Dios y El Problema Del Mal. Carlos Fernandez Liria

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Metafísica

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Crtica del programa pantesta

(1) El problema de tomar por obras de la razn las obras de la historia: Immanuel Kant: El mal radical

(2) El problema de tomar por obras de la historia lo que son obras del hombre: Karl Polanyi: El fracaso del capitalismo para constituir una sociedad; Naomi Klein: La doctrina de schok; Bruselas: Las leyes de extranjera

Crtica a la solucin del problema del pantesmo: la imposibilidad de una teodicea

Immanuel Kant: El fracaso de la razn en la teodicea; Karl Marx y Henrich Heine: El fracaso de la revolucin especulativa

Solucin al problema del pantesmo (salvar la bondad de Dios): la teodicea (justificacin de Dios)

Revisin de la solucin hegeliana al problema de la teodicea

G. W. F. Hegel: la astucia de la razn

Tradicin liberal: la mano invisible

A. Hitler, B. Mussolini: la nacin

PANTESMO

(Racionalidad de Dios)

G. W. F. Hegel: el Espritu Absoluto

El judasmo: la soledad de Dios

GEOMETRA

(Historia de la humanidad)

(mbito del conocimiento)

POESA (Historia de los pueblos)

(mbito del reconocimiento)

TESMO

(Irracionalidad de Dios)

C. K. Chesterton: el Libro de Job

I. Kant: el Poema de la razn

F. W. J. Schelling: el Amor

Solucin al problema del tesmo (el de halla mecanismos de mediacin)

La Revolucin Francesa: la asamblea constituyente

Crticas a la solucin del problema del tesmo

(El problema de la impotencia)

Joseph De Maestre: La impotencia de la razn

Carl Schmitt: La nada social y el nihilismo

El derecho al exterminio

Crtica a la crtica de la solucin del problema del tesmo

(El problema de confundir las obras de la impotencia de la razn con obras de la razn)

Hanna Arendt: el racismo y el derecho a tener derechos

Gnther Anders: el desnivel prometeico

J. P. Sartre: la eleccin del mundo

Teologa de la liberacin: el pecado estructural

Con terrorismo o sin l, el mercado parece haber triunfado ah donde la instancia poltica ilustrada no haca ms que fracasar. La sociedad de mercado capitalista se presenta como una obra de la razn perfectamente realizada. El lugar de cualquier otro parece haberse instaurado gracias al capitalismo: el orden econmico internacional nos reclama, en efecto, en tanto que sujetos desujetados de toda identidad cultural.

La paradoja ms grave que atraviesa la sociedad moderna reside en que, pretendindose edificada desde el Derecho, tomando como base los Derechos del Hombre y sus exigencias de universalidad, y levantndose, en efecto, sobre un plano mercantil en el que estas exigencias parecen haberse efectivamente encarnado (un plano en el que se producen efectivamente hombres desnudos en la medida misma en que se impone a universalidad del capital y la proletarizacin de la poblacin), sin embargo, los destinos de lo cuerpos polticos y sociales, y la posibilidad misma de constituirlos, discurre enteramente por otros cauces distinto de los que dicta e Derecho. Al pretenderse encarnada en un estado de Derecho, la razn no hace otra cosa que celebrar como obra suya lo que, en realidad, le ha regalado el Mercado. La impotencia de lo poltico nunca ha venido tan acompaada como hoy de la conviccin de su efectivo reinado.

Lo ms devastador y peligroso polticamente es el empeo en afirmar la coincidencia entre razn y realidad ah donde no es posible ningn ejercicio eficaz de la razn. Un mundo sin razn que pretende tenerla es mucho ms grave que un mundo que sencillamente no razone. Ms grave an que una vida sin filosofa, sin ilustracin, es pretender tener razn cuando no se tiene y ms grave an pretender tenerla al funcionar en un mundo que contradice constantemente todas las exigencias de la razn.

Eso que los liberales llaman Estado de Derecho, que no es sino el espejismo de la fortuita coincidencia entre razn y realidad que se da en las sociedades desarrolladas, es para Kant el Mal radical, que consiste en confundir una voluntad buena con una voluntad que, por azar, no tiene ms remedio que ser buena, en la propensin a confundir el bien con la situacin en la que, por azar, sale ms rentable ser bueno, es decir, en tomar como una obra de la razn lo que no es ms que una fortuita coincidencia con el Derecho, en tomar la coincidencia entre razn y realidad, que en los pases desarrollados no ms que un regalo de la historia, por una obra de la razn. En este sentido, el Mal radical kantiano se parece mucho a la astucia de la razn hegeliana.

El mercado no slo no era capaz de constituir ninguna sociedad, si no que ms bien se muestra incompatible con toda sociedad posible. La frmula sociedad de mercado es una insensata utopa liberal y nuestra famosa aldea global no tiene nada de aldea. La sociedad no sobrevivi (cuando sobrevivi) a los sueos del liberalismo econmico ms que a base de tomar precauciones y defenderse con medidas proteccionistas estatales y sindicales. El mercado no constituy ninguna sociedad, sino que ms bien sigui habiendo sociedad ah donde haba recursos para protegerse de l. Mientras tanto, en el ocano mercantil pareca haberse efectivamente encarnado el hombre abstracto de la declaracin de los derechos humanos. La ilustracin peda hombres, y la historia entregaba proletarios

Fue, sin duda, necesario un cierto terrorismo para lograr que el mercado funcionara a lo largo y ancho del planeta, de forma mucho ms eficaz que la iglesia catlica, regulando las relaciones entre hombres abstractos que, sin embargo, seguan siendo de carne y hueso. La doctrina del schock.

El Estado de Derecho slo puede regir en las sociedades depositarias de esta feliz casualidad. Que en las sociedades subdesarrolladas no rige ni puede regir el Derecho es fcil de comprobar desde el momento en que constamos el factum de la existencia de dos tipos de personas: (1) quienes, concedindoles todas las libertades de Derecho prefieren quedarse como estn (amurallarse), y (2) quienes, concedindoles tales libertades prefieren cambiar. Si se concedieran las mismas libertades formales a los belgas y a los senegaleses Blgica no estara en estado de derecho. Por tanto, lo que garantiza que Blgica est en estado de Derecho no es su excelente constitucin, sino la ley de extranjera, es decir, una excepcin del derecho. Confundir obras del tiempo con obras de la razn. Resulta que la nica verdadera obra del derecho es la ley de extranjera, pero es contraria a la idea de repblica cosmopolita. Artificio mediante el cual proteges ese portal de Beln privilegiado en el que casualmente te ha colocado la historia. permitirnos el luego de obrar conforme al derecho porque sale ms rentable obedecer que desobedecer. La verdadera teodicea de nuestro sentido comn europeo: el desarrollo trae la coincidencia de derecho y realidad, el estado ha de liberalizar el desarrollo, no intervenir (quitar ese tipo de intervenciones que son la seguridad social) excepto en la ley de extranjera. El derecho lo trae el privilegio histrico. Ah no hay coincidencia entre derecho y realidad sino unos jetas que defienden sus privilegios histricos con algo que llaman derecho. El derecho no les vale ms que para subir la valla de melilla. Como nuestra sociedad, en estado de derecho o h sido ni obra de la razn ni e la ley, s intil extenderla a base de leyes y de razones. Si nos permitimos el lujo de predicar libertad y democracia en el desierto, lo que efectivamente se hace es cerrar fronteras, edificar murallas y fortalezas en la que conservar inmaculada nuestra feliz coincidencia con el derecho.

Desenlace de el pleito llevado al tribunal de la Filosofa: toda teodicea que se ha presentada hasta ahora no cumple lo que promete; a saber, justificar la sabidura moral en el gobierno del mundo frente a las dudas que se han suscitado contra ella partir de lo que la experiencia de este mundo da a conocer. Todo lo que tiene que ver con el uso terico de la razn patina en la teodicea. La teodicea no es tanto un asunto de ciencia como de fe.

Heine y Marx tratan de explicar a los franceses la situacin poltica en Alemania. Lo que pasa en Alemania es que no pasa nada: por lo menos en Francia se ha cortado la cabeza a un rey, pero en Alemania el rey todava tiene la corona sobre la cabeza. El pueblo espera una revolucin que no llega mientras los intelectuales piensan que han hecho la revolucin en la universidad. En cierto modo, los alemanes pueden decir que han hecho algo ms grande: han cortado la cabeza a Dios (Kant), mientras que en Francia slo han podido matar a un rey (Robespierre). Pero, a juicio de Marx, en realidad la entre franceses y alemanes se reduce a lo siguiente: los primeros han cortado la cabeza a algo que existe mientras que los segundos han cortado la cabeza a algo que no existe. Los alemanes, que piensan que han hecho una verdadera revolucin en la universidad, son incapaces de revolucionar nada. De este modo, marx diagnostica que el sobredesarrollo ideolgico alemn tena su clave en una impotencia histrica.

Sin embargo, Heine se teme lo peor del modo en como Alemania estaba arreglando las cuentas con respecto al tema de la impotencia de la razn; frente a la Revolucin francesa, la Revolucin alemana (supuestamente no violenta) acabar siendo mucho ms sangrienta que aqulla. Los alemanes no se conforman con una democracia de tenderos, de burgueses, de descamisados, a la francesa (democracia materialista que impone a la realidad las exigencias del deber ser), sino que quieren un democracia de dioses terrestres. Para lo alemanes el razonar de un pueblo es el obrar de la historia, y en Alemania la razn triunfa con toda la fuerza de la historia: Alemania no necesita la guillotina para costar los cachitos de realidad que sobran tras el paso de lo lgico.

El problema radical de la filosofa alemana es el de la teodicea, es decir, el de pensar un pantesmo en el que el mal y el dolor no sean pensados como argumentos contra la divinidad. La clave ser dejar que la historia resuelva lo que Leibniz plante pero no supo resolver. La razn la tiene la historia porque la nica instancia capaz de poner en contexto todos los puntos de vista (que fuera de su contexto son parciales), la nica instancia capaz de pensar el pensamiento, de pensarse a s misma (Dios es pensamiento que se piensa a s mismo). el problema general de todos los sistemas filosficos se resume en pensar el tipo de unidad que forman Dios y el mundo. La totalidad es redonda porque no puede tener ni manos, ni pies, ni ojos, ni nariz, etc., porque no puede tener nada que tocar, ningn sitio a donde ir, nada que ver, nada que oler, etc. porque entonces ya no sera la totalidad (Platn). Por tanto, la totalidad tiene un problema a la hora de relacionarse con el mundo. Este es el problema de la Creacin: cuando a Dios le da por crear un mundo, esto es, una cosa que no es la totalidad ni puede dejar de serla so pena de que la totalidad deje de ser lo que es. No se entiende porqu la totalidad se hace acompaar de otra cosa, por qu le sale una nariz! Lo real es el sistema completo de la historia universal. Los hombres son instrumentos en manos de la providencia. El mundo no le aade nada a dios, a la totalidad que decide hacerse acompaar de otra cosa. Resolver el absurdo de por qu dios crea el mundo y con l el mal. Un pantesmo capaz de rebatir a Kant. Nada de dioses personales para empezar a filosofar hay que ser primero spinozista, hay que tener la sensacin de un todo. La filosofa es el negocio de la determinacin, hay que encontrar un dios que sea capaz de ser todas las determinaciones, y no uno que lo sea todo a fuerza de ser abstracto, noche en la que todos los gatos son pardos. Un absoluto determinado que abarque los absurdos pero que no est loco como el Dios de Job. A continuacin se recogen distintas formas de resolver el problema de la teodicea.

Tras el idealismo alemn la razn deja de ser una exigencia vertida en la realidad para convertirse en una cosa entre las cosas, que se pretende universal y racional, y a la que no cabe sino dejar obrar, por los procedimientos que sea, para que ella misma sea capaz de demostrar sus pretensiones. El curso de la razn trabaja sordamente en las obras de la razn y a su vez las obras de la razn dependen de que se dejara transcurrir la realidad a sus anchas. El trabajo del concepto no es slo el trabajo del cocimiento sino el trabajo de lo real. Desde este planteamiento la Historia misma es progreso, la historia misma es la teodicea buscada por los filsofos (idea de progreso como ideologa imperialista etnocentrista). Ni Jess, ni la Razn, sino la Historia en su totalidad debera proporcionar un medio de que la razn se encarnase en el cuerpo universal del gnero humano. La historia engloba, comprende y media la toda la carne existente y es, la nica posibilidad de que la razn se encarne en la totalidad de la carne, en el gnero humano en su conjunto. El tribunal idealista decide instalarse en la totalidad de lo real, haciendo del todo el deber ser con el que interpelar cualquier reo. El caballo de batalla de la teodicea es la astucia de la razn. La teologa del espritu. Los ilustrados piensan que la razn existe fuera de la realidad, que se piensa con la cabeza. Con al cabeza es posible alcanzar el pensamiento, pero el pensamiento se piensa a s mismo. la historia ha dado a devuelto a la naturaleza el rostro de dios. Las razones de las cabezas son razones abstractas que encuentro tropiezan con lo finito no tienen ms remedio que empezar a usar la guillotina. Lo lgico entra incendiando la realidad. Napolen es la totalidad montada a caballo. La humanidad entera como encarnacin de Dios.

El capitalismo descansa en un presupuesto enteramente idealista: es el propio curso de la realidad el que trabaja en las obras de la razn, las obras de la razn dependen de que se deje trabajar a la realidad, que el trabajo del concepto no sea slo el trabajo del conocimiento, sino tambin el trabajo que lo real vierte sobre s mismo para proseguir su curso histrico. El nico verdadero contexto de todas las razones es ahora el mercado, el desarrollo. Se trata de que la instancia poltica deje al desarrollo en paz, aunque para eso tengas que actuar polticamente (qu curioso) bombardeando parlamentos, por ejemplo. En cierto modo, el mercado funciona como la rica totalidad capaz de integrar todos los puntos de vista, en la medida en que el l converge la totalidad de la oferta y la totalidad de la demanda, involucra totalidad de las razones.

La decisin moral de las masas se apoya en la intuicin directa de un mito. La razn parlamentaria es impotente si no viene hermanada con el poder del mito. El socialismo necesita un mito, no una teora. los mitos ms fuertes reposan en lo nacional. Los nacional-socialistas quieren el socialismo pero con toda la fuerza de la tradicin, mito, de la nacin. El nacional socialismo se convirti as en un modelo prototpico de mitologa de la razn. As es como el idealismo conduce al historicismo, al biologicismo, al racismo, al nacionalismo y, en fin, al nazismo. El meollo argumentativo que permite a una realidad aparecer como racional sin ser efecto ni obra de ningn ejercicio racional debe considerarse racismo: el discurrir de lo real, ya se trate de un discurrir natural, biolgico o mercantil es capaz de sealar a ciertas realidades como conformes a lo que debe exigirse y perseguirse en general. Cuando lo que se ha encarnado es la razn misma, la nica relacin que cabe con al carne sobrante, a la espera de que deje de sobrar, es el exterminio. Lo meramente existente que no sabe llegar a ser real, abortos de la totalidad. El racismo comienza cuando la declaracin de los derechos del hombre desnuda al hombre hasta que slo se le ve el pellejo.

Siempre que separamos estamos materializando: verdadero frente a falso, bien frente a mal. Aristteles, Newton, nos obligan a separar. Aristteles se niega a pensar: las divisiones abstractas no ven la relacin verdadera entre las cosas. Hegel es antiaristotlico. Dividir lo entes con comas es renunciar a pensar. Eso del cielo estrellado es una estupidez muy grande. Lo falso y lo malo nunca son tan malignos como el diablo. Si se da una relacin entre dos cosas externas debemos renunciar a pensarla. Hay que encontrar la manera, la razn, la relacin infinita (una relacin que logre ser lo relacionado). Encontrar manera de que la verdad de lo bueno sea lo malo. Lo malo es la astucia de lo bueno. No hay lo falso como no hay lo malo, ambos son momentos. Lo malo es la forma de ser de lo bueno en uno de sus momentos. Un pantesmo que no excluya a Dios. Un todo que est vivo, capaz de ser todas las determinaciones es un todo vivo. No la sustancia abstracta de spinoza (la noche en la que todos los gatos son pardos). La religin secreta de Alemania.

La idea de belleza, la idea que lo une todo, la verdad y el bien slo en la belleza estn hermanados. La poesa vuelve a ser maestra de la humanidad. Religin sensible. Monotesmo de la razn y del corazn, politesmo de la imaginacin y del arte. Mitologa de la razn. La mitologa tiene que hacerse filosfica para hacer racional al pueblo. Las masas necesitan de los mitos y los mitos tienen que estar a la altura del momento histrico. Conceptos que vana tener toda la fuerza del mito. Absoluto: razn y sensibilidad, exigencias de la razn y curso de la realidad, concepto e intuicin, moverse y actuar, pensar y sentir, bailar y razonar. Otorgar a la costumbre la sensatez de la razn y a la razn el poder de la costumbre. De este modo, al ley no se enfrentara como una instancia extranjera a la produccin de una sociedad que siempre se gestara en otra parte, en un basurero de la historia, sino que se confa en el el desenvolvimiento de la realidad producir una obra de la razn. El resultado es la refundicin del chorisms (razn mtica o mitologa racional).

Idea central del Antiguo Testamento: Afirmar la soledad de Dios, o si se prefiere, la insignificancia del hombre en comparacin con el propsito divino, es decir, la personalidad de Dios a costa de afirmar la impersonalidad del hombre; a no ser que l construya la casa, el trabajo de los que la construyen es vano, a no ser que le seor guarde la ciudad, el vigilante la vigila en vano.

Diferencia entre una historia (contingente) y un relato (necesario). En un relato las partes ests al servicio de la totalidad. No hay racionalidad en las partes independientemente del todo. Cuando en una de las pginas de un relato parece un revlver alguien tiene que suicidarse con l en la ltima pgina. Todos los elementos literales estn el servicio de un significado, lo nico que nos hace mirar los hechos histricos como inverosmiles es que son reales.

En el pueblo griego la penetracin de la escritura haba hecho entrar en crisis el modelo tradicional de la paideia y de la poltica, liberando la forma de una posibilidad de recuerdo o de memoria que no tena nada que ver ni con la tecnologa verbal de la transmisin oral ni con los documentos escritos. A esa forma de recordar absolutamente novedosa se la llam matemtica o teora y tiene que ver con el ejercicio de la razn. La razn es el metro de todas las cosas, el metro de todas las medidas. El discurso racional desconoce la gramtica de los pronombres personales: da igual quien lo pronuncie, ni siquiera hace falta ser hombre (persa o griego). La razn, por tanto, no es el mbito del hombre, sino el mbito de cualquier hombre, el mbito de la humanidad. La razn es la capacidad del hombre de tratarse a s mismo independientemente de su condicin de hombre, como la capacidad de tratarse a s mismo como el ah del ser y del deber. No se trata de que hablemos nosotros, sino de que hable la cosa, de dar a la cosa la palabra, de ponerla en libertad. Por eso la Razn nos permite cultivar el suelo que supuestamente haba sido reservado a los dioses, nos permite habitar un mundo independientemente de que seamos o no hombres, un mundo en el que el hombre es capaz de tratarse a s mismo al margen de su humanidad. En este sentido, la razn es lo ms divino que hay en nosotros (Aristteles). Ahora bien, el descubrimiento de la Razn abre un Chorisms entre dos concepciones de la ciudadana y de lo poltico: el gobierno del Rey Poeta frente al del Rey Filsofo.

El de la Razn es el nico mbito en el que cabe hablar de progreso: la razn sabe muy bien cuando progresa y cuando no. El progreso se da tanto en el mbito de la razn terica (ciencias naturales) como en el de la razn prctica (derecho, moral): la razn introduce tambin las exigencias de la razn prctica, la ley o el derecho. La Academia es la sede de la razn terica, en ella la palabra dialoga directamente con la comunidad trascendental de los seres racionales, sin interesarse por la cuestin de si stos han de ser llamados persas o griegos.

La posibilidad de edificar una sociedad desde ese lugar no antropolgico al que venimos llamando razn es la poltica. La razn es el punto de referencia al que ninguna empresa poltica poda renunciar. Segn el ideal poltico platnico y kantiano la poltica es el lugar de cualquier otro, la repblica inteligible en la que quienes obedecen la ley debe de ser simultneamente colegisladores. El programa poltico es el compromiso de rehabilitar la palabra pblica y edificar un lugar que sea el de cualquier otro, esto es: la ciudad. La idea de que tiene que ser posible constituir una ciudad cimentada desde semejante topos es la idea central del pensamiento ilustrado, y la idea de que sera posible gobernar desde ese lado del chorisms (desde ese espacio regido por las leyes) podra resumirse en el ideal platnico del Rey Filsofo. El misterio del Rey Filsofo se resuelve as en el del Estado de Derecho. El Rey Filsofo postula una ley para cualquiera. La idea de un espacio poltico en el que rijan principios racionales es la idea de una repblica inteligible (Kant), en la cual los que obedecen la ley son al mismo tiempo colegisladores. Idea de repblica nomenon: la norma poltica para cualquier constitucin en general.

Llamamos libertad precisamente a la posibilidad de moverse en este sitio, esto es: a la decisin de someterse a las leyes de los seres libres y de moverse actuando se la llama ciudadana.

En el momento en el que el hombre deja de comulgar con el curso histrico natural comienza el efecto-humanidad, la aventura de los hombres, el tiempo de los hombres, que es el tiempo cclico de los dioses y los ancestros y el ritmo de la repeticin litrgica y mtica de la primera vez, el tiempo en el que nada puede suceder porque todo ha sucedido ya para los dioses y los ancestros; se trata de un ritmo sincrnico aparentemente estril. El hombre, por tanto, no habita en la Historia, sino en una especie de basurero de la historia, es una sincrona neoltica: la cultura. La cultura es la matriz estructural de lo humano, generadora de un tiempo nihilista (la sincrona del eterno repetirse de la primera vez mtica) en el que la nica noticia es la ausencia.

El mbito de la cultura es el mbito de la identidad cultural, de la nacin, de los hombres en tanto que persas o espartanos. El rey poeta constituye siempre un espacio en el que la humanidad termina en los lmites de la tribu, especifica aquellas normas o costumbres que permiten a un pueblo no ser cualquier otro, distinguirse en tanto que nacin. Estas normas son preservadas por medio de la tradicin, la paideia, en la que juega un papel fundamental la poesa. Si el de la razn es el mbito del conocimiento, ste es el mbito del reconocimiento, de la identidad cultural (antropologa, etnologa) o psicolgica (psicologa). El tejido de las identidades culturales no son una prolongacin natural de la familia en al tribu sino la manera en como la cultura haba logrado proporcionar a la familia un espacio ficticio en el que desenvolverse a sus anchas sin producir ningn efecto real. Las relaciones de parentesco son un conjunto de procedimientos por los cuales la familia es controlada. Pero la familia no renuncia a sus pretensiones a no ser que la sociedad se comprometa con ciertas costumbres. La sociedad es pues casi una forma de ciudadana, es mbito de la mayora de edad indgena, una manera de vencer a la infancia y a la familia. Ah donde la familia queda satisfecha con nada se produce una brecha en la que la cultura puede arraigar: nihilismo satisfactorio.

La cultura lo protega de la historia. La historia ha salido del neoltico antes que el hombre. La historia ha corrido ms que el hombre. De ah la resistencia del hombre a aferrarse a la anacrnica cultura.

Lo amigos, los abogados de Dios, deducen la culpa del castigo, dan por supuesta la racionalidad del mundo (si el mundo tuviera un orden justo las fatalidades deberan ser interpretadas como castigos). Ante un tribunal eclesistico Job, que admite honestamente que no comprende a Dios, saldra muy mal parado porque defendera el absurdo. Los amigos, en cambio, son unos hipcritas, porque no comprende mejor que Job a Dios y, sin embargo, defienden la culpabilidad del inocente para defender la racionalidad del mundo, defienden a Dios con injusticias.

Enigma filosfico contenido en El Libro de Job: cul es el propsito de Dios? Dios aparece al final no para resolver los enigmas sino para profundizar en ellos; para qu llueve en el desierto? Los enigmas de Dios son ms satisfactorios que las soluciones del hombre. La creacin es una especie de salmo o rapsodia del sentido del milagro. El creador de todas las cosas est atnito ante las cosas que l mismo ha creado. En vez de demostrar que ste es un mundo inexplicable, insiste en que es un mundo ms extrao de lo que Job jams podr pensar. Dios quiere que se vean las cosas slo a travs del trasfondo del universo absurdo, de la negacin del ser, de la negacin del todo. Nada de lo que aqu dice niega la posibilidad de conocer cosas, niega el derecho a conocer al servicio de qu significado trabaja el conjunto de los hechos.

El libro de Job sera como una cuchillada kantiana en la historia: ste irrumpe kantianamente porque pregunta por el propsito de Dios, pregunta el porqu; Job quiere explicaciones y hasta que no las tenga no admitir sus males como una obra racional del mundo. Tanto los buenos como los malos son instrumentos con los que Dios juega. Si tuviramos derecho a considerar la prosperidad como sntoma de la virtud, entonces los hombres abandonaran la tarea de hacer exitosos a los hombres buenos para hacer buenos a los hombres exitosos. Obremos un mundo en el que a los buenos les vaya bien. Tarea de levantar instituciones de orden jurdico para hacer como si pudisemos habitar un mundo en el que rigiese la razn absoluta, para hacer como si pudiramos hacer prsperos a los hombres buenos y no al revs. Se trata de una idea completamente ajena al derecho: recompensa tanto a los que obedecen la ley porque son buenos como a los que obedecen la ley por miedo a la polica.

Puestos a pensar un poema de la Creacin, el tesmo es mejor porque deja tranquilo a los cientficos. Con este se puede hacer ciencia. Por lo menos, el tesmo no defiende a Dios con argumentos injustos. Job prefiere el absurdo antes que defender a Dios con mentiras.

Segn Heine, Schelling es un traidor a la causa pantesta y se ha convertido en un testa que predica un Dios loco (un Dios que ha cometido la locura de crear el mundo por amor). Para Schelling no podemos decir que no hay maldad en el mal. Necesitamos un pantesmo que impida que el bien y el mal acaben siendo lo mismo. (Hanna Arendt: no, y no el bien no se genera en el mal!) Si por el camino del pantesmo, del idealismo alemn, de la teodicea, acabamos diciendo que no hay nada de maldad en el mal, entonces este amino est mal. Hay que ensayar otra va: si Dios no puede ser concepto entonces tiene que ser amor. El concepto de amor encierra el misterio que andamos buscando: dos seres que pueden existir por s mismo pero que no pueden vivir el uno sin el otro. Tenemos una independencia de independientes. El amor se destruye cuando los independientes dejan de serlo. Dios ha necesitado hacer otra cosa, no un apndice de l. Eso slo se puede dar si se da una relacin de amor entre Dios y el mundo. Algo que sea independiente de dios y necesario. Tendra que haber algo en dios que no fuera Dios para crear el mundo. Hegel ha pensado esto de joven pero lo aparta porque si o la solucin sera el cristianismo; segn Hegel, al amor le falta la paciencia, el dolor, la seriedad del concepto.

Se trata del problema de arrancar un espacio al tiempo en el que la razn pueda obrar.

El mundo clsico resolvi este problema con una teora de la virtud. El mundo moderno (problema de la sensibilizacin de la ley moral) con una teora de la libertad: el de cmo una voluntad patolgica puede determinarse a obrar por los dictados de la razn. La tradicin republicana resolvi este problema de una forma asombrosa: la razn puede obrar en espacios que son las instituciones en lo que la razn pudiera obrar (no confundirse, encarnarse), pudiera encarnarse en sus obras, eficacia de lo que no es ms que una exigencia.

La realidad no tiene por qu discurrir racionalmente, el curso de la realidad no discurre razonando. Por eso la razn debe de enderezar el curso de las cosas en conformidad con ella (as como la tcnica ha de gobernar la naturaleza). Para que la razn pueda gobernar es preciso robar un espacio a la historia, un papel en blanco en el que sea posible dictar leyes, en el que sea posible el Estado de Derecho, la libertad. Por eso, la construccin de instituciones capaz de educar y gobernar juega un papel clave. Lo que la Ilustracin francesa entendi a la perfeccin es que si ciertas realidades pueden considerarse racionales es porque precisamente no han sido conformadas o producidas por el curso de las cosas, sino decididas, convencidas o educadas desde un lugar a salvo de ellas, al que solemos llamar libertad. La ley no es otra cosa que una mera exigencia vertida sobre la realidad, y no la realidad misma concretndose en desembocar en algo as como su contenido ms profundo o esencial. No hay obras de la razn ms que cuando la razn realmente obra: construir y preservar espacios materiales en los que el ejercicio de la razn pudiera continuarse polticamente. Desconectar toda intromisin de lo real en la tarea de medir la autoridad del estado con las exigencias constitucionales. Edificar instituciones capaces de legislar contra la historia y suficientemente slidas como para mantenerse en pie frente a sus acometidas. Dar vida a la Historia habra sido tanto como negrsela a la razn. Ahora bien, devolver la palabra a la razn es tanto como recordar que el rgimen del tiempo es lo que en todo momento debe ser juzgado y que jams puede convertirse en tribunal de nada: que el tiempo es la consistencia de toda realidad, y que, por tanto, la razn, que no tiene en el tiempo su ley, no puede tener otra realidad que la de sus obras. Un mundo en el que la razn no gobierna nada no acabar de todos modos por ser racional por mucho que se le deje llegar hasta el final. La ilustracin francesa plante la necesidad de que la razn educara, conformara o gobernara la realidad. No hay obras de la razn ms que cuando la razn realmente obra. Por eso, se trata de construir y preservar espacios materiales en los que el ejercicio de la razn pudiera continuarse polticamente. La razn no puede obrar sin construir un mundo en el que fuera posible hacerse obedecer. Para ello era preciso edificar instituciones capaces de legislar contra la historia y suficientemente slidas para mantenerse en pie frente a sus acometidas. Separacin de poderes para que eso est vaco, para que no entren guarreras.

La ilustracin, empeada en no confundir jams el ser con el deber ser, instala su tribunal en la nada, buscando el modo de hacerse sitio a empujones en el entramado de la Historia. Poco tard en darse cuenta de que una constitucin edificada en la Historia no era nada sin la guillotina. El resultado del ejercicio de la razn en la Historia result ser lgica del exterminio, una carnicera.

Esta situacin ilustrada nos lleva a la encrucijada maistriana: la constitucin es un cuerpo jurdico incapaz de hacer danzar a nadie, es un baile propio de seres racionales. La asamblea constituyente acometi la blasfema pretensin de constituir una sociedad, usurpando as un derecho slo hasta ahora slo reservado a la providencia, el resultado fue la Declaracin de los derechos del Hombre. El problema era que el hombre no exista luego en parte alguna como tal, sino ms bien a modo de una exigencia a la que se llam ciudadana. El resultado fue un cuerpo jurdico irrenunciable, pero no una sociedad. La sociedad sigui constituyndose, segn oscuros y enigmticos dispositivos, en otra parte, mientras que el aparato legal no era ni siquiera capaz de organizar una simple fiesta. Ni la educacin ni la guillotina pueden gobernar ese factum antropolgico que conforma cada sociedad. La historia, la tradicin, es el relato de cmo las diversas realidades han ido encajando entre s con otras realidades de la nica manera posible; es la historia, y no la razn la que constituye una sociedad. Por eso, que la realidad encaje con la razn es, en principio, algo extrao, ya que, para encajar la realidad con la razn hay que dejar a un lado lo que las cosas son para encajarlas con lo que deberan ser. Las razones de las cabezas, las leyes, han estropeado toda la tradicin que ha colocado todas las cosas de la mejor manera posible. Es una vanidad, presuntuosidad, locura creer que una asamblea legislativa puede constituir el mundo, el mundo ya est constituido. Ninguna gran institucin resulta de una deliberacin. Las obrar humanas tanto ms frgiles sern cuanto ms se ha pensado y cuantos ms hombres la han concebido. Nunca ha durado una realidad levantada en la nada con la sola fuerza de la razn. Las grandes instituciones han surgido de gente analfabeta (Mahoma, Jesucristo, Buda, etc.). El cristianismo ha sido predicado por analfabetos y seguido por sabios. Las sociedades se fundan porque los ignorantes hablan. En la ilustracin se pretende algo que nunca ha pasado: que hablen los sabios y que los ignorantes obedezcan. De Maistre: las leyes de un pueblo nunca pueden ser escritas. Y donde estn escritas es para escribir lo que ya tienen. Los pueblos, cuando tienen derechos, nunca necesitan escribirlos. Los escribes cuando los ests perdiendo, para conservarlos. Cuando la ilustracin escribe las leyes las convierte en leyes dbiles. La institucin ms fuerte de la Grecia clsica es esparta, que nunca se escribi. No se debe escribir todo (por lo menos dejar algo a la realidad). En ninguna sociedad puede darse la libertad si no la tiene. Cuando una sociedad empieza a razonar sobre s misma ya estn hechas las leyes. Y ya es demasiado tarde para la razn. El bho de minerva. La nacin pierde lo que tena y no consigue lo que pretende. Las asambleas no son lo suficientemente constituyentes, constituyen leyes pero no realidades.

La ilustracin peda hombres y la historia le entregaba proletarios. Ambos tena algo en comn: el hombre de la ilustracin era la forma de nombrar un lugar en el que no haba o no debera haber nada, a excepcin de un nuevo punto de partida, la libertad; del mismo modo, el proletariado constitua tambin una suerte de nada, una nada social. Ahora bien, si el ejercicio de la nada produca, en el primer caso, la razn terica y la razn prctica, introduciendo en este mundo el conocimiento y la moral, en el segundo caso, la nada no generaba ms que nihilismo.

La culpa de que los judos acaben en los campos de exterminio no es de los nazis, sino de los derechos humanos. Cuando dices que tus intereses son la declaracin de los derechos humanos tu enemigo se convierte en alguien fuera de la ley, es un enemigo que no se negocia, se convierte en un inhumano, en una alimaa, y a las alimaas se las extermina. Las constituciones estn hechas para el hombre, pero yo no he visto un hombre en mi vida. La constitucin est hecha para un hombre que no existe; existen persas y griegos. La imposibilidad de entender la guerra como un conflicto poltico en un mundo que se ha convertido realmente en uno solo, lleva emparejado el concepto de guerra inevitablemente mundial, necesariamente de una intensidad y una inhumanidad inslitas. Ya no se trata de hacer retroceder un enemigo a sus fronteras. El enemigo no tiene fronteras. No hay un afuera e la humanidad. La guerra ms aterradora slo se realiza en nombre de la paz y a opresin ms terrible, en nombre de la libertad; la inhumanidad ms atroz slo en nombre de la humanidad. En estas condiciones, cualquier instancia neutral y despolitizada se convierte en un arma para la guerra, un arma que, precisamente por su neutralidad, puede ser utilizada por cualquiera y contra cualquiera, y too ello en una situacin n al que los contendientes se entienden a s mismos como neutrales, es decir, como encarnacin de la humanidad, desde una universalidad que no reconoce enemigos, sino alimaas fuera de la humanidad y de la ley. El resultado es esa combinacin diablica entre ideologa pacifista y guerra tcnica a gran escala, que convierte Toda guerra en mundial o a toda historia en derecho al exterminio.

El error de tomar por obras de la razn lo que no son ms que la obras de la impotencia de la razn.

La tragedia de la ilustracin fue pretender tener razn en un mundo que contradice constantemente todas las exigencias de la razn, insistir en la realizacin de un reino de la razn ah donde no hay posibilidad de que la razn obre de forma efectiva. Estas cosas pasan cuando se empean en afirmar el reino de la razn en unas condiciones en las que no hay ninguna posibilidad de que la razn obre efectivamente. No se puede liberar la libertad sin proporcionarle un mundo en el que sta pueda obrar. Una libertad que no puede poner nada en libertad. Una vez iniciada la aventura de la ciudadana todo depende del xito de esta empresa: su xito o su fracaso no deja en modo alguno las cosas como estaban, sino que, antes bien, la humanidad se complica entonces con peligros absolutamente inditos de una capacidad de destruccin portentosa. Por tanto, la cuestin no es ya cmo obra la razn, sino cmo su impotencia obra de todos modos. La cuestin no est en saber si algo falla en el planteamiento ilustrado, sino en saber qu ocurre fcticamente si el proyecto fracasa. La prctica de hacer pasar lo que no es sino puro y simple nihilismo por la razn y la libertad cal muy hondo en el discurso legitimador de las democracias occidentales. Es preciso distinguir las obras de la impotencia de la razn con las obrar de la razn.

Las paradojas de la declaracin de los derechos del hombre, enraizando en ella el nacimiento del racismo. Los derechos del hombre pretenden ser anteriores e independientes de todo cuerpo poltico y de todo derecho nacional. Ahora bien, lo doloroso fue comprobar que, sin excepcin, fue precisamente la prdida de los derechos nacionales la que entra en todos los casos la prdida de los derechos humanos y que su restauracin slo ha sido lograda a travs de la restauracin de los derechos nacionales. De ah que cuando en la historia empezaron a aparecer hombres que no eran ms que hombres, no se aprovechara para reconocer en ellos al destinatario directo de los derechos humanos, sino que, al contrario, se les identificara como mera carne inexplicablemente sobrante sin que se lograra otro sitio donde instalarlos que los campos de exterminio. La paradoja implcita en la declaracin de los derechos humanos es que semejante prdida corresponde coincide con el instante en que la persona se convierte en un ser humano en general (sin una profesin, sin nacionalidad). Se puede daar polticamente a un dogon o a un dowayo, pero no se empieza a ser un asqueroso negro ms que en el mismo momento en que no hay otros derechos que puedan reivindicarse que los derechos del hombre. A fuerza de no pertenecer a ningn pueblo se convierte en una raza abocada al exterminio. Los peligros de ser un ser racional en un mundo que no funciona razonando. Cuando un dogon deja de ser un dogon en un mundo como ste no suele convertirse en Diputado del Congreso, sino en un asqueroso negro que amenaza con quitar a tus hijos un pan que no se reparte a base de razones. El producto genuino de una sociedad con sta en la que no hay ms que hombres no es el dilogo ilustrado, sino las leyes de extranjera, tan eficazmente genocidas o ms que los campos de exterminio.

Es extremadamente peligroso, a firmar la coincidencia entre razn y realidad ah donde no es posible ningn ejercicio eficaz de la razn, pretender dar la razn a un mundo que no discurre racionalmente, afirmar que hay razn y universalidad ah donde todo ejercicio racional es impotente. Un mundo en el que la razn no gobierna nada no acabar de todos modos por ser racional si se le deja llegar hasta el final.

El hombre no recupera la cultura perdida, y queda desnudo ante la Historia sin la razn como arma. La historia puede hacer de l lo que se le antoje. Un hombre liberado de toda servidumbre, un hombre sin ancestros, sin dioses, sin costumbres, sin tradicin, sin patria, sin pueblo slo conserva la abstracta desnudez del ser humano, es un hombre indefenso ante la Historia, la cual no encontr nada sagrado en la entera desnudez del ser humano.

Antes de tener derecho tienes que tener derecho a tener derechos. Este es un derecho previo a los derechos humanos. En el mundo del tiempo, esto te lo puede garantizar el estado. En un mundo como ste, esto slo le lo puede garantizar el ejrcito. Tus derechos valen tanto como tu cuerpo poltico pueda protegerlos.

La tecnificacin de la existencia ha cambiado nuestra situacin moral. La tcnica ha trado consigo la posibilidad de que seamos inocentes culpables de una forma que no tiene precedente. Los hijos de Eichmann somos los primeros en implicarnos en esta nueva forma de culpa. El carcter radicalmente nuevo de nuestra situacin consiste en que podemos producir ms de lo que somos capaces de representarnos; los efectos resultantes de los instrumentos que nosotros hemos producido son tan grandes que rebasan lo lmites de nuestra imaginacin. En el curso de la era tcnica, la relacin clsica entre imaginacin y accin se ha invertido: si nuestros antepasados consideraron obvio que la imaginacin era una facultad desbordante, es decir, una facultad que sobrepasaba y superaba la realidad, hoy las posibilidades de nuestra imaginacin (as como de nuestra capacidad de sentir y de responsabilizarnos de nuestros actos) estn por debajo de la posibilidades de nuestra accin. Actualmente, la imaginacin es incapaz de hacer frente a los efectos de nuestra accin. No slo nuestra razn tiene sus lmites, no slo ella es finita, tambin lo es nuestra imaginacin y nuestra capacidad de sentir. Slo podemos sentir dolor por una vctima; quiz podamos representarnos diez (seguramente una a una); pero no doscientos mil., porque el exterminio en masa excede con mucho aquello que podemos lamentar y representarnos y aquello que nuestra imaginacin y nuestros sentimientos podran inhibir. Nosotros, los hombres, somos ms pequeos que nosotros mismos. Nuestra actual esquizofrenia: nuestras distintas facultades trabajan de forma independiente. Abismo (desnivel) entre tu capacidad de hacer y tu capacidad de imaginar.

(Primera tarea: Que imaginacin y sentimiento puedan captar la magnitud que eres capaz de hacer. Tarea de ampliar tu imaginacin moral. Segunda tarea: ampla tu sentido del tiempo. No seas tan cobarde que temas tener miedo. Oblgate a tener el miedo que corresponde sentir ante la magnitud de la amenaza de Apocalipsis. Vivimos en una poca incapaz de tener miedo).

Vivimos en un mundo en el que la realidad ha superado a la ficcin. El gran problema no ha sido tanto holocausto como la tranquilidad de conciencia, la indiferencia o analfabetismo moral. En un mundo en el que la realidad es ms imaginativa que la imaginacin humana es imposible que la imaginacin se ponga a la altura de la realidad: la realidad es mucho ms imaginativa que la propia imaginacin. Dicho de otra forma: en un mundo que es siempre un chiste macabro ms chiste que tus propios chistes es imposible hacer chistes. Es preciso diagnosticar fracaso de la imaginacin en el mundo contemporneo. Frente al lema del 68 (imaginacin al poder) el capitalismo ha dado lo que exigan ha hecho realidad todos los sueos de la imaginacin del 68: el capitalismo nos proporciona un mundo nuevo cada maana, un nuevo desafa para la imaginacin cada maana se trata de exigir que la realidad retroceda y se ponga a la escala de la imaginacin, exigir un mundo en el que los efectos sean proporcionales a la voluntad y no efectos estructurales. Un mundo dotado de estructuras complejas que no dejan pensar los efectos de tus acciones no es un mundo habitable. Nigate a vivir en un mundo as. Nigate a vivir en un mundo en el que no puede sentir los efectos de tus acciones. Exige un mundo en el que los efectos sean proporcionales a la voluntad. Exige un mundo para el cual el hombre no se haya quedado antiguo. Exige un mundo tan antiguo como el hombre. Un mundo inestable no es un mundo, sino el continuo cambiar que los griegos localizaban en el infierno. Si la razn finita fracasa an el intento de hacerse cargo del mundo no es sta la que est mal, sino el mundo, que se ha convertido en un infierno. Exige instituciones para habitar el mundo. Si la realidad hace chistes ms bestias que los tuyos exige una realidad que no se pase de lista, que me permita hacer chistes. Entre las incapacidades de los seres humanos hay algunas que los honran. Esta situacin puede funcionar como adormecedor de la conciencia: como no veo ms all de la barra de melilla no me afecta la inmigracin (ojos que no ven, corazn que no siente).

Pecado estructural: lo que pecan son las estructuras y no las personas. Replantear el problema de la moralidad. qu responsabilidad tenemos en un mundo en el que no podemos localizar a los criminarles (porque son seores con corbata)? El problema moral de nuestro tiempo es determinar qu responsabilidad tenemos respecto de tales estructuras asesinas? Jess poda decir perdnalos porque no saben lo que hacen porque todava hablaba a hombres para los cuales el mundo era humano. En nuestro caso ha de ser al revs que en el evangelio: castgalos porque no saben lo que hacen. En el mundo contemporneo se ha vuelto una obligacin moral saber lo que haces cuando pones en marcha una estructura asesina. Asimismo, como lo que pecan no son tanto los hombres sino las estructuras, se ha vuelto un lujo absurdo preocuparse por las mximas de la voluntad. En un mundo como ste se trata de pecar en la buena direccin.