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    Eva Moreno Lara

    ISEP: Máster en psicología clínica y de la salud, intensivo 2009-2010

    Tutor: Oscar Asorey

    Barcelona, 22/12/2010

    EL PROCESO DE DUELO

    POR MUERTEEstado de la cuestión y revisión de la

    intervención psicoterapéutica

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    ÍNDICE

    0. INTRODUCCIÓN PERSONAL: MOTIVACIÓN POR EL TEMA……………………………3

    PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN

    1. Revisión conceptual:

    1.1 La pérdida……………………………………………..……………………………………………………6

    1.2 El duelo………………………………………………..…………………………………………………..10

    1.3 Factores socioculturales: visiones de la muerte………………………………………..13

    2. Marcos teóricos sobre el duelo:

    2.1 Marco psicoanalítico…………………………………………………………………………………17

    2.2 Marco cognitivo (conductual)……………………………………………………………………20

    2.3 Marco mixto o biopsicosocial……………………………………………………………………22

    2.4 Marco psicosocial……………………………………………………………………………………..25

    2.5 Marco sociológico o sociocultural……………………………………………………………..27

    SEGUNDA PARTE: ASPECTOS CLÍNICOS

    3. El duelo por muerte:

    3.1 Duelo normal……………………………………………………………………………………………29

    - Sintomatología……………………………………………………………………………………………..30

    - Fases…………………………………………………………………………………………………………….32

    - Diagnóstico según DSM-IV-TR y CIE-10…………………………………………………………39

    - Pronóstico……………………………………………………………………………………………………42

    - Resolución del proceso de duelo………………………………………………………………….463.2 Duelo complicado……………………………………………………………………..……………..47

    4. Diagnóstico diferencial:

    4.1 Duelo vs. Depresión…………….……………………………………………………………………53

    4.2 Otros diagnósticos diferenciales……………………………………………………………….57

    5. Comorbilidad:

    5.1 Trastornos de personalidad………………………………………………………………………65

    5.2 Otras patologías concomitantes……………………………………………………………….68

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    6. Procesos y herramientas diagnósticas:

    6.1 Evaluación clínica………………………………………………………………………………………70

    6.2 Herramientas psicométricas……………………………………………………………………..75

    TERCERA PARTE: INTERVENCIÓN Y TRATAMIENTO

    7. Abordaje terapéutico………………………………………………………………………………….76

    7.1 Intervención y población…………………………………………………………………………..78

    7.2 Contexto terapéutico………………………………………………………………………………..81

    7.3 Terapia individual……………………………………………………………………………………..84

    7.3.1 Técnicas de intervención cognitivo-conductual……………………………………..87

    7.3.2 Técnicas de intervención constructivistas………………………………………………92

    7.4 Terapia grupal………………………………………………………………………………………….98

    7.5 Terapia farmacológica…………………………………………………………………………….101

    CUARTA PARTE: CONCLUSIONES, BIBLIOGRAFÍA Y ANEXOS

    8. Reflexiones finales, conclusiones………………………………………………………………103

    9. Bibliografía…………………………………………………………………………………………..….107

    10. Anexos……………………………………………………………………………………………………116

    - Inventario de duelo complicado………………………………………………………..……….117

    - Inventario de experiencias en duelo…………………………………………………………..128

    -Inventario Texas revisado del duelo…………………………………………………………….129

    - Documento de voluntades anticipadas……………………………………………………….135

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    0. INTRODUCCIÓN PERSONAL: MOTIVACIÓN POR EL TEMA

    En el mes de octubre de 2009, expectantes y con algunas dudas, llegamos un grupo de

    chicas a un aula en el centro Isep de Barcelona. Con ilusiones, con ganas de aprender, y

    con muchas preguntas acerca de nuestro futuro, tanto personal como profesional.

    Fue el primer día de aquel máster, el cuál pretendo concluir con este trabajo, cuando

    nos plantearon el método de evaluación del curso, entre exámenes y otros quehaceres

    nos presentaron éste. Una tesina.

    Muchas, por no pecar de osada y decir todas, fuimos asaltadas por mil dudas, ya que la

    mayoría no se había enfrentado nunca a tal empresa. Trabajos se hacen miles, desdelos primeros años de colegio hasta la facultad, pero nunca, hasta ahora, de esta

    envergadura.

    En cualquier caso, el hecho de tener que investigar, leer y escribir sobre el tema que

    nosotras eligiéramos ya hacía más atractiva la idea. Cualquiera podía buscar entre sus

    vocaciones y curiosidades el tema y argumento de esta tesina.

    Podría separar las motivaciones de mis compañeras y las mías propias en dos grupos:

      Las que nos interesan realmente, sin importar lo mucho o poco que han

    sido estudiadas, lo mucho o poco que vamos a encontrarlas en el mundo

    laboral, etc.

      Las que más nos vamos a encontrar el día en el que tengamos pacientes, y

    éstos nos presenten sus demandas.

    En mi caso opté por la vía práctica, por estudiar algo que sabía con toda seguridad que

    iba a encontrar, EL DUELO.

    En seguida me di cuenta de algo. Así cómo lo cierto de mi primer pensamiento, caí en

    la cuenta de que el duelo abunda en las consultas, pero no de forma gratuita. Y es que

    al ser algo tan demandado es porque las posibilidades y causas de éste son

    innumerables. Cómo se verá a lo largo de la tesina, el duelo es un proceso que

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    acompaña a infinidad de sucesos en nuestra vida diaria. Desde el perder un trabajo,

    una ruptura sentimental hasta la muerte, pasando por muchas otras causas.

    Así que al plantearme el tema del duelo tuve que hilar fino y centrarlo en un aspecto

    más concreto, de no ser así la tesina sería interminable, y opté por indagar en los

    procesos de duelo por las rupturas sentimentales.

    Al empezar a buscar artículos y publicaciones sobre el tema me encontré con que no

    estaba demasiado trabajado, los artículos que encontraba eran mayoritariamente

    sobre el duelo por muerte, enfermedad y tópicos relacionados. Así que la frustración

    no tardó en llegar.

    Empecé a leer sobre el duelo por muerte, al menos para empezar a conocer el tema, y

    tener una idea sustentada en estudios científicos con la esperanza de encontrar más

    material y poder ir centrándome en aquello que quería investigar desde un principio. Y

    al ir estudiándolo captó mi interés en muy poco tiempo. Empezaron las dudas sobre el

    tema a centrarme.

    Pero cómo se dice que no existen las casualidades, una llamada telefónica puso fin a

    las dudas y me dirigió hacia lo que hoy es mi tema de investigación para esta tesina: EL

    DUELO POR MUERTE.

    Esa llamada de teléfono era de un amigo que trabaja en una funeraria, es

    tanatopractor. El motivo de su llamada fue de lo más sorprendente, me comentó que

    había fundado el Instituto Español de Tanatopraxia (IET), que estaban organizando

    cursos para tanatopractores y buscaba una psicóloga para que explicara la psicología

    del duelo. Pareció caído del cielo, cómo una señal divina. Así que le comenté que notenía experiencia, que me veía poco preparada para llevarlo a cabo pero que estaba

    preparando una tesina sobre el tema, y ahí fue cuando no tuve que buscar más. Este

    chico decidió introducirme en el IET con el argumento de que una persona elaborando

    una tesina sobre el tema era la más indicada para hacer ese trabajo. No hubo más que

    pensar.

    Deseché la idea de las rupturas sentimentales y me centré en el estudio de la muerte y

    el duelo que ella conlleva. Al ir leyendo artículos y libros me iba dando cuenta de lo

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    interesante que me resultaba, así que a día de hoy me alegro de aquella llamada de

    teléfono.

    A parte de lo comentado anteriormente, hay más motivos, el hecho de lo desconocido

    de la muerte, de lo fóbico que resulta en esta sociedad, del empeño en no querer

    hablarlo, verlo o vivirlo. No hay muerte sin vida ni vida sin muerte, por lo tanto resulta

    absurdo el querer esconderlo y hacer cómo si no existiera, cuando no hay nada más

    certero que la muerte en esta vida.

    Ahondando en el tema y al ver que mi interés y curiosidad crecía sobre él, en seguida

    me planteé el dedicarme profesionalmente. ¿Qué mejor que ir a lo práctico y conocer

    el tratamiento que se está llevando a cabo por parte de los profesionales de lapsicología? Y cómo una tesina debe incluir una implicación personal, decidí hacer una

    revisión de los tratamientos que más se utilizan, poder aportar mis opiniones sobre

    ellos para intentar mejorarlos.

    Así, lo que aquí se va a encontrar es una revisión del concepto de duelo, para tener

    unas nociones y poder entenderlo, con todos los conceptos subyacentes que conlleva,

    además de revisar los tratamientos, y dar mi humilde opinión intentando optimizar los

    recursos que hasta ahora se vienen utilizando para intervenir en personas que pasan

    por un proceso de duelo.

    Sin más empieza ésta, mi aportación a la psicología del duelo ante la muerte, a su

    intervención y tratamiento.

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    PRIMERA PARTE: INTRODUCCIÓN

    1. Revisión conceptual.

    1.1 La pérdida

    La acción de perder algo nos sucede al cabo del día a todos los seres de este

    planeta. Cada día nos enfrentamos a pérdidas, sean de la índole que sean.

    Perdemos el autobús, el metro, perdemos las ganas de hacer algo. Perdemos

    dinero, oportunidades. Perdemos la vergüenza, perdemos las llaves, el móvil,

    amigos, parejas, familiares, la virginidad. Perdemos el trabajo (pérdida más

    popular últimamente). Una de las pérdidas que más estrés provoca,

    consensuado por la mayoría de autores, es la muerte de un ser querido, es por

    esto la necesidad de explicar y dar este espacio al concepto de pérdida.

    Uno de los autores más importantes que han estudiado el tema ha sido Robert

    A. Neimeyer, en sus palabras, la pérdida se entiende como quedar privado de

    algo que se ha tenido (por ejemplo amistades), fracasar en el mantenimiento

    de una cosa que valoramos (por ejemplo, cuando nos roban), reducir alguna

    sustancia o proceso (por ejemplo, pérdida de habilidades físicas) o destruir o

    arruinar (por ejemplo, las pérdidas causadas por una guerra), (Neimeyer,

    2.002).

    En cualquier pérdida, aquello perdido, puede tener un valor u otro, he aquí la

    diferencia en lo que nos va a afectar dicha pérdida o no. Respecto a esto,Nomen refleja que la concepción de la pérdida, es decir, la afectación de la

    persona tras una pérdida, dependerá del significado que le otorguemos a la

    misma (Nomen, 2.007).

    A esto, se me ocurre un factor que debería ser añadido a la explicación. De la

    misma manera que se explicará más adelante el cómo se percibe una pérdida

    por muerte, dependiendo de la forma en la que ésta se da, las circunstancias en

    las que sucede esa pérdida van a determinar el proceso de aceptación y

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    superación de la pérdida. Con esto me refiero, por ejemplo a la pérdida de un

    objeto personal, por ejemplo un reloj, el cual suponemos que tiene un valor

    simbólico determinado, ya que de no ser así, la afectación tampoco sería cómo

    para tenerla en cuenta.

    Quiero referirme a lo siguiente, tenemos un reloj, el cual tiene un valor

    sentimental importante, es por ejemplo, una herencia familiar, un regalo de un

    ser muy querido, etc. En cuanto a su pérdida, damos por hecho que nos va a

    afectar, pero quiero poner énfasis en el modo del suceso. Creo que uno no va a

    sentirse igual si ese reloj se pierde por habérsenos caído de un bolsillo sin

    darnos cuenta, si le hemos dado un golpe y ha quedado del todo irrecuperable,

    o si nos han atracado por la calle y nos lo han quitado a la fuerza. Y con esto

    quiero introducir el concepto de culpa en las pérdidas. Lo cual va a depender de

    la responsabilidad que sintamos como propia en el hecho de haber perdido el

    objeto querido, (o la persona, la situación, etc.).

    Con referencia a esto, Botella y Herrero, cómo colaboradores de Neimeyer en

    un artículo exponen la posibilidad y necesidad de analizar las pérdidas en

    niveles:

    1.  El objeto que se pierde

    2.  La pérdida de roles establecidos, vivencias, etc. ( Botella, Herrero y

    Neimeyer, 2.006)

    Y yo añadiría al objeto en sí, y a los roles establecidos, es decir, el significado

    que tiene y que a la vez conforma el objeto en la vida de la persona, a la forma

    de pérdida, evaluando si ha sido fortuita, si ha sido responsabilidad de uno, o

    de alguien ajeno. Si ha sido una situación traumática, etc. Todos estos aspectos

    me parecen muy significativos, y necesarios para analizar la pérdida en sí.

    Nomen comenta la temprana vivencia de las pérdidas: empezamos a entender

    las pérdidas desde la primera infancia, en la que se nos priva de diferentes

    estímulos para favorecer nuestro aprendizaje; es pues, una situación intrínseca en

    la naturaleza humana (Nomen, 2.007). Con lo cual estoy de acuerdo, menos por lo

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    de que se nos priva de diferentes estímulos para favorecer nuestro aprendizaje, ya

    que no necesariamente hay una privación causada por alguien, y tampoco se da

    por el mero hecho de llevar un aprendizaje, a menos que se refiera a lo que es la

    madurez evolutiva, en tal caso, sí que me uniría a la afirmación.

    En cuanto a tipos de pérdidas se podría hacer una lista realmente extensa, a pesar

    de que cada autor puede postularlo de una manera u otra. Pero precisamente por

    el hecho de haber tantos tipos de pérdidas, Tizón plantea de forma pragmática el

    organizar estos tipos de pérdidas en cuatro grandes bloques, los cuales me han

    parecido acertados para poder empezar un esquema básico organizado antes que

    enumerar un listado de ejemplos que, de esta manera podemos sintetizar:

    1.  Pérdidas relacionales: son aquel tipo de pérdidas relacionadas con “el

    otro”, es decir, con las personas que nos rodean y que son un pilar en

    nuestras vidas. Incluye el fallecimiento de personas cercanas, el fin de

    relaciones –separaciones y divorcios-, los abandonos, las privaciones

    afectivas y los abusos.

    2.  Pérdidas intrapersonales: son todas las pérdidas que tienen que ver con

    nosotros mismos y con nuestro cuerpo, es decir, pérdidas de capacidades

    intelectuales y/o físicas.

    3.  Pérdidas materiales: se dan cuando perdemos objetos o posesiones que

    nos pertenecen.

    4.  Pérdidas evolutivas: las fases de nuestro ciclo vital –infancia, adolescencia,

     juventud, adultez y vejez- suponen una serie de cambios que conllevan

    diferentes pérdidas. (Tizón, 2.004)

    Encontramos, tal y cómo resume Nomen, los diferentes cambios evolutivos

    que suceden a las personas a lo largo de la vida, los cuales van a conllevar un

    proceso de duelo de forma inevitable, son cambios que normalmente sufrimos

    todos. A grandes rasgos éstos serían:

    Infancia:

     

    Pérdida o separación de los padres.

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      Pérdida del contacto con el medio familiar.

      Si hay un cambio de domicilio: pérdida de amigos (iguales).

    Adolescencia:

      Separación de padres, hogar y escuela.

      Pérdida del cuerpo infantil (pubertad).

    Juventud:

      Primera pareja.

      Nido vacío (salir de casa e inaugurar nueva familia).

    Adultez:

      Posibles pérdidas de trabajo, de progenitores, etc.

      Emigración o cambios de residencia, etc.

    Vejez:

      Jubilación.

     

    Pérdida de funciones físicas.

      Duelo por familiares o allegados.

      Pérdida del ambiente familiar.

      Enfermedades o incapacidades en la familia o propias.

    Teniendo en cuenta que tras una pérdida (o también cualquier cambio) pasamos a

    realizar un proceso de duelo, introduzco el concepto a continuación.

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    1.2 El duelo

    Solo para hacer una revisión conceptual de forma breve, ya que el concepto en sí

    puede convertirse en inacabable, expongo de forma escueta lo que representaría en

    concepto de duelo.

    Continuando con lo aportado por Tizón, éste postula que el proceso de duelo “se

    define como el conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la

    pérdida de una persona con la que el sujeto en deudo estaba psicosocialmente

    vinculado”. (Tizón, 2.004).

    El duelo está relacionado etimológicamente con dolus (latín: dolor) y hay referencias a

    la vez de asociarlo con duellum (latín: guerra, combate y desafío). Ambos conceptos

    que pueden encontrarse en muchos medios populares tales como la conocida

    Wikipedia.

    Lo que he encontrado es que muchos autores, artículos, libros y demás publicaciones,

    al hablar del duelo lo asocian directamente a una pérdida humana por muerte, cómo

    es el caso de Tizón comentado unas líneas arriba, o cómo mucho también se puede

    encontrar asociado a un proceso de enfermedad. Pero durante la investigación sobre

    el tema, incluso antes de ello, cuando he asistido a cursos en dónde se exponía el tema

    del duelo, lo primero en aprender resulta que el duelo es un proceso que sigue a una

    pérdida (o cambio) de cualquier índole, siempre que haya una vinculación afectiva

    hacia aquello que se pierde.

    Por lo tanto, un proceso de duelo puede venir dado por varios factores, básicamente

    sería por una pérdida, la cual implica un cambio siempre. A veces nos enfrentamos acambios en nuestra vida que no necesariamente nos van a hacer contemplar que han

    supuesto una pérdida, y quizá en estos casos el duelo puede ser más llevadero, aunque

    como veremos más adelante el duelo es un concepto único para cada persona, a pesar

    de ser totalmente universal.

    El duelo implica un proceso, éste se podía definir cómo un conjunto de cambios

    psicológicos y psicosociales, fundamentalmente emocionales, por los que se elabora la

    pérdida. He aquí la carga emocional tan intensa que veremos más adelante.

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    Y la elaboración de ese proceso implica un trabajo psicológico, es decir, activo por

    parte del doliente, que supone la superación de las reacciones emocionales hacia lo

    perdido, la reorientación de la actividad mental y social y la recomposición del mundo

    interno y externo.

    Para ilustrar un poco más lo que sería un proceso de duelo, reproduzco las palabras de

    Poch y Herrero:

    a)  Es un proceso: cuando una persona sufre una pérdida suele tener la sensación

    de que el mundo se paraliza y de que se va a quedar de esa forma en adelante.

    No obstante, sabemos que el duelo es un proceso que evoluciona a través del

    tiempo y del espacio.b)  Normal: el proceso de duelo es algo que nos ocurre a todos frente a una

    pérdida significativa, aunque las formas de afrontarlo sean diferentes. Aunque

    sintamos, pensemos o hagamos cosas distintas, es normal reaccionar ante una

    pérdida.

    c)  Dinámico: la persona experimentará cambios a lo largo del tiempo, como

    oscilaciones del humor y de la sensación de bienestar-malestar. Esto implica

    que la persona que lo experimenta tendrá “idas y venidas”.

    d)  Que depende del reconocimiento social: cuando una persona sufre una

    pérdida, son ésta y su entorno quienes reciben el impacto, por lo que la

    persona iniciará un proceso individual pero también colectivo.

    e)  Intimo…: el componente individual de la pérdida le confiere la posibilidad de

    desarrollar reacciones diferentes frente a situaciones similares, de modo que

    cada persona reaccionará ante una pérdida como ha aprendido o como pueda.

    f)  …y a la vez social: las pérdidas pueden conllevar rituales culturales como, por

    ejemplo, los diferentes protocolos funerarios que se dan en el mundo.

    g)  Activo: la persona tendrá un papel activo en la elaboración de su propia

    pérdida, porque es quien deberá hacer sus propias elecciones y otorgarles

    significado. (Poch y Herrero, 2.003)

    En cualquier caso, y a mi modo de ver, se plantea el proceso de duelo como una

    manera de cicatrización y curación mental a una lesión causada por una pérdida

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    significativa, de la misma manera que el cuerpo cicatriza un corte en la piel. Recojo una

    cita que me parece preciosa y muy ilustrativa al respecto:

    «El duelo es tan natural como llorar cuando te lastimas, dormir cuando estás cansado,

    comer cuando tienes hambre o estornudar cuando te pica la nariz. Es la manera en que

    la naturaleza sana un corazón roto.»

    Doug Manning

    En la segunda parte de esta tesina se encuentra el desarrollo del duelo y sus procesos

    asociados a pérdidas por muerte.

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    1.3 Factores socioculturales: visiones de la muerte

    La visión de cualquier aspecto de la vida de las personas va a ser definitivamente

    influido por la zona geográfica dónde nos encontremos, incluso en el mismo lugar esa

    visión se torna diferente dependiendo del momento temporal, histórico, en el que se

    esté revisando.

    Así cómo tan diferentes y numerosas culturas conviven en el mismo planeta, sería

    demasiado osado el pretender querer hacer un acopio de todas ellas, por eso he

    querido hacer una pequeña revisión sociocultural acerca de la visión de la muerte en la

    cultura más occidental.

    La muerte ha sido un concepto que ha ido variando su significado a lo largo de la

    historia de múltiples formas. Según muchos autores los últimos cambios más

    significativos han ido fraguándose de forma paralela y gracias a la revolución industrial,

    lo que se traduciría en una evolución contradictoria y en “retroprogreso” (Paniker,

    1984) que ha alcanzado todos los tejidos sociales, viviendo en la actualidad en una

    sociedad tanatofóbica, en la que paradójicamente, hasta los profesionales sanitarios,

    presos de su propio entorno cultural, tienen también miedo a la muerte, a veces más

    que los propios enfermos (Raja, 2.001). Así podemos encontrar en la historia dos

    visiones diferenciadas de la muerte, una previa a la institucionalización de la misma,

    que se sitúa hasta los años 20, en la cual la muerte no infunde miedo porque ésta es

    aceptada como parte del proceso natural de la existencia (Aries, 1974), y por otra

    parte a partir de 1930 cuando debido al desarrollo y extensión de las primeras

    estructuras hospitalarias comienza a ser una institución. El hospital, el lugar reservado

    para morir (Aries, 1975).

    Remontándonos a la Grecia clásica, al mundo romano, paleocristiano y a la Edad

    Media, vemos como el fenómeno de la muerte es percibido como algo lógico,

    asumible, tolerable y no desesperanzador.

    Uno de los principales cambios se ha dado en la consciencia e información

    sobre la propia muerte. Antaño el enfermo era el primero en saber que iba a morir,

    hoy impera la tónica de ocultarle la gravedad de su enfermedad y no hablarle de la

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    muerte. Todo lo contrario que se recoge en el Libro del Buen Morir, que dice que si el

    enfermo no advertía la llegada de sus últimos momentos, esperaba que los demás se

    lo advirtieran para poder preparar todos sus asuntos tanto personales, como sociales y

    religiosos (Gómez, 1998).

    Hasta mediados del siglo XX la muerte solía afrontarse en el domicilio familiar y esto

    hacía que hasta los niños la vivenciaran como algo normal dentro del proceso vital. La

    muerte era vista como la parte terminal de la vida, no como algo amenazador y

    extraño (Caracuel, 1983).

    Así hemos comenzado a alejar e incluso ocultar la muerte construyendo tanatorios que

    sustituyen los antiguos velatorios del hogar, sin darnos cuenta de que la muerteimplica vida y al suprimir un término languidece el otro, se enfatiza la vida y se oculta

    lo que hoy certificamos como la sinrazón o el absurdo de la muerte, olvidando que una

    no se puede entender sin la otra (Catedra, 1990).

    La discreción es la versión moderna de la dignidad: la muerte debe ser silenciosa y no

    debe crear problemas a los supervivientes. El ideal es desaparecer de puntillas, sin que

    nadie lo note. Esta es la actual dulce muerte del hombre masa moderno (Vico, 1995).

    Las claves de este cambio de visión, de este retroprogreso, se sintetizan sin ser

    exhaustivas ni excluyentes en (Gala et al, 2.002):

      Una menor tolerancia a la frustración: de modo que pocos admitirían

    hoy la concepción del mundo o la vida como “un valle de lágrimas” y el

    decir, cuando alguien muere, que “pasó a mejor vida” no deja de ser

    una frase hecha, una ironía o una nueva boutade para la mayoría de lagente. En esta clave se imbrica el ansia de consumismo y confort,

    hablándosenos del bienestar (aquí y ahora) y admitiendo, tal y como

    hace el DSM IV como un indicio psicopatológico de una vivencia o de un

    estado afectivo su mera carga de disconfort, que hay que evitar a toda

    costa (incluso repartiendo ansiolíticos en los velatorios, porque somos

    incapaces de digerir solos y “a pelo” el sufrimiento, intrínsecamente

    humano, de la muerte de un ser querido). Lejos quedan las palabras de

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    Kraepelin cuando nos advertía que “todo ser humano ha de gozar sus

    gozos y sufrir sus sufrimientos” (Kraepelin, 1904).

      El aumento de la esperanza de vida: lo que ha traído el colorario de

    restársele cotidianeidad a la muerte, a lo sumo tan solo mueren losdemás (queremos creer). Esta fantasía colectiva ha devenido en una

    especie de delirio de inmortalidad que hace incluso apartar a los

    cementerios del medio urbano, en la complicidad de que así la muerte

    no nos alcanzará (Gómez, 1998).

      El culto a la juventud: vivimos en una sociedad olímpica (Gómez, 1998)

    en la que los medios de comunicación nos bombardean una y otra vez

    con el paradigma y modelo de gente a imitar: jóvenes y guapos (pese a

    que demográficamente la población envejece, pero viejos, enfermos y

    pobres son marginales…anormales). Así nos teñimos el pelo, vestimos

    como adolescentes (cuando no nos comportamos como ellos) y nos

    hacemos una y otra operación y estiramiento para parecer jóvenes… en

    este marco pocas ganas quedan para pensar en algo de “tan mal gusto”

    como es la muerte, y menos aún la propia.

      Una menor mortalidad aparente: en nuestro entorno hemos desterrado

    a la muerte, ya no hay epidemias mortíferas, no hay hambrunas, la

    mortalidad infantil casi ha desaparecido, ya no se ven entierros por en

    medio de las calles de la ciudad, con su ritual pausado y a pie, como

    hace años. Las personas no mueren en casa y, menos aún, son veladas

    en ellas… (de hecho para un hombre medio resulta difícil creer el dato

    de que al día mueren en el mundo unas 500.000 personas…)

      Menos trascedentalidad y espiritualidad en el hombre medio: en una

    época de crisis de valores, de imperio del hedonismo, de pérdida de

    ética, dominando la cultura del pelotazo, confundiendo la felicidad con

    el gozar y el ser con el tener, se pierde sentido de la muerte, indefensos

    ante ella (diversas investigaciones al respecto nos confirman el valor

    amortiguador ante la muerte de las creencias religiosas y las

    convicciones espirituales (Lonetto y Templer 1988).

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      Una menor preparación o educación para la muerte: como sumatorio

    final de todo lo anterior nos encontramos indefensos ante la muerte,

    faltos de modelos a imitar o seguir huérfanos del necesario aprendizaje

    social que nos debería modelar para poder afrontar nuestro final… peroesto difícilmente se puede conseguir si, como ya se ha dicho, la muerte

    y los moribundos se consideran algo vergonzante, oculto y ocultable.

    Algo de lo que no se puede hablar, que no puede verse en el seno

    familiar (ya no se muerte rodeado de seres queridos y despidiéndose de

    ellos) que ha sido desterrado del hogar y catapultado a la fría

    conveniencia aséptica del hospital convirtiéndose en una muerte

    “solitaria y deshumanizada” (Kübler-Ross, 1989).

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    2. Marcos teóricos sobre el duelo

    Así como variadas corrientes teóricas podemos encontrar en psicología clínica,

    también las encontramos en cuanto a modelos explicativos acerca de los procesos de

    duelo. He recogido las corrientes que más peso tendrían tanto en la actualidad, como a

    nivel de autores que trabajan en el tema, y como formas de tratamiento que avanzo,

    pero que más adelante expondré con más detalle.

    2.1 Marco psicoanalítico:

    El marco psicoanalítico es la base en la que se sustenta por primera vez el

    concepto de duelo psicológico. Freud acuñó el término como pionero sobre

    el año 1917, siempre relacionándolo con su concepción de la psicología

    humana. Tras Freud, otros siguieron su trabajo en cuanto a duelo, como por

    ejemplo Klein y Abraham. Sin embargo la línea psicodinámica siempre se

    mueve dentro de los mismos límites.

    Para los psicoanalistas el duelo se sitúa como una tarea de inhibición del

    yo. El proceso de duelo se facilitará o dificultará en función de la superación

    de traumas infantiles. Dos aspectos influirán en nuestra elaboración de la

    pérdida: la relación con lo perdido (apego) y nuestros duelos anteriores

    (Nomen, 2.007).

    Se consideró el duelo como una expresión similar a la melancolía, la actual

    depresión mayor, con las siguientes características: a) un profundo y

    doloroso abatimiento; b) una retirada del interés por el mundo externo; c)

    la pérdida de la capacidad de amar, y d) una inhibición de toda actividad(Tizón, 2.004)

    Ahondando en las obras completas de Sigmund Freud, he encontrado unos

    párrafos del todo ilustrativos y explicativos, que en las literales palabras de

    Freud explican qué entiende él por duelo, por su proceso y demás, en mi

    opinión es uno de los temas en los que más similitudes veo en cuanto a

    otros marcos teóricos. A pesar de que las alusiones yoicas y libidinosas sean

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    patrimonio casi exclusivo del padre del psicoanálisis, la asociación duelo y

    melancolía dice así:

    “Las múltiples analogías del cuadro general de la melancolía con el duelo justifican un estudio paralelo de ambos estados.

    El duelo es por lo general la reacción a la pérdida de un ser amado o de una

    abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc. Bajo estas

    mismas influencias, surge en algunas personas, a las que por lo mismo,

    atribuimos una predisposición morbosa, la melancolía, en lugar del duelo.

    Es también muy notable que jamás se nos ocurra considerar el duelo como

    un estado patológico y someter al sujeto afligido a un tratamiento médico,

    aunque se trata de un estado que le impone considerables desviaciones de

    su conducta normal. Confiamos, efectivamente, en que al cabo de algún

    tiempo, desaparecerá por sí solo, y juzgamos inadecuado e incluso

    perjudicial, perturbarlo.” (Freud, 1917)

    En mi opinión, a pesar de no identificarme con las corrientes psicoanalíticas,

    esta visión es reveladora, en cuanto a asociar los mismos síntomas con la

    depresión, al concepto de pérdida y lamento por ésta, lo que es aceptado

    en todas las demás corrientes psicológicas. A parte de no patologizar el

    duelo, lo cual creo muy importante, y no someter al doliente a tratamiento,

    ya que habría que es un proceso normal y natural. Siempre y cuando se

    salven algunas circunstancias, ya que como veremos más adelante hay

    casos en los que se necesita tratamiento. Y acerca de lo inadecuado de

    perturbarlo, debería abrir una crítica personal, ya que un duelo, a pesar de

    ser un proceso tan natural, etc., acompañarlo, apoyarlo, e incluso tratarlo

    de manera preventiva es muy útil para llevarlo a cabo.

    Freud sigue en su capítulo: Duelo y melancolía:

    “¿En qué consiste la labor que el duelo lleva a cabo? A mi juicio podemos

    describirlo en la forma siguiente: el examen de la realidad ha mostrado que

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    el objeto amado no existe ya, y demanda que la libido abandona todas sus

    relaciones con el mismo.

    Contra esta demanda surge una resistencia naturalísima, pues sabemos que

    el hombre no abandona gustoso ninguna de las posiciones su libido, auncuando les haya encontrado ya una sustitución. Esta resistencia puede ser

    tan intensa que surjan el apartamiento de la realidad y la conservación del

    objeto, por medio de una psicosis optativa alucinatoria.

    Lo normal es que el respeto a la realidad obtenga la victoria. Pero su

    mandato no puede ser llevado a cabo inmediatamente y solo es realizado

    de un modo paulatino con gran gasto de tiempo y de energía psíquica,

    continuando mientras tanto la existencia psíquica del objeto.

    No nos es fácil indicar porqué la transacción que supone esta lenta y

    paulatina realización del mandato de la realidad ha de ser tan dolorosa.

    Tampoco deja de ser singular que el doloroso displacer que trae consigo,

    nos parezca natural y lógico. Al final de la labor del duelo vuelve a quedar el

    Yo libre y exento de toda inhibición”. (Freud, 1917)

    Así Freud, igual que otros autores más contemporáneos y de otras

    corrientes teóricas, apunta a lo naturalmente doloroso del proceso de

    duelo, a la posibilidad de una psicosis alucinatoria en cuanto a la negación

    de la pérdida, y al restablecimiento con el tiempo de la realidad.

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    2.2 Marco cognitivo (conductual)

    El modelo se denomina cognitivo pero yo he querido añadirle el apellido de

    conductual porque considero que uno sin el otro queda incompleto. Comohemos comentado anteriormente, ya sea en base a mis opiniones como a

    las aportaciones de autores citados, concluimos que el proceso de duelo se

    lleva a cabo mediante procesos mentales, así pues, el marco cognitivo tiene

    un papel activo en la explicación de los procesos de duelo.

    Entre los autores más conocidos que trabajan este marco teórico,

    podríamos destacar a Pollock, Worden, Rando, Cleiren, entre otros.

    Se postula el duelo como cumplimiento de tareas. Este modelo ve al

    individuo como alguien activo en su proceso, que deberá superar ciertas

    pruebas para llegar al final de este (Nomen, 2.007).

    Tizón recoge las aportaciones de los dos autores más importantes en este

    campo, Worden y Rando. Los cuales postularon el proceso de duelo como la

    realización de unas tareas concretas, éstas fueron:

    Según Worden (1997):

     

    Aceptar la realidad de la pérdida

      Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida

      Adaptarse a un medio donde el difunto está ausente

      Recolocar emocionalmente al difunto y continuar viviendo

    Según Rando (1991, 1993):

      Reconocimiento de la pérdida a nivel cognitivo y afectivo

      Reacción a las experiencias de pena, de dolor y de otros duelos

      Renuncia a esos vínculos y al mundo que significan

      Readaptación al nuevo mundo, olvidando el viejo

      Reinvestimiento de afectos

    Mirando ambos conjuntos de tareas observo similitudes, casi tareas idénticas

    las cuales se postulan bajo otros nombres y conceptos, pero prácticamente

    resulta lo mismo en uno y otro. Así me encuentro con muchos conceptos,

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    autores y tratamientos que pretenden desmarcarse unos de otros cuando no

    dejan de decir lo mismo. Lo iremos viendo de aquí en adelante.

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    2.3 Marco mixto o biopsicosocial

    Este modelo se plantea derivado de las investigaciones que comparan la

    dinámica de un proceso de duelo con la de un trastorno por estrés

    postraumático (Nomen 2.007). Más adelante se verá cómo tanto el TEPTcómo el duelo tiene similitudes significativas, al igual que el modelo

    psicoanalítico comparaba con la melancolía, en términos fuera del

    psicoanálisis, la depresión.

    A continuación se repasa los posibles mecanismos neuronales en el proceso

    de duelo, en concreto, el complicado.

    1. El tálamo recoge la información sensorial procedente de estructuras

    corticales, las cuales modulan la información proveniente del córtex, y por

    tanto, la huella mnésica que se nos confiere. Establecerá conexiones con el

    córtex, la amígdala y el hipocampo.

    2. El córtex medial prefrontal inhibe la respuesta frente a situaciones

    angustiosas, mediante sus conexiones con la amígdala. Por tanto, las

    situaciones estresantes pueden ser controladas y relegadas a la memoria

    declarativa. Las lesiones en esta conexión pueden dar lugar a pensamientos

    intrusivos o cogniciones irracionales, que irrumpen en el caso de duelos

    traumáticos, en incluso a mecanismos de defensa como la disociación.

    3. La amígdala es un procesador emocional, en el caso del duelo, de la

    ansiedad. Durante situaciones de estrés aparece una sobreestimulación de

    la amígdala debida a los efectos del cortisol, que se segregará en exceso. En

    consecuencia, se produce una potenciación a largo plazo de los receptores

    de NMDA de glutamato, los cuales cada vez necesitarán menos

    estimulación para activarse. A través de este proceso se producirá una

    asociación entre la estimulación actual –la pérdida desencadenante- y una

    emocionalidad negativa, que producirán un almacenamiento mnésico

    emocional (a diferencia de otros procesos que finalizan en la memoria

    narrativa).

    4. El hipocampo se conecta con las estructuras anteriores mediante el

    cíngulo, implicado en el aprendizaje y la memoria. En experimentaciónanimal, se da un daño en estructuras del hipocampo (CA3), disminución de

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    las ramas dendríticas, alteraciones en la estructura terminal de la sinapsis,

    pérdida de neuronas e inhibición de la regeneración neuronal (Bremner y

    cols., 1999), al ser expuestos a estresores. (García de Haro, 2.001)

    Al parecer, los procesos biológicos están totalmente implicados para

    explicar todo el proceso de duelo, sus síntomas etcétera, lo cual es lógico y

    fundamental, pero hay que tener en cuenta, según mi opinión en lo

    biológico, a pesar de que en condiciones normales todas las personas

    tienen las mismas estructuras cerebrales, etcétera, sigue habiendo

    diferencias entre ellas, a muchos niveles, así que incluso en este caso,

    deberíamos tener en cuenta esas diferencias interindividuales para poder

    entender y en caso necesario intervenir en duelos. A esto hay críticas que

    algunos autores ya han añadido en la literatura.

    Este último modelo se completa con la vertiente psicológica, a pesar de que

    según Bowlby quedan interrogantes a responder en relación con el proceso

    de duelo. Hay tres teorías bien conocidas que explican en este sentido la

    parte psicológica que completa a la biológica.

    a) 

    La teoría del procesamiento emocional: al producirse una situación de

    alto contenido emocional, como lo es una pérdida, la persona almacena

    la información en el cerebro emocional, lo cual provocará una

    reactivación constante de dicha información (Foa y Kozak, 1986).

    También estará implicado el mecanismo de relación entre el estado de

    ánimo y la memoria, por el cual se amplificarían recuerdos negativos y

    se minimizarán los positivos (Bowen, 1981).

    b)  Teoría del procesamiento de la información: tras una pérdida

    significativa se elaborará un nuevo patrón cognitivo de interpretación

    de la realidad, pudiendo estar implicadas las siguientes variables

    cognitivas: el control percibido sobre la situación (por ejemplo, lo que se

    piensa sobre lo que se ha podido hacer en el momento de la pérdida); la

    presencia de señales de seguridad (por ejemplo, el apoyo social); el

    grado de predictibilidad sobre el hecho (mayor ansiedad cuanto másinesperada es la situación acontecida) –valoración primaria- , y las

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    2.4 Marco psicosocial

    Dentro de éste, encontraríamos autores tan conocidos como Lindemann,

    Bowlby, Tizón (entre otras aportaciones suyas más cognitivas) y la famosa

    Dra. Kübler-Ross, quien postuló las cinco fases más conocidas sobre elduelo, las cuales veremos más adelante.

    Estos autores trabajarían el duelo desde una base clínica, y lo tratarían

    como un proceso adaptativo, además de verlo como una transición

    psicosocial.

    Lindemann observó a cientos de personas que habían perdido a seres

    queridos en un acontecimiento traumático. La pena de éstos contenía seis

    elementos: molestias físicas, preocupación o imágenes acerca de la persona

    desaparecida, culpa alrededor del hecho o de lo perdido, actitudes

    violentas, pérdida de funciones y capacidades, y tendencia a la

    identificación con la persona muerta, (Lindemann, 1944). A partir de aquí

    en adelante, un conjunto de autores empezó a postular teorías sobre fases

    a seguir en un proceso de duelo, las cuales son similares, y posteriormente

    fueron criticadas por autores más jóvenes.

    El nivel social se explica de la siguiente manera:

    En el seno de la comunidad, el individuo desarrolla una serie de

    manifestaciones similares de una sociedad a otra, aunque las sociedades se

    dividen en dos grupos en lo relativo a esta cuestión: las sociedades

    colectivistas o socio-céntricas (principios de reciprocidad, co-dependencia y

    co-responsabilidad) y las sociedades individualistas o individuocéntricas

    dependiendo de dónde nos encontremos nuestro duelo podrá sufrir

    variaciones (Kajitçibasi y Berry, 1989).

    Tizón resume los componentes psicológicos básicos implicados en el

    proceso de duelo:

      Ponen en marcha las primeras emociones humanas.

      Son una respuesta cognitivizada y socializada de dichas reacciones

    humanas ante la pérdida y la frustración afectiva.

     

    Son moldeadores del desarrollo y del psiquismo.

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      Son moldeadores de la personalidad y de sus instancias o

    componentes fundamentales: conciencia moral, tipos de defensas,

    patrones de reacción.

     

    Contribuyen a mantener en continuo cambio los sistemas neuro-biológicos (y neuro-endocrino-inmunitarios), de personalidad,

    microgrupales y grupales humanos.

      Conforman la reacción dialéctica fundamental de la psicopatología.

    Los duelos graves y reiterados favorecen la psicopatología y ésta

    facilita la inmersión en nuevos duelos y pérdidas afectivas por los

    trastornos relacionales que todo trastorno psicopatológico lleva.

    (Tizón, 2.004)

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    2.5 Marco sociológico o sociocultural:

    Este último marco sería en el que habitan las teorías y aportaciones de

    Robert A. Neimeyer, autor que me ha parecido de los más acertados a la

    hora de trabajar y escribir sobre el duelo. A pesar de que podemosencontrar a este autor en un marco sociológico o sociocultural por la

    importancia que da a los rituales, a la red social que proporciona un apoyo

    vital al doliente, y a lo imprescindible de la sociedad en la elaboración de

    todo el proceso de duelo. Podríamos encuadrarlo de la misma forma dentro

    de un marco constructivista y narrativo.

    Neimeyer explica el duelo introduciendo una serie de conceptos

    imprescindibles en sus teorías, el “self”, el significado o sentido y la

    construcción y narración. Estos conceptos implican un significado de la

    persona que construye a lo largo de su vida, tanto de sí mismo como de su

    mundo y entorno.

    Neimeyer habla de un cambio en todos esos conceptos en el momento en

    el que se sufre una pérdida.

    Este autor presenta otro grupo de fases de duelo, igual que otros autores,

    las cuales comentaremos más adelante para compararlas entre sí.

    Lo que propone Neimeyer para una elaboración saludable del duelo es la

    introspección del significado del mundo del doliente, y la narración de los

    conceptos que cambian y que se mantienen en una situación de pérdida.

    Esto tiene mucho que ver con los roles que cada persona tienen en su vida,

    el rol de progenitor, de hijo, de hermano, de jefe, de subordinado, de

    cónyuge etc. Así cuando hay una pérdida estos roles cambian

    inevitablemente y dejan de ser unos para evolucionar a otros. Lo que

    propone el autor es la construcción de esos nuevos roles a adoptar en la

    vida tras la pérdida.

    En general sus aportaciones a la realización del proceso de duelo son muy

    similares a la de otros autores, las intervenciones que propone las veremos

    más adelante.

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    Entre otras aportaciones me ha parecido interesante aportar los 10 pasos

    que Neimeyer propone como facilitadores a la adaptación a una pérdida:

    1. Tomarse en serio pequeñas pérdidas (ej. Como forma de preparar a los

    niños para futuras pérdidas).

    2. Tomarse tiempo para sentir.

    3. Encontrar formas saludables de aliviar el estrés.

    4. Dar sentido a la pérdida (darse permiso para obsesionarse con ella).

    5. Confiar en alguien.

    6. Abandonar la necesidad de controlar a los demás.

    7. Ritualizar la pérdida de forma significativa.

    8. Permitirse cambiar.

    9. Cosechar el legado de la pérdida: reevaluar las prioridades, buscar

    oportunidades en las que aplicar lo que la pérdida nos ha enseñado.

    10. Centrarse en las convicciones espirituales (religiosas y/o filosóficas).

    (Neimeyer, 1998).

    Tras haber recabado la información correspondiente a la visión del proceso

    de duelo que se tiene en las diferentes corrientes teóricas, hay un factor

    que quiero destacar, las teorías más populares y que más profundamente

    han trabajado el duelo datan de principios de siglo XX con Freud y el

    psicoanálisis y décadas posteriores con el resto de corrientes. Esto implica

    que la sociedad de entonces era bastante diferente a lo que es hoy en día,

    tanto en roles sociales, diferencias entre hombres y mujeres, y un factor,

    bajo mi punto de vista, con mucho peso a destacar es la visión de la religión.

    Estos factores han ido evolucionando a lo largo de las décadas, y es de vital

    importancia para entender el proceso de duelo y el cómo lo lleva cada

    persona. Todo esto se irá viendo a lo largo de las siguientes partes de estatesina.

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    SEGUNDA PARTE: ASPECTOS CLÍNICOS

    3. 

    El duelo por muerte

    3.1 Duelo normal

    Así cómo todos los autores que trabajan en el duelo por muerte, o cualquier

    tipo de duelo, hablan de diagnóstico, clínica etc., ya no solo por los autores de

    las diferentes corrientes teóricas sino el verlo plasmado en el DMS-IV-R,

    encuentro relativamente contradictorio el hecho de que lo primero que se dice

    sobre el tema es que no es ningún trastorno. Sino que se trata de un proceso

    adaptativo totalmente normal y natural en todos los seres humanos. En este

    caso, si no debemos patologizar el duelo (a menos de que se trate de un duelo

    complicado en el cual se contemplan síntomas y trastornos concomitantes) no

    estoy segura de hablar de clínica y de diagnóstico en el caso de que se trate de

    un duelo normal. Ya que contemplo que puede haber personas que acudan a

    consulta por un duelo normal, simplemente por buscar apoyo para elaborar el

    duelo con más facilidad (aunque siendo coherente, no será un gran número). Almismo tiempo el hecho de que sea un acontecimiento tan altamente

    estresante para el individuo y la posibilidad de poder dar unas pautas al

    doliente para ayudar a entender y pasar los síntomas de la mejor manera

    posible, no deja de ser una intervención psicológica.

    En cualquier caso he optado por analizar las aportaciones de todos los factores

    que componen el duelo en relación a los artículos y demás publicaciones que

    he encontrado.

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    SINTOMATOLOGÍA

    Los síntomas que presentan las personas en un proceso de duelo son

    muchos y muy variados. A continuación se detallan los que Worden

    contempló, pero hay que tener en cuenta que al igual que el proceso de

    duelo resulta único e irrepetible para cada doliente y para cada pérdida, los

    síntomas aparecen dependiendo de muchos factores como el tipo de

    pérdida, la personalidad del doliente, sus estrategias de afrontamiento,

    entre otros. Además de que no se van a dar todas, y pueden variar en

    temporalidad, intensidad, etc.

    Sintomatología característica del duelo normal (Worden, 1997)

    Síntomas cognitivos:

      Incredulidad (“no ha ocurrido”, “debe ser un error”)

      Confusión (dificultades para concentrarse y olvidos)

      Preocupación (obsesiones sobre lo perdido y cómo recuperarlo)

      Sentido de presencia

     

    Alucinaciones visuales o auditivas

      No hay pérdida de la autoestima

    Síntomas conductuales:

      Trastornos del sueño (dificultades para dormir y despertar

    temprano)

      Trastornos de la alimentación (pérdida y/o aumento del apetito)

     

    Conducta distraída

      Aislamiento social

      Soñar con lo perdido

      Evitar recordatorios del fallecido

      Buscar y llamar en voz alta (conductas de búsqueda)

      Suspirar

      Hiperactividad sosegada

      Atesorar objetos que pertenecían a la persona perdida

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      Visitar lugares o llevar consigo objetos que recuerdan la pérdida

      Llorar

    Síntomas emocionales:

      Tristeza (con lágrimas o sin ellas)

      Enfado (por no haber podido hacer nada, por habernos dejado –

    experiencia regresiva-, con uno mismo o con otros).

      Culpa o autorreproche (algo que ocurrió o que se pasó por alto)

      Ansiedad (“no podré sobrevivir”)

      Soledad (emocional y social)

     

    Fatiga (apatía o indiferencia, “por la mañana soy incapaz de salir de lacama”)

      Impotencia

      Shock

      Emancipación

      Alivio (en largas o dolorosas enfermedades, o cuando se ha mantenido

    una relación ambigua, difícil y prolongada)

     

    Insensibilidad

    Síntomas orgánicos:

      Vacío en el estómago

      Opresión en el pecho

      Opresión en la garganta

      Hipersensibilidad al ruido

     

    Sensación de despersonalización

      Falta de aire

      Debilidad muscular

      Falta de energía

      Sequedad de boca

    Es por este cúmulo de posible sintomatología, muy frecuente en otros trastornos, que

    se puede confundir, que podemos hacer un diagnóstico diferencial más acertado.

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    FASES:

    Prácticamente todos los autores que han estudiado y trabajado los procesos del

    duelo han postulado una serie de fases por las cuales pasa el doliente a lo largo

    de todo ese proceso. Los modelos basados en fases cómo comento son la

    mayoría de aquellos más conocidos y publicados. Esas fases son indiscutibles, y

    si se han postulado de esta manera ha sido mediante la observación de los

    infinitos casos de duelo que se pueden observar a diario, a pesar de que cada

    autor ha optado por postular las suyas, todas tienen los mismos rasgos o

    principios básicos en común. Están entre las 3 y las 5 fases dependiendo del

    autor, pero en todas aparecen prácticamente las mismas características, al final

    acaba siendo muy parecido por no decir que las fases son las mismas

    cambiando pequeños matices o los nombres de las mismas.

    Estas fases son comunes a todas aquellas personas que se encuentran en

    estado de duelo. Se pueden presentar de forma simultánea o por separado.

    Puede predominar una sobre otra y/o persistir algunos síntomas o fenómenos

    correspondientes a otra fase por un tiempo más prolongado y que pueden

    interferir o continuar en la siguiente o siguientes fases del duelo. Esto a su vez

    puede verse salpicado de oleadas de angustia aguda y/o fenómenos de

    aniversario (o fechas significativas) que producirán la sensación de un

    “retroceso” en el curso del duelo.

    El modelo de fases ayuda a entender el duelo como un proceso y no como un

    hecho. Si se contempla entonces cómo tal, el conocer por anticipado “lo que ha

    de suceder” (grosso modo, sin detalles finos) con cierta certeza, permitirá a lapersona (de forma semejante a como sucede con la aflicción anticipatoria)

    estar preparada y “tener a mano” estrategias adecuadas para controlar en la

    medida de lo posible la situación.

    Estas fases no son en forma de escalones verticales, en los que se da “un paso a

    paso”; más bien son horizontales y la persona puede estar en la primera fase

    con un pie entre la primera y la segunda y así. Se avanza sin la necesidad u

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    obligación de tener que resolver por completo todos los elementos de una fase

    anterior para poder pasar a la siguiente. (Montoya Carrasquilla, 1.991).

    Las fases más populares del proceso de duelo son las siguientes:

    Modelo de fases según Bowlby (Bowlby, 1961)

    1ª FASE: Embotamiento. Sentimiento de irrealidad

    2ª FASE: Anhelo y búsqueda de la figura perdida.

    -  Movimiento incesante por el entorno y búsqueda con la mirada

    -  Pensar intensamente en la persona perdida

    Especial atención a cualquier estímulo que sugiera la presencia del fallecido

    -  Llamar a la persona perdida

    3ª FASE: Desorganización y desesperación

    4ª FASE: Reorganización

    Modelo de estadios según Engel (Engel, 1964)

    1er ESTADIO: Conmoción inicial e incredulidad

    2º ESTADIO: Conocimiento y cólera

    3er ESTADIO: Aceptación

    Modelo de fases según Parkes (Parkes, 1970)

    1ª FASE: Insensibilidad

    2ª FASE: Anhelo

    3ª FASE: Desesperación

    4ª FASE: Conducta reorganizada

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    Modelo de fases según Kübler-Ross (Kübler-Ross, 1969)

    Fue la primera autora que popularizó una forma de concebir la adaptación

    emocional a la pérdida basada en la investigación sobre separación de Bowlby que

    introdujo un “modelo de tres fases” del duelo:

    1ª FASE: Negación y aislamiento

    2ª FASE: Cólera, ira

    3ª FASE: Negociación (regateo)

    4ª FASE: Depresión

    5ª FASE: Aceptación

    A pesar de haber sido publicado en 1969, sigue siendo el más influyente a la hora de

    entender la pérdida en Europa y Norteamérica, impregnando tanto las descripciones

    populares como profesionales del duelo.

    Modelo de etapas según Davidson (1979)

    1ª ETAPA: Incapacidad de sentir

    2ª ETAPA: Búsqueda del otro anhelo

    3ª ETAPA: Desorientación, confusión, pérdida de referentes

    4ª ETAPA: Reorganización

    Las fases vistas hasta ahora se podrían reducir a un primer momento de

    incredulidad, de no poder creer que la pérdida haya sucedido realmente, lo que se

    traduce en una negación del hecho. Tras esto, cuando la pérdida se asume cómo real,

    aparecen unos sentimientos de ira y cólera, que llevan a un estado de pérdida de

    control. Lo que da paso a los sentimientos de tristeza que se asocian a la fase más larga

    y popular del duelo, un estado depresivo que anula en cierto modo al doliente en su

    vida cotidiana. Y por último, la fase readaptativa y reorganizativa, en la cual hay una

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    aceptación de la pérdida, y una búsqueda de posición, rol y control que hasta ese

    momento se había perdido. Esto no implica la resolución total, pueden seguir

    apareciendo síntomas, además de lo comentado anteriormente sobre los retrocesos

    que pueden haber a otras fases, de todos modos al llegar a la última fase se entiendeque el proceso de duelo está llegando a su conclusión.

    Según el doctor J. Montoya Carrasquilla, las fases del duelo son parecidas al

    proceso que cualquier herida lleva hacia la cicatrización. Son fases que explica de una

    manera más sencilla a mi entender, cada una con sus características:

    FASES DEL DUELO (Montoya, 1991) 

    1. AFLICCIÓN AGUDA 

    Se inicia en el momento del fallecimiento y tiene prácticamente todos los

    elementos de un estado de shock emocional. Sin ser rígidos en la duración de este

    período, pues cada persona lo hará según su propio tiempo y estilo, su duración

    aproximada es de uno a tres meses (en algunos puede tardarse más según las

    circunstancias) Sus características más sobresalientes son:

    Incredulidad 

    Anulación psíquica 

    Confusión e inquietud 

    Oleadas de angustia aguda 

    Pensamientos obsesivos 

    Despersonalización-desrealización 

    Síntomas físicos 

    2. CONCIENCIA DE LA PÉRDIDA 

    A medida que los síntomas y reacciones iniciales pierden su intensidad (en

    particular la angustia), y la persona acepta intelectualmente la nueva situación,

    comienza esta segunda fase del duelo. Cuando el funeral termina, y los amigos y

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    conocidos reanudan sus vidas normales, el verdadero significado de la pérdida golpea

    con fuerza al superviviente. Es un período caracterizado por una notable

    desorganización emocional, con la constante sensación de estar al borde de una crisis

    nerviosa y enloquecer. Al disminuir el nivel de angustia inicial, el dolor comienza asentirse con mayor intensidad; en una palabra, la persona se siente peor. Sus

    características más importantes son:

    Ansiedad de separación 

    Estrés prolongado 

    Culpa 

    Rabia, agresividad e intolerancia 

    Comportamiento de búsqueda o de espera.

    Sintiendo la presencia del muerto 

    Ensoñación 

    3. CONSERVACIÓN-AISLAMIENTO 

    Esta fase es experimentada por muchos como "el peor período de todo el

    proceso del duelo", pues es durante ésta que la aflicción se asemeja más a una

    depresión (ya como trastorno psiquiátrico) o a una enfermedad general. De forma muy

    característica, y relacionado en parte con el desconocimiento general del proceso del

    duelo, la relación muerte-aflicción al final del año se pierde, y la mayoría de las

    personas no relacionan una cosa con la otra. Por ello, esa “nueva” sensación de

    tristeza es vivida por muchos como un cuadro depresivo aislado.

    Sin olvidar que cada persona elabora su pena según su propio tiempo y estilo,

    este momento se presenta, en promedio, al cabo de 8-10 meses. Sus características

    más importantes son:

    Aislamiento 

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    Impaciencia 

    Repaso obsesivo 

    Apoyo social disminuido 

    Necesidad de sueño 

    Estas tres primeras etapas configuran lo que muchos teóricos del duelo llaman

    la “fase aguda” de la aflicción (la cual abarca, en general, el primer año). Hasta este

    momento, lo que el deudo debe hacer, desde la óptica del trabajo de congoja, es

    expresar lo que siente, trabajar con la emoción más que con la razón, y resolver

    problemas prácticos instrumentales (domiciliarios, legales, personales). No es elmomento de reconstruir, sólo de sentir. Hasta este momento la vida del doliente es

    "dominada" por el muerto (su vida gira en torno suyo), no obstante, en algún lugar

    determinado de ese doloroso viaje de la aflicción, el doliente retoma la postura de

    pensar primero en él desde todos los ángulos o dimensiones de su vivir, piensa ya en

    términos de reconstrucción, de gobernar su propia vida. Se inicia pues la “fase crónica”

    de la aflicción, con los siguientes dos períodos del proceso.

    4. CICATRIZACIÓN 

    Este período de cicatrización significa aceptación intelectual y emocional de la

    pérdida, y un cambio en la visión del mundo de forma que sea compatible con la nueva

    realidad y permita a la persona desarrollar nuevas actividades y madurar. Esto no

    implica que el doliente no vuelva a sentir dolor; por el contrario, podrá vivirlo, pero de

    forma diferente, sin tanta angustia como al principio, si bien, con períodos de

    agudización que le recordarán épocas anteriores. Sus características más

    sobresalientes son:

    Reconstruir la forma de ser 

    Retomar el control de la propia vida 

    Abandono de roles anteriores 

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    Búsqueda de un significado 

    Cerrando el círculo 

    Perdonar y olvidar 

    5. RENOVACIÓN 

    Una vez que el doliente ha realizado los cambios necesarios en su realidad,

    sentido y estilo de vida, que ha recuperado su forma de verse a sí misma y a su mundo

    con un sentido positivo, y que ha logrado encontrar sustitutos y reemplazos para la

    persona u objeto perdido (éstos pueden ser cualquier cosa que interese al individuo o

    le dé un sentido y propósito, no necesariamente un rol sustituto), se mueven hacia lafase final del duelo. Sus características más importantes son:

    Viviendo para sí mismo 

    Aprendiendo a vivir sin él/ella 

    Reacciones de aniversario 

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    DIAGNÓSTICO (según DMS-IV y CIE-10):

    En la última edición del Manual diagnóstico de los trastornos mentales (DSM-IV-R), el

    duelo está clasificado dentro del apartado Problemas adicionales que pueden ser

    objeto de atención clínica, junto con el incumplimiento terapéutico, la simulación, el

    comportamiento antisocial del adulto, el comportamiento antisocial en la niñez o la

    adolescencia, la capacidad intelectual límite, el deterioro cognoscitivo relacionado con

    la edad, el problema académico, el problema laboral, el problema de identidad, el

    problema religioso o espiritual, el problema de aculturación y el problema biográfico.

    Estos problemas adicionales que pueden ser objeto de atención clínica no se

    consideran verdaderos trastornos mentales, sino problemas que en algún momentohacen que la persona entre en contacto con el sistema de salud mental. Se codifican

    en el eje I.

    La diferencia que haría entre el duelo y el resto de problemas que recoge en el mismo

    apartado sería que el duelo es algo inherente al ser humano, que por lo general nadie

    pasa su vida sin pasar por un proceso de duelo, menos en casos especiales en los que

    por alguna patología o trastorno mental diferente el individuo esté incapacitado para

    poder sentir y llevar a cabo dicho proceso. Aún y así, a pesar de que el DSM, bajo mi

    punto de vista, de forma acertada, no contempla el Duelo como un trastorno, sí que lo

    reduce a una reacción a una muerte de alguien significativo del entorno del individuo.

    Lo que me hace pensar, en que si se trata de un proceso de duelo por una ruptura

    sentimental, o cualquier otro tipo de pérdida, no se contempla, y no lo veo correcto.

    Porque el proceso se dará igual, incluso puede conllevar una sintomatología y unas

    características más acusadas que en un proceso de duelo por muerte.

    Según el DSM-IV, la categoría diagnóstica “duelo” puede usarse cuando el objeto de

    atención clínica es una reacción a la pérdida de una persona querida. Como parte de su

    reacción de pérdida, algunos individuos afligidos presentan síntomas característicos de

    un episodio de depresión mayor (por ejemplo, sentimientos de tristeza y síntomas

    asociados como insomnio, anorexia y pérdida de peso). El diagnóstico de Trastorno

    Depresivo Mayor no está indicado a menos que los síntomas se mantengan 2 meses

    después de la pérdida. Sin embargo, la presencia de ciertos síntomas que no son

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    característicos de una reacción de duelo normal puede ser útil para diferenciar el

    duelo de un episodio depresivo mayor. (Raya, 2.003-DSM-IV-R)

    Entre ellos se incluyen:

    1. Culpa por las cosas, más que por las acciones recibidas o no por el superviviente en

    el momento de morir la persona querida.

    2. Pensamientos de muerte más que voluntad de vivir.

    3. Preocupación mórbida con sentimientos de inutilidad.

    4. Enlentecimiento psicomotor acusado.

    5. Deterioro funcional acusado y prolongado.

    6. Experiencias alucinatorias, distintas de las de pensar que escucha la voz o ve la

    imagen fugaz, de la persona fallecida. (DSM-IV-R, 1995)

    A la hora de determinar qué diferencia la depresión mayor del duelo, por las

    características sintomáticas que ambos comparten, el DSM-IV-R aclara que los

    síntomas deben mantenerse dos meses después de la pérdida, lo cual resulta un tantoincongruente a mi parecer ya que los procesos de duelo tienen una duración

    completamente variable dependiendo de muchos factores. Esto implica, que la fase en

    la cual aparecen los síntomas propios de un estado depresivo, sea o no mayor, se

    puede alargar en el tiempo, más de dos meses, esto no va a implicar una depresión

    mayor ni siquiera vamos a poder dilucidar un duelo complicado, ya que las fases

    pueden alargarse de forma natural y poder llegar a una resolución sana.

    En cuanto al CIE-10, no se contempla la categoría de duelo, cómo los autores siempre

    comentan, no se trata de ninguna patología, lo cual nos lleva a pensar que no hay que

    clasificarlo en ningún manual de trastornos o enfermedades mentales. Pero al tener

    una cantidad importante de síntomas sí sería conveniente poder reflejarlo cómo hace

    el DSM en cuanto a problemas que pueden presentarse. Cuanto menos para tener en

    cuenta un posible diagnóstico diferencial.

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    CIE-10 – En la décima edición de la clasificación internacional de las enfermedades

    (CIE-10) no existe la categoría de duelo. Las reacciones normales de duelo, apropiadas

    a la cultura del individuo y que no excedan los 6 meses, se considerarán como:

     

    Z63.4 Desaparición o fallecimiento de un miembro de la familia.

      Z71.9 Consejo

      Z73.3 Estrés no clasificado en otra parte. Cuando las reacciones de duelo a

    causa de su contenido o forma se consideran anormales o cuando exceden los

    6 meses, se codificarán como Trastorno de Adaptación (F43.2) (CIE-10, 2000)

    El hecho de que el CIE-10 hable de que no se exceda de 6 meses los síntomas parece a

    su vez también incongruente, ya que en ese tiempo es bastante improbable que se

    pueda finalizar un proceso de duelo.

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    PRONÓSTICO 

    El pronóstico del duelo es complicado de vaticinar, primero porque no es un trastorno,

    si sigue un curso normal se va a pasar por las fases ya comentadas y va a tener una

    resolución que dependerá de factores inherentes al individuo además de otros

    determinantes los cuales normalmente coinciden con otros autores. Los

    determinantes del duelo pueden ser según Worden:

    -  Quién era la persona fallecida (tipo de relación con el difunto, parentesco…)

    -  La naturaleza del apego (fuerza, seguridad, ambivalencia de la relación,

    existencia de conflictos)

    Tipos de muerte (orden cronológico de la muerte, como hijos antes que lospadres, lugar geográfico, cuando hay distancia por un accidente en viaje,

    etc., MS –muerte súbita-, NASH –lo traumático de la muerte por la forma de

    ésta: natural, accidente, suicidio, homicidio-)

    -  Antecedentes históricos (otras pérdidas y copings, cómo las haya afrontado

    el sujeto, además de la historia de salud mental)

    -  Variables de personalidad (edad, sexo, trastorno límite de la personalidad,

    trastorno narcisista de la personalidad, trastorno dependiente de la

    personalidad y trastorno de la personalidad por evitación, estrategias de

    afrontamiento, expresión de sentimientos…)

    -  Variables sociales (culturales, red de apoyo social, religión…)

    -  Otros factores estresantes (desorganización familiar, económica…)(Worden,

    1997)

    Bowlby simplificó mucho más la explicación pero al fin y al cabo se podrían encuadrar

    las unas en las otras:

    -  Identidad y rol de la persona perdida

    -  Edad y sexo de la persona que sufrió la pérdida

    -  Causas y circunstancias de la pérdida (Bowlby, 1990)

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    En cuanto a quién era la persona fallecida, la importancia no se la doy tanto al

    parentesco que el doliente tuviera con el difunto sino al tipo de relación. Podemos

    entender que la muerte de un padre o de una madre puede afectar más que la de un

    vecino, pero si tenemos en cuenta que quizá el vecino es quién cuidó al doliente y queel progenitor se marchó de casa cuando su hijo era pequeño cortando así vínculos y

    relación, se invertirían los papeles y por lo tanto los sentimientos y emociones en el

    proceso de duelo. Que vendría a ser el siguiente punto en cuanto a la naturaleza del

    apego.

    En cuanto al tipo de muerte, es evidente que el orden cronológico y el lugar geográfico

    pueden facilitar o dificultar el proceso de duelo. Pero en cuanto al tipo de muerte,

    personalmente las siglas NASH (tipo de muerte: natural, accidente, suicidio y

    homicidio) se relacionarían con los conceptos de responsabilidad y el sentimiento de

    culpa. Si la muerte se ha producido por causas naturales o por un accidente fortuito

    (en el que no haya un claro culpable) se pueden disipar algunas culpas, pero en cuanto

    al suicidio, el responsable ha sido el difunto, además de ser algo totalmente voluntario,

    la familia de éste se va a quedar con una serie de dudas, incógnitas de si pudieran

    haber hecho algo al respecto, de si por su culpa el difunto decidió por acabar con suvida. Y la rabia se hará patente con mayor fuerza hacia la persona que falleció. Por

    último cuando hay un homicidio, más si ha sido voluntario, la culpa ha sido de otra

    persona, viéndose inmersos en una frustración por una muerte sin sentido, además de

    llevar procesos judiciales que van a entorpecer y encrudecer más aún los sentimientos

    de la familia además de dificultar el proceso de duelo, y aumentar la rabia hacia un

    responsable último y directo de la muerte.

    En cuanto a las variables de personalidad, las edades muy tempranas o muy avanzadas

    van a ser más problemáticas a la hora de llevar a cabo un duelo por las estrategias de

    afrontamiento, la educación y otros procesos. (Poch y Herrero, 2003)

    El sexo va a ser muy influyente por el mantenimiento de los roles sociales que se

    espera de uno y otro género. El hombre conlleva en sí un sentimiento de deber de

    protección del resto, de fortaleza, de no permitir que se expresen sentimientos, de

    racionalizar y expresar mediante rabia los sentimientos enmascarados de tristeza o

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    desesperación. La mujer en ese sentido tiene más licencias para poder expresar sus

    sentimientos (no está mal visto que una mujer llore y sienta pena, tanto como le pasa

    al hombre). La mujer es más proclive a buscar apoyos externos más que el hombre,

    aunque éste lo necesite. Estudios llevados a cabo por Schuchter y Zisook hancomprobado que los hombres tienden hacia conductas adictivas (consumo de alcohol)

    tras un año o más de experimentar una pérdida, y que rehacen su vida con otra pareja,

    en el caso de haberse quedado viudos, durante ese primer año.(Schuchter y Zisook,

    1993). Esto se puede deber al estereotipo de la necesidad del hombre de tener a una

    mujer al lado por la dependencia a la hora de tareas domésticas, lo cual sigue siendo

    un lastre social, de la misma manera que está peor visto que una mujer tenga más

    relaciones sentimentales, así pues la mujer podría verse cohibida a rehacer su vida por

    un sentimiento de pertenencia al anterior marido. Estos son características y rasgos

    que aún están vigentes de una educación patriarcal y machista que evoluciona pero no

    ha desaparecido totalmente en la actualidad.

    Los trastornos de personalidad explican de forma lógica el pronóstico de un duelo,

    siendo más dificultoso ante un trastorno límite de la personalidad, por lo que el

    trastorno conlleva en sí de ambivalencias en las relaciones interpersonales, conductasde riesgo para la persona, la inestabilidad afectiva, y los ataques de ira que pueden

    presentar, entre otros rasgos. El trastorno de personalidad dependiente, en el caso en

    el que el difunto sea en quien se apoyara va a quedar más desprotegido y

    desorientado a la hora de depender de alguien. Y el trastorno de personalidad por

    evitación, va a hacer claramente que la persona evite los síntomas y rasgos propios del

    proceso de duelo, de ser así, el duelo va a llegar a cronificarse.

    La red cultural va a determinar los roles que comentábamos anteriormente, además

    de ser la base y la red de apoyo del doliente. Dependiendo de ésta el proceso de duelo

    será más o menos llevadero por las ayudas que pueda recibir el doliente del entorno.

    El tipo de muerte va a determinar en gran parte el sentimiento de culpa por parte de

    los dolientes, éste va a ser vital para el proceso de duelo ya que si el doliente se siente

    muy culpable y responsable de la muerte va a ser mucho más difícil llevar el proceso

    de duelo de forma más saludable.

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    3.2 Duelo complicado

    El duelo complicado se conoce también como duelo patológico, cursa como un

    duelo normal, pero se caracteriza por la dificultad de aceptar la pérdida y por

    una reacción desmedida. La tristeza es igual o mayor que en el proceso normal

    pero se agrega la insistencia de pesadillas y sueños de contenido traumático

    cuyo sentido manifiesto tiene referencia permanente al objeto perdido.

    (Chapot y Mingorance, 2005)

    Explicado de una forma sencilla, encontraríamos un duelo normal con síntomas

    más intensos y variados además de una prolongación en el tiempo. Es posible

    que el duelo se haya enmascarado o pospuesto, o simplemente se hayaevitado. Cuando no hay ningún tipo de reacción emocional, y el sujeto se

    comporta como si no hubiera pasado nada, podemos sospechar que las

    estrategias de afrontamiento no son adecuadas, incluso pueden ser

    inexistentes. Estas reacciones van a llevar casi con seguridad a la complicación

    en el proceso de duelo.

    Hay de un 10 a un 15% de personas en duelo que se van a convertir en

    dolientes con procesos intensos y crónicos. Además hay unos predictores del

    desorden de duelo prolongado (prolonged grief disorder) como pueden ser la

    vivencia de experiencias tales como la muerte prematura de los padres o bien

    divorcios mal llevados. En el caso de los adultos, la pérdida de un familiar en

    primer grado, inesperada o violenta muerte de algún ser querido y altos niveles

    de dependencia en el otro para sentirse bien. Se asocian varios riesgos

    específicos de salud en personas con duelos complicados, como los problemassueño, abuso de substancias, funciones inmunes comprometidas, hipertensión,

    fallos cardíacos, cáncer y suicidio. Las personas que luchan con un duelo largo

    reportan mayor número de visitas al médico y frecuentes hospitalizaciones más

    que otras personas que pasan por duelos menos profundos y complicados,

    estos efectos se han observado durante 4-9 años después de la muerte.

    (Neimeyer, 2006)

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    Podemos encontrar algunos ejemplos claros en personas que se han quedado

    estancadas en un duelo complicado cómo es el fenómeno de la momificación

    (Gorer, 1965), que consiste en dejarlo todo exactamente cómo estaba antes de

    que la persona querida falleciera, por ejemplo, la habitación de un hijo con los juguetes, libros, ropa, cama, armario etc. todo intacto, se trata como de hacer

    un santuario que recuerda a la persona fallecida.

    Hay varios perfiles de duelo complicado cómo son (Worden, 1997):

    Duelo crónico: su duración es excesiva y la persona es consciente de que no

    puede pasar página. Sin embargo, las reacciones de celebración de aniversarios

    u otras fechas significativas son normales durante diez años o más y, por sísolas, no indican un duelo crónico.

    Duelo retrasado: la reacción emocional en el momento de la pérdida no fue

    suficiente y surge tiempo después.

    Duelo exagerado: la persona experimenta síntomas con una intensidad excesiva

    e incapacitante. Son los duelos en los que aparecen síntomas clínicos

    frecuentes (depresivos, ansiosos, etcétera).

    Duelo enmascarado: la persona no es consciente de que lo que sucede tiene

    que ver con la pérdida. Así, pueden presentarse síntomas físicos (dolor de

    cabeza, de estómago, problemas dermatológicos, alergias, etc.) o conductas

    desadaptativas. (Worden, 1997)

    Se han postulado criterios y premisas para diagnosticar un duelo complicado,

    como por ejemplo las que consideró Lazare:

    1. La persona no puede hablar de la pérdida sin experimentar un dolor intenso

    y reciente.

    2. Un acontecimiento aparentemente poco importante desencadena una

    intensa reacción emocional.

    3. En la sesión aparecen temas de pérdidas en el pasado (en terapia).

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    4. La persona superviviente no puede (no quiere) desprenderse de posesiones

    de la persona fallecida.

    5. Presencia de síntomas físicos parecidos a los que experimentó el fallecido

    antes de morir.

    6. Cambios radicales de estilo de vida, y evitación del grupo de amigos/familia,

    y/o actividades asociadas al fallecido.

    7. Experimentar lo opuesto de lo que uno suele ser o experimentar.

    8. Imitar a la persona muerta, identificándose de forma excesiva con lo perdido.

    9. Impulsos destructivos.

    10. Tristeza inexplicable que se produce cada año en una determinada época.

    11. El desarrollo de una fobia a la enfermedad o a la muerte relacionada con la

    enfermedad que sufrió el fallecido.

    12. Conocer las circunstancias que rodearon una muerte y cómo fue para

    nuestro cliente aquel momento. (Lazare, 1979)

    A esto, Prigerson y Jacobs (2001) plantearon una serie de criterios para saber si

    en consulta nos hallamos ante un duelo con una evolución dificultosa:

    Criterios (revisados) diagnósticos de duelo complicado:

    Criterio A:

    1. Haberse producido la muerte de alguien significativo para esa persona.

    2. Estrés por la separación del ser querido que ha muerto. Presentar, por lo

    menos cada día o en grado acusado, cuatro de los ocho síntomas siguientes:

    a)  Pensamientos intrusos (que entran en la mente sin control) sobre el

    fallecido.

    b)  Añoranza (recordar con pena su ausencia) del fallecido.

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    Los síntomas que se plantean como criterios para diagnosticar un duelo

    complicado se presentan en la mayoría de los casos en cualquier proceso de

    duelo normal. Además ese periodo de seis meses que se plantean Prigerson y

    Jacobs entre otros, sigue pareciéndome desacertado ya que, teniendo encuanta que un proceso de duelo normal puede esperarse que se prolongue

    hasta los dos o tres años, ¿cómo se puede considerar el patologizar ese duelo si

    los síntomas se presentan durante seis meses?.

    Es complejo el poner fechas, tanto para discriminar el diagnóstico cómo para

    decidir la finalización de un proceso de duelo normal, pero aún y así, no se

    debería asegurar con firmeza sino dejarlo en recomendaciones y flexibilizarlo.

    Con lo comentado hasta ahora, se pueden agrupar ciertos sectores

    poblacionales que tienen un mayor riesgo de tener un duelo complicado:

    1. Familias en la que ha fallecido un progenitor o un hijo.

    2. Aquellas que reconocen su necesidad de ayuda.

    3. De forma preventiva, cuando tras la pérdida detectamos:

    - Alto nivel de falta de apoyo percibido en la respuesta de la red social durante

    la crisis.

    - Nivel moderado de falta de apoyo percibido en la respuesta de la red social y

    con circunstancias “traumáticas” de la muerte.

    - Relación marital previa muy ambivalente con el fallecido, circunstancias

    traumáticas de la muerte y necesidades no cubiertas.

    - Presencia de una crisis vital al mismo tiempo.

    Si no hay una red social para el doliente o bien la hay pero falla, es decir, no

    aporta al sujeto el apoyo y la ayuda que éste necesita, el proceso de duelo irá

    mal, convirtiéndose en un proceso de duelo complicado, incluso a pesar de que

    el doliente tenga unas buenas estrategias de afrontamiento, sin el apoyo y la

    compañía de sus iguales la tarea se va a dificultar de una manera importante.

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    En el caso de que el doliente no tenga estrategias de afrontamiento, y además

    no tenga ningún tipo de red social que lo apoye, el duelo va a ser complicado

    casi con toda certeza además de la posibilidad de que puedan aparecer otras

    patologías relacionadas.

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    4. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

    4.1 Duelo vs. Depresión

    Para hacer el diagnóstico diferencial del duelo podemos compararlo con varias

    patologías conocidas con las que comparte muchos sí