De Que Se Rie Señor Ministro

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DE QUÉ SE RÍE SEÑOR MINISTRO Martina Ramos Leyva (Querétaro) PERSONAJES: Porfirio de la Cantoya y Rico, ministro. Ernesto Montemayor Cruz, guerrillero. LA ACCIÓN EN ALGÚN LUGAR DEL TERRITORIO DE LA REPÚBLICA. AGRESTE, UN TECHADO DE PRODUCTOS DE LA REGIÓN, MONTE Y CAMINOS. UNA LAPTOP, TAL VEZ ALGUNOS ANIMALES DOMÉSTICOS COMO GALLINAS, PERROS Y QUIZÁS UN CABALLO O ALGUNA MULA. PORFIRIO DE LA CANTOYA Y RICO.- ¡Ustedes no son revolucionarios! ¡Son unos ocasionados! ¡Nomas ven burro y se les antoja viaje! ¡Pero mi familia no es de las que se dejan vencer por una bola de cuatreros, matarifes silvestres, que buscan solo hacerse de dinero fácil! ERNESTO MONTEMAYOR CRUZ.- Come. Tenemos que alimentarte bien, Porfirio. CANTOYA.- ¡Señor Ministro Porfirio de la Cantoya y Rico! ¡Insolente! CRUZ.- Los señores se acabaron hace cien años. Para eso hicimos la Revolución. Y lo estamos celebrando con esta invitación para que conozcas nuestro movimiento. CANTOYA.- ¿Invitación, desvergonzado? ¡Esto es un vulgar secuestro! ¡Y lo que hacen ustedes no es ningún movimiento, es una inmoralidad! CRUZ.- Está bien. Reniega todo lo que quieras. Esa es una de nuestras condiciones. Dejarte hablar, no forzarte para que adoptes nuestras ideas. Simplemente vivirás un tiempo como vive la gente del pueblo. Comerás lo que comemos todos en este campamento. Aunque hemos cuidado tu dieta. Sabemos las enfermedades que padeces y no queremos que te desmejores. De hecho ya te examinó el médico y nos recomendó no darte sal ni alimentos grasosos. Te vigilaremos la presión… CANTOYA.- ¡Mis cigarros, infame aprendiz de Lucio Cabañas!

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Teatro breve de Macario Rueda Lozano, Durango, Dgo. México.

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DE QUÉ SE RÍE SEÑOR MINISTROMartina Ramos Leyva (Querétaro)

PERSONAJES:

Porfirio de la Cantoya y Rico, ministro.Ernesto Montemayor Cruz, guerrillero.

LA ACCIÓN EN ALGÚN LUGAR DEL TERRITORIO DE LA REPÚBLICA. AGRESTE, UN TECHADO DE PRODUCTOS DE LA REGIÓN, MONTE Y CAMINOS. UNA LAPTOP, TAL VEZ ALGUNOS ANIMALES DOMÉSTICOS COMO GALLINAS, PERROS Y QUIZÁS UN CABALLO O ALGUNA MULA.

PORFIRIO DE LA CANTOYA Y RICO.- ¡Ustedes no son revolucionarios! ¡Son unos ocasionados! ¡Nomas ven burro y se les antoja viaje! ¡Pero mi familia no es de las que se dejan vencer por una bola de cuatreros, matarifes silvestres, que buscan solo hacerse de dinero fácil!

ERNESTO MONTEMAYOR CRUZ.- Come. Tenemos que alimentarte bien, Porfirio.

CANTOYA.- ¡Señor Ministro Porfirio de la Cantoya y Rico! ¡Insolente!

CRUZ.- Los señores se acabaron hace cien años. Para eso hicimos la Revolución. Y lo estamos celebrando con esta invitación para que conozcas nuestro movimiento.

CANTOYA.- ¿Invitación, desvergonzado? ¡Esto es un vulgar secuestro! ¡Y lo que hacen ustedes no es ningún movimiento, es una inmoralidad!

CRUZ.- Está bien. Reniega todo lo que quieras. Esa es una de nuestras condiciones. Dejarte hablar, no forzarte para que adoptes nuestras ideas. Simplemente vivirás un tiempo como vive la gente del pueblo. Comerás lo que comemos todos en este campamento. Aunque hemos cuidado tu dieta. Sabemos las enfermedades que padeces y no queremos que te desmejores. De hecho ya te examinó el médico y nos recomendó no darte sal ni alimentos grasosos. Te vigilaremos la presión…

CANTOYA.- ¡Mis cigarros, infame aprendiz de Lucio Cabañas!

CRUZ.- Tus cigarros…

CANTOYA.- “¡Sus cigarros, señor!” ¡Que no somos iguales, pelafustán! ¡Gracias a Dios, aun hay clases en este maravilloso país!

CRUA.- Tus cigarros, Porfirio. Lo tenemos en cuenta. Es difícil que un vicio tan arraigado pueda abandonarse en los pocos días que nos acompañarás… en este lugar. Y al final de cuentas fumar es una elección personal, que daña la salud particular… Trataremos de quitarte otros vicios más recalcitrantes. Aquí tienes una caja de los habanos que consumes: Puros Churchill, edición especial 7x48. Una caja de cedro de veinte. Recién traídos de Cuba.

CANTOYA.- Veamos. Acércame el fuego. (ABRE LA CAJA DE PUROS, ANSIOSO PERO CUIDANDO EL TESORO)

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CRUZ.- Al pueblo ya le llegó la lumbre a los aparejos, pero, aquí ustede puede dominar la flama. Ahí tiene un encendedor.

CANTOYA.- ¿Un encendedor, imbécil? Jamás me veras iniciar un puro con un adminículo tan artificial como este. ¡Cerillos!

CRUZ.- No te daré cerrillos, Porfirio. Si quieres encender tu puro de forma rústica, arréglate una fogata y usa un tizón. Ahí tienes leña suficiente.

PORFIRIO DE LA CANTOYA Y RICO SE INCLINA SOBRE LA PILA DE MADERA Y APARTA UNOS MADEROS HASTA DEBAJO DEL TEJABÁN. COMIENZA LA FOGATA.

CANTOYA.- Una fogata, está bien. Al fin que en la chimenea de la casa yo soy el que prende el fuego. Con este tizón podré encender mi puro.

CANTOYA SACA DE ENTRE SUS ROPAS UNA CORTADORA DE PUROS Y DESPUNTA UNO. ESTÁ APUNTO DE ENCENDERLO, PERO SE INTERRUMPE.

CANTOYA.- Es costumbre entre la gente de bien, ofrecer cuando se inaugura una caja. ¿Fumas?... Aunque seas un necio no puedo romper la tradición.

CRUZ.- Gracias. Sí, acepto, Porfirio.

CRUZ TOMA UN PURO DE LA CAJA QUE LE OFRECE CANTOYA LO DESPUNTA CON LOS DIENTES Y AGARRA UN TIZÓN DE LA FOGATA. FUMAN.

CRUZ.- Ahora nos entenderemos poco más.

CANTOYA.- Esta edición especial es de la mejor clase. Al fin me permito relajarme un poco. Este humo es sagrado…

CRUZ.- No te relajes mucho. Esta es tu comida. Un trozo de carne de cerdo. Tendrás que asarla para alimentarte. Aquí el que no cocina no come.

CANTOYA.- ¿Asar esta carne? No puedo hacerlo. Esas son labores de la servidumbre.

CRUZ.- Aquí, como ves, no hay servidumbre. Me corresponde asar mi propia comida. Le espolvoreo un poco de sal y pimienta y la pongo al fuego. Se ensarta en una rama verde. Así como ves.

CANTOYA.- Es humillante. No es esa mi costumbre. En mi hacienda tengo gente que me sirve. Ese es su destino. Y mi destino es darles trabajo. Así funciona el mundo. Si no existiera ese equilibrio, el mundo no sería mundo.

CRUZ.- Esta carne es blanda, con poco fuego quedará deliciosa.

CANTOYA.- Pásame la sal y la pimienta.

CRUZ.- No. El médico no recomendó cuidarte, La sal es mala para tu presión.

CANTOYA.- ¿Cómo podré comer este retazo de cerdo si no tiene sabor?

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CRUZ.- Come Porfirio, porque lo que viene es la muerte.

CANTOYA.- ¡Qué! ¡No se atreverán a tocar una persona como yo! Además mi familia ya debe estar juntando el dinero del rescate…

CRUZ.- No pediremos rescate.

CANTOYA.- ¿Entonces serán capaces de matarme a sangre fría? ¿Para eso sirve su lucha, su movimiento, para matar sin clemencia?

CRUZ.- No. No te daremos esa clase de muerte…

CANTOYA.- ¿Entonces?

CRUZ.- Como ves, no te matamos de hambre, como hacen ustedes con el pueblo. Cuarenta millones de seres humanos en la miseria.

CANTOYA.- ¡Son pobres porque no trabajan! ¿Qué tengo yo que ver con su pereza?

CRUZ.- Han entregado las minas a los extranjeros. La tierra está llena de oro, pero es ajeno. Los ferrocarriles, los bancos, los ingenios… Lo único que les falta por vender es el petróleo, y ya casi lo logran….casi se lo acaban y la gente sigue tan pobre como antes y aún más… Pero no me encargaron darte lecciones. Mi tarea es la muerte. Vamos. Termina tu almuerzo.

CANTOYA.- He terminado. Y si he de morir a manos de unos bandidos desalmados, estoy listo. No me tiemblan las piernas para enfrentar al altísimo. Llegaré ante El Señor con mi conciencia tranquila y las manos limpias.

CRUZ.- Toma ese pico y esa pala. Comienza a cavar.

CANTOYA.- ¿Me harás cavar mi propia tumba? Esa es una crueldad imperdonable. El juicio de Dios será implacable. Pero antes se pudrirán en el fondo de una celda oscura y fría.

CRUZ.- Cava, cava con ánimo, que sólo tienes el tiempo que tarda en consumirse un puro.

CANTOYA.- El terreno es duro y resulta difícil ahondar la cavidad…

CRUZ.- Un poco más, sólo un poco más.

CANTOYA.- Pero aquí no caben ni siquiera mis piernas. Mi cuerpo será consumido por las bestias carroñeras…

CRUZ.- Hasta ahí. Detente.

CANTOYA.- Déjame excavar más hondo…no puedo soportar la idea de que me encuentren incompleto por ser presa de la voracidad de los lobos…

CRUZ.- Aquí ya no hay lobos. Hay coyotes, que son más despiadados. Corroen con más lentitud.

CANTOYA.- ¡No puedo más! Esto no puede ser cierto. ¿Por qué me hacen esto a mí? Al ministro Porfirio de la Cantoya y Rico.

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CRUZ.- Por eso, precisamente. ¿Te acuerdas de la sonrisa que exhibes en la fotografía gigante de tu oficina? Esa fotografía tuya que preside el salón de sesiones, y que aparece en las cabeceras de todas las oficinas del gobierno, junto con la del presidente. ¿Siempre me he preguntado de qué se ríen los personajes como tú? Colgados ahí de las paredes, llenándose de telarañas por la parte de atrás.

CANTOYA.- ¿Y por qué no habría de sonreír un ministro como yo? ¿Te parece ofensiva la sonrisa de un ministro que da su vida por el país en que nació?

CRUZ.- Esa pregunta deberás responderla tú. ¿Ya crees que está lo suficientemente honda esa tumba?

CANTOYA.- (CAVA CON MÁS AHÍNCO) ¡Todavía no! ¡Falta más, falta más! ¡Y esta maldita tierra que no cede!

CRUZ.- ¿Recuerdas cuando después de un discurso ante miles de ciudadanos, bajaste de la tarima y un poeta te cerró el paso?

CANTOYA.- ¡No sé de qué hablas! ¡Estás inventando!

CRUZ.- El poeta te cerró el paso. Tú detuviste tu andar y él te miró a los ojos. Te convertiste en estatua de sal, pero mantuviste la sonrisa. Entonces el poeta te preguntó: “¿De qué se ríe, señor ministro?” Eso bastó para que tu sonrisa se convirtiera en una mueca. La máscara se te cayó al suelo y fue pisoteada por la multitud.

CANTOYA.- Podrías hablar de otra cosa en el momento postrero de un condenado a muerte.

CRUZ.- No le enviaremos a tu familia tus dedos mutilados. Ni cortaremos tu oreja para intercambiarla por dinero, como una señal de que estás vivo. No nos sirve a nosotros ni a nadie que un ministro como tú se quede sin orejas. De todos modos no oyes los clamores del pueblo..,

CANTOYA.- Déjenles saber dónde quedará mi cuerpo, para que le den cristiana sepultura.

CRUZ.- Tú mismo se los harás saber. Quítate los pantalones.

CANTOYA.- ¡Eso no! ¡La dignidad del ser humano está por sobre todas las cosas! ¡Yo no perderé mi dignidad! ¡Eso nunca!

CRUZ.- Como ves, no tengo armas. Así es que no te obligo. Dame voluntariamente tus zapatos.

CANTOYA.- ¿Mis zapatos? (SE DESCALZA) ¡Aquí están mis zapatos, perro! ¡Serán capaces de venderlos en cualquier mercado de prendas usadas!

CRUZ.- (ARROJA LOS ZAPATOS AL AGUJERO CAVADO POR CANTOYA) El saco y la corbata.

CANTOYA LE DA LAS PRENDAS Y CRUZ LAS AROJA AL HOYO.

CANTOYA.- Hace frío.

CRUZ.- Esto no es nada. Espera a que llegue la noche. Ya sabes que baja mucho la temperatura cuando se oculta el sol. Acaba de quitarte la ropa.

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CANTOYA.- (OBEDECE) Esto es el fin. No puedes reducir a la nada a una persona, así, de esta manera.

CRUZ.- Los calzones.

CANTOYA.- No iré a la presencia del Señor en esta vergonzosa condición. Aquí tienes mi truza. Es lo único que me quedaba.

CRUZ.- Termina tú mismo. Deja caer la última prenda en ese agujero que tú hiciste.

CANTOYA.- Ahí está… No me reconozco, Este no soy yo.

CRUZ.- Ahora camina hasta la fogata y trae los troncos ardientes.

CANTOYA.- Piensas borrar todas las huellas, que crueldad…(VA Y TRAE VARIOS TRONCOS ARDIENDO)

CRUZ.- Arroja los troncos dentro del hoyo.

CANTOYA.- Ya está.

CRUZ.- Por último cubre la tumba con la tierra otra vez.

CANTOYA.- Esto no está bien, esto no está bien… es un ritual satánico…

CRUZ.- Colocaremos está cruz, ya que eres cristiano, con esta leyenda: “Aquí descansa el ministro Porfirio de la Cantoya y Rico”.

CANTOYA.- Esto es una locura.

CRUZ.- Aquí tienes esta ropa. Vístete.

CANTOYA.- (SE VISTE) Ropajes burdos, de algodón…

CRUZ.- Ropa y botas de trabajo, nada más.

CANTOYA.- Estas telas son ásperas. De gente pobre, claro…

CRUZ.- No te preocupes, con el sudor se ablandará. Te entrego este mapa. Sigue la ruta marcada en rojo y en este punto encontrarás una carretera. Te llevará hasta un poblado donde podrás conseguir quien te lleve hasta el municipio del Ocotal. Desde ahí podrás tomar el rumbo que quieras. Suerte.

CANTOYA.- Esto es inaudito. No entiendo.

CRUZ.- Tienes un largo camino para pensar. Vete ahora. Tendrás la luz del día a tu favor.

CANTOYA.- (EMPRENDE EL ESCAPE) ¡Adiós!... (AVANZA UN TRAMO Y SE DETIENE) Y…gracias. (CAMINA, HABLA PARA SÍ) A Dios gracias…

EL VIENTO ESTREMECE EL RAMAJE DE LOS PINOS…

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