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LAS TARÁNTULAS DE MÉXICO: PEQUEÑOS GIGANTES INCOMPRENDIDOS PÁG. 7 LAS SELVAS TROPICALES: EPÍTOME DE LA CRISIS DE LA BIODIVERSIDAD PÁG. 12 NÚM. 56 SEPTIEMBRE DE 2004 BOLETÍN BIMESTRAL DE LA COMISIÓN NACIONAL P A R A E L C O N O C I M I E N T O Y USO DE LA B I O D I V E R S I D A D Una frase utilizada cada vez con más frecuen- cia pero pocas veces valorada en su significado más amplio es aquella que advierte que “la bio- diversidad enfrenta actualmente en todo el mundo serios problemas que amenazan su per- manencia”. Los efectos de las actividades hu- manas sobre las poblaciones de organismos en su medio natural son evidentes; en ocasio- nes suelen ser graves y pocas veces pueden atenuarse o compensarse con medidas espe- cíficas de conservación y restauración. Sigue en la pág. 2 E N F E R M E D A D E S INFECCIOSAS EN P O B L A C I O N E S DE ANFIBIOS Bufo occidentalis ©Adrián Nieto

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LAS TARÁNTULAS

DE MÉXICO:

PEQUEÑOS

GIGANTES

INCOMPRENDIDOS

PÁG. 7

LAS SELVAS

TROPICALES:

EPÍTOME DE LA

CRISIS DE LA

BIODIVERSIDAD

PÁG. 12

N Ú M . 5 6 S E P T I E M B R E D E 2 0 0 4

B O L E T Í N B I M E S T R A L DE LA C O M I S I Ó N N A C I O N A L P A R A E L C O N O C I M I E N T O Y U S O D E L A B I O D I V E R S I D A D

Una frase utilizada cada vez con más frecuen-

cia pero pocas veces valorada en su significado

más amplio es aquella que advierte que “la bio-

diversidad enfrenta actualmente en todo el

mundo serios problemas que amenazan su per-

manencia”. Los efectos de las actividades hu-

manas sobre las poblaciones de org a n i s m o s

en su medio natural son evidentes; en ocasio-

nes suelen ser graves y pocas veces pueden

atenuarse o compensarse con medidas espe-

cíficas de conservación y restauración.

Sigue en la pág. 2

E N F E R M E D A D E SI N F E C C I O S A S E NP O B L A C I O N E SD E A N F I B I O S

Bufo occidentalis

©Adrián Nieto

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n otros muchos casos la in-fluencia del hombre llega a ser

catastrófica para los org a n i s m o s ,que pueden ser extirpados o extin-guidos de su hábitat natural. El casode los anfibios es sin duda uno de losmás notables. Hace varias décadascientíficos de todo el mundo comen-zaron a notar disminuciones alar-mantes en las poblaciones de algunasespecies de anfibios en los bosquesy selvas de todo el mundo; en cier-tos casos resultaba relativamentesencillo asociar las disminuciones odesapariciones con factores antropo-génicos como deforestación, cambioen el uso del suelo, contaminación,introducción de especies exóticas,urbanización y otros. Esta situación,además, parecía ser más grave enAmérica Latina, donde se concentra

una alta diversidad de anfibios queno han sido suficientemente estudia-dos y protegidos (Young et al. ,2001). Sin embargo, en estudios re-cientes se ha observado que los an-fibios desaparecen aun en áreas prís-tinas o relativamente bien conserva-das, lo que nos conduce a pensar queestamos hablando de disminucioneso extinciones naturales, o causadaspor factores que no tienen que ver di-rectamente con las actividades hu-manas (Blaustein et al., 1994; Lips yD o n e l l y, 2002).

El estudio continuo de diferen-tes especies de anfibios en el mun-do ha permitido concluir que exis-ten algunos factores que causandisminuciones no naturales en laspoblaciones de anfibios, tales comoel calentamiento global, que modi-

fica la distribución y abundancia delas especies (Pounds et al., 1999), ymás recientemente la presencia deparásitos como virus, bacterias yhongos (Berger et al., 1998; Lips,1999). Con frecuencia las declina-ciones se deben a la acción sinérgi-ca de varios de estos factores, quehace más sensibles a los anfibios aadquirir enfermedades o bien a serafectados por contaminantes.

La extinción es un proceso queocurre naturalmente; hay autoresque señalan la posibilidad de queexistan fluctuaciones y extincionesnaturales en las poblaciones de an-fibios a lo largo del tiempo (Pech-man y Wi l b u r, 1994). Es posiblediferenciar si una especie tiende aextinguirse naturalmente o por efec-tos antropogénicos, mediante elseguimiento continuo de las po-blaciones de anfibios en el campopor periodos prolongados de tiem-po que nos permita identificar losfactores que interactúan en la sobre-vivencia de las especies en la natu-raleza; en algunos casos las pobla-ciones pueden disminuir, y en otrosmantenerse estables o bien incre-mentarse.

¿Por qué en los anfibios?Muchas especies de anfibios pre-sentan ciclos de vida complejos queincluyen una fase larvaria en el aguay otra adulta en la tierra; esta carac-terística, aunada a su tipo de respi-

LAS ENFERMEDADES INFECCIOSAS Y SU P A P E L EN LA DECLINACIÓN MUNDIAL

DE LAS POBLACIONES DE A N F I B I O S

G E O R G I N A S A N T O S B A R R E R A *

Arriba:

Rana forreri

©Luis Canseco

Apareamiento de

Bufo mazatlanensis.

©Georgina Santos

Viene de la portada

E

ración (principalmente por la piel),aumenta la posibilidad de que seanafectados por contaminantes y otrassustancias disueltas en el agua y enel suelo o bien permite que se infec-ten con parásitos que penetran en elcuerpo por las branquias o por lapiel. Estas características han sidoampliamente utilizadas para consi -derar a los anfibios como “indicado-res de la calidad del ambiente” (San-tos et al., 1994).

De los parásitos que afectan a laspoblaciones de anfibios se sabía po-co hace un par de décadas; por ejem-plo, era sabido que existían algunasinfecciones causadas por bacterias(como A e ro m o n a s spp., que ocasio-na la enfermedad de las piernas ro-jas), el hongo S ap ro l eg n i a y algunoshelmintos. Estas parasitosis causanmalformaciones en el cuerpo y oca-sionalmente la muerte de algunos in-dividuos. En pocos casos podía aso-ciarse la presencia de alguno de estosparásitos con la declinación en laspoblaciones y no se consideraban co-mo la causa de la extinción de algu-na especie en determinada localidad.

RanavirusHace aproximadamente una décadaempezaron a detectarse casos de an-fibios muertos en estanques que su-puestamente no tenían contaminan-tes ni agentes infecciosos comobacterias y helmintos. Hacia 1993 seencontraron varios individuos de sa-

lamandras de la especie A m by s t o m at i gri nu m muertos en estanques decría de peces en Valle de San Rafael,al suroeste de Arizona en EstadosUnidos. El análisis cuidadoso de es-tos ejemplares condujo a la determi-nación de un virus como causante deestas muertes. Este virus, conocidocomo “ranavirus”, pertenece al gru-po de los I ri d ov i ru s; dentro de estegénero existen varias cepas que sonaltamente virulentas para peces, an-fibios y reptiles (Daszak et al. ,1999). Apartir de entonces, el rana-virus se ha encontrado en varias es-pecies de ranas (R a n a spp.) en Nor-teamérica (Canadá y EstadosUnidos), Europa (Croacia y elReino Unido), A u s t r a l i a ,Suramérica y China.

QuitridiomicosisRecientemente se des-cubrió un parásito aúnmás peligroso que losvirus, al que se consi-dera actualmente co-mo responsable de lasdeclinaciones y desapari-ciones de anfibios en lostrópicos y en algunos bosquestemplados de Norteamérica y seha diseminado rápidamente por to-do el mundo. Se trata de un hongodel orden de los Chytridiales (Ber-ger et al., 1998). Este hongo infectala piel y las partes queratinizadas delos anfibios anuros (ranas y sapos).

La primera prueba de que un hongoera el agente causante de las dismi-nuciones de anfibios en el mundoprovino de un estudio histopatológi-co realizado por Berger y colabora-dores (1998) en el cual se examina-ron ejemplares de tres especies deranas de Australia y 10 de Costa Ri-ca y Panamá. Durante el trabajo decampo se recolectaron ejemplaresmuertos y enfermos (adultos y lar-vas) a los cuales se les diagnosticóuna enfermedad epidérmica causadapor un hongo entonces no descrito

pero que pudo clasificarse dentro delorden de los Chytridiales. Era evi-dente entonces que este hongo afec-taba principalmente las partes que-

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Bufo occidentalis

©Adrián Nieto

Ejemplar

de Rana berlandieri

encontrada muerta

en un río al norte

del estado de Puebla.

Se aprecia la piel

de la ingle afectada

por una severa

micosis.

©Rodrigo Hernández

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ratinizadas de la piel en los anurosadultos y las partes bucales de laslarvas. Posteriormente el hongo fueaislado, cultivado y descrito porLongcore y colaboradores (1999) deun ejemplar de D e n d ro b ates azure u sque murió en el Zoológico Nacionalde Washington. El hongo fue nom-brado entonces como B at ra ch o chy-t rium dendro b at i d i s (B d de aquí enadelante). La comparación de esteo rganismo con las muestras tomadasaños antes en los ejemplares de ra-nas de Australia y Centroaméricapermitió definir que se trataba de lamisma especie de quitridio. Desdeentonces se ha desarrollado toda unalínea de investigación sobre enfer-medades infecciosas de anfibios cu-yo principal propósito es conocer elorigen, diseminación y patogenici-dad del B d. El objetivo principal esestablecer si es posible que los org a-nismos infectados puedan tener untratamiento satisfactorio que no pon-ga en riesgo la sobrevivencia de lasespecies en la naturaleza. Desafortu-nadamente aún no contamos con uninventario completo de las poblacio-nes de anfibios infectadas en el mun-do, aunque existen algunos registros

con los que se ha podido determinarque este hongo tiene una distribu-ción altitudinal preferente en bos-ques montanos, en un rango que vade 1 000 a 1 500 o 1 800 m. Cierta-mente el B d es el responsable de lasdeclinaciones de poblaciones de an-fibios en Australia, Centroamérica( B e rger et al., 1998; Lips, 1999; Lipset al., 2003), Suramérica (Ron y Me-rino, 2000), Puerto Rico, EstadosUnidos (Carey, com. pers.), España(Bosch, et al., 2000) y Nueva Zelan-da (Bishop, 2000).

Recientemente, Lips y colabora-dores (2003), mientras realizabanuna evaluación de la conservaciónde varias especies de ranas en lasmontañas de la Sierra de Juárez, Oa-xaca y Agua de Obispo, Guerrero,recolectaron algunos ejemplares deranas en los bosques mesófilos y deencino en estos estados. Los autoresdescubrieron algunos individuosmuertos que flotaban en el agua; losejemplares aparentemente no mos-traban signos de enfermedad, perofueron examinados por un patólogoque determinó que estaban severa-mente infectados con el B d. Éste esel primer registro que se tiene de la

presencia del B d en México. En Es-tados Unidos se ha documentadoque el B dha causado alta mortalidaden varias especies de ranas desdeColorado hasta Arizona, por lo queprobablemente el hongo se encuen-tra también en algunas localidadesdel noroeste de México. Tal vez ésasea la causa de la ausencia de algu-nas especies de sapos y ranas en elnorte de Chihuahua y Sonora, que enun principio fue atribuida a la inten-sa y prolongada sequía que afectadesde hace varios lustros el noroes-te de México. Actualmente estamosestudiando algunas especies de sa-pos de esta zona para determinar silas fluctuaciones poblacionales sedeben a la acción conjunta de facto-res climáticos, antropogénicos ydesde luego la presencia del B d(Santos y Pacheco, datos no publica-dos, C. Carey, com. pers.).

Descripción del hongoB at ra ch o chy t rium dendro b at i d i s esun hongo del orden de los Chytridia-les que se compone de rizoides enforma de fibras que crecen desde lacapa exterior de la piel del individuohospedero. Cada segmento del tallo

Sitios en el mundo

en donde se ha

registrado la

presencia de

Batrachochytrium

dendrobatidis. En el

recuadro se indican

los registros en

México, en Guerrero

y Oaxaca.

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colonial forma un esporangio. Estezoosporangio posee una o más pa-pilas inoperculadas (que no tienenuna tapa como tal, sino sólo un agu-jero); dentro de esta estructura sedesarrollan las zoosporas. La puntade cada papila de descarga tiene untapón que se lisa para liberar laszoosporas contenidas dentro delzoosporangio. Las zoosporas soncasi esféricas con una o más proyec-ciones, y son las estructuras encar-gadas de la dispersión o disemi-nación. Los esporangios formancolonias monocéntricas en la epi-dermis de los anfibios, principal-mente anuros (véanse figuras 1 y 2).

Posible origen y diseminaciónLos datos de las secuencias de A D N yel rastreo de organismos infectadospor el B d depositados en coleccionescientíficas ha permitido plantear al-gunas hipótesis sobre su origen y dis-persión. Aparentemente el hongoproviene de África y fue transporta-do a Suramérica por medio de la ra-na X e n o p u s sp., una especie utiliza-da durante los años 60 y 70 pararealizar pruebas de embarazo (Da-vidson, com. pers.). Esta hipótesistendrá que demostrarse próxima-mente; sin embargo, parece ser lamás concordante con los datos conlos que contamos hasta este momen-to. De cualquier forma, el hecho esque el hongo se ha dispersado por unsinnúmero de localidades a lo larg o

de África, América y Australia y es inevitable preguntarnos cómo esposible que un hongo que no poseemedios especializados para moversea grandes distancias haya podidoatravesar océanos y otras importan-tes barreras geográficas alcanzandonuevos continentes Las respuestasparecen tan sencillas como alarman-tes. En primer lugar, parece ser queel hombre se ha convertido en el prin-cipal transportador de esta especie deparásito. Aparentemente el descono-cimiento de los científicos y de algu-nas personas que practican el llama-do “ecoturismo” ha permitido que lasesporas activas del hongo se adhie-ran a las suelas de las botas de cam-po trasladándose así de un sitio a otroen poco tiempo. Las esporas puedenpermanecer latentes por dos a tres se-manas y son depositadas en el suelodel bosque o bien en el agua; cuandouna rana o sapo se para en el suelo ose encuentra dentro del agua, las es-poras se fijan a su piel desarrollándo-se dentro de la epidermis hasta que elesporangio alcanza la madurez y li-bera numerosas esporas que conti-nuamente reinfectan la piel del hos-p e d e r o .

Alerta, biólogosNo es posible afirmar categórica-mente por el momento si comobiólogos somos o no responsablesde la diseminación de la enferme-dad. En diferentes pruebas de labo-

atorio se demostró que el B d es re-sistente a numerosas sustanciascon excepción del cloro (Ross A l-ford, com. pers.). Por esta razón,una medida inicial de prevenciónpara la diseminación de la enfer-medad es lavar las suelas y costa-dos de las botas de campo con aguaclorada y después enjuagarlas conagua limpia. Esta operación deberealizarse antes y después de cadaviaje al campo y al cambiar de lo-calidad. El secado total al sol tam-bién reduce el riesgo de diseminarlas esporas, ya que se ha detectadoque las altas temperaturas y la fal-ta de humedad eliminan por com-pleto las esporas.

¿Qué nos depara el futuro?Por el momento no podemos sabercon exactitud cuál será el curso deesta enfermedad; es evidente queaún no tenemos suficientes datossobre la extensión de la infeccióny estos registros son necesariospara planear estrategias de conser-vación y manejo de la parasitosisa corto, mediano y largo plazos. Espertinente mencionar que hay fac-tores climáticos globales que es-tán afectando diferencialmente alas especies de anfibios haciendoproclives algunas de ellas a adqui-rir enfermedades. Es probable queel calentamiento global o el au-mento en la radiación ultravioletasean un detonador para la infec-

Figura 1. Corte histológico de la piel de una rana infectadacon Batrachochytriumdendrobatidis. A, esporangios vacíos; B, proceso inflamatorio.Tinción de hematoxilina/eosina.Foto: Robert Puschendorf

Figura 2. Corte histológicode piel de una rana infectadacon Batrachochytriumdendrobatidis. A, esporangiocon esporas listas paraliberarse; B, esporangiovacío; C, esporangio conseptación interna.Tinción dehematoxilina/eosina quemuestra los esporangiosmaduros (septación).Foto: Robert Puschendorf

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ción con el B d al hacer que la pielde algunos organismos sea mássensible o permeable. Por otro la-do, no podemos afirmar que laquitridiomicosis y los ranavirussean “enfermedades nuevas”; ig-noramos desde cuándo existen es-tas parasitosis en la naturaleza, locierto es que sabemos de su pre-sencia hace relativamente pocotiempo y requerimos un mayor nú-mero de datos para establecer es-trategias de control eficientes.Científicos del mundo, las cir-cunstancias apremian: ¿estaremosaún a tiempo para detener una po-sible crisis mundial de declina-ción y extinción de anfibios? Oja-lá que sí, todo depende del interésy del esfuerzo que seamos capacesde invertir.

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*Museo de Zoología, Facultad de Ciencias,UNAM, A.P. 70-399, 04510 México, D.F.e-mail: [email protected]

Arriba:

Apareamiento

simultáneo de

Smilisca baudini,

en una charca en

la Selva

Lacandona.

Smilisca baudini,

croando.

Bibliografía

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e levanto de la roca en la quedescansaba por un momen-

to a la fresca sombra de un olivo; unabrisa gentil acaricia mi rostro y con-templo el vasto campo que llano yapacible se presenta ante mí. Esta esuna época de cosecha más en la re-gión de Tarento, al sur de Italia, y es-tamos a mediados del siglo X I V. Lagente viene y va en alegre procesiónllevando el producto apenas cose-chado. De repente, un grito de mujeralarma a todos; corriendo llegamosal sitio de donde provino la voz y ha-llamos a una adolescente aterrada,quien entre sollozos nos narra convoz entrecortada que mientras hacíasus necesidades físicas sintió un fuer-te dolor y al voltear vio al culpable:una tarántula entre la hierba.

La llevamos al pueblo y, despuésde una corta espera, la mujer queexaminó a la adolescente sale de suchoza y con voz grave emite el dic-tamen y la cura: la muchacha fue pi-cada por una tarántula y tendrá quebailar la tarantela por dos días segui-dos. Los músicos se aprestan y enunos cuantos minutos comienzan asonar los primeros compases de latarantela, que poco a poco va au-mentando su velocidad hasta con-vertirse en una frenética melodíaque la joven sensualmente baila y enmomentos, con espasmos, se con-vierte en un paroxismo tal que hip-notiza a todos los presentes. La dan-za ocasiona una distracción de lasactividades cotidianas para los al-deanos y además les da una válvula

de escape a la represión sexual queexiste en la Edad Media.

La culpable de ese excelente pretex-to es una araña grande cuya picadu-ra puede ser muy dolorosa; su nom-bre: Lycosa tara n t u l a, de la familiade las arañas-lobo (Lycosidae), quepoco tiene que ver con las gigantesarañas velludas de los trópicos quelos europeos conocieron después enla época de los descubrimientos y lasconquistas del siglo X V I.

Cuando llegaron a América yvieron por primera vez esas enor-mes arañas, lo primero que se les vi-no a la mente fue la temida tarántu-la que ellos conocían y así fue comoquedaron bautizadas.

Hoy día se agrupa bajo la deno-minación común de tarántulas a loso rganismos pertenecientes a la fa-milia Theraphosidae del infraorden

L A S T A R Á N T U L A S D E M É X I C O :P E Q U E Ñ O S G I G A N T E S I N C O M P R E N D I D O S

León Basile Perrault,

La tarantella, 1879.

R O B E R TO R O J O *

M

Brachypelma smithi

Mygalomorphae, dentro del ordenAranea, clase Arachnida.

Esta familia se distribuye por lasregiones tropicales de todo el mun-do y actualmente se conocen alrede-dor de 867 especies. Son las arañasmás grandes, y algunas, como laGoliat (Th e raphosa bl o n d i) delAmazonas, ostentan verdaderos ré-cords llegando a alcanzar 25 cm depata a pata!! Se caracterizan por suscuerpos robustos e hirsutos, normal-mente tienen ocho ojos agrupadosen un tubérculo ocular, colmillosque se cierran de manera paralela aleje del cuerpo y cuatro pulmones enlibro o filotráqueas. Las especiesamericanas agrupadas en la subfa-milia Theraphosiinae tienen un par-che de sedas urticantes en la zonadorsal de la parte posterior de sucuerpo u opistosoma; estos “pelos”urticantes son su primer medio dedefensa contra depredadores, quepueden ser desde pequeños roedo-res hasta coatíes (Nasua sp.).

Cuando el depredador se acerca,

la tarántula raspa a contrapelo elparche de sedas urticantes ocasio-nando la ruptura y expulsión de és-tas en lo que se constituye una nubede pelos que al entrar en contactocon las mucosas de su depredador,por acción mecánica, provocan unafuerte irritación, causando una dis-tracción que la tarántula aprovechapara huir.

Las tarántulas son org a n i s m o slongevos. Una hembra puede llegara vivir hasta 25 años en cautiverio;los machos, por su parte, viven has-ta la madurez sexual, que en algunasespecies es entre los 5 y 7 años y pos-teriormente se aparean sobrevivien-do rara vez más de una temporada.

Después de aparearse, la hembrapuede retener el semen hasta un añoy cuando las condiciones son favo-rables pone una cama de seda en laque deposita hasta mil huevecillos.Posteriormente los envuelve for-mando una estructura conocida co-mo ovisaco que tiene la aparienciade una pelota de golf y que queda

bajo su esmerada protección duran-te cerca de dos meses.

Cuando las crías salen del ovisa-co cambian de piel al menos dos ve-ces y comienzan a dispersarse. Porsu tamaño y cantidad, constituyenparte importante de la dieta de lagar-tijas, sapos, aves, insectos e inclusosus mismos congéneres.

Sorteando esos peligros, muypocos individuos logran sobrevivirlos años siguientes hasta alcanzar latalla adulta, cuando sus enemigosdisminuyen considerablemente.

Las tarántulas son depredadoresobligados que se alimentan de cual-quier cosa que pase cerca y puedanmanipular desde insectos de todostamaños hasta lagartijas, serpientes,ranas y pequeños roedores y raravez aves. La mayoría presenta la es-trategia denominada “sentarse y es-perar”: aguardan cerca de la entradade su guarida, que puede tener másde un metro y medio de profundi-dad, y que ellas mismas construyenraspando y acarreando la tierra consus colmillos.

Cuando perciben vibraciones enel suelo con sus innumerables recep-tores en forma de pelos, atacan demanera increíblemente veloz y conmucha precisión. Con sus patas, quecuentan con dos pequeñas garras enla punta, acercan la posible presa asus colmillos. En fracciones de se-gundo su sencillo cerebro divididoen dos partes alrededor del esófago

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Brachypelma emilia

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hace una evaluación y si determinaque es una presa lo que en ese mo-mento se encuentra a su merced, leencaja sus colmillos que llegan amedir casi dos centímetros de larg oinyectándole un veneno que va a ser-vir para matar y digerir previamentea su presa, ya que las tarántulas nopueden alimentarse con sólidos.

Una vez que la presa sucumbe,la tarántula comienza literalmente aexprimirla apretándola entre susgrandes colmillos y unos pequeñosdientecillos que se encuentran en labase de éstos. Gracias a una bomba

succionadora que se encuentra en suestómago, absorbe los líquidosmientras el veneno actúa licuandolas partes sólidas. Una cría de ratónes totalmente digerida, incluyendohuesos y piel, en 17 horas.

En México se conocen hasta hoy67 especies, de las cuales 93.5% sonendémicas, y con este número ocu-pa el segundo lugar del mundo encuanto a diversidad de tarántulas,sólo después de Brasil.

Dentro de las especies mexica-nas encontramos muchos ejemplossobresalientes por sus característi-

cas particulares, endemismos e im-portancia comercial como los que acontinuación se describen.

Por su belleza, docilidad y larg atradición en el mundo de las mas-cotas exóticas, sin lugar a dudas latarántula más famosa del mundo esla llamada “de rodillas rojas”: sunombre científico es B ra chy p e l m as m i t h i.

Conocida por todo el país y du-rante mucho tiempo por el mundocomo la tarántula por antonomasia,sufrió al principio una explotaciónlocal, siendo vendida prácticamen-

B. emilia

B. klaasi

B. smithi

B. baumgarteni

B. boehmei

B. auratum

B. pallidum

B. ruhnaui

B. vagans

B. epicureanum

Distribución de las especies del género Brachypelma en México

Fuente: Yáñez, 1999.

B. klaasi ©Roberto Rojo B. smithi B. ruhnaui B. auratum

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te en todos los mercados del país, yposteriormente en todo el mundo,realizándose extracciones sin con-trol de las poblaciones silvestres.Acciones como éstas orillaron a queesta especie fuera incluida en la lis-ta de la Convención sobre el Comer-cio Internacional de Especies Ame-nazadas de Fauna y Flora Silvestres(CITES), apéndice II, en la categoríade amenazada y posteriormente enla Norma Oficial Mexicana 059. Apesar de estas restricciones el co-mercio ilegal sigue en pie, habién-dose registrado ya varios casos depersonas detenidas en aeropuertoseuropeos con cargamentos de 400(CITES, 2001) hasta 1 300, tarántu-las mexicanas. Generalmente estosanimales van en malas condicionesy muchas mueren debido a la deshi-dratación o a que están en procesode muda –cambio de piel– y comoson transportadas en bolsas de plás-tico, generalmente apretadas unascon otras, no encuentran espacio su-ficiente y sucumben asfixiadas en supropia piel.

Este género (B ra chy p e l m a) sedistribuye principalmente en Méxi-co con sólo un par de especies des-critas para Centroamérica, y cuentacon algunas de las tarántulas más

atractivas y buscadas por los colec-cionistas.

Otras tarántulas excepcionalesconforman un grupo único en elmundo por sus adaptaciones a la vi-da en cavernas. Descubiertas en losaños 70 por espeleólogos estaduni-denses y estudiadas por el aracnólo-go Willis Gertsch, literalmente sa-lieron a la luz con sus adaptacionestroglobias consistentes en la reduc-ción del número o ausencia de ojos,apéndices largos y delgados, así co-mo la falta del parche de sedas urti-cantes. Existen sólo siete especiesen el mundo con esas característicasy las siete son mexicanas. No se co-noce aún prácticamente nada de subiología.

Estas tarántulas tradicionalmen-te estaban agrupadas en el géneroSpelopelma de la subfamilia Spelo-pelmiinae, haciendo referencia a susadaptaciones cavernícolas, ya que elnombre proviene de la raíz speleono cueva, pero después de una revi-sión realizada por un investigadormexicano (Arturo Locht) y por unuruguayo (Fernando Pér e z - M i l e s ) ,las incluyeron el año 2003 dentrodel género Hemirraghus.

Ese mismo año, este par de inves-tigadores hicieron una gran aporta-

ción al estudio de las tarántulas des-cribiendo seis especies nuevas y sien-do éstas las primeras descripciones detarántulas hechas por un mexicano.Como dato curioso, una de estas es-pecies nuevas recibió el nombre deH e m i rraghus ch i l a n go, por ubicarsela localidad tipo dentro del territoriodel Distrito Federal. Otros trabajosimportantes llevados a cabo por me-xicanos y en particular por una zoó-loga mexicana son los realizados porMartha Yáñez con respecto a la bio-logía de B ra chypelma klaasi.

Contrariamente a lo que se pien-sa y a lo que se nos ha mostrado du-rante años en películas y telenovelassobre estos sorprendentes seres, lastarántulas no representan peligro pa-ra el ser humano; de hecho y comoen muchos otros casos, nosotros so-mos un peligro mucho mayor y realpara ellas al destruir su entorno.

El estudio de las tarántulas enMéxico aún se encuentra en sus ini-cios, nos falta mucho por conocer yaprender de estos gigantes incom-prendidos, desde especies nuevashasta sorpresas que esperan pacien-temente, como ellas, a que alguienpase cerca y …

Brachypelma klaasi

con su ovisaco.

©Roberto Rojo

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Se agradece a Francisco Medina eYssel Godar, del Laboratorio deAcarología Anita Hoffmann de laFacultad de Ciencias de la UNAM,por el apoyo en la realización dealgunas fotos del presente artículo.

Bibliografía

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Cooke, J., V. Roth y F. Miller. 1972. Theurticating hairs in Theraphosid spi-ders. American Museum Novitiates,núm. 2498, AMNH.

H o ffmann, A. 1993. El marav i l l o s omundo de los arácnidos. 2a. ed.,Fondo de Cultura Económica (Col.La Ciencia Para Todos, 166), pp.127, México.

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Yáñez, M. 1999. Taxonomía y biologíade B ra chypelma klaasi (Schmidt etKrause, 1994) (Araneae: Therapho-sidae). Tesis de maestría, Facultad deCiencias, UNAM, 87 pp.

*Colegio de la Frontera Sur, Unidad Chetu-mal, Quintana Roo. [email protected]

Brachypelma

klaasi saliendo

de su nido.

©Roberto Rojo

L A S S E L VA S T R O P I C A L E S :E P Í T O M E D E L A C R I S I S D E L A B I O D I V E R S I D A D

R O D O L F O D I R Z O *

a sensación de urg e n c i aque evoca la expresión

“crisis de la biodiversidad”tiene su epítome en las selvastropicales, debido a la coin-cidencia de dos hechos cen-trales: la desproporcionadaconcentración de diversidadbiológica planetaria que con-tienen y la magnitud observa-da y esperada de las amenazasque se ciernen sobre la sobre-vivencia de estos ecosistemasdebido al impacto humano.En este ensayo discuto la in-formación reciente que en miopinión justifica considerarlas selvas tropicales como elepítome, el compendio de lacrisis de la biodiversidad.

Biodiversidad tropical:lo que está en riesgoLa riqueza biológica de lostrópicos es ampliamente reconoci-da, en particular desde el punto devista de la diversidad de especies.Se estima que casi dos tercios de ladiversidad global de especies de va-rios grupos de organismos se loca-liza en las selvas tropicales y se sa-be que los ecosistemas terrestrescon mayor riqueza de especies enlos ámbitos local y regional son lasselvas tropicales húmedas. A l g u n o sestudios recientes demuestran quela gran diversidad tropical se refle-ja en su riqueza de especies en el

ámbito local (la llamada diversidadalfa), y también por el hecho de queel contingente de especies de un si-tio también cambia de una localidada otra (la diversidad beta). A d e m á ses claro, para el caso de numerososgrupos de organismos, que las sel-vas del Nuevo Mundo son muchomás diversas que las de los conti-nentes asiático y africano. Es tam-bién un hecho establecido que lasmarcas mundiales de diversidad deespecies corresponden a las selvastropicales húmedas, incluyendo ci-

fras récord como la de 360especies de árboles (consi-derando solamente los degran tamaño) por hectárea, o1 200 especies de escaraba-jos en la copa de un árbol tro-pical en Panamá.

Otras facetas de la biodi-versidad tropical, aunque notan ampliamente apreciadas,también son dignas de notar,incluyendo la diversidad deformas de vida en plantas, queabarca árboles, arbustos, hier-bas, palmas arborescentes ydel sotobosque, epífitas le-ñosas y no leñosas, lianas,enredaderas herbáceas y losespectaculares árboles hemie-pífitos y estranguladores. Ta ldiversidad de formas de vidaen la vegetación tropical re-fleja la gran variedad de solu-ciones evolutivas que las

p l a ntas han desarrollado para afron-tar los desafíos del ambiente tropical.

Un aspecto relacionado con elanterior es la diversidad de historiasde vida y grupos funcionales quepermiten a las plantas del trópicoadpatarse y responder específica-mente a las perturbaciones natura-les que regularmente se dan en esosambientes. Tales perturbaciones in-cluyen la caída de árboles o ramasdel dosel y los derrumbes que repen-tinamente producen aperturas en eldosel, y que constituyen ambientes

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L

libres del estrés lumínico que carac-teriza a la selva tropical. Si bien sepuede clasificar a los grupos funcio-nales coadaptados para regenerarlos claros de la selva en especiespioneras o demandantes de luz quecolonizan los claros, y especies to-lerantes a la sombra, tal dicotomíaincluye una gran diversidad de gru-pos funcionales. Algunos investiga-dores reconocen un mínimo de diezgrupos funcionales distintos asocia-dos a la dinámica de regeneraciónde dichas perturbaciones naturales.

Otro aspecto obvio, aunque pocoexplorado, de la biodiversidad tropi-cal es la diversidad de poblacionesdentro de las especies. Con la excep-ción de aquellas especies que tienenuna distribución geográfica muy res-tringida, como es el caso de la L a-candonia sch i s m at i c a ( L a c a n d o n i a-ceae), sólo conocida de unas cuantaspoblaciones de una localidad en Mé-xico, la mayoría de las especies es-tán compuestas de una constelaciónde poblaciones locales, muchas delas cuales tienen niveles considera-bles de diferenciación genética. Porejemplo, únicamente dentro del te-rritorio de México, las poblacioneslocales del árbol de ojoche o ramón(B ro s i mum alicastru m), desplieganuna notable variación en altura, diá-metro del tronco, felonía, aparienciade la corteza, tamaño de las semillasy densidad del látex.

Si bien la preocupación funda-

mental entre los científicos y la so-ciedad en general respecto de lasamenazas a las selvas tropicales secentra en el riesgo de la extinción deespecies, no debe menospreciarse elriesgo de extinción de las otras face-tas de la biodiversidad. Además, ladestrucción o perturbación significa-tiva de las selvas tropicales puedeerradicar o dislocar grupos indígenasde los trópicos, acabar con el conoci-miento tradicional albergado en talesgrupos humanos, conducir a la pér-dida de numerosos productos natura-les, y a la pérdida o perturbación delos numerosos servicios ambientalesque brindan las selvas tropicales. Ensuma, las selvas tropicales constitu-yen un verdadero monopolio de labiodiversidad planetaria y un recur-so actual y potencial de gran impor-tancia para la sociedad en general.

Las amenazas a la biodiversidad tropicalEl segundo componente de la crisisde la biodiversidad tropical, referen-te a la magnitud, curso temporal y pa-trón espacial de la destrucción del há-bitat tropical, incluye una familia deprocesos comúnmente aglutinadosen el término “deforestación”. Enrealidad, el término esconde el hechode que las selvas tropicales estánsiendo cortadas, quemadas, cosecha-das para la producción maderera,fragmentadas y defaunadas. Todo es-to a ritmos que en gran medida sobre-

pasan los precedentes históricos.Una estimación global de la defores-tación tropical sugiere una tasa de15.4 millones de hectáreas por año enla década de los años 90. A d i c i o n a l-mente se estiman 5.6 millones dehectáreas por año sujetas a la extrac-ción maderera, que suman un total de21 millones de hectáreas por año. Es-to implica que aproximadamente1.2% de las selvas tropicales sonafectadas todos los años en el ámbi-to global. Una disección de este da-to, a nivel regional, muestra que entérminos relativos (es decir porcen-taje por año), Asia es la región másamenazada debido a su pequeña co-bertura remanente, seguida por elcontinente americano y África, quetienen valores porcentuales simila-res. Sin embargo, en términos abso-lutos, el neotrópico tiene las tasasmás altas de conversión (10 millonesha/año), seguido por Asia (6 millo-nes ha/año) y África (5 millones deha/año). Dentro de los continentes,las tasas de conversión varían muchoentre países, localidades y tipos deselva. Las áreas más afectadas sonaquellas con mejor acceso, mayorproductividad, mejores suelos y, confrecuencia, mayor riqueza biológica.

Si bien buena parte de la aten-ción se ha centrado en las selvastropicales húmedas, las selvas se-cas y estacionales no pueden seri g n o r adas. Algunos autores sugie-ren que estas últimas son las más

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Página opuesta:

fragmentación de la

selva en Las

Cañadas, Chiapas.

Tablones de caoba,

Tres Garantías,

Quintana Roo.

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GOLFO DE MÉXICO

Volcán San MartínPajapan

Volcán SantaMarta

1967

2000

Laguna de Sontecomapan

San Andrés Tuxtla

Volcán San Martín

1976

1986

Laguna de Catemaco

LAREGIÓN DE LOS TUXTLAS

En esta imagen de satélite se aprecian losremanentes de la cobertura boscosa de losvolcanes, San Martín, Santa Marta y SanMartín Pajapan. Un estudio realizado conbase en el análisis de imágenes de satélitede la parte norte de la Sierra de Los Tuxtlas,pone de manifiesto la reducción de la selva.La tasa de deforestación de 1967 a 1976 y a1986 se ha calculado en cerca de 4% en ca-da intervalo, y de 1% en el periodo 1986-2000. La disminución de la tasa en el últimoperiodo se explica, lamentablemente, por-que el terreno remanente está confinado asectores donde el acceso humano es muydifícil. [Imágenes de 1967, 1976 y 1986 ela-boradas por Dirzo y García; imagen de2000, por Mendoza y Dirzo].

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amenazadas. Por ejemplo, se estimaque de los 550 000 km2 o r i g i n a l e sde selvas secas de Mesoamérica,menos de 2% permanecía relativa-mente intacto en la década de losaños 80. En México, las selvas se-cas son ricas sobre todo en especiesy endemismos y es probable que cu-brieran, originalmente, unos 27 mi-llones de hectáreas. Sin embargo seestima que hacia 1990 sólo persistíaun 27% de la cobertura original.

La conversión a potreros para laganadería y a terrenos agrícolas sonlas principales causas de alteración delas selvas, pero la importancia relati-va de esas actividades varía de regióna región. En el neotrópico en particu-l a r, la conversión a potreros es la ac-tividad de conversión predominante;sin embargo la explotación madereraha empezado a tomar un gran augeadicional en la A m a z o n í a .

Más allá de la deforestación p e rs e, es importante considerar la con-figuración espacial de los hábitatsremanentes. El paisaje predominan-te de las selvas residuales es el de unmosaico de fragmentos de vegeta-ción inmersos en una matriz de te-rrenos convertidos. Hasta ahora nocontamos con estudios adecuadosdel grado de fragmentación de la sel-va tropical, pero algunas estimacio-nes locales y regionales subrayan es-

te fenómeno. Por ejemplo, en laAmazonía brasileña, el área de sel-va fragmentada es más de un 150%mayor que el área deforestada. En laregión de Los Tuxtlas, Veracruz, elárea remanente de selva en la partenorte de la sierra está constituida poruna constelación de aproximada-mente 1 000 fragmentos, la mayoríade los cuales tiene un tamaño de ape-nas unas cuantas hectáreas. Hoy sa-bemos que la fragmentación consti-tuye una seria amenaza para lasupervivencia de numerosas espe-cies, así como para el mantenimien-to de diversos procesos ecológicos.

Finalmente, en conjunción conlos cambios en la cobertura vegetal,se evidencia un serio impacto por lasobreexplotación de numerosas es-pecies de plantas y animales. Si bienla explotación maderera es amplia-mente reconocida, la extirpación dela fauna es en gran medida ignorada.No obstante, podemos inferir que elpulso de defaunación contemporáneadebe ser considerable, si nos basamosen la poca información disponible.Por ejemplo, se ha estimado que lacacería de subsistencia en la A m a z o-nía brasileña elimina un monto de ca-si 15 millones de animales de tallamedia y grande por año. Si sumamosque al efecto de la cacería se suma lagran susceptibilidad de la fauna de

esas tallas a la fragmentación del há-bitat, resulta lógico suponer que nu-merosos sitios tropicales estén seria-mente defaunados. Por ejemplo,algunos estudios recientes en la sel-va de Los Tuxtlas demuestran que lafauna de mamíferos terrestres está tandepauperada que no es posible detec-tarlos por métodos convencionalesde muestreo de dichos animales.

La coincidencia de la exuberantebiodiversidad tropical con los nive-les actuales de destrucción del hábi-tat y defaunación tienen el potencialde disparar un gran pulso de extin-ción biológica en términos de pobla-ciones, especies, formas de vida ygrupos funcionales, así como de co-nocimiento tradicional, serviciosambientales y procesos ecológicosque, en última instancia, son el prin-cipal mecanismo de retroalimenta-ción de la gran biodiversidad tropi-cal. Esta confluencia de hechosrequiere una gran sensibilizaciónsocial para apreciar lo que está enriesgo, así como un esfuerzo signi-ficativo a nivel nacional e interna-cional, si es que queremos preservarlos reservorios más importantes dediversidad biológica en nuestro pa-ís y en todo el mundo.

* Departamento de Ecología Evolutiva,

Instituto de Ecología, UNAM.

Deforestación en

Marqués de

Comillas, Chiapas.

Desde las primeras expediciones de naturalistas europeos en

México, la Sierra Madre Oriental ha sido un área de enorme

interés científico. En ella se ubica un gran número de locali-

dades tipo, donde se han recolectado ejemplares a partir de

los cuales se han descrito numerosas especies de plantas y

a n i m a l e s .

En la Sierra Madre Oriental se concentran más de 2 500 de

las 26 000 especies de plantas vasculares estimadas para el pa-

ís, en una gran variedad de ecosistemas que son el hábitat de un

importante número de especies animales de todos los grupos

taxonómicos.

B i o d ive rsidad de la Sierra Madre Ori e n t a l, editada por

Isolda Luna, Juan J. Morrone y David Espinosa, es una publi-

cación de Las Prensas de Ciencias de la Universidad Nacional

Autónoma de México, con el apoyo de la Conabio.

El propósito general de esta obra es presentar una síntesis de

la riqueza biológica de los grupos taxonómicos de la Sierra Ma-

dre Oriental, de forma que constituya una referencia general de

consulta. El libro, que está estructurado en cinco partes (medio

físico, flora, fauna, biogeografía, y conservación y uso) y 28 ca-

pítulos, constituye una valiosa aportación al conocimiento bio-

lógico de nuestro país.

Los artículos reflejan la opinión de sus autores y no necesariamente la de la CONABIO.

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