Debates en Sociología Rural AMER, México

AVANZANDO EN LOS DEBATES CONTEMPORÁNEOS DE LA SOCIOLOGÍA RURAL: PRIMERA APROXIMACIÓN Beatriz G. De la Tejera Hernández (Coordinadora) VOLUMEN V

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Memorias de Congreso AMER, 2011, PueblaVol. 4

Transcript of Debates en Sociología Rural AMER, México

AVANZANDO EN LOS DEBATESCONTEMPORÁNEOS DE LASOCIOLOGÍA RURAL: PRIMERAAPROXIMACIÓNBeatriz G. De la Tejera Hernández (Coordinadora)

VOLUMEN V

ASOCIACIÓN MEXICANA DE ESTUDIOS RURALES

CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES.

DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS

Elsa Guzmán Gómez, Gisela Espinosa Damián y Roberto Diego Quintana

(Coordinadores de la Colección)

VOLUMEN V

AVANZANDO EN LOS DEBATES CONTEMPORÁNEOS DE LA SOCIOLOGÍA RURAL:

PRIMERA APROXIMACIÓN

Beatriz G. De la Tejera Hernández

(Coordinadora)

VOLUMEN V

AVANZANDO EN LOS DEBATES CONTEMPORÁNEOS DE LA SOCIOLOGÍA RURAL: PRIMERA APROXIMACIÓN

Beatriz G. De la Tejera Hernández

Coordinadora

Primera edición 2014

D.R. © 2014, Asociación Mexicana de Estudios Rurales

Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM

Circuito Mario de la Cueva s/n, Zona Cultural

Ciudad Universitaria, 04510, México D.F.

Coordinadores de la Colección: Campesinos y Procesos Rurales. Diversidad, disputas y alternativasElsa Guzmán Gómez

Gisela Espinosa Damián

Roberto Diego Quintana

Diseño de portada: Jimena Azpeitia Espinosa

Diseño editorial: Diego Alfonso Ibarra Soria

ISBN: XXXX-XXXX-XXXX-XXXX-X

ISBN de la colección Campesinos y Procesos Rurales: 978-607-9293-05-5

Digitalizado en México

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Atribución No Comercial Licenciamiento Recíproco.

ÍNDICE

Presentación de la Colección Campesinos y Procesos Rurales

Diversidad, disputas y alternativas �������������������������������������������������������������������������������������� 7

Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego

(Coordinadores de la Colección)

Presentación del Volumen V:

Avanzando en los debates contemporáneos de la sociología rural: primera aproximación �������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������11

Beatriz G. De la Tejera Hernández

(Coordinadora)

Crisis civilizatoria y socioambiental. El ecologismo campesino e indígena

frente a la modernidad capitalista colonial �����������������������������������������������������������������������32

Luciano Concheiro Bórquez, Patricia Couturier Bañuelos y Eduardo Marrufo Heredia

Enfoques de investigación que se desarrollan en la sociología rurallatinoamericana: en específico en México. ������������������������������������������������������������������������52

Miguel Ángel Sámano Rentería

Sociología rural y Ecosociología �����������������������������������������������������������������������������������������70

Armando Sánchez Albarrán

Metodología para el estudio del desarraigo rural a través de la imagen ����������������������95

Miguel J. Hernández Madrid

La investigación vinculada como estrategia política, epistemológica, metodológica

y pedagógica: Lecciones de una experiencia veracruzana �������������������������������������������110

Gerardo Alatorre Frenk y Rosalinda Hidalgo Ledesma

Polífonía del Método: Procesos de Desarrollo Comunitario: Prácticas desde la Institución �������������������������������������������������������������������������������������������130

Omar Chiquete Anaya y Georgina Vega Fregoso

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Vinculación Metodologia prospectiva y estudios rurales.. ��������������������������������������������154

Alberto Valdés Cobos

Algunas reflexiones epistemológicas sobre la intervención del PSPen comunidades rurales ����������������������������������������������������������������������������������������������������175

Karla Yanin Rivera Flores, Olivia María Garrafa Torres y Yolanda Cadenas Gómez

PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES

DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS

Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego

(Coordinadores de la Colección)

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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN

CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES

DIVERSIDAD, DISPUTAS Y ALTERNATIVAS

La Asociación Mexicana de Estudios Rurales A. C. (AMER), surge de la necesidad

de fomentar, difundir y profundizar la investigación y el conocimiento sobre los

problemas de la sociedad rural mexicana, de ahí su lema: Desarrollo rural sus-

tentable con equidad y justicia social. La Asociación y sus agremiados tratan de apoyar

las actividades de la sociedad civil que coadyuven a resolver los problemas del campo

mexicano, la generación de políticas públicas, el debate y promulgación de leyes por el

Poder Legislativo. Bajo estas convicciones, la AMER es hoy en día la asociación más

importante en su género en el país.

La AMER tuvo su origen en el primer encuentro de investigadores del medio rural

llevado a cabo en Taxco, Guerrero, en 1994; en él se decidió crear la Red Mexicana de

Estudios Rurales. En 1998, en su 2º Congreso realizado en la ciudad de Querétaro, la

asamblea de miembros decidió convertir a la Red en la Asociación Mexicana de Estudios

Rurales. En el 3er. Congreso realizado en la ciudad de Zacatecas en el 2001, la AMER

quedó formal y legalmente constituida como asociación civil. A partir de entonces y por

acuerdo de la asamblea se organiza un congreso cada dos años, en total, se han realizado

nueve.

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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES

Los congresos de la AMER convocan a la discusión de los diferentes problemas del

México rural, hay temas que se repiten y hay temas emergentes en cada congreso. La

visión crítica y la calidad de los trabajos presentados, el debate académico y político,

el diálogo entre distintas generaciones de estudiosos, la presencia de actores sociales

insertos en organizaciones y luchas del campo mexicano, hacen de los congresos un

espacio crítico, fructífero y esperanzador.

El 8º Congreso Nacional de la AMER, Campesinos y procesos rurales: diversidad, dis-

putas y alternativas, celebrado del 24 al 27 de mayo de 2011 en los recintos de la Bene-

mérita Universidad Autónoma de Puebla, en la Ciudad de Puebla de Zaragoza, ratificó el

compromiso de investigadores, profesores, estudiantes y participantes de las organiza-

ciones de la sociedad civil y campesinas, de pugnar por un desarrollo sustentable con

equidad y justicia social en las sociedades rurales.

Los trabajos del Congreso se llevaron a cabo en 104 Mesas temáticas donde se expu-

sieron 530 ponencias relacionadas con los diez ejes temáticos del Congreso: Sistemas

agroalimentarios, cambios tecnológicos y globalización; Educación, saberes locales y

formación para el desarrollo rural; Estado, políticas públicas y respuestas sociales; Ac-

tores sociales: estrategias y modos de vida; Migración y mercados de trabajo; Pueblos

indios, autonomías y derechos; Movimientos y organizaciones sociales; Configuraciones

rurales, territorio y regiones; Recursos naturales, sustentabilidad y patrimonio cultural,

y Teoría y metodología de los estudios rurales. La Colección que ahora presentamos

consta de diez volúmenes digitales integrados por 81 artículos que originalmente fueron

ponencias y luego de pasar por dictamen, se elaboraron para esta publicación.

El escenario nacional estuvo en el debate académico de este congreso, pues el modelo

neoliberal y las políticas gubernamentales que persisten en apostar sólo al agronegocio,

se han traducido en la quiebra de la economía campesina, generando así empobrecimien-

to rural, una mayor pérdida de autosuficiencia alimentaria, grandes flujos migratorios y

feminización del campo. Además, ya en 2011 no sólo se sufrían políticas de un ajuste

estructural interminable, sino acciones de despojo del territorio y de recursos naturales

para la minería y otros megaproyectos; al acaparamiento del agua, la presión para el uso

de semillas transgénicas, la monopolización de la producción de semillas y alimentos a

favor de grandes empresas y corporaciones, principalmente multinacionales. Aunado

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PRESENTACIÓN DE LA COLECCIÓN CAMPESINOS Y PROCESOS RURALES

a lo anterior, para ese año se vivía intensamente el drama la violencia de Estado de “la

guerra contra el narcotráfico” emprendida por el gobierno federal; así como la descom-

posición social y la delincuencia organizada que va gestándose en este marco adverso

para la satisfacción de necesidades y expectativas de vida de la gente del campo.

Ante este escenario, una parte importante de las ponencias puso énfasis en la resis-

tencia de las sociedades rurales frente a los embates del modelo neoliberal sobre sus

territorios, así como en los esfuerzos por desarrollar estrategias, prácticas colectivas en

torno al saber tradicional, formas creativas de inserción en el mercado global, creación

de mercados orgánicos, agricultura urbana; también se abordaron problemas, experien-

cias y luchas de los pueblos indígenas; y se analizó la presencia y los papeles y proble-

mas emergentes de las mujeres rurales, cuya presencia es cada vez más relevante en el

escenario rural y son las que más sufren los efectos de la violencia y del desgarramiento

del tejido familiar y comunitario. Todo ello, con el afán de generar procesos de cambio

interculturales más equitativos, así como de alcanzar la plena ciudadanización de los

actores rurales y defender el enorme y variado patrimonio natural que nutre las identi-

dades culturales del campo mexicano.

La AMER, en la búsqueda de un diálogo de saberes, ratifica sus objetivos de propiciar

la vinculación con las organizaciones sociales, organismos gubernamentales y de la so-

ciedad civil, con quienes se coincida en el interés y la finalidad de lograr un desarrollo

sostenible, que garantice una vida digna y humana de las poblaciones rurales y urbanas.

Con este afán se hace llegar a las manos del público interesado esta colección que con-

tiene algunos de los trabajos presentados en dicho congreso, como parte de los sentires

y discusiones actuales de las y los estudiosos de los mundos rurales.

Elsa Guzmán, Gisela Espinosa y Roberto Diego

Coordinadores de la Colección

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

AVANZANDO EN LOS DEBATES CONTEMPORÁNEOS DE LA SOCIOLOGÍA RURAL: PRIMERA APROXIMACIÓN

Beatriz G. De la Tejera Hernández

(Coordinadora)

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

AVANZANDO EN LOS DEBATES

CONTEMPORÁNEOS DE LA SOCIOLOGÍA RURAL:

PRIMERA APROXIMACIÓN

Este libro, presentado en formato electrónico, representa un esfuerzo importante

por parte de la Asociación Mexicana de Estudios Rurales (AMER), por dar a cono-

cer la selección de los trabajos que fueron presentados en el COMITÉ TEMÁTICO

10: TEORIA Y METODOLOGÍA DE LOS ESTUDIOS RURALES, del VIII Congreso Nacional,

realizado en la ciudad de Puebla, Puebla, en Mayo del 2011 y que fue coordinado por

Beatriz De la Tejera Hernández y Hernán Salas Quintanal.

El resultado final que ahora entregamos a los lectores es un volumen que compila

ocho capítulos, que fueron dictaminados por tres árbitros y fueron corregidos, aumenta-

dos o en su caso reformulados por sus autores, a partir de las recomendaciones de los

árbitros especializados.

Agradecemos la colaboración en esta tarea de dictaminación a Ángel Santos Ocampo,

Darío Alejandro Escobar Moreno, Jesús Antonio Madera Pacheco, Beatriz De la Tejera

Hernández, Rosalía López Paniagua, Armando Sánchez Albarrán y Dante Ariel Ayala

Ortiz., investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo, Universidad Nacional Autó-

noma de México, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Michoacana de San

Nicolás Hidalgo y Universidad Autónoma de Nayarit.

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Es importante destacar que la AMER ha estado interesada por propiciar el debate

académico de carácter teórico y metodológico, entre los estudiosos del medio rural so-

bre los temas de frontera que ocupan a la comunidad científica en la actualidad y que se

relacionan con una realidad cada vez más compleja del campo mexicano. Como se verá

en este libro, es interesante observar a través de los textos que se presentan en esta

ocasión, que esta comunidad, convocada a través de los congresos y seminarios que la

AMER realiza, ha conseguido incorporar a una comunidad intelectual que además se

encuentra comprometida en buena medida, con los procesos de cambio social tan reque-

ridos en nuestro país. Es por ello que la vitalidad de este grupo temático se refuerza en

cada congreso con discusiones que competen no sólo a inquietudes académicas sino a

su necesaria relación con las causas sociales.

En los primeros tres artículos que se presentan en este libro, se plantean un conjunto

de ideas relacionadas con paradigmas teóricos que han ocupado los últimos años a la

sociología rural en Latinoamérica y el mundo.

Concheiro y sus colaboradores discuten acerca de la noción de “buen vivir”, consi-

derando sus diversas implicaciones, como una crítica seriamente fundamentada a la

modernidad y la idea convencional del desarrollo. En el segundo documento, Miguel Sá-

mano selecciona tres conceptos que considera dominantes y los revisa y discute: nueva

ruralidad, territorio y desarrollo sustentable. En el tercer capítulo, Armando Sánchez

discute las posibilidades de enriquecimiento de la sociología rural a partir de los aportes

de la ecosociología. Es interesante como en los tres materiales destaca la necesidad de

brindar un papel más destacado a la dimensión ecológica y medio –ambiental como eje

estructurante de los análisis de frontera de un nuevo tipo de sociología rural que se esta

construyendo en nuestro país y en América Latina, particularmente.

Los siguientes 5 capítulos de este libro abordan ya casos empíricos, incorporando

debates muy interesantes acerca de propuestas metodológicas novedosas como son la

imagen, la investigación vinculada, la prospectiva, el desarrollo comunitario y la inter-

vención auto-reflexiva.

En el primer capítulo del libro “Crisis civilizatoria y socioambiental. El ecologismo

campesino e indígena frente a la modernidad capitalista colonial”, Concheiro, Couturier

y Marrufo inician la reflexión, planteando que el debate teórico, epistémico y práctico

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

político sobre la cuestión ambiental ha adquirido un nuevo sentido en torno a la con-

frontación que ha tomado forma en lo que de Sousa Santos y Escobar, desde posiciones

opuestas, han definido bajo la fórmula de “Pachamámicos versus Modérnicos”. En su

trabajo parten de procesos concretos de luchas y prácticas ambientales, así como de

propuestas y utopías sustentadas en el ecologismo, para interrogarse sobre lo que con-

sideran una nueva cuestión epistemológica: si estas prácticas y luchas y sus formas

organizativas recurren a diferentes tipos de conocimiento, y con ello, la emancipación

social se fundamenta en una epistemología que no concede una supremacía a priori al

conocimiento científico, y que permite una relación más justa, de diálogo de saberes,

entre diferentes tipos de conocimiento.

El contexto de esta polémica es el de una catástrofe ambiental que ha puesto en crisis

los modelos de conocimiento, y de visiones de mundo, una crisis de orden civilizatorio de

la civilización occidental y de la modernidad, que son cuestionados desde la Pachamama

y el “buen vivir” .

Para ello inician haciendo un recuento de La cumbre “pachamámica” realizada en

Tiquipaya, Bolivia, donde Stefanoni (2010), criticó a los pachamámicos que su lucha con-

tra la crisis ambiental que consideran de orden civilizatorio oculta sus políticas moder-

nizadoras donde adoptan modelos extractivistas y de reprimarización de la economía.

También se les acusa de “esotéricos” por su propuesta de “diálogo de saberes” .

Para los autores, a la inseguridad alimentaria, la insustentabilidad y la no sosteni-

bilidad del modelo dominante de agricultura industrial (Concheiro, 1993) la acompañan

hoy día circunstancias “globales” como el desequilibrio climático, el efecto invernade-

ro y la pérdida de biodiversidad. El conjunto configura una globalización de una crisis

ambiental sin precedentes. Pero a la vez se ha dado una profusa difusión de diversos

discursos ambientalistas en medio de la llamada globalización, por lo que la naturaleza

se ha globalizado tanto en los hechos como en las palabras, dando paso al discurso de

un ambientalismo “desde arriba”, “globalizado”. Por ello ubican que el campo de lucha

está en la arena cultural.

A continuación, caracterizan brevemente diversas propuestas desarrolladas en las

últimas tres décadas que colocan el desarrollo en una perspectiva ecológica. Revisan el

ecodesarrollo (Sachs, 1985), la llamada racionalidad agroproductiva sustentable (Leff,

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

1993) y lo que denominan el movimiento ecologista de avanzada o ecologismo popu-

lar. En este último enfoque identifican que actores como los obreros agrícolas y los

solicitantes de tierras, junto con las comunidades indígenas y campesinas, poseen co-

nocimientos, tecnologías y estrategias productivas ambientalmente sustentables, que

pueden considerarse como un punto de partida para una propuesta civilizatoria alter-

nativa (Concheiro, 1993). Señalan que además de ser la comunidad el marco en el cual

cobra sentido la coordinación de esfuerzos productivos de cada unidad campesina, es el

campo de enlace, “la instancia de mediación en los planos políticos y culturales, entre

campesinos y sociedad global” (Linck, 1991:73).

En el plano de la propuesta, desde la visión de los autores, se trata de una vuelta

a lo regional para adquirir una nueva estrategia global de desarrollo, y romper con el

gremialismo y el economicismo. La estrategia recupera la perspectiva de la apropiación

del proceso productivo a la vez que de los circuitos de la vida social, lo que supone una

organización polivalente y de gestión y gobierno de los municipios (Moguel y Velázquez,

1992:69). Control comunal, que no estatal, de los medios de producción en la perspectiva

del ecologismo de la sobrevivencia (Martínez, 1992:9). Sin embargo, opinan, su éxito de-

pende de que sea una alternativa, sino para todos, si para la inmensa mayoría.

Plantean que en la suma de soberanías que van de los ejidos y comunidades a lo

regional, en la identificación de la soberanía con un manejo ecológico de los recursos,

está la reconstrucción de la nación sobre bases democráticas, sobre la base del recono-

cimiento de las diversidades. Esto implica, desde su punto de vista, un postdesarrollo, un

más allá del propio desarrollo.

A su vez, el postdesarrollo que conciben debe ser entendido como un problema de

poder alternativo ante los proyectos hegemónicos, que parte de una conciencia de lo glo-

bal para desplegar las acciones desde lo local. Ahí, las estrategias campesinas refuer-

zan una perspectiva de una economía “moral” que puede ser base de la autosuficiencia

alimentaria y la agricultura sustentable. Exige una distribución equitativa de la tierra y

el agua, así como una transferencia de excedentes sociales hacia los sectores y regio-

nes más pobres de la sociedad. El postdesarrollo campesino parte de las necesidades

reales y sentidas por la población, especialmente a nivel familiar, base de una red de

identidades y soberanías que encuentran un principio en la producción de alimentos y

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

en la recreación de las comunidades, que tenga que aprender a vivir con, desde y para

la diversidad. Otros atributos mencionados son transitar de la defensa de intereses in-

mediatos al planteamiento de políticas nacionales y a nivel global, la construcción de

autonomías a diversos niveles, empezando por lo local y lo regional.

Miguel Sámano en su ponencia “Enfoques de investigación que se desarrollan en la

sociología rural latinoamericana: en específico en México”, identifica como temas que

se están trabajando actualmente al interior de la sociología rural : la nueva ruralidad, la

migración, los problemas ambientales, los movimientos sociales, la pluriactividad eco-

nómica y hay pocos estudios aunque ya se han iniciado trabajos sobre el “narcotráfico”

y “la narcocultura”. Desde su punto de vista, el espectro de análisis de la sociología rural

se ha ampliado a un rango de fenómenos sociales y culturales que obligan a hacer un

análisis interdisciplinario y multidisciplinario de varios fenómenos, y las fronteras entre

las ciencias sociales tienden a borrarse para constituirse en un paradigma holístico del

fenómeno sociocultural para analizar una serie de problemáticas que se manifiestan en

el medio rural latinoamericano.

Opina que se han impuesto varios enfoques de análisis como son el de la “territo-

rialidad”, el de “la nueva ruralidad”, el “desarrollo rural sustentable”, el “de género”“la

migración rural”. Sin embargo los enfoques neomarxistas están presentes en donde aún

algunos autores tratan de ver a los actores a través del enfoque de las clases sociales

y sus luchas, ya que el sistema capitalista se ha transformado y se ha adaptado a las

nuevas condiciones sociales, económicas, políticas y culturales, pero sigue siendo en

esencia una lucha entre los desposeídos contra la élite que mantiene el poder.

Ante esta situación, se pregunta si aún es o no pertinente la Sociología Rural dentro

de la ciencias sociales. Retomando a Sánchez (2006), indica que la sociología rural como

subdisciplina todavía tiene razón de ser a pesar de que lo rural se desdibuja cada vez

más debido a un pesimismo que plantea la perdida de importancia de la sociedad rural

y se sugiere una especialidad mucho más abarcadora. Considera que en tanto haya es-

tudiosos e investigación sobre el medio rural la sociología rural tiene razón de existir.

Además, mucho de los enfoques teóricos que tratan de explicar lo que pasa en el medio

rural tienen que ver directamente con el desarrollo rural, por los menos en los países

latinoamericanos.

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

En esta línea de pensamiento, señala que hablar de la realidad rural actual, o del

desarrollo rural, nos sigue remitiendo a un ámbito de lo que conocemos como lo “ru-

ral”, en donde el concepto tradicional de lo “rural” se ha modificado, ha adquirido otras

características y donde varias disciplinas pueden contribuir para entender un cambio,

pero lo rural no ha desaparecido. Sin embargo, explica, la sociología por si sola no puede

explicar una serie de fenómenos sociales que ocurren en las sociedades actuales, de

ahí que tenga que echar mano de los enfoques interdisciplinarios. Enfatiza en que lo que

debe quedar claro que cuando hablamos de lo rural estamos hablando de un espacio

más amplio que los que hemos llamado tradicionalmente el “sector rural” que se refiere

a las actividades de producción agropecuaria y forestal.

En seguida, el autor aborda lo que llama diferentes enfoques dominantes de la So-

ciología Rural. Inicia por revisar uno de los enfoques que ha tomado fuerza y creado

polémica en el ámbito académico, que es el enfoque de la “Nueva Ruralidad”, si bien

reconoce que dentro de este enfoque se pueden encontrar algunas variantes. En par-

ticular, recupera las conclusiones de Llambí y Pérez en uno de sus trabajos, donde se

señala, , en relación a la definición de una agenda de la sociología rural latinoamericana,

que : 1) “El objeto de la disciplina debe ser el análisis de los territorios rural-urbanos

realmente existentes, y no una ruralidad en abstracto”; 2) “La agenda propuesta necesita

profundizar la investigación sobre los nuevos y viejos procesos, continuidad y cambio, en

las sociedades latinoamericanas”; 3) “Un elemento central de la agenda es el análisis de

los actores rurales realmente existentes”;4) “Existe la necesidad de mayor investigación

sobre políticas públicas más conducentes a disminuir la diferenciación social y terri-

torial”; y 5) “A corto plazo, la refundación de la sociología rural latinoamericana. A más

largo plazo, contribuir al surgimiento de una ciencia social netamente interdisciplinaria”.

(Llambí y Pérez, 2007:57-59).

Posteriormente aborda el enfoque territorial, donde considera que se trata de integrar

las transformaciones en el medio rural, donde se dan fenómenos y relaciones que tienen

que ver con lo referido a nueva ruralidad y con procesos de apropiación de un espacio

por parte de los actores sociales. El territorio incluye recursos, personas, relaciones,

identidades y procesos que se desarrollan en un espacio que puede abarcar la región o

una localidad, un estado, un país o una macroregión económica. En el apartado, el autor

revisa conceptualizaciones de diversos autores como Benedetto (2006) donde las terri-

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

torialidades tienen que ver con las identidades culturales en un espacio determinado o

como Porto (2001), donde la definición de las nuevas geografías a se relacionan con las

representaciones de la acción de los sujetos.

Con estos elementos, sugiere que es necesario definir el tipo de enfoque que se va

a emplear para entender al espacio físico, sus transformaciones, su relación con el de-

sarrollo y se debe tratar de verlos de manera integral y desde diferentes enfoques,

ya que varios aspectos económicos, sociales, políticos, ambientales y culturales están

estrechamente relacionados en los espacios rurales, y hay una relación entre el enfoque

de la nueva ruralidad y el enfoque territorial.

El tercer concepto que analiza en particular es el de desarrollo sustentable, donde

admite que ha sido adaptado por unos y criticado por otros y ha provocado una polé-

mica y la búsqueda de diferentes definiciones. Asume su acuerdo con el concepto de

desarrollo sustentable desde la agroecología que proponen Guzmán, González y Sevilla

(2000), donde la noción “…se basa en el descubrimiento, sistematización, análisis y po-

tenciación de los elementos de resistencia al proceso de modernización para diseñar en

forma participativa, esquemas de desarrollo definidos desde la propia identidad local

del etnoecosistema concreto”. Resume que contemplando los diferentes enfoques de la

sustentabilidad desde la sociología ambiental, la socioecología y/o la economía ecológi-

ca, su estudio se relaciona estrechamente con el campo de estudio de la sociología rural,

aunque quizá estos enfoques tratan de expresar de mejor manera la relación naturaleza

sociedad.

Finalmente, Sámano enuncia, recuperando a Sevilla (2006), otras orientaciones teóri-

cas que muestran la diversidad de enfoques de la Sociología Rural a nivel mundial, como

son el de la perspectiva teórica de la Vida Rural, en donde dominan los enfoques de “La

comunidad rururbana”, “El continum rural-urbano” y “Los sistemas sociales agrarios la

modernización agraria y el cambio social rural, donde destacan enfoques de “Familismo

amoral y la imagen del bien”, “La modernización de los campesinos”, “La teoría de las

tecnologías apropiadas” y el de “La Sociología Rural como estrategia de desarrollo ru-

ral”, así como el de “Desacampesinización y cambios tecnológicos” y el de “Sociología del

Desarrollo Rural”. Otra gran orientación teórica es la de la Sociología de la Agricultura,

que incluye perspectivas como la “Sociología Rural de las sociedades avanzadas”, el de

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

“Producción simple de mercancias agrarias”, “Los regimenes agroalimentarios globa-

les”, el de “La Economía y Sociología política”, “La internacionalización agroalimentaria

y los sistemas mercantiles agrarias”, “Desarrollo Endogeno”, “La Sociología Rural como

crítica medioambiental a la industrialización alimentaria”, “Farming System Reserch”,“E-

codesarrollo”, “Farming Systems Reserch”, “Farmer and people First” y “Agricultura sus-

tentable de bajos insumos externos”.

Concluye que la Sociología Rural se ha diversificado y sus enfoques múltiples conver-

gen en que que la ruralidad en tiempos de la globalización se ha complejizado a medida

que avanza la modernidad o la posmodernidad, pero no se debe perder de vista el rol de

los actores. En Latinoamérica nos hemos avocado a los enfoques de “La Nueva Rurali-

dad”, el de “Territorialidad” y el “Desarrollo sustentable hasta la Agroecología”, como las

grandes tendencias, pero los sociólogos rurales latinoamericanos se ven influenciados

por las teorías y los numerosos enfoques mencionados. Esto muestra, desde su visión,

que las visiones de la Sociología son en todo caso complementarias, y que la interdisci-

plina de las ciencias sociales se hace evidente. Por otro lado, mientras exista el medio

rural en Latinoamérica se tendrán que seguir investigando, y formando especialistas

en el análisis de los problemas de las sociedades rurales, para explicar los procesos de

grandes cambios que tienden a la desaparición de las diferencias entre el campo y la

ciudad.

Armando Sánchez en su trabajo “Sociología rural y Ecosociología” ubica cómo el

objeto de estudio de la sociología rural se ha caracterizado, a lo largo de su historia,

por sus rápidas transformaciones, dada la vertiginosa modernización de las sociedades

agrarias. Sin embargo, considera que la disciplina ha mostrado capacidad para asimilar

nuevos marcos epistemológicos, conceptos y metodologías que tienden a enriquecer su

ámbito de estudio.

En este sentido, ubica a la ecosociología como una propuesta teórica muy prometedo-

ra ya que elabora una crítica que abarca las dimensiones económicas, políticas, sociales

y culturales como se ha intentado desde el desarrollo rural. Señala que algunos de sus

postulados parten de una crítica epistemológica que proviene del sur, como la propuesta

de De Sousa (2012) o de una crítica a la modernidad, como lo hace Sevilla Guzmán (2006).

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Del cuestionamiento a la manera en que las teorías predominantes estudian los pro-

cesos naturales opina que se levanta una propuesta epistemológica que abarca a la eco-

nomía, la política, la sociología y la cultura. Esta propuesta representa una posibilidad

para hacer frente a las teorías y algunos de los postulados económicas predominantes,

así como sus efectos, como la “máxima ganancia” y la destrucción de los recursos na-

turales. En lo político, señala Sánchez Albarrán, la perspectiva de la ecosociología cues-

tiona a la democracia representativa que desde los gobiernos neoliberales, justifican y

reproducen el modelo de explotación económica de los recursos naturales y a las formas

de dominación política. Desde la crítica social, los nuevos movimientos sociales, entre

ellos los ecologistas, y su proyecto de revalorar el papel de los pequeños productores

campesinos y de los pueblos originarios, se vislumbran, en su perspectiva, como una

esperanza frente a los problemas que ocasiona el calentamiento global. En síntesis, la

sociología rural enriquece su marco teórico conceptual con las aportaciones provenien-

tes del campo de la ecosociología.

Las interrogantes que sirven de hilo conductor para el trabajo de Sánchez son: ¿Qué

salidas ofrece la ecosociología a los problemas económicos que plantea la globalización

en México?; ¿Cuáles son sus aportaciones al análisis teórico y metodológico en los ámbi-

tos económicos políticos y sociales especialmente referidos al problema de la cuestión

indígena y su vinculación con el problema del desarrollo sustentable?; y ¿Cuáles son las

alternativas concretas de reflexión y acción referentes a la recuperación de lo social y

ambiental en nuestro continente?. Para responder a estas preguntas, subdivide el trabajo

en tres apartados: en el primero, se abordan las respuestas provenientes de la ecosocio-

logía al problema del “desarrollo” económico capitalista y de desarrollo sustentable; en

el segundo aborda, desde una perspectiva epistemológica, la crítica a sus fundamentos

económicos, políticos y sociales; y en el tercero explora las alternativas viables que rei-

vindican al indígena como sujeto social del desarrollo sustentable.

Concluye Armando Sánchez Albarrán en su artículo, que la sociología rural y ecoso-

ciología comparten demasiadas coincidencias teóricas y metodológicas , como su crítica

al modelo económico capitalista que se sustenta en el principio de recursos inagotables

y su cuestionamiento a los métodos capitalistas, avalados por la ciencia dominante y

justificados por el poder económico y político y comparten.

— 20 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Indica el autor que en la ecosociología existe un intento epistemológico por superar

aspectos no considerados en la agroecología como las nociones de coevolución social y

ecología. Con ello se consigue profundizar en el cambio social y los procesos históricos.

En lo económico, esta orientación sugiere la búsqueda del bien común o la gestión de la

felicidad para hacer frente a la economía neoliberal sustentada en la “maximización de

las ganancias” que en la actualidad significa la lucha de las transnacionales por apropiar-

se de la renta petrolera o minera. Propone también implementar estrategias y políticas

públicas que revaloren, desde la “economía verde”, el trabajo de los jóvenes campesinos

y experiencias de etnodesarrollo para las poblaciones indígenas.

En lo político, la estrategia de la “deseconomía” planteada por la ecosociología, sugie-

re retomar la democracia “desde abajo”, desde el empoderamiento los pueblos indios y

campesinos, y barrios, y colonias populares. En lo social, cuestiona el orden económico

existente ya que, además de generar riesgo económico y ecológico, produce mayor des-

igualdad social y pobreza rural afectando más a la población indígena. En lo cultural,

recupera el respeto a la diversidad cultural y natural, sobre todo el respeto a los saberes

tradicionales.

En el camino posible de la utopía, dice el autor, existe una tarea pendiente: la bús-

queda del “Buen Vivir”, la organización económica y política por otra vía: el de limitar las

necesidades y vivir en equilibrio, de acuerdo con la naturaleza, y con la noción de “ges-

tión de la felicidad” a partir de la participación social fortaleciendo el tejido social y con

la creación de redes sociales. El Buen Vivir, finaliza, ha de transitar aún por un proceso

de consolidación.

En el cuarto trabajo expuesto en este libro, Miguel J. Hernández Madrid, presenta

“Metodología para el estudio del desarraigo rural a través de la imagen”. En su resumen

sintetiza claramente el contenido del artículo. La imagen fotográfica y la cinematográfica

tienen un potencial metodológico inédito cuando desde la etnografía, la sociología y la

filosofía de la experiencia son trabajadas para aportar miradas de las problemáticas ru-

rales contemporáneas. Su objetivo es recuperar la propuesta epistemológica de Walter

Benjamin sobre la imagen pensada y así, proponer una vía metodológica para trabajar

la imagen como una fuente de conocimiento social de las realidades rurales y lo que

ese autor llamó “las corrientes subterráneas de una época”. .reconociendo su potencial

— 21 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

aportación para mostrar lo que Walter Benjamín

Hernández propone emplear la imagen para deconstruir con ella un particular modo

de diagnosticar en el tiempo espacio contemporáneo el fenómeno del desarraigo rural

en México. Su sustento empírico lo constituyó el acervo de imágenes fotográficas que el

Centro de Estudios Rurales del Colegio de Michoacán, ubicado en la ciudad de Zamora,

ha construido desde su fundación en 1980.

En su reflexión final, menciona Hernández que el ejercicio de pensar con las imáge-

nes fotográficas del valle de Zamora el tema del desarraigo, tomando en cuenta otras

experiencias etnográficas que generaron el tema, es muy diferente a las situaciones

de expulsión, éxodo y pauperización de los actores sociales que lo vivieron en Estados

Unidos o Argelia al ser captados por las cámaras fotográficas de Dorotea Lange y de

Pierre Bourdieu. Los actores estaban presentes, fueron captados en su protagonismo de

la situación.

En Zamora, sólo tenemos las huellas de estos actores. Huellas dibujadas en los esce-

narios agrícolas sitiados por el asfalto que atestiguan su pronta desaparición; o huellas

rastreadas en paisajes que ahora están siendo transformados y que muy pronto dejarán

de ser testimonios para realizar una arqueología de lo que alguna vez fue un espacio

social de la matria. Los campos que antes eran sembrados son cubiertos por asfalto, las

casas vernáculas son derribadas para construir estacionamientos para autos, gasoline-

ras o cadenas de tiendas con franquicias.

Los actores cambiaron de papel. No fueron expulsados por la violencia contundente

de la guerra, aunque ahora comienza a intensificarse un fenómeno parecido en las ran-

cherías que rodean Zamora y Jacona con la salida de muchos jóvenes por la violencia

cotidiana del narco; sino que modificaron sus roles por dispositivos de la modernización

económica y política que de pronto llegaron y afectaron vertiginosamente la vida cotidia-

na.

Las imágenes nos sugieren desarraigo contemporáneo que tiene por resultado la

erosión de los tejidos y las relaciones sociales mediante las cuales un colectivo se arrai-

gaba y daba sentido de identidad a su terruño.

— 22 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Una nota metodológica final sobre la relación entre imagen e imagen fotográfica, que

formula Miguel Hernández, es reivindicar la importancia de los acervos generados por

los fotógrafos de pueblo, por la riqueza de su información para reconstruir una memoria

histórica y proyectarla comparativamente en otros ámbitos sociales y culturales de las

regiones y de otros países.

El capítulo número 5 de este libro, intitulado “La investigación vinculada como estra-

tegia política, epistemológica, metodológica y pedagógica : Lecciones de una experiencia

veracruzana” es presentado por Gerardo Alatorre y Rosalinda Hidalgo. En este artículo

abordan los aspectos teóricos-políticos y prácticos de la investigación que se realiza en

las instituciones de educación superior en colaboración con actores sociales, lo que en

la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) se ha llamado “investigación vinculada”.

Toma como caso de estudio un proyecto de investigación y vinculación en torno a la ges-

tión de las cuencas, los bosques y el agua (GCBA), que se desarrollaba en las regiones

indígenas donde la UVI tenía presencia cuando se presentó el trabajo en el Congreso

de AMER (año 2009), y en el que intervinieron profesionistas de esa universidad y otras

dependencias. Dados los años que han pasado desde entonces, la coordinación de este

libro desconoce si la experiencia analizada se sigue trabajando en esta institución edu-

cativa.

El artículo lo dividen los autores en tres partes: En una primera parte, revisan aportes

teóricos y epistemológicos de autores como de Sousa Santos, Leff y Mato, resaltando los

elementos que permiten dar cuenta de los procesos de investigación vinculada. También

se explican los enfoques teóricos y metodológicos que se están aplicando en la inves-

tigación estudiantil y docente en las sedes de la UVI. En una segunda parte, describen

la experiencia del proyecto sobre GCBA, mostrando sus desencuentros y aciertos en la

colaboración con las contrapartes del proyecto (estudiantes, organizaciones campesi-

nas, maestros, etc.). Finalmente abordan un análisis crítico de la experiencia y seña-

lan algunos de los retos que enfrentan académicos, ciudadanos y universidades para la

construcción política de sociedades sustentables, enfatizando la necesidad de valorar

los saberes de distintos sectores sociales y culturales, y el establecimiento, en las ins-

tancias acreditadoras, de criterios y procedimientos que fomenten una investigación di-

rectamente ligada a las necesidades de fortalecimiento de los actores sociales de base.

— 23 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Para Alatorre e Hidalgo, la construcción teórica-política de la sustentabilidad, así

como la praxis que esta construcción genere, puede ayudar a enfrentar la crisis civiliza-

toria que hoy tiene en jaque a los ecosistemas, a la convivencia humana y a la calidad de

vida de millones de personas.

Para enfrentar estos desafíos surgen iniciativas desde muy diversas plataformas

institucionales u organizacionales como lo que llaman los sector de base : organizacio-

nes populares, campesinas, indígenas, de consumidores. También en las asociaciones

ciudadanas, en las agencias de cooperación, en instancias de gobierno y en empresas,

así como en las instituciones académicas.

Su trabajo lo dedican a explorar la experiencia desde la academia, desarrollada desde

2008 por la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI) en las sierras veracruzanas.. Se-

ñalan los autores que el discurso de la UVI pone como columna vertebral del aprendizaje

a la investigación que, en equipos, realizan los estudiantes en vinculación con actores

de las comunidades, en torno a problemas o iniciativas pertinentes para estos actores

y para los propósitos del proyecto educativo, pero que en la realidad, esta investigación

vinculada adquiere matices muy variados. Indican que en principio, la UVI no ha estable-

cido ninguna política a favor de proyectos que impliquen una colaboración con actores

locales o regionales para la generación conjunta de saberes y para el fortalecimiento de

iniciativas concretas. Sin embargo, se dan casos donde si se da esta colaboración, como

el que se describe y analiza en este artículo, pero generalmente los investigadores rea-

lizan sus investigaciones sin pasar por algún acuerdo de co-responsabilidad con otros

actores o con los estudiantes.

En la primera parte, Alatorre e Hidalgo revisan y define el concepto de sustentabi-

lidad y plantean el papel de la universidad en contribuir a los temas que atañen esta

noción. En esa línea temática, abordan en seguida el concepto de diálogo y ecología de

saberes, recuperando aportaciones de De Sousa Y Leff, principalmente. Posteriormen-

te identifican las dificultades para aproximarse a esta búsqueda, en particular desde

las comunidades científicas y académicas, donde señalan que existen lo que Vallaeys

(2004), denomina “resistencias institucionales arraigadas” y plantean que aún cuando

los discursos cambian y se realizan innovaciones en los programas educativos, pueden

subsistir tales inercias en el currículo oculto, lo que también Vallaeys (2004), llama “la

— 24 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

pedagogía invisible” .

Con estas herramientas conceptuales en el segundo apartado del capítulo describen

y emprenden una lectura analítica de la experiencia mencionada, para derivar algunos

aprendizajes que pueden resultar útiles para re-pensar a la universidad. En un tercer

apartado revisan las dificultades enfrentadas en esta experiencia. Destacan a nivel ins-

titucional las siguientes: La investigación docente en la UVI opera con base en proyec-

tos individuales, es complejo impulsar una investigación inter y trans-disciplinaria, los

plazos de trabajo establecidos resultan reducidos y prevalecen criterios de valoración

del desempeño académico que poco tienen que ver con su pertinencia en términos de

la atención a problemas sociales acuciantes. Es por ello, señalan, que en este contexto,

muchos docentes suelen optar por la investigación tradicional.

En el apartado final del texto, los autores señalan que los logros y las limitaciones de

la experiencia relatada son fuente de aprendizajes que buscan compartir, como las si-

guientes: consideran que las universidades necesitan posicionarse como puentes entre

distintas culturas, desde las locales hasta las globales y como entidades catalizadoras de

procesos de fortalecimiento cultural-económico-político. Para lograrlo, necesitan funcio-

nar como entidades coherentes, comunicadas, y con la capacidad de irse transformando.

Requieren relacionarse de manera respetuosa y colaborativa con todos los actores so-

ciales y políticos, sin sujeción de nadie hacia nadie. Necesitan concebirse como espacios

de generación de saberes que se articulan con otros espacios locales y regionales de

generación de saberes, es decir como nodos en las redes de iniciativas. Para los autores,

todos, desde las organizaciones sociales hasta las entidades acreditadoras y patrocina-

doras de la educación superior, tienen cierta responsabilidad y pueden hacer contribuir

con la cuota de poder que cada quien tenga y desde la plataforma donde se mueva.

Concluyen a partir de su experiencia, que la investigación vinculada, basada en prin-

cipios éticos, políticos y teóricos, tiene resonancias favorables con actores locales y re-

gionales; lleva a procesos creativos sobre las formas de pensamiento y sobre el actuar

cotidiano, tanto en los espacios domésticos como los públicos; va creando condiciones

para la construcción política y colectiva del conocimiento, así como para la incidencia en

prácticas de apropiación territorial por parte de actores involucrados. Cierran su aporta-

ción con una frase central en este libro : Este tipo de investigación tiene pertinencia social

— 25 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

pero requiere de metodologías dinámicas, incluyentes y abiertas, así como de acuerdos

de colaboración con las contrapartes.

Georgina Vega y Omar Chiquete, en el capítulo 6 del libro presentan su trabajo “Po-

lífonía del Método: Procesos de Desarrollo Comunitario: Prácticas desde la Institución”.

Resumen sus ideas al inicio, indicando que Desde sus orígenes el desarrollo comunitario

ha encontrado sustento en las acciones educativas. Comentan que quienes han tratado

los procesos “formativos” desde la perspectiva escolarizada ven su práctica novedosa

aplicada a contextos marginales, logrando hacerla objeto de descripciones, ensayos me-

todológicos y hasta de experiencias piloto. Desde el campo de la promoción social “la

educación no formal” “la educación popular” (Núñez, 2005), el enfoque “participativo”

(Torres 2000), hacen y han hecho aportes valiosos porque proponen un “tipo de educa-

ción” que parte de la vivencia cotidiana de la gente y promueve estimular el aprendizaje

lúdico y significativo. El Desarrollo Comunitario como método y proceso, en sentido am-

plio, busca identificar y analizar las prácticas de los sujetos, a la par que los ponen el

centro de la apuesta por transformar la realidad. El texto narra muestra experiencia en

el trabajo de promoción y en ese sentido es un recuento de muchas voces que dicen: dar

voz a la gente y se aprende haciendo.

En su trabajo revisan diferentes propuestas metodológicas y enfoques que conside-

ran han abonado de manera significativa al desarrollo comunitario. Posteriormente con-

frontan la experiencia empírica que han podido desarrollar y concluyen en una serie de

ideas que emergen de su propia práctica en este campo. Así, señalan que la promoción

del desarrollo comunitario desde el Estado instalada como política pública tiene en con-

tra que las autoridades estatales reinician su aplicación aproximadamente cada sexenio.

Esto implica una alta rotación del personal que genera un ambiente de estar iniciando

siempre, si bien existen actores clave con amplio e histórico conocimiento. Indican tam-

bién que la violencia institucional juega un papel fundamental, ya que los actores hacen

lo que el grupo en turno (quienes encabezan la administración sexenal) les dice.

Mencionan sin embargo, casos destacados en la práctica de algunos actores guber-

namentales y civiles en el estado de Jalisco, que durante varios años avanzaron en pro-

poner un modelo de desarrollo comunitario, en ocasiones al margen de la institución

pública, ya que aunque los modelos de operación se norman desde el Sistema Nacional,

— 26 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

cada Estado tiene la oportunidad de interpretar el modelo, y el desarrollo comunitario, a

su modo.

Concluyen que esperan que un día el desarrollo comunitario sea una política pública

donde sus criterios sean la principal exigencia para el reparto de los presupuestos des-

tinados al desarrollo social. Declaran estar convencidos de que la educación es la mejor

inversión que puede hacer el Estado, ya sea forma o no formal y en ese sentido, que el

desarrollo comunitario se entienda como un modelo de formación, las instituciones de

los tres niveles de gobierno y organizaciones de la sociedad civil aprovechen las redes

sociales para promoverlo y beneficiar a las personas que lo experimentan.

En el penúltimo capítulo de este libro, Alberto Valdés plantea una propuesta me-

todológica novedosa con el título de “Metodologia prospectiva y estudios rurales: una

vinculación más que necesaria”. Plantea que desde su punto de vista, poco o nada se

ha hecho por plantear una metodología prospectiva para un campo mexicano que la

AMER ha desglosado en una diversidad de temáticas en sus congresos. En un país que

sigue mirando al pasado, son escasos los estudiosos del medio rural que han planteado

escenarios de futuro para sus actores sociales, la cultura, la tecnología, los recursos

naturales y las políticas rurales. No obstante, desde su punto de vista, la mayoría de las

decisiones humanas implican juicios acerca de cómo será el futuro. Ilustra que este

futuro se relaciona con temas tan importantes y actuales para los estudios rurales como

la migración campesina a Estados Unidos, los riesgos de la biotecnología, los efectos

del calentamiento global, o la aplicación gubernamental de políticas neoliberales en el

medio rural sin evaluar sus impactos sociales. En cada uno de estos casos los actores

sociales definen sus futuros y toman una serie de decisiones y acciones. Los estudios

de los futuros o prospectiva ponen en la agenda de las naciones asuntos que rebasan

sus horizontes partidarios y de corto plazo. Esa proyección profesional del futuro so-

cializa los grandes problemas nacionales, regionales y locales. En ese sentido, señala,

los estudios rurales del siglo 21 deben sustentarse en una metodología prospectiva que

contribuya en el diseño de políticas públicas de desarrollo rural que den viabilidad a los

habitantes, la cultura y recursos naturales del campo mexicano en el largo plazo.

Argumenta que tradicionalmente se había considerado que investigar o descubrir

los secretos del futuro era una actividad reservada a adivinos, profetas y escritores de

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

ciencia ficción, pero la rapidez de los cambios y transformaciones por las que atravesó la

humanidad en el siglo XX (después de la II Guerra Mundial), contribuyó al surgimiento de

la investigación científica del futuro (escenarios, previsiones, proyecciones, pronósticos

y tendencias). Desde que surgió el interés por estudiar científicamente el futuro no hubo

un acuerdo tácito para bautizar la nueva disciplina y dependiendo del país el nombre que

adoptó fue distinto: futurología en Estados Unidos; Prospectiva y previsión en Francia;

prognosis en la antigua unión soviética, y más recientemente en México y Latinoamérica

se ha optado por hablar de “Estudios de los Futuros” o Prospectiva, que definen al futuro

como un espacio múltiple o la existencia de posibles futuros alternativos.

Valdez enumera diferentes experiencias a nivel internacional y nacional, a nivel de

instancias gubernamentales y privadas e indica posteriormente que ante la crisis ideo-

lógica de las organizaciones campesinas, la crisis productiva, el deterioro ecológico, la

migración, el envejecimiento, la feminización del campo, y el ascenso de la inseguridad,

provocada por los carteles del narcotráfico, así como por el abandono del Estado del

fomento agropecuario, los investigadores del mundo rural se han quedado entrampa-

dos en diagnósticos del “aquí y ahora”, sin plantear o construir escenarios de futuro de

largo plazo. En ese sentido, considera que la importancia de la prospectiva en el medio

rural, radica en que aumenta el grado de conocimiento que tenemos sobre el presente

y sobre el pasado, paso previo requerido para abordar la definición de posibles futuros

rurales; provee de referencias válidas acerca de cómo puede ser el futuro; permite la

identificación de oportunidades y peligros potenciales, discriminando respectivamente

escenarios deseables y no deseables; y es una ayuda inestimable en la definición, análi-

sis y valoración de políticas de desarrollo rural y acciones alternativas.

Después de revisar diferentes métodos y técnicas que pueden ser empleados en la

prospectiva, concluye que mirar al futuro en una época que ha perdido la confianza en

el progreso es sumamente arriesgado. Sin embargo, existen alternativas metodológicas

para tratar de diseñar escenarios de futuro que den viabilidad a los recursos naturales,

la cultura y los habitantes de un campo mexicano en crisis. En ese sentido, la prospectiva

esta llamada a jugar un papel fundamental como metodología exploradora de alternati-

vas de futuro que haga participes a los actores sociales en su construcción.

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

Opina que será necesario que las políticas públicas (agrícolas, forestales, ganaderas,

ambientales y desarrollo rural en general) se implementen con una visión, no de corto,

sino de largo plazo (de 10 a 30 años) que trascienda los sexenios presidenciales para no

comprometer o poner en riesgo el futuro de las nuevas y futuras generaciones.

Se cierra el libro con el trabajo de Karla Yanin Rivera Flores, Olivia María Garrafa

Torres y Yolanda Cadenas Gómez, que llamaron “Algunas reflexiones epistemológicas

sobre la intervención del PSP en comunidades rurales”. Dedican su artículo a analizar

la intervención del prestador de servicios profesionales (PSP) en el medio rural mexica-

no. Indican que en este papel, los llamados PSP´s llegan a la comunidad rural con una

lógica, una perspectiva del aprendizaje y del “deber ser”, arrastrados desde la forma-

ción escolarizada y los ámbitos institucionales del sector, bajo el cual la mayoría de las

veces se cobija. La intervención pensada como una interacción, debería ser un pretexto

para procesos de aprendizaje implicados en los de trabajo, donde ambas partes –PSP

y campesinos- entren a los terrenos de construcción de conocimiento desde posturas

epistemológicas diversas.

Posicionan su labor, como PSP, donde de inicio buscan tener una visión objetiva de

su realidad para conocer-inferir y donde la posición de las poblaciones donde se trabaja

es la que está naturalizada, sin lograr –siempre- el ejercicio de tomar distancia para

reflexionar en torno a ella. El texto pretende reflexionar sobre la práctica de un PSP:

¿cómo realizar un reconocimiento de las intenciones epistemológicas de la intervención

y sus implicaciones con los grupos sociales?, ¿cuáles herramientas de intervención son

las más propicias desde una postura epistemológica abierta?, ¿cómo integrar ambos

aspectos en la construcción de un modelo epistemológico propio?.

Considerando estas interrogantes introducen un primer apartado donde se bosque-

jan las dificultades para definir al sujeto que desde las instituciones públicas trabaja

en labores de asesoría técnica, promoción del desarrollo local, prestación de servicios.

El profesional dedicado a trabajar en el medio rural, suele ser definido desde el ámbito

de las instituciones del sector rural con diversos nombres, como técnico, profesional,

acreditado y /o certificado por instituciones o como prestador de servicios profesionales.

Consideran las autoras que lo que no se considera en la relación que se establece

entre el técnico y los “beneficiarios” de los programas, es básicamente la cuestión inter-

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PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

subjetiva. Tanto uno como otro llevan al punto de encuentro intenciones, conocimientos,

capacidades e intereses. Otro aspecto relevante es el propio reconocimiento como psp,

ya que quienes se introducen en otras realidades se asumen objetivos, al tener claro que

es lo que se busca, además son propósitos planteados desde fuera y entonces no se per-

ciben jugando un rol subjetivo. No obstante, el prestador y el campesino, o el beneficiario

en su caso, son ambos sujetos en relación directa con un mundo de subjetividades cada

uno, que si bien intentan dialogar se tiene poca claridad, por los presupuestos con que

llegan, respecto a los roles que juegan o pueden jugar.

El hilo conductor del trabajo que presentan Rivera, Garrafa y Cadenas es que estos

roles, contrario a lo que se estipula, son intercambiables ya que el centro de dicha rela-

ción es el conocimiento y se trata de una relación que se establece en la práctica. En este

sentido, las autoras plantean una revisión sobre el papel del técnico en tales relaciones,

inquietud que surgió, explican, a partir de la propia experiencia y en el intercambio con

otros compañeros. El artículo es un ejercicio de lo que Zemelman (2003) llama auto-re-

flexión, donde el mundo rural es el contexto.

Concluyen que el trabajo de un psp no es objetivo, si por ello pretendemos no relacio-

narnos subjetivamente con otros sujetos, lo cual más que una contradicción es una ne-

gación de sí mismo. Un prestador representa varios intereses propios y ajenos, al igual

que los otros sujetos involucrados que habitan las comunidades. Tanto el técnico como

el campesino son diversos y múltiples, se mueven en varios espacios en una constante

negociación y resignificación. Desde su perspectiva, les parece de vital importancia que

un prestador construya a partir de sus diversas experiencias en el trabajo y de vida,

un modelo epistemológico propio, que de sentido a la definición metodológica de su in-

tervención, que le permita reflexionar la complejidad de las realidades donde participa

y tomar posturas a conciencia, se trata, dicen, de desarrollar un entendimiento de la

diversidad del ámbito rural en constante transformación.

Con este capítulo ocho se cierra el círculo de reflexión teórica-metodológica pero es-

trechamente conectada con la realidad rural actual mexicana, que se abrió en el octavo

congreso en el grupo temático diez y que se pretende continuar en los siguientes congre-

sos y eventos de discusión convocados por AMER y otras agrupaciones interesadas en

— 30 —

PRESENTACIÓN DEL VOLUMEN V

la vital y muy necesaria práctica de reflexión y auto-reflexión, para contribuir en alguna

medida a la necesaria transformación social de nuestro país.

Beatriz G. De la Tejera Hernández1

(Coordinadora)*

1 Profesora-Investigadora de la Universidad Autónoma Chapingo. [email protected]

CRISIS CIVILIZATORIA Y SOCIOAMBIENTAL. EL ECOLOGISMO CAMPESINO E INDÍGENA FRENTE A LA MODERNIDAD CAPITALISTACOLONIAL

Luciano Concheiro Bórquez, Patricia Couturier Bañuelos y

Eduardo Marrufo Heredia

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CRISIS CIVILIZATORIA Y SOCIOAMBIENTAL. EL

ECOLOGISMO CAMPESINO E INDÍGENA FRENTE A

LA MODERNIDAD CAPITALISTA COLONIAL

Luciano Concheiro Bórquez1, Patricia Couturier Bañuelos2 y

Eduardo Marrufo Heredia3

Resumen

El debate epistémico, teórico y político sobre la cuestión ambiental y la llamada

crisis civilizatoria, ha adquirido un nuevo sentido, especialmente en torno a la

confrontación entre los que han sido denominados “pachamámicos” y los “mo-

dérnicos”4. El presente trabajo refiere a los procesos concretos de lucha y prácticas am-

bientales, así como a las propuestas y utopías sustentadas en el ecologismo campesino

e indígena que permiten plantear en cuanto a la teoría del conocimiento un diálogo de

1 Miembro del Área Economía Agraria, Desarrollo Rural y Campesinado del Departamento de Producción Económica (DPE) de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco (UAM-X). Correo-e: [email protected]

2 Miembro del DPE de la UAM-X, integrante del Área Economía Agraria, Desarrollo Rural y Campesinado del DPE de la UAM-X. Correo-e: [email protected]

3 Miembro del DPE, UAM-X. Correo-e: [email protected]

4 Ver Arturo Escobar (2011) “¿‘Pachamámicos’ versus ‘Modérnicos’?” y Boaventura de Sousa Santos (2010). También retomar la polémica entre Stefanoni (2010), Hugo Blanco (2010) y Guillermo Almeyra (2010).

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

saberes y se proponen alternativas ecológicas posdesarrollo, anticapitalistas y decolo-

niales.

Introducción

Frente a la crisis ambiental se ha abierto un debate entre los que plantean una salida

desde el marco de la modernidad y quienes afirman que la catástrofe ambiental ha pues-

to en crisis los modelos de conocimiento, así como las visiones de mundo, lo que conlleva

una crisis de orden civilizatorio, en particular de la llamada civilización occidental y de

la modernidad que la funda, de la modernización vuelta crecimiento que hoy son cues-

tionados desde la defensa de la madre tierra (la Pachamama) y la oposición del “buen

vivir” al desarrollo.

Este debate ha tomado forma en lo que Boaventura de Sousa Santos (2010) y Arturo

Escobar (2010), desde posiciones opuestas, han definido bajo la fórmula de “Pachamá-

micos versus Modérnicos”, que tiene su punto de partida en la “Cumbre Pachamámica”

en Tiquipaya, Bolivia, en sus referentes decoloniales y relación a las constituyentes tanto

ecuatoriana como boliviana, destacando el planteamiento de los derechos de la natura-

leza. En términos de una búsqueda en el plano de las teorías del conocimiento, se opone

la racionalidad instrumental, cientificista, con propuestas de un “diálogo de saberes”.

En términos concretos la confrontación toma forma en las luchas contra los modelos

extractivistas.

Si bien estas contradicciones afloran en la presente década nos interesan sus ante-

cedentes directos en las luchas que se dieron en el continente entero en torno a los “500

años de resistencia india, negra y popular”, pero también en las resistencias desde los

primeros años del neoliberalismo, en particular a principios de la década de los años 90

(Concheiro, 1993).

1. La cumbre pachamámica de Tiquipaya y la reacción de los modérnicos

El presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, convocó en la ciudad precolombina de

Tiquipaya a una cumbre alternativa para debatir sobre los derechos de la naturaleza y

construir una propuesta social sobre el cambio climático. Independientemente del ata-

que racista de los medios de comunicación y de referencias absolutamente negativas

— 34 —

EDUARDO MARRUfO HEREDIA

sobre los homosexuales en las que incurrió el presidente Morales, el peor ataque pro-

vino del supuesto territorio de los aliados. El principal crítico de tratar a la naturaleza

como sujeto de derecho fue el periodista Pablo Stefanoni (2010), quien con un lenguaje

especialmente racista y clasista abrió fuego. Y una vez disipados los humos de una pól-

vora que parecía seca, sintetizó una serie de preocupaciones que nos parecen centrales.

El primer punto tiene que ver con la caracterización de la crisis ambiental, que para

los pachamámicos (por su referencia a la madre tierra, la Pacha-Mama) es de orden

civilizatorio y está ligado a la decolonialidad; los de la corriente opuesta, quienes se

empezó a denominar como “modérnicos”, no sólo muestran preocupación porque se les

concedan derechos a la madre tierra, a la naturaleza, sino sobre los efectos de “gue-

to” que tiene el indigenismo contemporáneo y que la lucha contra la modernidad oculta

políticas modernizadoras que llevan a cabo las fuerzas pachamámicas en tanto en la

práctica, adoptan modelos extractivistas y de reprimarización de la economía, como es

el caso de los gobiernos ecuatoriano y boliviano. El segundo aspecto ronda en torno al

“diálogo de saberes” propuesto por los pachamámicos y la acusación de “esotéricos” con

que responden los “modérnicos”.

El tercer punto refiere a la prefiguración social y estatal que derivaría de una postura

que recobra un “completo naturalismo” y que por ello es “completo humanismo” (Marx,

1972:148). Pero que en términos concretos pasa por la definición de las sociedades y es-

tados plurinacionales y los multiculturales, que incluyen toda una conceptualización de

la naturaleza y de una modernidad alternativa. Este aspecto, el más ligado a las prácti-

cas políticas y a la conformación de los movimientos nos parece que no se expresa en la

polémica original entre pachamámicos y modérnicos y tiene más que ver con polémicas

que vienen de hace década y media acerca del poder, los contrapoderes y la poco afortu-

nada fórmula de “cambiar al mundo sin tomar el poder” (Bartra, 2003; Holloway, 2001).

2. El carácter de la crisis ambiental

Vivimos en una era de grandes cambios. Enfrentamos diversas contradicciones que, su-

madas o agolpadas entre sí, representan una crisis de dimensiones civilizatorias. Crisis

que tiene una de sus más graves expresiones en la extensión, aparentemente hasta lle-

gar al límite del absurdo, de la miseria social y la destrucción de la naturaleza.

— 35 —

CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

A la inseguridad alimentaria, la imposible sustentabilidad y la no sostenibilidad del

modelo dominante de agricultura industrial (Concheiro, 1993) la acompañan hoy día pro-

cesos “globales” como el desequilibrio climático, el efecto invernadero y la pérdida de

biodiversidad. Esto es, una mundialización de una crisis ambiental sin precedentes. Pero

a la vez asistimos a una profusa difusión de diversos discursos ambientalistas en medio

de la llamada globalización. Desde esta aparente paradoja hacemos nuestra la idea de

que la naturaleza se ha globalizado tanto en los hechos como en las palabras, la cultura

del progreso ha dado paso al discurso de un ambientalismo “desde arriba”, “globaliza-

do”, que ha acabado por pintar de verde al capital. Por ello, el campo de lucha está cada

vez más definido en la arena cultural.

Pero vale aclarar que no se trata de una simple crisis, aún de esas denominadas es-

tructurales, sino de una suma de calamidades que parecen bíblicas, entrecruzadas con

problemas que corresponden a diversos modelos económicos y traslapadas también

con diferentes contradicciones y actores sociales. Todos tienen como referente general a

un proyecto de sociedad fincado en la idea del progreso sin límites, en la imagen de una

historia lineal donde la tecnología, las puede todas (o podrá con todas). Esto es, dichos

modelos económicos y de sociedad parten de una matriz común, la cultura occidental.

Hablar de una crisis civilizatoria nos lleva por la autopista rumbo al apocalipsis o

por el camino de las utopías, de las opciones con un fundamento racional diverso, y por

el camino de las modernidades alternativas. A manera de provocación abierta diríamos

que la racionalidad campesina, en especial la de base indígena, representa en sí misma

una opción ambiental, una modernidad alternativa, una utopía civilizatoria posible. En

este sentido, la racionalidad campesina, desde la perspectiva ecológica y de la equidad

social (Leff, 1993: 333), aparece como alternativa a la crisis civilizatoria. Los patrones de

uso del suelo y las tecnologías aplicadas; la “sobrecapitalización” del campo, por agro-

químicos y plaguicidas; la miseria y la desigualdad exigen la recuperación de opciones

posibles, probadas y viables de regeneración social.

En esta perspectiva vale la pena explorar las diversas propuestas que se han desa-

rrollado en las últimas tres décadas y que colocan el desarrollo bajo el escrutinio y hasta

negación desde las alternativas visiones ecológicas.

— 36 —

EDUARDO MARRUfO HEREDIA

La primera de esas corrientes de pensamiento fue el ecodesarrollo (Sachs, 1982) que

se planteó como una estrategia para las áreas rurales de las economías emergentes,

en especial para el trópico. Sus ejes se fincaban en la fragilidad de los suelos ante una

agricultura intensiva y homogénea; y el potencial de las tierras tropicales (alta producti-

vidad primaria de los recursos bióticos). Proponiendo en cuanto principio de desarrollo,

la posibilidad de fortalecer una producción autosuficiente y sustentable, incluyendo la

autosuficiencia alimentaria. Esta posición se sitúa más allá del conservacionismo, pro-

pone la construcción de un paradigma productivo alternativo que ya se encuentra en el

propio campo.

A la corriente del ecodesarrollo le suceden los planteamientos de la llamada raciona-

lidad agro-productiva sustentable (Leff, 1993), que asume una línea de continuidad con

los planteamientos del ecodesarrollo, despliega sus propuestas en torno a la sustenta-

bilidad de la utilización de los recursos naturales y a la sostenibilidad económica de los

diversos modelos de explotación. Sin embargo, tanto para el ecodesarrollo como para

las propuestas de agricultura sustentable, la pobreza aparece ligada a la depredación

de los recursos naturales y a su desperdicio y en alguna de sus versiones, de un “neoli-

beralismo verde oficial“, la gran empresa y la privatización aparecen como los agentes

defensores de los recursos naturales y la mejor utilización de los recursos es confiada a

mecanismos espontáneos, es decir, al mercado (Concheiro, 1993).

Estas vertientes tienen como uno de sus referentes documentales clave el Informe

Brundtland, que ve en la pobreza una causa de deterioro ambiental, y predica la conve-

niencia de un desarrollo económico (“sustentable”) que elimine la pobreza y mejore el

medio ambiente (Martínez Alier, 1992: 14).

El concepto de desarrollo, bajo cuya sombra se alberga un nuevo optimismo en el

crecimiento económico, calcula con escasos y cuestionables parámetros biológicos la

reproducción de los recursos naturales y asigna valores actuales a los beneficios fu-

turos, hecho que en realidad conlleva a un mayor agotamiento de los recursos y a más

contaminación (Martínez Alier, 1992: 99-101).

En términos teóricos estos planteamientos pueden adscribirse al socialdarwinismo

(Martínez Alier y Schlüpmann, 1991) o al biologicismo social (como lo fueron en sus

tiempos el malthusianismo y el lysenkismo) y ser calificados de ecotecnócratas (Mar-

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

tínez Alier, 1992), ya que las contradicciones en el plano ambiental se desligaban de

las relaciones sociales, y llevaban al punto de que lo mismo contamina la propiedad

social (ejidos y comunidades) que la propiedad privada (ganaderos y demás) y que la

depredación de los recursos es producto de un abstracto “impacto humano” (Provencio

y Carabias, 1992a: V; y 1992b: 10); o que el problema se reduce a incluir “criterios, orien-

taciones y restricciones para un uso no depredador de los recursos naturales” y que lo

que hace falta es “precisar las normas para que la producción agropecuaria y forestal, es

decir, el uso de los ecosistemas rurales, se sujete a criterios eficientes y realistas para

impedir y revertir el deterioro” (Provencio y Carabias, 1992b: 8 y 9).

Esta visión del desarrollo desde el medio ambiente olvida los procesos históricos y

con ello los sujetos sociales que, como los ganaderos, las transnacionales, los grandes

agricultores y las compañías madereras son las que encabezan, con mucho, los proce-

sos de depredación de los recursos naturales y la contaminación ambiental; y califican,

en el mejor de los casos, las propuestas ecológicas que parten de las prácticas y visión

cosmogónica de los campesinos e indígenas como germen de una verdadera alternativa

ecológica, como unos románticos o tradicionalistas perdidos.

Vale la pena subrayar que el enfoque ecológico neoliberal considera que el mercado

actúa como mecanismo racionalizador de los recursos y considera que los bienes ecoló-

gicos deben privatizarse y venderse como “derechos de contaminación” (Denis Lepage,

cit. por Mármora, 1992), bajo la divisa de que “quien contamine, pague”. Esta política fue

aplicada en Chile, “al privatizarse los recursos forestales y pesqueros durante el régimen

militar (y) lejos de impedir el surgimiento de una economía de tipo extensivo exportadora

de recursos naturales, la aceleró” (Mármora, 1992: 215).

Para algún defensor del ecologismo neoliberal (Quadri, 1991), en el extremo, los pro-

blemas ambientales surgen de la ausencia de racionalidad mercantil y son culpa de la

racionalidad comunal campesina. Esta “visión” olvida que “el mercado no garantiza que

la economía encaje en la ecología, ya que el mercado infravalora las necesidades futu-

ras y no cuenta los prejuicios externos a las transacciones mercantiles” (Martínez Alier,

1992: 8).

Los movimientos de resistencia popular contra la privatización de la tierra y los

recursos naturales, la lucha contra los intereses de los ganaderos, contra los grandes

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EDUARDO MARRUfO HEREDIA

proyectos hidroeléctricos son parte del movimiento ecologista de avanzada, el que real-

mente podrá defender los recursos. Como dice Joan Martínez Alier (1992:102-103), la

“supervivencia de estos grupos no queda garantizada por la expansión del sistema de

mercado sino que es amenazada por éste... Su intención es precisamente sustraer de la

esfera del intercambio y de la circulación de mercancías los recursos naturales”.

Esta propuesta, que puede calificarse de neopopulismo ecológico (Leff, 1993) (en el

sentido de los populistas rusos) critica la idea misma de progreso y los diferentes em-

bates de la modernización y con ello parte de considerar que la dinámica social que

determina la actual crisis global ambiental es de orden civilizatorio, porque es resultado

directo de la racionalidad última del modelo económico dominante y de la suma de una

serie de crisis de distinto alcance.

Sustenta el desarrollo desde una perspectiva que lo considera básicamente una

cuestión de poderes hegemónicos y de construcción de contrahegemonías. Para el eco-

logismo popular la cita de crisis que en el campo fue enfrentando, de manera desigual:

un modelo de desarrollo insustentable, protagonizado por las corporaciones transna-

cionales, los grandes agricultores y ganaderos, fortalecidos por las políticas guberna-

mentales y las agencias internacionales de desarrollo con los obreros agrícolas y los

solicitantes de tierras, junto con las comunidades indígenas y campesinas que poseen

tal cantidad de diseños, conocimientos, tecnologías y estrategias productivas ambien-

talmente sustentables, que pueden considerarse como un punto de partida para una

propuesta civilizatoria alternativa.

Plantea que las economías “naturales” conllevan un uso racional de los recursos

naturales (Shanin, 1976) y de preservación de la biodiversidad, en condiciones de repro-

ducción básicas, esto es, siempre y cuando no se les haya reducido a meros espacios de

infrasubsistencia, con la consecuente trastocación de su lógica cultural5. No obstante,

un buen porcentaje de la superficie de México, por ejemplo, y muy especialmente de

los territorios étnicos sigue manejada bajo el patrón sintético mesoamericano, que ha

probado históricamente su eficacia6.

5 Como diría Eckart Boege y Narciso Barrera (1991: 96) el “despliegue de la racionalidad económica de mercado ha operado en el agro mexicano y en los territorios étnicos... la razón del agotamiento del modelo mesoamericano de producción no es intrínseco sino que lo es en relación con la implementación del modelo dominante y su propia crisis”.

6 “La matriz de civilización indoamericana se estructura en torno a los principios de reciprocidad en las relaciones sociales y entre los hombres, la naturaleza y el cosmos, donde el hombre no es el centro del universo sino un integrante más que debe

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

Pero cuál es el fundamento de esta racionalidad, podemos decir que la respuesta gira

en torno a la tierra y su significado para los campesinos. La tierra es para los campesinos

un espacio múltiple. La utilizan para producir, recolectar, vivir. Pero es también, como tie-

rra adjetivada, un territorio, base de las identidades agrarias, principio de organización

social de las unidades familiares y de la comunidad rural, y fundamento de la soberanía.

Ligada a la concepción sobre la tierra se puede descifrar la racionalidad propia de las

economías campesinas, su sentido cíclico y su especial relación con la naturaleza, que a

pesar de las distintas formas de extracción del excedente permanece y guarda pautas de

desarrollo referidas a influencias históricas. La tierra aparece a la vez como sustento de

las estructuras de poder y base de la posición que tiene el campesinado en la sociedad.

La relación específica de la comunidad campesina con la naturaleza puede definirse

en términos de “racionalidad ecológica” y permite entender la continuidad histórica y

la increíble plasticidad social del campesinado, así como ciertas ventajas económicas

frente a las grandes empresas agrícolas. Tales ventajas proceden de los campesinos que

producen y usan energía de la materia viva; incluyen el aporte familiar de la fuerza de

trabajo; y a que mantiene bajo una sola unidad, el trabajo y el consumo, desarrollando un

alto nivel de autosuficiencia. “Ninguna civilización ha sido ecológicamente inocente, pero

hemos de reconocer que aquellas culturas en las que el hombre es la fuerza productiva

principal la adaptación al ecosistema es el principio fundamental del funcionamiento de

la sociedad. Una buena prueba de ello la constituye una de las formas de explotación no

capitalistas más extendida en el tiempo y en el espacio: la forma de explotación campe-

sina” (González Alcantud y González de Molina, 1992: 31).

La importancia de la unidad de explotación familiar no implica que toda la producción

campesina se lleve a cabo en ella. Un campesino puede trabajar en otro lugar o confor-

mar asociaciones varias. No obstante, es la comunidad y el barrio los que parecen ofre-

cer el marco más inmediato para la tradicional cooperación campesina en la producción

fuera de la explotación familiar. “En este nivel, se realizan abundantes trabajos para los

que el trabajo de una sola familia no es suficiente” (Shanin, 1976: 27), como la limpia de

terrenos, construcciones, recolección, cuidado de ganado, etcétera.

encontrar formas de relación armónica con el resto” (Bonfil, 1991:136-137).

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EDUARDO MARRUfO HEREDIA

La tierra, vista desde la perspectiva de la comunidad campesina, permite superar una

lectura economicista y ahistórica como la que puede derivarse de ciertos planteamientos

de Chayanov (Linck, 1991: 71), ya que la comunidad no es sólo una instancia económica

sino más bien un referente de identidad, por el hecho de que se nace en ella, se sufre el

mismo tipo de experiencias y el individuo se ve envuelto en una interacción de carácter

personal con la consiguiente pérdida del anonimato, pero además porque representa

una cultura específica “extremadamente tradicional y conformista” (Shanin, 1983: 280).

En estas “comunidades-mundo” hay una homogeneidad de valores, intensa solida-

ridad de grupo y un marcado carácter de igualdad que no excluye una estructura jerár-

quica de los subgrupos campesinos “definida por la cantidad de tierra poseída” (Shanin,

1983: 277), pero que a la vez contiene mecanismos de regulación como la “economía de

prestigio” y normas no escritas sobre los límites en el acaparamiento de tierras por las

familias pertenecientes a la comunidad.

Pero además de que la comunidad es el marco en el cual cobra sentido la coordi-

nación de esfuerzos productivos de cada unidad campesina, es el campo de enlace, “la

instancia de mediación en los planos políticos y culturales, entre campesinos y sociedad

global” (Linck, 1991: 73).

3. ¿Un comunismo o un comunalismo pachamámico?

El comunismo como superación positiva de la propiedad privada en cuanto au-

toextrañamiento del hombre, y por ello como apropiación real de la esencia hu-

mana hasta el presente. Este comunismo es, como completo naturalismo=hu-

manismo, como completo humanismo=naturalismo, es la verdadera solución

del conflicto entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y el hombre, la

solución definitiva del litigio entre existencia y esencia, entre objetivación y au-

toafirmación, entre libertad y necesidad, entre individuo y género. Es el enigma

resuelto de la historia y sabe que es la solución (Marx, 1972:148).

La tierra se presenta para la comunidad como la base de su reproducción y de la cons-

trucción de su propia identidad, igualmente buena para comer, pensar y significar. Esta

adjetivación de la tierra se expresa en el territorio y “resemantizada culturalmente se

transforma en patria” (González A. y González M., 1992: 48-49), entendida como senti-

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

miento de la nación desde lo popular, fuente del estado social de derecho y de la sobe-

ranía.

La tierra como territorialidad y paisaje no sólo tiene un valor ecológico, sino mítico,

político e ideológico. El lugar de la tierra aparece entonces entre lo ideal y lo material

(Ídem: 10) como “porción del espacio apropiado por un grupo social, ya sea material,

simbólica o políticamente” (Hoffmann, 1992: 13), además de ser una construcción terre-

nal ideologizada como ninguna otra en el tiempo presente.

El soporte territorial de las comunidades campesinas hace que identidades aparente-

mente fugaces o que sólo existen como formas jurídicas de acceso a la tierra, como es el

caso de los ejidatarios en México, se transformen en referentes culturales comunitarios

básicos y en piedra angular del particular sistema social en el campo. Esta adjetivación

plenamente ideologizada también forma parte de los nacionalismos y los regionalismos,

les da sentido más allá del sustrato político, al establecer una relación espacial de “ciu-

dadanía” y brindar uno de los “acontecimientos originarios” (García García, 1992: 403) en

un tiempo remoto, transformando así la historia agraria en mito.

El discurso agrarista y las instituciones a las que da origen, al ser compartidos por

las colectividades campesinas se convierten en formas de comportamiento que logran

romper con el común aislamiento de los grupos subalternos, “de esta manera, la perte-

nencia común a un territorio se llena de un contenido homogéneo, contrapunto constante

al conflicto cotidiano que se suele vivir en ese mismo territorio común” (García García,

1992:408-409); en una suerte de red de relaciones que se van tejiendo en el tiempo

alrededor de la propiedad y la apropiación del espacio; y en su condensación política

representan la arena del juego de voluntades y poderes, de fuerzas y relaciones a nivel

local, regional y nacional (Hoffmann, 1992).

Algunos elementos básicos de la alternativa del ecologismo campesino se descuel-

gan de principios como el que debe haber tantas formas de apropiación como culturas,

esto es, debe atenderse a las condiciones de cada región y ecosistema; que el eje de la

producción deben ser los valores de uso, para satisfacer en primer término las necesi-

dades de familia y la comunidad, la austeridad intrínseca (Shanin, 1976).

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EDUARDO MARRUfO HEREDIA

El ecologismo campesino se basa, por lo anterior, en la diversidad productiva, en los

policultivos agrícolas del trópico, en un uso diversificado de los recursos que constitu-

yen en conjunto, sistemas altamente productivos y rentables. Tal es el caso de “algunos

sistemas agro-forestales (como cacaotales o cafetales) o la mundialmente famosa chi-

nampa” (Toledo, 1991: 10). Víctor Manuel Toledo (1991: 18-24) sintetiza la importancia

ecológica de los ejidos y comunidades en seis aspectos: la concepción patrimonial, el

uso comunitario, limitado y equitativo de los recursos; la producción ecológica; el orde-

namiento y manejo del territorio, y la diversidad productiva.

Algunas ventajas agroecológicas de los sistemas tradicionales de cultivo son: que

su racionalidad está determinada esencialmente por la producción de valores de uso;

la combinación de una alta diversidad de especies en el tiempo y en el espacio; la gran

utilización de insumos orgánicos; el eficiente reciclaje de nutrientes, y una complejidad

de relaciones biológicas que resultan en una regulación de las poblaciones de plagas.

La diversidad genética expresada en los policultivos representa una estrategia para pro-

veer una diversidad alimentaria y de ingresos, un eficiente uso de la mano de obra, una

intensificación de la productividad con recursos limitados locales, una maximización de

las ganancias con tecnologías de bajo insumo y menor riesgo.

El conocimiento agrícola del campesino junto con la aplicación de la ciencia agrícola

moderna en un sentido agroecológico resulta en una mejor estrategia y enfoque que el

de la modernización que opera destruyendo la economía y cultura campesina y es facti-

ble sólo en condiciones biofísicas óptimas; esto es, buenas tierras, con poca pendiente,

con disponibilidad de agua, condiciones económicas subsidiadas (crédito y asistencia

técnica) y condiciones de control político producto de la destrucción de las bases de la

autodeterminación de las comunidades7.

Incluye la defensa de los recursos naturales, desde un ecologismo campesino, por

su carácter radical anticapitalista. “En el momento actual y particularmente en las dos

últimas décadas, han emergido en el panorama social y político nuevas organizacio-

nes indígenas con planteamientos reivindicativos, que incluyen como uno de sus puntos

centrales la defensa y protección de la naturaleza como otra manera de defender la

existencia de los pueblos indios, pero no sólo la subsistencia biológica, la mera supervi-

7 Es una alternativa de desarrollo en tanto se recurre a la “existencia y lucha de los pueblos indios; la permanencia ubicua de la civilización mesoamericana hace posible esa alternativa. Tal vez la única” (Bonfil, 1991:142).

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

vencia, sin que esto sea irrelevante, sino también aquella donde la naturaleza específica

es cosmogonía y por tanto se encuentra ligada a la explicación del origen y el destino del

pueblo indio sobre la tierra; escenario del panteón sagrado; interrelación y referencia

histórica o cotidiana; balance permanente de ciclos, fuerzas y energía; fuente de belleza

y paz” (Argueta, 1991: 13-14).

Los valores derivados de esa cosmovisión privilegian la diversificación frente a la

especialización y desestimulan la acumulación en beneficio de la igualdad. Es una alter-

nativa, civilizatoria porque, como dice Bonfil (1991: 141), “si los valores trascendentes

de la civilización mesoamericana, nuestra civilización india, son los ejes que articulan

las matrices culturales según las cuales interpretan y organizan su vida los sectores

mayoritarios de nuestra sociedad, el México profundo, entonces, a partir de ellos, a partir

de ese otro esquema civilizatorio, es posible diseñar un proyecto nacional inclusivo (es

decir, plenamente nacional y verdaderamente democrático), que no pretenda ser autár-

quico frente a muchos logros occidentales (finalmente logrados gracias a la explotación

colonial, esto es: moralmente nuestros también), pero que pueda incorporarlos selecti-

vamente, en función de necesidades y propósitos percibidos y decididos desde nuestra

realidad, con nuestra óptica auténtica”.

Puede decirse de esta propuesta que es romántica pero no que parta de una percep-

ción falsa, ya que se sostiene en un análisis científico del flujo de energía y de materiales

(Martínez, 1992: 11). En este sentido es una propuesta civilizatoria, de modernidad al-

ternativa. La crisis ecológica y social producto del paradigma de la agricultura industrial

moderna obliga a replantear las estrategias de desarrollo rural y los modelos tecnoló-

gicos empleados. Parte sustancial de este posible cambio de paradigma son los aportes

de la agroecología y disciplinas afines como el control biológico y la etnobiología y el

conocimiento de las virtudes ecológicas y sociales de los sistemas agrícolas campesi-

nos. El saber campesino se convierte en un recurso y no en un obstáculo en este cambio

de paradigma.

Esta propuesta ecológica no se refiere a los lujos estéticos de la vida sino al flujo de

energía y materiales, a la diversidad biológica y al uso agroecológico del suelo, y por

tanto le resulta “absurdo pensar que la consciencia ecológica es una novedad nacida en

círculos ricos de los países ricos” (Martínez Alier, 1992: 29) o de las grandes ciudades

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EDUARDO MARRUfO HEREDIA

(Quadri, 1991). Cuando precisamente habría que cuestionar el enorme uso de materiales

y de energía que hacen estos “centros de desarrollo” y su increíble producción de dese-

chos.

Se debaten entonces los proyectos ecologistas de desarrollo rural, entre un ecolo-

gismo social-darwinista y uno igualitarista, que nace de la ecología de la supervivencia

y que hace “dudar del triunfo definitivo del capitalismo, ya que cuestiona la creencia en

el crecimiento económico ilimitado para todos (creencia que es el verdadero opio de

los pueblos pobres) y afirma además que la economía de mercado (que tiene muchas

virtudes y puede contribuir a través de sus incentivos a aumentar la eficiencia en el uso

de energía y materiales) no puede sin embargo dar valores actualizados a las externa-

lidades enormes, inciertas causadas por la actividad económica, y por tanto no puede

presentarse como mecanismo racional de asignación de recursos (Martínez Alier, 1992:

16 y 68).

Es políticamente posible porque “la economía del medio ambiente está imbricada en

la política” (Martínez, 1992). Sin una perspectiva socialmente construida no hay alterna-

tivas tecnológicas viables, no importa que las quiera imponer el Estado o una organiza-

ción no gubernamental ambientalista.

Se trata de una vuelta a lo regional para adquirir una nueva estrategia global de de-

sarrollo, y romper con el gremialismo y el economicismo. Tomando la perspectiva de la

apropiación del proceso productivo a la vez que de los circuitos de la vida social, lo que

supone una organización polivalente y de gestión y gobierno de los municipios (Moguel y

Velázquez, 1992: 69). Control comunal, que no estatal, de los medios de producción en la

perspectiva del ecologismo de la sobrevivencia (Martínez Alier, 1992: 9).

Pero su éxito depende de que sea una alternativa, sino para todos, si para la inmensa

mayoría. “La política sectorial debe estar orientada por objetivos que permitan el desa-

rrollo del sector en su conjunto y no restringirse sólo a objetivos de eficiencia económica

que margine a sectores de la sociedad rural. Debe agregar ahora el objetivo supremo de

no enajenar y dilapidar nuestros recursos naturales a costa de las generaciones futuras.

Ello supone considerar en las estrategias, la definición de recursos y condiciones de

reproducción de la naturaleza, del medio ambiente y el entorno ecológico de los espacios

productivos y de vida, así como las condiciones (salud, educación) de la reproducción

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

de nuestro capital humano” (Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas

Autónomas, 1992b: 16-17). En la suma de soberanías que van de los ejidos y comuni-

dades a lo regional, en la identificación de la soberanía con un manejo ecológico de los

recursos está la reconstrucción de la nación sobre bases democráticas, sobre la base del

reconocimiento de las diversidades.

No obstante, o por la misma definición anterior estamos hablando de otro desarrollo,

podríamos decir un posdesarrollo, esto es, más alla del desarrollo. El modo de hacer

el posdesarrollo tiene que aprender a vivir con la diversidad, desde ella y para ella; las

expresiones de la cotidianeidad están en la sociedad civil y es allí donde están los movi-

mientos. ¿Qué oportunidades y problemas implica la diversificación? Resumiendo, pode-

mos decir que las estrategias para un posdesarrollo campesino contemplan, entre otros,

los siguientes elementos:

Primero, el posdesarrollo entendido como un problema de poder alternativo permite

enfrentar y acumular fuerzas ante los proyectos hegemónicos impuestos a través de

agencias e instituciones que centralizan las acciones y tienden a homogeneizar la diver-

sidad. El poder para el posdesarrollo desde dentro y desde abajo parte, sin embargo, de

una conciencia de lo global para desplegar las acciones desde lo local.

Segundo, las estrategias campesinas refuerzan una perspectiva de una economía

moral que puede ser base de la incorporación de planteamientos como el de la autosufi-

ciencia alimentaria y el de la agricultura sustentable y un posdesarrollo compatible.

Tercero, un planteamiento alternativo exige una distribución equitativa de la tierra y

el agua, así como una transferencia de excedentes sociales hacia los sectores y regiones

más pobres de la sociedad.

Cuarto, el posdesarrollo campesino parte de las necesidades reales y sentidas por la

población, especialmente a nivel familiar, esto genera la búsqueda de satisfactores que

desembocan en valores y normas de conducta establecidos en común, base a su vez, de

una red de identidades y soberanías que encuentran un principio en la producción de

alimentos y en la recreación de las comunidades.

Quinto, en general, fuera de las principales zonas de agricultura comercial, el cultivo

de maíz está asociado con el frijol, la calabaza y otros productos agrícolas, que hacen de

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EDUARDO MARRUfO HEREDIA

las prácticas culturales de los campesinos, un punto de arranque para los planteamien-

tos de agricultura diversificada frente a la especialización y desestimulan la acumula-

ción en beneficio de la igualdad, todo ello sustentado en una cosmovisión en la que el

hombre no es el centro del universo sino un integrante más que debe encontrar formas

de relación armónica con el resto de la naturaleza. Esto hace que el posdesarrollo tenga

que aprender a vivir con la diversidad (desde ella y para ella), y las expresiones de la

cotidiana diversidad estén en la sociedad campesina, y es allí donde los movimientos, en

relación con la cuestión ambiental, pueden tomar un sentido también alternativo, de eco-

logismo síntesis de contradicciones y de posibles alianzas a nivel global, partiendo de

una propuesta campesina, de un ecologismo “popular” como Joan Martínez Alier (1992)

lo denomina, en alusión al movimiento narodniki ruso.

Sexto, transitando de la defensa de intereses inmediatos al planteamiento de políticas

nacionales y a nivel global, reconociendo que la integración económica latinoamericana

debe anteceder a la integración a la economía mundial y que para ello hay que recuperar

varias de las atribuciones de los Estados nacionales desechadas por el neoliberalismo

(Marini, 1992: 177 y 181).

Séptimo, construyendo autonomías a diversos niveles, empezando por lo local y lo

regional, esto es, territorializando la democracia, haciendo un ejercicio horizontal de la

misma (Marini, 1992: 182). A raíz del posdesarrollo del mercado común norteamericano,

nadie puede asegurar que movimientos nacionales autonomistas no vengan a amenazar

la integridad territorial de México, con sus contrastes entre norte y sur.

El sentido comunitario que tiene la organización y el objetivo de la reproducción del

campesinado permite hablar de una economía moral “que codifica las normas éticas

que garantizan la reproducción social y que, por tanto, orientan las prácticas sociales”

(Shanin, 1983: 35); donde la relación toda con la naturaleza, incluyendo normalmente

externalidades de tipo ambiental en los cálculos de esta economía moral. Por ello, puede

hablarse de un ecologismo ecologismo campesino.

La relación específica de la comunidad campesina con la naturaleza puede definirse

asimismo, en términos de una racionalidad ecológica, planteamiento que nos permite

entender la continuidad histórica y la increíble plasticidad social del campesinado (Gon-

zález A. y González M., 1992: 31), así como ciertas ventajas económicas frente a las

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CRISIS CIVILIzATORIA Y SOCIOAMBIENTAL

grandes empresas agrícolas. Tales ventajas proceden de que los campesinos producen

y usan energía procedente de la materia viva; incluyen el aporte familiar de la fuerza de

trabajo y mantienen en una sola unidad el trabajo y el consumo, desarrollando un alto

nivel de autosuficiencia.

El soporte territorial de las comunidades campesinas hace que identidades aparen-

temente fugaces o que sólo existen como formas jurídicas de acceso a la tierra, como es

el caso de los ejidatarios y comuneros en México, se transformen en referentes cultura-

les comunitarios básicos y en piedra angular del particular sistema social en el campo.

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ENFOQUES DE INVESTIGACIÓN DE SOCIOLOGÍA RURAL ENMÉXICO Y LATINOAMÉRICA

Miguel Angel Sámano Rentería

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ENFOQUES DE INVESTIGACIÓN QUE SE

DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGÍA RURAL

LATINOAMERICANA: EN ESPECÍFICO EN MÉXICO

Miguel Angel Sámano Rentería1

Introducción

Actualmente en América Latina se desarrolla la investigación en sociología rural

en varios temas, por ejemplo los cambios que sufre el campo debido al neolibe-

ralismo y la globalización, los fenómenos de la nueva ruralidad, la disminución

del campesinado latinoamericano debido a la migración del medio rural hacia el urbano

y de países latinoamericanos a países desarrollados. Hay además problemas ambienta-

les que aquejan a la población, es el caso del uso de recursos naturales en las regiones

rurales, deforestación, erosión de suelos, contaminación y la disputa por el agua. Diver-

sos movimientos sociales se manifiestan en diferentes formas en las zonas rurales, con

la participación de diferentes actores y sujetos sociales.

De acuerdo con distintos estudios de caso de los actores sociales rurales, éstos de-

sempeñan diferentes roles, incluso varios al mismo tiempo, determinados por la pluri-

actividad económica provocada por el modelo imperante. Es decir el espectro de análisis

1 Profesor investigador del Departamento de Sociología Rural y de la Maestría en Desarrollo Rural Regional de la Universidad Autónoma Chapingo. Corre-e: [email protected]

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

de la sociología rural se ha ampliado en un rango de fenómenos sociales y culturales que

obligan a hacer un análisis interdisciplinario y multidisciplinario de varios fenómenos.

Las fronteras entre las ciencias sociales tienden a borrarse para constituirse en un par-

adigma holístico del fenómeno sociocultural y analizar de este modo una serie de prob-

lemáticas que se manifiestan en el medio rural latinoamericano.

En este sentido se han impuesto varios enfoques de análisis como el de la territori-

alidad, la nueva ruralidad, el desarrollo rural sustentable, de género, la migración rural.

Y en otros temas hay pocos estudios aunque ya se han iniciado en algunos países desde

hace tiempo; es el caso del narcotráfico y la narcocultura.

Por otro lado, algunos autores tratan de ver a los actores a través del enfoque de las

clases sociales y sus luchas (neomarxismo), ya que el sistema capitalista se ha trans-

formado y se ha adaptado a las nuevas condiciones sociales, económicas, políticas y

culturales, pero sigue siendo en esencia una lucha entre los desposeídos contra la élite

que mantiene el poder.

A pesar de todos los cambios que ha habido en los últimos años, en los países lati-

noamericanos siguen existiendo los campesinos, lo indígenas y la población rural, no

como sobrevivientes del pasado, sino como actores que se han adecuado a las nuevas

condiciones impuestas por la globalización y aunque se han diversificado sus facetas

siguen siendo los desposeídos y los pobres en la regiones rurales latinoamericanas; se

les ha tratado de desaparecer a través de diferentes mecanismos, pero lo que se observa

es una resistencia y una estrategia para sobrevivir en los tiempos de la globalización

neoliberal.

1. ¿Es pertinente la sociología rural en las ciencias sociales?

La sociología rural como subdisciplina encuentra su razón de ser a pesar de que lo rural

se desdibuja cada vez más y de que, desde una perspectiva pesimista, ha perdido impor-

tancia y se requiere una especialidad mucho más abarcadora. Lo que es un hecho es que

la sociedad rural está cambiando y se ha modificado la forma de estudiarla; por ellos han

surgido nuevos enfoques de análisis (Sánchez, 2006:1).

Según Sánchez “desde la vertiente pesimista, los datos duros, parecen darle la razón

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MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

a quienes consideran que los campesinos y los indígenas ‘son una especie en peligro de

extinción’, ya que la población rural ha ido descendiendo” (2006:18). Si los campesinos

antes eran el sujeto de estudio de la sociología rural por excelencia, entonces se supon-

dría que nos estamos quedando sin nuestro objeto de estudio. Sin embargo, como afirma

Sergio Gómez, más que hablar de sociedad rural el foco debería centrarse en la nueva

realidad de este rural y que aquí se denomina medio rural (Gómez, 2008:45).

Es cierto que este análisis debe partir de una visión mucho más amplia, desde las

ciencias sociales y con un enfoque interdisciplinario, entonces la sociología rural como

subdisciplina perdería sentido. Pero la sociología se ha subdividido aun más en discipli-

nas específicas por las que existen grupos y redes de investigación internacionales con

temas específicos de análisis. Cada cuatro años se realiza un congreso de sociología en

America Latina, al igual que en el ámbito mundial, además de que hay foros académicos

sobre temas específicos relacionados con lo rural (Sánchez, 2006:20).

Mientras haya estudiosos e investigación sobre el tema, la sociología rural tiene ra-

zón de existir. Muchos de los enfoques teóricos que tratan de explicar lo que pasa en el

medio rural tienen que ver directamente con el desarrollo rural, por lo menos en los paí-

ses latinoamericanos, de acuerdo con Sergio Gómez, cuando señala que el concepto de

la “nueva ruralidad” es objeto de la sociología rural y esto debe de incidir directamente

en el desarrollo rural (Gómez, 2008:46).

Al hacer referencia a la nueva realidad de este medio se pueden analizar un sin-

número de fenómenos que se están dando, por lo que el concepto de ruralidad se ve

modificado con dichos cambios y esto lleva a plantear a Gómez lo siguiente:

La definición de ruralidad que proponemos implica necesariamente una pers-

pectiva territorial, del conjunto de actividades que se desarrollan en los espacios

rurales. Ello debería implicar que la unidad de intervención de los programas de

desarrollo rural no son espacios, sino los territorios rurales. (2008:64)

Entonces hablar sobre esto la realidad rural actual o del desarrollo rural sigue remitien-

do a un ámbito de lo que se conoce como lo “rural”, en donde es obvio que el concepto

tradicional se ha modificado, ha adquirido otras características y varias disciplinas pue-

den contribuir para entender un cambio, pero definitivamente es un tema que no ha des-

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

aparecido. Las modificaciones que sufra este medio es el objeto de la sociología rural.

La sociología por sí sola no puede explicar una serie de fenómenos sociales que ocu-

rren en las sociedades actuales, de ahí que tenga que echar mano de los enfoques inter-

disciplinarios. Diversos fenómenos antropológicos, económicos, ambientales, políticos y

culturales inciden en todos los ámbitos del mundo moderno. Estos se interrelacionan y

es difícil separar al fenómeno para analizarlo desde una disciplina. Pero al hacer refe-

rencia a la sociología rural, se analizan los fenómenos y las relaciones sociales que se

dan en el medio rural, de ahí que se tenga que apoyar en todas las ciencias sociales para

entender cabalmente un fenómeno.

Lo que debe quedar claro es que con este tema se hace referencia a un espacio más

amplio de lo que se ha llamado tradicionalmente “sector rural”, que se refiere a las activi-

dades de producción agropecuaria y forestal. Retomando la propuesta de Sergio Gómez,

el análisis del medio rural debe hacerse a través de un enfoque interdisciplinario para

dar perspectiva a la sociología rural. En este sentido, la consecuencia lógica sería buscar

la transdisciplinariedad en el estudio de cualquier fenómeno, pero aún no se ha podido

romper con los enfoques disciplinarios.

Aquí se analizarán diversos enfoques de la sociología rural para ver sus distintos

aportes y así entender algunos fenómenos del medio rural. Uno de ellos es sin duda el de

la nueva ruralidad, aceptada por unos y rechazada por otros; otros son la territorialidad,

la sustentabilidad, desde el enfoque de los nuevos movimientos sociales que tienen que

ver con los nuevos actores y sujetos sociales, aun dentro del medio rural. Esto es lo que

alimenta la actualmente la disciplina, que se encuentra en debate y en una especie de

transformación, pero sin lugar a dudas, se resiste a desaparecer. Aunque algunos enfo-

ques, como “la nueva dimensión de lo rural”, afirman que lo urbano está predominado en

las sociedades actuales (Baigorri, 1996).

Sin embargo, en este trabajo se sigue la reflexión final a la que llega Mónica Bendini

cuando sostiene:

La complejización de la relación globalización/ruralidad que se expresa entre

otras formas en las mutuas conexiones entre modernización/persistencias, nos

ubica en los terrenos de la heterogeineidad social y del carácter mutante de

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MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

lo rural (Entrena Durán, 1998) y lejos de poner en duda la legitimidad de la

sociología rural como campo de conocimiento, evoca nuevos ordenamientos

conceptuales, nuevos alcances del pensamiento científico y reta a nuevos avan-

ces empíricos y metodológicos. (Bendini, 2006:237)

2. Enfoques dominantes de la sociología rural

La nueva ruralidad

Este enfoque ha tomado fuerza y creado polémica en el ámbito académico y presenta

algunas variantes. Hubert Carton de Grammont (2008:26) distingue dos principales en-

foques. Por un lado está el que observa cambios económicos, sociales y políticos de la

sociedad rural y este enfoque privilegia la relación local-global, y por otro, está el que

analiza las nuevas políticas públicas que respondan a la situación actual del campo y que

cumpla con las funciones que se le atribuyen, este enfoque parte del análisis territorial

y pone en el centro el desarrollo sustentable.

El concepto de nueva ruralidad apareció en América Latina a fines de los años ochen-

ta del siglo pasado, aunque el término “ruralidad” se venía empleado para describir la

vida en el campo y las actividades productivas sobre todo agropecuarias (Grammont,

2008:34). Algunos autores no están de acuerdo con el replanteamiento del concepto, ya

que no hay nada “nuevo” y actualmente con la globalización se manifiestan fenómenos

que ya existían, pero ahora se hacen notar debido al proceso de modernización, y se da

una ruptura entre lo rural y lo agrario y se pone énfasis en la cuestión territorial, dejando

de lado las dinámicas sociales y de producción agraria, pero sin dejarlas fuera del análi-

sis territorial (Riella y Mascheroni, 2008:152).

Grammont llegó a una conclusión con la que coincidirá la mayoría de los autores que

toman a la nueva ruralidad como un concepto explicativo, se refiere a la pluriactividad de

las unidades domésticas y a la multifuncionalidad del campo, “el cual le corresponde el

ámbito de la reproducción social para lograr un desarrollo sostenible y una reproducción

más equitativa de la sociedad” (Grammont, 2008:40). En este sentido el concepto ha ge-

nerado un rico debate que se manifiesta en una serie de artículos que se publicaron en

La nueva ruralidad en América Latina (Pérez y Farah, 2008).

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

Varias críticas recibió el enfoque. Ante los embates académicos, dos de los defen-

sores llamaron la atención para que la sociología rural latinoamericana se actualizara

críticamente y aportara a la investigación interdisciplinaria e interinstitucional, para la

comprensión de los macroprocesos globales y los procesos territoriales (Llambí y Pérez,

2007:39).

La sociología rural se ha enfocado en las cuestiones agrarias, las transformaciones

productivas y los rasgos culturales de los habitantes de las zonas rurales, que tienen

marcadas diferencias con las ciudades. La noción de ruralidad refiere a las actividades

primarias (principalmente agrícolas) como la base económica de ciertos territorios. Pero

actualmente, en un territorio rural, la mayoría de los ingresos de la población proviene

de actividades no agrícolas. Se están dando cambios en la relación de la población y el

territorio y se presenta un proceso de desagrarización creciente y acelerado. Esto hace

necesario repensar la disciplina y la sociología rural debería reenfocarse en: “Uno, la

teorización de las transiciones. Es decir, la contextualización histórica de los procesos de

cambio social estructurales y sus manifestaciones territoriales. Dos, la teorización de la

agencia. Es decir, el análisis del papel de los diferentes actores sociales en los procesos.

Tres, la teorización del espacio. Es decir, la contextualización territorial de los procesos

de cambio estructurales (Llambí y Pérez, 2007:41-42).

Llambí y Pérez llegan a conclusiones que resultan adecuadas para una agenda de la

sociología rural latinoamericana: 1) “El objeto de la disciplina debe ser el análisis de los

territorios rural-urbanos realmente existentes, y no una ruralidad en abstracto”; 2) “La

agenda propuesta necesita profundizar la investigación sobre los nuevos y viejos proce-

sos, continuidad y cambio, en las sociedades latinoamericanas”; 3) “Un elemento central

de la agenda es el análisis de los actores rurales realmente existentes”; 4) “Existe la

necesidad de mayor investigación sobre políticas públicas más conducentes a disminuir

la diferenciación social y territorial”, y 5) “A corto plazo, la refundación de la sociología

rural latinoamericana. A más largo plazo, contribuir al surgimiento de una ciencia social

netamente interdisciplinaria” (Llambí y Pérez, 2007:57-59).

Algunos autores plantean los retos que tiene la sociología rural en cuanto se están

dando las distintas transformaciones, “tanto en los actores sociales: las organizaciones

productivas, sociales y políticas; el impacto de las políticas de ajuste estructural en el

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MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

ámbito productivo y en las diferentes clases y grupos sociales; las organizaciones que

están generando estos agentes sociales; y las movilizaciones de los distintos sectores

en las diferentes regiones” (Steffen, 1999:145).

El enfoque territorial

Actualmente el nuevo término que trata de integrar las transformaciones en el medio

rural es el de territorio, donde se dan fenómenos y relaciones que tienen que ver con

todo lo anterior y con procesos de apropiación de un espacio por parte de los actores

sociales. El territorio incluye recursos, personas, relaciones, identidades y procesos que

se desarrollan en un espacio que puede abarcar la región o una localidad, un estado, un

país o una macrorregión económica. Por lo tanto el territorio se tiene que delimitar para

poder aplicar esta noción a un espacio concreto.

Las diferentes concepciones del territorio van desde el enfoque del desarrollo rural

hasta las interpretaciones antropológicas y sociológicas. Éstas ven la apropiación del

espacio como un proceso cultural e identitario que permite la acción colectiva, donde

participan diferentes actores.

El enfoque de desarrollo territorial rural es novedoso y tiene ciertos principios para

su aplicabilidad en la realidad. Sin embargo, este enfoque se empieza a cuestionar pues

se considera incompleto o parcial ya que se centra en lo económico, como el combate a

la pobreza mediante la promoción de las competitividades territoriales y la gestión ins-

titucional, como concertador de la participación de los diferentes actores en el territorio

(Ramírez, 2006:63).

Otros consideran que el enfoque del territorio es una moda que se ha impuesto desde

fuera, por parte de organismos internacionales, como un enfoque sesgado que no con-

templa el aspecto de la sustentabilidad de manera integral, porque no distingue lo rural

de lo natural (Torres, 2007:64-65).

En este debate y la búsqueda de otros enfoques aparecen nuevos conceptos como el

de las macrorregiones económicas y políticas, que buscan una integración de diferentes

regiones para enfrentar a otras integraciones territoriales.

También en el desarrollo rural llama la atención lo pequeño, lo local, lo comunal,

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

como un recurso para hacer frente a la globalización. Así aparecen nuevos conceptos y

formas de enfocar los problemas sociales, económicos, políticos, ambientales y cultu-

rales. Se transita de una dimensión a otra tratando de ver los territorios como espacios

integradores, desde el nivel macrorregional (lo global) hasta el microrregional (lo local).

Lo regional no desaparece sino que está sufriendo cambios acelerados promovidos des-

de fuera y desde dentro, en un proceso dialéctico de la realidad cambiante.

Una apreciación similar es la que apunta Guillermo Torres:

Esto significa que el enfoque regional y el territorial van de la mano, aunque el

segundo por ser expresión de una discusión más actual fortalece al primero;

ambos no desaparecen con el enfoque local y de la sustentabilidad. Pero la te-

rritorialidad es parte de la sustentabilidad y compatibilidad, más no a la inversa.

El dilema es territorio o territorialización; desarrollo local versus global. Y no

están en contradicción, al contrario se complementan… El enfoque territorial

es sólo más bien local (ignorando la articulación global local; local-global).

(2007:69)

Hay ciertas concepciones generales del territorio. Así se puede decir que se trata de un

espacio físico determinado por ciertas relaciones sociales y humanas que lindan con el

de identidad cultural y que se ha desarrollado a lo largo de la historia en ese espacio,

además se puede concebir como la territorialidad. Esta concepción se deriva de las te-

rritorialidades que tienen que ver con las identidades culturales en un espacio determi-

nado. Según Andrea Benedetto:

La identidad territorial es una construcción social que depende del posiciona-

miento de los actores en una macro y microestructura y es a partir de estas

interconexiones que aparecen identidades diferenciadas en un mismo espacio

geográfico. (Benedetto, 2006:106)

En este sentido la definición de las nuevas geo-grafías a las que se refiere Carlos Walter

Porto tiene que ver con las re-presentaciones de la acción de los sujetos, ya que:

Las identidades colectivas implican… un espacio hecho propio por los seres que

las fundan, vale decir, implican un territorio. Si es posible extender a otras so-

— 60 —

MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

ciedades el concepto de desarrollo despojándolo de su carácter moderno pro-

ductivista podemos afirmar que el devenir de cualquier sociedad, su desarrollo

propio, se inscribe dentro de un orden específico de significados, entre los que

se encuentra el modo en cada una marca la tierra, o, desde el punto de vista

etimológico, geo-grafía, vuelve propio, hace común un determinado espacio,

adueñándose de él. (Porto, 2001:6)

Es necesario definir qué tipo de enfoque se va a emplear para entender el espacio físico,

sus transformaciones, su relación con el desarrollo y los conceptos que están a debate.

En el caso de los espacios rurales, o propiamente del desarrollo de los territorios, se debe

verlos de manera integral, de otra manera se seguiría usando un punto de vista parcial.

La propuesta es que el concepto de territorio se visualice desde diferentes enfoques

para tener una comprensión más integral. Al respecto Benedetto señala lo siguiente:

El desarrollo está pensado como un fenómeno de orden cualitativo, integral y

complejo donde todas las dimensiones del “mundo de la vida” están fuertemen-

te entrecruzadas (sociales, culturales, político, ambientales, económicas, etc.)

y es sólo desde esa complejidad, desde donde puede pensarse en aportar al

mismo. (2006:90)

Al parecer el concepto de desarrollo territorial es antecedido por el de multifuncionali-

dad de los espacios rurales (por lo menos en Europa), pues de él se deriva el enfoque

de desarrollo rural, netamente territorial (Llambí, 2004:95). De ahí que Luis de Llambí

proponga también para América Latina la posibilidad de hacer un análisis territorial

para poder aplicar políticas nacionales diferenciadas de desarrollo rural, que implica la

elaboración de programas y proyectos específicos. Según De Llambí, las diferencias son

resultado de tres aspectos por considerar también en las agendas de investigación y de

las políticas a proponer estos son:

• Las múltiples diferencias en los niveles de desarrollo entre los países.

• La especificidad de las políticas nacionales.

• La participación o no en los tratados de integración (p. ej.: Tratado de Libre

Comercio con América del Norte, Mercosur). (Llambí, 2004:100-101)

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

Algunos autores relacionan el desarrollo territorial con el sustentable como lo hace

Alonso Moreno cuando señala:

El enfoque de desarrollo a partir del territorio refuerza otras ideas sobre cómo

enfrentar la solución de los problemas y direccionar las acciones hacia el desa-

rrollo sostenible son ellas:

• Creación y recreación de reglas de juego queden un marco positivo para el

desempeño de los diferentes actores…

• La participación activa de la población…

• El desarrollo del territorio es per se multisectorial e interdisciplinario…

• Relación urbano-rural estrecha…

• Mejorar la competitividad del territorio…

• Modernizar la gestión de lo público en el territorio…

• Fomentar las alianzas estratégicas…

De esta manera se puede alcanzar una visión interdisciplinaria desde la sociología rural.

Varios aspectos económicos, sociales, políticos, ambientales y culturales están estre-

chamente relacionados en los espacios rurales. Hay una relación entre el enfoque de

la nueva ruralidad y el enfoque territorial, al considerar a los espacios rurales como

multifuncionales o la pluriactividad en las unidades domésticas, y esto implica tener “un

enfoque territorial en lugar de un enfoque solo sectorial del desarrollo rural” (Moreno,

2004:374).

El desarrollo sustentable o sostenible

El desarrollo sustentable apareció como el nuevo paradigma durante los años noventa.

Consistía en ver más allá del propio desarrollo tratando de integrar en la concepción

de la sustentabilidad la dimensión económica, social y ambiental y que esto permitiera

visualizar el futuro del desarrollo social y económico de manera diferente. Sin embar-

go, el movimiento ecologista empezó a criticar esta postura oficial (Guzmán, González

y Sevilla, 2000:133), pues aunque al parecer ha tenido gran eco y se sostiene con fuer-

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MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

za, en realidad no pretende un cambio real en el modelo económico y de reproducción

del capitalismo el ámbito global como se planteaba teóricamente. De ahí que algunos

ecologistas empiecen a referirse a la sociología ambiental como una nueva corriente o

subdisciplina de la sociología (Toledo, 2002:20).

El concepto de desarrollo sustentable adaptado por unos y criticado por otros ha pro-

vocado una polémica y la búsqueda de diferentes definiciones de diferentes enfoques.

En esta revisión se sigue el acuerdo con el concepto de desarrollo sustentable desde la

agroecología que proponen Guzmán y colaboradores cuando dicen:

se basa en el descubrimiento, sistematización, análisis y potenciación de los

elementos de resistencia al proceso de modernización para, a través de ellos,

diseñar en forma participativa, esquemas de desarrollo definidos desde la

propia identidad local del etnoecosistema concreto donde nos encontramos.

(2000:139)

Una cuestión importante en la que coinciden varios autores sobre el desarrollo rural,

desde los distintos enfoques que se han mencionado, es que debe contribuir a promover

el desarrollo endógeno, es decir, partiendo de lo local y con la participación de los acto-

res sociales involucrados directamente (Llambí, 2004:102-103, Guzmán et al., 2000:144).

Algunos autores hablan de la transición hacia el desarrollo sustentable como una

meta por alcanzar hacia la cual se han dado los primeros pasos pero falta mucho por

andar: “Se hace evidente que para lograr la transición hacia el desarrollo sostenible, la

región (América Latina) necesita emprender transformaciones económicas y sociales de

consideración” (Leff et al. 2002:25).

Otros autores como Guillermo Torres parten de la economía ecológica: entendi-

da ésta como una síntesis dinámica entre la economía de la naturaleza y la eco-

nomía de lo humano social. Por tanto, la sociedad actual tiene un doble carácter

y éste obliga a reconocer, de un lado, la construcción de nuevos paradigmas así

como la destrucción de los viejos; y del otro, la posibilidad en la perpetuación de

los caminos de destrucción. (2009:31)

Esto lleva a plantear a Torres que es posible transitar hacia la sustentabilidad y de esta

a la compatibilidad y propone:

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

En este marco, un desarrollo sustentable y compatible presupone cambios en

la relación ciudad-campo, en la perspectiva de la construcción de la nueva ru-

ralidad, en donde se presencia un proceso global de revalorización de lo rural,

y en el cambio que se gestan a consecuencia de las crisis urbanas. En este

sentido, el mejoramiento de la vida y la producción rural es una condición indis-

pensable para la realización de la sustentabilidad y compatibilidad (en su nivel

económico, ecológico y social). (2009:33)

Otro autor que considera que es posible transitar a la sustentabilidad es David Barkin

cuando concibe al desarrollo autónomo como una estrategia para lograr la sustentabili-

dad y señala:

La economía política de la autonomía económica no es nueva. A diferencia del

modelo actual que permea todas nuestras sociedades, confrontando a ricos y

pobres, la propuesta pide la creación de estructuras de modo que un segmento

de la sociedad que elige vivir en las áreas rurales encuentre apoyo en el resto

de la nación para instrumentar un programa alternativo de desarrollo regional.

Este modelo de autonomía comienza con la base heredada de la producción

rural, mejorando la productividad mediante el uso de la agroecología. (Barkin,

2005:35)

Al hablar del desarrollo sustentable o de sustentabilidad, se hace referencia a los recur-

sos naturales y su relación con la sociedad y, en primera instancia, la rural, esto hace que

las vertientes mencionadas de los diferentes enfoques de la sustentabilidad (sociología

ambiental, socioecología, economía ecológica) se relacionen estrechamente con el cam-

po de estudio de la sociología rural, y tal vez estos enfoques tratan de expresar de mejor

manera la relación naturaleza sociedad.

Otros enfoques de la sociología rural

Además de los que ya se mencionaron, hay otros enfoques que reivindican el análisis de

las unidades domésticas rurales y, en particular, la producción agrícola familiar. Estas

vertientes critican incluso los nuevos enfoques globalizadores de los estudios posmoder-

nos, argumentando que producen un retroceso en los estudios agrarios. “Este retroceso

comprende un descuido sistemático o la eliminación de relaciones históricas-mundiales

— 64 —

MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

en el tratamiento de las cuestiones rurales” (Chifarelli,s.a.:7). Según Diego Chifarelli, los

estudios de la producción familiar pasaron de la disputa entre campesinistas y descam-

pesinistas al estudio del indigenismo, género, cuidado ambiental, agroecología, entre

otros. Este mismo autor señala que la sociología rural y la economía política agraria en

la etapa de la posmodernidad se centra en cinco ejes de teoría e investigación a saber:

• Análisis histórico y sistemático a nivel mundial del sistema de agroalimen-

tación (tipificados en los trabajos de McMichel y Friedmann).

• Análisis de cadenas alimenticias globales de productos alimentarios (tipifi-

cados principalmente por Bonanno et al.)

• Estudios sobre la regulación político-sociológica de agroalimentación (Mar-

sden et al., Bonanno y Constance).

• Análisis de las redes sociales y actores sobre sistemas de agroalimentación

(como ejemplos tenemos a Labour, Goodman y Wattas, Busch y Juska, Mar-

sden y Arce, Murdoch y Marsden).

• Análisis neochayanovianos de la escuela de Wagenigen cuyos referentes

son Norman Long, Van der Plooeg y Hann, que continúan los postulados de

la Nueva Tradición de Estudios campesinos” (Chifarelli, s. a.:6-7).

Dentro de esta última corriente se puede ubicar el estudio de las unidades domésticas,

aun cuando éstas cumplan una función pluriactiva dentro del sistema global del capita-

lismo. Diego Chifarelli llega a una conclusión que se puede circunscribir dentro de las

corrientes neomarxistas cuando señala:

Entendemos que “avanzar” en los estudios agrarios significa volver a poner en el

centro del análisis los procesos histórico-mundiales que configuran el desarro-

llo del capitalismo, considerando al capital como principal fuerza de integración

y diferenciación del mundo. Esto no supone tirar por la borda las diferencias,

las particularidades y las especificidades de diferentes modos de producción

o formas de integrarse o resistir al avance del capital a nivel mundial. Todo lo

contrario, supone descodificar estas particularidades como procesos históricos

determinados por las relaciones de fuerzas con las que los actores construyen

esta realidad mundial. (Chifarelli, s. a.: 9).

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ENfOqUES DE INVESTIGACIÓN qUE SE DESARROLLAN EN LA SOCIOLOGíA RURAL LATINOAMERICANA:

La conclusión de Chifarelli tiene razón en cierto sentido, por que no hay que perder de

vista que nos encontramos dentro de un modo de producción dominante que determina

la realidad social. Pero el enfoque del análisis de los sistemas agroalimentarios señala

que los monopolios transnacionales están dictando las nuevas políticas y están acele-

rando los cambios a nivel de la gran y pequeña producción agrícola y el papel que juegan

los actores sociales en el medio rural. Por otro lado, en contraste, sigue vivo el enfoque

neochayanovista sobre el papel que pueden jugar la producción agrícola familiar cam-

pesina desde una perspectiva agroecológica o en su defecto como simple sobrevivencia

o resistencia al capitalismo global neoliberal.

Hay otras orientaciones teóricas que menciona Eduardo Sevilla y es necesario tomar-

las en cuenta para ver la diversidad de enfoques de la sociología rural en el orden mun-

dial. Es el caso de la perspectiva teórica de la vida rural, en la cual dominan los enfoques

de la comunidad rururbana, el continum rural-urbano y los sistemas sociales agrarios.

Otra perspectiva teórica es la modernización agraria y el cambio social rural, con

enfoques como familismo amoral y la imagen del bien, la modernización de los campe-

sinos, la teoría de las tecnologías apropiadas y el de la sociología rural como estrategia

de desarrollo rural, así como el de desacampesinización y cambios tecnológicos y el de

sociología del desarrollo rural. Otra gran orientación teórica es la de la sociología de

la agricultura tiene los siguientes enfoques: sociología rural de las sociedades avanza-

das, producción simple de mercancias agrarias, regímenes agroalimentarios globales,

economía y sociología política, internacionalización agroalimentaria y los sistemas mer-

cantiles agrarias, syles de farming y desarrollo endógeno, sociología rural como crítica

medioambiental a la industrialización alimentaria.

Finalmente la perspectiva teórica del desarrollo rural del Farming System Reserch y

la agricultura participativa, cuenta con los enfoques de ecodesarrollo, farming systems

reserch, farmer and people first, agricultura sustentable de bajos insumos externos (Se-

villla Guzmán, 2006:33).

3. Consideraciones finales

Como se analizó, más que haberse concentrado en ciertos enfoques de análisis de la

realidad de la ruralidad actual, la sociología rural se ha diversificado. Los aportes que

— 66 —

MIGUEL ANGEL SÁMANO RENTERíA

está haciendo la disciplina desde diferentes puntos de vista pemiten comprender que

la ruralidad en tiempos de la globalización se ha complejizado a medida que avanza

la modernidad o la posmodernidad. Sin embargo a pesar de todos los fenómenos que

se analicen en el centro y la preocupación de la sociología rural, no se debe perder de

vista el rol de los actores, ya que son determinantes como integrantes de las sociedades

rurales cambiantes.

Las grandes tendencias en los estudios de Latinoamérica se han centrado en los tres

primeros enfoques señalados: la nueva ruralidad, territorialidad y el desarrollo susten-

table hasta la agroecología, pero los sociólogos rurales latinoamericanos se han visto

influenciados por las teorías y los enfoques mencionados al final de éste ensayo. Esto

muestra que las visiones de la sociología son múltiples y, en todo caso, complementa-

rias, esto muestra que la interdisciplina de las ciencias sociales se hace evidente ante

problemas tan complejos como los analizados en el medio rural latinoamericano.

Se debe seguir abordando el debate de los nuevos enfoques de la sociología rural,

porque mientras exista el medio rural en Latinoamérica se tendrán que seguir estudian-

do y será imprescindible la formación de especialistas en el análisis de los problemas

de las sociedades rurales para explicar los procesos de grandes cambios que tienden a

la desaparición de las diferencias entre el campo y la ciudad.

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64-74.

SOCIOLOGÍA RURAL YECOSOCIOLOGÍA

Armando Sánchez Albarrán

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SOCIOLOGÍA RURAL Y ECOSOCIOLOGÍA

Armando Sánchez Albarrán1

Resumen

La sociología rural se ha caracterizado, a lo largo de su historia, por las rápidas

transformaciones de su objeto de estudio: la vertiginosa modernización de las

sociedades agrarias. Una de las virtudes de esta especialidad es su capacidad

para asimilar nuevos marcos epistemológicos, conceptos y metodologías que tienden a

enriquecer su ámbito de estudio. Una propuesta teórica prometedora es la ecosociolo-

gía pues elabora una crítica que abarca las dimensiones económicas, políticas, sociales

y culturales a la manera en que se aborda tradicionalmente el desarrollo rural. Pero

además, algunos de sus postulados parten de una crítica epistemológica que proviene

del sur, como la propuesta de Boaventura de Sousa Santos. Dicha perspectiva cuestiona

también la manera en la que tradicionalmente se analizan los problemas sociales de los

problemas naturales. Del cuestionamiento a la manera en que las teorías predominantes

estudian los procesos naturales se levanta una propuesta epistemológica que abarca a

la economía, la política, la sociología y la cultura: Ésta, representa una posibilidad muy

prometedora para hacer frente a dichas interrogantes cuestionando, en el ámbito de las

teorías económicas predominantes, como en el caso de la teoría monetarista, la validez

1 Profesor investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco. Correo-e: [email protected]

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

de algunos de los postulados económicos encaminados hacia la “máxima ganancia” y la

destrucción de los recursos naturales. En lo político, cuestiona a la democracia repre-

sentativa que, desde los gobiernos neoliberales, justifican y reproducen el modelo de

explotación económica de los recursos naturales y a las formas de dominación política.

Desde una perspectiva crítica, los nuevos movimientos sociales, entre ellos los ecolo-

gistas, cuestionan los procesos de marginación y exclusión social. Desde esta trinchera

reivindican y revaloran el papel de los pequeños productores campesinos y de los pue-

blos originarios, vislumbrado así una alternativa y esperanza frente a los problemas que

ocasiona el calentamiento global pues uno de los lemas de La Vía Campesina es “los pe-

queños productores enfriaremos el planeta”. En síntesis, la sociología rural enriquece su

marco teórico conceptual con las aportaciones provenientes del pensamiento ambiental,

especialmente de la ecosociología.

Introducción

Frente a los acelerados cambios por los que actualmente atraviesa la sociedad rural

surgen nuevos problemas teóricos y prácticos que demandan respuestas. Uno de los

más sentidos, global y localmente, es el relacionado con el deterioro de los recursos na-

turales, que afecta, de manera dramática, a las poblaciones locales. La sociología rural

recupera, en gran medida, los postulados y propuestas elaborados desde la sociología

del medio ambiente, la agroecología o, más recientemente, por la ecosociología para

hacer frente a los desequilibrios entre la sociedad y la naturaleza (Sánchez, 2011). Dicha

reflexión supone la construcción de herramientas conceptuales que cuestionan desde

los países del sur, al mismo tiempo, la noción eurocentrista de ciencia (De Sousa, 2012).

Esta perspectiva de análisis elabora una nada despreciable contribución epistemológica

a la noción de ciencia predominante legitimada por la economía y la política que se dirige

al cuestionamiento de la “crisis de la modernidad”.

Interesa rescatar parte del pensamiento del sociólogo rural Eduardo Sevilla (2002),

quien participa en la propuesta teórica y metodológica de la ecosociología. El orden ca-

pitalista actual descansa no en la búsqueda del crecimiento equitativo sino en la bús-

queda de más riqueza para el disfrute de unos cuantos y en detrimento de la pobreza

de la mayor parte de la población. Asimismo, se cuestiona el supuesto del que parte las

empresas capitalistas, la existencia de recursos ilimitados. Dicho principio ha roto los

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

elementos y ciclos vitales de la biósfera por lo que son responsables de la actual “crisis

ecológica” que hoy se vive en todo el planeta (Leff, 2004; Sevilla, 2006).

Desde los años setenta y ochenta surgió una interesante reflexión teórica y meto-

dológica referida a una forma diferente de percibir la relación del hombre y su entorno

natural. Las principales aportaciones surgen de la sociología del medio ambiente, la

agroecología; el debate entre desarrollo sostenible y sustentable, y la ecosociología. Por

ello, se pasará revista a la manera en que, desde dichos ámbitos de análisis, se cons-

truye una manera constructiva y crítica de percibir la relación: sociedad y la naturaleza.

La perspectiva adoptada en este trabajo parte de recuperar el problema de la nueva

cuestión agraria latinoamericana desde la perspectiva del análisis de la ecosociología

con la mira en aspectos sensibles de la sociedad rural, tales como el desarrollo sustenta-

ble, el problema indígena y los movimientos altermundistas (Sánchez, 2011). Durante los

últimos treinta años, en América Latina, el nuevo modelo extractivo-exportador ha sido

responsable en explicar la acción social que se genera desde la sociedad rural, aunque

ahora, a diferencia del pasado, con un importante apoyo de grupos urbanos: ecologistas,

organizaciones ambientalistas y académicos, así como la decidida participación de gru-

pos campesinos, pero sobre todo la importante presencia de grupos indígenas afectados

directamente por los grandes proyectos mineros, forestales, turísticos o petroleros a

cargo, principalmente, de empresas transnacionales (Sánchez, 2012).

Las interrogantes que sirven de hilo conductor para este trabajo son las siguientes:

¿qué salidas ofrece la ecosociología a los problemas económicos que plantea la globali-

zación en México?, ¿cuáles son sus aportaciones al análisis teórico y metodológico en los

ámbitos económicos políticos y sociales especialmente referidos al problema de la cues-

tión indígena y su vinculación con el problema del desarrollo sustentable?, y ¿cuáles son

las alternativas concretas de reflexión y acción referentes a la recuperación de lo social

y ambiental en nuestro continente? Para fines de exposición se subdivide este trabajo

en tres apartados: en el primero, se abordan las respuestas provenientes de la ecoso-

ciología al problema del “desarrollo” económico capitalista y de desarrollo sustentable;

el segundo aborda, desde una perspectiva epistemológica, la crítica a los fundamentos

económicos, políticos y sociales del orden socioeconómico vigente; el tercero explora las

alternativas viables que, incluso, reivindican al indígena como sujeto social del desarro-

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

llo sustentable; por último se exponen las conclusiones.

1. Sociología rural, sociología del medio ambiente y ecosociología

Dada la gran complejidad de los problemas del campo latinoamericano, la sociología rural

requiere del concurso de otras disciplinas y subdisciplinas que, por su propia naturaleza

interdisciplinaria y transdisciplinaria, enriquecen su cuerpo teórico y metodológico al

tiempo en que coadyuvan a dilucidar mejor la naturaleza de los problemas ambientales

(De Sousa, 2012; Sánchez, 2011).

Éste es el caso de la ecosociología que, desde hace no más de treinta años, se abre

paso gradualmente para reivindicar y legitimar su objeto de estudio. Su aparición corre

al parejo del creciente interés de la sociedad por los problemas ambientales. Los temas

ambientales se encuentran cada día más presentes en la agenda de la opinión públi-

ca, los medios de comunicación, en instituciones educativas y en organizaciones civiles

(González y Sevilla, 1990).

Debido a este interés emergente en los aspectos de la relación sociedad y naturale-

za interesa destacar que dicho ámbito particular de estudio cuenta con una importante

masa crítica en la medida en que sus defensores cuestionan desde hace bastante tiempo

aspectos importantes de las teorías económicas y políticas. Por ejemplo, en el ámbito

de la economía se opone al afán de obtención de la maximización de las ganancias a

expensas del deterioro ambiental y de los desequilibrios sociales que de ahí se derivan;

en lo político, ponen en duda los postulados básicos de la democracia representativa

y la manera en que los gobiernos neoliberales reivindican medidas de libre mercado.

De manera general la ecosociología pone en evidencia la manera en que el desarrollo

económico y los procesos políticos justifican una sociedad cada día más injusta y con

enormes desigual sociales; especialmente en zonas rurales (Guzmán y Sevilla, 1990;

Guzmán y Sevilla, 1992; Sevilla, 2006).

Los estudios de la sociología ambiental ya contaban con una elaborada crítica siste-

mática a algunos de los fundamentos de la economía neoliberal sustentada básicamente

en la defensa del supuesto de la existencia de recursos naturales ilimitados. Los go-

biernos neoliberales aterrizaron aún más dichas creencias con la aplicación de políticas

monetaristas que ponen el énfasis, no en mejorar el nivel de vida de la población, sino

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

más bien en facilitar la inversión extranjera, lo cual ha llevado a beneficiar a unas cuan-

tas empresas transnacionales orientadas hacia la búsqueda de recursos naturales que

explotar. El actual modelo extractivo-exportador muestra hasta dónde, dicho supuesto,

es capaz de llegar la falta de sentido común y responsabilidad social (Leff, 2004a). La

crisis ambiental que de ahí se deriva se transforma en una crisis de civilización, y con

ello como una crisis disfuncional entre sectores económicos, políticos y socioculturales

(Guzmán y Muro, 1999) En este orden de ideas, Enrique Leff (2004b) sintetiza los rasgos

de dicho modelo:

La problemática ambiental emerge como una crisis de civilización: de la cultura

occidental, de la racionalidad de la modernidad, de la economía del mundo glo-

balizado. No es una catástrofe ecológica ni un simple desequilibrio de la econo-

mía. Es el desquiciamiento del mundo al que conduce la cosificación del ser y la

sobreexplotación de la naturaleza; es la pérdida del sentido de la existencia que

genera el pensamiento racional en su negación de la otredad… (Leff, 2004b: IX)

La ecosociología tiene como antecedente a la sociología ambiental y parte de recupe-

rar la relación complementaria entre el medio ambiente y sociedad. Haciendo un breve

recuento histórico podemos señalar que la sociología ambiental ha atravesado por tres

grandes momentos: el primero, en los años setentas, con el surgimiento de la socio-

logía del medio ambiente; el segundo, con el declive, a principios de los ochenta, pues

la irrupción de gobiernos neoliberales en los años noventa en los Estados Unidos o en

Inglaterra recuperarían la perspectiva de los recursos naturales ilimitados, y su revalo-

ración a finales de los ochenta; el tercero, en los noventa, y hasta la actualidad, donde

los problemas medioambientales no sólo no han disminuido sino que, por el contrario

(gracias a las nuevas tecnologías y medios de comunicación globales) forman parte ya

de la agenda mundial (Sevilla, 2002).

El primer momento acapara la atención de los sociólogos rurales norteamericanos y

se corresponde con el surgimiento de la sociología del medio ambiente (Dunlap y Van Lie-

re, 1984). Riley E. Dunlap (2002), explica cómo en Estados Unidos los sociólogos rurales

llamaron la atención sobre los problemas relativos a los recursos naturales y, de manera

especial, sobre los problemas medioambientales: tales como la polución del medio am-

biente y su impacto social, la crisis energética; así como el interés por los movimientos

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

ambientales y en la manera no equitativa en la que esos impactos se distribuían en el

uso de la energía.2 En Portugal, Alfredo Mela y su equipo de investigadores concluyeron

que habría que matizar la relación entre sociedad y naturaleza partiendo del rechazo a la

tesis de los recursos naturales inagotables. Para tal fin propusieron hablar de sociología

ambiental (Mela, 2001).

Ya desde entonces los especialistas ambientales habían demostrado la principal

debilidad del desarrollo capitalista al cuestionar, con evidencias empíricas, el carácter

limitado de los recursos (Catton, 1972). Dicho campo de estudio logró obtener, gradual-

mente, cierto reconocimiento en la opinión pública al sostener que el medio ambiente

podría afectar a la sociedad (Catton y Dunlap, 1978; Sevilla, 2002). En este contexto,

Daniel Bell (1977) afirmó que los límites al crecimiento eran más sociales que físicos.

El segundo momento corresponde al declive, a principios de los años ochenta, y su

revaloración más bien a finales de dicha década en la que se pude ubicar otro momento

del desarrollo de la sociología ambiental. El principio de esta década coincide con la

llegada de Ronald Reagan al gobierno norteamericano y es cuando se difundió la idea de

un Estados Unidos grande y, por lo tanto, un rechazo “contundente” a la idea de límites

en los recursos naturales, sostenida por los ambientalistas. De hecho, algunos inves-

tigadores demostraron que, en esos años, en el pueblo estadounidense predominaba

la percepción de crecimiento y prosperidad ilimitados, lo que se asociaba a la idea de

individualismo, libre empresa, abundancia, crecimiento y prosperidad, de modo que ello

minó la preocupación intelectual en la crítica al crecimiento ilimitado defendido por la so-

ciología ambientalista (Dunlap y Van Liere, 1984). A pesar de ese contexto desfavorable,

los sociólogos rurales continuaron estudiando los efectos sociales de la dependencia y

fragilidad de los recursos naturales en pobladores de mineros, pescadores y madereros

(Freudenbur y Gramling, 1994). A estos estudios se le añadieron los dramáticos acciden-

tes en Three-Miles Island, en 1979; Bopahl, India, en 1984, y Chernobyl, en 1986.

El análisis de tales acontecimientos demostró la desigualdad social de sus efectos

y puso de relieve el tema de los riesgos naturales y locales como tema de estudio. El

centro de atención se reorientó hacia el efecto social de los problemas naturales y no

2 Conviene mencionar otro evento internacional que influyó en el interés en los problemas ambientales como la celebración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano en 1972, mejor conocida como La Conferencia de Estocolmo.

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

en los impactos de los humanos en el medio ambiente (Dunlap, 2002). Como reacción

a la perspectiva del desarrollo sustentable, en los años ochenta, varios intelectuales y

equipos de investigación comenzaron a trabajar desde un enfoque agroecológico. Eduar-

do Sevilla Guzmán identifica como precursosres de dicho enfoque en México, a Ángel

Palerm, Efraín Hernández Xolocotzin y Víctor Toledo, entre otros; en Estados Unidos,

Gliessman; en España, Martínez-Alier, José Manuel Naredo y Eduardo Sevilla Guzmán

(Sevilla, 2002). La agroecología cuenta con una vertiente radical como respuesta a la

tecnoecología oficialista (Sevilla, 2006).

El tercer momento, a principios de los noventa y hasta la actualidad. Los problemas

ambientales se revitalizaron con un mayor interés en la sociología ambiental pero ahora

el interés se dirigió hacia ¿Cómo los humanos afectaban el entorno? Dicha perspectiva

queda demostrada, por ejemplo, con los análisis de la contaminación de la Costa Atlántica

a consecuencia de los desechos hospitalarios; el verano especialmente caluroso de 1988

en todo el mundo atrajo la atención del público (Dunlap, 2002). Varios eventos atrajeron la

opinión pública respecto a la gravedad de los problemas ambientales: la celebración del

Día de la Tierra, a partir del 22 de abril de 1990; la celebración de la Cumbre de la Tierra,

en junio de 1992; el petróleo vertido por Exxon Valdez; la destrucción de la selva tropical

y la devastación del medioambiente en Europa del Este; la contaminación y agotamiento

de los mantos acuíferos; la degradación de la calidad del aire; la erosión y pérdida de

fertilidad de los suelos; el incremento de los residuos urbanos y los desechos tóxicos

industriales; la contaminación auditiva en las ciudades; la contaminación por venenos

radiactivos y la pérdida acelerada de biodiversidad en zonas tropicales de los países

subdesarrollados son apenas una pequeña muestra de los problemas que poco a poco

ingresaban en las agendas públicas de todos los países del mundo.

Recientemente se han incorporado otros temas ambientales como el consumo ma-

sivo de energía fósil derivada del petróleo, el gas seco; la desforestación y desmonte de

zonas boscosas; la disminución en la capacidad de absorción de dióxido de carbono que

tienen los océanos y bosques; el aumento del efecto invernadero ocasionado por la ex-

cesiva emisión de gases y la afectación dramática de la capa de ozono que atestiguan el

calentamiento global atrajeron el interés de los medios y del público por las cuestiones

ambientales (Sevilla, 2006 y 2002). Las guerras en Irán, Irak y Pakistán son otro botón

de muestra de algunos de los efectos de utilización de energía fósil debido a la demanda

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

de petróleo para fines bélicos lo que ocasionó, por ejemplo, en 2008 y 2009, una crisis

mundial de alimentos a consecuencia del incremento de los fertilizantes3.

Habría que mencionar que, en este tercer momento, se hizo del conocimiento público

la existencia de armas de destrucción masiva como las nucleares, químicas o biológicas,

que generan daños ambientales debido a la producción de residuos tóxicos y nucleares

durante las etapas de elaboración, experimentación y uso. La explosión en Chernobyl

dejó enormes huellas de contaminación ambiental. Más recientemente se añaden a la

lista de daños ecológicos los conflictos sociopolíticos derivados de la clandestinidad de

extracción de minas y maderas; el incremento de cultivos transgénicos y la contamina-

ción genética de variedades criollas (Sevilla, 2006, 2002 y 1995).

Otros autores, desde la sociología reflexiva, tales como Anthony Giddens o Ulrich

Beck se han ocupado también de reflexionar respecto al problema del medio ambiente

y las situaciones de riesgo a partir de las repercusiones de la aplicación de las nuevas

tecnologías, parte consustancial del modelo globalizado; así como de una de sus con-

secuencias: el miedo que se deriva de su aplicación. En este orden de ideas se puede

hablar del riesgo de las catástrofes ecológicas a consecuencia, por ejemplo, de los cam-

bios climáticos por la sobreexplotación de los recursos naturales. O bien, de los riesgos

posibles por la aplicación de los conocimientos genéticos en el campo de la biotecnología

en humanos, animales o en las semillas transgénicas (Beck, 2006; Giddens, 1998; Leff,

2004a; Sousa, 2012).

La globalización subordina todo a su paso sometiendo a su lógica voraz a las formas

de producción más arcaicas, como en el caso de la economía campesina o la producción

doméstico artesanal.4 El resultado más visible de dicho proceso es el empobrecimiento

de grandes masas de la población, sobre todo rurales, que al coincidir con fenómenos

ambientales adversos ocasiona verdaderas catástrofes, tales como: huracanes, tsuna-

mis, temblores, sequías prolongadas, inundaciones por desbordamiento de ríos, entre

3 El gobierno norteamericano responsabilizó de la crisis alimentaria a la nueva demanda de alimentos cárnicos por parte de la clase media en países como India o China. Sin embargo, en realidad, ya Estados Unidos había iniciado la transformación de alimentos, como el maíz, en biocomobustible para satisfacer sus necesidades de combustible. Habría que mencionar que los años de 2009, 2010 y 2011 se presentaron situaciones de sequía en varios lugares del mundo entre ellos Estados Unidos y México. Mientras que en otros países había situaciones de desastres ecológico debido a huracanes como en Brasil, Perú y Centro América, por citar algunos.

4 En los últimos treinta años se pueden añadir a los cambios en la sociedad rural otros elementos observables: despoblación del campo seguido de la desagrarización, feminización de la mano de obra rural, envejecimiento de la población del campo, entre otros que son identificados por algunos analistas como nueva ruralidad.

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

otros, se tornan en verdaderas catástrofes con fuertes implicaciones sociales: hambre,

epidemias o enfermedades (Garza y Rodríguez, 2001). En los países subdesarrollados

los efectos no esperados de lo anterior derivan en situaciones de desastres que llevan

aparejados un alto costo económico, pero sobre todo de vidas (Sánchez, 2012).

La primera década del siglo XXI ilustra bien el argumento anterior ya que la economía

atravesó por una aguda crisis económica a causa de la especulación financiera, a lo que

se añade las crisis alimentarias relacionadas con la pérdida de soberanía alimentaria,

crisis de combustibles que presionaron hacia la producción de biocombustibles y crisis

climática, como la que hoy se vive en México. El efecto combinado de todas estas circuns-

tancias deviene en una situación de catástrofe y de riesgo que hace a los países pobres

vulnerables en todos los frentes y afecta principalmente a las comunidades indígenas

(Garza y Rodríguez, 2001).

En la propuesta epistemológica de Sevilla Guzmán (2006) la agroecología considera

como uno de sus elementos fundamentales la coevolución social y ecológica entendidas

como una interrelación entre las dos. Se trata, insiste el autor, de pensar en la inse-

parabilidad entre los sistemas sociales y ecológicos (González y Sevilla, 1990). Dicha

especialidad cuestiona la idea de que el desarrollo rural se encuentra fincado en el con-

trol del manejo industrial y biotecnológico de los recursos naturales debido a que no ha

generado soluciones a largo plazo, sino más bien mayor desigualdad social y pone en

grave peligro la continuidad de la humanidad como del planeta mismo (Sevilla, 2006).

Esta sub disciplina contribuye con la deconstrucción de la idea lineal de desarrollo y

valida una racionalidad productiva alternativa cuyas bases epistemológicas se validan

con la articulación de procesos ecológicos, tecnológicos y culturales produciendo eco-

tecnologías, al tiempo que conjuga saberes tradicionales y modernos; promueve la re-

significación del territorio; pero además, considerando que los problemas que enfrenta

son complejos, se sustenta de la interdisciplinariedad y transdisciplinariedad científicas

(González y Sevilla, 1992; Sevilla y Gallar, 2007)

Por su parte, Enrique Leff (2000) asume que entre las disciplinas que participan en la

producción de nuevos conocimientos ambientales destacan: las ciencias etnológicas; la

ecología (política, productiva, social); la biotecnología; la sociodemográfica; la economía

(ecológica, política del ambiente); la educación, la historia, la pedagogía ambientales; la

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

ética (de la interculturalidad, la sustentabilidad y por la vida); el psicoanálisis y la socio-

logía del conocimiento (Leff, 2000). En otra publicación Leff defiende la idea que más que

una articulación funcional entre diferentes especialidades habría que crear condiciones

para una diálogo de saberes (Leff, 2006).

Dicho autor sostiene que los principios éticos no son incompatibles con las ideas de

desarrollo, de racionalidad y de la diferencia, aunque sí, con ciertas concepciones mo-

dernas de la moral y de la ciencia que se sustentan en el individualismo, la competencia,

la exclusión de los saberes no científicos, el utilitarismo de la tecnología y el antropocen-

trismo (Leff, 2006; Leff, 2002).

Otra vertiente de análisis de la relación sociedad y ambiente es la propuesta de la

noción de “glocal”. Para Moacir Gadotti (2002) se trata de una alternativa al “globalismo

burgués”. “Glocal” hace referencia a “pensar globalmente y actuar localmente” (Gadotti,

2002). Dicha conceptualización se encuentra presente en el análisis crítico de los nuevos

movimientos sociales, especialmente los llamados altermundistas y en especial los que

colocan el acento en la recuperación de los protagonizados por campesinos e indígenas5

(Sánchez, 2011).

Con estas nuevas perspectivas para el análisis de la inter relación sociedad y natu-

raleza surgen nuevas interrogantes, tales como: ¿puede la economía de mercado ser

un medio eficaz para la conservación de la naturaleza? ¿Es factible lograr un equilibrio

entre la producción de entropía y las tasas de producción de biomasa? Cuestiones que

para ser respondidas requieren del concurso interdisciplinario. Algunas perspectivas

teórico metodológicas han avanzado en proponer conceptos novedosos como el riesgo:

ecológico, biotecnológico o nuclear; la desterritorialización de las relaciones sociales

caracterizadas por la simultaneidad en el tiempo y discontinuidad en el espacio como

redefinición de la noción de frontera; el saber ambiental; la transgénesis; los fenómenos

de la antropología de la naturaleza y de la tecnociencia, los nuevos movimientos socio

ambientales entre otros.

La ecosociología construye conceptos e indicadores que tienden a revalorar a las

personas, a la vida, a sus pobladores los campesinos e indígenas (González y Sevilla,

5 La noción de “glocal” matiza o relativiza la relación entre la globalización y desarrollo local para comprender dichos conceptos como en interrelación dialéctica.

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

1990). Aún más, se trata de conceptos que cuestionan la epistemología dominante y su

idea de ciencia, pues se presenta, en realidad, como reacción-oposición a la primera (De

Sousa, 2012). Por citar sólo algunos de estos conceptos tendríamos, en primer lugar, el

de coevolución (mencionado arriba), que plantea la necesaria interacción entre sociedad

y naturaleza; la interacción entre el saber, por ejemplo, el saber campesino e indígena, y

la ciencia, lo que supone el mutuo reconocimiento entre entorno sociopolítico y cultural,

con el contexto biofísico; la gestión ecológica de los sistemas biológicos que parten del

respeto a las estructuras y procesos; la creación de formas colectivas de acción social

para generar y emplear propuestas dirigidas hacia la coevolución; el respeto por la di-

versidad cultural y ecológica, presente en muchas de las formas de producción indígenas

(González y Sevilla, 1992; De Sosa, 2012; Sevilla, 2006 y 2002).

2. Crítica a la democracia representativa y la cuestión indígena

La ecosociología cuestiona la idea de que los gobiernos neoliberales tecnocráticos, con un

poder político inexperto, sean capaces de predecir o controlar los resultados medioam-

bientales, como lo recuerdan las innumerables catástrofes naturales.6 Otra consecuencia

política consiste en lo inviable de los compromisos por experimentos a largo plazo, como

la gestión de residuos nucleares durante 50 mil años. A lo anterior se puede añadir la

pretensión errónea de acabar con la biodiversidad con el pretexto de lograr economizar

recursos, con ello únicamente se beneficia a unas cuantas empresas, pero a la larga se

ponen en peligro de extinción la flora y la fauna locales, así como los efectos negativos al

cambio climático (Norgaard, 1994). En otras palabras, el riesgo político se desprende de

la falta de compromiso ético en las decisiones públicas relativas a la afectación del me-

dio ambiente por parte de los gobernantes, pero que entrañan enormes consecuencias

sociopolíticas (Fitoussi y Laurent, 2011).

De igual forma, la sociología rural y la ecosociología coinciden en su crítica a la noción

de democracia representativa, en el trayecto, recuperan otras propuestas de democracia

“desde abajo”, como la propuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN)

con el “mandar obedeciendo”7 (Grammont, 2006; Latouche, 2012). Ambas enfrentan el

6 Ulrick Beck (2001) previene respecto a la pretensión de ciertos ambientalistas que sostienen un proteccionismo verde, pues tendría enormes costos económicos que devienen en crisis ecológica.

7 La ecosociología apuesta, no únicamente por la existencia de partidos verdes con demandas ambientales, sino que va más allá al reivindicar el derecho de los pueblos originarios en la defensa de su territorio.

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

problema de explicar el difícil tránsito hacia la ciudadanización de los indígenas.8 En otro

orden de ideas la democracia directa y el respeto a la autonomía recuperan el problema

de la gobernanza al intentar hacer cumplir a los gobiernos el cumplimiento del Acuerdo

169 de la OIT.9

La sociología rural y la ecosociología realizan una crítica epistemológica a la noción

de democracia representativa considerando que, por ejemplo, en muchas zonas rurales

o urbanas la política se expresa fuera de las urnas ya que no existe una cultura política

democrática (Grammont, 2006). Aún más, el problema indígena se encuentra sin una

cabal solución en América Latina.10 Aníbal Quijano (2006), uno de los fundadores de la

vertiente decolonial, sugiere que los dos temas pendientes en nuestro continente, en

materia de la discusión teórica sobre movimiento indígena, son las discusiones relativas

al Estado nación y el tema de la democracia en la actual situación del poder político. El

problema de fondo, argumenta, es la necesidad de incorporar al indio como ciudadano

igual con todos los derechos cívicos y prestaciones sociales; pero reconociendo las difer-

encias pluriétnicas. En este punto, éste autor admite que los gobiernos latinoamericanos

difícilmente se van a atrever a reconocer el carácter multinacional o pluriétnico de los

indígenas. Una vez que los ellos sean reconocidos como ciudadanos, con todos sus dere-

chos, se rompería la espiral de discriminación económica, política, institucional, social y

cultural (Quijano, 2006).

Los gobiernos neoliberales ponen muchos obstáculos para una mayor participación

política encaminada, por ejemplo, hacia la autodeterminación de los grupos indígenas,

hacia el respeto de la autonomía (Guzmán y Muro, 1999). Un camino en la búsqueda de

una solución, que abrió el EZLN, consistió en la propuesta reflejada en el mencionado

lema zapatista, que plantea una democracia desde abajo y que se expresa en la frase

“mandar obedeciendo” lo cual hace alusión a la noción de democracia directa (Latouche,

2012). No solamente el reconocimiento formal, “desde arriba”, de que todos son iguales

8 Las dos subdisciplinas reconocen la reproducción de ancestrales formas de dominación clientelares y autoritarias, a pesar de que América Latina ha atravesado por el difícil sendero de transición a la democracia. En esta dimensión se puede constatar el ascenso de gobiernos mediante procesos democráticos, vía la democracia representativa, aunque ello no necesariamente signifique que en la sociedad predomine una cultura política democrática.

9 Si bien, el término de gobernanza es un concepto bastante polisémico se le refiere aquí como acatamiento, observancia y cumplimiento de acuerdos internacionales entre el gobierno y la sociedad civil.

10 Como lo analiza Aníbal quijano (2006), en El movimiento indígena y las cuestiones pendientes en América Latina, uno de los aspectos más relevantes, es la lucha por la identidad pluriétnica y pluricultural que adquiere diversas expresiones y en casos concretos en cada país.

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

ante la ley, sino que la democracia se conquista “desde abajo”. No se entiende la partici-

pación en política como la toma del poder, por el poder mismo, sino como una posibilidad

de construcción, transformación y de vivir mejor (Latouche, 2012).

Los gobiernos neoliberales latinoamericanos, sobre todo en los años ochenta y no-

venta, apuestan por el mercado, las regulaciones jurídicas y al avance de nuevas tecno-

logías como remedios para la conservación de la naturaleza. Dicho modelo se expresa

no únicamente en la depauperación de los grupos más vulnerables, sino también en

una política de intolerancia cultural (Guzmán y Muro, 1999). En América Latina varios

gobiernos adoptaron decisiones políticas trascendentales y eliminaron las regulaciones

para atraer al capital extranjero en todas las ramas de la economía sin que empresarios,

políticos o funcionarios públicos tuvieran, antes y ahora, presentes las enormes conse-

cuencias sobre los recursos naturales, ni sobre las consecuencias sociales; haciendo

caso omiso de la complejidad ambiental y ecosistémica; olvidando las deudas ecológicas

entre países y regiones; llevando al escocido y etnocidio de los pueblos originarios. Con

ello se deja a las poblaciones originarias en situación de vulnerabilidad sin protección

jurídica y a expensas de los intereses económicos del capital.11 En los últimos treinta

años los indígenas han sido uno de los grupos sociales que padece despojo de su tierra

gracias a las concesiones que otorgan los gobiernos neoliberales a empresas mineras

extranjeras.

Dichos gobiernos y su séquito de empresarios, políticos y funcionarios no han es-

tado a la altura de los peligros que acarrea la explotación de los recursos naturales a

manos del capital nacional e internacional. De manera irresponsable apuestan por el

libre mercado, el derecho y la tecnología (como parte del paradigma de que los recursos

son inagotables) para la solución de los problemas ambientales. Tampoco en la opinión

pública se encuentran presentes, en el nivel en que debería serlo, las consecuencias de

la degradación de recursos públicos.12

11 Autores como Beck consideran, que el peligro político del neoliberalismo radica en que se despolitiza la economía, eximiendo con ello al Estado del ámbito de la intervención y de su responsabilidad social en la distribución del ingreso y reivindica el individualismo de las teorías del rational choice (Beck, 2006). Esta visión parece ser compartida por los gobiernos tecnocráticos que se han aferrado a la fuerza de los principios neoliberales y neoconservadores considerándolos como verdaderos y legítimos.

12 Los movimientos ambientalistas, sobre todo los liderados por organizaciones indígenas, han sido reprimidos y criminalizados.

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

En el mundo neoliberal, la búsqueda de oportunidades de inversión a costa de eliminar

la otredad entraña un costo ecológico que tiende a transformarse en problema político

en el mediano plazo ya que altera la producción y productividad primaria de los ecosis-

temas naturales, los regímenes de propiedad comunal, la significación del territorio, la

sustentabilidad de los sistemas productivos de autoconsumo, los saberes tradicionales

y las axiologías diferenciadas.

Han sido los actores locales, los afectados ambientales, así como los ambientalistas,

quienes han ingresado los problemas al medio ambiente en la agenda pública, por lo cual

han aportado su cuota de presos políticos y muertos por la represión al defender sus

recursos. Los nuevos movimientos sociales protagonizados por campesinos e indígenas

han enarbolado demandas no materiales, sino simbólicas, como la justicia ecológica,

la soberanía alimentaria, la inocuidad de los alimentos y la justicia social alertando de

la gravedad de los daños ecológicos. Los movimientos ecologistas, como Oxfam, Green

Peace, organizaciones sociales e intelectuales, entre otros, han presionado para que los

distintos gobiernos de América Latina formulen políticas ambientales, creen institucio-

nes, oficinas y reglamentos encaminados a la protección del medio ambiente (Sánchez,

2012 y 2009).

En otras ocasiones el reciente interés por los problemas ambientales se ha debido a

consecuencia de la firma de tratados internacionales como la Carta de la Tierra; el Acuer-

do 169 de la OIT, por medio de los cuales los gobiernos se comprometen a hacer cumplir

ciertas medidas de protección al medio ambiente. La Carta de la Tierra se proclama por

un orden económico justo y sustentable que busque resarcir parte de los servicios am-

bientales: captura y retención de agua; uso del paisaje escénico para ecoturismo; captu-

ra de dióxido de carbono (CO2); actividad cinegética (cacería) o el uso de la biodiversidad

asociado a la bioprospección y la biotecnología en la industria farmacéutica. La firma del

Acuerdo 169 de la OIT, durante el gobierno del ex presidente Carlos Salinas de Gortari,

establece que se debe consultar a los pueblos originarios. Este elemento jurídico ha sido

incorporado como bandera de lucha de los pueblos indígenas.13

13 El problema que se presenta en torno a la firma de los acuerdos internacionales es el no cumplimiento de los mismos por parte de los gobiernos latinoamericanos, o bien, su cumplimiento parcial. Esto genera conflictos que devienen en problemas de “gobernanza”, es decir, que la sociedad civil, por medio de movilizaciones en diversos foros y escenarios nacionales o internacionales, hace suyos los acuerdos signados y exige a los gobiernos su cumplimiento.

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

3. Ecosociología y alternativas a la crisis ecológica mundial

La sociología rural y su aproximación a los problemas ambientales, desde la perspectiva

de la ecosociología, no únicamente realiza una crítica a los efectos de la modernidad en

la naturaleza, también sugiere alternativas encaminadas hacia la solución del desequi-

librio ecológico y plantea la posibilidad de construir un mundo mejor; una racionalidad

productiva alterna vinculada a la dialéctica de los procesos sociales y naturales, así

como hacer posible la interdisciplinariedad y encausarla hacia el desarrollo sustentable

y, desde los pueblos originarios, al ecodesarrollo.

La estrategia de política pública, sustentada en una economía verde, demuestra que

no se opone al crecimiento, es decir, evitar el crecimiento irracional encaminando hacia el

ascenso del riesgo y aumento de la incertidumbre. La ecosociología sugiere adoptar una

estrategia de decrecimiento que supone la transformación de los patrones de consumo

de lo necesario contra lo superfluo fomentado por la sociedad de consumo. Ello implica

la realización de enormes cambios sociales, políticos y culturales (Latouche, 2012). El

reto actual en las economías emergentes, como la mexicana, es redirigir los estilos de

vida acordes hacia la utopía del “buen vivir” o hacia lo que Carlos Zorrinho denomina

“la gestión de la felicidad” (Zorrinho, 2012). Un elemento digno a tomar en cuenta es la

necesidad de revalorar el trabajo, no hacia la mayor productividad, sino a empleos que

contribuyan a recuperar la calidad ambiental; por ejemplo, la producción de agricultura

sustentable y orgánica, el fomento de mercados de productos orgánicos, la generación

de energías alternativas, paneles solares, aerogeneradores, etcétera.14

En la búsqueda incesante de la maximización de las ganancias, la globalización ha

ocasionado crisis financiera, desequilibrio ecológico, desigualdades sociales, aumento

de la pobreza, pérdida de derechos ciudadanos y ha empuja a la población a sobrevivir

en riesgo e incertidumbre. Frente a tal desastre, los nuevos sujetos sociales pequeños

productores campesinos e indígenas organizados reivindican la esperanza al luchar por

la seguridad alimentaria, la recuperación de la biodiversidad y los saberes ancestrales,

un estado pluriétnico, la oposición a los transgénicos, la defensa de la justicia y los dere-

chos de género, la defensa por los recursos naturales y la Madre Tierra al sostener que

un mundo verde es posible, como parte de la reivindicación por el “buen vivir”. Éste es

14 Dichas alternativas no dejan de tener riesgos, sobre todo en situaciones de manejo por empresas privadas extranjeras sin escrúpulos fomentadas desde los gobiernos neoliberales.

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

incluso uno de los lemas del Movimiento Campesino Transnacional de La Vía Campesina:

“Los pequeños productores enfriamos el planeta” (Desmarais, 2007; Sánchez, 2012).

Analizar los principales puntos de la economía verde y la economía del decrecimiento

como parte de la “estrategia del caracol”, planteada por Serge Latouche y que se en-

cuentra presente, como forma de vida, en las comunidades indígenas; tercero, plantear

la utopía de la Vía Campesina como parte de la defensa por la seguridad alimentaria y la

defensa de la Madre Tierra en el campo, pero también en la ciudad; cuarto, propuestas

del movimiento altermundista por una política pública con sustento en la economía ver-

de (Latouche, 2012; Sánchez, 2012).

Entre las opciones que plantea la sociología ambiental para revertir el deterioro eco-

lógico se encuentran: la agroecología, el ecodesarrollo, la ecología de la acción, la eco-

nomía ecológica, la educación ecológica popular, la agroforestería, la bioética. Entre las

medidas prácticas se proponen la búsqueda de equilibrio entre la producción de entropía

y la tasa de producción de biomasa, el estudio del ciclo del agua, la conversión del pla-

neta en un gran colector solar, la conservación de corredores biológicos o el desarrollo

limpio (Barkin, 2001; Leff, 2000).

La sociología rural alternativa intenta opciones ecológicas y socialmente sustenta-

bles, por ejemplo, alentando un proceso de desarrollo centrado en la agricultura campe-

sina e indígena; ecodesarrollo para Barkin o recuperación de conocimientos campesinos

para Sevilla, o ecodesarrollo en Muro (Barkin, 2001; Sevilla, 2006; Muro, 1992). Plantea

una visión que podemos identificar como “campesinista” que, sin desconocer el mérito

de las actividades no agropecuarias, coloca el acento en la producción de alimentos de

mejor calidad, la agricultura orgánica, la promoción de los conocimientos y habilidades

productivas, la creación de nuevos mercados nicho, la generación de empleos para jóve-

nes rurales, entre otras propuestas (Barkin 2001). El propósito de dichas iniciativas es

fortalecer la economía campesina dentro de un modelo alternativo en el cual se apoyan

las iniciativas locales y se propugna el desarrollo endógeno para lograr una mayor par-

ticipación social, control local y autogestión sobre el territorio por parte de la comunidad

campesina (North y Cameron, 2003). Se puede observar cierta influencia en esta visión

de la literatura sobre descentralización y desarrollo territorial rural y en especial de las

propuestas del movimiento zapatista en Chiapas en torno a la autonomía y recuperación

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

del territorio. Pero para que tal visión campesinista de la nueva ruralidad se logre mate-

rializar y para que beneficie a los campesinos es necesario una nueva reforma agraria

que transfiera no sólo tierra a los que no la tienen o que tienen la insuficiente sino que

también provea recursos financieros y tecnológicos (Sánchez, 2012). También es necesa-

ria una inserción más equitativa de los campesinos en los mercados tanto de productos

como de los factores productivos que sólo se puede lograr alentando la democratización

de sus organizaciones. Sólo con el empoderamiento de los campesinos, en alianza con

otros sectores sociales progresistas, es posible que ellos negocien mejores condiciones

en sus relaciones tanto con el mercado como con el Estado.

El ecosocialismo o bien la nueva ecología política representa otra vertiente que, desde

luego, con influencia marxista pretende cuestionar la autonomización de la economía y,

sobre todo, hace un crítica a la globalización que piensa en el aumento de la producción.

Entre algunos de los autores que participan en dicha vertiente se puede mencionar a

Manuel Sacristan, Rudolf Bahro, André Gorz, James O’Connor, Elmar Altvater, entre otros

(Fitoussi y Laurent, 2011). La nueva ecología política se puede ubicar en un lugar inter-

medio entre la opción de la utopía ecologista radical del decrecimiento y, en el otro lado,

quienes hacen una defensa al libre mercado. En esta vertiente de pensamiento se opta

por mejorar el nivel de calidad de la democracia encaminada hacia la igualdad ecológica

como elemento que garantice el desarrollo sostenible (Fitoussi y Laurent, 2011).

En los últimos treinta años se ha acumulado una buena cantidad de experiencias so-

ciales y ecológicas exitosas en las que se involucran organizaciones civiles de la ciudad

con grupos organizados en zonas rurales integrados principalmente por indígenas de

unas dos mil comunidades, ejidos y cooperativas pesqueras manejando proyectos de

productos orgánicos campesinos, ecoturísticos y manejo de bosques y selvas, conserva-

ción de la diversidad local y del germoplasma, y artesanía, entre otros, pero con el común

denominador de que todos ellos son sustentables (Toledo et al., 2012). Entre las expe-

riencias más evidentes que se pueden enumerar están las relativas a la producción de

café orgánico de exportación en zonas indígenas con pequeños productores de Oaxaca,

Chiapas, Guerrero, Veracruz y Puebla, que obtienen un sobreprecio por su exportación en

el mercado internacional. Los proyectos ecoturísticos cuentan con más de 90 comunida-

des campesinas e indígenas que administran sus propios recursos (Toledo et al., 2012).

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

La síntesis dialéctica entre sociología rural y ecosociología se hace notar en que con

la socioecología se piensa, se comprende y se explica la sostenibilidad como proyecto

ambiental con aval social y político que permita aterrizar soluciones ambientales sus-

tentadas en opciones tecnocientíficas, es decir, en estudios especializados: bioclimáti-

cos, geomorfológicos, hidrogeológicos y ecosistémicos. Con dicho conocimiento se puede

hacer frente socialmente a los problemas del cambio climático, recursos menguantes,

incendios forestales, inundaciones, huracanes, entre otros.

El problema de la tierra es el punto central a defender: si no hay tierra, no hay

grupo étnico. La libre disposición de una base territorial suficiente es la con-

dición previa de toda autodeterminación tribal. La economía global mucho se

beneficiaría de apoyar a los pequeños productores del ámbito local.

Conclusiones

En su andar por las mismas veredas, la sociología rural y ecosociología confluyen en

algunos de sus marcos de referencia teóricos y de análisis empírico. Las dos parten de

una crítica al modelo económico capitalista que se sustenta del principio de recursos in-

agotables; del cuestionamiento de los métodos capitalistas. La ciencia dominante avala

dichos métodos y a la vez son justificados por el poder económico y político, lo cual ha

llevado a la “crisis ecológica” y crisis de civilización. En cierto sentido resulta difícil hacer

una distinción tajante entre las dos subdisciplinas en la medida en que son demasiadas

sus coincidencias teóricas y metodológicas. La masa crítica de la sociología rural resulta

beneficiada ya que cuenta con respuestas novedosas a los complejos problemas de la

sociedad rural latinoamericana.

La ecosociología intenta desde la epistemología superar aspectos no considerados en

la agroecología recuperando las nociones de coevolución social y ecología. Ello permite

profundizar en el cambio social y los procesos históricos. Dicha especialidad ha derivado

en una subespecialidad que hace una crítica mordaz a algunos de los fundamentos de

la economía, la política, la sociedad y la cultura. En lo económico sugiere la búsqueda

del bien común o la gestión de la felicidad para hacer frente a la economía neoliberal

sustentada en la “maximización de las ganancias”, que en la actualidad significa la lucha

de las transnacionales por apropiarse de la renta petrolera o minera. Propone también

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ARMANDO SÁNCHEz ALBARRÁN

implementar estrategias y políticas públicas que revaloren, considerando la “economía

verde”, el trabajo de los jóvenes campesinos y experiencias de etnodesarrollo para las

poblaciones indígenas.

En lo político, la estrategia de la “deseconomía” sugiere retomar la democracia no

como un aspecto meramente formal o institucional, sino más bien partir de la política

desde dentro, es decir, de la democracia “desde abajo”, desde el empoderamiento los

pueblos indios y campesinos, barrios y colonias populares, tal y como ha enseñado la ex-

periencia del EZLN en los Caracoles. En lo social, cuestiona el orden económico existente

ya que, además de que genera riesgo económico y ecológico, produce mayor desigualdad

social y pobreza rural afectando más a la población indígena. En lo cultural, recupera el

respeto a la diversidad cultural y natural, sobre todo el respeto a los saberes tradiciona-

les que se legitiman con criterios socioculturales y naturales.

La sociología rural se beneficia de las aportaciones de la ecosociología ayudando a

fortalecer sus postulados teóricos al formular críticas a los aspectos menos consisten-

tes de la ciencia predominante utilizada en el desarrollo rural, en la agricultura comer-

cial; lo mismo que a sus propuestas de cambio social en la medida en que retomar sus

líneas de acción podrían parecer metas utópicas, sin embargo, son viables, aunque no

necesariamente en el corto plazo.

En lo económico, propone la búsqueda del bien común o la gestión de la felicidad para

hacer frente a la economía neoliberal sustentada en la “maximización de las ganancias”.

En lo político, la democracia real, la que proviene “desde abajo”, desde los pueblos, desde

las comunidades campesinas e indígenas. Considerando al indígena como sujeto social

capaz de diseñar las políticas públicas, como lo indica el Acuerdo 169 de la OIT. En lo so-

cial y cultural, propone una comunión de lo social con la naturaleza para hacer un mundo

mejor y más sustentable.

Para hacer realidad a la utopía existe una tarea pendiente: la búsqueda del buen

vivir; la organización económica y política por otra vía: limitar las necesidades y vivir de

acuerdo con la naturaleza, en equilibrio, siguiendo la estrategia del caracol, limitando el

consumo. Otra noción asociada con la anterior es la de “gestión de la felicidad”, a partir

de la participación social y fortaleciendo el tejido social, con la creación de redes socia-

les, como lo explica Carlos Zorrinho. En América Latina, en el buen vivir se recuperan

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SOCIOLOGíA RURAL Y ECOSOCIOLOGíA

los saberes ancestrales como parte de uno de los derechos humanos. El indígena, como

nuevo sujeto social, con una nueva identidad indígena, lucha también por recuperar la

territorialidad y la defensa de la Madre Tierra, que para algunos autores podría verse

como un nuevo sujeto de la historia. Ello supone que se busca la seguridad alimentaria

producida de manera orgánica para valorar el trabajo agrícola y lograr un precio prefe-

rencial, el precio justo para un consumidor concientizado que busca también cuidar el

planeta. El buen vivir ha de transitar aún por un proceso de consolidación incluso en los

casos de Ecuador y Bolivia, como lo indican Francisco Hidalgo, para el caso de Ecuador,

y Raquel Gutiérrez y Huáscar Salazar, para Bolivia. En los dos casos resulta muy impor-

tante la participación de la población indígena en la reivindicación de demandas de los

pueblos originarios engarzadas con las demandas del país.

Habría que añadir que las propuestas desde la ecosociología, la socioecología, el eco-

socialismo, así como la estrategia del decrecimiento, del buen vivir o de la gestión de la

felicidad guardan una buena dosis de utopía, al tiempo en que se adivinan ciertos tintes

de una ideología socialista, anarquista y libertaria. Sin embargo, la sociología es en bue-

na medida la apuesta por la esperanza, ya sea desde el socialismo utópico, como lo es

la propuesta marxista del comunismo y hasta de la gran promesa liberal modernizadora

sustentada en los principios de igualdad, libertad y fraternidad. Se trata de la construc-

ción de una utopía posible.

Para la sociología rural y la ecosociología es urgente adoptar decisiones de política

pública encaminada hacia un cambio en el paradigma de desarrollo depredador capita-

lista por una opción cercana a la coevolución, como podría ser la economía verde, que

sea capaz de encontrar el equilibro entre la sociedad y la naturaleza, en beneficio de todo

el planeta: nuestra casa, y sus habitantes los nuevos sujetos conscientes y ambientalis-

tas del campo y la ciudad.

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METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGORURAL A TRAVÉS DE LA IMAGEN

Miguel J. Hernández Madrid

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METODOLOGÍA PARA EL ESTUDIO DEL

DESARRAIGO RURAL A TRAVÉS DE LA IMAGEN

Miguel J. Hernández Madrid1

Resumen

La imagen fotográfica y la cinematográfica tienen un potencial metodológico inédito

cuando son trabajadas para aportar miradas de las problemáticas rurales con-

temporáneas, desde la etnografía, la sociología y la filosofía de la experiencia. El

objetivo de esta ponencia es recuperar la propuesta epistemológica de Walter Benjamin

sobre la imagen pensada, para deconstruir con ella un particular modo de diagnosticar

en el tiempo y espacio contemporáneos el fenómeno del desarraigo rural en México.

El sustento empírico es el acervo de imágenes fotográficas que el Centro de Estudios

Rurales ha construido desde su fundación, en 1980.

Introducción

El objetivo de este trabajo es proponer una vía metodológica para trabajar la imagen

como una fuente de conocimiento social de las realidades rurales, reconociendo su po-

tencial aportación para mostrar lo que Walter Benjamin llamó “las corrientes subterrá-

1 Profesor investigador del Centro de Estudios Rurales de El Colegio de Michoacán. Correo electrónico: [email protected]

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

neas de una época”. Se desarrolla esta propuesta en torno al tema del desarraigo rural,

en una región agrícola del bajío zamorano en Michoacán.

Para empezar es pertinente argumentar por qué la imagen puede ser susceptible

de abordarse en una dimensión metodológica y, en consecuencia, qué se entiende por

imagen. El sustento del argumento es la recuperación de experiencias de investigación

que han abordado este reto.

El planteamiento de en qué medida el seguimiento y registro de un acontecimiento,

mediante un artefacto como la cámara fotográfica, puede construir acervos de imágenes

que reúnan las condiciones de una fuente para procesar datos y hechos surgió de los

trabajos del uso de la fotografía con fines etnográficos donde (Collier y Collier, 1996).

Como antecedentes se toman en cuenta los trabajos de la fotógrafa Dorothea Lange

y el antropólogo Paul Taylor (1999), sobre el éxodo de los americanos que emigraron del

sur al oeste de Estados Unidos por la crisis agrícola de los años treinta del siglo pasado;

así como el de Pierre Bourdieu (Schulteis y Frisinghelli, 2008) acerca de la crisis en la

agricultura tradicional argelina durante los años sesenta, y otros más recientes de la

emigración de mexicanos a Estados Unidos realizados por Jorge Durand y Patricia Arias

(2005), la respuesta es afirmativa en sentido amplio.

Si bien, el planteamiento parece no ser novedoso, en tanto que la fotografía como

documento social e histórico ya ha sido reivindicada como fuente para reconstruir la

memoria del pasado desde la mirada del presente (Burke, 2001; Freund, 1993), esta

mirada de la imagen supone una representación de la realidad que invita a deconstruirla,

auxiliándose de herramientas conceptuales que terminan por mediar la interpretación

de los signos portados en la imagen.

La imagen visual del registro etnográfico apuesta a algo más audaz: a la posibilidad

de una fenomenología de la imagen, esto es, de acceder a la realidad que en sí misma

contiene la imagen (Català 2005:18).

Aprender a pensar con las imágenes es un derrotero epistemológico que lo mismo

ha fascinado a filósofos de la talla de Walter Benjamin (2008) que a pedagogos como

Paulo Freire (1976). Recordemos que este último generó una pedagogía de concienti-

zación liberadora, haciendo de la imagen el referente para aprender a decodificar las

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MIGUEL J. HERNÁNDEz MADRID

realidades inmediatas de las clases oprimidas y a reconocer su experiencia cultural. Él

entendió que la imagen no es el objeto que refleja o representa una realidad, sino una

forma en la que la realidad convoca al observador a sumergirse en sus signos, al igual

que la Alicia de Lewis Carroll lo hizo al decidir atravesar el espejo y no conformarse con

contemplarse en él.

1. Imágenes del desarraigo rural

Hace veintisiete años aproximadamente, Cynthia Hewitt publicó Imágenes del campo. La

interpretación antropológica del México rural (1984). El título alude a las imágenes del

campo a modo de aforismos para referirse a los paradigmas antropológicos que hasta

ese entonces habían orientado la investigación e interpretación del México rural. Es claro

en este enfoque que las imágenes del campo son el resultado de construcciones teóricas

y metodológicas desde las cuales se han estudiado las realidades rurales.

En contraste, el material fotográfico de Pierre Bourdieu sobre Argelia (reunido en las

ediciones publicadas por Camera Austria en diferentes idiomas)2, tiene otra orientación

metodológica que con toda intención el sociólogo adoptó en su diálogo con la etnología

(Bourdieu y Mammeri, 2003; Hernández M., 2010).

El seguimiento que hizo de la crisis de la agricultura tradicional argelina en el con-

texto histórico del declive del sistema de dominación colonial francés, la revolución de

independencia y la penetración de la economía capitalista industrial, lo llevó a proponer

en su descubrimiento de esta realidad en la imagen el término de desarraigo (déracine-

ment, en francés) para describir y reflexionar el proceso en su conjunto (Bourdieu, 1964).

Antes de seguir conviene aclarar la posible confusión que pudiera provocar el uso

indistinto de imagen e imagen fotográfica o cualquier otra forma de objetivación. La

imagen pensada o el “pensar en imágenes” como la llamó Walter Benjamin –que no el

pensamiento traducido en imagen– es una posibilidad de evocar la experiencia y la sabi-

duría contenida en un texto literario, una fotografía, una pintura, un grabado, una manera

de ver el paisaje de nuestro entorno. La imagen pensada es resultado de preguntas, de

2 Véanse la primera edición en alemán de franz Schultheis y Christine frisinghelli, Pierre Bourdieu in Algerien. zeugnisse der Entwurzelung (Camera Austria, 2003); la edición en francés titulada Pierre Bourdieu, Images d´Algerie une affinité élective (Actés Sud/foundation Liber/Camera Austria, 2003); y la edición en español: Pierre Bourdieu. Argelia. Imágenes del desarraigo (El Colegio de Michoacán/Cemca/Camera Austria, 2008).

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

alguna manera una hipótesis, no una certeza.

En contraste, lo que llamamos imagen fotográfica es, como escribe Sala- Sanahuja

siguiendo a Barthes, la evidencia del “esto ha sido”, su demostración, cuyo valor pleno

se adquiere “con la desaparición irreversible del referente, con la muerte del sujeto fo-

tografiado, con el paso del tiempo” (Barthes, 1989:23). En la fotografía se sigue la huella

del “esto ha sido”, pero también –lo escribe el propio Barthes– “el advenimiento del yo

mismo como otro” (1989:44). Imagen e imagen fotográfica son entonces dos dimensio-

nes en el descubrimiento de la realidad convocada en ellas.

Volvamos a las fotografías tomadas por Bourdieu en Argelia o a las de Lange en Esta-

dos Unidos, para retomar la pista metodológica que los llevó a proponer como hipótesis

los términos de desarraigo y de éxodo con el fin de reflexionar los procesos sociales

registrados en imágenes y las conexiones subterráneas que estaban convergiendo en

esos tiempos y lugares específicos.

El significado metafórico de arraigo es el de la planta que hecha raíces en la tierra

y su vida depende de este vínculo indisoluble. Aplicado a los seres humanos el arraigo

expresa un modo de vida social, económico y cultural estrechamente relacionado con el

medio natural, hasta el punto de construir una identidad de pertenencia. Luis González

y González lleva al terreno de la microhistoria el tema del arraigo al reflexionar sobre el

significado de terruño y de matria o patria chica al escribir:

Matria es la realidad por la que algunos hombres hacen lo que deberían hacer

por la patria: arriesgarse, padecer y derramar sangre. La patria chica es la

realización de la grande, es la unidad tribal culturalmente autónoma y econó-

micamente autosuficiente, es el pueblo entendido como un conjunto de familias

ligadas al suelo, es la ciudad menuda en la que todavía los vecinos se reconocen

entre sí, es el barrio de la urbe con gente agrupada alrededor de una parroquia

o espiritualmente unida de alguna manera, es la colonia de inmigrados de la

gran ciudad … es el pequeño mundo de relaciones personales y sin intermedia-

rio. (González y González, 1973:27)

El desarraigo es una acción violenta que arranca la planta desde sus raíces, que vulnera

las bases de las relaciones de los seres humanos con su medio y de las relaciones socia-

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MIGUEL J. HERNÁNDEz MADRID

les mismas. Lange y Taylor descubrieron esta dinámica del desarraigo en las imágenes

fotográficas que muestran la expulsión de una población rural de sus tierras afectadas

por las sequías, por la carencia de sistemas de riego para mantenerlas productivas, por

la crisis económica de un sistema de agricultura de plantación. Las casas abandonadas,

la diáspora de sus habitantes que exhiben los signos de su miseria económica en los es-

casos objetos valiosos para ellos, amontonados en las improvisadas mudanzas de autos

destartalados, carretillas de mano o maletas que cargan los que a pie recorrieron cien-

tos de kilómetros hasta el estado de California para trabajar en los viñedos. Los viñedos

de la ira que el escritor John Steinbeck describió en su paradigmática novela de 1952.

En Argelia, Bourdieu registró otros matices del desarraigo al hacer visibles la crisis

de una agricultura tradicional basada en el colonialismo francés en este país africano y

la penetración de otro tipo de colonialismo tecnológico, el de la modernización capitalis-

ta. La diferencia entre las imágenes fotográficas de Lange y las de Bourdieu es que, en

las del segundo, el hecho violento del desarraigo está diluido por la violencia simbólica

impresa en las huellas de la guerra, la proletarización de los agricultores, la emigración

a las ciudades, sus condiciones de vida miserable en ellas. Del mismo Bourdieu se reto-

ma aquí la noción de violencia simbólica para describir esas formas en las que el poder

impone significaciones, haciéndolas parecer legítimas al ocultar las relaciones de fuerza

en que se sustentan (Bourdieu y Passeron, 1995:44).

Al referir como ejemplares los trabajos de Lange, Taylor y Bourdieu se reitera el en-

foque heurístico con el que se compromete una fenomenología de la imagen, registrada

técnicamente en la fotografía de corte etnográfico, para provocar hipótesis y preguntas,

en este caso relacionadas con los significados de desarraigo. Teniendo en cuenta estas

experiencias, veamos ahora otro tipo de acervo formado por imágenes fotográficas to-

madas en la región del bajío michoacano, espacio territorial en el que la matria a la que

se refiere Luis González ha tenido diversas experiencias históricas de arraigo.

Se examinan a continuación dos ejemplos de los numerosos que se podrían elaborar

a partir del acervo citado para hacer un inventario de imágenes susceptibles de explorar

el fenómeno del arraigo/desarraigo rural. Estos ejemplos son la invasión de la mancha

urbana y de nuevos cultivos de exportación en tierras consideradas óptimas para la pro-

ducción agrícola en el valle de Zamora, Michoacán.

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

2. Síntomas de desarraigo rural en una ciudad agrícola

Retomando la pregunta inicial sobre cómo hacer de la imagen una fuente de conoci-

miento de lo social, si se descarta que la imagen es solamente un soporte de la inves-

tigación etnográfica o una manera de ilustrar los datos obtenidos en fuentes de corte

cuantitativo, la interrogante exige solucionar en qué medida la información de una ima-

gen, fotográfica en este caso, permite procesar datos y hechos, entendiendo por ello una

construcción relacional que el investigador realiza apoyado en la teoría, y que ésta sea

una conceptualización de los hechos.

La información de la imagen tendría que seguir entonces el mismo procedimiento de

diálogo con la teoría y otros datos para proponer hipótesis de trabajo, de seguimiento del

fenómeno tal como se representa en el siguiente esquema.

Desarraigo rural en E.U.(1925-1930)

Procesamiento dela imagen como dato

Procesamiento de datos cualitativos

Procesamiento de datos cuantitativos

Hechossociales que

resultan de la relación entre

datos yobservables

Hipótesisde trabajo

Diálogo con la teoría social (conceptual-

ización de hechos)

fuente: Elaboración propia

Conviene aclarar en este caso que se hace referencia a la imagen en términos genéricos

y no como unidad, esto quiere decir, en la práctica, la generación de acervos de imágenes

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MIGUEL J. HERNÁNDEz MADRID

fotográficas. Viene al caso ilustrar esta propuesta con el ejercicio que realizó Bourdieu

al fijar su cámara en una zona céntrica de la ciudad de Blida, Argelia, para registrar

durante todo el día a los peatones que circulaban. Con base en una serie de aproximada-

mente 40 fichas fotográficas, fue posible reconstruir (con la información del vestuario,

las posiciones corporales y las fisonomías) cuáles fueron los grupos étnicos y culturales

presentes en la ciudad durante el tiempo que duró el registro (Schulteis y Frisinghelli,

2008:226-234).

Volviendo al valle agrícola de Zamora, Michoacán, conocido también como el bajío

michoacano, es una microrregión del occidente de México que colinda con los estados de

Jalisco y Guanajuato, su epicentro ha sido la ciudad agrícola de Zamora. Como bien lo de-

mostró el sociólogo Gustavo Verduzco (1992), llamar agrícola a esta urbe no es un mero

adjetivo sino una definición de su identidad espacial pues se constituyó desde mediados

del siglo XIX en el centro rector de las diversas economías agrícolas de una región. Di-

chas estructuras estuvieron ligadas a las formas históricas de propiedad y tenencia de la

tierra y fueron transitado de la hacienda, la mediería y el minifundio (por no decir micro

en las zonas de temporal y campesinas) hasta la formación y disolución de los ejidos y

los reacomodos de la propiedad privada. Zamora es agrícola también por dinamizar los

flujos comerciales de los pueblos y rancherías de las microrregiones del bajío, cultural-

mente forjadas por sociedades rancheras, indígenas y mestizas, por los grupos sociales

y élites que entrelazan el ejercicio del poder en las instituciones religiosas y civiles.

Durante los años setenta del siglo XX, el valle y su vecina Jacona impulsaron una

nueva forma de modernización de la agricultura de riego y temporal con la introducción

de legumbres, hortalizas y frutas para exportación, de entre lo cual destaca el cultivo

de la fresa. En lapsos de tiempo no mayores de cinco años muchas fortunas se hicieron

por el cultivo y exportación de la fresa, atrayendo contingentes de población para tra-

bajar como jornaleros en los campos, como técnicos agrónomos en las asesorías, como

funcionarios burócratas en las instancias privadas y gubernamentales otorgantes de

crédito e insumos.

Pero en Zamora, como en varias otras partes del país, dos hechos contundentes mo-

dificaron este patrón de auge agrícola: las reformas del artículo 27 constitucional en

1992 y la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio en 1994. A quince años de

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

distancia, ¿cómo rastrear en el registro de imágenes fotográficas los efectos de estas

reformas en el paisaje rural y urbano del valle?

De veinte registros fotográficos realizados en diferentes partes, desde donde se po-

dían ver hace veinte años los espacios agrícolas sembrados, las siguientes fotografías

son una muestra de la drástica transformación del paisaje (figura 1).

FIGURA 2: Solar para cultivo de maíz en fraccionamiento El Sauce� Jacona, Michoacán�

foto del autor (10/02/2011)

En la primera se ve un espacio rodeado de malla ciclónica, en el interior se observan

surcos cubiertos de lonas de plástico para proteger las frutillas sembradas (zarzamora,

fresa). La mayor parte de estos “campos cerrados” son inaccesibles a la vista del tran-

seúnte por los cartones o grandes sábanas de plástico negro que rodean las paredes y

las espirales de alambres de púas en la parte superior.

Las frutillas que aquí se cultivan son la materia prima que, en fresco o semiprocesa-

das en las empacadoras de la región, se exportan a las compañías transnacionales de la

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MIGUEL J. HERNÁNDEz MADRID

frontera norte del país para elaborar mermeladas y embutidos que regresan al valle de

Zamora en frascos para su venta en los supermercados.

En estos campos trabajan a diario contingentes de jornaleros, hombres y mujeres

menores de 30 años, provenientes de diferentes regiones de México, continuando la tra-

dición de flujos migratorios instaurados en los años setenta del siglo pasado. Excepcio-

nalmente se encuentra entre esta mano de obra a los ejidatarios o antiguos dueños de la

tierra, a sus hijos o nietos, que desde hace ya varios años emigraron a Estados Unidos.

En contraste con los campos cercados, la figura 2 muestra un fenómeno interesante:

solares pequeños en medio de casas habitacionales o conjuntos residenciales donde

todavía agricultores de tradición campesina siembran maíz, calabazas y hortalizas para

su economía doméstica y para el mercado local.

FIGURA 3: Lotes de fraccionamiento residencial en lo que fueron tierras ejidales�

Zamora, Michoacán

foto del autor (10/02/2011)

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

Con las reformas del artículo 27 la incorporación de tierras ejidales al mercado legal

de suelo urbano se ha incrementado en el valle. Los complicados trámites y políticas

derivados de esta reforma (Olivera, 2005) no han obstaculizado la construcción desme-

dida de fraccionamientos residenciales en las zonas ejidales y de propiedad privada que

hasta hace diez años se utilizaban para la agricultura. Diversos factores intervienen en

este proceso: el desinterés de los ejidatarios (especialmente cuando ya son adultos ma-

yores), de conservar la tierra, especialmente si lo comparan con la liquidez inmediata

que les daría venderla y con ello sobrevivir su vejez; las relaciones de complicidad y de

poder que permiten a los funcionarios encargados de realizar los trámites en el ámbito

municipal agilizarlos, algunos de ellos son incluso dueños de los fraccionamientos; la

incapacidad para implementar un plan de ordenamiento territorial urbano que adminis-

tre y proteja los recursos naturales, especialmente el agua, y prevea el impacto de estos

fraccionamientos en la contaminación ambiental (figura 4).

FIGURA 4: Lotes de fraccionamiento residencial en lo que fueron tierras ejidales�

Zamora, Michoacán�

foto del autor (10/02/2011)

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MIGUEL J. HERNÁNDEz MADRID

En los últimos diez años se han construido alrededor de 15 fraccionamientos en los alre-

dedores de las ciudades de Zamora y Jacona. Ninguno es unidad habitacional de interés

social o popular. Surge la duda de si existe una migración intensa a estas ciudades que

justifique la conversión del uso del suelo agrícola para uso urbano. Si fuera afirmativa

la respuesta, ¿tendrá esta población inmigrante los recursos monetarios para pagar los

altos precios de las fincas o de las casas ofertadas con créditos y facilidades para “ase-

gurar el feliz futuro de tu familia”?

Reflexiones finales. Otras imágenes del desarraigo

El ejercicio de pensar con las imágenes fotográficas del valle de Zamora el tema del

desarraigo, tomando en cuenta otras experiencias etnográficas, es muy diferente a las

situaciones de expulsión, éxodo y pauperización de los actores sociales que lo vivieron

en Estados Unidos o Argelia al ser captados por las cámaras fotográficas de Lange y

de Bourdieu. Los actores estaban presentes, fueron captados en su protagonismo de la

situación.

En Zamora, sólo se cuenta con las huellas de estos actores. Huellas dibujadas en

los escenarios agrícolas sitiados por el asfalto que atestiguan su pronta desaparición;

o huellas rastreadas en paisajes que ahora se están transformados y que muy pronto

dejarán de ser testimonios para realizar una arqueología de lo que alguna vez fue un

espacio social de la matria. Los campos que antes eran sembrados son cubiertos por as-

falto, las casas vernáculas son derribadas para construir estacionamientos para autos,

gasolineras o cadenas de tiendas con franquicias.

Los actores cambiaron de papel. No fueron expulsados por la violencia contundente

de la guerra, aunque ahora comienza a intensificarse un fenómeno parecido en las ran-

cherías que rodean Zamora y Jacona (por la violencia cotidiana del narco, muchos jóve-

nes están dejando estos espacios), sino por dispositivos de la modernización económica

y política que de pronto llegan y afectan vertiginosamente la vida cotidiana.

Las imágenes sugieren ese otro desarraigo contemporáneo que tiene los síntomas

cancerígenos de una mutación que da por resultado el crecimiento irregular de células

anormales que acaban minando los tejidos y las relaciones sociales. Dichas relaciones

permitían al colectivo arraigarse y dar sentido de identidad a lo que consideraban su

terruño.

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METODOLOGíA PARA EL ESTUDIO DEL DESARRAIGO RURAL A TRAVéS DE LA IMAGEN

Una nota metodológica final sobre la relación entre imagen e imagen fotográfica es

reivindicar la importancia de los acervos generados por los fotógrafos de pueblo, por la

riqueza de su información para reconstruir una memoria histórica y proyectarla com-

parativamente en otros ámbitos sociales y culturales de las regiones y de otros países.

Al respecto es necesario mencionar los trabajos del fotógrafo peruano Martín Chambi

(1920-1950), reconocido internacionalmente; Ricardo Barthelemy (1916-1988), fotógra-

fo de la vida cotidiana de las comunidades purhépechas en Michoacán (Zárate, 2008),

y el encomiable trabajo de rescate de acervos fotográficos de Martiniano Mendoza de

Zacapu, Michoacán, por Luis Ramírez Sevilla (2002).

— 107 —

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLÍTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA. LECCIONES DE UNAEXPERIENCIA VERACRUZANA

Gerardo Alatorre Frenk y Rosalinda Hidalgo Ledesma

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO

ESTRATEGIA POLÍTICA, EPISTEMOLÓGICA,

METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA. LECCIONES DE

UNA EXPERIENCIA VERACRUZANA

Gerardo Alatorre Frenk1 y Rosalinda Hidalgo Ledesma2

Resumen

Abordamos en este texto los aspectos teóricos-políticos y prácticos de una mo-

dalidad de labor investigativa instrumentada desde una entidad de educación

superior que desde 2005 busca trenzar esfuerzos con actores sociales de las

comunidades. Esta modalidad, impulsada en la Universidad Veracruzana Intercultural

(UVI), es la llamada “investigación vinculada”. El caso de estudio es un proyecto de inves-

tigación y vinculación en torno a la gestión de las cuencas, los bosques y el agua (GCBA),

desarrollado en las regiones indígenas donde tiene presencia la UVI, con la participación

de profesionistas de esa universidad y otras dependencias.

1 Profesor investigador del Instituto de Investigaciones en Educación. Durante el período 2005-2009 estuvo al frente del Departamento de Sustentabilidad de la Universidad Veracruzana Intercultural. Correo-e: [email protected]

2 Egresada de la Maestría en Desarrollo Rural. Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco. Correo-e: [email protected]

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

En una primera parte, se hace una revisión de los aportes teóricos y epistemológicos

de autores como Boaventura de Sousa Santos, Enrique Leff y Daniel Mato, resaltando los

elementos que permiten dar cuenta de los procesos de investigación vinculada. También

se explican los enfoques teóricos y metodológicos que se están aplicando en la inves-

tigación estudiantil y docente en las sedes de la UVI. En una segunda parte, se describe

la experiencia del proyecto sobre GCBA, mostrando sus desencuentros y aciertos en la

colaboración con las contrapartes del proyecto (estudiantes, organizaciones campesi-

nas, maestros, etc.). Finalmente se aborda un análisis crítico de la experiencia y se

señalan algunos de los retos que enfrentan académicos, ciudadanos y universidades

para la construcción política de sociedades sustentables, enfatizando la necesidad de

valorar los saberes de distintos sectores sociales y culturales, y el establecimiento, en

las instancias acreditadoras, de criterios y procedimientos que fomenten una investiga-

ción directamente ligada a las necesidades de fortalecimiento de los actores sociales de

base.

1. Introducción

Para sobrevivir como especie en el planeta Tierra, la humanidad tiene frente a sí retos

cruciales. La construcción teórica y política de la sustentabilidad puede ayudar a enfren-

tar la crisis civilizatoria que hoy tiene en jaque a los ecosistemas, a la convivencia huma-

na y a la calidad de vida de millones de personas.

Frente a tales desafíos vemos que surgen iniciativas desde muy diversas platafor-

mas institucionales u organizacionales; las hay en el sector de base (organizaciones

populares, campesinas, indígenas, de consumidores), en las asociaciones ciudadanas,

en las agencias de cooperación, en instancias de gobierno y en empresas, así como en

las instituciones académicas.

Una de éstas es la que, desde 2005, impulsa la Universidad Veracruzana Intercultural

(UVI) en las sierras veracruzanas,3 ofreciendo una opción de educación superior a los jó-

venes de dichas regiones.4 Las cuatro sedes regionales han tenido distintas trayectorias;

3 Las cuatro sedes regionales son: (a) la Huasteca, con población nahua, tének, tepehua y ñuhú (otomí); (b) el Totonacapan; (c) la Sierra de zongolica (en las Grandes Montañas, con comunidades nahuas) y (d) el Sur del Estado (Región Selvas), donde la UVI atiende a la población nahua y popoluca de la región de Los Tuxtlas y la Sierra de Santa Marta, y a jóvenes de comunidades de origen chinanteco, zapoteco y otras.

4 La UVI imparte en las regiones mencionadas la Licenciatura en Gestión Intercultural para el Desarrollo Un 60% de los estudiantes habla algún idioma indígena, y la mayoría (también alrededor de 60%) son mujeres.

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

cada una tiene su específica constelación de logros y dificultades. Cada zona de trabajo,

cada planta docente y cada coordinador de sede imprime su sello.5

El discurso de la UVI pone como columna vertebral del aprendizaje a la investigación

que, en equipos, realizan los estudiantes en vinculación con actores de las comunidades,

en torno a problemas o iniciativas pertinentes para estos actores y para los propósitos

del proyecto educativo. En los hechos, esta investigación vinculada adquiere matices

muy variados, dependiendo de factores como los ya señalados y muchos otros más.

En cuanto a los tipos y enfoques de investigación entre la planta docente,6 constata-

mos, también, una gran diversidad. No vamos a adentrarnos en este asunto; pero anote-

mos que durante los primeros siete u ocho años de vida de la UVI no existía una política

definida a favor de proyectos de colaboración a mediano plazo, con actores locales o re-

gionales para la generación conjunta de saberes y para el fortalecimiento de iniciativas

concretas. Se dan casos, como el que describiremos más adelante, pero generalmente

los investigadores realizan sus investigaciones sin pasar por algún acuerdo de co-res-

ponsabilidad con otros actores o con los estudiantes. Se manifiesta así la existencia de

distintas corrientes, de distintas visiones o posicionamientos ético-políticos en torno al

papel de la universidad y a las estrategias epistemológicas, metodológicas y pedagógi-

cas a ser instrumentadas.7

Esta multiplicidad de visiones políticas respecto al rol social de la universidad existe

en muchas otras entidades y ámbitos académicos. El debate es intenso en México y otros

países. Lo que pretendemos con el presente artículo es ofrecer elementos teóricos y

empíricos para alimentar la discusión.

El texto que aquí presentamos inicia con un recorrido por algunas herramientas teó-

ricas útiles para arrojar luz sobre los procesos que nos interesa analizar, y en los que

nosotros mismos nos hemos involucrado como investigadores-actores: herramientas

analíticas y auto-analíticas.

5 Otro factor de diversidad es el hecho de que la licenciatura que se imparte cuenta con cinco orientaciones: Sustentabilidad, Salud, Derechos, Comunicación y Lenguas. No se trata de especializaciones, sino de ámbitos inter y transdisciplinarios identificados como pertinentes.

6 La investigación es parte de la carga diversificada de todo académico de tiempo completo.

7 Ver al respecto Dietz, 2008.

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

Posteriormente abordamos una experiencia concreta: la que estamos desarrollando

desde 2008 con estudiantes y docentes UVI y con investigadoras de otras entidades de

la Universidad Veracruzana.8 La colaboración surge en 2008-2009, en torno al proyecto

conjunto (UVI-CITRO) “Gestión Participativa de las Cuencas, Bosques y Agua a través de

la formación y el diálogo intercultural”. (El equipo de trabajo ha tenido cierta continuidad,

y hoy gira en torno al manejo integral de los montes en la Sierra de Zongolica.)

Finalmente, abordamos el análisis crítico de la experiencia y señalamos algunos de

los retos que, en nuestra opinión, tenemos como académicos, como ciudadanos y como

universidades, con miras a una implicación política que nos permita lograr mayor efecti-

vidad en la construcción de sociedades sustentables.

2. Sustentabilidad y responsabilidad social de las universidades

Entendemos aquí por sustentabilidad un reto o utopía humana, que conlleva modificacio-

nes en varios niveles: (a) las relaciones de los seres y sociedades humanas con los eco-

sistemas de los que dependen (reto tanto tecnológico como cultural, ético y espiritual:

la re-sacralización de la Naturaleza); (b) la distribución del poder a escala global; (c) las

relaciones entre sectores sociales (redistribución de la riqueza y del poder); (d) las re-

laciones sociedad – estado - mercado – medios masivos - academia; y (e) las relaciones

entre personas de distinta cultura, color de piel, sexo, edad.

Se trata de lograr un buen manejo de los recursos naturales pero también de que la

gente participe en la toma de decisiones y mejore su cohesión y su calidad de vida. Se

busca construir esquemas de mercado y sistemas económicos que estén al servicio del

bienestar social; y sistemas políticos a nivel nacional e internacional que faciliten este

tipo de desarrollo (Alatorre y Marielle, 1998).

Creemos que la universidad tiene un rol que cumplir en todos los ámbitos menciona-

dos. Coincidimos con Santos (2005: 67) cuando señala que:

En el momento en que el capitalismo global pretende reducir la universidad en

su carácter funcionalista y transformarla de hecho en una amplia agencia de

8 Patricia Negreros, del Instituto de Investigaciones forestales, Citlalli López Binnqüist y Evodia Silva, del Centro de Investigaciones Tropicales, y Helio García y Verónica de la Hidalga, profesores de la UVI durante los años en que se desarrolló el proyecto UVI-CITRO.

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

extensión a su servicio, la reforma de la universidad debe conferir una nueva

centralidad a las actividades de extensión9 (con implicaciones en el currículo

y en las carreras de los docentes) y concebidas, de modo alternativo al capi-

talismo global, atribuyendo a las universidades una participación activa en la

construcción de la cohesión social, en la profundización de la democracia, en la

lucha contra la exclusión social, la degradación ambiental y en la defensa de la

diversidad cultural.

El tránsito hacia la sustentabilidad implica el establecimiento de consensos políticos en-

tre grupos culturales distintos: lo que Santos (2010: 98) llama democracia intercultural

y que, desde su perspectiva, implica:

1) la coexistencia de diferentes formas de deliberación democrática, del voto

individual al consenso, de las elecciones a la rotación o al mandar obedeciendo,

de la lucha por asumir cargos a la obligación-responsabilidad de asumirlos (lo

que llamo la demodiversidad); 2) diferentes criterios de representación demo-

crática (representación cuantitativa, de origen moderno, eurocéntrica, al lado de

representación cualitativa, de origen ancestral, indocéntrica); 3) reconocimiento

de derechos colectivos de los pueblos como condición del efectivo ejercicio de

los derechos individuales (ciudadanía cultural como condición de ciudadanía

cívica); 4) reconocimiento de los nuevos derechos fundamentales (simultánea-

mente individuales y colectivos): el derecho al agua, a la tierra, a la soberanía

alimentaria, a los recursos naturales, a la biodiversidad, a los bosques y a los

saberes tradicionales; y, 5) más allá de los derechos, educación orientada hacia

formas de sociabilidad y de subjetividad asentadas en la reciprocidad cultural

[…]

Boaventura de Sousa Santos habla de una ecología de saberes, concepto que tiene re-

sonancias con el de diálogo de saberes (cf. Alatorre y Marielle, 1998 y Leff, 2003). Este

diálogo, tal como lo aborda Leff (ibid: 32):

se plantea como una condición de la democracia en el campo de la sustenta-

9 Nota de los autores: Más que de extensión, nosotros hablaríamos de “colaboración interactoral”, de vinculación co-responsable o de diálogo de saberes. El extensionismo tiene, al menos en México, una connotación de transferencia unilateral (distribución del conocimiento técnico y científico hacia la sociedad), y no es esta la idea que, consideramos, desea transmitir B. de Sousa Santos.

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

bilidad, lo que desborda el campo de una gestión del desarrollo sustentable

basado en el conocimiento de la ciencia o el conocimiento experto, para incluir

las visiones, saberes e intereses que entran en juego, fuera de la ciencia, en la

reapropiación social de la naturaleza. En este sentido, el futuro sustentable no

podría asegurarse mediante una racionalidad cognitivo-instrumental. Más bien

pone en juego una multiplicidad de racionalidades e intereses, cuya resultante

sería un mundo más equitativo, democrático, diverso y sustentable, donde nada

está asegurado de antemano.

Al explicar lo que entiende por ecología de saberes, Santos (2005: 70) nos muestra algu-

nas implicaciones concretas del enfoque:

[La ecología de saberes es] un conjunto de prácticas que promueven una nueva

convivencia activa de saberes con el supuesto de que todos ellos, incluido el sa-

ber científico, se pueden enriquecer en ese diálogo. Implica una amplia gama de

acciones de valoración, tanto del conocimiento científico como de otros cono-

cimientos prácticos considerados útiles, compartidos por investigadores, estu-

diantes y grupos de ciudadanos, sirve de base para la creación de comunidades

epistémicas más amplias que convierten a la universidad en un espacio público

de interconocimiento donde los ciudadanos y los grupos sociales pueden inter-

venir sin la posición exclusiva de aprendices.

Ahora bien: El tránsito hacia tales comunidades epistémicas no va a ser fácil. Para poder

entablar el diálogo de saberes o para construir una ecología de saberes necesitaría su-

perarse, según Mato (2009:56):

la creencia de que “la ciencia” constituiría un conocimiento “universal”, mientras

que otras formas de saber tendrían validez más limitada. […] Estas creencias

y prejuicios persisten y continúan siendo características de numerosos actores

académicos, IES y agencias gubernamentales con capacidad decisoria en el

campo.

Además de los aportes de Santos, Leff y Mato, a los que aquí nos hemos referido, cabe

señalar otros que brindan elementos para pensar e instrumentar las reformas educati-

vas que requieren realizarse a escala nacional e internacional con miras al tránsito hacia

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

sociedades más justas y sustentables: el libro de Iván Illich sobre la sociedad desescola-

rizada (1985) y los trabajos de Nieto Caraveo (1999) y Carrizo et al. (2003).

Para estar a la altura del reto, las instituciones educativas necesitan pasar por una

serie de cambios estructurales y operativos. De acuerdo con Vallaeys (2004: 4), la univer-

sidad necesita transformarse:

en un pequeña comunidad ejemplar de democracia, equidad (supresión de las

segregaciones y corrección de los privilegios), transparencia (política y eco-

nómica), y hacer de ella un modelo de desarrollo sostenible. [...] Hacer de la

Universidad una comunidad socialmente ejemplar es beneficiarse de una doble

fuente de aprendizaje: el estudiante aprende en la Universidad su carrera pero

también aprende de la Universidad los hábitos y valores ciudadanos. [...] Es la

práctica cotidiana de principios y buenos hábitos comunes la que forma a las

personas en valores.

Como dijimos, no cabe esperar que estos cambios se produzcan de manera ágil: las ideo-

logías y las instituciones se transforman mucho más lentamente que la realidad social.

A este desfase o diacronía se refiere Calame (2008) cuando hace notar que, mientras las

ciencias, las técnicas y la actividad económica avanzan a pasos acelerados, mientras la

circulación de información, de capitales y de mercancías adquieren un ritmo vertiginoso,

los sistemas de pensamiento evolucionan lentamente; y las instituciones mucho más

lentamente aún: “Pensamos el mañana con las ideas de ayer, y pretendemos gestionar

la sociedad futura con las instituciones de anteayer” (Calame, 2008: 3).

En la academia, como en las demás instituciones, vemos inercias, que se manifiestan

desde el nivel individual hasta el del stablishment académico, para usar el término de

Sánchez (2005:222).

Una de estas inercias, en nuestra opinión, se manifiesta en el rechazo de muchos

académicos a asumir un papel político. A pesar de las oportunidades para crear marcos

que orientaran el papel social de la educación superior,10 y de los diversos informes,

análisis y propuestas, “en general se ha podido incorporar relativamente poco de todos

estos marcos reflexivos a los sistemas de educación superior. El modelo de crecimiento

10 Una oportunidad importante fue la Conferencia Mundial sobre Educación Superior organizada por la UNESCO en 1998.

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

económico mundial ha impuesto otras prioridades y ha introducido la dinámica de la

competitividad en el conjunto del sistema” (Escrigas et al., 2009: 7).

Los científicos, como señala Vessuri (2009: 69):

se niegan a ver que, en la práctica, prevalecen valores que van más allá de la

búsqueda de conocimiento. Esto se corresponde con una forma de educación y

formación profesional que excluye cualquier vínculo entre la labor científica y

las preocupaciones sociales. Esta negativa de la comunidad científica a asumir

responsabilidades sociales […] ha conducido a una ciencia fuera de control, con-

formista e inconsciente.

En las entidades académicas Vallaeys (2004:6) observa “resistencias institucionales

arraigadas”. Aun cuando los discursos cambian, y aun cuando se realizan innovaciones

en los programas educativos, pueden subsistir tales inercias en el currículo oculto, lo que

él denomina “la pedagogía invisible” (Vallaeys, 2004: 7-8). Este autor propone una serie

de criterios para determinar hasta qué punto las instituciones que se presentan como

innovadoras logran establecer (o no) una congruencia entre su discurso y su práctica. Se

muestran en el siguiente cuadro comparativo:

El currículo oculto de las universidades

Dimensión Preguntas clave para el análisis de la “pedagogía invisible”

El plan de estudios

¿Permite al estudiante formarse técnica y éticamente en enfoques complejos?

¿O forma expertos especializados que se desentienden del entorno de su especialidad?

Concepción del saber

¿Enseña la universidad que el saber se comparte entre ciudadanos autó-nomos para el mejoramiento de la vida?

¿O enseña que el saber es un instru-mento de poder que otorga privilegios sobre los demás?

Funcio-na-miento cotidiano

¿Forma la universidad a estudiantes ciudadanos iguales y responsables que aman la democracia y pueden volverse líderes del desarrollo de su país?

O, por su forma de operar cotidiana-miente ¿está formando a profesiona-les egocéntricos, atomizados, acos-tumbrados a relaciones jerárquicas y que entienden a la vida común en términos de lucha de poder, domina-ción y autoritarismo?

Visión de la sociedad

¿Promueve la universidad una visión de la sociedad como “casa común” donde todos dependen de todos y una visión del significado de la vida y la formación humana desde la partici-pación solidaria del ser humano como agente de desarrollo social?

¿O promueve una representación de la sociedad y del otro en términos darwinianos de lucha y competencia, y entiende el sentido de la vida del ser humano como la persecución individual del éxito personal a pesar de (y muchas veces en contra de) los demás?

Elaborado a partir de Vallaeys (2004: 7-8)

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

Con los elementos conceptuales que de manera sintética hemos reseñado, podremos

hacer, en la parte final de este escrito, una lectura analítica de la experiencia que a con-

tinuación relataremos, y derivar algunos aprendizajes que pueden resultar útiles para

re-pensar a la universidad.11

3. Investigación vinculada en torno a la gestión de las cuencas, los bosques y

el agua

En el período 2007-2010 formamos un equipo de trabajo con investigadores de tres en-

tidades de la Universidad Veracruzana (la UVI, el Centro de Investigaciones Tropicales

y el Instituto de Investigaciones Forestales) y estudiantes de posgrado (incluyendo a la

coautora de este texto).

Llevamos a cabo labores de formación y de investigación con estudiantes de la UVI,

en torno a los procesos (cada vez más conflictivos) relacionados con el manejo de las

cuencas, los bosques y del agua (CBA), impulsando junto con ellos diversas iniciativas

comunitarias de gestión territorial.

Se eslabonaron así dos procesos de investigación vinculada: el de los equipos estu-

diantiles y el del equipo externo. Respecto a los primeros, ya señalamos la importancia

que la UVI le da, más o menos oficialmente, a este tipo de investigación, como columna

vertebral de los procesos formativos; las capacidades y conocimientos se generan al

colaborar con actores comunitarios. Algunos estudiantes llegan como “agentes exter-

nos”, pero la mayoría se asumen como actores locales, y muchos de ellos establecen la

comunicación en el idioma indígena de la comunidad donde trabajan.

En lo que concierne al equipo externo, la labor también se basó en acuerdos de

co-responsabilidad, con los equipos de estudiantes y sus contrapartes en las comunida-

des. Nos insertamos en estos procesos para dinamizar lo que ya venía construyéndose:

el intercambio de saberes, la revaloración de prácticas culturales y productivas, la bús-

queda de soluciones a problemáticas técnicas o de gestión pública.

Los miembros del equipo coincidimos en la necesidad de buscar formas de colabora-

ción que conduzcan a cambios desde lo individual hasta lo colectivo. En este sentido, para

11 Aquí nos referimos, principalmente, a las instituciones académicas implicadas en las ciencias sociales, económicas y naturales, así como en el desarrollo tecnológico.

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

todos el trabajar con estudiantes de la UVI fue una gran oportunidad, como búsqueda de

las mejores formas de transmisión de conocimientos que apoyen, ayuden y/o asistan en

la solución de problemas prácticos y en la transformación individual y colectiva.

Se buscó construir un enfoque y una estrategia metodológica inter y transdiscipli-

narios, y poner en diálogo varios tipos de saberes: los que genera la investigación es-

pecializada; los que se derivan del acervo ancestral de conocimientos de las culturas

autóctonas; los que surgen de manera empírica en la acción cotidiana de los actores

sociales movilizados en torno a necesidades y demandas de toda índole; y los que se

construyen en el intercambio planetario de informaciones y visiones, a través de las

redes ciudadanas.

Una de las actividades realizadas por el equipo de trabajo fue la impartición en la

UVI de cursos sobre manejo integral de recursos forestales maderables y no madera-

bles. Estos cursos dan igual énfasis a los proyectos productivos, que generan ingreso

a partir de la explotación de la madera o de productos forestales no maderables, a los

ecosistemas naturales de los que forman parte los bosques y a los diferentes aspectos

que condicionan su uso y manejo, como los organizativos, culturales, sociales, etc. Se

busca asimismo revalorar y revitalizar los usos de autoconsumo, sobre todo los que han

sido sustituidos por la introducción de nuevos productos como ha sucedido con varios

recursos de uso comestible, medicinal y artesanal.

También organizamos talleres de metodología de investigación sobre la gestión de

cuencas, bosques y agua, en los que compartimos, entre alumnos, maestros e investi-

gadores, experiencias, dudas y lecciones aprendidas en los procesos de investigación

vinculada; los talleres culminan definiendo acciones a emprender con los grupos pro-

ductivos locales para profundizar la visión diagnóstica y la suma de esfuerzos en torno

a la gestión de CBA.

En una comunidad de la Huasteca, después de hacer un diagnóstico participativo en

torno al acceso al agua y la situación del monte, se hizo el compromiso de realizar una

celebración-petición en torno a “la Sirena”, o la dueña del agua dentro de la cosmovi-

sión nahua. Ello derivó en la organización conjunta del evento ritual nahua denominado

Chicomexóchitl. Podemos decir que la participación se vio reflejada en una expresión

creativa y novedosa para las partes integrantes (estudiantes, población, investigadores).

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

Mencionemos, finalmente, la labor que como equipo realizamos asesorando y brin-

dando tutoría a los equipos de estudiantes (incluyendo dirección de tesis).

Los cursos, talleres, ritos y tutorías permitieron conocer a los jóvenes de manera

cercana, saber más sobre su formación académica e identificar aspectos a fortalecer;

además dan cuenta de cómo se organizan para trabajar y qué tipo de interacciones se

dan entre ellos, con sus profesores y con sus contrapartes comunitarias. Un reto ha sido

cohesionar a los estudiantes,12 entre quienes puede haber tanto empatía como diferen-

cias. Aunque no encontramos propiamente fricciones, es importante fortalecer a los gru-

pos de estudiantes y propiciar el surgimiento de nuevas afinidades. Podemos considerar

que el proyecto cosechó logros en términos de su vinculación con los estudiantes, puesto

que se han conformado equipos en torno a la temática agua y/o bosques, y los equipos

estudiantiles pasan de ser grupos de afines-amigos a verdaderos equipos con objetivos

claros en su investigación-acción.

Si bien algunos estudiantes se mostraban inseguros en el proceso de vinculación

comunitaria, vimos cómo, conforme se desarrolló el proyecto, los estudiantes fueron

adquiriendo confianza y tejiendo amistades, lo que les permitió mayor seguridad y un

involucramiento corresponsable en las actividades que se planteaban como colectivos.

El elemento nodal que propició la vinculación entre investigadores del equipo y estu-

diantes fue la simpatía y el entusiasmo recíproco, y la apertura de espacios de confianza

y de apoyo en torno a iniciativas concretas.

Para dar una idea del tipo de temáticas abordadas presentamos a continuación una

lista de trabajos recepcionales ligados, de una u otra manera (seguimiento, asesoría o

dirección de tesis), al proyecto UVI-CITRO:

Investigaciones vinculadas de estudiantes UVI – Línea CBA

• Procesos socioculturales en torno al arroyo de Coyutla, Ver.: Gestión cultural para

una sensibilización ambiental en diversos sectores de la población.

• Uso del monte como fuente de vida en El Remolino, Mpio. de Papantla, Ver.

12 Al menos 60 estudiantes se enlazaron con la línea de trabajo CBA durante los años 2008-2009.

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

• Vías hacia un desarrollo forestal con participación comunitaria en San Pedro So-

teapan, Ver.

• El cultivo del chocho (Astrocaryum mexicanum) en Ocotal Chico, Municipio de San

Pedro Soteapan, Veracruz.

• Los Encinares Tropicales en la Comunidad de Encino Amarillo en la Sierra de

Santa Marta, Ver.

• Procesos de gestión y participación para el acceso al agua en el barrio de Santa

Cruz, Tequila, Ver.

• Procesos participativos y organizativos para el uso y manejo social del agua en los

barrios de Tolapa, Cotlajapa y Santa Cruz ubicados en el municipio de Tequila, Ver.

• Participación y organización de actores sociales para el uso y manejo de los ma-

nantiales en la comunidad de Zacamilola, Atlahuilco, Ver.

NOTA: Trabajos presentados en exámenes profesionales durante 2009 y 2010

La experiencia del equipo de trabajo con los estudiantes, tanto en la formación como en

la asesoría o seguimiento a sus investigaciones vinculadas, nos hizo ver la necesidad de

contar con materiales didácticos adecuados. Por ello elaboramos un manual, que abarca

aspectos de diagnóstico regional y herramientas teóricas y metodológicas para el traba-

jo en torno a la gestión de CBA.

4. Vicisitudes del proyecto

En su etapa inicial (2008-2009), el proyecto preveía que, además del equipo núcleo y de

los equipos estudiantiles, contaríamos con la participación de diversos académicos de la

UVI y otras facultades. En los hechos, fue poca la colaboración que pudimos o supimos

convocar; quizá hubo cierto voluntarismo e ingenuidad de nuestra parte. La cadena que

buscábamos formar para enlazar la operación del proyecto con las dinámicas regionales

de los estudiantes y sus contrapartes comunitarias tenía eslabones débiles. A falta de

equipos regionales implicados en el seguimiento de las actividades, éstas quedaron a la

deriva en varias ocasiones.

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

Más allá de nuestras propias limitaciones, observamos (y vivimos) algunas de carác-

ter institucional: prevalecen criterios, dinámicas y procedimientos que obstaculizan el

trabajo en red, o al menos no lo promueven. Los siguientes nos parecen relevantes:

1. La investigación docente en la UVI opera con base en proyectos individuales; a

falta de lineamientos institucionales que propicien la articulación de esfuerzos,

un proyecto como el nuestro difícilmente puede movilizar a los docentes. La in-

diferencia que llegamos a percibir puede haber sido una forma de resistencia

pasiva frente a una iniciativa que venía a sumarse al quehacer cotidiano; que los

posicionaba en un terreno poco conocido y en el que tenían menos autonomía; un

ámbito en el que había que negociar, construir acuerdos, compartir la información

y el prestigio.

2. Ni en los indicadores de productividad de la UV ni en el contexto más amplio de los

criterios de PROMEP y CONACYT/SNI, se da valor al trabajo en grupo; esto denota

cierta ambivalencia o contradicción, ya que al mismo tiempo estas instituciones

de alguna manera incentivan el establecimiento de redes, cuerpos académicos y

proyectos / actividades de vinculación.

3. Criterios análogos rigen la acreditación de la labor docente, cerrando opciones a

la docencia colectiva, y la aceptación, o no, de ponencias en congresos o de artícu-

los a ser publicados.

4. Resulta complejo impulsar una investigación inter y trans-disciplinaria, capaz de

dar cuenta de los procesos socio-ambientales, culturales y políticos. No siempre

es fácil renunciar a la certidumbre que nos da el trabajo disciplinario ni aden-

trarnos en el diálogo conciliatorio con otras visiones y metodologías. Además, los

ámbitos disciplinarios son también, por desgracia, territorios; hay una tendencia

a defenderse de las “intromisiones” que pudieran complicar las estrategias meto-

dológicas y organizativas de cada equipo disciplinario.

5. Los plazos de trabajo establecidos en el financiamiento a proyectos de investi-

gación resultan en ocasiones demasiado estrechos para generar dinámicas de

enlace con actores locales y con académicos de las instituciones afines, sobre

todo tomando en cuenta que todos los investigadores asumimos además labores

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

de docencia y tutoría, y que debemos cubrir requisitos administrativos de distinta

índole.

6. Finalmente, prevalecen criterios de valoración del desempeño académico que

poco tienen que ver con su pertinencia en términos de la atención a problemas

sociales acuciantes. El prestigio académico se construye, principalmente, gene-

rando documentos destinados a la comunidad científica (revistas indexadas, arbi-

tradas, etc.), implícitamente asumiendo que por esa vía el conocimiento generado

llegará a los “tomadores de decisiones”, y que de esa manera la investigación

podrá finalmente ponerse al servicio de la sociedad.

7. Las instancias que evalúan y fomentan la producción científica (PROMEP, SNI,

CIEES, etc.) hasta ahora no han generado criterios y lineamientos que promuevan

(al menos en las áreas de la investigación social y biológico agropecuaria y en

las ingenierías) la producción dialogal de conocimiento (integrando a los grupos

sociales13 como copartícipes en los procesos de investigación) ni la apropiación

del conocimiento generado por parte de quienes, en la vida cotidiana, viven los

problemas y desarrollan estrategias para enfrentarlos.

En este contexto, y tomando en cuenta que este tipo de investigación implica, de nuevo,

salirse de los caminos conocidos y adentrarse en un ámbito caracterizado por lo incierto

y lo provisional, muchos docentes suelen optar por la investigación tradicional. En las

ciencias sociales de carácter extractivo, los actores quedan posicionados como “objetos

de investigación” y como “fuentes de información”.

5. Hacia una universidad vinculada

Los logros y las limitaciones de la experiencia aquí relatada son fuente de aprendizajes

que vale la pena compartir.

Señalemos primero las resonancias que parece haber entre la estrategia que segui-

mos en el proyecto sobre gestión participativa de CBA y los siete saberes fundamentales

la educación debe promover, segútn Edgar Morin: (a) conocer lo que es saber, sin perder

de vista que no todo es cognoscible; (b) dar pertinencia al conocimiento, vinculando las

13 Es decir a organizaciones, gremios, sindicatos, empresas sociales u otros colectivos de base.

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GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

totalidades con las particularidades para “aprehender los objetos en sus contextos, sus

complejidades, sus conjuntos” (Morin, 1999: 2); (c) enseñar la condición humana (física,

biológica, síquica, cultural, social, histórica); (d) enseñar la identidad terrenal, enmar-

cándola en la crisis ambiental planetaria; (e) enfrentar las incertidumbres; (f) enseñar

la comprensión mutua entre humanos, tanto próximos como extraños; y (g) formar con-

ciencia del humano como individuo, como parte de una sociedad y como parte de una

especie (“antropo-ética”). Desde esta perspectiva, parece que el camino que al andar

hemos venido haciendo tiene sus virtudes.

El aprendizaje no concierne únicamente a los estudiantes, dado que todos estamos

aprendiendo; todos pasamos por un reposicionamiento ético, político y teórico. Los acu-

ciantes problemas ambientales y socio-políticos nos interpelan, incitándonos a articular

saberes, poderes, haceres y sentires, en beneficio de los sectores sociales vulnerables,

que a estas alturas de la historia somos todos.

En cuanto a las limitaciones del proyecto, lo que hacen patente es la necesidad de

transformar la manera como se conciben a sí mismas la UVI y otras entidades acadé-

micas. Partiendo de criterios académicos y de incidencia político-cultural, consideramos

que nuestras universidades necesitan posicionarse como puentes en los que entran en

diálogo distintas culturas, desde las locales hasta las globales; y como entidades cata-

lizadoras de procesos de fortalecimiento cultural-económico-político en las regiones y

ámbitos donde operan. En la dimensión ‘intra’ (la organización institucional) necesitan

funcionar como entidades coherentes, comunicadas, y con la capacidad (“inteligencia”)

de irse transformando a sí mismas.

Ya se ha resaltado anteriormente (cf. Alatorre, 2010a y 2010b) la importancia de que

las instituciones académicas catalicen procesos de confluencia con organizaciones so-

ciales, asociaciones y otras entidades, definiendo de manera participativa sus ejes de

investigación y de intervención acción a mediano plazo a partir de ejercicios de diagnós-

tico, manejo de conflictos y planeación.

Nuestras entidades académicas se mueven en el tablero socio-político regional, es-

tatal y nacional y requieren relacionarse de manera respetuosa y colaborativa con todos

los actores sociales y políticos, sin sujeción de nadie hacia nadie. Necesitan concebirse

como espacios de generación de saberes que se articulan con otros espacios locales y

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LA INVESTIGACIÓN VINCULADA COMO ESTRATEGIA POLíTICA, EPISTEMOLÓGICA, METODOLÓGICA Y PEDAGÓGICA

regionales de generación de saberes, es decir como nodos en las redes de iniciativas.

Como señala Vessuri (2009: 69), “la educación superior y la investigación deben con-

tribuir al bienestar colectivo y a la igualdad social para mejorar, por lo tanto, las condi-

ciones en que vive la mayoría, […] y ayudar a salvar el medio ambiente”.

Uno de los enfoques que ofrecen herramientas teóricas y metodológicas para avanzar

en tal dirección es la investigación-acción, que Santos (2005: 68) define de la siguiente

manera:

[…] la definición y ejecución participativa de proyectos de investigación invo-

lucrando a las comunidades y a las organizaciones sociales populares, de la

mano de problemas cuya solución puede beneficiarse de los resultados de la

investigación. Los intereses sociales están articulados con los intereses cientí-

ficos de los investigadores y la producción del conocimiento científico se da es-

trechamente ligada a la satisfacción de necesidades de los grupos sociales que

no tienen poder para poner el conocimiento técnico y especializado a su servicio

a través de la vía mercantil. […] La nueva centralidad otorgada a la investiga-

ción-acción se debe al hecho de que la transnacionalización de la educación

superior trae consigo el proyecto de transformar la universidad en un centro

de investigación-acción al servicio del capitalismo global. También aquí la lucha

contra el funcionalismo es posible solamente a través de la construcción de una

alternativa que marque socialmente la utilidad social de la universidad y que

formule esa utilidad de manera contrahegemónica.

Este autor plantea la necesaria construcción de lo que llama la epistemología del Sur,

dos de cuyos elementos básicos son la ecología de saberes y la traducción intercultural,

como instrumentos epistemológico-políticos que “permiten reconocer la existencia de

un debate civilizatorio y aceptar sus consecuencias en el proceso de construcción de

una democracia intercultural y de refundación del Estado” (Santos, 2010: 108). A la vez,

reconoce la dificultad de este debate:

Presupone una educación pública (ciudadana y comunitaria) adecuada, una

educación que: 1) legitime y valorice el debate; 2) forme los participantes en el

debate para una cultura de convivencia y de confrontación capaz de sustentar

— 126 —

GERARDO ALATORRE fRENk Y ROSALINDA HIDALGO LEDESMA

altos niveles de incertidumbre y de riesgo; 3) prepare a la clase política con-

vencional para la pérdida del control del debate, ya que el debate está en la so-

ciedad en su conjunto o no pasa de ser retórica política vacía; 4) cree un nuevo

tipo de inconformismo y de rebeldía, que sepa fluir entre la identidad de donde

vienen las raíces y la desidentificación de donde surgen las opciones; es decir,

una rebeldía más competente que la que nos trajo hasta aquí; y, 5) en resumen,

sea orientada para la creación de un nuevo sentido común intercultural, lo que

implica otras mentalidades y subjetividades (ibid: 108-109).

Las universidades están frente a un dilema, que Escrigas et al. (2009: 7) enuncian en los

siguientes términos:

[…] vivir en y del paradigma establecido versus contribuir a ponerlo en crisis

facilitando el alumbramiento de nuevos paradigmas. En este cambio, una opor-

tunidad para diferenciar a las instituciones de conocimiento podría surgir de la

recuperación y el fortalecimiento de su rol social. Únicamente las universidades

se encuentran en la posición de aprovechar esta oportunidad. Esta considera-

ción aporta nuevas perspectivas respecto a las funciones básicas de las institu-

ciones de educación superior y su rol en la sociedad a plazo medio.

En este camino, todos, desde las organizaciones sociales hasta las entidades acredita-

doras y patrocinadoras de la educación superior, tenemos cierta responsabilidad. Todos

podemos hacer algo, con la cuota de poder que cada quien tenga, y desde la plataforma

donde se mueva.

A partir de nuestra experiencia en campo encontramos que la investigación vincula-

da, basada en principios éticos, políticos y teóricos, tiene resonancias favorables con ac-

tores locales y regionales; lleva a procesos creativos sobre las formas de pensamiento y

sobre el actuar cotidiano, tanto en los espacios domésticos como los públicos; va crean-

do condiciones para la construcción política y colectiva del conocimiento, así como para

la incidencia en prácticas de apropiación territorial por parte de actores involucrados.

Hemos visto que este tipo de investigación tiene pertinencia social y que requiere de

metodologías dinámicas, incluyentes y abiertas, así como de acuerdos de colaboración

con las contrapartes. La investigación vinculada es un ejercicio de compromiso, creativi-

dad, seguimiento y paciencia, para la consolidación de mundos posibles.

— 127 —

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POLIFONÍA DEL MÉTODO: PROCESOS DE DESARROLLOCOMUNITARIO

Omar Chiqueta Anaya y Georgina Vega Fregoso

— 130 —

POLIFONÍA DEL MÉTODO: PROCESOS DE

DESARROLLO COMUNITARIO

Omar Chiqueta Anaya1 y Georgina Vega Fregoso2

El convertirse en instrumento real de transformación so-

cial será solo cuestión de voluntad política, presupuesto,

dedicación, conciencia social y capacidad técnica.

(Quintana Cabanas en Nogueiras, 1996)

Resumen

Desde sus orígenes el desarrollo comunitario ha encontrado sustento en las ac-

ciones educativas; quienes han tratado los procesos “formativos” desde la pers-

pectiva escolarizada ven su práctica novedosa aplicada a contextos marginales,

logran hacerla objeto de descripciones, ensayos metodológicos y hasta de experiencias

piloto. En el campo de la promoción social, distintos aportes valiosos, como la educación

no formal, la educación popular (Núñez, 2005), el enfoque participativo (Torres, 2000),

proponen un tipo de educación que parte de la vivencia cotidiana de la gente y promueve

1 Coordinador de la región norte 01 en la Dirección de Desarrollo Comunitario. Correo: [email protected]

2 Coordinadora de la región centro 12 en la Dirección de Desarrollo Comunitario. Correo: [email protected]

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

el aprendizaje lúdico y significativo. El desarrollo comunitario, como método y proceso,

en sentido amplio, busca identificar y analizar las prácticas de los sujetos, a la par que

los coloca en el centro de la apuesta por transformar la realidad. Este texto narra nues-

tra experiencia en el trabajo de promoción y, en ese sentido, es un recuento de muchas

voces que dan voz a la gente y proponen el “aprender haciendo”.

Introducción

Como prestadores de servicios en la Dirección de Desarrollo Comunitario, en adelante

Dideco, del Sistema Estatal para el Desarrollo Integral de la Familia Jalisco, en adelante

DIF Jalisco3, formamos parte de una red de trabajadores que instrumentan procesos

formativos4 en las zonas más marginadas y vulnerables del estado. Como profesionales

operamos dispositivos institucionales que ofrecen la posibilidad de transformar la rea-

lidad en territorios deprimidos de los medios rural y urbano con estrategias formativas

vinculadas a actividades concretas: ecotecnologías, pláticas, eventos, campañas y talle-

res.

El trabajo en campo es decisivo para reconocer distintas visiones en la gestión de la

promoción del desarrollo, con enfoques que van desde lo público gubernamental pasan-

do por el enfoque de las asociaciones civiles hasta lo que hace el propio actor (mujeres,

ancianos, indígenas, hombres, personas con discapacidad, niños y jóvenes) en su bús-

queda por mejorar sus condiciones de vida.

Recibimos una remuneración económica pero no formamos parte del círculo aca-

démico o formal de la educación; trabajamos en el campo de las consecuencias, que

implican dar o no dar educación a los demás.

Para conocer estas actividades de promoción que desarrollamos de 1999 a 2011,

presentamos una recapitulación histórica, y para abrir un canal de comunicación y retro-

alimentación, hacemos una revisión de las concepciones, contextos y prácticas metodo-

lógicas fundamentales que permearon nuestras acciones de promoción.

3 A lo largo del texto se hará frecuente referencia a documentos institucionales de uso interno como Manuales Operativos, Planes Anuales, Relatorías de sesiones de trabajo, Manual del Promotor y Memorías de Talleres.

4 La estrategia define un proceso de cuatro niveles. El primero y más básico: informar/orientar, seguido de: habilitar/capacitar, luego: formar, y finalmente adquirir las habilidades para: formar formadores.

— 132 —

OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

Durante poco más de una década de trabajo hemos puesto en práctica las compe-

tencias que se requieren para desempeñar esta labor socioeducativa, es decir, sabemos

hacer, sabemos ser y contamos con conocimientos básicos del desarrollo comunitario:

hemos hecho oficio.

Consideramos que es el momento de iniciar un ejercicio de comunicación, perfeccio-

nar el trabajo con el intercambio de experiencias con los procedimientos, las herramien-

tas, las técnicas, para poner a discusión los procesos de aprendizaje en ámbitos urbanos

y rurales así como los métodos utilizados.

1. Transdisciplina e historia: metodología y promoción del desarrollo

–Antes era más fácil, antes te decían: “tú has lo que quiera

la gente, si a la comunidad le duele una muela tú procura

que a ti te duela la misma”, y ahora me dicen: “haz lo que

le pegue al problema”.

Julia, promotora comunitaria

Nos incorporamos al área de trabajo alrededor de 1999. En forma gradual durante estos

doce años fuimos testigos de cómo la institución incorporó a sus acciones muchas de las

prácticas y discurso de organizaciones no gubernamentales así como del ámbito de la

investigación académica. En los círculos laborales se hablaba de metodología participa-

tiva, diagnósticos y autodiagnósticos, procesos de planeación, planes formativos, etno-

grafías, evaluación y monitoreo, talleres como estrategia, comunidades de aprendizaje,

fue a tal punto la efervescencia que entre 2002 y 2004, se consolidó un programa que se

denominó Modelo Comunidad DIFerente, a partir de una serie de reuniones nacionales.

Para operarlo en todo el país, el sistema DIF Nacional asignó recursos y promovió la

consolidación de equipos estratégicos o interdisciplinarios (conocidos como EE), para

que aportaran desde sus especialidades nuevos modos de resolver un mismo problema

en el rígido espacio de la burocracia de Estado.

Como miembros de ese equipo, lo “participativo”, la “investigación”, la “metodología”

resultaron conceptos que a veces generaban mayor confusión que claridad y aun así

fueron términos que acompañaron todas las decisiones del trabajo operativo.

— 133 —

POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

Todos los integrantes teníamos formación profesional universitaria y congeniamos

con la idea esencial de lo multidisciplinar o estratégico, pero en la práctica comenzó a

ser difícil concordar la perspectiva del trabajador social con la del licenciado en derecho,

el médico veterinario, el geógrafo, el biólogo o antropólogo así que comenzaron a surgir

las diferencias y las incomodidades: ¿Qué es la metodología participativa? ¿Qué es más

relevante: centrarse en la cultura o en la salud de la gente? ¿Será lo mismo hacer un

diagnóstico “participativo” con indígenas que con población de zonas urbanas? ¿Cómo

hablar de organización y participación autogestivas desde la institucionalidad?

Para finales de 2003 e inicios de 2004 la estrategia ya estaba definida, Jalisco fue uno

de los estados más implicados en su impulso. Tras poco más de dos años de implemen-

tar el Modelo Comunidad DIFerente y tras esfuerzos poco fructíferos de trabajo con otras

secretarías, como Desarrollo Humano, los conflictos no se hicieron esperar, el equipo

de promotoría5 tenía un alto grado de rotación. Esto hacía difícil consolidar un proceso

formativo y nos sometía al estrés de estar empezando permanentemente. Por otro lado,

comenzamos a identificar que el grupo de facilitadores desdeñaba las orientaciones

brindadas y mantenía una fuerte resistencia al cambio de método.

En forma mensual el equipo estratégico daba capacitación al grupo de promotoría,

se trabajaban aspectos enfocados a fortalecer el trabajo en las comunidades con he-

rramientas e informaciones, en estos espacios reparamos en la diversidad del grupo y

se discutieron cuestionamientos como: ¿podemos continuar proponiendo las mismas

técnicas de trabajo rural6 aplicadas en entornos urbanos? ¿Cómo adaptar métodos para

la promoción del desarrollo comunitario sin perder la dimensión holística o de integrali-

dad? ¿Lo que hacemos realmente es promoción del desarrollo comunitario? Como grupo

decidimos reflexionar sobre cómo tender un puente entre lo urbano y lo rural estable-

ciendo como ejes la educación popular (con su perspectiva política y de empoderamien-

to) así como la educación ambiental no formal. De esa primera pauta pudimos reconocer

dos posturas:

1. Una actitud institucional lineal, desvinculada de las personas de la comunidad,

5 En la Dirección de Desarrollo Comunitario la estratificación del personal era de esta manera: director, equipo estratégico, jefes de departamento, facilitadores, técnicos y promotores sociales.

6 A fines de 2003 cambió el nombre de la dirección, de ser la Dirección de Desarrollo Comunitario Rural (Didecor) quedó como Dirección de Desarrollo Comunitario (Dideco).

— 134 —

OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

que no cuestiona la índole de las instrucciones y que ejecuta el trabajo sea cual

fuere y, lo “hace bien”.

2. Una actitud creativa, que cuestiona permanentemente las decisiones e instruc-

ciones para desarrollar la operación en las comunidades, con fuertes vínculos

con las personas o comunidades con las que desarrollan sus actividades y que

generan dispositivos para “proteger” los procesos de la institución.

A lo largo de doce años, tuvimos la oportunidad de ser testigos de los procesos de trans-

formación que se operaron tanto en los servidores públicos que trabajaban como promo-

tores sociales como en los habitantes de la comunidad. Además, en ese periodo la direc-

ción promovió la capacitación de todos sus miembros, contó con asesores del Instituto

Nacional para el Desarrollo de Capacidades del Sector Rural (Inca Rural), de la Sociedad

Cooperativa A Campo Abierto y del Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario (IMDEC,

AC).

2. Inventario de metodologías (2000-2010)

Cuando en 2004 la Dideco adoptó el Modelo de Referencia Nacional Comunidad DIFeren-

te el discurso central era:

facilitar la construcción de procesos de organización, formación y participación

comunitaria sostenible, para propiciar la convivencia humana equilibrada del

individuo consigo mismo, con los demás y con el entorno, en localidades indí-

genas, rurales y urbanas en situación de pobreza, marginación, vulnerabilidad

y exclusión.

Tanto el objetivo general como los específicos introducen en el imaginario conceptos

como desarrollo sustentable, procesos de autogestión, diagnosis y planeación estraté-

gica, en un momento en que, la Red Móvil Nacional7 desaparecía y se incorporaban al

7 La Red Móvil Nacional tiene su origen en 1972, con el trabajo voluntario de 1 000 promotoras de desarrollo rural seleccionadas por el entonces Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), en coordinación con la Confederación Nacional Campesina. Estaban organizadas en siete grupos regionales con la encomienda de combatir la desnutrición infantil mediante pláticas de higiene materno-infantil, nutrición infantil, higiene de la vivienda, mejoramiento del medio comunitario y demostraciones sobre preparación de alimentos. La Red Móvil Nacional se integró (hasta 1999) por una plantilla de 971 plazas federales, con funciones de coordinación, apoyo administrativo, operación de acciones, asesoría y supervisión de programas. Además se contaba con una Red Móvil Municipal, constituida por una estructura de promotoras comunitarias, que desde 1994 formaron parte de una estrategia de apoyo a las acciones de desarrollo comunitario. A partir de 1994 se implementó en 11 estados un grupo de apoyo denominado “equipo interdisciplinario”, que incorporó acciones de apoyo técnico y capacitación, con la intención de brindar una atención más especializada a la población objetivo. Actualmente cada equipo está constituido

— 135 —

POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

trabajo de promoción nuevos sujetos.

El trabajo de promoción con base en el modelo, en tanto método, giro y gira alrededor de

tres productos o momentos básicos, consiste en:

A. El diagnóstico comunitario que integra las problemáticas identificadas por la co-

munidad y el análisis para implementar soluciones.

B. El plan de trabajo con imagen objetivo y una desagregación de las problemáticas

en acciones que ejecuta el grupo de desarrollo.

C. Un cronograma de trabajo (plan formativo-educativo) que el promotor despliega

en la comunidad a la par que implementa técnicas para obtener la información y

trabajar con el grupo o la comunidad.

Establecer una metodología de trabajo reconocida por los sujetos y su posterior insti-

tucionalización es cuestión de tiempo. Instrumentos como el Manual del promotor se

volvieron claves, y técnicas como la de “¿Cómo es y cómo era mi comunidad?” fueron

puerta de entrada a muchas reflexiones, otras técnicas utilizadas fueron el FODA y el

árbol de problemas, que se volvió parte del lenguaje común en la Dideco.

Este recuento, ofrece una visión marcada por la vivencia personal, sin embargo, esto

no la invalida o limita, sólo exhorta a mirar con más detalle el conjunto de procedimientos

basados en principios lógicos que fueron utilizados en la Dideco para alcanzar objetivos

como éste:

Diseñar y operar estrategias y programas de desarrollo comunitario, en comu-

nidades indígenas, rurales y urbanas; con la finalidad de generar procesos de

desarrollo que contribuyan a mejorar las condiciones de vida de las familias

vulnerables y marginadas en Jalisco.

Soportados en:

• Impulsar procesos de organización y participación autogestiva para fortalecer el

capital social de las comunidades objetivo.

por cinco profesionistas con perfiles académicos vinculados al desarrollo rural. En 1999, se contaba con 55 profesionistas integrados en 11 equipos interdisciplinarios. Adicionalmente, 10 sistemas estatales contaban, en 1999, con Red Móvil Estatal y en conjunto agrupaban a 300 promotoras rurales.

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

• Formar y capacitar agentes sociales orientados a la promoción, divulgación, difu-

sión e investigación del desarrollo local y al ejercicio de los valores humanos.

• Desarrollar planes estratégicos comunitarios con una visión integral de desarrollo

local sustentable, considerando estrategias de prevención, atención y previsión de

corto, mediano y largo plazo en las áreas de alimentación, salud, educación, for-

talecimiento a la economía familiar y comunitaria y mejoramiento de la vivienda

y la comunidad.

Objetivos que, en su momento, nos parecieron que suponían superar la dimensión subsi-

diaria y asistencialista que tiene el Sistema DIF Jalisco para transitar hacia un esquema

abierto y flexible de promoción social que dejara atrás la perspectiva clásica del “desa-

rrollo” (Castoriadis, 1980).

Etnografía (1999-2002)

Se desarrolló esta metodología en algunas comunidades de la sierra wixaritari de Ja-

lisco, en el periodo que comprende de 1999 a 2002. Tuvo un contexto muy específico,

lo hicieron fundamentalmente promotores de la Sierra Norte (región 01 norte), a partir

de esa experiencia, trató de instrumentarse, sin éxito, al resto de las poblaciones más

vulnerables de Jalisco.

Desde décadas anteriores en las que han desfilado políticas de desarrollo para la

atención de familias wixaritaris, ha sido foco de la atención los problemas de salud pú-

blica y en particular la desnutrición, a partir de diversas estrategias. Ha sido la principal

preocupación de los agentes que intervienen en la región (instituciones de gobierno y

organizaciones civiles).

En el equipo de trabajo de Horacia Fajardo, que en ese entonces era la coordinadora

del proyecto “Interacciones en la atención a la salud en un contexto intercultural”, nos

dimos cuenta de que la labor de promoción escapaba a la antropología médica y a las

intenciones institucionales de proveer la seguridad alimentaria.

En ese lapso la doctora Fajardo insistió en hacernos ver que todos los actores que

interveníamos y las familias wixaritaris nos encontrábamos en una lucha de poder y cada

una de las partes quería imponer sus propios objetivos.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

Una reflexión llevó a la otra, y finalmente llegamos a una idea que se volvió central de

su propuesta de trabajo: “la agencia humana”, que es el reconocimiento de la capacidad y

poder de las personas para transformar, reinterpretar, redefinir, rechazar o simplemen-

te aceptar los programas y políticas, de acuerdo con sus marcos culturales.

La noción resultó innovadora pues entendimos que las grandes políticas de desarro-

llo, como lo fue en su momento el Plan HUICOT, no formaban parte de un plan legítimo y

continuo de desarrollo en donde todos estuvieran de acuerdo, sino del estira y afloje po-

lítico que una vez más dejaba de lado la capacidad de todos los actores para reflexionar

acerca de su experiencia y observaciones, para llevar a cabo una calificación de los otros

y de sí mismo (Fajardo, 2006:299-300).

Nuestro trabajo entonces dependió ya no de la “política institucional” sino de los “ac-

tores” (promotores, habitantes de la comunidad, representantes de órdenes religiosas)

que compartimos en “la sierra” un momento de desarrollo, en el que experimentamos

y fracasamos, decidimos y echamos a andar actividades no antagónicas sino que for-

maban parte de una línea transversal en la vida cotidiana de las personas y donde las

propuestas se mezclaban y se utilizaban indistintamente. Las diferencias étnicas se mi-

nimizaron y en lugar de referirnos a los “otros” nos referimos a “nosotros” como un todo

en el que todos estamos involucrados.

A diferencia del trabajo de la red móvil, donde la transferencia de habilidades se con-

vertía en lo central y la visita domiciliaria era fundamental en el trabajo de promoción,

nosotros adoptamos una postura que consistía en dar la palabra a los demás de manera

grupal. Gracias a ello las actividades de promoción abrieron una caja de música donde

las voces y los discursos se amotinaban en un escenario caótico pero a la vez vivo y

estimulante.

Fue necesario dar orden a lo que construíamos y comenzaron a introducirse en los

grupos nociones y herramientas que corresponden a la planeación estratégica comu-

nitaria. Tomamos aquellas herramientas (basadas en el taller social) ya aplicadas en

distintos contextos y conformamos pequeños modelos locales de desarrollo para que las

familias que participaban en nuestros ejercicios de reflexión decidieran sobre los obje-

tivos y propuestas de las diferentes “agencias humanas” y de las diferentes propuestas

de los programas institucionales.

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

Los programas ayudaron a conformar una imagen del promotor social que todavía

persiste, metaforizaron la capacidad de oferta institucional a través de la noción de la

“mochila vacía”, una idea de “no ofrecer nada”, sólo la posibilidad de trabajar por y en

la comunidad junto con los habitantes que, en algún momento del proceso lograban la

autogestión y accedían en orden a la oferta de los tres niveles de gobierno; esto permitió

resignificar con las familias y echar a andar alternativas de solución, actividades y pro-

yectos que eran propuestos de manera local; la mochila vacía también representaba la

posibilidad de obtener financiamiento económico para las iniciativas que surgían en los

proyectos sociales.

Quizá los primeros grupos que se beneficiaron de estos procesos de trabajo fueron

los de Mujeres en Solidaridad, que no era más que utilizar una bandera federal, muy en

boga en su momento, para satisfacer curiosidades y experimentar con pequeños proyec-

tos productivos, llevar acciones pero enfrentarse con la realidad, llevar a cabo acciones

que parecen malas y resultan lo contrario, o viceversa (Fajardo, 2006:227).

Autodiagnóstico sobre las comunidades núcleo (2002-2004)

“… Desarrollo Humano nos supervisaba. A DIF Jalisco le tocaba la organización,

entraba Secretaría de Salud con ambulancias; CEAS, con proyectos de drenaje;

SEP, construcción de escuelas y equipamiento; SEDER, con proyectos…”

“… Como en DIF había Copusi se metían en la comunidad, cada dependencia

metía sus recursos y proyectos, Desarrollo Humano y Sedesol apoyaba con

techos, pisos y la construcción de viviendas…” (Manual Operativo de Núcleos

Comunitarios, 2002)

A finales del año 2003 se incorporan al contexto de la Dideco tres sucesos:

1. La Dirección deja de ser Didecor para convertirse en Dideco.

2. Se disuelve por completo la Red Móvil y algunas supervisoras o responsables de

grupo son liquidadas y reempleadas por los sistemas DIF estatales bajo la moda-

lidad de contrato sin reconocimiento de su antigüedad y sin prestaciones, con el

cargo denominado “facilitador de procesos”.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

3. El gobierno del estado lanza la estrategia de desarrollo Núcleos Comunitarios e

invita al DIF Jalisco a participar a través de la Dideco.

En esos años, la dirección estaba integrada por cuatro departamentos que operaban a su

vez distintos programas:

• Departamento de Atención a Indígenas

• Departamento Núcleos Comunitarios

• Departamento de Unidades de Producción para el Desarrollo (Uniprodes)

• Departamento de Promoción para el Desarrollo Comunitario

CUADRO 1� Dirección de Desarrollo Comunitario

DEPARTAMENTO PROGRAMAS

Atención a IndígenasCoordinación Sierra Norte Indígenas Wixaritari Atención a Familias de Jornaleros Migrantes Red Urbana de Promoción Social

Núcleos Comunitarios Espacios de Alimentación Encuentro y Desarrollo

Promoción para el Desarro-llo Comunitario Capacitación para el Autoempleo y el Desarrollo Comunitario

Unidades de Producción para el Desarrollo8

Implementación de Proyectos Productivos, transversal a todos los departamentos

fuente: Elaboración propia8

El grupo encargado de proponer la metodología estuvo a cargo de un equipo, que vivía la

transición nominal de equipo interdisciplinario a equipo estratégico con influencia de la

“escuela de red móvil”, propuso el siguiente método de trabajo para el grupo de promo-

toría en zonas rurales:

A. Diagnóstico exploratorio. Se integraba con la información de la comunidad núcleo

que obtenían el promotor y la facilitadora al hacer un recorrido previo a la comu-

8 En DIf Nacional y la Dirección de Alimentaria y Desarrollo Comunitario agrupaban estrategias tanto de alimentación como de promoción para el desarrollo, sin embargo, a finales del año 2000 en el DIf Jalisco se crean la Dirección de Seguridad Alimentaria y la Didecor, así se renombra el Programa de Apoyo Alimentario Directo y la estrategia de fomento a la Producción de Alimentos para el Autoconsumo y se integra a la Didecor como Uniprodes, que es como permanece actualmente.

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

nidad y las comunidades aledañas, más lo que arrojara el Censo.

B. Autodiagnóstico. Consistía en una asesoría que daba la facilitadora al promotor y

se trabajaba con la comunidad la herramienta del árbol social bajo los mínimos

de bienestar: salud, educación, alimentación y economía, a partir de ahí se resca-

taban los problemas y se trabajaba punto por punto.

C. Programación. Se realizaba un plan de trabajo con los actores de la comunidad.

Se reseñaban los antecedentes del programa, se formaban comités por mínimos

de bienestar (salud, educación, alimentación, vivienda y economía) y se nombra-

ban tesorero y vocales.

Modelo de Referencia Nacional Comunidad DIFerente9 (2004-2006)

El Sistema Nacional DIF impulsó varias reuniones de trabajo para dar cuerpo a un modelo

de referencia nacional que promoviera una asistencia social “sostenible”, Jalisco fue uno

de los estados que participó activamente en las discusiones y la integración del modelo.

Así surge el Programa Integral de Desarrollo Comunitario “Comunidad DIFerente”,

que debía ser contemplado en cualquier programa de asistencia alimentaria y el desa-

rrollo comunitario que tenía como ejes:

• Elementos educativo-formativos

• Una participación activa de los sujetos asistidos

• El fortalecimiento de la organización social autogestiva, abierta y multiplicativa

• Acciones preventivas que atiendan principalmente las causas y compensen los

efectos que requieren soluciones urgentes

En ese año el equipo estratégico se enfocó en el eje formativo educativo, las capacitacio-

nes realizadas estaban planeadas para la formación de los actores. En un inicio creía-

mos que Comunidad DIFerente era un programa de la dirección, sin embargo, a finales

9 El Modelo Comunidad DIferente desarrollo un conjunto de políticas y lineamientos de operación, a partir del impulso de la Subdirección General de Atención a Población Vulnerable y la Dirección de Alimentación y Desarrollo Comunitario del Sistema DIf Nacional. En el Sistema DIf Jalisco la orden de implementarlo vino de la Subdirección de Desarrollo familiar y Comunitario específicamente para la Dirección de Desarrollo Comunitario en sus subprogramas: Equipos Estratégicos Estatales, Espacios de Alimentación, Encuentro y Desarrollo (EAEyD) y Uniprodes.

— 141 —

POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

del año se concibió como la estrategia general y se incluyó en la planeación de todos los

programas.

Las capacitaciones al personal de promotoría tenían la intención de informar y ca-

pacitar en el trabajo de campo, pues estaba por implementarse lo que se creía era un

nuevo modelo de intervención, que incluía la metodología participativa como eje central

de la práctica de promoción comunitaria. La información que se proporcionaba en esas

sesiones de capacitación era primordialmente para que se conociera la estructura orga-

nizativa de los programas, las fechas de entrega y recepción de productos, condiciones

de entrega, presentación del universo de atención y herramientas de trabajo (censo, sis-

tematización, etcétera).

Para llevarlas a cabo se convocaba al personal de promoción de todos los programas

de la Dideco, la sede era el Centro Recreativo de Tapalpa; en plenaria se trabajaban los

temas de la carta descriptiva, en ese entonces no se diseñaba plan de formación ni ha-

bía seguimiento a los resultados del evento. Estas capacitaciones las lideraba el equipo

estratégico, que fungía como diseñador, coordinador, facilitador y evaluador, por su parte

los jefes y coordinadores convocaban al personal y asistían a la capacitación, en algunos

casos también facilitaban.

Un ejemplo de la ruta temática que se trabajaba en esos talleres por ese año:

1. Presentación

2. Perspectivas y acuerdos

3. Reconstrucción de lo vivido

4. Comunidad DIFerente

5. Programa formativo educativo

6. Herramientas metodológicas

7. Presentación de formatos de control

8. Sistematización

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

9. Presentación del universo de trabajo y evaluación10

Estas capacitaciones respondían a las líneas de acción del programa formativo educati-

vo: informar, capacitar y formación de formadores11, con una visualización de acciones

en “cascada”, es decir, el equipo estratégico capacitaba a los facilitadores, éstos a los

promotores y el promotor a las comunidades.

En este momento la propuesta metodológica para el trabajo en campo era:

1. Capacitación formativa-educativa

2. Talleres microregionales / Encuentros de intercambio de experiencias

3. Talleres generales

4. Cursos formativos trimestrales

5. Diagnóstico exploratorio.

6. Emergencia del concepto diagnóstico comunitario por dimensiones:

7. Dimensión social, económica y ambiental

8. Plan de trabajo comunitario por eje de atención:

9. Promoción de la salud, fortalecimiento de la economía familiar y comunitaria,

promoción a la alimentación, promoción de la educación, fortalecimiento de la

vivienda y la comunidad.

10 Documento interno, Dideco, Sistema DIf Jalisco, Memoria del Taller en Tapalpa, 2004.

11 Documento interno, Dideco, Sistema DIf Jalisco, Programa de Trabajo Anual, 2004:59-60.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

CUADRO 2� Programa formativo-educativo

Modalidad Descripción

Talleres microregio-nales / Encuentros de intercambio de expe-riencias

Se promovía la participación de las comunidades atendidas por cada región, una comunidad como sede a la cual se trasladaban personas de las local-idades aledañas para estar en jornadas de hasta tres días sobre temas como: herbolaria, masajes curativos, alimentación sana y ecotecnologías solares

Talleres generales La Dideco, a través del equipo estratégico, promovía sesiones de capacita-ción para todos los promotores y facilitadores.

Cursos formativos tri-mestrales

El centro de esta acción educativa eran los facilitadores, los días que perma-necían en las instalaciones del DIF Jalisco, se dedicaban a trabajar temas de desarrollo humano y del modelo, el equipo estratégico diseñaba las sesiones con temas determinados en el programa formativo educativo, tales como: prevención de riesgos psicosociales: prevención del alcoholismo, prevención de violencia intrafamiliar y prevención de enfermedades de transmisión sexualformación para la vida: conciencia de uno mismo, toma de decisiones perso-nales, manejo de sentimientos, manejo del estrésformación en valores: promoción de valores positivos, relaciones afectivas y productivas, ambientes sanos y agradables y educación ambiental

fuente: Elaboración propia

Por estos años comenzó a consolidarse el taller como una herramienta eje de las accio-

nes de promoción comunitaria mientras que se desdibujaban hasta abandonarse herra-

mientas como visita domiciliaria y el diario de campo.

La aplicación del programa formativo-educativo fue uno de los tantos esfuerzos para

estimular y fortalecer el trabajo de promoción de facilitadores y promotores así como su

dominio del modelo. No obstante, el programa no se multiplicó de la manera esperada, la

estrategia de formación en cascada se quedó en transmisión de información.

En 2005 se hicieron dos capacitaciones generales. La primera fue para capacitar y

habilitar al personal operativo en elaboración de diagnósticos, planes estratégicos comu-

nitarios, ésta fue la primera capacitación en la que el equipo estratégico realizó un plan

de formación, aplicó el esquema de taller y trabajó en equipos para aplicar herramientas

para la construcción de diagnósticos y planes de trabajo. En la segunda se ofrecieron

herramientas para la evaluación de procesos de desarrollo comunitario, capacitación a

cargo de lo que en ese entonces era el Inca Rural, sus miembros diseñaron, coordinaron

y facilitaron el taller de evaluación teniendo como apoyo logístico al equipo estratégico.

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

Aprender haciendo: comunidad escuela (2006-2008)

El 2006 se consideró el año de capacitación en metodología participativa (Gómez-Ja-

ra,1996; Geilfus, 2001; Jara, 2006), se pensó en un “esquema de capacitación intensi-

va para promotores y facilitadores12” dividido en tres sesiones que abarcaran los tres

momentos principales del trabajo de desarrollo comunitario en cuanto a la reflexión y

construcción de un plan participativo. Con esto, se buscaba obtener un avance en cuanto

a la construcción de diagnósticos y planes comunitarios que reflejaran con más fidelidad

el sentir de las personas.

Una novedad fue la entrega, a cada uno de los promotores y promotoras, del Manual

del promotor comunitario, proporcionado por DIF Nacional e Inca Rural, el cual se con-

virtió inmediatamente en una guía de referencia básica para el promotor y para todo el

personal de la dirección en la realización del trabajo operativo. Contribuyó sobre todo a

homologar la entrega de productos: diagnósticos y planes.

La homologación de los procesos no fue inmediata, si en 2005 nos evaluamos y acer-

camos a algunas herramientas participativas a fin de conocerlas, comprenderlas y apro-

piarlas, 2006 implicó aprehenderlas en la práctica.

Para esto se implementó el modelo de enseñanza-aprendizaje denominado comu-

nidad escuela, considerada en su momento una herramienta pedagógico-metodológica

que facilitaría el trabajo en las localidades.

Se eligieron tres comunidades escuela, se conformaron tres grupos compuestos tan-

to por personal operativo (facilitadores y promotores) como por personal estratégico

(director, jefes, coordinadores, equipo estratégico), cada grupo se trasladó a una de las

tres comunidades, para una capacitación práctica, que junto con el aprendizaje teórico

reforzara lo aprendido, en conjunto con las personas de las comunidades. Las 3 comuni-

dades-escuela tenían dinámicas rurales.

En este ejercicio de aprendizaje fue importante la tutoría de los facilitadores de la

asociación civil A Campo Abierto y las sesiones de capacitación sobre el modelo de

aprendizaje en adultos, en las cuales descansa la estrategia pedagógico-metodológica

de comunidad-escuela. Lo primero que aprendimos fue a detectar y saber trabajar con y

12 Documento interno, Plan de trabajo Anual Dideco, 2006.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

contra los obstáculos epistemológicos: prejuicios, ideas preconcebidas, saber empírico,

etcétera. Esto era importante, pues en el planteamiento teórico de Comunidad DIFerente,

era fundamental potenciar el desarrollo del capital humano existente en las comuni-

dades. En esa etapa tuvimos nuestro primer acercamiento discursivo al pensamiento

lógico y la metodología de marco lógico.

Al implementar el manual del promotor hubo lamentablemente un proceso parcial de

dogmatización, que se procuró revertir en las comunidades escuela.

La metodología:

• Capacitaciones generales modalidad comunidad-escuela

• Explicitación de las fases: preparación, ejecución y continuidad

• Diagnóstico participativo

• Plan de trabajo por problema o necesidad detectados

• Talleres microrregionales, en dos modalidades: talleres bajo la reciente comuni-

dad-escuela en los cuales se diseñaron el plan de formación y la carta descriptiva

entre los promotores, facilitador y estratégico asignado. Destacó la aplicación de

los mapas de pensamiento y el uso del plan de formación como herramienta de

trabajo; taller microrregional “Aguas de mi corazón”,13 que se diseñó bajo el im-

pulso de un recurso extraordinario.

• Capacitación para el diseño y ejecución de proyectos (sociales, productivos y de

formación)

En lo referente a la estrategia formativo-educativo se retomo la propuesta de educación

popular (Bustillo & Vargas, 1983) y durante 2007 se continuó con la formación tanto del

personal administrativo como del operativo, de esta forma se integró a todos los agentes

13 El esfuerzo fructificó en un taller diseñado por el equipo estratégico en conjunto con los facilitadores. fue el primer taller temático (manejo, uso y abuso del recurso agua), el aprendizaje generado en el equipo se resume de la siguiente forma:

• Se realizó la investigación y se documentaron las temáticas• Creación de la estrategia de facilitación• Diseño de sesiones, materiales didácticos• Logística del evento• El trabajo en conjunto de un grupo estratégico (facilitador, promotor, técnico y estratégico).

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

de la Dideco. Se consideró necesaria la intervención de capacitadores externos iniciando

procesos de tutoría con los facilitadores.

Durante algunos años la estrategia se concibió como una cartera temática preesta-

blecida, lo que impedía que se consolidara como eje transversal en la implementación

del modelo y en el desarrollo comunitario en general, de aquí que en 2007 se planteó

como objetivo general el impulso a la profesionalización del personal de promotoría y

administrativo.

Intercambios de experiencias y el Supera (2008-2010)

Al sucederse los cambios administrativos de 2007 se introdujo al discurso la “perspec-

tiva familiar comunitaria”, la cual se presentó como un enfoque de la institución14, como

una propuesta para conformarse como política pública y definir las acciones del Estado

a favor de la familia: apoyo, reconocimiento, protección y promoción.

A mediados de 2008 la Dideco acepta un recurso extraordinario y se compran des-

pensas, comienza así un duro revés al discurso que se había venido manejando; ahora,

la lógica era simple: había que entregar despensas a las personas que más lo nece-

sitaran. ¿Y los diagnósticos? ¿Y los planes de trabajo comunitarios? ¿Y la participación

comunitaria? ¿La autogestión? En algunos contextos la despensa, viéndola como un mal

necesario, se manejó como un apoyo a los miembros de los grupos de desarrollo comu-

nitario, en otros espacios fue el “gancho” para fortalecer la promotoría voluntaria, en

otros afectó procesos incipientes de trabajo comunitario al instaurar la rapiña y la lógica

de la exclusión.

En 2009, además de las despensas, se destinó un recurso para la compra de enseres

(refrigeradores, estufas, bases y colchones) y, los promotores, estudios socioeconómicos

bajo el brazo, se dedicaron a repartir despensas y enseres, los diagnósticos y planes

comunitarios quedaron como requisito, debieron resolver en la práctica la contradicción

entre la institución y el trabajo de promoción desplegado años antes.

En lo que respecta al trabajo de la Dideco, el enfoque de la perspectiva familiar trató

de incorporarse a través de la introducción de una estrategia en 2008 y 2009 que lle-

14 El enfoque propone que las tareas de la familia son: equidad generacional, transmisión cultural, socialización, responsabilidad, prosocialidad.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

va por nombre Supera, que consiste en “la impartición de talleres donde el ciudadano

adquiera herramientas para mejorar su comunidad y familia”, la estrategia consiste en

la inversión económica significativa en instalaciones en algunas comunidades: Centros

Supera, que busca la formación de capital social a partir de implementar la formación e

implementación de tecnologías domésticas así como del diseño y planeación de proyec-

tos sociales y de la familia; en esta administración se inició con la construcción de cinco

Centros Superas distribuidos por Jalisco.

El antecedente de la estrategia se encuentra en San Luis Potosí, sin embargo, en el

DIF Jalisco y en la Dideco no se replicó ordenadamente ni con la misma intencionalidad

debido a que, con el interés de darle coherencia a la práctica tanto como a la estrategia

de la perspectiva familiar, se quiso introducir el modelo de atención practicado por el go-

bierno de San Luis Potosí a través de la Sedesol; en aquel estado Supera es una política

pública que ordena la oferta institucional, principalmente del gobierno del estado, para

que las familias que participan se beneficien de los apoyos gubernamentales, además

a través del modelo de atención se promueve el voluntariado y se abordan aspectos de

planeación familiar y comunitaria. Tras la capacitación, sólo un grupo de promoción mi-

noritario retomó las sesiones formativas y la idea fundamental de la perspectiva familiar

y comunitaria.

En Jalisco la intención fue la de adoptar la acción de “barrido” con los programas

institucionales anteriores, e incorporar la idea que proponía la estrategia Supera, sin

embargo nunca se contó con que la coordinación institucional de los tres niveles de go-

bierno pudiera distinguir, como en San Luís Potosí, a la estrategia como una política

pública para el desarrollo de las localidades más marginadas. En Jalisco la estrategia

Supera fue aislada, mínima y desdibujada de las distintas acciones de gobierno y ésta

sólo se involucró con los centros de manera discursiva.

Desarrollo Comunitario ¿Fue homogénea la aplicación del método en el medio

rural y en el medio urbano?

Durante los primeros años en la Dideco (1999 - 2007) el trabajo de promoción en los

espacios rurales estuvo resuelto, al menos, se produjo mucho material para difusión

y acompañamiento; diseñábamos y discutimos el modelo de intervención Comunidad

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

DIFerente casi a diario, el conflicto se dio en el espacio urbano, concretamente cuando

se implementa el programa Red Urbana de Promoción Social15 pues la práctica nos llevó

a la pregunta ¿qué pasa cuando aplicamos la lógica del desarrollo rural (Comunidad DI-

Ferente) al trabajo con población indígena migrante en zonas urbanas?, ¿cómo abordar

temas como la identidad y las formas de organización?

El censo de 2000 evidenció la presencia de indígenas en las calles de la ciudad y nos

puso de frente a la exclusión, la violencia legal, la discriminación y la migración. Las

décadas de experiencia acumulada en trabajo con indígenas wixarika, así como en los

albergues con jornaleros agrícolas migrantes, hizo pensar en la creación de un nuevo

programa, para justificarlo se promovió un proceso de investigación o diagnóstico explo-

ratorio que permitiera conocer la localización física de los indígenas urbano migrantes y

su etnia en Guadalajara.

Con la aplicación del Modelo Comunidad DIFerente se siguió fortaleciendo el discurso

del desarrollo comunitario rural desplazando nuevamente las reflexiones en torno a lo

urbano, que una vez implementado institucionalmente se replicó sin variación, hasta que

con la práctica fueron cayendo algunas ideas esclarecedoras:

1. El desarrollo de la comunidad era incumbencia de la población mestiza, no podía-

mos continuar en un esquema focalizado a grupos indígenas urbanos migrantes,

fortaleciendo un esquema de discriminación positiva.

2. El tiempo como construcción social era vivido y distribuido en forma diferente en

las regiones rurales; mientras que un indígena wixarika o una mujer mestiza es-

taban en condiciones de responder a una convocatoria a media mañana y trabajar

por espacio de una hora o más, el indígena urbano migrante sino trabajaba no

comía, el tiempo era dinero.

3. La diversidad y lo religioso: ¿cómo trabajar con indígenas urbano migrantes, mes-

tizos migrantes, miembros de diversas religiones, obreros, amas de casa, comer-

ciantes? Era necesario repensar conceptos como: comunidad, grupo, territorio,

identidad.

15 El Programa Red Urbana de Promoción Social surge institucionalmente en 2003, después de un diagnostico para conocer el número de indígenas urbano migrantes en la zona Metropolitana de Guadalajara, sus prácticas y lugares de origen, desarrollado ente 2001 y 2002.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

Territorialidad, servicios y oferta

En 2003 nuestra intención se enfocó en aplicar los primeros talleres de planeación par-

ticipativa para promover la autogestión, identificar actores clave y consolidar la informa-

ción e integrar una oferta de servicios.

Mientras hacíamos el trabajo de promoción fuimos testigos de un fenómeno de cre-

cimiento urbano que determinaría las acciones de promoción del desarrollo comuni-

tario: las relaciones de centro-periferia. Esto quiere decir que aunque los servicios se

encuentran relativamente cerca no se desarrollan al ritmo de la mancha urbana y los

ciudadanos tienen que trasladarse a los centros administrativos, de consumo, de salud

para satisfacer sus demandas.

Población con imaginarios rurales o semirurales en dinámicas urbanas. En la ciudad

los servicios son tan diversos y numerosos que dificultan la integración de la oferta, los

“límites” institucionales son claros que terminan por invisibilizar los programas; contra-

rio a lo que sucede en los espacios rurales en donde la oferta de servicios, aunque no

todos completos, tiene claros representantes y alcances locales concretos.

Temporalidad, trabajo, género y violencia legal

Con la práctica nos dimos cuenta de que las personas disponían como máxima de una

hora o dos horas por semana; las mujeres que, históricamente son las que responden a

nuestras convocatorias, en la ciudad no son la excepción, aunque aparecen como amas

de casa complementan el trabajo no remunerado de la casa con alguna actividad produc-

tiva comercial ligada, con frecuencia al comercio informal.

Un aspecto relevante que interviene en forma decisiva con la promoción del desarro-

llo tiene que ver con la tenencia de la tierra y el derecho al trabajo. Una problemática que

genera el fenómeno de la migración indígena o no es la economía informal. La población

rural generalmente se dedica a la agricultura, a la ganadería o desarrolla nuevas estra-

tegias a partir de la zona de confort que le da conocer y ser parte de una comunidad, en

cambio, el indígena migrante o el migrante en general desarrolla un trabajo que viola la

ley; entonces son perseguidos, confiscadas sus mercancías, atrapados en círculos de

corrupción para poder hacer lo que en teoría tienen libre derecho: trabajar.

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OMAR CHIqUETA ANAYA Y GEORGINA VEGA fREGOSO

Las actividades que componen la economía informal del medio urbano son aquellas

que teniendo fines lícitos se fundan en medios ilícitos para llevarse a cabo. Una carac-

terística es que tanto las personas involucradas como la sociedad en general, aparente-

mente se encuentra mejor “si la ley es violentada” que si se sigue estrictamente; esta es

una implicación fundamental para el desarrollo comunitario urbano.

Algunas reflexiones para concluir

La alta rotación del personal de promotoría genera un ambiente de estar iniciando siem-

pre, si bien existen actores clave con amplio e histórico conocimiento de la forma en

la que se promueven los procesos de desarrollo comunitario rural en el DIF Jalisco, la

violencia institucional juega un papel fundamental: los actores hacen lo que el grupo en

turno les dice.

Por otra parte, la promoción del desarrollo comunitario desde el Estado instalada

como política pública tiene en contra que las autoridades estatales reinician su aplica-

ción aproximadamente cada sexenio.

La evaluación realizada a finales de 2005 por parte de Gerardo Alonso, Fernando

Arguelles y Víctor Toledo fue un parteaguas formativo en la práctica de algunos actores

de la Dideco, para otros sólo vino a confirmar su experiencia. Esta evaluación detonó una

gran relación entre DIF Jalisco y la Sociedad Cooperativa A Campo Abierto”16 que duraría

hasta principios de 2008, es decir, cuando concluyeron sus periodos (a finales de 2007)

las autoridades estatales y nacionales vinculadas al proceso de Jalisco y a la operación

del modelo.

Es de notar, en la labor de hormiga de la Dideco en DIF Jalisco la agencia humana, las

personas que al margen de la institución y aun llevándola como molesta carga, desarro-

llan un trabajo por la autonomía de los sujetos y éste es eminentemente político.

Las evidencias de la realidad, tanto en lo rural como en lo urbano, tienen algo en

común: el programa institucional de Estado que promueve el programa de desarrollo

comunitario demuestra no tener rumbo y estar a merced de la autoridad administrativa

en turno.

16 El vínculo inicial se originó con Inca Rural, más tarde esos mismos talleristas que ya no guardaban relación con esta instancia y egresados del Colegio de Posgraduados conformaron A Campo Abierto.

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POLIfONíA DEL MéTODO: PROCESOS DE DESARROLLO COMUNITARIO

Lo cierto es que aunque los modelos de operación se norman desde el Sistema DIF

Nacional, cada estado tiene la oportunidad de interpretar el modelo, y el desarrollo co-

munitario, a su modo; por lo que en Jalisco esto ha sido la constante a lo largo de doce

años de práctica.

Desde nuestra postura esperamos que un día el desarrollo comunitario sea una polí-

tica pública y sus criterios sean la principal exigencia para el reparto de los presupues-

tos destinados al desarrollo social. Estamos convencidos de que la educación es la mejor

inversión que puede hacer el Estado, ya sea formal o no formal.

Esperamos también que una vez comprendido el desarrollo comunitario como un

modelo de formación, las instituciones de los tres niveles de gobierno y organizaciones

de la sociedad civil aprovechen nuestras redes sociales para promover su oferta y be-

neficiar a las personas que se han atrevido a emprender una experiencia de desarrollo

comunitario.

La principal riqueza de DIF Jalisco se encuentra en sus recursos humanos. Hemos

conocido infinidad de actitudes para afrontar las situaciones del desarrollo comunitario,

desde el hacer por hacer, el no hacer, el sólo hacer lo que piden para conservar el trabajo,

hasta el hacer con una fuerte convicción política y compromiso con la comunidad, hemos

tenido la oportunidad de ver prácticas de prácticas que incorporan técnicas y distintas

herramientas para emprender procesos de aprendizajes con adultos; para empoderar a

la comunidad, para darle voz a la gente, para promover la organización y la participación

hasta aquellas que, aunque también novedosas sólo se usan para mantener con migajas

a las personas y continuar con el estatus quo que beneficia a los intereses del poder.

Desde una incipiente reflexión de nuestras prácticas, desde el saber y no saber hemos

tejido, en el artículo, un cúmulo de conocimientos personales e institucionales respecto a

los procesos educativos transformadores de la realidad que dan cuenta de lo que somos

hoy: nos hemos narrado.

— 152 —

BIBLIOGRAFÍA

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VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOSRURALES

Alberto Valdés Cobos

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VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y

ESTUDIOS RURALES

Alberto Valdés Cobos1

Resumen

El conocimiento del medio rural mexicano constituye un campo de enorme interés

para las ciencias sociales, así lo ha venido demostrando la Asociación Mexicana

de Estudios Rurales (AMER) en los últimos años. Sin embargo, poco o nada se

ha hecho por plantear una metodología prospectiva para un campo mexicano que la

AMER ha desglosado en una diversidad de temáticas en sus congresos. En un país que

sigue mirando al pasado, son escasos los estudiosos del medio rural que han planteado

escenarios de futuro para sus actores sociales, la cultura, la tecnología, los recursos

naturales y las políticas rurales. La mayoría de las decisiones humanas implican juicios

acerca de cómo será el futuro, cuando miles de campesinos emigran en busca del sueño

americano, cuando Greenpeace nos alerta sobre los riesgos de la biotecnología, cuando

se evalúan los efectos del calentamiento global o cuando los gobiernos aplican una serie

de políticas neoliberales en el medio rural sin evaluar sus impactos sociales. En cada

uno de estos casos los actores sociales definen sus futuros y toman una serie de decisio-

nes y acciones. Los estudios de los futuros o prospectiva ponen en la agenda de las na-

1 Profesor-investigador de la Universidad de Guanajuato, campus Celaya-Salvatierra. Correo: [email protected]

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VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

ciones asuntos que rebasan sus horizontes partidarios y de corto plazo. Esa proyección

profesional del futuro socializa los grandes problemas nacionales, regionales y locales.

En ese sentido, los estudios rurales del siglo XXI deben sustentarse en una metodología

prospectiva que contribuya en el diseño de políticas públicas de desarrollo rural que den

viabilidad a los habitantes, la cultura y recursos naturales del campo mexicano en el

largo plazo.

Introducción

México posee importantes recursos naturales, a pesar de que lo han saqueado por si-

glos. Todavía es mucho lo que puede utilizarse en beneficio de todos. Y aquí aprovecho

para dejar en claro cuál es mi visión de futuro: en mi concepción, dada la realidad que

prevalece en el país, es esencial atender, al mismo tiempo, el crecimiento económico con

bienestar; transformar el sector energético y desencadenar la creatividad y laboriosidad

de los mexicanos. Todo deberá consolidarse de modo gradual y los resultados se verían

en el corto, mediano y largo plazo”. (López-Obrador, 2005:40)

México tiene todo para ser un país ganador. Tiene un gran futuro por delante si toma

con firmeza las decisiones correctas para hacerlo posible. México tiene abundantes re-

cursos naturales, un clima envidiable, así como acceso directo al mercado más grande

del mundo. También tiene historia, cultura, valores y tradiciones que le dan identidad,

base del futuro en cualquier nación. Creo en el futuro de México porque tenemos opcio-

nes en el presente. (Calderón-Hinojosa, 2005:11-12).

El escenario catastrófico del campo mexicano. El crecimiento de la población rural

sigue descendiendo en su ritmo y como proporción del total. En el campo no hay razones

para suponer un incremento significativo de la presión sobre la tierra. La probabilidad

del futuro catastrófico radica en la débil representación plural y democrática de la so-

ciedad rural. Los partidos y las burocracias políticas urbanas no quieren representar al

campo sino dirigirlo, sumarlo a sus proyectos […] los agentes políticos del campo, sus

organizaciones y liderazgos visibles, permanecen arraigados en la estructura corpora-

tiva: no se han renovado […] en los ejidos y localidades rurales tradicionales la cultura

de la democracia representativa funciona de manera limitada. (Warman, 2001:223-229)

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ALBERTO VALDéS COBOS

Los párrafos anteriores tienen en común que confluyen en una misma perspectiva:

la preocupación por el futuro. Ya sea que se defina como proyecto político de nación o

escenario catastrófico: el futuro es y seguirá siendo el símbolo sui generis mediante el

cual las distintas sociedades humanas ordenan su pasado y su presente. El futuro como

brújula humana es parte del imaginario social y suscita, entre otras acciones y reaccio-

nes: miedo, pesimismo, esperanza, optimismo, prevención, indiferencia o la necesidad

de colonizarlo, planificarlo, o configurarlo a través de la prospectiva, por ejemplo.

En el caso del futuro hay que reconocer que no sólo nos es desconocido. Pode-

mos construir modelos probabilísticos, podemos aventurar hipótesis diversas,

podemos imaginar lo que puede ser, pero nada más. El tiempo por venir puede

ser imaginado, pero no conocido con certeza. Construimos el futuro, así como

construimos el pasado, con elementos acotados, dependiendo de nuestra posi-

ción social, educación, pertenencia cultural y étnica, etc. Nuestro horizonte de

expectativas difiere según nuestro lugar en la estructura de clases, la posición

de nuestra nación en el contexto mundial y otros múltiples elementos que aco-

tan las perspectivas. (Girola, 2005:15-16)

Para hablar sobre la vinculación entre metodología prospectiva y estudios rurales, este

trabajo se ha dividido en cinco apartados: en primer lugar, se hace una breve aproxi-

mación a la crisis por la que atraviesan las ciencias sociales y se plantea una serie de

preguntas relacionadas con el futuro de la temática rural en el orden global y nacional;

en segundo lugar, se describe la importancia de interrogar los futuros y recurrir a la

prospectiva; en tercer lugar, se vincula el análisis sociológico del riesgo con los usos

de la prospectiva; en cuarto lugar, se describen las técnicas y metodología prospectiva,

y finalmente, se plantean algunas conclusiones. Cabe destacar que en la confección de

este trabajo se recurrió a la revisión bibliográfica sobre la temática en cuestión.

1. Crisis de las ciencias sociales y preguntas cruciales para los estudios

rurales

La preocupación por conocer el futuro representa una necesidad básica de toda sociedad

humana. El futuro, a pesar de la crisis del progreso y las duras críticas posmodernas

dirigidas al pensamiento ilustrado, ha adquirido estatuto científico a través de la pros-

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VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

pectiva, que busca configurarlo a partir de la capacidad racional e imaginativa del Homo

sapiens:

El ser humano como animal racional se diferencia de otras especies por la ca-

pacidad de raciocinio e imaginación, de preguntarse sobre el rumbo y las con-

secuencias de sus acciones, de prever y anticiparse a los cambios para no ser

sorprendido. El componente animal es la base de este interés, pues proporciona

al ser humano su instinto de supervivencia y, consecuentemente, su capacidad

de reacción y previsión ante un peligro u oportunidad potencial. El componente

racional, por otro lado, permite al hombre percibir el tiempo como un flujo y le

hace ubicarse en un continuo pasado-presente-futuro, y lo torna consciente de

lo transitorio de su propia existencia, al acentuar su percepción de esos tres

estadios temporales y al inocularle el virus de la incertidumbre. (Bas, 2004:30)

La mayoría de las decisiones humanas implican juicios acerca de cómo será el futuro:

cuando las comunidades rurales del sur de Michoacán deciden luchar contra los Caba-

lleros Templarios y recuperar sus tierras; cuando miles de campesinos tratan de cruzar

la frontera en busca del “sueño americano”, o cuando activistas de Greenpeace alertan

sobre los “riesgos ecológicos” del maíz transgénico. En todos y cada uno de estos casos

las personas definen el futuro o los futuros, y con base a dichas definiciones toman de-

cisiones y acciones que desencadenarán una serie de consecuencias para sus vidas así

como en el entorno social donde se desenvuelvan. Pero también los gobiernos del mun-

do, las grandes empresas multinacionales y los organismos multilaterales se pre-ocu-

pan por el futuro. En un mundo globalizado, los futuros agropecuarios, demográficos y

ambientales también interesan a una diversidad de actores trasnacionales.

¿Habrá guerras neomalthusianas por el control de los alimentos y los recursos natu-

rales en los próximos 100 años? ¿Qué direcciones tomará el cambio social en aquellos

países cuyas economías dependen de su sector agropecuario? ¿Cuáles son las discre-

pancias económicas y geopolíticas entre países del norte y los del Sur respecto al futuro

de la agricultura en las negociaciones de la Organización Mundial de Comercio? Todas

estas preguntas interesan a aquellas ciencias sociales con actitud prospectiva, enfoque

global y multidisciplinario, además, de ir más allá del nacionalismo metodológico y las

decisiones para el corto plazo.

— 158 —

ALBERTO VALDéS COBOS

Sin embargo, también están interesadas en responder a preguntas cruciales sobre

escenarios de futuro nacionales: ¿cómo afectará el cambio climático global a las prin-

cipales regiones agrícolas de México en los próximos 50 años? ¿Acaso el “ecoturismo”

representa una alternativa de desarrollo rural sustentable en aquellas regiones que ya

dejaron de sembrar cultivos básicos? ¿Cuál es el estado que guardan los recursos hídri-

cos, forestales, edafológicos y energéticos del país y cuáles podrían ser sus escenarios

de futuro en 2030, dadas las actuales condiciones de sobreexplotación y deterioro am-

biental? ¿Cuáles son los escenarios de futuro para las comunidades indígenas dadas las

actuales condiciones de marginación y etnocidio a que se han visto sometidas durante

siglos de “colonialismo interno”? ¿Se profundizará la feminización del campo? ¿Qué es-

cenarios de futuro podrían tener las organizaciones campesinas a partir de un contexto

adverso de abandono estatal, desgaste ideológico, estructuras corporativas anquilosa-

das y envejecimiento de sus agremiados?

En el ámbito global, las ciencias sociales entraron en una crisis de fundamentos, al

parecer la más seria y reciente desde que se institucionalizaron en el siglo XIX, y se las

critica, cuando no se les niega el talante teórico y crítico, desde posturas muy concretas

que dominan el panorama intelectual de nuestra época como el posmodernismo y el

neoliberalismo. Desde la última década del siglo pasado y principios del XXI, las ciencias

sociales han tenido que afrontar una serie de críticas a sus estatutos teórico-metodoló-

gicos. Detrás de éstas se encuentran transformaciones paradigmáticas que han puesto

en entredicho las concepciones tradicionales que tenían las ciencias sociales sobre sus

objetos de estudio, epistemologías y metodologías de investigación. Por ello se habla

de “abrir e impensar las ciencias sociales”; se propone una nueva ciencia social para

el siglo XXI; se derriban barreras disciplinarias e instauran enfoques heterodoxos para

construir nuevos vástagos de ciencia social a partir de la “marginalidad creadora”. En

este sentido se crean términos como hibridación, interdisciplina, multidisciplina y trans-

disciplina, y se hacen propuestas epistemológicas poscoloniales desde los países del sur

que cuestionan al eurocentrismo del norte.

Ahora bien hay que resolver la relación que tienen las ciencias sociales con el futuro

como pre-ocupación humana, la “función predictiva” de las ciencias sociales, si es o no

equiparable la predicción en ciencias naturales con la predicción de los fenómenos so-

ciales, la prospectiva en las ciencias sociales, si ésta ayudaría en la toma de decisiones

— 159 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

y la formulación de políticas de desarrollo rural sustentable de mediano y largo plazo.

En primer lugar, desde su surgimiento que la raíz ilustrada predispuso a las ciencias

sociales a desarrollar una veta marcadamente optimista respecto al futuro de las socie-

dades humanas. Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI el futuro teleológico y

progresista de la modernidad se encuentra en entredicho. Si bien, las ciencias sociales

han pretendido asimilar la función predictiva y positivista de las ciencias naturales, la

asimilación no ha sido del todo halagüeña, dada la complejidad, el talante volitivo y la in-

certidumbre que suele caracterizar al devenir de las sociedades humanas. La predicción

en ciencias sociales es limitada debido al alto grado de incertidumbre que caracteriza

a las consecuencias de las acciones humanas. Sólo en ciertos casos es posible hacer

predicciones (aunque limitadas), sobre todo en cuestiones electorales, el estudio de la

población (demografía) y algunas tendencias sociales.

En las últimas décadas la prospectiva ha experimentado un auge e influencia a nivel

empresarial, académico y gubernamental. La prospectiva explora y construye escena-

rios de futuro en todos los ámbitos de la sociedad. Llama la atención la diversidad e infi-

nidad de aplicaciones. Prácticamente no existe ningún fenómeno que escape al examen

prospectivo: prospectiva internacional, laboral, educativa, tecnológica, industrial, fiscal,

energética, del comercio exterior, de la pobreza, cultural, de la salud, de las telecomu-

nicaciones, del transporte, del turismo, de los recursos naturales, política, económica,

antropológica. La prospectiva se ha convertido en un instrumento al que cada vez más

recurren los científicos sociales, principalmente comunicólogos, politólogos, economis-

tas y demógrafos. En aras de evitar escenarios catastróficos e indeseables, la prospec-

tiva se ha erigido como el recurso ad hoc para construir escenarios deseables, posibles

y alternativos.

Sin embargo, no todos los científicos sociales e instituciones de educación superior

mexicanas han visto con buenos ojos la prospectiva. Sus detractores la ven con descon-

fianza y aducen una serie de “razones” para descalificarla: la consideran un ejercicio

inútil; la ligan a la investigación militar y la empresa; la confunden con la adivinación

popular; la consideran difícil por el manejo de su metodología y técnicas, y por resis-

tencia ideológica-chovinista, además de las razones culturales en un país donde sigue

pesando “el pasado”, a pesar de los nuevos cambios sociales experimentados en las

— 160 —

ALBERTO VALDéS COBOS

últimos lustros. Estos científicos sociales siguen ignorando lo que Immanuel Wallerstein

y otros autores han venido sugiriendo, es decir, el estudio de las utopías y la elección de

los futuros posibles:

las utopías forman parte del objeto de estudio de las ciencias sociales, lo que

no puede decirse de las ciencias naturales; y las utopías desde luego tienen

que basarse en tendencias existentes. Si bien ahora tenemos claro que no hay

certeza sobre el futuro ni puede haberla, sin embargo las imágenes del futuro

influyen en el modo en que los seres humanos actúan en el presente […] en la

elección de futuros posibles los recursos son una cuestión altamente política,

y la demanda de la expansión de la participación en la toma de decisiones es

mundial. Llamamos a las ciencias sociales para que se abran a estas cuestio-

nes. (Wallerstein, 1996:84-85)

Aunado a lo anterior, habrá que agregar otro diagnóstico nada halagüeño: las ciencias

sociales mexicanas no están muy inclinadas a examinar su propia condición, no debaten

debido al bloqueo de los cacicazgos académicos, están alejadas de la sociedad, teorizan

en exceso, están fragmentadas, aisladas de sí mismas, incomunicadas y burocratizadas

(Bartra, 2007). Como corolario a este diagnóstico habrá que sumar el pragmatismo, el

cinismo y las imposturas intelectuales que han llegado con el neoliberalismo a transfor-

mar la fisonomía de la universidad pública y el ethos del científico social. Aún estamos

lejos de unas ciencias sociales saludables y vigorosas; peor aun, la mayoría de científi-

cos sociales dedicados al estudio del medio rural, por ejemplo, están envejeciendo y en

el horizonte no se ha vislumbrado ninguna política de Estado que dé solución al complejo

problema estructural del recambio generacional.

Además, la educación en tiempo futuro en México, es decir, los estudios de prospec-

tiva no tienen presencia en los programas de estudio de licenciaturas y posgrados en

agronomía, ingeniería forestal, agroecología, economía agrícola, sociología rural y desa-

rrollo regional. En ese sentido, sugerimos a la Asociación Mexicana de Estudios Rurales

que exhorte a sus socios para que corrijan esta omisión e incorporen y difundan los

múltiples beneficios de la prospectiva en sus congresos. Es decir, necesitamos explorar

la evolución de las sociedades más allá del corto plazo; tomar el futuro con seriedad y su

gestión como una cuestión crucial para la supervivencia de la sociedad rural mexicana,

— 161 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

sobre todo en un contexto de riesgos ecológicos provocados por el cambio climático

global.

La sociedad del riesgo necesita otros instrumentos de anticipación sin los cua-

les el futuro puede escapársenos irremediablemente […] la transformación que

las sociedades democráticas necesitan vendrá de la mano de una apertura a

considerar el futuro como su espacio más interesante de acción, si acertamos

a la hora de establecer procedimientos para liberarnos de la tiranía del corto

plazo y abrirnos hacia el horizonte más ambicioso de la longue duree. Esa era

la tarea que Max Weber asignaba a la política: gestionar el futuro y responsabi-

lizarse de él. (Innerarity, 2010:12-13)

2. La importancia de interrogar los futuros y recurrir a la prospectiva

Tradicionalmente se había considerado que investigar o descubrir los secretos del futuro

era una actividad reservada a adivinos, profetas y escritores de ciencia ficción, pero la

rapidez de los cambios y transformaciones por las que atravesó la humanidad en el siglo

XX (después de la Segunda Guerra Mundial) contribuyó al surgimiento de la investigación

científica del futuro (escenarios, previsiones, proyecciones, pronósticos y tendencias):

Los seres humanos por motivos diferentes y de modos distintos, han aspira-

do a divisar lo que iba a suceder. En las sociedades tradicionales los oráculos

y las profecías ejercían una función que, en la modernidad, se transformo en

planificación y prospectiva. La modernidad trato de domesticar la anticipación

irracional en conocimiento metódico del futuro. (Innerarity, 2010:63)

Desde que surgió el interés por estudiar científicamente el futuro no hubo un acuerdo

tácito para bautizar la nueva disciplina y dependiendo del país el nombre que adoptó fue

distinto: futurología, en Estados Unidos, prospectiva y previsión, en Francia; prognosis,

en la antigua Unión Soviética, y más recientemente en México y Latinoamérica se ha

optado por hablar de “estudios de los futuros” o prospectiva, que (de acuerdo con el

capítulo mexicano de la World Future Society [www.wfsmexico.org]) definen al futuro

como un espacio múltiple; esto es, parten de la base de la existencia de posibles futuros

alternativos y son importantes porque:

— 162 —

ALBERTO VALDéS COBOS

• Aumentan el grado de conocimiento que tenemos sobre el presente y sobre el

pasado, paso previo requerido para abordar la definición de posibles futuros.

• Proveen de referencias válidas acerca de cómo puede ser el futuro.

• Permiten la identificación de oportunidades y peligros potenciales, discriminando

respectivamente escenarios deseables y no deseables.

• Proporcionan probabilidades objetivas y subjetivas de ocurrencia de eventos o

sucesos de interés.

• Son una ayuda inestimable en la definición, análisis y valoración de políticas y de

acciones alternativas a través de análisis de impactos de cada una de ellas.

• Aumentan el grado de oportunidad.

• Contribuyen a un mayor y mejor control de la gestión.

El término prospectiva, acuñado en los cincuenta por el filósofo Gastón Berger, tiene que

ver con el futuro y con la imaginación. Prospectar proviene del latín pro, “adelante”, y

spectare, “mirar”: mirar hacia delante en el tiempo; representar el porvenir idealmente

y crearlo en la imaginación; construir imágenes del futuro. Prospectar es prever por

ciertas señales, ver anticipadamente lo que ocurrirá pero sólo en el sentido de “conjetu-

rar”. Este autor distingue toda la terminología que hace referencia al futuro: “predecir”

(anunciar algo que sucederá), “adivinar” (predecir lo futuro o descubrir cosas ocultas

por medio de agüeros o sortilegios), “augurar” (pronosticar por el vuelo o canto de las

aves y otras observaciones), “profetizar” (anunciar las cosas futuras en virtud de un don

sobrenatural) (Concheiro, 2002).

Concheiro señala que al menos dos cosas distinguen a la prospectiva de las artes

adivinatorias: 1) la razón, que permite hacer explícitos los mecanismos empleados para

analizar el futuro y potencialmente repetibles los ejercicios de análisis, y 2) la inten-

ción de explorar el futuro (señalar cómo podría ser) y no necesariamente de predecirlo

(asegurar que será de cierta manera). La prospectiva, imaginación y razón juntas, es un

arte, el de la conjetura anticipatoria, de la especulación educada sobre el porvenir, que

combate por encontrar su camino de conversión o acercamiento a lo científico. Algunas

herramientas utilizadas por la prospectiva son los modelos matemáticos, los análisis

— 163 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

de series de tiempo, las correlaciones y regresiones, y las teorías de juegos. Los futuros

pueden ser exploratorios; si se consideran factibles o probables. Pero también pueden

ser normativos; si se consideran deseables. Todos ellos son de interés para la prospec-

tiva y la planeación y cada uno nos ayuda a su manera a entender mejor el presente y a

definir las estrategias de acción.

De acuerdo con Wendel Bell, los futuristas se preguntan: ¿cuál sería el futuro más

probable si las cosas continúan como son?, ¿qué futuros alternativos podrían ocurrir

probablemente bajo una variedad de asunciones diferentes, si esta o aquella condición

cambiara? Uno de los propósitos más importantes de un futurista es el estudio de las

imágenes del futuro, las expectativas que tiene la gente; lo que anticipa, espera o teme

que ocurra en el futuro. Los futuristas estudian tanto las causas como las consecuencias

de las imágenes sobre el futuro, basándose en uno de los más válidos principios de la

prospectiva: las imágenes del futuro están entre las causas del comportamiento actual,

en la medida en que la gente intenta bien adaptarse a lo que piensa que deviene, bien

actuar en la forma que creará el futuro deseado (citado por Bas, 1999: 7).

De acuerdo con Tough (2004), otras cuestiones que preocupan a los futuristas son:

• el que debemos preguntarnos de los próximos 40 años y no sólo de los siguientes

meses

• el actuar de manera que daña nuestro futuro

• las fuerzas que se oponen a la importancia del futuro de la humanidad

• si es más apropiado el pesimismo o el optimismo

• cómo lograr un futuro satisfactorio

• qué catástrofes serían las peores y cómo podemos prevenirlas

• qué futuro podemos prever para el futuro

• si la futurología debería integrarse en las estructuras de poder en las que corre el

riesgo de ser controlada, o mantenerse fuera, donde su influencia sería limitada

• cómo bosquejar una ética del futuro

— 164 —

ALBERTO VALDéS COBOS

• por qué los futurólogos necesitan una mejor coordinación a escala internacional.

En México, empresas, gobiernos, diputados, universidades y centros de investigación han

adoptado la prospectiva. Se ha institucionalizado, particularmente, en el sector privado

y el gobierno federal. El gobierno del expresidente Vicente Fox, por ejemplo, incorporó

la planeación prospectiva en la Unidad de Planeación Estratégica de la Presidencia, así

como en las Secretarías de Turismo, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes,

la Secretaría de Desarrollo Social, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo

Rural, Pesca y Alimentación, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, la Comisión

Nacional del Agua, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Consejo Na-

cional de Población, etc. Dependencias que tienen el firme propósito de prever y diseñar

escenarios deseables, probables y posibles para el mediano y largo plazo.

Cabe destacar que en el ámbito rural se han realizado estudios de prospectiva del

agua para uso agrícola y el subsector pecuario en el estado de Veracruz; prospectiva de

la biotecnología y la agroindustria (proyecto Quo Vadis); prospectiva forestal (Centro de

Estudios de la Competitividad-ITAM); prospectiva de la política de sanidad e inocuidad

agroalimentaria (FAO-Sagarpa); prospectiva de la planeación regional de la comarca

lagunera; análisis prospectivo de política para el desarrollo rural (FAO-Sagarpa); pros-

pectiva del queso en el estado de Hidalgo. Sin embargo, y de acuerdo con la revisión de

algunos programas de estudios de las universidades y centros de investigación especia-

lizados en estudios rurales, no han mostrado el potencial que representa la prospectiva

como plataforma de escenarios de futuro alternativos a la crisis estructural del campo

mexicano. Ahora bien, ¿cuál es la importancia de la prospectiva para agrónomos, econo-

mistas, sociólogos, politólogos, antropólogos, demógrafos y geógrafos, cuyos proyectos

de investigación tiene que ver con algún fenómeno o dimensión de la sociedad rural

mexicana?

Antes de responder habría que plantear las siguientes consideraciones: en primer

lugar, en el área de los estudios rurales los abordajes interdisciplinarios y multidiscipli-

narios aún son escasos; en segundo lugar, las universidades y centros de investigación

dedicados al estudio de esta temática no han promovido cursos, diplomados o posgra-

dos en prospectiva rural, si bien es cierto que algunas universidades (la Universidad de

Chapingo, por ejemplo), se sumaron a los festejos del Bicentenario de la Independencia

— 165 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

y al Centenario de la Revolución Mexicana en 2010, publicando libros y haciendo con-

ferencias, no hicieron lo propio con respecto a la construcción de escenarios de futuro

para el México rural del año 2050, por ejemplo. En suma, muchos investigadores siguen

abordando lo rural desde una óptica retrospectiva, y añorando al México rural de otras

épocas, sin cuestionarse sobre los escenarios y megatendencias del medio rural y sus

actores sociales en el largo plazo.

Ante la crisis ideológica de las organizaciones campesinas, la crisis productiva, el

deterioro ecológico, la migración, el envejecimiento, la feminización del campo y el as-

censo de la inseguridad, provocada por los carteles del narcotráfico, así como por el

abandono del Estado del fomento agropecuario, los investigadores del mundo rural se

han quedado entrampados en diagnósticos del “aquí y ahora”, sin plantear o construir

escenarios de futuro de largo plazo. En ese sentido, la importancia de la prospectiva a la

hora de explorar los futuros del medio rural, radica en las siguientes consideraciones:

1) aumenta el grado de conocimiento que tenemos sobre el presente y sobre el pasado,

paso previo requerido para abordar la definición de posibles futuros rurales; 2) provee

de referencias válidas acerca de cómo puede ser el futuro; 3) permite la identificación de

oportunidades y peligros potenciales, discriminando respectivamente escenarios desea-

bles y no deseables, y 4) es una ayuda inestimable en la definición, análisis y valoración

de políticas de desarrollo rural y acciones alternativas, a través de análisis de impactos

de cada una de ellas.

3. Análisis sociológico del riesgo y prospectiva

Con cierta frecuencia leemos frases como: “cruzar el desierto de Arizona representa un

alto riesgo para los migrantes”, “la siembra de transgénicos representa un riesgo para

la salud humana y las variedades de maíz criollo”, o “vivir en zonas rurales de Guerrero

y Michoacán representa un riesgo para sus habitantes”. Bajo esta perspectiva, el riesgo

no sólo aflora en las decisiones individuales, sino también en las consecuencias del de-

sarrollo científico, o el lugar donde habitemos. Actualmente, el concepto de riesgo se ha

trasladado desde las ciencias naturales a las ciencias sociales, las ciencias ambientales

y los estudios rurales. En los periódicos se mencionan una diversidad de riesgos: tecno-

lógicos, políticos, sociales, económicos, demográficos y ambientales.

— 166 —

ALBERTO VALDéS COBOS

Las sociedades están paradas en arenas movedizas; la complejidad y la aceleración

de los cambios diluyen lo que antaño fue muy venerado: la seguridad ontológica con

respecto al futuro. Frente a esta precariedad ontológica ha surgido toda una gama de

especialistas de diversas disciplinas que tratan de evitar el caos y las consecuencias im-

previstas e indeseables del actuar humano. De acuerdo con Niklas Luhmann (2006), las

pretensiones de racionalidad se encuentran en una relación progresivamente precaria.

Las decisiones y acciones humanas no siempre han sido portadoras de certeza o progre-

so, sino también de consecuencias imprevistas, riesgos y futuros catastróficos: la otra

cara de la modernidad. No es que la sociología recupere la antigua función de alarmar

a la sociedad, como señala Luhmann, sino para los fines de este artículo, problematizar

el binomio seguridad/riesgo en todas las esferas de la sociedad rural mexicana (econó-

mica, política, cultural, demográfica y ecológica), así como el papel y reacciones de los

actores sociales frente al crecimiento exponencial de los riesgos y peligros futuros.

El análisis del futuro como riesgo es producto de una “modernidad reflexiva”: Beck,

Luhmann y Anthony Giddens han evaluado la semántica e implicaciones del riesgo en

las sociedades postindustriales. El análisis del riesgo presupone una crítica a las ideas

de “seguridad” y progreso. En ese sentido, la teoría social del riesgo podría justificar el

uso de la metodología prospectiva en el área de los estudios rurales para hacer frente a

algunos de los problemas que se plantearán en las conclusiones de este artículo.

El análisis teórico del riesgo en Beck (1998), por ejemplo, abona a los supuestos so-

ciológicos de la metodología prospectiva, en el sentido de construir escenarios futuros

deseables, posibles y probables, y evitar los escenarios futuros catastróficos:

los riesgos no se agotan en consecuencias y daños que ya han tenido lugar,

sino que contienen esencialmente un componente futuro. Este reposa tanto en

la prolongación al futuro de los daños ya visibles como en una pérdida general

de confianza o en la suposición de un fortalecimiento del riesgo. Así pues, los

riesgos tienen que ver esencialmente con la previsión, con destrucciones que

aún no han tenido lugar, pero que son inminentes, y que precisamente en este

significado ya son reales hoy. La auténtica pujanza social del argumento del

riesgo reside en la proyección de amenazas para el futuro. (Beck, 1998:35)

— 167 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

Para Giddens (1999), el riesgo se refiere a peligros que se analizan activamente

con relación a posibilidades futuras. Sólo alcanza un uso extendido en una sociedad

orientada hacia el futuro (que ve el futuro precisamente como un territorio a con-

.(quistar o colonizar

Las sociedades de riesgo son aquellas en las que las posibilidades de futuro son

tan amplias que desbordan sobradamente los medios para reducir un horizonte

excedente de posibilidades, de tal suerte que están obligadas a generar medios

de reducción de la contingencia a través de la reducción de lo improbable. (Far-

fán, 1999:53)

Uno de esos “medios de reducción de la contingencia” es precisamente la metodología

prospectiva, que veremos a continuación.

4. Técnicas y metodología prospectiva

De acuerdo con algunos iniciadores (Bertrand de Jouvenel, por ejemplo), en la prospec-

tiva –al igual que en otras metodologías– subyace una filosofía que descansa en tres

postulados: el futuro como espacio de libertad, el futuro como espacio de poder y el

futuro como espacio de voluntad (Gabiña, 1999).

El futuro como espacio de libertad. El postulado de libertad coincide con la idea de

que el porvenir no nos viene hecho y que tampoco está predeterminado, sino que,

por el contrario, el porvenir se encuentra abierto a un amplio abanico que engloba

numerosos futuros posibles y que son, precisamente, los que identificamos como

futuribles. El futuro es una página en blanco que nos queda por escribir.

El futuro como espacio de poder� Si se quiere dotar de poder, habría que adoptar la

posición del navegante que simultáneamente debe anticiparse al viento, a los arreci-

fes y al movimiento de los otros barcos que se hallan en los alrededores. Sin embar-

go, decir que el futuro es un espacio de poder no significa que éste pueda llegar a ser

total y absoluto. En todo sistema existen factores clave de desarrollo que condicionan

el futuro. En cada reto estratégico intervienen diferentes actores que, a su vez, llevan

asociados a sus intereses, más o menos legítimos, objetivos estratégicos diversos

que, muchas veces, resultan ser antagónicos y contrapropuestos.

— 168 —

ALBERTO VALDéS COBOS

El futuro como espacio de voluntad. La vigía prospectiva no tiene sentido más que si

se halla guiada por una intención. El ejercicio mismo del poder supone la existencia

de una razón motriz, de un sistema de ideas y de valores en virtud de los cuales so-

mos capaces de definir un objetivo, de concebir un futuro deseable. El futuro es una

página en blanco que queda por escribir pero que dependerá fundamentalmente de

la voluntad, del tesón y de la constancia que demostremos en la consecución de los

objetivos estratégicos para que las acciones se escriban, de una manera o de otra, en

clave de éxito o de fracaso.

Para Tomas Miklos y María Elena Tello (1993), la metodología de la planeación pros-

pectiva (cuadro 1) se sostiene en seis premisas básicas sobre el futuro: 1) es múltiple y

multifacético; 2) es cognoscible; 3) es diseñable; 4) es construible; 5) entre los diversos

futuros posibles, existe al menos uno que es más deseable; 6) existen múltiples herra-

mientas para estudiar, diseñar y construir este futuro (cuadro 2). Miklos y Tello agrupan

las técnicas e instrumentos prospectivos en cualitativos, cuantitativos y mixtos (Miklos

y Tello, 1993).

CUADRO 1� Metodología prospectiva

ORIENTACIÓN RESULTADO

NORMATIVA¿Cuál es el futuro que deseamos?¿Cómo puede ser nuestrofuturo?

FUTURO DESEABLE

FUTURO LOGICO

DEFINICIONAL¿Cómo es el presente?¿Cuáles son sus propiedades relevantes e interacción?

MODELO DE LA REALIDAD

CONFRONTACIÓN ¿Qué distancia existe entre el “futurible” y la realidad?

CONVERGENCIA IDEAL-REALIDADMARCO GENERAL DE DESARROLLO

DETERMINACIÓNESTRATEGICAY FACTIBILIDAD

¿Cómo ir construyendo el futuro? ¿Cuáles son las vías para acercarse progresivamente al “futurible o futuro posible”?

ESTRATEGIAS FUTURAS GENERADORAS Y ADAPTATIVAS DE APROXIMACIÓN

fuente: Miklos, 2001:32

— 169 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

CUADRO 2� Clasificación de métodos de prospectiva por tipo de técnica

Cualitativo Cuantitativo Semicuantitativo

Métodos que dan significado a eventos y percepciones. Es-tas interpretaciones tienden a basarse en la subjetividad o creatividad que suele ser difícil corroborar (opiniones, lluvias de ideas, entrevistas

Métodos que miden variables y aplican análisis estadísticos, usan o generan (deseablemen-te) datos confiables y válidos (por ejemplo, indicadores so-cioeconómicos).

Métodos que aplican princi-pios matemáticos para cuan-tificar la subjetividad, los jui-cios racionales y los puntos d vista de expertos y analistas (ponderación de opiniones o probabilidades).

1. Análisis del entorno2. Análisis FODA3. Análisis morfológico

. 4 Árboles de relevancia5. Cartas salvajes6. Congresos/talleres7. Ejercicios de ciencia

ficción8. Encuestas9. Entrevistas10. Escenarios11. Juego de roles12. Juegos de simulación13. Lluvia de ideas14. Paneles ciudadanos15. Paneles de especialistas16. Pronósticos geniales17. Redacción de ensayos18. Revisión bibliográfica19. Simulación retrospectiva

20. Análisis de patentes21. Benchmarking o estudios

comparativos22. Bibliometría23. Indicadores/análisis de

series de tiempo24. Extrapolación de tenden-

cias/análisis de impactos25. Modelación

26. Análisis estructural/Matrices de impactos cruzados (Micmac)

27. Análisis multicriterio28. Delphi29. Escenarios cuantitativos/

SMIC30. Partes interesadas (Mac-

tor)31. Mapa de rutas32. Sondeo/votación33. Tecnologías críticas/

claves

fuente: Georghiou et al., 2011:97

A manera de conclusión

Mirar al futuro en una época que ha perdido la confianza en el progreso es sumamente

arriesgado, por no decir imposible. Sin embargo, existen alternativas metodológicas para

tratar de diseñar escenarios de futuro que den viabilidad a los recursos naturales, la cul-

tura y los habitantes de un campo mexicano en crisis. En ese sentido, la prospectiva esta

llamada a jugar un papel fundamental como metodología exploradora de alternativas de

futuro viables a la catástrofe neoliberal en el medio rural. Ahora se habla de desarrollo

rural sustentable, paradigma que deberá incorporar una nueva visión de futuro que haga

partícipes a los actores sociales en la construcción de sus futuros.

Por otra parte, toda ciencia social abocada al estudio de lo rural, no sólo deberá estu-

diar su pasado y su presente, sino también sus futuros posibles, probables y deseables.

No se trata de predecir el futuro del medio rural, sino de configurarlo con base en una

— 170 —

ALBERTO VALDéS COBOS

metodología prospectiva ad hoc.

Dadas las limitaciones temporales del gobierno federal, será necesario que las polí-

ticas públicas (agrícolas, forestales, ganaderas, ambientales y desarrollo rural en gene-

ral) se implementen con una visión, no de corto, sino de largo plazo (de 10 a 30 años) que

trascienda los sexenios presidenciales, porque los habitantes del medio rural requieren

una certidumbre, que se les garantice una subsidiaridad que les posibilite seguir arrai-

gados a sus formas de vida campesina como un derecho social inalienable. De lo contra-

rio, el campo mexicano se convertirá en un desierto humano, como ya se puede constatar

en algunas regiones del país. Pero también las políticas de desarrollo rural apoyadas en

la planeación prospectiva y participación de sus actores sociales deberán garantizar el

cuidado y uso racional del medio ambiente para dar cumplimiento al imperativo ético

del desarrollo sustentable, es decir, no comprometer o poner en riesgo el futuro de las

nuevas y futuras generaciones.

Con los cambios ideológicos, tecnológicos y económicos de las últimas dos décadas,

las ciencias sociales se han visto rebasadas en sus funciones y estatutos teórico-meto-

dológicos y axiológicos. La crisis del progreso y el neoliberalismo han sido los cataliza-

dores de la crisis que enfrentan las ciencias sociales. En el presente globalizado ya no

se mira el futuro como algo inevitable, es decir, como progreso continuo. Sin embargo,

los actores sociales no están impedidos para construir sus propios futuros, de ahí la

importancia de la prospectiva para las ciencias sociales y los estudios rurales.

La prospectiva rural puede ser definida como el conocimiento del futuro posible y de-

seable, así como de las múltiples opciones para configurarlo. También se le puede definir

como el intento de conocer, identificar y valorar las tendencias del medio rural mexicano,

lo que se desglosa en el estudio de las tendencias demográficas (aumento de la migra-

ción, disminución de las tasas de natalidad, envejecimiento y feminización del campo);

las tendencias económicas (aumento de las desigualdades sociales que se reflejan en el

apoyo a las grandes empresas agrícolas y el abandono de la agricultura tradicional); las

tendencias culturales (perdida de la identidad rural, campesina e indígena, debido a la

migración y difusión de estilos de vida urbana a través de los medios de comunicación);

las tendencias ambientales (deforestación, desertificación, contaminación y disminución

de la disponibilidad de agua); las tendencias políticas (clientelismo y cooptación del voto

— 171 —

VINCULACIÓN METODOLOGIA PROSPECTIVA Y ESTUDIOS RURALES

rural por parte de los partidos políticos); las tendencias climatológicas (aumento e inci-

dencia de huracanes, heladas y sequías) y las tendencias de la inseguridad (violencia y

control territorial por parte de los carteles del narcotráfico).

La prospectiva rural permite identificar nuevos eventos portadores de futuro (el auge

de la biotecnología agrícola y el potencial de la agricultura ecológica); la observación del

presente (análisis del entorno externo que influye en el medio rural), y la orientación ha-

cia la acción mediante el diseño de políticas públicas de largo plazo que den certidumbre

y viabilidad al medio rural. En coincidencia con el filósofo Daniel Innerarity, la sociedad

del riesgo necesita instrumentos de anticipación; sin embargo, antes de recurrir a ellos

será necesario considerar el análisis sociológico de los riesgos futuros (sociales, ecoló-

gicos, económicos, demográficos, tecnológicos y políticos) para justificar el uso de las

técnicas y metodología prospectiva, en tanto instrumentos de anticipación en el diseño

de políticas públicas de desarrollo rural sustentable.

— 172 —

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ALGUNAS REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PRESTADOR DE SERVICIOS PROFESIONALES ENCOMUNIDADES RURALES

Karla Yanin Rivera Flores, Olivia María Garrafa Torres y

Yolanda Cadenas Gómez

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ALGUNAS REFLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS

SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN

COMUNIDADES RURALES

Karla Yanin Rivera Flores, Olivia María Garrafa Torres y Yolanda Cadenas Gómez1

Llega un momento en que el espíritu prefiere lo que con-

firma su saber a lo que lo contradice, en el que prefiere las

respuestas a las preguntas.

Gaston Bachelard

Resumen

Cuando un prestador de servicios profesionales (PSP) llega a una comunidad ru-

ral, ya tiene una lógica, una perspectiva del aprendizaje, como la aprendió en su

formación profesional y de los ámbitos institucionales del sector. La intervención

pensada como una interacción debería ser un pretexto para procesos de aprendizaje

implicados en los de trabajo, donde ambas partes (PSP y campesinos) entren en terrenos

de construcción de conocimiento desde posturas epistemológicas diversas; la nuestra,

como PSP, de inicio pretende ser una visión objetiva de su realidad para conocer-infe-

1 Docentes del Área de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Nayarit. Miembros del Cuerpo Académico Actores Sociales y Desarrollo Comunitario. Correos electrónicos: [email protected]; [email protected]; y [email protected]

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ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

rir, la de ellos, que es naturalizada, sin que sea posible siempre tomar distancia para

reflexionar en torno a ella. Es necesario reflexionar sobre la práctica de un PSP: ¿cómo

realizar un reconocimiento de las intenciones epistemológicas de la intervención y sus

implicaciones con los grupos sociales?, ¿cuáles herramientas de intervención son las

más propicias desde una postura epistemológica abierta?, ¿cómo integrar ambos aspec-

tos en la construcción de un modelo epistemológico propio?

Introducción

La intención de este documento reside en colocar la atención en la relación epistemo-

lógica, entre los sujetos partícipes en los procesos de intervención como clave para el

establecimiento y logro de objetivos establecidos por la población involucrada; pero

también negociados y resignificados con el Prestador de Servicios Profesionales.

Las autoras damos prioridad a este último a partir de nuestra propia experiencia

como PSP y la necesidad de revisar nuestra práctica con diversos grupos campesinos;

en el entendido de que en el mundo rural, en ocasiones se margina a este actor tan im-

portante cuya participación puede ser definitoria para la búsqueda del desarrollo rural,

puesto que es el intermediario entre el campesinado y las instituciones del sector para

llevar a cabo capacitaciones, proyectos sociales, gestiones productivas, etcétera. Sin

embargo, su figura y su quehacer reciben poca relevancia en el análisis del desempeño

y evaluación de políticas públicas dirigidas a los campesinos.

Primero se analiza el papel del técnico al poner en tensión las necesidades institucio-

nales como de las que imperan en la realidad social campesina; para después colocar la

atención en la necesidad de que el PSP, tenga claridad en el para qué de su hacer, a partir

de un ejercicio, siempre difícil de auto reflexión crítica de sus experiencias y del entorno;

mientras que en el tercer apartado se insiste en la importancia de generar procesos

sinérgicos que vayan más allá de las directrices de las instituciones, pero ello se logrará

a partir de relaciones más simétricas de conocimiento.

La difícil definición del sujeto

El profesional dedicado a trabajar en el medio rural suele ser definido con diversos

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kARLA YANIN RIVERA fLORES, OLIVIA MARíA GARRAfA TORRES Y YOLANDA CADENAS GÓMEz

nombres por las instituciones del sector rural2. La Secretaría de la Reforma Agraria

lo identifica como técnico: profesional contratado por el grupo para acompañarle en la

integración y presentación de su solicitud de apoyo, así como para otorgar la asistencia

técnica, quien deberá estar obligatoriamente registrado en el “Padrón de Técnicos Ha-

bilitados”. La Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) lo define como: un profesional o

técnico, acreditado o certificado por instituciones y entidades con atribuciones legales

para acreditar o certificar, o mentor vigente de la Sedesol. En la Financiera Rural se ma-

neja el nombre de prestador de servicios (profesionales) (PSP, como se manejará en este

texto): personas físicas, personas morales y personas físicas pertenecientes a personas

morales, que prestan servicios técnicos de los programas establecidos en las reglas de

operación a la población objetivo.

Se puede apreciar en la definición una correspondencia al “deber hacer”, en concor-

dancia con los objetivos de cada institución y, por ende, de acuerdo con los intereses de

quienes determinan las políticas y programas que ellas ejecutan en un marco mayor que

responde a un modelo de desarrollo para el campo.

Estas instituciones tienen definido el papel que debe ejecutar el PSP o técnico, que en

general es un instrumento que ayudará a alcanzar los objetivos institucionales a cambio

de una remuneración económica.

Esta mirada que determina al PSP conlleva una visión de la asistencia técnica como

necesaria pero dirigida por quienes lo contratan, que no es ciertamente el productor. Vale

la pena hacer un paréntesis para aclarar que la gran mayoría de las secretarías, a través

de sus diversos programas, no emplean directamente al prestador, esa responsabilidad

formal la depositan en los grupos y organizaciones ya que éstas reciben el apoyo que se

deberá usar para el pago al técnico. Por ello el gobierno maneja como discurso oficial

que los beneficiarios son los que deciden sus necesidades y en tal sentido eligen a la

persona que los puede ayudar. El PSP debe estar acreditado por la institución, práctica-

mente es a ella a la que debe rendir cuentas, también tiene las atribuciones de decidir si

continúa, si es castigado, etcétera, además de que los grupos pueden estar inconformes

con tales decisiones. Todos los involucrados tienen una percepción del técnico como un

2 Para consultar definiciones y características revisar las reglas de operación de los distintos programas publicadas en el Diario Oficial de la federación citadas en la bibliografía.

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ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

agente de la institución.3

Lo que no se considera en la relación que se establece entre el técnico y los “bene-

ficiarios” de los programas es básicamente la cuestión intersubjetiva. Tanto uno como

otro llevan al punto de encuentro intenciones, conocimientos, capacidades e intereses.

Se da por sentado que el sujeto es la población objetivo de los programas: el campesino,

el productor, las mujeres, el pobre.

Otro aspecto relevante es el propio reconocimiento como PSP, de hecho es difícil que

quienes se introducen en otras realidades se vean a sí mismos jugando un rol subjetivo;

asumen su objetividad, tienen claro qué es lo que se busca, y sus propósitos se plantean

desde fuera, no como decisiones individuales sino que responden a intereses mayores

que los trascienden: el desarrollo, la superación de la pobreza, la investigación, la verdad.

El prestador y el campesino, o el beneficiario en su caso, son sujetos en relación di-

recta,4 cada uno con un mundo de subjetividades. Si bien intentan dialogar, se tiene poca

claridad respecto a los roles que juegan o pueden jugar, principalmente porque hay un

presupuesto determinado.

El hilo conductor del presente trabajo es que estos roles son intercambiables, contra-

rio a lo que se estipula, ya que el centro de dicha relación es el conocimiento, se trata de

una relación que se establece en la práctica, los dos llegan cargados de información pero

sólo se desarrolla conocimiento cuando son capaces de relacionarse entre sí y tomar

postura frente al otro y frente a sus problemáticas. Más que del “saber hacer” éstos son

asuntos zemelmanianos del saber pensar: “un pensamiento que se entiende como una

postura, como la actitud que cada persona es capaz de construirse a sí misma frente

a las circunstancias que quiere conocer […] lo que llamaría una forma epistémica de

3 La asesoría plateada en este esquema, se deriva de un modelo político-económico que se implementa a partir de los años ochenta. Se empieza a dejar atrás al Estado como la entidad que asume un sinnúmero de obligaciones a cambio de regir un sinnúmero de aspectos de la vida social del país, entre ellos el apoyo externo productivo, organizativo y social de los productores rurales (Diego, 1995:225-226). Para el caso particular de la asesoría externa (con agentes de fuera de las comunidades y organizaciones productivas), se planteó una pretendida privatización que hoy, a la vuelta de treinta años, está lejos de lograrse en su totalidad si, como señala Roberto Diego (1995:231), la meta era traspasar el costo dentro de los apoyos dados a los productores, para poco a poco irlo descargando del gasto corriente de la institución gubernamental. De hecho, dentro del lenguaje de éstas para preparar a los técnicos se le pregunta cómo le hace para que un productor se “enamore” de una propuesta, ello implica que el PSP debe “seducir” a los productores para que lo confirmen como su técnico y así poder presentarse en los diversos programas como el encargado de la asistencia y ser beneficiario de los recursos institucionales para tal partida.

4 Por cuestiones de corte metodológico, hablamos en par, pero por supuesto que se trata de relaciones entre varios sujetos en una misma comunidad, o en una región. No son un par de personas aisladas, al contrario están inmersas en redes sociales.

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kARLA YANIN RIVERA fLORES, OLIVIA MARíA GARRAfA TORRES Y YOLANDA CADENAS GÓMEz

resolver el problema” (Zemelman, 2004:23).

Para poder pensar la realidad, planteamos una revisión sobre el papel del técnico en

tales relaciones. Esta inquietud surge a partir de la propia experiencia y en el intercam-

bio con otros compañeros. Es un ejercicio para pensarse a sí mismo y las circunstancias

que nos rodean. Intentamos lo que Hugo Zemelman (2003) llama autorreflexión,5 como

elemento indispensable para construir un conocimiento útil para los sujetos (en plural).

El mundo rural es nuestro contexto.

Las complejidades de esta reflexión son diversas, la primera, es la capacidad de toma

de conciencia sobre lo que se ha visto con anterioridad, por ejemplo, las pocas oportuni-

dades que hay para que con el trabajo se logre un impacto positivo en la gente. La actitud

con la que se desarrollan las actividades en las comunidades o con grupos más peque-

ños traen ya un contenido organizado de conceptos y formas de entender ese mundo

poco conocido, el PSP trata de ubicar su papel, como indica Zemelman:

en el pensamiento teórico la relación que se establece con la realidad externa

–con la externalidad, para decirlo en términos más correctos– es siempre un

pensamiento que tiene contenidos, por lo tanto el discurso de ese pensamiento

es siempre un discurso predicativo, vale decir, un discurso atributivo de pro-

piedad; ya que no es un pensamiento que puede dejar de hacer afirmaciones

sobre la realidad, pues un pensamiento teórico es un pensamiento que hace

afirmaciones sobre lo real. (2004:23)

¿Qué implica establecer interacciones con las comunidades a partir de un pensamiento

con contenidos a priori? Para empezar, el PSP cree conocer al campesino y su circuns-

tancia, así como las soluciones a sus problemáticas incluso antes de corroborar cuáles

son. En buena medida esto responde a que se ha naturalizado algún discurso, sea cual

fuere, ideológico y político, y además por comodidad, no se cree necesario mayor esfuer-

zo para comprender.6

5 El autor expresa que el sujeto reflexivo debe asumir si se queda restringido a un ámbito, el de la ciencia, o si amplía dicha reflexión al propio sujeto investigador (zemelman, 2003:1), ya que éste es un sujeto constructor de conocimiento que se inserta en una realidad histórico-concreta.

6 “La localización étnica, sexual, racial, de clase o de género del sujeto que enuncia está siempre desconectada de la epistemología y la producción de conocimientos. Por medio de esta borradura entre la localización del sujeto en las relaciones de poder y la epistemología, la filosofía occidental y sus ciencias logran producir un mito universalista que encubre; esto es, que esconde a quien habla y la localización epistémica en la relaciones de poder desde la cual el sujeto habla” (Grosfoguel, 2007:100).

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ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

Las manifestaciones varían, se va a las comunidades para que la gente aprenda a

salir de la pobreza, a producir más y mejor, a ser más equitativo, a ser democrático y

sobre todo a ser empresario. Este planteamiento se presenta sobre todo entre los téc-

nicos cuyo trabajo depende de instituciones o entidades privadas, como despachos de

consultoría. La otra cara es no querer que el otro deje de ser, algo que mucha veces está

más en el imaginario que en la realidad del campo; se presenta sobre todo entre la aca-

demia y las organizaciones no gubernamentales; sin embargo, escapa a las intenciones

del presente texto, por lo que nos concentramos en el primer caso. En ambas visiones

los sujetos involucrados tienen serias dificultades para tomar distancia y revisar las

posturas y los compromisos.

El PSP viene arrastrando una visión de aprendizaje, muy arraigada al mundo escolar,

de lo que es y debería ser el otro (el campesino, el productor, el pobre, la mujer y el hom-

bre rural). Por si fuera poco, las instituciones colocan al técnico como la pieza principal

de la solución de los problemas de los habitantes del campo.

Por ello el trabajo del prestador de servicios, no es ni puede ser “objetivo”. Detrás de

su papel en una comunidad hay intenciones de toda índole, su trabajo siempre es una

intervención, aunque hoy se discuta si es políticamente correcto llamarlo así, el caso

es que consideramos que si se interviene, se interfiere7 sobre realidades que no son

necesariamente las propias; se formar parte de los sujetos que construyen esas reali-

dades, aunque se entienda un papel desligado a ellas. Eso más bien es parte de lo que

no permite ver desde una postura crítica su actuar, es decir se trata de un obstáculo

epistemológico.8

Intenciones epistemológicas

Resulta fundamental discernir cuáles son entonces las intenciones que dirigen el trabajo

del PSP, ya sea que tenga como respaldo una institución del sector, una organización

7 La controversia se presenta al asumir que intervenir implica hacerlo sobre sujetos inmóviles, sin capacidad de resistencia. No compartimos del todo esta visión, sino más bien lo que Boaventura de Sousa (2009:32-33) propone como parte de lo que llama la crisis del paradigma dominante de la ciencia moderna: “Heisenberg y Bohr demuestran que no es posible observar o medir un objeto sin interferir en él, sin alterarlo, y a tal punto que el objeto que sale de un proceso de medición no es el mismo que entró en ella” […] “No conocemos de lo real sino nuestra intervención en él”. Habría que agregar que tampoco el sujeto investigador o los sujetos que entraron en interacción son los mismos que salen del proceso.

8 “es en el acto mismo de conocer, íntimamente, donde aparecen, por una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones. Es ahí donde mostraremos causas de estancamientos y hasta de retroceso, es ahí donde discerniremos causas de inercia que llamaremos obstáculos epistemológicos” (Bachelard, 1990:15).

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kARLA YANIN RIVERA fLORES, OLIVIA MARíA GARRAfA TORRES Y YOLANDA CADENAS GÓMEz

campesina o un despacho, pero siempre trae consigo el discurso de las mismas. Cabe

aclarar que por lo regular el técnico pertenece a una organización o despacho pero hace

trabajos en otras instituciones, además de que en cada una atiende rasgos y situaciones

particulares de las problemáticas del campo y a sus diversos habitantes (no todos son

población objetivo para cada programa). Es decir, representa a más de una entidad, y

cada una suele tener discursos no coincidentes.

No obstante, también es cierto que el técnico puede hacer las adecuaciones necesa-

rias (y de hecho, lo hace) para que los apoyos lleguen y los objetivos de aquella entidad

con la que se sienta identificado (la institución oficial, la comunidad, la organización), se

consigan, por lo que hay una intención política plena, aun en los casos en que su principal

compromiso sea con la propia comunidad.

Otras cuestiones giran en torno a lo económico. La mayoría de los PSP vive del trabajo

que va a hacer; las comunidades en muy contadas ocasiones pueden o quieren pagarle.

Al final, buena parte de los prestadores ven cantidad y no posibilidad. Existe un fuerte

interés económico que no se puede obviar.

También hay intenciones que están en el campo de juego a partir de los demás sujetos:

la pretensión de transformar en empresarios a los productores y de resolver los proble-

mas de sobrevivencia de un grupo al hacerlos competitivos, corresponde a una visión de

lo que están obligados a ser si quieren cabida en un modelo de vida determinado desde

los grupos de poder en el gobierno, o en el mundo;9 los propios campesinos aceptan las

reglas a cambio de la llegada de recursos, de oportunidades de comercialización, por

supuesto, como parte de sus estrategias de sobrevivencia.

En este ámbito podemos hablar de lo que Santiago Castro-Gómez (2000), retomando

a Spivak, llama violencia epistémica al determinar un otro no deseado que se busca

transformar, por medio de diversos dispositivos disciplinarios de poder, los cuales son

también dispositivos cognitivos. Es decir, el técnico establece una relación a partir de lo

que él desea que llegue a ser el otro, muchas veces, no siempre, sin preguntar sobre las

propias intenciones de ese otro, con un discurso validado institucionalmente, teniendo

además un espacio de poder para determinar la viabilidad y la factibilidad del trabajo, de

9 Determinados a partir del papel que deben jugar en los procesos de acumulación y distribución de la riqueza, no sólo monetaria sino de recursos naturales.

— 182 —

ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

los apoyos, de los proyectos, así como de los participantes.

No obstante, debido a que se trata de una relación, podemos permitirnos una mirada

potenciadora que permite ir más allá de lo absoluto y entender las situaciones de ma-

nera relativa. No se debe obviar que se trata de campos de relaciones que responden a

intereses determinados, pero a la vez pueden ser espacios de oportunidad, donde los

agentes generan dinámicas de interacción y de negociación10 por lo que siempre pueden

obtener algo. No son sólo cuestiones materiales.

Para que se pueda dar se debe plantear que en la intervención también debe existir

una intención epistemológica a conciencia, ya que por supuesto se da, aunque no haya

una claridad sobre ella. Suena fácil, pero es quizá la primera gran limitante, la autorre-

flexión requiere honestidad intelectual y apertura al conocimiento, y en el sistema se

confunde información con conocimiento, escolaridad con sabiduría, así como la función

de las instituciones oficiales en la problemática social (determinista y no coadyuvante).

En esta idea de la intención epistemológica es donde se centra nuestra reflexión, sin

perder de vista que las demás intenciones condicionan al resto.

La tarea principal de un técnico es el acompañamiento en los procesos productivos

de los campesinos. Su trabajo se centra en las cuestiones productivas o administrativas

a través de la capacitación y con desenvolvimiento en la gestión en los diversos espacios

de la política agrícola, para lo cual la información y su comunicación es punto estratégico.

El planteamiento es que la información debe llegar a conocimiento. Entonces, el PSP

debe tener una estrategia para lograrlo, en acuerdos basados en la confianza y las pos-

turas del campesino. Lo que no cabe en esta visión es que el técnico sea el conocedor y

el productor el que espera ser instruido.

Si bien el prestador trae un bagaje producto de su formación profesional, así como

información sobre aspectos que el productor puede no notar, como la norma institucio-

nal; el campesino conoce su contexto, su historia, sus cultivos en la concreción de sus

10 Lo que Norman Long y otros autores del enfoque orientado al autor, denominan interfase: “Las situaciones de interfase social son complejas y de naturaleza múltiple, contienen al interior distintos intereses, relaciones y modos de racionalidad y poder. Si bien el análisis pone un foco en puntos de confrontación y diferencia social, debe situar a los mismos en marcos institucionales mayores y dominios de conocimiento/poder […] El análisis de interfases presta especial atención a examinar las discontinuidades que existen en las situaciones de desarrollo, y las dinámicas de la interacción que tiene lugar entre ellas. El interés reside en entender cómo las acciones, percepciones, valores, intereses y relaciones de los actores son reforzados o remoldeados por este proceso, y al mismo tiempo, cómo la intervención misma es cambiada” (Long, citado por Rodríguez-Bilella, 2009:10)

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kARLA YANIN RIVERA fLORES, OLIVIA MARíA GARRAfA TORRES Y YOLANDA CADENAS GÓMEz

regiones, conoce a los demás correligionarios, les conoce su historia, sus posibilidades

y sus limitaciones, inclusive conoce la historia de las instituciones y sus programas, sus

éxitos y sus fracasos, que en ocasiones desconoce el técnico. De igual manera, el campe-

sino sabe cómo están organizadas las regiones, quiénes juegan qué papeles y por qué,

cuál es el capital que cada uno maneja para alcanzar sus intereses.

Ni el técnico ni el campesino conocen todos los aspectos de las circunstancias, pero

el PSP llega a los terrenos del producto con intenciones claras de transformación. Es

evidente que se trata de un intercambio para permitir no sólo que el campesino sea

capaz de combinar su conocimiento con otros nuevos que impactarán en su producción,

lo harán en muchos aspectos de su vida. Esto aplica también para el PSP, quien puede

aprender de la experiencia productiva para constatar semejanzas o diferencias en una

producción concreta en un determinado ambiente; asimismo, con la disposición correcta,

conocerá un mundo de relaciones que pocas veces se toma en cuenta y en el que tanto el

campesino como sus productos están inmersos. Ni la comunidad ni el mercado, o algún

otro ámbito de la vida rural, son terrenos neutrales, son mundos de intrincados intereses

con distintos agentes, con niveles diferenciados de capacidad negociadora.

Lo anterior implicaría para ambos asumir posturas frente a esas realidades que se

amplían con la visión del otro, para el técnico al menos debería significar una apertura

en sus formas de entender los fenómenos rurales, mucho más complejas y no tender

a reducir la realidad, a simplificarla, a revisar su propia actuación. Para el campesino

deberían servirle reflexión sobre su realidad y cómo transformarla hacia donde decida.

A pesar de lo obvio que parece, el problema es que pocas veces se da una relación de

tales características, aparte de los intereses e intenciones que hemos mencionado, no

hay una mirada crítica sobre el actuar del PSP y sobre sus bases y visiones.

Asumiendo que información es conocimiento, que sólo el conocimiento científico es

conocimiento, por lo que la educación formal es la única que puede dar pie al mismo, re-

visemos la plataforma sobre la que actúa el técnico. Tanto el productor como su contexto

son tratados como objetos externos al PSP, no se involucra, pero no considera que desde

el momento en que traba relación tal exterioridad desaparece. Siguiendo a De Sousa, hay

que recordar que finalmente “el objeto no es más que la continuación del sujeto por otros

medios” (2009:52), es decir es una extensión de nuestros oscuros deseos: establecer

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ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

relaciones de control, con la naturaleza, con el otro.

La pregunta orientadora tendría que ser ¿para qué la interacción?, la respuesta debe

ser una crítica de las propias intenciones del técnico, pero sobre todo de sus formas. El

aprendizaje es un proceso para todos los involucrados siempre que exista disponibilidad

y apertura, es un proceso que implica compromiso por una problemática ubicada en

una constelación de relaciones. ¿Qué tanto están dispuestos a tratar de transformar esa

constelación el técnico y el productor cuando eso implica trastocar múltiples intereses,

incluidos los del gobierno en turno?

Abrir el horizonte o la potencia de los sujetos

La clave que proponemos de la relación entre PSP y campesino es que se trata a priori

de una relación epistemológica, lleva consigo un problema metodológico. Para relacio-

narnos con una realidad y con determinados sujetos, se debe considerar cómo se va a

hacer, por lo tanto, qué herramientas se utilizarán; se definen las formas de trabajo que

a su vez son formas de ver y tratar al otro, de cómo considerar lo que los demás aportan

y para qué sirve a uno mismo y para qué les sirve a ellos.

De ahí la relevancia de una primera determinación sobre cuál es la postura de los

sujetos en la relación de conocimiento que están dispuestos a construir. Determinación

que no es inamovible, ya que precisamente conforme se desarrolle implicará aprendiza-

jes para todos que afectarán sus puntos de vista; tendría que generar enriquecimiento y

permitir ver la complejidad de su realidad. Como señalan Zemelman y Valencia (1990),

el proceso vale la pena cuando apunta a abrir no cerrar posibilidades,11 no se trata de

limitar para establecer un destino manifiesto, como en el fondo lo pretenden las institu-

ciones que provocan estos encuentros, sino de abrir, de potenciar sujetos y sus opciones

de futuro.

Claro que involucra asumirse como sujetos históricos y políticos, conocer las circuns-

tancias, los diversos procesos en los diferentes niveles de lo social, que mantienen y dan

origen a las situaciones que se enfrentan. El asunto es para qué conocerlas: porque vale

la pena, para transformarlas, por eso la vocación política de una postura epistemológica

11 Al respecto dicen los autores que “privilegiar el análisis del proceso como síntesis de múltiples transformaciones que pueden cristalizar en diversos resultados” (1990:90).

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kARLA YANIN RIVERA fLORES, OLIVIA MARíA GARRAfA TORRES Y YOLANDA CADENAS GÓMEz

define en relación a qué y a quiénes se pretende ese cambio.12

Entonces es fundamental realizar un reconocimiento de las intenciones epistemoló-

gicas de la intervención, de la interacción procurada, que además conlleva consecuen-

cias para los grupos sociales en relación. El interés es capacitar para que el otro deje

de actuar en cierto sentido y vea las circunstancias de manera distinta; ¿un proyecto

productivo?, ¿para qué de nuevo?, para incrementar productividad, calidad, establecer

nuevos cultivos, rescatar otros. Se está incidiendo en saberes y haceres productivos,

sociales que trastocan sus relaciones con otros agentes, sus posibilidades negociadoras

con ellos, incluso se abren las puertas a nuevos agentes, relaciones y campos de acción.

Por otra parte, si como hemos visto, es mucho más enriquecedor tener una postu-

ra epistemológica abierta, ¿de qué herramientas metodológicas se tienen que hablar?

Aunque no hay una manera absoluta y única, se cuenta con una enorme cantidad de

herramientas y técnicas para el trabajo comunitario. Se definen más bien desde dónde y

bajo qué criterios se actúa.

Así aunque el prestador tenga una metodología participativa y que la comunidad fue-

ra el centro que determine y jerarquice las necesidades, si no es capaz de ser crítico

sobre las intenciones de las entidades que lo llevan ahí, si no estuviera dispuesto a ser

algo más que un puente entre éstas y las comunidades, tal participación se diluye en los

recovecos de la burocracia, un espacio marcado por decisiones políticas. En ese senti-

do, retomando el concepto de interfase de Long, consideramos que todo depende de la

relación que se construya, es trabajo de todos los actores aprovechar los espacios para

llegar a objetivos, aun en contra de quienes los propician.

Reflexiones finales

El trabajo de un PSP no es objetivo, si con ello se pretende no establecer relación subjeti-

va con otros sujetos, de otra manera sería una contradicción y una negación de sí mismo.

Un prestador representa varios intereses, propios y ajenos, al igual que los otros sujetos

involucrados, habitantes de las comunidades, sobre todo el campesino. En este sentido,

tanto el técnico como el campesino son diversos y múltiples, se mueven en varios espa-

cios en una constante negociación y resignificación.

12 Si se asume que no interesa la transformación, también se tiene una implicación política para mantener un status quo.

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ALGUNAS REfLEXIONES EPISTEMOLÓGICAS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PSP EN COMUNIDADES RURALES

Sería difícil en este nivel de reflexión pretender conclusiones para un asunto tan ge-

neral. Lo que de por sí es bueno se debe potenciar no cerrar. Desde nuestra perspectiva,

es de vital importancia que un prestador construya a partir de sus diversas experiencias

en el trabajo, en sí son experiencias de vida, un modelo epistemológico propio, que dé

sentido a la definición metodológica de su intervención. No para volverse necesariamen-

te, teórico sino para que sea capaz de reflexionar la complejidad de las realidades y

tomar posturas a conciencia; de que desarrolle un entendimiento de la diversidad del

ámbito rural, que por lo demás no es estática, sino que está en constante transformación.

Ponemos en la mesa de discusión que la relación de conocimiento debería estar en

primer plano porque todos los sujetos son capaces de procesar sus experiencias para

construir conocimiento de diversa índole, sin embargo, como toda relación, también es

de poder, no es apolítica ni inocente. Responde a diversas intenciones de maneras di-

ferenciadas dependiendo de aquello que los sujetos estén dispuestos y conscientes a

hacer, de la incertidumbre que estén decididos a afrontar.

— 187 —

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