El Arte de Dirigir

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GASTON CURTOIS EL ARTE DE DIRIGIR

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un libro para ayudar a jovenes a entender a los adultos mayores.

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  • GASTON CURTOIS

    EL ARTE DE DIRIGIR

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    CAPITULO PRIMERO

    LA MISION DEL JEFE

    SUMARIO

    I.Lo que es el Jefe II.Por qu se necesitan Jefes III.La gran misin del jefe: servir IV.Lo que hace al jefe

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    I.Lo que es el Jefe 1. Jefe., etimolgicamente, es el que est a la cabeza., o mejor dicho, el que es la cabeza; cabeza que ve, y

    piensa y hace obrar, pero en beneficio del cuerpo entero. (NOTA 1.)

    2. Es jefe el que sabe y quiere y realiza, y tambin hace saber, querer y realizar.

    3. Es jefe el que, sabiendo, lo que quiere, sabe tambin proporcionar el esfuerzo al fin pretendido.

    4. Nadie es jefe ms que en la medida en que sea capaz de hacer que un grupo participe del ideal del que l

    vive y de conducirlo a la. realizacin superando todos los obstculos.

    5. Decidir no es nada; lo importante es que las decisiones sean ejecutadas. Ser jefe no es slo mandar, sino

    escoger a los que han de realizar, educarlos, animarlos, sostenerlos, revisarlos.

    6. Cuando llega la hora de tomar decisiones, de incurrir responsabilidades, de imponer sacrificios, dnde

    hallar los auxiliares para las empresas arriesgadas, sino en esas naturalezas superiores, empapadas de voluntad

    de vencer, que slo ven claramente los medios conducentes a la victoria y que encuentran el valor de

    arriesgarlo todo? (1).

    7. Comprndase bien el sentido y la grandeza del nombre jefe. Jefe

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    II.Por qu se necesitan Jefes 16. Una asamblea es incapaz de mandar. Tropa Sin jefe es cuerpo sin cabeza. Tropa sin jefe tropel, rebao errante a la aventura y a merced de la primera espantada.

    17. Una siempre es no puede ayuno (1).

    asamblea, excelente para vigilar, impropia para funcionar. Un grupo mandar nada, nada, ni un des-

    18. En contra de todas las teoras igualitarias, muchos hombres sienten la instintiva necesidad de apoyarse

    en otro que los supera. Cuando no tienen quien les. comprenda y anime, se ven vacilantes e inseguros. La

    presencia del jefe, digno de tal nombre, es para cada uno apoyo, fuerza seguridad.

    19.'' Sin un jefe que ordene y coordine, sin un jefe que piense y transmita su pensamiento a los subordinados,

    como la cabeza transmite a los miembros el influjo nervioso, un grupo humano se agota en esfuerzos

    yuxtapuestos, que se neutralizan y terminan siempre en un fracaso, tanto ms falaz cuanto mayor era la

    voluntad de cada uno, fracaso simbolizado en la torre de Babel y en la corte del rey Ptaud (1).

    20. Cuando falta jefe, manda la anarqua, y la anarqua no es buena ms que para destruir, nunca para

    construir.

    21. El jefe, signo visible de la autoridad, lo es tambin de la unidad. Ordenando, coordina y evita que un

    grupo se disgregue, se desorganice y muera.

    22. Tened por algn tiempo un grupo sin jefe; las mejores voluntades se desunen, las energas ms

    entusiastas se paralizan, vendrn los razonamientos y, por fin, quedar pulverizado.

    23. Para unir eficazmente a los hombres con miras a salir adelante con; una empresa, es necesario el jefe,

    principio de unidad y cohesin, capaz de exponer e imponer a todos el bien colectivo y tambin capaz de

    arrastrar y entusiasmar a todos para la prosecucin de este bien.

    24. En toda sociedad hay tantos elementos de discordia como socios, porque cada uno en-

    (1) Son vulgares los dichos: Casa de Zambrano, todos mandan menos el amo, y Casa de Astrearena,

    todos mandan y nadie gobierna. (Nota del T.)

    Antiguamente, en Francia, los mendigos de una localidad, a ejemplo de las comunidades, nombraban su efe,

    a quien llamaban por guasa el Rey Pedigeo, en francs Ptnud. De aqu la frase la corte del rey Ptaud se

    aplica, ya a la casa en que todos quieren mandar y ninguno obedecer, ya a la reunin o junta en que todos

    quieren hablar a la vez. (N. del E.)

    tra en ella con la mezquindad de su egosmo. Si la causa del bien comn, o de la misin que hay que cumplir,

    en orden a dicho bien, no la toma por su cuenta un jefe responsable, pronto los conflictos, la falta de

    inteligencia y la incuria general habrn logrado disgregarlo todo.

    25. En todo grupo humano sea cual sea es necesario un jefe. y un jefe que se haga obedecer A l toca

    coordinar las actividades con miras al mximo rendimiento. Por ms que sean generosos y desinteresados, los

    sacrificios que nos estn coordinados desembocan fatalmente en un fracaso, tanto ms doloroso cuanto que se

    trata precisamente de personas sinceras y de buena voluntad.

    26. Para hacer una grande obra hay que reunir los esfuerzos que, dispersos, quedaran estriles. Hay que

    seguir la pista indicada por el jefe, no porque en s es la mejor muchas veces hay mil otros modos de hacerlo tan bien, sino que es la mejor porque l la indica y porque slo ella har la unin fecunda de las voluntades y corazones.

    27. Un equipo mediocre puede animarse y excederse al soplo de un jefe de vala.

    Un equipo excelente puede enervarse y disociarse al seguir a un jefe mediocre cuya conducta descorazona

    las buenas voluntades y apaga los entusiasmos.

    28. Para justificar el principio de autoridad no hay para qu invocar un contrato social primitivo Q un

    consentimiento positivo de los socios. Esto es superficial. Debiendo la accin humana estar unificada,

    coordinada, para que de muchos esfuerzos se componga uno solo, la autoridad es una de las condiciones de la

    vida del hombre. Tiene su fundamento en la naturaleza de las cosas y, por consiguiente, en Dios, principio de

    nuestra naturaleza y de nuestro ser.

    29. Como Hacedor que es de todas las cosas, Dios es el Seor supremo: su autoridad es soberana; pero ha

    querido asociar a los hombres para su accin en el mundo. Oh grandeza de la misin del jefe!: su autoridad

    es participaci de la autoridad divina )

    30. En verdad es cosa excelente el espritu de equipo. Un jefe, por bien dotado que est, no puede saberlo

    todo, ni conocerlo ni verlo todo; y el empeo que todos sus colaboradores pondrn en el trabajo ser

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    proporcionado al sentimiento que tengan de su responsabilidad en la obra que se ha de realizar. Pero hay una

    idea falsa del equipo, que tendera a convertirlo en algo absoluto, que absorbe y condiciona el papel de jefe.

    Decase en la Revue des Jeunes, en octubre de 1935: En el equipo el jefe acepta dar en cada instante

    pruebas de su valor y de no deber ms que a su capacidad el derecho de mandar o de orientar, puesto que no

    es l, sino el trabajo, quien manda.

    31. Un equipo o cuadrilla sin jefe es algo absurdo, aunque se componga de personas de mucha vala.

    Cuanto ms fuertes son las personas de un equipo, tanto ms necesario es un jefe para encauzar sus energas,

    orientarlas hacia objetos determinados adoptados por todos, y aunarlos a sincronizar la accin; de otro modo

    esto correr riesgo de desparramar las fuerzas, dispersar los esfuerzos, invadir el terreno de otro y sobre todo,

    esas brillantes salidas de estampa, sin preocuparse del vecino, que tienen como efecto el comprometer la

    armona y el equilibrio del conjunto.

    Vase el comentario del General de la Porte du Theil, entonces Comisario Scout de Francia, hoy Comisario

    General des Chantiers de Jeu-neusse

    . Le Chef, del 15 de enero de 1936:

    No es l Quien manda, es el trabajo. Pero Esto es la negacin de toda autoridad!;''

    Negacin en su fundamento todo poder viene de Dios. Todo jefe. es elegido v consagrado Dios mismo,

    Dios escoge al que quiere y noes por necesidad ni el mejor ni el ms fuerte ni el mas inteligente. Adems,

    como juzgar del relativo peso de todas las cualidades del alma de un jefe? (NOTA 4).

    Negacin en las consecuencias. No es el jefe quien juzga el trabajo, sino el trabajo, "la obra" material es el

    que le juzga; y como esto en ultimo termino es absurdo, hay que decir que es la idea que cada uno se forma

    del trabajo. Y, quin no ve as un excelente pretexto para todo abandono y disciplina? Formar una sociedad

    que descanse exclusivamente en el espritu de equipo con tales extremos es levantarla sobre arena.

    Toda sociedad tiene como base una jerarqua una autoridad Legitima y en su origen divina; autoridad cuyo

    ejercicio est regulado por el espritu de equipo bien entendido, que une a los jefes con sus subordinados, pero

    que deja al jefe en nombre de la investidura que ha recibido la iniciativa, el poder directivo, la

    responsabilidad.

    Si en rigor puede concebirse un jefe que no forme equipo con los subordinados, no es posible concebir un

    equipo sin jefe.

    . Es desmerecido orgullo de quien no hace de

    jefe ms que por creerse con capacidad superior a los dems.

    32. No esperis nada decisivo de movimientos colectivos, de la actividad de asociaciones generosamente

    ofrecidas para la elaboracin de un ideal. Todas estas buenas voluntades annimas no hacen ms que trabajar

    la tierra. Los granos de semilla son los que darn cosecha, y estos granos son los jefes, los hombres de co-

    razn puro y de voluntad fecunda (1).

    33. No hay que imaginarse que el mandar es fcil y que con una cara hermtica y una voz imperiosa ya est

    ganada la partida. Para ser jefe se necesita tener el amor del prjimo y la 'cultura que permite conocer al

    hombre y escudriar los ltimos repliegues del alma.. Adems se precisa pertenecer a esta espiritual aristocra-

    cia que tiene por divisa: servir. Pero con servicio desinteresado, perseverante, resuelto que reclama

    convicciones entusiasmo, carcter.

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    III.La gran misin del jefe: servir

    34. Una nacin, para vivir, necesita que los individuos escojan una doctrina, se conserven fieles a ella, se

    fijen una regla, una consigna: Yo he escogido y me he impuesto una disciplina: servir (1).

    35. Toda autoridad viene de Dios, pero se ha concedido al jefe un beneficio de los dems, no para beneficio

    personal.

    36. La autoridad puede definirse: derecho de mandar lo ms conveniente al bien general social. (NOTA 6.)

    37. El jefe no desempea su papel sino cuando proclama no su voluntad, sino el bien colectivo, y cuando es

    guiado no por el inters privado, sino por el inters general.

    38. El verdadero jefe no busca dominar por dominar. No se aprovecha de los hombres, sino les ayuda en

    servicio de una causa que los supera: la obsesin de la obra que se ha de terminar es el principal elemento del

    alma del jefe. (NOTA 7.)

    39. Mandar es servir: servir a Dios, en cuyo nombre se manda porque toda autoridad que no se funda en El es al fin ilusoria y usurpada; servir a los que uno manda, que sin jefe estaran en peligro de ser rebao sin pastor; servir a la causa que nos sobrepuja y merece adhesin, obediencia y, si es preciso, el sacrificio propio.

    40. Hermoso oficio es el de jefe!. Pero es tambin algo ms que un oficio, es una vocacin, un llamamiento

    una. como predestinacin;'" porque toda autoridad viene de Dios lo que sita a quien desempea funcin

    de jefe como intermediario entre Dios v sus subordinados. El texto escritural no admite restricciones ni

    reservas. Se es jefe en nombre de Dios, y nicamente para realizar en los otros hombres una imagen ms

    semejante a Dios ayudndoles, a hacerse ms hombres hacindoles adquirir conciencia de su dignidad de

    criaturas divinas, ayudantes a poner en prctica los dones que tienen providencialmente recibidos

    41.La autoridad es un servicio, pero un servicio magnfico. Consiste, no en acariciar caprichos individuales,

    sino en obligar a la nacin a ejecutar lo que la naturaleza y la conciencia exigen de ella. (NOTA 8.)

    Adems, hasta cuando el jefe resiste a la opinin extraviada y cuando somete la nacin a duros y necesarios

    sacrificios, no es un dspota. Sirve, aunque como servidor animoso y leal.

    La nacin no debe reclamar, sino seguirle. Y le seguir, pues ver claramente que el jefe, a pesar de la

    rudeza, o mejor, por su misma rudeza, no pretende mandar hacer simplemente lo que quiere, sino lo que ella

    quiere de veras como nacin y no como lucha de egosmos.

    42. Sirviendo manifiestamente el bien comn, el jefe, a su modo, da ejemplo de obediencia y, adems,

    hace presente a toda mirada lo que legitima y exige la obediencia: el bien comn impuesto por la naturaleza y

    por Dios (1).

    43. El jefe es el que manda; tambin es el que asume resueltamente y a la vista de todos lo ms penoso de la

    obediencia.

    El jefe no decide arbitrariamente; su regla es buscar resonancia en lo ms hondo de sus dirigidos. El jefe es

    quien orienta y ayuda; alegran-se los subordinados al pensar que el jefe no est ms que para ayudarles a

    querer.

    44. Basta, para que la autoridad aumente, ejercerla conforme a su naturaleza; es decir, sirviendo al bien

    comn.

    Que en el jefe el individuo quede absorbido de algn modo y desaparezca en la funcin. Esta desaparicin

    varonil y denodada confirele UN prestigio y una fuerza que ninguna guardia proporciona. Llegando a ser

    personaje pblico, pero de manera clara y visible, elvase por su mismo servicio por encima de los

    mezquinos egosmos. Su voz resuena de modo diferente que las dems: es la voz de la conciencia moral

    buscando el bien superior colectivo. Entonces las decisiones parecen ms fuertes que la voluntad del hijo del

    sol, que sea: fuertes por las reivindicaciones sociales de todo nuestro ser, fuertes por la voluntad de Dios.

    45. La autoridad est ligada, sobre todo, a la existencia y a la conciencia de una misin superior, de la que

    est encargado el jefe, no para provecho suyo, sino para el bien de los que conduce y cuya responsabilidad

    asume. El jefe no manda por placer, desde fuera, como lo hace el amo que manda a esclavos y saca un prove-

    cho del trabajo de los otros, no; antes bien, para conducir una comunidad mediante una in-geniosa ordenacin

    de medios a la completa realizacin material y a su ms elevado valor _moral.

    Su misin le domina como una vocacin, le pertenece. Su comunidad es la que le posee. El es de ella, para

    hacerla llegar a ser todo cuanto puede, todo cuanto debe ser. El sirve. Y si est compenetrado de la idea de su

    misin, obsesionado por esta vocacin, consagrado a este servicio, entonces, y slo entonces, es un jefe.

    46. Desde luego, jefe no es el que anima, persuade, arrastra, convence, sino el que manda en nombre de la

    autoridad de que se halla legtimamente investido, y para l es sta la ms noble manera de servir. Su misin

    es un verdadero servicio social

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    47. Mandar es servir. El jefe para el servicio de la comunidad, sin que esto quiera decir que ha de estar a sus

    rdenes: stas, con demasiada frecuencia, no son sino la expresin de sus caprichos o de sus fantasas, cuando

    no el fruto de sugestiones extraas mas o menos interesadas.

    Razn hay para decir del jefe que debe ser el intrprete del bien comn; esto, empero, no significa que l

    deba ser el intrprete de la voluntad general. Esta, dadas las variaciones de sensibilidad propias de la

    psicologa de las multitudes, con mucha frecuencia no es otra cosa que la inconstante opinin pblica, en

    contradiccin frecuente con el verdadero bien superior del conjunto.

    El jefe no es un simple delegado de la comunidad, sino su gua en la prosecucin de sus ms altos fines.

    Aun si est elegido y designado por sus iguales, la autoridad de que es depositario le da derecho de mandar,

    sin que cada vez tenga que emplear para hacerse obedecer la persuasin y argumentos personales.

    48. Un jefe est posedo del sentimiento de la responsabilidad. Tener el sentimiento de la responsabilidad no

    significa que se tema un castigo si no se cumple la obligacin. Un jefe de verdad jams piensa en las

    sanciones en que podra incurrir de parte de otros jefes superiores a l en la jerarqua.

    Pero estos hombres que l tiene no quiere que sufran intilmente; no quiere que sean injustamente

    castigados; no quiere que estn privados del poco bienestar que pueden tener.

    No quiere que anden tres kilmetros de ms porque las rdenes han sido mal dadas. No quiere que despus de

    una larga etapa anden errantes por el pueblo a que acaban de llegar, sin saber en dnde han de dejar la

    mochila, sin tener paja para tenderse, sin tener, si es posible, la sopa caliente que les conforte. Piensa en todo,

    todo lo vigila, no va ni a comer ni a descansar hasta que todo est en orden. Una cosa hay en que no piensa, es

    en su propio cansancio. Si no es el esclavo de sus superiores, es el esclavo del deber de proteccin que tiene

    para con los suyos. Este sentimiento de la necesidad de los otros, muchas veces le hace capaz de trabajos que

    parecen superiores a las fuerzas humanas (1).

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    IV.Lo que hace al jefe 49. Lo que da al jefe el derecho de mandar no es directamente su capacidad; es el mandato autntico que ha

    recibido. Mas no llenar eficazmente su misin de jefe en bien de la colectividad si no desarrolla en s las

    cualidades que le hagan digno del ttulo de jefe.

    50. El ejercicio del poder es la prueba en la que los faltos de las cualidades constitutivas de los jefes se

    manifiestan pronto frvolos y provocan, en los que deben conducir, la terrible tentacin de tratarlos de

    usurpadores.

    51. El jefe verdadero se da a conocer en que cerca deberse experimenta una impresin casi fsica de fuerza y

    seguridad, y en que se siente uno pronto a seguirle en todas partes a donde' lo pida. Con l nos hubiera

    hecho ir hasta el fin del "mundo, decan los veteranos de Napolen.

    52. Cerca de sus hombres, amndolos tanto por ellos mismos, seres de carne y sangre, criados a semejanza

    de un Dios, en quien Patrich Arbois crea con toda su alma, como porque ellos disponan, cada cual por su

    parte, de una partecita de la fuerza de la patria, el joven oti-cial, de ao en ao, haba adquirido esta expe-

    riencia humana, hecha de benevolencia y fuerza, de comprensin y de prudencia, de rigidez y de tacto, sin la

    cual no hay verdadero jefe (1).

    53. La confianza en un jefe es una consecuencia directa de la admiracin y de la seguridad que inspira; pero

    la admiracin y segundad, para ser duraderas han de "ser merecidas por las cualidades intelectuales y morales

    que forman a los verdaderos jefes

    54. El verdadero jefe es el que es admirado, amado y seguido. Se le admira: se confa en el se reconoce su

    competencia,sus cuaIidades.su_ valor, sbese que con l ni se extrava uno ni jams se queda sin salida. Se le

    ama. hay con-, fianza en su desinters, en su espritu de servicio y se sabe que para l cada uno de sus

    encomendados vale por una realidad, mejor dicho, vale por una persona y por eso puede l contar con cada

    uno. Se le sigue: su palabra, su presencia su mirada, hasta su recuerdo, son otros tantos estmulos. Se est

    dispuesto a sacrificarse con l, o tambin por l, en servicio" de la causa que el representa.

    55. El ejercicio del mando es otra cosa que el llevar una insignia, el derecho al saludo de parte de algunas

    categoras de funcionarios, y como argumento supremo, el derecho a castigar. Supone actividad extrema, un

    permanente don de s mismo, el cuidado de realizar, el gusto de las responsabilidades, un sincero y profundo

    amor de los hombres, una perfecta dignidad de vida (1).

    56. Muchos jefes, revestidos de mando, que ostentan uniforme y galones, no tienen autoridad alguna. La

    eficacia de los gestos del verdadero jefe no depende del traje, sino que brota de su persona, de su cuerpo, de

    su alma. El desgaste del traje no hace que desaparezca el prestigio, pero s el desgaste del alma.

    57. El jefe debe estar siempre y en todas partes presente. La presencia tiene una eficacia que con nada puede

    reemplazarse: el gesto, la mirada, la voz, el porte y los modales es lo esencial de un jefe y esto es por lo que

    acta. Porque en el jefe lo que importa es el hombre, y sus cualidades de hombre se manifiestan, primero y

    principalmente, en las cosas menudas. De una suma de cosas pequeas nace la autoridad del jefe. Por

    ejemplo: la atencin que presta a un detalle que se impone.

    El jefe debe tomar las cuestiones una por una, y a los hombres uno por uno, para que su accin, en defecto

    de la persona, se desarrolle siempre y en todas partes por la posibilidad de sorprenderlos en todo momento,

    llegando de improviso sin causarles ansiedad, pero forzndoles a estar siempre a punto, de modo que se cree

    en ellos una conciencia, y una conciencia siempre alerta. Ah est el secreto de loa jefes, tan desemejantes

    como un Conde y un Turena.

    58. Lo que hace al jefe es la voluntad, el deseo, la necesidad de actuar en los hombres para transformarlos,

    levantarlos y encadenarlos para algo ms y mejor.

    59. Jefe es cualquiera que ama de verdad a sus hombres: descubriendo lo mejor que hay en cada uno y

    queriendo a toda costa acarrearlos a ponerlos al servicio del conjunto. Esto no se logra sin luchas, porque la

    ley de la pereza es una ley natural.

    60. Slo el que est emocionado por la realidad humana, el que est empapado de la inmensidad de la vida,

    es digno de ser jefe. Y por falta de jefes de verdad nuestra nacin se marchita (1).

    61. El hombre satisfecho de lo que tiene y le rodea, el hombre sin preocupacin de cambio, sin deseo de ver

    el mundo de otra manera que como est, desde luego est falto de algo para llegar a ser jefe: todo lo ms

    podr ser un expedidor de negocios ordinarios.

    62. Para ser jefe se necesita lo que a cada grupo falta para cumplir con lo que es su razn de existir, saber

    darle el complemento a medida y segn la necesidad, y una vez recibido autntico mandato, obrar en

    consecuencia.

    63. El temperamento de jefes es el que tiene vocacin para asumir no slo su parte normal de

    responsabilidad y peligros, sino tambin las numerosas partes que millares de hombres descargan en tomo de

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    l. Es, en primer lugar, un vicario; l no es un domador que esclaviza, ni un prncipe que humilla, ni un

    emboscado favorito.

    Ha de estar ms despierto que los otros para ser el primero en advertir el peligro o la suerte; ms perspicaz,

    para interpretar mejor los datos o antecedentes de la accin; ms seguro de juicio; ms pronto en la decisin,

    para que la accin estalle en el momento querido; ms audaz en aceptar los peligros necesarios, para obligar a

    los otros a aceptar los suyos; ms valeroso, para dominar las timideces circundantes; ms perseverante, para

    vencer la prdida de tiempo y los obstculos; finalmente, ms resistente a la soledad, al mismo tiempo que

    ms rico de calor humano. No se agranda esta vocacin anegndola en un mentiroso misterio. Todo el

    misterio consiste en su complejidad y en el raro equilibrio de cualidades diversas que exige (1).

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    CAPITULO SEGUNDO

    CUALIDADES DEL JEFE

    SUMARIO

    I.Fe en la misin. II.Sentido de la autoridad. III.Espritu de decisin e iniciativa.

    IV.Espritu de disciplina. V.Energa realizadora. VI.Calma y dominio de si mismo. VII.Sentido de la realidad. VIII.Competencia. IX.Espritu de previsin. X.-Conocimiento de los hombres,

    XI.- Benevolencia de espritu.

    XII.Bondad de corazn. XIII.Respeto de la dignidad humana. XIV.-Espritu de Justicia.

    XV.Firmeza. XVI.Ejemplo. XVIIHumildad.

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    I.Fe en la misin

    64. El jefe que no tiene fe en la causa a que sirve no merece el nombre de jefe. Empero, no basta creer, es

    necesario hacer partcipes de su fe y entusiasmo. Se necesita que cada uno de sus encomendados comprenda

    su propia responsabilidad en la obra que se ha de realizar; corresponde al jefe hacer comunicar a sus hombres

    en el ideal de que est animado. (NOTA 10.)

    65. La fuerza eficaz de un ejrcito dijo Marmontno crece en razn del nmero de soldados y de elementos materiales, sino mucho ms en razn del espritu que lo anima. Esto es y resulta verdadero para

    todo grupo humano, sea el que sea. Infundir el espritu, crear el clima, comunicar el fuego, es uno de los

    trabajos ms principales de la misin del jefe.

    66. El jefe que no tiene fe en su misin no puede ser afortunado; esto en todo el significado de la palabra; no

    tiene en s alegra, va de cara al fracaso.

    67. Un jefe abatido es un jefe ya batido.

    68. Un jefe escptico, con cualquiera forma de escepticismo, elegante o cnico, es un destructor de

    entusiasmo, tanto en s como en los dems.

    69. Nada ms engaoso para el jefe y para los subordinados que un escptico para qu? o un

    descorazonante no hay nada que hacer. Reaccionar vigorosamente; todava hay algo que hacer, todo puede

    servir.

    70. Cuando oigis que alguien os dice: No hay nada que hacer, traducidlo as: aqu todo est por hacer,

    pero yo no estoy en condiciones de hacer nada.

    71. No hay tarea inferior ni ser inferior, sino que lo que es inferior es el cumplir mal la tarea (1).

    72. La sola fe en la grandeza de la empresa y en las posibilidades de realizacin despierta en el jefe las

    energas bastantes para excederse a s y para arrastrar a los otros a seguirle.

    73. Para llegar a la meta en cualquier cosa, la primera condicin es creerla posible, deca Luis XIV.

    74. La accin en comn, sea la que sea, exige demasiados sacrificios de intereses particulares, supone

    mucha y rgida tensin de fuerzas, disciplina muy prudente de libertades, para poder pasar sin fe, sin aliento,

    sin mstica.

    75. Todo lo que vive, alienta; lo que no alienta est muerto.

    76. No se hace bien ms que lo que se hace con pasin. El que trabaja simplemente para ganar dinero y el

    que no siente la pasin del oficio, jams ser hombre de vala, menos an de jefe.

    77. Todas las empresas humanas, las ms humildes y las ms levantadas, las profanas y las sagradas, estn

    sometidas a las mismas condiciones orgnicas. Creer, esperar, amar, son las virtudes necesarias a todo hombre

    que pretenda hacer obra viva y fecunda. Creer en lo que emprende y esperar el xito; amar su traba j o y

    ofrecer a los hombres el fruto de su trabajo son las condiciones primeras y necesarias, sin las que ninguna

    empresa prospera.

    La inteligencia no puede proseguir el esfuerzo de construccin si no cree en la verdad y utilidad de la faena.

    El valor slo puede afrontar las dificultades cuando espera vencerlas.

    Finalmente, todos los resortes de la accin son tanto ms frgiles cuanto son ms violentos, como no vayan

    impuestos por el amor (1).

    78. El jefe que no ha logrado comunicar su entusiasmo por la faena comn ordenada al bien comn se

    parece al maquinista que quisiera hacer avanzar la locomotora sin vapor.

    79. El entusiasmo, ante todo, nace de una profunda conviccin, de un pensamiento bien madurado y que

    llega a ser tan obsesionante que impone la invencible necesidad de exteriorizarlo.

    80. Exgese, ante todo, a los oficiales, que sean hombres convencidos y persuadidos; atrevmonos a decir la

    palabra: que sean apstoles dotados, en altsimo grado, de la facultad de prender el fuego sagrado en las

    almas jvenes: en esas almas de veinte aos, dispuestas para las impresiones hondas y que una chispa puede

    encender para toda la vida, pero que tambin el escepticismo de los primeros jefe? habidos podra enfriar para

    siempre (1).

    81. El ascendiente de los verdaderos jefes viene de la amplitud de sus proyectos. El hombre tiene necesidad

    de extensos horizontes: se ahoga en lo mezquino.

    82.El jefe que padece de timidez en el ideal jams ser adiestrador de hombres.

    83. Poca inteligencia, empleada por un corazn apasionado, ir mucho ms lejos que un genio manejado

    por un. alma fra (2).

    84. Hacer creer en su suerte, para el jefe es la mejor suerte.

    85. El jefe que cree en su suerte se da un aire de seguridad que descarta las veleidades de resistencia. No

    conoce la indecisin, tan daosa para el xito. Tiene la conviccin de que triunfar, haga lo que haga, y as se

  • 12

    encuentra al abrigo de las nefastas consecuencias del esfuerzo revertido. Obedece a su impresin instintiva,

    continuamente dictada por lo subconsciente, abundante en anteriores experiencias.

    86. La delicadeza de espritu y la bondad de corazn sern nada sin ese aire vivo, sin esa expresin animada

    que habis de tener si queris entusiasmar a vuestros encomendados.

    87. No seis de aquellos que al ver delante una media botella se lamentan de que la mitad est vaca.

    88. Quiz hay en el mundo ms pensamientos bajos y malos que pensamientos levantados; pero el poder de

    un solo pensamiento de amor es infinitamente superior a un pensamiento de odio.

    89. El que tiene razones para estar descontento de s, se piensa est descontento de los otros.

    90. Puede concebirse un jefe dormido, que no vigila? Sin duda, hay cuidados de la responsabilidad, pero

    tambin hay sus exigencias y no es la menor el optimismo. (NOTA 12.)

    91. Los disgustados no hacen ms que cosas bobas; los descuidados no hacen ms que cosas oscuras; los

    pesimistas no hacen ms que cosas muertas.

    92. Bien s yo que algunos pretenden que sean reclutados los optimistas casi exclusivamente entre los

    imbciles, y una parte entre las gentes que quiz no son del todo imbciles, pero que al menos lo son a

    sobrehaz. Evidentemente, esta tesis pudese ensayar y probar; pero tambin pudese probar que es mucho

    ms sagaz, cuando es posible ser optimista que, ser pesimista. La hermosa se crece viendo el lado feo de las

    cosas; la hermosa se crece pudiendo decir, cuando un siniestro acontece: Lo haba predicho.

    Cada cosa, cada acontecimiento, tiene, cuando menos, dos caras: una hermosa y una fea. Por qu mirar la

    fea y no, por el contrario, contentarse con mirar la hermosa?

    ... En la vida hay que ser optimista: los pesimistas no llegan a nada; tienen miedo de todo, dudan de todo,

    son filsofos muy infelices que no concluyen nada; reflexionan siempre, se preguntan siempre con qu pie

    han de bailar, y esperando, esperando, jams bailan.

    Hay que ser optimista, en absoluto optimista (1).

    93. El mundo no ser en verdad feliz sino cuando todos los hombres tengan alma de artista; es decir, cuando

    todos tengan gusto en su ocupacin, comprendiendo la hermosura y la bondad (1).

    94. El jefe dinmico es el que, teniendo fe en su misin, cree en el xito de su causa, saca de los menores

    acontecimientos toda la parte favorable y no se deja abatir ni por la contradiccin ni por la falta de xito.

    95. El jefe jams se espanta de tener contratiempos, contradicciones, dificultades.

    Cuando un desagradable suceso acontece, es el primer movimiento de queja, de dolor, quiz de

    encolerizarse? Otro tanto de energa mal gastada. Lo mejor es mirar framente la situacin y decirse: Qu

    podra hacer yo para que este duro golpe sea el punto de partida de alguna mejor? Cmo me las ingeniar

    para rebotar y transformar este disgusto en ventaja? Hasta cuando no se ve la solucin inmediata, hecho de

    reaccionar positivamente constituye la mejor actitud para limitar los danos hay tejas que sirven para construir;

    hay pepitas que son simientes.

    96. El jefe, con toda humildad y verdad, ha tener cierta dosis de confianza en s mismo: confianza

    razonable, no presuntuosa, por la realidad de sus talentos y posibilidades. Porque ser humilde no consiste en

    decir nada tengo, nada y, nada puedo, pues la conclusin es obvia, hago nada, sino en decir: he recibido

    un numero de talentos. No tengo el derecho de gloriarme en mi mismo; antes tengo obligacin de arrollarlos

    y explotarlos en beneficio de los dems.

  • 13

    II.Sentido de la autoridad

    97. El jefe es el signo sensible de la autoridad.

    98. El jefe ha de tener concepto elevado de su misin de jefe. En cualquier grado que est puesto representa

    la autoridad; tiene obligacin de hacerla respetar en su persona.

    99. Haciendo respetar la autoridad, el jefe sirve a la colectividad humana a cuyo frente est puesto.

    100. Importancia de la autoridad del jefe para la eficiencia de la tropa: Tropa bien mandada, menos

    instruida, vale ms que tropa ms instruida, menos manejable, deca Lyautey (1).

    101. La autoridad es un depsito que tiene confiado; no tiene derecho para dilapidarlo. La autoridad es una

    fuerza; no tiene derecho para malgastarla. La autoridad es una partecita de la majestad divina; no tiene

    derecho para hacerla despreciar. 102. Un jefe, bueno de nio, bueno de muchacho, no tardara en dejarse caminar por sus huellas de

    bonachn. Mas por encima de la persona est el principio de autoridad, que resultara lesionado con el mayor

    perjuicio del grupo entero.

    103. El jefe que no inspira respeto no es digno del puesto que ocupa. Y para hacerse respetar es necesario

    ser respetable, no slo en el ejercicio de la funcin, sino en toda la vida..

    104. Grandeza y servidumbre del jefe: el jefe est comprometido por la causa a que se entreg y por el grado

    en que sirve a dicha causa. El jefe no tiene el derecho de decaer del rango; toda falta, aun las privadas, es una

    disminucin de prestigio para el ideal que representa.

    105. Depositario de una porcin de autoridad, el jefe no tiene el derecho de abdicar? debe al inters general el

    hacer respetar la ' autoridad.

    106. Los hombres no apetecen la complacencia de una autoridad dbil; pero estn satisfechos encontrando

    uno que sea fuerte y en quien ' puedan apoyarse; la firmeza varonil los asegura; la debilidad complaciente los

    hace desconfiados y por fin les disgusta (1).

    107. El bien comn marca exactamente los ' lmites de la autoridad de un jefe; pero, a la vez, le da la fuerza y

    el ascendiente. La conciencia de que se habla y se obra en nombre del bien social, comunica al superior esa

    firmeza inflexible y esa seguridad, sin las que no es de verdad jefe. Como dentro de los limites del bien

    comn verdaderamente hay autoridad, es decir, poder de unir y de obligar; no usar de ella, o hacerlo con

    mano dbil, serla traicionar al bien comn, permitiendo hacerse molesto el vigor imprescindible del derecho.

    108. Firmemente creo no haber jams observado que las gentes se hayan quejado de tener impuestas cosas

    difciles, siempre y cuando han estado bien mandadas.

    Al contrario, a la falta de ordenamiento suceden las ms temibles revueltas. Yo me pregunto si lo que con el

    nombre de libertad reivindicaron tan enrgicamente nuestros padres era otra cosa que el derecho a ser bien

    mandados (1).

    109. Por ningn pretexto puede un jefe rebajar en su persona la nocin de la autoridad: que no es ella un

    privilegio personal, sino la forma especial, eminente, que reviste su servicio; dejarse arrastrar hasta la

    camaradera sera en l traicionar a su misin; as perdera con el prestigio la confianza, que es la condicin

    indispensable de su actuacin.

    Como el padre de familia en quien el amor no excluye el vigor, as manda el jefe 110. En la medida posible el deber del jefe es prevenir el descontento y poner remedio a las injusticias antes

    de cualquier queja. Para conseguirlo ha de guardar contacto con aquellos que manda. Exponga, pues, su

    persona.

    Vaya a las trincheras, si es general; llegese la fbrica con los obreros, si es patrn; el mandar nunca es un

    privilegio, es una carga. Necesario es que el jefe tenga un poco de imaginacin y que, esforzndose por tener

    presente la vida de todos, ahorre a los que estn , sus rdenes sufrimientos y molestias evita-s. El secreto de

    ser amado es amar y sabe el oficio mejor que todos. Los hombres aguantan ser mandados, y hasta desean serlo, tal que estn bien mandados (1).

    111. Jefe es quien sabe tener autoridad y tomar responsabilidad. De ningn modo es necesario que tenga

    plumas en la testa, ni entorchados en todo el cuerpo; ni menos que tenga Diplomas o grados universitarios.

    Pero es indispensable que tenga carcter y deseable que ten imaginacin. Es necesario que sea bastante faz,

    para saber rodearse de consejeros, y bastante seguro de juicio, para tomar decisiones por si solo (2).

    112. El jefe sabe perfectamente que no tiene la ciencia infusa: necesita informarse, documentarse, aun de sus

    subordinados, que muchas veces estn ms en contacto con las realidades y dificultades inmediatas. Mas al or

    sus advertencias no debe estar nunca sujetado por nadie. El soviet o consejo es el

    embrollo. Diligente en buscar luces, un jefe de verdad no busca por ningn lado apoyo. Muda de parecer; no

    consiente en compartir responsabilidades. Repetidas veces Napolen, en el Memorial, explica lo que fue en

  • 14

    orden a esto su propia prctica. Escuchaba a todos, provocaba las advertencias, se hacia presentar memorias y

    oa que cada uno le hablase con toda libertad. Despus de esto decida l solo.

    113. Para un jefe la mayor desgracia es tener miedo de hablar y actuar como jefe.

    114. Cuando un jefe llega a olvidar su condicin de jefe, los subordinados tienen buen cuidado de olvidarlo

    tambin.

    115. El jefe debidamente constituido no tiene por qu excusarse del rango de superior, no tiene que

    mendigar la obediencia. Mande sin arrogancia, pero mande. Guarde su puesto sin orgullo, pero gurdelo. La

    falta de autoridad es mucho ms perjudicial a la colectividad que no el exceso.

    116. Jefes hay que por deseo de popularidad o por pueril igualamiento han tenido por bueno practicar

    ilimitadamente el no oponerse y ceder; pero han provocado la incuria, el desorden, la ruina, la derrota.

    117. Cuando por falsa humildad, por reparo de las responsabilidades o por miedo de molestar, el jefe vacila

    en tomar una decisin y en hacer respetar su autoridad, prepara un estado de anarqua cuyas vctimas sern l

    mismo y sus subordinados.

    118. Hablbase cierto da a Santo Toms de Aquino de muchos posibles candidatos para el cargo de

    superior. Fulano es un sabio. Que nos ensee respondi Santo Toms. Zutano es un santo. Que ruegue por nosotros. Mengano es un jefe. Que se ponga al frente y que nos mande.

  • 15

    III.Espritu de decisin y de Iniciativa

    119. Pudense tener cualidades tener disposicion ms que de subalterno; lo que revela al jefe es la iniciativa y

    el valor de las responsabilidades.

    120. El hombre que asume las responsabidades es aquel que, habindolo pesado todo [examinado con

    frialdad, ha visto los peligros, contrapesado stos con los resultados y ha juzgado que el resultado sobrepuja

    en mucho! riesgo y despus ha decidido marchar (1).

    121. El jefe que tiene miedo de las responsabilidades y que limita sus ambiciones a las > fciles y ordinarias,

    siempre se hallar de inspiracin para animar a los dems.

    122. Una oportuna decisin, aunque imper-icta, seguida de tenaz ejecucin, es mejor que la espera indefinida

    de una resolucin ideal que o nunca o muy tarde ser ejecutada.

    123. He aqu lo que Pedro de la Force escribi de la mentalidad de los ministros que rodeaban a Luis XVI:

    Intimidaba la preocupacin de no moverse ms que siguiendo la costumbre, y pareca que todo intento

    marcado con fuerte sello personal tuviese aire de originalidad peligrosa; si una atrevida iniciativa osaba

    presentarse, interponase la etiqueta, que haca lentas todas las cosas, y los pareceres para llegar hasta el seor

    pasaban por tanto? trmites que entretanto la ocasin se haba escapado. Sabido es a qu catstrofe

    condujeron esta timidez afectada y este conformismo paralizador.

    124. Para un jefe nada hay ms pernicioso que la impotencia para decidirse. La voluntad incapaz de

    determinarse a aceptar o rechazar un proyecto vacila perpetuamente. Cierto que antes de decidirse ha de

    preceder un examen leal y concienzudo de las soluciones presentes; pero querer encontrar la solucin perfecta

    y del todo adecuada es una quimera. En este sentido, decisin es mejor que precisin, porque de la constante

    oscilacin del jefe nace el enervamiento de los colaboradores, la inquietud de los operarios, sin contar las

    prdidas de tiempo y de dinero; y al fin, el jefe indeciso, so pretexto de evitar la precipitacin, provoca nuevas

    complicaciones.

    125. Jefe es todo aquel que, para estar siempre pronto para obrar, ha adquirido buenos reflejos, porque la

    vida es una suma de decisiones pequeas, y la fidelidad a estas decisiones nimias dispone al jefe para tomar

    las grandes en el momento ms imprevisto.

    126. Un jefe jams debe quedarse pasivo o inactivo, pues si no trata de dominar los acontecimientos ser por

    ellos dominado. La alegra del alma est en la accin, sta era la divisa de Shelly, que Lyautey tom por

    suya. En verdad podra decirse que la salvacin del jefe est en la accin.

    127. El jefe que espera rdenes o tiempos mejores para actuar no es un verdadero jefe.

    128. El jefe ha de saber tomar iniciativas, y para esto tiene que ser enemigo de la rutina, de los caminos

    trillados, de las frmulas estereotipadas. Nada ha producido mayor dao en multitud de jvenes dotados de

    disposiciones para ser jefes que un funcionarismo que, poco a poco, les causa esclerosis. Ahora bien, para

    tener iniciativas hay que conservar el alma joven y gil, no temer a la imaginacin, pues segn la frmula de

    Maurois en los Dilogos sobre el mando, el territorio de lo posible es de superficie elstica, y del jefe

    depende el dilatarla o el contraerla.

    129. Las dos nociones de responsabilidad y de autoridad estn estrechamente relacionadas: no andan solas,

    sino en funcin mutua una de otra. No puede haber responsabilidad ms que donde hay autoridad, porque para

    estar obligado a responsabilidad es necesario estar en condiciones de responder. Y, al revs, no podr haber

    autoridad sino all donde haya responsabilidad, porque una autoridad irresponsable se-ria ra una locura, un

    absurdo. La autoridad debe; crecer con la responsabilidad.

    130. La iniciativa puede muy bien consistir, no en tomar el jefe por s mismo determinaciones que son

    competencia de un jefe superior sino en dar las rdenes impuestas por la situacin.

    131. Los bereberes tienen un proverbio: ES-: coge y ganars. Y si no hay razn de escoger? No

    importa: escoge o tu ruina es segura (1).

    132. La capacidad de decisin es una cualidad especfica del mando. Si el jefe est desprovisto de ella se

    paraliza el negocio; y si, por el contrario, la toman sus colaboradores, tenemos la anarqua.

    133. Hay que tener un temperamento vido de responsabilidades. Las decisiones hay que tomarlas antes de

    que nos sean impuestas; conviene ir delante de las responsabilidades (2).

    134. Es jefe nato quien concibe con entusiasmo lo que se ha de hacer, decide con prontitud y arrastra a los

    otros por la prontitud de su eleccin.

    135. Mejor es tener pocas ideas y ejecutarlas que tener muchas y no ejecutar ninguna.

    136. La obediencia no ser alegre y confiada sino cuando el jefe sabe lo que quiere y lo quiere con energa;

    es decir, cuando manifieste espritu o nimo decidido.

  • 16

    Nada es tan nocivo a la autoridad como aparecer vacilante, andar buscando salidas o retroceder. A la vez se

    asesta un golpe a la admiracin debida " la superioridad del i efe y a la tranquilidad y reposo legtimo de los

    subordinados.

    137. Habis observado alguna vez a los chferes en las encrucijadas? Delante, el conductor con

    determinacin seala la direccin y se mantiene en ella; los dems, prudentemente, hacen lugar. Cualquier

    vacilacin es entonces cien veces ms peligrosa que la audacia (1).

    138. La obediencia pasiva no es nunca el relajamiento de un hombre delante de otro hombre Es la

    voluntaria desaparicin de un individuo ante una funcin. Cuando yo me pongo delante del coronel,

    atencin! (con vivo placer, lo aseguro), no es delante de un hombre de quien choco los tacones. Es ante un

    principio de autoridad que juzgo til y respetable, y sin cual las sociedades humanas, nodrizas de vuestra

    preciosa libertad, jams habran existo (2).

    139. La decisin es la solucin de un problema, cuyos datos, como vivos y humanos, son complejos y

    delicados; de un problema nuevo 1 que no satisface ninguna solucin del todo | acabada. Ante todo, hay que

    concentrar la atencin en estos datos, observarlos, estudiarlos, r purgarlos de cualquier prejuicio, detallar,

    pedir! referencias precisas y contrastadas, ser imparcial con respecto a sus propios pensamientos. Ms luego

    de tomada la decisin, hay que seguir con energa hasta la ejecucin.

    140. El quiz de Montaigne es conveniente para un filsofo; para ser un jefe es mejor e] s o el no

    141. Obrar es, precisamente, sacar en cualquier momento, de entre el embrollo de los hechos y de las

    circunstancias, la cuestin clara, que puede resolverse en aquel instante (1).

    142. Sabed lo que queris y hacedlo. La voluntad es un agente ejecutivo. Para cumplir con xito su

    cometido debe distinguirse por su poder, energa, vigor, continuidad en el esfuerzo, tenacidad. Esas son las

    cualidades del carcter.

    143. Se necesita saber: los conocimientos son base indispensable. Precisa el poder, y para ello desarrollar

    las facultades de entendimiento, juicio, anlisis y sntesis. Pero si todo esto funciona en el vaco, para qu?

    Se ha de decidir y querer con voluntad sostenida, inflexible, para llegar hasta el fin.

    Lo importante es obrar para realizar los planes, para conseguir los resultados. Trabajad, poner piedra sobre

    piedra. Construid. Hay que hacer algo. Hay que obrar. Hay que obtener resultados... Resultados, eh?, no

    reconozco ms que esto! (2).

    144. El hombre que es incapaz de decidirse, el que siempre deja las cosas para luego, el que tiene inclinacin

    a buscar en el ltimo minuto la solucin, el que no interviene hasta que la cosa va mal, no ha nacido para ser

    jefe. El jefe se conoce por el espritu de decisin. Vivir es elegir y elegir es siempre sacrificar algo. Podra un

    hombre ser un sabio, un tcnico notable, un filsofo eminente; pero si en tiempo oportuno no sabe tomar la

    decisin que se impone, y hacerla respetar, no es un jefe.

    145. Quiz ms que ningn otro el espritu est en ntima unin con la voluntad, pondr atencin, esfuerzo,

    y por encima la eleccin. Cuando ya est verificada, dejando de lado el examen, debe al momento al centro y

    eliminar imperiosamente todas posibilidades menos una. Cuntas inteligencias deslumbrantes, eruditas en

    todos los ramos,. pero incapaces de elegir, han causado la de las empresas que jams debieron estarles

    confiadas! Sin duda, no es sta la cualidad menos necesaria para el don de fortaleza, constitutivo de los jefes.

  • 17

    IV.Espiritu de disciplina

    146 La mayor parte de los jefes tienen que obedecer a otros superiores tanto como mandar a los inferiores. A

    los que estn por debajo de ellos dbenles el ejemplo de respeto y obediencia a sus propios superiores.

    147.El verdadero jefe se esfuerza por penetrara pensamiento de los superiores y concilia la independencia y

    originalidad de sus proyectos personales con el respeto de las rdenes legtimas. Extralimitarse no slo es

    personal insubordinacin, sino un desorden tanto ms grave cuanto que es responsable de una colectividad.

    148. Discutir las decisiones del superior jerrquico siempre es pernicioso, porque las ms de las veces la

    discusin est fundada en el vaco, sin tener los elementos necesarios de juicio, y determina en los

    subordinados una vacilacin en la obediencia, suficiente para hacer fracasar los planes mejor combinados.

    149. Slo el comenzar la ejecucin leal de una orden permite juzgar la importancia real de las dificultades

    que nuestra nativa pereza el miedo de ser atropellados en nuestra rutina han muchas veces exagerado a

    placer.

    150. La crtica deprime la moral: ataca al valor de los individuos; introduce en los grupos incertidumbre y

    el desacuerdo, y rompe unidad de plan y de accin.

    151. Aunque investido de una autoridad, cuyo principio se remonta hasta Dios, el jefe, con todo qudase

    hombre. Y porque es hombre no puede no tener en s alguna imperfeccin. Cierto; el jefe tiene la obligacin

    de valonarse incesantemente y de todos modos, para estar a la altura de su misin y ser merecedor del mando.

    Sus subordinados, empero, y sus colaboradores principalmente, quienes al vivir cerca de l pueden con ms

    facilidad descubrir los puntos dbiles, han de tener cuidado de no dejarse hipnotizar por ellos. Serian ellos

    mismos las primeras vctimas del desprestigio del jefe a sus ojos.

    Se ha de creer en el jefe, para estar prontos a seguirle hasta el fin, y es necesario que el jefe sienta que su

    equipo cree en l, para que tenga el valor de pedir a los que le rodean los esfuerzos y sacrificios que los

    llevarn a todos a la victoria.

    152. El jefe verdadero atena las faltas de los superiores, cuando se dan, sintindose satisfecho de

    manifestar a los subordinados que todo el xito es debido al jefe responsable.

    153. Cuanto de ms alto viene la crtica, tanto ms dao puede causar. Un jefe que critica a su superior

    delante de los subordinados se arriesga a perder su influencia y a ver pasados por el tamiz sus propios

    mtodos. En realidad, lo moral descansa en lo legal, en la fidelidad para con los jefes.

    154. La disciplina no es fecunda ms que a condicin de ser alegre y activa. El simple conformismo pasivo,

    tmido, el vago temor de los reproches o de las sanciones, estn desprovistos de verdadero valor social. Lo

    que hace consentir la disciplina ha de ser una poderosa sensacin del inters comn, del honor comn, de la

    obra o empresa comn.

    Entonces la disciplina no peligrar en suprimir o debilitar las iniciativas (1).

    155 Ser disciplinado no quiere decir callar- . se, abstenerse o no hacer ms que lo que se cree poder

    emprender siguiendo el arte de evitar responsabilidades, sino ms bien actuar en conformidad con las rdenes

    recibidas, y para ello encontrar en su invencin, en la consulta, en la reflexin, a posibilidades de ejecutar las

    rdenes, y en su carcter, energa para salvar los peligros que van unidos a la ejecucin (2).

    156. Para un jefe, disciplina no es lo mismo que ejecucin de las rdenes recibidas en cuanto que parecen

    razonables, convenientes y aun posibles; disciplina significa que ha abrazado completamente las ideas del jefe

    que dio la orden y que hace todo lo posible para cumplirlas. Disciplina no quiere decir silencio o abstencin

    para no hacer nada ms que lo que os parezca posible sin comprometer; no es el arte de zafarse a las

    responsabilidades; por el contrario, es actuar en el sentido de las rdenes recibidas (1).

    157. Si el jefe subalterno se contenta con unir su voluntad con la del superior, si no llega hasta conformar su

    juicio con el juicio de aquel a quien est sometido; si no tiene para con l la confianza absoluta y la docilidad

    de una desposada, la armona del hogar, de la autoridad, ser precaria, con detrimento del fin buscado en

    comn (2).

    158. La disciplina no apunta a matar la personalidad, sino a regular y coordinar los esfuerzos.

    159 El aumento de disciplina se traduce siempre en aumento de bienestar, lo mismo que el desarrollo de la

    energa en un suplemento de fuerza.

    160. En todos los grados de la escala social, lo mismo en la vida familiar que en la profesional, se impone,

    de un lado, la restauracin del sentido de la autoridad, y de otro, la reeducacin del espritu de disciplina.

    La disciplina dice un antiguo proverbio militar es la fuerza principal de los ejrcitos. Tambin es la fuerza principal de una nacin que quiere no perecer. Un resurgimiento nacional pide la colaboracin y

    adhesin de todos.

  • 18

    Habr, quiz, muchos caminos para salir de un bosque. Pero el que se ha de seguir es e} escogido por el jefe

    debidamente nombrado. Tericamente podrn, quiz, imaginarse mejores, pero, de hecho, el mejor ser el que

    haya indicado, y precisamente por haberlo indicado Si cada uno, guiado por su fantasa o por sus instintos, tira

    por su lado, seguirse la neutralizacin de las fuerzas del grupo y pronto tambin la desaparicin del grupo

    como tal.

    Adems, un jefe posee elementos de informacin ignorados de los sbditos. Una vez tomada en junta la

    determinacin, ha de tener certeza de que se seguir, pues no es posible aplicar sus facultades de jefe para el

    bien general si no tiene absoluta seguridad sobre este punto.

  • 19

    V.Energa realizador

    161. El jefe no ha de contentarse con tomar una decisin; la decisin tiene que encarnarse en la realidad.

    Lo que cuenta no es la orden dada, sino la orden ejecutada.

    162. Jefe sin' energa no puede ser jefe. No se trata de una energa brutal, sino de una energa ejecutiva que

    proporciona el esfuerzo con el fin que pretende obtener, que mira siempre las posibilidades para que no se

    encuentre sin aliento en el preciso momento de tomar una cota.

    163. El jefe ha de tener razn resistente; no debe acobardarse por los primeros obstculos; conoce el lema

    a hombre valiente nada es imposible, y conforme al dicho del general Clment Grandcour, el verdadero

    jefe, civil, o militar, espiritual o temporal, saca posibles de lo imposible; en eso mismo se le reconocer.

    164. Nada se obtiene sin trabajo, y el hombre activo no tiene que sorprenderse de encontrar dificultades.

    Estas pueden nacer de s mismo, y no son stas las menos duras de resolver. Pueden tambin nacer de los

    subordinados o, las ms de las veces, de parte de aquellos que debieran serle sostn y apoyo Asimismo

    pueden venir de las circunstancias y de la misma naturaleza de las cosas. El verdadero jefe acepta siempre lo

    irreparable y, como deca Lyautey, l se las arreglar.

    165. El jefe espera las dificultades, aunque no se deja hipnotizar por ellas. Previstas o imprevistas, forman

    parte del programa.

    166. Las dificultades se presentan para ser vencidas. Para un jefe las dificultades no son barreras que le

    detienen, sino trampolines que le dan ocasin de excederse al obligarle a sobrepujarlas.

    167. Un jefe, aun siendo muy flexible y realista, no ha de cambiar con mucha frecuencia de direccin.

    Los cambios demasiado frecuentes inquietan a los subordinados y les quitan la confianza.

    168. El xito depende de la perseverancia y tenacidad en la ejecucin todava ms que de la habilidad de la

    concepcin.

    169. El don del jefe es el don de la fuerza, pero entendiendo por alma fuerte no la que slo conoce las

    emociones fuertes, sino ms bien aquella cuyo equilibrio no turban las fuertes emociones, segn deca Foch.

    170. No hay accin sin riesgo, pero quien nada arriesga nada tiene. Hase de pesar el riesgo, probar de

    disminuirlo; pero, segn el reglamento de Marina, se ha de correr con nimo valeroso y resuelto.

    171. El esfuerzo es la nica fuente segura de libertad v de ideal contra la anarqua interior de los instintos y

    apetitos egostas. Quien salva el esfuerzo, salva la personalidad y, por lo mismo, salva a la comunidad.

    172. Cualquier cosa que hagis en la vida, hacerla con el mayor vigor posible (1).

    173. Nadie puede ser verdadero jefe si no sabe triunfar de los obstculos excepcionales, y no triunfar si no

    da muestras de una voluntad tambin excepcional.

    Ahora bien; nada exige mayor grado de voluntad; nada ejercita ms las facultades que el mandar a las

    pasiones, a los deseos vehementes, al mismo exterior, reprimiendo todo gesto intil o excesivo de alegra, de

    dolor, de espanto, de entusiasmo, de horror; a la fisonoma que se sabe conservar impasible en presencia de

    las ms grandes angustias.

    Todo esto forma el dominio de s mismo y es culpe en el rostro rasgos austeros y le comunica ese aire a la

    vez inseguro e inexorable que obliga a la obediencia; pues quien es inflexible para con sus debilidades, ha de

    serlo para con las de los otros. Quien sabe imponerse a s mismo, sabr desafiar la resistencia de los

    subordinados. Es decir, el completo dominio de s mismo prepara la autoridad (2).

    174. La menor resistencia exige alguna firmeza y tenacidad.

    175. E inteligencia? Ciertamente, se necesita. Pero sobre todo, voluntad: voluntad fija, que no se desparrama.

    Todo est en esto: querer...

    Aun con mediana inteligencia, quien encauza toda su voluntad hacia un hito concreto y persevera con nimo

    constante, est seguro u de alcanzarlo. Tomad una idea, fijadla como otra estrella polar, caminad con los ojos

    clavados en ella. No se llega a triunfar mas que por el trabajo encarnizado y bien dirigido (1).

    176. Slo los atrevidos realizan. Solo los que organizan tienen xito.

    Muchas veces lo que puede parecer suerte o acaso no es sino el fruto de un largo trabajo de preparacin

    y de empeo de llegar.

    177. La accin no es otra cosa que una incesante adaptacin de s mismo y de lo que arrastra la vida a un fin

    visto con claridad y buscado con tesn.

    178. Cualquiera que sea el ideal que anima al jefe, hay horas en que el trabajo cotidiano puede hacrsele

    pesado. Es hombre y sintese envuelto por una atmsfera de tedio con sus puntas de amargura: tan ingratas

    resultan muchas veces las condiciones de trabajo.

    Recuerde entonces que ningn esfuerzo es pedido y que ningn fracaso es definitivo.

  • 20

    179. Plpese que el jefe no se decide sino por motivos muy elevados, por obligacin, por el bien de todos,

    olvidndose de s mismo, y, adems, con dominio de s, de sus emociones, de su capricho y de su genio.

    Nunca turbado, nunca sorprendido, nunca desconcertado. Pero plpese tambin que, una vez tomada la

    decisin, nada har doblegar su voluntad, y que si tiene el alma bastante grande para reconocer sus yerros y

    para corregir sus miras, tiene el alma demasiado grande para no asegurar las obligaciones necesarias, aun a

    costa de su paz (1).

    180. Todo jefe tiene que prepararse para una vida dura, fsica y moralmente, con mezcla de xitos y reveses,

    de alegras y desengaos, de apoyos y dificultades; mas quien se renunci a s mismo para entregarse a la

    empresa no se dejar arredrar por esta perspectiva, ya que tiene l otra en su corazn: la de la fecundidad

    invisible de su accin, que trasciende las apariencias. En esta fe es donde encuentra la escondida fuente de sus

    mejores energas.

  • 21

    VI.Calma y dominio de si mismo

    181. Para tener calma ha de haberse tomado la costumbre de jams dramatizar las cosas, y segn la frmula

    de Foch: No tomar por lo trgico las cosas sencillas y simplificar las cosas trgicas.

    182. El jefe que quiere ser digno de mandar debe comenzar por hacerse capaz de mandarse a s mismo. Sin

    dominio de s propio nadie puede pretender el dominio de las cosas, y menos todava el de las personas.

    183. Toda la persona del jefe ha de irradiar una impresin de serenidad, a fin de que sientan seguridad todos

    los que le rodean.

    184. La menor seal de inquietud, de depresin y a fortiori de perturbacin, que estando a solas no

    tendra graves consecuencias, puede tener repercusiones irreparables en el grupo que mandis.

    185. Un jefe no conoce el miedo, o si lo conoce, nadie ha de saberlo. El debe dar la impresin de que ser en

    todo y siempre superior a los acontecimientos, segn la fuerte expresin de La Varende. Con los reflejos

    abolidos, , dominada la naturaleza y, si hay necesidad, cmico del valor, acepta todos los peligros siempre que

    su aparente sangre fra asegure a los suyos y les evite el pnico, que en la guerra es el peor de los peligros.

    186. Por instinto, en los momentos de peligro se mira la cara del jefe: si se sorprende en l desasosiego o

    angustia, esta impresin se refleja en la colectividad con un coeficiente tanto mayor cuanto mayor es la estima

    del jefe y la confianza de poder contar con l.

    187. Uno de los generales de Verdn, que aguardaba en su puesto de mando las noticias del ataque y no

    poda saber sino lo que migajas le comunicaba el telfono, nota: La inquietud me devora, la angustia me

    tortura y, no obstante, si quiero conservar mi prestigio, irradiar confianza, he de presentarme a los ojos que

    me preguntan a hurtadillas, con una cara impasible. Mi gesto debe ser sobrio, mi voz firme, mi pensamiento

    claro. No conozco prueba ms dura y, a la vez, ms decisiva para la voluntad del jefe (1).

    188. La calma en seguida causa la impresin de una voluntad que sabe lo que quiere y que no consentir

    desviarse del blanco. Una mirada sosegada y tranquila es bastante muchas veces para inspirar una como

    seguridad a los indciles: entonces sienten por instinto que no tienen ellos la ltima palabra.

    189. Todos los que han estado en la guerra recuerdan la inquieta mirada de la tropa hacia el oficial que la

    manda en momentos difciles: la calma o el alegre disimulo de un joven jefe de seccin, no resultan entonces

    ms engendradores de confianza que los brillantes y alocados de un veterano ayudante?

    190. Para estar tranquilo, el jefe tiene que saber cuidarse y tomarse el tiempo de reposo necesario, evitando

    tanto el agotamiento como el exceso de trabajo.

    191. La salud y la facultad de trabajo estn en primer puesto entre las condiciones requeridas para ser jefe.

    La grandeza de la obra es todava menos exigente que la continuidad del esfuerzo, y mientras que la

    enfermedad permite al sabio sus investigaciones y al artista sus creaciones, aniquila la accin del jefe.

    192. Para un jefe es un arte el saber tomar descanso, pero es un arte indispensable, y el jefe que lo descuida

    en s mismo est expuesto, un da u otro, a perder el dominio de los reflejos. Gengis Khan deca que el jefe

    incansable no vale para mandar.

    193. Todos los conductores de pueblos sienten la necesidad de aislarse para meditar con calma y se

    reservan tiempo para elaborar su accin inmediata o lejana. GALLINI llamaba a esto el bao del cerebro.

    194. El jefe, a fuerza de darse, se vaciar rpidamente si no cuida de abastecerse intelectual y espiritualmente.

    Ha de distribuir el tiempo de manera que cuide cada da de tener una o dos horas de meditacin y lectura. Con

    sus compaeros debe tener con regularidad reuniones que le proporcionen no slo amistad y descanso, sino

    que le permitan seguir en comn encuestas y reflexiones.

    Ante todo, ha de conservar y cultivar en s la facultad inventiva: buscar sin parar nuevas iniciativas, nuevas

    experiencias; hacer el balance de lo que conoce desde su juventud; aventurar hiptesis nuevas, que de seguida

    vendrn los hechos a debilitar o confirmar; permanecer accesible a la riqueza humana, que muy bien podra

    traerle el hallazgo de sus aos juveniles (1).

    195. Como siempre tengo ms cosas que hacer que tiempo para hacerlas, y el pensar en esto me preocupa y

    estorba, no considero las cosas que he de hacer, sino el tiempo que puedo emplear.

    Lo emplear sin perder nada, comenzando I' por las ms importantes, y no me inquietar por las que no

    estn hechas (2).

    196. El jefe evita las palabras intiles; sabe ser discreto, no publica sus proyectos ni los estados de nimo.

    Richelieu afirmaba que el secreto es el alma de los negocios, y que se ha de or mucho y hablar poco para

    actuar con eficacia.

    197. El silencio del jefe, ndice de una voluntad firme y de una intensa reflexin, inspira respeto. La

    verborrea y la charla hacen decaer el prestigio muchas veces; siempre, la confianza.

  • 22

    198. Para tener calma el jefe no debe jams dejarse desbordar, ni por las ocupaciones, ni por los

    acontecimientos, ni aun por los hombres, y puede aadirse: ni por s mismo.

    199. El hombre de accin no se entretiene en deplorar lo que le viene en contra; lo acepta como un nuevo

    dato del problema que tiene que resolver (1).

    200. Jams digis estoy fuera de m, porque despus de cierto tiempo esto llegar a ser en vosotros como

    una obsesin y una necesidad de repetirlo sin cesar; acabaris creyndolo, y esto ser abrir la puerta a todas

    las impaciencias y a la fatiga nerviosa.

    201. Lo que fatiga y enerva no es tanto lo que se hace como lo que no se llega a hacer; sta es la razn por

    qu el jefe prudente ha de organizar su vida. Tener el sentido de la jerarqua de los valores, establecer el orden

    de urgencia para su actividad y proporcionar a la importancia de cada esfuerzo el tiempo que le debe estar

    reservado.

    202. La paciencia es una gran garanta de orden dice el educador americano Huger. Y aade, con razn:

    Perder el dominio propio ' es siempre el medio ms seguro de perder. la autoridad sobre los dems. Una

    postura tranquila, que nace no de temperamento flemtico, sino de la disciplina personal, ejerce en el mundo,

    nervioso, desordenado, una influencia de sugestin a la que no resiste.

    203. Dicho est por un antiguo poeta de la India: Subygate a ti mismo para subyugar a los otros. No

    siendo por una fuerza personal, cmo podras conducirlo hasta querer lo que t quieres?

    204. Un jefe irritado o excitable cesa de cumplir la ms esencial de sus funciones, cual es encarnar la

    autoridad y el orden verdadero: tampoco l es otra cosa que una muestra de esa disipacin, de esa inquietud,

    de esa falta de regularidad que pretende combatir en otros. Y desde entonces, por ms celo que despliegue, o

    podr irradiar el espritu de orden (1).

    205. Vais a dominar a los hombres, no es momento oportuno para perder el dominio propio.

    206. Si se presentan obstculos imprevistos, nicamente el jefe es quien no debe emocionarle. Cuando todos

    estn desanimados tendr que gallear todava para infundir valor en los otros, aun cuando para s no lo tenga.

    207. Vanse los consejos dados por un patrn conocedor de los negocios para el caso de crisis: No digis a

    vuestros colaboradores: esto no es nada, sois unos cobardes!; tampoco exageris en sentido inverso,

    gritndoles: todo est perdido, slvese el que pueda!; antes bien, decidles: la situacin es muy grave y pide

    toda vuestra energa; pero estad tranquilos y tened confianza en mi fuerza, como yo la tengo en vuestra

    abnegacin

  • 23

    VIl. Sentido de la realidad

    208. Bueno es tener una idea grande, alimentar un bello ideal; pero si el ideal es quimrico y la idea se

    queda en imaginacin, todo esto no es nada. Es preciso que el ideal encarne en la realidad. Y aqu es donde el

    jefe, para no extraviarse, para evitar toda desviacin entre la inteligencia y la vida, necesita desarrollar en s

    mismo el sentido de la realidad.

    209. La misin de jefe implica algunas contraindicaciones. Es un oficio que no conviene al soador; quien

    al vivir en la estratosfera olvida que tiene la cabeza sobre los hombros y los pies en la tierra.

    210. Es un oficio que tampoco conviene al pesimista mrbido, quien no queriendo ver ms que el lado malo

    de las cosas, de los hombres y de los sucesos, se ha hecho incapaz de descubrir todas las posibilidades que se

    le ofrecen escondidas.

    211. Es un oficio que tampoco conviene al optimista bobo, cuya natural sencillez le pone por juguete de los

    astutos y charlatanes.

    212. Este cargo no conviene tampoco al verboso, que se cree haber obrado porque ha hablado, y que no se da

    cuenta que, al pagarse ; palabra, se alimenta de ilusiones.

    213. El cargo de jefe requiere a un hombre que tenga la cabeza sobre los hombros y los pies en la tierra.

    Puede todo resumirse en este I principio: la falta de adaptacin a la realidad es la ineptitud primera para el

    mando.

    214. Influenciada por la filosofa subjetiva y por causa del exceso de enseanzas puramente tericas, la

    inteligencia no es para muchos la facultad de ver lo real, sino la facultad de especular y disertar

    brillantemente. Del hombre hbil para hablar se dice: Es inteligente.

    Constryense sistemas en la imaginacin, amontonndose hiptesis; creerase perder el rango yendo a ver

    sobre el terreno lo que hay. Ha sido una gran debilidad, en todos los departamentos de la actividad nacional,

    de los estados directores. Demasiados espritus brillantes se haban de tal manera acostumbrado a hacer

    juegos de manos con los sistemas financieros, econmicos y militares, que haban perdido el contacto con las

    realidades humildes de la vida y antes con el sentido comn.

    215. Tener sentido de la realidad es, ante todo, conocer objetivamente la realidad y conocer lo que la

    realidad puede sostener de posibilidades ahora y en lo venidero.

    216. Ver claro, ver lo verdadero, ver lo justo, tal debe ser la mirada del jefe.

    217. La peor alteracin del espritu es el ver las cosas como uno quiere que sean, en vez verlas tales como son

    (1).

    218. No os contentis con lo que se os diga aconsejaba "Foch id a verlo con vuestros ojos. No os pregunto qu es lo que pensis. Decidme lo que hay... Hechos, hechos. Hay que verlos. Esos quedan. No los

    haris desaparea con el sentimiento.

    219. Tener sentido de la realidad es conoce se a s mismo, conocer sus posibles tan bien como sus lmites.

    Esto forma parte de los dato del problema, y se ha de tener el valor de saber lo que es antes de tener el valor

    de saber lo que se quiere.

    220. Tener sentido de la realidad es, en vez de lamentarse estrilmente de los efectos de los subordinados,

    poner todo el empeo en aprovecharlos segn su capacidad.

    221. Tener sentido de lo real es desconfiar de las frmulas totalmente hechas. No hay formulario tan

    completo en el que los casos que se presentan tengan una solucin ya impresa de antemano. Hay que estudiar

    y resolver cada caso por s mismo. Las soluciones totalmente hechas son cosa de empleados de oficina, es de-

    cir, de los que no se atreven, o porque no saben, o porque no conocen ms que el famoso precedente

    administrativo, padre de la odiosa rutina, que atolla tantas energas para transformarlas en estriles.

    222. El jefe ha de andar siempre alerta. Jams ha de considerar su organizacin como definitiva.

    Desde cierto punto de vista resulta menos difcil poner una institucin en marcha que el mantenerla en buen

    orden de marcha, puesto que la vida es algo tan variable que se necesita renovar incesantemente los conceptos

    para encuadrarlos en las nuevas condiciones de las circunstancias y de las personas. El jefe que se

    adormeciese en la rutina no tardara en perder contacto con la realidad y pronto llegar a ser un inadaptado.

    223. Un jefe se hace viejo ya desde que rehuia volver a pensar los problemas, ya desde que 10 se siente con

    fuerza para renovar sus conceptos y los cuadros.

    224. El desarrollo de la accin hace olvidar con sobrada frecuencia la necesidad de volver a pensar, para

    toda empresa, continuamente en su origen, espritu, mstica y porvenir. Uno ha arrancado con gran

    entusiasmo; luego, falto de tiempo, absorbido por la faena que sobreviene al da, deslizase en el automatismo.

    Un jefe de Estado o un industrial ingenioso tendrn a su lado un grupo de hombres de ciencia encargados de

    este nico empeo: de reponer la obra a punto, de cuidarla con inteligencia y espiritualidad.

  • 24

    Hoy sera conveniente multiplicar los encargados de estudiar y los de misin en todos los organismos

    colectivos, considerando su funcin no como una amable sinecura, sino como una de las ms esenciales entre

    todas (1).

    225. El jefe jams debe hacer tabla rasa de lo pasado. Hay inters, cuando toma las palancas del mando en las

    manos, de que no se resuelva todo, y sobre todo de no dar la impresin de que quiere cambiar por el simple

    placer de cambiar algo.

    Mas, por otra parte, derecho tiene de querer los progresos que, ya por experiencia, ya por estudio, se

    imponen, sin dejarse jams detener por la objecin: Siempre se ha hecho as. Lo pasado es interesante para

    explicar lo presente; mas nunca podra sujetar a los que desean hacer el porvenir.

    226. Hay que estudiar los asuntos, repeta Foch constantemente. Y l estudiaba a fondo todos los suyos.

    Desde luego, encarga el examen de los mismos a los que trabajan con l. Mirad tambin todas las vueltas y

    revueltas.

    Quien le informe no ha de llevarle impresiones: No os pido vuestra manera de pensar, sino cosas precisas,

    realidades.

    Hasta cuando pregunta si hace fro, no se le ha de responder: el aire es fresco, sino cuntos grados marca el

    termmetro. Informes seguros, exactos, comprobados; slo los hechos constituyen para l una base slida.

    No os apoyis en frases, sino en hechos. Con stos podis construir.

    No os paguis de palabras si queris no ser pagados con decepciones.

    Fuera elegancia, fuera sentimiento. Se dice: Yo creo que... se hace el elegante: Pienso que el enemigo har

    esto... o aquello. Mal: yo creo... Se ha de estar seguro! Hay que estudiar, ver las posibilidades, contarlas,

    juzgar, decidir, y entonces va bien (1).

    227. Muchas reglas tenidas 'por intangibles por los practicones de espritu corto cesan de ser aplicables a

    poco que cambien los datos del problema. De querer aplicar, con datos inseguros, las reglas demasiado

    invariables, se termina en evidentes absurdos; tambin los que han profundizado estas cuestiones sean filsofos u hombres de accin, todos al unsono han vituperado el abuso del formulismo.

    Nada ms perjudicial al Estado que aquellos que quieren gobernar las naciones por las mximas que sacan

    de los libros (1). Pocas mximas son para todos verdaderas (2). Nada es absoluto en la guerra (3). Fuera los

    moldes, hay que aprender a discurrir (4).

    228. Tener sentido de lo real es tenerlo de todo lo real. Algunos hay que tienen, a veces, la tentacin de

    hipnotizarse con un detalle y de no mirar ms que tal pormenor. El verdadero jefe jams pierde de vista el

    conjunto; mira siempre en su espritu presente la sntesis de que est encargado. Esto le facilita el poder

    mirar el sentido de las proporciones y el dar a cada cosa su relativa importancia.

    229. El jefe deca Lyautey ha de ser el tcnico de ideas generales, pero las ideas generales no han de ser vagas generalidades. Vea las relaciones algunas veces lejanas que unen dos problemas; d a la cuestin

    presente su verdadero valor, sin disminuirlo, porque haya de tener repercusiones; sin aumentarlas, porque no

    es la nica que nos interesa, y porque no debe | triunfar a costa de otros asuntos o de otros intereses

    igualmente legtimos.

    230. La energa de espritu es la cualidad preferida del jefe, no tanto con miras a trabajar en el anlisis arduo

    de un asunto difcil como para concentrarse rpidamente sobre una cuestin urgente que resolver, abarcando

    fuertemente, de una vez, todos los datos de la cuestin y todas las incidencias de la solucin.

    Esta energa supone una intuicin que ningn ingenio geomtrico puede detener en su vuelo; una extensin

    de miras que ninguna especialidad absorbe; una flexibilidad de adaptacin que ninguna rutina anquilosa; una

    solicitud de los acuerdos que ninguna psicosis de detalle reduce, y, finalmente, esta cultura general que, dando

    conocimiento de todo, prepara a comprenderlo todo.

    231 Tener sentido de lo real es tambin desarrollar en s ese como olfato, que permite ver al instante las

    nuevas posibilidades que se presentan con un cambio de situacin para utilizarlas y tomar una nueva decisin

    adaptada a las circunstancias.

    232. Hay que saber, segn el dicho de Talleyrand, aceptar lo inevitable para hacerlo utilizable.

    233. Es necesario que la intuicin del jefe sea constante y que su capacidad constructiva sea templada por el

    sentido prctico de las posibilidades de realizacin. No es bastante el lanzarse adelante, sin reflexin,

    contando slo con su audacia o con su buena estrella, porque, segn confesin del mismo Napolen, con la

    audacia se puede emprender todo, empero no se puede hacer todo.

    234. Un gran jefe nos pone en presencia de las cosas tales cuales son, slo que nos manifiesta que podremos

    hacer con ellas otras cosas. No por su capricho, sino por el bien pblico; no arrebatado quimricamente por la

    imagen que proyecta ante s, con clarividencia traza la ruta por lo mejor del terreno. Su misin, y pri-

    meramente para s. Prefiere lo real a su ideal, como prefiere su faena a su persona (1).

  • 25

    235. Unos no ven ms que las dificultades; otros quieren ignorarlas. Lo mejor es ver las posibilidades

    pensando en las dificultades y hallar en las primeras recursos para vencer las segundas.

    236. Cuando se es de veras todo un hombre, se toma de las cosas lo presente, como es, y se trabaja para que

    en lo venidero estn algo ms ajustadas a lo que deben ser.

    237. Si hay un pesimismo desalentador, consistente en cruzarse de brazos ante la fatalidad, hay tambin un

    optimismo pernicioso, que sustenta la ilusin so pretexto de conservar la confianza (2).

    238. Hay planes muy bien hechos; no son los planes los que faltan, ni tampoco las ideas mas para cada

    circunstancia hay entre ellos uno bueno y nada ms. Quiz es el menos bello de todos, el menos grandioso, el

    que conquistara menos gloria; pero, seguramente, es el nico que la realidad hace posible, y se es el que ha

    de escogerse.

    El jefe que tiene la responsabilidad y toma la decisin, debe tener esta nocin de lo posible Si le falta, podr

    ser un esttico militar eminente pero no un jefe de veras.

  • 26

    VIII.Competencia

    239. El valor no es el exclusivo fundamento de la autoridad del jefe.

    No es menos verdad que el jefe tiene que desarrollar la competencia para estar en disposicin de servir

    mejor, y su autoridad moral crecer en proporcin de las muestras que diere de valor.

    240 La competencia del jefe no es de la misma naturaleza que la de los subordinados. Su competencia ha de

    consistir esencialmente en poseer las nociones generales necesarias y el suficiente conocimiento de las

    diferentes ramas de actividades para organizar el conjunto de ellas. Cuanto mayor es la responsabilidad del

    jefe, tanto ms ha de evadirse de la especializacin, mientras que cuanto ms el agente es un ejecutor, tanto

    ms ha de dar pruebas de su capacidad tcnica.

    241. La competencia especfica del jefe es una competencia de gobierno, que consiste en prever, organizar,

    mandar, comprobar, en orden a la faena o misin que se ha de llenar; competencia que permite apreciar los

    valores relativos y ponderar las oportunidades; competencia psicolgica que se adquiere con la practica del

    manejo de los hombres.

    242. La competencia profesional no es slo una condicin de prestigio, sino cuestin de moralidad. La

    mayor inmoralidad escriba Napolen a su hermano Jos es ejercer un cargo que no se sabe. 243. No se puede pedir al jefe que sea competente en todo. No habra jefes. El jefe domina las ideas

    generales: se es su propio dominio. Si, adems, tiene algn otro talento particular, tanto mejor, o, quiz, tanto

    peor. Quiz tanto peor, porque si tiene la debilidad de entregarse a sus xitos, se achicar y no ser ms que

    un especialista.

    El jefe deja los especializados para cuando ha visto que sern tiles y eficaces, y dentro de los lmites

    prefijados. El es quien se esfuerza para dominar la situacin, orientando y coordinando los esfuerzos.

    244. La cultura no consiste en saberlo todo, ni en saber un poco de todo, sino en tener dominio de las cosas

    para tomarlas miradas desde lo alto.

    245. No hay que pedir al jefe que sea competente en todo aunque ha de tener en su favor una competencia indiscutida e indiscutible, sino para hacer, al menos para juzgar, apreciar y decidir con conocimiento de causa.

    246. El que no es ms que militar, no es sino un mal militar; quien no es ms que profesor, no es sino un mal

    profesor; quien no es ms que un industrial, no es sino un mal industrial. El hombre completo, el que quiere

    cumplir de lleno su destino y ser digno de guiar a hombres; en una palabra, ser jefe; este tal ha de tener sus

    ventanales abiertos a todo lo que honra a la humanidad (1).

    247. Adems de la competencia tcnica requerida, la competencia peculiar del jefe es la que consiste en el

    arte de crear la unidad, sabiendo ordenar y coordinar los esfuerzos de cada uno con miras a la obra comn.

    248. La victoria no se contenta con las virtudes de ltima hora. La realidad del campo do batalla es que all no

    se estudia; se hace, sencillamente, lo que se puede para aplicar lo que se sabe. Desde luego, para poder all un

    poco es necesario saber mucho y bien (2).

  • 27

    IX.Espritu de previsin

    249. El bueno o mal resultado depende mucho de las miradas del jefe sobre el porvenir. El jefe no puede

    trabajar slo al da. Ha de prever para plazo ms o menos largo las consecuencias de sus decisiones, la

    oposicin o dificultades que puede encontrar y la parada que tendr que montar en las diferentes hiptesis.

    250. La costumbre de prever y de vivir en el porvenir es lo que permite la rapidez de clculo y la prontitud

    de decisin. Si estoy siempre dispuesto, deca NAPOLEM, Es porque antes de emprender he meditado mucho

    tiempo. Vivo adelantado en dos aos y tengo previsto lo que pueda ocurrir.

    251. A puro de prever y preparar es como se hace uno capaz de improvisacin cuando las circunstancias lo

    piden. Y, al contrario, si deliberadamente se remite perezosamente a la inspiracin del momento, se camina al

    desastre.

    252. No es un genio quien me revela en secreto lo que yo tengo que hacer en una circunstancia no esperada

    para los otros, sino la reflexin, la meditacin (1).

    253. Difcilmente se imagina cunto se esfuerzan los grandes jefes en prever con precisin. Vase a MANGN

    preparando la revancha del fuerte de Douaumond: Nada se ha dejado a la ventura. Utiliz todos los

    informes recibidos de sus aviones, de las patrullas, de los desertores; los clasific, recortados, verificados...

    qu trabajo supone todo estol Slo entonces acometi y el triunfo fue completo. El mismo mtodo en 1917

    en Fismes: En el mapa se contaba, no por kilmetros, sino por metros; cada salida de las trincheras estaba

    estudiada en las mltiples posibilidades; se notaban los menores accidentes del terreno, las ruinas de las

    casuchas, los troncos de los rboles cascados; se trasladaban las seales para orientarse en las fotografas de

    avin y en los planos directivos; el tiro de la artillera y el alcance del tiro, el desplazamiento de los caones,

    el avance de la infantera, a la cobertura de los obuses; todo estaba determinado en un segundo (1).

    254. El jefe que no est siempre en vela, en previsin de dificultades, en intuicin de los acontecimientos; el

    que no proyecta su voluntad en el misterioso porvenir, para plantar en l con? anticipacin jalones de su

    marcha: iniciativas, creaciones, campaas, propaganda...: que no sabe, cuidadoso de lo real, son atosigar la

    imaginacin, construir un plano, establecer un programa, combinar horarios, asegurarse de las posiciones de

    repliegue o de las lneas de socorro, no es mas que un encargo de negocios inerte, vacilante, rutinario, que al

    no dominar la vida ser por ella dominado y vencido.

    255. Cuanto ms precisa sea la idea que el jefe se forme de lo venidero, tanto la idea tendr ms probabilidad

    de convertirse en realidad. Querer no significa slo decir lo que se quiere; es representarse con energa cmo

    se obrar. (MAUROIS: Dialogues sur le Commandement.)

  • 28

    XConocimiento de los hombres 256. El arte de conducir hombres es difcil. Lo es primeramente porque depende de dones naturales

    desigualmente repartidos, y tambin porque las leyes psicolgicas, que son la base de las relaciones entre

    jefes y subordinados, estn muy poco conocidas.

    257. Un hombre de experiencias, entrado en aos, que rpidamente lleg a sacar adelante una empresa

    industrial, empleando numeroso personal, responda a los amigos que se admira-i de un tan rpido xito: Yo

    no conoca las quinas, es verdad: pero conoca bien a los abres.

    258. Primero hay que hacer rueda de gente, como en familia, para ver lo que valen (1).

    259 Conocer su oficio bueno es, y puede ser * bastante para el artesano que trabaja solo; el jefe por

    definicin, tiene que mandar a otros hombres, y el conocimiento d los hombres a los que ha de mandar le es

    tan necesariocomo conocimiento de la tarea para la que los debe mandar.

    260. El primer servicio del jefe consiste en estudiar y comprender a los que debe formar. Siendo toda

    educacin un contacto, no es posible tener contacto con ellos si no hay unin entre las dos partes: el jefe y sus

    subordinados, adaptacin del que manda al que obedece, a fin de que un da haya adaptacin del que obedece

    al que manda (1).

    261. El ideal para el jefe es colocar a cada uno en su puesto: tlie rigir man in tlie righ! place. Un hombre

    que se encuentra delante de una tarea que le puede, parece zurdo y desmaado; un hombre que ocupa el sitio

    que le contiene parece siempre inteligente. ,

    262. No siempre resulta fcil hallar para cada uno el sitio que le conviene; mas por experiencia se sabe que

    muchas veces basta un desplazamiento, al parecer insignificante, para convertir en bueno a un mal obrero.

    |

    263. Es falso decir que un hombre vale tanto como otro hombre, y hay que conocer bien a sus hombres para

    poner el hombre preciso en el sitio que le conviene. I

    264. El jefe debe conocer a sus hombres para estar en condiciones de adaptar las rdenes a la capacidad de

    cada uno, dejando a los que se lo merezcan mucho de iniciativa y teniendo ms de la mano a los que no

    puedan actuar solos, con todo un teclado que corre desde la orden a i secas hasta la sutil persuasin. Hay jefes

    tan poco hbiles que, cuando han hablado, los subordinados sienten ganas de hacer todo lo contrario de lo que

    se ha dispuesto.

    265. Un individuo calificado como malo por un jefe puede ser estimado como excelente por otro jefe, slo

    porque el segundo ha sabido ganarlo, mientras que el primero no lo comprendi.

    266. No juzguis de ligero a nadie como incapaz. Son muchos menos los incapaces de lo