Educación integral

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1 Educación integral Luis Antonio Gutiérrez Soria Una de las funciones de la educación futura debe ser promover la capacidad de los alumnos para gestionar sus propios aprendizajes, adoptar una autonomía creciente en su carrera académica y disponer de herramientas intelectuales y sociales que les permitan un aprendizaje continuo a lo largo de su vida. En una sociedad más abierta y compleja, hay una insistencia creciente en que la educación debe estar dirigida a promover capacidades y competencias y no sólo conocimientos cerrados o técnicas programadas, de ahí que algunos sitúen en el centro de este proyecto educativo a la capacidad de aprender. Así, en esta realidad globalizada, de la sociedad de la información y el conocimiento, la educación debe centrarse en el desarrollo de competencias y habilidades, me permito presentar de manera literal una sátira del “Currículo dientes de sable” publicada en 1939, que recuerda a las primeras materias del currículo: Formar a los jóvenes en el arte de capturar peces, cazar caballos lanudos a garrotazos y asustar con fuego a los tigres dientes de sable. La cuestión era: ¿Qué ocurriría con estas venerables materias cuando alguien inventara la caña de pescar, los caballos lanudos se trasladaran a terrenos más altos y fueran remplazados por antílopes más veloces, y los tigres se murieran y ocuparan su lugar unos cuantos osos? ¿No se les debería jubilar o sustituir por estudios más pertinentes?: “No seas tonto” le dijeron los sabios ancianos mostrando sus sonrisas más benévolas. No enseñamos a capturar peces con el fin de capturar peces; los enseñamos para desarrollar una agilidad general que nunca se podrá obtener con una mera instrucción. No enseñamos a cazar caballos a garrotazos para cazar caballos; lo enseñamos para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca podrá obtener de una cosa tan prosaica y especializada como cazar antílopes con red. No enseñamos a asustar tigres con el fin de asustar tigres; lo enseñamos con el propósito de dar ese noble coraje que se aplica a todos los niveles de la vida y que nunca podría originarse en una actividad tan básica como matar osos. Todos los radicales se quedaron sin palabras ante esta declaración; todos salvo el más radical de todos. Estaba desconcertado, es cierto, pero era tan radical que aún hizo una última protesta. Pero, con todo, sugirió deberéis admitir que los tiempos han cambiado. ¿No podríais dignarnos a probar estas otras actividades más modernas? Después de todo, quizá tengan algún valor educativo.

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Educación integral

Luis Antonio Gutiérrez Soria

Una de las funciones de la educación futura debe ser promover la capacidad de los

alumnos para gestionar sus propios aprendizajes, adoptar una autonomía creciente en su

carrera académica y disponer de herramientas intelectuales y sociales que les permitan

un aprendizaje continuo a lo largo de su vida. En una sociedad más abierta y compleja,

hay una insistencia creciente en que la educación debe estar dirigida a promover

capacidades y competencias y no sólo conocimientos cerrados o técnicas programadas,

de ahí que algunos sitúen en el centro de este proyecto educativo a la capacidad de

aprender.

Así, en esta realidad globalizada, de la sociedad de la información y el conocimiento, la

educación debe centrarse en el desarrollo de competencias y habilidades, me permito

presentar de manera literal una sátira del “Currículo dientes de sable” publicada en 1939,

que recuerda a las primeras materias del currículo:

Formar a los jóvenes en el arte de capturar peces, cazar caballos lanudos a garrotazos y

asustar con fuego a los tigres dientes de sable. La cuestión era:

¿Qué ocurriría con estas venerables materias cuando alguien inventara la

caña de pescar, los caballos lanudos se trasladaran a terrenos más altos y

fueran remplazados por antílopes más veloces, y los tigres se murieran y

ocuparan su lugar unos cuantos osos? ¿No se les debería jubilar o sustituir

por estudios más pertinentes?: “No seas tonto” le dijeron los sabios

ancianos mostrando sus sonrisas más benévolas. No enseñamos a

capturar peces con el fin de capturar peces; los enseñamos para

desarrollar una agilidad general que nunca se podrá obtener con una mera

instrucción.

No enseñamos a cazar caballos a garrotazos para cazar caballos; lo

enseñamos para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca

podrá obtener de una cosa tan prosaica y especializada como cazar

antílopes con red. No enseñamos a asustar tigres con el fin de asustar

tigres; lo enseñamos con el propósito de dar ese noble coraje que se aplica

a todos los niveles de la vida y que nunca podría originarse en una

actividad tan básica como matar osos. Todos los radicales se quedaron sin

palabras ante esta declaración; todos salvo el más radical de todos.

Estaba desconcertado, es cierto, pero era tan radical que aún hizo una

última protesta. Pero, con todo, sugirió deberéis admitir que los tiempos

han cambiado. ¿No podríais dignarnos a probar estas otras actividades

más modernas? Después de todo, quizá tengan algún valor educativo.

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Incluso los compañeros radicales de ese hombre pensaron que había ido

demasiado lejos.

Los sabios ancianos estaban indignados. La sonrisa se esfumó de sus

semblantes. “Si tú mismo tuvieras alguna educación, le dijeron gravemente,

sabrías que la esencia de la verdadera educación es la intemporalidad. Es

algo que permanece a través de las condiciones cambiantes como una

roca firmemente plantada en medio de un tumultuoso torrente. ¡Has de

saber que hay verdades eternas y que el currículo dientes de sable es una

de ellas! (Pozo, 1999:13)

Vale la pena hacer una reflexión retomando esta sátira, es importante asumir que los

contenidos de enseñanza y las formas de organización escolar no son un fin en sí mismos

sino un medio, y que su valor educativo es relativo y no absoluto.

Somos conscientes de que la sociedad actual se caracteriza por mostrar formas nuevas

de relacionarse, de interacción con los otros y con el conocimiento, acercarse al mundo

de los conocimientos ha pasado a ser una necesidad formativa generada por las

implicaciones sociales y la influencia de la revolución tecnológica y difusión de la misma.

Una sociedad de la información y del conocimiento que exige el establecimiento de una

función formativa, hacer que los futuros ciudadanos interioricen, asimilen la cultura en la

que viven comprendiendo su sentido histórico, pero también y lo más importante, que

desarrollen las capacidades necesarias para acceder a esos productos culturales,

disfrutar de ellos y en lo posible, renovarlos.

Ante esto, la escuela ya no se constituye más con la fuente primera, ni mucho menos la

principal de conocimiento para los alumnos en muchos campos del saber, pues en gran

medida, la saturación de información que reciben nuestros alumnos, a quienes

mantenemos en ocasiones cautivos y pasivos dentro de un salón de clases, rebasa la

capacidad de la escuela, pues los formatos en que esta se presenta (televisión, Internet,

etcétera) son más atractivos que los escolares, aunque no siempre sea una información

veraz, pues incluso esta puede ser fragmentada y deformada.

Así pues, no necesitamos de más información (aunque en ocasiones sea importante

contar con ella), requerimos de capacidades para buscar, seleccionar e interpretar la que

recibimos.

La realidad nos muestra que la escuela ya no puede proporcionar toda la información

relevante debido a la movilidad y flexibilidad de esta, pero queda la posibilidad de que los

docentes generen situaciones que permitan a los alumnos desarrollar capacidades y

estrategias de aprendizaje que les faciliten una asimilación crítica de la información,

desarrollar “capacidades generales” (tal como se manifiesta en la sátira del currículo

dientes de sable).

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Desarrollar “capacidades generales” nos lleva a pensar en lo que defiende la Declaración

Mundial sobre Educación para Todos en su artículo primero:

“Cada persona –niño, joven o adulto- deberá estar en condiciones de

aprovechar las oportunidades educativas ofrecidas para satisfacer sus

necesidades básicas de aprendizaje. Estas necesidades abarcan tanto las

herramientas esenciales para el aprendizaje (como la lectura y la escritura, la

expresión oral, el cálculo, la solución de problemas), como los contenidos

básicos del aprendizaje (conocimientos teóricos y prácticos, valores y

actitudes) necesarios para que los seres humanos puedan sobrevivir,

desarrollar plenamente sus capacidades, vivir y trabajar con dignidad y

participar plenamente en el desarrollo, mejorar su calidad de vida, tomar

decisiones fundamentadas y continuar aprendiendo” (Torres, 1998:48).

Esta idea la resume Torres (Ibid) como “necesidades básicas de aprendizaje” es decir, el

conjunto de conocimientos, capacidades, actitudes y valores necesarios para que las

personas sobrevivan, mejoren su calidad de vida y sigan aprendiendo.

De la conferencia realizada en Jomtien, Tailandia, rescatamos los cuatro pilares

(elementos que estructuran una competencia, según los participantes de la conferencia)

de la educación para todos:

Aprender a aprender:

Implica desarrollar las habilidades para seguir aprendiendo

permanentemente y de manera autónoma. Puede considerarse a la vez

como un medio y finalidad de la vida humana, en cuanto medio, consiste

para cada persona en aprender a comprender el mundo que le rodea, al

menos suficientemente para vivir con dignidad, desarrollar sus capacidades

profesionales y comunicarse con los demás. Como fin, su justificación es el

placer de comprender, de conocer, de descubrir. El incremento del saber

permite comprender mejor el propio entorno, el despertar de la curiosidad

intelectual, estimula el sentido crítico y permite descifrar la realidad,

adquiriendo al mismo tiempo una autonomía de juicio. Aprender a aprender

nos permite ejercitar la atención, la memoria y el pensamiento.

Aprender a hacer:

Considera la puesta en marcha de los conocimientos, al mismo tiempo que

nos permiten conocer, entender y buscar transformar nuestra realidad.

Aprender a hacer, implica concebir del cúmulo de conocimientos,

herramientas que permitan satisfacer nuestras necesidades cotidianas. Es

importante no sólo la “calificación” profesional sino, una competencia que

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capacite al individuo para hacer frente a gran número de situaciones y a

trabajar en equipo en el marco de las distintas experiencias sociales o de

trabajo que ofrecen a los jóvenes y adolescentes.

Aprender a ser:

Para que florezca mejor la personalidad y se esté en condiciones de obrar

con creciente capacidad de autonomía, de juicio y de responsabilidad

personal. Con tal fin, no menospreciar en la educación ninguna de las

posibilidades de cada individuo: memoria, razonamiento, sentido estético,

capacidades físicas, aptitudes para comunicar, etcétera. En un sentido más

amplio, este desarrollo tiene como objeto el despliegue completo del hombre

en toda su riqueza y en la complejidad de sus expresiones y de sus

compromisos, individuo, ciudadano, miembro de una familia y de una

colectividad. Es un proceso dialéctico que comienza por el conocimiento de

sí mismo y se abre después a las relaciones con los demás.

Aprender a vivir juntos (a convivir):

Desarrollando la comprensión del otro y la percepción de las formas de

interdependencia (realizar proyectos comunes y prepararse para tratar los

conflictos) respetando los valores de pluralismo, comprensión mutua y paz.

(Delors, 1997).

Estos cuatro pilares pueden resumirse en una sola palabra “educación integral” misma

que contempla desarrollar a través del fortalecimiento de estos rasgos, lo que aquí hemos

llamado “capacidades generales” constituidas como herramientas que le permitan al

alumno no sólo, a manera de ejemplo, repetir un documento, sino poder interpretarlo,

representarlo y si es posible reconstruirlo.

El sistema educativo, en palabras de Pozo (1999) no puede educar específicamente para

cada una de esas necesidades, pero lo que sí puede hacer es formar a los futuros

ciudadanos para que sean aprendices más flexibles, eficaces y autónomos, dotándoles de

capacidades de aprendizaje y no sólo de conocimientos o saberes específicos que suelen

ser menos duraderos. Tarea complicada para los maestros en esta aventura de educar.

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Las habilidades del pensamiento

Diversos estudios señalan la necesidad de aprender y desarrollar de forma cada vez más

compleja habilidades de tipo general, adaptables a una amplia gama de situaciones, antes

que las específicas aplicables sólo a casos concretos.

Sabido es que la enseñanza escolar se ha centrado tradicionalmente en el contenido de

las asignaturas, descuidando el desarrollo pleno de las capacidades y habilidades

cognoscitivas que son indispensables para aprender, incluso de las mismas que se

reiteran en planes y programas de estudio, tales como: capacidad de razonamiento,

capacidad de auto-aprendizaje, pensamiento autónomo, pensamiento crítico, solución de

problemas, creatividad, etcétera.

Desarrollar las habilidades del pensamiento es hoy más necesario que nunca, en la

medida que se requiere no sólo saber muchas cosas, sino la habilidad para aplicar esos

conocimientos con eficacia, mucha capacidad de adaptación, aprender rápidamente

nuevas técnicas, aplicar conocimientos antiguos a formas nuevas, elegir acertadamente y

valorar las alternativas existentes de manera concienzuda a fin de tomar decisiones

correctas, desarrollar el espíritu de indagación y razonamiento, discriminar los mensajes y

las afirmaciones, sopesar las pruebas, valorar la solidez lógica de las deducciones,

discurrir argumentos en contra de hipótesis alternativas, se requiere más que nunca,

pensar de un modo crítico.

Lograr este nivel de pensamiento implica del grado máximo de significación de los

conocimientos, considerando la activación de las habilidades del pensamiento

(habilidades complejas que pueden por tanto ser aprendidas y mejoradas) la creatividad y

la solución de problemas.

La actividad mental en el tratamiento de las informaciones requiere la presencia de

habilidades y estrategias.

Ejemplo de algunas habilidades se retoman en el trabajo realizado por Blomm (1956)

quien menciona que para crear una buena planificación que permita generar prácticas

educativas, es necesario tener claro en primer lugar: el área de aprendizaje, en segundo

lugar que los objetivos estén correctamente planteados, en tercer lugar que las

herramientas de evaluación sean las adecuadas y por último, determinar las actividades a

realizar.

En su taxonomía clasifica y ordena el aprendizaje, a fin de facilitar la acción planificadora

de los docentes. Retomamos aquí el campo cognoscitivo, mismo que comprende el área

intelectual que abarca las sub-áreas del conocimiento, la comprensión, la aplicación, el

análisis, la síntesis y la evaluación.

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1.- Conocimiento: Se refiere a la capacidad de recordar hechos específicos y

universales, métodos y procesos, esquemas, estructuras o marcos de

referencia sin elaboración de ninguna especie, puesto que cualquier cambio

ya implica un proceso de nivel superior.

Requiere que el sujeto repita algún dato, teoría o principio de forma original, es

decir, terminología (palabras, términos técnicos, etcétera), hechos específicos

(fechas, partes de algo, acontecimientos, convencionalismos (formas de tratar

ideas dentro de un campo de estudio). Para redactar objetivos de este nivel

se usan generalmente verbos como: definir, señalar, describir, nombrar,

identificar, narrar, indicar, mencionar, entre otros.

2.- Comprensión: Se refiere a la capacidad de comprender o aprehender, en

donde el estudiante sabe qué se le está comunicado y hace uso de los

materiales o ideas que se le presentan sin tener que relacionarlos con otros

materiales o percibir la totalidad de sus implicaciones. El material requiere de

un proceso de transferencias y generalización, lo que demanda una mayor

capacidad de pensamiento abstracto.

Requiere que el alumno explique las relaciones entre los datos o los principios

que rigen las clasificaciones, dimensiones o arreglos de una determinada

materia, conocimiento de los criterios fundamentales que rigen la evaluación

de los hechos o principios, y conocimientos de la metodología, principios y

generalizaciones.

Entre las acciones que pueden manifestarse se encuentran la traducción

(parafrasear: habilidad para comprender afirmaciones no literales como

simbolismos, metáforas, traducir material matemático, simbólico, etcétera) la

interpretación (explicación o resumen, reordenamiento o nuevos arreglos de

puntos de vista); extrapolación (implicaciones, consecuencias, corolarios,

efectos, predicciones), generalmente este nivel se identifica cuando se usan

verbos como: traducir, resumir, expresar, parafrasear, discutir, etcétera.

3.- Aplicación: Se guía por los mismos principios de la comprensión y la única

diferencia perceptible es la cantidad de elementos novedosos en la tarea por

realizar. Requiere el uso de abstracciones en situaciones particulares

concretas.

Pueden presentarse en forma de ideas generales, reglas de procedimiento o

métodos generalizados y pueden ser también principios, ideas y teorías que

deben recordarse de memoria y aplicarse, así podemos reconocer la solución

de problemas en situaciones particulares y concretas (uso de abstracciones en

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tipos de conducta y tipos de problemas), para este nivel se usan verbos como:

demostrar, practicar, emplear, solucionar, aplicar, operar, usar, etcétera.

4.- Análisis: Consiste en descomponer un problema dado en sus partes y

descubrir las relaciones existentes entre ellas. En general, la eventual

solución se desprende de las relaciones que se descubren entre los elementos

constituyentes. Implica el fraccionamiento de una comunicación en sus

elementos constitutivos del tal modo que aparezca claramente la jerarquía

relativa de las ideas y se exprese explícitamente la relación existente entre

éstas.

Entre las acciones que pueden desarrollarse en este nivel destacan el análisis

de elementos (reconocer supuestos no expresados, distinguir entre hechos e

hipótesis), identificación de relaciones entre elementos (conexiones e

interacciones entre elementos, comprobación de la consistencia de las

hipótesis con informaciones y suposiciones dadas, reconocimiento de los

principios de organización de la situación problemática (estructura explícita e

implícita: reconocimiento de formas y modelos, técnicas generales utilizadas,

etcétera), identificación de conclusiones y fundamentación de enunciados, los

verbos que caracterizan a este nivel son, entre otros, diferenciar, distinguir,

discriminar, contrastar, criticar, analizar, inferir.

5.- Síntesis: Implica el proceso de trabajar fragmentos, partes, elementos,

organizarlos, ordenarlos y combinarlos para formar un todo, un esquema o

estructura que antes no estaba presente de manera clara.

Requiere la reunión de los elementos y las partes para formar un todo, en

este nivel se desarrollan entre otras, las siguientes acciones: la elaboración de

un plan o conjunto de actos planeados (habilidad para proponer formas de

comprobar hipótesis), desarrollo de conjuntos de relaciones para clasificar o

explicar datos, deducción de proposiciones y relaciones (de un grupo de

proposiciones básicas o de representaciones simbólicas), construcción de un

modelo o estructura, reordenación de las partes en una secuencia lógica.

Podemos identificar este nivel a través de algunos verbos tales como

organizar, reconstruir, proponer, reordenar, entre otros.

6.- Evaluación: La capacidad para evaluar se mide a través de los procesos de

análisis y síntesis. Requiere formular juicios sobre el valor de materiales y

métodos, de acuerdo con determinados propósitos.

Incluye los juicios cuantitativos y cualitativos de acuerdo a los criterios que se

sugieran (los cuales son asignados por el docente), juicios en función de

evidencia interna (de exactitud lógica, consistencia o criterio interno), juicios

en función de criterios externos (criterios seleccionados: comparación de

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teorías, comparación de un trabajo con respeto a normas, etcétera). Los

verbos que se usan con frecuencia para redactar objetivos de este nivel son

juzgar, evaluar, apreciar, revisar, corregir, seleccionar, justificar, valorizar,

entre otros.

Bloom (Ibid), presenta la siguiente tabla para organizar los verbos de cada uno de los

niveles:

NIVELES DE OBJETIVOS EN EL DOMINIO COGNOSCITIVO

CONOCIMIENT

O

COMPRENSIÓ

N

APLICACIÓ

N ANÁLISIS SINTESIS

EVALUACIÓ

N

Adquirir

Calcular

Citar

Clasificar

Conocer

Decir

Definir

Describir

Distinguir

Enumerar

Fijar

Formular

Hacer listado

Identificar

Localizar

Mostrar

Nombrar

Recitar

Recordar

Relatar

Repetir

Reproducir

Seleccionar

Señalar

Subrayar

Traducir

Anular

Cambiar

Comentar

Comparar

Confeccionar

Construir

Decir

Describir

Determinar

Dibujar

Diferenciar

Discutir

Distinguir

Explicar

Expresar

Extraer

conclusiones

Fundamentar

Generalizar

Hacer listas

Identificar

Ilustrar

Inferir

Informar

Interpretar

Justificar

Leer

Memorizar

Aplicar

Clasificar

Comparar

Demostrar

Desarrollar

Descubrir

Diseñar

Dramatizar

Efectuar

Ejemplificar

Ejercitar

Ensayar

Escoger

Experimenta

r

Fomentar

Hacer

Ilustrar

Interpretar

Llevar a

cabo

Modificar

Operar

Organizar

Planificar

Practicar

Programar

Realizar

Aclamar

Analizar

Calcar

Comparar

Constatar

Criticar

Debatir

Desarmar

Descompon

er

Descubrir

Desmenuzar

Determinar

Diagramar

Diferenciar

Distinguir

Enfocar

Examinar

Experimenta

r

Inspeccionar

Inventar

Investigar

Observar

Probar

Relacionar

Señalar

Ver

Categorizar

Clasificar

Coleccionar

Compilar

Componer

Concebir

Concluir

Confecciona

r

Constituir

Crear

Deducir

Definir

Diseñar

Elaborar

Escribir

Especificar

Esquematiz

ar

Fabricar

Formular

Idear

Imaginar

Intuir

Inventar

Juntar

Manejar

Ordenar

Apreciar

Aprobar

Argumentar

Asignar

puntos

Asignar valor

Auscultar

Calcular

Calificar

Comparar

Comprobar

Considerar

Constatar

Criticar

Decidir

Discutir

Elegir

Escoger

Estimar

Jerarquizar

Juzgar

Medir

Preferir

Rechazar

Revisar

Tipificar

Valorar

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Narrar

Preparar

Recitar

Reconocer

Recordar

Relacionar

Relatar

Repetir

Replantear

Representar

Resumir

Traducir

Transformar

Ubicar

Reestructur

ar

Relacionar

Resolver

Sintetizar

Usar

Utilizar

Organizar

Planificar

Preparar

Producir

Proponer

Proyectar

Reconstruir

Relatar

Resumir

Sintetizar

Suponer

Teorizar

Hacernos conscientes del uso que hacemos de las habilidades y de las estrategias

concretas y conseguir controlar sus aplicaciones para utilizarse, son acciones que

parecen estar relacionadas con el buen resultado de nuestros aprendizajes más

complejos. La cuestión no sería solamente conocer estrategias cognoscitivas o

habilidades de pensamiento específicas, sino saber cómo y cuándo utilizarlas para

obtener eficazmente resultados deseables, esta es otra tarea del proceso de enseñanza,

considerar las habilidades del pensamiento a desarrollar (identificando la congruencia de

estas con la tipología de los contenidos a abordar) al momento de poner en marcha una

situación de aprendizaje.

La investigación sobre la enseñanza, a la luz de las nuevas concepciones del aprendizaje,

muestra que los profesores que realmente ayudan a aprender no son simples

transmisores de su saber, ellos dirigen a través de la mediación de la enseñanza, el

desarrollo de las capacidades intelectuales de sus alumnos (Onge, 2000:85).

Detengámonos un momento, Gardner (1999) argumenta, en contra de la popular creencia

de que existe una inteligencia humana, y de que ésta puede ser medida y cuantificada,

que tal concepción es incorrecta y debilita a la humanidad, además de tener

consecuencias negativas para niños y niñas en nuestras escuelas.

Utech (2001) retomando a Gardner propone que una inteligencia es la habilidad para

resolver problemas o crear productos que sean valorados en uno o más contextos

culturales, de ahí la importancia de estas.

De esta manera desmitifican la concepción de la inteligencia como algo con lo que se

nace y de lo que solamente se tiene una cantidad fija y estable. Hasta el momento,

Gardner (1999) ha establecido ocho inteligencias diferentes: cenestésico corporal,

musical, lingüística, lógico-matemática, espacial, interpersonal, intra-personal y

naturalista. Ha dedicado gran parte de su vida a la investigación del cerebro humano y al

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hacerlo se dio cuenta de que las partes del cerebro corresponden directamente a ciertas

habilidades. Descubrió que hay personas con daño en una región cerebral que pierden

una inteligencia pero conservan las otras. Hay partes que corresponden a habilidades

lingüísticas, otras relacionadas con habilidades musicales.

La relación entre las habilidades y el cerebro es uno de los diversos criterios que se

utilizan para diferenciar las múltiples inteligencias. La teoría de las Inteligencias Múltiples

se organiza a la luz de los orígenes biológicos de cada capacidad para resolver

problemas. Sólo se tratan las capacidades que son universales a la especie humana

(Gardner, 1999:33).

En otras palabras, esas capacidades Vygotsky las llama “herramientas de la mente”

(Bodrova, 2004). Los seres humanos usan herramientas, crean nuevas herramientas y

enseñan a otros a usarlas. Estas herramientas amplían las habilidades humanas pues

permiten que las personas hagan cosas que no podrían hacer de otro modo.

Las herramientas de la mente amplían la capacidad mental para permitir a los seres

humanos adaptarse a su medio ambiente, podría decirse que funcionan como

herramientas mecánicas. Al igual que las mecánicas, las herramientas de la mente

pueden ser usadas, inventadas y enseñadas (Bodrova, 2004:17). Las herramientas de la

mente capacitan a los seres humanos para planear anticipadamente, dar soluciones

complejas a los problemas y trabajar con los demás para conseguir una meta común.

La herramienta mental o como aquí nos ha dado por nombrar, la “capacidad general”

estribaría en asociar, crear y recordar. Algunos llaman a estas “capacidades generales”

procesos de pensamiento, procesos cognitivos, operaciones mentales o estrategias de

aprendizaje; en lo que coincidimos es en que dichas capacidades generales constituyen la

base de todo aprendizaje, del desarrollo paulatino de las inteligencias múltiples

propuestas por Gardner.

El tema de las habilidades del pensamiento y las estrategias cognitivas es muy amplio,

Etty (2005) identifica habilidades y estrategias requeridas en diferentes áreas de

conocimiento, me permito retomar las que la autora enumera:

Para el caso de las Matemáticas: Se requiere el desarrollo de habilidades en los

siguientes aspectos:

Cuatro operaciones básicas: Habilidad para aplicar en forma automática

diagramas de flujo de cada operación.

Resolución de problemas verbales: Habilidad para traducir las oraciones y

combinarlas en representaciones significativas, por ejemplo, empleando la

estrategia de “parafrasear con palabras propias” las oraciones.

Ecuaciones algebraicas: Habilidades para planificar y monitorear los planes,

es decir, las habilidades metacognitivas.

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Problemas algebraicos: Habilidades para organizar o clasificar la información

de los problemas, para clasificar jerárquicamente dicha información y para

representar gráficamente los problemas.

Para el caso de las ciencias:

Habilidades metacognitivas generales: La primera es desarrollar en los

estudiantes la habilidad de pensar en su proceso de razonamiento para que

así puedan probar sus concepciones intuitivas o erróneas, la segunda es la

habilidad para entender los propios procesos utilizados para seleccionar

concepciones alternativas.

Habilidades metacognitivas particulares: Se dividen en habilidades para

planear las soluciones a los problemas y habilidades para evaluar la

efectividad de las posibles soluciones, etcétera.

Por otro lado y como uno de los puntos medulares de este texto, Pozo (2006) defiende

que el aprendizaje puede entenderse como una función biológica desarrollada en los

seres vivos, de una cierta complejidad que implica producir efectos en el organismo para

responder a los cambios ambientales relevantes, conservando esos cambios internos

para futuras interacciones con el ambiente, lo que exige disponer también de diferentes

sistemas de memoria o representación de complejidad creciente.

Una de las propuestas más relevantes en este sentido es la de distinguir entre procesos

de aprendizaje asociativo (es decir, cómputos meramente estadísticos de la probabilidad

de ocurrencia conjunta de sucesos) y procesos de aprendizaje constructivo (basados en

la interpretación y la elaboración, en buena medida conscientes, de los propios

conocimientos). Según esta distinción, existirían unos procesos básicos o capacidades

generales que permitirían a los organismos computar las relaciones de contingencia entre

sucesos, haciendo que el mundo no sólo fuera más predecible sino también más

controlable.

Pero las personas dispondríamos, además, de otros mecanismos de aprendizaje más

complejos que nos permitirían construir nuestra visión o representación de ese mundo y

vivir en ella. Así, el aprendizaje asociativo, en la vieja tradición empirista, tendería a

reflejar la estructura del mundo, extrayendo y optimizando las regularidades que hay en

él, por lo que si se adquiriera así, el conocimiento no podría ser sino un reflejo más o

menos preciso del mundo. En cambio, el aprendizaje constructivo generaría nuevos

mundos, nuevas formas de conocer, que no se limitarían a recoger el orden externo, sino

a generar nuevas formas de organización cognitiva, en suma, nuevos significados. Según

esa concepción, sería por tanto el mundo el que constituiría un reflejo del conocimiento

construido y no al revés. (Pozo, 2006:16).

Pozo considera que los procesos de aprendizaje explícito serían por tanto posteriores

evolutiva y funcionalmente al sistema de aprendizaje implícito, en el que se apoyarían,

pero al mismo tiempo permitirían reestructurar el funcionamiento de ese sistema primario.

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Pero, para ello, se necesitan no sólo procesos cognitivos individuales, sino también la

mediación de sistemas culturales de representación y conocimiento que hagan posible la

re-descripción representacional de los aprendizajes implícitamente adquiridos.

La interiorización de esos nuevos sistemas de representación explícita (o conocimiento)

hará posible una reestructuración de la propia mente, mediante la adquisición no sólo de

nuevos conocimientos sino también de procesos cognitivos que generarán nuevas formas

de representar el mundo y, con ellas, nuevos mundos mentales desde los que sea posible

reconstruir la propia mente a la vez que se reconstruye la cultura.

La revisión de algunas teorías y modelos sobre el pensamiento, la inteligencia y el

sistema cognitivo del individuo permite identificar puntos en común sobre la naturaleza del

pensamiento. Reconocemos, aunque con diferentes formas de nombrarlos, la existencia

de un componente activo de la mente conocido como los “procesos” y las “operaciones”;

un componente estático conocido como las “estructuras” y los “esquemas” que están

conformados por los conocimientos y la información adquirida y otro componente

dinámico que permite vincular los dos anteriores con el nombre de “estrategias”.

Monereo (1998) ubica las estrategias como parte de los procesos, estableciendo que las

estrategias son ejemplos de procesos, cierto tipo de procedimientos para procesar y

organizar la información, por lo que pueden ser ubicadas en el conocimiento de tipo

condicional.

Por su parte los procesos pueden ser entendidos como operadores intelectuales que

actúan sobre los conocimientos para transformarlos y generar nuevas estructuras de

conocimiento. Los procesos que dan lugar al conocimiento procedimental, es decir, los

procesos se descomponen en procedimientos que generan estructuras mentales de tipo

procedimental, este tipo de conocimiento se almacena en lo que algunos denominan

“esquemas de procesos”. Algunos procesos considerados básicos elementales son la

observación, la relación, la comparación, la clasificación, el análisis, la síntesis, entre

muchos otros.

Las estructuras en cambio son entidades cognitivas de tipo declarativo o semántico en

torno a las cuales actúan los procesos; son la materia prima indispensable para que

ocurran las operaciones de pensamiento: hechos, conceptos, principios, reglas, teorías,

que conforman una disciplina o un campo de estudio; también son la información acerca

de hechos o situaciones de la vida cotidiana, este tipo de estructuras se almacenan luego

en los esquemas de datos.

Pongamos especial atención en las estrategias, es decir, a saber qué hacer y cuándo

hacerlo, y qué clase de operaciones mentales se es capaz de aplicar ante diferentes

situaciones de aprendizaje. Las estrategias de pensamiento son mecanismos a través de

los cuales se pueden relacionar los procesos y las estructuras, son heurísticos y

dependen de las demandas del tipo de situación y del tipo de tarea. Como una misma

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estrategia puede servir a muchas situaciones, todo depende de que el sujeto seleccione

uno o varios procesos que sean los adecuados al tipo de situación y tarea y que sea

capaz de aplicarlos.

Los buenos pensadores, argumenta Estévez (2005:63) no sólo cuentan con los procesos

correctos, sino que también saben cómo combinarlos y así generar estrategias útiles para

resolver problemas. De hecho, ningún problema puede ser resuelto mediante un solo

proceso de pensamiento en forma aislada, por ello debemos aprender a combinar dichos

procesos de forma productiva. Por esto defiende en muchas ocasiones que las

estrategias son procesos de alto nivel de complejidad cognitiva que dan lugar a

conocimiento condicional, el cual es almacenado en esquemas de tipo “procesos”.

Los procesos mentales existen por sí mismos en todas las personas, aun sin que éstas

sean conscientes de ellos. No obstante, dado que la aplicación de un proceso implica su

transformación en un procedimiento, cuando se practica de manera controlada y

consciente produce la adquisición de una habilidad de pensamiento, es decir, la

capacidad para utilizar con destreza y control un proceso mental. Entonces, la habilidad

de pensamiento se adquiere mediante un aprendizaje sistemático y deliberado, mientras

que el proceso o la operación mental existe por sí misma en el cerebro, siendo la base

para el desarrollo de habilidades y estrategias y al incorporación de conocimientos.

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14

Una enseñanza intencionada

La planificación de la enseñanza

Coincidimos en que la enseñanza puede ser definida como la acción de compartir,

proponer y promover un conocimiento que, al ser asimilado, dará como resultado el

aprendizaje, como un acto común en el que tanto el que enseña como el que aprende se

involucren activamente, es decir, unos (los que enseñan) generan situaciones didácticas

que le permitan al que aprende poner en marcha sus “capacidades generales” para

hacerlas cada vez más complejas, construir aprendizajes y desarrollar competencias.

Ante esto, enseñar no equivale necesariamente a imponer al alumno la memorización de

hechos, fechas y acontecimientos, sino, mediante estrategias de enseñanza favorecer la

generación de las habilidades necesarias para interpretarlos, ubicarlos en un tiempo y

espacio y sobre todo, valorar las causas y consecuencias de estos en el presente que

viven. Se trata de conducir a los alumnos hacia una interpretación personal y crítica sobre

los temas históricos, considerando sus conocimientos previos, habilidades, y capacidades

cognitivas, e incentivándolos para aprender a aprender a través de estrategias de

enseñanza adecuadas al diseño curricular que consideren los niveles cognitivos y estilos

de aprendizaje de los estudiantes.

Esta tarea implica reconsiderar la concepción del aprendizaje y verlo como el uso de

conocimientos nuevos y de estrategias específicas para comprender de diferente forma

las ideas y los problemas. Aprender sería entonces, potencializar de forma cada vez más

compleja las capacidades intelectuales que permitan pensar y actuar de forma diferente.

Es una actividad que compromete al alumno y exige que la enseñanza se planifique en

función de las capacidades que se han de adquirir.

Por ello, es necesario considerar que la actividad mental en el tratamiento de las

informaciones requiere la presencia de habilidades y estrategias; habilidades entendidas

como las actividades de procedimiento que pueden ser utilizadas para dar cumplimiento a

tareas específicas de aprendizaje.

Esto implica el reconocimiento de que nuestra comprensión no es completamente exacta,

y escoger las estrategias adecuadas para remediar la situación y evaluar el resultado

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15

obtenido a partir de una estimación de lo que sería aceptable. Supone también que

damos bastante importancia a la tarea de perseverar en nuestras tentativas de alcanzarlo

y que atribuimos nuestros éxitos a nuestros esfuerzos. Éstos son algunos aspectos de la

metacognición, es decir, del conocimiento necesario de nuestro propio funcionamiento en

situación de aprendizaje para llegar a controlarlo.

La enseñanza debe permitirle al estudiante desarrollar progresivamente las capacidades

de metacognición, que le ayuden a generar una reflexión sobre sus operaciones de

pensamiento. De ahí la necesidad de repensar nuestra práctica, considerando una

metodología que permita estructurarla como un espacio que brinde al estudiante la

oportunidad para aprender a través de sus medios.

Así, toda persona que haya enseñado conscientemente alguna vez, puede dar cuenta de

que este proceso no es una actividad improvisada, sin orientación. Uc (BCENOG, 2008)

considera dos concepciones (enseñanza y aprendizaje) sostiene que al considerar la

tarea educativa desde estos dos conceptos, se acepta la existencia de dos procesos, los

cuales, se cree se dan por separado, uno enseña y otro aprende, es decir, si alguien

enseña, el otro necesariamente aprende; la enseñanza causa aprendizaje, estos dos

elementos forman parte de la cadena del acto educativo, separados, pero que requieren

de un acto intencionado para unirse, el acto educativo.

Dado que la enseñanza es una actividad dirigida por una intención (hacer aprender las

cosas necesarias), necesita al menos una preparación, es decir, la planificación de la

enseñanza o en otras palabras, pensar en la relación pedagógica a desarrollar en el aula,

buscar el “eslabón perdido” que permita unir enseñanza-aprendizaje, en otras palabras,

gestionar el conocimiento, generando con ello un proceso didáctico.

Establecer esta relación exige, entre otras cosas, un gran número de conocimientos y

habilidades por parte de los profesores. Schulman, citado por 0nge (1997) identifica siete

fuentes de conocimiento necesarios para la enseñanza:

1. El conocimiento del contenido: conocimiento y comprensión de la materia

que se va a enseñar. 2. El conocimiento didáctico: mezcla de conocimientos disciplinares y

pedagógicos que permite a los profesores organizar los conocimientos para facilitar el aprendizaje.

Page 16: Educación integral

16

3. El conocimiento de la pedagogía general: conocimiento de los diversos métodos de enseñanza, estrategias y actividades.

4. El conocimiento de los alumnos: conocimiento de lo que caracteriza a los alumnos y conocimiento de los procesos de aprendizaje que ellos utilizan (teorías del aprendizaje).

5. El conocimiento de los contextos: conocimiento de aquello que los profesores pueden contar para enseñar.

6. El conocimiento de las metas, los objetivos y fines: conocimiento de lo que convierte su enseñanza en necesaria.

7. El conocimiento del programa: conocimiento de la articulación de los diversos elementos que componen el programa.

No es una tarea fácil, implica por parte del docente, desarrollar la habilidad para articular

estos conocimientos y ser explotados para beneficio del proceso de enseñanza, entendida

esta como una actividad, un hacer, una práctica.

Uc (BCENOG, 2008) retomando a Fenstermarcher establece el concepto genérico de

enseñanza como una actividad en la que debe haber al menos dos personas, una de las

cuales posee un conocimiento o una habilidad que la otra no posee; la primera intenta

transmitir esos conocimientos a la segunda, estableciéndose entre ambas una cierta

relación a fin de que la segunda los adquiera.

La enseñanza es una actividad que busca favorecer el aprendizaje. La enseñanza genera

un andamiaje para facilitar el aprendizaje de algo que el aprendiz puede hacer sin que se

le brinde una ayuda. A la manera de los andamios que se colocan para construir un

edifico y se van retirando a medida que el edificio se eleva, la enseñanza sería la guía o el

sostén que el docente ofrece y luego retira para favorecer el aprendizaje de sus alumnos.

La enseñanza sistemática exige en la medida en que se produce, un proceso de

comunicación entre docentes y alumnos que permite que los primeros ayuden a los

segundos a resolver problemas que no serían capaces de resolver por sí mismos. Claro

que la enseñanza no sólo es “ayuda” sino también “guía” del aprendizaje que los alumnos

realizan en la escuela, dependiendo de la concepción que sobre la enseñanza se

defienda.

La enseñanza, coincidimos en que es la promoción sistemática del aprendizaje mediante

diversos medios, es una actividad práctica que se propone gobernar los intercambios

Page 17: Educación integral

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educativos para orientar en un sentido determinado los influjos que se ejercen sobre las

nuevas generaciones (Gvirtz, 1998).

Me permito retomar una idea propuesta por Jackson (1968) quien considera que la

actividad de enseñanza puede catalogarse dentro de un modelo sistemático al agrupar las

diversas tareas que deben realizar los profesores en tres grandes periodos o fases: una

fase de preparación o pre-activa, una fase de activación de la relación pedagógica o fase

interactiva y una más de verificación de resultados o pos-activa, para fines de este

documento nos enfocaremos sólo en la fase pre-activa (aunque al proponer más adelante

el análisis de la práctica como una estrategia de evaluación) se está considerando la fase

pos-activa misma en la que los docentes deben planificar su actividad.

Según él, es en la fase pre-activa donde es necesario idear, planificar y organizar la

creación de diferentes relaciones. Una parte importante del trabajo del maestro, recae en

la toma de decisiones en torno a las cuales se configura el “plan” de su actuación.

Muchos autores coinciden en describir una fase previa a la enseñanza o pre-activa,

caracterizada por la preparación o planificación de lo que después se llevará a cabo en el

aula.

No obstante, esta fase puede ser muy diferente entre equipos o de un docente a otro.

Hay quien establece una programación minuciosa y detallada, y otros que tienen algunas

ideas en mente a partir de las cuales van concentrando las actividades diarias de la clase

y así lo lleva a la práctica.

Antúnez (1999) defiende que cuando cualquier persona se acerca a una acción futura, ha

de saber de antemano para qué sirve, de dónde parte, qué va a hacer, dónde lo hará, y

cómo lo hará. Por tanto, según esta lógica, programar será la preparación previa de las

actividades que realizará cualquier persona, lo que incluye el conocimiento previo de la

situación, el conocimiento del presente y la proyección futura. En el campo educativo, la

programación que se realiza de las actividades en el aula será el acto curricular más

cercano a la intervención didáctica con el alumnado.

Por tanto, la conceptualización usual es que programar las tareas de desarrollo y

aplicación del currículum en el aula, es la plasmación formal de un conjunto de contenidos

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18

y actividades pensadas para que sean trabajadas en un contexto y en un futuro más o

menos próximo.

Si consideramos que la enseñanza en la acción también es un conjunto de actitudes,

disposiciones para buscar sentido a lo que se hace, programar la enseñanza se convierte

entonces en un proceso de investigación y no una formalización rígida. Por tanto, es

lógico que la interpretación y la plasmación formal de estas cuestiones que se suponen

tan elementales en todo proceso hayan dividido y dividan actualmente el campo de las

ideas y de la práctica educativa.

Ante esto, la programación ha de poseer un orden lógico y didáctico de la materia,

siempre dentro de la flexibilidad que ha de tener una programación para adaptarse a las

diversas circunstancias específicas que suelen aparecer durante el desarrollo vertiginoso

de la aplicación del programa.

Toda programación de las tareas en el aula, ha de iniciarse partiendo de y considerando

las siguientes premisas:

Conocimiento pedagógico. Este es el marco que nos permite analizar y responder al por qué de una determinada selección de conocimientos, y cuáles son los que se pretenden trabajar con los alumnos, y cómo, porque reúnen la condición de conocimiento relevante y útil en el contexto en el que se desenvuelven.

Conocimiento social: Permite analizar el marco en el que se encuentra la enseñanza y provocar la reconstrucción del conocimiento vulgar en conocimiento académico con una finalidad de análisis crítico y de transformación y mejora social.

Conocimiento psicológico: Permite saber el tipo de alumnos, su diversidad y cuáles son sus características.

Conocimiento epistemológico: Permite conocer y analizar el contenido y su secuencia lógica de aprendizaje.

Conocimiento de las condiciones contextuales específicas: Permite conocer y analizar las necesidades del alumnado, los recursos del centro educativo en el que se lleva a cabo el aprendizaje. Esto significa tener en cuenta las necesidades educativas sociales y los intereses de los alumnos para favorecer el máximo aprendizaje.

Vale la pena pensar en las bondades que algunos defienden en torno a la programación

de la enseñanza:

- Nos dará cierta seguridad y ayudará a eliminar el azar y la improvisación, lo que no significa renunciar a la capacidad de añadir nuevas ideas, y ayudará asimismo a no renunciar a un margen de flexibilidad, de nuevos aspectos

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originales en el proceso. Es el componente artístico de la actividad educativa, del que no debemos prescindir.

- Nos ayudará a eliminar los programas incompletos, ya que instaura una reflexión sobre la secuenciación y la temporización.

- Evitará caer en la pérdida de tiempo y el esfuerzo vano. - Sistematizará, ordenará y concluirá el esfuerzo conjunto realizado en el

proyecto con los otros profesores. - Permitirá adaptar el trabajo pedagógico a las características culturales y

ambientales del contexto.

La programación (planificación) nos ayudará a regular y sistematizar este proceso de

creación de estructuras intelectuales en los alumnos, ya que no es únicamente una

temporización y distribución de contenidos y actividades, sino que es un proceso continuo

que se preocupa no sólo del lugar hacia dónde ir, sino también de por qué y cómo ir, es

decir, a través de qué medios y eligiendo los caminos más adecuados, por lo que la

planeación debe ser algo dinámico, no acabado ni rígido.

Por su parte, Bassedas (2000) argumenta que planificar permite tomar decisiones sobre la

intencionalidad que preside a la intervención, prever las condiciones más adecuadas para

alcanzar los objetivos propuestos y disponer de criterios para regular todo el proceso.

Supone entonces, una reflexión sobre lo que se busca lograr, sobre cómo se hace y cómo

se valora; una reflexión que permita fundamentar las decisiones que se tomen y observar

su coherencia y continuidad.

Entendemos que la planificación es una herramienta en manos del profesorado que

permite prevenir qué pasará en la clase; una herramienta flexible que admite variaciones,

incorporaciones y que incluso puede dejarse de lado cuando la situación lo amerita, en

otras palabras, la planificación se constituye como “una prefiguración de la realidad”.

Muchas veces, la planificación se ha entendido como una rutina, una cuestión

básicamente técnica que hay que tener elaborada y que, una vez trabajada, hay que

seguir paso a paso como una receta de cocina que hacemos por primera vez y cuyas

instrucciones originales no podemos modificar ni un ápice. Desde otras posturas, la

planificación se ha considerado como algo que es necesario tener elaborado y guardado

en el cajón por si alguien nos lo pide. En este caso se le ha atribuido una connotación

excesiva o exclusivamente burocrática, que tampoco responde al papel que tiene en el

desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje.

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Debe entenderse a la planificación como una ayuda al pensamiento estratégico del

docente, una sospecha inteligente de hacia dónde pueden ir las cosas, pero que no cierra

de entrada ninguna vía; al contrario, la planificación sólo puede concentrarse en el aula, y

en ella habrá que tomar un conjunto de decisiones que a veces afectarán a lo que se

había previsto, mientras que otras cambiarán sustancialmente.

La planificación se llena de bondades, pues:

Permite tomar decisiones reflexionadas y fundamentadas.

Ayuda a clarificar el sentido de lo que enseñamos y de los aprendizajes que pretendemos potenciar.

Permite tomar en consideración las capacidades y los conocimientos previos del alumnado y adaptarse a ellos.

Aclara las actividades de enseñanza que quieren realizarse.

Permite detectar las posibles dificultades de cada alumno y orienta la ayuda que deberá proporcionarse.

Prepara y prevé los recursos necesarios.

Conduce a la organización del tiempo y del espacio.

Ayuda a concretar el tipo de observación que debe realizarse para la evaluación y prever momentos adecuados para llevarla a cabo.

Entendamos la planificación, retomando los argumentos de Encabo (1998) como la

instancia fundamental de la producción de conocimiento del docente, la herramienta

eficaz que da cuenta de su intencionalidad pedagógica, en oposición a la improvisación y

al espontaneísmo. Siempre que sea lo suficientemente flexible como para ir adecuándose

en realimentación con la práctica, ampliándose a partir de ella, en tanto es una hipótesis

de trabajo y no una receta rígida y estereotipada.

Una dificultad es que no se ha producido un acuerdo unánime sobre la importancia y los

diversos componentes de la programación de las tareas en el aula. El dar prioridad a uno

u otro depende del modelo curricular adoptado para explicar o interpretar el proceso

educativo. Aunque los distintos modelos presentan diferencias sobre la importancia de un

componente u otro y su prioridad a la hora de programar las actividades, todos coinciden

en que los componentes que hay que analizar y tener en cuenta en ese proceso dinámico

de la planeación didáctica en el aula son los siguientes:

Los contenidos

Los propósitos u objetivos didácticos

Las actividades

Los recursos puestos a disposición de las actividades y de los alumnos

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Los criterios y momentos de la evaluación, y

El establecimiento de la dinámica del grupo (estrategia de enseñanza)

Ahora bien, es necesario hacernos conscientes de que toda acción organizada que el

hombre proyecta, se encuentra sustentada por una planificación, de ella, debemos pensar

cuáles son sus propósitos, con qué medios la realizará, quiénes estarán involucrados en

ella y cuál será su probable resultado, además de considerar en qué tiempo y espacio

será posible concretarla.

Estos mismos aspectos están presentes en la planificación de la acción educativa: para

qué: objetivos; con quién: actores involucrados en el proceso; qué: contenidos; cómo:

actividades o metodología; cuándo: distribución del tiempo con qué: recursos.

Consideremos entonces el inter-juego de todos estos factores, el docente irá configurando

sus anticipaciones en la búsqueda constructiva de un modelo propio que le permita

organizar el proceso de enseñanza a fin de generar un aprendizaje, es decir, podremos

considerar la planificación como el eslabón que permitirá unir ambos procesos, por un

lado la enseñanza y por otro el aprendizaje, los cuales coexisten en uno mismo, es decir,

en una práctica educativa.

Durante muchos años se consideró la enseñanza y el aprendizaje como dos fenómenos

que se producen simultáneamente y constituyen un solo proceso. El aprendizaje se

pensaba, es una consecuencia directa de la enseñanza; no hay aprendizaje sin

enseñanza pero tampoco enseñanza sin aprendizaje.

Algunos estudios más recientes cuestionan esta simbiosis y señalan la necesidad de

tomar en cuenta el aprendizaje como eje de análisis para entender las condiciones que lo

favorecen, cómo se produce y cómo evoluciona. Ante esta concepción, enseñanza y

aprendizaje se caracterizan como dos procesos independientes que no necesariamente

son causa y efecto (Chevallard, 1997).

La planificación de la enseñanza vendría a jugar el papel del eslabón perdido entre una

enseñanza que parece querer controlar todo el proceso didáctico y un aprendizaje cada

vez más debilitado por la exigencia de que se produzca como una consecuencia

Page 22: Educación integral

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inmediata, casi instantánea de la enseñanza, de ahí la importancia del diseño de los

procesos mediáticos de la enseñanza.

Zavala (2007:147,149) por su parte, defiende que la organización de los contenidos en la

escuela primaria ha dado lugar a diversas formas de relación y colaboración entre las

diferentes disciplinas que se han considerado materias de estudio y establece tres grados

de relaciones disciplinares, mismos que se presentan en el siguiente recuadro:

GRADO DE RELACIÓN ENFOQUE DE

PLANIFICACIÓN FORMAS DE TRABAJO

Multidisciplinariedad: Los contenidos se presentan por materias independientes unas de las otras.

Sistematización (propuesta

que se discute en este libro).

Uso de estrategias básicas para la enseñanza.

Interdisciplinariedad: Interacción entre dos o más asignaturas (ejemplo: conocimiento del medio) Integración recíproca de los conceptos fundamentales.

Correlación.

Guiones de trabajo Unidades didácticas (Propuesta Educativa Multigrado 2005).

Transdisciplinariedad: Grado máximo de relaciones entre las disciplinas, integración global.

Globalización.

Centros de interés Proyectos de trabajo Investigación del medio.

Cualquiera que sea el enfoque a considerar en la planeación, es necesario tomar en

cuenta algunos elementos en particular, Guirtz (1998) identifica una serie de cuestiones

que deben ser tomadas en cuenta al planificar la enseñanza:

a) Las metas, objetivos o expectativas de logro b) Selección del/de contenido/s c) Organización y secuenciación de los contenidos d) Tareas y actividades e) Selección de materiales y recursos f) La participación de los alumnos g) Organización del escenario h) La evaluación de los aprendizajes

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Considero importante que aunque no hay acuerdo entre los elementos que deben

contemplarse en la planeación (no sólo para la asignatura de historia sino de todas las

consideradas en los programas de estudio), podemos tomar en cuenta los mínimos

necesarios para que esta sea relevante, lo que si es necesario valorar es la congruencia

que debe haber entre todos y cada uno, para esto propongo organizar la planificación de

la siguiente manera, en la parte horizontal respetando la congruencia y el orden jerárquico

de cada uno de ellos, y de forma vertical (en la secuencia didáctica) considerar las

características de la situación de aprendizaje que sea congruente con el nivel cognitivo de

los estudiantes a quien se dirige.

Elementos básicos a considerar en la planificación de la enseñanza (Propuesta)

Competencia/Contenido Eje/Componente/Ámbito

/Apartado

Propósito/Aprendizajes esperados

Secuencia Didáctica

Evaluación Medios

didácticos

Procedimental Actitudinal Conceptual Las competencias establecidas en los programas

Los considerados en cada asignatura de la educación básica (opcional)

Responder a las preguntas: ¿Qué? ¿Cómo? ¿Quiénes? ¿Para qué?

Tomando como eje articulador las estrategias básicas para la enseñanza

¿Qué? ¿Cómo?

El contenido

La palabra contenido se relaciona con el verbo contener, que deriva a su vez del término

latino “continere”. Los significados de esta última palabra que nos acercan a la acepción

pedagógica de contenidos, son los siguientes: estar unido, atado, encerrar, abarcar,

incluir, llenar un espacio, ocupar, etcétera. El contenido educativo es algo que permite

conservar una información, fijar y demarcar un tema (Guirtz, 1998).

Definir un contenido a enseñar es constituir un objeto, empezar a organizar el qué de lo

que se transmitirá a los estudiantes. El contenido a enseñar es una indicación explícita

respecto de algo que debe ser intencionalmente presentado a los alumnos, existe porque

en medio de la complejidad de la tarea de enseñanza, es preciso tener objetos

identificados, secuenciados y ordenados por medio de algún tipo de clasificación

Page 24: Educación integral

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(conocimientos, actitudes, habilidades o procedimientos). Para poder abordar un

contenido, es decir, mediarlo a los alumnos con cierta eficacia es necesario darle una

forma definida al mensaje. El contenido es un objeto simbólico y las características de

este mensaje dependerán del modo en que es organizado y transmitido.

El contenido a enseñar es en buena medida, algo relativamente indeterminado, está

parcialmente abierto y debe ser materializado a través de la enseñanza. Es importante

diferenciar entre el contenido a enseñar y el contenido de la enseñanza.

El contenido a enseñar es aquello que las autoridades determinan que debe ser

presentado a los alumnos en las escuelas. El contenido de la enseñanza es lo que

efectivamente los docentes trabajan con sus estudiantes, parafraseando lo que en algún

momento defendía Chevallard (1998) el saber sabio y el saber enseñado, bajado a los

alumnos a través de la transposición didáctica.

Podemos definir el contenido como el objeto (el qué) de la enseñanza. Pero el contenido

podría ser, según el momento en que se considere, lo que se declara enseñar, lo que se

intenta enseñar de manera tradicional o consciente, lo que efectivamente se enseña o

transmite. Pero cuando se habla de contenidos, se trata de algo que la escuela debe o se

propone comunicar a los alumnos.

Los contenidos a enseñar comprenden todos los saberes que los alumnos deben alcanzar

en cada etapa escolar. No se trata sólo de informaciones, sino que incluye también

técnicas, actitudes, hábitos, habilidades, sentimientos. Sólo una porción del contenido

está compuesta por el saber académico o científico. Pero como lo que se pretende

enseñar es muy amplio, los criterios para identificar lo que se quiere enseñar son cada

vez más complejos. Zavala (2000) propone una tipología de los contenidos,

clasificándolos en factuales, procedimentales, conceptuales y actitudinales.

Por contenidos factuales se entiende el conocimiento de hechos, acontecimientos,

situaciones, datos y fenómenos concretos y singulares: la edad de una persona, la

conquista de un territorio, la localización o la altura de una montaña, etcétera. Su

singularidad y su carácter descriptivo y concreto, son un rasgo definitorio.

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Consideramos que los alumnos han aprendido un contenido factual cuando son capaces

de reproducirlo de forma literal, por lo que generalmente la comprensión de este tipo de

contenido, no siempre es necesaria. Se dice que alguien ha aprendido algo cuando es

capaz de recordarlo y expresarlo de manera exacta al original, cuando se da una fecha o

nombre con precisión, etcétera.

Este tipo de conocimiento se aprende mediante actividades que implican memorizar, de

esta manera no podemos considerar que los datos memorizados corresponden más bien

a la comprensión de los hechos mismos sino a los contenidos conceptuales asociados,

por tal motivo este tipo de contenidos no es tomado en cuenta a menudo en la

planificación de la enseñanza.

En lo referente a los contenidos de tipo conceptual Zavala ( Ibid) considera a los

conceptos y principios como términos abstractos. Los conceptos hacen referencia al

conjunto de hechos, objetos o símbolos que tienen características comunes, y los

principios se refieren a los cambios que se producen en un hecho, objeto o situación en

relación con otros hechos, objetos o situaciones, y que normalmente describen relaciones

de causa-efecto o de covariación.

Este tipo de contenido tiene como denominador común la comprensión, no se puede decir

que se ha aprendido un concepto sin haber comprendido su significado, sabremos que

forma parte del conocimiento del alumno cuando es capaz de repetir su definición, sino

cuando sabe utilizarlo para la interpretación, comprensión o exposición de un fenómeno o

situación; cuando es capaz de situar los hechos, objetos o situaciones concretos en aquel

concepto que los incluye, es decir, llevar el conocimiento al nivel de las realizaciones,

hablando de niveles de interacción.

El aprendizaje de este tipo de contenido necesariamente requiere de procesos más

complejos de comprensión y va mucho más allá de la mera repetición de enunciados.

Una de las características de éstos es que el aprendizaje casi nunca puede considerarse

acabado, ya que siempre existe la posibilidad de ampliar o profundizar su conocimiento,

de hacerlo más significativo.

Page 26: Educación integral

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Aprender contenidos de tipo conceptual implica poner en marcha actividades más

complejas que provoquen un verdadero proceso de elaboración y de construcción

personal del concepto, en otras palabras, la generación de estrategias de aprendizaje que

permitan darle significado a dichos conceptos.

Es necesaria la generación de actividades experienciales que faciliten que los nuevos

contenidos de aprendizaje se relacionen con los saberes previos; actividades que

promuevan una fuerte actividad mental que facilite dichas relaciones, que otorguen

significatividad y funcionalidad a los nuevos conceptos y principios, que favorezcan la

comprensión del concepto a fin de utilizarlo para la interpretación o conocimiento de

situaciones, para la construcción de otras ideas, para “aprender a prender” o significar, en

este caso, la historia.

Hablar de contenidos procedimentales implica considerar entre otras cosas, las reglas,

técnicas, métodos, destrezas o habilidades, las estrategias, los procedimientos, etcétera.

Son un conjunto de acciones ordenadas y finalizadas dirigidas a la consecución de un

objetivo.

El siguiente cuadro pretende mostrar la relación existente entre los pilares de la educación

propuestos por Delors (1997), los tipos de contenido propuestos por Zavala (2000) y las

“capacidades generales” retomadas de Bloom (1956) que se proponen en este texto,

considerando las capacidades generales como la base “herramientas” que permiten

acceder a cualquier tipo de contenido.

PILARES DE LA EDUCACIÓN

TIPO DE CONTENIDO “CAPACIDADES GENERALES”

Aprender a aprender

Conceptual (conceptos)

Conocer Comprender

Aplicar Sintetizar Evaluar Definir

Describir Identificar Clasificar Enumerar Nombrar Reseñar

Reproducir Seleccionar

Fijar (entre otras)

Aprender a ser

Aprender a convivir

Actitudinal (actitudes y valores)

Aprender a hacer

Procedimental (habilidades)

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Si consideramos que una competencia la integran los conocimientos, actitudes, valores y

habilidades, nos daremos cuenta que existe congruencia entre los pilares de la educación,

los tipos de contenido y lo que hemos llamado en este documento “capacidades

generales” que se constituyen como el fin de la enseñanza, por ello es imprescindible

identificar en la planificación de la enseñanza el contenido a abordar en la clase y

entender su lógica de constitución, es decir, el proceso que sigue el niño en su

aprendizaje.

Ante esto, identificar el tipo de contenido a enseñar en determinada sesión de clase,

permitirá al docente hacerse consciente del tipo de habilidad, conocimiento, actitud o valor

que buscará desarrolle o adquiera el alumno, abonando con ello al desarrollo de

capacidades generales que le permitan aprender de manera permanente y autónoma.

Debemos, además tomar, en cuenta que todo contenido, por muy específico que sea,

siempre está asociado y por tanto se aprende junto con contenidos de otra naturaleza;

que las actividades de enseñanza deben integrar al máximo los contenidos que se

requieren enseñar para incrementar su significatividad, identificar el tipo de contenido

permitirá pensar en el propósito a seguir y en la secuencia didáctica que facilite su

consecución.

El propósito/Aprendizajes esperados

La actividad del hombre y en particular la actividad educadora exigen un fin, cuando el

hombre no lo tiene se lo imagina, señala un propósito, postula un ideal o se empeña en

una utopía. Pero lo que hace, requiere que llevarlo a la práctica con una finalidad

inmediata o remota, no puede “hacer” simplemente. Los propósitos imprimen

direccionalidad al proceso de enseñanza, constituyéndose en metas a alcanzar y

estableciendo la ruta para posibilitar su logro.

En este documento, se propone que el docente estructuré el propósito a seguir en cada

una de las sesiones y las asignaturas a abordar, valga la siguiente aclaración, una cosa

es el propósito general de la educación o la asignatura, o más simple, del contenido a

abordar, el propósito deberá estructurarlo el docente, analizando el tipo de contenido y

Page 28: Educación integral

28

especificando las habilidades, conocimientos y/o actitudes que se pretende constituir

como aprendizaje, además de contemplar la ruta a seguir a partir de la secuencia

didáctica en la enseñanza.

Es importante que sea un propósito claro, a alcanzar en una sesión o varias, que pueda

ser verificable y que se encuentre alineado con el contenido y la secuencia didáctica,

además debe estar alineado con los propósitos generales de la educación primaria, el

enfoque y los propósitos específicos de la asignatura.

Se propone que para estructurar el propósito se dé respuesta a algunas cuestiones como:

¿quiénes? ¿qué? ¿de qué o para qué? y ¿cómo?, veamos el siguiente cuadro.

Sigamos el siguiente ejemplo, imaginemos que el contenido a abordar en una sesión de

historia sea el movimiento de independencia y que hemos identificado que es un

contenido de tipo procedimental, pues implica que el alumno desarrolle la habilidad para

identificar y analizar las causas y consecuencias de tal hecho, más no el conocimiento

mismo de la fecha y personajes (aunque dicho conocimiento se encuentra implícito) el

propósito podríamos estructurarlo como sigue:

- ¿Quiénes?: Los alumnos - ¿Qué?: Desarrollen la habilidad - ¿Para qué?: Para identificar y analizar las causas y consecuencias del movimiento

de independencia - ¿Cómo?: (Se identifica a partir de la secuencia didáctica a desarrollar teniendo

como punto de partida la estrategia para la enseñanza a seguir) en este caso, a partir de la escritura a personajes del pasado.

Tipo de contenido ¿Qué? ¿De qué o para qué?

Conceptual

Conocimiento

Tópico (concepto) en

específico.

Procedimental Habilidad

Habilidad para (comparar,

analizar, etcétera).

Actitudinal

Actitud y/o valor

Compartir, respetar, apoyar,

etcétera.

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29

El propósito podríamos estructurarlo como sigue: Que los alumnos desarrollen la habilidad

para identificar y analizar las causas y consecuencias del movimiento de independencia al

escribir una carta a algún personaje del pasado.

Tener claro el tipo de contenido a abordar permitirá al docente tener presente en todo

momento lo que quiere lograr y analizar durante el desarrollo de la sesión de clase si su

objetivo se está cumpliendo o es necesario realizar cambios a la dinámica de la clase a fin

de lograr los aprendizajes esperados.

La secuencia didáctica

El logro de los propósitos establecidos en la educación primaria, específicamente en la

enseñanza de la historia, exige poner en práctica formas de enseñanza, estrategias y

secuencias didácticas en las que la prioridad sea el desarrollo de competencias, de una

concienciación (como en algún momento defendiera Freire) a través del aprendizaje de

conocimientos básicos, el desarrollo de habilidades intelectuales, de actitudes favorables

a la comprensión de procesos históricos, antes que el recuento y la memorización de

hechos o acontecimientos aislados entre sí; es igualmente importante utilizar formas de

mediación de la enseñanza a través de la gestión del conocimiento que permitan

despertar la curiosidad y el interés de los niños por el estudio del pasado y ser

competentes para aprender a aprender y saber tomar decisiones.

Para tal efecto se requiere que los profesores contemos con un conocimiento suficiente

acerca de los contenidos de enseñanza, del proceso de desarrollo cognitivo de los niños,

en especial del proceso que siguen en la formación de sus ideas acerca del mundo social

y de la temporalidad histórica; así como de las estrategias didácticas y los recursos para

diversificar las formas de enseñanza y mejorar los resultados educativos.

A lo largo de este documento se ha defendido que la educación necesariamente debe

partir de actos intencionales de mediación por parte del docente que permitan a los

estudiantes apropiarse de conocimientos, desarrollar habilidades y actitudes a partir de la

puesta en marcha de procesos de pensamiento en ese proceso adquisitivo y desarrollador

de competencias.

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Por tal motivo, es necesario pensar en una situación didáctica que facilite la relación del

sujeto con el objeto de conocimiento. Uno de los precursores en este tema es Guy

Brousseau quien ha desarrollado la “Teoría de las situaciones didácticas”, se trata de una

génesis artificial de los conocimientos matemáticos, pero que bien puede ser utilizada en

todas las asignaturas (en este caso de historia), bajo la hipótesis de que estos no se

construyen de forma espontánea. Esta teoría de las situaciones didácticas está

sustentada en una concepción constructivista.

Brousseau citado por Yves (1998) llama situación a un modelo de interacción de un

sujeto con cierto medio que determina a un conocimiento dado, como el recurso del que

dispone el sujeto para alcanzar o conservar en este medio un estado favorable. Algunas

de estas situaciones requieren de la adquisición “anterior” de todos los conocimientos y

esquemas necesarios, pero hay otras que ofrecen una posibilidad al sujeto para construir

por sí mismo un conocimiento nuevo en proceso “genético” (Panizza, 2003).

La situación didáctica debe ser un medio construido intencionalmente con el fin de permitir

a los alumnos un saber determinado. La teoría de las situaciones didácticas distingue tres

tipos de situaciones didácticas: las situaciones de acción, las de formulación y las de

validación (las estrategias básicas para la enseñanza de la historia reúnen estas

características).

a). Situaciones de acción: El alumno debe actuar sobre un medio (material o simbólico) la situación requiere solamente la puesta en acto de conocimientos implícitos. b). Situaciones de formulación: Un alumno (o grupo de alumnos) emisor debe formular explícitamente un mensaje destinado a otro alumno (o grupo de alumnos) receptor, que debe comprender el mensaje y actuar (sobre un medio material o simbólico) de acuerdo con el conocimiento contenido en el mensaje. c). Situación de validación: Dos alumnos (o grupos de alumnos) deben enunciar afirmaciones y ponerse de acuerdo sobre la verdad o falsedad de ellas. Las afirmaciones propuestas por cada grupo son sometidas a la consideración del otro grupo, que debe tener la capacidad de “sancionarlas”, es decir, ser capaz de aceptarlas, rechazarlas, pedir pruebas u oponer otras manifestaciones.

Por muy atrayentes que puedan ser las actividades que proponga el profesor, es

necesario que los alumnos consideren de interés su contenido para que quieran

aprenderlo. Por eso, el profesor que busque que los alumnos se entreguen al estudio

debe planificar la situación de mediación a partir del contenido de su clase de tal forma

Page 31: Educación integral

31

que tenga sentido para el alumnado, además de que se encuentre a su nivel cognitivo y

pueda manifestarse como un reto a su intelecto.

Ausubel indicó en su teoría del aprendizaje significativo que el factor que determina

nuestra capacidad para obtener provecho de una situación de aprendizaje potencial es lo

aprendido anteriormente, permitiendo que las nuevas adquisiciones cognoscitivas se

relacionen con los componentes de la estructura cognitiva del alumno ya formada, para

que pueda extraer de ella la significación. Para eso, Ausubel propone el uso del

estructurante, un medio que permite al alumno situar el aprendizaje futuro dentro del

marco de sus conocimientos actuales (Onge, 2000). El estructurante es un instrumento

de integración de conocimientos. Consiste en ofrecer al alumno, al comienzo de la

enseñanza, una visión de cómo las informaciones van a ser organizadas.

El sentido que pueda tener para el alumno el contenido de un curso dependerá de la

relación que se establezca entre ese contenido y su experiencia, los hechos importantes

de su vida. El alumno debe, entonces, ser puesto en esa situación, experimentar sus

aptitudes enfrentándose a ella y pensar en la posibilidad de aumentar su capacidad.

Estrategias básicas para la enseñanza

Autores como Aebli (2001) proponen algunas formas de enseñanza, situaciones que

podrían ser consideradas como generadoras de secuencias didácticas, él propone “doce

formas básicas de enseñar” a saber:

1. Narrar y referir 2. Mostrar 3. Contemplar y observar 4. Leer con los alumnos 5. Escribir y redactar textos 6. Elaborar un curso de acción 7. Construir una operación 8. Formar un concepto 9. Construcción solucionadora de problemas 10. Elaborar 11. Ejercitar y repetir y, 12. Aplicar

Page 32: Educación integral

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La teoría psicológica sobre la que se fundamentan las “doce formas básicas” parte de los

conceptos de estructura, de medios expositivos y de funciones del aprendizaje. Al

configurar la enseñanza, hemos de estructurar la oferta del aprendizaje y poseer una

representación de la estructura de los procesos de elaboración que el alumno dirige hacia

la oferta del aprendizaje.

Por su parte Martinez Rosas (BCENOG, 2008) retoma el término de modelo para designar

a las estrategias (considerando la propuesta de Aebli como modelos legitimados de

enseñanza), precisando que este contiene las características de las estrategias, sólo si el

sujeto es consciente de él y lo emplea intencionadamente. Martínez considera que los

modelos en educación son:

1. Patrones simplificados de acciones y representaciones, que operan en el

pensamiento, lenguaje y comportamiento y desarrollan cada uno de los sujetos sociales en una práctica educativa para interactuar entre sí, o sea cuando se encuentran en una posición de educador y otro en posición de sujeto en proceso de formación, como participantes de un proceso educativo.

2. Se generan a partir de la relación con un contenido y objeto de conocimiento.

Creo que para permitir al alumno orientar su actuación y pensamientos futuros, debemos

considerar no sólo la acción del maestro basado en una forma básica de enseñar, sino en

una estrategia para la enseñanza congruente con el proceso de aprendizaje generado en

el alumno. Por tal motivo, propongo que el punto de partida de toda secuencia didáctica

sea una estrategia para la enseñanza.

Monereo (1998) considera las estrategias como acciones intencionadas y jerarquizadas

encaminadas a la consecución de un objetivo, sea enseñar o aprender, además de que

permitirán al alumno mantenerse en contacto permanente con el objeto de conocimiento y

generar en él operaciones mentales necesarias para apropiarse de dicho objeto.

Una estrategia alude a un proceso con propósitos claramente definidos, a un conjunto de

acciones que forman parte de un plan, programa o proyecto claramente establecido y por

lo tanto, conlleva una intencionalidad manifiesta y visualizada en su forma final, la

estrategia debe contener un máximo de conciencia y por ello puede tener un uso

plenamente racional e intencionado, sea cual sea la acepción que parezca más adecuada

al maestro (formas básicas de enseñar o estrategias) lo importante será que el docente

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33

las consideré como eje articulador de su secuencia didáctica, lo que le permitirá

sistematizar la enseñanza y generar un contrato didáctico (concepto que se abordará más

adelante).

Un referente importante para conocer las estrategias básicas, no sólo para la enseñanza

de la historia, sino de todas las asignaturas que estructuran el currículo de la educación

primaria es, sin lugar a dudas, la Propuesta Multigrado 2005 –PEM O5- (SEP, 2005)

documento en el que se detallan y describe en qué consisten, por qué son importantes y

las recomendaciones para el desarrollo de estas.

En la siguiente tabla se rescatan las estrategias básicas que propone la PEM 05 para la

enseñanza de las asignaturas en la escuela primaria:

Español

Exposición de temas

Entrevistas

Diario de grupo y personal

Taller de escritores

Correspondencia escolar

Lectura libre, compartida, en episodios (modalidades de lectura)

Diálogo y conversación

Producción de textos

Periódico mural

Discusión organizativa y debates

Matemáticas

Planteamiento y resolución de problemas:

En Matemáticas y otras asignaturas

En Juegos matemáticos

Utilizando el cálculo mental

Apoyándose en el rincón de la tiendita

En seriación y algoritmos

Ciencias Naturales

Experimentos

Consulta en materiales diversos (biblioteca de aula)

Elaboración de maquetas y álbumes

Mapas conceptuales

Cápsulas científicas

Diccionario científico

Recorridos y visitas

Geografía

Lectura de mapas

Maquetas, dioramas y modelos

Registro climático

El uso de la fotografía

Elaboración y uso de mapas y croquis

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Uso de gráficas

Recorrido por la localidad

Formación Cívica y ética

Asamblea escolar

Debate

Artículos de opinión

Dilema

Juego de roles

Juicio crítico ante los medios masivos de comunicación

Educación Artística

Visitas culturales

Elaboración de títeres y máscaras

Presentación de bailes y danzas

Muestras y exposiciones

Apreciación y exploración musical

Escenificaciones

¿Cómo mirar el teatro?

Lectura de imagen

Educación Física

Juegos con reglas

Juegos modificados

Circuitos de acción motriz

Actividades alternativas

Juegos naturales

Historia

Lectura y análisis del textos en clase

Línea del tiempo

Carta a personajes del pasado

Noticiario histórico

Escenificación y teatro guiñol

Historieta

Mapas históricos

Vale la pena considerar también (tomando en cuenta que beneficia a la puesta en marcha

de las estrategias anteriores) los recursos para la asignatura de historia que se han

incorporado al programa Enciclomedia, estos tienen la finalidad de contribuir al desarrollo

del enfoque de enseñanza y al logro de los propósitos educativos, promover la

comprensión de los acontecimientos y procesos históricos por parte de las niñas y los

niños, despertar su curiosidad por el pasado y dotar de representaciones que favorezcan

el aprendizaje y la comprensión (Guerrero, 2005).

Enciclomedia cuenta con los siguientes recursos:

Diagramas temáticos

Proyección del tiempo

Videos y filmoteca

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Narraciones

Galería de imágenes

Mapoteca

Mural del Palacio Nacional (Diego Rivera)

Visitas virtuales a sitios arqueológicos

Interactivos: - Historia de la navegación y rutas terrestres -Símbolos Patrios -Conoce nuestra constitución. -Lotería “Historia de los mexicanos” y memorama

¡Ayúdanos a impartir justicia!

Fonoteca (música y canciones)

Cápsulas biográficas

Enciclopedia Encarta

De manera general, las estrategias básicas que se proponen en la PEM 05 y en los libros

de historia para el maestro, tienen entre otros atributos, la tendencia a generar la

curiosidad, las conductas exploratorias, la indagación de lo desconocido, llevando al

estudiante a mostrar una actitud activa por aprender.

Dichas estrategias ponen al alumno ante una situación que refiera la búsqueda,

reconocimiento, selección, formulación y resolución de un problema mediante la

interacción entre las concepciones del alumno y la información nueva que obtiene de

otras fuentes, facilitan la recapitulación del trabajo realizado, la elaboración de

conclusiones y la expresión y debate de los resultados obtenidos.

En estas estrategias se considera al alumno como protagonista de su aprendizaje, ponen

al docente como coordinador, mediador, guía o facilitador del mismo, pero sobre todo,

permiten generan un contexto en que el proceso de aprendizaje se enriquece como un

entramado de elementos (los materiales, los aspectos organizativos y el ambiente

característico de la clase).

Al ser mediador del aprendizaje, el maestro permite al alumno ser el responsable de su

aprendizaje, cuando el alumno es el responsable de la construcción de sus aprendizajes,

atribuye sentido y significado a los contenidos de enseñanza integrándolo a las redes de

significados que ya ha construido.

Page 36: Educación integral

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Coincido con García (1999) quien defiende que el propiciar una actitud favorable del

alumno para aprender significativamente con una intencionalidad para buscar y establecer

relaciones, de forma múltiple y variada con las nuevas informaciones que reciben y los

conocimientos que ya tenían construidos, nos lleva a superar el procedimiento más

común de la memorización mecánica y repetitiva de lo aprendido.

Las estrategias aquí planteadas (que pueden ser consultadas pues se explican de forma

más amplia en la PEM 05 y los libros para el maestro de historia editados por la

Secretaría de Educación Pública) permiten, además de todo lo ya dicho, respetar los

ritmos y estilos individuales de aprendizaje y la dinámica general de trabajo en el aula, a

través de la interacción entre el proceso personal y el proceso colectivo de construcción

de conocimientos.

Enseñanza y aprendizaje

Consideremos que el aprendizaje no se produce de golpe, que procede por etapas,

esencialmente en tres: la activación del pensamiento, el tratamiento de las informaciones

y la sincronización de los conocimientos (Onge, 2000: 91) y que al comienzo, en la

activación del pensamiento, el que aprende prepara el aprendizaje activando sus

conocimientos anteriores. Es el momento de fijar su atención en lo que se va a tratar y de

seleccionar las estrategias apropiadas para abordar el tema en el estudio.

Luego, el que aprende pasa a la etapa de tratamiento de la información; su objetivo es

apropiarse de las informaciones nuevas con la ayuda de las estructuras cognoscitivas que

él acaba de activar. Esto se consigue con un movimiento de vaivén continuo donde se

utilizan las diversas habilidades: el cuestionamiento, la verificación, la clarificación, la

anticipación, la selección de las informaciones, el resumen de lo que es importante y la

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comparación de los conocimientos anteriores. En esta fase, nada es definitivo: el

proceso se pone en marcha, se detiene, vuelve a empezar, etcétera.

Finalmente, en la fase de sincronización, hay que compaginar nuevas informaciones y

conocimientos anteriores, resolver las contradicciones, elegir entre las ideas sin elaborar,

resultado de la intuición o de una observación incompleta y las ideas científicas de

reciente adquisición, consolidar las nuevas adquisiciones verificando el alcance de su

utilidad, reorganizar su conocimiento del tema en función de las nuevas capacidades y

asociar conocimientos y aptitudes.

Estas etapas son congruentes con los “momentos metodológicos” de las estrategias

básicas para la enseñanza o en otro sentido, de los tres momentos que la mayoría

conocemos en toda clase: inicio, desarrollo y cierre.

En la actualidad podemos encontrar un sin fin de tratados que buscan explicar cómo es

que se genera el aprendizaje, entre estas corrientes teóricas se ubican las teorías

asociacionistas del aprendizaje, quienes lo conciben –en mayor o menor medida- como

un proceso de asociación de estímulos y respuestas provocado y determinado por

condiciones externas.

Estas teorías no consideran aspectos o variables referidas a la estructura interna del

individuo. El sujeto aprende cuando establece conexiones estables frente a ciertos

estímulos que se le presentan, los refuerzos -positivos o negativos- con los que el medio

“premia” o “castiga” la conducta aprendida. Dentro de las teorías asociacionistas se

encuentran las del condicionamiento clásico (Pavlov, Watson) y las teorías del

condicionamiento operante (Hull, Thorndike y Skinner).

Otras son las teorías mediacionales del aprendizaje, las cuales consideran que en todo

aprendizaje intervienen ciertos mecanismos internos del individuo. Para estas, el

aprendizaje es un proceso de comprensión creciente de relaciones, en el que las

condiciones externas actúan mediadas por estructuras o esquemas internos del individuo.

La explicación del cómo se construyen los esquemas internos que intervienen en las

conductas de las personas es el propósito central de estas teorías. Se interesan por el

Page 38: Educación integral

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funcionamiento de las estructuras internas que el sujeto construye para adaptarse cada

vez mejor al medio en que vive.

Para algunas corrientes, el aprendizaje se trata de configuraciones perceptivas que

permiten dar significado a los acontecimientos (la psicología de la Gestalt); para otras se

trata de esquemas de acción que se organizan en estructuras cada vez más complejas y

abstractas (Piaget). Otras teorías piensan a los seres humanos a partir del modelo

computacional, según las formas en que las personas procesan, almacenan y relacionan

la información. De este modo, dentro de las teorías mediacionales pueden distinguirse:

1. Las teorías que destacan el aprendizaje social que se realiza por imitación de modelos (Albert Bandura, Karl Lorenz)

2. Las teorías cognitivas: teoría de la Gestalt, teorías genéticas (Jean Piaget, Jerome Bruner, David Ausubel, Lev Vigotsky) y

3. Las teorías del procesamiento de la información (Gagné, Simon) (Pozo, 2006)

Estas teorías consideran al aprendizaje como un proceso de construcción de conexiones

entre un estímulo que brinda el medio y una respuesta del organismo que aprende.

Siguiendo estos planes, el alumno es considerado un productor de conexiones frente a los

estímulos del medio y el conocimiento o como el producto de una elaboración del sujeto y

no una mera copia de la realidad.

Sabesmo que la psicología está constituida básicamente por teorías implícitas sobre

diferentes componentes o procesos mentales de las personas como por ejemplo la

inteligencia, la personalidad, los estereotipos y creencias sociales, las formas de educar y

socializar, la motivación, el aprendizaje o el conocimiento como tal.

Aunque estas teorías han sido investigadas mucho menos que las teorías implícitas sobre

el mundo físico, en los últimos años se ha incrementado el interés por las

representaciones específicas sobre el mundo psicológico y en concreto sobre cómo

concebimos las personas el funcionamiento cognitivo.

Pozo (2006), afirma que la adquisición de conocimiento psicológico y social, produciría

una diferenciación de esa psicología intuitiva en diferentes dominios de conocimiento

social y psicológico, que conservarían las huellas de esa psicología intuitiva mentalista, si

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bien permitirían ir adquiriendo sistemas de conocimiento diferenciados para el mundo

social, la economía, la historia, el conocimiento moral y ético, la familia o el aprendizaje y

la enseñanza. Posiblemente la adquisición de conocimiento en cada una de esas áreas

específicas a partir de la psicología intuitiva original requiere de procesos de aprendizaje

explícito que implican, en mayor o menor medida, una redescripción representacional de

los supuestos mentalistas en los que se basa esa psicología intuitiva.

Según estas teorías sobre la adquisición del conocimiento, se requerirían herramientas

características para cada tipo de conocimiento (según sea el caso, economía, historia,

conocimiento moral, etcétera) y no es así, pues para que haya correspondencia entre el

conocimiento adquirido y la realidad (darle significado en otras palabras) es necesario que

los procesos psicológicos se orienten más hacia la regulación del funcionamiento

cognitivo del sujeto que hacia la mera apropiación de un conocimiento previamente

establecido

.

Pozo (Ibid) defiende que a pesar de las múltiples teorías del aprendizaje que se han

tratado en los diferentes momentos históricos del conocimiento, se sobrepone ahora la

idea de que los procesos psicológicos que permiten adquirir el conocimiento son

herramientas fundamentales para aprender la cultura y son un motor esencial de su

evolución.

En congruencia con lo anterior, comulgamos con las ideas de Bazdresh (2000) quien

considera a la educación como una práctica cultural que genera en la sociedad un

conjunto objetivo de productos culturales, en otras palabras, la educación produce

significados.

Aprender entonces, desde esta perspectiva puede concebirse como “darle significado a la

realidad”, lo que nos lleva a entender el aprendizaje como un proceso de significación.

Bazdresh (Ibid:77) propone algunas acciones típicas (operaciones mentales, en otras

palabras, “capacidades generales”) que se manifiestan en lo que él denomina momentos

secuenciales del proceso de significación:

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MOMENTOS SECUENCIALES EN EL PROCESO DE SIGNIFICACIÓN

Evocar:

Recordar, contar, narrar, hablar, oir anécdotas, recolectar, encuestar, memorizar, revivir, proponer, simular, exponer, descubrir, escribir…

Experimentar:

Probar, repetir, participar, vivenciar, experimentar, existenciar, simular, representar, dramatizar, sentir, asombrarse.

Intelección:

Asociar, secuenciar, organizar, relacionar, esquematizar, sistematizar, vincular, ubicar, ordenar, clasificar, abstraer, generalizar, hipotetizar, entender, fundamentar, diferenciar, integrar, preguntar, elaborar, analizar, sintetizar, subordinar, implicar…

Verificar:

Comprobar, comparar, comprender, completar, caracterizar, interpretar, enjuiciar, confrontar, operar, evidenciar, comunicar, poner en común, preguntar, aplicar, desentrañar, inferir, dialogar, convertir, corregir.

Valorar:

Escoger, seleccionar, optar, decidir, actuar, aceptar, estimar, desear, intencionar, querer, apropiar, testimoniar, colegiar, aportar, amar…

Los momentos que propone Bazdresh (Ibidem) deben objetivarse en la secuencia

didáctica, es decir, los momentos de la clase, proponemos, deben coincidir en gran

medida con los momentos secuenciales en el proceso de significación.

Pongamos un ejemplo, en el caso de la estrategia “Cartas a personajes del pasado” la

cual tiene relación con el “Taller de escritores” considera cinco momentos metodológicos

-rescatando lo propuesto por Cassany (2000) en el proceso de la construcción de textos-

a saber: elección del tema, elección del esquema (el específico para cada tipo de texto),

escritura del borrador, revisión y corrección del borrador y presentación del texto.

Las acciones que se desarrollan en cada uno de los momentos coinciden con lo

propuesto en el cuadro anterior, por ejemplo:

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Momento Momento Metodológico

Acciones

Evocar

Elección del tema

El alumno recuerda la información que sabe del tema y el tipo de texto que va a redactar.

Elección del esquema

Recuerda el esquema y características del mismo o es presentado por el maestro.

Experimentar Escritura del borrador

Prueba, representa y experimenta al escribir rescatando la información que tiene, la nueva que indaga y construye su texto.

Intelección Revisión del borrador

Revisa, organiza y fundamenta si la información que consideró es pertinente.

Verificar Corrección del

borrador

Compara, comprueba y confronta la pertinencia de la información.

Valorar Presentación del texto Comparte, decide y valora la pertinencia de su texto.

La tarea del maestro consiste en identificar los momentos metodológicos de las

estrategias básicas para la enseñanza, además de tomar en cuenta las acciones

“habilidades del pensamiento” que se pretende ponga en marcha el estudiante y el nivel

de complejidad al que se quiere llegar (aunque no basta sólo con las habilidades, será

necesario también tomar en cuenta las actitudes y los conocimientos) a fin de

potencializar el desarrollo de competencias en los alumnos.

Si la secuencia didáctica considera como eje articulador una estrategia y durante el

desarrollo de la clase se respetan los momentos metodológicos de la misma, estaremos

en posibilidad de generar prácticas educativas, en otras palabras, provocando una

mediación entre el enseñar y el aprender a través de una planificación que genere una

enseñanza intencionada.

Sabido es que la enseñanza tradicional, centrada en la información, ha mostrado tener

grandes limitaciones. Hoy sabemos que cuando el conocimiento se transmite como si se

tratara de un tesoro de información y se utilizan métodos convencionales centrados en la

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clase magistral expositiva y en la memorización, se obstaculiza el desarrollo de las

habilidades del estudiante para procesar, comprender y darle significado a la información

que recibe.

En el discurso actual se habla de buscar alternativas que contribuyan a corregir esta

debilidad del proceso educativo. Hoy más que nunca se busca promover el desarrollo de

habilidades que propicien un aprendizaje más duradero, significativo y ante todo, aplicable

a la realidad del sujeto.

En palabras de Etty (2002) la pedagogía y la didáctica modernas están incorporando en

sus cuerpos de conocimiento aportes del estudio de la cognición. Por lo tanto, la

enseñanza debe considerar las estructuras que entran en juego durante la adquisición de

conocimientos, es decir, los procesos y formas de razonamiento que utilizamos para

pensar, adquirir y usar el conocimiento.

Ante esto, la propuesta que aquí se presenta y que considera la planificación como punto

de partida, es congruente con los argumentos que presenta esta autora, pues el maestro

debe considerar como base de la secuencia didáctica una estrategia para la enseñanza

congruente con el nivel cognitivo del estudiante, que le permita poner en marcha procesos

de pensamiento y desarrollar estrategias de aprendizaje, en sentido más amplio, generar

un aprendizaje estratégico implica la planificación intencionada de la enseñanza

congruente con este proceso de significación (aunque no se descarta que haya autores

que complejicen más dicho proceso).

La evaluación

“Enseñar es transmitir los propios conocimientos” frase común que podemos escuchar en

el ámbito educativo en el que nos movemos. En palabras de Saint (2000) si enseñar sólo

consiste en proclamar, enunciar, decir, exponer con palabras los propios conocimientos,

el puro dominio de la materia que se ha de enseñar será, en la práctica, la única condición

para su eficacia. Pero no es así, utópicamente podemos pensar que enseñar debe

presentarse como un acto de relaciones entre personas, una relación en la que

necesariamente se debe introducir/poner al otro en el camino para construir su propio

saber en una disciplina concreta.

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Es una clase de relación muy sui géneris, una relación que debe ayudar a aprender.

Porque cuando se enseña, se hace siempre con objeto de que el alumno aprenda

(estaremos hablando entonces de prácticas educativas).

Si en párrafos anteriores hablamos de que una de las competencias de los profesores

radica precisamente en el conocimiento necesario para establecer esa relación

pedagógica (a través de la secuencia didáctica diseñada para tal efecto), esa relación que

debe activar el proceso de aprendizaje en función de las aptitudes concretas que se

quieran adquirir, cómo entonces dar cuenta del aprendizaje que han adquirido los

alumnos a partir de la secuencia didáctica presentada, cómo valorar el resultado de la

enseñanza y su impacto en el aprendizaje, irónicamente y retomando el título del texto de

Saint “Yo explico (aunque no estemos de acuerdo con esta práctica), pero ellos,

¿aprenden?.

La evaluación es una parte importante de la tarea educativa. Debería aportar información

para que maestro y alumnos conozcan diferentes aspectos de los procesos de

enseñanza-aprendizaje, como son las ideas previas de los niños en relación con el tema

de estudio, los conocimientos adquiridos, las habilidades incorporadas y los conceptos

complejos, entre otros.

Evaluar debería permitirnos adecuar el proceso de enseñanza-aprendizaje para

responder a las necesidades educativas de todos los alumnos, además de conocer sus

logros y dificultades y dar cuenta del grado en que ha hecho suyos los propósitos

educativos.

Ver la evaluación como parte importante en el proceso educativo permite valorar el

cumplimiento de los propósitos establecidos, la eficacia de las estrategias, las actividades

y los recursos empleados en la enseñanza. Así, la información obtenida mediante la

evaluación será la base para identificar y modificar aquellos aspectos del proceso que

obstaculizan el logro de los propósitos educativos.

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Para aprovechar estas posibilidades, es necesario superar los problemas que se

presentan en las prácticas y en la elaboración de los instrumentos de la evaluación. Se

podría afirmar que, entre otros, los problemas principales de la evaluación son:

En la mayoría de los casos la evaluación se reduce a la medición de la información específica que los alumnos recuerdan acerca de los temas establecidos en el programa; para ello generalmente, se utilizan pruebas escritas u objetivas en las que los alumnos seleccionan o registran las respuestas correctas, sean éstas definiciones, fechas, cifras o procedimientos. Así, se da por supuesto que cuando los alumnos repiten una definición comprenden su significado, que al recordar una fecha saben en qué consistió el acontecimiento al que se refiere y qué trascendencia tuvo, o que al repetir un procedimiento los alumnos sabrán utilizarlo para resolver otros problemas o han desarrollado su capacidad de razonamiento.

No es exagerado decir que muchos de estos datos se olvidan después de aprobar un examen. De este modo, en los hechos, los propósitos educativos se reducen a la transmisión de información y se descuidan otros propósitos importantes de la educación primaria: el desarrollo de habilidades intelectuales o capacidades generales (como aquí se les nombra), valores y actitudes, la comprensión de nociones y procesos, la capacidad de análisis y la explicación, la capacidad de búsqueda, organización e interpretación de información, entre otros. En el caso de la historia, esta forma de proceder la convierte en una colección de datos (nombres, fechas, lugares) a memorizar, sin sentido y sin relación con el presente ni con las preguntas de los alumnos. Ésta es una de las razones por las que, con frecuencia, el estudio de la historia es de los que menos atrae a los alumnos y en el que se presentan mayores dificultades de aprendizaje.

La evaluación y particularmente, la realización y aprobación de exámenes, deja de ser un medio y se convierte en el fin principal de la enseñanza. Es decir, todas las actividades que se realizan en la escuela sólo tienen sentido si sirven para aprobar los exámenes, los cuales en general, responden al esquema enunciado en el inciso anterior. De este modo, poco a poco los alumnos pierden interés en el conocimiento, en la reflexión y en la realización de otras actividades que no cuentan en este tipo de evaluación.

La información que resulta de la evaluación no se utiliza como base para reflexionar sobre los diversos factores que influyen en el aprendizaje. Si bien los resultados de la evaluación del aprendizaje no informan directamente de otros factores, sí pueden ser la base para reflexionar sobre los mismos y dar cuenta del nivel de funcionamiento, los factores que obstaculizan o apoyan el cumplimiento de los propósitos (SEP, 1997).

Estas problemáticas deben llevarnos a entender que la evaluación es además un

elemento y proceso fundamental en la práctica docente, que brinda la oportunidad al

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docente para realizar juicios de valor en diferentes momentos, algunos proponen tres

momentos específicos de la evaluación: inicial, formativa y la sumativa.

- De la evaluación inicial:

Esta tarea dota al maestro de la primera información sobre los saberes del alumno, misma

que le permite orientar su respuesta educativa. Aquí vale la pena hacer una reflexión, es

importante considerar los “niveles cognitivos” en que se encuentra el alumno (en cada

asignatura y contenido) para el caso de historia, por ejemplo, valorar el grado de

concreción, de apropiación y desarrollo de las habilidades referentes al tiempo histórico,

esto permitirá al maestro el diseño de situaciones didácticas acordes al nivel del

estudiante, que puedan presentarse como un reto y que le permitan complejizar sus

aprendizajes ubicándolo en niveles superiores de conocimiento.

Además, la información que se obtiene, brinda un panorama general de la fisonomía del

grupo, los estilos de aprendizaje, etcétera

- De la evaluación formativa:

Podríamos decir que en este enfoque de evaluación descansa la mayor parte de la tarea

que exige valorar el proceso de enseñanza (las acciones que se despliegan en el aula) a

través del registro y análisis continuo y sistematizado de la observación del grupo, de las

acciones más significativas, los logros sobre el desarrollo de actitudes, habilidades y

conocimientos, el resultado de las secuencias didácticas, en otras palabras, este es el

espacio en el que el docente debe poner en práctica las habilidades básicas que propone

Dean (1993) observar, narrar/describir, cuestionar y argumentar.

El registro continuo y permanente de los procesos de aprendizaje de los alumnos, el

análisis de la información recabada a través de la observación participativa, la

aoutoevaluación y las estrategias específicas constituyen la herramienta fundamental de

la evaluación formativa. Sin ello, la evaluación difícilmente podrá cumplir su función

principal: adecuar la respuesta educativa a las posibilidades y necesidades de todos los

alumnos (SEG, 1996).

- De la evaluación sumativa:

Un punto importante en los procesos de evaluación estriba en otorgar una calificación

numérica a los alumnos, lo que nos lleva a un situación problemática y compleja ¿cómo

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expresar numéricamente la concreción de conocimientos, habilidades y actitudes –

competencias- en el alumno?. Esta tarea no debe ser una simple acción cuantitativa para

otorgar una calificación o un promedio, debe llevarnos a tener una visión más general

sobre el aprendizaje de los alumnos, apreciando incluso su proceso de construcción y la

factibilidad de las oportunidades que le han sido brindadas (secuencias didácticas).

La evaluación debe someterse a una renovación conceptual, llevarla de la constatación de

un cierto nivel de aprendizaje en el alumno al conocimiento de las características de los

procesos y no sólo de resultados, abarcando la tarea del profesor, el desarrollo de los

programas, la efectividad de los recursos y la influencia de los contextos organizativos y

ambientales (Rosales, 2000).

Para el caso de la asignatura de historia, los libros para el maestro de los diferentes

grados, proponen que es necesario recordar que el maestro valorará conocimientos,

habilidades y actitudes, por lo que la aplicación exclusiva de pruebas escritas al finalizar

cada unidad de trabajo es insuficiente para obtener información sobre lo que los niños

aprendieron. De ahí la necesidad de instrumentar una evaluación formativa.

Por su parte, Casanova citada por Escamilla (1995) clasifica la evaluación como sigue:

Por la finalidad

Formativa

Sumativa

Por la extensión

Interna

Autoevaluación

Heteroevaluación

Coevaluación

Externa

Por el momento de

aplicación

Inicial

Procesual

Final

Por el criterio o estándar

de comparación

Normativa

Criterial

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Sea cual fuere el enfoque de evaluación que el maestro decida implementar, al momento

de pensar la evaluación, es importante que considere entre otras, las siguientes

cuestiones:

- Los conocimientos, habilidades y actitudes (o en el caso de evaluación por competencias, clarificar el nivel de desarrollo y/o concreción de estas).

- Los instrumentos más adecuados para saber si efectivamente se cumplieron los propósitos y si el alumno se apropió del conocimiento, desarrolló la habilidad, mostró la actitud o se acercó al desarrollo de la competencia.

Pero ¿cómo dar cuenta del avance en el aprendizaje?. Si hablamos de que lo más

importante será el desarrollo de capacidades generales, un referente importante para

evaluar, bien pudiera ser el uso de rúbricas (un instrumento más que se oferta para

evaluar) mismas que se definen como un descriptor cualitativo que establece la

naturaleza de un desempeño (Simon, 2001).

Las rúbricas son instrumentos de medición en los cuales se establecen criterios y

estándares por niveles, mediante la disposición de escalas, que permiten determinar la

calidad de la ejecución de los estudiantes en unas tareas específicas (Vélez, 2008) y

pueden ser consideradas como una estrategia de evaluación.

Las rúbricas, facilitan la calificación del desempeño del estudiante en las áreas del

currículo (asignaturas o temas) que son complejas, imprecisas y subjetivas, esto se

realiza a través de un conjunto de criterios graduados que permiten valorar el aprendizaje,

los conocimientos y/o competencias logradas por el estudiante.

Por lo general se diseña de manera tal que el estudiante pueda ser evaluado en forma

“objetiva y consistente”. Al mismo tiempo permite al profesor especificar claramente qué

espera del estudiante y cuáles son los criterios con los que se va a calificar un objetivo

que se ha establecido previamente, un trabajo, una presentación o un reporte escrito y

todo aquello que esté de acuerdo con el tipo de actividad que desarrolle con los alumnos.

La propuesta que aquí se presenta retoma los seis niveles que Bloom (1956) considera en

su taxonomía, niveles de complejidad cognitiva que se espera los alumnos desarrollen y

manifiesten, dichos niveles pueden servir como referente para la evaluación, o en su

caso, los propósitos establecidos para cada una de las sesiones y nivel de cumplimiento.

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Así por ejemplo, si en una sesión de clase se ha propuesto como propósito que a partir de

la secuencia didáctica (tomando como base alguna estrategia para la enseñanza) los

alumnos identifiquen las principales etapas de la historia de México durante los siglos XIX

y XX, su secuencia, sus características más importantes y su herencia para la actualidad;

podrá retomarse un cuadro como el que sigue, a fin de verificar el nivel de aprendizaje –

competencias- que manifiestan los alumnos (a partir de la observación el registro y el

análisis de la práctica).

NIVEL DE OBJETIVOS

CARACTERÍSTICAS DEL NIVEL

ASPECTOS A CONSIDERAR PARA

VALORAR EL NIVEL DEL ESTUDIANTE

CONOCIMIENTO

Capacidad de recordar hechos específicos y universales, métodos y procesos, esquemas, estructuras o marcos de referencia sin elaboración de ninguna especie.

Nombra las principales etapas de la historia.

COMPRENSIÓN

Se refiere a la capacidad de comprender o aprehender, en donde el estudiante sabe qué se le está comunicado y hace uso de los materiales o ideas que se le presentan, sin tener que relacionarlos con otros materiales o percibir la totalidad de sus implicaciones.

Nombra las principales etapas de la historia y su secuencia.

APLICACIÓN

Se guía por los mismos principios de la comprensión y la única diferencia perceptible es la cantidad de elementos novedosos en la tarea por realizar. Requiere el uso de abstracciones en situaciones particulares concretas.

Nombra las principales etapas de la historia con una secuencia lógica y retoma algunas características.

ANÁLISIS

Consiste en descomponer un problema dado en sus partes y descubrir las relaciones existentes entre ellas, del tal modo que aparezca claramente la jerarquía relativa de las ideas y se exprese explícitamente la relación existente entre éstas.

Nombra las principales etapas de la historia, respeta la secuencia y describe claramente las características más relevantes.

SINTESIS

Proceso de trabajar fragmentos, partes, elementos, organizarlos, ordenarlos y combinarlos para formar un todo, un esquema o estructura que antes no estaba presente de manera clara, desarrollo de conjuntos de relaciones para clasificar o explicar datos, deducción de proposiciones y relaciones.

Argumenta las etapas de la historia respetando la secuencia, describe claramente las características y es capaz de relacionarla con la actualidad.

EVALUACIÓN

Formular juicios sobre el valor de materiales y métodos, de acuerdo con determinados propósitos.

Argumenta las etapas de la historia considerando de manera clara la secuencia, describe las características más relevantes y compara las etapas con la actualidad valorando el impacto que estas tienen en nuestra sociedad.

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Está rúbrica permitiría dar cuenta, a partir de las acciones que los alumnos manifiestan, el

nivel de aprovechamiento y desarrollo cognitivo de los estudiantes, sin dejar de lado otros

parámetros de evaluación que el mismo establezca.

Otra estrategia de evaluación que permite sistematizar el desempeño de los alumnos en

diferentes situaciones de aprendizaje es el “portafolio” en el que los maestros y los

estudiantes incorporan muestras significativas del trabajo realizado a lo largo del ciclo

escolar con el fin de documentar el desarrollo de sus habilidades a través del tiempo,

haciendo accesible la información además a los alumnos y padres de familia presentando

de manera visual las capacidades, fortalezas, debilidades, logros y progresos de los

estudiantes (Utech, 2001).

Como estrategias de evaluación también podríamos considerar el análisis de la práctica,

los diarios de clase, anecdotarios, escalas de observación, listas de control, fichas de

seguimiento, entre otras.

Pero con todo y ello, evaluar resulta una tarea difícil, pues no sólo es pertinente evaluar

los aprendizajes de los estudiantes, es imprescindible valorar el impacto de las

situaciones de aprendizaje, así como el papel y el resultado de las acciones del docente

en el aula, en otras palabras, una evaluación más completa requiere de la indagación de

lo que en su práctica sucede y los resultados de sus acciones, pero ¿cómo valorar el

resultado de su actuar en la práctica?.

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