Desordenes Civiles e Insurrecciones

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1 Tomado de: Historia de América Andina érica Andina érica Andina érica Andina Tomo 3 Tomo 3 Tomo 3 Tomo 3 - El sistema Colonial tardio El sistema Colonial tardio El sistema Colonial tardio El sistema Colonial tardio Pags 281-314 Material educativo del Portal Historia Hoy para el suroccidente colombiano

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Durante el siglo que siguió a la conquista y colonización española, la monarquía de losHabsburgos implantó en América un imponente sistema de gobierno reforzado por la autoridadde la Iglesia Católica y expresado en el gran corpus de las Leyes de Indias. Bajo Felipe II, laCorona aspiraba a crear un estado dirigido por un cuerpo jerárquico formado por oficialesdesinteresados, reclutados por sus méritos y guiados por las normas legales existentes, cuyamisión era hacer cumplir las leyes dictadas por el Rey. Estos ideales no llegaron nunca a ponerseen práctica completamente, puesto que el sistema no solo era vulnerable a la corrupciónburocrática, sino que cada día se veía más afectado por los intereses locales. Los gobiernosmunicipales eran controlados por los criollos, quienes en el siglo XVII llegaron a ocupar muchasposiciones en el aparato administrativo y judicial; a lo que contribuía la disposición de lamonarquía, cuya situación económica cada día era peor, a venderles oficios, incluyendo puestosde oidores en las audiencias. Esta "americanización" del gobierno colonial tuvo implicacionesmuy importantes en lo concerniente al orden político, puesto que aunque era una señal dedistanciamiento de la Corona en relación con las ideas absolutistas, no constituía necesariamenteun debilitamiento del Estado español. En efecto, con ello posiblemente se fortalecía, de algunamanera, la autoridad española al comprometer a los criollos con la red gubernamental,asegurando su colaboración en la defensa de la autoridad de la Corona. Sin duda alguna, laparticipación criolla en el gobierno ayudó a reforzar la legitimidad del Estado dentro de las clasesplebeyas, puesto que constituía un cierto indicador del compromiso de la jerarquía social localcon la práctica gubernamental y que la aplicación de la ley, al estar en manos de los locales, podíaser susceptible de cierta flexibilidad, de acuerdo con las circunstancias.

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    Tomado de: Historia de Amrica Andinarica Andinarica Andinarica Andina

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    IX. Desrdenes civiles e insurrecciones populares ANTHONY MCFARLANE

    CONTENIDO

    IX. DESRDENES CIVILES E INSURRECCIONES POPULARES

    1. ORDEN Y DESORDEN

    2. RESISTENCIA Y SUBLEVACIN DLOS ESCLAVOS

    3. REBELIONES REGIONALES E INSURRECCIONES POPULARES

    4. INSURRECCIN POPULAR Y REBELIN DE LAS MASAS

    Durante el siglo que sigui a la conquista y colonizacin espaola, la monarqua de los

    Habsburgos implant en Amrica un imponente sistema de gobierno reforzado por la autoridad

    de la Iglesia Catlica y expresado en el gran corpus de las Leyes de Indias. Bajo Felipe II, la

    Corona aspiraba a crear un estado dirigido por un cuerpo jerrquico formado por oficiales

    desinteresados, reclutados por sus mritos y guiados por las normas legales existentes, cuya

    misin era hacer cumplir las leyes dictadas por el Rey. Estos ideales no llegaron nunca a ponerse

    en prctica completamente, puesto que el sistema no solo era vulnerable a la corrupcin

    burocrtica, sino que cada da se vea ms afectado por los intereses locales. Los gobiernos

    municipales eran controlados por los criollos, quienes en el siglo XVII llegaron a ocupar muchas

    posiciones en el aparato administrativo y judicial; a lo que contribua la disposicin de la

    monarqua, cuya situacin econmica cada da era peor, a venderles oficios, incluyendo puestos

    de oidores en las audiencias. Esta "americanizacin" del gobierno colonial tuvo implicaciones

    muy importantes en lo concerniente al orden poltico, puesto que aunque era una seal de

    distanciamiento de la Corona en relacin con las ideas absolutistas, no constitua necesariamente

    un debilitamiento del Estado espaol. En efecto, con ello posiblemente se fortaleca, de alguna

    manera, la autoridad espaola al comprometer a los criollos con la red gubernamental,

    asegurando su colaboracin en la defensa de la autoridad de la Corona. Sin duda alguna, la

    participacin criolla en el gobierno ayud a reforzar la legitimidad del Estado dentro de las clases

    plebeyas, puesto que constitua un cierto indicador del compromiso de la jerarqua social local

    con la prctica gubernamental y que la aplicacin de la ley, al estar en manos de los locales, poda

    ser susceptible de cierta flexibilidad, de acuerdo con las circunstancias.

    La aceptacin americana de la legitimidad y la autoridad del orden poltico espaol, por

    supuesto, no implic una obediencia ciega ni una lealtad inquebrantable. Durante la segunda

    mitad del siglo XVIII los gobiernos en la Amrica espaola se vieron, con frecuencia, afectados

    por actos de desafo y disentimiento, cuya expresin fueron los mltiples incidentes de desorden

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    civil que aparecen reportados en los registros gubernamentales de la poca como "tumultos",

    "motines", "levantamientos", "sublevaciones" y "rebeliones". Estos disturbios populares

    incluyeron varias clases de acciones ilegales colectivas, entre ellas ataques a oficiales,

    demostraciones violentas de multitudes enfurecidas y revueltas locales contra los smbolos, las

    propiedades y los representantes de la autoridad. Aunque consideradas ilegales por la ley y los

    oficiales encargados de hacerla cumplir, estas actividades, como lo veremos ms adelante, fueron

    mucho ms que simples brotes de desorden, ya que constituyeron formas de accin poltica que

    reflejaban los valores y las ideas de la gente ubicada fuera de los estrechos crculos de las lites

    gubernamentales. Por lo general, dichas acciones estaban circunscritas dentro del contexto de

    simples demostraciones de poltica local, pero los desrdenes populares, en algunos casos, dieron

    origen a insurrecciones importantes contra el gobierno y llegaron a constituir crisis regionales de

    cierta envergadura, que requirieron la atencin total de las autoridades superiores. Aqu nos

    corresponde estudiar diversas expresiones de desorden civil encontradas en la historia de finales

    del perodo colonial de la Amrica andina, desrdenes que se reflejaron en motines o rebeliones

    surgidos en regiones tan diferentes como Venezuela, Paraguay, Colombia, Ecuador, Per y

    Bolivia.

    1. ORDEN Y DESORDEN

    No es fcil hacer generalizaciones en relacin con el carcter y la extensin de los desrdenes

    civiles en las sociedades de finales de la colonia en la Amrica espaola debido, en parte, a las

    variaciones en las definiciones de desorden en los diversos momentos y lugares. En algunos casos

    de disturbios muy localizados, dependa de la consideracin de los magistrados locales o de otros

    oficiales; unos eran sin duda mucho ms sensibles al desorden que otros, y algunos se inclinaban

    ms al control severo del desacato o del desafo a la autoridad. Sin embargo, si los registros de

    desrdenes civiles, en parte, reflejan una concepcin del orden definida por un oficial local, al

    hacer un seguimiento ms detallado de los incidentes de desorden civil criminalizados por el

    Estado, tambin se ve reflejada una cultura de participacin popular en la poltica. La

    terminologa oficial empleada por los registros judiciales, en su simple denuncia de desorden y

    criminalidad, nos permite discernir diversas clases de accin popular directa en la que grupos de

    personas actuaban colectivamente para corregir las injusticias percibidas o para exigir reparacin a

    agravios especficos.

    Las perturbaciones del orden pblico, con frecuencia, tomaron la forma de motines y

    levantamientos pequeos en los que la gente se agrupaba para desafiar o atacar a la autoridad

    local: alcaldes, magistrados locales, corregidores, gobernadores y sus lugartenientes. En algunos

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    casos, dicho comportamiento era desencadenado por un acto o evento que provocaba

    demostraciones inmediatas de ira colectiva al interior de una comunidad, partiendo "desde abajo"

    como respuesta de los plebeyos a ciertos agravios recibidos. En otros casos, dichas acciones

    obedecan a una programacin anterior, tenan objetivos predeterminados y contaban con lderes

    y organizacin y con motines plebeyos organizados "desde arriba". Estos desrdenes, por lo

    general, eran de pequea escala, de corta duracin y al ser manifestaciones claramente localizadas

    no planteaban una amenaza real al poder poltico existente. Se presentaron en muchos lugares,

    tanto en las zonas urbanas como rurales de la Amrica andina, en ellos participaron blancos,

    castas e indios y reflejaron conflictos de diversa ndole. Por lo general, estaban dirigidos contra

    los recaudadores de impuestos, los oficiales estatales o eclesisticos que abusaban de su poder o

    contra los oficiales que intentaban imponer controles sobre una comunidad desde fuera de ella.

    Las disputas polticas que surgan al interior de las comunidades en relacin con el control de los

    oficios locales, los conflictos con intrusos en las tierras comunitarias y las rivalidades entre

    localidades vecinas tambin podan provocar protestas colectivas. En resumen, estos disturbios

    eran comparables a los motines y rebeliones endmicos entre campesinos y plebeyos en la

    Europa del antiguo rgimen y como ellos, expresan ideas sobre las funciones y lmites del

    gobierno y la justicia en las comunidades.

    Posiblemente, la ms comn de las causas para la protesta colectiva entre todos los grupos

    sociales era la oposicin al sistema tributario. Dicha oposicin no estaba dirigida directamente

    contra los impuestos en s mismos; lo que invariablemente la generaba eran las innovaciones que

    incrementaban la carga tributaria. Por lo tanto, la poltica fiscal de la Corona, diseada para

    aumentar los ingresos a travs de la imposicin de nuevos impuestos y de la ampliacin de los

    existentes para afectar productos o reas exentas anteriormente, o los esfuerzos encaminados a

    lograr una ms eficiente recaudacin de impuestos provocaba resentimiento y resistencia en

    diferentes tiempos y lugares. Efectivamente, las ocasiones para dichas protestas se multiplicaron

    durante el siglo XVIII, puesto que los oficiales de los Borbones, da a da, estaban ms decididos

    a aumentar los ingresos estatales en Amrica, tanto aplicando nuevas medidas fiscales como

    modificando las modalidades de administracin tributaria. En la Nueva Granada, por ejemplo, se

    presentaron motines en la poblacin de Vlez en el ao de 1740, cuando el corregidor provincial

    intent realizar una visita y recolectar fondos para cancelar un prstamo requerido por el virrey

    para ayudar a pagar gastos de defensa en tiempos de guerra. La ciudad de Ocaa y sus terrenos

    aledaos tambin se vieron afectados por disturbios que se presentaron en los aos de 1755-1756

    y 1760, cuando un oficial local del tesoro provoc el descontento colectivo al exigir pagos de

    impuestos a los que los habitantes de la ciudad y sus villas no estaban acostumbrados. La

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    resistencia a las presiones fiscales se multiplic a mediados de la dcada de 1760 cuando los

    oficiales reales se empearon en aplicar una reforma ms generalizada y sistemtica del sistema

    tributario. En 1764-1765 el virrey de la Nueva Granada trat de asumir la administracin directa

    de los estancos de aguardiente en la provincias de Popayn y el Choc y al hacer esto dio origen a

    una serie de motines en las poblaciones pequeas de dichas provincias. Las consecuencias fueron

    an ms graves cuando el virrey combin la introduccin de los estancos de aguardiente con la

    reforma de las alcabalas en la ciudad de Quito. En esta ocasin, los motines contra los impuestos

    condujeron a un levantamiento popular muy significativo en la ciudad durante el ao de 1765.

    Aos despus, la renovacin de dichas reformas fiscales dio origen a una oposicin en mayor

    escala an, as como a una serie de motines locales contra los estancos y la alcabala que sirvieron

    de preparacin a la revolucin de los Comuneros de Nueva Granada en 1781.1

    Sin embargo, era poco corriente que las presiones fiscales precipitaran insurrecciones

    populares en gran escala. La mayora de los desrdenes civiles que surgan de las protestas contra

    los nuevos impuestos se mantenan circunscritos a zonas determinadas y su blanco eran los

    oficiales locales. Cuando, por ejemplo, un gobernador provincial intentaba realizar una visita o

    cobrar impuestos en los pueblos y villas de su jurisdiccin, esto tenda a dar lugar a motines y

    manifestaciones de resistencia en las comunidades que intentaban protegerse de las interferencias

    externas. La exigencia por parte de los oficiales locales de impuestos a los que los habitantes del

    lugar no estaban acostumbrados a pagar, constituy una provocacin similar, en parte porque,

    con alguna frecuencia, dichos oficiales tenan fama de corruptos. Los motines y las revueltas

    suscitadas por estas razones se presentaban peridicamente en comunidades de todo tipo, pero

    con mayor frecuencia entre los indios. Esto no debe sorprendernos puesto que a los indios se les

    aplicaban cargas especiales: tributos, mitas y repartimentos de mercancas; los blancos y los

    mestizos estaban exentos.

    Las reacciones de los indios en contra de la explotacin fiscal dependa en parte del tamao y

    el poder de cada comunidad. En la Nueva Granada eran relativamente poco frecuentes las

    revueltas de los indios, principalmente porque las poblaciones indgenas de la Nueva Granada

    estaban sufriendo un descenso demogrfico considerable durante el siglo XVIII y las

    comunidades indias, con frecuencia, eran muy pequeas y estaban aisladas. Espordicamente, se

    presentaban incidentes de desorden civil en comunidades indias ubicadas en las zonas centrales

    de la Nueva Granada, debido a enfrentamientos con blancos y mestizos que queran tener acceso

    a las tierras de resguardo, pero estas comunidades eran siempre muy dbiles para mantener una

    1 En relacin tanto con ste como con otros aspectos de la poltica popular en la Colombia colonial ver Anthony McFarlane, "Civil Disorders and Popular Protests in Late Colonial New Granada", Hspanle American Historical Review, 64:1 (1984) pp. 3-54.

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    fuerte resistencia frente a los opresores y competidores. La nica zona con una tradicin fuerte

    de resistencia campesina-indgena frente a la accin depredadora de los oficiales estatales est

    asentada en el sur de la provincia de Pasto, zona en la cual vivan numerosas comunidades indias

    bajo condiciones similares a las de la zona aledaa al Reino de Quito.2 Los levantamientos de los

    indios eran, naturalmente, ms frecuentes en las regiones del altiplano andino de Quito y de Per,

    en donde los indios constituan la columna vertebral de las poblaciones campesinas. Entre las

    comunidades indias de esas regiones la principal causa de protestas violentas estaba relacionada

    con los abusos de poder de los corregidores y curas que ejercan una explotacin corrupta desde

    sus oficios con fines de enriquecimiento personal, ya fuera a travs de exigencias

    desproporcionadas de pago de tributos, servicios personales o repartimientos de mercancas

    obligatorios. Las revueltas de los indios contra los repartimientos fueron particularmente

    frecuentes en Per. Junto con las acciones de oposicin colectiva a las exigencias de tributos y a

    la mita minera, ellas se agregaron a las numerosas rebeliones de los indios que se estudian en el

    artculo 10 de este volumen.

    En las comunidades mestizas tambin se presentaron ataques contra los oficiales locales que

    utilizaban sus posiciones para beneficio personal, debido a que aun cuando los campesinos

    mestizos eran menos vulnerables que los indios a la presin econmica ejercida por los

    representantes de la Iglesia y el Estado, no estaban totalmente libres de dicha explotacin.

    Adems de los impuestos decretados por la Corona, las autoridades locales en las comunidades

    urbanas y rurales estaban en posicin de requerir dinero y trabajo, tanto para el mantenimiento de

    los edificios pblicos, especialmente las iglesias, como para el de las carreteras y caminos de su

    jurisdiccin. Cuando los encargados de poner en prctica dichas reglamentaciones eran oficiales

    inescrupulosos e impopulares, en algunos casos se provocaba una fuerte resistencia colectiva

    organizada y violenta, dirigida a intimidar y ofender a los oficiales o incluso a sacarlos de su

    posicin.

    Los motines y las revueltas locales, en las que las comunidades o secciones de una comunidad

    actuaban para protestar contra las imposiciones econmicas del Estado y sus oficiales, hacan

    parte de un patrn ms amplio de accin colectiva que abarcaba tanto la ciudad como el campo,

    atravesando la sociedad hispanoamericana. Este patrn de comportamiento tambin inclua

    acciones que se suscitaban a partir de ofensas sociales y polticas que trascendan el mero aspecto

    econmico: stas incluan incidentes en los cuales la plebe se una para protestar contra los

    oficiales que no eran capaces de respetar la ley o la utilizaban injustamente, que eran

    excesivamente corruptos en el ejercicio de su oficio o que eran sorprendidos en rencillas polticas 2 Rebecca Earle, "Indian Rebellion and Bourbon Retorm in New Granada: Riots in Pasto, 1780-1800", Hispanic American Historical Review, 73:1 (1993), pp. 105-110.

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    entre facciones locales. Es claro que lejos de ser simplemente brotes espontneos y explosivos de

    ira y violencia colectiva, surgidos entre la poblacin empobrecida debido a la desesperacin

    econmica, estos motines eran, con frecuencia, una forma de accin poltica en la cual los grupos

    que decan representar a la comunidad utilizaban la accin violenta para defenderse de la

    interferencia externa y la explotacin, o para solucionar disputas internas en las que estaban

    involucrados oficiales locales. En muy pocas ocasiones estas demostraciones se traducan en

    peticiones escritas o en programas polticos, lo que no quiere decir que carecieran de ideas o de

    ideologa. La forma en la que se comportaban las multitudes amotinadas, los eslogans que

    utilizaban y el nmero limitado de objetivos que se proponan, reflejaban la conviccin popular

    de que la protesta fuerte era una forma legtima de accin aun cuando sta violaba las

    reglamentaciones de orden pblico. Tras la apariencia desordenada de los motines y revueltas,

    generalmente podemos encontrar formas de comportamiento estructuradas y discriminatorias

    basadas en una concepcin del inters de la comunidad y reforzadas por la conviccin de que la

    accin ilegal violenta estaba permitida bajo ciertas condiciones. Por ejemplo, la violencia usada

    por la plebe urbana amotinada o por los campesinos rebeldes, generalmente era selectiva y con

    propsitos claros. Era mucho ms probable que se ocasionara, dao a las edificaciones que a las

    personas, la incidencia de vctimas humanas era baja y en muy pocas ocasiones las heridas

    resultaban siendo fatales. Evidentemente, el homicidio se presentaba, especialmente en las re-

    vueltas y motines de las comunidades indias de las zonas montaosas del Per y del Alto Per,

    donde el antagonismo con los corregidores y sus agentes se vea reforzado por resentimientos

    sociales y divisiones tnicas. Sin embargo, los levantamientos tendan a ser ms defensivos que

    agresivos, incluso en contextos de profundas divisiones tnicas y culturales; y cuando se

    presentaban ataques contra los oficiales stos no siempre desembocaban en asesinatos. No era

    que las masas estuvieran desarmadas; los informes relacionados con estas revueltas con frecuen-

    cia hacen mencin a la presencia de espadas, garrotes y armas ms rudimentarias como las

    piedras, todas stas utilizadas generalmente como simples instrumentos de amenaza. En algunos

    casos, los miembros de los bandos enfrentados en reyertas resultaban heridos, pero los ataques

    directos a las personas generalmente tenan el objetivo de intimidar y humillar y no el de matar u

    ocasionar lesiones. Cuando el blanco de la animadversin de las multitudes eran los individuos,

    stos eran objeto de amenazas y trato soez en las acciones diseadas para intimidarlos o

    expulsarlos de la comunidad. El destierro era una sancin, que la comunidad aplicaba

    informalmente a los individuos imitando las formas punitivas utilizadas por el gobierno.

    El carcter defensivo de las acciones populares est reflejado en los eslogans utilizados y los

    fines perseguidos. Las masas amotinadas tendan a denunciar el "mal gobierno" y a atacar a los

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    oficiales abusivos, en lugar de dirigir sus acciones en contra del gobierno mismo. En este sentido,

    reflejaban la tradicin popular, tanto de Espaa como de otras sociedades europeas del antiguo

    rgimen, que consista en apelar al rey o a las autoridades superiores para buscar proteccin con-

    tra los abusos locales, y respeto de las costumbres del lugar, as como una administracin

    equitativa de la justicia. La legitimacin de los motines y revueltas derivada del patrimonio de la

    cultura poltica de la monarqua espaola, quizs se alimentaba tambin de la creencia en una

    "economa moral". sta no era un cuerpo claro de ideas polticas sino un conjunto de creencias

    populares en las obligaciones mutuas de los miembros de la jerarqua social, en la primaca de los

    derechos del comn, y en el derecho de los miembros de una comunidad a defenderse cuando el

    Estado no observaba ni defenda estos principios fundamentales. Tal visin de la "economa

    moral" era, as como las apelaciones al rey en relacin con el "mal gobierno", bsicamente

    conservadora. Estaba orientada hacia la defensa de la comunidad poltica existente y no a la

    transformacin de la misma.3

    Las revueltas y motines locales eran algo ms que acciones de indisciplina y desorden de los

    pobres revoltosos. Evidentemente, el estudio de la vida poltica pueblerina en la segunda mitad

    del siglo XVIII en la Nueva Granada, nos muestra que los desrdenes civiles eran expresiones de

    una cultura de participacin popular en los asuntos pblicos en los cuales la gente comn estaba

    acostumbrada a articular sus derechos y a actuar en forma colectiva. La seleccin de alcaldes, de

    otros magistrados locales y de otros oficiales municipales en las elecciones anuales realizadas por

    los cabildos, constitua un espacio de particular importancia para la estructuracin y expresin de

    los principios bsicos de esta cultura poltica. Aunque los vecinos ms importantes podan

    manipular las elecciones para sus propsitos personales, los frecuentes conflictos relacionados

    con el comportamiento de los oficiales municipales, muestra que la gente comn estaba con

    frecuencia dispuesta a hacer uso de la ley para combatir el monopolio del poder y la opresin

    ejercida por las camarillas, para rechazar a oficiales que no contaran con la aprobacin local y

    para expresar su desacuerdo con los curas que cargaban estipendios excesivos, tenan

    comportamientos inmorales o descuidaban en alguna otra forma sus responsabilidades. Los

    vecinos ordinarios tambin participaban en la poltica local al unirse para mejorar la posicin de

    sus comunidades (generalmente al tratar de convertir una parroquia en pueblo, un pueblo en villa

    o una villa en ciudad).4 Con estas acciones experimentaban un cierto sentido de identidad local y

    3 En relacin con el concepto de economa moral ver E.P. Thompson, "The Mornl Eco-nomy of the English Crowd in the Eigteenth Century", Past and Presen!, nm. SO, 1971, pp. 76-136; J.C. Scott, The Moral Economy ot the Peasant: Rebellion and Subsistente n Southeast Asia, New Haven, Yale University Press, 1976. 4 Margarita Garrido, "La poltica local en la Nueva Granada, 1750-1810", Anuario colombiano de Historia Social y de la Cultura, vol. 15 (1987), pp. 37-.%; de la misma autora, Reclamos y representaciones: Variaciones sobre la poltica en el Nuevo Reino de Granada, 1770-T8I5, Bogot, 1994, pp. 116-236.

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    pertenencia a la comunidad que les permita pensar y actuar en defensa de intereses comunes, lo

    que en algunas ocasiones, daba lugar a actos de desorden civil Por lo tanto, los desrdenes civiles

    de la Amrica andina de finales de la colonia pueden considerarse como elementos que hacen

    parte de un repertorio ms amplio de vida poltica en la que los representantes de la Iglesia y del

    Estado se dieron cuenta de que la autoridad dependa ms del respeto de los intereses y la

    opinin local que de la sujecin incondicional de un populacho dcil o reprimido. Los

    desrdenes civiles, invariablemente, constituyeron reivindicaciones populares de derechos

    existentes dentro de un sistema, no intentos de derrocar el mismo. Constituyeron una faceta del

    orden poltico existente y no su anttesis.

    2. RESISTENCIA Y SUBLEVACIN DE LOS ESCLAVOS

    Los desrdenes civiles que se presentaron en las comunidades libres tuvieron su complemento en

    la sublevacin y resistencia de los africanos y sus descendientes entonces sometidos a la

    esclavitud En la Amrica andina, como en otras regiones de las Amricas y del Caribe, la rebelin

    de los esclavos fue ms comn en las regiones con una alta proporcin de poblacin negra con

    relacin a la blanca. As, aun cuando haba esclavos en diversas partes de las regiones andinas, la

    resistencia colectiva de los esclavos fue ms un fenmeno de las zonas llanas y costeras que de los

    altiplanos.

    La esclavitud de los negros empez, en esas zonas, a finales del siglo XVI y principios del

    XVII, poca en la que se importaron africanos para solucionar la escasez de mano de obra

    ocasionada por la disminucin de la poblacin india. A finales de la colonia, este patrn bsico de

    poblamiento segua vigente. La concentracin mayor de esclavos en Sur Amrica espaola se dio

    en las zonas tropicales, en las que la mano de obra esclava era ampliamente utilizada para trabajar

    en la agricultura comercial o en la minera. Venezuela tuvo la ms grande poblacin de esclavos,

    la cual fue constantemente repuesta por considerables importaciones desde frica, lo que se hizo

    hasta las ltimas dcadas del siglo XVIII. En este pas, la poblacin de esclavos se concentraba en

    la reducida franja costera y en los valles de la provincia de Caracas, en donde eran utilizados en

    las haciendas productoras de cacao para la exportacin, y en un sinnmero de labores domsticas

    y artesanales en las poblaciones de la regin. En las vecinas provincias de la costa caribe de la

    Nueva Granada, se dieron en menor escala, patrones comparables de trabajo esclavo para la

    agricultura y los oficios domsticos. All, los esclavos eran trabajadores integrales que prestaban

    sus servicios en las haciendas dedicadas al cultivo y al pastoreo en las provincias de Cartagena y

    Santa Marta. Lejos de stas, en zonas ubicadas bastante hacia el sur, en el Cauca se haca el

    mismo uso de los esclavos. Eran utilizados en los campos de minera del oro de la costa del

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    Pacfico y en la agricultura de las haciendas del valle del Cauca, y transferidos de unos trabajos a

    otros. En las minas de plata del Per y del Alto Per fue muy poca la utilizacin de los esclavos,

    puesto que all abundaban otras formas de mano de obra. Por otra parte, en la Nueva Granada,

    las cuadrillas de esclavos jugaron un papel esencial en la explotacin de los aluviones de oro y

    vetas encontrados en el interior de Antioquia y en las llanuras de las provincias del Pacfico. La

    esclavitud fue menos importante en las provincias de Quito. Las principales zonas en las que se

    instituy fueron, como en los otros casos, las regiones tropicales de la costa del Pacfico; all,

    ncleos pequeos de esclavos fueron utilizados en la explotacin de las minas de oro en

    Esmeraldas y en la agricultura en la provincia de Guayaquil, especialmente en la produccin de

    cacao. En Per, los esclavos constituan proporcionalmente un grupo pequeo de la poblacin

    total y eran numerosos solamente en los valles de la costa del Pacfico, especialmente en Lima y

    sus alrededores, en donde eran empleados principalmente en las empresas agrcolas que

    cultivaban azcar, viedos, trigo y otros productos destinados a los mercados urbanos.

    Durante las ltimas dcadas del perodo colonial se presentaron muy pocos levantamientos

    violentos e insurrecciones dirigidas directamente contra los propietarios de esclavos o el

    gobierno. En todas estas regiones, la rebelda de los esclavos se manifestaba especialmente en la

    huida para liberarse de la esclavitud y en los esfuerzos realizados por ellos para unirse a

    comunidades independientes o formar otras nuevas que estuvieran fuera del alcance de los

    propietarios de esclavos y del Estado. Este patrn de comportamiento se inici a finales del siglo

    XVI, cuando los esclavos fugitivos (negros cimarrones) establecieron comunidades libres -

    llamadas palenques o cumbes- en las costas del Caribe en la Nueva Granada y en el litoral

    venezolano.5 Los cimarrones, por lo general, se aislaban en comunidades agrcolas de auto-

    subsistencia que reflejaban, en su organizacin social y sus rasgos culturales, el mundo africano

    perdido. El objetivo fundamental de los palenques era formar comunidades libres, fuera del

    alcance de los propietarios de esclavos y del Estado espaol, para los africanos y sus descen-

    dientes. Sin embargo, estas comunidades directa o indirectamente, significaban, en cierta forma,

    una amenaza para la sociedad blanca ubicada en su vecindad. Los ex-esclavos de los palenques no

    solo atacaban ocasionalmente las poblaciones y las granjas fronterizas con el fin de obtener

    armas, bienes y mujeres, sino que su existencia misma, a causa de su libertad ilcita operaba como

    un faro de libertad para los negros que permanecan en la esclavitud. Las expediciones peridicas

    organizadas por oficiales gubernamentales, con el fin de eliminar palenques y capturar a los

    fugitivos, eran exitosas en algunas ocasiones. Los palenques que se haban convertido en

    comunidades numerosas de negros libres, como el de San Basilio, cerca de la provincia de

    5 Mara del Carmen Borrego Pa, Palenques de negros en Cartagena de Indias a fines del siglo XVII, Sevilla, 1973.

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    Cartagena de Indias, llegaron a ser lo suficientemente fuertes como para obtener reconocimiento

    oficial de su libertad y su derecho a la tierra como contraprestacin a su promesa de observar la

    ley y rechazar cimarrones.6 Durante el siglo XVIII las comunidades de esclavos libres formadas

    por los cimarrones y sus descendientes fueron especialmente numerosas en Venezuela. Se afirma

    que 20.000 cimarrones vivan en comunidades libres a principios del siglo y 30.000 a finales del

    mismo, mientras que 60.000 permanecan en la esclavitud.7 De hecho, es muy posible que estas

    cifras exageren el tamao de la poblacin fugitiva y el malestar dentro de los esclavos que ello

    implica. Si los esclavos se mantenan en una actitud tan persistente de rebelin, se dificulta

    entender por qu los propietarios de esclavos continuaban importndolos en cantidades tan

    considerables, a pesar de los riesgos de prdida que esto implicaba y por qu tomaron tan pocas

    medidas para atacar las cumbes y acorralar a los cimarrones.8

    No existen estimativos sobre el nmero de cimarrones en el siglo XVIII en Nueva Granada,

    pero se ha sugerido que tambin all el malestar de los esclavos se fue intensificando a finales de

    la colonia, hasta el punto de que los incidentes de rebelin y fuga hacia los palenques reflejaban

    una rebelin generalizada de los esclavos.9 Esto no parece ser cierto. Indudablemente los esclavos

    fugitivos formaron nuevos palenques durante el siglo XVIII en zonas muy dispersas entre el valle

    del Bajo Magdalena en el norte, y el valle del Pata en el sur. Pero estos palenques no reflejan un

    movimiento ni general ni considerable de rebelin esclava a finales de la colonia en la Nueva

    Granada. stos fueron casos pequeos, pasajeros, reducidos en nmero y, en muy pocas

    ocasiones, constituyeron una amenaza para la sociedad local. Los esclavos que se unieron para

    fundar palenques en algunas ocasiones fueron acusados de planear insurrecciones dirigidas a

    destruir la sociedad blanca local y a terminar con la esclavitud, pero ninguna de ellas logr

    materializar dichas intenciones. La rebelin por cimarronaje, sin embargo, en algunos casos se

    prolong en forma de bandolerismo puesto que los fugitivos tendieron a robar a los viajeros o a

    los asentamientos locales. En las costa del Per, los palenques decayeron hacia finales del siglo

    XVIII, puesto que los esclavos fugitivos se unieron a pandillas multitnicas de bandidos que

    aseguraban su supervivencia atacando haciendas y carreteras. Aqu, parece ser que la bsqueda de

    la liberacin de la esclavitud constitua una empresa individual; el sueo de la formacin de

    6 Roberto Arrzola, Palenque, primer pueblo Ubre de Amrica: Historia de la sublevacin de los esclavos de Cartagena, Cartagena, 1970, pp. 245-250. 7 Miguel Acosta Saignes, Vida de los esclavos negros en Venezuela, Caracas, 1967, p. 283. 8 P, Michael McKinley, Pre-revolutionary Caracas: Politics, economy and society, 1777- 1811, Cambridge, 1985, pp. 122-125. 9 Jaime Jaramillo Uribe, "Esclavos y seores en la sociedad colombiana del siglo XVII" en sus Ensayos sobre la historia social colombiana, Bogot, 1968, pp. 60, 77.

  • 12

    comunidades fuera de la esclavitud o el de ataques generalizados en contra del sistema de

    esclavitud estaban muy alejados de los lmites de lo posible."10

    La liberacin de la esclavitud y la fundacin de palenques, en algunos casos, se origin a partir

    de insurrecciones violentas en las cuales los esclavos atacaron a sus dueos antes de escapar. Pero

    las insurrecciones directas fueron muy escasas, por razones bastante obvias. Incluso en las reas

    en las que los esclavos eran numerosos, por lo general, ocupaban posiciones de clara desventaja

    puesto que los blancos estaban mejor armados, tenan el respaldo de la ley y contaban con fa-

    cilidades para movilizar el apoyo gubernamental en contra de los esclavos rebeldes. Si estas

    razones obstaculizaron las rebeliones en las islas caribes francesas y britnicas, en donde la

    mayora de la poblacin era esclava y adems estaba aglutinada en plantaciones muy grandes, es '

    fcil ver los poderosos impedimentos que se planteaban a la insurreccin de los esclavos en la

    Amrica andina, en donde stos constituan invariablemente minoras que vivan y trabajaban en

    pequeas comunidades. La mayora de los esclavos vivan en reas en las que el nmero de

    blancos y libres de todos los colores les superaba, lo que les haca siempre estar en situacin de

    desventaja en cualquier conflicto frente a los propietarios de esclavos. Armar una insurreccin era

    tambin mucho ms peligroso que escapar para vivir lejos de la esclavitud. Mientras una revuelta

    dependa de un estallido nico y exitoso, que expona a los esclavos a sufrir lesiones e incluso la

    muerte, escapar les permita esquivar el combate y sus riesgos, hasta que lograban formar

    comunidades que podan defender o utilizar como bases para realizar ataques contra sus dueos.

    Es, por tanto, fcil ver por qu, en tales circunstancias, los esclavos tendan a buscar otras formas

    para solucionar sus angustias y lograr su libertad.

    Los esclavos recurran a diversos medios menos peligrosos que las evasiones colectivas y las

    insurrecciones para protestar contra su condicin. Una de ellas era unirse y negarse a trabajar

    hasta que el dueo acordaba mejorar sus condiciones de vida y trabajo. Otra era apelar a la ley

    para que se aplicase la justicia en casos de abuso o agravio considerable. Los esclavos buscaban

    proteccin legal para ayudarse en casos de desnutricin o castigo violento, o para proteger

    costumbres y prcticas como las de cultivar la tierra para obtener alimentos para su propia

    subsistencia y para venderlos en el mercado, lo que haban llegado a considerar como un derecho

    propio; algunos otros recurran a la ley para pedir un cambio de dueo. En tales casos, los

    esclavos buscaban preservar un tipo de libertad al interior mismo de la esclavitud y defender sus

    derechos a trabajar sin ser maltratados, a ser vestidos y alimentados adecuadamente, a llevar una

    vida familiar e incluso a participar en la economa del mercado. Esto no quiere decir que hubieran

    perdido su inters en la libertad. De hecho, cuando los esclavos hacan valer su derecho a trabajar 10 Alberto Flores Galindo, La ciudad sumergida, Aristocracia y plebe en Lima, 1760-1830, Lima, 1991, pp. 95-97.

  • 13

    CONDICIONES DE VIDA DE LOS ESCLAVOS

    Para los esclavos que por electo de la instruccin deban convertirse en objeto de una minuciosa vigilancia y

    regulacin al interior de las unidades productivas, como para los amos sobre los que pesaba la autoridad de los

    burcratas coloniales que les restaba capacidad de dominio y potestad sobre sus esclavos, el proyecto esclavista

    borbnico resultaba inconveniente. Las estrategias de libertad de los esclavos, dependan, en gran medida, de la

    ambigedad y el vaco de la ley y de las relaciones que podan construir y manejar tanto en el mundo urbano

    como rural. Los esclavos como aquellos que vivan en Guayaquil, hijos de un contubernio entre la corrupcin

    econmica y administrativa, entre el afn del lucro de sus amos y sus propios afanes de libertad que les permita

    vivir y trabajar independientemente a cambio de entregar al amo un jornal y acumular un capital que resultaba

    importante para la compra de sus libertades, perdan sus facultades de hecho y de derecho, pues stas

    desaparecan en la nueva figura del esclavo que impulsaba la Corona. En un rgimen de absoluta vigilancia, en

    donde todo se regulaba estrictamente, las posibilidades ce trabajar para s disminuan, las de tejer relaciones

    sociales amplias tambin y lo que es ms, las de mimetizarse con el resto de la "plebe" insolente y bullente

    desaparecan del todo.

    Para los amos la normativa de 1789 representaba tambin una amenaza. En las ciudades los acaudalados se

    probaran de un elemento de ostentacin y los menos afortunados se veran, poco a poco, obligados a prescindir

    de, tal vez su nica fuente de ingresos, que era el esclavo obligado a rendir jornal. En el campo, las autoridades

    locales aparecan como una figura amenazante que poda disputar con el amo la potestad sobre los esclavos,

    pero sobre todo, los propietarios expresaron su terror de que una normativa tan benevolente pudiera propiciar la

    insurreccin de los esclavos. El discurso reformista sobre el gobierno de los esclavos resultaba as, de difcil

    manejo y poda constituirse en un peligro para las estrategias discursivas de libertad y esclavitud de amos y

    esclavos. El temor hacia una poblacin subalterna que creca, entre otras causas, por efecto de la facilidad con

    que los esclavos adquiran su libertad, se converta en el fantasma que amenazaba desbordar las fronteras que

    mantenan las jerarquas y los sistemas de exclusin en el orden colonial.

    La presin de los propietarios de esclavos fue tan fuerte y efectiva que la Corona suspende los efectos de la

    Instruccin de 1789.

    Tomado de: Mara Eugenia Chaves, Mara Chiquinquir Daz, una esclava del siglo XVIU, Guayaquil, Archivo

    Histrico de Guayas, 1998, p. 119.

    en su propia parcela de tierra, ya haban iniciado un camino pragmtico que les conducira hacia la

    independencia y la libertad, puesto que estas actividades no solo les permitan mejorar su

    condicin al interior mismo de la esclavitud, sino que les proporcionaba un ingreso con el que

    algn da podran comprar su manumisin. Sin embargo, lo mismo que los plebeyos que

    formaban parte de las sociedades ms amplias de sus alrededores, los esclavos estaban ms en la

    situacin de autodefensa contra los abusos e injusticias especficas que en la de atacar el sistema

    que permita la existencia de estas injusticias.11

    11 Anthony McFarlane, "Cimarrones y palenques en Colombia: Siglo XVIII, Historia y Espacio, nm.14, pp. 53-78. Bernard Lavall, "Aquella ignominiosa herida que se hizo a la humanidad": El cuastionamiento de la esclavitud en Quito a finales de la poca colonial", Procesos: Revista Ecuatoriana de Historia, nm.6, pp. 23-48.

  • 14

    Una notable excepcin a esta regla se dio en el mes de mayo de 1795, cuando se present una

    revuelta entre los esclavos del partido de Coro, en el extremo norocciderital de Caracas. sta era

    una zona relativamente aislada de la provincia en la que los esclavos tal vez se mezclaban ms

    fcilmente con los negros libres y con los mulatos y zambos, y gozaban de una relativa libertad

    econmica en los hatos y haciendas en los que trabajaban. A principios de la dcada de 1790,

    ciertos intentos de incrementar los impuestos haban dado origen a los resentimientos entre los

    libres de color, mientras que la negativa de los dueos de los esclavos a implementar el Cdigo

    Negro decretado por la Corona en 1789 dio a los esclavos una razn para protestar. Las noticias

    relacionadas con el Cdigo Negro junto con las noticias de la Revolucin Francesa y la rebelin

    de los negros libres y esclavos de Hait, convencieron a Jos Leonardo Chirinos y a Jos Caridad

    Gonzlez, dos negros libres, para suscitar una rebelin de los esclavos y los libres de color, en la

    cual se peda dar fin a las alcabalas y a otros impuestos, la abolicin de la esclavitud y el

    establecimiento de una repblica al estilo de la francesa. Cientos de rebeldes, entre ellos esclavos

    y libres de color, atacaron haciendas, mataron blancos, y sitiaron por un corto tiempo la po-

    blacin de Coro. Sin embargo, la rebelin fue rpida y sangrientamente sofocada, por lo tanto

    sta no se extendi ms all de una pequea regin.12 sta tampoco fue el inicio de una

    subversin ms amplia entre los esclavos hispanoamericanos inspirados en las ideas

    revolucionarias francesas y el ejemplo de las revueltas de los esclavos en Hait. En Cartagena se

    revivi el temor a una subversin de este tipo en 1799, cuando los esclavos franceses importados

    de Hait fueron acusados de conspirar para tomarse la ciudad y abolir la esclavitud. Este complot

    fracas antes de que se diera el levantamiento y como sucedi con la rebelin de Coro, no tuvo

    repercusiones mayores entre los esclavos de la zona. Si algunos negros, mulatos y zambos haban

    empezado a vislumbrar las posibilidades de un futuro nuevo, en el cual la esclavitud desa-

    parecera, todava estaban muy lejos de encontrar los lderes o de realizar las alianzas necesarias

    para poner en prctica la nueva ideologa.

    3. REBELIONES REGIONALES E INSURRECCIONES POPULARES

    La resistencia presentada a las presiones fiscales y el resentimiento en contra de los abusos

    administrativos que con frecuencia inspiraron los desrdenes civiles menores, llegaron a veces a

    dar lugar a acciones populares en una escala ms amplia. En algunas ocasiones, la protesta

    popular aliment rebeliones que afectaron ciudades enteras o se propagaron en regiones ms

    extensas, movilizando a muchas personas que formaron contingentes organizados y armados

    amenazando seriamente a la autoridad del gobierno. Muchas rebeliones de este tipo y de largo

    12 Carlos Felice Cardot, La rebelin de Andresote, (Valles de Yaracuy, 1730-1733), Bogot, 1957.

  • 15

    alcance se dieron en Sur Amrica espaola durante el curso del siglo XVIII, formando as una

    cadena de insurrecciones interrelacionadas por una sucesin de ofensas comparables unas con

    otras e inspiradas por ideas similares.

    El primer episodio de importancia de dicha rebelin tuvo lugar en Paraguay, en donde las

    disputas por el gobierno de Asuncin dieron origen a los conflictos violentos y prolongados

    conocidos como la rebelin de los Comuneros del Paraguay. Esta rebelin se origin en una

    disputa que se inici en 1717, cuando el cabildo de Asuncin acus al gobernador provincial de

    abuso de poder y se solicit su reemplazo. Aunque la Audiencia de Charcas reemplaz al

    gobernador ofensor en 1721, la disputa se encendi de nuevo cuando el Virrey Castelfuerte del

    Per nombr gobernador a su cuado. El cabildo de Asuncin rechaz al candidato del virrey a

    lo que se sucedieron violentos conflictos en el ao de 1724. El virrey destin tropas que salieron

    de Buenos Aires en 1725 para restablecer su autoridad en Asuncin, ciudad a la que entraron con

    el apoyo de auxiliares indios organizados por los jesuitas y depusieron al gobernador nombrado

    en Charcas. Su reemplazo no tuvo xito pues le fue imposible imponer su autoridad y fue

    expulsado por los rebeldes que se denominaron a s mismos los "comuneros". Cuando la

    Audiencia de Lima envi otro oficial para restablecer el orden en 1733, ste fue asesinado

    relativamente pronto y se form una junta general rebelde en Asuncin, cuya funcin era la de

    organizar la resistencia. Esto, a su vez, dio origen a una represin armada de la rebelin, en el ao

    de 1735, dirigida por un ejrcito enviado desde Buenos Aires, de nuevo apoyado por un

    contingente fuerte de indios guaranes; finalmente la rebelin fue sofocada con la captura de sus

    lderes. 13

    La rebelin de los Comuneros del Paraguay fue, en parte, ocasionada por motivos econmicos,

    cuyo origen estaba en la insatisfaccin de los encomenderos locales con el poder econmico y

    social ejercido por los jesuitas, quienes controlaban a una enorme poblacin india, ocupaban

    algunas de las mejores tierras del territorio y jugaban un papel dominante en la produccin y

    comercializacin de la yerba mate, el producto comercial ms valioso de la regin. Los lderes

    Comuneros, sin embargo, justificaban sus acciones en trminos polticos. Aseguraban que los

    intereses de las lites locales deban tener representacin en el gobierno y defendan su resistencia

    en trminos que nos remiten a las doctrinas polticas espaolas del siglo XVI, que otorgaban al

    pueblo el derecho a la rebelin contra el gobierno tirnico y contra el abuso del poder real. En

    este sentido, la rebelin paraguaya fue precursora de las que afectaran a la Amrica andina ms

    tardo, durante el mismo siglo, cuando los lderes rebeldes de nuevo justificaron el rechazo de

    13 James Schofield Saeger, "Origins of Rebellion in Paraguay", Hispanic American Histrica! Review, 52:2, (1972), pp. 215-229; Adalberto Lpez, Tifie Revolt of the Comuneros of Paraguay, Cambridge, Mass., 1976.

  • 16

    oficiales reales apelando a un "pacto" implcito entre la Corona y el pueblo, segn el cual se

    reconoca a los representantes del mismo.

    Durante los aos en los que el Virrey Castelfuerte estaba enfrentado dificultades para hacer

    valer su autoridad en Asuncin, se levant una ola de descontento en las zonas altas de los

    Andes. Los intentos de Castelfuerte para aumentar las rentas producidas por los tributos de los

    indios y para reorganizar la mita, no solo provocaron pequeas revueltas en muchos pueblos

    indios ubicados en diversos lugares, sino que tambin dieron origen a un malestar muy marcado y

    a rebeliones entre los criollos y los mestizos en las ciudades de Cochabamba y Oruro. La rebelin

    de Cochabamba se inici a finales del ao de 1730, cuando los mestizos locales se levantaron para

    protestar contra las reformas que consideraban les obligaran a pagar tributos. Su protesta se

    inici con demostraciones ruidosas, gritos de "Viva el rey, muera el mal gobierno", y ataques

    contra edificios pblicos. sta tambin expresaba otros antagonismos que se vivan al interior de

    la sociedad cochabambina, como lo revela el hecho de que las demostraciones fueron hacindose

    ms y ms fuertes hasta convertirse en asaltos armados contra un grupo de espaoles y criollos

    que decidieron apoyar al comisionado del virrey. Esto llev al asesinato de muchos ciudadanos

    prominentes, al saqueo de tiendas de los espaoles, a la huida del corregidor espaol y a la toma

    del gobierno de la ciudad por parte de los lderes de los mestizos y sus aliados criollos en un acto

    abierto y prolongado de rebelin contra las autoridades superiores. Su lder, el mestizo platero

    Alejo de Calatayud, proclam pblicamente su lealtad al rey y a la Iglesia, pero insisti en que los

    oficiales locales deban ser criollos y no espaoles, y que ellos deberan controlar cualquier

    reorganizacin de los impuestos. Evidentemente, la rebelin, aunque dirigida por mestizos,

    contaba con la simpata y apoyo de los criollos y dur varios meses antes de que los criollos,

    temerosos de la indisciplina social y ansiosos por convertir a los mestizos en los chivos

    expiatorios, apoyaran una represin militar.14 Sin embargo, aunque abatida, la rebelin de Cocha

    bamba no fue olvidada. Este patrn de reaccin plebeya contra las reformas fiscales y exigencia

    de autonoma local por parte de los criollos se repiti en 1739, cuando los criollos y los mestizos

    del vecino Oruro conspiraron para realizar un levantamiento tanto en Oruro como en

    Cochabamba. En este caso, parece ser que los criollos jugaron un papel clave en la organizacin

    de la frustrada rebelin. Su objetivo, aparentemente, era obtener una participacin criolla mayor

    en los oficios y a la vez intentar ganar alianzas con los mestizos y con los indios, prometindoles

    suprimir tributos, mitas y repartos.15

    14 Patricia Cazier Hutchins, Rebellion and Census of Cochabamba, 1730-1732, Ph.D. dis-sertation, Ohio State University, 1974, pp. 186-224; Scarlett O'Phelan Godoy, Rebe-llions and Revolts in Eighteenth Century Per and A/toPew, Koln, 1985, pp. 58-79. 15 O'Phelan Godoy, Rebelllions and Revolts, pp. 86-90

  • 17

    La mezcla de quejas econmicas con la afirmacin de derechos locales a la autonoma tambin

    se present en un contexto social tan diferente como la provincia de Caracas, durante los aos

    cercanos a mediados de siglo. All los orgenes del conflicto no estaban relacionados con la

    oposicin a los tributos e impuestos sino con los antagonismos surgidos debido a las actividades

    de la Real Compaa Guipuzcoana. En 1728, la Corona le haba otorgado a la compaa un

    monopolio efectivo sobre las exportaciones de cacao de Caracas a Espaa y los esfuerzos

    posteriores de la compaa para controlar el mercado del cacao dieron pie a una frrea oposicin

    local. Cuando los administradores vascos de la Compaa Guipuzcoana intentaron cortar,

    definitivamente, el comercio con contrabandistas extranjeros e imponer sus precios a los

    productores de cacao, tuvieron que enfrentar la oposicin firme y constante de los cultivadores y

    comerciantes de cacao de la provincia. Cuando la compaa intent ponerle freno al contrabando

    con los comerciantes holandeses en Curazao, enfrent la oposicin manifestada en la rebelin de

    Andresote en los aos de 1730 a 1732. Andresote era un esclavo que diriga una banda de negros

    libres e indios. En 1741, nuevos intentos para frenar la exportacin ilegal de cacao a extranjeros

    precipit una revuelta en San Felipe el Fuerte; en 1744, los habitantes de Tocuyo se levantaron en

    una insurreccin armada en contra de los esfuerzos realizados para reclutarlos y formar milicias

    para defender a Caracas en contra del ataque de los ingleses. Esta tendencia permanente de re-

    sistencia a la influencia ejercida por la compaa, en los asuntos econmicos y polticos de

    Caracas, lleg a su climax en una rebelin de mayores proporciones entre los aos de 1749 y 1752

    cuyo lder fue Juan Francisco Len. Tanto en sta como en la rebelin de Cochabamba estaban

    presentes los resentimientos y aspiraciones de ms de un grupo social bajo el liderazgo de los

    blancos. Adems y una vez ms, los lderes rebeldes reclamaban el derecho a detentar los oficios

    locales, para los cuales deban ser preferidos a los espaoles, considerados no solo rivales

    econmicos sino enemigos polticos.

    La rebelin se inici cuando el gobernador de Caracas nombr a un agente de la Compaa

    Guipuzcoana para reemplazar a un oficial local, el canario Juan Francisco de Len, en los valles

    de Panaquire y Caucagua. Este nombramiento se hizo con la intencin de reforzar los controles

    al contrabando en el rea. Len, un lder de los hacendados del cacao, se resisti a aceptar al

    oficial elegido por la Compaa Guipuzcoana y organiz una marcha sobre la ciudad de Caracas.

    Quienes le siguieron, fueron en su mayora blancos de las clases medias y bajas de la sociedad

    rural provincial, aunque tambin haba algunos negros libres, algunos indios e incluso esclavos

    fugitivos. Adems, tambin cont con las simpatas y el apoyo discreto de los miembros de la

    lite criolla de Caracas. Entraron en Caracas en abril de 1749 y despus de realizar un cabildo

    abierto para legitimar su accin, Len persuadi al gobernador para que suspendiera la Compaa

  • 18

    Guipuzcoana y ordenara la expulsin de sus funcionarios. Cuando el gobernador dej Caracas sin

    llegar a cumplir totalmente sus promesas, la protesta de Len se transform en una rebelin

    abierta, puesto que l comandaba un grupo muy numeroso con el que amenaz atacar La Guaira.

    Sin embargo, ante la ausencia de un gobierno legtimo en Caracas, los miembros de la lite

    temieron que se produjera una perturbacin del orden que poda incluso originar rebeliones de

    esclavos y, por tanto, empezaron a retirar su apoyo a Len. En esta situacin y habiendo

    obtenido nuevas promesas de que la compaa sera desmantelada, Len disolvi sus fuerzas y

    puso fin a la insurreccin armada. Las negociaciones que siguieron dieron paso a la represin.

    Tropas espaolas fueron enviadas a Caracas para dar apoyo armado a la restauracin de la autori-

    dad real e inmediatamente despus se desat una campaa represora. Len y sus hijos fueron

    arrestados y acusados de traicin, lo mismo que algunos de los vecinos notables de Caracas;

    muchos de los blancos pobres, de los mulatos y de los indios que se haban incorporado a las

    fuerzas de Len, fueron sentenciados a severos castigos fsicos y, en algunos casos, a la ejecucin. 16

    Como los Comuneros de Paraguay y los rebeldes de Cocha-bamba, Len y sus seguidores no

    rechazaban el gobierno espaol sino que vean sus rebeliones como una defensa justa de los

    intereses locales contra la explotacin arbitraria ejercida desde fuera. Su motivacin era

    fundamentalmente econmica. La rebelin fue un movimiento de pequeos y medianos

    cultivadores de cacao (muchos de ellos eran inmigrantes de las islas Canarias, que aspiraban a

    convertirse en hacendados y dueos de esclavos), y de comerciantes cuyo sustento estaba '

    amenazado por las polticas de la Compaa Guipuzcoana. Sin embargo, tambin tuvo una

    dimensin poltica ms fuerte, puesto que los rebeldes reclamaban el derecho de los locales para

    negociar con el gobierno y a presentar resistencia frente a las acciones de sus agentes, cuando

    stas planteaban conflictos con los intereses econmicos locales. Por tanto, aunque la rebelin de

    Caracas tuvo lugar en un contexto social y econmico muy diferente de las de Paraguay y

    Cochabamba, hay algunas similitudes entre ellas. Todas fueron reacciones contra las presiones

    econmicas externas que buscaban as proteger y promover un control local del gobierno. Los

    criollos en Asuncin intentaron hacer esto controlando al gobernador local. En Cochabamba, los

    criollos expulsaron del cabildo a los peninsulares e intentaron asumir el control del corregimiento.

    En Caracas, Len y sus rebeldes defendieron su control sobre magistraturas rurales con el fin de

    asegurarse de que las leyes comerciales eran puestas en vigor por los productores de cacao y no

    por su rival, la Compaa Guipuzcoana.

    16 Robert Ferry, Jhe Colonial lite oEarly Carxas: Frnwtion and Crisis, 1567-1767, Ber-keley, Calif., 1989, pp. 139-176.

  • 19

    La afirmacin de los derechos a plantear resistencia a las polticas gubernamentales y a

    participar en el gobierno local, por supuesto, no era una peticin de independencia. Lo que ellos

    expresaban, sencillamente, era la creencia de que quienes ocupaban posiciones sociales de

    liderazgo tambin tenan derecho a gobernar (bajo el mando del rey y de las autoridades

    superiores), y a ejercer influencia sobre la aplicacin de polticas que afectaran intereses locales.

    Esta dimensin poltica de las rebeliones se hizo mucho ms clara en la segunda mitad del siglo

    XVIII, cuando los ministros espaoles hicieron renovados esfuerzos para reformar las estructuras

    administrativas y fiscales con lo que provocaron una nueva y ms poderosa ola de rebeliones.

    4. INSURRECCIN POPULAR Y REBELIN DE MASAS

    La renovacin de las reformas se inici en los albores de la guerra de los Siete Aos (1756-1763)

    cuando la derrota de los espaoles frente a los ingleses revel la creciente debilidad econmica y

    militar del Estado espaol. Despus de recuperar La Habana de manos de los britnicos, con el

    Tratado de Pars (1763), los ministros de Carlos III se comprometieron en un programa urgente

    de reforma colonial que se inici con las visitas generales en Cuba y Nueva Espaa. En Nueva

    Espaa las actividades del visitador general Jos de Calvez dieron origen a ciertos disturbios en

    1766-1767, pero fue en la Amrica andina en donde la nueva ofensiva reformista se encontr con

    insurrecciones a gran escala. Durante las dcadas que siguieron al ao de 1763, la regin fue

    sacudida por tres grandes rebeliones; todas ellas mezclaban la oposicin de las lites a las polticas

    gubernamentales con levantamientos populares contra los agentes del Estado y revelaban

    considerables antagonismos con los espaoles peninsulares.

    La primera de estas rebeliones estall en 1765, cuando los habitantes de la ciudad de Quito

    rechazaron reformas al sistema de impuestos de la ciudad y atacaron al comisionado oficial

    encargado de ejecutarlas. Despus de algunos meses, en los cuales los vecinos ms importantes

    de la ciudad intentaron impedir el proceso de reformas por medio de negociaciones, la ciudad se

    vio afectada por dos grandes revueltas, en las cuales miles de habitantes de los barrios plebeyos se

    lanzaron a las calles a atacar, tanto la propiedad real como a los oficiales. Estos ataques

    condujeron, durante la segunda mitad de ese ao, a la virtual suspensin del gobierno real y a su

    reemplazo temporal por un gobierno informal que estaba en las manos de los habitantes mismos

    de la ciudad.

    Los siguientes brotes importantes de rebelin se dieron en los aos de 1780 a 1782 en la

    Nueva Granada, en el Per y en el Alto Per. Estos movimientos siguieron a la inauguracin, en

    1776, del plan ms intensivo de reformas administrativas y fiscales implementado por la

    monarqua de los Borbones. Jos de Calvez (entonces Ministro de Indias) envi visitadores generales

  • 20

    a la Nueva Granada, a Per y a Chile con instrucciones muy estrictas de aumentar los ingresos

    reales y de reformar las administraciones locales. En la Nueva Granada, el visitador general

    Gutirrez de Pieres muy pronto antagoniz con diversos sectores de la poblacin debido a las

    reformas fiscales; en el Per, el visitador general Areche hizo lo mismo, con resultados similares.

    Estallaron revueltas en los pueblos y villas provinciales de Per a finales de la dcada de 1770 y a

    principios de la de 1780, y en la Nueva Granada en 1781, puesto que quienes se consideraban

    perjudicados debido a las medidas fiscales protestaron en contra de las nuevas polticas. Estas

    protestas urbanas, sin embargo, fueron simples preludios de las rebeliones regionales coordinadas

    que movilizaron nmeros mucho ms considerables de personas. En el Per, la Gran Rebelin se

    inici a finales de noviembre de 1780, cuando el levantamiento dirigido por Tpac Amaru, en la

    regin de Cuzco, dio comienzo a una insurreccin sangrienta y prolongada que se propag a

    muchas zonas del Per y el Alto Per antes de que fuera finalmente sofocada por las fuerzas

    militares. Durante el curso de esta Gran Rebelin, decenas de miles de personas, en la mayora

    indios campesinos, se vieron comprometidos en luchas violentas que ocasionaron un

    considerable nmero de muertes. Y, mientras la Gran Rebelin se extenda en el Per y en el Alto

    Per, estall la rebelin de los Comuneros en el corazn del Virreinato de la Nueva Granada.

    Entre los meses de abril y junio de 1781, una serie de revueltas en la villa del Socorro y en los

    pueblos aledaos se transformaron en una rebelin bien organizada, que recibi el apoyo de blan-

    cos, mestizos e indios de las poblaciones vecinas y sus alrededores. Tambin se dieron rebeliones

    en regiones adyacentes, principalmente entre las comunidades de indios de los llanos del

    Casanare, las que, aunque no estaban directamente conectadas con los Comuneros, s

    contribuyeron a aumentar la alarma de las autoridades.17 A estas alturas, la rebelin de los

    Comuneros lleg a movilizar alrededor de 20.000 personas y someti al gobierno de la Nueva

    Granada a una derrota humillante, puesto que, bajo la amenaza de una invasin a Santaf de Bo-

    got, sede del virreinato, las autoridades coloniales aceptaron incondicionalmente el programa de

    los rebeldes, contenido en peticiones escritas y otorgaron un perdn general.18

    Todos stos constituyeron extraordinarios momentos de rebelin, especialmente las grandes

    insurrecciones generales en la Nueva Granada y el Per en los aos de 1780 a 1782. stas, en

    algunos aspectos, se asemejaban a las rebeliones de la primera mitad del siglo, puesto que su

    origen era la oposicin popular a las imposiciones gubernamentales en los campos fiscal y

    econmico, eran expresin de las demandas de los criollos por una mayor participacin en el

    17 Jane Loy, "Forgotten Comuneros: The 1781 Revolt n the Llanos of Casanare", Hispanic American Histrica/ Revew, 61:2 (1981), pp. 235-257. 18 Para una completa relacin de la rebelin de los comuneros, ver Pablo E. Crdenas Acosta, El movimiento comunal de 1781 en el Nuevo Reino de Granada, con copiosa documentacin indita, 2 vols., Bogot, 1 960.

  • 21

    poder local as como de los sentimientos populares antipeninsulares. Por otra parte, fueron muy

    notorias, por su tamao, duracin, amplitud de participacin social e impacto sobre el Estado

    colonial. Adems no solo compendiaban los dispares descontentos de diferentes clases sociales

    en grandes insurrecciones populares sino que tambin conformaban una oposicin prolongada a

    los gobiernos coloniales y reclamaban fuerte y explcitamente una autonoma poltica.

    Obviamente, haba muchas diferencias entre una y otra rebelin debido, en parte, a los medios

    sociales en los cuales surgan. La rebelin de 1765 en Quito constituy un fenmeno urbano,

    pues en ella hubo una masiva participacin de mestizos e indios hispanizados. La insurreccin de

    los Comuneros se suscit, inicialmente, a partir de las protestas de los blancos pobres y de los

    plebeyos mestizos en una poblacin de provincia, de all se expandi a las villas circundantes en

    una regin rural, no lleg a afectar ninguna ciudad importante. La rebelin iniciada por Tpac

    Amaru, tambin reclut su gente principalmente del campesinado, pero un campesinado

    considerablemente diferente en su composicin tnica del de la Nueva Granada. La Gran

    Rebelin tena su mayor fuerza en la poblacin india del Per, del Alto Per, es decir las

    comunidades de lengua quechua y aymar que habitaban fuera de la rbita de las ciudades y de

    los mbitos de cultura hispnica. El alcance, cobertura e impacto de las rebeliones tambin difera

    de una a otra. La rebelin de Quito se limit a un contexto urbano, mientras que la rebelin de

    los Comuneros produjo su impacto en una regin ms amplia, lleg a afectar tanto zonas urbanas

    como rurales y ocasion una movilizacin de rebeldes mucho ms amplia y organizada que dur

    varios meses. Como sucedi con el levantamiento de Quito, el derramamiento de sangre no fue

    muy grande. La rebelin asociada con el nombre de Tpac Amaru, por otra parte, se extendi en

    un rea mucho ms grande, comprometi cierto nmero de centros diferentes, dur cerca de dos

    aos, fue considerablemente violenta y tuvo un alto ndice de mortalidad, adems de ocasionar

    una represin duradera y sangrienta.

    Sin embargo, y a pesar de sus diferencias, las rebeliones compartieron algunos puntos

    importantes. Un rasgo comn fue que todas estuvieron relacionadas con el programa de reforma

    de los Borbones, que se inici despus de la Paz de Pars en 1763 y lleg a su punto culminante a

    principios de la dcada de 1780. Otra similitud est en el hecho de que las rebeliones fueron,

    antes que nada, levantamientos populares. La insurreccin de Quito del ao de 1765 y las

    rebeliones de la Nueva Granada y el Per a principios de la dcada de 1780, todas tuvieron su

    primer aliento en las reacciones populares a los aumentos en los impuestos. En el caso de Quito,

    los levantamientos populares que dieron origen a la rebelin se presentaron como reaccin a los

    cambios en la administracin de la alcabala y el monopolio del aguardiente. En la Nueva

    Granada, los levantamientos de las clases bajas en 1781 fueron provocados por las reformas de

  • 22

    los monopolios del tabaco y del aguardiente, aumentos de la alcabala y el recaudo de un donativo

    real destinado especficamente a los gastos generados por la guerra internacional. La rebelin en

    el Per tuvo races muy complejas y diversos elementos, tanto tnicos como regionales. sta fue

    provocada por los cambios en los impuestos, los cuales generaron descontento entre los habi-

    tantes blancos, mestizos e indios, tanto de la ciudad como del campo, pero tambin fue

    alimentada por las luchas de los campesinos indios contra la explotacin hecha por los

    corregidores de indios a travs del cobro de los tributos, la demanda de trabajo forzado y la

    provisin de los repartos de efectos.

    En estas tres rebeliones, la revuelta popular estuvo interrelacionada con el desacuerdo entre los

    grupos sociales dominantes, puesto que algunos de sus representantes estaban molestos por la

    amenaza que las polticas de los Borbones planteaban a su posicin privilegiada en la sociedad.

    En Quito, los levantamientos populares fueron precedidos por la resistencia planteada por las

    lites a las reformas fiscales, expresada a travs del cabildo de la ciudad, y cuando los amotinados

    de las clases populares haban virtualmente logrado el gobierno real, el patriciado criollo asumi

    un papel fundamental en la negociacin del arreglo y restablecimiento del orden. En la Nueva

    Granada, un segmento de las lites criollas provinciales jug incluso un papel ms importante en

    la conformacin de la rebelin de los Comuneros de 1781. Despus de varias semanas de

    disturbios en la regin del Socorro, al norte de la capital, los lderes criollos asumieron el control

    formal del movimiento Comunero contribuyendo, de esta forma, a su xito, puesto que

    organizaron a los campesinos y a los plebeyos rebeldes en una fuerza armada disciplinada, capaz

    de obligar a las autoridades a capitular a sus demandas. En la rebelin peruana de 1780, algunos

    criollos jugaron tambin un papel en la organizacin de la insurreccin, puesto que se unieron a

    Tpac Amaru y asumieron posiciones de comando en sus fuerzas cuando marcharon sobre

    Cuzco.19

    19 Len Campbell, "The Social Structure of the Tpac Amaru Army n Cusco, 1780-1781", Hspame American Historical Review, 61:4, 1981, 675-693.

  • 23

    Las alianzas de los criollos con los mestizos y los indios surgieron, en parte, a causa de los

    problemas econmicos. En Quito, el patriciado criollo present resistencia a los intentos del

    virrey en Bogot, dirigidos a reformar el monopolio del aguardiente ubicndolo bajo la directa

    administracin real, puesto que esta reforma amenazaba un rea de actividad rentable para

    terratenientes, administradores de impuestos y clrigos, en un momento en el que la economa de

    la ciudad estaba en decadencia debido a la disminucin de su comercio tradicional con Per.20 En

    la Nueva Granada, algunos miembros de las lites criollas de provincia estaban dispuestos a

    unirse a los Comuneros, puesto que sus intereses econmicos tambin estaban siendo

    amenazados por las reformas reales fiscales y administrativas que limitaban su libertad para

    producir y vender productos comerciales claves, y porque tambin constituan una amenaza

    20 Anthony McFarlane, "The Rebellion of the Barrios: Urban Insurrection in Bourbon Quito", Hspanle American Historical Review, 69:2,1989, pp. 293-296; Kenneth J. Andrien, "Economic Crisis, Taxes and the Quito Insurrection of 1765", Past and Present, num.129,1990, pp. 104-131.

  • 24

    contra su posibilidad de detentar cargos lucrativos al interior de la administracin colonial.21 En el

    Per, las reformas administrativas y fiscales tambin afectaron los intereses de las lites

    provinciales. Esto se hizo aparente desde la dcada de 1730, durante el virreinato de Castelfuerte,

    cuando los esfuerzos dirigidos a reformar el cobro de los tributos y la mita minera provocaron

    rebeliones locales de indios y mestizos e involucraron al clero y a algunos criollos de la provincia

    en confrontaciones con el gobierno, como es el caso de las rebeliones de Cochabamba y Oruro.

    Evidentemente, esto se hizo mucho ms aparente a finales de la dcada de 1770 y en el ao de

    1780, cuando los criollos de provincia enfurecidos por la reforma de la alcabala, se

    comprometieron muy de cerca, primero en una serie de conspiraciones, levantamientos y

    rebeliones -en Urubamba en 1777, en Arequipa y Cuzco en 1780- y luego en las diferentes fases

    de la rebelin de Tpac Amaru.22

    Sin embargo, hay serias razones para creer que la participacin de los criollos en las rebeliones

    surgi tanto de problemas polticos como econmicos, y que fue conformada y legitimada por

    una visin particular de la constitucin del orden colonial. La existencia de una creencia en una

    "constitucin no escrita" y su capacidad para inspirar y legitimar la rebelin fue planteada en

    primer lugar por John L. Phelan en su estudio de la rebelin de los Comuneros en la Nueva

    Granada. 23 Phelan plante que sta fue una rebelin que a pesar de tener sus races en la

    insatisfaccin econmica de las clases populares, lleg a ser un movimiento con objetivos

    polticos mucho ms amplios, debido a que los criollos de las lites provinciales aprovecharon la

    oportunidad para defender el statu alio poltico e incluso para exigir autonoma poltica. Los

    lderes Comuneros exigieron se terminara con la visita general, la abolicin de las visitas-generales y las

    residencias y que se diera preferencia a los criollos en la asignacin de puestos en el gobierno de la

    colonia. Lo que queran, en otras palabra, no era derrocar la monarqua sino obtener una

    participacin ms amplia en el gobierno. Tras estas demandas estaba un ideal de autonoma local

    basado en una concepcin de la comunidad colonial como una entidad claramente delimitada con

    sus intereses propios, con el derecho a expresar dichos intereses a travs de negociaciones con la

    Corona, o en caso de necesidad, el derecho a defender dichos intereses por la fuerza. En

    resumen, los lderes de los Comuneros conceban el gobierno como una relacin contractual

    entre el prncipe y el pueblo y ellos queran obtener reconocimiento explcito de lo que

    21 En relacin con los intereses econmicos de los lderes criollos que actuaron como capitanes de los Comuneros, ver a |ohn Leddy Phelan, The People and the King: The Comunero Revo-lution Colombia, 1781 ,/vtadison, 1978, pp. 50-62. Tambin Mario Aguilera Pena, os Comuneros: guerra social y lucha anticolonial, Bogot, 1985, pp. 52-68. 22 Scarlett O'Phelan Codoy, Rebellions and Revolts, pp. 74-97; 160-203, 227-273; Len Campbell, "The Social Structure of the Tpac Amaru Army in Cuzco, 1780-1781", Hspante American Historical Review, 61:4, 1981, 675-693; David Cahill, "Taxonomy of a Colonial Riot: The Arequipa Disturbances of 1780", in ]. R. Fisher, A.J. Kuethe & A. McFarlane (comp.), Reorm and Insurrection in Bourbon New Granada and Per, Lon-don, Baton Rouge, 1990, pp. 255-291. 23 Phelan, The People and the King, passim.

  • 25

    consideraban sus derechos histricos, como descendientes y herederos de los primeros

    pobladores espaoles, hasta llegar a una cierta autonoma.

    La ideologa criolla que inspir a los lderes de la rebelin de los Comuneros tambin est

    presente en otras grandes insurrecciones de la Amrica espaola del siglo XVIII, especialmente

    en las que tuvieron lugar durante el reino de Carlos III. En el caso de Quito, las lites urbanas se

    opusieron a la reforma con el fin de defender sus intereses econmicos, pero tambin

    proyectaron una visin de un orden constitucional en el cual tenan ciertos derechos heredados.

    No plantearon sus ideas en la forma de un programa explcito y escrito, comparable a las

    capitulaciones de los Comuneros, pero las proyectaban en el estilo y en el contenido de su

    campaa contra las polticas de la Corona. Por ejemplo, exigan el derecho a participar en el

    gobierno como representantes de la comunidad total. Para hacer esto, convocaron a un cabildo

    abierto, institucin que por su naturaleza misma, encarnaba ciertas nociones de autonoma

    urbana y democracia y ubicaba en lugar muy privilegiado el concepto de gobierno por

    negociacin, en lugar del gobierno impuesto por un dictamen arbitrario de la Corona. El

    patriciado quiteo tambin argument que los miembros ms importantes de la comunidad,

    reunidos en cabildo abierto, podran representar el "bien pblico" con el fin de influenciar las

    polticas reales y denunciaron la reforma como perjudicial al orden pblico. Finalmente, a travs

    de sus deliberaciones, el patriciado criollo expres una nocin de lo que constitua un gobierno

    justo y bueno, apelando a una teora tradicional del Estado en la cual el monarca y el subdito

    estaban unidos por obligaciones mutuas y adems los intereses del monarca estaban identificados

    con la preservacin y la prosperidad de sus sbditos.

    Haba, por lo tanto, una dimensin poltica importante en el conflicto relacionado con la

    reforma fiscal en Quito. El conflicto con el virrey no se limitaba a la extensin del monopolio del

    aguardiente. Era algo ms profundo puesto que cuestionaba el derecho del virrey (y, por

    extensin, el derecho de la Corona misma) a modificar el sistema fiscal desconociendo los

    intereses locales y adems tena que ver con el derecho del patriciado criollo a ser consultado y a

    manifestar consentimiento en el proceso de gobierno. De la misma manera que el liderazgo Co-

    munero en 1781, el liderazgo quiteo en 1765 se haba basado en una tradicin ideolgica,

    alimentada por los conceptos y convenciones de la teora poltica hispnica del Siglo de Oro. Lo

    suyo no era un desafo a la Corona, sino ms bien un intento de utilizar, en su defensa y contra

    las innovaciones de los Borbones, un orden constitucional implcito existente, de gobierno por

    negociacin, que haba sido heredado de la prctica de los Habsburgos.24

    24 McFarlane, "The Rebelin of the Barrios", pp. 297-300.

  • 26

    Esta misma dimensin poltica estuvo presente en la gran rebelin peruana de los aos 1780 a

    1782, al menos en sus fases iniciales. Las medidas tomadas por el visitador general Areche, despus

    de su nombramiento en 1776, claramente constituyeron una ofensa para los criollos. Aunque an

    sabemos poco sobre las actitudes polticas de las lites peruanas durante finales del perodo

    colonial, hay evidencia de que los criollos se sintieron ofendidos, tanto por las innovaciones

    administrativas como fiscales introducidas por Areche y que el descontento lleg a su punto

    culminante en 1780. Esto se debi a que, aunque los criollos haban logrado acceder al poder

    controlando oficios locales, en la dcada de 1770 estaban siendo retados y desplazados por los

    peninsulares, incluso de estas posiciones. La poltica anticriolla en el nivel de la audiencia, en

    donde los criollos estaban siendo sacados de los cargos, tuvo tambin su contraparte en las

    provincias.25 La oposicin a esta usurpacin se reflej en el papel tan importante que jugaron los

    criollos en las rebeliones de Urubamba en 1777, en Arequipa en 1780, en la conspiracin de

    Cuzco en 1780 y, lo que es an ms expresivo, en la connivencia criolla con la primera fase de la

    rebelin de Tpac Amaru en los aos de 1780 y 1781.

    Aunque los criollos se comprometieron en su liderazgo, la rebelin de Tpac Amaru fue,

    bsicamente, un levantamiento indio, dirigido por caciques indios, relacionados con frecuencia

    por lazos de parentesco.26 En consecuencia, esta rebelin no puede ser descrita como una defensa

    criolla de un orden constitucional amenazado. Hay, no obstante, varios signos que indican que la

    concepcin de un orden tal ejerci influencia en el liderazgo y direccin del movimiento, al

    menos en sus etapas iniciales. En primer lugar es claro que sta, la ms grande de las rebeliones

    peruanas, coincidi con un ataque intenso contra el sistema patrimonial de gobierno, encabezado

    por la visita general de Areche, que les dio a los criollos un motivo para aliarse con los lderes

    indios en la defensa del statu quo.27 En segundo lugar, es claro tambin, que debido a su posicin

    social y a sus relaciones, Tpac Amaru estaba muy familiarizado con las ideas de los criollos y

    posiblemente estaba fuertemente influenciado por el clero.28 Obviamente, su retrica poltica no

    solo estaba informada por ideas espaolas, por el contrario, el discurso que diriga a los indios

    intentaba establecer relacin con la conciencia indgena al tomar elementos de las tradiciones

    utpicas y mesinicas del mundo indio colonial andino.29 Sin embargo, sus acciones y

    25 Scarlett O'Phelan Codoy, RebelHons and Revolts, pp. 179-180, 198-199. 26 Scarlett O'Phelan Codoy, "La rebelin de Tpac Amaru: organizacin interna, dirigencia y alianzas", Histrica, 3:2, Lima, 1979, pp. 89-121. 27 |ohn Fisher, "La rebelin de Tpac Amaru y el programa dla reforma imperial de Carlos III", Anuario de Estudios Americanos, vol. XXVIII, 1971, pp. 405-421. 28 O'Phelan Codoy, RebelHons and Revolts, p. 226. 29 Len J. Campbell "Ideology and Factionalism during the Great Rebellion, 1780-1782" en Steve j. Stern (comp.), Resstante, Rebellion and Consciousness in the Andean Pea-sant World, 18th to 20th Centuries, Madison, Wisconsin, 1987, pp. 110-142; Jan Sze-minski, "Why Kill the Spaniard? New Perspectives on Andean Insurrectionary Ideology n the 18th Century", in ibid, pp. 166-192.

  • 27

    pronunciamientos tambin indican que l perciba que los criollos tenan la conviccin de que

    ellos tenan el derecho a participar en el gobierno bajo la Corona y a rechazar tanto ministros

    como medidas que no estuvieran de acuerdo con sus intereses. Por tanto les llam a cooperar

    "como hermanos y congregados en un cuerpo... siendo mi nico nimo cortar el mal gobierno de

    tanto ladrn zngano que nos roba la miel de nuestros panales".30 En el discurso dirigido a los

    criollos y para el cual, evidentemente, esperaba una recepcin favorable, Tpac Amaru utiliz un

    lenguaje con el que atacaba a los peninsulares y a las innovaciones gubernamentales como las

    fuentes de los problemas del Per y de acuerdo con esto prometi reformas polticas -incluso el

    establecimiento de una audiencia en Cuzco- que les permitiran a los criollos ocupar una posicin

    ms ventajosa en el orden poltico.31

    Finalmente, es posible plantear que el nacionalismo inca que algunos historiadores consideran

    como una fuente fundamental de la ideologa de Tpac Amaru, estaba tambin influenciado por

    las tradiciones y prcticas constitucionales del gobierno de los Habsburgos, y que la rebelin fue,

    por tanto, una parte de ciertas tradiciones ms amplias de la Amrica hispnica, ms que una

    forma separada de la misma. Siendo as que se origin en la nobleza india, compuesta por ca-

    ciques acostumbrados a compartir el gobierno colonial, al menos una franja importante del

    discurso de Tpac Amaru estaba influenciada por la teora y la prctica poltica de los

    Habsburgos que constituan las bases de dicho gobierno.32 Evidentemente, el liderazgo indio

    estaba particularmente entrelazado con el Estado colonial espaol tradicional, y se sinti

    especialmente amenazado por el reformismo Borbn, puesto que haban recibido un "espacio

    institucional" en el cual colaborar con los oficiales coloniales y agentes comerciales entre el

    Estado colonial y las comunidades indgenas. Los caciques andinos teman que sus funciones

    sociales y polticas estuvieran siendo minadas por las relaciones cambiantes de explotacin

    mercantil que surgieron bajo el rgimen Borbn, cuyo inters principal era la expansin del

    comercio y de las rentas.33 Esta superposicin entre el pensamiento y las actitudes de las lites

    criollas y las indias no era de una sola va. Al planear la rebelin contra el gobierno en Cuzco en

    1805, los conspiradores criollos tomaron la idea de una restitucin inca para justificar su

    sedicin.34

    30 Citado en Alberto Flores Calindo (comp.), Tpac Amaru II: 1780, Lima, 1976, p. 279. 31 Para tener una visin general de la rebelin que le siga la pista al carcter y al papel de las ideas de Tpac Ameru, ver Alberto Flores Galindo, "La revolucin tuparmarista y los pueblos andinos", en Alberto Flores Galindo, Buscando un inca: Identidad y utopa en Los Andes, Lima, 1987, pp. 109-143. 32 John Rowe, "El movimiento nacional inca en el siglo XVIII", en ibid., 32-33. 33 Steve J. Stern, "The Age of Andean Insurrection, 1742-1782: A Reappraisal", en Stern (comp.) Resistance, Rebellion and Consciousness, pp. 35-93; ver pp. 73-75. 34 Alberto Flores Calindo, "In Search of an Inca", en bid, pp. 193-210; "Los sueos de Gabriel Aguilar", en Alberto Flores Galindo, Buscando un inca, pp. 145-208.

  • 28

    Por tanto, a pesar de las diferencias locales en los objetivos y la organizacin de las

    insurrecciones a finales del periodo colonial, podemos detectar un hilo conductor ideolgico que

    las atraviesa a todas. Todos estos movimientos fueron algo ms que simples rebeliones contra los

    impuestos surgidas en las clases bajas; tambin fueron disputas sobre el orden constitucional del

    rgimen colonial. Las acciones de las lites criollas provinciales (en el Per, la nobleza india

    tambin) reflejan las acritudes polticas clsicas de los grupos privilegiados en las sociedades del

    antiguo rgimen: aceptacin del principio de la monarqua, pero defensa de las costumbres y

    privilegios tradicionales contra los abusos de la Corona. En este sentido, todas las rebeliones

    reflejan una creencia que vena de muy atrs, heredada de las ideas de la monarqua de los

    Habsburgos y basada en la tradicional teora poltica espaola conocida como "pactisa", teora

    inicialmente propagada por Vitoria, Surez y Mariana y que se segua enseando en las

    universidades del mundo espaol. La relaciones entre el rey de Espaa y sus posesiones, tanto en

    Europa como en Amrica, eran concebidas como una relacin esencialmente contractual que

    implicaba derechos y deberes recprocos entre el soberano y sus sbditos. Se presume que los

    orgenes de esta nocin de "pacto" entre la Corona y la gente en su expresin americana, se

    remontan a la poca de la conquista, cuando la monarqua adquiri soberana sobre las Indias a

    cambio del reconocimiento de los derechos de los conquistadores y sus descendientes a actuar

    como voceros representativos de la jerarqua total de una poltica colonial global que estaba

    dividida por razas y funciones. Visto bajo esta perspectiva, las innovaciones administrativas y

    fiscales introducidas por la monarqua borbnica implicaron una ruptura del pacto entre el rey y

    el pueblo, lo que daba legtimo derecho a la oposicin.35 Esta teora, sin embargo, no lleg a dar

    origen a revoluciones, aun cuando las insurrecciones en el Per, Alto Per y la Nueva Granada de

    los aos 1780 a 1782 amenazaron la estabilidad de los gobiernos coloniales, no llegaron a poner

    en peligro el orden colonial. Las peticiones hechas en relacin con el otorgamiento de puestos en

    el gobierno para los criollos (y en el Per, para los caciques indios), en los que ellos pudieran con-

    tinuar en su rol tradicional de intermediarios entre el pueblo y el rey, no se equiparaban con la

    exigencia de instituciones autnomas y representativas. Los ataques contra los abusos cometidos

    por los "malos gobiernos" tampoco llegaron a ser una crtica y rechazo general del gobierno

    metropolitano, como s sucedi en las colonias britnicas en Amrica del Norte entre los aos

    1765 y 1776. Los lderes y quienes se comprometieron en las rebeliones del perodo carolino,

    fueron tan incapaces de imaginar la existencia de Estados independientes trascendiendo los

    35 Incluso Bolvar, hijo de la Ilustracin y un republicano convencido, estaba dispuesto a apelar a la creencia en dicho pacto. En su famosa "Carta de jamainca", recordaba que Espaa haba traicionado el pacto hecho por Carlos V con los conquistadores segn el cual les daba a ellos y a sus descendientes el derecho a ser los seores de las tierras que ellos haban conquistado. Ver Simn Bolvar, Escritos del Libertador, Caracas Sociedad Bolivariana de Venezuela, 1964, vol. VIII, pp. 234-235.

  • 29

    confines de la monarqua, como lo haban sido sus predecesores bajo los primeros reyes

    Borbones.

    Solo despus de las revoluciones, tanto francesa como americana, las Amricas espaolas

    concibieron la idea de la independencia e iniciaron su bsqueda. A mediados de la dcada de

    1790 empez a presentarse una nueva forma de sedicin cuyo objetivo era deponer el Estado y

    no solo reformarlo. En la Nueva Granada, Antonio Nario tradujo la Declaracin de los Derechos

    Humanos de la Asamblea Francesa y, junto con un pequeo grupo de conspiradores criollos, fue

    juzgado posteriormente por conspiracin para derrocar el Estado. Manuel Gual y Jos Mara

    Espaa organizaron en Venezuela un movimiento subversivo mucho ms fuerte en 1797.

    Consiguieron el apoyo entre los blancos pobres y los pardos, llegaron a tener un plan para

    tomarse el poder e instalar un gobierno republicano, y tambin trazaron un programa de polticas

    diseadas para atraer el apoyo popular. Sin embargo, su levantamiento en La Guaira fue

    fcilmente sofocado, puesto que los notables criollos se aglutinaron en torno a la defensa del

    gobierno real. Los r