El Arauco Domado

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? A M 0 DOMADODE

PEDRO DE ONAEDICION CRITICA

ACADEMIA CHILENACORRESPONDIENIE DE LA

REAL ACADEMIA ESPAAOLAANOTADA POR

J. T.MEDINA

SANTIAGO D E CHILE

IMPRENTA UNIVERSITARIAMCMXVII

ARAU

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EL AN(OTADOR AL LECTOR- a-D-

Academia Esy)afiola de divulgar las obras de 10s autores nacioiiales de cierta iiotoriedad, ajustandose con ello a1 programa de trabajo que se trazo en sus Estatutos, en sesi6n de 1 5 de junio del atio pr oximo pasado acord6 iuiciar esa labor con la publicaci6n de la s obras de Pedro de Ofia, nuestro primer poeta,-el primer0 por la epoca en que florecio y por la ri. queza y abundanciaL de s u iiumei.1,-designalldo a1 efecto a don Julio Vicufia Ciiilientes para la de E Vasaum, hasta ahora d inedito; a don Man Lie1 Antonio Roman para la de E Ignacio d de Cantabria; a doci Francisco Concha Castillo para la de las poesias sueltas, y a nosotros para la del Arauco domado. Hubo de darsc2 la preferencia a la de este iiltimo, tanto por su valor hist6ric:o y literario, cuanto por haber sido la primera labor que salic5 de manos del poeta. Vi6 la luz phblica ese poema en Lima, en 1596, en un volumen en + O , adornado del retrato del autor a la edad de veiiiticinco afios, (que tal era la qL1e entonces alcaiizaba), con tan mala estrella, que, a pretext0I

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ESEOSA la Acad eniia Chilena Correspondiente de la Real

d e haber aparecido sill la aprobaci6n del Ordinario EclesiAstico de aquel arzobispado, su autor fue procesado, sacado de a bordo a tiempo que se hallaba ya embarcado en el Callao para partir a desempeiiar el corregimiento de Jaen de Bracamoros; se pidio que la edici6n fiiese ricogida cuando apenas se habian despachado a1 p6blico 1 2 0 de 10s 800 ejemplares de que constaba la tirada; y el impresor, asimismo, perseguido y que para escapar de la carcel hubo de buscar asilo en 10s claustros de uti convento. La manera como el poeta habia referido en esa su obra la sublevaci6n de Quito, ocasionada d e la implantaci6n de las alcabalas, hizo provocar tambien las quejas de 10s capitulares de aquella ciudad y con tribuyeron con ellas en gran parte a impulsar la persecuci6n de que resultaron victimas el autor e impresor del poema. Ya sea por causa de haberse detenido asi el que circulara la edici6n integra, ya por el transcurso de 10s siglos, el hecho es que de la obra del poeta chileno apetias si se conocen hoy media docena escasa de ejemplares, Ilegando a constituir por tan peregrina rareza una de las joyas mas preciadas de la primitiva bibliografia americana. De seguro, por identica causa, Oiia, qu? se veia de ese modo defraudado del justo premio,-Iiterario y pecuniario a la vez,-a que tenia derecho a aspirar, pens6 desde el mismo punto en que se detuvo en Lima la circulacion de s u poeina en hacer de 61 una reimpresib11 en Espafia; a cuyo efecto, por medio de apoderado, obtuvo alli, en el propio afio de 1596, la licencia para ejecutarla, y que s610 pudo efectuar en Madrid, despues de pasados nueve afios y por motivos que para tal retardo no se conocen, en I 605, por las prensas de Juan de la Cuesta, el mismo tipografo que en dicha fecha sacaba tambien de ellas la Primera Parte de E ifzgezioso hidadgo don d Quyote de da Mancha; no sin que, como en Lima, apoderados de la ciudad de Quito se presentasen a contradecir !a publicaci6n y pretendiesen recoger la edicibn integra. Salio esta, despuds de 10s nuevos tropiezos que estuvieron a punto de relegarla tambien a algiin rinc6n de trastienda, en u n grue-

so volumen en 8.", con ciertas omisiones en 10s preliminares, alguna estrofa reemplazada por otra, y con la supresion de 1as ultimas veintid6s octavas del canto X: enmiendas y siipresiones que demuestran, a1 parecer, que si el autor no se ha116 presente a la correccion de las pruebas, por lo menos hubo de entregar el ejemplar que sirvio para la reimpresi6n. Valikndose de ella, don Juan Maria Gutierrez hizo la que aparecio en Valparaiso en 1849, prestando asi L I ~positivo servicio a nuestra literatura a1 vulgarizar la obra del poeta chileno, punto menos que olvidada o del todo descoiiocida entre nosotros por la rareza de las precedentes ediciones; si bien. con tan poco cuidado,' que result6 plagada de, todo genero de errores. Mu17 superior a esta file la que se hizo para la li(,Ziotecn de Aztoipes Esjn?~ioZes Rivadeneyra, bajo la direction de de don Cayetano Rosell, que tuvo el buen acuerdo de guiarse para ella por la edicion principe, modificando convenien temente la puntuacion y marcando las dikresis que exigia la cabal medida de algunos versos, pero modernizando el texto a1 cambiar la forma de las voces usadas por el autor para ajustarlas a1 lenguaje corriente hoy, salvo en alguna que otra ocasion en que por olvido dej6 la leccion original cual sali6 de la pluma del autor. Tal es el texto que hemos d e seguir para la presente reimpresion, aunque conservando siempre las formas usadas por nuestro poeta, plies si no nos ha sido posible tener a la vista alghi ejemplar de la edicion limefia,-cosa que habremos de lamentar en unos cuantos pasajes en que aparece dudoso lo que el autor escribiera,-esa falta se suple casi en absoluto con la versi6n que nos ofrece el literato espatiol. Asi, por ejemplo, hemos de conservar las formas latinizadas en s11 escritura, como coZZegiaZ, p~oprio,snncto, sant, etc.; advirtieiido, a la vez, que, en este orden, el escritor chileno, muy versado en el idioma del Lacio, emplea coc frecuencia voces que denuncian aquel origen, cuales son, verbigracia,

nl'mo, j d o , jl'anto, j l u u i a , mdbido, resoluto, ruga, supe?+3o, tremer, tribulo, etc. Muestras son esas de la educacion clasica que Oiia ha bia recibido, siendo de notar, todavia, que su vocabulario aparece bastante rico en alusiones mitologicas, derivadas especialmente de si1 lectura asidua de L a Eneidu de Virgilio, que, a1 par d e La Araucana de Ekilla, fiieron 10s modelos que se propuso imitar; a la rez que copioso en frases tomadas de la nautica,. cual era tan frecuente en 10s escritores de csos tienipos, de ciertos juegos, y de caballos. Asombra, en verdad, respecto de esto ultimo, 10s terminos que emplea al describir 10s en que se presentaron ciertos capitanes en la revista militar que don Garcia J&Irtado de Mendoza pas6 a SLI hueste antes de emprender la marcha a1 interior del territorio araucano. Asimismo es digno de observarse el empleo que hace de algunas palabras indigenas, que con buen acuerdo iiigirio en sus estrofas, no por cometer barbarism0 9 , segim lo advierte en el prologo al lector, rsiiio porque siendo tan propria de110s la materia, me parecio congruencia que en esto tambien le correspondiese la forma; 3 cuidando, si, de explicar rnuchas d e ellas en una pequeiia tabla que pus0 a1 fin de la obra, sin tomar en cueiita aquellas con las que ya Ercilla antes que 6 1 habia hecho otro tanto. Lastima es que iiicurriese e n la misma omision que si1 ilustre predecesor a1 no dar lugar en sus descripciones a 10s paisajes de la naturaleza del pais en que se desarrollaban las acciones de sus hkroes, omisi6n ya notada por Menendez Pelayo, cuando al traer a d cuenta la mezcla que Lope hizo en si1 comedia E Nueuo Mund de la fauna y flora europeas, dice que sese fik, por otra o parte, vicio comun en todos 10s poetas descriptivos de entonces, incluso en el mismo Pedro de Ofia, que no habia salido de Chile y el Peru cuando compuso su Araztco domado, donde, sin embargo, la vegetacion es enteramente fantastica y aprendida en 10s poetas italianos B. Con todo, el empleo de tales voces resulta de importan( (

cia muy secundaria comparado coli el que hiz o de algunas de nuestra lengua, ya en acepciones no registra das, como sucede, entre otras que en s u lugar se veraii, con me'Zode, sobmcqo, tvi6uZ0, ventoda; ya, lo que es mucho mas interesante aun, con otras nuevas, algunas de las cuales ciertamente digiias de que Sean admitidas en el Iexico. Talles son: adacmm v , anteghnito, astevia, astvodogav, cegawega, de copdada, COYtadova, czdebiwno, deshechav, enzbmdevav, t?m$acarse , em$ iii nedaY, encoZmado, espzmzazbn , estaZaje, jZicia'a) ge'lzito, insdZido)jacbbico, jacobino, Zz~toso, mn'dido, ma?%coso, obstzqh-e?-, pdn'cito, regad, reptar, rivudo, sucidio, z'n6ido te$ido y tvesno. Por esto bieii se deja comprender que no era posible llevar a cab0 una nueva edicion del Avauco domado que resultase digna de si1 m6rito y de lo que exi g e hoy la critica sin que la ilustrasen algunos comentarios en si1 aspect0 lexicologico, no tan exteiisos que pareciesen fiitigosos, per0 si lo bastante para justificar y aclarar con eje:rnplos el pensatniento y las frases del poeta; a cuyo intento hemos de invocar, por haber sido si1 tnodelo, a la vez que lo es del lenguaje, L a Arazuaza de Ercilla; en segundo termino:, cuando la oportunidad se ofrezca, el Quzjbte de Cervantes, 11o rm a i ii si1p era ble del buen decir y tnodelo jamas sobrepujado, y su autor coiitcmporineo a las derechas del chileno; y, por fin, alguna cita de escritor de este pais, que pueda servir para establecer c6tno a1 traves del tiempo se conservaron ent re nosotros ciertas voces y locuciones, 0 , por la inversa, se 11;an ido olvidando hasta desaparecer del todo de nuestra habla Izorrien te. Sin duda que comentos de la naturalez;1 que ofrecemos parecerau redundantes para 10s que se hallan bieii informados en el conocimiento de nuestra lengua, per0 Icreemos que seran de provecho para la generalidad de 10s lectores y estudiaii tes del castellano, que podran asi disfruitar de la lectura razonada de una obra netameiite nacional y de no escaso interes historico. Por cierto que desde este ultimo ptllit~ de vista habia o mucho que decir de la obra del escritor chilc:no, que no se~

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ARAUCO DOMADO

compadeceria con el proposit0 que guia a la Academia a1 reiniprimirla; bastenos con recordar que es menos comprensiva que La Araucana, puesto que termina con la relaci6ii de la batalla de Biobio, sin justificar asi de modo alguno su titulo de Avauco domado, que mas podria convetiir, en verdad, al poema de Ercilla, del que con manifiesta injusticia se dijera por sus contemporaneos que en el se habia arrebatado a1 caudillo de 10s espafioles la gloria del vencimiento a1 omitir la relacion de batallas campales y la filndaci6n de siete ciudades; y que Ilevando por norte el elogio de Hurtado de Mendoza, todo se subordina en ella a etialtecer sui2figura con colores, que, por lo exagerados, rayan no pocas veces en manifiesta adulaci6n, y apenas si sucesos de uti inter& mas general se recuerdan, agregando, si, de cuando en cuando, algkn detaIle que puede aprovechar el historiador diligente y que se ha omitido en el poema ercillano. Por aqiiella SLI tendencia fu6, sin diida, que 10s posteriores apologistas de la persona y familia del Gobernador de Chile, a coiitar desde Suarez de Figueroa, para seguir con 10s que llevaroti su persona a las tablas, como fiieron, Gaspar de Avila, 10s siete ingenios que, en mal disimulado certamen y en consorcio seguramente retribuido con largueza, se juntaron para hilvanar la comedia que intitularon AZgznos hechos de don Gavcia kAzwtado de iWendoza, hasta Lope de Vega, que aduefiandose del titulo de la obra del poeta chileno como manifestacion desde el primer momento ostensible del prop6sito que informaba su pluma; asi fu6, decimos, como el A ~ a u c o domado fu6 la cantera de que todos ellos se aprovecharon para sus obras. Sin entrar, pues, en la apreciaci6n de sus dictados generales, nos ha parecido c_onveniente ilustrarla en lo relativo a Chile, por lo menos con biografias compendiosas de 10s personajes espafioles que en ella figuran, dejando para escritores peruanos o ecuatorianos las de 10s que a scis respectivas naciones tocan mas de cerca, y coiiste que hacemos tal prescindeiicia s610 porque carecemos de las fiientes de informaci6n necesarias para esbozar aunque mas no fuese las noticias

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de 10s capiitanes que alli descollaron. Y en esa parte si que puede ase verarse que el AFauco domado es digno de todo encomio pior su verdad hist6rica. Oiia, a1 dejar interrumpida la relacion de 10s hechos de Hurtado de Mendoza en Chile cuando aplenas iniciaba s u campafia de pacificacih, debio d e Ilegar, con L a Air.aucaiza en la mano, a persuadirse de que continuar z:n ese campo, sobre parecer inutil, tendria que redundar en, desmedro suyo, comparado con lo que el poeta madrileiio habia realizado, y kubo, por tal causa, de cambiar de rumbo, y valikndose de una ficcion, del deus ex mac/cina, abandon6 Ide u n salto 10s sucesos de Chile y traslado la escena a1 tiempo 3el gobierno de su heroe en el virreinato del Peru, en el cual no faltaba alguno digno de la trompa epica, entrando a referi r la revuelta producida en Quito por la implantaci6n de las a k abalas, con tal abundancia y exactitud en 10s detalles, que s u tes timonio ha sido invocado como autoridad de primer orden por Amunategui en Chile, y alla en el Ecuador por el eximio his,toriador Gonzalez Suarez, quieti mejor que nadie estaba en situaci6n de aquilatarlos por su versaci6n en 10s documentaIS originales; y, en seguida, al referir tambien las correrias d e Hawkins, que habian de terminar tali favorablemente par;i las armas espafiolas comandadas por don Beltrhn de Castro y de la Cueva, deudo muy inmediato de doli Garcia, con la batalla naval en que fu6 vencido el marino ingles, y que dej6 , desgraciadamente, sin contar por entero, con el prop6si to manifiesto, a nuestro entender, de tomar pie de la con tinuaciCin del relato de ese suceso glorioso y enhebrar asi la segundz parte de su obra, que proyectaba entonces y que n u n ca hubc3 de emprender a1 fin, a fe que con sobrada raz6n despuds dc: 10s percances que t w o que experimentar a1 sacar a luz la pri mera y el ningun pago que por ella recibiera. Y en esa FIarte ninghn elogio mejor cabe para nuestro poeta que el del insigne Lope de Vega, que aplaudi6 en s u LaureZ d ApoZo elI I ~ z a c i oe Cantabria, calificandolo de (( dulcisimo P , e d y que, lleg ado el cas0 de referir a su turno aquella batalla naval en SI.I Dmgontea dijo en el canto 111, en conceptos a1

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par e cer hi pe rb 6I i c para si:

do humildes

L a cuai coin0 paso naaie se awcva Contar mejor en verso castellano, Aunque parezca en Chile cosa nueva, Que Pedro de OAa, aquel famoso indiano, Este dira mejor de nuestra cueva, Que es monte de Helicona soberano, Gran don Beltran, que no mi Vega humilde, Que apenas soy de aquellas letras tilde.

Finalmente, algo hemos de consignar tambien respecto a 10s aprobantes del AYauco domado,-a que tienen derecho por el concurso que allegaron con sus pareceres a prestigiarlo;-y el de intentar traducir en castellano el significado de 10s nombres de 10s personajes indigenas que el poeta nos presenta en su obra, algunos de ellos con carta de naturaleza en la leyenda nacional, y cuyo conocimiento debe tratar de esclarecerse por haber sido traidos a1 escenario historic0 por quien dijo que de 10s araucanos conocia como propios y nativos c su frasis, lengua y modo D ; empresa mas dificultosa de lo que parece y en la que hemos sido auxiliados, justo es reconocerlo y agradecerlo, por fray Felix Jose de Augusta, fray Luis Mansilla y don V. M. Chiappa. Por ultimo, para que el estudiante pueda encontrar facilmente la consulta del vocablo o locucion que llegue a ofrecerle cualquier duda, va despues del texto uha nbmina de 10s que tienen en estas paginas alghn comento. E ira tambien u n registro alfabetico de nombres propios de personas, ya de 10s que se mendionan en el texto, ya de 10s que se haya ofrecido ocasion de citar en las notas. iY la biografia del poeta? se preguntara. Pues ella saldra de mano de algun otro de nuestros acadkmicos a1 frente de las Poesias sueltas, como complemento a la lioticia de sus obras, y para equilibrar asi, en cuanto es posible, el nhmero de paginas de 10s volhmenes de la presente edicion.

PRlMERA PARTE

ARAUCO DOMADO,COMPUESTO POR E L LICENCIADO

P E D R O D E ORANA' W R A L D E LOS INFANTES D E E N G O L E N C H I L E , COLLIC(:IAI. 1)RL REAT. COLEGIO MAYOR D E SANT F E I J P E Y SAN'I' MARCOS, FUNDADO E N LA CIUDAD DE I J M A

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DON H U R T A D O D E MENDOZAPRIMO( & N I T 0 D E DON GARCi.4 H U R T A D O D E MENDOZA. MARQUkS DL CARI.TE, >

IO

SEROR D E L A S VILLAS D E A R G E T E Y SU PARTIDO,VISORREY D E LOS R E I N O S D E L P I R U , T I E R R A F I R M E Y CHILE,;Y D E LA MARQUhSA DORA T E R E S A DE CASTRO Y DE 1.A

CUICVA.

H I J 6 , N I E T O Y RIZNIETO DE VIRREYES.

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AI terminar esta Primera Parte, el poeta dijo:Yo sacarC tras Csta la Segunda Con pi6 mas lento y mano m8s fecunda.

Prop6bsito, apenas necesito decirlo, que jamas lleg6 a cumplir. ;. En s u prrjlogo al lector, Otia expres6: c: perfeta 1101 Y esa gran fa1da y paderosa cunibre >!lad, cubrid de flores, 1 h mirtos cor( : C L I J ~ O S 01 ores ricos 1 luelan allri lo:i encubiertos Mauros, Y componed Lilia feliz guirnalda 1 1 sacro Apolc3 nuevo, 2 I,uz de esa C U Imbre y honra de esa falda, Y aun de RilincErva luz y honor de Febo. 'I-L'~, hondo 1Lima, caudaloso rio, En fama esclairecido, en agua pwo, I>e rubios trigos hhmido alimento, La cristalina g ruta y vado frio Ile t u cuerpo veloz ancho aposento Y de t u duke niufa casto muro: Para el dichos,o fin que te aseguro Hazlo de plataL fina Y de aljofar ITienudo fkrtil milia, lle ganchoso c:oral bello tesoro AY bello archiv" uc: l~, , L f~i . .~+ n~mc ..:,..Aen,.. 1 ; 3 L picuid3, ~ ~ L Forja de sutil or0 Eteriias palmas, iiimortales yedras, Gallardos pinos, alamos frondosos, Y de esto forma la geiitil corona, Que tu grave persona Debe ofrecer con ojos amorosos A1 que te da valor, te da memoria Con su divino canto, Ewireciendo la suprema glorian

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ARAUCO L)OMAI)O

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Del generoso Po, del Tibre santo. Vos, pardas niibes de aterido invierno, Deiiso tapiz del orbe refulgente, Velo esciiro del 1Gcido Planeta, Que siempre lleiias de uii vapor interno, Por alta fiierza de virtud secreta No serenais la rernojada frente, Mcstrad el duro pecho mas clemente AI padre soberano D e aquel maticebo (por su mal) tifano, Dejad que pase la divina lumbre D e su rubia guirnalda venerable, Para cefiir la cumbre " " Del perfeto saber con luz notable; Dejad que cifia la cabeza noble AI S6neca profiindo, a1 Mar611 sabio, Cuyo elegante labio En doble acento y en vihuela doble Consagra con mil versos numerosos A vividoras famas B I an dos Cu pi dos , Mart es bel i coso s , Fuertes varoiies y gentiles damas. Y th, segutido Ap6, noble Garcia, Del potente Filipo diestra mano, Y de su grave peso firme Alcides, Escucha en apacible melodia Tiis bravos hechos en famosas lides Y en edad tierna tu saber anciano; Oye con faz alegre y pecho humano, Alejandro dichoso, Sin tener al de Grecia valeroso De c u poeta claro Clara envidia, Ni a1 grande Apeles de si1 gran pintiira, Ni a1 memorable Fidia De aquella perfetisima escultura: Oye, veras por este duke canto

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La voz de: Homer0 falta de sonido, Apeles en cogi d 0 , Y a Fidia lleiio de amarillo espanto, Y a1 que Homer0 se abate, riiide A p e h Y Pidia se sujeta, Con plum as, con buriles, con piiiceles, 1-Iazle cor oiia de inmortal poeta. I hIas, ti', rein0 feroz, Chile indomable, I ) c la cru da Belona casa fuerte \i duro c;imp0 de batalla esquiva, Castillo 2le la Parca inexorable, Infierno cle la furia vengativa, 'L'rono d c: AIarte, silla de la muerte, \'a que 11o pudo a la raz6n moverte I ,a venceldora pompa, I,a voz t x i b l e de 'la hiieca trornpa, La rebati da caja resonante, La grues a pica y el robusto dardo, La espad a rutilante, La doble fuerza y animo gallardo, Alueva, rnueva tu pecho diamantino IC1 que p eede mover ligerameiite Alas intrc:picla gente, Que mo\ w- J I U ~ O musico divino, el I dale p or magnifica vitoria ' 'I'u belic: I guirnalda, l'onla, p aira que viva t u memoria, En $11 ca beza no, per0 en su falda. Ofia Cimoso y en virtud supremo, Citara, c, anto, pkndola, escritura I )e 'Teba s y de Tracia TLI versc alaben, digan tu dulzura, Que par: L tanto en mi falto la gracia.)

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