Discurso y Análisis Social

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Ciencias Sociales Revista de la Universidad de Costa Rica [email protected] ISSN 0482-5276 COSTA RICA 2001 Carlos Sandoval García Rosa María Pochet (comp.) Discurso y análisis social. Métodos cualitativos y técnicas de análisis . Ciencia Sociales, Vol. IV, número 94 Universidad de Costa Rica Costa Rica 189-194 http://redalyc.uaemex.mx

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Ciencias Sociales Revista de la Universidad de Costa Rica

[email protected]

ISSN 0482-5276 COSTA RICA

2001 Carlos Sandoval García

Rosa María Pochet (comp.) Discurso y análisis social. Métodos cualitativos

y técnicas de análisis . Ciencia Sociales, Vol. IV, número 94

Universidad de Costa Rica Costa Rica

189-194

http://redalyc.uaemex.mx

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COMENTARIO BIBLIOGRÁFICO

Ciencias Sociales 94: 189-194, (IV-2001)

Rosa Ma. Pochet (comp.). Discurso yanálisis social. Métodos cualitativos y técni -cas de análisis . San José. Editorial Universi-dad de Costa Rica, 2000.

Quisiera agradecer a la dirección del Ins-tituto de Investigaciones Sociales la invitación acomentar este libro Discurso y análisis social,editado por Rosa María Pochet Coronado,quien ya nos dejó, y que cuenta con contribu-ciones de Jean Remy, Francois Houtart, CiroCardoso, Gerardo Hernández, Cecilia Argue-das, Sonia Aguilar y Amando Robles.

Los artículos reunidos en esta colecciónilustran las posibilidades del análisis estructuralde textos verbales. Los casos examinados inclu-yen el discurso teológico, el histórico y el políti-co, ofreciendo diversas pistas metodológicas.

Mi lectura del libro procura explorar lasposibilidades que ofrece el análisis estructuraldel discurso para quienes trabajamos en cien-cias sociales, en particular para el análisis detextos mediáticos. Mi interés primordial es in-tentar articular análisis de discurso con meto-dologías cualitativas o etnográficas, procuran-do reconocer matrices de los textos de los me-dios masivos pero también cómo dichas matri-ces son apropiadas o contestadas por sectoresde la audiencia.

En este sentido, este libro sobre discur-so y análisis social me despierta nuevas inte-rrogantes y cuestionamientos. Quisiera pri-mero rescatar algunas de las contribucionesque, desde mi punto de vista, brindan los artí-culos y, en segundo lugar, desearía intentarconstruir un diálogo entre el análisis estructu-ral del discurso y mis interrogantes, procuran-do elaborar algunos puntos para la discusiónposterior con quienes amablemente nosacompañan esta tarde.

En la introducción, Rosa María Pochetsintetiza algunos de los principales objetivosdel análisis estructural:

el procedimiento metodológico permitedescubrir la red de relaciones vertidas enel texto, así como descubrir la estructurasubyacente que lleva a formular modelosde análisis a partir de los temas descu-biertos y de las dinámicas de relacionespresentes en los textos, permitiendo rea-lizar una relectura a partir de la lógica im-plícita del texto (p.20).

También Rosa María nos recuerda que elanálisis estructural procura alcanzar validez in-tersubjetiva al volver explícitos los criterios deanálisis, los cuales pueden ser cotejados porotras personas (p. 21).

El primer artículo nos ofrece una intere-sante lectura de dos documentos divulgadospor la Conferencia Episcopal de Nicara gua en

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1. Presentación llevada a cabo en el Instituto de In-vestigaciones Sociales de la Universidad de CostaRica, el 11 de noviembre 2000.

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1979 y 1984, respectivamente. Como RosaMaría apunta, estos documentos condensancómo la jerarquía de la iglesia nicaragüensese posicionó en dos momentos del procesopolítico en aquel país. En 1979, la jerarquíaestaba cerca de la revolución triunfante, pe-ro cinco años después, en 1984, el distancia-miento era marcado. El análisis propuestopor la autora nos permite comprender la di-námica de las posiciones asumidas por losactores del discurso.

Francois Houtart nos ofrece un análisisde un texto publicado en 1987 por el enton-ces monseñor y ahora cardenal Obando yBravo, quien escribe en su condición de Pre-sidente de la Comisión de Reconciliación.Houtart argumenta que Obando elabora unaconcepción de democracia “valiéndose de laautoridad moral del actor religioso, como má-xima figura de la iglesia católica”.

Continuando con el análisis de textos re-ligiosos, Jean Remy explora la simbólica socialimplícita en un texto del Cardenal Danneels–presumiblemente una autoridad religiosa bel-ga– sobre la crisis de la pareja. Basado en elanálisis de roles actanciales, Remy concluye enla página 114 que la búsqueda que mueve altexto “... se inspira en una matriz que toma lasintaxis del mito ordenado alrededor de unadefinición de la falta y de cómo liquidarla”. Enel mismo párrafo agrega “... Utilizar el métodode esta forma supone que todo discurso, e in-cluso toda práctica social, está sobreentendidapor un mito implícito”.

Mientras tanto, los trabajos de SoniaAguilar y Amando Robles se centran alrede-dor de preocupaciones axiológicas. SoniaAguilar analiza diez cartas escritas por abue-los a nietos, publicadas por Maud Curling. Seemplean categorías de análisis temático ytemporal procurando reconocer tres princi-pios básicos que sustentan el análisis estruc-tural del discurso: principio de oposición,principio de asociación y principio de trans-versalidad. El trabajo de Amando es más bienuna apretada síntesis de la axiología propues-ta por Mariano Corbí, la cual sostiene que uncambio en las formas de organizar la vida de-manda cambios axiológicos. Partiendo de ladoble función de la lengua como sistema de

comunicación y sistema referencial, analiza laspeculiaridades de diferentes formas de organiza-ción social y se procura sistematizar una tipolo-gía axiológica histórica. Robles anota que losprocesos de automatización de las sociedadescontemporáneas modifican las relaciones de co-municación y referencialidad. En particular,Amando subraya las implicaciones de estos cam-bios en el terreno religioso, toda vez que la axio-logía religiosa deja de ocupar un lugar exclusivoy tendrá que reflexionar sobre las implicacionesque se siguen del hecho de que, como se apuntaen la página 327, “... la religión tendrá que tema-tizar que no comporta, de por sí, ni un sistemade interpretación del mundo, ni un sistema devalores que constituya las estructuras subjetivas ylas relaciones intersubjetivas, ni tampoco unamoral”. La religión tendrá, apunta Amando, quetematizar que constituye “... un procedimientopara despertar o crear una sensibilidad de un or-den superior e insospechado”.

Hasta acá, las contribuciones han analiza-do textos religiosos o han elaborado sobre preo-cupaciones axiológicas. Los otros artículos traba-jan otras temáticas. Por ejemplo, Ciro Cardosoilustra algunas de las posibilidades de la lingüísti-ca estructural para el análisis de textos históricos,sobre todo a partir de una crítica del concepto de“fuente” como soporte de información. La lecturahermeneútica de textos así como el interés por elestudio del imaginario dio lugar a un creciente in-terés por el análisis estructural, un interés que, co-mo Cardoso anota, no podría comprenderse sintomar en cuenta el auge del estructuralismo en lalingüística y en otras ciencias humanas. Utilizan-do la noción de “cuadrado semiótico”, definido–siguiendo a Greimas– como la estructura pro-funda de un texto caracterizada por relaciones deoposición y contradicción, Ciro Cardoso nos pre-senta la lectura de dos textos. Uno es parte deldiscurso del mariscal Humberto Castelo Blanco,al asumir la presidencia de Brasil en 1964 y el otroun pasaje del G é n e s i s, uno de los libros del A n t i -guo Testamento.

En un magnífico ejercicio de análisisestructural del discurso, Gerardo Hernándezexplora el texto que dio origen al llamado“Pacto Figueres Calderón”. Como apunta Ge-rardo en la página 209, el análisis del discurso“... es una vía para estudiar las construccio n e s ,

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análisis estructural. Es importante mencionarque prácticamente todos los textos incluyenconsideraciones metodológicas, las cuales nosólo orientan el análisis empírico realizado, si-no que también plantean la posibilidad de undebate más general, el cual podría ser el inicio–¡quién sabe!– de un futuro grupo de trabajointerdisciplinario acá en el Instituto.

En particular, quisiera discutir dos as-pectos que me parecen centrales para el aná-lisis de textos. Uno es cómo entendemos lasignificación, en particular quisiera explorar sies posible considerar que el significado resideexclusivamente en el texto y qué implicacio-nes metodológicas se siguen de la respuestaque demos a esta pregunta. Una segundapreocupación íntimamente ligada con la ante-rior se refiere a las posibilidades de construirmediaciones metodológicas entre análisis detipo discursivo o textual y preocupaciones detipo etnográfico.

Veamos algunas de las consideracionesmetodológicas de los autores. Francois Hou-tart anota en la página 135 “... Este métodobusca las estructuras ideológicas de un textotomado en sí mismo, cualquiera que sea sucontexto, por la descomposición de las es-tructuras patentes en provecho de las laten-tes...”. Acá surge la enorme interrogante de siun texto puede interpretarse “en sí mismo”.En otras palabras, podríamos discutir si elsignificado reside exclusivamente en el tex-to. De manera similar, yo no estoy seguroque, siguiendo a Cardoso –en página 190–uno pueda sostener que “... el texto (o, enotra perspectiva, el discurso) es una forma-ción semiótica verbal o no verbal singular,cerrada, que contiene una significación yuna función integrales...”.

De hecho Francois Hourtart retoca suafirmación anterior, agregando que “... co-mo todo análisis de texto, este método no esautosuficiente para la intelegibilidad del dis-curso analizado. Es una condición previa alanálisis del contexto, de la posición del au-tor en la sociedad, de las reacciones suscita-das en los auditores o lectores y tiene queinscribirse dentro de la articulación de lasrelaciones entre las estructuras sociales y laproducción simbólica”.

a partir de las cuales, los actores se repre-sentan, orientan y dan sentido a sus prácti-cas”. En el contexto de las ciencias sociales,el análisis del discurso permite comprenderque el discurso es “... una práctica social enr e l ación con las condiciones sociales en quese produce” (p. 215).

Hernández muestra cómo el texto delpacto constituye una cruzada patriótica en lacual dos hijos de caudillos se autoatribuyen eldeber de salvar –en un claro estilo religioso– elfuturo de la nación. Este relato caudillesco amenudo identifica patria y familia. Una de lasausencias estructurantes más sugerentes nota-das por Hernández es cómo quienes suscri-ben el llamado “pacto” borran, por así decir-lo, su presunta participación o la de sus pro-genitores en la formación de los problemasque ahora ellos se sienten llamados a resol-ver. Mientras tanto, el “pueblo” –quien es eldestinatario del pacto– es espectador de di-cha misión patriótica y salvífica, pero no es nienunciador ni actor en este texto.

También en el campo político, Ceci-lia Arguedas analiza el discurso acerca dela participación de Costa Rica en el Parla-mento Centroamericano. El análisis de ac-tas legislativas muestra cómo la discusióndel Parlamento reactivó discursos de nacio-nalidad que representan a Costa Rica comouna nación “excepcional” en Centroaméri-ca. La participación en dicho Parlamentofue adversada, por ejemplo, por el enton-ces diputado Fernando Volio J iménez,quien advirtió que dicho Parlamento gene-raría conflictos similares a los que ocurrie-ron en el contexto de la Federación Cen-troamericana en el siglo X I X. Llama la aten-ción acá cómo el pasado constituye unaclave para leer el presente. El futuro parececonsistir en repetir el pasado.

ANÁLISIS DISCURSIVO Y EL ESTUDIO DE LOSUSOS SOCIALES DE LOS TEXTOS

Después de haber descrito algunas delas contribuciones centrales de los artículos,quisiera ahora elaborar sobre algunas de lasimplicaciones teóricas y metodológicas del

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Lo que no me queda claro es cómo des-de el análisis estructural uno puede explorarempíricamente las relaciones entre estructurassociales y la producción simbólica. Tal vez unapista útil la puede encontrar uno en el concep-to de discurso sugerido por Michel Foucault enel sentido de que los discursos también impli-can dimensiones institucionales. El discurso so-bre la “locura”, por ejemplo, no sería pensablesin tomar en cuenta la emergencia del “asilo”como institución.

Jean Remy, en la página 91, tambiénacota que

... aunque nos situemos frente a un actode comunicación, no analizamos losefectos provocados por el discurso en losdestinatarios. El propósito es compren-der las estructuras simbólicas que rigenlas producciones discursivas de quienemite el discurso. Los resultados del aná-lisis permiten a interlocutores eventualesintuir mejor las reacciones de aquel aquien se dirigen y, por ahí, reforzar susposiciones en la transacción...

Hacia el final del artículo, en la página121, Remy anota que

... debe analizarse el vínculo entre larelación de sentido y la relación social.Esta es otra fase del ejercicio. Lastimo-samente no lo hemos desarrollado por-que estamos más preocupados por ha-cer lucir las técnicas de análisis en símismas, y sus relaciones con una pro-blemática de las simbólicas sociales.

Ciro Cardoso anota que uno de los pre-cursores del análisis del discurso es, entreotros, Mijail Bajtín. Así es que quisiera intro-ducir algunas consideraciones elaboradas porBajtín, Valentin Voloshinov y Pavel Medvedev,en relación con el concepto de significación,que tal vez nos podrían ofrecer pistas para ladiscusión. Ellos argumentan que el enunciadoes multiacentuado, pues diversos sectores so-ciales procuran constituir sus visiones delmundo en las más legítimas. Cualquier enun-ciado está habitado por distintas voces, las

cuales se activan en determinados contextos.La significación no se agota en el texto, puescualquier texto es comprendido en ciertocontexto, el cual no es simplemente externoal texto sino que es constituyente de este, me-diante las valoraciones y acentos que enfati-zan los intérpretes. Es decir, es difícil sostenerque uno puede leer un texto como algo “ce-rrado”, al menos que uno suponga que el sig-nificado es inmanente al texto.

En la introducción, página 19, RosaMaría argumenta que

... el análisis del discurso constituye unaforma de análisis estructural que lleva aestudiar las condiciones de produccióndel texto, el cual es expresión de lasprácticas sociales de los actores que loemiten. El análisis del discurso permiterecuperar las prácticas sociales de los ac-tores mediante los discursos que ellos seformulan de la realidad social.

No sé hasta que punto se podría afirmarque las prácticas de los actores se pueden reco-nocer desde los textos. En otras palabras, po-dríamos discutir que si bien toda experienciatiene que ser pensada para que pueda contarcomo experiencia, qué pasa con aquellas prác-ticas cotidianas que no alcanzan a constituirseen narrativas, aunque sí son vividas como ritua-les a menudo de modo inconsciente. Mi sensa-ción es que el análisis estructural parece presu-poner que la significación radica en lo funda-mental en el texto. Al respecto Gary Morson yCaryl Emerson (284-5), en una conocida intro-ducción a Bajtín, apuntan que “... el significadono está enteramente localizado en el texto ni esidéntico a las intenciones originales del autor...Por otra parte, Bajtín también refutó la visióncontraria, que apunta que el significado es en-teramente el producto de interpretes”.

Algunas versiones del análisis estructu-ral del discurso se han complementado conlas contribuciones de Louis Althusser al deba-te sobre ideología, en particular han emplea-do el concepto de interpelación. La ideología,mediante el lenguaje y los discursos, sostieneAlthusser, interpela a los individuos y losconstituye en sujetos. Esta interpretación ha

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saldado la ausencia de análisis de la apropia-ción o contestación de textos, pues se argu-mentaría que leyendo los discursos uno po-dría vislumbrar el modo en que dichos dis-cursos interpelan y configuran a los actoressociales y también cómo estos se posicionanfrente a los textos. La dificultad de esta suge-rente noción de ideología es que a menudosupone una imagen bastante determinista dela relación entre textos y sujetos, claro no tan-to como el concepto de “programación”, de-sarrollado por Ferruccio Rossi Landi y citadopor Ciro Cardoso en la página 183.

La persona no es interpelada por un so-lo texto ni todos los textos interpelan de lamisma manera. Es decir, hay interpelacionescontradictorias e interpelaciones anteriores de-jan “huellas” que se activan en nuevos contex-tos. Mientras leía el libro pensaba, por ejem-plo, que hubiese sido interesante analizar có-mo diversos sectores sociales han vivido la cri-sis de hegemonía en la iglesia católica nicara-güense. Los discursos de la jerarquía expresanlos conflictos de manera muy transparente, pe-ro en la vida cotidiana uno encontraría másmatices y ambigüedades. La religiosidad amal-gama elementos de la iglesia tradicional, perotambién incorpora valores y prácticas de unaiglesia comprometida con los pobres. Es en es-tos traslapes donde pueden estar las instanciaso los sitios más sugerentes para comprenderalgunas de las múltiples relaciones entre dis-cursos y procesos sociales.

Gerardo Hernández muestra en su artí-culo que los hijos de caudillos hablan ennombre del pueblo y es en nombre de esteque el pacto se lleva adelante. Entonces seríaapasionante estudiar cómo “el pueblo” deco-dificó el llamado “Pacto Figueres Calderón”.Estas posibilidades implicarían no sólo con-centrarse en la “lengua”, el ámbito más articu-lado del lenguaje, sino también en el “habla”,es decir, los modos de uso de la lengua. Obien, tratar de disolver la oposición entre len-gua y habla.

En este contexto, el párrafo final de lacontribución de Ciro Cardoso –página 208–es altamente sugerente: “... El peligro mayor(del uso de la lingüística estructural por partede los historiadores) consiste en confundir l a

constatación correcta de que las estructurasdiscursivas están presentes en todo lo huma-no – sin excluir los textos de historia– con laafirmación incorrecta de que el conocimientose agota en la semiosis, o que la historia queredacta el historiador sea solamente un “efec-to de discurso”.

La segunda interrogante se refiere a lasposibilidades de articular metodologías de ti-po textual con enfoques más de tipo etnográ-fico, a fin de tratar de superar la dañina divi-sión del trabajo entre quienes analizan textos yquienes exploran los usos sociales de di c h o stextos. Una interesante mediación entre elanálisis textual y el estudio de la apropiaciónde textos o discursos es sugerida por Umber-to Eco y Paolo Fabri. Ellos sostienen que hayuna relación entre el lector modelo inscritoen un texto, ya sea impreso o audiovisual, yel lector empírico y que el estudio de las rela-ciones entre ambos puede contribuir a supe-rar la barrera entre estas perspectivas de aná-lisis. Es posible, por ejemplo, que la homolo-gía entre el lector modelo y el lector empíricosea clave para comprender por qué, porejemplo, El diario E x t r a goza de una granaceptación entre los sectores populares. Pero,claro, uno no puede inferir las prácticas cultu-rales del “lector empírico” solamente a partirdel análisis de la inscripción del lector modeloen los textos.

Otra propuesta muy sugerente de análi-sis fue delineada por Yuri Lotman y sus cole-gas. Ellos sugieren que los discursos tienden aser decodificados a partir de criterios gramati-cales o textuales. Por ejemplo, los libros sobreurbanidad y buen vivir suelen seguir un criteriogramatical, pues ofrecen reglas para ser distin-guido o distinguida en diferentes ámbitos delconsumo y de la vida privada. Mientras tanto,las telenovelas son a menudo vistas con crite-rios textuales, en donde cada culebrón consti-tuye un caso independiente.

Hace ya bastantes años, Stuart Hall tam-bién apuntaba una tipología muy provisionalpara analizar la relación entre codificación ydecodificación de textos. Siguiendo el princi-pio de la multiacentualidad del enunciado,Hall señalaba que hay lecturas preferidas,en donde los usuarios tienden a reproducir

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las premisas sustentadas en el texto. Otra po-sibilidad es la lectura negociada, en la cual seimpugna hasta cierto grado un texto. Porejemplo, uno podría esperar que algunoscostarricenses rechazaran el pacto FigueresC a lderón, pero tal vez no el bipartidismo co-mo forma de democracia electoral. Una terce-ra forma de lectura es la de oposición, endonde un cierto evento es interpretado desdeuna perspectiva alternativa a la expuesta en elt e xto. A lo mejor este es el caso de la lecturarealizada por diversos sectores de la ciudadaníacostarricense en relación con la moderniza ción,

privatización del Instituto Costarricense deElectricidad, ICE.

Quisiera terminar estas notas con unainterrogante que podríamos discutir segui-damente: ¿será que nuestras preguntas deinvestigación requieren ser planteadas nosólo en términos del texto sino también entérminos de procesos de significación y pro-ducción de sentido, los cuales no incluyenexclusivamente al texto? Se trataría, quizá,de descentrar el texto. De nuevo gracias yenhorabuena que se haya publicado D i s c u r -so y análisis social.

Carlos Sandoval Gar c í ac s a n d o v a @ c a r i a r i . u c r . a c . c r