantes heridas. Cuando a finales del siglo XX o principios del XXI se usan nociones as, se est aludiendo a conceptos que se han formalizado con precisin en la epistemologa contempornea. En cambio, cuando un filsofo del siglo XIX como Marx usaba la expresin pensaba ms bien en una forma de pensamiento, en un estilo intelectual, en una manera general de pensar. Si en lugar de esta acepcin, pensamos en procedimientos normados y unvocamente determinados, tropezamos entonces con las vaciedades cientficas de la cantidad y la cualidad, la negacin de la negacin, el campanudo descubrimiento del Mediterrneo, de que todo se mueve, etc [24] Haba que aceptar que en este punto haba existido una notable confusin en la tradicin, sin olvidar que en aquel entonces las nociones no estaban tan perfiladas, y que no era slo Engels el malo, el tonto y el feo de esta pelcula. El extravo tena su explicacin. Cuando Marx encarg a Engels que hiciera una resea de Contribucin a la crtica de la Economa poltica, este ltimo, analizando los distintos materiales metodolgicos existentes, probablemente pens que no haba nada que fuera adecuado para articular el proyecto intelectual marxiano. En la interpretacin engelsiana, Marx se haba visto obligado a usar, invirtiendo su sentido original, la dialctica hegeliana, el menos malo de los materiales entonces existentes. Incluso el propio Marx, aos despus, exalt su propio mtodo al compararlo con el rudimentario mtodo ingls de Darwin: El libro de Darwin es muy importante y me conviene como fundamento cientfico-natural de la lucha de clases histrica. El precio que hay que pagar, naturalmente, es la grosera manera inglesa de desarrollo (Carta a Lassalle, 16/I/1861) [25]

Tenan entonces algn sentido, en opinin de Sacristn, las denominadas leyes dialcticas del paso de la cantidad a la cualidad [26] o de la negacin de la negacin? S, si se entendan de manera radicalmente distinta al concepto de ley cientfica acuado con precisin en la moderna filosofa de la ciencia. La ley de la doble negacin no era equiparable en ningn sentido relevante, por ejemplo, con las leyes de la gravitacin universal o de la conservacin de la energa. Esas ideas pertenecan a un gnero intelectual que sera negativo perder, eran metforas metafsicas del tipo todo cambio consiste en el paso de la potencia a acto o, por poner otro ejemplo muy querido por Sacristn, la afirmacin aristotlica del De anima de que el alma es, en cierto sentido, todas las cosas. De ningn modo era ste un saber rechazable; se trataba de un pensamiento semipotico con el que los filsofos haban podido describir la experiencia cotidiana pre-cientfica, metforas que ordenaban experiencia vital. Las leyes adscritas al mtodo dialctico seran, pues, una de las grandes metforas metafsicas que haban contribuido a estructurar la experiencia de la humanidad, pero no eran ni podan presentarse como ideas cientficas contrastadas. No eran, pues, ideas exactas pero tampoco eran nociones intiles [27] .De igual modo, tampoco la dialctica fue nunca para Sacristn una ciencia alternativa. No era la ciencia del Ser, ni del Universo, ni del todo, ni la ciencia felizmente hallada de la Historia, ni tampoco el saber cientfico garantizado de las totalidades concretas. Pero de ello no infera en su interpretacin que las relaciones entre dialctica y conocimiento cientfico fueran de oposicin o negacin; precisamente, lo que en su opinin distingua la empresa dialctica en lo que llamamos Occidente de aspiracin similar en tradiciones orientales era la incorporacin en aqulla, para la consecucin de objetivos totalizadores, de saberes cientfico-positivos. An ms, Sacristn seal la presencia de la actitud dialctica en el propio quehacer cientfico, no slo como objetivo posterior y diferenciado. A qu blanco apuntaba con esta consideracin? Probablemente, a la existencia, no siempre dominante ni aceptada, de seales dialcticas en las reflexiones de miembros de las comunidades cientficas. Gell-Mann [28] ha coordinado a un colectivo de cientficos que investigaban sobre mbitos aparentemente muy alejados entre s: la mecnica cuntica, el sistema inmunolgico del ser humano, la evolucin de los lenguajes y, desde un punto vista general, la economa como sistema complejo adaptativo. En El quark y el jaguar. Aventuras en lo simple y lo complejo, el galardonado fsico joyciano anunciaba que el propsito del volumen era presentar su propia visin sobre una sntesis que estaba emergiendo en los lmites de la investigacin acerca de la naturaleza del mundo que nos rodea, el estudio de lo simple y lo complejo, investigacin que estaba empezando a reunir, con una nueva perspectiva, material procedente de muy diversos campos de las ciencias fsicas, biolgicas y del comportamiento, y de las artes y humanidades:El enfoque que conlleva facilita el descubrimiento de conexiones, en ocasiones entre hechos o ideas que a simple vista parecen muy alejados entre s. Ms an, est empezando a dar respuesta a algunas de las preguntas que muchos de nosotros, cientficos o no, continuamos hacindonos sobre el verdadero significado de lo simple y lo complejo.

Sntesis creativa de saberes no slo cientficos sino artsticos y humansticos tambin, en neto paralelismo con la aspiracin dialctica tal como sta era concebida por Sacristn [29].Presentada como ontologa fundamental, tampoco la dialctica estaba libre de crticas. Las conocidas formulaciones sobre el carcter dinmico de todo ser, la negacin de la negacin como motor de los cambios y la ley de la cantidad y la cualidad ofrecan numerosas grietas. Bunge[30] resuma sus principales observaciones en los puntos siguientes: los principios de la dialctica, tal como se formulaban en la literatura existente, eran ambiguos e imprecisos; cuando se los formulaba con precisin, tres o cuatro de los cinco principios en los que Bunge sintetizaba la propuesta dialctica perdan su aparente universalidad: arrancaban con algn antes que con todo. Cuando se los formulaba de manera ms dbil, quedaban tan afectados que se acercaban a simples perogrulladas del tipo algunos entes del Universo cambian, y aceptando que se los formulara con claridad y alcance limitado, los principios dialcticos no podan ser base suficiente para una teora general del cambio. El autor de La investigacin cientfica finalizaba su crtica sealando los dos principios dialcticos que, en su opinin, seguan siendo vlidos: 1) toda cosa concreta es cambiable y 2) a lo largo de todo proceso emergen nuevas propiedades, aunque estos principios eran compartidos por todas las teoras procesuales. De hecho, la ontologa defendida por Bunge no era, propiamente, dialctica sino dinamicista, o, si se prefera, conservaba lo que an viva y desechaba lo ya superado de la vieja dialctica. Adems, el enfoque dialctico se caracterizaba por la bsqueda de polaridades y por la exageracin de la importancia de los conflictos tanto en la naturaleza como en la sociedad o el mismo pensamiento, a expensas de la cooperacin y de cualquier otro mecanismo de cambio. Pero, en opinin del cientfico y filsofo argentino, esta concepcin era tpica de una etapa primitiva del pensamiento: la ciencia no busca polaridades sino que pretende encontrar pautas objetivas, leyes cientficas que en muy pocas ocasiones son polares y, cuando el conflicto es real, es tal su complejidad que generalmente desborda ese estrecho marco.Ms all de la total pertinencia de las crticas de Bunge, algunas de ellas compartidas por el propio Sacristn, su enfoque no refuta la visin aqu discutida, posicin alejada de toda concepcin ontolgica general postulada con deseo de permanencia [31]. Como no poda ser de otro modo tratndose de una nocin con tanta tradicin filosfica incorporada, son diversos los significados del trmino que pueden hallarse en su obra, pero no hay inconsistencia entre ellos y acaso pueda verse un hilo conductor que los enlaza y que, en mi opinin, tiene que ver directamente con lo que fue una divisa vital e intelectual de Sacristn [32]. La siguiente:Hace ya ms de treinta aos que un cientfico y filsofo ingls, procedente de dos de esas tradiciones crticas [marxismo y filosofa analtica] J. D. Bernal describi con pocas palabras lo que imponen de derecho a una cultura universitaria sin trampas premeditadas los resultados de esos doscientos aos de crtica. Modernizando su formulacin puede hoy decirse: hay que aprender a vivir intelectual y moralmente sin una imagen o concepcin redonda y completa del mundo, o del ser, o del Ser. O del Ser tachado.

Para Sacristn, la aspiracin dialctica, praxeolgica si se quiere, poda ayudar a realizar este empeo, esta finalidad esencial con los mejores instrumentos disponibles. En el conjunto de su obra, hay usos del concepto que no tienen especial relevancia terica, simple sinonimia de otras nociones afines. Pueden ser traducidos, sin prdida de significatividad, por filosofar marxista, por concepcin fluyente de lo real o de nuestras teoras o, en ocasiones, por interrelacin conflictiva, no amigable, entre partes o elementos de un determinado sistema. En algunos usos, con innegable arista irnica, dialcticos refiere directamente a filsofos hegelianos o hegelizados. En Jesuitas y dialctica, un trabajo de 1960, los usos del trmino encajaran dentro de estos usos. Cuando Sacristn comenta los ensayos de Bochnski, Calvez o Wetter sobre el materialismo dialctico utiliza el trmino como sinnimo de filosofa marxista. Igualmente, en otras ocasiones, por lo dems no muy numerosas, pueden verse usos no esenciales que quedaran subsumidos dentro de esta primera acepcin. Empero, ya en esos primeros textos hay pasos que van en una direccin ms propia, que apuntan hacia una interpretacin ms singular. Cuando Sacristn seala en este artculo publicado en Nuestras ideas que, efectivamente, hay oscilacin en el marxismo pero no entre positivismo y antipositivismo, sino entre conocimiento positivo de la experiencia cientfica y de la prctica social y la generalizacin de esa experiencia en una cosmovisin provisional, para insertarla nuevamente en la experiencia cientfica y la prctica social -y, por tanto, con posibilidad de ser corregida o falsada-, en vez de trasformarla en una verdad supraemprica, inmutable y metafsica, y que este oscilar, este hacer intelectual, recibe el nombre de pensar dialctico, esta anunciando una aspiracin epistmica, una bsqueda filosfica, compartible o no, pero en todo caso con dotacin de sentido y muy alejada de cualquier consideracin de la dialctica como lgica alternativa o infalible metodologa no fijista.Ms all de estos primeros atisbos, los usos ms propios del concepto en la obra de Sacristn pueden ser agrupados en tres apartados: 1) la dialctica entendida como estilo de pensamiento [33]; 2) la dialctica concebida como objetivo gnoseolgico consistente en buscar visiones de conjunto, totalidades provisionales [34] a partir de los variados resultados del hacer cientfico ms consolidado, sin olvidar aportaciones de las ciencias sociales ni de saberes pre-tericos ni tampoco aproximaciones artsticas o filosficas generales, y 3) la dialctica vista como aspiracin al conocimiento de singularidades, objetivo normalmente desechado, o no sentido como central, por el conocimiento cientfico tradicional [35]. Un hilo conductor que uniera los diversos nudos de esta taxonoma podra dibujar el siguiente arco: la dialctica sera una forma general de pensar, temperada pero con agudizado vrtice crtico, que intentara construir sntesis de conocimientos o aproximaciones parciales, de carcter cientfico-artstico-filosfico, sin olvidar conocimientos emprico-prcticos de tradiciones culturales no institucionalizadas [36], que permitieran una aprehensin creativa, documentada (y, por supuesto, ni redondeada ni inmutable) de singularidades, de totalidades concretas, con la finalidad explcita, en el mbito de la poltica, de intervenir en las prcticas sociales transformadoras de orientacin socialista. No siempre la dialctica sera una aspiracin estricta y puramente gnoseolgica [37]: la XI tesis sobre Feuerbach, su misma nocin de la filosofa y del filosofar, y la comprensin del marxismo como tradicin poltica revolucionaria planean cercanas a lo largo y ancho de la concepcin de Sacristn. El probable origen de esta aproximacin a la dialctica -tan opuesta en su poca a los vientos del Oriente lejano o del Occidente prximo, fueran estos de alguna ortodoxia no siempre cansina o de heterodoxias no siempre sugerentes- ha sido sealado por Antoni Domnech en los siguientes trminos: la dialctica marxista procede de la lnea Kant-Hegel; en esta tradicin es entendida como una facultad especial que rebasa la parcialidad y abstraccin del entendimiento, de la razn analtica o instrumental. La facultad humana capaz de superar la rigidez del entendimiento es la Razn propiamente dicha que podr aprehender fluidamente la realidad, no como un todo integrado y abstracto sino en su concrecin. Sacristn habl reiteradamente de totalidades concretas -ya desde su prlogo al Anti-Dhring- pero se neg a aceptar esa forma de entender la dialctica dependiente de una facultad especial. Sugiere Domnech que una de las claves para entender la inspiracin de Sacristn pasa por no olvidar que su formacin filosfica bsica tiene un pie en la fenomenologa y otro en la tradicin analtica. Qu pasado comn tienen, filosficamente hablando, ambas tradiciones? Franz Brentano, quien se present a s mismo como restaurador de la prudencia y sensatez aristotlica frente a los excesos de los varios sistemas idealistas modernos. Recurdese por otra parte, prosigue el autor de El eclipse de la fraternidad, que Sacristn sola presentar su nocin de dialctica en contraposicin no con la concepcin kantiana de la imposibilidad de conocer la cosa en s, donde se situara la lnea hegeliana, sino enfrentada a la idea aristotlica de que el conocimiento es siempre saber de lo universal. Domnech recordaba una imputacin no marginal de Sacristn a la gnoseologa del Estagirita que enlaza con uno de los puntos sealados: el sesgo patricio de la reflexin de Aristteles se hace patente en la exclusin de la prctica (poitica) como fuente de conocimiento, pero es esa prctica precisamente la que nos obliga a un conjunto de operaciones cognitivas de ajuste flexible, de representacin global y de concrecin que proporcionan un tipo de conocimiento que est vedado a la, por lo dems imprescindible, theoria[38] .

Aunque la dialctica, como se apunt, no sea un procedimiento o camino normado y bien definido que permita llegar a la verdad o al hallazgo de soluciones, s puede ser en cambio una forma, un estilo no normativizado de pensar, til para subir algn peldao o para encarar adecuadamente situaciones y anlisis. Cul sera la caracterstica bsica de este estilo de pensamiento al que adjetivamos de dialctico? Qu papel juega en el proceso de elaboracin e interpretacin de nuestras teoras? Holton [39] ha mostrado la complejidad de los factores que intervienen en el alumbramiento de nuevas concepciones y teoras, en el trabajo cientfico practicado en el contexto de descubrimiento, en los procesos mentales que permiten a los cientficos llegar a adquirir o a conjeturar una nueva explicacin. Sera interesante, seala Holton, pillarlos por sorpresa y ver su imaginacin en marcha, dado que normalmente los aspectos ms subjetivos de la investigacin han estado excluidos de la prctica cientfica transmitida y de las consideraciones de muchos historiadores, por no hablar del menosprecio, generalizado durante aos, entre epistemlogos positivistas ortodoxos. Nos deberamos situar en ese contexto, tratando de comprender el momento del alumbramiento del concepto, de la hiptesis, de la conjetura cientfica. El mismo Einstein, nos recuerda su editor, urga a los historiadores a que concentrasen sus esfuerzos en comprender cmo los cientficos pensaban y luchaban con sus problemas. Es acaso en este punto sealado por el autor de La imaginacin cientfica donde podemos situar la acepcin de la dialctica como estilo de pensamiento, como forma de pensar sistemas u objetos de conocimiento mirndoles por delante y detrs, en positivo y dando la vuelta al calcetn por as decir, mirando las dos o ms caras, algunas de ellas ocultas u ocultadas, de toda situacin. La idea valdra tanto para el trabajo del investigador como para la reflexin del filsofo o del escritor [40]. Un cientfico social puede saber que la circulacin del capital internacional en los inicios de los noventa era veinte veces mayor que la circulacin de capital transnacional a principios de los setenta y deducir, a partir de este hecho y de datos y consideraciones complementarias, que todo ello ha redundado positivamente en el comercio mundial, en el consumo responsable de los ciudadanos y en su propio bienestar. Pero puede intentar tambin girar, dar la vuelta a esa informacin, mirarla desde otra atalaya, penetrar en ella y ver que la composicin interna de ese capital, a lo largo de esos veinte aos, ha ido transformndose radicalmente [41]. Si a principios de los setenta el 90% de las transacciones estaban relacionadas con el comercio o con la inversin a largo plazo (ambas, aceptmoslo provisionalmente, generadoras de riqueza sostenible), en los aos noventa por el contrario la situacin se haba invertido casi por completo: el 90% de estas transacciones eran estrictamente especulativas y slo el 10% restante responda al comercio y a la inversin a largo plazo. De este modo, las previsiones y predicciones anteriores podran quedar alteradas por esta nueva mirada dialctica, por este mirar en negativo, volviendo de revs, el brillante panorama. Sera este estilo de pensamiento el que le permitira al investigador social ahondar en datos e informaciones, y ver o intentar ver los diversos aspectos presentes, algunos de ellos conflictivos y ocultados, en el anlisis comparativo que est realizando. El modo de pensar dialctico, este estilo de pensamiento, permitira entonces una mirada ms ajustada, menos sesgada, menos entregada, menos conforme, mirada que aspirara a observar y comprender el mayor nmero de caras del complejo poliedro que representa toda situacin social de inters.Una reflexin pareja puede verse en las pginas que Elster dedic a la dialctica en su ensayo sobre Marx [42]. Elster nos recordaba aqu dos frases de William Blake, un contemporneo de Hegel: No hay progreso sin contrarios y Nunca se sabe lo que es suficiente a menos que se conozca lo que es ms que suficiente [43]. La forma de decir hegeliana era algo distinta -tesis, anttesis y sntesis, o posicin, negacin de la posicin y negacin de la negacin- pero, probablemente, se estn defendiendo las mismas ideas sobre el cambio y la estructura del proceso. Es cierto, seala el autor de Uvas amargas, que muchos procesos dialcticos puestos como ilustracin de estas triadas hegelianas son controvertidos, pero no lo son tanto en otras ocasiones. Si consideramos el desarrollo de las ingenuas creencias religiosas infantiles, a travs de etapas de duda y vacilacin, hasta las creencias reflexivas del adulto, es plausible pensar que el paso directo, sin eslabones, de una etapa de ingenuidad a una etapa de madurez reflexiva sea imposible, e incluso que no haya retorno posible de esta etapa a la primera, en coincidencia con las caractersticas de la sntesis -o de la negacin de la negacin- de los sistemas hegelianos. Sea como fuere, como el mismo Elster seala y Sacristn seguramente compartira, no hay aqu ningn modelo universal, ninguna teora general. En la segunda de las acepciones, cabe distinguir tres usos relacionados: el primero, destacado por el propio Sacristn, tendra que ver con lo que en la teora general de sistemas [44] se ha presentado como el estudio de conjuntos de elementos que adems de interactuar con el medio estn a su vez constituidos por partes ligadas entre s, por interacciones fuertes en absoluto despreciables. Un sistema sera algo ms que la mera suma de sus partes. El segundo est relacionado con la integracin e interrelacin de diversas disciplinas cientficas: estaramos aqu ante objetivos de investigacin que no quedaran totalmente subsumidos dentro de una nica especialidad acadmica, sin menosprecio alguno, innecesario es decirlo, de las divisiones clsicas [45]. Finalmente, la dialctica remitira a las cosmovisiones o concepciones del mundo nunca pensadas como formas definitivas de aproximacin terica.El enfoque interdisciplinar, totalizador, coincidira con lo sealado ya en 1972 por D. H. y D. L. Meadows, J. Randers y W. W. Behrens [46]. El ser humano, sostenan los autores, se enfrenta cada vez con mayor frecuencia con una serie de problemas interrelacionados, como el deterioro del medio ambiente o la incontrolable expansin urbana, que ellos agrupaban bajo la denominacin de la problemtica. Las interrelaciones entre los diversos componentes son tales que parece imposible, e improcedente gnoseolgicamente, separar de la maraa de la problemtica algunas cuestiones para tratarlas aisladamente. De este modo, nuestros mtodos habituales de anlisis, nuestros enfoques, nuestras polticas y estructuras gubernamentales fracasan cuando se enfrentan a situaciones tan complejas. Esta visin integradora, esta visin global, tiene precedentes insospechados: por ejemplo, entre miembros del Crculo positivista de Viena [47] .Sacristn trat el tema de las cosmovisiones en varios de sus ensayos [48]; especialmente, en su prlogo al Anti-Dhring. Una concepcin del mundo, sealaba, no es un saber idntico al de una ciencia positiva; sera, ms bien, una serie de principios que dan razn de la conducta de un sujeto, a veces sin que ste se los formule de un modo explcito. Estos principios o creencias pueden ser inconscientes en el individuo que obra, estando, sin embargo, explicitados parcial o totalmente en la cultura de la sociedad en la que ste individuo vive. Las cosmovisiones o concepciones constan de dos partes interrelacionadas: la contemplativa o terica y la prctica o sistema de juicios de valor. De la consideracin terica de que el hombre es una naturaleza herida se pasa de forma bastante natural, sealaba, sin que exista una implicacin estricta ni falten contraejemplos, a la regla prctica que postula someterse a la autoridad. La existencia de una forma explcita de determinada cosmovisin no permite, sin ms aadidos, averiguar cul es la concepcin del mundo realmente activa en esa sociedad. Detrs de la cosmovisin subyacente a los derechos humanos, recordaba Sacristn, ha habido histricamente en muy diversas realidades sociales otras creencias efectivas, menos legitimadas y mucho menos universales.Limitndose a aspectos tericos, Sacristn sostena que las afirmaciones de la vieja filosofa sistemtica, de los viejos dogmas religiosos y de las concepciones del mundo tradicionales carecan de rasgos del saber cientfico como la intersubjetividad y la capacidad predictiva, y dado que estos atributos dan a los seres humanos una seguridad y rendimiento considerables, el conocimiento que los posee desplaza, en cuanto a conocimiento de las cosas del mundo, al pensamiento especulativo de la filosofa tradicional, pensamiento ms vago, menos operativo, menos controlable. Las dificultades sealadas eran adems insalvables: toda concepcin del mundo contiene afirmaciones no resolubles por los mtodos decisorios del conocimiento positivo como la existencia e inexistencia de Dios, la finitud o infinitud del Universo, o el sentido o falta de sentido de esas mismas afirmaciones, enunciados estos que nunca podrn ser objeto de demostracin ni de prueba emprica. Empero, aunque el conocimiento positivo no pueda fundamentar enteramente, s puede abonar una determinada filosofa general ms que otra. As, la aceptacin de la teora de la evolucin no parece abonar una interpretacin literal de la creencia cristiana de la creacin del hombre a imagen y semejanza de Dios. Sin probar su falsedad, la hace poco plausible [49]. Las concepciones del mundo, que tomen la ciencia como cuerpo bsico de conocimiento real, se encuentran a la vez por delante y por detrs de la investigacin positiva: por detrs, intentando generar una cosmovisin de acuerdo con los resultados de la investigacin positiva; por delante, inspirando o motivando la investigacin positiva misma. Si la concepcin que inspirase la investigacin psicolgica fuera antropolgicamente dualista, sealaba Sacristn, cmo podra explicarse entonces el inters de la psicologa por cuestiones de orden fisiolgico? Este inters presupona otra concepcin de las relaciones mente-cuerpo. De lo anterior, infera una sugerente crtica al intento de pureza cientfica que puede presidir, y de hecho preside, algunas comunidades de investigadores: si los cientficos se mecen en la impura ilusin de actuar de forma independiente de toda cosmovisin, corren el riesgo de someterse, inconscientemente si se quiere, a la concepcin del mundo vigente en la sociedad en que ellos desarrollan su tarea, porque no hay comunidad humana sin cosmovisiones y no hay cientfico que pueda vivir totalmente ajeno a su entono socio-cultural [50]. Tres aos ms tarde, en su penetrante comentario sobre El asalto a la razn [51], Sacristn apunt una rectificacin terminolgica y conceptual: tiene que existir, sealaba, una ajustada mediacin entre la consciencia de la realidad, tal como sta se presenta a la luz del conocimiento de cada poca, el juicio valorativo que nos merezca esa realidad y una consciencia clara de las finalidades entrelazadas con esa valoracin, finalidades que han de ser vistas como tales, no como afirmaciones (pseudo)tericas. Si la expresin haba arraigado, sealaba, podamos seguir llamando a la consciencia de esa mediacin concepcin del mundo, pero acaso fuera conveniente terminar incluso en el lxico con el lastre especulativo romntico. Siguiendo la forma de decir de algunos historiadores de la ciencia de aquellos aos, Sacristn propona trminos menos ambiciosos como visin previa o hiptesis generales. No hay, empero, renuncia de la finalidad: el ideal dialctico, en esta acepcin que se est comentando, no es contradictorio con la aspiracin a una cosmovisin -hiptesis general, visin previa o paradigma- que recomponga, en la medida de las fuerzas tericas existentes, las piezas del mosaico aportadas por el conocimiento positivo -u otros saberes empricos, pre-tericos [52] y artsticos-, sin olvidar que esa recomposicin no es definitiva, ni est ni puede estar absolutamente justificada, ni goza de los atributos de la certeza y exactitud sin tacha. Su sino sera ms bien el de un hacer y rehacer ilimitado: tejer interminablemente durante el viaje sin trmino de una Penlope y un Ulises activos [53]. Admitiendo, siguiendo a Poincar [54], que la ciencia se construye con hechos al igual que las casas se construyen con piedras y que una coleccin de hechos no genera ciencia automticamente como tampoco un montn de piedras constituye una casa por s mismo, tampoco el simple amontonamiento de saberes cientficos, artsticos y prcticas sociales generara cosmovisiones atractivas. El trabajo dialctico no consiste solo en seleccionar ajustadas piezas para la tarea sino en ponerse manos en la masa, elaborando creativamente la sntesis perseguida. No hay automatismo en el proceso [55].Y sin olvidar, por otra parte, los riesgos adyacentes. En este hacer creativo podemos efectuar no slo desplazamientos arriesgados sino saltos en el vaco. Sacristn mismo, comentando Ecodynamics. A New Theory of Societal Evolution [56], observaba que intentando esbozar un esquema del universo entero, y particularmente de la tenue parte del mundo que constituye el medio temporal y espacial de la especie humana, Boulding usaba metforas de alto riesgo cognoscitivo al sostener que el automvil es tan especie como el caballo, o que los artefactos humanos entran en relaciones ecolgicas entre ellos y con artefactos biolgicos, sin olvidar el marco ecolgico general que le permita hablar de poblaciones de palabras, de la energa como poblaciones de ergios. No haba duda de los riesgos especulativos, presentes incluso en tradiciones tan cuidadosas como la analtica, sobre todo si concebimos estas cosmovisiones more geometrico o si les otorgamos larga duracin temporal. Vistas, por el contrario, como aspiracin no realizable en todos sus nodos, como ideales regulativos, pueden ejercer un positivo papel en el desarrollo del amplio e intrincado arco del conocimiento y, especialmente, constituir una decisiva ayuda para dar respuesta a la cuestin a la que cualquier filsofo, cualquier ciudadano, sigue estando obligado: intentar saber a qu atenerse de la forma ms documentada posible.Finalmente, en opinin de Sacristn, el rechazo de la afirmacin clsica de la epistemologa tradicional de que no haba ciencia sino de lo universal, de que el individuo no era ni poda ser objeto de tratamiento cientfico, tena ya un lejano motivo en la nocin de explicatio de Spinoza. De hecho, el trmino Entwicklung [57] tena la motivacin de traducir la palabra latina del filsofo pulidor [58]. Adems, era piedra de toque en la filosofa de Leibniz: la tesis leibziana de la existencia de una nocin completa de substancia singular era, en su opinin, la expresin ms cargada de este tipo de teora del conocimiento que vive de la pasin por la inteligibilidad de lo singular concreto [59]. Este programa gnoseolgico del conocimiento de los singulares, de las totalidades concretas, irrumpi destacadamente en el campo de las ciencias sociales [60]. Sacristn narraba as su historia: la lucha contra la Revolucin francesa, contra su tendencia codificadora y su visin universalista e igualitaria del derecho fue lo que motiv la primera disputa del mtodo en ciencias sociales en el rea del derecho: frente al racionalismo ilustrado, antirracionalismo; frente al universalismo, particularismo; frente al igualitarismo, jerarquizacin. Todo ello poda ser englobado, desde el punto de vista de la historia cultural europea, en lo que solemos llamar romanticismo. En los dos grandes pases de la reaccin antinapolenica -Prusia y Gran Bretaa-, el romanticismo fue casi siempre, con pequeas excepciones -Heine, en Alemania, o Shelley, en Gran Bretaa- posicin de la derecha extrema, romanticismo consciente de reaccin. Pero precisamente era en esos dos pases, y en el mbito romntico, donde haba nacido, a l se poda atribuir con justicia el mrito de haber suscitado la disputa del mtodo.La tercera acepcin de dialctica remita, pues, al rechazo de la afirmacin clsica de que el individuo no era ni puede ser objeto de tratamiento cientfico [61]. En sus clases de metodologa de las ciencias de 1984-1985 [62] daba Sacristn el siguiente ejemplo: si realmente lo que uno se propona era conocer ntima, estticamente, un determinado objeto, como un viejo pndulo que conservbamos en casa de un familiar, no se poda satisfacer nuestra curiosidad meramente en base a las leyes fsicas del pndulo, entre otras cosas porque esas leyes no sirven para todo pndulo, y adems no representan a ninguno de ellos en particular. Ningn pndulo tiene toda su masa concentrada en un nico punto como postula el modelo. Pues bien, para toda la escuela histrica por un lado, y para Marx en paralelo con ella, el objeto de conocimiento era similar a este pndulo domstico. Su inters es el conocimiento individualizado de ciertos momentos histricos, con la diferencia en el caso del Marx maduro que ste haba asumido que para su investigacin necesitaba la economa clsica, las matemticas y el conocimiento positivo de disciplinas naturales que, de forma limitadora, operaban en el subsuelo de la investigacin. A diferencia de la escuela histrica, Marx tena asimilada la necesidad metodolgica del trabajo terico puro pero su finalidad epistmica era afn: la comprensin de presentes histricos o de momentos concretos y definidos de nuestro pasado histrico; en el caso de su obra principal, en el caso de El Capital, la comprensin de la singularidad del capitalismo. Por todo ello, en su opinin, dialctico sera un adjetivo aplicable a un producto intelectual caracterizable por rasgos como su globalidad y totalidad y el carcter endgeno de la explicacin, que implica, en mayor o menor medida, un punto de vista histrico dado que no existen objetos sociales (ni naturales) atemporales. Podremos decir entonces que una teora ser ms o menos dialctica en la medida en que sea ms o menos englobante, autoexplicable e histrica. Para la construccin de estos productos histricos, englobantes, endgenos, para la aprehensin dialctica y revisable de estas singularidades, un estilo intelectual atento a los conflictos o contraposiciones ocultas, que no olvide las propiedades emergentes de los sistemas, que una con rigor los diversos saberes positivas (y afines) y que no renuncie a cosmovisiones documentadas, es un excelente plan de trabajo, un magnfico programa de investigacin, un Studium generale y hasta un vivir general para todos los das de la semana [63]. John Berger [64] ha expresado una idea complementaria:[] Yo creo que evolucionamos a travs de la prctica y no de la teora. Evolucionamos haciendo cosas, no pensndolas. Y tambin creo que hay que hacer cosas con otros y no solos. De la accin conjunta es de donde sale la energa para avanzar. Se cree que la energa proviene del interior [] en realidad la energa nos viene dada desde fuera.***

Si como quera Thomas Huxley, la gran tragedia de la ciencia es la muerte de una hiptesis por culpa de un hecho mediocre, no sera un drama menor que la interesante (y no inactual) lectura de Sacristn de la dialctica marxiana y temticas afines, as como la propuesta gnoseolgica a ella adherida, fueran desconsideradas por una presentacin desenfocada. El lector distinguir tema de aproximacin. Sea como sea, los materiales incorporados al presente volumen merecen la compaa de una observacin kantiana. He optado, comentaba Kant sobre su propia Crtica de 1781 en su diario, por el mtodo de la escuela con preferencia al libre movimiento del espritu y del ingenio[] aunque saba que, siendo mi propsito hacer que toda cabeza reflexiva participe de mi investigacin, la sequedad de este mtodo habra de arredrar a aquellos lectores que buscan ante todo el lado prctico. Y aunque hubiera estado en posesin de un gran ingenio y de los ms cautivadores encantos como escritor, habra prescindido de ellos, pues es muy importante para m que nadie pueda pensar que he tratado de sugestionar o de captar el espritu del lector, y prefiero que no se deje convencer por m si no ha de persuadirse pura y exclusivamente por la misma fuerza del razonamiento. Tambin el mtodo ha ido surgiendo como producto de una serie de intentos.Persuadirse por la misma fuerza de razonamiento. Una forma ajustada de aproximarse a las aportaciones de Sacristn a la temtica dialctica. Sobre dialctica incorpora sus aportaciones ms importantes en este mbito. Habra que recordar igualmente pasos de su entrevista de 1983 con G. Vargas Lozano para Dialctica y de su conversacin de 1979 con A. Munn y J. Guiu para El Viejo Topo, apartados de su conferencia de 1978 sobre El trabajo cientfico de Marx y su nocin de ciencia y de su presentacin La veracidad de Goethe [65], as como el prlogo a la edicin catalana de El Capital. Una seleccin de estos textos y de otros escritos complementarios estn recogidos en Senderos transitables: repensar la dialctica. En su mayor parte, los textos aqu recogidos son inditos o fueron publicados en revistas que no pueden ser consultadas con facilidad. Slo el prlogo al Anti-Dhring fue incluido por el propio Sacristn en el primer volumen de sus Panfletos y materiales [66]. Una lectura actual de los materiales de Sobre dialctica, todos ellos fechados como no poda ser de otro modo, no debera olvidar que:1. En su conjunto trazan un amplio arco de conocimiento e investigacin que se inicia en 1960 con Jesuitas y dialctica y finaliza en 1985 con las clases de metodologa de las ciencias sociales y la carta a la profesora Mnica Guitin. Ni que decir tiene que todo filsofo que se precie difcilmente mantiene inmutables sus puntos de vista sobre determinado asunto, ms all de algunos substratos de largo alcance. Pero el marxismo de Sacristn, en sus aristas nodales, tiene un talante y unos puntos de vista que no fluyeron constante y dispersamente, aunque no fuera l un filsofo acomodaticio y nunca confundiera perspectivas de anlisis o afirmaciones documentadas con puntos o tesis innegociables. Ello no es obstculo para sostener que la nocin de dialctica de Sacristn se mantuvo sin alteraciones esenciales [67], pero con enriquecimientos destacables, desde su prlogo al Anti-Dhring. 2. El origen de los escritos es diverso y distinto es por tanto su tono y estilo. Algunos de ellos no nacieron con la finalidad de ser publicados. As, las anotaciones de lectura de textos de Lukcs o Colletti o las transcripciones de sus clases de metodologa. Pero no creo que pueda haber dudas razonables de su inters para una mejor comprensin de su proyecto filosfico.3. He intentado ser fiel en las transcripciones pero he evitado repeticiones o la inclusin de trminos de uso estrictamente oral. Generalmente, los pasos anecdticos o marginales al desarrollo de la reflexin central los he situado como notas finales.4. La agrupacin seguida es de mi entera responsabilidad. He reunido en el captulo noveno las clases de metodologa de las ciencias sociales y en el undcimo primero he incorporado tres anexos, dos con anotaciones sobre los citados clsicos del marxismo contemporneo y un tercero con el esquema desarrollado de una conferencia sobre el mtodo en ciencias sociales impartida en una Escuela de Ingenieros, seguramente gracias a los buenos oficios de Guillermo Lusa. Amn de estos apartados, un primer artculo sobre Jesuitas y dialctica, sus Tres notas sobre la alianza impa, el prlogo de 1964 al Anti-Dhring, una carta sobre un proyecto no consumado de una escuela de Sociologa dialctica, una (en mi opinin) magnfica conferencia de 1973 sobre la dialctica en Hegel y Marx, el esquema detallado de una de sus documentadas intervenciones de los ltimos aos sobre lgicas dialcticas, el coloquio de su conferencia sobre El trabajo cientfico de Marx, una sesin de un seminario de mediados de los setenta sobre Los problemas actuales del marxismo y una carta sobre dialctica histrica son los materiales que forman Sobre dialctica [68].5. Quedan en archivos anexos textos complementarios: anotaciones sobre escritos de Hegel, Korsch, Kosik, Lenin y Merleau-Ponty; su prlogo para OME-35; detalladas fichas de lectura del Anti-Dhring; ms conferencias sobre lgicas dialcticas, as como observaciones sobre diversos ensayos de esta temtica y el amplio esquema de su curso sobre Induccin y dialctica impartido en la UNAM en 1983. Su incorporacin hubiera permitido una visin ms global pero hubiera alargado el volumen en exceso. Con el riesgo conocido: ms hubiera podido ser menos.6. Algunos de los textos incorporados pueden consultarse en Reserva de la Biblioteca Central de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristn. Otros, como seal, son trascripciones de grabaciones de clases y de conferencias. Dos de los textos fueron publicados en revistas del PSUC y del PCE, en tiempos de silencio y de resistencia no silenciosa, como fueron Nuestras ideas y Horitzons.7. He situado mis notas (numeradas y con asterisco) al final del volumen para no entorpecer la lectura. Apenas se encontrarn aqu anotaciones originales. Casi todo el material presentado es del propio Sacristn y tiene como objetivo ahondar y ayudar a la comprensin de las tesis defendidas en sus textos. Breves anotaciones con informaciones bsicas, indicadas con un asterisco sin dgito, acompaan puntualmente algunos pasos de los escritos de Sacristn. Por lo dems, en mi opinin, y en significativa coincidencia, lo esencial de la aproximacin de Sacristn a la dialctica marxista est muy bien recogido en estas palabras con las que Michael R. Krtke [69] finalizaba su comentario al proyecto de nueva edicin crtica de las obras de Marx y Engels: Principio del formulario

Para no cansar al lector en el captulo de agradecimientos con una lista alfica de nombres, citar aqu, con posibles e inadmisibles olvidos, los de Albert Domingo Curto, Francisco Fernndez Buey, Josep M. Fradera, Mercedes Iglesias Serrano, Jordi Mir Garca, Joaqun Miras, Jos Luis Moreno Pestaa, Giaime Pala, Jorge Riechmann, Enric Tello y Luis Vega Ren. De Antoni Domnech es la traduccin del poema de Brecht que cierra el volumen. Gracias.A Juan-Ramn Capella le debo las cintas de algunas grabaciones e informaciones sobre las circunstancias que rodearon la conferencia de 1973. Joan Benach, animador tenaz, alma de todo, es el transcriptor de las clases de la metodologa de 1983-1984. Carles Gil me ha ayudado y guiado en la traduccin de Tres notes.Toni Mart ha comentado con detalle (y corregido con rigor) esta presentacin. scar Carpintero, como ya hiciera en Escritos sobre El Capital (y textos afines), ha sido esencial para seleccionar con prudencia. No es improbable que la permanente lectura de Santiago Alba Rico, Carlos Fernndez Liria y Joaqun Miras me haya facilitado la superacin de diversos errores. Miguel Candel, Manuel Monlen Pradas y Flix Ovejero Lucas no slo son los generosos y competentes autores del prlogo, nota final y eplogo que acompaan los escritos de Sacristn sino que son, adems, amigos y maestros inagotables. No logro concebir mejor agradecimiento por su ayuda que reproducir aqu este Sermn sobre la dialctica, un sabio poema de Jorge Riechmann [70], del que conjeturo sin riesgo que tambin sera muy del gusto de Sacristn:

Uno de los principiosde la dialctica-afirma campanudo el escritor marxista- es que cualquier tendenciallevada hasta su extremose convierte en su contrario

Yo s que eso es teologay adems no la encuentro muy jugosaY s que como casi toda teologatiene su origenen el ansia desesperada de consuelo(ansia muy comprensiblemas no por eso menos problemtica)

As que al atribuladoal hambrientoal escarnecidoal empobrecidoal torturadopor qu no darle un abrazoo un trozo de rica galletao una entrada para el concierto de free jazzo una metfora algo ms afilada y cognoscitivamente tilantes que otro sermnsobre dialctica?Evitemos sermones, ideemos nuevas y mejores metforas. Si la ocasin lo requiere (y est praxeolgicamente probado que la situacin lo requiere con urgencia), construyamos comunitariamente activos de resistencia y, si llegase el momento, de transformacin porque, como ya dijera Antonio Machado en mayo de 1937,[] veo, sin embargo, con entera claridad, que el socialismo, en cuanto supone una manera de convivencia humana, basada en el trabajo, en la igualdad de los medios concedidos a todos para realizarlo, y en la abolicin de los privilegios de clase, es una etapa inexcusable en el camino de la justicia; veo claramente que sa es la gran experiencia humana de nuestros das, a la que todos de algn modo debemos contribuir [71] .

Esos das machadianos siguen siendo nuestros das.

Notas

[*] Esta presentacin es deudora de la comunicacin Aproximacin a las nociones de dialctica en Manuel Sacristn que Joan Benach y yo mismo presentamos a las II Jornadas del Grup de Filosofia del Casal del Mestre de Santa Coloma de Gramenet, celebradas el 6 y 7 de noviembre de 1998. La preparacin, anotacin y edicin de estos escritos de Sacristn se ha realizado dentro del proyecto de investigacin del Ministerio de Ciencia y Tecnologa: Documentacin, recopilacin, tratamiento y difusin de los documentos de y sobre Manuel Sacristn, n BFF 2003-08014, cuyo investigador principal fue Francisco Fernndez Buey.[1] Para un relato apasionado (y no cegado) de la historia de la isla: Manuel Talens, Cuba en el corazn. Alcal grupo editorial, Jan, 2008. Lo que para toda una generacin signific la revolucin cubana est magnficamente visto en Rossana Rossanda, La muchacha del siglo pasado. Foca, Madrid, 2008 (traduccin de Ral Snchez Cedillo).[2] Jos M Valverde sola contar su ocurrencia en las clases de Esttica de la Universidad de Barcelona. A principios de los ochenta, lleg a plasmar su idea en un divertido cmic de cuatro vietas para Claraboya, una revista de estudiantes de la Facultad de Filosofa. Sin hacerlo explcito, Valverde dedic a Sacristn un poema - Dialctica histrica, Aos inciertos, 1970- que Pilar de Valverde ha ledo para el documental Sacristn marxista, Integral Sacristn, de Xavier Juncosa (El Viejo Topo, Barcelona, 2006). Sobre la relacin entre ambos, vase Entrevista con Jos M Valverde, S. Lpez Arnal y Pere de la Fuente (eds.), Acerca de Manuel Sacristn, Barcelona, Destino, 1996, pp. 685-695.[3] Deslices que no deberan ser obstculo para admitir que, efectivamente, la civilizacin capitalista ha instaurado de forma nada marginal el conflicto -dialctico o no- en destacado lugar no slo de las relaciones sociales sino creciente y peligrosamente en la misma vinculacin de la especie con la naturaleza. El recordado ngel Gonzlez lo apunt en sus Glosas a Herclito: Los ms dialcticos, los multimillonarios: / nunca se baan con el mismo / traje de bao.[4] George Novack, Introduccin a la lgica dialctica. Editorial Pluma, Bogot 1976, p. 55.[5] Por ejemplo, en el coloquio de la conferencia De la dialctica (Facultad de Derecho, Universidad Autnoma de Barcelona, 1973).[6] Henri Lefebvre, El materialismo dialctico. Editorial La Plyade, Buenos Aires, 1974, p. 8.[7] Alan Woods y Ted Grant, Razn y Revolucin. Filosofa marxista y ciencia moderna. Fundacin Federico Engels, Madrid 1995 (pp. 82-83), especialmente las secciones 3 y 4, primera parte. Para una documentada crtica del ensayo de Woods y Grant, vase Manuel Martnez Llaneza, Crtica a Razn y Revolucin de Alan Woods y Ted Grant. La ciencia mal-tratada. http://www.rebelion.org/docs/60179.pdf.[8] Con claro significado poltico, e incluso gnoseolgico, se han formulado argumentos contrarios a la teora del equilibrio puntuado que tienen como eje central la consideracin de que esta hiptesis discontinua tiene afinidades y raigambre marxianas. Vase: Stephen Jay Gould, La estructura de la teora de la evolucin, Barcelona, Tusquets, 2004, especialmente pginas 1001-1053.[9] Bart Kosko, Pensamiento borroso, Barcelona, Crtica, 1995, pg. 19.[10] Para una excelente aproximacin a la vida y obra del economista rumano: scar Carpintero, La bioeconoma de Nicholas Georgescu-Roegen, Barcelona, Montesinos 2006. Igualmente, scar Carpintero y S. Lpez Arnal: Conceptos dialcticos?, en Lpez Arnal, S. y otros (coords), El valor de la ciencia, Barcelona, El Viejo Topo, 2001.[11] Nicholas Georgescu-Roegen, La ley de la Entropa y el proceso econmico. Editorial Visor-Fundacin Argentaria, Madrid 1996, p. 94. Tambin: Nicholas Georgescu-Roegen, Ensayos bioeconmicos. Madrid, Los Libros de la Catarata, 2007, edicin, notas y presentacin de scar Carpintero, especialmente el ensayo de 1979: Los mtodos de la ciencia econmica.[12] Para una excelente corroboracin del carcter dialctico de este concepto: Luciano Canfora, La democracia. Historia de una ideologa. Barcelona, Crtica, 2004 (traduccin Mara Pons Irazbal). [13] Por contraposicin a razonamientos o afirmaciones sentenciosas como sta del seor Dominique Strauss-Kahn: La bandera roja est en el lodo para siempre. Ex ministro socialista, se desconoce si esa declaracin pes en su nombramiento como director gerente del FMI. Dialcticamente, la conjetura no es descartable de entrada.[14] Mario Roberto Morales Puesta en escena http://www.lainsignia.org/2008/febrero/cul_011.htm 20-2-2008[15] Jon Elster, Una introduccin a Karl Marx. Madrid, Siglo XXI, 1991, p. 39.[16] Ibidem, p. 38. Un magnfico ejemplo de estar mirar dialctico en Gar Alperovitz, Otros EE.UU. son posibles, Mother Jones, febrero 2006 (www.sinpermiso.info; 5/3/2006; traduccin Jordi Mund).[17] M. Sacristn, Prleg a Karl Marx, El Capital I. Barcelona, Edicions 62-Diputaci de Barcelona, 1983. El texto castellano de este escrito de Sacristn ha sido incorporado a Karl Marx, El Capital. Resumido por Gabriel Deville. Los Libros de la Frontera, Barcelona, 2007, pp. 307-312.[18] Francis Wheen -La historia de El Capital de Karl Marx, Debate, Madrid 2007, pg. 83- ha recordado un uso de la dialctica por parte del propio Marx muy prximo a la sofistera: [] No obstante, como Marx muy bien saba, estos coqueteos dialcticos tenan un valor de uso adicional. Tras escribir en 1857 un artculo sobre el gran motn de la India, en el que sugera que los britnicos empezaran a retirarse en cuanto empezara la estacin de las lluvias, le confes a Engels lo siguiente: cabe la posibilidad de que haga el ridculo. Pero, en este caso, uno siempre puede salir del apuro con un poco de dialctica. Desde luego, he redactado mi argumentacin de tal modo que parezca que llevo razn (La cursiva es ma).[19] Un ejemplo reciente de interdisciplinariedad cientfica. Con la excepcin de pocas familias primitivas (hidras, medusas), los animales estamos dotados de una simetra bilateral slo aproximada. La resolucin del origen de estas asimetras se debe a Izpisa Belmonte y a sus colaboradores del Instituto Salk de California, donde trabajan cooperativamente bilogos, fsicos y matemticos, y cuya contribucin ha sido decisiva para saber por qu el bucle de las protenas Notch y Delta se autorrefuerza en la mitad izquierda del embrin del pollo. Como es imposible tener una visin de conjunto del proceso sin la ayuda de modelos abstractos, los matemticos del equipo construyeron esos modelos e hicieron una precisin esencial: cualquier factor externo que modificara la fuerza con que se unen aquellas protenas causara una alteracin muy perdurable de toda la red. La prediccin apuntaba entonces hacia el calcio. El colectivo investigador pudo buscar y encontrar la asimetra predicha en los niveles de este elemento. Izpisa ha defendido en los trminos siguientes el trabajo interdisciplinar que haba sido esencial en el descubrimiento: La cantidad de informacin biolgica de que podemos disponer actualmente sobre un problema concreto comienza a superar nuestra capacidad de comprensin. Es imprescindible integrar la experimentacin tradicional biolgica con los modelos matemticos. (Javier Sampedro: El grupo de Izpisa descubre el origen de la asimetra del cuerpo, El Pas, 8 de enero de 2004).[20] Con la razonable prioridad de una praxis no paralizadora, por decirlo en trminos clsicos, que busque siempre irracionalmente para actuar la construccin previa de cuadros epistmicos completos. En la contraportada del nmero 21 de mientras tanto, diciembre de 1984, se recoga esta reflexin del Lukcs de las Conversaciones de 1966, texto probablemente elegido por el propio Sacristn: [] Esta estructura del comportamiento humano debemos tenerla siempre bien presente, y debemos ver que existen situaciones en las cuales se ha de actuar con independencia de lo que sepamos o no sobre el asunto en cuestin. Si me extravo por causa de la niebla en el bosque, debo intentar volver a casa. Ello lo conseguir ms o menos bien, de manera mejor o peor. Pero sera de todo punto insensato sentarme en espera de conseguir un buen mapa de la regin en la que me he extraviado. Probablemente me morir de hambre antes de conseguirlo. Otra cuestin es s, tanteando por aqu y por all, podr encontrar el camino que me lleve a casa. De cualquier modo, esos tanteos sern siempre mejores que el mero esperar a tener en mis manos un mapa completo de la regin [la cursiva es ma].[21] Javier Muguerza: Manuel Sacristn en el recuerdo, mientras tanto n 30-31, mayo 1987, p. 103.[22] Carlos Piera (Sobre la veracidad de Manuel Sacristn, La balsa de la medusa, 1996, n 38-39) ha sugerido una perspectiva afn: La palabra dialctica (estoy insistiendo, nada ms) puede o poda servirnos para indicar el proceso de razonabilidad que no se interrumpe ni se da por derrotado cuando el pensamiento propiamente lgico, el de carcter potencialmente tcnico en cuanto por s mismo sirve de ayuda, entra en crisis. Es uno de los trminos ms estrictamente filosficos de nuestro vocabulario, y lo es por su vinculacin al lenguaje llamado natural. Si lo propio del lenguaje cientfico-lgico es ir difiriendo cada vez ms del cotidiano, llegando en ocasiones a la condicin de puro clculo, lo propio del lenguaje comn es, notoriamente, no poder amoldarse a esa tecnificacin, adquiriendo sin cesar ambigedades, acepciones, valoraciones y cargas histricas. Dialctica es un nombre de lo que puede intentar hacerse con ese lenguaje (pg. 164)[23] Para una detallada panormica de las lgicas alternativas y una aproximacin a la nocin de seguirse de, de inferencia deductiva, vase Ramon Jansana, Lgicas no clsicas. En S. Lpez Arnal, Albert Domingo Curto y otros (eds), Donde no habita el olvido, Barcelona, Montesinos, 2005, pp. 67-91.[24] Manuel Sacristn habla con Dialctica. De la primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristn Luzn. Los Libros de la Catarata, Madrid 2004 (edic. de Francisco Fernndez Buey y Salvador Lpez Arnal), p. 166.[25] No tan singular, por otra parte, esta confusin entre mtodo y dialctica, la propia lgica formal ha sido interpretada de este modo. Sobre este punto, vase la documentada resea de Luis Alonso sobre: R. Gatto, Tra scienza e immaginazione. Le Matematiche presso il Collegio Gesuitico Napoletano (1552-1670), Leo S. Olschki, Florencia, 1994, en Investigacin y ciencia, enero 1997, pp. 91-94[26] S. Jay Gould -La estructura de la teora de la evolucin, op. cit, p. 47- presentaba la siguiente visin hegeliana del cambio en el darwinismo: Al afirmar que la mecnica a pequea escala del cambio moderno poda, por extensin, explicar la evolucin entera, Darwin abri un nuevo campo al estudio emprico. Pero como Hegel y tantos otros estudiosos del cambio han sealado, el progreso en los asuntos humanos (y otros) tiende a ascender espiralmente en ciclos de proposicin (tesis) contrarrestada luego por oposicin (anttesis) y, finalmente, reformulacin que combina los mejores aspectos de ambos competidores (sntesis). [27] No deba colegirse de ello que todas esas metforas tengan el mismo alcance, la misma calidad potica o la misma capacidad de sugerencia. Algunas han sido muy afortunadas poticamente como fuente de inspiracin; otras, como la propia ley de la negacin de la negacin, no lo han sido tanto. En general, en ningn caso pueden satisfacer por s mismas nuestras aspiraciones: la afirmacin aristotlica sobre el alma y las cosas no nos ayuda a explicar por qu y cmo el espritu conoce la realidad, pero esas formas de decir, aparte de su belleza cuando la tienen, al articular conocimiento comn, pueden sugerir investigaciones, estas s, con alcance cognoscitivo. La metfora de que la naturaleza tiene horror al vaco, apuntaba Sacristn, pudo permitir preguntas que dieron pie entre otros resultados a la medicin por Galileo de la presin atmosfrica en un intento de precisar el alcance de ese horror natural. [28] Premio Nobel de fsica por su teora de los quarks, Gell-Mann ha dirigido est investigacin en el Instituto de Santa Fe, institucin que l mismo ayud a fundar en 1984. Se puede argir, intentando delimitar mbitos, que sus consideraciones no son propiamente cientficas sino metacientficas o, incluso, gratuita y arriesgadamente filosficas. Pero entonces habra que reconocer que, ms all de la designacin, esas reflexiones surgen de forma no ajena a la propia actividad investigadora, y no de la actividad de cualquiera: Gell-Mann es ya, sin oposicin conocida, un nombre propio y con maysculas en la historia de la ciencia.[29] Otro ejemplo que apoya la reflexin del descubridor de los quarks. Las sesiones de trabajo sobre El todo y sus partes en homenaje a Bolzano, celebradas en Maretsch Castle entre el 17 y el 19 de junio de 1998, se presentaron sealando que la empresa cientfica estaba conectada al carcter complementario del anlisis y la sntesis: la fsica clsica puede ser vista como un intento de anlisis del mundo en sus partes constituyentes; stas se recomponen para proporcionar, por medio del momento sinttico, cualquier sistema; la jerarqua de estructuras resultante se apoya en estas partes constituyentes. Empero, en opinin de los organizadores, la edad del anlisis puro parece haber llegado a su trmino en la ciencia contempornea. Existen razones matemticas de peso para esta consideracin: los sistemas no lineales tienen propiedades que, en general, no pueden ser expresadas en trminos de descomposicin en partes ltimas no estructuradas ms una serie de conjuntos adecuados de relaciones entre ellas. Ms an, la dialctica de la cantidad y la cualidad -la expresin es tambin de los organizadores- es ms sutil de lo que se haba pensado y es adems necesaria para la explicacin de todo tipo de fenmenos. [30] M. Bunge, Materialismo y ciencia. Ariel, Barcelona 1981 (especialmente, captulo IV: Crtica a la dialctica).[31] Puede aceptarse que en la muy plural tradicin de la dialctica marxista suelen compartirse de forma implcita dos tesis ontolgicas generales: una visin de la realidad que, dado el carcter activo de este punto de vista, implica el extremo opuesto de una concepcin pasiva e inmutable de la existencia, y la negacin de toda concepcin del progreso que lo conciba como simple desarrollo lineal y mecnico, como proceso meramente natural y determinista, aunque sin duda tambin en nombre del marxismo se han cultivado filosofas de la historia que han presentado a sta como inexorable resultante del conflicto entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las encorsetadoras relaciones de produccin existentes, olvidando o subvalorando la intervencin voluntaria de los seres humanos, con sus diversos intereses y sus muy variadas situaciones histricas. Sobre este punto, vase la carta, incorporada a este volumen, que Sacristn dirigi a la profesora Mnica Guitin el 10 de marzo de 1985.[32] Manuel Sacristn, Sobre el lugar de la filosofa en los estudios superiores. Papeles de filosofa. Panfletos y materiales II. Icaria, Barcelona 1984, p. 362. [33] Ramon Valls, en su equilibrado ensayo La dialctica (Montesinos, Barcelona 1981, p. 8), sealaba en esa misma direccin: Al hablar de mtodo dialctico no pensamos tanto en alguna cosa que se mueve por negacin, cuanto en un estilo o modo de pensar las cosas que, o bien procede l mismo mediante negaciones, o bien se acerca a las cosas para comprenderlas valindose de la suposicin que son dialcticas en s mismas.[34] Si, siguiendo a Eagleton (Despus de la teora, Madrid, Debate, 2005, p. 229), pensamos el posmodernismo como una corriente de pensamiento que rechaza las totalidades, los valores universales, las grandes narraciones, los fundamentos slidos de la existencia y la posibilidad de conocimiento objetivo, corriente que, adems, es netamente escptica ante la verdad, la unidad y el progreso, oponindose a lo que entiende que es el elitismo en la cultura, tendiendo hacia el relativismo cultural y a la celebracin de la heterogeneidad y del pluralismo -o la pluralidad de los pluralismos-, el proyecto dialctico de Sacristn, mirado como se quiera mirar, acentuando unos u otros vrtices, no sera de ninguna de las maneras una aspiracin posmoderna[35] Aunque, como l mismo anot, existan disciplinas como la geologa cuya finalidad es el conocimiento de una singularidad tan especial como nuestro propio planeta. Por lo dems, la cosmologa suele definirse como una ciencia fsica que tiene como objeto de estudio el Universo, otra singularidad, entendido como un todo.[36] Vandana Shiva- Los monocultivos de la mente. Fineo editorial, Mxico, 2008- ha argido contra la desaparicin del conocimiento local en la interaccin con el conocimiento occidental dominante que es tambin, en su opinin, un conocimiento local que tiene su base social en una cultura, una clase y un gnero determinado[37] Aunque sin duda tampoco la aspiracin dialctica pondra objecin alguna a una consideracin esencial de Poincar y de tantos otros cientficos-epistemlogos: el cientfico (o el dialctico) no estudia la naturaleza (o determinado sistema social en una fase de su historia) porque ello sea til, sino porque le gusta hacerlo, y ello es as porque esa investigacin es, en s misma, algo hermoso.[38] Entrevista con Antoni Domnech. Acerca de Manuel Sacristn, ob cit, p. 449. Domnech tambin recordaba que a Sacristn le gustaba invocar aquel dicho de Teresa de vila: Tambin entre los pucheros anda el Seor. No le faltaba razn: en sus anotaciones a ensayos de L. Pea o Lpez Medina -Reserva de la BC de la UB, fondo Sacristn- pueden verse varias observaciones de ese tenor[39] Gerald Holton, Ensayos sobre el pensamiento cientfico en la poca de Einstein. Alianza Universidad, Madrid 1982, pp. 19-42.[40] Luciana Castellina, por ejemplo, ha apuntado que vala la pena recordar un aforismo dialctico de Kundera que resuma la historia de su pas: "La primavera checoslovaca muri dos veces: en agosto del '69 y en otoo del '89". Margaret Atwood, por su parte, juega fructferamente con esas formas dialctica de decir: [] Tal vez no todas las cosas en las que creo sean ciertas, aunque alguna debe de serlo. Pero yo creo en todas, creo en las tres versiones de lo que le ocurri a Luke, en las tres al mismo tiempo. Esta manera contradictoria de creer me parece, en este momento, el nico modo que tengo de creer en algo. Sea cual la verdad, estar preparada. Esto tambin es una creencia ma. Esto tambin puede ser falso (El cuento de la criada. Bruguera, Barcelona, 2008, traduccin de Elsa Mateo Blanco, pp. 171-172).[41] Chomsky se ha referido reiteradamente a este tipo de paradojas o desenfoques en la investigacin social. Igualmente, un excelente ejemplo de trabajo inspirado en la bsqueda (indignada) de deshonestidades, ocultamientos y engaos: Peter Singer, El presidente del bien y del mal. Las contradicciones ticas de George W. Bush. Tusquets, Barcelona 2004. Otro ejemplo sangrante de paradoja denunciada -Jos Steinsleger, Luther King: un dream hecho papilla. La Jornada, abril 2008. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=65482: En 1831 y 1859, en sendas rebeliones, los esclavos Nat Turner y John Brown decidieron dejar de serlo. Ambos subieron al patbulo. Pero antes, Brown escupi sobre la justicia legal de los blancos. Y Turner, con una sonrisa, dijo que la principal contradiccin de Estados Unidos es que se proclama tierra de libertad y basa gran parte de su fortuna en la esclavitud del pueblo.[42] Jon Elster, Una introduccin a Karl Marx, op. cit, pp. 37-42.[43] Eagleton ha recordado un dialctico aforismo de Blake: Una misma ley para el len y el buey es opresin (Terry Eagleton, Despus de la teora, op. cit, p. 25).[44] Vanse L. von Bertalanffy, Teora general de los sistemas. FCE, Mxico 1975, y L. von Bertalanffy, W. Ross Ashby y otros, Tendencias en la teora general de sistemas. Alianza, Madrid 1987. Aspectos de la aspiracin dialctica parecen coincidir con formulaciones de la teora: la TGS observa el mundo como un conjunto de fenmenos individuales interrelacionados donde la complejidad adquiere creciente inters. La TGS no concibe los elementos de los sistemas aisladamente. Conceptos, principios y mtodos no dependen de la naturaleza especfica de los fenmenos estudiados sino que son tambin aplicables a otros campos. No slo a saberes cientficos sino a las artes, las humanidades y la ingeniera, de ah la denominacin de teora general. Estas consideraciones han tenido un especial eco en el mbito de las ciencias sociales, aunque no slo. En la gentica existen crticas a la lnea mayoritaria de investigacin que tendran un indudable marchamo dialctico: conocer la secuencia de genes aislados no dice nada decisivo sobre la complejidad de la vida. Su alternativa a la visin reduccionista y genocentrista es conocida con el nombre de todismo: suponiendo que se conociesen las propiedades de cada parte de una totalidad, no con ello se comprendera el todo porque faltara algo, ese algo -ha sealado Scott Gilbert- incluye propiedades especiales que, emergiendo de las partes en interaccin, afectan al conjunto del sistema. [45] En una entrevista con D. Swinburn -"El poder de la lectura digital no tiene parangn en la historia", www.rebelion.org-, preguntado por la situacin de la historiografa francesa y por lo qu haba pasado despus de la Escuela de los Annales y su dispersin, el historiador Roger Chartier responda: Lo ms importante para m es que en los ltimos 30 o 40 aos todas las 'escuelas' historiogrficas, basadas en una tradicin nacional, se fragmentaron: as el marxismo abierto de 'Past and Present', o la tradicin de historia de las ideas italiana fundada por Franco Venturi, o la historia social alemana de inspiracin weberiana, o los 'Annales' franceses. En lugar de estas fuertes identidades metodolgicas y nacionales, se definieron nuevos objetos, nuevas aproximaciones, nuevas colaboraciones entre disciplinas y herencias que estuvieron mucho tiempo separadas [] el campo de trabajo que es el mo existe solamente porque se entrecruzaron en un proyecto de historia de la cultura escrita, las herencias de las disciplinas eruditas (paleografa italiana transformada en una historia de la cultura grfica por Petrucci, bibliografa anglosajona transformada en una sociologa de los textos por D.F. McKenzie); la historia del libro, de la edicin, de los lectores en la manera francesa, y las corrientes de la crtica textual o literaria surgen de: la esttica de la recepcin en Alemania, (H. R. Jauss), crtica filolgica en Espaa (Francisco Rico), new historicism en los Estados Unidos (Stephen Greenblatt). Pienso que para cada forma de historia (historia de las ciudades, nueva historia social, demogrfica histrica, etc.) la situacin es idntica.[46] D. H. Meadows, D. L Meadows, J. Randers , W. W. Behrens, Los lmites del crecimiento. FCE, Mxico 1972, pp. 26-27. Francisco Fernndez Buey ha destacado esta coincidencia de enfoques. Para ejemplos recientes de esta perspectiva interdisciplinar: Franz J. Broswimmer, Ecocidio. Breve historia de la extincin en masa de las especies. Laetoli, Pamplona, 2005; y Jorge Riechmann, Biommesis, Los libros de la Catarata, Madrid, 2006. [47] Otto Neurath, miembro del Crculo y destacado ejemplo de positivista socialista, se preguntaba si no sera preferible tratar todos los enunciados y la totalidad de las ciencias como coordinados entre s, y abandonar de una vez por todas la jerarqua tradicional -ciencias fsicas, biolgicas, sociales y tipos similares- de piramidismo cientfico. Ni siquiera, apuntaba, deberamos considerar la mecnica como ciencia no biolgica, sino que, optando por una mayor cautela, deberamos decir que los enunciados de la mecnica tratan del mismo modo de la cada de los gatos que de la cada de las piedras (Debo esta referencia a scar Carpintero). El traductor de Quine estaba tambin en este nudo en muy buena compaa[48] Para una aproximacin al uso de esta nocin por Sacristn, Jorge Vital de Brito Moreira: Ciencia, concepcin del mundo y programa en el marxismo. Tesis de maestra en Sociologa, abril de 1985. Facultad de ciencias polticas y sociales, UNAM (Departamento de Sociologa).[49] Sin embargo, ms de 120 millones de estadounidenses creen literalmente que Dios cre a Adn del barro hace unos 10.000 aos e hizo a Eva de su costilla. Vase entrevista con Daniel Dennett, Religin y evolucin. Der Spiegel, 26/12/2005, www.sinpermiso.info. Igualmente D. Dennett, El fraude del diseo inteligente, New York Times, 29-8-2005; trad. de Mara Julia Bertomeu, www.sinpermiso.info.[50] Althusser discuti el tema en Curso de filosofa para cientficos. Editorial Laia, Barcelona 1975. Ms recientemente lo hizo tambin el malogrado S. Jay Gould, La estructura de la teora de la evolucin, op. cit, pp. 57-71 y 1001-1053. Por el mismo sendero de preocupaciones, Levins y Lewontin han sealado: La ecologa tiene que abordar los problemas de la interdependencia y la autonoma relativa, de la semejanza y la diferencia, de lo general y lo particular, del azar y la necesidad, del equilibrio y el cambio, de la continuidad y la discontinuidad, y de los procesos contradictorios. Tiene que tener una conciencia cada vez mayor de su propia filosofa, y de que esa filosofa slo ser eficaz en la medida en que llegue a ser no slo materialista, sino tambin dialctica (Cita tomada de John Bellamy Foster, La ecologa de Marx, El Viejo Topo, Barcelona, 2004, p. 39).[51] Manuel Sacristn, Sobre el uso de las nociones de razn e irracionalismo por G. Lukcs. Sobre Marx y marxismo. Panfletos y materiales I, ob cit, p. 51.[52] En Elogio del trabajo manual", un texto ledo en la ceremonia de entrega del Premio Internacional Nonino (febrero de 1986), Claude Levi-Strauss sealaba: [] Subsiste an hoy una complicidad entre esa visin de las cosas y la sensibilidad del campesino y el artesano tradicionales. Estos, efectivamente, por seguir manteniendo un contacto directo con la naturaleza y con la materia, saben que no tienen derecho a violentarlas, sino que deben trat