Discurso julio sorjus 3

Instituto Rotary Zona 23 B y CPuerto Iguazú, Argentina10-12 Septiembre 2015

Viernes, 11 sept., 12:30 h.

Julio SorjúsDirector 1998- 2000, RIFiduciario de la Fundación Rotaria, 2012-16

La razón de ser de La Fundación

Presidente Ravi,

Autoridades rotarias,

Queridos compañeros,

A pesar de sus logros, la Fundación Rotaria aún no ha alcanzado todo su potencial por lo que es indispensable que todos participemos desde ya con entusiasmo, dedicación y perseverancia en los programas y en los esfuerzos de captación de fondos asumiendo con ello nuestras responsabilidades sociales.

¿Es ello un vano anhelo?

¿Qué esperamos, compañeros, para actuar de manera más osada y soñadora?

¿Qué esperamos, para sustentar estos proyectos con nuestras contribuciones a la Fundación Rotaria: al Fondo Anual, al Fondo Permanente, al Fondo de la Polio, y a los Centros Pro Paz?

Como decía la Madre Teresa: “La peor enfermedad de hoy no es la lepra ni la tuberculosis sino sentirse no deseado, desatendido y abandonado. El mayor mal es la falta de amor y caridad y la indiferencia ante nuestro vecino.”

¿Estamos librando una batalla sin esperanza?

¿Es que tenemos el corazón reseco de amarga desesperanza?

¿Podrán reinar algún día la paz y la dignidad?

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Sí, mis queridos compañeros, si abrimos nuestros ojos en la oscuridad silenciosa y actuamos con decisión y energía contra la narcosis del espíritu y contra la cultura del descarte, en nuestra perenne labor bienhechora.

Todos sabemos que Rotary significa ideales en acción, pero su existencia será únicamente la que los rotarios le demos, ya que no podemos hacer oídos sordos al clamor de los necesitados y de los oprimidos, lesionados en sus legítimos derechos que, ante el dolor ajeno, nos estremecen a todos.

Si mis amigos: ¡Hay que arrojar, de una vez por todas, de nuestros corazones toda envidia, malicia o amargura!

Para ello es indispensable que cada distrito y cada club fije sus metas al inicio de cada año rotario, contando con la ayuda de los Coordinadores de la Fundación, los Asistentes, los Consejeros para Donaciones Mayores y los Consejeros para el Fondo Permanente o de Dotación, que aspiraba a alcanzar en 2017 la suma de mil millones de dólares en efectivo y en compromisos de contribución, meta que hemos conseguido en el pasado año rotario.

Queridos compañeros, ante la tierra preñada de dolor tan profundo que visualizamos día a día en nuestros televisores, no se puede vivir sin mirar ni sin responder a los desafíos, en este inmisericorde mundo, desconfiado y ansiosamente egocéntrico, ya que estamos íntimamente convencidos que no se pierde ninguna dolorosa paciencia para erradicar, saliendo con renovado impulso de nuestras mudas comodidades, la inaceptable locura de la pavorosa pobreza.

No es aceptable resignarse, cruzarse de brazos, hastiados del esfuerzo, o remitir, con el amargo veneno de la inmanencia, la respuesta al más allá en nuestra anhelada búsqueda del bien común.

No dejemos que entre en nuestros corazones la cultura de la exclusión, aunque vivamos en una sociedad, con una mundialización y banalización de la indiferencia que ha olvidado el sufrir, ya que nos hemos habituado a aceptar pasivamente situaciones del todo inaceptables en la que los pobres sin techo, sin paz, sin salud, claman por una razón de vivir, vilmente ahogados en su desdicha, en silencio y olvido corrosivos, hartos de penas y agravios, con sus almas laceradas en medio de un mar sin orillas.

Los rotarios debemos gritar, y gritamos estentóreamente, sin desmayo y con

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infinito dolor, expresando, codo a codo con entrega generosa, nuestra angustia contra la pasividad o la moral de la derrota y la visión fatalista de la realidad de muchos de nuestros conciudadanos.

Algunos sostienen, en lamentable habituación perezosa y cobarde, que nada puede cambiar ni ser distinto de cómo es hoy y lo hacen ante seres atónitos, perplejos, impotentes, cautivos que viven con harto tormento.

Y este falaz argumento es solo una desilusionante excusa, desgarrada e indigna, que implica quedarnos encerrados en la comodidad, de espaldas a la realidad de nuestros hermanos inmersos en su alboroto de sollozos.

¿Es que estamos librando una batalla sin esperanza?

El desconocimiento y absoluto menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, por lo que para que este siglo XXI nos ofrezca nuevos éxitos en nuestra ilimitada esperanza de servir a los demás, os pido fervorosamente el don supremo de vuestros recursos, de vuestro tiempo y, sobretodo, de vuestros corazones.

Si hemos de servir, profesando la religión del amor, en defensa de los más desfavorecidos y de los más vulnerables, si hemos de enfrentarnos sobre la faz del abismo, a amargas situaciones, indignas e intolerables, en el que malviven, con lágrimas cansadas, tantos y tantos seres humanos, el momento de empezar nuestra hora de siembra solidaria es, sin duda alguna, aquí y ahora para acrisolar con ello, nuestra razón de existir.

¡Qué peligrosa y dañina es la costumbre que nos lleva a perder el asombro, el fuego y el entusiasmo para hacer el bien!

¿Es que hemos perdido la responsabilidad fraterna?

¿Es que molesta o resulta inoportuno que hablemos de la solidaridad con los débiles?

¿Es que molesta que se hable de ética?

¿Es que hemos olvidado nuestro lema y razón de ser “Dar de Sí antes de Pensar en Sí”.

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¿Podrán reinar algún día la Paz y la Comprensión Mundial?

Recordemos que todos somos tenazmente, sin pausa, misioneros, solidarios agentes del cambio, dando testimonio con nuestras acciones bienhechoras de la razón y orgullo de ser rotarios y la vida nos ha sido dada, no para vivir egoístamente en nosotros mismos, sino para darla y fructificarla, en comunión caritativa de vida, atendiendo con audacia, en voz alta, en todo tiempo y lugar, a las necesidades de los menos favorecidos, de los frágiles y vulnerables, que van sin rumbo y a tientas, en intermitentes espantos, en laberíntico abismo sin fondo.

Si mis amigos, nuestro compromiso de rotarios implica y exige como don de la piedad llorar con el afligido, acercarnos al solitario o al angustiado, en una palabra: ayudar con profunda humildad social a quienes lo precisen para que recuperen su inherente dignidad.

Mis queridos compañeros son estas palabras las que hacen arder e iluminar nuestros corazones con el fuego ardiente de servir más y mejor y dando y dando, ya que siempre hay espacio para más.

Aún resta mucho, muchísimo, que hacer y cada minuto irremediablemente cuenta en cada solitario instante. Jamás será demasiado temprano. Ahora, no dudéis, es ya mañana, y mañana será desgraciadamente demasiado tarde, cuando penetremos sin retorno en la vida sin muerte, ya que la jornada en la que seremos eco, olvido, polvo, ceniza, nada que, sin remedio y sin pausa, cumple cada cual, ya fue desde tiempo inmemorial, fijada. Mil gracias por vuestra arrolladora, desprendida y contagiosa generosidad que ha permitido y permitirá, con vocación y empatía, hacer realidad, con latido rápido y abrumadora fuerza espiritual, muchos sueños de servicio altruista al amorosamente solucionar muchas necesidades inaplazables, mitigando las miserias de nuestros hermanos, porque no olvidemos que hay más alegría en dar que en recibir.

Como diría Don Quijote: “Podéis creerme, sin tener que jurarlo, que quería que esta disertación, como hija del entendimiento, fuese hermosa, gallarda y juiciosa pero no he podido yo contravenir el orden de la naturaleza, que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así ¿qué podría engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la pobre y tediosa comunicación que os he

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ofrecido?”

Muchas gracias.

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