LAS PE Q U E AS C O S ASÑde Mario Paisal

Llegó el final del año, el 31 de diciembre.Estoy desando que terminen estos 365 días con olor a crisis constante y a dificultades. 12 meses llenos de informativos con titulares catastróficos, pagos, recibos, hipotecas y sueldos estirados como chicles.Realmente este día me gusta, me considero muy hogareño.

Ya estoy en la casa de mis padres, cámara preparada y con ganas de comer. Miro que está todo en su sitio, tarjeta formateada y objetivo limpio.Creo que en mi casa tienen razón, soy un pesado con los retratos, como les llaman ellos. Mi madre se percata de mi pesimismo y yo le cuento, ella me recuerda algo indispensable; “fijate en las pequeñas cosas hijo”“fijate en las pequeñas cosas hijo”

Tiene razón, es algo que sé pero se suele olvidar. Rapidamente me planteo un juego sin comentarlo con nadie. Me voy a fijar en los pequeños detalles de esta noche. Puede que me lleve una sorpresa y vea las cosas con otra perspectiva o incluso me de cuenta de detalles desconocidos para mi, como esta nota en el frigorífico; cocina charmy, escrito sobre líneas onduladas. Vaya es la primera vez que veo un cuaderno con ondulaciones. Toda la vida intentando escribir recto.

Esta cerámica siempre ha estado en el mismo sitio y es una gran verdad. Que felicidad tiene este hombre sentado a la mesa con un plato humeante esperandole, no le falta de nada, copa de vino, sopa, pollo y pan. ¡Que felicidad! Pero seguro que si nos introdujéramos en dicha escena, en alguna parte veríamos a la persona que ha preparado este festín con otra cara.Me lo apunto; “dar la gracias a la cocinera, en este caso a mi madre, cuando me dar la gracias a la cocinera, en este caso a mi madre, cuando me siente a la mesa”siente a la mesa”

Este es el vino y los bombones que yo llevé, aunque pienso que es absurdo porque yo no bebo. Los entendidos seguro que me dirán; “es un buen vino “es un buen vino pero los hay mejores”pero los hay mejores”. Pero al recrearme en la roja etiqueta pienso en la ilusión y el esfuerzo en sacar adelante una cosecha. El trabajo en el campo, en la vendimia, es duro.

Cada vasito con sus doce uvas, pero que detallista es. Lo que ha dado de si un excedente de uva un año, menos mal que no fueron rábanos.Lo confieso, le tengo que quitar las semillas. Y pensándolo detenidamente solo como esa fruta un día al año. No son de mis favoritas, como la sandía, pero no pega doce sandías. ¿oh si?

Esto si que es tradicional, una Casera, producto totalmente español aunque si nos fijamos bien algo renovada excepto en algunas cosas, vuelve en botella de cristal con su típico tapón, colores más vivos, el azul es precioso y algo fundamental en nuestros días, cero azucares, cero calorías. Ahora resulta que la Casera engordaba. Que sonriente está la casera por su vuelta. ¡Anda! Por eso se llama Casera.

Esto si es lo que yo bebo, ya sé que no es glamuroso pero esa chispa que tiene me ha convencido. No quiero ni pensar cuales serán sus ingredientes, ni el secreto, solo quiero que esté fresquita y me apunto a una.

Que atractivo es esto, te guste o no el café aprecias este precioso diseño de cápsulas. Que maravilla de colores metálicos. Te da una pena que se vayan gastando y rompan la armonía y el colorido. A mi hay colores que me encantan pero su sabor no. Entonces, ¿de que me fío? Mi sentido de la vista puede estar en desacuerdo con el del gusto pero no con el del olfato. ¡Vaya tela!

Llega la hora cumbre de la noche, o mejor dicho, el minuto. Todos los años pienso; “¿Por qué no escuchamos las campanadas por la radio? Sería fantástico” Tenemos que tragarnos a parte de las uvas a personajes banales explicándonos como si fueran tontos que son los cuartos y que las campanadas. Aún recuerdo el año que a uno de nosotros se nos ocurrió la idea de cambiar de canal para ver la campanadas. Se iban encendiendo doce barcas recordando lo del chapapote. No sé como calificarlo pero tuvimos la sensación de habernos perdido el último minuto del año.

No me llevo el móvil a la cena, lo siento pero lo dejo en casa.Mensajitos prefabricados e impersonales empiezan a sonar. Las compañías telefónicas nos dan las gracias por ser tan borregos. Esos mensajes son mejores cuando se dicen a la cara aunque seguro que muchos de nosotros no lo haríamos frente a frente. De todas formas esto si es una moda pasajera.

Lo casero es especial ¿verdad? Que se quiten todos los polvorones, alfajores y demás productos navideños y que me den un flan. Pero, ¿de quien ha sido la idea de ponerles estos caramelos encima? “es para darles color”“es para darles color” dice la autora. Tienes razón, hay que darle color a la vida y a los flanes de huevo.

Antes era un acontecimiento descubrir el nuevo anuncio publicitario de Freixenet, actores internacionales y grandes voces se prestaban previo cheque a brindar con las burbujas. Ya va decayendo. Espero que los creativos publicitarios piensen nuevas ideas.La botella es preciosa, dorada y brillante con una tipografía exquisita y al final todo el mundo solo se moja los labios. Tiene un sabor feísimo pero siempre está presente.

Momento mágico, ya pasó el viejo año. Camino de casa paro el coche en la desembocadura del Tinto y del Odiel. Me voy a olvidar por un momento que a mis espaldas tengo el polo químico que tampoco descansa hoy y al fondo la refinería. Voy a pensar solo que comienza todo de nuevo, aunque sea por un segundo antes de darme cuenta que todo sigue igual.Acuérdate de los pequeños detalles.