El Ateneo de Soria

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  • Crculo Amistad Numancia, Fundacin Cientfica Caja Rural, Juan A. Gmez-Barrera

    1 edicin: diciembre 2009Edita: Caja Rural de SoriaImprime: Grficas NaserbeDiseo grfico y maquetacin: Alfonso Prez PlazaISBN: solicitado pendiente de confirmacinDepsito Legal: SO-146/2009Printed in Spain

  • A Nicols Rabal, Benito Ruiz Zalabardo, Jernimo Rubio, Alfredo Gmez Robledo y Mariano iguez presidentes que fueron del Ateneo de Soria en sus diferentes etapas, en el

    recuerdo ms honorable.

    A cuantos como Adn Alonso y Mariano Zaforas primero y ltimo de las listas conservadas de socios del

    Ateneo de Soria- formaron parte de la institucin en sus respectivas etapas.

    Y a todos aquellos que consideran la cultura como fuente de humanismo y

    de desarrollo integral.

  • 7Presentacin

    De todos es sabido que entre 1883 y 1936 cont Soria con un ateneo, adscrito en buena parte de su existencia al Casi-no de Numancia. En sus inicios, con Nicols Rabal como presidente, apenas fue una seccin de la Sociedad, encarga-da de la organizacin y desarrollo de alguna que otra velada literaria y musical. Ms tarde, en vsperas del desastre de fin de siglo, pretendi ser un ateneo cientfico-literario, y algo de eso fue entre los aos 1896 y 1897, donde destac la figura del filsofo soriano Antonio Prez de la Mata.

    Es posible que la muerte de Rabal, acaecida el 28 de septiembre de 1898, y la del insigne Prez de la Mata, ocu-rrida el 4 de julio de 1900, dejaran viuda tan sugerente idea. Mas otras gentes Gerardo Escudero, Vicente Tejero, Maximino de Miguel, Benito Artigas Arpn, Mariano Gra-nados y Campos, Benito Ruiz Zalabardo y Mariano i-guez- y otros jvenes ms viejos como Bonifacio Mon-ge y Juan Jos Garca- supieron retomar aquella en 1901 y recrear, por tercera vez, el Ateneo Soriano. Y sin embargo, pese al intenso invierno de 1902 cargado de actividades,

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    volvi a desaparecer la institucin que pareca estar desti-nada a mantener viva la llama cultural de la ciudad.

    Entre 1902 y 1918 hubo muchos intentos por avi-var aquella anhelada idea, pero esta no cobr forma hasta el 12 de mayo del ltimo ao sealado en que una nueva generacin de sorianos de la tierra Gervasio Manrique, Jos Tudela, Blas Taracena, Mariano Granados, Jernimo Rubio, ngel del Ro, Bernab Herrero- y de fuera Vir-gilio y Francisco Soria, Pedro Chico, Alfredo Gmez Ro-bledo, Pelayo Artigas, Gerardo Diego-, unidos a viejos atenestas como Mariano iguez, Santiago Gmez Santa-cruz, Teodoro Ramrez, Pascual Prez Rioja, hicieron patria comn y la revistieron de nuevo con fines precisos y objetivos claros. Queran satisfacer la curiosidad intelec-tual de sus asociados; que estos investigaran o hicieran un inventario de todas las riquezas espirituales y materia-les de que dispona la provincia; y que todos ayudaran a divulgar los conocimientos adquiridos con la pretensin de elevar el nivel cultural de sus conciudadanos.

    El Ateneo de Soria de 1918 que se prolong, con cierta languidez en algn que otro tiempo, hasta el inicio de la Guerra Civil- construy, con las cuotas de sus miem-bros y las donaciones y prstamos de estos mismos, una biblioteca fija, y a la vez circulante, que se convirti en la base angular de la entidad; organiz conciertos y veladas teatrales; y a partir de su ctedra asentada en los salones del propio Casino, en el Teatro Principal o, en sus ltimos

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    aos, en el Cine Ideal- impartieron docencia cerca de un centenar de conferenciantes.

    Hoy, desde la presidencia del Crculo Amistad Nu-mancia y el patrocinio de la Fundacin Cientfica Caja Ru-ral de Soria, ms que impulsar una nueva etapa del antiguo Ateneo de Soria tarea que en los tiempos que corren pa-rece imposible- se pretende recordar algo del espritu de aquellas pocas. Nos basta con evocar, con recuperar la memoria, con no olvidar el retrato de aquellos atenestas y lo que, mucho o poco, hicieron por esta tierra. Y enten-demos, con humildad y sin arrogancia, que esta tarea ha de hacerse desde nuestro propio esfuerzo intelectual, ex-plicando a nuestros iguales y legando a nuestros paisanos venideros lo que nosotros, gentes de fines del siglo XX y principios del XXI, seamos capaces de aprender.

    Adolfo Sainz Ruiz, Juan M. Ruiz Liso y

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    Todo acab con la guerra. O al menos, todo lo relacionado con el Ateneo de Soria. Cierto que desde el comienzo del bienio radical-cedista, la actividad de la Institucin haba quedado limitada al rutinario pago de las suscripciones de libros y revistas previamente contratadas, al uso indiscri-minado de la Biblioteca por parte de sus asociados y al cobro, mensual, de las cuotas de pertenencia. Estas, in-cluso, quedaron interrumpidas en octubre de 1935. Y sin embargo todo hace pensar que, sin la guerra, la Sociedad habra seguido su camino, habran vuelto las conferencias y las veladas culturales a sus salones, y el ciclo natural de la vida habra repuesto, con nuevas incorporaciones, las bajas biolgicas o las ausencias. Pero la guerra..., la guerra trajo la divisin, los fusilamientos, los expedientes de depuracin, la huida... La guerra intensific la marcha de unos, la muer-te de otros, el miedo de todos. No trajo un nuevo pas, ni una nueva ciudad; trajo violencia y represin, abandono y miseria. Trajo preocupaciones ms vitalistas que aquellas

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    otras, de tiempo atrs, que permitan a un grupo, elitista o no, de clase o sin ella, reunirse en torno a un libro, a un poema o a un discurso felizmente trazado.

    Si en abril de 1939 an quedaban intelectuales en Soria, a buen seguro que en ellos se habra instalado, sin que lo sospecharan, cierta resistencia silenciosa mezclada con el deseo de olvidar el pasado siempre presente. Una y otro, jun-tos o por separado, no impediran que, andando el tiempo, se reanudaran las tertulias, pero s que se abrieran las puer-tas del Ateneo, cuya memoria pareca haberse perdido.

    Tras la guerra, el nico lenguaje posible era el len-guaje de la victoria. Y los atenestas sorianos, pese a que muchos de ellos se situaron o se encontraron circunstan-cialmente en el bando bueno, estuvieron muy lejos de aquella, de tal manera que para algunos olvidar el pasado fue ms una necesidad que una consigna. Y as, sin que na-die pudiera remediarlo, el Ateneo de Soria, una institucin que por aquellas dramticas fechas habra cumplido medio siglo de vida, qued absolutamente enterrado. Cuanto en l se haba dicho, escenificado e interpretado se ignor de inmediato y el olvido se fue apoderando de sus gentes, tan-to que, en sus escasos escritos posteriores, difcil resulta encontrar una mnima referencia.

    Del Ateneo de Soria escribi Gerardo Diego una pequea resea en La Tarde, all por febrero de 1948, re-cordando la puesta en escena de El vergonzoso en palacio. Volvi a hacerlo, por la misma representacin y por sus

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    charlas-concierto, en sendos artculos publicados en Arri-ba, con fecha 21 de febrero de 1975 y 25 de julio de 1976. Y, por fortuna, no se olvid de tan querida institucin cuando nos present su Soria Sucesora, el 16 de octubre de 1981 en la Biblioteca Pblica. Lo hizo asimismo Pedro Chico, y Francisco Terrel, ambos en breves y a veces confundidas citas dentro de sus artculos memorsticos aparecidos en la primera poca de Revista de Soria (1968-1974).

    En buena parte, la guerra acab tambin con la prensa, aquella que haba acompaado en casi todo su viaje al Ateneo. Si en 1934 desapareci El Porvenir Castellano, el 30 de junio de 1936 lo hizo La Voz de Soria, peridico en cuyos ltimos editoriales se haba dejado entrever la posi-bilidad real de un golpe de fuerza triunfante. En 1939, el 31 de julio exactamente, sali por ltima vez, sin anuncio previo ni despedida alguna, Noticiero de Soria. Y el sbado 30 de octubre de 1942, El Avisador Numantino alegara di-ficultades de orden legal para justificar su cierre, 82 aos despus de que las dos primeras palabras de su nombre se hubieran estampado en la cabecera de un peridico. Para-lelamente, y sin solucin de continuidad, fueron surgiendo otros, alejados, eso s, de la tradicin periodstica soriana. Lo hizo primero Labor, el sbado 8 de diciembre de 1934, arropado por los grandes principios de Religin, Patria, Familia, Trabajo y Propiedad y la promesa de que lo haca en Soria, por Soria y para Soria. Labor asumi los adelan-tos de la tcnica la incorporacin de la mancha en color,

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    principalmente-, de la profesin su correcta estructura-cin en secciones- y el compromiso poltico, con la CEDA, al comienzo, y con Falange, despus. Le sustituy, no obs-tante, Duero, el 23 de noviembre de 1942, recogiendo en su totalidad la herencia de aquel. Y a ste, cuando apenas haba superado los 800 nmeros, le reemplazara La Voz de Castilla, que, editada en Burgos, dedicara a Soria una nica pgina. Luego Campo, el peridico agrario de informacin general y defensor de la provincia, llegara en diciembre de 1946; y desde 1960, primero como Hogar y Pueblo y cua-tro aos ms tarde como Soria-Hogar y Pueblo, arribara a la ciudad, bien que transformada, la hoja parroquial burgense El Faro del Hogar.

    El signo de los tiempos era claro. La ciudad creca en poblacin de 13.054 habitantes en 1940 se pasara a 25.025 en 1970-, a costa de un mayor desarrollo de sus funciones administrativas y de la llegada de un alto por-centaje del xodo rural. La provincia, por el contrario, ex-perimentaba un espectacular descenso demogrfico, que le haca perder, en treinta aos, 44.968 personas, reduciendo as los 159.824 habitantes de 1940 a 114.856 en 1970. Al exilio intelectual ms o menos amplio y forzado- se aa-da, con mayor trascendencia para la supervivencia de la ciudad y de la provincia, la enorme emigracin del campo, explicable ms por la parcial transformacin agraria que por la atraccin ejercida por otras zonas espaolas de rpi-da industrializacin.

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    Y sin embargo, y como siempre, en Soria nada pa-reca suceder, por ms que se hubieran encadenado acon-tecimientos vitales para su existencia social y cultural. Se multiplicaron los homenajes y ceremonias de hermana-miento entre Numancia y Sagunto. Se inaugur, de forma solemne, la nueva Iglesia de los PP. Franciscanos (25 de mayo de 1940). Se puso en circulacin el ferrocarril Soria-Castejn (30 de septiembre de 1941). Se proyect, traz y ejecut la carretera de subida al castillo (abril de 1943), a la vez que se colocaba el monumento al Sagrado Corazn de Jess realizado por el escultor madrileo Luis Hoyos Gonzlez (diciembre de 1944). Se empez la urbanizacin del Campo del Ferial (junio de 1944), mientras se termi-naba la construccin del mejor Campo de Deportes de Educacin y Descanso de Espaa en el alto de la dehesa de San Andrs (28 de junio de 1945). Y, en fin, se anunci en la primera plana del nmero 391 de Campo (14 de julio de 1949) que antes de la finalizacin de aquel mismo mes comenzaran las obras del tnel de Piqueras. Pequeas y constantes mejoras, junto con promesas incumplidas, que se iran sucediendo ao tras ao, en un lento caminar, claro recordatorio de los que haba sido, y no dejara de ser, una tradicin de largo peso y perenne uso.

    Se ha dicho, lo ha escrito recientemente Jordi Gra-cia, que el espacio inmediato a la guerra, los aos grises y srdidos de 1939 a 1955, constituyeron la ms pobre etapa cultural de la Historia de Espaa. Y sin embargo, en Soria,

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    ya fuese por responder a un trabajo anterior no ejecutado o por la resistencia y el dolor producido por la propia bru-talidad triunfalista y devastadora de la primera posguerra, asistimos entonces a la publicacin de obras tan singulares como la Carta Arqueolgica de Soria (1941), El Romnico en la Provincia de Soria (1946) y El Santero de San Saturio (1953). La primera, tarea impagable de Taracena y en la que cree-mos ver parte de la actividad atenesta soriana de la dcada de los veinte y primera mitad de los treinta, fue durante largo tiempo referente nacional; la segunda, tesis doctoral de Juan Antonio Gaya Nuo, adems de hito en la inves-tigacin artstica del pas, marc el proceder intelectual del personaje ms importante del siglo XX soriano; y la tercera, quincenario novelado y de ficcin del mismo autor, refle-jaba en prosa lo que hasta entonces solo haba conseguido transmitir la poesa: el paisaje, el ser y el sentir del soriano. Incluso, en esos imprecisos aos, vieron la luz obras como Ecos de la Soria Vieja de Teodoro Rubio (1946), La Tarde en el Mirn de Dmaso Santos (1947), Soria Canta de Aurelio Rioja (1948) y Soria Pura de ngela Figuera (1949). Es ms, en torno a 1950, la intelectualidad soriana, superada quizs la fractura blica, sac a la luz el proyectado Centro de Estudios Sorianos, institucin que tendra muy presente el clebre Recuerdo de Soria y no olvidaba, aunque tampoco quisiera recordarlo en demasa, el Ateneo de don Alfredo Gmez Robledo, en frase cumplida de Clemente Senz Garca. Jos Tudela, alma mter de aquel legendario Ate-

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    neo, apoy esta nueva iniciativa y a ella, en Soria o en la le-jana de sus destinos, contribuyeron Benito y Juan Antonio Gaya Nuo, Agustn Ruiz Cabriada, Gerardo Diego, Pedro Chico, Leopoldo Ridruejo y, por no alargar la lista, el que fuera primer Presidente del Ateneo de Soria, en su versin de 1918, Jernimo Rubio y Prez Caballero.

    Apenas haban transcurrido quince aos desde que el conflicto armado todo lo hubiera roto, interrumpido o fulminado. Nadie pareca querer mirar atrs, pero el 22 de marzo de 1957, viernes, Gerardo Diego subi al estrado del Cine Ideal, invitado por el claustro de su antiguo Ins-tituto y por la Asociacin Musical de Soria, y pronun-ci una memorable conferencia sobre su entraable Falla, acompaada, al trmino de la misma y como en los viejos tiempos del Ateneo, de una magnfica interpretacin al pia-no de El sombrero de tres picos.

    De repente, nada pareca haber pasado. El lnguido orden soriano haba vuelto a instalarse en la ciudad y entre sus gentes. En la prensa, reflejo pblico y algo distorsio-nado de la realidad, las visitas de altos dignatarios y sus declaraciones se mezclaban con modestas inauguraciones, al tiempo que, entre aquellas y estas, brotaban las promesas nicas y las excelencias, otra vez, del sorianismo. Nada haba ocurrido que no fuera digno de la pica de esta tierra, y hasta algunos de los frescos de San Baudelio, aquellos que en tiempos poco afortunados nos fueron arrebatados y depositados en museos americanos, regresaban a casa, a

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    Espaa, al Museo del Prado. En ese mismo orden de cosas, Rabal volva a las libreras al ser reeditada, por la Diputa-cin, su Historia de Soria. Y por si fuera poco, y como prue-ba evidente del progreso, aquel Palacio de la Enseanza, que en tiempos de la ahora innombrable Repblica recla-mara Pedro Chico y El Porvenir Castellano, se iba a convertir en viva realidad.

    Mucho tiempo despus, cuando ya haban desapa-recido Santiago Gmez Santacruz, Mariano Iiguez, Blas Taracena, Alfredo Gmez Robledo, Bernab Herrero, n-gel del Ro, Virgilio Soria, Jernimo Rubio, Mariano Gra-nados y Jos Tudela, vino a pasar por Soria don Ricardo de la Cierva. Haciendo uso de su cargo, a la sazn Director General de Cultura, quiso reunirse, y as lo hizo, con un grupo de sorianos ligados al proceso intelectual de esta ciudad; y tras or de estos sus quejas sobre el dirigismo y la inercia que envolva todo acto cultural, vino a esbozar la conveniencia de que Soria contara con un centro promo-tor del trabajo artstico y cultural, donde los sorianos tuvie-ran algo que hacer y decir. Ese centro, no tuvo reparos en decirlo, sera un ateneo que habra de ubicarse en el Palacio de los Ros. La noticia, bajo el titular Un Ateneo para Soria? y ausencia absoluta de mencin alguna de la his-trica institucin aqu recordada, fue glosada por Marcos Molinero y publicada en el ejemplar del 4 de septiembre de 1974 de Soria-Hogar y Pueblo. Mas, como tantas otras veces, nada de lo ofrecido y escrito lleg a buen puerto y lo que

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    pudo haber sido la quinta fundacin del Ateneo Soriano, con la ubicacin definitiva de su biblioteca circulante, la conformacin de un amplio, confortable y respetable saln de lectura, la reanudacin de las tertulias, conferencias y veladas culturales y la creacin e instalacin de una real y nutrida galera de retratos que conservara, orgullosa, el paso del tiempo, hiciera justicia a tanto hombre de bien y permitiera el trnsito, sin olvidos, de una generacin a otra de sorianos, se fue por donde haba venido.

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    Sin poder imaginar que un da leeramos estas pginas en la ctedra del Saln Gerardo Diego del este Crculo Amistad Numancia que hoy nos acoge, escribimos lo que antecede como eplogo al libro El Ateneo de Soria. Medio siglo de cultura y reivindicacin social (1883-1936), que en 2004 tuvo a bien encargarnos la Asociacin Cultural Soria Edi-ta y en 2006 publicar en su coleccin Serie Mayor. Lo escribimos con el corazn rajado por la emocin de una institucin que, como tantas otras cosas, fue pasto de la indolencia, la desazn y la barbarie de la sinrazn. Lo es-cribimos como alegato contra el olvido, discriminado e in-justo, del bien hacer de un centenar largo de sorianos du-rante ms de medio siglo de vida y trabajo. Lo escribimos, seguramente lo escribimos, sospechando que algn da ha-bra una quinta salida del viejo Ateneo y aquellas pginas seran testimonio del pasado y puente de enganche entre aquel y el presente, por ms que pensramos, como pensa-mos, que lejos estaba nuestra condicin del talante y saber de aquellos como para que nuestras pginas pudieran, si quiera, recordarles.

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    El libro que hace que este humilde escribiente est hoy aqu no fue un objeto en s mismo, como una buena parte de los presentes saben. Naci de la tarea, an inaca-bada, de biografiar la vida de Blas Taracena Aguirre y de la ilusin de Reyes Juberas y sus amigos de Soria Edita por recrear, de forma ms cercana, la actividad cultural de la Soria de los primeros aos del siglo XX. La confluencia de ambas tareas nos encontr en medio, como en medio estaba el Ateneo entre tan singular arquelogo y sus con-temporneos Jos Tudela, Gervasio Manrique, Mariano Granados, Virgilio Soria, Mariano iguez, Gerardo Die-go, Bernab Herrero, Alfredo Gmez Robledo y tantos y tantos otros. Y descubrimos entonces que ms que una tertulia por la que se nos preguntaba y de la que a menu-do se hablaba- haba toda una institucin de hondo peso y largo alcance. A su reconstruccin dedicamos tiempo y tiempo y si bien no levantamos el edificio que en su da se erigi faltos de la gracia suficiente como para armonizar y amasar los ingredientes que la prensa, los archivos y las mltiples lecturas pusieron a nuestra disposicin- s con-seguimos que el trmino ateneo volviera a circular entre los sorianos y que los dos ltimos Presidentes del centro donde nos encontramos, en estrecha connivencia con la sanitaria visin de la vida del Dr. Ruiz Liso, se empearan en intentar el regreso de tamaa aventura.

    No sabemos si tiene o no sentido tal ocurrencia. Tampoco si cabe la creacin de un nuevo ateneo. Y menos

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    an si aquellos esforzados intelectuales de entonces veran con buenos ojos semejante intromisin. S sabemos que una buena parte de la historia del Casino de Numancia se articul en torno a la actividad cultural que algunos de sus asociados se empearon en desarrollar. Y que esa tarea, en parte, en muy buena parte, conforma un captulo impor-tante de la historia de esta Ciudad. Tiene sentido hoy un Ateneo de Soria? Es necesario? Bastara con reproducir aqu los objetivos que en las cuatro pocas anteriores sos-tuvo la Sociedad para darnos cuenta que son loables, que siguen siendo tiles y que por s solos responderan posi-tivamente a las cuestiones planteadas. Pero tambin sabe-mos que esas labores las vienen realizando otros Centros, otros Grupos, otras Asociaciones, quiz con ms modes-tia, pero con la misma intensidad, con los mismos anhelos y con la misma sana pretensin que en otra poca lo hiciera el Ateneo de Soria.

    Sepa por tanto quien nos escuche que el regreso del Ateneo de Soria es obra principal de Juan Manuel Ruiz Liso y Adolfo Sainz Ruiz; que a quien esto escribe, y dice, le cabe el honor, glorioso honor, en una dilatada investiga-cin, de haber recuperado para las generaciones actuales algo de lo que el Ateneo de Soria debi representar entre nuestros antepasados del periodo 1883-1936; y que, por decisin de aquellos, venimos hoy a resaltar algunos pasa-jes de nuestro trabajo que puedan destacar nunca resu-mir- las etapas ms brillantes de la Entidad.

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    En la historia del Casino de Numancia o del Casino y el Crculo de la Amistad Numancia, historia que se prolonga hasta nuestros das desde aquel lejano 1848 de su funda-cin, tres son los autores a los que podemos dirigirnos como antecedentes en su estudio: Bonifacio Monge, Jos Antonio Prez-Rioja y Jos Antonio Martn de Marco. Bo-nifacio Monge firm, con fecha 8 de septiembre de 1892, el primer trabajo bajo el ttulo El Casino de Numancia (Resea histrica), que apareci poco despus publicado en el nm. 3 de la 2 poca (octubre 1892) de Recuerdo de Soria. Jos Antonio Prez-Rioja rubric el segundo, all por octubre de 1948, y lo titul Cien Aos del Casino Numancia (1848-1948). Finalmente, la referencia historiogrfica ms actual viene dada por la obra de Jos Antonio Martn de Marco El Casino y El Crculo de la Amistad-Numancia (1848-1992) que, en edicin de la Diputacin Provincial de Soria, vio la luz en 1992.

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    Bonifacio Monge -farmacutico que vivi entre 1847 y 1909, public en 1880 una Memoria sobre las condi-ciones higinicas de Soria y fund, junto a Juan Jos Garca y Pascual Prez-Rioja, Recuerdo de Soria- lleg a ser presiden-te, en 1877, del Casino Numancia y de l nos habl como la primera sociedad de ilustracin y recreo que se fund en esta capital de la Vieja Castilla. Nos relat su primitiva historia y nos dio cuenta hasta del catlogo de publica-ciones y libros que la institucin posea all por 1892. No habl de ateneo alguno, pero su definicin estaba implcita en la concepcin que del Casino de Numancia tuvieron sus creadores al concebirlo como

    [] una sociedad que, siendo la casa de todos, todos gozasen en ella de idnticos derechos, viniese a constituir un centro de concurrencia neutral donde el comercio intelectivo, la oferta y la demanda de conocimientos, de ideas, de apreciaciones concretas no tropezasen con obstculos de ningn gnero y pudiesen ensanchar la esfera de su importancia y de su innegable cuanto provechosa influencia en la vida de relacin social y en la que, adems, les fuera dado a los asociados discurrir, meditar y discutir con ms amplitud e independen-cia sobre los mltiples asuntos y variados problemas que de continuo surgen en la marcha progresiva de los pueblos por lo que afecta a la poltica, a la administracin en sus diversos rdenes, a las artes, a las letras, a las ciencias, al comercio, a la industria, etc., etc.[]

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    Cincuenta y seis aos despus de la edicin del celebrado artculo de Monge, otro ilustre soriano, Jos Antonio Prez-Rioja, recibi el encargo de glosar los cien primeros aos de vida de tan venerable institucin. Prez-Rioja sigui, para ello, los pasos de su predecesor en la historiografa del Numancia, con la aportacin de algn dato nuevo obtenido, segn propia confesin, del Archivo Municipal, de los libros de actas del Casino, de la prensa local y de las informaciones no escritas suministradas a su persona por los ex presidentes Rafael Garca de Diego y Jos Garca Oate, y por los recuerdos de su propio padre. Nuestro autor mencion, como uno de los grandes acon-tecimientos de la historia del Casino, el discurso inaugural de las veladas literarias, pronunciado en 1880 por el en-tonces presidente Nicols Rabal y, en el mismo sentido, el proyecto de reglamento para la creacin de un Ateneo cientfico, artstico y literario, que fue aprobado, quedan-do constituido bajo la presidencia del propio Rabal, en la Junta general de 28 de enero de 1883. Y a continuacin, aada el prrafo ms preciso escrito hasta ahora sobre la sociedad objeto de este estudio:

    El antiguo Casino ha ido cambiando tambin. Sealemos una fecha inicial el 12 de mayo de 1918- en la que se constituy el Ateneo de Soria. Hemos visto que antes en 1883 y luego en 1902- se haba formado dentro del Casino, como una seccin artstica, cientfica y literaria del mismo, un

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    ateneo. El de 1918 era una entidad cultural independiente que slo y en sus primeros aos- celebraba en el Casino sus sesiones y conferencias. Eran los organizadores del nuevo Ateneo un grupo de entonces jvenes intelectuales Tudela, Taracena, Granados Aguirre, etc.-, que, infaliblemente, to-maban parte en todos los actos de la Soria de aquellos aos. Pero el Ateneo que, al pronto organiz interesantes ciclos de conferencias en el Saln-Teatro del Casino, hacia 1925 ya las celebraba en el Centro Franciscano y ltimamente hasta su fin en 1936-, en el Cine Ideal.

    Nuestra tercera fuente, la obra de Jos Antonio Martn de Marco, responde a la, por ahora, ms completa historia del Casino. Dio en ella buen uso de cuanta docu-mentacin existe en la Sociedad libros de actas y archi-vo- y con l podemos descender de forma ms directa a los entresijos de los diferentes ateneos sorianos. Martn de Marco, en efecto, mencion la llegada a la presidencia del Casino de Numancia de Rabal, en enero de 1880, y el impulso que, con la ayuda de Monge, pretendi darle aumentando las veladas literarias. El poco xito de stas no impidi que en enero de 1883 se volviera a retomar el viejo tema del Ateneo, nombrndose entonces una Co-misin que redactase un Proyecto de Reglamento para la formacin de un Ateneo en este Casino. Precisamente el 28 de enero, en la Junta General Ordinaria, se aprob el proyecto de Reglamento para la creacin de un Ateneo

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    con carcter cientfico, artstico y literario, siendo elegido presidente Nicols Rabal. Mas la siguiente referencia que cita Martn de Marco nos lleva a la Junta General Ordinaria del 9 de enero de 1887, en que se peda se presupuestase la cantidad necesaria para la apertura del Ateneo, y a la Extraordinaria del 23 y 24 de mismo mes, en la que se acordaba abrir una suscripcin voluntaria para instalar el Ateneo, decisiones ambas que indicaban el difcil caminar de la institucin. Es precisamente este ao en el que se registr el alta en la lista de socios del Casino de Blas Ta-racena Ispizua, futuro padre del arquelogo Blas Taracena, y de Mariano Granados y Campos, que a su vez lo ser de Mariano Granados. Y, entre tanto, el ateneo no pareca cuajar, de ah que necesitase de un nuevo impulso como sera la creacin, en la Junta Extraordinaria y Consultiva de la Directiva celebrada el 18 de enero de 1888, de una Comi-sin para su instalacin. Y sin embargo nada sabemos, ni nada escribi el archivero municipal de estas gestiones; ni del nuevo intento de 1896-1897; ni siquiera del dato que ya haba aportado Prez Rioja en relacin con la reanudacin, con reglamento aprobado por los socios incluido, de las actividades del Ateneo de 1902. S aadira, no poda ser de otro modo, la presencia en Soria y en el Casino de Gerar-do Diego, entre abril de 1920 y mayo de 1922, y el nuevo aire que dio al Ateneo, primero con las 14 conferencias de carcter literario-musical y luego con las representaciones del Curso de Historia del Teatro Espaol.

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    Nadie vea arrogancia en lo que se dice, pero a fe-cha de julio de 2004, cuando iniciamos la tarea de estudio del Ateneo de Soria, esto era cuanto se saba del mismo o, al menos, cuanto haba quedado escrito, si se ignoraba, como hasta entonces haba ocurrido, las muchas colum-nas que de l se ocupaban en la prensa local desde 1883 hasta 1936. Las fuentes mencionadas nos ofrecan datos de inters, elementos de arranque, puntos de partida, fe-chas precisas y concretas de intentos, puestas en marcha y a veces, las menos, de actividades llevadas a cabo por el Ateneo en sus diferentes pocas o etapas. Sin embargo era preciso concretar ms, acudir al da a da definido por los peridicos y, con sus anuncios, comentarios y crnicas, llenar de contenido los huecos que los libros de actas, su-puestamente, haban dejado. Esa fue nuestra tarea, y eso es lo que creemos podr encontrar el lector en nuestro Ateneo de Soria, de cuyas cuatrocientas pginas trataremos aqu de destacar aquellos rasgos ms caractersticos que nos sirvan para definir pocas, contenidos y personalidades, y, a la vez, para que ustedes mismos, con los datos que les podamos ofrecer en esta breve exposicin, juzguen si merece o no la pena el tratar de abrir una quinta poca en el discurrir de tan significativa institucin.

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    As pues, a la hora de reconstruir el camino andado por el Ateneo de Soria en su vacilante historia, la prensa escrita se nos muestra, ante la ausencia aparente de otra docu-mentacin, como principal fuente. Esto ser as a partir de 1895, pero no antes. No contamos entre los peridicos recogidos en la Hemeroteca provincial con ejemplar algu-no de El Anunciador Soriano (1877-1882), ni de El Deber (1879-1881), ni siquiera se conservan, pese a contar con la coleccin casi al completo, los ejemplares de 1880-1882 de El Avisador Numantino. Este hecho hizo que nada pudira-mos decir o aadir a lo dicho por Prez-Rioja y Martn de Marco en lo referente al discurso inaugural de las veladas literarias pronunciado en 1880 por Nicols Rabal, que, de alguna manera, habra de ser la puerta hacia el proyecto de reglamento para la creacin del primer Ateneo, algo que sera realidad tres aos despus. Ni de aquel discurso ni

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    del reglamento posterior tenemos documentacin archi-vstica alguna pero s encontramos la confirmacin de los datos en la prensa, en concreto en El Avisador Numantino del domingo 4 de febrero de 1883 donde, en las breves no-ticias locales, aparece un suelto bajo el epgrafe Ateneo en el que puede leerse:

    Los Sres. designados para la constitucin del [Ateneo] que acaba de crearse en el Casino de Numancia, son los siguien-tes: Presidente, D. Nicols Rabal.- Vicepresidentes, D. Fer-nando Velaz, D. Aniceto Hinojar, D. Enrique Rueda,D. Enrique Llasera.- Secretario, D. Manuel Lpez de Vicu-a.- Vicesecretarios, D. Segundo del Hoyo, D. Joaqun Fe-brel, D. Eusebio Domnguez y D. Sixto Garca.

    Del trabajo de este equipo directivo poco sabemos, pues poco nos permite recoger la prensa de la poca. Por no tener, no tenemos ni una sola referencia ms al tema y ni siquiera en la biografa de Rabal, que aos despus de su muerte publicar en La Regin Soriana Gerardo Escudero, encontraremos mencin alguna. Es posible que sus actua-ciones se confundieran con las propias del Casino de Nu-mancia; y, en este sentido, tras revisar la prensa de ese ao y de los inmediatos, tan solo podemos anotar, por tener noticias de ellas, las veladas artstico-literarias de los das 25 y 26 de marzo y las del 17 y 18 de noviembre de 1883.

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    Segn el programa, que El Avisador Numantino del primero de esos das reprodujo en su tercera pgina, la velada de este y del da siguiente se bas, en una prime-ra parte, en ejercicios de piano llevados a cabo por Luisa Vandevalle y la puesta en escena de la comedia, en un acto y en verso, titulada El nico ejemplar de Miguel Echegaray; un intermedio musical ejecutado nuevamente por la Srta. Vandevalle; y una segunda parte ocupada por la puesta en escena de la zarzuela Los artesanos, con letra de Rabal y msica de Juan Prez.

    Las veladas artsticas de las noches 17 y 18 de no-viembre tambin fueron anotadas, con la reproduccin de su programa, en El Avisador. Constaron, como en las ante-riores, de dos partes separadas por un descanso de treinta minutos, y, como aquellas, por una conjuncin musical y escnica, destacando la figura emergente del pianista Da-min Balsa. Ambas veladas, como las de marzo, se llevaron a cabo en el saln-teatro del propio Casino de Numancia y el crtico del peridico las consider brillantemente de-sarrolladas.

    Sin embargo, no debi tener gran eco esta primera experiencia atenesta pues, tras un largo perodo de confu-sin entre los asociados del Casino y de silencio en la pren-sa, sta volvera a relatar las inquietudes de algunos miem-bros del Numancia para que en breve [fuera] un hecho en esta capital el proyectado Ateneo cientfico-literario. Era

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    octubre de 1896 y poco despus, el jueves 12 de noviembre de ese mismo ao, se pudo leer en El Avisador Numantino:

    Por fin lleg a constituirse en Soria el ateneo, y su inaugura-cin, que tuvo lugar el sbado ltimo, fue una fiesta animada y brillante, tanto por el nmero como por la calidad de las personas que concurrieron al saln principal del Casino de Numancia, en el que aquella se celebraba.

    Incluso el cronista fue explcito y nos dej un breve comentario sobre el primer acto:

    El Sr. D. Antonio Prez de la Mata, ilustrado catedrtico de este Instituto y Cannigo de la Iglesia Colegial de San Pedro, fue el encargado de la primera conferencia, y, en ver-dad que desarroll perfectamente el tema de sta, que, como ya dijimos en el nmero anterior, fue Libertad humana: demostracin de su existencia.

    El filsofo debi insistir en su exposicin que el hombre es, lo ha sido y lo ser, tanto ms libre cuantos ms conocimientos atesore... y en verdad que era un comenta-rio apropiado para un acto que tena por misin poner en marcha una entidad cultural tan significativa.

    A Prez de la Mata le sigui en el uso de la palabra Juan Jos Garca, y a este Nicols Rabal. Las intervenciones de tan ilustres atenestas resultaron pronto firmes pasos en la andadura de aquella segunda salida del Ateneo de Soria.

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    Y as, a los anteriores les siguieron en el uso de la palabra Silverio Martnez de Azagra, el Abad de la Colegiata Gre-gorio Gamarra y Sixto Garca. Y tras estos lleg un spti-mo conferenciante, el sacerdote Segismundo Pey-Ordeix, y aunque el contenido de su charla no trascendi a la prensa, debi elevar tanto su Juicio crtico del Ateneo como se titulaba su intervencin- que mereci algn tiempo des-pus una dura rplica de Prez de la Mata.

    Tambin intervino en aquellas conferencias el Te-niente Fiscal de la Audiencia de Soria, Abelardo Marro-qun, hablando de la Misin social de la mujer, tema que hizo que el saln principal del Casino resultara insuficiente ante la concurrencia que asisti al acto. Del contenido de esta charla, como de las anteriores, podr el oyente intere-sado saber ms en las modestas pginas de nuestro libro o en las columnas de la prensa de la poca, como tambin de las que le sucedieron: El problema obrero, de Jos Morales Esteras; La Existencia de la Verdad Cientfica, de Antonio Prez de la Mata la conferencia anunciada en contestacin al sacerdote Pey-Ordeix-; La Atmsfera y sus efectos, de Ruperto Lobo Gmez; Belleza Moral, de Santiago Ceberio Izquierdo; Trabajo, de Mariano Granados y Campos; Libertad en el Derecho, de Enri-que Ramrez; Fraternidad Social, de Raimundo Gmez Tutor; Poetas Espaoles del siglo XIX, de Eduardo Martnez de Azagra; y El origen del carnaval, de Maxi-mino de Miguel.

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    Todo haca suponer, tras el nivel alcanzado por todas y cada una de las disertaciones y el grado de satisfaccin lo-grado por participantes y concurrentes, una marcha gil y brillante para esta nueva empresa cultural, una vez supera-dos los balbuceos iniciales de los ochenta. Y sin embargo, y sin que sepamos bien por qu, todo qued parado, hasta el punto que no volveremos a registrar nuevas noticias del Ateneo Soriano en lo que quedaba de siglo. Podra pensar-se que la situacin crtica del momento paraliz la actividad del Casino. Pero esto no fue as, o al menos es lo que nos hace pensar el concierto que en la Sociedad se produjo el sbado 30 de octubre de 1897, y otro que se anunciaba para ms adelante. Ese da dej or su preciosa voz la bella cantante soriana seorita Saturnina Garca Calavia, que fue hbilmente acompaada al piano por su hermano Ansel-mo, hijos ambos de Julin Garca Ballenilla, el fundador de una dinasta, Los Ballenilla, que en Soria estuvieron siem-pre ligados a la msica y a la fotografa. Saturnina tornara muy pronto su nombre de pila por el ms artstico de Ame-lia Balle, diminutivo del apellido paterno, o, ms adelante y por aquello de la ortografa, por el de Amelia Valle.

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    A comienzos de noviembre de 1901, el peridico Soria Nueva propuso a los medios de comunicacin entonces existentes (Noticiero de Soria, El Avisador Numantino, Regin Soriana...) la reunin de una comisin organizadora para crear en la ciudad un Ateneo en el que pudieran desarro-llarse por las personas ilustradas de la misma temas de utili-dad y de enseanza para los jvenes.... Pocos das despus, el jueves da 14, tanto La Regin Soriana como El Avisador Numantino se hicieron eco de la propuesta de Soria Nueva en sendos comunicado que no solamente fueron precisos en el apoyo a la nueva salida del Ateneo, sino que adems dejaron entrever interesantes datos sobre la anterior aven-tura, el papel relevante que en ella tuvo Gerardo Escudero y la razn de su fracaso, que para el primero radic en que se trataba de una simple idea de juventud y, para el se-

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    gundo, en la falta de compromiso de las personas que ms inters podan tener en su conservacin. Frente a esto la nueva propuesta era factible, segn La Regin Soriana, por estar defendida por jvenes ms viejos y, segn El Avisa-dor Numantino, por estar implicado en ella, de forma directa y decidida, Vicente Tejero, su director.

    Parece evidente que estas notas de Soria Nueva, El Avisador Numantino, y La Regin Soriana tuvieron un rpido efecto pues a ellas sigui una carta-invitacin, firmada por Vicente Tejero y por Maximino de Miguel, redactor Jefe de Soria Nueva, dirigida a una serie de personas que habran de reunirse, el viernes 6 de diciembre, en una primera sesin preparatoria para constituir la Sociedad titulada Ateneo Soriano.

    La reunin se produjo en la fecha citada, en el Insti-tuto General y Tcnico, a las cuatro de la tarde, y a ella asis-tieron, entre otros, Len del Ro, director de La Provincia; Juan Jos Garca, Gobernador Militar; Gerardo Escudero, director de La Regin Soriana; Pedro Snchez Malo, aboga-do; uno de los firmantes del escrito, Maximino de Miguel; y Pascual Prez-Rioja, en representacin del Noticiero. Mas no lleg a tomarse ningn acuerdo, salvo volverse a reunir el domingo siguiente, a las once y media de la maana. Pero la idea estaba en el aire y pronto se cre, en el seno del Casino de Numancia, una comisin organizadora al tiem-po que en la Junta General de ste, celebrada el lunes 6 de enero de 1902, los seores Bonifacio Monge y Juan Jos

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    Garca presentaron una proposicin para la creacin de un ateneo cientfico literario. Siete das ms tarde se reuni la comisin en el propio Casino, aprobndose el reglamento por el que habran de regirse las conferencias que en breve empezaran a celebrarse. De aquel reglamento tampoco se sabe nada, pero s que el Ateneo Soriano qued consti-tuido de inmediato y que su Junta Directiva la formaron Benito Ruiz Zalabardo, como presidente; Juan Jos Garca, como vicepresidente; Simn Vials, como secretario; y los seores Mariano Granados, Mariano Iiguez y Maximino de Miguel, como vocales.

    El Ateneo Soriano qued inaugurado, en su nueva andadura, en la noche del sbado 25 de enero con la con-ferencia titulada Cmo es y cmo debiera ser la educacin popular, impartida por Jos Mara Arnez y Prez, por entonces director de la Normal de Maestros.

    La conferencia fue excelente, a juzgar por el cro-nista del Noticiero de Soria y las muchsimas felicitaciones al autor. La nota periodstica, tal vez redactada por Pas-cual Prez Rioja, recoga con agrado el sentir de la Junta del Ateneo de alternar las conferencias con veladas arts-ticas en que los socios ejecutaran piezas de msica clsica al piano, pronunciaran discursos acerca del arte y leyeran composiciones poticas. E incluso el cronista se permiti aadir, entre noticias y resumen del acto, un prrafo de opinin esclarecedora, respecto a la acogida del recin in-augurado Ateneo, y una propuesta social:

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    Con mucha animacin y entusiasmo ha comenzado a darse vida al Ateneo Soriano y de celebrar ser, que ni una ni otro decaigan, siguiendo camino adelante a trueque de todo, pues las fiestas de la inteligencia no hay para que decir que son las mejores. Y a propsito, y aparte de las invitaciones que a las Autoridades y a distinguidas personalidades se hagan, a muchos estudiantes y gente joven de Soria, as como varios socios del Crculo de la Amistad, hemos odo que desearan asistir a las conferencias del Ateneo, lo que por excepcin reglamentaria debiera concedrseles, pues con ello demuestran afn de ilustracin, lo que adems de aplaudirse, debe alentarse.

    A partir de entonces, y hasta mediados de mayo, se sucedieron un total de 15 conferencias, y pudo orse a Mariano Granados y Campos, hablar de las Relaciones entre la Iglesia y el Estado; al distinguido mdico e ilus-trado cirujano Mariano iguez hacer lo propio de La Tuberculosis en Soria; y a Antonio Carrillo de Albornoz disertando sobre La proteccin arancelaria. Esta ltima charla gener un intenso debate posterior entre partida-rios del librecambio, los que lo eran del proteccionismo y los que, como Jos Morales Esteras, se mostraban contrarios a todo exclusivismo doctrinario.

    El 1 de marzo, cuando apenas se haban apagado los ecos de las disputas economicistas de la anterior sesin, el Ateneo abri nuevamente sus puertas para albergar a un

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    nuevo conferenciante, Simn Vials, a la sazn Secretario de la Diputacin Provincial. El socialismo del Estado fue su tema y el orador lo expuso en una larga conferen-cia en la que invirti ms de cien minutos, y en la que hizo un anlisis detallado del socialismo, desde los tiem-pos ms remotos, en casi todas las naciones del mundo. Y al da siguiente, el domingo 2, el saln-teatro del Casino de Numancia alcanz un lleno absoluto, con un pblico deseoso de aplaudir el buen hacer teatral de Jos Mora-les Esteras, Mariano Granados, Flix Herrero y Eugenio Francs y escuchar las afamadas voces de las celebradas artistas sorianas Enriqueta Acea y Amelia Valle. Los pri-meros representaron el juguete cmico en un acto titulado Parada y fonda y, tras provocar grandes risas y contento entre el pblico, fueron ruidosa y justamente aplaudidos. Las seoritas Acea y Valle se presentaron cantando juntas el do de la zarzuela La tempestad, bien acompaadas al piano por el maestro Damin Balsa, y obteniendo un clamoroso xito. Luego, por separado, Enriqueta cant el Aria de las joyas de Fausto y Amelia Casta Diva de la pera Norma, y ms tarde, y por exigencia del pblico con sus intensos aplausos, volvieron a cantar juntas, acom-paadas al piano por Jos Casado.

    Como si el xito de las artistas sorianas se quisie-ra celebrar, la siguiente conferencia del Ateneo Soriano, a cargo de su vicepresidente Juan Jos Garca, se ocup, el sbado 8 de marzo, de la Emancipacin de la mujer. Y

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    una semana ms tarde, con la Educacin de la mujer como tema, quien habl fue el profesor del Instituto Aure-lio Abenza Rodrguez. Y luego, semana tras semana, diser-taran Maximino de Miguel, sobre Bellas Artes; Gerardo Doval, sobre La democracia y el contrato del trabajo; Santiago Ceberio, sobre Influencia cristiana en el Dere-cho; Luis Posada, sobre Vicios sociales; Eduardo Mar-tnez de Azagra, sobre Hechos gloriosos de Espaa; Abelardo Marroqun, sobre el Problema social; y Luis Mart, sobre El arte como manifestacin plstica de la idea. Antonio Vinajeras, en una triple sesin, homenaje en verso al pueblo de Soria. Y en mayo, el 2 de mayo de 1902, entre las charlas de los seores Marroqun y Mart, se puso en escena la zarzuela Los lobos marinos, interpre-tada por el grupo de teatro del Casino entre cuyos actores se encontraba Blasito Taracena, que hizo de monaguillo, y del que ponder la prensa su serenidad, su aplomo y su gracia. En esa misma sesin intervinieron las pequeas y simpticas pianista y violinista Cecilia y Claudina Herrero. Y ocho das despus, el sbado 10, a las 9,30 de la noche, tuvo lugar una notabilsima velada literaria en honor del buen soriano y desprendido favorecedor de la enseanza Bernardo Robles. El Sr. Robles era entonces ejemplo pre-claro de sorianismo, pues no otra cosa poda decirse de quien habiendo trabajado honrosamente ms de medio siglo fuera de la patria, volva a ella y le legaba parte de la fortuna adquirida, creando dos escuelas, pagando a sus

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    dos maestros y otorgando ocho premios anuales de cien pesetas uno por Escuela- para ayudar en los estudios a los alumnos ms destacados, amn de dotar de una buena suma al Hospital Provincial de Santa Isabel. El homenaje consisti en la imposicin, por parte de Benito Ruiz Za-labardo como Presidente del Casino y del Ateneo, de los ttulos de Socio Honorario del Casino de Numancia y del Ateneo de Soria, y, por parte del Ayuntamiento de Soria y de los hijos de sta, en la dedicatoria de una Plaza pblica, la de Teatinos, que en adelante y en especial desde las 10,30 de la maana del mircoles 14 de mayo de ese 1902 en que se procedi a descorrer las telas que cubran las placas, pa-sara a denominarse Plaza de Bernardo Robles.

    Resulta difcil pensar que, tras el verano, la activi-dad cultural del Ateneo Soriano no se reanudase. La proli-feracin de conferencias y veladas artstico-literarias de la temporada anterior no solamente haba alcanzado una alta participacin de pblico sino que, adems, los temas tra-tados, en su diversidad, marcaban de forma clara el inters y las preocupaciones sociales de una parte, al menos, de la ciudadana. Y sin embargo, y no alcanzamos a comprender bien la razn, las puertas del Ateneo permanecieron ce-rradas, en el ms estricto sentido literal del trmino, hasta 1918, pese a que la Real Academia de la Historia se preocu-pase por el estado de ruina de San Juan de Duero y San Ni-cols; Mariano Granados y Campos publicase su Al amor de la lumbre (1902); Alfonso XIII nos visitara en septiembre

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    de 1903 y agosto de 1905 con motivo de la inauguracin del Monumento a Numancia; y Adolfo Schulten, primero, y la Comisin Espaola, un ao ms tarde, continuaran la labor arqueolgica iniciada por Eduardo Saavedra a mitad del siglo pasado.

    Era evidente que una nueva generacin estaba for-mndose en Soria y que lo haca al amparo de la Comisin y de las Excavaciones de Numancia, de su Instituto Gene-ral y Tcnico, en el que alguno de ellos contara con Anto-nio Machado como profesor, y de unos medios de comu-nicacin donde Felipe Las Heras, Vicente Tejero y Pascual Prez-Rioja marcaban pautas muy directas en cuanto al desarrollo potencial de Soria, hasta el punto de impulsar movimientos de ciudadana como la llamada Junta de De-fensa Provincial, surgida tras la celebracin del centenario del 2 de mayo de 1808.

    Es posible que todo esto dejara en el olvido la vieja reivindicacin atenesta, y que la falta de sta posibilitara el surgimiento, en mbitos sociales ms modestos o popula-res, de otros centros o instituciones de parecido carcter, pues el Centro de Cultura Popular, que impulsaron Beni-to Artigas Arpn y Dionisio Sanz Castillejo entre 1908 y 1909, no quiso ser otra cosa que la soriana imitacin del Ateneo Enciclopdico de Barcelona; y la Junta de Defensa Provincial, que surgi a la par que aquel, no ms que un movimiento de reivindicacin social esbozado por los mis-mos que nada queran cambiar.

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    Verdad es que en 1906 Francisco Alcalde propuso la creacin de un Ateneo, o, ms bien, una agrupacin de la juventud para aprestarse a la defensa contra la ignoran-cia; y que en 1909 varios seores tuvieron el propsito de fundar un Ateneo cientfico-literario; pero las disputas por el control del Centro de Cultura Popular, la oportu-nidad o no de la Junta de Defensa Provincial y el resurgi-miento, en septiembre de 1911, de la Sociedad Econmica Numantina de Amigos del Pas, dej sin espacio claro al renacimiento de aquel, por ms que el fracaso de stas contribuyera a crear la conciencia espiritual precisa para provocar que un grupo de ciudadanos sintieran la necesi-dad de reunirse de forma peridica al amor de la cultura y de la tierra. Y as lo debi entender Jos Mara Palacio al idear, en 1913, la Sociedad de Amigos de los Libros.

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    Si el Centro de Cultura Popular y la Junta de Defensa Pro-vincial se nos antoja un parntesis en la marcha del Ateneo Soriano, la denominada Sociedad de Amigos de los Libros ms que otro parn fue un eslabn en su explosiva con-firmacin de 1918. Se produjo entre diciembre de 1912 y enero de 1913 y tuvo como medio de expresin un emoti-vo y sugerente artculo de Jos Mara Palacio publicado, en dos entregas, en El Porvenir Castellano.

    Palacio lanz su idea asociativa desde el recuerdo del Centro de Cultura Popular, la creencia de que haba en Soria suficiente nmero de hombres amantes de investi-gar toda innovacin cultural y deseosos de seguir el movi-miento cientfico y literario en sus renovaciones sucesivas y constantes, y la existencia, en muchos de esos elementos, de la imposibilidad material de dedicar una parte de sus hu-mildes salarios a la adquisicin de libros para satisfacer, as, el noble deseo de saber, cultivar y conocer toda la pro-duccin recin creada. Pretenda, en una palabra, la agru-

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    pacin de cuantos hombres de buena voluntad desearan, por medio de la accin conjunta, la compra de libros en nmero y calidad que la actuacin aislada impeda. Cierto que, en algunas localidades, empezaban a existir bibliotecas que satisfacan tales demandas, pero en poblaciones pe-queas como Soria las que existan no contaban con los recursos precisos para adquirir ese libro ltimo que quien aspira al dictado de culto debe conocer y leer. Adems, en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza funciona-ban, junto a las propias bibliotecas, ateneos desde cuyas tribunas hablaban, de ordinario, hombres autorizados.

    La cultura en Soria, con merecer consideracin, era, a juicio de Palacio, demasiado reconcentrada, quiz [es-taba] un poco dormida, y quisiera l que hubiese hom-bres que la movieran ms, que la hicieran ms expansiva. En Soria los haba, slo haba que despertarlos. Y sealaba entonces Palacio a Mariano Granados y Campos, a Anto-nio Carrillo de Albornoz, a Teodoro Ramrez, al tiempo que vea a la Econmica Numantina de Amigos del Pas, que ellos dirigan, como la entidad que deba impulsar se-mejante idea. Y an aada:

    Poco espacio necesitamos para decir lo que podran hacer los amantes del libro; agruparse para recaudar mensualmente una cantidad con la que fuesen adquiridas, alternativamen-te, obras cientficas y literarias; leer, comentar y aun discutir esas obras; estudiar y dar a conocer cunto de notable encie-

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    rra esta provincia, que es mucho, reglamentarse para obligar a trabajar a todos los socios, y, finalmente dar conferencias frecuentemente, y practicar de ese modo la generosidad de la cultura, o sea el adquirir constantemente conocimientos para despus llevarlos al taller, a la calle, a todas partes.

    El bueno de Palacio conclua, convencido, que si en Espaa hubiese grupos abundantes de estos hombres, capaces de realizar una labor de apostolado para educar e instruir al pueblo, cambiara en pocos aos su triste deambular.

    El mensaje estaba echado, la siembra en su lugar, mas haba que esperar a que sta esos jvenes sorianos universitarios llamados Tudela, Granados, Taracena, Man-rique...- germinara y diera como fruto el Ateneo de mayor brillantez y duracin y, sin duda y de su mano, la edad de oro de la cultura soriana, inmersa, por lo dems, en la edad de plata espaola.

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    Unos das antes de que Palacio hiciera partcipe de sus ideas atenestas a Mariano Granados y Campos y a la Econmica Numantina que ste presida, su hijo, el jovencsimo Ma-riano Granados Aguirre, publicaba su primer artculo en El Avisador Numantino y no mucho despus sus primeros versos de adolescente en El Porvenir Castellano. Machado, ya en Baeza tras la desgraciada muerte de Leonor el 1 de agosto de 1912, segua enviando sus escritos a Soria, como prueban su colaboracin titulada Sobre Pedagoga o la reproduccin de sus poemas El Dios Ibero y Campos de Soria. Mientras, por esas mismas fechas, llegaban de Madrid noticias sobre los excelentes resultados acadmi-cos obtenidos por Jos Tudela y Blas Taracena; adems, stos y otros muchachitos sorianos (Virgilio Soria, ngel del Ro y el ya citado Mariano Granados y Aguirre), eran dirigidos por Mariano Cabruja, tan joven como ellos, en una aventura, tan extraordinaria como docta, cual era la edicin de un peridico de juventud: El Ruiseor. Jos Tu-

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    dela tambin haca sus primeros pinitos como articulista en El Porvenir escribiendo sobre Calataazor. Gonzalo Morenas de Tejada haca lo propio y mostraba sus gus-tos arqueolgicos disertando, en el mismo peridico, sobre las ruinas de Uxama. Asimismo, el ya citado Virgilio Soria, daba cuenta de sus dotes poticas con la publicacin de sus versos Imploracin y Otoo y, dos aos despus, La Ciudad Vieja, dedicado a Soria, y Castilla, en la serie De las tierras Tristes. Hasta el Abad de la Colegiata, don San-tiago Gmez Santacruz, apareca con fuerza en la palestra cultural y con sus intervenciones, no exentas de polmica, contribua a acelerar el debate y a crear ese espritu libre del saber y la discusin que pronto serian habituales en el discurrir del Ateneo.

    Ni siquiera el estallido de la Gran Guerra distrajo de forma especial el crecimiento cultural de Soria, al me-nos de esas 20, 30 o 40 personas que Palacio crea existan y parecan imprescindibles si se quera echar de nuevo a andar una entidad como el ateneo. Unos meses antes del inicio del conflicto, concluan sus estudios Tudela y Tara-cena y, apenas un ao despus, ganaban las oposiciones al Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arquelogos; y aunque en principio Tudela asumi un destino en la capi-tal, pronto regresara a Soria hacindose cargo de la Biblio-teca Provincial y del Archivo de Hacienda mientras Tara-cena pona en marcha el Museo Numantino en su nuevo edificio del Paseo del Espoln. En medio, Manuel Hilario

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    Ayuso, Catedrtico de Filosofa y hombre culto donde lo hubiera, haba publicado, con prlogo de Machado, Hel-nicas, y luego, en 1916, Anselmo Sanz Serrano sacaba a la luz Historia y descripcin de la Cueva y Ermita de San Saturio y el doctor Mariano Iiguez Numancia y la medicina en la an-tigua Iberia. Incluso, en este mismo ao, en septiembre, se inauguraba el nuevo Hotel Comercio, propiedad de Juan Brieva, situado entre la Plaza de la Lea y la carretera de la estacin del ferrocarril.

    El Casino de Numancia debi vivir tan intenso trajn cultural lejos de sus salones con cierta amargura y nostalgia de tiempos pasados. Desconocemos los porme-nores, pero lo cierto es que el sbado 16 de marzo de 1918 se inauguraba un curso de conferencias que distinguidas personalidades de las artes, de las ciencias y de la industria habran de dar. El primero fue Mariano Iiguez; el segun-do Jos Tudela y tras l, el sbado siguiente, se intercal una velada musical a cargo de la Srta. Falc. Luego partici-paran Blas Taracena, Diego Moreno Peral, Flix Snchez Malo y, cerrando el ciclo, el ms veterano de todos ellos, Santiago Gmez Santacruz. El ciclo no se convocaba bajo los auspicios del Ateneo de Soria, an no creado, pero era evidente, o al menos as resulta hoy, que fue el prembulo o el prlogo y, desde luego, la demostracin palpable de que en Soria la suma de juventud y madurez poda propor-cionar un cociente a todas luces til. Aquel ciclo de confe-rencias, sin duda, fue la base doctrinal de la creacin, unas

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    semanas despus, del Ateneo en su ltima y ms prolon-gada etapa.

    Y as fue. No se haban apagado los ecos de los aplausos recibidos por todos y cada uno de los conferen-ciantes cuando, en los mismos salones del Casino y en los dos primeros domingos de mayo, se llevaron a cabo otras tantas reuniones que daran como resultado la reaparicin del Ateneo de Soria. Ya el 6 de mayo, tras la primera re-unin, dej escrito Jos Mara Palacio en El Porvenir que estaba virtualmente creado el Ateneo, que contaba de sa-lida con 70 socios y que su vida sera modesta, pero se-ra. Tena muy claro Palacio que la influencia del Ateneo en la vida de la capital sera notoria y conveniente, pues, pensaba, no poda limitarse la vida de una poblacin a pasear por el Collado o la Alameda de Cervantes en los das festivos, a ir al caf y murmurar del prjimo o jugar al tute, y a ejercitar las actividades con un carcter meramente utilitario. Y una semana despus, el domingo 12 de mayo de 1918, qued definitivamente constituido el Ateneo de Soria, en su cuarta etapa, tras ser ledo el proyecto de Re-glamento, aprobarse el mismo sin discusin y nombrarse, por eleccin unnime, su primera Junta de Gobierno. Je-rnimo Rubio y Prez Caballero, Catedrtico de Lengua y Literatura del Instituto, sera su primer Presidente, y Diego Moreno, Manuel Vicente Loro, Blas Taracena, Luis Herre-ra, Jos Tudela, Ricardo Tovar y Joaqun Alcaz ocupa-ran, con cierta devocin, los dems cargos.

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    Todos los medios de comunicacin difundieron la noticia y todos, de un modo u otro, recibieron con cario-sos saludos y positivos comentarios tan notable alumbra-miento. Y nadie dej de reproducir el texto que sigue, que entregado por los atenestas, sealaba sus fines y principa-les pretensiones:

    Tres son los fines principales que se propone realizar el Ate-neo: 1, satisfacer la curiosidad intelectual de sus Asociados; 2, investigar o hacer un inventario de todas las riquezas espirituales y materiales que tenemos en la provincia; y 3, de divulgacin, para elevar el nivel cultural del pueblo.

    A este efecto, creemos que el ncleo principal de un centro de esta naturaleza debe ser una biblioteca, que hemos de consti-tuirla provisionalmente, hasta que pueda tener una propia la Sociedad, con un depsito de libros prestados por los mismos socios, con suscripciones a bibliotecas circulantes y los donati-vos que se vayan recibiendo; pero sobre todo, el fondo de valor ms positivo que ha de tener esta biblioteca en estos primero momentos, ser una seleccionada coleccin de revistas hecha por los mismos socios segn sus profesiones y gustos, para estar al corriente de las ltimas noticias, descubrimientos y estudios.

    Organizar esta Sociedad conciertos musicales con los ele-mentos de la localidad, procurando traer tambin concertis-tas de fuera.

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    Establecer un centro informativo para turismo, redactando guas, itinerarios y facilitando noticias de transporte, hospe-daje y dems que sean necesarios.

    Emprender la formacin de un inventario de las bellezas naturales y artsticas y monumentos histricos de la provin-cia, recogiendo toda clase de fotografas, clasificndolas y ca-talogndolas a fin de tener una especie de Museo de reproduc-ciones de todas ellas, rogando a todo aquel que tenga clichs o pruebas de estas cosas se digne enviarlas a este Ateneo, donde se har constar el nombre del donante.

    Recoger este centro las leyendas, cantares y dichos populares, lxico, etc., procurando propagar las aficiones folkloristas a fin de conocer mejor nuestro pueblo.

    Hacer, en fin, el inventario de todas estas riquezas que he-mos llamado espirituales.

    Trata el ateneo, tambin, de ayudar a la magna empresa llamada a realizar por la Econmica Numantina, para estudiar, a su vez, aquellos problemas de orden econmico, agrcolas, forestales, industriales, etc., que tanto a la capital como a la provincia interesen.

    Las distintas secciones organizarn los trabajos de investi-gacin y divulgacin que crean pertinentes, con entera auto-noma.

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    Queremos dar a este Ateneo una orientacin prctica y localista, sin que esto quiera decir que nos apartemos de la especulacin ni que pretendamos cerrar nuestra provincia con fronteras, todo lo contrario, lo que queremos es que la especu-lacin, el anlisis, el estudio, los utilicemos para conocernos mejor y procurar mejorar la situacin de nuestra tierra por medios ms cientficos y seguros.

    Los organizadores de este Centro han comprendido que no slo se ha de constituir ste para satisfacer las necesidades espirituales de los socios, sino que es preciso tambin elevar el nivel cultural del pueblo, y a este efecto, tienen como uno de los fines ms altos que cumplir, el de organizar clases y cursillos para los obreros.

    Estos son, en resumen, los fines que nos proponemos rea-lizar, y que demostraremos haciendo con entusiasmo firme propsito de llevarlos a cabo.

    A todos los hombres de buena voluntad, que pueden ayu-darnos moral y materialmente, nos dirigimos para que nos alienten y apoyen en esta gran obra, que ha de redundar en beneficio de la provincia, y por ende, en bien de Espaa.

    Se acord establecer una cuota mensual a satisfacer por los seores socios de 1,50 pesetas -cuota que perma-necera inalterable hasta el final de la Entidad- y se concre-taron ocho Secciones que entenderan de Ciencias Sociales

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    Juan A. Gmez Barrera

    y Derecho; Historia y Turismo; Artes Plsticas; Msica y Declamacin; Ciencias Mdicas; Ciencias Exactas, Fsicas y Naturales; Literatura; y Fomento Provincial. Al frente de cada una de ellas habra un Presidente y Secretario, car-gos que recayeron en Luis Posada y Luis Herrera; Santia-go Gmez Santacruz y Blas Taracena; Teodoro Ramrez y Joaqun Alcaz; Ricardo Pradells y ngel Moreno; Maria-no iguez e Ignacio Carrascosa; Hilario Snchez y Adolfo Cabrerizo; Jernimo Rubio y Mariano Granados; y Felipe Las Heras y Diego Moreno Peral, respectivamente.

    La acogida debi resultar grandiosa, enorme, pues en la noche del martes 14 de mayo, a la hora de cierre de El Avisador Numantino y La Idea, el nmero de afiliados alcan-zaba ya la cifra de 117. Todo un xito, si tenemos en cuenta la natural prevencin del soriano a formar parte de grupo alguno y si se piensa en la presencia de siete mujeres en l, algo realmente excepcional en aquel momento.

    Tan deseada creacin no tuvo, sin embargo, un arranque inmediato; el verano, tan prximo ya, y las acti-vidades y mltiples ocupaciones de sus jvenes impulso-res, retras unos meses el comienzo. El Museo Numan-tino, an sin inaugurar, y las excavaciones en el Cerro de la Muela, que habran de comenzar el primero de junio, deban tener muy ocupado a Blas Taracena. Jos Tudela y Mariano Granados, ste ltimo todava en las aulas de la Universidad Central donde estaba a punto de concluir su carrera en leyes, tuvieron unos meses de mayo y junio muy

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    activos en la prensa, donde dejaron abundantes muestras de su quehacer periodstico y literario. Y el sbado 9 de ju-nio falleca, a los 84 aos de edad, Manuel Blasco Jimnez, el Maestro por excelencia de una buena parte de sorianos de por aqul entonces y autor de un imprescindible Nomen-cltor histrico, geogrfico y estadstico de la provincia de Soria, que en 1880 l mismo haba editado en su propia imprenta y que en 1909, reformado, haba vuelto a editar Noticiero de Soria. Todo ello, y el necesario tiempo para confeccionar un programa acorde con los propsitos del Ateneo, hizo que ste no se inaugurase hasta el sbado 17 de agosto, si bien fue una apertura de lujo pues en una misma sesin se encontraron, en ntima comunin, Jos Ramn Mlida y la Ermita de San Baudelio, despus de que aqul escribie-ra, junto a Anbal lvarez, la primera monografa de sta. Mlida present a los asistentes un tesoro, el tesoro de San Baudelio entonces casi desconocido, y lo hizo adems con el reportaje fotogrfico que en 1906 haba obtenido Teo-doro Ramrez, con lo que los afortunados asistentes a la puesta de largo del Ateneo pudieron contemplar la ermita con todas sus riquezas, las mismas que hizo que el Estado la declarase Monumento Nacional justo un ao antes, el 24 de agosto de 1917.

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    VII

    Si la primera conferencia del nuevo Ateneo de Soria la im-parti el sbado 17 de agosto de 1918 el arquelogo Jos Ramn Mlida, la ltima fue dictada el sbado 6 de mayo de 1933 por Emilio Campos Cardela, arquelogo del Mu-seo Arqueolgico Nacional y Profesor Auxiliar de la Uni-versidad Central. Mas entre la exposicin de Mlida sobre San Baudelio y la de Campos sobre la Escultura Espaola del siglo XVII, los atenestas sorianos llegaron a escuchar casi un centenar ms, participando en ellas conferenciantes de la talla de Aurelio Gonzlez de Gregorio, Manuel Gon-zlez Simancas, Antonio Bastos, Gonzalo Morenas de Te-jada, Mariano Granados Aguirre, Pedro Chico y Rello, Blas Taracena Aguirre, Jos Tudela de la Orden, Mateo Rioja, Eugenio Noel, Santiago Gmez Santacruz, Rosario Cas-taer, Alfredo Gmez Robledo, Pelayo Artigas, Felipe Las Heras, Flix Snchez-Malo, Csar Luis Montalbn, Milln Borque, Rafael Ferrer, Gervasio Manrique, Bernardo Gar-ca Ballenilla, Miguel Lasso de la Vega y Lpez de Tejada (Marqus de Saltillo), Antonio Ballesteros Baretta, Virgilio

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    Colchero, Florencio Martnez Mata, Conde de Keyserling, Jos Prat, Ernesto Gamillscheg, Francisco Puig Espert, Hugo Obermaier, Pablo Gutirrez Moreno y naturalmen-te, y entre otros muchos que quedan aqu sin citar por no hacer ms larga la lista, Gerardo Diego Cendoya. Algunos de estos autores especialmente Mariano iguez, y en me-nor medida Pedro Chico, Jos Tudela, Mariano Granados, Gervasio Manrique y el propio Blas Taracena- ocuparon la ctedra del Ateneo, tanto en la sede del Casino de Nu-mancia, como en el Teatro Principal o en el Cine Ideal, en varias ocasiones. Pero Gerardo Diego, que apenas estuvo entre nosotros un par de cursos, lleg a subirse al estrado en catorce cumplidas ocasiones, cual vendaval que viniera a agitar los rgidos cimientos de la institucin. Lo hizo al poco de desembarcar en Soria, el sbado 22 de mayo de 1920, interpretando al piano los Nocturnos de Chopin y permitiendo que Mariano Granados recitara la Parfrasis potica del Nocturno XV. Unos das despus toda Soria pudo leer, en las pginas de El Porvenir Castellano, la prime-ra versin pblica de uno de los poemas ms notables de Diego, claro que entonces nadie pudo sospechar a dnde llegara el joven catedrtico y que aquellos versos, al no volverse a imprimir hasta 1945, convertiran al nmero 819 del modesto diario soriano en pginas histricas de la Li-teratura espaola.

    El atrevimiento insolente de mayo de 1920 tal y como lo calificara el propio Diego en 1963- se qued corto

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    si se compara con su memorable actuacin de 1921, pues en aquel ao la actividad del Ateneo de Soria vino dada por la presencia absoluta del joven catedrtico santanderino. Fue tal su papel que sus propios compaeros, algunos de ellos veteranos y reconocidos atenestas, le ofrecieron, en enero de ese ao, el cargo de presidente. No lo acept, y fue ste asumido por Alfredo Gmez Robledo en susti-tucin de Jernimo Rubio. Lo que s hizo Gerardo Diego fue impartir en Soria, y en su Ateneo, uno de los cursos de la Historia de la Msica de Piano ms clebres que de esta se recuerde. Permtasenos, dada su importancia, cierto recreo en su desarrollo.

    El curso se inici el martes 15 de febrero, a las seis y media de la tarde, en el Saln-Teatro del Casino de Nu-mancia. Ese da, en Soria, hizo tiempo de buen sol, sin nevar, ni llover, si bien cay una fuerte helada por la noche y haba amanecido con una notable escarcha. En la sala de conferencias, segn dej escrito el protagonista, se notaba el fro. El propio Gerardo Diego present el curso, ante la disculpada ausencia de Gmez Robledo, y lo hizo hacien-do notar pronto que no era su pretensin remontarse a la prehistoria de la msica, a la msica de griegos y romanos, y s comenzar con aquellos instrumentos antecesores in-mediatos del piano: es decir, el clavicmbalo, el clavecn y el fortepiano. Tras caracterizar y diferenciar los instrumen-tos, pas luego a glosar las principales figuras de los clave-cinistas italianos, alemanes y franceses, de los que interpre-

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    t fragmentos de sus principales obras. Y lo mismo hizo, el sbado 19 de febrero, con los grandes msicos franceses del siglo XVII y principios del XVIII; y el sbado 26, en que analiz, de forma monogrfica, la figura y la obra de J. S. Bach. El sbado 5 de marzo Gerardo repar en el es-tudio de la sonata clsica, habl de los ltimos tiempos de la vida de Mozart y de las circunstancias dolorosas que ro-dearon la composicin de su celebrada misa de rquiem, e interpret obras de Haydn, Mozart y Clementi. En la quin-ta sesin, celebrada el sbado 12 de marzo, se ocup de la vida y obra de Ludwig van Beethoven e interpret, con gran maestra, las sonatas Pathtique, Appassionata y op. 31. La sexta sesin, adelantada al jueves 17 de marzo, present un atractivo literario especial: tres sonetos, reci-tados por el propio Diego, en honor de Schubert, Weber y Mendelssohn, primera generacin de romnticos a los que dedic su anlisis. Como ocurriera con su Nocturno XV, cuya primera versin desconocida qued publicada en El Porvenir Castellano, recogi ahora El Avisador Numantino un soneto que, si bien se haba compuesto algn tiempo antes, permaneca tambin indito y vio la luz impresa por vez primera, y sin pretenderlo su autor, en la tribuna periods-tica soriana.

    Tras esta sexta sesin, qued interrumpida la perio-dicidad de la serie hasta despus de Pascua. Pasada la fiesta, el sbado 9 de abril, Gerardo avanz la sptima, dedicn-dola ntegramente a Chopin, del que inform sobre su vida

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    y su obra. La octava conferencia-concierto se imparti el sbado 23 de abril y en ella Diego habl, ofreciendo como siempre bellos y clarividentes ejemplos musicales, de Ro-bert Schumann, Franz Liszt y Csar Franck y, aprovechan-do el parentesco con Liszt, an tuvo adecuadas explica-ciones para definir la obra de Ricardo Wagner, pese a que ste no tuviera cabida propia en una historia de la msica de piano.

    A la vez que el romanticismo produca sus ltimos y ms esplndidos frutos con los dramas lricos de Wag-ner, se ensayaban en pases retirados de Europa (Bohemia, Noruega, Hungra, Rusia) nuevos procedimientos musica-les: Grieg, grupo de los cinco, Modesto Moussorgsky y Alejandro Borodn. A ellos dedic Diego buena parte de su discurso, interpretando luego los originalsimos Cua-dros de una Exposicin y Gopak de Moussorgsky y las mazurcas y serenatas de la Petite Suite y el Scherzo de Borodin. Pero donde realmente asombr el joven poe-ta fue al ocuparse de Alejandro Scriabin, compositor ruso que, por entonces, apenas hacia seis aos que haba falle-cido; dijo de ste que pas de ser un imitador elegante de Chopin a representar uno de los aspectos ms audaces del arte contemporneo, algo que el pblico pudo com-probar al interpretar Gerardo varios de sus preludios.

    La inexistencia de lagunas oscuras en el conoci-miento musical del profesor qued una vez ms en eviden-cia en la dcima leccin, impartida el sbado 7 de mayo.

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    En esta ocasin, dedic su tiempo, tambin en exclusiva, al msico francs Claudio Debussy, muerto en 1918. De Debussy destacara su originalidad, su recndita y delica-da sensibilidad, el ambiente sonoro de su atmsfera y su meloda, que compar con una humarada esfumada e indecisa. El 14 de mayo, Gerardo Diego habl de Igor Stravinski, del italiano Malipiero, del ingls Goossens o de los franceses Paul Dukas y Eric Satie. Habl tambin, ya en la segunda parte, de Maurice Ravel quien, muerto Claude Debussy, pasaba por ser el msico ms admirado.

    La sesin del sbado 21 de mayo, la penltima ya, estuvo dedicada a la msica espaola de autores fallecidos. Gerardo Diego, despus de hacer un breve resumen de aquella y de ensalzar la obra de los viejos maestros (orga-nistas, vihuelistas y clavecinistas), se ocup del renacimien-to musical, debido en gran parte a la labor de folkloristas y musiclogos tan eminentes como el burgense P. Olmeda y F. Pedrell, del que dijo puede ser considerado como el maestro de toda la actual generacin de compositores. Di-sert entonces en torno a Isaac Albniz, a Enrique Grana-dos y al donostiarra Jos M. Usandizaga, y de todos ellos interpret precisos fragmentos de sus obras ms represen-tativas.

    Finalmente, el 30 de mayo y en su ltima sesin, se ocup de los msicos contemporneos espaoles y, especialmente, de Manuel de Falla. Habl del sevillano Joaqun Turina uno de nuestros jvenes maestros ms

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    cultos y laboriosos-, del levantino Oscar Espl msico orquestal, autor de obras muy slidas y originales-, del cultsimo musiclogo y crtico Adolfo Salazar al que ade-ms de atribuirle la orientacin de las sociedades musicales espaolas hacia la modernidad inteligente y progresiva, le haca responsable, como as era, de ensayos de composi-cin en los que se muestra como el ms audaz de nuestros msicos-, del P. S. Sebastin y, en fin, del santanderino Antonio de Gorostiaga, tan joven como Diego y autor de La Danza Montaesa, parte de una Suite indita que nuestro catedrtico interpret con un cario especial. En la segunda parte, despus de agradecer a los atenestas y a las damas invitadas el concurso de su asistencia durante el curso, pas Diego a explicar la personalidad y la obra de su admirado Manuel de Falla. Record su formacin musical en Cdiz, Madrid y Pars; su triunfo en Espaa y en el extranjero y la consagracin definitiva por la crtica y los pblicos ms cultos del mundo con motivo del estreno de El sombrero de tres picos. Y tras todo ello interpret Gerardo las cuatro Piezas Espaolas, cuya variedad y ri-cos contrastes gustaron mucho, mas el pblico se entusias-m de formas especial con la prodigiosa interpretacin de los fragmentos seleccionados de El Amor Brujo.

    El curso no poda acabar sin un brillante cierre por parte de Alfredo Gmez Robledo, como presidente del Ateneo. Con cordialidad y admiracin, dio pblicamente las gracias al conferenciante por la inmensa tarea que vo-

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    luntariamente se haba impuesto y por la brillantez con que la haba resuelto. Y, tras desear que la sensibilidad, el talen-to y la laboriosidad del joven profesor surtieran de inme-diato frutos preciosos que honrasen su nombre, felicit al Ateneo por haber dado lugar a que en su seno se hubiese desarrollado una serie de lecciones tan notables.

    Mas el broche final lo pondra, unos meses despus, el mismsimo Adolfo Salazar, quien public en El Sol, den-tro de su habitual columna titulada La vida musical, una crnica referida al recitado con piano aludiendo, al mis-mo tiempo, al libro que bajo ese ttulo acababa de editar en Barcelona A. de Alberdi y a la tarea de nuestro Catedrtico. De ste escribi Salazar lo que sigue:

    Pero qu difcil encontrar un msico, entre nosotros, que sienta vibrar su lira al soplo de la poesa moderna! Entre poetas, en cambio, el caso anlogo es ms frecuente. Con todo, creo nico el de Gerardo Diego, que a la par de ser uno de los poetas de nuevo cuo y ms rico metal, es un pianista exce-lente que cultiva toda la historia de esa literatura musical. Cuando pueda ocuparme de Gerardo Diego como poeta y hablar de la esencia musical de la poesa moderna (musical por semejanzas de estructura, no por canturreos meldicos), ser el momento de explicar este caso raro de poeta y msico en una pieza y no al modo -Dios nos libre!- de los musica-dores de sus propias poesas.

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    Gerardo Diego, poeta, es catedrtico de Literatura. Msico, ha dado en la ciudad en que profesa (Soria), un curso de historia de la msica de piano. (Cuntas rarezas juntas van ya?) Su curso estuvo dividido en trece sesiones, de las que l mismo fue el intrprete.

    Pasado el tiempo, a los sorianos nos queda el ho-nor de que en nuestra casa, en el mismsimo paseo de portales del Collado, el gran Gerardo Diego impartiera, en clara prolongacin de su recin estrenada Ctedra, una experiencia didctica sin par y que un diario de la poca, El Avisador Numantino, fuese sensible a ese hecho y alber-gara en sus pginas crnicas musicales, justas y armnicas, dignas de tan selecto y eminente profesor. Nadie puede ya contar de palabra aquellos momentos, aquel fluir potico y musical, lleno de sensibilidad y conocimiento, derivado del entusiasmo que slo la juventud proporciona; mas, sin embargo, nos quedan las benvolas reseas de la prensa local de las que aqu, con respeto, nos hemos servido.

    Y volvi Gerardo a iniciar su segundo curso com-pleto en Soria (1921-1922) y lo hizo con aires renovados y con un nuevo proyecto, fantstico y maravilloso, en la cabeza: una serie de representaciones del Teatro Espa-ol del siglo XV al XIX- precedidas de sus correspon-dientes conferencias, cuyo desarrollo fue casi tan brillante como el curso precedente. Mas, permtasenos tambin, que en esta ocasin les remita a la obra referencia de esta humilde charla.

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    VIII

    Los dos cursos de Gerardo Diego de la msica de piano y del teatro espaol- nos hacen recordar que entre las mu-chas conferencias impartidas y escuchadas en el Ateneo de Soria se intercal, de vez en cuando, interesantes veladas musicales y teatrales en las que, de forma generosa, par-ticiparon la inquieta juventud soriana del momento. Ya se rese, en breve cita, el concierto de piano, en 1883, de Luisa Vandevalle; y el estreno, en el mismo ao, de la zar-zuela Los Artesanos de Nicols Rabal, en su texto, y de Juan Prez, en su msica. Y se mencion antes al maestro Damin Balsa (1850-1925) y a las cantantes Amelia Valle y Enriqueta Acea. Y no se han de olvidar los conciertos de piano de Victoria Falc, en distintos momentos de 1918 y 1919; como tampoco las conferencias musicales de Blas Taracena, sobre el teatro de Ibsen y la msica de Grieg, en colaboracin con el pianista, y Presidente del Casino de Numancia, Jos Casado; y desde luego, no seremos no-sotros quienes no recuerden el trabajo de Jos Tudela y Bernardo Garca Ballenilla recuperando las canciones po-pulares sorianas.

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    IX

    Con todo, una de las mayores realizaciones que el Ateneo de Soria aport a la vida cultural de la ciudad aparte de servir de fuente de inspiracin en el surgimiento de otras ideas similares como el Ateneo Republicano, el Ateneo de Divulgacin Social o el Ateneo Republicano Radical Socia-lista- fue la creacin y puesta en marcha de su Biblioteca, tanto fija como circulante. Arranc sta el 1 de noviembre de 1918, con los libros que Jos Tudela, Blas Taracena, Ma-riano Granados y Luis Gonzlez depositaron en el Casino y con los que estos mismos, y Leopoldo Ridruejo, Gerva-sio Manrique, Antonio Bastos, Santiago Gmez Santacruz, Jernimo Rubio, Antonio Abad, Julio Arroyo y Ernesto Ragazzi, donaron a la institucin. Desde entonces se ini-ci una larga, continua y peridica tarea de adquisicin de libros con la compra de ms de quinientos ejemplares- por lo menos hasta el 10 de enero de 1933, da en que se hizo frente a la ltima factura conservada, presentada por

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    Librera Espaola y Extranjera de Francisco Beltrn (Prn-cipe 16, Madrid), a cuenta de los ejemplares Delito y Libertad de Ruiz Funes, Libertad de amar de Jimnez de Asa, Diario de viaje de un filsofo de Keyserling y Excursin a Numancia pasando por Soria de Jos Ramn Mlida.

    Antes, ya desde junio de 1918, se iniciaron suscrip-ciones a revistas como Ibrica, Industria Primaria, Revista de Filologa, Revista de Derecho Privado, Revista de Libros, La Lec-tura, La Nature, Boletn de la Sociedad de Excursiones, Boletn de la Real Sociedad Espaola de Historia Natural, Pediatra Espa-ola, Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, El Economista, etc., revistas que, por lo dems, haban sido sugeridas por los gustos, las necesidades o los deseos de aprendizaje de los asociados. Y en este sentido, resulta muy interesante la datacin del ltimo recibo de estas suscripciones pues nos lleva hasta el 1 de abril de 1936, momento en que se pag a Salvat editores la suscripcin anual de la revista semanal ilustrada Ibrica.

    El cuaderno-registro que tuvimos la suerte de loca-lizar en la actual Biblioteca Pblica de Soria, con el simple ttulo de Ateneo y con 52 pginas manuscritas repletas de referencias bibliogrficas, nos permiti contabilizar un total de 560 ttulos de libros y 21 de revistas, lo que bien podra traducirse en un millar de volmenes que estuvie-ron siempre a disposicin de los socios de aquel Ateneo. En cualquier caso, como en su da escribimos, la Biblioteca del Ateneo de Soria era, en aquellos aos del primer tercio

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    del siglo XX, un armario de libros, situado en algn rin-cn del viejo Casino de Numancia; mas hemos de pensar que nunca dej de tener lectores; que, en la medida de las posibilidades de la entidad que la sostena, nunca dej de crecer; y que, sin duda, ayud a la madurez intelectual del selecto grupo de sus asociados, de igual manera que sirvi para que todo un Catedrtico de Lengua y Literatura como el propio Gerardo Diego pudiera leer en ella toda la prosa social del gran Po Baroja.

    Sera fcil, pueden imaginarlo, formular aqu pre-guntas retricas y existenciales de a dnde fueron a parar todos y cada uno de aquellos singulares libros y todas y cada una de aquellas pretensiones atenestas, mas no cabe otra cosa que volver al principio de esta modesta charla y repetir, otra vez, que todo acab con la guerra, al menos, todo lo relacionado con el Ateneo. Empero, a nosotros, reunidos en el mismo edificio que durante tanto tiempo sirvi de almario al alma de aqul, nos queda la memoria, la memoria que todo pueblo necesita para vivir ms all de la Historia.

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    1. Adn Alonso de Armiano2. Felipe Andrs3. Juan Aparicio Lapuerta4. Joaqun Arjona5. Fulgencio Arnaiz6. Julio Arroyo7. Pelayo Artigas8. Agustn Asenjo9. Carmen Asenjo10. Germano Balda11. Eduardo Ballenilla12. Antonio Bastos13. Toms Brieva14. Herminia Cabrera15. Adolfo Cabrerizo16. Mariano Cabruja17. Eusebio Cacho18. Jess Campos19. Eloy Carmona20. Romn Carnicero21. Ignacio Carrascosa22. ngel Carrillo23. Jos Casado24. Rosario Castaer25. Mara Castillo26. Aniceto Cervero27. Pedro Chico28. Domingo Corton29. Gregorio Cuevas30. Moiss de Benito

    31. Enrique de Ceballos32. Isabel de Ceballos33. Pedro Delgado34. Isidoro Dez Canseco35. Manuel Esponera36. Tirso Febrel37. Manuel Fernndez Manrique38. Jos Fresnedas39. Saturio Fresnedas40. Lamberto Fras41. Julin Garcs42. Joaqun Garca Alcaz43. Antonia Gil44. Alfredo Gmez Robledo45. Santiago Gmez Santacruz46. Luis Gonzlez47. Octavio Gonzlez48. Mariano Granados49. Flix Hernndez50. Luis Herrera51. Mariano iguez52. Mariano Javierre53. Basilio Jimnez54. Jos Jimnez 55. ngel Lacalle56. Julin Lafuente57. Felipe Las Heras58. Octavio Lezn59. Mariano Lillo60. Manuel Loro

    Primera relacin de socios del Ateneo de Soria (mayo de 1918)

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    61. Luis Llorente62. Sotero Llorente Lapuerta63. Ildefonso Mas Sevillano64. Antonio Marco65. Gervasio Manrique de Lara66. Fernando Manso67. Estanislao Martnez68. Sixto Menndez69. Julio Molina70. ngel Moreno71. Diego Moreno Peral72. Jos Nevot73. Eduardo Obregn74. Andrs Orte75. Ral Otlet76. Jos Pacheco77. Jos Mara Palacio78. Jos Mara Pascual79. Eduardo Pea80. Petra Pea81. Pascual Prez Rioja82. Anselmo Plaza83. Joaqun Portero84. Manuel Portugus85. Luis Posada86. Ricardo Pradells87. Jos Prades88. Teodoro Ramrez89. Bernardino Ridruejo

    90. Leopoldo Ridruejo91. Epifanio Ridruejo Barrero92. Epifanio Ridruejo Botija93. Mateo Rioja94. Toms Rivas95. Jos Mara Rodrguez96. Jos Ropero97. Jernimo Rubio98. Nicasio Ruiz99. Rafael Sainz de Robles100. Jos Salazar101. Pedro San Martn102. Hilario Snchez103. Concepcin Snchez Madrigal104. Flix Snchez Malo105. Anselmo Sanz106. Eloy Sanz Villa107. Blas Taracena Aguirre108. Blas Taracena Ispizua109. Ricardo Tovar110. Jos Tudela111. Alfonso Velasco112. Aurelio Vicn113. Jos Vicn114. Jos Viena115. Anastasio Vitoria 116. Eduardo Yusta117. Jos Mara Zabala

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    ltima relacin de socios del Ateneo de Soria (octubre 1935)

    1. Manuel Alba Pardo2. Juan lvarez Soria3. Rafael Arjona4. Pelayo Artigas y Corominas5. Emilio Baeza6. Jos Mara Barbero7. Alejandro Barquero8. Florentino Blanco9. Juan Brieva10. Aurelio Bourgeal Vazquez11. Adolfo Cabrerizo12. Miguel Caldern13. Jess Calvo14. Julio Carretero15. Aniceto Cervero16. Mara Cruz Gil17. Pedro Delgado18. Saturio Fresneda19. Julio Garbayo20. Jos Garca Calavia21. Enrique Garca Carrilero22. Antonio Garca Monedero23. Segundo Garca Romero24. Juan Antonio Gaya25. Aurelio Gonzlez de Gregorio26. Alfredo Gmez Robledo27. Santiago Gmez Santacruz28. Felipe Las Heras29. Saturio Las Heras30. Mariano iguez

    31. Conrado Jimeno32. Jos Lpez Vargas33. Felipe Lucenas Rivas34. Alfredo Llorente35. Ildelfonso Maes Sevillano36. Primo Marco Gmez37. ngel Martn Gonzalo38. Amilcar Martn Jarque39. ngel Martnez Borque40. Julio Martnez de Toro41. Joaqun Martn Poblador42. Enrique Menchero43. Jos Mendoza Esteban44. Evaristo Miguel Alcalde45. Carmelo Monzn46. Guillermo Mur Esteban47. Mariano del Olmo48. Pedro Osorio de Moscoso49. Prudencio Ortiz50. Juan Pastora51. Eduardo Pea52. Felipe Prez y Lpez53. Agustn Prez Toms54. Jos Antn Pacheco55. Anselmo Plaza56. Samuel Redondo57. Leopoldo Ridruejo58. Cesar del Riego59. Miguel del Ro60. Gerardo Rodrguez Salcedo

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    61. Jos Ropero (H)62. Rafael Sainz de Robles63. Luis Snchez64. Jos Snchez65. Pedro San Martn66. Luis Santamara67. Concepcin Snchez Madrigal68. Mariano Savierre69. Eugenio Smet70. Miguel Suer71. Blas Taracena Aguirre72. Blas Taracena Ispiza73. Pascual Tello74. Jos Tudela75. Jess Urrutia Castillo76. Clemente Valladares77. Eusebio Vera de Nicols78. Manuel de Vicente y Tutor79. Joaqun Ximnez Embrun80. Marino Zaforas

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    ndice

    Presentacin ............................................................................................

    El Ateneo de Soria ..................................................................................

    Primera relacin de Socios del Ateneo de Soria (mayo 1918) ............

    ltima relacin de Socios del Ateneo de Soria (octubre 1935) ..........

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  • Este libro, texto de la conferencia inaugural

    de la 5 poca del Ateneo de Soria,

    se acab de imprimir el da 4 de diciembre de 2009,

    Festividad de Santa Brbara.

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    Juan A. Gmez Barrera