El bote Fugitivo

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El bote fugitivo file:///C|/Antiguo/Www/Geocities%206/amiguitos/ElBoteFugitivo.htm[25/06/2013 21:56:45] EL BOTE FUGITIVO Por Daisy Chapman LEE CUNNINGHAN, sus padres y hermanos menores, Guillermo y Bruce, estaban en viaje al congreso. Iban por el camino que corría al lado de la costa, y Lee observaba los botecitos de pescadores que se columpiaban sobre las olas del gran océano. A Lee le gustaban los botes. Cuando su padre era pescador, Lee a menudo lo había acompañado en el bote; pero ahora su padre era un colportor y se dedicaba a pescar almas, como Jesús ordenó a sus discípulos que hicieran hace muchos años en las playas del mar de Galilea. Finalmente el Sr. Cunninghan entró en el campamento, que estaba situado en un hermoso bosque. Los árboles eran rectos y altos, y bordeaban la cinta arenosa que formaba la playa. Antes de que comenzara el congreso, tendrían toda una semana para explorar, nadar y jugar en la playa, porque habían llegado una semana antes para ayudar. Lee también encontró muchas formas de ayudar. Estaba siempre dispuesto a hacer lo que podía. En las mañanas, tanto él como los niños de las otras familias que habían venido, estaban muy ocupados haciendo diversos trabajos, pero en las tardes todos se tomaban un momento para ir a la playa a nadar y jugar. -Vengan, Guillermo y Bruce -los llamó Lee una tarde, y echó a correr con su traje de baño puesto y una toalla sobre los hombros-. Les juego una carrera hasta la playa. Guillermo y Bruce lo siguieron con sus piernas cortas tan rápido como pudieron. Lee aminoró la marcha para que sus hermanitos pudieran ganar. Quería esperar a su amigo Jerónimo. Lo vio a la distancia con el traje de baño puesto y lo llamó para que se apresurara. -Juguemos en el bote de la asociación -gritó Guillermo cuando llegó a la orilla y encontró el bote de remos atado al muelle. Guillermo trepó al bote y le ayudó a Bruce a subir por el costado. Lee y Jerónimo se acercaron lentamente al bote y subieron. -Muy bien, Jerónimo y yo seremos el capitán y el primer piloto. Uds. serán la tripulación. -¡Soltar anclas! -se rió Jerónimo simulando soltar el anda y tocar un silbato. - ¡Salimos! -gritó Guillermo, que tenía seis años, y Bruce aplaudió. -¡Un momento! -exclamó Lee-. ¡Salimos! -volvió a exclamar, mientras Jerónimo tropezó y Lee perdía el equilibrio y se tomaba de los lados del bote. Una ráfaga de viento que iba mar adentro empujó el bote, y lo metió en la corriente. Lee vio cuando el extremo de la cuerda se solió del muelle y cayó al agua. En unos instantes el bote se había alejado de la orilla. Lee se puso de pie con las piernas abiertas para mantener el equilibrio, pero la violencia de la corriente lo hizo caer de nuevo. Bruce comenzó a llorar en tanto que Guillermo y Jerónimo pedían ayuda. - ¡Socorro! ¡Socorro! -gritaban tan fuerte como podían, ahuecando las manos junto a la boca, mientras el bote se alejaba más y más de la caleta hacia el mar abierto. El viento arrastraba sus voces hacia el mar. -Nos ahogaremos -gimió Guillermo. -Deja de hablar de esa manera, Guillermo -lo reprendió Lee-. Mira hacia la orilla. Hay mucha gente que ha venido al muelle. ¡Escuchen! Aunque ellos no nos puedan oír a nosotros, nosotros podemos oírlos a ellos.

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    EL BOTE FUGITIVOPor Daisy Chapman

    LEE CUNNINGHAN, suspadres y hermanos menores,Guillermo y Bruce, estaban enviaje al congreso. Iban por elcamino que corra al lado de lacosta, y Lee observaba losbotecitos de pescadores quese columpiaban sobre las olasdel gran ocano. A Lee legustaban los botes. Cuandosu padre era pescador, Lee amenudo lo haba acompaadoen el bote; pero ahora supadre era un colportor y sededicaba a pescar almas,como Jess orden a susdiscpulos que hicieran hacemuchos aos en las playasdel mar de Galilea.Finalmente el Sr. Cunninghan entr en el campamento, que estaba situado en un hermoso bosque. Losrboles eran rectos y altos, y bordeaban la cinta arenosa que formaba la playa.Antes de que comenzara el congreso, tendran toda una semana para explorar, nadar y jugar en la playa,porque haban llegado una semana antes para ayudar. Lee tambin encontr muchas formas de ayudar.Estaba siempre dispuesto a hacer lo que poda. En las maanas, tanto l como los nios de las otrasfamilias que haban venido, estaban muy ocupados haciendo diversos trabajos, pero en las tardes todosse tomaban un momento para ir a la playa a nadar y jugar.-Vengan, Guillermo y Bruce -los llam Lee una tarde, y ech a correr con su traje de bao puesto y unatoalla sobre los hombros-. Les juego una carrera hasta la playa.Guillermo y Bruce lo siguieron con sus piernas cortas tan rpido como pudieron. Lee aminor la marchapara que sus hermanitos pudieran ganar. Quera esperar a su amigo Jernimo. Lo vio a la distancia conel traje de bao puesto y lo llam para que se apresurara.-Juguemos en el bote de la asociacin -grit Guillermo cuando lleg a la orilla y encontr el bote deremos atado al muelle. Guillermo trep al bote y le ayud a Bruce a subir por el costado.Lee y Jernimo se acercaron lentamente al bote y subieron.-Muy bien, Jernimo y yo seremos el capitn y el primer piloto. Uds. sern la tripulacin.-Soltar anclas! -se ri Jernimo simulando soltar el anda y tocar un silbato.- Salimos! -grit Guillermo, que tena seis aos, y Bruce aplaudi.-Un momento! -exclam Lee-. Salimos! -volvi a exclamar, mientras Jernimo tropez y Lee perda elequilibrio y se tomaba de los lados del bote.Una rfaga de viento que iba mar adentro empuj el bote, y lo meti en la corriente. Lee vio cuando elextremo de la cuerda se soli del muelle y cay al agua. En unos instantes el bote se haba alejado de laorilla. Lee se puso de pie con las piernas abiertas para mantener el equilibrio, pero la violencia de lacorriente lo hizo caer de nuevo. Bruce comenz a llorar en tanto que Guillermo y Jernimo pedan ayuda.- Socorro! Socorro! -gritaban tan fuerte como podan, ahuecando las manos junto a la boca, mientras elbote se alejaba ms y ms de la caleta hacia el mar abierto. El viento arrastraba sus voces hacia el mar.-Nos ahogaremos -gimi Guillermo.-Deja de hablar de esa manera, Guillermo -lo reprendi Lee-. Mira hacia la orilla. Hay mucha gente queha venido al muelle. Escuchen! Aunque ellos no nos puedan or a nosotros, nosotros podemos orlos aellos.

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    -Hagan... girar... el bote -vino una voz de la orilla.Lee tom los remos que estaban en el fondo del bote y trat de ponerlos en las chumaceras para hacergirar el bote, pero no le alcanzaron las fuerzas.-Jernimo, t eres un buen nadador. Toma el salvavidas y nada hacia la orilla -le orden Lee ayudndolea ponerse el salvavidas y a bajar del bote.Jernimo sali rumbo a la orilla mientras el bote pasaba de largo el promontorio y sala al mar abierto.Los dems chicos sollozaban, y Lee hizo todo lo que pudo para mantenerse calmo y consolar aGuillermo y a Bruce.Varios de los hombres que miraban desde la orilla comenzaron a nadar hacia el bote fugitivo. El padre deLee se encontr con Jernimo y le ayud a llegar a la orilla. Los hombres trataron de alcanzar el bote,pero todos tuvieron que regresar. Los que estaban en la orilla saban que eran impotentes. Se elevaronfervientes oraciones para recibir ayuda.-Consigamos otro bote -sugiri alguien.Rpidamente, dos hombres corrieron a un telfono cercano y llamaron a un agricultor que viva a pocoskilmetros, y que tena una lanchita a motor. Aquel prometi que la traera inmediatamente.A los que estaban en la orilla, el tiempo que demor el hombre en llegar con la lancha y un ayudante lespareci horas. Estos salieron inmediatamente al mar para hallar el bote de la asociacin y a los nios.Cuando los hombres de la lanchita alcanzaron a ver el bote a remos, vieron solamente a Lee y aGuillermo, Bruce estaba acostado en el fondo del bote, como Lee le haba ordenado que lo hiciera. Brucetena el cuerpo cubierto con la toalla de Lee, y estaba tiritando.- Hola! -llamaron los hombres.-Estamos aqu! Vengan a buscarnos! -contestaron Lee y Guillermo. El pequeo Bruce estabademasiado asustado como para hablar o ponerse de pie.La lanchita se acerc, y los tres muchachos que estaban tiritando, fueron pasados a ella y abrigados confrazadas. Se at el bote a la lanchita en un esfuerzo por arrastrarlo hasta la orilla, pero la corriente erademasiado fuerte para el motorcito de la lancha, de manera que se solt la cuerda para que el bote seperdiera en el mar.Cuando la lanchita lleg a la orilla con los tres muchachitos sanos y salvos, se oyeron exclamaciones yvtores.-Fuiste un marinero valiente, muchacho -dijo uno de los que haba ido para rescatarlos cuando ayud aLee a bajar del bote-. La tarea de impedir que estos muchachitos cayeran presa del pnico, no fue fcil.-Bueno, no hice mucho -respondi Lee-. Yo mismo me senta bastante asustado, pero saba que Diospoda protegernos de todo peligro.Y volvindose hacia sus padres, dijo:-Estoy seguro de que esta tarde los ngeles guardianes estaban en su puesto.

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