Delincuencia Juvenil 2015

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1

Dedicatoria:

2

A mis padres que con su perseverancia

hacen de mi su logro y una satisfacción

para el país.

INDICE

LA DELINCUENCIA JUVENIL DE LIMA..........................................................5

LA DELINCUENCIA COMO FENÓMENO URBANO MUNDIAL.....................5

La delincuencia en Perú..................................................................................6

Situación Socioeconómico de los Jóvenes Peruanos......................................7

Aspectos Cuantitativos de los Jóvenes Peruanos............................................7

La delincuencia juvenil de los “Conos” de Lima...............................................8

Principales Características de La delincuencia juvenil de Lima.....................10

Territorio.........................................................................................................10

Violencia.........................................................................................................10

Ambivalencia..................................................................................................10

Solidaridad Interna.........................................................................................11

Pandilleros como sinónimo de delincuentes..................................................11

Pandillas igual a barras bravas......................................................................11

Factores que Generan La delincuencia juvenil..............................................12

OPINIONES DE ESPECIALISTAS.................................................................12

WEST.............................................................................................................12

SHORT y NYE................................................................................................13

HERRERO HERRERO...................................................................................13

LÓPEZ REY...................................................................................................13

GARRIDO GENOVÉS....................................................................................13

GÖPPINGER..................................................................................................13

COHEN y MERTON.......................................................................................13

LA DELINCUENCIA JUVENILY ENTORNO SOCIAL....................................13

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA DELINCUENCIA JUVENIL EN 28 DE

3

JULIO – PUEBLO NUEVO.............................................................................14

CAUSAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL..................................................15

Menores delincuentes por neurosis................................................................15

B.- Una segunda categoría integrada por jóvenes con rasgos de anormalidad

no patológica, y en la que entrarían...............................................................15

CONSECUENCIAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL.................................16

DELINCUENCIA JUVENIL FEMINA Y SU COMPARACIÓN CON LA

MASCULINA..................................................................................................17

REACCIONES ANTE LA DELINCUENCIA JUVENIL....................................18

TENDENCIAS DE FUTURO EN LAS REACCIONES FRENTE A JÓVENES

DELINCUENTES............................................................................................23

4

LA DELINCUENCIA JUVENIL DE LIMA

Este capítulo aborda en su totalidad el tema de La delincuencia juvenil. Primero se realiza un

breve recuento del fenómeno de La delincuencia en los centros urbanos de Europa y

Latinoamérica. Luego se analiza el fenómeno de La delincuencia en Perú; especificando las

principales ciudades donde se presentan dichos grupos. Posteriormente se realiza un análisis

cuantitativo de la situación socioeconómica de los jóvenes peruanos en la actualidad con el

objetivo de poder darnos una idea del contexto en el cual surgen La delincuencia .

En la cuarta sección se inicia el estudio de La delincuencia en Lima; aquí se pone atención en

la preocupación que La delincuencia han despertado en la opinión pública y su asociación con

el vandalismo y la delincuencia. Y también se precisa que La delincuencia son un fenómeno

propio de los distritos urbanos marginales.

Posteriormente se realiza un progresivo desarrollo de aspectos de La delincuencia de Lima

como sus principales características, los factores que las generan, su estructura organizacional,

la finalización de la vida pandillera. Finalmente se presenta dos experiencias de instituciones

para tratar el problema de La delincuencia en Lima.

LA DELINCUENCIA COMO FENÓMENO URBANO MUNDIAL

1La delincuencia juvenil es un fenómeno social que aparece en las grandes ciudades del siglo xx.

Se considera que los primeros en estudiar estos grupos fue la Escuela de Chicago que en los años

30 se interesó por conocer a los nuevos actores sociales marginales que aparecían en la ciudad,

como prostitutas, delincuentes y pandillas. Uno de los pioneros de esta escuela fue Robert E. Park

quien llega a la conclusión que la germinación de grupos como La delincuencia no surgen en la

zonas rurales, sino que son la consecuencia de la intensa dinámica de las grandes urbes.

Posteriormente, otros integrantes de la escuela como Thrasher y White1 profundizarían las

investigaciones sobre el tema sobre todo dedicándose a estudiar la organización e identidad de

dichas bandas juveniles.

En los años 50 investigadores como Cohen 2y Miller llenan el vacío teórico de los estudios anteriores, y

vuelven a una perspectiva más estructuralista – recogiendo a Durkheim y Merton enfatizando las

contradicciones entre expectativas y posibilidades del sistema como principal factor generador de

pandillas.

Posteriormente, en los años 60 con la aparición de bandas juveniles en Europa, como los

Teddy Boys de Londres, despiertan el interés de los investigadores. Downes, Monod, entre

1 Frederick Trasher. The Gans, 1929. William Foote White. La Sociedad de las Esquinas, 1943.2 A. Cohen. The Cultura of the Gang. Chicago, Fre Press, 1955.

5

otros encuentran la explicación a este fenómeno en la clase social proletaria y el tiempo libre

que tienen los jóvenes. Posteriormente, con la proliferación de las bandas juveniles las

investigaciones al respecto también fueron en aumento. Es así que entre los grupos más

representativos que interesaron a los investigadores están; los Heavies y los Punkies que aparecen

a finales de los setenta, luego los Ocupas de inicios de los ochenta, posteriormente los Darks y los

Hooligans a fines de los ochenta, y luego los Technos en los noventa.

Mención aparte merece Michel Maffesoli quien es el primero en diagnosticar el proceso de

neotribalización en las sociedades de masa; va a plantear que el eje fundamental de estas

nuevas agrupaciones gravita sobre una contradicción básica y característica de la sociedad

moderna: auge de la masificación v/s proliferación de microgrupos. Por un lado, la masa, la

gente carecería de una identidad potente y transparente, como era el caso del proletariado del

siglo XIX. Mientras que por el otro, la noción y el fenómeno de las Tribus Urbanas constituyen

una respuesta al proceso de “desindividualización” consustancial a las sociedades de masas,

cuya lógica consiste en fortalecer el rol de cada persona al interior de la agrupación3 .

4La delincuencia y bandas juveniles aparecen en Latinoamérica a inicios de los 90’s, en las

principales centros urbano marginales de las ciudades. Las investigaciones al respecto tienen un

enfoque estructuralista, dando especial importancia a las disfunciones del sistema para explicar el

surgimiento de dicho fenómeno. En Centroamérica, en países como Honduras (alrededor de 400

pandillas o maras que agrupan a más de 50 mil jóvenes), o Guatemala (300 mil jóvenes

pandilleros en el país) los estudios establecen que el fenómeno se debe al alto grado de

violencia y desintegración familiar, los bajos índices de desarrollo de la población y la falta de

políticas públicas que impulsen la prevención del delito y la rehabilitación de los criminales5.

En Sudamérica no sólo esta Brasil, sino incluso Chile donde aparecen La delincuencia desde

mediados de los noventa y se hacen visibles con el advenimiento de la democracia, una

investigación detectó 18 pandillas en Santiago, y critica las indagaciones policiales o de los

medios de comunicación, donde la tendencia es a encapsularlos bajo el rótulo y el estigma de

la delincuencia, la drogadicción, la violencia y las bandas juveniles6.

La delincuencia en Perú

La delincuencia en Perú comienzan a aparecer a inicios de los 90’s, pero es a mediados de

esta década, cuando el terrorismo había sido controlado, que los medios de comunicación le

dan cabida y la opinión pública les presta atención.

3 Tribus Urbanas; El Ansia de Identidad Juvenil. Pere-Oriol Costa, José Pérez, Fabio Tropea. Editorial Paidós. Barcelona, 1996.4 Maffesoli, Michel. El tiempo de las tribus. El declinamiento del individualismo en las sociedades de

masas. Icaria, Barcelona España. 1990.

5 Ministerio de Seguridad de Honduras, febrero del 2003. Alianza para la Prevención del Delito de

Guatemala, mayo del 2003.

6

6Las ciudades –que en su mayoría son capitales de departamento- que evidencian la

proliferación de este fenómeno son Trujillo, Huancayo, Arequipa, Cuzco, Chimbote, Chiclayo,

Iquitos, Huamanga, y Lima. Pero son estas dos últimas ciudades las que presentan la

agudización de esta problemática.

En el departamento de Ayacucho, específicamente en la ciudad de Huamanga,

existen aproximadamente cien pandillas formadas por

adolescentes de entre 13 a 26 años y que en total agrupan a cuatro mil jóvenes. Investigaciones al

respecto indican como factores generadores de La delincuencia o manchas juveniles a las

secuelas del terrorismo, la necesidad de protección y compañía de los jóvenes campesinos

desplazados frente a la violencia, los problemas económicos, y la discriminación hacia la cultura de

la población campesina7.

Situación Socioeconómico de los Jóvenes Peruanos

Al centrar nuestra atención sobre La delincuencia en el país, es necesario antes tener una idea

de la situación socioeconómica en las que se desenvuelven los jóvenes peruanos. Para eso,

haremos un recuento de los principales indicadores que nos dan cuenta de ello.

Aspectos Cuantitativos de los Jóvenes Peruanos

Desde un punto de vista cuantitativo destacaremos algunos aspectos fundamentales que

definen a la juventud en el Perú en los ámbitos demográfico, económico, social y político8.

Del análisis cuantitativo presentado, podemos decir que el contexto en el cual crecen los

jóvenes peruanos no es de los mejores. Pues siendo los jóvenes un amplio sector de la

población peruana (28.2% de la población total, con un crecimiento de 2.1, y una tasa de

mortalidad que cayo al 2%) que tienen muchas expectativas e intención de mejorar socio

económicamente (52.5% tiene nivel secundario y 29.3% tiene nivel superior, con un 43% de

PEA, y un 48% que migraron de la zona rural a la urbana) no pueden concretar dicho deseo

debido a las pocas oportunidades que tienen para su realización (36.1% en pobreza, 17.1% de

desempleados, 97% trabajando sin reconocimiento formal, 40.1% gana menos de S/ 300 al

mes, y un 74.2% sin ningún tipo de seguro de salud), esto genera en ellos una pesimista visión

de futuro (41% tiene expectativas de emigrar a otro país, 60% considera que en 5 años el país

estará igual o peor, 92.3% considera que la Democracia no funciona bien en el Perú) en

consecuencia, consideramos que el actual contexto en el que viven la mayoría de jóvenes

peruanos puede favorecer la incidencia de comportamientos antisociales y anómicos como son

6 “Tribus Urbanas: por el devenir cultural de nuevas sociabilidades juveniles” de Zarzuri y Ganter. En:

Revista Perspectivas. Año sexto, número 8, Diciembre 1999. 7 Las Manchas Juveniles en Huamanga 1990-1998. Henry León. Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, Ayacucho.8 Hay que precisar que existen dos clasificaciones etáreas de juventud; una que establece que comprende de 15 a 24 años de edad, y otra que amplía el margen y la establece de 15 a 29 años.

7

el caso de La delincuencia juvenil.

La delincuencia juvenil de los “Conos” de Lima

Sin duda, la ciudad de Lima capital del país, es la que presenta la mayor cantidad de pandillas

y la que recibe la mayor atención de los medios de comunicación y la opinión pública.

No obstante, demográficamente hablando, los pandilleros representan a una minúscula cantidad

de jóvenes limeños. Cuantificaciones al respecto, precisan que en Lima existen

aproximadamente 5000 pandilleros activos; esta cantidad apenas significa el 0.5% de los

jóvenes de Lima, que son en total 1’323,5699.

Entonces, si los pandilleros son sólo una cantidad minúscula de los jóvenes de Lima ¿por qué su

inusitada “popularidad” en la opinión pública? La respuesta indica que es debido al gran espacio y

cobertura que los medios de comunicación (cargados de matiz sensacionalista) dieron a su accionar

violento.

De esta manera, la sociedad asoció a La delincuencia los atributos de vandalismo y delincuencia.

Diversas encuestas de opinión confirmaron dicha percepción10; de acuerdo al Inei un 53%

considera que los problemas que más afectan la seguridad de su localidad son la proliferación de

pandillas. Además, el 75.7% de los encuestados los considera responsables de actos vandálicos.

Por su parte, Apoyo opinión y mercado informa que el 36% de encuestados consideran a La

delincuencia como el grupo que más frecuentemente comete agresiones contra las personas.

Esta evidente preocupación de la opinión pública influenció de alguna manera en las autoridades

para que extremaran medidas para controlar el accionar de La delincuencia que atentaba contra la

seguridad pública. Una de las acciones al respecto fue la promulgación en 1999 del decreto

legislativo # 899 o más conocida como “La Ley Contra el Pandillaje Pernicioso” que consideraba a

La delincuencia juvenil como “el grupo de adolescentes mayores de 12 años y menores de 18 que

se reúnen y actúan para agredir a terceras personas, lesionar la integridad física o atentar

contra la vida, dañar los bienes públicos o privados u ocasionar desmanes que alteren el orden

interno”. Esta ley sancionaba con 1 a 6 años de reclusión dependiendo del nivel de

responsabilidad en el delito- a los responsables.

En Lima, La delincuencia es un fenómeno que casi exclusivamente se presentan en la periferia de la

ciudad. Son en los llamados “distritos populares” (que congregan el 70% de la población de Lima)

donde mayormente proliferan La delincuencia . El Ministerio del Interior informó que para el año 2001

los distritos con mayor número de pandillas registradas fueron: Callao con 32 pandillas, el Agustino

con 27 pandillas, San Juan de Lurigancho con 27 pandillas, Villa el Salvador con 24 pandillas,

9 Dirección de Participación Ciudadana de la Policía Nacional del Perú.

10 INEI. Encuesta de Victimización en Lima Metropolitana 1997. APOYO S.A. La violencia Intencional en Lima Metropolitana 1985-1999.

8

Comas con 24 pandillas, Villa María del Triunfo con 22 pandillas, Santa Anita con 19 pandillas, Ate

Vitarte con 18 pandillas, los Olivos con 17 pandillas, la Victoria con 16 pandillas, San Martín de

Porres con 16 pandillas y Cercado de Lima con 13 pandillas.

Excepto Callao, la Victoria y Cercado de Lima los demás son distritos populares que tienen en

común haberse fundado hace 50 años producto de invasiones para luego ser reconocidos

como asentamientos humanos y posteriormente distritos, que en su mayoría están

conformados por migrantes de provincia que trajeron consigo su cosmovisión cultural que en la

ciudad sufre hibridaciones, presentan los más altos índices de pobreza y evidencian gran

cantidad de problemas sociales en salud, violencia familiar, delincuencia, entre otros.

Una de las características de los distritos populares que vamos a resaltar es su capacidad

organizativa. El mismo origen de estos distritos es la consecuencia de movimientos sociales de

pobladores sin tierra que luego de años de luchas lograron el reconocimiento del Estado, a la

par, muchos de estos pobladores eran parte del movimiento obrero que reclamaba

reivindicaciones laborales. Luego de obtenido dichos objetivos, estos movimientos que

abarcaron desde los 50’s hasta los 70’s prácticamente desaparecieron.

En los 80’s, en respuesta a la crisis económica del país los pobladores se organizan para

satisfacer necesidades alimentarias, así surgen programas como el vaso de leche y comedores

populares bajo responsabilidad casi exclusiva de mujeres y que luego recibirían el apoyo del

Estado.

En los 90’s si bien las organizaciones sociales de sobrevivencia continúan funcionando, el

creciente desempleo hace que los pobladores aboquen su interés a la solución de este

problema, y es así que surge la micro y pequeña empresa como alternativas de empleo e

ingresos en condiciones formales o informales (en la actualidad el 80% del empleo proviene de

las mypes), siendo los casos de Villa el Salvador y Gamarra los más notables. 11Finalmente, a

inicios de la presente década existe la tendencia de dar una nueva dimensión a los gobiernos

locales, buscando la participación conjunta de la población organizada y los representantes

municipales para decidir los rumbos del distrito.

Si hacemos un recuento de los jóvenes organizados de los distritos populares, veremos que

ellos en su mayoría no participaban de los movimientos sociales arriba mencionados. En los

80’s continúa un fuerte proceso de democratización de la educación, y en su mayoría, los

jóvenes se dedican exclusivamente al estudio en busca de una carrera técnica o universitaria; y

si bien eran los movimientos universitarios, conformados en su mayoría por estudiantes que

residían en los conos, los que mayor notoriedad cobraron, las organizaciones juveniles que se

desenvolvían en el distrito tenían motivaciones culturales (grupos de danza y música) y de

11 Eduardo Ballón. Movimientos Sociales y Democracia: la formación de un nuevo orden. Desco, 1986.

9

entretenimiento (clubes deportivos). En los 90’s surgen grupos juveniles denominados

antisistémicos de tendencia sectaria como la “movida subte” que a través del rock expresaba

su disconformidad contra el statu quo, y La delincuencia juvenil que lindando con la

delincuencia realizaban una violenta defensa de lo que consideraban propio; su barrio.

Principales Características de La delincuencia juvenil de Lima

Al analizar La delincuencia juvenil de los conos de Lima desde una perspectiva sociológica me

interesa resaltar aquellas características comunes en todos o la mayoría de estos grupos, esos

rasgos que los hacen reconocibles ante los otros y entre ellos mismos12:

Territorio

Los integrantes de una pandilla son a su vez vecinos, viven en la misma cuadra o manzana a lo

que denominan “barrio” y tienen como punto de reunión un lugar específico del barrio ya sea en las

esquinas o pasajes, en lozas deportivas, en parques aledaños al barrio. Pertenecer al mismo

barrio es el principal elemento que los une, el barrio llega a significar para ellos un lugar propio que

les pertenece, y la pandilla entonces llega a ser como única dueña de ese espacio.

Ninguna otra pandilla de otros barrios puede ingresar al barrio ajeno, pues realizar esto se

entiende como un acto de provocación, ya que la pandilla se asume como los guardianes de la

seguridad y la soberanía de su barrio y tiene que defender al mismo de la amenaza de pandillas

rivales.

Violencia

Los pandilleros acostumbran comportarse de manera ruda, siempre con una disposición

defensiva propensa a atacar; burlas, insultos y golpes son su forma habitual de expresión.

Dentro de su ambiente, este comportamiento es la principal manera de demostrar poder y obtener

respeto de los demás; primero dentro de la pandilla donde el líder o la persona que toma el mando

es el que demuestra las mejores condiciones para la pelea. Y Luego con La delincuencia rivales

con las que se enfrentan y buscan imponerse haciéndoles retroceder, huir y agredir verbal y

físicamente a sus enemigos.

Ambivalencia

Los pandilleros oscilan entre dos comportamientos; uno que los identifica como jóvenes de

barrio: se divierten en los lugares de su localidad, son inquietos y bromistas. El otro

comportamiento es socialmente inaceptable; ya que roban y agraden no sólo a sus enemigos,

sino también a terceros. Por ello su accionar está en la frontera de lo permitido y lo censurado;

entre ser considerados rebeldes o delincuentes.

12 El libro “La Vergüenza de Los Pandilleros” (Ceapaz 2002) del sociólogo Martín Santos me sirvió de

referencia para realizar esta sección.

10

Solidaridad Interna

Entre los miembros de la pandilla se establece una relación de mutua ayuda. Muchos entablan

amistad entre ellos, se escuchan y ayudan en problemas; para ellos la unidad del grupo es

fundamental, por eso condenan la traición entre sus integrantes.

En muchos casos, la pandilla llega representar para ellos su principal grupo de socialización en el

cual ellos se encuentran a gusto porque de alguna es funcional a sus necesidades. Pero este nivel

de confianza y reciprocidad sólo se restringe a los miembros de su pandilla, ante los demás ajenos

a ellos, y sobre todo ante los que consideran sus enemigos el trato es hostil.

Resumiendo las principales características de La delincuencia juvenil diré que son

adolescentes y jóvenes que viven en el mismo barrio y que lo consideran propio, desarrollan

relaciones de compañerismo entre ellos, y su comportamiento es predominantemente violento y

fluctúa entre lo socialmente aceptado y lo socialmente prohibido.

La descripción sociológica de pandillas juveniles es diferente a la definición jurídica, y también

diferente a la definición que atribuye el sentir común. Al respecto de esto último, al establecer

las características de La delincuencia es fácil establecer diferencias con otros actores sociales

que tienen alguna vinculación con ellos, pero que no son lo mismo:

Pandilleros como sinónimo de delincuentes.- Se ha hecho habitual en el sentir de la

colectividad, en los medios de comunicación y hasta en la definición jurídica ver a los

pandilleros y a los criminales como una misma cosa. La pandilla que se estudia aquí son la de

adolescentes y jóvenes de barrio que tienen en el grupo su principal medio de socialización; es

a través de este espacio que ellos prueban y descubren los diferentes comportamientos

sociales.

De esta manera así como pueden colaborar en los organismos vecinales, también pueden

incurrir en robos de menor cuantía, pero no son delincuentes profesionales. Así también, las

agresiones físicas que cometen son contra pandillas rivales que comparten su misma lógica,

pero casi nunca contra terceros que no forman parte de su mundo como lo cree la “ley contra el

pandillaje pernicioso” que en todo caso debería llamarse “ley contra delincuentes juveniles”. Es

(cuya participación en el grupo dura generalmente hasta los 20 ó 22 años) tienen una alta

probabilidad de devenir en delincuentes debido a las redes sociales que pueden iniciar con

grupos criminales.

Pandillas igual a barras bravas

Las barras bravas son grupos de aficionados a un equipo de fútbol cuyo ritual de alentar a su

equipo esta teñido de violencia, durante el partido en el estadio, antes y después del mismo en

11

las afueras del estadio asaltando a los transeúntes y ocasionando destrozos en propiedades

públicas y privadas.

Por esta definición se desprende la gran diferencia entre pandillas y barras bravas, lo que si se

produce es que una pandilla forme parte de una determinada barra de fútbol y de la gran turba

que aparecen los días del partido, pero esa situación es ocasional, luego del día del partido los

pandilleros vuelven a su lógica habitual.

Factores que Generan La delincuencia juvenil

Las investigaciones coinciden en encontrar en la mayoría de pandilleros condiciones de vida similares.

Esto haría suponer que dichas circunstancias favorecerían la decisión del adolescente o joven por

integrar una pandilla. Estos factores son13:

Sin lugar a dudas, la delincuencia juvenil es uno de los fenómenos sociales más importantes

que nuestras sociedades tienen planteados, y es uno de los problemas criminológicos

internacionalmente preferidos desde el siglo pasado, pues, las manifestaciones de

la conducta que llaman socialmente la atención de forma negativa pueden observarse, por lo

general, mejor entre los jóvenes que en la población adulta. Además, es importante tratar la

delincuencia juvenil de hoy como posible delincuencia adulta de mañana.

La delincuencia juvenil es un fenómeno de ámbito mundial, pues se extiende desde los

rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes

ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se

da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización.

OPINIONES DE ESPECIALISTAS

WEST.- En este sentido ya señalaba que uno de los factores importantes que

tienen probabilidad de poner en marcha el mecanismo que puede llevarnos a cualquiera a ser

delincuente, es la baja categoría en el sistema de las clases sociales, la deficiencia en la

educación, la pobreza, un ambiente familiar inadecuado o perturbado, la residencia en un mal

vecindario y pertenencia a una familia numerosa. Así, destacaba que entre las familias de

la clase más baja, muchas residían en barrios miserables, no limitaban el número de hijos y

sufrían pobreza y falta de educación. Dicho con otras palabras, los factores adversos tendían a

presentarse todos juntos y a actuar recíprocamente uno sobre otros hasta el punto de crear una

situación generadora de delitos.

Algunos autores ya desafiaban la opinión de que el comportamiento delictivo es más

preponderante entre jóvenes de clase inferior, y explicaban el hecho de que estuvieran más

representados ante los Tribunales en mayor número diciendo que las clases bajas están más

13 Para establecer los factores de las pandillas tomo las investigaciones precedentes de Martín Santos; la Vergüenza de los Pandilleros, Ceapaz 2002. Federico Tong; Nacidos para Ser Salvajez, Sur 1999. Julio Mejía; Factores Sociales del Pandillerismo Juvenil, UNMSM 1999.

12

expuestas a ser detenidas y llevadas ante la justicia por malas acciones que serían juzgadas

de otro modo si fueran cometidas por personas de la clase media o alta.

SHORT y NYE.- Ya advertían en 1959 que los jóvenes norteamericanos de escuelas

superiores y de clase alta, según sus propios relatos, se comportaban igualmente mal.

AKERS.- En un estudio realizado en 1964 sobre 1000 estudiantes de la escuela superior de

Ohio, confirmó que no existía ninguna relación importante entre la incidencia de la delincuencia

confesada y la categoría socio-económica.

HERRERO HERRERO.- Teniendo en cuenta lo que ha quedado expuesto, define la

delincuencia como el fenómeno social constituido por el conjunto de las infracciones, contra

las normas fundamentales de convivencia, producidas en un tiempo y lugar determinados.

LÓPEZ REY.- Por su parte, nos ofrece un concepto conjunto de delincuencia y criminalidad

como fenómeno individual y socio-político, afectante a toda la sociedad, cuya

prevención, control y tratamiento requiere de la cooperación de la comunidad al mismo tiempo

que un adecuado sistema penal.

GARRIDO GENOVÉS.- Define al delincuente juvenil como una figura cultural, porque su

definición y tratamiento legal responde a distintos factores en distintas naciones, reflejando una

mezcla de conceptos psicológicos y legales. Técnicamente, el delincuente juvenil es

aquella persona que no posee la mayoría de edad penal y que comete un hecho que está

castigado por las leyes.

GÖPPINGER.- En su opinión del ámbito de la criminología el concepto de joven debe ser

entendido en un sentido amplio, abarcando las edades comprendidas entre los 14 y los 21

años, haciendo dentro de este tramo de edades una subdivisión entre jóvenes y semiadultos.

COHEN y MERTON.- Han definido la desviación como el comportamiento o conducta que viola

el código normativo observado por un grupo y que éste espera sea cumplido por el individuo,

que ahora se convierte en sujeto activo de la citada trasgresión. Todo ello es fruto del

rompimiento, por parte de este individuo, con el sistema establecido.

LA DELINCUENCIA JUVENILY ENTORNO SOCIAL

El estudio de la criminalidad juvenil constituye un tema de actualidad, no sólo del derecho

penal, sino también de la criminología y de las ciencias conexas. El constante aumento de

los conflictos sociales, y con ellos el de la delincuencia, ha incrementado el interés por el tema,

tanto en los países industrializados o centrales, como también en los llamados

países periféricos, como son los de América Latina.

13

Sumado a este contexto, hay que agregar que la sociedad actual se caracteriza por un

debilitamiento de los sistemas tradicionales de apoyo para el desarrollo de la niñez y de

la adolescencia. Quisiéramos mencionar, por lo menos, tres medios de apoyo que con los

cambios sociales, se han debilitado como para dar una respuesta efectiva al desarrollo de la

niñez y de los adolescentes. En primer lugar tenemos que mencionar a:

La Familia.- Los medios de comunicación, sobre todo la televisión, han suprimido la jerarquía y

hegemonía que la familia tenía como formadora de costumbres sociales.

Además, la incorporación de la mujer al sistema laboral, por necesidad u oportunidades de

desarrollo, y otros cambios en la estructura familiar, como la ausencia generalizada del padre,

replantean las relaciones del niño y del joven.

La Escuela.- Por su parte, se caracteriza por un marcado énfasis academicista y por

la competitividad feroz, borrando el sentido comunitario y la promoción del desarrollo integral

de los jóvenes. Sistemas de Asistencia y Recreación.- Como apoyos alternativos, son

mínimos y siempre insuficientes para la satisfacción de las necesidades de la población juvenil.

FACTORES QUE INFLUYEN EN LA DELINCUENCIA JUVENIL EN 28 DE JULIO – PUEBLO NUEVO

Juntamente con ello, las mayorías de los estudios descriptivos de la carrera delictiva señalan

una serie de factores individuales y biográficos que caracterizan al delincuente juvenil y que

llevan a la conclusión de que el delincuente juvenil es una persona con un gran conjunto de

deficiencias, y una de ellas es que comete delitos. Entre tales factores podemos citar, sin ánimo

exhaustivo, los siguientes:

· Impulsivo.

· Con afán de protagonismo.

· Fracaso escolar.

· Consumidor de drogas.

· Baja autoestima.

· Familia desestructurada.

· Clase baja.

· Falto de afectividad.

· Agresivo.

· Sin habilidades sociales.

· Poco equilibrio emocional.

· Inadaptado.

· Frustrado.

14

CAUSAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL

A.-Una primera categoría de jóvenes delincuentes vendría definida por rasgos de

anormalidad patológica, fundamentalmente:

Menores delincuentes por psicopatías: 

Aquí el punto de referencia lo constituye la existencia de alguna de las formas de psicopatía,

entendida por HARE como la patología integrada, conjuntamente, de la incapacidad de quien la

padece de sentir o manifestar simpatía o alguna clase de calor humano para con el prójimo, en

virtud de la cual se le utiliza y manipula en beneficio del propio interés, y de la habilidad para

manifestarse con falsa sinceridad en orden a hacer creer a sus víctimas que es inocente o que

está profundamente arrepentido, y todo ello, para seguir manipulando y mintiendo.

Consecuencia de ello, es que el menor es incapaz de adaptarse a su contexto y actuar como

tal, porque el trastorno de la personalidad que sufre, le impide inhibirse respecto de conductas

o comportamientos contrarios a las normas.

El menor psicópata tiende a perpetrar actos antisociales según la orientación nuclear de la

propia psicopatía, siendo de destacar en este sentido los actos que expresan frialdad y

crueldad por parte del sujeto.

Menores delincuentes por neurosis: 

La neurosis consiste en una grave perturbación del psiquismo de carácter sobrevenido y que se

manifiesta en desórdenes de la conducta, pudiendo ser su origen muy diverso como fracasos,

frustraciones, abandono o pérdida de seres muy queridos, etc.

Criminológicamente, el neurótico trata de hacer desaparecer la situación de angustia que sufre

cometiendo delitos con el fin de obtener un castigo que le permita liberarse del sentimiento

de culpabilidad que sobre él pesa, y esto es también válido para el menor neurótico, aunque

sean muchos menos que los adultos.

· Menores delincuentes por autoreferencias subliminadas de la realidad: 

Aquí se incluyen los menores que, por la confluencia de predisposiciones psicobilógicas llegan

a mezclar fantasía y juego de una forma tan intensa que empiezan a vivir fuera de la realidad.

Es precisamente ese estado anómalo el que puede conducirlos a cometer actos antisociales.

B.- Una segunda categoría integrada por jóvenes con rasgos de anormalidad no

15

patológica, y en la que entrarían:

· Menores delincuentes con trastorno antisocial de la personalidad:

Se trata de menores cuyas principales son la hiperactividad, excitabilidad, ausencia de

sentimiento de culpa, culpabilidad con los animales y las personas, fracaso escolar, y son poco

o nada comunicativos.

Una de las principales causa de este trastorno es la ausencia o la figura distorsionada de

la madre, aunque tampoco ha de infravalorarse la disfuncionalidad del rol paterno, pues según

algunos trabajos, el crecer sin padre acarrea al niño nocivas consecuencias que afectan al

campo de la delincuencia.

En muchos casos se trata de menores que viven en la calle, en situación de permanente

abandono, porque nos encontramos con menores que, a su edad, acumulan graves

frustraciones, rencores y cólera contra la sociedad; y que tienen un mismo denominador

común: el desamor, la falta de comprensión y de cariño, así como de atención y cuidado de sus

padres.

En definitiva, son jóvenes con una desviada socialización primaria que acaba por abocarles a la

delincuencia.

· Menores delincuentes con reacción de huida: En este caso se trata normalmente de

menores que han sufrido maltrato en el hogar y por ello abandonan el mismo. Son menores

psicológicamente débiles, y que en lugar de responder a la agresión, eligen la huida sin plazos,

y casi siempre sin rumbo.

Ese alejamiento les hace propicios al reclutamiento por parte de los responsables de la

delincuencia organizada, que les escogen para llevar a cabo actuaciones simples pero de

gran riesgo como el transporte de drogas en su propio cuerpo.

CONSECUENCIAS DE LA DELINCUENCIA JUVENIL

La delincuencia juvenil, tiene consecuencias perjudiciales para la sociedad, la cual está

enfocada en resolver este problema a través de apoyo psicológico a la familia, en el ámbito

social para que la autoestima del adolescente no disminuya.

A continuación las principales consecuencias:

- El desequilibrio mental es una de las mayores consecuencias que afecta a los jóvenes que

ingresan en la delincuencia.

16

- La desintegración familiar o el deterioro del núcleo familiar.

- La promiscuidad sexual y la falta de valores morales, arriesgan al contagio

de enfermedades de transmisión sexual, incluyendo el VIH.

- La destrucción de los valores.

- Las muertes prematuras por causas de las llamadas broncas callejeras.

DELINCUENCIA JUVENIL FEMINA Y SU COMPARACIÓN CON LA MASCULINA

La delincuencia juvenil femenina comenzó a estudiarse específicamente a finales de los años

60, momento en el que, con el movimiento de liberación de la mujer, se comienza a percibir

socialmente un aumento considerable de la misma.

Como principales teorías acerca de la delincuencia femenina podemos destacar,

fundamentalmente, las siguientes:

· Teorías clásicas: biológicas, psicoanalíticas y psiquiátricas.

· Teorías intermedias de índole individualista con proyección social: Thomas, Pollack, Cowie.

· Teorías de carácter social: enfoque funcionalista (teoría del rol y teoría de la igualdad de

oportunidades) y enfoque crítico (teoría del control social y teoría de la dependencia

económica).

Las teorías clásicas trataron de explicar el fenómeno de la delincuencia femenina sobre la base

de aspectos individuales, bien de contenido biológico (anormalidades bioantropológicas,

desarrollo sexual, etc.), bien de contenido psicoanalítico o psiquiátrico, en los que subyacía

siempre la equiparación entre delincuencia femenina y trastornos biológicos o psíquicos.

Y, pese a haber sido superadas científicamente, lo cierto es que estas teorías están

fuertemente arraigadas en la sociedad y han influido notoriamente en los trabajos

criminológicos hasta épocas recientes, como en SMART, quien concibe a la mujer delincuente

como una enferma mental.

Sin embargo, sí quiero destacar el trabajo llevado a cabo en este campo por la Unidad

de Investigación Criminológica de la Universidad de Castilla La Mancha sobre la comisión de

algunos actos delictivos y predelictivos en la población femenina española de 14 a 21 años.

Sobre una muestra de 2.100 sujetos, de 14 a 21 años, compuesta al 50% por hombres

y mujeres, distribuidos homogéneamente en cuatro grupos de edad (14-15, 16-17, 18-19, 20-

21), los resultados nos ofrecen las siguientes conclusiones:

1. Ante todo, el comportamiento problemático de las chicas responde, en general a las mismas

características que el comportamiento de los jóvenes de su edad.

2. Un 89,1% de las chicas han llevado a cabo "alguna vez" al menos una de las conductas

estudiadas por los investigadores de la UCLM.

3. Las conductas con mayor prevalencia son, en ambos sexos, aquéllas que podríamos definir

17

como transgresoras de las normas, pero que no podemos calificar de delictivas, tales como

consumir alcohol, faltar a clase, vandalismo, etc.; siendo además la incidencia media, similar en

ambos grupos de jóvenes.

REACCIONES ANTE LA DELINCUENCIA JUVENIL

En cualquier caso, además de las medidas preventivas, tendentes a evitar que el menor

llegue a introducirse en el mundo delincuencial, es necesario arbitrar una serie de medidas

destinadas a tratar de recuperar a los menores que ya han cometido delitos. Debemos partir

de postulados realistas y reconocer que el delito, como comportamiento desadaptado nunca

podrá ser completamente erradicado, ni entre los adultos ni entre los menores. El Derecho

Penal y el Derecho Penal Juvenil como catálogo de reacciones frente al delito siempre serán

necesarios. Seguimos muy lejos de la "utopía penal" soñada por el penalista Pedro Dorado

Montero: la de un Derecho Protector de los criminales que fuese un Derecho "sin delito y sin

pena".

La opinión pública e incluso la doctrina científica suelen fluctuar desde una posición en

abstracto en la que se considera al menor delincuente como una víctima de las condiciones

sociales que debe ser sometida a medidas de protección con el fin de lograr su reinserción

(posición que podríamos hacer girar en torno al concepto del menor infractor como menor en

peligro) a una posición ante concretos fenómenos delincuenciales graves en la que se exigen

duras medidas penales y tolerancia cero contra estos infractores juveniles (posición que

enfocaría al menor delincuente como menor peligroso). Estas concepciones en principio

aparentemente antagónicas han tenido acogida simultáneamente en la propia Lorpm. Si

leemos la Exposición de Motivos claramente encontramos que sus postulados generales -el

menor en peligro en ocasiones se ven traicionados por la regulación concreta de algunos

supuestos que tienden a adoptar criterios de defensa social para casos mas graves.

En nuestra opinión es fundamental no caer en simplificaciones y evitar la ley del péndulo, las

oscilaciones entre posiciones maximalistas que parten de errores de bulto de planteamiento y

de postulados ideológicos bien utópicos bien profundamente reaccionarios. Creemos que debe

huirse de ambos extremos y tratar de abordar social, legal y judicialmente el fenómeno de la

delincuencia juvenil sin rígidos puntos de partida bajo el prisma de la flexibilidad en la

respuesta.

En efecto, bajo la expresión delincuencia juvenil se esconden supuestos distintos en algunos

casos con poco o nada en común, supuestos que por tanto exigen respuestas graduadas de

muy distinta intensidad.

En nuestra legislación puede exigirse responsabilidad penal si bien responsabilidad especial,

distinta de la de los adultos, menos intensa a los menores de entre 14 y 18 años. A partir de 18

18

años ya se les considera adultos a todos los efectos y por tanto susceptibles de ser sometidos

a un proceso penal ordinario en el que se les exigirá responsabilidad de forma plena. En este

límite superior hay un acuerdo generalizado. En efecto, si antes de esa edad no se reconoce a

los adolescentes una plena capacidad de obrar porque se parte de que no han adquirido aún la

madurez, es lógico que como contrapartida no se les someta a un proceso penal de adultos

sino que se establezcan mecanismos de control social de segundo grado. Incluso se ha

defendido la posibilidad de someter al proceso de menores a los jóvenes de entre 18 y 21

años. Esta ficción de considerar a efectos penales como menor a quienes no lo son vendría

dada por la constatación de que frecuentemente en esa franja de edad pueden detectarse

jóvenes con una gran inmadurez, fenómeno que se ve potenciado por el dato sociológico de

que cada vez estos jóvenes tardan más en iniciar su vida laboral, vivir de forma independiente,

contraer matrimonio y, en definitiva, emanciparse e iniciar la vida de responsabilidades propia

del adulto. Esta tendencia a incluir en el proceso de menores a los jóvenes ya se incorporó a

la legislación alemana, introduciéndose también en la Ley española en determinados

supuestos. Sin embargo, pese a la previsión legal, esta posibilidad se ha mantenido en

suspenso, y las perspectivas son las de que no llegue a entrar en vigor, no porque exista una

revisión filosófico ideológica de su fundamentación sino por problemas materiales de

imposibilidad de asunción de estas competencias por parte de la jurisdicción de menores.

En la franja inferior nos encontramos con que los menores de 14 años quedan fuera de la

aplicación de la Ley Penal del Menor. En definitiva, nuestro legislador considera que estos

menores no deben ser sometidos a ningún tipo de responsabilidad. El fundamento de esta

exclusión no está claro científicamente.

Desde el punto de vista de la praxis, existen supuestos en los que menores de

12 y 13 años han iniciado la senda de la delincuencia grave (fundamentalmente robos con

violencia con empleo de armas). Esperemos que no llegue a producirse en esta franja de

edades ningún delito de extrema gravedad (asesinato, violación etc), porque probablemente,

desde el punto de vista de la opinión pública no podría asumirse la total impunidad del menor

infractor.

En todo caso, cuando el legislador ha optado por la exención de responsabilidad ha debido

necesariamente plantearse esta posibilidad, decantándose pese a ello por la impunidad. Para

estos supuestos pues, se opta de forma incondicional por la perspectiva de que a lo mas, el

menor de menos de 14 años que delinque es un menor “en peligro”. Como argumentos en

defensa de esta exención total de responsabilidad también se ha aducido que estos menores

de 14 años no deben pasar por los Juzgados de Menores pues el propio proceso puede ser un

factor profundamente antieducativo, porque las garantías procesales pueden por ejemplo,

hacer que el abogado aconseje al menor que mienta, así como que “cuando la Justicia

interviene, los Servicios Sociales se retraen. Con los menores de 14 años la respuesta debe

19

ser del entramado social, del vecindario” .En estos casos cabrá la posibilidad de adoptar una

medida de protección sobre el menor siempre que de su situación psicológica, social o familiar

pueda desprenderse la concurrencia de una situación de riesgo o desamparo -pero en el bien

entendido-porque así lo ha querido el legislador- que esa potencial medida en ningún caso

podrá manifestarse como un castigo encubierto tendente a tranquilizar a la sociedad.

La franja sobre la que despliega sus efectos la legislación penal de menores es, por tanto, la

franja de entre 14 y 18 años. La pregunta es, pues, la de qué tipo de intervención, que tipo de

control social puede ejercitarse sobre estos menores cuando han cometido un delito.

La respuesta, como ya hemos adelantado, no puede ser simplista, dogmática o unívoca. Los

principios sobre los que descansa la legislación de menores, con carácter general podrían

sintetizarse así:

La naturaleza educativa del procedimiento irradia a las medidas, lo que las hace distintas a las

penas previstas para los adultos.

El fin de las medidas de menores no es la retribución, sino fundamentalmente la prevención

especial, la reinserción y el "favor minoris".

Para la determinación de la concreta medida a imponer se va a valorar fundamentalmente el

interés del menor que se evaluará con el auxilio de ciencias no jurídicas. El enfoque

multidisciplinar es esencial. La aproximación a cual deba ser el tratamiento a aplicar al menor

infractor requiere datos sociales, familiares, educativos y psicológicos, y para ello se crea un

Equipo Técnico, pieza fundamental en el proceso de menores, integrado por un psicólogo, un

educador y trabajador social que asesoran ininterrumpidamente al Juez y al Fiscal.

Establecimiento de un amplio catálogo de posibilidades de elección de respuesta sobre la base

de la flexibilidad. Debe en todo caso partirse de que si el Derecho penal tiene como una de sus

finalidades fundamentales la de lograr la reinserción del delincuente, esta finalidad debe

potenciarse con mucha mas fuerza en el Derecho penal juvenil23, pues sus destinatarios, en

tanto que seres en formación, que aún no han culminado ni su proceso madurativo ni su

formación, tienen, por un lado muchas mas posibilidades de ser recuperados para la sociedad,

y tienen por sus propias circunstancias un menor grado de responsabilidad24, una menor

capacidad de ser destinatarios de un juicio de reproche por el delito cometido. Este debe ser en

todo caso el enfoque a dar en la respuesta jurídica frente al menor infractor, el principio-guía si

se quiere. Debe en todo caso tenerse en cuenta a la hora de seleccionar las posibles

respuestas lo que se ha dado en llamar las necesidades especiales del menor: los menores

tienen necesidades especiales, que varían dependiendo el nivel concreto de desarrollo

20

biológico, psicológico y social alcanzado. Estas especiales necesidades pueden concretarse en

la necesidad de los menores de establecer relaciones positivas con sus pares, desarrollar una

adecuada auto estima y establecer una identidad independiente. También se extendería a sus

necesidades morales, formativas y médicas.

Dentro de esa versatilidad y flexibilidad que debe tener la respuesta hacia el menor infractor

está precisamente la posibilidad de no imponerle ninguna medida (en los casos en los que no

sea necesario por tratarse de un hecho aislado de menor gravedad, pues a estos efectos debe

tenerse presente que la conducta delictiva se da con mucha frecuencia en la adolescencia y

que en un importante número de casos se trata de una conducta aislada que se supera sin

necesidad de intervención externa28) o también la posibilidad de evitar el procedimiento si el

menor se compromete a reparar el daño causado a la víctima o si muestra su arrepentimiento

pidiendo perdón al ofendido. En estos supuestos, la quiebra de la convivencia representada por

la comisión del delito se supera de forma plena, poniendo en primer plano a la víctima, a la que

se da satisfacción y obteniendo igualmente un arrepentimiento activo del infractor con una

potencialidad educativa indiscutible.

En la medida de lo posible, debe, pues evitarse que el menor que ha cometido un delito pase

por el trance de ser sometido a un juicio, en tanto experiencia traumática y estigmatizante.

Estas alternativas al enjuiciamiento del menor estarían especialmente recomendadas para

menores que han cometido un delito aislado, de forma ocasional y para menores “que no se

encuentran psicológica ni socialmente en proceso delincuencial”29. Decimos “en la medida de lo

posible” pues ante hechos graves o ante habitualidad en la comisión del delito no es

conveniente ni jurídicamente posible prescindir del enjuiciamiento de los hechos.

Igualmente esta flexibilidad debe llevar a que en los casos en que se imponga al menor una

medida, quede siempre la posibilidad de reducirla o incluso cancelarla anticipadamente si la

evolución del mismo pone de relieve la superación de los problemas que le llevaron a delinquir.

Es decir, la medida no debe ser un fin en sí mismo -al modo de las concepciones kantianas

sobre el imperativo categórico sino que debe ser construida como un medio orientado a la

socialización efectiva del menor. La flexibilidad debe llevarnos a que la respuesta que se de al

menor sea una especie de traje a la medida de sus necesidades de reeducación y reinserción.

Aunque se va con carácter general, a suprimir como finalidad de la reacción el concepto de

retribución, de castigo, esto no va a ser así para los supuestos de delincuencia mas grave, en

el que en mi opinión, al menos de forma latente o solapada sí se acepta como una de las

finalidades la de retribución. En otros países esta finalidad se aceptan sin mas complejos

Desde luego la renuncia a la finalidad de la prevención general31 no debe aceptarse El menor

debe ser consciente de que en caso de infringir los bienes jurídicos ajenos puede ser sometido

por el Estado a una privación de bienes jurídicos, de modo que se vea motivado a respetar

21

esos bienes ante la amenaza de una sanción. Esto no es malo ni antieducativo . Lo que por el

contrario sí resulta nefasto, es que se extienda entre los menores -ya ocurre en la práctica- la

creencia de que sus comportamientos son absolutamente impunes por estar exentos de

responsabilidad.

La tensión en el Derecho Penal de Menores entre el "interés del menor" como epicentro del

sistema y la prevención general ha sido constante a través de la historia y del Derecho

comparado. beneficio del menor se van abriendo paso las tendencias que defienden la

necesidad de incorporar otras finalidades. En este mismo sentido se pronuncia López López,

para quien "el nuevo proceso penal de menores ya no es solo preventivo sino también

represivo, pues lo primordial en él no es únicamente lograr la reeducación o resocialización del

menor delincuente, sino también proteger a la sociedad de las conductas desviadas".

Debe siempre tenerse en cuenta para los casos de criminalidad grave, que si no se impone una

medida de entidad, la convivencia también queda maltrecha. La idea del pacto social según la

cual los individuos renuncian a la venganza privada por el compromiso del Estado de hacer

justicia puede quedar afectada si estos supuestos quedan impunes. La Ley del Menor permite

este tipo de medidas de entidad. Recordemos cómo en el caso del asesinato de las niñas de

San Fernando, primer hecho grave en el que la Ley fue de aplicación, las menores

responsables fueron condenadas a una medida de internamiento en centro cerrado por un

período de ocho años. En definitiva, pues, en nuestra opinión, la Ley debe contener un amplio

arsenal de respuestas al fenómeno de la delincuencia juvenil, de forma que si bien la regla

general debe ser la aplicación de medidas con fundamento en el interés del propio menor

infractor, deben existir reglas especiales para casos graves que permitan aplicar criterios de

defensa social y protección de la víctima. Este esquema, en líneas generales se respeta en la

Ley española, que tuvo que ser reformada antes de su entrada en vigor precisamente para

posibilitar medidas de mayor entidad ante delitos de extrema gravedad.

En todo caso debe partirse de que la medida privativa de libertad debe ser aplicada en los

supuestos y por el tiempo estrictamente necesario. Deben siempre utilizarse criterios

restrictivos pues, por lógica en una situación de falta de libertad difícilmente puede conseguirse

el último objetivo del sistema, la reinserción. Ya contamos con datos sobre el costo medio por

menor y día en centros de internamiento cerrados: 220 euros frente a los 33 euros que cuesta

un preso adulto. Actualmente en España existen 59 centros de internamiento con un total de

1.380 plazas. En estos centros de internamiento se da una media de un educador por cada

menor ingresado.

La tendencia hacia la desinstitucionalización es una de las grandes líneas programáticas del

Derecho Penal de Menores moderno. Crucial en este pensamiento fue la obra de Jerome

Miller, quien, al frente del Massachussets Department of Youth Services clausuró los

reformatorios de este estado sustituyéndolos por programas comunitarios.

22

No obstante, incluso desde los sectores doctrinales mas críticos con el sistema de reforma se

admite la legitimidad de la medida en tanto hay menores, que en determinados supuestos

necesitan un tratamiento educativo en un marco de suficiente seguridad36. En este mismo

sentido se ha dicho que "no debemos olvidar que lo que algunos menores necesitan es,

precisamente, una separación temporal de su entorno habitual... Partimos del supuesto de que

el internamiento debe tener una función puntual en la vida de una persona y no debe

considerarse un fin en sí mismo, ni puede ser considerado como un lugar permanente para un

menor.

TENDENCIAS DE FUTURO EN LAS REACCIONES FRENTE A JÓVENES DELINCUENTES.

Loughran y Guarino-Ghezzi en relación con las tendencias de futuro sobre medidas juveniles

resaltan los siguientes puntos: 1) expansión del alcance de los programas de vigilancia para

supervisar a los infractores juveniles; 2) expansión del alcance de los programas de servicios

para proporcionar la asunción de habilidades y otras oportunidades a los jóvenes; 3)

implicación del sector privado en el diseño y dirección de programas 4) énfasis en la

programación de formación destinada a los infractores para una exitosa reinserción.

En Estados Unidos y en Inglaterra se están impulsando programas de supervisión intensiva

acompañados del denominado "electronic monitoring" (control electrónico). Debe tenerse en

cuenta que no existe consenso en la doctrina sobre si debe considerarse el control electrónico

una medida o simplemente un medio auxiliar para implementar otras medidas.41 Desde el punto

de vista tecnológico, hay variantes: Una de ellas es la denominada señalización continuada: en

ella hay tres partes: el transmisor lo lleva el ejecutoriado, normalmente en el tobillo; el receptor-

marcador, que se instala normalmente en el teléfono del domicilio del ejecutoriado. El receptor-

marcador recibe la señal del transmisor y la envía al centro de monitorización donde un

ordenador central va almacenando los datos. El receptor-marcador llama al centro de

monitorización siempre que se produce un cambio en la localización de la persona: por

ejemplo, si el ejecutoriado sale a las 8.30 de su domicilio el ordenador central recibe la llamada

y a su vez comprueba si esta salida está o no autorizada. Igualmente el ordenador central

recibirá nuevamente la llamada cuando el ejecutoriado vuelva a casa. Si se produce una salida

o entrada no autorizada el sistema producirá un mensaje comunicando estas circunstancias y

contactará con el oficial encargado de la supervisión de esa ejecutoria. Por tanto este sistema

informa si la persona controlada se encuentra o no en el lugar determinado, pero no informa de

dónde está en cada momento o qué es lo que hace.

El equipo de contactos programados realiza llamadas periódicas a casa del ejecutoriado para

comprobar que efectivamente se encuentra allí. Este sistema a su vez tiene variantes: por

ejemplo existen sistemas de verificación de voz. Existen también aparatos de emisión continua

23

de señales. Actualmente las últimas novedades se refieren a equipos de seguimiento mediante

el uso de teléfonos celulares y satélites de posición. En cuanto al número de personas que son

monitorizadas en USA, se ha aportado la cifra de hasta 12.000 en 1990, si bien parece que el

sistema no ha alcanzado el desarrollo cuantitativo esperado.

Algunos de los programas de monitorización se aplican a un determinado grupo de

delincuentes como el de conductores ebrios. En el Estado de Indiana se hizo un estudio de la

efectividad de estos programas aplicados a delincuentes juveniles arrojándose unos resultados

de 93% de éxito para delincuentes primarios y sólo del 37% de los reincidentes. La

monitorización se ha utilizado también durante la instrucción como condición para acordar la

libertad provisional en supuestos de delitos graves. También se usa el arresto domiciliario con

monitorización electrónica para llevar a cabo una fase transicional entre la institucionalización y

la libertad definitiva.

24

CONCLUSIONES

A finales del 2006 y comienzos del 2007, la Defensoría del Pueblo realizó visitas de supervisión a

nueve centros juveniles del país, que albergaban a la totalidad de adolescentes infractores

privados de libertad, lo que ha permitido evaluar algunos de los aspectos básicos del sistema de

tratamiento a dichos adolescentes. Asimismo, se realizaron visitas a Centros Preventivos de la

PNP y se sostuvieron reuniones de trabajo con funcionarias del INABIF.

De acuerdo con lo establecido en la Convención sobre los Derechos del Niño, nuestro ordenamiento

jurídico ha asumido el modelo de la «Doctrina de la Protección Integral», enfoque que parte del

reconocimiento del menor de edad como ser humano y sujeto de derechos, pudiendo, en

consideración de su edad, tener una responsabilidad penal especial, para lo cual se ha de aplicar un

proceso judicial en donde cuente (como mínimo) con derechos y garantías de la ley penal. En el

Perú, son los adolescentes (entre los 12 y 18 años) quienes pueden ser sometidos a un proceso

judicial por dicho motivo. El Código de los Niños y Adolescentes señala un conjunto de medidas

socio-educativas, que comprenden desde la amonestación hasta el internamiento en un centro

juvenil. La aplicación de cada una de estas medidas debe ser decidida por el Juez, considerando la

gravedad de la infracción y las condiciones personales, familiares y sociales del niño.

Actualmente, los centros juveniles forman parte de la Gerencia de Centros Juveniles del Poder

Judicial que viene llevando a cabo una esforzada labor. Sin embargo, el tratamiento de los

adolescentes infractores ha sido objeto de una diversidad de intervenciones metodológicas,

evidenciando la falta de un enfoque desde el Estado respecto a la institución rectora de los Centros

Juveniles y la ausencia de una política pública integral sobre la materia. Su paso por diversas

instituciones y ministerios (Justicia, Salud, Presidencia del Consejo de Ministros y Educación) y su

ubicación actual dentro de una de las Gerencias del Poder Judicial evidenciaría que no existe una

orientación clara sobre el tratamiento a brindarse al adolescente infractor.

Los Centros Juveniles, a cargo de la Gerencia de Centros Juveniles (órgano de línea de la Gerencia

25

General de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Ejecutiva del Poder Judicial) albergan a los

adolescentes infractores, aplicando el «Sistema de Reinserción Social del Adolescente Infractor»

(SRSAI). En la actualidad existen nueve centros que desarrollan el «sistema cerrado» (internación

en un Centro Juvenil) y un Servicio de Orientación al Adolescente (en Lima) para aplicar el «sistema

abierto» (medidas socio-educativas no privativas de la libertad). Si bien los siete centros juveniles

del interior del país desarrollan ambos sistemas, no se encuentran suficientemente capacitados

para ello, al no contar con los ambientes adecuados y el personal debidamente entrenado para tal

función.

De acuerdo con la información de la Gerencia de Centros Juveniles del Poder Judicial, a febrero del

2007 existían 1,347 adolescentes atendidos por el Servicio de Reinserción Social del Adolescentes

Infractores: 897 bajo la modalidad de sistema cerrado

(66.6%) y 450 en la modalidad de sistema abierto (33.4%). Del total de resoluciones judiciales

que sentencian a un adolescente por la comisión de una infracción (1,347), el 73.3% (987) se

relacionó con internamiento y sólo el 26.7% (360) con medidas no privativas de libertad. La reducida

aplicación de medidas no privativas de libertad es uno de los puntos que origina preocupación en las

Observaciones Finales del Comité de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, el cual

recuerda al Estado peruano que la Convención sobre los Derechos del Niño establece que son las

medidas no privativas de libertad las que se deben aplicar preferentemente

Los adolescentes privados de libertad presentan las siguientes características personales y

socioeconómicas: la gran mayoría (70.4%) se concentra en los grupos de 16 a 18 años; el 31.6% de

los adolescentes infractores proviene de Lima y Callao. La diferencia se distribuye entre las

diferentes regiones del país, llamando especial atención el importante porcentaje de adolescentes

provenientes de Cajamarca, Apurímac, Junín y Puno, por ser lugares (a excepción de Junín) que

carecen de un Centro Juvenil. De otro lado, el 7% de los adolescentes infractores mantiene una

relación de convivencia o matrimonio; únicamente el 4.9% tiene hijo; y el 79.3% ha desempeñado

una actividad laboral previa a la comisión de la infracción especialmente en la prestación de

servicios, agricultura, venta ambulatoria y construcción civil.

Respecto a las características jurídicas, el 78.1% agrupa a sentenciados y el 21.9% a procesados; el

grupo de infracciones más frecuentes son aquellas contra el patrimonio (56.4%), lo que podría

deberse a las carencias económicas de los adolescentes; luego se encuentran los casos de violación

sexual (28.1%); infracciones contra el cuerpo, la vida y la salud (16.6%); tráfico ilícito de droga

(3.3%); y pandillaje pernicioso (2.2%). La duración de la medida de internamiento ordenada por el

Juez se ubica entre los 7 y 36 meses. Los niveles de reincidencia son mínimos (7.4%), pero dicha

información no es confiable por el hecho de que no existe un «Registro Nacional del Adolescente

Infractor» que informe sobre las sentencias condenatorias impuestas, y la falta de estadísticas sobre

las conductas cometidas luego de cumplir los 18 años de edad. La mayoría ha recibido tiene un

26

mandato judicial de detención ordenado por Jueces del Distrito Judicial de Lima y el Callao (35.7%).

En este caso, también llama la atención el importante porcentaje de adolescentes en lugares como

Apurímac, Ayacucho, Cajamarca, Puno y Cañete en los que no existen centros juveniles.

Respecto a las características psicosociales. Los adolescentes muestran un alto nivel de

retraso o abandono escolar (36.3%); la mayoría proviene de zonas urbano-marginales (53.4%);

el 44.7% señala tener una familia completa; únicamente el 37.1% declara que no ha consumido

algún tipo de droga, 61.9%, refiere haber consumido droga en algún momento y, dentro de este

grupo, el 10.6% corresponde a los dependientes. El 43.3% consume esporádicamente bebidas

alcohólicas, en tanto que el 38% lo hace regularmente.

La población adolescente con «medidas no privativas de libertad» presenta características

parecidas, pero con ciertas particularidades: la mayoría de los adolescentes proviene de un

entorno familiar formalmente estructurado (58%). El 53.1% señala no haber consumido droga y los

porcentajes de consumo de alcohol también son menores a los adolescentes internados en un

centro juvenil. Los niveles de reincidencia reportados por la Gerencia de Centros Juveniles son

reducidos, tanto para el sistema abierto (3.8%) como para el cerrado (7.4%). No obstante ello, al

cotejar la relación de los egresados de ambos sistemas durante el 2003, con el Registro Nacional

Penitenciario, se observa que un grupo de dichos adolescentes al cumplir la mayoría de edad ha

mantenido una conducta ilícita. El cruce de información muestra un nivel de reincidencia mayor a

los reportados. Así, en el sistema abierto crece al 5.41% y en el sistema cerrado al 16.4%.

Asimismo se puede afirmar que el sistema abierto muestra menores índices de reincidencia que el

cerrado. Es preocupante el alto índice de reincidencia de los egresados del Centro Juvenil de Lima

(«Maranguita») con un 21.68%.

No existe una articulación funcional entre los registros de información que dispone la administración

penitenciaria (INPE) y la Gerencia de Centros Juveniles del Poder Judicial para el intercambio y

análisis de información sobre los antecedentes de infracciones y la comisión de delitos.

Durante la supervisión de los Centros Juveniles se ha constatado que existe la necesidad de una

mejora en la infraestructura, las condiciones de internamiento y el tratamiento a los adolescentes.

Si bien los niveles de hacinamiento no son críticos, resulta necesario mejorar la capacidad de

dichos centros para una adecuada atención a los adolescentes. Asimismo se requiere brindar

una capacitación al personal que labora en los Centros Juveniles. Los Centros Juveniles de las

regiones del interior del país, con las limitaciones señaladas, no ofrecen a los magistrados de

familia la posibilidad de dictar y ejecutar medidas socio-educativas «no privativas de libertad.

Se ha verificado la presencia indebida de adolescentes debido a infracciones penales en los

Centros Preventivos a cargo de la PNP y en Hogares del INABIF. Ello constituye un riesgo para los

menores en abandono social y material que no han cometido infracción penal alguna. A fin de

27

proteger a estos menores en abandono, el INABIF debe realizar los esfuerzos necesarios para

habilitar ambientes o locales especiales para albergar a adolescentes vinculados a una infracción

penal y que no cuentan con medida de internamiento.

Durante la elaboración del presente informe se ha podido apreciar que en el país no existe

información estadística adecuada que permita identificar la magnitud del problema del fenómeno

de las infracciones penales cometidas por adolescentes (número de infracciones, número de

denuncias, número de procesos, número de remisiones aplicadas). La Gerencia de Centros

Juveniles del Poder Judicial sólo tiene información con relación a los adolescentes que cumplen

una medida socio-educativa. Ello constituye una limitación a una adecuada respuesta del Estado,

debido a que sin una información adecuada no se puede hacer frente al fenómeno de la infracción

penal de los adolescentes. La percepción ciudadana coloca a la inseguridad como el segundo

problema más grave que afecta a nuestro país. También existe la sensación de que la

actuación de las pandillas es una de las causas de dicha inseguridad. De esta forma, la

ciudadanía encuentra una relación entre «violencia criminal», «juventud» y «pandillaje». Las

pandillas constituyen un fenómeno que abarca a una gran cantidad de países de América Latina,

alcanzando mayor relevancia en la década de los 90.

Entre las causas de su surgimiento, que son diversas, destacan: la pobreza e inexistencia de

medios para que los adolescentes obtengan bienes de la sociedad moderna al sector juvenil;

problemas en la familia y la escuela que tienen un rol en la formación del niño y como mecanismo

de control social y el incremento del nivel de violencia social. La pandilla tiene una presencia,

especialmente en espacios urbano-marginales, entre niños y jóvenes, quienes ven en ella un

espacio de protección, reconocimiento y formación, supliendo y superando a otras que deberían

cumplir dicho rol.

Respecto al accionar de las pandillas se debe señalar que no todas éstas cometen infracciones. Si

bien pueden generar una sensación de inseguridad, no son entidades creadas exclusivamente para

la comisión de infracciones o delitos, pero es evidente que, en ciertas circunstancias, realizan

conductas ilegales. Si bien existe la necesidad de contar con información más precisa y detallada, la

que suministra la PNP y la Gerencia de Centros Juveniles del Poder Judicial permite observar que el

número de adolescentes que han cometido pandillaje pernicioso, así como los daños causado a la

sociedad, serían menores a los que refleja la sensación de inseguridad de los ciudadanos.

La respuesta del Estado frente a las pandillas debe ser principalmente preventiva, considerando

las causas de su surgimiento y desarrollo. Los diversos niveles de gobierno deben prestar atención

a las necesidades y carencias de los adolescentes, proporcionando, mediante una política pública

integral, las condiciones suficientes para que puedan desarrollarse, educarse y formarse en un

entorno que les brinde la posibilidad de un crecimiento y superación personal adecuados.

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Respecto al nivel de cumplimiento de lo dispuesto en la Convención sobre los Derechos del Niño se

deben considerar las «Observaciones Finales» del Comité de los Derechos del Niño de Naciones

Unidas sobre nuestro país. En materia de administración de justicia se señalan las dificultades por

el insuficiente personal y su falta de capacitación; las condiciones precarias de internación de los

centros juveniles y el escaso desarrollo de las medidas no privativas de libertad. En tal sentido, las

recomendaciones al Estado peruano señalan prioritariamente que se garantice que la privación de

libertad se utilice sólo como último recurso, mejorar las condiciones en los Centros Juveniles,

fortalecer el desarrollo de las medidas sustitutivas a la privación de libertad, apoyar la reintegración

a la sociedad de los adolescentes que egresan de un Centro Juvenil y fortalecer los programas de

capacitación para Jueces, profesionales y personal que trabaje en el subsistema de la justicia penal

juvenil.

Si bien desde el 2000 se han estado presentando diversos proyectos de ley, no se han realizado

modificaciones al Código de los Niños y Adolescentes en materia de infracciones penales. Entre

ellas debe destacarse el Proyecto de Ley N° 64/2006-CR (2006), que recoge las principales

propuestas presentadas por la Defensoría del Pueblo en su Informe Defensorial N° 51 como, por

ejemplo, realizar precisiones en el proceso seguido al adolescente por la presunta comisión de una

infracción.

A pesar de los avances realizados a nivel normativo y de los programas de atención al

adolescente infractor, aún se plantean serios retos al Estado peruano, especialmente para lograr

articular una política integral para atender al fenómeno de la infracción penal y el pandillaje.

Asimismo se requiere el desarrollo de una política pública integral que atienda las carencias de la

niñez y adolescencia, así como que desarrolle acciones destinadas a la prevención de la infracción

y la inclusión de los adolescentes, especialmente de aquellos que integran las pandillas.

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