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Eugenio Raúl Zaffaroni DECANO DE LA PRENSA NACIONAL 3

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3 DECANO DE LA PRENSA NACIONAL Dos miércoles / 15 / febrero / 2012 4.La estructura inquisitorial miércoles / 15 / febrero / 2012 Tre s Seis miércoles / 15 / febrero / 2012 miércoles / 15 / febrero / 2012 S i ete Romina Zárate, Alejandro Slokar, Matías Bailone y Jorge Vicente Paladines Equipo de trabajo: Eugenio Raúl Zaffaroni 4

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Eugenio Raúl Zaffaroni

DECANO DE LA PRENSA NACIONAL

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Dos miércoles / 15 / febrero / 2012

4. La estructura inquisitorialLos demonólogos elaboraron undiscurso muy bien armado paraliberar a su poder punitivo de todolímite, en función de una emer-gencia desatada por Satán y susmuchachos en combinación conlas chicas terrenas. Por cierto, sialguien sostuviese hoy esta tesissería irremisiblemente psiquiatri-zado. Pero no podemos quedarnosen la anécdota, porque aunqueparezca mentira la estructura de-monológica se mantiene hasta elp rese n te.

Los discursos tienen una es-tructura y un contenido. Se tratade algo parecido a un programa decomputación, supongamos que pa-ra alimentarlo con los libros de unabiblioteca. Podemos cargar el pro-grama con libros esotéricos y ten-dremos una biblioteca de esa na-turaleza, pero también podemosvaciar su contenido y recargarlocon otros libros y tendremos bi-bliotecas de medicina, física, quí-mica, historia o lo que sea. Puesbien: lo que permanece del dis-curso inquisitorial o demonológicono es el contenido, sino justa-mente el programa, la estructura.

A lo largo de los siglos se vació yse volvió a alimentar el mismoprograma con otras informaciones,con datos de nuevas emergencias,creíbles según pautas culturales decada momento: se dejó de creer enSatán y sus chicas, pero se cre-yeron otras cosas que hoy tampocoson creíbles, aunque se sigue ali-mentando el programa con datosque hoy son creíbles y mañanaserán tan increíbles como Satán,sus legiones de diablos y sus mu-chachas.

Desde la inquisición hasta hoy sesucedieron los discursos con idén-tica estructura: se alega una emer-gencia, como una amenaza ex-traordinaria que pone en riesgo a

la humanidad, a casi toda la hu-manidad, a la nación, al mundooccidental, etc., y el miedo a laemergencia se usa para eliminarcualquier obstáculo al poder pu-nitivo que se presenta como laúnica solución para neutralizarlo.Todo el que quiera oponerse uobjetar ese poder es también unenemigo, un cómplice o un idiotaútil. Por ende, se vende como ne-cesaria no sólo la eliminación de laamenaza sino también la de todoslos que objetan u obstaculizan alpoder punitivo en su pretendidatarea salvadora.

Por supuesto que el poder pu-nitivo no se dedica a eliminar elpeligro de la emergencia, sino averticalizar más el poder social; laemergencia es sólo el elementodiscursivo legitimante de su de-se n f re n o.

Esto se verifica a lo largo de unosochocientos años de sucesivasemergencias, algunas de las cualesimplicaban cierto peligro real –pe-ro nunca el poder punitivo eliminóninguno de esos peligros–. Satánestá un poco cabizbajo, con sutridente despuntado y su cola que-brada; el alcoholismo sigue ha-ciendo estragos; las drogas se ex-panden cada día más; la sífilis seresolvió con la penicilina; la tu-berculosis con la estreptomicina;el bloque soviético se implosionó;los herejes hicieron sus iglesiasnacionales; la degeneración de laespecie y el peligro de las razasinferiores pasó a ser una gran men-tira; las brujas siguen cocinandosus pucheros raros y como máximocrean algún problema bromato-lógico. Los peligros se inventaron obien cuando eran reales desapa-recieron por otros medios o per-manecen y hasta se amplían, pero alo largo de ochocientos años, jamásel poder punitivo eliminó un riesgorea l .

En cualquier barrio del Ecuadorse dirían que el discurso inqui-sitorial siempre fue y sigue siendoun modo de meterle cuento a losgiles. Más académicamente diría-mos que es un inmenso engaño,una tremenda estafa y que el poderpunitivo, al proyectarse en la opi-nión de las personas como el re-medio para todo, no es más que elmáximo delito de propaganda des-leal de nuestra civilización.

Se trata del instrumento dis-cursivo que proporciona la basepara crear un estado de paranoiacolectiva que sirve para que quienopera el poder punitivo lo ejerzasin ningún límite y contra quienesle molestan.

Pero por desgracia, cuando apa-rece un discurso con estructurainquisitorial y nadie detiene suinstalación, la consecuencia úl-tima es una masacre. Así sucediócon las mujeres quemadas, con lasvíctimas de las mafias y de lacorrupción producidas por la pro-hibición del alcohol y de las dro-gas; con los enemigos del occi-dente cristiano masacrados por laseguridad nacional o por el fran-quismo; con los enfermos y dis-capacitados esterilizados o ase-sinados por la eugenesia; con laeliminación en los campos de con-centración nazistas; y con muchosmillones de personas.

Veamos ahora cómo los demo-nólogos instalaron esta estructuradiscursiva originaria que perma-nece inconmovible hasta el pre-sente. Por cierto que estos pio-neros fueron muchos y escribieronuna cantidad de libros muy so-fisticados. La criminología no re-gistra los nombres de sus fun-dadores, porque los niega, como aesos antepasados contrabandistaso esclavistas a quien todos ocultany nadie reconoce.

No vale la pena rescatar a todos

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ellos, porque de cualquier modo nocreo que ningún instituto de cri-minología de nuestros días quieraostentar alguno de esos nombres.Para quien se interese en el tema,vale la pena decirles que hay al-guna antología bien hecha. Paranuestros efectos es mejor centrar-nos en la obra tardía pero sintéticaque consagra la autonomía de lacriminología respecto del derechopenal, exponiendo por vez primeraen forma orgánica una completateoría sobre el origen del crimen, osea, una exposición de la llamadaetiología criminal. Se trata del Ma-lleus maleficarum o Martillo de lasbrujas de 1484.

A este respecto –y entre pa-ré n tes i s – es bueno recordar que lainquisición romana tuvo su es-plendor en los tiempos feudales,pero cuando los estados nacio-nales se organizaron como fuertesmonarquías, éstas reclamaron pa-ra sí sus poderes punitivos y se losfueron quitando al Papa, de modoque la tarea de quemar mujerespasó a ser desempeñada por juecesestatales dependientes de los mo-narcas y príncipes, algunos de loscuales no menguaron en su en-tusiasmo por la combustión. Sesiguieron quemando mujeres has-ta el siglo XVIII, pero por los es-tados, en tanto el Papa ya no seocupaba de las mujeres sino de losluteranos y reformados. Desde elsiglo XV, o sea, con la llamadacontrareforma, la inquisición ro-mana se dedicaba a estos últimos yno ponía ningún énfasis en lasm u j e res .

De cualquier manera, los juecesestatales de Europa central siguie-ron usando como manual el Mar-tillo de las brujas, que servía comoguía oficial de los quemadores demujeres desde que el 5 de se-tiembre de 1494 el tenebroso Ino-cencio VIII lo había consagrado

como tal mediante la bula Summisdesiderantes affectibus.

El Martillo fue escrito por dosinquisidores muy particulares: elalsaciano Heinrich Krämer y elsuizo alemán Jakob Sprenger. Esteúltimo era un sujeto de vida mo-nacal que tenía apariciones y famade beato, pero Krämer –ta m b i é nconocido como Institoris (que enlatín significa tendero, lo mismoque Krämer en alemán)– era algomás problemático, pues el obispolo suspendió en sus funciones por-que en su afán incendiario le es-taba dejando la diócesis sin mu-jeres y, además, según las malaslenguas se había quedado con al-gún vuelto de indulgencias. Se dis-cute, que también parece que fal-sificó la recomendación del ma-nualito por parte de la Universidadde Colonia, para darle mayor sus-tento académico.

Lo cierto es que estos dos per-sonajes produjeron esta obra sin-gular, que fue un best seller du-rante doscientos años, tiempo enel cual fue el libro más impresodespués de la Biblia. Como datocurioso debo advertir que si al-guien quiere leerlo en castellano oportugués, debe buscarlo hoy enlas secciones de libros esotéricosde las librerías.

Su lectura es a veces aburrida,pero no tiene desperdicio, al mar-gen de que no podemos dejar depensar que se trata de dos de-lirantes con fijaciones sexuales in-sólitas. La verdad es que para teneruna idea completa del universocultural de la edad media no sepuede prescindir de Dante, porsupuesto, pero tampoco del Ma-lleus maleficarum. Una mismaépoca produjo un poeta sublimecomo Alighieri y dos delirantesalucinados como Sprenger y Krä-mer. Tal vez hoy pase lo mismo.

El delirio está muy bien sis-

tematizado y es la primera vez en lahistoria que se construyó una obraque integró en un sistema armó-nico la criminología (origen delmal) con el derecho penal (ma-nifestaciones del mal), con el pro-cesal penal (cómo se investiga elmal) y con la criminalística (datospara descubrirlo en la práctica). Laelaboración es, por ende, bastantesof isticada.

Como el contenido con que re-llenaron la estructura que fun-daban es para nosotros tan dis-paratado, tiene la ventaja de queen razón de esa tremenda distanciatemporal y cultural, nos permitever con mayor claridad los prin-cipales núcleos estructurales quepermanecen hasta la actualidaddesde el origen mismo de la cri-minología. Por eso, repasarlos noes un mero divertimento, sino unaconstatación de su permanencia através de los siglos. Paso a señalarveinte de estos núcleos, aunqueadvierto que hay más, con los queno quiero aburrirlos.

1. El crimen que provoca laemergencia es el más grave detodos. Como vimos, los inquisi-dores sostenían que era más graveque el pecado original. Siguieronotros en el tiempo: subversión,terrorismo, uso de tóxicos, etc. Lagravedad del crimen se exalta almáximo porque de ella depende elgrado de peligro de la emergencia ydel correspondiente poder del re-p reso r.

2. La emergencia sólo puedecombatirse mediante una guerra, osea que el lenguaje no puede me-nos que ser bélico. Los autorespretenden saber cómo estaban or-ganizadas las huestes de Satán,suponemos que porque habían lo-grado infiltrar algún agente en-cubierto en el infierno. Bush yObama siempre dijeron lo mismo,y sin lugar a dudas el primero usó

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efecto; sería lo contrario a laeugenesia y se llamaría dis-genesia, aunque como paralos diablos era bueno se tra-taría de una eugenesia dia-bólica. Pero no nos embro-llemos más. También podíahaber transmisión por ca-racteres adquiridos a partirde la brujería de la madre.

Los hijos del aquelarre noeran hijos de diablos, por-que éstos son ángeles y notienen semen, sólo adoptanforma humana, pero en rea-lidad son de aire concen-trado, como una suerte demuñecos inflables desex-shop, aunque saben deingeniería genética.

Aquí los inquisidores, consiglos de anticipación, com-binan a Darwin con Lamar-ck, igual que en emergen-cias posteriores: hay quematarlo si es inferior ge-néticamente, como hacíanlos nazis; hay que criarlo

con una familia sana si la in-ferioridad proviene de la edu-cación, como hicieron Franco onuestros dictadores.

11 . Las víctimas no deben co-locarse en situación de vulne-rabilidad, porque los vicios fa-vorecen la acción de Satán. Quie-nes tienen amantes antes de ca-sarse provocan que éstas cuandose sientan despechadas hagansortilegios para matar a sus mu-jeres. Es necesario vivir en ordenpara cuidarse del enemigo; tododesorden puede ser aprovechadopor éste. El que ejerce el poderpunitivo quiere moralizar, enverdad para facilitarle la tarea.

12. Es una regla inveterada queel poder punitivo descontroladoquiere un mundo regular y gris–aburrido–, que pueda controlarsin problemas: todo lo que salga

brujas alemanas; los ladro-nes de antes eran buenos ycaballerescos, no como losde ahora; los anarquistasno eran como los subver-sivos, etc.) o se la inter-preta mal (el Canon no diceexactamente eso, lo que lostécnicos dicen es otra cosa,hay que hacer distinciones,etc . ) .

Para Sprenger y Krämerlas brujas volaban en serio,y si no hubiesen volado ysólo se ilusionaban, igualhabía que fritarlas porquepactaban con Satán y lis-to.

6. La valoración de loshechos se invierte porcompleto. Es lo que mu-chos años después Mertonllamarán alquimia moral.Si la bruja no confesabapese a la brutal tortura, eraporque Satán le daba fuer-zas; si desesperada se ahor-caba era porque Satán se lahabía llevado para que no con-fiese y se salve en el más allá(porque aunque confesase la ma-taban igual). Si enloquecía con latortura y reía era porque Satán seburlaba de los inquisidores. Na-da cambia: si los presos estudianes para delinquir mejor, si searrepienten son simuladores, sise matan es porque son crimi-nales, si alguien pide una treguaestá simulando para contraata-ca r.

7. El delirio sirve de coartadapara encubrir muchos delitos. Siun cura estaba observando elpene de un confesante, era por-que trataba de convencerlo deque no lo había perdido por obrade un encantamiento; si otro pa-rece desnudo dentro de un silo,contará que Satán lo llevó a unbanquete y como no quiso jurarle

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el mismo procedimiento paradescubrir las armas químicas enIrak, que luego Satán hizo de-sa pa re ce r.

3. Su frecuencia es alarmante,decían que Alemania estaba lle-na de brujas, más que cualquierotro país. Es lo mismo que nosdicen por televisión todos losdías y todas las horas: en nuestropaís hay más crímenes que encualquier otro (nuestro país pue-de ser cualquiera en que haya unte l ev i so r) .

4. El peor criminal es quienduda de la emergencia. Cuandoalguien pide números y duda dela gravedad y frecuencia correserios riesgos, porque se erige enenemigo, no de la sociedad ni dela humanidad, sino del que ejerceel poder punitivo. Aunque hoyqueda mal que lo quemen comopostulaban Sprenger y Krämer,no dudo que muchos lamentanque los tiempos cambiaron.

5. Debe neutralizarse cual-quier fuente de autoridad quediga lo contrario. En tiempos delos inquisidores había un canon,es decir, una ley muy antigua, elCanon episcopi, que se refería auna secta de mujeres (las hijas deDiana) que había existido mu-chos años antes y no les atribuíaningún poder maléfico y negabaque pudieran volar. Es claro queun venerable texto de esta na-turaleza es un obstáculo para eldiscurso, como lo puede ser unaverificación científica o fundadacon seriedad.

Cuando se produce este fe-nómeno hay tres soluciones dis-cursivas: la fuente es falsa (porejemplo: no se recalienta el pla-neta, los científicos que dicen locontrario no saben nada o fal-sean la realidad), es verdaderapero se refiere a otra cosa (lashijas de Diana no eran como las

fidelidad lo arrojó allí; si un san-tón es encontrado debajo de lacama de una mujer, será porqueSatán se apoderó de su cuerpopara esconderse.

8. Las imágenes rectoras soninmaculadas: esto lo llevaban alextremo de sostener que los án-geles y Jesús no completaban elproceso alimenticio, o sea, queno defecaban, sino que disolvíanel alimento en el estómago. Lapureza de los líderes en todaemergencia es algo que se cuidacon singular esmero, en especialsu corrección sexual. Para losinquisidores los diablos ni si-quiera tenían orgasmos (porqueal final también eran ángeles), osea, que copulaban con las brujassólo para hacer el mal; eran unasuerte de sadomasoquistas inor-g á s m i cos .

9. Los enemigos son inferiores.La misoginia del Malleus es ex-trema: la mujer es inferior bio-lógica y genéticamente, lo queverificaban con nutridas citas enque mezclaban indistintamentea paganos y padres de la Iglesia.Casi todas las emergencias sonpromovidas por inferiores en lahistoria posterior: mestizos, mu-latos, razas colonizadas o de-generadas, defectuosos, discapa-citados, enfermos, degenerados,etc. Como no podían eliminar atodas las mujeres, se contentancon quemar sólo a las díscolas.

1 0. La inferioridad puede ex-tenderse: las hijas de las brujastenían predisposición a la bru-jería. Esto puede pasar por ra-zones genéticas, pues los diablossabían a quién sacarle el semen ydónde ponerlo para producir este

de lo usual es sospechoso. Laalegría conspira contra el controly baja el nivel de paranoia, por-que la fiesta hace pensar en otracosa, la gente se distrae. Losinquisidores advierten contra elpeligro de las fiestas populares:siempre son los dark de la épo-ca .

1 3. Los inquisidores niegan losdaños colaterales, afirmando queno hay terceros inocentes, sinoque siempre el castigo es me-recido, aunque se fundan en undogma: por algo será. En muchasmasacres se sostiene que no hayinocentes, que todos son cul-pables, aunque no hayan hechonada.

14. Los inquisidores son in-falibles y más si son puros: SanMacario, porque era puro, era elúnico que veía a una mujer cuan-do los demás, por efecto de bru-jería, veían a una yegua, hastaque Macario la desencantó y losdemás pudieron ver a la mujer.La pureza garantiza la perfectapercepción de los hechos. Es loque pasa con los grandes em-presarios de masacres: son losúnicos puros que ven claro; poreso hay que seguirlos y no dis-c u t i rl es .

15. Los inquisidores no ad-miten errores, quien es conde-nado es culpable y la condena esprueba suficiente; nunca huboun error y todas las mujeresquemadas eran brujas. Es obvioque las cenizas no apelan. Laúnica razón que daban para ne-gar algún error era que Dios nopodía permitirlo, porque comosabemos estaba secuestrado porellos. Los sucesivos empresariosde emergencias masacradoras nopudieron decir lo mismo, porqueDios ya se les había escapado. Poreso apelaron a la tesis de que esinevitable que en toda guerra

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caigan algunos inocentes.1 6. Se eximen de toda ética

frente al infractor: pueden pro-meter de todo y después no cum-plirlo. La inferioridad de la brujales autoriza a eso. Lo mismo pasaen cualquier emergencia, los em-presarios masacradores no tie-nen códigos, porque no vale lapena frente a los terroristas, sub-versivos, criminales, degenera-dos, extranjeros enemigos, en-fermos, etc.

1 7. Los inquisidores son inmu-nes al mal que combaten: Satán nopuede engañarlos a ellos, porqueDios no lo permitiría. En lo su-cesivo será su ciencia o conoci-miento especial que los hará in-munes. El inspector de impositivano ayudará a evadir, el funcionarioque combate el tráfico no ayudaráa traficar, etc. Todo poder punitivogarantiza que sus agentes son in-munes al mal y cuanto más de-senfrenado es mayor es la garantíade inmunidad y menor la posi-bilidad de ser desenmascarados.

1 8. El mal tiende a prolongarse.Las parteras eliminaban a niñosno bautizados para que no secomplete el número de elegidos yse postergue el juicio final, asíellos sobrevivían más tiempo.Siempre el mal se prolonga y elrazonamiento lleva a exigir poreso su erradicación total y ab-soluta: la masacre debe ser ra-dical y definitiva.

1 9. La creencia en el poder delas brujas era un prejuicio de laépoca. El Malleus lo refuerza alextremo con la garantía del saberacadémico de su tiempo. No envano Krämer hizo algo no del todoclaro para obtener el apoyo de laUniversidad de Köln (Colonia).Todas las emergencias posterio-res explotaron y profundizaronprejuicios; es lo que se llama unapolítica völkisch o popularista

(no populista, que es otra cosamuy diferente).

20. El Malleus garantiza la re-producción de clientela: a la mu-jer no se la torturaba para queconfesase, sino para que revelaseel nombre de sus cómplices y lamera mención de un nombre bajotortura autorizaba a torturartambién a la persona nombrada.Toda emergencia cuida que laclientela no se termine, porque sise agota pierde sentido su poderpunitivo, como le había sucedidoal Papa después de las masacresde los cátaros y otros herejes.

Esta es en su mayor síntesis laestructura fundacional del poderpunitivo ilimitado, trabajado du-rante doscientos años y sinte-tizado tardíamente por el Ma-lleus en 1494, pero que hasta hoyse ha mantenido en todas lasfabricaciones de emergencias quese hicieron en los seis siglos pos-te r i o res .

El Malleus es una obra tardíaporque en el siglo siguiente a suaparición se consolidaron las mo-narquías y con algunas de ellaslas iglesias nacionales. La inqui-sición papal tuvo que ponerse laspilas para cuidar que los adeptosa estas iglesias nacionales no lesublevasen la parte que quedababajo su control, por lo cual dejóun poco de lado a las mujeres y seocupó de quemar reformados.Los reformados, por su parte,también practicaban la combus-tión con gran entusiasmo, comoCalvino que se cargó a Servetporque parece que no le hizogracia que la sangre circulase. Esobvio que la sangre siguió cir-culando, pero no la de Servet.

Por cierto que el poder de losinquisidores y de sus muchachosera codiciado por otros y, entreéstos, por los médicos, que as-piraban a pinchar por lo menos

un trozo de éste.Tendremos más adelante opor-

tunidad de verificar que los mé-dicos siempre le tuvieron ganas alpoder punitivo y llegaron a do-minar su discurso legitimantecon horribles consecuencias ma-sacradoras. Pero el primer avancesobre del poder médico sobre elcampo punitivo lo intentó en1563 un médico protestante delos Países Bajos, Johann Wier (oWeier o Wieyer), quien publicóen Basilea un libro que se llamaLas tretas del demonio y querápidamente corrió por Europaarmando considerable revuelo.

Wier no negaba la inferioridadde la mujer ni la existencia de lasbrujas y menos su peligrosidad,pues seguía manejándose dentrode la misma visión agustinianadel mundo configurado por lasciudades espejadas de Dios y Sa-tán. Pero Wier introdujo la no-vedad de que las brujas eran me-lancólicas y que por eso Satán seaprovechaba de ellas, explotandosu enfermedad. No está de másrecordar desde ahora que la me-lancolía era lo que luego conCharcot se llamaría histeria.

Al mismo tiempo, como buenprotestante, aprovechaba paradecir que los verdaderos brujoseran los curas exorcistas, quepracticaban su magia ante fe-tiches, que eran los santos ca-tólicos. Cabe aclarar que había ungremio de exorcistas que pro-testaban cada vez que un cura noagremiado se lanzaba a exorcizara alguien.

Pero volviendo a Wier, debe-mos advertir que había hechoviajes a lugares lejanos y estu-diado varias plantas alucinóge-nas, por lo que también afirmabaque muchas de estas mujeres su-frían los efectos de intoxicacio-nes por atropina, opio y hashish

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(la marihuana y la cocaína nohabían llegado).

La novedad introducida porWier es muy interesante, porqueda lugar a lo que hoy subsiste sellaman medidas de seguridad. Elpoder punitivo puede liberarsede límites argumentando de va-rias maneras, y en esto nunca sequeda corto, pues el ingenio per-verso que caracteriza a sus dis-cursos legitimantes es inusita-damente fértil. Uno de ellos con-siste en ocultar o disimular supropio carácter punitivo, lo quese sigue haciendo mediante elexpeditivo recurso de dejar dellamar penas a las penas. Esto fuelo que Wier introdujo.

En efecto: vimos que había unacontradicción entre la pena limi-tada por el reproche de culpa-bilidad fundado en la elección delinfractor, donde se le cobra suculpa, propio de los juristas (glo-sadores y posglosadores), y la pe-ligrosidad sostenida por los de-monólogos, pues los primeros nopodían justificar las penas má-ximas a las mujeres, porque eranmenos inteligentes y, por ende,debían ser menos culpables.

La solución transaccional seencontró en aumentar hasta elmáximo la gravedad del delito delas brujas y hacerlo superior almismo pecado original, con locual por cualquier de las dos víasse habilitaba la combustión, re-curso que cuatrocientos añosdespués volverían a usar los pe-nalistas del nazismo.

Wier propuso una varianteconsistente en que a las brujas selas sacase del campo de los ju-ristas y de los inquisidores y selas dejase en manos de los mé-dicos, de modo que éstos las pu-diesen meter en los manicomios,que eran en su tiempo asilos in-fectos peores que las cárceles,

donde no sobrevivirían muchotiempo. De este modo no se pe-naba formalmente a las mujeres,pero materialmente se las pri-vaba de libertad hasta su muerteo poco menos, aunque supone-mos que las de clase alta podríanser atendidas a domicilio.

Es interesante observar quehasta hoy en el derecho penal sediscute si la pena se fija por laculpabilidad o por la peligrosi-dad, aunque se disimule la ter-minología tratando de combinarparches contradictorios. En estascombinaciones de lo no compa-ginable, lo más frecuente en lalegislación comparada es que seprevea fijar la pena según la cul-pabilidad, pero que a los peli-grosos o enemigos se les deje amerced de medidas administra-tivas de seguridad. De este modoverificamos que no estamos ha-blando de historia en el sentidomás usual del término, sino delpresente, o sea, que una vez másconfirmamos que la edad mediano terminó.

De cualquier manera, esta pri-mera tentativa de manotear el po-der punitivo por parte de los mé-dicos no le hizo gracia a la Iglesia,pero tampoco a los reyes y prín-cipes. Un jesuita de Países Bajoscomo Wier, pero hijo de padreespañol, Martín del Río, sostuvoque éste era un hereje porque ne-gaba que las brujas volasen y queademás era un mago. Por ende, siWier hubiese caído en manos ca-tólicas les hubiese permitido ce-lebrar un asado más.

Pero como la quema de mujeresya no se practicaba tanto por laIglesia sino por los jueces de losreyes, la propuesta de Wier alar-mó a los teóricos que estabanechando las bases del conceptode soberanía, porque Wier queríaarrebatarles un poder que estaba

pasando rápidamente a sus so-beranos. Wier no sólo se habíametido con el poder del Papa sinotambién con el de los soberanos:estaba bien que lo disputasenentre ellos, pero no que alguienpretendiera sacárselo a ambos ydejar que quemar a las mujerespara meterlas en sus asilos.

Los dos teóricos más fuertesdel emergente concepto de so-beranía –hoy tan destartalado–fueron en el siglo XVI el inglésThomas Hobbes y el francés JeanBodin (o Bodino). Este últimopublicó un libro en respuesta aWier en 1580: De la démono-manie des sorciers. De l’i n q u i-sition des sorciers.

Bodin se daba cuenta de que elmanotazo médico no se limitaba alas brujas, sino que amenazaba irmucho más lejos y, por lo tanto,discurría que con el mismo cri-terio todos los criminales debe-rían ser psiquiatrizados.

Pero no fue sólo Bodin quepercibió la gravedad de la ame-naza médica al poder de los so-beranos, porque el propio hijo deMaría Estuardo, el rey Jacobo I deInglaterra y VI de Escocia, per-seguidor un tanto desganado decatólicos y puritanos, en los ratosde ocio que le permitía la aten-ción de sus favoritos –dado que ala reina le dispensaba muy poca–escribió una Demonología en res-puesta a Weier.

Esto da cuenta de que desde elprimer intento serio de la cor-poración médica, todos los due-ños del discurso del poder pu-nitivo hicieron sonar la alarma, loque aparece más que justificado ala luz de los hechos de tres siglosp oste r i o res .

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