DOCUMENTO PEDAGOGIA IGNACIANA

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Universidad Galileo Facultad de Educación Administración Educativa Pedagogía General Lic. Mario Guadrón GRUPO # 6 Carol Aldana carné 10003199 Luis Fernando Dieguez carné 05114136 Kimberly Martínez carné 10003980 Bárbara Molina carné 04143218 Guatemala, 9 de octubre de 2010.

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Universidad Galileo Facultad de Educación Administración Educativa Pedagogía General Lic. Mario Guadrón Guatemala, 9 de octubre de 2010.

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Universidad Galileo Facultad de Educación Administración Educativa Pedagogía General Lic. Mario Guadrón

GRUPO # 6 Carol Aldana carné 10003199

Luis Fernando Dieguez carné 05114136 Kimberly Martínez carné 10003980

Bárbara Molina carné 04143218

Guatemala, 9 de octubre de 2010.

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ÍNDICE

Contenido ÍNDICE ............................................................................................................................................ 2

INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................ 4

Ignacio de Loyola .......................................................................................................................... 6

Fundador de los Jesuitas ........................................................................................................ 6

De Loyola a Montserrate ................................................................................................... 6

Manresa .................................................................................................................................... 7

De París a Roma .................................................................................................................... 9

La Compañía de Jesús asume el apostolado de la Educación:................................. 10

Ejercicios Espirituales ........................................................................................................... 13

El Primer Ejercitante ......................................................................................................... 13

El Sistema Educativo de La Compañía de Jesús La "Ratio Studiorum" (Razón de ser de los Estudios) ....................................................................................................... 16

PEDAGOGIA IGNACIANA .................................................................................................. 20

¿Qué es Pedagogía? ................................................................................................................. 20

UNA PEDAGOGIA POR LA FE Y LA JUSTICIA ........................................................ 21

PARADIGMA PEDAGÒGICO IGNACIANO ................................................................ 22

¿Qué es un Paradigma? .......................................................................................................... 22

EXPERIENCIA ................................................................................................................ 22

REFLEXIÓN ..................................................................................................................... 23

ACCIÓN ............................................................................................................................ 23

DINÁMICA DEL PARADIGMA ......................................................................................... 24

1. CONTEXTO DEL APRENDIZAJE ........................................................................ 24

Los profesores y los demás miembros de la comunidad educativa deberían, en consecuencia, tener en cuenta ....................................................................................... 26

a. El contexto real de la vida del alumno ................................................................. 26

b. El contexto socio-económico, político y cultural ............................................. 26

c. El ambiente institucional del colegio o centro educativo .............................. 27

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d. Los conceptos previamente adquiridos que los alumnos traen consigo al comienzo del proceso de aprendizaje ........................................................................... 28

2. LA EXPERIENCIA ........................................................................................................ 28

3. LA REFLEXIÓN .............................................................................................................. 30

4. LA ACCIÓN .................................................................................................................... 33

a. LAS OPCIONES INTERIORIZADAS ............................................................... 34

b. LAS OPCIONES QUE SE MANIFIESTAN AL EXTERIOR ....................... 34

5. LA EVALUACIÓN ........................................................................................................ 35

Un proceso continuo ......................................................................................................... 37

SERVICIO SOCIAL COMO PARTE DE LA PEDAGOGÍA IGNACIANA ......... 38

VISIÓN COMPARTIDA ...................................................................................................... 38

MISIÓN ...................................................................................................................................... 38

CONTEXTO ............................................................................................................................. 39

¿QUÉ HACER ANTE ESTE CONTEXTO? .................................................................. 40

IDENTIDAD EN LA MISIÓN ....................................................................................... 40

CONCLUSIONES ...................................................................................................................... 43

BIBLIOGRAFÍA .......................................................................................................................... 44

HOJA DE TRABAJO ............................................................................................................... 46

ANEXOS ........................................................................................................................................ 47

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INTRODUCCIÓN

La Pedagogía Ignaciana está inspirada por la fe, incluso aquellos que no comparten esta fe pueden hallar expectativas validas en este documento ya que la pedagogía que se inspira en San Ignacio es profundamente humana y consecuentemente universal, se destina no solo a la educación formal, a través de las escuelas, los colegios y las universidades de la compañía, sino porque puede ser útil también a otras formas de educación que, de una forma u otra, estén inspiradas en la experiencia de San Ignacio. La pedagogía ignaciana desde sus comienzos ha sido ecléctica en la selección de métodos de enseñanza y aprendizaje.

Una característica constante de la pedagogía ignaciana es la continua incorporación sistemática de aquellos métodos, tomados de diversas fuentes, que pueden contribuir mejor a la formación integral, intelectual, social, moral y religiosa de la persona.

Hoy día parece más apropiado formular con carácter universal un paradigma Pedagógico Ignaciano que pueda ayudar a profesores y alumnos a enfocar su trabajo de tal manera que sea sólidamente académico y a la vez formador de “hombres para los demás”.

El paradigma pedagógico exige la inserción de valores y el crecimiento personal, es más eficaz para ayudar a los estudiantes a interiorizar y actuar de acuerdo con los valores ignacianos.

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El proyecto Pedagógico Ignaciano se dirige en primer lugar a los profesores, porque es especialmente en el trato de estos con sus alumnos en el proceso de aprendizaje donde pueden realizarse las metas y objetivos de la educación de la compañía.

Como se relaciona el profesor con sus discípulos, como concibe el aprendizaje, como moviliza a sus alumnos en la búsqueda de la verdad, que es lo que espera de ellos, la integridad e ideales del profesor todos estos elementos tienen efectos formativos tremendos en el desarrollo del estudiante.

La dinámica de la Pedagogía Ignaciana se basa en el contexto, la experiencia, la reflexión, la acción y la evaluación.

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Ignacio de Loyola

Fundador de los Jesuitas

(1491 – 1556)

El camino espiritual de Ignacio de Loyola: 1491-1540.

(Esta narración de la vida de Ignacio se basa en la "Autobiografía", un escrito dictado por el mismo Ignacio a un compañero, tres años antes de su muerte. Al hablar, Ignacio se refiere siempre a sí mismo en tercera persona como "el peregrino").

De Loyola a Montserrate

Ignacio un hidalgo, nacido en 1491 en la Casa solar de Loyola, en el País Vasco, fue educado como un caballero en la corte de España. En su autobiografía resume sus primeros veintiséis años de vida en una sola frase: "fue hombre dado a las vanidades del mundo y, principalmente, se deleitaba en el ejercicio de armas, con un grande y vano deseo de ganar honra". El deseo de ganar honra, llevó a Ignacio a Pamplona para defender esta ciudad fronteriza, atacada por los franceses. La defensa era desesperada, cuando, el 20 de mayo de 1521, Ignacio fue herido por una bala de cañón que le quebró totalmente una pierna, dejándole la otra malherida. Pamplona e Ignacio con ella, cayeron en manos de los franceses.

Los médicos franceses cuidaron a Ignacio y lo enviaron a Loyola donde pasó por una larga convalecencia. En este período de forzada inactividad pidió libros para leer y, por puro aburrimiento, aceptó los únicos que se encontraban en la casa: un libro de la Vida de los Santos y una Vita Christi. Entre lectura y lectura, el romántico caballero soñaba, unas veces, en imitar los hechos de San Francisco o Santo Domingo y, otras, en lances caballerescos en servicio de una Señora de no vulgar nobleza". Transcurrido un tiempo, cayó en la cuenta de que "había todavía esta diferencia: que cuando pensaba en aquello del mundo, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallándose seco y descontento; y cuando hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos, no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, más aun después de dejado, quedaba contento y alegre... Se

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le abrieron un poco los ojos y empezó a maravillarse de esta diversidad, y a hacer reflexión sobre ella... poco a poco viniendo a conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban". Ignacio iba descubriendo la acción de Dios en su vida, y su deseo de honra se iba transformando en un deseo de entregarse completamente a Dios, aunque estaba muy poco seguro de lo que esto podría significar! "Mas todo lo que deseaba hacer, luego como sanase, era la idea de Jerusalén... con tantas disciplinas y tantas abstinencias, cuantas un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer".

Ignacio comenzó su viaje a Jerusalén tan pronto como terminó su convalecencia. La primera parada fue el famoso Monasterio de Montserrate. El 24 de marzo de 1522, ofreció la espada y el puñal "delante el altar de Nuestra Señora de Monserrate, a donde, tenía determinado dejar sus vestidos y vestirse las armas de Cristo". Pasó toda la noche en vela, con su bordón en la mano. Desde Montserrate bajó a una ciudad llamada Manresa, donde pensaba permanecer unos días. Estuvo allí casi un año.

Manresa

Ignacio vivió como un peregrino mendigando para satisfacer sus necesidades fundamentales, y gastando casi todo su tiempo en la oración. Al principio, los días pasaban llenos de gran consolación y alegría; pero pronto la oración se convirtió en un tormento y solamente experimentaba fuertes tentaciones, escrúpulos, y tan gran desolación que le venían pensamientos, "con gran ímpetu, para echarse por un agujero grande que aquella su cámara tenía". Finalmente, volvió la paz. Ignacio reflexionaba en la oración sobre "el buen y mal espíritu"" que estaban detrás de experiencias como ésta, y comenzó a reconocer que su libertad para responder a Dios era influenciada por estos sentimientos de "consolación" y "desolación". "En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole".

El peregrino era cada vez más sensible a los movimientos interiores de su corazón y a las influencias exteriores del mundo que le rodeaba. Reconocía a Dios revelándole su amor e invitándole a una respuesta, pero

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también sabía que su libertad para responder a ese amor podía ser ayudada o dificultada, según fuera la forma como viviera esas influencias. Aprendió a responder en libertad al amor de Dios luchando para remover los obstáculos de esa misma libertad. Pero "El amor se debe poner más en las obras". La plenitud de libertad llevaba inevitablemente a una total fidelidad; la respuesta libre de Ignacio al amor de Dios tomaba la forma de un servicio por amor, una total dedicación al servicio de Cristo que, para el hidalgo Ignacio, era su "Rey". Puesto que era una respuesta de amor, al amor de Dios, nunca podría basta; la lógica del amor pedía una respuesta siempre mayor ("magis").

Su conversión al servicio de Dios, por amor, se confirmó en una experiencia que tuvo lugar un día mientras descansaba a orillas del río Cardoner. "Y estando allí sentado, se le empezaron a abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas, tanto de cosas espirituales como de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas...

Recibió una gran claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendo todas cuantas ayudas haya tenido de Dios, y todas cuantas cosas ha sabido, aunque las ayunte todas en uno, no le parece haber alcanzado tanto como de aquella vez sola"'.

Ignacio anotaba sus experiencias en un pequeño libro; era ésta una práctica que había comenzado ya en su convalecencia en Loyola. Al principio, estas notas eran solamente para su uso personal, pero poco a poco vio la posibilidad de que pudieran tener una aplicación más amplia. "Algunas cosas que observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que podrían ser útiles también a otros, y así las ponía por escrito". Había descubierto a Dios y consiguientemente el sentido de la vida; y aprovechaba cualquier oportunidad para llevar a otros a experimentar el mismo descubrimiento. Conforme pasaba el tiempo, sus notas fueron tomando forma más estructurada y llegar a ser la base de un pequeño libro llamado Ejercicios Espirituales, publicado para ayudar a otros a conducir a hombres y mujeres a través de una experiencia de libertad interior que lleva a un fiel servicio a los demás.

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De París a Roma

Este pequeño grupo de siete compañeros se fue junto, en 1534, a una pequeña capilla de un monasterio de Montmartre, en las afueras de París, y el único sacerdote entre ellos Pedro Fabro, celebró una misa en la que todos ellos consagraron sus vidas a Dios mediante los votos de pobreza y castidad. Durante aquellos días “habían decidido todos los que tenían que hacer, esto es: ir a Venecia y Jerusalén, y gastar su vida en provecho de las almas”. En Venecia los otros seis compañeros, Ignacio entre ellos, fueron ordenados sacerdotes. Pero su decisión de ir a Jerusalén no llegó a realizarse.

Las continuas guerras entre cristianos y musulmanes hicieron imposible el viaje a Jerusalén. Mientras esperaban que se suavizase la situación y las peregrinaciones pudieran reanudarse, los compañeros dedicaron su tiempo a predicar, dar Ejercicios y trabajar con los pobres en los hospitales. Finalmente, cuando había pasado un año y el viaje a Jerusalén seguía siendo imposible, decidieron "volver a Roma y presentarse al Vicario de Cristo, para que los emplease en lo que juzgase ser de mayor gloria Dios y utilidad de las almas"".

Su resolución de ponerse al servicio del Santo Padre significaba que podían ser enviados a cualquier parte del mundo donde el Papa los necesitase; los "amigos en el Señor" podrían ser dispersados. Sólo entonces decidieron crear un vínculo permanente entre ellos que los mantuviera unidos aunque estuvieran físicamente separados. Añadirían el voto de obediencia y quedarían así constituidos en una Orden Religiosa.

Hacia el fin de su viaje a Roma en una pequeña capilla, a la vera del camino, en el pueblo de La Storta, Ignacio "fue muy especialmente visitado del Señor... estando un día, algunas millas antes de llegar a Roma, en una Iglesia, y haciendo oración, sintió tal mutación en su alma y vio tan claramente que Dios Padre le ponía con Cristo su Hijo, que no tendría ánimo para dudar de esto, sino que Dios Padre le ponía con su Hijo". Los compañeros se convirtieron en Compañeros de Jesús, para asociarse íntimamente al trabajo redentor de Cristo resucitado, en y por la Iglesia, que actúa en el mundo. El servicio de Dios en Cristo Jesús se hizo servicio en la Iglesia y de la Iglesia en su misión redentora.

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En 1539 los Compañeros, diez ya, fueron benignamente recibidos por el papa Paulo III, y la Compañía de Jesús fue formalmente aprobada en 1540; unos pocos meses después Ignacio fue elegido su primer General.

La Compañía de Jesús asume el apostolado de la Educación:

Aunque todos los primeros compañeros de Ignacio eran graduados por la Universidad de París, las instituciones educativas no entraban dentro de los propósitos originales de la Compañía de Jesús. Como se describe en la "Fórmula" presentada a Paulo III para su aprobación, la Compañía de Jesús fue fundada "para dedicarse principalmente al provecho de las almas en la vida y doctrina cristiana y para la propagación de la fe mediante lecciones públicas y el servicio de la Palabra de Dios, los Ejercicios Espirituales y obras de caridad, y concretamente por medio de la instrucción de los niños y de los ignorantes en el cristianismo, y para espiritual consolación de los fieles oyendo sus confesiones""'. Ignacio quería que los jesuitas se mantuvieran libres para poder desplazarse de un lugar a otro donde la necesidad fuera mayor; y estaba convencido de que las instituciones le fijarían en un lugar e impedirían su movilidad. Pero los compañeros tenían sólo un propósito "servir y amar a su Divina majestad en todas las cosas, estaban dispuestos a adoptar el medio que pudiera mejor ayudar a cumplir este amor y servicio de Dios, en el servicio a los demás.

Pronto aparecieron claros los resultados que podrían obtenerse de la educación de la juventud, y no pasó mucho tiempo sin que los jesuitas se dedicasen a este trabajo. Francisco Javier, escribiendo desde Goa, India, en 1542, se mostraba entusiasta de los resultados que los jesuitas que enseñaban en el Colegio de San Pablo, estaban obteniendo; Ignacio respondió animándoles en su labor. Un Colegio había sido fundado en Gandía, España, para la educación de los que se disponían a entrar en la Compañía de Jesús; en 1546 comenzaron a admitirse otros jóvenes de la ciudad, ante la insistente petición de sus padres. El primer "Colegio de la Compañía", en el sentido de una institución primariamente destinada a seglares, fue fundado en Messina, Italia, solamente dos años después. Y cuando se vio claro que la educación era, no solamente un medio apto para el desarrollo humano y espiritual, sino también un instrumento eficaz para la defensa de la fe, el número de colegios de la Compañía, comenzó a crecer muy rápidamente: antes de su muerte en 1556, Ignacio había

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aprobado personalmente la fundación de 40 colegios. Durante siglos, las congregaciones religiosas habían contribuido al desarrollo de la educación en filosofía y teología. Para los miembros de esta nueva Orden el extender su trabajo educativo a las humanidades e incluso llevar colegios, era algo nuevo en la vida de la Iglesia, que necesitaba una aprobación formal, mediante un decreto del Papa.

Ignacio, entre tanto, se quedó en Roma y dedicó los últimos años de su vida a escribir las Constituciones de la nueva Orden Religiosa.

Inspiradas por el mismo espíritu de los Ejercicios Espirituales, las Constituciones manifiestan la capacidad ignaciana para compaginar los fines más idealistas con los medios más concretos y realistas para alcanzarlos. La obra, dividida en diez partes, es un manual de formación para la vida de la Compañía.

En su primer borrador, la Parte IV consistía en unas directrices para la educación de los jóvenes que debían ser formados para ser jesuitas. Como iba aprobando fundaciones de nuevos Colegios, al tiempo que escribía las Constituciones, Ignacio revisó parcialmente la Parte IV para que incluyera los principios educativos que debían guiar el trabajo que iba a ser asumido en los Colegios. Esta Parte de las Constituciones es, por lo tanto, la mejor fuente para conocer el pensamiento explícito y directo de Ignacio sobre el apostolado de la educación, aunque fue en gran parte completada antes de que él valorase el importante papel que iba a representar la educación en el trabajo apostólico de los jesuitas.

El preámbulo de lo Parte IV señala así la finalidad: "siendo el scopo que derechamente pretende la Compañía ayudar las ánimas suyas y de sus próximos a conseguir el último fin para que fueron criadas, y para esto, ultra del ejemplo de vida, siendo necesaria doctrina y modo de proponerla..."

Las prioridades en la formación de los jesuitas fueron también prioridades en la educación de la Compañía: un énfasis en las humanidades que debían preceder a la filosofía y a la teología, un orden de progreso cuidadosamente observado en el seguimiento de estas sucesivas

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ramas del saber, las repeticiones de la materia, y una participación activa de los propios estudiantes en su educación. Debía emplearse mucho tiempo en conseguir un buen estilo literario.

El papel del Rector es esencial, como centro de autoridad, inspiración y unidad. NO se trataba de métodos pedagógicos nuevos ; Ignacio estaba familiarizado con la falta de método, con los métodos de muchos colegios, y especialmente con la cuidadosa metodología de la Universidad de París. El eligió y adaptó aquellos que le parecieron más adecuados para los fines de la educación jesuítica.

Hablando explícitamente acerca de los colegios para seglares, en el capítulo 7o. de la Parte IV, Ignacio particulariza sólo unos pocos puntos. Insiste, por ejemplo, en que los estudiantes (en aquellos tiempos prácticamente todos cristianos) "sean bien instruidos en lo que toca a doctrina cristiana". También, de acuerdo con el principio de la "gratuidad de los ministerios" en que no debe cobrarse por la enseñanza. Quitando estos y otros pequeños detalles, le parece suficiente que se aplique el principio básico enunciado muchas veces en las Constituciones : "y porque en particulares y personas, no se descenderá aquí más a lo particular, con decir que haya Reglas que desciendan a todo lo necesario en cada Colegio". En una nota posterior añade una sugerencia: "de la regla del Colegio de Roma se podrá acomodar a los otros la parte que les conviene".

En su correspondencia, Ignacio prometió un desarrollo ulterior de las Reglas, o principios básicos, que habrían de regir en todos los colegios. Pero insistía en que no podría elaborar estas Reglas hasta que pudiera deducirlas a partir de la experiencia concreta de quienes estaban de hecho empeñados en la labor educativa. Antes de haber podido cumplir esta promesa, en la madrugada del 31 de julio de 1556, Ignacio murió.

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Ejercicios Espirituales

Los Ejercicios Espirituales no son un simple libro de lectura; son guía para una experiencia, un compromiso activo que capacita para un crecimiento en libertad y lleva a un servicio fiel. La experiencia de Ignacio en Manresa puede ser una experiencia personalmente vivida.

Toda persona, en los Ejercicios, tiene la posibilidad de descubrir que, aun siendo pecador o pecadora, es personalmente amada por Dios e invitada a responder a su amor. En los Ejercicios, la respuesta comienza con el reconocimiento del pecado y de sus consecuencias, el convencimiento de que el amor de Dios supera el pecado, y un deseo de este Amor perdonador y redentor. La libertad de la respuesta es posible gracias a la creciente capacidad, con la ayuda de Dios, de reconocer y comprometerse en la lucha por superar los factores interiores y exteriores que impiden una respuesta libre. Esta respuesta se desarrolla positivamente por un proceso de búsqueda y acogida de la voluntad de Dios Padre, cuyo amor nos ha sido revelado en la persona y en la vida de su Hijo Jesucristo, y de descubrir y elegir los modos específicos de poner por obra este amoroso servicio de Dios en el servicio activo a otros hombres y mujeres, en el corazón mismo de la realidad.

El Primer Ejercitante

Iñigo fue el primer ejercitante. Los Ejercicios escritos por él fueron fruto de sus experiencias personales en Manresa. Los escribió para ayudar a los otros, comunicándoles las ideas y sentimientos que a él le habían transformado. A los que se decidirán a practicarlos y tendrán capacidad para hacerlos en sus totalidad, les impondrá un mes de intensa actividad, con cuatro o cinco horas diarias de meditación, más los exámenes y reflexiones. Todo regulado mediante normas bien precisas : "adiciones, anotaciones, reglas", encaminadas a conseguir el mayor fruto posible. El Santo no nos dice cuándo hizo él los Ejercicios, pero tenemos fundamento para pensar que fue en los últimos meses tranquilos en Manresa. Aunque, si bien lo miramos, Los Ejercicios comenzaron ya en Loyola.

No sabemos con certeza cuál fue el orden por el que Iñigo experimentó en sí mismo los diversos temas de los Ejercicios. A modo de conjetura, podemos suponer que los practicó, en líneas generales, tal como los dejó escritos.

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Su alma estaba bien preparada para recibir las luces del Señor. En Montserrat se había purificado mediante una confesión general que duró tres días. En Manresa, la terrible prueba de los escrúpulos había completado esta obra de purificación. Ahora su alma estaba en paz. Podía dedicarse con todo sosiego a la consideración de las cosas divinas.

Lo que él iba buscando desde Loyola era poner orden en su vida. Ahora comprendió que lo primero que necesitaba era conocer el fin para el que había sido criado. En definitiva, se trataba de cumplir los designios de Dios sobre él. Para cumplir la voluntad de Dios era necesario, ante todo, conocerla. El obstáculo eran las "aficiones desordenadas", que entenebrecen los ojos de la mente y arrastran la voluntad hacia el pecado.

Tendrían que luchar contra estas aficiones desordenadas, para lo cual era necesario vencerse a sí mismo. A ello le ayudarían los Ejercicios cuyo título sintetiza todo su contenido: "Ejercicios espirituales para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por afección alguna que desordenada sea".

El trabajo que iba a emprender exigía una voluntad generosa y decidida. Iñigo entró en los Ejercicios "con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor".

Ante todo, se le presentó ante los ojos el plan de Dios sobre la creación: "el hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor, y mediante esto salvar su alma". Las cosas de la tierra han de ayudarle para conseguir este fin. De donde se sigue que "tanto ha de usar de ellas cuando le ayuden para su fin, y tanto debe quitarse de ellas cuando para ello le impiden". Las verdades del Principio y Fundamento son tan orientadoras para el ejercitante y son un prólogo tan luminoso para la actividad que desarrollará en el curso de los Ejercicios, que resulta difícil pensar que en un documento tan importante no sea de Manresa, por lo menos en una redacción rudimentaria. Con la experiencia y con los estudios llegará Iñigo a darle la forma perfecta y armónica que ahora tiene.

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Frente a los planes de Dios se levanta la rebelión de la criatura, es decir, el pecado. Iñigo recorrió mentalmente el proceso de su vida, evocando los pecados cometidos de año en año, recorriendo los sitios y las casas donde había vivido, el trato que había tenido con otros, los oficios que había ejercido. Un doble sentimiento invadió su alma: la vergüenza ante la fealdad de sus culpas, dolor por haber ofendido a Dios. Pero el resultado no fue la desesperación. "Imaginando a Cristo nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio, cómo de Criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otros tanto, mirando a mí mismo. Lo que hecho por Cristo, lo que hago por Cristo, lo que debo hacer por Cristo". La vida de Iñigo será una respuesta a esta triple interrogación.

En otra meditación sobre los pecados, todo se resuelve en un "coloquio de misericordia”, es decir, en un recurso confiado y amoroso a la misericordia divina, refugio único del pecador.

De esta primera parte o "semana" de los Ejercicios salió ya Iñigo enamorado de Jesucristo, considerado como libertador y redentor. No sólo no volverá a ofenderle, sino que procurará seguirle. Cristo se le presenta como rey, al que deberá obedecer y servir con más fidelidad de la que ha tenido con los señores de la tierra. Jesús le llama para una gran empresa, que es la de restaurar la humildad perdida. La santidad se le presenta como la conquista de un reino, que debe conseguirse mediante la victoria de todos los enemigos de los planes de Dios. Estos enemigos los conocía muy bien Iñigo, porque otras veces le habían vencido. Son la sensualidad y el amor carnal y mundano. Iñigo se resuelve a participar con la mayor generosidad en esta campaña. No tendrá que hacer más que seguir los ejemplos de Jesús, que irá delante de él. Su empeño consistirá en conocer íntimamente a Jesucristo para más amarle y seguirle. Meditando los pasos del Evangelio desde la encarnación hasta la pasión y resurrección de Jesús, penetró en "las intenciones", es decir, en espíritu del divino Maestro y en sus máximas, opuestas diametralmente a las del mundo: pobreza y humildad contra codicia y soberbia. Todo lo verá resumido en el sermón del monte, cuando Iñigo se abrazará con la pobreza actual y con las humillaciones para imitar a Cristo pobre y humillado, alistándose así debajo de su bandera. Seguirá a Cristo en su pasión y muerte, para participar también de la gloria de su resurrección.

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Al término de sus Ejercicios, Iñigo tenía resuelto el problema de su vida. El servicio de Dios será su ideal; Jesucristo, su modelo; el ancho mundo, su campo de trabajo. Porque desde entonces ya no será el peregrino solitario que medita y hace penitencia, sino que se dedicará con todas sus fuerzas a " ayudar a las almas", es decir, a llevar a los hombres al cumplimiento de su destino.

Antes de salir de Manresa, podemos suponer que hizo su última visita a la seo, a la iglesia de los dominicos y a las ermitas donde había orado con tanta devoción. Es probable que subiese también a Montserrat para despedirse de la Virgen morena y de los monjes del monasterio. A sus amigos maresanos les dejó lo poco que tenía: su escudilla, el cordón con el que se había ceñido y su sayal de peregrino. El se llevaba, en cambio, el recuerdo imperecedero de lo mucho que había recibido en la ciudad catalana. Había llegado allá como un penitente recién convertido. Salía transformado en un hombre espiritual, lanzado a las grandes empresas de la gloria de Dios a que estaba destinado, el germen de las cuales se encerraba en los Ejercicios, hechos y escritos en Manresa. Con el andar del tiempo, el nombre de Manresa. Quedará universalmente ligado al recuerdo de San Ignacio. Centenares de visitantes acudirán a orar en la Santa cueva y Manresa será el nombre de no pocas casas de oración.

El Sistema Educativo de La Compañía de Jesús La "Ratio Studiorum" (Razón de ser de los Estudios)

En los años siguientes a la muerte de Ignacio, no todos los jesuitas estaban de acuerdo en que el trabajo en los Colegios era una actividad propia de la Compañía de Jesús; la disputa duró hasta bien entrado el siglo XVII. Sin embargo, el compromiso de los jesuitas en la enseñanza siguió creciendo a ritmo rápido. De los cuarenta Colegios que Ignacio había aprobado personalmente, treinta y cinco estaban funcionando cuando él murió, aun cuando el número total de miembros de la Compañía de Jesús no había llegado todavía a los mil. En el espacio de, cuarenta años, el número de Colegios alcanzó los 245. El desarrollo prometido de un documento que resumiera los principios comunes a todos los colegios jesuíticos era ya una necesidad práctica.

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Los sucesivos Superiores de la Compañía promovieron un intercambio de ideas basadas en experiencias concretas, en forma tal que, sin faltar al principio de Ignacio de atender las "circunstancias de tiempos, lugares y personas", se pudieran desarrollar un curriculum básico, y unos principios pedagógicos generales que provinieran de esta experiencia y fueran comunes a todos los Colegios de la Compañía. Hubo, pues, un período de intenso intercambio entre todos los Colegios.

Los primeros borradores de un documento común se basaban, como Ignacio había deseado, en las "Reglas del Colegio Romano". El General P. Rodolfo Aquaviva nombró una comisión internacional formada por seis jesuitas; se reunieron en Roma para adaptar y modificar estos borradores provisionales, partiendo de la experiencia de las diversas partes del mundo. En 1586 y, de nuevo, en 1591, este grupo publicó borradores más completos que fueron ampliamente difundidos para su comentario y corrección. Sucesivo intercambio, reuniones de la comisión, y trabajo de redacción llevaron, finalmente, a la publicación de la "Ratio Studiorum", el 8 de enero de 1599.

En su redacción final la "Ratio Studiorum" o "Plan de Estudios o Razón de ser de los Estudios", de los Colegios Jesuíticos, es un manual para ayuda de profesores y directivos en la marcha diaria del Colegio ;contiene una serie de "reglas" o directrices p4rácticas que se refieren a materias como el gobierno general del Colegio, la formación y distribución de profesores, los programas, o los métodos de enseñanza. Como la Parte IV de las Constituciones, no es tanto un trabajo original, cuanto una buena colección de los métodos educativos más eficaces de aquel tiempo, experimentados y adaptados a los fines de los Colegios de la Compañía.

Hay pocas referencias explícitas a los principios subyacentes que dimanan de la experiencia de Ignacio y sus compañeros, y que se fijaron en los Ejercicios Espirituales y en las Constituciones; tales principios habían sido expresados en las primeras versiones, pero fueron sobreentendidos en la edición final de 1599. La relación entre maestro y estudiante, por tomar solo un ejemplo, debía reflejar la relación entre el que da los Ejercicios y el que los recibe; puesto que los autores de la Ratio, así como la mayoría de los educadores de los Colegios eran Jesuitas, esto podría fácilmente

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presuponerse. Así y todo, aunque no se mencionase explícitamente, el espíritu de la Ratio, como el que inspiró los primeros Colegios Jesuíticos, era expresión clara de la visión de Ignacio.

El proceso que llevó a la redacción y publicación de la Ratio produjo un sistema" de Colegios, cuya fuerza e influencia radicaba en el espíritu común, que se había desarrollado en principios pedagógicos comunes, basados en la experiencia y corregidos y adaptados por medio de un constante intercambio. Fue el primer Sistema Educacional de este tipo, que el mundo había conocido.

El sistema se desarrolló y enriqueció durante más de doscientos años, pero tuvo un brusco y trágico final. Cuando la Compañía de Jesús fue suprimida por una Bula Pontificia en 1773, fue prácticamente destruida una red de 845 instituciones educativas extendidas por toda Europa, las Américas, Asia y África. Solamente unos pocos colegios de jesuitas quedaron en territorio ruso, donde la supresión nunca llegó a tener efecto.

Cuando Pío VII decidió restaurar la Compañía de Jesús en 1814, una de las razones que dio para su determinación fue que "la Iglesia Católica puede gozar, de nuevo, del beneficio de su experiencia educativa". El trabajo educativo, de hecho, comenzó casi inmediatamente, y poco después, en 1832, se publicó una edición experimental revisada de la Ratio Studiorum, pero nunca fue definitivamente aprobada. Las turbulencias de la Europa del siglo XIX, marcada por revoluciones y frecuentes expulsiones de los jesuitas de varios países -y, consiguientemente, de sus Colegios- impidieron una renovación de la filosofía y pedagogía de la educación jesuítica. Con bastante frecuencia la Compañía estaba dividida y sus instituciones educativas eran utilizadas como apoyo ideológico de una u otra parte de las naciones en guerra. A pesar de todo, en medio de situaciones difíciles, los Colegios de la Compañía comenzaron nuevamente a florecer, de manera especial en las naciones, que entonces se desarrollaban, de las Américas, India, y Asia Oriental.

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El siglo XX, especialmente en los años posteriores a la segunda guerra mundial, trajo un espectacular aumento en el tamaño y número de las instituciones educativas de la Compañía. Los decretos de las diversas Congregaciones Generales, particularmente las aplicaciones del Concilio Vaticano II incorporadas al decreto 28 de la Congregación General 31, esparcieron las semillas de un espíritu renovado. Hoy día, el apostolado educativo de la Compañía se extiende a más de 2.000 instituciones de una increíble variedad de tipos y niveles. 10.000 jesuitas trabajan en estrecha colaboración con casi 100.000 seglares para educar a 1.500.000 jóvenes y adultos en 56 países en todo el mundo.

La educación de la Compañía hoy no constituye ni puede constituir el "sistema" unificado del siglo XVII; y, aunque no pocos principios de la Ratio original conservan actualmente su validez, el curriculum y la estructura uniformes, impuestos a todos los centros educativos del mundo, han sido sustituidos por las distintas necesidades de las diferentes culturas y confesiones religiosas y por el perfeccionamiento de los métodos pedagógicos, que varían de una cultura a otra.

Esto no significa que el "sistema" educativo de la Compañía no sea ya una real posibilidad. El espíritu común y la visión de Ignacio fueron los que hicieron posible que los Colegios de los jesuitas del siglo XVI desarrollaran unos principios y unos métodos comunes; pero fue el espíritu común, unido a una finalidad también común, lo que creó el "sistema" escolar jesuítico del siglo XVII, tanto o más que los principios y métodos más concretos recogidos en la Ratio. Este mismo espíritu común, juntamente con las finalidades básicas, los objetivos y las líneas de acción que se derivan de él, pueden ser una realidad en todas las escuelas de la Compañía hoy, en todos los países del mundo, aun cuando las aplicaciones más concretas sean muy diferentes y muchos de los detalles de la vida escolar vengan determinados por factores culturales diversos y por otras instancias exteriores.

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PEDAGOGIA IGNACIANA

¿Qué es Pedagogía? El arte y ciencia de enseñar. La Pedagogía Ignaciana también es el camino por el que los profesores acompañan a los alumnos en su crecimiento y desarrollo, incluyendo la perspectiva del mundo y teniendo una visión de la persona humana ideal que se pretende formar.

“El objetivo de ésta pedagogía es el crecimiento de la persona que

lleva a la acción, acción inspirada por el Espíritu y la presencia de Jesucristo. Insta a los alumnos al dominio de sí y a la iniciativa, integridad y exactitud. Al mismo tiempo discierne las formas de pensar fáciles y superficiales del individuo y sobretodo peligrosas para el mundo al que ellos y ellas están llamados a servir.” Peter-Hans Kolvenbach (1989).

“La formación de hombres y mujeres para los demás” P. Arrupe. Kolvenbach describe al graduado de un colegio jesuita como una persona “equilibrada, intelectualmente competente, abierto al crecimiento, religioso, amable y comprometido con la justicia en el servicio generoso al pueblo de Dios”.

Propone una total y profunda formación de la persona humana, un proceso educativo de formación que intenta la excelencia (el magis); un esfuerzo de superación para desarrollar las propias potencialidades que integra lo intelectual, lo académico y todo lo demás:

Excelencia humana Excelencia que refleje el misterio y la realidad de la encarnación Excelencia ante el respeto de la dignidad de cada persona Excelencia ante el respeto de la santidad de toda la creación

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UNA PEDAGOGIA POR LA FE Y LA JUSTICIA

Desde el punto de vista cristiano, el modelo de la vida humana es la persona de Jesús.

Todo tema académico presentado en los colegios de la Compañía de Jesús son analizados desde una perspectiva humana, poniendo énfasis en descubrir y analizar las estructuras, relaciones, hechos, cuestiones, intuiciones, conclusiones, problemas, soluciones e implicaciones que, en cada disciplina concreta sacan a la luz lo que significa ser persona. La educación, por consiguiente debe llegar a ser una investigación cuidadosamente razonada a través de la cual los alumnos forman o reforman sus actitudes habituales hacia los demás y hacia el mundo para lograr que sean personas perseverantes y capaces de renovar nuestros sistemas sociales, económicos y políticos de tal manera que fomenten y preserven nuestra común humanidad, personas educadas en la fe y la justicia. La educación en la fe y por la justicia comienza por el respeto a la libertad, al derecho y la capacidad de los individuos y de los grupos humanos para crear una vida diferente para sí mismos y sobretodo ayudarlos a descubrir que lo que realmente deben ofrecer es lo que ellos mismos son, más que lo que tienen. Esta es una parte esencial de la nueva evangelización a la que nos llama la iglesia. La misión de la Compañía de Jesús hoy, como orden religiosa es “el servicio de la fe, de la que la promoción de la justicia es un elemento esencial”.

La Pedagogía Ignaciana propone una formación permanente a todas las personas que se involucran en el proceso de enseñanza - aprendizaje, jesuitas y laicos (maestros, coordinadores, administración y operativos) para poner en práctica ésta pedagogía con eficacia.

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PARADIGMA PEDAGÒGICO IGNACIANO

¿Qué es un Paradigma? Es un modelo o patrón, un conjunto de reglas que "rigen" una determinada disciplina. Están "reglas" se asumen normalmente como "verdades incuestionables", porque son "tan evidentes" que se tornan transparentes para los que están inmersos en ellas.

El Paradigma Pedagógico Ignaciano (PPI), es el modo de proceder que se adopta para realizar la tarea de enfrentar la verdad y el sentido de la vida y dar respuestas muy adecuadas a los problemas educativos a los que nos enfrentamos hoy en día y posee la capacidad de avanza más allá de lo teórico y llegar a ser un instrumento práctico y eficaz para realizar cambios en el proceso de enseñar y de cómo nuestros alumnos aprenden y de cómo se convierten en personas competentes, conscientes y sensibilizadas en la compasión.

En muchos modelos de educación se adopta frecuentemente el desarrollo de la capacidad de la memorización por parte de los alumnos, sin embargo, para la educación de la Compañía de Jesús, es muy deficiente por dos razones:

1. Más que el simple estudio memorístico, propone el desarrollo de las

habilidades de aprendizaje más complejas como la comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación.

2. Se integra el componente de la REFLEXIÓN en la cual se impulsa a los alumnos a considerar el significado y la importancia humana de lo que están estudiando y a integrarlo responsablemente a su contexto.

En el PPI se da la interrelación de tres componentes:

EXPERIENCIA: El profesor crea las condiciones para que los estudiantes reúnan y recuerden los contenidos de su propia experiencia y seleccionen lo que ellos consideren relevante. Después el profesor guía al estudiante en la asimilación de la nueva información y experiencia de tal forma que su conocimiento progrese en amplitud y verdad.

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REFLEXIÓN: El profesor pone las bases para que el alumno “aprenda como aprender”. Hay que poner en juego la memoria, el entendimiento, la imaginación y los sentimientos para captar el significado y valor esencial de lo que se está estudiando, para descubrir su relación con otros aspectos del conocimiento y la actividad humana. La reflexión debe ser un proceso formativo y libre que modele la conciencia de los estudiantes, sus actitudes corrientes, sus valores y creencias, así como sus formas de pensar.

ACCIÓN: El papel del profesor es asegurar que haya oportunidades de desarrollar la imaginación y ejercitar la voluntad de los alumnos para elegir la mejor línea de actuación que se derive de lo aprendido y sea su seguimiento. Si bien no logrará transformar el mundo entero de forma inmediata en una comunidad de justicia, paz y amor, podrá al menos construir un paso educativo en esa dirección y hacia ese objetivo.

REFLEXIÓN ACCIÓN

EXPERIENCIA

CONTEXTO EVALUACIÓN

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DINÁMICA DEL PARADIGMA

La comprensión del Paradigma Pedagógico Ignaciano debe considerar tanto el contexto del aprendizaje como el proceso más explícitamente pedagógico. Además, debería señalar los modos de fomentar la apertura al crecimiento, incluso después de que el alumno haya concluido un determinado ciclo de estudios. Se consideran por tanto cinco pasos: CONTEXTO, EXPERIENCIA, REFLEXIÓN, ACCIÓN, EVALUACIÓN.

1. CONTEXTO DEL APRENDIZAJE: Ignacio, antes de comenzar el acompañamiento de alguna persona en los Ejercicios Espirituales, deseaba conocer siempre sus predisposiciones hacia la oración y hacia Dios. Se dio cuenta de lo importante que era para una persona estar abierta a los movimientos del Espíritu, si es que quería conseguir algún fruto del proceso espiritual que se disponía a iniciar. Y basado en este conocimiento previo, Ignacio se hacia una idea de su aptitud para comenzar la experiencia; y de si la persona podía sacar provecho de los Ejercicios completos o sería preferible una experiencia abreviada.

En los ejercicios Espirituales Ignacio hace hincapié en que la

experiencia del ejercitante siempre ha de dar forma y contexto a los ejercicios que se están haciendo. Sin embargo, será responsabilidad del director, no sólo seleccionar aquellos ejercicios que parecen más valiosos y convenientes, sino modificarlos y ajustarlos para hacerlos más directamente aplicables al ejercitante. Ignacio anima al director de los Ejercicios a conocer tan cercana y previamente como sea posible la vida del ejercitante para ser capaz de ayudarle mejor a discernir los movimientos del Espíritu, durante el tiempo del retiro.

De la misma manera, la atención personal y la preocupación por

el individuo, que es un distintivo de la educación jesuítica, conveniente de la vida del alumno. Y como la experiencia humana, punto de partida de la pedagogía ignaciana, nunca ocurre en el

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vacío, debemos conocer todo lo que podamos del contexto concreto en el que tiene lugar el enseñar y el aprender. Como profesores, por consiguiente, necesitamos entender el mundo del estudiante, incluyendo las formas en las que la familia, amigos, compañeros, la subcultura juvenil y sus costumbres, así como las presiones sociales, la vida escolar, la política, la economía, la religión, los medios de comunicación, el arte, la música y otras realidades, están impactando ese mundo y afectan al estudiante para bien o para mal. De vez en cuando deberíamos promover claramente que nuestros alumnos reflexionaran en serio sobre las realidades contextuales de nuestros dos mundos. ¿Qué fuerzas son las que influyen en ellos? ¿Cómo experimentan que esas fuerzas están marcando sus actitudes, valores, creencias, y modelando sus percepciones, juicios y elecciones? Y las realidades del mundo, ¿Cómo afectan a su misma forma de aprender y le ayudan a moldear sus estructuras habituales de pensamiento y acción? ¿Qué pasos prácticos están dispuestos a dar en orden a conseguir una mayor libertad y control de su futuro?

Para que surja la relación de autenticidad y verdad entre

profesores y alumnos se requiere confianza y respeto, las cuales se alimentan de una continua experiencia del otro como genuino compañero de aprendizaje. Significa, también, ser profundamente conscientes y estar atentos al ambiente institucional del colegio. Como profesores y directivos, hay que estar atentos al complejo y a menudo sutil mundo de normas, comportamientos y relaciones que crean el clima educativo.

El aprecio, el respeto y el servicio deberían marcar la relación

que existe no sólo entre profesores y alumnos sino entre todos los miembros de la comunidad escolar. Como ideal, los colegios de la Compañía deberían ser lugares donde cada uno se sintiera comprendido, considerado y atendido, donde los talentos naturales y la capacidad creativa de las personas sean reconocidas y alabadas, donde a todos se les trate con justicia y equidad, donde sea normal

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el sacrificio a favor de los económicamente pobres, los marginados sociales, y los menos dotados intelectualmente, donde cada uno de nosotros encuentre el reto, el ánimo y la ayuda que necesitamos para lograr al máximo nuestras potencialidades individuales, donde nos ayudemos unos a otros y trabajemos juntos con entusiasmo y generosidad, esforzándonos en visibilizar concretamente, en palabras y obras, los ideales que defendemos para nuestros alumnos y para nosotros mismos.

Los profesores y los demás miembros de la comunidad educativa deberían, en consecuencia, tener en cuenta:

a. El contexto real de la vida del alumno que incluye su familia, los compañeros, las situaciones sociales, la misma institución educativa, la política,, la economía, el clima cultura, la situación eclesial, los medios de comunicación, la música y otras realidades. Todo esto tiene un impacto positivo o negativo en el estudiante. De vez en cuando será útil e importante animal a los alumnos a reflexionar sobre los factores del entorno que están experimentando y cómo estos afectan a sus actitudes, sus modos de captar la realidad, sus opiniones y sus preferencias. Esto será especialmente importante cuando los alumnos estén tratando temas que les van a provocar probablemente fuertes sentimientos.

b. El contexto socio-económico, político y cultural dentro del cual se mueve un alumno puede afectar seriamente a su crecimiento como “hombre para los demás”. Por ejemplo, una cultura de pobreza endémica afecta negativamente, en general, a las expectativas de éxito escolar, los regímenes políticos opresivos bloquean los cuestionamientos que pueden poner en peligro sus ideologías dominantes. Estos y otros muchos factores pueden restringir la libertad, que tanto fomenta la pedagogía ignaciana.

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c. El ambiente institucional del colegio o centro educativo es decir, todo el complejo y a menudo sutil conjunto de normas, expectativas y especialmente de relaciones que crean la atmósfera de la vida escolar. Recientes estudios sobre las escuelas católicas destacan la importancia de un ambiente positivo en la escuela. En el pasado, las mejoras en la educación religiosa y de los valores se han promovido a base de implantar nuevos programas, medios audiovisuales y buenos libros de texto. Todas estas mejoras consiguen algunos resultados. Pero en general, logran mucho menos de los que prometen. Los resultados de una investigación reciente indican que el ambiente general del colegio puede muy bien ser la condición previa y necesaria para que una educación en valores pueda incluso llegar a comenzar, y que se necesita prestar mucha más atención al ambiente o clima escolar en el que está teniendo lugar el desarrollo moral y la formación religiosa del adolescente. Concretamente, la preocupación por una enseñanza de calidad, la verdad, el respeto a los demás a pesar de las diferencias de opinión, la cercanía, el perdón y algunas manifestaciones claras de la creencia de la institución en lo Trascendente, son características de un ambiente escolar que ayuda a lograr un desarrollo integral humano. Un colegio de la Compañía debe ser una comunidad de fe, cara a cara, en la que prevalezca una auténtica relación personal entre profesores y alumnos. Sin tal relación se perdería prácticamente gran parte de nuestra genuina fuerza educativa, ya que la auténtica relación de confianza y amistad entre profesores y alumnos es necesaria como condición indispensable para avanzar de alguna manera en el compromiso con los valores. Por consiguiente la “alumnorum cura personalis”, es decir, el amor auténtico y la atención personal a cada uno de nuestros estudiantes, es esencial para crear un ambiente que fomente el paradigma ignaciano propuesto.

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d. Los conceptos previamente adquiridos que los alumnos traen consigo al comienzo del proceso de aprendizaje Sus puntos de vista y los conceptos que pueden haber adquirido en aprendizaje anteriores, o haber captado espontáneamente de su ambiente cultural, así como los sentimientos, actitudes y valores que tienen respecto a la materia que van a estudiar, todo ello forma parte del contexto real de la enseñanza.

2. LA EXPERIENCIA: Para Ignacio significaba “gustar de las cosas internamente”. En primer lugar esto requiere conocer hechos, conceptos y principios. Exige que uno sea sensible a las connotaciones y matices de las palabras y a los acontecimientos, que analice y valore las ideas, que razone. Solo con una exacta comprensión de lo que se está considerando se pueda llegar a una valoración acertada de su significado. Pero la experiencia ignaciana va más allá de la comprensión puramente intelectual. Ignacio exige que “todo hombre”, mente, corazón y voluntad, se implique en la experiencia educativa. Anima a utilizar tanto la experiencia, la imaginación y los sentimientos, como el entendimiento. Las dimensiones afectivas del ser humano han de quedar tan implicadas como las cognitivas, porque si el sentimiento interno no se une al conocimiento intelectual, el aprendizaje no moverá a una persona a la acción. Por ejemplo, una cosa es saber que Dios es Padre. Pero para que esta verdad sea vida y llegue a ser efectiva, Ignacio nos hará sentir la ternura con la que el Padre de Jesús nos ama y cuida de nosotros, perdonándonos. Y esa experiencia más profunda puede hacernos caer en la cuenta de que Dios comparte su amor con todos los hermanos y hermanas de la gran familia humana. En lo profundo de nuestro ser podremos sentirnos impulsados a preocuparnos de los demás, de sus alegrías y sus penas, sus esperanzas, sus pruebas, de su pobreza y la injusticia que padecen y a querer hacer algo por ellos. Aquí están implicados el corazón y la cabeza, la persona en su totalidad.

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Por lo tanto, usamos el término EXPERIENCIA para describir

cualquier actividad en la que, junto a un acercamiento cognoscitivo a la realidad de que se trata el alumno percibe un sentimiento de naturaleza afectiva. En cualquier experiencia, el alumno percibe los datos cognitivamente. A fuerza de preguntarse, imaginar e investigar sus elementos y relaciones, el alumno estructura los datos en la hipótesis.

Al comenzar nuevas lecciones, el profesor puede percibir con

frecuencia cómo los sentimientos de los alumnos les ayudan a crecer. Pues es raro que un alumno experimente algo nuevo en el estudio y no lo relacione con lo que previamente conoce. Los nuevos hechos, ideas, puntos de vista, o teorías, suponen casi siempre un desafío a lo que el alumno sabe sobre el tema. Esto implica un crecimiento, una comprensión más plena, que pueden modificar o cambiar los conocimientos que uno creía poseer ya satisfactoriamente. La confrontación de un nuevo conocimiento con lo que uno ya sabe, especialmente cuando lo nuevo no encaja exactamente con lo conocido, no puede limitarse simplemente a la memorización o asimilación pasiva de datos adicionales. El alumno se inquieta al darse cuenta de que no entiende las cosas plenamente. Y esto le empuja a nuevos intentos para comprender mejor, análisis, comparaciones, contrastes, síntesis, evaluación, todo tipo de actividades mentales y psicomotrices, en las que los estudiantes están atentos a captar la realidad más profundamente.

La experiencia humana puede ser directa o indirecta:

*DIRECTA Una cosa es leer en el periódico que un huracán ha arrasado las ciudades costeras de Puerto Rico. Se conocen quizás los hechos: la velocidad del viento, la dirección, el número de víctimas mortales y heridos, la extensión y localización de los daños materiales. Pero ese conocimiento meramente intelectual, puede dejar al lector distante y frío respecto a las dimensiones humanas de la tormenta. Es muy

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diferente estar a la intemperie cuando sopla el viento, y uno siente la fuerza de la tormenta y el peligro inmediato que corre su vida, su hogar, y todas sus posesiones, y siente el miedo en sus entrañas porque teme por su vida y la de sus vecinos mientras el silbido del viento le ensordece. Es claro en este ejemplo que la experiencia directa generalmente es más fuerte y afecta más a la persona. En el contexto académico la experiencia directa suele ocurrir en las relaciones interpersonales tales como conversaciones o detalles, hallazgos en el laboratorio, trabajos de campo, prácticas de servicio social, actividades deportivas, u otras cosas semejantes.

*INDIRECTA En los estudios la experiencia directa no es siempre posible. El aprendizaje se consigue con frecuencia a través de experiencias indirectas, leyendo o escuchando una lectura. Para implicar a los alumnos en una experiencia de aprendizaje más profunda a nivel humano, los profesores tienen el reto de estimular la que puedan acceder más plenamente a la realidad estudiada. Será necesario enriquecer el contexto histórico, las implicaciones temporales de aquello que se está estudiando, así como los factores culturales, sociales, políticos y económicos que en esta época hayan afectado a la vida de las gentes. Las simulaciones, las representaciones, el uso de materiales audiovisuales y otras cosas semejantes pueden servir de gran ayuda. En las fases iniciales de la experiencia, sea directa o indirecta los alumnos perciben simultáneamente los hechos y sus respuestas afectivas. Pero sólo estructurando estos datos se puede captar la experiencia en su integridad, respondiendo a preguntas como: ¿Qué es esto? Y ¿Cuál es mi reacción? Por eso los alumnos necesitan estar atentos y activos para lograr la percepción y la inteligencia de las realidades humanas que les cuestionan.

3. LA REFLEXIÓN: A lo largo de su vida Ignacio se dio cuenta de que él estuvo constantemente sometido a diferentes tendencias y sugestiones, alternativas contradictorias casi siempre. Su mayor esfuerzo fue tratar de descubrir lo que le movía en cada situación: el impulso que le conducía al bien o el que le inclinaba al mal, el deseo de servir a

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otros o la preocupaci8ón por su propia afirmación egoísta. Se convirtió en el maestro del discernimiento, y continúa siéndolo hoy, porque logró distinguir esa diferencia. Para Ignacio “discernir” era clarificar su motivación interna, las razones que estaban detrás de sus opiniones, poner en cuestión las causas e implicaciones de lo que experimentaba, sopesar las posibles opciones y valorarás a la luz de sus probables consecuencias, para lograr el objetivo pretendido: ser una persona libre que busca, encuentra y lleva a cabo la voluntad de Dios en cada situación.

En éste nivel de la REFLEXIÓN, la memoria, el entendimiento,

la imaginación y los sentimientos se utilizan para captar el significado y el valor esencial de lo que se está estudiando, para descubrir su relación con otros aspectos del conocimiento y la actividad humana, y para apreciar sus implicaciones en la búsqueda continua de la verdad y la libertad. Esta REFLEXIÓN es un proceso formativo y liberador. Forma la conciencia de los alumnos (sus creencias, valores, actitudes y su misma forma de pensar) de tal manera que les impulsa a ir más allá del puro conocer y pasar a la acción. Con el término REFLEXIÓN quer4emos expresar la reconsideración seria y ponderada de un determinado tema, experiencia, ida, propósito o reacción espontánea, en orden a captar su significado más profundo. Por tanto la reflexión es el proceso por el cual se saca a la superficie el sentido de la experiencia.

Un reto aún mayor para el profesor, en esta etapa del

paradigma del aprendizaje, es formular preguntas que amplíen la sensibilidad del alumno y la hagan considerar el punto de vista de los demás, especialmente el de los pobres. La tentación para el profesor será quizás tratar de imponer sus puntos de vista. Si eso ocurre, el riesgo de manipulación o indoctrinación (ciertamente no ignaciano) sería alto, y los profesores deben evitar todo lo que conlleve este tipo de riesgo. Pero permanece el reto de incrementar la sensibilidad de los estudiantes a las implicaciones humanas de lo que estudian, de

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modo que vayan más allá de sus experiencias previas y crezcan en calidad humana.

Como educadores insistimos en que todo debe hacerse con un

total respeto hacia la libertad del estudiante. Es posible que incluso después de un proceso reflexivo, un estudiante pueda decidir actuar de forma egoísta. Sabemos que, debido a los factores evolutivos, a la inseguridad, o las otras situaciones que ordinariamente afectan a la vida del alumno, éste puede no ser capaz en tal momento de madurar en la línea de un mayor altruismo, respeto a la justicia, etc. Incluso Jesús afrontó tales reacciones con el joven rico del Evangelio. Debemos ser respetuosos con la libertad individual de quien se resiste a madurar. Somos simplemente sembradores; la providencia de Dios hará germinar la semilla a su tiempo.

La reflexión que estamos considerando, puede y debe

extenderse dondequiera que sea conveniente, de modo que alumnos y profesores sean capaces de compartir sus reflexiones y tengan así la oportunidad de crecer juntos. Una reflexión compartida puede reforzar, desafiar, estimular a la reconsideración, y finalmente dar una mayor seguridad de que la acción que se va a emprender, individual o colectiva, va a ser más integrada y coherente con lo que significa ser “una persona para los demás”.

Los términos EXPERIENCIA Y REFLEXIÓN pueden definirse

de maneras diferentes según las diversas escuelas pedagógicas, y nos parece bien que se usen hoy estos y otros términos semejantes para expresar o promover una enseñanza personalizada y activa cuyo objetivo no sea meramente la asimilación de temas sino el desarrollo de la persona. En la tradición educativa ignaciana, sin embargo, estos términos son particularmente significativos porque representan el “modo de proceder” más eficaz para lograr la del alumno, es decir, una forma de experimentar y reflexionar que lleva al alumno no sólo a profundizar en los temas sino a buscar un significado para la vida, y a

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realizar opciones personales (ACCION) de acuerdo con una visión integradora del mundo. Por otra parte, sabemos que la experiencia y la reflexión no son fenómenos separables. No es posible tener una experiencia sin una mínima reflexión, y todas las reflexiones implican algunas experiencias intelectuales o afectivas, intuiciones o ilustraciones, una visión del mundo, y de los demás.

4. LA ACCIÓN: Para Ignacio la prueba más dura del amor es lo que uno hace, no lo que dice “El amor se demuestra con los hechos, no con las palabras”. El impulso de los Ejercicios Espirituales permitía precisamente al ejercitante conocer la voluntad de Dios, para llevarla a cabo libremente. Por eso, también, Ignacio y los primeros jesuitas estaban muy preocupados por la formación de las actitudes de los alumnos, sus valores e ideales, según los cuales iban a tomar decisiones en una gran variedad de situaciones en las que tendrían que actuar Ignacio quería formar en los colegios de la Compañía jóvenes que pudieran contribuir inteligente y eficazmente al bienestar de la sociedad.

La REFLEXIÓN de la pedagogía ignaciana sería un proceso truncado si terminase en la comprensión y en las reacciones afectivas. La reflexión ignaciana comienza precisamente con la realidad de la experiencia y termina necesariamente en esa misma realidad para actuar sobre ella. La reflexión sólo hace crecer y madurar cuando promueve la decisión y el compromiso. En su pedagogía, Ignacio destaca el estadio afectivo/evaluativo del proceso de formación porque es consciente de que los sentimientos afectivos, además de permitir “sentir y gustar”, es decir profundizar en la propia experiencia, son fuerzas motivadoras que le hacen pasar a uno de la comprensión a la acción y al compromiso. Respetando la libertad de cada uno, trata más bien

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de animar a la decisión y al compromiso por el “magis”, el mayor servicio de Dios y de nuestras hermanas y hermanos. El término ACCIÓN se refiere aquí al crecimiento humano interior basado en la experiencia sobre la que se ha reflexionado, así como a su manifestación externa. Esto supone dos pasos:

a. LAS OPCIONES INTERIORIZADAS: Después de la reflexión, el alumno considera la experiencia desde un punto de vista personal y humano. A la luz de la comprensión intelectual de la experiencia y de los sentimientos implicados, positivos o negativos, es cuando la voluntad se siente movida. Los contenidos percibidos y analizados conducen a opciones concretas. Estas pueden ocurrir cuando una persona decide que tal verdad va a ser su punto personal de referencia, la actitud o predisposición que va a influir en una serie de decisiones. Y puede adquirir la forma de una gradual clarificación de las propias prioridades. Es en este momento cuando un alumno puede decidir asumir tal verdad como propia, manteniéndose aún abierto respecto a dónde le va a llevar esa verdad.

b. LAS OPCIONES QUE SE MANIFIESTAN AL EXTERIOR: Con el tiempo, estos contenidos, actitudes y valores interiorizados, forman parte de la persona, e impulsan al estudiante a actuar, a hacer algo coherente con sus convicciones. Si el contenido fue positivo, el estudiante probablemente intentará incrementar aquellas condiciones o circunstancias en las que la experiencia original tuvo lugar. Por ejemplo, si un alumno ha tenido éxito en educación física, se inclinará a practicar habitualmente algún deporte durante su tiempo libre. Si a una aluna le ha gustado la historia de la literatura, sacará tiempo para leer. Si otro encuentra valioso ayudar a sus compañeros en sus estudios, puede ofrecerse como voluntario en algún programa para ayudar a los estudiantes más flojos. Si él o ella

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aprecian mejora las necesidades de los pobres, después de hacer vivido experiencias de servicio en áreas de marginación y haber reflexionado sobre ellas, esto podría influir en su elección de carrera o les haría sentirse motivados a trabajar por los pobres en un voluntariado. Si el contenido fue negativo, entonces el alumno probablemente intentará contrarrestar, cambiar, discernir o evitar las condiciones y circunstancias en las que ocurrió la experiencia original. Por ejemplo, si el estudiante se da cuenta ahora de las causas de su fracaso escolar podrá decidirse a mejorar sus hábitos de estudio para evitar otro fracaso.

5. LA EVALUACIÓN: Todos los profesores saben que es importante evaluar de vez en cuando el progreso académico de cada alumno. Las preguntas diarias, las pruebas semanales o mensuales y los exámenes finales son instrumentos usuales de evaluación para valorar el dominio de los conocimientos y de las capacidades adquiridas. Las pruebas periódicas informan al profesor y al alumno sobre el progreso intelectual y detectan las lagunas que es necesario cubrir. Probablemente este tipo de realimentación puede hacer consciente al profesor de la necesidad de usar otros métodos de enseñanza; y le brinda la oportunidad de estimular y aconsejar personalmente a cada alumno sobre su progreso académico (por ejemplo, revisando los hábitos de estudio). La pedagogía ignaciana, sin embargo, intenta lograr una formación que aunque incluye el dominio académico pretende ir más allá. En este sentido nos preocupamos por el desarrollo equilibrado de los alumnos como “personas para los demás”. Por eso, resulta esencial la evaluación periódica del progreso de los estudiantes en sus actitudes, prioridades y acciones acordes con el objetivo de sur una “persona para los demás”. Probablemente esta evaluación integral no ha de ser tan frecuente como la académica, pero necesita

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programarse periódicamente, por lo menos una vez por trimestre. Un profesor observador captará, con mucha más frecuencia, señale de madurez o inmadurez en las discusiones de clase, actitudes de generosidad de los alumnos como reacción a necesidades comunes, etc. Existen muchas formas de evaluar el proceso de la madurez humana. Hay que tener en cuenta todo: la edad, el talento y el nivel de desarrollo de cada estudiante. En esto, las relaciones de respeto y confianza mutua, que siempre deberían existir entre profesor y alumno, son las que crean un clima propicio para hablar sobre la madurez. Hay métodos pedagógicos adecuados como el diálogo personal, la revisión de los diarios de los estudiantes, la autoevaluación de los propios alumnos en los diversos campos del crecimiento, así como la revisión de las actividades de tiempo libre y el servicio voluntario a otros. Este puede ser un momento privilegiado tanto para que el profesor felicite y anime al alumno por el esfuerzo hecho, como para estimular una reflexión ulterior a la luz de los puntos negros o lagunas detectados por el propio alumno. El profesor puede motivarse a realizar las oportunas reconsideraciones, haciendo preguntas interesantes, presentando nuevas perspectivas, aportando la información necesaria y sugiriendo modos de ver las cosas desde otros puntos de vista. Con el tiempo, las actitudes de los alumnos, sus prioridades y decisiones, pueden ser investigadas de nuevo a la luz de experiencias ulteriores, cambios del entorno, desafíos provocados por desplazamientos sociales y culturales, o cosas semejantes. La manera discreta de preguntar del profesor puede sugerir la necesidad de realizar decisiones o compromisos más adecuados, lo que Ignacio de Loyola llama el “magis”. Esta nueva conciencia de la necesidad de

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madurar puede servir al alumno para emprender de nuevo el ciclo del paradigma de aprendizaje ignaciano. Un proceso continuo: Este modo de proceder puede convertirse en una estructura contínua y eficaz de aprendizaje así como un estímulo a permanecer abierto al crecimiento a lo largo de la vida.

Una repetición del paradigma ignaciano puede ayudar a madurar al alumno, el cual aprenderá gradualmente a discernir y seleccionar sus experiencias; se hará capaz de obtener una mayor plenitud y riqueza personales a partir de la reflexión sobre dichas experiencias y logrará auto motivarse, desde su propia honestidad y humanidad, para elegir consciente y responsablemente.

EXPERIENCIA

EVALUACIÓN REFLEXIÓN

ACCIÓN

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SERVICIO SOCIAL COMO PARTE DE LA PEDAGOGÍA IGNACIANA

VISIÓN COMPARTIDA

Asumimos ese proyecto común inspirado y animado por el ideal de ser, en un futuro próximo:

a) Un nuevo sujeto apostólico (Jesuitas, Laicos, laicas, sacerdotes, religiosos y religiosas que comparten una misión común)

b) Que asume la responsabilidad de realizar la Misión que la Iglesia le confía,

c) Y encarna en el sector de educación las prioridades apostólicas de la Compañía de Jesús para América Latina y su nueva forma de actuación apostólica;

d) Actúa de modo coherente con la espiritualidad y la pedagogía ignacianas;

e) Promueve la fe y la justicia; f) Fomenta el diálogo intercultural, ecuménico e interreligioso; y g) Contribuye a la construcción de estructuras y relaciones justas y

equitativas en la sociedad, a la dignificación de hombres y mujeres y a la erradicación de la pobreza en América Latina.

MISIÓN Colaborar con la misión evangelizadora de la Iglesia, ofreciendo una

formación integral de calidad a niños y niñas, jóvenes y adultos, a la luz de una concepción cristiana de la persona humana y de la sociedad, a través de comunidades educativas que vivan la sociedad justa y solidaria que queremos construir, comprometiéndolas a participar significativamente en la definición de las políticas y prácticas de la educación pública tanto de gestión estatal como privada en los diversos países de la región.

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CONTEXTO

Cada educador y cada una de nuestras instituciones educativas trabajan en un contexto propio que tiene características peculiares. Simultáneamente todos compartimos un contexto más global que condiciona a todos los países latinoamericanos, presentándonos desafíos comunes.

La mayoría de los Proyectos educativos de nuestras Provincias, Federaciones, Asociaciones e instituciones educativas manifiestan como principales retos en Latinoamérica:

a) La grave desigualdad social y de la distribución de los medios de producción y la riqueza, con enormes contrastes entre el desarrollo científico y tecnológico que posibilita una cultura de bienestar nunca vista y da origen a un mundo interconectado y global, y el número reducido de personas que se benefician de esos avances.

b) El aumento alarmante de la violencia y de la crueldad c) El crecimiento de la corrupción y la deshonestidad, sobre todo en el

desprestigiado ámbito político y de lo administración pública, que demandan una especial atención a la educación ética y política.

d) La destrucción del medio ambiente y el riesgo de un desarrollo no sustentable.

e) La crisis de valores, en un ambiente propicio para la indiferencia valorativa, en el que prevalecen la libertad individualista, el pragmatismo utilitarista y el hedonismo.

f) Los múltiples pluralismo y la abigarrada diversidad cultural derivadas del creciente movimiento de migraciones y la influencia de las culturas extranjeras, al mismo tiempo en que se constatan las dificultades de diálogo con lo diferente, el racismo, el sexismo, la discriminación cultural y diversas formas de violación de los derechos humanos.

g) El nuevo tejido social y la reestructuración cultural, en los cuales son replanteados los significados y las estructuras de instituciones sociales fundamentales como la familia, la escuela, la Iglesia y el Estado.

h) La “sociedad de la información”, en la cual los medios y tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ponen en juego nuevos lenguajes, que son aptos para difundir valores y propician espacios virtuales de construcción de identidades personales y sociales.

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i) La hegemonía del sistema neoliberal y el imperio del mercado, que orientan casi exclusivamente, incluso a la educación, hacia la rentabilidad, la eficacia, la ganancia y el consumismo, en una racionalidad económica que reduce la grandeza y dignidad del hombre y de la mujer, y los valorizan según su capacidad de generar una renta monetaria.

j) La creciente dificultad de gobernabilidad y el debilitamiento del Estado de Derecho.

¿QUÉ HACER ANTE ESTE CONTEXTO? IDENTIDAD EN LA MISIÓN:

Nos dedicamos a la misión evangelizadora de la iglesia contribuyendo a la formación integral de la persona, en el campo de la educación. La opción por los pobres es una característica de nuestra identidad; además de opción evangélica, es un compromiso solidario urgido por la justicia y por el aumento de la pobreza en nuestros países. Para realizar nuestra identidad y misión nos proponemos:

a) Constituir un nuevo sujeto apostólico b) Educar en forma coherente con la espiritualidad y la visión ignaciana

de Dios c) Articular fe y justicia, asumiendo con mayor vigor la opción

preferencial por los pobres d) Formar hombres y mujeres “para los demás” y “con los demás” e) Leer permanentemente el contexto de forma crítica, buscando que

la educación responda coherentemente a los desafíos encontrados. f) Desarrollar y enriquecer, a través del currículo, el diálogo entre fe y

cultura, fe y ciencia, fe y razón

El cuadro que se presenta a continuación, describe algunos elementos pedagógicos y estrategias de aprendizaje inspiradas en la Pedagogía Ignaciana; para ser utilizados en el Programa de Servicio Social desde diferentes asignaturas

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DIMENSIONES

ELEMENTOS

PEDAGÓGICOS

ESTRATEGIAS DE

APRENDIZAJE

CONTEXTO

Conocer otras realidades Descubrir causas que

originan esas realidades Ubicarse como privilegiado Analizar las políticas,

objetivos y ambiente de la institución

Situarse como un engranaje que puede contribuir a la misión

Considerar su papel histórico

Relaciones causales de la

pobreza, marginación y exclusión Información institucional y

nacional Análisis grupal sobre las

consecuencias que tal situación genera

Conocimiento de sí mismo y su papel histórico en este contexto

Involucramiento de maestros como modelos a seguir

Diagnóstico de centros de servicio

EXPERIENCIA

Propiciar experiencias

directas Sentir la fuerza de la

realidad Contrastar los sentimientos

que esta realidad me produce

Conocer las propias reacciones y analizarlas

Vincular el conocimiento sobre el fenómeno con los sentimientos que este genera

Descubrir cómo se percibe la realidad de los marginados

Discusiones grupales sobre el

tema Generar sentimientos hacia el

tema Escribir opiniones y posturas

acerca del tema Generar debates acerca de

cuanto se ha vivido la marginación

Provocar situaciones planificadas, dentro del aula, para vivir la marginación, exclusión y falta de solidaridad

Invitar a la expresión de ideas y sentimientos

REFLEXIÓN

Propiciar la comprensión de

la realidad que se vive Interpelación sobre el papel

histórico personal e institucional

Profundidad del conocimiento personal sobre

Proveer información del tema y

de cómo contribuir a su solución Debates sobre qué puede

hacerse y cómo realizarlo, describiendo sentimientos.

Provocar momentos de expresión, oral y escrita, acerca

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el tema Interdependencia con el

contexto y la experiencia Ubicación personal en este

contexto Libertad personal para

decidir actuar Definición de lo que puede y

debe hacerse

de la comprensión del tema y el grado de compromiso personal

Formulación de proyectos de atención a centros de servicio

Ponderación del grado de responsabilidad personal y sentimientos que provoca

Definición de cómo, cuánto, con qué y con quiénes debe hacerse

ACCIÓN

Decidir ofrecer tiempo,

capacidades y valores para los demás

Trabajo cooperativo y resolución de problemas en la concreción del proyecto de intervención

Servicio a los demás por medio

de acciones planificadas Monitoreo y acompañamiento

del S.S. Registrar las experiencias vividas

para llevarlas de nuevo a la reflexión

EVALUACIÓN

Ubicación de qué soy y qué

tengo Claridad de lo que se quiere

y cómo se desarrolla para alcanzar el fin

Utilización de criterios para medir y calificar el avance del proyecto, del grupo y el personal

Contrastar los sentimientos personales con los de los demás

Reflexión acerca del impacto de

lo que se hace; en el centro de servicio y personalmente

Revisión constante del diagnóstico y proyecto inicial, contrastándolo con el avance en las acciones

Comunicación con otros sobre las experiencias obtenidas y los logros alcanzados

Establecer grado de satisfacción y alegría por las acciones realizadas

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CONCLUSIONES

La pedagogía Ignaciana no es solo una metodología sino un estilo de vida.

Todos los profesores deben estar identificados con la misión.

El uso coherente del paradigma ignaciano puede llevar a la adquisición de hábitos permanentes de aprendizaje que fomenten la intensidad de la experiencia, la comprensión reflexiva más allá del propio interés, y los criterios para la acción responsable.

La concientización y el servicio a los demás, sobre todo a los más necesitados es parte fundamental de la dinámica del paradigma pedagógico ignaciano.

En la pedagogía Ignaciana es indispensable la formación académica y espiritual para todos los jesuitas y colaboradores, de forma permanente.

La evangelización y la formación de mujeres y hombres que sean testimonios vivo del Evangelio de Jesucristo, competentes y conscientes, capaces de actuar y trasformar la sociedad, construyendo nuevas relaciones humanas justas e igualitarias, tanto en su vida personal como profesional.

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BIBLIOGRAFÍA

(1998).Cuaderno 1 de Pedagogía Ignaciana “características de la educación de la Compañía de Jesús en América Latina” :Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

(1998).Cuaderno 2 de Pedagogía Ignaciana “Pedagogía Ignaciana Un planteamiento práctico” : Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

(1998).Cuaderno 3 de Pedagogía Ignaciana “Proyecto educativo común de la Compañía de Jesús en América Latina” : Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

(1998).Cuaderno 4 de Pedagogía Ignaciana “Carta de San Ignacio a un educador de hoy” : Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

(1998).Cuaderno 5 de Pedagogía Ignaciana “Rasgos propios de las obras de la Compañía de Jesús” : Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

(1998).Cuaderno 6 de Pedagogía Ignaciana “¿Qué hace que un Colegio Jesuita sea hoy?” : Santiago de Chile: Coordinación Nacional de Educación, Colegios y Escuelas de la Compañía de Jesús.

Asamblea de la CPAL. (2005). Proyecto educativo común de la compañía de Jesús en América Latina. Florianópolis Brasil: 11ava. Edición.

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“Hombres y mujeres al servicio de los demás al modo de Jesús” Página 45

Pastoral Liceo Javier. (2009).Formando discípulos del Reino. Guatemala: 2da. Edición.

Klein, LF S.J. (2002).Actualidad de la pedagogía jesuita. Jalisco, México: Ediciones Loyola.

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HOJA DE TRABAJO Respondan las siguientes preguntas.

1. ¿Qué factor diferencia a la Pedagogía Ignaciana de las otras filosofías pedagógicas? __________________________________________________________________ __________________________________________________________________ __________________________________________________________________

2. ¿Qué les llamó más la atención de la Pedagogía Ignaciana?

______________________________________________________________________

______________________________________________________________________

______________________________________________________________________

3. ¿Porqué el lema de la educación de la Compañía de Jesús es “Hombres y mujeres al servicio de los demás al modo de Jesús”? ___________________________________________________________________ ___________________________________________________________________ ___________________________________________________________________

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ANEXOS Pedagogía Ignaciana Sábado 9 de octubre Grupo #6

AGENDA

ACTIVIDAD TIEMPO DELEGADO MATERIALES Oración: Canto de Silvio Rodríguez (Sólo el amor) Se le pedirá a cada uno que se quede con una frase o una palabra que le haya movido algún sentimiento. Compartir en binas o parejas

10 min Carol Aldana Presentación de la oración PP.

Video de la vida de San Ignacio

5 min Bárbara Historia de San Ignacio

Resumen y datos generales sobre la vida de San Ignacio de Loyola

5 min Bárbara

Presentación del tema 5 min Kimberly

Dinámica: (Será a lo largo de la charla sobre Pedagogía Ignaciana) Papa caliente para pasar a reventar un globo. Cada globo tendrá una pregunta

Globos, preguntas, triángulo, papa

Presentación de la Pedagogía Ignaciana

30 min Kimberly, Bárbara, Luis y Carol

Presentación de la Pedagogía Ignaciana

Hoja de trabajo 10 min Kimberly Reproducción de material

Coffe Break Luis Dieguez Tortrix y jugo