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    SIGNOSFILOSFICOS, vol. XV, nm. 29, enero-junio, 2013: 195-222

    UNA DEDUCCIN DEL CONCEPTO DE SUMO BIEN KANTIANO*

    CURTIS BOWMAN**

    Resumen:Este artculo intenta desarrollar una deduccin del concepto desumo

    bien kantiano: esto es, intenta demostrar, de acuerdo con la interpretacin de DieterHenrich acerca de la deduccin, que el sumo bien es un fin a la vez que un deber.

    Apelo a los rasgos de la razn prctica que constituyen la legitimidad de los he-chos, la premisa que cualquier deduccin debe tener. De acuerdo con Kant, el sumobien consiste en la felicidad, la virtud y sus relaciones de proporcionalidad y causa-lidad, tal que la felicidad es proporcional a, y causada por, la virtud. Sostengo,utilizando las nociones kantianas aceptadas, que Kant tiene razones convincentespara concluir que el sumo bien es, de hecho, un fin a la vez que un deber. Si esto es co-rrecto, entonces este argumento ofrece la deduccin prometida en mi ttulo.

    PALABRASCLAVE: AGENCIARACIONAL, FELICIDAD, JUSTIFICACIN, VIRTUD

    Abstract:This paper attempts a deduction of Kants concept of the highest good:that is, it attempts to prove, in accordance with Dieter Henrichs interpretation of the

    notion of deduction, that the highest good is an end that is also a duty. It does this by

    appealing to features of practical reason that make up the legitimating facts that

    serve as the premises that any deduction must possess. According to Kant, the highest

    good consists of happiness, virtue, and relations of proportionality and causation

    * Publicado originalmente en (2003), A deduction of Kants concept of the highest good,

    Journal of Philosophical Research, vol. 28, pp. 45-63. Agradecemos la autorizacin gratuita

    del autor y de la revistaJournal of Philosophical Research. DOI: 10.5840/jpr_2003_14** Haverford College, [email protected]

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    between happiness and virtue, such that happiness is proportional to and caused by

    virtue. I argue, by drawing on accepted Kantian notions, that Kant had compelling

    reasons for concluding that the highest good is in fact an end that is also a duty. If

    correct, then this argument provides the deduction promised in my title.

    KEYWORDS: RATIONALAGENCY, HAPPINESS, JUSTIFICATION, VIRTUE

    I LA NECESIDAD DE UNA DEDUCCIN DEL CONCEPTO DE SUMO BIEN*

    En la Crtica de la razn prctica,Kant afirma que el sumo bien esel objeto necesario de una voluntad determinable mediante la ley

    moral(Ak., V: 122).1Que esto sea verdad no es ms obvio queafirmar que los conceptos puros del entendimiento necesariamente apli-can a los objetos de la experiencia. Para precisar esta ltima afirmacin,la Crtica de la razn pura presenta amplios esfuerzos, en la forma de lasdeducciones transcendentales de las categoras, para demostrar que estosconceptos pueden ser empleados de manera a priori con referencia atoda experiencia posible. Es ms, Kant da tal importancia a la deduccina las categoras que remplaza el texto de la primera edicin (A) con una

    * Traduzco highest goodpor sumo bien siguiendo la nota que hace Kant en la Crtica de la

    razn prctica(Ak. VI: 110) acerca de pensar elsummum bonumcomo la suma de todos

    los bienes; concepto que ha de contener a la felicidad e incluso al bien supremum u

    originarium. El idioma espaol nos permite evitar la ambigedad que se suscita en otros

    idiomas, al distinguir el sumo bien (das hchste Gut), osummum bonum, de la virtud o

    supremo bien (das oberste Gut). Nota del traductor.1 Las referencias de las obras de Kant son hechas por medio de los nmeros del volumen y

    de la pgina de la edicin de la Academia alemana, Kants gesammelte Schriften,

    herausgegeben von der Deutschen [antes Kniglichen Preussischen] Akademie derWissenschaften (Berln, Walter de Gruyter 1900 y ss.). Las referencias a la Crtica de la

    razn pura, no obstante, son localizadas con la paginacin A/B de la primera y segunda

    ediciones. Agradezco a Tim Gould, Paul Guyer, Rahul kumar y a Fred Rauscher por sus

    comentarios a los primeros esbozos de este ensayo. Tambin estoy agradecido por las

    intervenciones annimas de muchos comentarios tiles. [En la Bibliografa, se enlistan

    las versiones espaolas utilizadas. Nota del traductor].

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    deduccin completamente nueva en la segunda edicin (B). As, clara-mente, el compromiso de Kant acerca de la necesidad de una deduccintranscendental de las categoras es llevado a cabo completamente. Con

    respecto al sumo bien, Kant explcitamente exige una deduccin que seade naturaleza transcendental: la deduccin de este concepto deber sertranscendental (Ak.,V: 113).2Tal demanda es de esperar, dado el esta-tuto epistemolgico y la importancia sistemtica que Kant atribuye alconcepto de sumo bien. Incluso, la deduccin que de hecho se ofrece enla segunda Crticaprobablemente decepciona a sus lectores si se compa-ra con las deducciones elaboradas en la primera Crtica. Kant slo ofreceuna solucin para la antinomia de la razn prctica que surge de lascaractersticas peculiares del concepto de sumo bien.

    De acuerdo con Kant, el sumo bien alcanzable por los seres humanosderiva de la mutua relacin felicidad y virtud de un modo apropiado.Una relacin analtica, dice Kant, est fuera de duda. La felicidad es lasatisfaccin de nuestros propios fines, mientras que la virtud es unamanera de ordenar las mximas que determinan nuestros fines. Puestoque la satisfaccin de nuestros propios fines y el mtodo, por medio delcual los ordenamos, son de hecho dos cosas distintas, Kant concluye quela felicidad y la virtud son dos elementosdel sumo bien especficamentemuy distintos (Ak., V: 112). Pero, si no pueden ser relacionados analti-camente, entonces tienen que ser combinados en el concepto de sumobien de forma sinttica; y esto es posible, dice Kant, slo como una rela-cin entre el fundamento y su consecuencia, i. e., como una forma decausalidad (Ak., V: 111, 113).

    No slo porque dos asuntos estn involucrados, las formulacionesposibles de su relacin causal son dos en nmero, sino porque tampocola posibilidad parece ser satisfactoria, Kant se enfrenta con un dilema.Esto es: o la felicidad es el fundamento de la virtud (en el sentido de que

    el deseo de felicidad es el motivo para adoptar una disposicin virtuosaque se esfuerce para actuar exclusivamente bajo mximas formuladasde acuerdo con las de las demandas de la moralidad) o la virtud es elfundamento de la felicidad (en el sentido de que actuar de acuerdo conuna disposicin virtuosa es la causa eficiente de la felicidad). La primera

    2 Para el estatus sinttico a priori del concepto de sumo bien, cfr.Ak., V: 4, 113 y 134.

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    opcin es imposible, dice Kant, y esto ha sido probado en la Analtica dela segunda Crtica: si la voluntad [Will] es determinada por las conside-raciones de la felicidad, entonces sus mximas, sin tener en cuenta su

    conformidad con las demandas de la moralidad, no pueden ser conside-radas virtuosas. La segunda opcin tambin parece imposible, debido aque la disposicin virtuosa en el amplio contexto de la naturaleza nocausa necesariamente acciones que produzcan felicidad (Ak., V: 113-114). Puesto que las nicas dos opciones resultan imposibles, Kant seconfronta con una antinomia que requiere solucin.

    La solucin de esta antinomia, la cual constituye la nica deduccindel sumo bien explcitamente mencionada en los escritos kantianos, es decarcter metafsico: la virtud puede ser el fundamento de la felicidad si y

    slo si el mundo de la accin humana es ms que algo meramente sen-sible de la ciencia natural. Si esto es tambin un reino inteligible en elcual Dios media entre la virtud y la felicidad, entonces es posible que lavirtud cause felicidad. La necesidad de buscar el sumo bien, cuya reali-zacin es imposible si la antinomia no se soluciona, nos obliga a creer enla existencia de Dios como la condicin de posibilidad para pensar que lavirtud causa felicidad. Esta creencia es el primer postulado de la raznprctica segn Kant; el segundo es la inmortalidad del alma como lacondicin de posibilidad de la virtud.

    Pero, en primer lugar por qu Kant formula la antinomia de la raznprctica? Aun cuando el sumo bien sea presentado como una conse-cuencia sinttica a priori de la ley moral, no es tan obvio que esto sea, enefecto, un fin a la vez que un deber. No hay, sin embargo, necesidad dediscutir las condiciones de posibilidad de un aparente fin imposible, amenos que las razones nos hagan pensar que sea un fin al cual estamosobligados a perseguir y, as, que tieneque ser posible. Mejor an, la deduc-cin encontrada en la solucin de la antinomia nos dice lo que debemos

    postular si estamos obligados a buscar el sumo bien; pero que este-mos obligados a perseguirlo es una pregunta abierta.El fracaso de Kant de deducir nuestro deber por perseguir el sumo

    bien es una omisin significativa en su tica, porque este concepto es elfundamento de la teologa moral ofrecida en la segunda Crtica,comoel sustituto prctico para la teologa natural tradicional que Kant afirma

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    haber refutado en La dialctica transcendental de la primera Crtica.Sin esta deduccin, la tica de Kant est necesariamente incompleta y laomisin de una deduccin ayuda a explicar por qu el concepto de sumo

    bien y los postulados asociados con la razn prctica nunca han tenidosuficiente fundamento para sus lectores.Este ensayo constituye una deduccin del concepto de sumo bien, el

    cual ofrece una serie de argumentos para aceptar que ste es un fin a lavez que un deber. Ya que Dieter Henrich ha clarificado de manera excep-cional la nocin de deduccin, sigo su interpretacin en este artculo(Henrich, 1975: 55-112; 1989: 29-46). De acuerdo con Henrich, las prin-cipales caractersticas de una deduccin son las siguientes. Primero, unadeduccin debe ser breve, slida pero no sutil, y perspicua (Henrich,

    1989: 34). Es decir, debe estar libre de una excesiva teorizacin que po-dra distraernos del intento de legitimar una afirmacin anteriormen-te insustancial como conocimiento a priori. Segundo, nuestro derechode la proposicin en cuestin es explicado por transitar de regreso haciaella como legtima, como hecho original. El derecho legtimo de la pro-posicin emerge as de la legitimidad del hecho del cual desciende(Henrich, 1989: 35). Tercero, muchos de los hechos sobre los que lasdeducciones descansan son operaciones bsicas de nuestra razn(Henrich, 1989: 37). Cuarto, la necesidad de una deduccin emerge deun reto escptico para afirmar que estamos en una posesin legtima de laproposicin en cuestin (Henrich, 1989: 38). Finalmente, la nocin deuna deduccin es compatible con cualquier tipo de argumentacin ade-cuada para alcanzar el objetivo a saber, la justificacin de nuestrasafirmaciones como conocimiento a priori(Henrich, 1989: 39).Lo cualsignifica, entre otras cosas, que los argumentos no necesitan estar res-tringidos a aquellos que pueden ser formulados en trminos de pruebassilogsticas.

    As, dada la descripcin de Henrich sobre el programa deductivo deKant, nuestro derecho para emplear el concepto de sumo bien tiene quedescansar en ltima instancia en las caractersticas fundamentales de larazn prctica. La ms obvia de estas es la ley moral, especficamentecomo aparece en los imperfectos seres racionales en la forma del impe-rativo categrico. Debo tambin hacer uso del concepto de felicidad como

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    la satisfaccin de la totalidad de nuestros fines y el concepto de agentesracionales como seres que determinan fines para s mismos.3Estas tres carac-tersticas de la razn prctica son localizadas en los textos de Kant de

    manera literal. En consecuencia, nada de lo que se sigue debera sersorpresa a quien acepte el razonamiento moral de Kant.Habitualmente, Kant declara que el concepto de sumo bien consiste

    en cuatro partes: (1) la felicidad de nosotros mismos y la de los dems;(2) la virtud de nosotros mismos y la de los dems; (3) una relacin deproporcionalidad entre felicidad y virtud, tal que aquellos que son feliceslo son en proporcin directa con su virtud; y (4), una relacin causalentre felicidad y virtud, donde la virtud causa la felicidad. La estructuradel concepto implica por s misma tres discusiones separadas, cada una de

    las cuales tendr su propia seccin en lo siguiente. Las secciones 2 y 3(aunque no de manera exclusiva) emplean la primera formulacin delimperativo categrico, i. e.,la frmula de la ley universal, para mostrarque la felicidad y la virtud son tanto fines como deberes.4En la seccin 4,las relaciones entre virtud y felicidad mostrarn varias consideracionesacerca de la obtencin y determinacin de fines en el contexto de latotalidad de las demandas que yacen moralmente en nosotros. Los argu-mentos de las secciones 2-4 deberan ofrecer fundamentos convincentespara deducir el concepto de sumo bien, que respeta las condiciones da-das por Henrich.

    3 Kant piensa que el concepto de agencia racionalincluye el concepto de fines puestos por

    uno mismo (vase, por ejemplo la observacin sobre la voluntad y la naturaleza racional

    en la Fundamentacin (Ak., IV: 427-429). Algunas veces, sin embargo, Kant parece

    restringir el conjunto de los fines puestos a los agentes racionales libres, sugiriendo que

    pueden ser agentes racionales que ni son libres ni son capaces de fijarse fines por s

    mismos (vase Ak., VI: 26 nota al pie). En este artculo restrinjo mi atencin hacia los

    agentes racionales, quienes en virtud de su agencia racional son implcitamente entendi-

    dos como libres y capaces de fijarse fines y, para los cuales, el sumo bien puede ser un fin

    a la vez que un deber.4 Mi interpretacin de la primera formulacin la establezco de los siguientes comentaristas:

    Ebbinghaus, 1967: 211-227; ONeill, 1975: 82-93; Rawls, 1989: 82-90.

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    II LA FELICIDAD COMO UN FIN A LA VEZ QUE UN DEBER

    Kant nunca elabor un concepto definitivo de felicidad. Sin embargo,

    formul el concepto en dos maneras distintas. En la primera formula-cin (usualmente encontrada en sus tempranos escritos crticos, aun-que no exclusivamente), Kant define felicidad como la satisfaccin detodas nuestras inclinaciones (Ak., IV: 399). En la segunda formulacin(con frecuencia encontrada en sus escritos crticos posteriores, aunqueno slo all), Kant define la felicidad como la satisfaccin de la suma detodos nuestros fines.5De las dos, Kant parece haber establecido sta enlo posterior pero emplea la primera a la vez porque nuestras inclinacio-nes nos proveen en cierta forma, con mucho aunque no del todo, nues-

    tros fines. La segunda formulacin, sin embargo, es preferible a laprimera, ya que Kant reconoce que no todos nuestros fines son estable-cidos por nuestras inclinaciones. Este reconocimiento es una consecuenciade la afirmacin kantiana de que la razn pura prctica puede guiarnuestra accin independientemente de nuestras inclinaciones y, por lotanto, que algunos de nuestros fines son establecidos por la razn mis-ma. Ms an, en cualquier caso, si el fin en cuestin es producto de lainclinacin o de la razn, nuestro motivo ms profundo para actuardebe ser fundamentado en la agencia racional y, por lo tanto, tiene sen-tido pensar la felicidad como la satisfaccin de la suma total de nuestrosfines establecidos por nosotros mismos, en tanto que es racionalmente con-cebida y perseguida por seres como nosotrosmismos.

    Sin embargo, la definicin kantiana de la felicidad no es tan impor-tante para nuestro propsito inmediato como su afirmacin de que lafelicidad de nosotros y de los dems es un fin, a la vez que un deber.Justamente, esta afirmacin es su primer paso para proveer una deduc-cin del concepto de sumo bien. Como un fin, la felicidad es un objeto

    que nosotros escogemos realizar, pero no es uno que pueda ser realizadoslo a travs de una multitud de acciones. De esta manera, la felicidadcomo deber no es una demanda de hacer cualquier cosa en particular adiferencia del deber de cumplir una promesa, el cual demanda que no-

    5 Vasepor ejemplo la Crtica del Juicio(Ak., V: 431) y En torno al tpico: esto puede ser

    correcto en teora pero no sirve para la prctica (Ak., VIII: 283).

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    sotros hagamos precisamente lo que prometemos. Por lo tanto, debemoshacer aquellas cosas que nos conduzcan a la felicidad, cualesquiera que pue-dan ser.

    En laFundamentacin,Kant afirma que nosotros tenemos el deber depromover la felicidad de los otros (Ak., IV: 441), pero el argumento msclaro para esta afirmacin lo encontramos en su discusin del deber debeneficencia en La doctrina de la virtud. Puesto que la felicidad es lasatisfaccin de todos nuestros fines, el deber de realizar la felicidad delos dems es el deber de ayudarlos a conseguir la satisfaccin de susfines, i. e., tomar sus fines como propios. En suma, tenemos un deber deactuar benficamente:

    La benevolencia (Wohlwollen) consiste en complacerse en la felicidad (en elbienestar) de los dems; pero la beneficencia (Wohlthun) es la mxima de pro-ponerse esto mismo como fin, y el deber correspondiente a ello es la coaccindel sujeto, ejercida por la razn, de aceptar esta mxima como ley universal.(Ak., VI: 452)

    [] Hacer el bien, es decir, ayudar a otros seres humanos necesitados a serfelices, segn las propias capacidades y sin esperar nada a cambio, es un deber detodo ser humano.

    Porque toda persona que se encuentre necesitada desea que los dems leayuden. Pero si l manifestara su mxima de no querer, por contrapartida, pres-tar ayuda a los dems en caso de necesidad, es decir, si la convirtiera en una leypermisiva universal, todos le negaran igualmente su ayuda cuando l mismoestuviera necesitado o, al menos, tendran derecho a negrsela.(Ak., VI: 453)

    El deber de beneficencia algunas veces es entendido como si derivarade una peticin del inters propio: es decir, determino actuar ben-

    ficamente porque me doy cuenta de que algn da necesitar la ayudade quienes ahora ayudo.6Si bien quisiera recibir ayuda cuando la nece-site, sta no es una razn moral para actuar benficamente. Una mxi-

    6 Por ejemplo, en el captulo I de su Utilitarismo (1974), Mill sostiene que todas las

    derivaciones de Kant sobre los deberes dependen del inters propio. Ebbinghaus

    argumenta convincentemente en contra de este tipo de lectura (1967: 220-226).

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    ma de frialdad o de indiferencia en torno a la necesidad falla al intentaruniversalizarla porque podra aplicarse tambin a mi, puesto que conside-ro mi felicidad un fin legtimo, no puedo querer consistentemente una

    mxima cuya universalizacin (en la forma de rechazo de promover lafelicidad de todos bajo necesidad) podra socavar mi habilidad de alcan-zar mis propios fines y, de esta manera, ser feliz.7

    La cuestin para Kant no es que busquemos evitar mximas cuyauniversalizacin dae nuestra habilidad de perseguir nuestro propio in-ters (aunque de hecho puede ser as). En cambio, su punto es que nues-tra inhabilidad para universalizar una mxima de la indiferencia contienenuestra propia negativa para valer como una razn para que nosotrosmismos podamos ser tentados a considerar una razn para los dems.

    En relacin con la mxima mencionada de la frialdad, rehso reconocerque la indiferencia de los dems sea una razn para negarme ayuda cuan-do la necesite. Pero dado que cuenta como razn para m tambin cuentacomo razn para ellos (en circunstancias similares relevantes), justi-ficadamente no puedo negarles ayuda cuando ellos estn en necesidad,a pesar de alguna inclinacin que pudiera tener para hacerlo. Esta for-ma de argumentar es un ejemplo de lo que ahora es conocido como lacontradiccin del examen de la voluntad.8Veremos que las afirmacionesde Kant pueden ser reconstruidas frecuentemente de acuerdo con suparticular examen. Pero tambin veremos otra manera de reconstruirsus afirmaciones acerca de los diversos deberes relacionados con el con-cepto de sumo bien.

    Si la anterior derivacin del deber de beneficencia an parece insatis-factoria, podemos argumentar de manera ms directa. Es decir, tene-mos un deber de beneficencia porque tenemos el deber de promover ypreservar la agencia racional en general. Fracasar al actuar benfica-mente, cuando somos capaces de ayudar a alguien necesitado, es negarse

    a reconocer el valor de humanidad en los dems. Una negativa universa-lizada de asistir a los dems es negarles el estatusde agentes racionales,el cual nos concedemos a nosotros mismos. Tal negacin es inconsisten-

    7 Un argumento tal es sugerido en laFundamentacin(Ak.,IV: 441) y en la Crtica de la

    razn prctica (Ak., V: 34-35).8 Para esta fuente en Kant, vase Ak., IV: 423-424. Para un comentario vase la nota 4.

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    te con las demandas morales que ponemos en los dems al asistirnos ennuestra propia necesidad, pues hacer cualquier demanda moral hacia losdems, en primer lugar, es demandarles desde nuestra propia estimacin

    el nivel de agentes racionales, quienes son merecedores de un trato be-nevolente slo en virtud de su racionalidad.Kant cree que tener el deber de ayudar a los otros es obvio, pero tene-

    mos tambin el deber de promover nuestra propia felicidad? Este deberes enunciado como un componente del concepto de sumo bien, a pesar delhecho de que Kant explcitamente niega que podamos quiz tener undeber tal:

    En efecto, lapropia felicidad es un fin que todo ser humano tiene (gracias al

    impulso de su naturaleza) pero este fin nunca puede considerarse como un de-ber, sin contradecirse a s mismo. Lo que cada uno quiere, ya de por s de unmodo inevitable, no est contenido en el concepto de deber; porque ste implicauna coercin hacia un fin aceptado a disgusto. Por lo tanto, es contradictoriodecir que estamos obligados a promover nuestra felicidad con todas nuestrasfacultades.(Ak., VI: 386)

    Tener el deber de hacer cualquier cosa implica que podemos no hacerlas acciones que nos conduciran a realizar el fin materializado en dichodeber. Pero, como Kant dice en la cita anterior, puesto que naturalmen-te deseamos la felicidad, no podemos tener nunca el deber de promover-la.9La propuesta de Kant es clara; sin embargo, debemos matizarla.

    Esta salida del texto de Kant es necesaria pues sostiene que el sumobien exige actuar de tal manera que una proporcin perfecta entre feli-cidad y virtud sea realizada en este mundo. Pero esta afirmacin no estcualificada de tal manera que excluyamos del concepto de sumo biennuestra propia felicidad como un fin, el cual tambin es un deber. Kant

    slo sostiene que el sumo bien, i. e.,la proporcin exacta entre felicidady virtud, donde sta causa a aqulla, es un fin a la vez que un deber. Ensu ensayo Entorno al tpico: Tal vez eso sea correcto en teora, pero nosirve para la prctica, Kant habla defelicidad universalcomo uno de los

    9 Kant considera que es un absurdo decir que debemos tener a nuestra propia felicidad como

    un fin (Ak., VI: 6).

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    componentes del sumo bien; esto implica que nuestra propia felicidad esun fin a la vez que un deber.10

    Ciertamente, confirmar la afirmacin de que nuestra propia felicidad

    es un deber viene de un pasaje de laFundamentacin:

    Asegurar la propia felicidad es un deber (al menos indirecto), pues la falta desatisfaccin con el propio estado, en un apremio de muchas preocupaciones y enmedio de necesidades no satisfechas, podra fcilmente convertirse en una grantentacin de infringir los deberes. (Ak.,IV: 399)11

    La dificultad introducida por el adverbio indirectamente requiere cier-ta atencin, puesto que no resulta obvio lo que sea un deber indirecto

    como opuesto a uno directo. La aclaracin adecuada la encontramos enLa doctrina de la virtud:

    Las adversidades, el dolor y la pobreza, son grandes tentaciones para transgre-dir el propio deber. Por lo tanto, parece que el bienestar, el vigor, la salud y laprosperidad en general, que contrarrestan tal influjo, pueden considerarse tam-bin como fines que son a la vez deberes; es decir, promover lapropia felicidady no dirigirse slo a la ajena [] Buscar para s mismo bienestar no es directa-mente un deber pero bien puede serlo indirectamente; es decir, defenderse de lapobreza como de una gran tentacin para los vicios. Ahora bien, en tal caso loque constituye mi fin y a la vez mi deber no es mi felicidad, sino mantener laintegridad de mi moralidad. (Ak., VI: 388)

    La tendencia de las dos citas anteriores es clara: para Kant, promovernuestra propia felicidad es un deber indirecto, ya que perseguir nuestrapropia felicidad es un medio necesario para promover nuestra propiahabilidad de cumplir con nuestro deber.12

    10Vase En torno al tpico: Tal vez eso sea correcto en teora, pero no sirve para la

    prctica,Ak., VIII: 279.11Para una expresin similar de esta idea vaseAk.,V: 93.12Un lector annimo podra cuestionar mi desviacin del texto de Kant, sugiriendo que

    tenemos un deber de perseguir la totalidad representada en el concepto de sumo bien,

    aunque incluya nuestra propia felicidad entendida meramente como un fin natural (y,

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    Estas consideraciones acerca de nuestra propia felicidad pueden serresumidas de la siguiente manera. Tenemos fines que intentamos reali-zar a travs de nuestras acciones. De entre ellas, tenemos deberes. Si

    somos infelices, o estaremos tentados a no cumplir con nuestras propiasobligaciones o no podramos cumplirlas, especialmente las que no con-tribuyen a nuestra felicidad. Puesto que debemos querer los medios ne-cesarios para realizar nuestros fines, debemos querer nuestra propiafelicidad. No querer nuestra propia felicidad puede frustrar nuestra ha-bilidad para cumplir con nuestras obligaciones. Es decir, no deseamossimultneamente el no perseguir nuestra felicidad y cumplir con nues-tros deberes, para ser capaces de hacer nuestro deber asumimos que engeneral somos felices. (En efecto, puede haber momentos en las cuales

    la felicidad y el deber entren en conflicto, por esta razn se requieresacrificar la primera ante la segunda. El punto de Kant es que debemosadoptar una regla general de perseguir nuestra propia felicidad siempreque nos ayude a cumplir nuestro deber.) En virtud de que la felicidad esel medio necesario para llevar a cabo nuestros deberes, sta es un deberindirecto, i. e.,un deber cuyo cumplimiento es requerido para realizarotros deberes. Los medios para nuestros fines obligatorios son en s mis-mos obligatorios (siempre que no haya un sustituto equivalente, un puntoque Kant parece asumir en el caso de nuestra propia felicidad) y, as,estamos obligados a perseguir nuestra propia felicidad.

    luego, no como un deber). Ofrezco dos consideraciones en defensa de mi argumentacin:

    primero, mi modificacin de las afirmaciones de Kant es consistente con su explicacin

    pronunciada sobre el sumo bien; si nuestra propia felicidad no es tratada como un fin a la

    vez que un deber, al menos estamos seguros de subordinar nuestra propia felicidad a

    la felicidad de los dems dentro de nuestro propio esfuerzo de perseguir el sumo bien,

    del cual podran emerger los varios problemas mencionados en la discusin de Kant entorno a la felicidad como un deber indirecto. Pero, haciendo de nuestra felicidad un deber

    explcitamente reconocido, evitaremos esta subordinacin; por ello, hacer un pronun-

    ciamiento de nuestra propia felicidad es una doble consideracin: es ms, al promover

    nuestra propia felicidad que al menos probablemente conseguiremos, a saber, la nuestra

    propia, actuamos de la manera en que sea ms probable contribuir con el sumo bien.

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    III LA VIRTUD COMO UN FIN A LA VEZ QUE UN DEBER

    En la segunda Crtica, en el contexto de la discusin sobre una voluntad

    santa una voluntad incapaz, en principio, de adoptar alguna mximaen conflicto con la ley moral, Kant caracteriza la virtud de la siguientemanera:

    Esta santidad de la voluntad es sin embargo una idea prctica que debe necesa-riamente servir deprototipo; aproximarse a lo infinito a ste es lo nico quecorresponde a todos los seres racionales finitos; y esa idea mantiene constante y

    justamente ante sus ojos la ley moral pura, por lo cual se llama tambin santa;estar seguro de este progreso al infinito de las propias mximas y de su constan-

    cia invariable para un progreso constante, y esto es la virtud, es lo ms alto quepuede realizar la razn prctica finita; esta virtud a su vez, al menos como fa-cultad naturalmente adquirida, nunca puede ser perfecta. (Ak., V: 32-33; vase

    Ak., VI: 409)

    En suma, virtud es progresar hacia la habilidad de siempre cumplirnuestro deber por el solo sentido del deber. En La doctrina de la virtud,Kant clarifica por qu la virtud es adquirida gradualmente y no de ma-nera inmediata:

    Se puede decir adems acertadamente que el ser humano est obligado a lavirtud (como fortaleza moral). Porque, aunque gracias a la libertad podemos ytenemos quepresuponer absolutamente la capacidad (facultas) de superar todoslos impulsos que se oponen sensiblemente, esta capacidad, sin embargo, como

    fortaleza(robur), es algo que tiene que adquirirse potenciando el mvilmoral(la representacin de la ley) mediante la contemplacin (contemplatione) de ladignidad de la ley racional pura en nosotros pero tambin, a la vez, mediante

    ejercicio (exercitio). (Ak., VI: 397)

    Quepodamos actuar por el solo sentido del deber no implica que dehecho lo hagamos. Debemos adquirir el conocimiento moral requerido yla habilidad para resistir nuestros impulsos antes de que el solo sentidodel deber pueda motivarnos. Tambin debemos desarrollar nuestra bue-

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    na voluntad (willingness) para actuar moralmente e incrementar nues-tra receptibilidad hacia las demandas de la moralidad.

    Antes de regresar a la derivacin de este deber, ciertas cuestiones que

    requieren respuesta vienen a mi mente. Podemos tener un deber paraactuar a partir de un motivo particular? Ciertamente, tenemos deberespero debemos cumplir por el deber? Por qu el motivo para realizarnuestros deberes debe ser de cualquier carcter siempre y cuando lo cum-plamos? La derivacin de Kant del deber que persigue nuestra propiaperfeccin moral responde a estas preguntas.

    En La doctrina de la virtud,Kant repetidamente afirma que nuestrapropia perfeccin moral es un fin a la vez que un deber. Desafortunada-mente no ofrece un argumento claro para su afirmacin, aunque hay

    indicaciones en el texto que permiten reconstruir un argumento pararespaldarlo, de acuerdo con la contradiccin en el examende la volun-tad. Cuando Kant trata sobre la perfeccin natural, de la cual tambinafirma que es un fin a la vez que un deber, claramente usa este examen:pues tenemos que perseguir fines tanto morales como no morales, debe-mos desarrollar las habilidades naturales que son los medios de aqullosfines. As, nuestra perfeccin natural es un fin a la vez que un medio.13

    Puesto que Kant deriva el deber de la perfeccin natural por medio dela contradiccin en el examen de la voluntad, uno esperara que puedaderivar el deber de la perfeccin moral de la misma manera. Afortuna-damente, Kant aclara cmo hacerlo:

    Lavirtud es la fuerza de la mxima del ser humano en el cumplimiento de sudeber. Toda fuerza se reconoce slo por los obstculos que es capaz de supe-rar; pero en el caso de la virtud los obstculos son las inclinaciones naturales,que pueden entrar en conflicto con el propsito moral y, puesto que es el serhumano mismo quien pone estos obstculos a sus mximas, la virtud no es

    nicamente una autocoaccin (pues en tal caso una inclinacin natural podraintentar someter a las otras), sino tambin una coaccin segn un principio dela libertad interna, por lo tanto, mediante la mera representacin de su debersegn la ley formal del mismo. (Ak., VI: 394)

    13 Ak., VI: 391-392. Para el mismo tipo de argumento, vase Ak., IV: 422-423.

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    Este pasaje puede ser extendido dentro del argumento basado en lacontradiccin del examende la voluntad de la siguiente manera. Comoseres morales tenemos fines que son obligatorios y, para los cuales, debe-

    mos querer los medios necesarios para realizarlos. Podemos buscar estosfines motivados tanto por nuestras inclinaciones como por respeto a laley. Pero nuestras inclinaciones pueden entrar en conflicto con nuestrasintenciones morales y, as, pueden persuadirnos de hacer nuestro deber.Sin embargo, si desarrollamos nuestra capacidad para actuar virtuosa-mente, de modo que el respeto hacia la ley llegue a ser nuestro motivoprimordial, nuestras inclinaciones nunca podran extraviarnos, as, po-dramos actuar movidos por el respeto a la ley.

    La agencia racional exige no slo querer los medios de nuestros pro-

    pios fines, sino tambin querer los ms efectivos; de lo contrario, fraca-saramos al intentar tomar las demandas de racionalidad tan gravementecomo podramos. Puesto que nuestras inclinaciones a menudo no con-cuerdan con el ejercicio de nuestro deber, sera prudente emplear el pensa-miento de moralidad como motivacin cuando perseguimos nuestrosdeberes. El medio ms efectivo para hacer nuestro deber no sera extir-par nuestras inclinaciones completamente esto es imposible para se-res sensibles como nosotros, sino ms bien hacer lo que la razn sugiere,como la manera apropiada de satisfacer nuestras inclinaciones y las deotros legtimamente, a la vez que, quiz, percibamos la influencia de nues-tras propias inclinaciones sin reconocer que tal influencia sola es una ra-zn suficiente para actuar como lo hacemos. Esto es, actuar por el solomotivo moral, lo que se requiere para volvernos virtuosos. Si no queremosperseguir nuestra propia virtud, entonces no queremos desarrollar los me-dios ms efectivos para hacer nuestro deber, lo cual sera desear algunasveces no cumplir con nuestro propio deber (puesto que nuestras inclina-ciones a menudo nos conducen a extravos [fuera de nuestro deber]).

    Pero, ya que siempre debemos hacer nuestro deber, debemos perseguirnuestra virtud. No hacerlo sera irracional.Adems, cultivar nuestra propia virtud como un fin en s mismo (y no

    por las razones instrumentales delineadas en el prrafo anterior) es unaexpresin del genuino reconocimiento de las demandas de la moralidad.Si nunca reflexionamos sobres nuestra propia virtud, esto es, nuestrapropia disposicin para actuar moralmente, podra ser difcil decir de

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    qu manera reconocimos que tuvimos deberes en principio; perseguir lavirtud es una va en la cual sealamos nuestro compromiso con la leymoral. Por lo tanto, una vez ms, nuestra perfeccin moral es un fin a la

    vez que un deber.Podemos, tambin, mostrar que la virtud de los dems es un fin a lavez que un deber? Como fue en el caso de nuestra propia felicidad, Kantniega explcitamente que estemos obligados a perseguir la virtud de losdems:

    [] es una contradiccin que me proponga como fin laperfeccin de otro y queme considere obligado a fomentarla. Porque laperfeccin de otro ser humanocomo persona consiste precisamente en que l mismo sea capaz de proponerse

    su fin segn su propio concepto del deber, y es contradictorio exigir (proponer-me como deber) que yo deba hacer algo que no puede hacer ningn otro msque l mismo. (Ak., VI: 386)

    Mientras argumento que este pasaje es claro Kant quiere probarque la virtud de los dems no es nuestro deber, no queda claro cmose cumple su intencin. Kant confa en una afirmacin hecha tempra-namente en La doctrina de la virtud para el efecto de que un fin es unobjeto de la libre eleccin (Ak., VI: 381, 384-385). De esto, Kant infiereque no puedo forzar a alguien a adoptar un fin que suponemos sea unobjeto de la libre eleccin: si lo obligo, entonces la eleccin no es libre enabsoluto. En el mejor de los casos, puedo restringirlo (o quiz alentarlo)a realizar esas acciones que son los medios para su fin, aunque que loadopte o no como propio.

    Las dudas de Kant, sin embargo, son innecesarias, pues podemos de-mostrar que tenemos el deber de promover la virtud de los dems, estoes, hacer de su virtud nuestro propio fin. Esta afirmacin es similar a la

    primera para el efecto de que, a pesar de lo que Kant explcitamente diceen La doctrina de la virtud, tenemos el deber de promover nuestrapropia felicidad. Debemos que desafiarlo una vez ms por dos razones.

    Primero, la afirmacin temprana sobre nuestra propia felicidad. Kantdice siempre que la virtud en general, y no solo la nuestra, es un compo-nente del sumo bien. Nunca dice que el sumo bien sea un fin que estambin un deber, el cual requiere de un individuo que persiga tanto la

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    felicidad de los otros (sin importar su virtud) as como la felicidad propiaen proporcin a su propia virtud. Mejor dicho, el concepto de sumo bienre-quiere que persigamos un mundo en el cual nuestra felicidad y la de

    otros sea proporcional a nuestra virtud y la de los otros, as se sugie-re que la virtud de los dems es un fin que es a la vez un deber. Una vezque la felicidad de los otros llega ser nuestro fin, podemos preguntar siellos son o no dignos de ser felices. Pero ya que estamos obligados apromover su felicidad, es necesario que esforzarnos en hacerlos dignosde ella; de otra manera nuestras acciones podran proporcionarles algoque no merezcan. Por lo tanto, no slo nos hacemos dignos de nuestrapropia felicidad, sino que tambin tenemos a la mano hacer dignos aotros de su propia felicidad. Segundo, tanto en la Metodologade la

    segunda Crtica como en La doctrina de la virtud, Kant discute cmoinstruir a los dems en la tica, lo cual sugiere que la virtud de los demspuede ser un fin propio. Por lo tanto, a pesar de la negacin explcita deKant, sus propios pronunciamientos son consistentes con afirmar que lavirtud de los otros puede ser un fin a la vez que un deber. El argumentopara esta afirmacin es similar a la anterior, esto es: tambin se basa enla contradiccin en el examen de la voluntad. Pero antes de regresar aeste argumento, debemos dirigirnos primero a la afirmacin kantianade que la virtud de los otros no puede ser nuestro fin.

    En el pasaje citado dos prrafos antes, Kant dice que es autocontra-dictorio exigirme lo que slo los otros pueden hacer por ellos mismos.Esto es en verdad suficiente, pero exactamente qu se me pide hacerpara promover la virtud de los otros? Ciertamente, no puedo adoptar susfines por ellos. Esto es imposible: un fin es un objeto de libre eleccin y,as, tiene que ser adoptado por ellos mismos. Si adoptar sus fines porellos fuera lo que podra estar involucrado en la persecucin de la virtudde los dems, entonces sera requerimiento imposible de hacerme y, de

    este modo, yo nunca podra tener el deber de perseguir la virtud de losotros. Hay algo que pueda hacer con respecto a la virtud de los dems?Allen Wood formula muy bien la respuesta correcta a esta cuestin:

    Ahora, si lo que yo esperaba hacer involucra adoptar su fin por l mismo, elargumento de Kant podra ser vlido; pues slo l podra hacerlo. Pero esto no eslo que est en cuestin. Mejor dicho, lo que tenemos que decidir es, si yo puedo

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    de alguna manera promover su facultad (Kraft) para que adopte sus fines deconformidad con el deber. (Wood, 1970: 75)14

    Yo puedo promover su habilidad para actuar en conformidad con laidea del deber por medio de la educacin moral descrita en la Metodolo-gade la segunda Crtica y en La doctrina de la virtud.Aunque otrostienen que adoptar la virtud como un fin por ellos mismos; sin embargo,puedo promover su habilidad para actuar moralmente.

    As podemos derivar el deber de promover la virtud de los otros de lasiguiente manera. Como agentes racionales buscamos varios fines. Pararealizar alguno de ellos, requerimos o no ser interferidos o estamos ne-cesitados de auxilio cuando nuestros esfuerzos son cortos en cuanto a

    sus fines propuestos. La manera ms efectiva de asegurarse de que so-mos tratados de estas dos maneras es trabajando para la virtud de losdems. Si los otros son ayudados para desarrollar su virtud, entonces se-rn ms capaces de actuar por el solo motivo del deber y, as, ser msprobables que hagan su deber que de otra manera. Pues, si abandona-ran su virtud sin desarrollarla del todo, entonces seran motivados por lamera inclinacin. Si otros agentes racionales estn dominados por la so-la inclinacin, entonces pueden fcilmente desligarse de sus obligacio-nes, incluyendo las exigencias de ayudar a otros y de tratarlos comofines en s mismos y as poder perseguir fines directamente en conflictocon los nuestros. Pero debido a que nuestra propia felicidad y nuestrosdeberes son insoslayables es decir, nosotros nunca podemos justamenteromper con ellos por otros fines, debemos querer los medios para ellos.Por lo tanto, para hacer posible la bsqueda de nuestros propios fines,debemos querer la virtud de los otros, as nuestras acciones y las de ellosse relacionan con menos conflictos. No querer la virtud de los otros esno querer los medios ms efectivos para realizar nuestros fines.

    Adems, un compromiso sincero de cumplir las demandas de la mo-ralidad toma la forma de un compromiso para hacer de la moralidadmisma el motivo de nuestras acciones, aunque reconocemos al mismotiempo que solo podemos vivir imperfectamente a la luz de este ideal.

    14 Mi discusin sobre la virtud de los otros queda en deuda con las observaciones de Wood,

    1970: especialmente 71-78.

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    Nunca ser motivado por la idea del deber podra ser un rechazo implcitode cualquier compromiso para actuar moralmente, ya que nunca po-dramos ser motivados a incorporar la idea del mismo en nuestras mxi-

    mas. Si nunca intentamos incorporar la idea del deber en nuestras mximas,entonces, cmo reconocer las demandas de la moralidad sera entera-mente un misterio. Es decir, reconocer las demandas de la moralidad, estambin reconocer un deber con respecto a la virtud y no slo por merasrazones instrumentales, sino ms bien una expresin de completa legiti-midad y genuina preocupacin por la moralidad. En la medida en queresuelvo ser moral, tengo el deber de desarrollar mi propia virtud (comohemos visto al comienzo de esta seccin). Por otra parte, en la medida enque me preocupa que la moralidad ejerza tanta influencia sobre noso-

    tros como sea posible (y debo tener esta preocupacin, dado mi reconoci-miento de que la moralidad hace demandas en todos nosotros), deboreconocer que los dems deben desarrollar su propia virtud. As, con res-pecto a la moralidad, debo hacer de la virtud de los dems mi fin, paradar expresin a mi preocupacin de que las demandas de moralidadsean tan ampliamente cumplidas como sea posible.

    Hacer la virtud de los dems mi propio fin es hacer lo posible parapermitirles actuar virtuosamente. Kant considera que podemos haceresto a travs de la educacin moral. l dice, por ejemplo, que podemoscontarle a los dems historias de personas honestas forzadas a difamarinocentes, aunque dbiles se rehsan a hacer esto pese a las consecuen-cias de su negativa, aun cuando esto signifique su propia muerte (Ak., V:155-156). Esto generar respeto hacia la ley como motivo primordial dela accin en nuestros escuchas, quienes aprendern que es posible actuarcontrariamente al inters propio y en conformidad con las demandas dela moralidad (Ak., VI: 479-480). Tambin podemos instruir directamen-te a las personas sobre filosofa moral. En el catecismo moral de La

    doctrina de la virtud, Kant ofrece el ejemplo de un maestro que gua aun estudiante inmaduro a travs de las bases de la teora moral kantiana,obteniendo de l, a la manera socrtica, respuestas sobre la felicidad, lavirtud y el deber (Ak., VI: 480-482). Y enlaPedagoga, Kant explica cmopromover la educacin moral en los infantes que mienten: en lugar decastigarlos, deberamos tratarlos con desprecio, porque el desprecio pro-

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    duce vergenza. El castigo, dice Kant, har que los nios acten por supropio inters y no por un sentido del deber (Ak., IX: 480-481).

    Pero quiz la caracterstica ms importante de la educacin moral,

    una que Kant no resalta explcitamente, pero la cual fundamenta impl-citamente mucho de lo que escribe sobre el tema, es que las personasdeben pensar que no se pueden excusar a s mismas de sus obligacionesmorales. Deben aprender que ni las inclinaciones del inters propio nilas acciones de otros que no cumplen sus obligaciones, no proporcionanen lo absoluto la autoridad para evitar o ignorar las demandas de lamoralidad. Una vez que este conocimiento se transforma en segundanaturaleza por medio del proceso de la educacin moral, las personassern mucho ms probables a actuar por el solo sentido del deber, por

    ello no habr nada ms que las desvi de su deber. Entonces, querranverdaderamente vivir para cumplir el requerimiento de universalizar lasmximas de sus acciones y habremos contribuido en la formacin dedicha conducta.

    IV LAS DOS RELACIONES ENTRE FELICIDAD Y VIRTUD

    Kant consistentemente traza el concepto del sumo bien como una snte-sis de los conceptos de felicidad y virtud. La conexin entre ambos no esentonces un enlace analtico (Ak.,V: 111-113). Por lo tanto, mantenerlas relaciones de proporcionalidad y causalidad entre la felicidad y lavirtud de tal manera que nuestra felicidad est en estricta proporciny causada por nuestra virtud no puede ser descubierto por diseccin delos conceptos que constituyen el de sumo bien. Adems, dado el estatusa priori del concepto de sumo bien, es razonable asumir que Kant supo-ne que las relaciones entre felicidad y virtud sean conocidas a prioritam-

    bin. Este hecho naturalmente deja al lector esperando alguna clase deargumento que justificara la inclusin de estas dos relaciones en el con-cepto de sumo bien, ya que Kant dice muy poco acerca de este tema, unavez ms dejando sin develar algo de vital importancia para la doctri-na del sumo bien. Sin embargo, en algunos pasajes, especialmente enlasNachlass, Kant ofrece tiles sugerencias acerca de cmo pueden rela-cionarse felicidad y virtud. En el fondo de todo, podemos reconstruir una

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    justificacin a priori de acuerdo con su opinin de que la felicidad y lavirtud pueden relacionarse sintticamente en el concepto de sumo bien.

    Consideremos la relacin de proporcionalidad. Que la felicidad tiene

    que estar en proporcin con la virtud, posiblemente es una consecuen-cia ms general del vaco moral que el efecto de que creemos mereceralgn bien slo en tanto que seamos virtuosos. Pero Kant no mencionatal principio en ninguno de sus escritos publicados. Quizs acepta talprincipio porque lo considera una parte de la conciencia moral ordina-ria, descrita en la primera seccin de la Fundamentacin. En el prrafoinicial de esta seccin, Kant afirma que un espectador, racional e impar-cial, no se deleitara con la felicidad de alguien que careciera de unabuena voluntad (Ak., IV: 393). Un modo para entender esta afirmacin

    es la de que un espectador sufra al ver a alguien carente de virtud yaposeyendo una felicidad inmerecida y, adems, que tal desaprobacinsea consecuencia de un compromiso implcito de abandonar un princi-pio de vaco moral.

    Kant reconstruye las nociones fundadas en nuestra conciencia moralordinaria de manera filosficamente correcta. El concepto de una bue-na voluntad que acta por el solo motivo del deber es trasformado en elconcepto de una voluntad que es capaz de actuar por el puro principioformal de legalidad universal, i. e., el imperativo categrico (Ak., IV: 399-402). Ningn tipo similar de reconstruccin es ofrecido para la desapro-bacin que el espectador racional e imparcial sienta al ver una felicidadinmerecida. Quiz Kant considera que un principio de la moral vaco esadecuado en s mismo como si fuera axiomtico y, por ello, no re-quiere una reconstruccin del mismo tipo empleado en el caso de labuena voluntad. Esto, podra explicar por qu Kant usa felizmente talprincipio sin intentar justificarlo.

    Kant, al menos en alguna ocasin, parece haber contemplado el prin-

    cipio moral vaco de esta manera, puede ser encontrado en la reflexinR5477(aproximadamente de 1776-1778). Aqu Kant discute la vida delms all de tal manera que presagia sus ltimas discusiones sobre teolo-ga moral: esto es, debemos asumir la existencia de otro mundo con elfin de evitar el absurdum practicumde tener el deber de esforzarse por lavirtud (aqu llamada Wohlverhalten, i. e., buena conducta), un logro mo-ral que nunca podemos alcanzar por completo en esta vida. Kant supo-

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    ne que la relacin de proporcionalidad (una frase de la que no hace usoexplcito, pero que describe precisamente lo que dice) es ein Grundsatzder Vernunft, de esta manera sugiere que sta posee el estatusde un pri-

    mer principio no derivado: Este es un principio de la razn que no nosdemandara ser felices donde no lo mereciramos (Ak., XVIII: 194). Yaque no es necesariamente el caso para Kant, el que un principio de larazn es un axioma requerido sin demostracin alguna, esta reflexinpresenta algn crdito, aunque mnimo, para afirmar que Kant suscribeun principio moral vaco que explica la relacin de proporcionalidad enel concepto de sumo bien.

    Pero son suficientes estas consideraciones para justificar la inclusinde la relacin de proporcionalidad en el concepto de sumo bien? A pesar

    de todo lo que se haya dicho en su favor, incluyendo la mera obviedad yapelacin de la nocin de vaco, tambin parece conveniente para Kantayudarse a s mismo de semejante principio. Ahora, Kant ciertamenteparece haber suscrito semejante principio, como puede ser razonable-mente conjeturado de su caracterizacin frecuente de entender la virtudcomo la dignidad de ser feliz. No obstante, razones de ms peso que lasofrecidas, incluso, podran disminuir la disconformidad que sentimos alatribuirle semejante cosa a Kant. La relacin de la felicidad con la vir-tud puede ser entendida de tal manera que no necesitemos apelar a unprincipio de la moral independiente como ese principio vaco?

    En varios lugares de laNachlass, Kant discute la relacin entre felici-dad y virtud como si las dos fueran relacionadas analticamente. Si estefuera el caso, sera fcil entender la demanda de proporcionalidad entreellas: donde tendramos alguna, podramos necesariamente tener la otra;y as, por supuesto, la proporcin exacta entre ellas se podra sostener.Pero Kant, en realidad, tiene en mente una relacin ms complicadaentre felicidad y virtud. Por ejemplo, en la reflexinR6892(fechada en-

    tre 1776-1778) expresa que si las leyes de la moralidad son universal-mente observables, cualquiera podra ser feliz en grado supremo (Ak.,XIX: 195); y en la reflexinR7196(aproximadamente entre 1780-1789),Kant escribe: La virtud nos hara felices si fuera universalmente practi-cada (Ak., XIX: 270). Enunciados como estos culminan en la afirma-cin de R7202 (fechada entre 1780-1789), donde Kant afirma que lafelicidad es libertad bien ordenada (Ak., XIX: 276).

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    Lo que Kant remarca con estas observaciones es cuestionable, peroesta es una lectura especialmente til para nuestros propsitos. Ser feliz,como lo hemos visto, es realizar la totalidad de nuestros fines, pero ha-

    cerlo as es siempre problemtico. Varios obstculos surgen y nos impi-den alcanzar nuestra completa medida de felicidad. Quizs el mayorobstculo es el que nos ponemos a nosotros mismos por nuestra incapa-cidad de ordenar nuestros propios fines de acuerdo con las demandas dela moralidad, i. e., por nuestras fallas para ser virtuosos. El ordenamientoracional de los fines establecidos en la persona virtuosa ofrece la mayorposibilidad de alcanzar la felicidad (o por lo menos la felicidad que unorazonablemente puede esperar en un mundo material con todos sus ries-gos). La persona virtuosa no puede estar enemistada con ella misma, i.

    e., no perseguir fines conflictivos y, as, estar en una mejor posicinpara maximizar un nmero de fines que podra realizar exitosamente.Ella poseer libertad bien ordenada por ser virtuosa y, as, su felicidadser ms completa y duradera que la de los menos virtuosos.

    Si la virtud fuere practicada universalmente, entonces cualquiera es-tara en una posicin similar, y la bsqueda colectiva de la felicidad en elcontexto de la virtud universal aumentara la felicidad individual muchoms. Esto es, aun cuando algunos obstculos pudieran emerger parafrustrar nuestros esfuerzos encaminados a lograr nuestros fines, inclusoas, nuestra felicidad aumentara. En otras palabras, la felicidad aumen-tara en proporcin con la prctica de la virtud. Esto no es equipararfelicidad y virtud es decir, la conexin entre ambos no es analtica;la felicidad es el logro de la totalidad de los fines, mientras que la virtudes una manera entre muchas otras de ordenar esos fines. En cambio, laprctica de la virtud podra dar lugar a circunstancias causales ms fa-vorables para el logro de la felicidad. Como Kant dice en la reflexinR7199(escrita entre 1780-1789), la moralidad consiste en las leyes de

    la produccin de la (verdadera) felicidad a partir de la libertad (Ak.,XIX: 273). Es decir, la libertad bajo leyes elegidas por nuestra propia ra-cionalidad reflexiva, i. e.,eleccin condicionada por la virtud, ofrece lamejor oportunidad para la produccin de felicidad, pues en estas cir-cunstancias perseguimos nuestros fines de tal manera que tenemos msprobabilidad de llegar a ser felices, de lo que podramos en ausencia deun orden autoimpuesto ofrecido por una disposicin virtuosa.

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    Por otro lado, incluso el ms impecable de entre nosotros se encuen-tra con el esfuerzo de ser virtuoso: nuestro mejor intento a veces fraca-sa, aunque no por nuestra propia culpa; la naturaleza es indiferente a

    nuestros fines morales o de cualquier tipo, y el virtuoso a menudo no esrecompensado. Pero esto es de esperarse en el mundo imperfecto quehabitamos. Un mundo perfectamente sensible a las demandas de la mo-ralidad es una idea de la razn, por lo tanto, no podemos esperar vivirloen este tiempo de vida. As, a decir de Kant en la primera Crtica, estamosobligados a suponer su existencia futura para no frustrar nuestra espe-ranza de adquirir la virtud demandada por nosotros mismos y hacerposibles las circunstancias en las cuales la felicidad es perfectamenteproporcional con la virtud (A 808-813/B 836-841). Es decir, estamos obli-

    gados a postular la inmortalidad del alma y la existencia de Dios.Los postulados son irrelevantes, no obstante, si Kant primero no pue-

    de probar que estamos obligados a perseguir el mundo moral que requeri-mos para esta posibilidad. En lo siguiente, es necesario mostrar por quKant tiene razn para creer que la felicidad y la virtud son relacionadasen el concepto de sumo bien por medio de las dos relaciones discutidas enesta seccin. Hasta aqu slo he mostrado que Kant puede contribuircon un principio moral vaco, y esto, dadas las circunstancias empricasapropiadas, la virtud puede ser un medio efectivo, quizs incluso el msefectivo, para producir la felicidad. Pero se requiere para completar ladeduccin del sumo bien.

    El concepto clave para concluir la deduccin es el de los agentes ra-cionales como seres que determinan fines para s mismos. Ya que somosseres capaces de establecer fines por nosotros mismos, los adoptamos olos perseguimos hacindolos propios. Adems, de acuerdo con Kant, yaque poseemos razn prctica pura, encontramos que nuestros fines nospueden ser dados por la razn misma (en el sentido de que el respeto por

    la ley funciona como nuestro ms profundo y necesario motivo para laaccin) y, por lo tanto, no son meramente productos de nuestras incli-naciones. As como reconocemos que la moralidad nos hace demandaslegtimas, hacemos de nuestro deber en general nuestro fin principal.

    La agencia racional requiere que queramos el medio ms efectivo paranuestros fines en general y hacer nuestro deber sin excepcin a estaregla. Pero, en este caso, el medio ms efectivo es la doble bsqueda de

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    la virtud y la felicidad. Si intentamos sinceramente cumplir por completocon nuestros deberes, entonces debemos cultivar nuestra capacidad parahacer nuestro deber y remover cualquier obstculo para realizar nues-

    tras obligaciones. Ampliamos nuestra propia habilidad para cumplir connuestras obligaciones para desarrollar una disposicin virtuosa, que escada vez menos sensible a los distractores moralmente halagadores de lainclinacin, y ms atento con las demandas de la moralidad. Las tenta-ciones para omitir nuestros deberes son, por ello, reducidas y las deman-das de la moralidad son satisfechas ms fcilmente. An ms, este es elcaso si perseguimos la felicidad, por hacerlo de esta manera (como vi-mos en la seccin 2) al remover los obstculos que impiden cumplir conel deber y hacemos ms fcil el hecho de ser virtuosos.

    Como la medida de nuestra propia virtud incrementa, sin embargo,nuestros fines son cada vez ms adaptados y ordenados de acuerdo conlas demandas de la moralidad. As, disminuimos nuestras oportunida-des de entrar en conflicto con nosotros mismos y los otros; de este modo,construimos las circunstancias ptimas para alcanzar nuestros fines.Esto es, sin embargo, crear las condiciones ptimas para lograr la felicidad,pues Kant sostiene que la felicidad es la satisfaccin de la totalidad denuestros fines. En otras palabras, la felicidad tiende a crecer en propor-cin al grado de virtud.

    La virtud y la felicidad, en esta cuestin, no se limitan a un individuoparticular, sino ms bien llega a ser posesin de cualquiera. Adoptarsinceramente el deber de promover nuestra propia virtud y la de los otroses posibilitar nuestra felicidad y la de los dems. Perseguir universal-mente la virtud de acuerdo con las demandas de la moralidad es organi-zar el mundo de la manera ms favorable para producir la felicidad. Entales circunstancias, la virtud puede ser la causa de la felicidad. Pero lavirtud directamente no causa la felicidad en el sentido de que un marti-

    llo causa dolor al golpearse un pulgar. Por el contrario, causa felicidadindirectamente y de manera no intencional: despus de todo, el mundo,por decirlo as, debe mediar entre adoptar nuestros fines y conseguirlos.Haciendo la virtud nuestro propio fin, involuntariamente producimosfelicidad, sin que necesariamente hayamos hecho esto ltimo nuestropropio fin. Una mano invisible, por decirlo as, nos gua a travs de lafelicidad al perseguir la virtud.

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    SIGNOSFILOSFICOS, vol. XV, nm. 29, enero-junio, 2013: 220-222

    En un mundo ideal la virtud causa felicidad directamente porque enl no hay obstculos que acten frente a nuestros deberes: en este mun-do material de la naturaleza, habitado por seres considerados como se-

    res en s mismos, no hay garanta de que la virtud cause felicidad. Elmundo inteligible es tal que los fines racionales son alcanzados simple-mente por el solo hecho de serlo. En este mundo las reglas de la raciona-lidad, y en consecuencia la racionalidad, siguen su curso.15En el mundosensible, como sabemos, este no es el caso; de hecho, el deber de perseguirel sumo bien permanece para las creaturas tales como nosotros, quieneshabitamos ambos mundos, inteligible y sensible. Esto es, lo que sucedecon la regularidad como ley en el mundo inteligible, es un deber paranosotros en el mundo sensible. (Por esto Kant se ve forzado a adoptar los

    postulados de la razn prctica como condiciones de posibilidad de larealizacin completa del sumo bien.) Pero incluso en ausencia de lascondiciones ideales, la virtud contribuye a la produccin de la felicidadporque nos acerca a las circunstancias ms favorables para la felicidad hu-mana, como hemos visto en prrafos anteriores.

    CONCLUSIN

    Sabemos que nuestros esfuerzos por alcanzar el sumo bien se circuns-criben por las limitaciones halladas en nosotros mismos, por el mundo anuestro alrededor. Por ello, como Kant explica, debemos recurrir a los pos-tulados de la razn prctica para asegurar que las condiciones para po-sibilitar el sumo bien sean realizadas. Si los postulados son necesarios ono para la realizacin del sumo bien, no obstante, no cambia el hecho deque el sumo bien es un fin y tambin un deber. Reconocer las demandasde la moralidad es tambin reconocer que debemos desarrollar el medio

    ms efectivo para cumplir con el fin de nuestro deber, el cual resulta serde acuerdo con los seres racionales como nosotros mismos que habi-tamos el mundo emprico la doble bsqueda de la virtud y la felicidad.Semejante bsqueda tiene como consecuencia que la felicidad es pro-porcional a, y causada por, la virtud.

    15 Es as como interpreto algunos de los sealamientos de Kant en la A 809-810/B 837-838.

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    TRADUCCIN

    SIGNOSFILOSFICOS, vol. XV, nm. 29, enero-junio, 2013: 221-222

    Mis argumentos en este artculo no son exhaustivos, sin embargo es-pero que hayan mostrado que hay razones de peso en los escritos deKant para aceptar su afirmacin de que el sumo bien es un fin a la vez

    que un deber. Otro factor en mi favor es que he incorporado la caracte-rizacin de Henrich sobre el plan de la deduccin en Kant, para la de-duccin intentada en este artculo que realiza las cinco condicionesmencionadas en la seccin 1. La principal de stas es que los recursosempleados en la deduccin tienen su origen en algn hecho legtimo dela razn en s misma.

    En el caso del sumo bien su hecho legtimo es la posesin de la raznpura prctica y de algunas de sus caractersticas concomitantes, inclui-da la primera formulacin del imperativo categrico, el concepto de fe-

    licidad como la satisfaccin de la totalidad de nuestros fines y el concepto deseres racionales como fines que establecen fines. El xito o error de ladeduccin intentada en este ensayo ser juzgado, considerando si losrecursos usados en las secciones 2-4 son o no suficientes para concluirque el concepto de sumo bien es un fin, a la vez que un deber. Tenemosrazones para creer que es as: Kant no podra haber afirmado que elconcepto de sumo bien es un fin, a la vez que un deber, si no hubieracredo que tiene los medios necesarios para deducir dicho concepto.

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