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Naturaleza y fotografía:pensar el paisaje

El Alto Aragón desde la atalaya

Decía Susan Sontag, en su celebrado libro Sobre la fotografía, que «En la medidaen que la fotografía versa (o debería versar) sobre el mundo, el fotógrafo cuentapoco, pero en la medida en que es el instrumento de una subjetividad intrépida yexploratoria, el fotógrafo es todo».

Panorámica de la sierra de la Partacua, el embalse de Lanuza y peña Foratatafoto javier melero sebastián

texto Estrella Aísa

No cabe duda de que nuestra concepciónsobre el paisaje y el entorno ha variadosensiblemente a lo largo del tiempo. Lafotografía –o cualquier otro sistema deregistro, captura y presentación deimágenes– colabora en tales evoluciones,puesto que se constituye como un modo dereflexionar y apreciar el mundo que nosrodea. Dependiendo de nuestra actitud,entendemos el medio natural como barrerahostil, que oculta sus misteriosos sistemascausales; también puede ser un parajeromántico, como el paisaje de Rousseau y sumanantial de belleza. Asimismo, cabevalorarlo como fuente de recursos culturaleso físicos, como espacio marginal frente a lassociedades urbanas, como refugio o «puertode reposo» (según formulaba Hobbes) o, enotro extremo, como valor opuestodialécticamente al mundo del artificio. Perola naturaleza es, además, un nuevo valorideológico donde conviven las nociones deecología y turismo, en una actitud muypropia de nuestra era postindustrial.

El conjunto de fotografías reunidas en elvolumen El Alto Aragón desde la atalaya nosolo pretenden mostrar el paisajealtoaragonés en toda su belleza, sino incidiren la importancia que tiene como recursopara un territorio y como valor en símismo. Para acceder a estos lugaresdebemos, necesariamente, realizar undesplazamiento y, no lo olvidemos, elsentido simbólico del camino o trayecto,incluso de la transición hacia otra realidad,se entiende como una de las búsquedasfundamentales que realiza el ser humano.Las zonas de viaje acentúan,necesariamente, nuestro talentoexploratorio hacia lo total o parcialmentedesconocido donde las esferas limitadas sequiebran. Podemos transportarnos,podemos vagabundear sin horizonte oestablecer puntos de arraigo (como los departida, llegada y regreso). Transformamosasí los espacios sin nombre en ubicaciones,en sitios específicos, en puntos concretos denuestra geografía personal.

Reflexionemos, por tanto, sobre el poder delos paisajes, de su identidad. Tratemos derecordar que no son neutros para quieneslos habitamos o recorremos, puesto queexisten en la medida en que el individuo loscomprende y les aporta sentido: asistimosasí a una apropiación estética del los lugaresa traves de una tecnología concreta, lafotografía, que aporta nuevos horizontes anuestra interpretación.

En Perarrúa, el castillo del Mon domina el valle del Éserafoto javier romeo

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El castillo de Troncedo ejerce de atalaya inmejorable sobre La Fueva foto javier romeo

Refugio de Respomuso sobre el ibón embalsadode Respomuso.Circo de Piedrafita, cabecera

del río Aguas Limpias foto javier melero sebastián

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Un promontorio en el barranco de San Juan hace del camino el mirador sobre Montañanafoto javier melero

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Uno de los acercamientos más singulares al paisaje, a sus valores, a las emocionesque comunica y a las posibilidades que ofrece para la fotografía dio lugar al libroEl Alto Aragón desde la atalaya, obra ganadora del premio Félix de Azara 2009, dela Diputación Provincial de Huesca, en su modalidad de edición.

Se trata de una cuidada selección de imágenes de la naturaleza y los pueblos deHuesca, coordinada por la editorial Prames, en la que han participado más deveinte autores; una colección de 130 instantáneas con el nexo común de estartomadas desde atalayas, naturales o artificiales; es decir, desde lugares elevadosque permiten contemplar extensos panoramas.

Los paisajes oscenses, desde las cumbres montañosas al llano, están representadosasí en toda su riqueza y variedad, a la vez que se da cabida a plasmar la influenciade la luz, el clima o las estaciones; a reflejar los distintos intereses y sensibilidadesde los fotógrafos; y a jugar con distintas posibilidades tecnológicas. En suma, areflejar las mil caras de un espacio vivo.

La variedad de matices de esta propuesta está reforzada por una cuidada edición,que utiliza como hilo conductor los cuatro elementos clásicos de la naturaleza(aire, fuego, tierra y agua). Estos cuatro conceptos, tan ricos en sugerencias, sirvenpara ordenar las imágenes en cuatro grandes bloques.

El excelente diseño y los textos que acompañan a las fotos, breves pero muyinspiradores, se alían para convertir la lectura de este libro en una experienciaque, sin duda, es una de las mejores contribuciones a los fines de los Premios Félixde Azara: conocer y divulgar la riqueza natural del territorio oscense.

Lectura recomendada

El Alto Aragón desde la atalaya

Desde la localidad de Villanúa, una de las vistas características corresponde a losmontes de Collarada y Collaradeta. La luz solar compite con la silueta de la luna

foto javier melero sebastián