Diez años del PT en el Gobierno: Logros y desafíos
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Luego de las movilizaciones que sacudieron al país hace algunos meses, el PT se encuentra en una encrucijada. A poco más de diez años de su llegada al poder se pueden observar cambios innegables en materia económica y social que mejoraron las condiciones de vida de millones de brasileños, pero aún persisten continuidades con los modelos anteriores. La gran incógnita es hasta dónde se animará el PT a tensar sus alianzas con los sectores más conservadores para poder dar una respuesta a la “voz de la calle” y que las viejas estructuras “terminen de morir”.
diez años del PT en el gobierno: logros y desafíos
agosto 2013 / www.portaldelsur.info
AGENCIA LATINOAMERICANA DE NOTICIAS
diario del sUr
| Diez años del PT en el gobierno EsPEcial agosTo DE 2013 2
www.portaldelsur.info
El PT y el desafío de pasar a otra etapa
Las trabas impues-
tas al avance de
la reforma política
propuesta por la
presidenta Dilma Rousseff
pusieron de manifiesto, una
vez más, que el Partido de
los Trabajadores (PT) no tie-
ne todavía la fortaleza para
disciplinar a sus aliados
políticos y, de esta mane-
ra, poder avanzar en las
reformas institucionales que
Brasil necesita. Si estos diez
años permitieron sentar las
bases para organizar una
sociedad más justa y saldar
la deuda histórica que
Brasil tenía con los sectores
más desfavorecidos de la
sociedad, la etapa que se
abre a partir de las históri-
cas movilizaciones (las más
multitudinarias desde el
retorno de la democracia)
plantea la necesidad de
ampliar los márgenes de
la democracia brasileña,
para poder consolidar una
sociedad diferente.
Es verdad que durante
los primeros días de las
protestas hubo silencio y
confusión, pero cuando las
cartas ya estaban sobre la
mesa y era sabido que las
movilizaciones respondían a
un reclamo que iba más allá
de cuestiones partidarias o
de planteos radicalizados
sin ningún asidero en la rea-
lidad, la mandataria Dilma
Rousseff y el ex presidente
Lula da Silva se manifesta-
ron sin titubeos, celebraron
las manifestaciones y se
comprometieron a “oír la voz
de la calle”.
Con una decisión política
clara, tomando nota de
que era el momento justo
para poder realizar la tan
ansiada reforma política
que duerme en los cajones
de muchos de los legisla-
dores brasileños desde
hace más de 15 años, Dilma
impulsó un “gran pacto” con
gobernadores y alcaldes de
todo el país, para atender
esas “voces de la calle”,
poniendo como prioridad
hacer un plebiscito para una
reforma del sistema político
brasileño, cuyo eje principal
está en el financiamiento
público de las campañas
y un cambio en el sistema
electoral.
Pero se chocaron con los
sectores conservadores que
todavía pretenden que los
márgenes de la democracia
brasileña sean angostos.
Esto no es novedoso en un
país caracterizado por tener
un alto desarrollo económi-
co en convivencia con eleva-
das tasas de desigualdad,
lo trágico es que muchos de
estos sectores son aliados
políticos del PT. Es por eso
que la intención de llevar
a cabo un plebiscito en el
menor tiempo posible –de
modo que la reforma polí-
tica entre en vigencia para
las próximas elecciones
presidenciales de 2014–
fue frenada por los jefes
de todos los bloques de la
Cámara baja, incluido Henri-
que Eduardo Alves, miembro
del Partido de Movimiento
Democrático Brasileño
(PMDB), principal aliado del
gobierno de Dilma.
Por María Constanza Costa
EsPEcial agosTo DE 2013 Diez años del PT en el gobierno | 3
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Esto demostró, una vez
que más, que si bien el PT
fue ganando madurez como
fuerza política, no puede
prescindir de sus aliados
para llevar adelante su pro-
pia agenda parlamentaria.
El PT no escapa a las refor-
mas del sistema político que
la sociedad demanda y el
gobierno está dispuesto a
motorizar.
En diálogo con Portal del
Sur, el sociólogo brasile-
ño Emir Sader reflexionó
acerca de los obstáculos
que tiene el PT para lograr
la reforma. Sader señaló: “La
estrategia, apoyándose en
el descontento revelado en
las calles con “los políticos”
en general, fue la de hacer
pasar una consulta popular
que permitiera, sobre todo,
aprobar el financiamiento
público de campañas electo-
rales. El PT tiene dificultades
para aprobarla, por el peso
que tienen los partidos
aliados, como el PMDB, o
los opositores. Esto no ha
cuajado, porque una convo-
catoria como esa depende
del mismo Congreso que fue
elegido por financiamientos
privados”.
Y aclaró que “no hay
alternativa mayor que no
sea llegar a obtener una
mayoría de izquierda en las
próximas elecciones. Antes
de eso, hay negociaciones
parciales sobre temas espe-
cíficos, pero grandes temas
encuentran obstáculos
infranqueables”.
Meses después de las
movilizaciones, en una
columna publicada por el
sitio web del diario esta-
dounidense The New York
Times, Lula da Silva elogió
el rol que tuvo el PT, del cual
es fundador y presidente
honorario (además de ser
la fuerza política que los
llevó a él y a Dilma a la
presidencia), en la moderni-
zación y la democratización
de la política en Brasil,
pero señaló que el partido
necesita una “renovación
profunda” y para ello debe
recuperar sus “conexiones
diarias” con los movi-
mientos sociales y ofrecer
nuevas soluciones para
los nuevos problemas, sin
tratar a los jóvenes de una
manera “paternalista”.
El PT fue fundado en
1980, durante la lucha por la
recuperación de la democra-
cia en Brasil y en el marco
de la “transición democrá-
tica” iniciada durante el
gobierno de Ernesto Geisel
(1974-1979) con el restable-
cimiento de los derechos
civiles y políticos, hasta el
retorno de la democracia
con José Sarney en 1985.
Identificados con el
socialismo democrático
en sus inicios, el PT se
reconoce como un partido
de masas. Sus fundado-
res fueron sindicalistas
del campo y la ciudad,
activistas del movimiento
popular, integrantes de la
Iglesia católica identifica-
dos con la Teología de la
Liberación, militantes de
agrupaciones de izquier-
da que operaron en la
clandestinidad, algunos
de ellos incluso en la lucha
armada, grupos feministas,
y intelectuales de renombre
en el país, entre otros. Fue
una fuerza disruptiva en la
política brasileña y algo de
ese espíritu transformador
que supo aglutinar una
pluralidad de intereses y
transformarlos en logros
políticos concretos es lo
que Lula propone hoy. En
este caso, el sujeto al que
hay que convocar es la
juventud que salió a las
calles, los hijos de la clase
trabajadora que acceden
por primera vez a ciertos
derechos. Para Lula y Dilma
la presencia de los jóvenes
en las calles está estrecha-
mente relacionada con la
movilidad social ascenden-
te que se dio en Brasil en
estos deiz años de gobier-
no del PT, un hecho inédito
para la historia del país.
El PT tuvo una prueba
de fuego, en 2005, de la
cual salió fortalecido: altos
funcionarios del gobierno
fueron acusados de pagar
mensualidades (de allí que
el escándalo fuera conocido
con el nombre de mensa-
lao) a legisladores oposi-
tores para que votaran las
leyes propuestas por el
oficialismo en el Congreso.
El caso terminó en la Corte
Suprema y lejos de perjudi-
car la popularidad de Lula
–quien logró su reelección
en 2006–, este hecho obligó
a una renovación dentro
de las filas del partido
produciendo el ascenso de
figuras como la misma Dil-
ma o de Fernando Haddad,
candidato a intendente
de San Pablo, que ganó
las elecciones en 2012,
venciendo a José Serra, una
figura histórica del Partido
de la Social Democracia
Brasileño (PSDB). Pero esa
renovación todavía tiene
que ser profundizada.
Lula le pidió a su partido
que esté más cerca de los
sindicatos y de los movi-
mientos sociales. Uno de los
movimientos sociales que
fue aliado del PT hasta la lle-
gada de Lula al poder es el
Movimiento de los Sin Tierra
(MST), actualmente propone
una “reforma agraria popu-
lar” y defiende la agroeco-
logía, la soberanía alimen-
taria, la democratización de
la tierra y la construcción de
escuelas que difundan la
agricultura ecológica.
Para el gobierno ha sido
difícil mantener está rela-
ción y el cuestionamiento
a un modelo de desarrollo
que ha permitido financiar
la política pública que
permitió sacar a millones
de brasileños de la pobreza
extrema. Luego de las mo-
vilizaciones, una salida por
izquierda es la apuesta más
fuerte del MST. Su principal
dirigente, João Pedro Stédi-
le, señaló que Dilma precisa
enfrentar a la clase domi-
nante en todos los aspectos,
esto incluye a la burguesía
rentista. Para ello, sostiene
que es necesario llevar
adelante reformas políticas
tributarias, impulsar un
proyecto de democratización
de los medios de comunica-
ción, llevar adelante la refor-
ma política y por supuesto
impulsar una reforma
agraria para terminar con el
“agronegocio” a favor de las
trasnacionales.
Dilma enfrenta la batalla
más dura: poder generar un
nuevo entramado institu-
cional que permita crista-
lizar esa “voz de la calle”
que durante semanas se
escuchó en todo el mundo.
La pregunta es hasta qué
punto se pondrán poner en
tensión los acuerdos que
permiten la gobernabili-
dad en un país que, hasta
la llegada del PT al poder,
parecía tener naturalizado
que crecimiento y desigual-
dad iban de la mano. •
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A poco más de diez años de la llegada del Partido de los Trabajadores (PT) al gobierno brasileño, en materia económica y social se pueden
observar tanto cambios estructurales como ciertas continuidadescon las anteriores gestiones neoliberales.
Luces y sombras dela política económica
Desde la asun-
ción de Luis
Ignacio Lula
da Silva como
presidente de Brasil, las
novedades más importantes
pueden encontrarse en el
campo social. Mediante po-
líticas activas de revaloriza-
ción del salario y planes ma-
sivos de asistencia social, el
PT puso como meta central
de su plan de gobierno la
lucha contra la pobreza. En
materia de política económi-
ca, en cambio, se observan
muchas continuidades con
el período precedente.
Sin embargo, la gran rup-
tura fue revalorización del
salario, los planes sociales
y la lucha contra la pobreza
como prioridad. Tanto la ad-
ministración de Lula como la
de Dilma Roussseff llevaron
a cabo distintas medidas
destinadas a beneficiar a
los grupos sociales más vul-
nerables. En particular, se
destacan la implementación
de los programas “Hambre
Cero” y “Bolsa de Familia”,
dos paquetes importantes
de ayudas monetarias. Este
último beneficiaba en 2011
(último año con información
disponible) a más de 13,3
millones de personas, con
una ayuda promedio de 120
reales (aproximadamente
60 dólares en 2013) por mes
por familia.
A su vez, desde el go-
bierno federal se otorgaron
sucesivos aumentos de los
salarios mínimos que bene-
ficiaron a los trabajadores
de menores ingresos, esti-
mulando el consumo de las
familias más vulnerables.
La transferencia de ingresos
no fue sólo a través de los
mayores sueldos de los
trabajadores que perciben
el haber mínimo, sino tam-
bién a través de los mayores
beneficios previsionales
(jubilaciones y pensiones),
pues aproximadamente el
60% de ellos está atado a
las variaciones que expe-
rimente el haber mínimo.
Como resultado, desde 2003
el poder de compra de la
remuneración mínima (y de
las jubilaciones y pensio-
nes) creció más del 70%,
según información del Insti-
tuto Brasilero de Geografía y
Estadística (IBGE).
Esta recuperación del
poder de compra de los
salarios mínimos y de la
mayor parte de las jubila-
ciones y pensiones, junto
con la implementación de
los programas sociales
arriba mencionados, mejoró
sensiblemente la calidad
de vida de la población más
vulnerable. Según datos de
la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe
(Cepal), la pobreza cayó de
27,5% de la población total
a 14,9% entre 2003 y 2011;
es decir, prácticamente a
la mitad. Por su parte, la
indigencia pasó del 14% de
la población en 2003 a 6,1%
en 2011. El índice de Gini
mostró una reducción en la
desigualdad de ingresos
desde 0,62 en 2003 a 0,56
en 2011 (último dato dispo-
nible). Si bien esta caída es
un dato muy positivo, Brasil
continúa siendo uno de los
países más desiguales del
mundo, sólo superado por
algunas naciones africanas
y centroamericanas.
ConTinuiDAD En PoLíTiCA
EConómiCA
La configuración ma-
croeconómica desplegada
por el PT es bastante similar
a la heredada del período
anterior. En particular, esta
continuidad se vio reflejada
en tres grandes aspectos:
metas de inflación, tipo
de cambio apreciado y
contención de la demanda
agregada.
Brasil sostiene desde
1999 hasta la actualidad
un modelo de metas de
inflación, utilizando como
principal herramienta de
políticas la tasa de inte-
rés de referencia (Selic).
Ante la amenaza de que la
inflación supere las metas
preestablecidas, el Banco
Central aumenta las tasas
de interés para enfriar la
economía y contener el
aumento de los precios. En
este marco, ante las fuertes
presiones inflacionarias
desatadas en 2003 a partir
del incremento en el precio
de los commodities, el Ban-
co Central de Brasil aumen-
tó considerablemente la
tasa Selic, ubicándola entre
las más altas del mundo.
Como consecuencia del alto
costo del crédito derivado
de la política de controlar
la inflación por sobre el
crecimiento de la economía,
Por Portal del Sur
EsPEcial agosTo DE 2013 Diez años del PT en el gobierno | 5
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Brasil registra los niveles
de inversión productiva más
bajos de la región después
de Bolivia y Paraguay, con
un 19,7% del producto bruto
interno (PIB) en 2012.
A su vez, el aumento
de las tasas de interés
trajo aparejado un fuerte
incremento en el ingreso
de capitales de corto plazo
y, consecuentemente, una
considerable apreciación
de su moneda. De hecho, el
tipo de cambio poco com-
petitivo marca un segundo
punto de continuidad
con respecto a la política
cambiaria del “Plan Real”
de Fernando Henrique
Cardoso (1995-2002). Este
elemento de continuidad
merece atención especial,
por su sesgo contrario al
desarrollo del sector indus-
trial, que se refleja por
ejemplo en la “primariza-
ción” de las exportaciones
brasileñas. Mientras que
en el período 1995-2002,
la participación de los
productos primarios en el
total de las exportaciones
fue en promedio 25,3%, en
la etapa de Lula y Dilma
esa proporción aumentó a
36,3%.
Este corset macroeco-
nómico limitó considera-
blemente el potencial de
crecimiento de la economía.
Al estallar la crisis interna-
cional de 2008, el gobierno
se vio obligado a tomar una
serie de medidas tendientes
a proteger la industria bra-
sileña. Así, por ejemplo, el
plan “Innovar-Auto” impuso
un aumento de 30 puntos
porcentuales en el Impuesto
sobre Productos Industriali-
zados (IPI) para los produc-
tos que no cumplieran, entre
otros aspectos, con determi-
nados niveles de contenido
local, sesgando a favor de
la producción doméstica de
automóviles y autopartes.
Por otro lado, a fines de
2010, Brasil comenzó a des-
plegar un nuevo régimen
de “compre nacional”, que
prevé, entre otras caracte-
rísticas, una preferencia
para los bienes y servicios
nacionales de hasta un 25%
y una reserva de mercado
para aquellas contratacio-
nes públicas relativas a la
implementación, mante-
nimiento y mejora de los
sistemas de tecnología de la
información y comunicación,
considerados “estratégicos”
para el desarrollo nacional.
Estas medidas fueron acom-
pañadas por una agresiva
política comercial externa
que se manifestó en el uso
extensivo de las medidas
antidumping. El año pasado,
Brasil fue el país que más
investigaciones inició, con
un total de 47, que represen-
tan el 23% del total iniciado
por los socios de la Organi-
zación Mundial del Comer-
cio (OMC) en 2012.
En TiEmPoS DE CriSiS
En los últimos años,
la crisis económica con
epicentro en las naciones
desarrolladas comenzó
a afectar severamente al
conjunto de los países
emergentes, en particular a
Brasil. Tras sufrir una fuerte
desaceleración en 2008 y los
tres primeros trimestres de
2009, el PIB brasileño mos-
tró –en un contexto de fuerte
reducción de las tasas de
interés y medidas crediticias
y fiscales expansivas– una
recuperación rápida a partir
del último trimestre de ese
año.
A partir de la asunción de
Dilma Rousseff el 1 de enero
2011, la política económica
brasileña se ha mostrado
errática. En tal sentido, se
observan dos etapas clara-
mente definidas en materia
de política económica. La
primera, de carácter con-
tractivo, ocupa los primeros
dos trimestres del gobierno
de Dilma, mientras que
la segunda, de tono más
expansivo, tuvo lugar desde
mediados de 2011.
Durante el primer pe-
ríodo se desplegaron una
serie de medidas moneta-
rias y fiscales contractivas
que frenaron la rápida
recuperación que había ex-
hibido la economía durante
2010. En particular, apenas
asumido, el gobierno
federal retomó el ajuste al
alza de la tasa de interés,
que llegó a un máximo de
12,5% en agosto de 2011,
en comparación con el piso
de 8,75% que tuvo en 2009.
Asimismo, el equipo econó-
mico adoptó otras medidas
monetarias contractivas
–referidas como “macropru-
denciales” por las autorida-
des económicas de Brasil–
que incluyeron la suba de
encajes bancarios y otras
disposiciones de retracción
crediticia.
Paralelamente, el
gobierno impulsó durante
todo 2011 un marcado
ajuste fiscal. Se dispusieron
medidas de reducción del
gasto para alcanzar la meta
del 3,1% de superávit pri-
mario, que en realidad se
trataba de un sobrecumpli-
miento en relación al rango
previamente establecido.
Este paquete de medidas
impactó de lleno sobre la
inversión pública, que pasó
a ser la variable clave en
el ajuste realizado por el
Estado brasileño. La inver-
sión de la administración
pública, que había exhibi-
do un crecimiento anual
medio cercano al 15% en
el período 2004-2010, tuvo
una caída real interanual
del 12% en 2011.
En materia cambiaria,
durante los inicios del go-
bierno de Dilma se continuó
convalidando la tendencia
a la apreciación del real
–iniciada a principios de
2009– hasta llegar a un
máximo en agosto de 2011,
momento en que el tipo de
cambio nominal alcanzó
los 1,58 R/US$. Se trató de
una apreciación nominal
del 9,6% respecto del nivel
observado un año atrás y
del 33% respecto del pico
alcanzado en febrero de
2009 (2,37 R/US$).
No es extraño que el
resultado de este conjunto
de políticas monetarias,
fiscales y cambiarias de
carácter contractivo haya
sido una desaceleración
muy fuerte del crecimiento y
de la producción industrial:
en 2011 el crecimiento del
PIB fue del orden del 2,7%,
con un nulo crecimiento de
la industria. Vis-à-vis el 6,9%
y 10,1% en 2010, respectiva-
mente.
A partir de entonces,
se produjo una reversión
de la política monetaria
contractiva y, con poste-
rioridad, se impulsó un
paquete de expansión
fiscal, con el objetivo de
dinamizar la actividad y
sostener la generación de
empleo. La política alcista
de las tasas de interés se
revirtió y el Banco Central
de Brasil implementó,
EsPEcial agosTo DE 2013 Diez años del PT en el gobierno | 7
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entre septiembre de 2011 y
octubre de 2012, diez bajas
consecutivas de la tasa
Selic, que pasó, de forma
gradual, de 12,5% a 7,25%
en ese período.
Los agregados mone-
tarios también revelaron
el cambio adoptado por el
Banco Central: mientras que
en 2011 la base monetaria
creció sólo un 3,6%, en 2012
se expandió al 8,9%. Sin
embargo, desde mayo de
2013, debido a la aparición
de nuevos temores frente a
un posible “desborde” de la
meta inflacionaria para este
año, la tasa de interés –que
permaneció fija durante seis
meses– está experimen-
tando una leve tendencia al
alza.
En ese sentido, la ten-
dencia de apreciación del
real se interrumpió a partir
de septiembre de 2011.
Con oscilaciones, el tipo de
cambio nominal fue aumen-
tando gradualmente hasta
alcanzar una depreciación
nominal de un 40% entre
agosto de 2011 y junio de
2013, pasando de un nivel
de 1,58 R/US$ a 2,21 R/US$.
Dado el elevado nivel de
reservas internacionales
con que cuenta el Banco
Central del Brasil, la deva-
luación cambiaria mejoró la
posición fiscal del gobierno:
en términos interanuales,
la deuda pública cayó en
2012 el equivalente al 1,3%
del PIB, mientras que el
pago de intereses lo hizo
en 0,9% del PIB. En ese
contexto, el gobierno redujo
impuestos al consumo
(sobre la venta de automó-
viles, electrodomésticos y
materiales de construcción,
entre otros) y eliminó la
contribución previsional de
los empleadores en diver-
sos sectores. El gasto fiscal,
por su parte, se incrementó
nominalmente un 11% en
2012; el énfasis estuvo en
las partidas de gasto social:
asistencia social +18% inte-
ranual (i.a.), salud +15% i.a.,
educación +13% i.a. Pese a
la expansión fiscal referida,
Brasil continuó exhibiendo
un superávit primario en
2012, aunque menor al del
año anterior (2,4% del PIB
versus 3,1% del PIB).
Finalmente, en materia
salarial, el gobierno dispuso
en 2012 un aumento del
salario mínimo que alcanzó
en términos reales el 8,3%
i.a. Esta decisión contrastó
fuertemente con la política
salarial implementada en
2011, cuando el incremento
nominal dispuesto apenas
había sido suficiente para
cubrir la inflación.
Pese a la reversión de
las políticas contractivas y
a la devaluación cambiaria
que el gobierno brasile-
ño dispuso a partir del
último trimestre de 2011,
los resultados económi-
cos alcanzados en 2012
fueron decepcionantes.
La actividad se expandió
tan sólo 0,9% (versus 6,9%
en 2010 y 2,7% en 2011) y
el producto industrial cayó
un 2,5% (versus 10,1% en
2010 y 0,1% en 2011). En el
sector externo, se observó
una fuerte reducción del
superávit comercial en la
balanza de bienes y una
agudización del déficit en
servicios. Asimismo, por
quinto año consecutivo,
Brasil mostró déficit en su
cuenta corriente.
En suma, si bien las
administraciones de Lula y
Dilma han mostrado impor-
tantes avances en materia
social los principales
indicadores macroeconómi-
cos no presentan mejores
resultados respecto de la
etapa de Cardoso. La com-
binación de las metas de
inflación, el tipo de cambio
apreciado y la contención
de la demanda agregada se
tradujeron en tasas de cre-
cimiento del PIB de Brasil
inferiores al promedio de
América Latina. En el perío-
do 2002-2012, el crecimien-
to promedio del PBI fue de
3,6%, mientras que la región
registró un incremento del
orden del 4,1%. En contra-
posición, entre 1995 y 2002,
el crecimiento de Brasil fue
levemente superior en rela-
ción a América Latina (2,3%
respecto de un 2,2%). •
| Diez años del PT en el gobierno EsPEcial agosTo DE 2013 8
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¿Cuál es la caracterización que hace usted sobre las pro-
testas que sacudieron a Brasil el mes pasado?
Son expresión de un doble malestar, por un lado, vivir en las grandes ciudades, con la preca-riedad de las políticas públicas y por el otro, la forma de hacer política que prevalecen en Brasil, especialmente en amplios sectores de las elites oligárquicas. Este último afecta en su mayoría a jóvenes hijos de obreros y a jóvenes trabajadores.
Evidentemente, no se tra-ta de un único movimien-to, homogéneo, sino que hay una disputa entre la izquierda y la derecha por la hegemonía del proceso y la narrativa de lo que realmente ocurrió.
Teniendo en cuenta que el ex presidente Lula dijo al diario The new York Times que el PT debe recuperar sus “conexiones diarias” con los movimientos sociales y ofrecer nuevas solucio-nes para los nuevos pro-blemas, sin tratar a los jóvenes de una manera “paternalista”, ¿cómo se da la discusión al interior
del partido para lograr su renovación?, y ¿cuáles son los ejes sobre los que consideran que hay que trabajar?
La declaración de Lula es la correcta. Sin embar-go, ni él ni el conjunto de la izquierda ni el conjunto del PT tiene claridad sobre lo que hay que hacer y mucho menos demues-tran coherencia entre la observación hecha por Lula y la acción práctica, cotidiana, de nuestras organizaciones políticas y sociales. En mi opinión, el PT debe renovar su programa, su estrategia y su conducta. Debe recu-perar sus compromisos
socialistas, su estrategia democrática y popular y su conducta de partido de masas, militante, comba-tivo. Al hacerlo, reconec-taremos con las bases. El problema de fondo es político.
¿Cuál es la estrategia del PT para apoyar el ple-biscito que la presidenta Dilma rousseff está tra-tando de impulsar y que tanta resistencia causa en los sectores políticos más conservadores?
La única estrategia posi-ble es la disputa pública. La lucha ideológica, para afirmar que los problemas básicos del país requieren
En diálogo con Portal del Sur, el dirigente nacional del PT, habló sobre las movilizaciones que sacudieron a Brasil en los últimos meses, la reforma política que intenta llevar adelante el gobierno, la necesidad de la renovación del Partido de los Trabajadores planteada por Lula y el futuro de los procesos de integración regional.
Entrevista a Valter Pomar*
“Es hora de polarizar, movilizar las calles, tensionar de ‘afuera para adentro’ las instituciones conservadoras ylos aliados decentro-derecha”
“Es hora de polarizar, movilizar las calles, tensionar de ‘afuera para adentro’ las instituciones conservadoras ylos aliados decentro-derecha”
Por María Constanza Costa
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consultar a la población, para que se haga una pro-funda reforma del Estado y la política. Y la lucha política para derrotar a los sectores conservadores que están en la oposición que nos hacen y también a los sec-tores conservadores que integran nuestro gobierno.
¿De qué manera la reforma política transfor-mará el funcionamiento del sistema político brasi-leño? ¿Qué cosas cree que van a cambiar si se llegara a implementar?
La reforma política tiene dos focos clave: la amplia-ción de los mecanismos de participación y control popular sobre el Estado y la eliminación de los mecanismos de influencia, el control y la corrupción de las grandes empresas en la democracia. Es decir: acabar con el financia-miento privado de las campañas electorales.
Teniendo en cuenta la dificultad de lograr consenso debido a que la fragmentación en el Con-greso inviabiliza la apro-bación de las propuestas impulsadas por el gobier-no. ¿Cuál es el margen que usted considera que tiene Dilma para tensar los acuerdos que permiten la gobernabilidad como por ejemplo la relación con el PmDB?
La mayor parte del PMDB se encuentra ahora en la oposición. Por lo tan-to, para disputar el apoyo de sectores del PMDB y de otros partidos, se tendrá que abandonar la idea de que un mal acuerdo es me-
jor que una buena disputa. Es la hora de polarizar, mo-vilizar las calles, tensionar de “afuera para adentro” las instituciones conser-vadoras y los aliados de centro-derecha.
Por último, nos intere-saría una breve reflexión sobre la situación de los procesos de integración regional, el debate sobre la unasur, el mercosur y ahora la aparición de la Alianza del Pacífico. ¿Cómo incide la presión de los intereses económicos concentrados en Brasil en esta discusión?
Estamos en una nueva etapa en la región, prin-cipalmente marcada por la contraofensiva de la derecha local y sus aliados en Estados Unidos y Euro-pa. En esta nueva etapa, hay dos retos principales: profundizar el proceso de cambio en cada país y acelerar el proceso de integración regional. La integración regional es un proceso en disputa. En primer lugar, disputa contra el imperialismo, que desea una integración subordi-nada a ellos, como en el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). En segundo lugar, la disputa contra la gran burguesía, que quiere una integración centrada en los mercados y los beneficios a corto plazo, lo que conduce a una integración que pro-fundice las desigualdades regionales y sociales, que nos termina conduciendo a una integración subordina-da a los gringos. En tercer lugar, una disputa entre diferentes ritmos y vías de
desarrollo e integración. Es, por lo tanto, un proceso en caliente, desde el punto de vista de la izquierda, precisa ser simultánea-mente político, económico y cultural. Tareas en las que los gobiernos son esencia-les pero no suficientes. Los partidos políticos, así como los movimientos sociales y la cultura mundial son esenciales en este proceso.
¿Cuáles cree que son los desafíos que presenta la integración regional?
Uno de los desafíos de la integración, además de la conducta del imperialis-mo de Estados Unidos y las burguesías locales, es el proceso de desaceleración de China, que está hacien-do un cambio hacia el mer-cado interno. Esto puede tener dos consecuencias: o bien volver al “estado normal” de las economías dependientes, víctimas de la desigualdad en térmi-nos de intercambio entre productos de bajo y de alto valor añadido, o hacer un cambio hacia un ciclo de desarrollo económico regional, impulsada por el Estado y sobre la base de la expansión de la infra-estructura, las políticas universales y la capaci-dad de consumo. Este es el telón de fondo de la profundización de la lucha de clases en la región, así como la intensificación de conflictos entre algunos países de la región, por no hablar del agravamiento de nuestra relación con las potencias imperialistas.
¿Cómo ve la situación política de la región?
Hay un agotamiento de la primera etapa del ciclo progresiva y de izquierda, que se inició entre 1998 y 2002, con la elección de Hugo Chávez y Lula, y que en algún punto terminó con el estallido de la crisis internacional y la toma de posesión de Barack Obama. A partir de este momento, entra-mos en una nueva etapa, marcada por la crisis, la contraofensiva de la derecha y el agotamien-to del patrón adoptado en todos los gobiernos progresistas y de izquier-da. Este patrón fue en Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina, en todos los lados, redirigir para otros sectores sociales la renta y la riqueza generadas por el modelo heredado. Este modelo se ha agota-do. Ahora es tiempo para construir otro modelo, si tenemos éxito viviremos un cambio cualitativo. Las fuerzas de la derecha sa-ben esto y están en plena ofensiva contra nosotros. Ellos confían en sus propias fuerzas, que son enormes, con sus aliados internacionales, y en las debilidades de nuestros gobiernos. La derecha está jugando su papel, la Alianza del Pacífico tiene que ver con eso. El reto consiste en reaccionar a esto, corrigiendo errores, superando debilidades, ampliación de la coope-ración entre nosotros. •
* Valter Pomar es miembro de la dirección nacional del Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil y también secretario ejecutivo del Foro San Pablo. Durante varios años ha estado a cargo de las relaciones internacionales de su partido. Es Doctor en Historia Económica por la Universidad de San Pablo.
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