Cuentos para no dormir
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Cuentos para no dormir
Índice
“Cuadros” de Ruth Porras y Júlia Puertas ...................................................................................... 1
“Cuento” de Álex Márquez .............................................................................................................. 2
“El traje del Payaso” de Marc Morales ........................................................................................... 4
“Historia de terror” de Alberto Caamaño y Marc Muñoz ................................................................. 5
“Horror creepp” de Joel Sánchez ................................................................................................... 6
“Kill me, maybe” de Marina Martínez y Txell Porteros .................................................................... 8
“La Casa abandonada” de Juan Cano ......................................................................................... 10
“LA NIÑA DE LAS SOMBRAS” de Eric Rangel ............................................................................ 11
“NO SIEMPRE LA VIDA ES PERFECTA” de María Aguilar, Abril Cots e Irina Genovés ............. 13
“Viaje a TRANZIT” de David Gallel y Neil Servan ..................................................................... 16
Ilustración de la portada realizada por:
Sergi Ventura
CUENTOS PARA NO DORMIR 1
“Cuadros” de Ruth Porras y Júlia Puertas Había una vez tres niñas llamadas Careen, Saray y María, que estaban estudiando. Eran unas de las más
estudiantes, y siempre sacaban muy buenas notas. Un día un profesor se enfadó con toda la clase y les dijo:
“para mañana os tenéis que aprender todos los cuadros”. Pero no eran cuadros de paisajes, sino cuadros de
caras terroríficas.
Entonces las tres niñas quedaron para estudiarse los cuarenta cuadros con sus diez características cada
uno. Quedaron a las 18:30 horas en la puerta del colegio. Cuando llegaron, los profesores no estaban, solo
estaba el empleado de la limpieza. Entraron y fueron a la sala de los cuadros. Nada más llegar la sala estaba
oscura, ya que era invierno. Estaba oscura y las ventanas eran pequeñas y estaban en lo alto la pared.
Fueron a encender la luz, y no se encendió como habitualmente, sino que empezó a parpadear y luego se
encendió. Comenzaron a estudiar y ya se sabían los diez primeros cuadros y sus características. El
siguiente cuadro era una obra que había pintado uno de los profesores del colegio. En ella se reflejaba la
cara de él, pero terroríficamente. Cuando empezaron a mencionar sus características se empezaron a
escuchar ruidos extraños, y su voz, de fondo. Siguieron estudiando los otros cuadros, porque no conseguían
memorizar las características.
A las 20:26 horas ya se sabían todas las características menos las del cuadro número trece, que era ese
cuadro, sí, ese cuadro que había hecho el señor profesor.
De repente la luz se apagó, y al encenderse, una sombra apareció detrás de la puerta, y empezaron a salir
las personas de los cuadros. Las niñas se asustaron muchísimo, y cuando fueron abrir la puerta…. ¡La puerta
no se abría! Pero de golpe se abrió y el profesor les dijo que no pasaba nada, que sólo era una broma. Pero
las niñas salieron corriendo muy asustadas. Llegaron a su casa y explicaron lo que había pasado. Los padres
no se lo creían. Al día siguiente, cuando los profesores llegaron al colegio, las luces no funcionaban, y todo
lo que pasaba eran cosas malas.
Las tres niñas estaban dentro de los cuadros. El profesor, al ver que mucha gente preguntaba por las niñas,
se marchó, porque él coleccionaba a todos los niños aplicados dentro de la gran sala de cuadros. Al cabo de
tres años el profesor se murió, y empezó a salir mucha sangre de los cuadros. La sangre de los niños.
CUENTOS PARA NO DORMIR 2
“Cuento” de Álex Márquez El ruido de la lluvia despertó a Selarom. Eran la once de la mañana. Era el segundo día de las vacaciones de
Semana Santa, que había coincidido con su cumpleaños. Sí, despertarse a las once en vacaciones de
Semana Santa no es nada especial, a menos que te hayas olvidado de que a las ocho de la mañana tenías
que haber salido con tus compañeros hacia el campus deportivo. Si se hubiera cronometrado el tiempo que
tardó Selarom en vestirse, ponerse los zapatos y coger la ropa, hubiera entrado en el récord Guiness. El
padre de Selarom salió prácticamente en pijama, con el pelo alborotado, los ojos adormilados, y subió al
coche junto a él y se dirigieron hacia el campus, un lugar apartado, muy solitario, en una de las dos
montañas más altas de la región. Otro récord Guiness hubiera sido el tiempo que tardó el Padre de Selarom
en desaparecer del lugar.
A pesar de la lluvia, el aspecto del edificio presagiaba una diversión y una estancia agradable. Varias veces
había llamado mediante el timbre que había junto a la puerta principal, sin obtener respuesta alguna.
Pensó que la gente no había dejado totalmente cerrada la puerta y optó por entrar. La sala en la que se
encontraba tenía unos cincuenta metros cuadrados, apenas estaba iluminada, ya que los postigos de las
ventanas estaban cerrados, aunque entraban algunos rayos de luz. El tremendo frío le llevó a seguir
buscando a sus compañeros y monitores. Tras pasar por varias estancias llegó a la habitación donde se
encontraban una serie de literas para los niños. Pero algo le extrañó.
Su nombre era el único que estaba tachado en un papel que había allí colgado. No tuvo tiempo apenas
pensar en ello cuando sintió una voz, una especia de susurro que no pudo entender. Pareció salir de los
conductos de ventilación. Apenas unos segundos después se volvió a oír, esta vez con más claridad y decía:
“Presta atención, Selarom” e hizo una pausa. Un escalofrío le recorrió todo el cuerpo y tuvo más miedo que
el que sentía los minutos anteriores de hacer los exámenes de catalán. Tras una pausa que pareció eterna y
en la que permaneció inmóvil, volvió a sonar la voz ronca y grave, que esta vez dijo: "A partir de ahora
tendrás quince minutos para encontrar un escondite de la casa, pero piensa que nos conocemos hasta el
último rincón del edificio." El terror que sintió Selarom no le impidió iniciar una carrera hacia la puerta por
la que había entrado minutos antes. Mientras corría podía oír cómo la cuenta atrás avanzaba:
“900...,899....,898...”
Llegó hasta la puerta en el que pareció un recorrido interminable sin saber con cuántos objetos habían
tropezado. Cuando intentó fallidamente abrir la puerta, la voz decía "…805…".
Las manos estaban tan sudadas que no acertaba al abrir el pomo de la puerta, así que utilizó la técnica de la
rana batracia para expulsar el sudor y la humedad que le había explicado su profesor de ciencias naturales.
Evidentemente no tuvo éxito, porque no era una rana. Las lágrimas le resbalaban por las mejillas cuando
entendió que aquella puerta estaba cerrada con llave. Mientras tanto...la voz susurraba "…766…"
Casi sin capacidad para pensar buscó con la mirada a través de la penumbra un lugar donde esconderse. De
repente observó unas escaleras circulares y amplias, como la de los grandes palacios, que se alzaba frente a
él. No dudó ni un instante en dirigirse hacia ella y subir saltando de tres en tres los altos peldaños y,
curiosamente se topó con la cocina del edificio, donde otra visión terrible le aceleró el corazón alterado.
Sobre los largos mármoles se hallaban no menos de una veintena de cuchillos de carnicero de la marca
Bowie. Cada uno de esos cuchillos podía valer hasta tres mil dólares. Eran tan afilados que podrían cortar
diamantes y todos ellos estaban manchados de sangre.
CUENTOS PARA NO DORMIR 3
Con manos temblorosas, corazón acelerado y el cuerpo bañado de sudor, encontró un mueble bajo vacío y
con las puertas medio abiertas. Mentalmente comparó su masa corporal con el volumen del interior del
armario y cerró las puertas suavemente, con los ojos más abiertos que cuando se ponía gotas y observó a
través de las ranuras de las puertas.
Y la voz cantaba “…326”... Intentaba ahogar los sollozos para no ser oído mientras los recuerdos de Juana,
su hermana, su padre y su madre, de los cuales no había podido despedirse, pasaban por su cabeza. Y la
voz seguía cantando con alegría “…300…” Un estremecimiento recorrió su cuerpo. La voz susurraba cada
vez más cerca. Avanzaba lenta pero imparable. “Quiero despertarme”, repetía Selarom una y otra vez.
Pensaba para sí mismo como si, inmerso en un sueño, no se encontrara allí. Cada número que llegaba a sus
oídos presagiaba el final. Y la voz contaba:”…160…”, cuando le pareció vislumbrar una pequeña luz que
procedía de las escaleras. La voz continuaba”…125…” y la luz se hacía más intensa al compás que la
cercanía de la voz. Cuando oyó el número “…14…” observó unas sombras que se asomaban tras la luz, que
cada vez era más intensa. Parecía una carrera de fantasmas. Era evidente que le habían descubierto.
Cuando la luz estaba cerca de él perdió la visión de la estancia, el reflejo lo cegaba. El corazón le latía a un
ritmo muy superior al de un niño de su edad. Cuando oyó el número “1” a la taquicardia le acompañó un
fuerte dolor de pecho y posteriormente una paz indescriptible.
Ya no podría ver cómo el mismo momento en que la voz pronunciaba el cero se abrían las puertas y
aparecía el pastel con unas velas que simbolizaban el número 14. Tampoco podría oír ni a sus compañeros
ni a sus monitores cantarle el cumpleaños feliz.
Así es cómo Selarom acabó el relato de terror que había preparado para el concurso de la escuela.
CUENTOS PARA NO DORMIR 4
“El traje del Payaso” de Marc Morales Un par de actores de teatro llevaron a su pequeño hijo, de no más de siete años, a uno de sus ensayos. Se
quedó en el cuarto del vestuario, a cargo de una colaboradora. Ahí encontró espadas, muros falsos, y en un
apartado rincón… en un viejo baúl, había un payaso un poco más alto que él, con un traje lleno de topos de
colores y peluca naranja. El chico adoraba a los payasos, pero lo que más deseaba algún día era poder ser
uno de ellos, así que la muchacha no vio inconveniente alguno en desvestir al muñeco y prestarle las ropas
al chiquillo para que las llevara a casa y se divirtiera un poco.
Por más que el chiquillo insistía en dormir con el traje de payaso puesto, su madre lo impidió, y lo dejó en la
habitación, colgado en una percha para que pudiera verlo desde cada rincón. A mitad de la noche, un ruido
en la ventana lo hizo despertar. Cuando abrió los ojos, la percha estaba moviéndose, y el traje había
desaparecido. Molesto, pensando que su madre lo había cogido, se levantó deprisa de la cama… y en un
segundo saltó a ella de nuevo. Había pisado algo que hacía ruido. Asomó su cabeza lentamente, hacia
abajo, y era un pequeño juguete de aire. Bajó de nuevo de la cama para tomarlo, y una mano de trapo
agarró su pierna y lo tiró al suelo. En un instante, el payaso del baúl estaba sobre él, con una expresión endemoniada en el rostro. Rasgando todas sus ropas repetía de forma siniestra: “Para que sientas el mismo
frío que sentí yo…”, hasta dejar al niño desnudo. Pero con tanto ruido y gritos, los padres llegaron a la
habitación para ver qué estaba pasando. Sólo pudieron ver una indefinida silueta deslizarse rápidamente
debajo de la cama, y después no pudieron encontrar nada.
El pequeño desde entonces… odia los trajes de payaso… y por supuesto… a los payasos. Les tiene un
inmenso temor.
CUENTOS PARA NO DORMIR 5
“Historia de terror” de Alberto Caamaño y Marc Muñoz Érase una vez, una aldea perdida en lo más alto del Kilimanjaro. Hubo un tornado mastodóntico, que arrasó
con todas las casas y las envió hasta la otra punta de la región. No hubo supervivientes. Una investigadora,
Emily Hudson, fue a ver el extraño suceso. Cuando llegó al norte del continente, vio unas ruinas mohosas.
Era extraño, ya que ese país era muy seco, y el moho escaseaba. Entonces, Emily fue a buscar restos de la
aldea arrasada. En ese momento, encontró una pierna que sobresalía del suelo. La agarró, y en el acto una
mano demoníaca oprimió la pierna de Emily y se la llevó al subsuelo. Allí, se encontró rodeada de muertos
vivientes. Un prominente monstruo color carmesí apareció con un tridente.
Eso le aportó argumentos para hacerla dudar de por qué molestaba a los No‐Muertos. Emily, temblando,
intentó argumentar con el demonio. Dijo que ése era su trabajo, y que vivía de ello. El demonio protestó
gritando y alegando que a los muertos no se les debería despertar. Por ello, tendría que convivir con los
inframuertos durante cuatrocientos años.
Emily quedó aterrada y no supo reaccionar. Una masa increíble de zombies la acorraló y empezó a
despedazarle los miembros. Chillidos y gritos se extendieron por el inframundo. El demonio inspiró su alma
y la lanzó al fuego, donde ardió durante años y años, para luego, convertirse en el nuevo demonio.
CUENTOS PARA NO DORMIR 6
“Horror creepp” de Joel Sánchez
En la bella ciudad de Manhattan, un camión se estrelló contra un árbol. Se lo llevó por completo junto al parachoques, clavándose una rama en la nuez del conductor.
Él se lo merecía, pero fue un problema bastante grande, porque después de tanto sufrimiento el hombre sobrevivió. Pero no se dieron cuenta de por qué se había recuperado. Tiempo atrás él había tenido problemas de respiración y problemas de piel por culpa del cáncer que tenía. El cáncer era desconocido y por eso era extraño. Esta es la razón de que hubiera cometido un asesinato. Matar al vicepresidente de su club de tenis, ya que le tenía mucha envidia. Cuando se recuperó de lo que se podía llamar algo parecido a un infarto, extrañamente no tenía ni sus partes bajas ni su nuez, se le caía la piel más rápida e inesperadamente de lo normal, llegando así a verse algunos huesos de su cuerpo, y sus huesos eran muy frágiles, de manera que se rompían como el cristal. Todo este proceso duró incluso tres semanas, porque también sufría un proceso de putrefacción. Los médicos no se dieron cuenta porque se emocionaron al ver que una persona había revivido, ya que hacía mucho tiempo que no revivían ningún cuerpo, y por eso fue incontrolable la situación de pánico, horror y terror que producía. Poco a poco, veía que no podía comer todo lo que antes podía comer y entonces empezó a buscar opciones. Hasta que descubrió que lo único que podía comer eran cosas vivas. Pero él sabía que no podía comerse a la gente, ya que haría que cundiese el pánico. Entonces fue cuando empezó a cazar animales que se encontraba en el bosque. Pero un día se comió un jabalí que tenía la rabia y fue cuando se la transmitió y descontroladamente se fue comiendo a personas tristes, y sobre todo solas, para que no le viesen. Así sucesivamente hasta que se dieron cuenta de que la gente desaparecía cada vez más y más a menudo. Incluso llegó a comerse a su mujer, la mujer que tenía antes de tener ese doloroso accidente. La mujer había tenido un hijo pocos días después del accidente y fue extraño, porque nació unas trece semanas antes de lo que en un principio tendría que haber nacido, y el pobre niño sufrió deformaciones, y pérdidas de la vista y del habla. No se comunicaba con nadie porque él también tenía el mismo cáncer, pero lo más raro de esa situación es que no tuvo que pasar todas las cosas que le pasaron, y además crecía muy rápido, hasta que descubrió que se alimentaba de una cosa que contenían lo que estaba en movimiento y sin ella se volverían putrefactos como él y así sucesivamente, creando generaciones y generaciones de una especie que los científicos llamaron “creepp”, que después la gente empezó a llamar…
“¡Que vienen! ¡Que vienen!”
Fue así como descubrieron que la única manera de matar a los creepps era con la plata y el bronce, su mezcla les generaba una especie de ácido. Y nosotros ya podíamos ver a la gente pidiendo lo necesario para metérselo en el interior del creepp para que el efecto fuese más veloz.
CUENTOS PARA NO DORMIR 7
De Marina Martínez y
Txell Porteros
CUENTOS PARA NO DORMIR 8
“Kill me, maybe” de Marina Martínez y Txell Porteros Me desperté en el bosque solo y cubierto de sangre. No recordaba lo que había pasado la noche anterior,
sólo recordaba que había mirado hacia la luna y que después todo estaba oscuro. Salí corriendo hacia mi
casa, y me di cuenta de que estaba desnudo. Cuando llegué a casa subí a mi habitación, entré en el baño y
me miré en el espejo. No podía creer lo que veía. Tenía todo el cuerpo cubierto de sangre y de cicatrices.
Me duché y me vestí. Hice ver como si nada hubiera ocurrido, fui a la cocina y desayuné. Cuando puse las
noticias, lo primero que escuché fue la noticia de última hora: esa noche habían desaparecido muchas
personas del pueblo y de los alrededores.
Como hacía un calor insoportable, me metí en la piscina. Cuando llevaba un rato bañándome, me sentí
observado. Al levantar la vista, vi que había una chica instalándose en la casa de al lado y que me estaba
mirando. Salí de la piscina con la intención de conocer a mi nueva vecina. Una chica me abrió la puerta.
‐ Hola. – saludé‐ Soy Seth, tu vecino.
‐ Vanessa, pero mis amigos me llaman Nessa.
Nessa era una chica de mi edad, de unos diecisiete o dieciocho años. Tenía el pelo oscuro, ojos azules y tez
blanca. Era todo lo contrario a mí, ya que mis ojos eran marrones, mi piel era oscura y mi pelo claro. La
invité a dar una vuelta, ya que en este pueblo vivía poca gente y no había muchos jóvenes con los que
pudiera hacer amistad. Resultó que Nessa y yo teníamos muchas cosas en común. Al atardecer cada uno se
fue a su casa. Esa noche no pude hacer más que pensar en ella. Ni siquiera me acordé de lo que había
sucedido la noche anterior.
Pasó el tiempo y la policía seguía investigando las desapariciones. Me di cuenta de que cada mes me
despertaba en el bosque cubierto de sangre. Más tarde, la misma mañana que me despertaba en el
bosque, en la televisión anunciaban nuevas desapariciones. Decidí no pensar en eso y disimular que todo
estaba bien. Pero eso era fácil, ya que no me podía sacar de la cabeza a Nessa. En este tiempo habíamos
empezado a salir juntos y en eso era en lo que me centraba.
Un día fui al bosque. Iba caminando cuando me encontré a un hombre muy extraño. Llevaba muchos
amuletos y signos extraños por todo el cuerpo. Me di cuenta de que estaba en el claro donde me solía
despertar esas mañanas tan extrañas. El hombre se me acercó y me miró fijamente a los ojos.
‐ Tú eres el hijo de la luna…‐ empezó a decir.
Decidí que lo mejor era marcharme, pero no pude dar un paso, ya que cuando iba a irme el hombre me
cogió del brazo y me lo explicó todo:
“Cada luna llena, tu parte animal saldrá de tu interior transformándote en lobo. Atacarás a tus amigos y a
tus enemigos, sin consciencia. Cuando la luna haya pasado, tu parte humana volverá, pero tú no te
acordarás de nada. Sólo la elegida lo evitará.”
Después de decir eso se fue. Yo estaba en estado de choque. Lo que había dicho explicaba muchas cosas,
por no decir todo. Volví a casa pensando en todo lo que me había dicho ese hombre. Desde entonces me
encerré en mi mundo. Por lo que sabía, había matado a muchísimas personas. Nessa me proponía muchas
veces quedar o salir, pero yo me negaba. No podía ni imaginarme qué haría si algún día le hacía daño, por
eso decidí alejarme de ella.
CUENTOS PARA NO DORMIR 9
Una noche de luna llena, hice mi ruta habitual hacia el bosque. Tenía la sensación de que me estaban
siguiendo. Miré a la luna y un fuego interno se apoderó de mí, mi parte animal. Lo último que recordé era la
cara de Nessa y mi pregunta: “¿Qué hace ella aquí?”. Pero no me dio tiempo a averiguarlo, porque ya me
había transformado.
CUENTOS PARA NO DORMIR 10
“La Casa abandonada” de Juan Cano Ese día fue extraño. Teníamos que hacer un trabajo sobre una noticia que nos pareciese curiosa y sólo tuve
que encender el televisor a esa hora y poner ese canal para encontrarla. La verdad es que esa noticia era
curiosa, pero si hubiera sabido que me iba a pasar eso, no hubiera ni encendido el televisor, pero lo hice. La
noticia hablaba de una casa abandonada de Olesa de Montserrat. Sí, donde yo vivo y eso me preocupó.
Pero a la vez pensé que sería interesante. Decían que se habían escuchado unas voces que se oían muy
fuerte, y un equipo de Antena 3 había ido a investigar, y no había encontrado ninguna explicación científica
para esto.
Yo conocía la casa, así que lo que hice fue ir allí, para hacer unas fotos y
así tener un trabajo perfecto, pero justo cuando me iba a marchar,
empezó a escucharse ese famoso sonido. Era muy agudo y empezó a
hablar en un idioma extraño, quizás latín. Cualquier persona normal se
hubiera ido corriendo, pero yo empecé a grabar con el móvil y lo que se
me pasó por la cabeza es que podía ir a donde procedía ese sonido, así
que no me lo pensé dos veces y salté la valla. Al principio estaba
asustado, pero después me empecé a emocionar. ¡Iba a encontrar algo
inexplicable! El sonido cada vez era más fuerte hasta que abrí una puerta
y… ¡Había un radiocasete! Me quedé con cara de tonto, aunque si lo
pensáis, esto sería demasiado falso, los de la televisión no son tan
tontos, así que me empecé a preocupar. Estaba claro que esto lo habían
hecho ellos, pero ¿para qué? No lo pensé, pero escuché un ruido, así que
me escondí en un armario, muy asustado.
Escuché una voz que había escuchado antes. Era el alcalde, y lo que hizo fue apagar el sonido, y luego vino
otra persona. Empezaron a hablar y yo me enteré de todo, y por suerte seguía grabando. Lo que paso
básicamente, es que estaban construyendo un hotel, y lo que había hecho el alcalde era decirle a Antena 3
que pusieran esa noticia, así el pueblo se haría famoso. Todo parecía real pero, de repente, se volvió a
escuchar el sonido y esta vez no había nada encendido. Ellos, asustados, salieron corriendo y yo,
aterrorizado, me esperé a que salieran. Justo después salí corriendo, y la puerta no se abría y me empecé a
poner nervioso. Y eso es lo único que recuerdo. Me desperté en el hospital, sin el móvil. Desde ese día no
puedo dormir tranquilo.
CUENTOS PARA NO DORMIR 11
“LA NIÑA DE LAS SOMBRAS” de Eric Rangel
15 de marzo de 2011
Me llamo Elisenda, tengo trece años y acabo de perder a mis padres. La policía no me ha explicado nada y
me siento sola.
De momento, estoy con mis abuelos maternos, pero no pueden cuidarme porque están enfermos.
20 de marzo de 2011
Hoy ha llegado una carta, no la he podido ver, pero cuando la han visto mis abuelos se han puesto a llorar.
Es algo grave. Creo que me tengo que ir, pero yo no quiero irme y perder a lo único que queda de mi
familia. Mi hermano falleció cuando yo solo tenía tres años y sus recuerdos han desaparecido de mi
memoria.
22 de marzo de 2011
Este es mi último escrito entre las cuatro paredes de casa de mis queridos abuelos. Me llevan a casa de una
señora que no tiene hijos, tiene cincuenta y cinco años y se llama Josefa. Me han dicho que tiene un
perrito que se llama “Nelly” y como a mí me encantan los perros estaré entretenida.
25 de marzo de 2011
Este lugar es como un castillo del terror. Me recuerda a las películas que veíamos en casa con mis padres.
Comiendo nuestras palomitas y escondiéndonos debajo de la manta de franela.
Josefa parece una bruja y, aunque es simpática conmigo, es muy extraña, habla sola y se ríe como una loca.
28 de marzo de 2011
Investigando por estos pasillos inmensos he encontrado unos pasadizos secretos detrás de unos cuadros de
gente que da mucho miedo, parecen personas atrapadas. Todavía no he entrado porque me da miedo,
pero tengo pensado ir esta noche, cuando esa bruja se quede dormida viendo programas de abuelas.
29 de marzo por la mañana.
Ayer por la noche entré en uno de los muchos pasillos que hay por la casa. Allí descubrí que había una niña,
pero cuando le vi la cara puede descubrir algo extrañísimo. Tuve tanto miedo que empecé a correr y no
paré hasta que no llegué a mi habitación.
Hoy Josefa no me ha dicho nada; debía de estar dormida, como siempre.
A todas horas pienso en qué era realmente lo que vi. Era una niña, era un espíritu… realmente yo creo que
era una niña fantasma, pero lo más raro que vi fue su cara. Era igual que la mía.
6 de abril de 2011
Días después me acerqué al pasillo donde había visto a la niña. No había nada. Pero cuando me giré vi a
Josefa con un cuchillo. Tenía los ojos en blanco y el camisón lleno de sangre y roto, como si un gato se
CUENTOS PARA NO DORMIR 12
hubiera peleado con ella. Yo, asustada, me dirigí a la puerta principal, pero estaba cerrada. No podía ser
verdad. En ese instante una sombra me pasó por delante. Josefa, con un cuchillo de carnicero, me atravesó
el pecho.
Desde ese momento me escondí en el pasillo, ya no era una simple chica, sino que era una especie de
fantasma. Ahora ya entendía todo. La niña fantasma era yo.
CUENTOS PARA NO DORMIR 13
“NO SIEMPRE LA VIDA ES PERFECTA” de María Aguilar, Abril Cots e Irina Genovés Mi nombre es Álex. Ahora mismo tengo treinta y dos años, y vivo en el centro de Manchester con mi
pareja, Abril, una modelo británica de veintinueve años de edad. Todavía recuerdo aquel horripilante día
del accidente de mi ex novia. Fue todo tan rápido y extraño a la vez…Es una cosa inolvidable…
Vivíamos en un pequeño pueblo a las afueras de Manchester, en Inglaterra. Ya llevábamos un año viviendo
allí y teníamos apenas dieciocho años cuando empezamos a salir. Estábamos a punto de casarnos y a la vez
pensábamos en tener un hijo fruto de nuestro amor. Ella se llamaba Helena y era de una belleza enorme.
Sus ojos eran miel, y su rostro aparentaba mucha tranquilidad. Los dos éramos unos fanáticos del fútbol y
sobre todo del Manchester.
Era sábado por la tarde y los dos decidimos ir a ver un partido del Manchester United contra el F.C.
Barcelona, ya que era un partido de mucha tensión siempre. Una vez allí fuimos a comprar palomitas de
maíz. El partido acabó con un 2 a 3 a favor del Manchester United. Lo pasamos fenomenal, y cuando menos
nos lo esperábamos, en la vuelta a casa… Tuvimos un gravísimo accidente. Un camión nos golpeó por
detrás y, de la velocidad que llevaba, saltamos por encima de una moto. Fue tan grande el impacto, que los
dos nos quedamos inconscientes durante un rato. Al despertarme vi que estaba en el hospital, enchufado a
un montón de trastos. Entonces llegaron mis familiares, entre ellos mi hermana menor, de veintiún años.
Era mi única hermana, le tenía mucho cariño, de hecho no teníamos secretos entre nosotros. Su nombre
era Irina…Entonces reaccioné ¿Y Helena? No había venido a visitarme, no sabía qué pasaba...Asustado por
ella empecé a desconectarme todos los cables que me rodeaban y salí corriendo de la habitación, como
nunca jamás había corrido, en busca de una enfermera que pudiera ayudarme a encontrar a mi futura
mujer, Helena. Cuando por fin encontré a una enfermera le pregunte eufórico:”¿Dónde está Helena, mi
mujer, la que venía conmigo en el coche?” Ella me dijo, muy impresionada: ”Señor, ¿de qué me está
hablando usted? Por favor, vuelva a su habitación, que ahora pasará su doctor o doctora.” Entonces la
enfermera me cogió por el brazo y me acompañó a mi habitación. Yo insistía en ir en busca de Helena, pero
ella me intentaba convencer de que no existía ninguna Helena que fuera conmigo ese mismo día del
accidente.
Al llegar a mi habitación, sólo estaba mi hermana Irina, allí sentada en una silla, nerviosa por no saber
dónde me habría metido yo. En cuanto entré me abrazó tan fuerte que pude sentir su corazón. Irina era la
única que se había quedado allí, esperándome. Estuvimos bastante rato hablando, hasta que vino el doctor
y me pudo dar el alta. Dijo que no tenía ninguna herida grave, y que en poco tiempo me recuperaría.
Cuando el doctor estaba a punto de cruzar la puerta que separaba mi habitación del edificio, lo cogí con
fuerza por el brazo y le pregunté por Helena, otra vez. Él me dijo con cara extraña que no conocía a ninguna
Helena que estuviera conmigo en el accidente. Cuando mi hermana vio que no paraba de insistir en Helena
me cogió por el brazo y le pidió disculpas al médico, diciendo que era una exnovia que había muerto y que
yo no podía olvidar. El doctor, al verme tan obsesionado por esa supuesta exnovia mía, me dijo que
necesitaba ir a ver a un psicólogo. Yo insistía en que no necesitaba ayuda de ningún especialista, ni nada
parecido, porque estaba seguro de que ella estaba presente y de que si no me había venido a ver le tenía
que haber pasado algo muy grave. Al final accedí a ir a ver a ese supuesto psicólogo. Se llamaba María, era
una joven de unos veintiséis años, muy atractiva. Llevaba unas gafas negras, su pelo era larguísimo y negro
como el carbón. Empezamos la sesión. Muy amablemente, ella intentaba que me abriera y le explicara más
sobre Helena, y le contara cómo la había conocido.
CUENTOS PARA NO DORMIR 14
Al cabo de tres semanas de sesiones diarias con mi psicóloga, María, pasamos a la siguiente fase. Ella
empezó a hablarme sobre su opinión de Helena. Decía que por la manera en que yo la describía, esa mujer
no existía, que era fruto de mi imaginación, ya que era la chica ideal para mí. Yo no quería que otra persona
siguiera insistiéndome, así que me marché de la consulta rápidamente sin decirle nada a María.
Cuando llegué a casa me encerré en mi habitación, sin ganas de ver a nadie y llorando como un
desconsolado, a causa de que nadie me creía, ni veía a Helena, mi futura mujer. A la mañana siguiente me
desperté y fui a mirar por la ventana. El sol sonreía con mucha felicidad sobre el césped verde de mi jardín.
Yo seguía con mi depresión y no podía dejar de pensar en Helena…Estaba solo en aquella casa comprada
por los dos. No aguantaba más la tensión que me producía el hecho de que nadie me creyera ni viera a
Helena. Me encerré en el baño, con el fin de morir, ya que como todo el mundo decía, solo Helena me veía,
escuchaba y amaba… Dentro del baño cogí el primer bote de pastillas, que encontré en el armario y me las
empecé a tragar a una velocidad record. No necesité agua para tragármelas, solos yo y mis llantos en el
baño, preguntándome donde estaría Helena.
Después de eso solamente recuerdo volver a verme en ese hospital, oscuro y lleno de malos recuerdos,
enchufado a muchas más maquinas que la otra vez. Pero esta vez estaba allí María, con cara asustada y fue
la que me explicó exactamente lo que había pasado.
Según ella, vino a visitarme a mi casa para ver qué me había pasado la última vez que me marché de la
consulta. Por suerte tenía el teléfono de mi hermana y le comunicó que no abría la puerta. Entonces ella y
mi hermana entraron. Seguidamente, después de llamarme a gritos varias veces seguidas sin ninguna
respuesta, subieron al piso de arriba y vieron una puerta entrecerrada. Mi hermana entró primero y me vio
allí tirado. Me explicó que se había puesto a llorar desesperadamente y gritando a María que empezara a
telefonear a una ambulancia. Las dos, muy preocupadas, pensaban que mi último aliento ya estaba
exhalado…
Yo estaba en la U.V.I diariamente controlado y alimentado a la vez por un tubo muy extraño que tenía
ganas de arrancarme. Me habían hecho un lavado de estómago, en el cual no me pudieron sacar todas las
pastillas tragadas por mí expresamente, por ese motivo me tuve que pasar una semana allí encerrado. Tuve
suerte de que cada día, sobre las cuatro de la tarde, venía todo el mundo a visitarme, en especial Helena.
Siempre estuvo allí. Mucha gente decía que yo hablaba solo durante un período de tiempo, pero no, ella
estaba allí conmigo. Ella venía diariamente, incluso cuando estaba en la planta de los que tenían problemas
psicológicos. A esa planta venía María, la psicóloga de todo el hospital a hablar con los pacientes situados
en esa planta. ¿Por qué me trataban como a un loco? ¿Por qué decían que Helena no existía? Todavía hoy
en día me hago esas preguntas y lloro cuando la recuerdo.
Un buen día, después de la visita de María, que era cuando normalmente solía acudir Helena, ella no vino.
Estaba muy asustado, no me había avisado de que ese día no acudiría. A lo mejor le había surgido alguna
cosa importante. Pasaron las semanas y Helena seguía sin aparecer. Cada noche mis llantos y
lamentaciones volvían. Una tarde de otoño, vino el doctor con el fin de darme el alta, de golpe. Me
encontró tirado en el suelo, rodeado de pañuelos. El suelo y toda mi ropa estaban empapados de lágrimas.
Antes de decirme nada decidió llamar a María, para que pudiera entenderme mejor. Cuando llegó María,
me propuso jugar a un juego. Ella sabía que no era el mejor momento, pero me insistió tanto…Me explicó
que a ella, cuando estaba triste, le encantaba jugar. Se llamaba “¿Dónde me gustaría estar?”. Me dijo que
para jugar a ese juego había dos normas, desear con quién y dónde te gustaría estar a cambio de ese
momento que pasaba en la realidad. Yo pensé en mi casa, con Helena. En ese juego al que jugamos noté
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como si esa Helena que me imaginaba intentara decirme algo de la Helena de verdad. Al final descubrí ese
mensaje que me costó tanto descifrar… ¡ESTABA MUERTA! Por lo que pude entender a Helena la había
atropellado un camión mientras venía a verme… Eso me había impactado mucho, en unos dos o tres años
no pude recuperarme plenamente. Ése fue un punto clave para que mi vida fuera como es ahora. Además,
María formó parte de eso. Por eso ahora mismo le tengo mucho aprecio, aunque en mi corazón siempre
estará Helena, mi primer amor desde pequeño. Creo que cuando una persona tan importante muere tienes
que pasar página, pero no olvidarla totalmente. Además, María me hizo comprender que por un mal de
amores no tiene que morir una persona, porque si caes tienes que saber levantarte y demostrarle a todo el
mundo que eres fuerte contra todo tipo de situaciones; y además los psicólogos, no son para gente con
problemas psicológicos, sino para gente que tiene problemas y miedos a expresar lo que siente hacia los
demás. Desde ese momento empecé a sentirme mucho mejor y ahora, cada mes, quedo con María en su
consulta.
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“Viaje a TRANZIT” de David Gallel y Neil Servan Hace mucho tiempo, en un planeta desconocido, hubo una gran explosión que llegó hasta la Tierra. Los
científicos más buenos de la Tierra investigaron y lograron inventar un cohete capaz de viajar hasta el
infinito y al cabo de unos dos años localizaron el posible planeta que podía haber provocado aquella
explosión. Mandaron a dos hombres especializados en aventura. Se llamaban Maxis y Richtofen. Estos
hombres al principio no sabían lo que tenían que buscar, pero a medida que iban avanzando en ese planeta
llegaron a un lugar lleno de edificios. Allí se adentraron en el edificio principal y su alegría fue muy breve:
empezaron a escuchar ruidos y de repente se encontraron un meteorito, que según sus estudios
contenía carne de zombi. Como lo cogieron, empezaron a salir zombis. Era una trampa, pero ellos iban bien
armados y sabían cómo defenderse. Estaban en un sitio donde ellos recordaban haber estado antes y por
eso pudieron salir del edificio, pero los zombis los seguían. Entonces, mientras huían, Richtofen se
electrocutó con un charco que había en el suelo y que entró en contacto con un cable de electricidad.
Desde ese momento empezó a escuchar voces que le decían cómo escapar de aquel lugar, y consiguieron
volver a la Tierra.
Allí fueron a Tranzit, en el norte, donde está el Área 51, y allí se encontraron en un laboratorio a tres
amigos encerrados: Dempsey, Nikolai y Takeo. Los amigos dijeron que los había encerrado el doctor
Chungo, del pentágono. Les ayudaron a construir un arma especial, la Thunder. Ésta era una máquina que
desprendía una gran ráfaga de aire que mataba en pocos segundos, despedazando a todos los que se
pusieran por delante. Fueron al Pentágono y empezaron a torturar al doctor Chungo, para sonsacarle
información, y que les dijese el secreto y el escondite de los zombis. En realidad, el origen de los zombis
estaba en el Área 51, pero de repente empezaron a escuchar gemidos de gente quejándose y empezaron a
correr, porque por detrás venían los zombis mutantes. Pero antes de huir se fueron en el teletransporte
hacia la Estación Grifo, la Luna, que era ese planeta desconocido del que venían los zombis.
Colocaron bombas nucleares para destrozar el planeta y que los zombis no siguieran viniendo por el
teletransporte. Una vez destruido el planeta, consiguieron volver a la Tierra, donde consiguieron eliminar
todos los zombis que había en el Área 51 con la ayuda de sus amigos y la Tierra volvió a ser un lugar
seguro.
©Escola Povill 2013
Olesa de Montserrat