El cíclope (bilingue)

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EURÍPIDES EL CÍCLOPE

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una comedia para leer....

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  • 1. EURPIDESEL CCLOPE

2. 1Eurpides Tragedias I - El cclope EURPIDES TRAGEDIAS I EL CCLOPE ALCESTIS MEDEA LOS HERACLIDAS HIPLITO ANDRMACA HCUBAINTRODUCCIN GENERAL DE CARLOS GARCA GUAL INTRODUCCIONES, TRADUCCIN Y NOTAS DE ALBERTO MEDINA GONZLEZ Y JUAN ANTONIO LPEZ FREZ Asesor para la seccin griega: CARLOS GARCA GUAL. Segn las normas de la B. C. G., la traduccin de este volumen ha sido revisada por Luis ALBERTO DE CUENCAy CARLOS GARCA GUAL. EDITORIAL GREDOS, S. A. Snchez Pacheco, 85, Madrid, 1999. Alberto Medina Gonzlez ha traducido El Cclope, Alcestis, Medea e Hiplitto, y Juan Antonio Lpez Frez, Los Heraclidas, Andrmaca y Hcuba. PRIMERA EDICIN, 1977. 3. REIMPRESIN. Depsito Legal: M. 33608-1999. ISBN 84-249-3504-7. Obra completa. ISBN 84-249-3484-9. Tomo I. Impreso en Espaa. Printed in Spain. Grficas Cndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polgono Industrial. Legans (Madrid), 1999. 3. 2Eurpides Tragedias I - El cclope INTRODUCCIN GENERAL A EURPIDESVida y poca1La carencia de datos biogrficos fehacientes y precisos afecta por igual a casi todos los autoresde la antigedad griega. Eurpides, como era lgico esperar, no constituye una excepcin a estadesafortunada regla. La razn fundamental de esta circunstancia reside en el hecho de que labiografa propiamente dicha tiene un nacimiento muy tardo en la literatura griega, concretamentecon los discpulos de Aristteles, a partir del siglo III a. C. Con los riesgos que toda generalizacinlleva aparejados puede afirmarse que la biografa no se inici antes entre los griegos debido almotivo de que slo desde el siglo IV en adelante el individuo y el entramado de su vida comenz ainteresar a los helenos, coincidiendo con la evolucin desde un estadio de civilizacin en el que lacomunidad contaba ms que el ser individual a otro en el que, resquebrajado el ideal de vidacomunitario, el hombre aislado ocupar el centro de atencin.Con anterioridad a la aparicin de la biografa sensu stricto slo poseemos una serie de relatosde rigor muy dudoso llamados Vidas, que se limitan a destacar una serie de datos anecdticos de lavida del autor en cuestin, pero sin que interese en absoluto la menor precisin en las fechas. Sitenemos en cuenta, adems, que los antiguos griegos sentan una predileccin especial por centrarsu atencin, al describir la vida de un personaje cualquiera, en lo que ellos llamaban akm omadurez vital, que cifraban en torno a los cuarenta aos, es perfectamente lgico que estemos mejorinformados de la ltima parte de sus vidas y que, del mismo modo, conozcamos msfrecuentemente la fecha de su muerte que la de su nacimiento. Esta circunstancia explica, porejemplo, que se hayan perdido prcticamente todos los logros juveniles de los poetas trgicosgriegos y que la tradicin nos haya legado slo los frutos de madurez y vejez. Este hecho planteauna ardua dificultad a los estudiosos de la literatura griega antigua, en el sentido de que esimposible esbozar un cuadro coherente de la posible evolucin literaria e ideolgica de un poetadeterminado, por carecer de su produccin temprana.Lo anecdtico, lo casi novelesco constituye desgraciadamente el ncleo de la mayor parte de lainformacin sobre la vida de los autores clsicos, mas, aunque pueda parecer paradjico, no debeser dado de lado sistemticamente; ya que, en muchas ocasiones, lo anecdtico encierra en s unagran riqueza de contenido en relacin con la vida y el entorno ideolgico de un escritor. Ejemploarquetpico de lo que acabamos de afirmar es la efectista unin de los destinos de los tres trgicosen torno a la batalla de Salamina (480 a. C.), en la que los griegos derrotaron por completo a laarmada persa. A tener por cierta esa tradicin ms o menos novelesca, Esquilo particippersonalmente en tan memorable lance; Sfocles, todava adolescente, form parte del Coro quecelebr la victoria, y Eurpides naci el mismo da de la batalla. No puede dudarse de que tanafortunadas coincidencias son exclusivamente fruto de una romntica leyenda, pero no es menoscierto que la tradicin antigua deba tener alguna razn para situar a las tres figuras capitales deldrama griego en relacin con tan trascendental acontecimiento. No ser muy arriesgado suponer quelo que pretenda esa leyenda era mostrar a esos dramaturgos como representantes de tresgeneraciones distintas: la de los hombres que, como Esquilo, pelearon contra los persas hasta moriren defensa de la libertad y de una democracia moderada; la de aquellos que, como Sfocles,vivieron los frutos hermosos de los aos siguientes a tan feliz acontecimiento y, finalmente, la deaquellos que, al modo de Eurpides, vean la batalla de Salamina como un recuerdo borroso de laspasadas glorias de Atenas, acuciada en esos aos de la madurez y la vejez del poeta por los afanesimperialistas que conduciran a la ciudad al abismo fatal de la guerra del Peloponeso.1 Cf., a este respecto, G. MURRAY, Euripides and his age = Euripides y su tiempo [trad. A. Reyes], Mxico - BuenosAires, 1949, especialmente pgs. 17-46. 4. 3EurpidesTragedias I - El cclopeUna vez esbozados someramente los problemas generales relativos a las fuentes biogrficas delos autores griegos, conviene detenerse unos instantes en las noticias que nos informan sobre la vidade Eurpides y analizarlas en relacin con su mayor o menor fiabilidad. Datos concretos referentes afechas y obras del autor hallamos en el testimonio que se conoce con el nombre de Mrmol Pario.Se trata de una estela de mrmol descubierta en Paros en el siglo XVII y que contiene una serie deinformaciones preciosas sobre los acontecimientos histrico-culturales desde Ccrope, el legendarioprimer rey de Atenas, hasta el arcontado de Diogneto (264/263 a. C.). Este singular documentofecha el nacimiento de Eurpides el ao 484 a. C., no tan lejos, como puede verse, de la batalla deSalamina (480 a. C.).Otra contribucin de importancia apreciable hallamos en los abundantes escolios, comentariosque aparecen al margen de las obras de Eurpides, debidos especialmente a la labor de los eruditosalejandrinos que culmina en el siglo II a. C.A pesar de lo deslavazado de su composicin y del desconocimiento de su autor, merecedestacarse la Vida y linaje de Eurpides, que posee el inters primordial de apoyarse en una serie defuentes antiguas de garanta indudable, como la famosa Vida de Stiro, escritor peripattico delsiglo II a. C.2.Dos escritores latinos, Varrn y Aulo Gelio, nos ofrecen tambin algunas informaciones deinters sobre el poeta y que deben ser bastante fidedignas, ya que proceden con toda seguridad de larecin aludida Vida de Stiro.Especial atencin merece el famoso lxico de Suidas, obra del siglo X d. C. Su inters principalradica en la circunstancia de que probablemente manej la fuente ms antigua sobre la materia, estoes, la Crnica tica de Filcoro, un autor de anales del siglo III a. C. Es ms que probable queFilcoro manejase documentos oficiales en su importante labor para la historia de registraranualmente los acontecimientos ms trascendentales acaecidos en la ciudad de Atenas, entre ellosinformacin sobre los principales festivales trgicos y sobre los mitos. Hay que resaltar, adems,que escribi tambin un tratado intitulado Vida de Eurpides.En el ao 1911 un descubrimiento relevante vino a colmar una laguna en los datos queposeamos sobre la vida de Eurpides; aludimos al hallazgo feliz por Grenfell y Hunt de una serie depapiros egipcios conteniendo unos fragmentos originales de la Vida de Stiro. Los restos papirceosconservados ponen a nuestra disposicin una biografa muy curiosa, con evidente influjo de ladiatriba filosfica, gnero literario que, en el helenismo, adquiri una gran preponderancia. La obrase desarrolla mediante un dilogo entre el mismo Eurpides y una mujer, con predominio, como erade esperar, de toda suerte de ancdotas festivas relativas a la vida de un poeta que goz en laAntigedad de una inmerecida fama de misoginia, cuestin sobre la que volveremos a lo largo deesta introduccin. Es evidente, a juzgar por las reliquias, que la vida de Stiro, tan tendenciosa enfijarse casi exclusivamente en los rasgos anecdticos mencionados, bebi con toda seguridad en lasfuentes de la comedia de Aristfanes y, por lo tanto, los datos que nos proporciona deben sermanejados con suma cautela, si bien no han de rechazarse de plano, aunque slo sea por el hecho deque en ellos se percibe con nitidez el reflejo de las pugnas ideolgicas del momento que toc ensuerte vivir a Eurpides.Antes de referir los escasos datos fidedignos sobre la vida del poeta, no resultar ociosodetenerse con cierto pormenor en los violentos ataques que dirigi la comedia aristofnica contra elmodo de vida e ideologa de Eurpides, as como intentar desentraar las causas de semejanteanimadversin, ya que de este anlisis llegaremos a conclusiones importantes sobre el ambientecultural en que vivi el ltimo de los grandes trgicos griegos. De las once comedias que se nos hanconservado de Aristfanes, tres se ocupan profusamente de Eurpides (Las ranas, LasTesmoforiantes, Las asamblestas), y en todas las restantes se descubren alusiones y ataques ms omenos claros a la vida y al pensamiento del poeta. Las razones de esta especie de manapersecutoria pueden sintetizarse en dos. La primera arranca del antagonismo entre el espritu2 Cf., sobre esta cuestin, G. ARRIGHETTI, Satiro. Vita di Euripide, Pisa, 1964, con una interesante introduccin sobreStiro y la biografa literaria. 5. 4EurpidesTragedias I - El cclopeesencialmente conservador de la comedia de Aristfanes, escrita para el ateniense medio, ajeno porcompleto a las nuevas corrientes racionalistas que nacen en el siglo V, y el pensamiento avanzadode hombres como Eurpides y Scrates, con un nivel cultural superior e imbuidos de las doctrinasilustradas de los nuevos tiempos. Resulta evidente que la sociedad ateniense conservadora vea conclaridad que la crtica racionalista de poetas como Eurpides y de pensadores como Scrates y lossofistas constitua un peligro para la estabilidad de unos criterios valorativos que ella estimabaparadigmticos e intocables. De aqu surgira el conflicto que culminara en el proceso y absurdamuerte de un hombre como Scrates. El segundo motivo de la imagen adversa que la ComediaAntigua ofrece de Eurpides es, sin lugar a dudas, la pintura que realiza el poeta de las mujeres entodas sus tragedias y que escandaliz al pueblo medio de Atenas, no habituado a la profundizacinen los problemas que nacen de la complejidad del corazn femenino y mucho menos a que lasmujeres filosofaran, por as decirlo, con semejante lucidez y desparpajo.Acabamos de aludir a la tendenciosidad de los ataques de la Comedia contra Eurpides y a lasrazones de tal hecho. Parece oportuno ahora aducir algunos ejemplos de las obras de Aristfanes,que contienen crticas mordaces contra el racionalismo euripideo, y ver el proceso mediante el cualhan influido en los autores que se dedicaban a una labor ms o menos biogrfica hasta el extremo deconsiderar como histricos unos ataques que no perseguan otra finalidad que halagar a un pblicoconservador provocando su hilaridad. La obra de Aristfanes titulada Las Tesmoforiantes nospresenta un cuadro jocoso, dentro del conocido esquema cmico del mundo al revs, en el cual ungrupo de mujeres aparece deliberando en asamblea y llegando al acuerdo de que es necesario darmuerte a Eurpides por el tratamiento y estudio tan directo y desvergonzado que lleva a cabo de lasmujeres y de su enrevesada personalidad. El poeta, advertido de esta decisin que pone en peligrosu vida, recurre a una curiosa artimaa para salir de situacin tan comprometida. Convence a suanciano suegro de que, disfrazado de mujer, se introduzca de rondn en la asamblea de las mujeresy le defienda con toda suerte de argumentos de los yerros que le imputan. El pariente del poetademuestra patentemente su ineptitud como abogado defensor de su yerno, lo cual provoca una seriede situaciones cmicas, con el consiguiente regocijo del pblico. Pues bien, si leemos a autorescomo Stiro y Aulo Gelio, comprobaremos con asombro cmo nos hablan de ancdotas semejantescomo si se tratase de hechos reales vividos por el trgico.Tamaa deformacin de la realidad se aprecia en un famoso pasaje de Las ranas, magnficodocumento de la incipiente crtica literaria entre los griegos, en el que Eurpides defiende sustragedias de las censuras del patriarca de la escena ateniense Esquilo (1048 ss.). Aqu nos hallamosfrente a la tpica acusacin de misoginia, y se insina la idea de que el poeta conoce probablementepor experiencia propia las malas artes y subterfugios de todo tipo a que recurren sus heronas en lastragedias. De aqu a que la tradicin posterior nos legue una imagen del dramaturgo, o bien comoun esposo traicionado, o bgamo, o incluso despedazado por la clera de las mujeres, a la manera dePenteo, slo media un paso.Origen semejante tuvo probablemente la especie de que la madre de Eurpides era una mujer debaja condicin. Concretamente, se le echaba en cara que fuese verdulera, cuando la realidad es quelas fuentes serias, como Filcoro, nos informan que perteneca a una familia acomodada y deelevada alcurnia. De dnde, pues, podramos preguntarnos, arrancan los continuos chistes yalusiones ms o menos veladas que giran siempre en torno a verduras, remolachas y perifollos, conmalvola intencin, en numerosas comedias de Aristfanes?3. En un fragmento de la tragediaperdida La sabia Melanipa leemos: No lo digo yo, lo dice mi madre. Si consideramos que lamadre de Melanipa era mujer versada en yerbas, es fcil suponer la procedencia de semejanteschascarrillos sobre la madre del trgico.Si bien, y no se considere ociosa la insistencia, estas informaciones de carcter anecdticopueden arrojar alguna luz, ms que sobre datos precisos de la vida de Eurpides, respecto a lastensiones ideolgicas de la poca, es oportuno ahora detenernos en el examen de las noticias ciertasque poseemos de la vida del poeta y del ambiente cultural en que estuvo inmerso. Eurpides fue hijo3Acarnienses 894, Ranas 942, Tesmoforiantes 455, etc. 6. 5Eurpides Tragedias I - El cclopede Mnesarco o Mnesrquides (ambas formas son en griego un doblete del mismo nombre), que sededicaba al oficio de mercader. Su madre, Clito, era de alto linaje. Vio la luz por primera vez haciael ao 484 a. C. en Fla, una pequea aldea ubicada en el corazn del tica, lugar muy notorio porser emplazamiento de una serie de hermosos templos en honor de Demter y de Eros, dios del amor.Parece ser que, de muchacho, fue copero de un grupo de danzantes que tenan una clarasignificacin religiosa, pues no debe olvidarse lo ntimamente unidas que estaban en la antigedadhelnica la religin y la danza, como lo demuestran los orgenes del teatro griego, que naci de laprogresiva evolucin a partir de un coro religioso que entonaba el ditirambo en honor de Dioniso,divinidad de la naturaleza. Tambin particip en una procesin con antorchas al cabo Zoster enbusca de Apolo, que, desde Delos, era conducido a Atenas. Es seguro, por tanto, que Eurpidesrecibi una educacin completamente tradicional en el aspecto religioso.Tendra apenas cuatro aos cuando experiment un acontecimiento decisivo para la historiafutura de su patria: nos referimos al intento de invasin de la Hlade por el desptico imperio persa.Seguramente se vera obligado a abandonar su casa y vivira la angustia y la zozobra de la batallanaval de Salamina, en la que Temstocles se jug a una sola carta la libertad y posterior destino detodo el territorio griego. La tradicin cuenta que la victoria fue tan inesperada, incluso para losgriegos, que, terminado felizmente el combate, el general ateniense exclam: No lo conseguimosnosotros. Con esta frase se aluda a la intervencin benfica de la divinidad. El decisivo triunfoposterior de Platea (479 a. C.) acabara por despejar el inquietante peligro de una posible invasinde los ejrcitos persas. Es de suponer que la lgica exaltacin patritica a consecuencia de tanresonante xito dejara una profunda huella en el espritu infantil de Eurpides y se sentiraorgulloso de ser griego y ateniense. La literatura helnica del momento consider esta victoriadecisiva como la confirmacin de la supremaca de un ideal de vida centrado en la libertad delestado y del individuo frente a la esclavitud con que amenazaba el imperio persa4. En autores comoel historiador Herdoto hallamos repetidos ecos de la exaltacin del ideal de libertad, sin lugar adudas el fruto ms genuino del genio helnico y en el que germin y se desarroll posteriormentetoda nuestra civilizacin occidental. Este ideal se apoyaba en la justicia y en la democracia, puesuna democracia sin un sagrado respeto a la ley era inconcebible para el espritu griego clsico. En ellibro VII, cap. 104 de la Historia de Herdoto, un espartano responde a la pregunta que Jerjes le haformulado sobre los atenienses: Son libres, en efecto, pero no son libres en todo, pues por encimade ellos la ley es su seor, a la cual temen mucho ms que los sbditos a ti5. Es indudable que todaesta serie de acontecimientos trascendentales influiran decisivamente en el alma del jovenEurpides. Esta imagen tan halagea de su patria quedara ensombrecida, con el paso del tiempo,con la amargura de comprobar cmo una democracia moderada era incapaz de resistir los embatesde los afanes imperialistas que conduciran a Atenas a la guerra del Peloponeso y al desastrepoltico e ideolgico. De ah nacera con toda probabilidad la enorme decepcin que destilanmuchas de sus obras.El ao 466 fue efebo, es decir, tuvo que cumplir dos aos de servicio militar, a fin de adquirir lapreparacin necesaria para poder empuar las armas cuando Atenas lo requiriese. Parece tambinseguro que, durante su juventud, tom parte en numerosos certmenes atlticos y gimnsticos, queeran una parte fundamental en la educacin integral del ciudadano ateniense, sobre todo si era defamilia acomodada. Una serie de testimonios afirman que obtuvo algunos triunfos importantes enAtenas y Eleusis. Una aficin especial sinti Eurpides por la pintura y acaso se dedic a elladurante un cierto tiempo, coincidiendo con la magnfica labor que desarrollaba Polignoto en Atenasen esa poca; pero muy pronto sus intereses giraron hacia el teatro, el estudio y la especulacinsobre todas las cuestiones que acuciaban a espritus inquietos como el suyo, como lo demuestra elhecho de que conociera con detalle las doctrinas filosficas de Anaxgoras, Protgoras, Prdico ytuviese, al parecer, una relacin estrecha con Scrates, de quien la tradicin cuenta que slo asista a4Cf., sobre el concepto de libertad griega, M. POHLENZ, Griechische Freiheit, Heidelberg, 1955. (Trad. francesa, enPayot, con el ttulo La libert grecque, Pars, 1956.)5MURRAY, Euripides..., pg. 32. 7. 6Eurpides Tragedias I - El cclopelas representaciones teatrales cuando se ponan en escena dramas de Eurpides, dado lo aficionadoque fue siempre el poeta a reflejar en sus obras toda la problemtica intelectual del momento.Otra circunstancia muy notable de su trayectoria vital es la total indiferencia que sinti el trgicopor la participacin activa en la poltica de su ciudad. En ste, como en otros muchos aspectos,preludia ya al hombre helenstico que est por venir y su afn por la vida solitaria y retirada, enbusca slo de la felicidad individual que la participacin en la cosa pblica no puedeproporcionarle. Todos los testimonios nos hablan de un Eurpides solitario y retrado, encerrado enel mundo de sus estudios y en la creacin de sus tragedias. Respecto a su vida afectiva sabemosexclusivamente que tuvo dos esposas, Melito y Qurile o Qurine. Hacia el ao 408, quizdesengaado por el rumbo que tomaban los acontecimientos en su patria, se retir a Macedonia, a lacorte del rey Arquelao. Muri el ao 406 en Pella, lejos de la tierra que haba amado tanto y, encompensacin, le haba procurado tan amargos sinsabores, pero que, en las honras fnebres, supobrindarle su postrer reconocimiento: Es posible que hubiera abandonado su patria lleno deamargura. Pero a su muerte se comprendi que acababa de fallecer uno de los grandes atenienses.En la presentacin de los coreutas y de los actores que se haca antes de las Grandes Dionisias,Sfocles hizo aparecer a aqullos sin corona e incluso l mismo apareci con vestiduras de luto.Atenas erigi un cenotafio al difunto y concedi el premio del certamen a las piezas representadaspstumamente de aquel poeta con el cual en vida se haba mostrado tan poco amable6.Antes de acometer el estudio de la produccin trgica de Eurpides y su posible evolucin,creemos conveniente concluir el anlisis de la vida del poeta con unas breves consideraciones sobrelas tendencias culturales e ideolgicas que predominan en Atenas durante el siglo V7. Si tuviramosque caracterizar con una sola palabra el rasgo esencial de la Atenas que aliment espiritualmente alpoeta, es indudable que optaramos por la siguiente: racionalismo. En el siglo V y coincidiendo conla denominada tradicionalmente poca de Pericles alcanza su culminacin el proceso que, surgiendoen Jonia en el siglo VII, haba ido imponiendo trabajosa y paulatinamente el predominio de lareflexin racional, en cuanto instrumento especficamente humano de desentraar todos los proble-mas que conciernen a la naturaleza y al hombre. Toda esta riqueza especulativa confluy en laAtenas de Pericles, ciudad que se mostr siempre accesible a los estmulos exteriores. Ahora bien,en estos dos siglos de avance de la reflexin se produjo un hecho capital que merece la penaresaltar. Se trata de una progresiva mutacin del centro de inters filosfico desde los problemasrelativos a la naturaleza a aquellos que afectan al hombre. De una etapa fsica de explicacin de lanaturaleza y sus cambios se accedi a un perodo antropocntrico en el cual, en frase del sofistaProtgoras, el hombre tena que ser la medida de todas las cosas. .El racionalismo al que acabamos de aludir se refleja en el mbito del estudio de la naturaleza,que no se abandon por completo, as como en los campos de la investigacin mdica, histrica ypoltica. Empecemos por la fsica. En este punto destaca sobremanera la figura de Anaxgoras deClazomene, amigo personal de Pericles. Este pensador naturalista afirmaba que el orden del mundoy sus continuos cambios no pueden originarse ni por el azar ni por la arbitraria decisin de unosdioses caprichosos, sino que slo un nos o inteligencia divina puede gobernar y ordenar lanaturaleza.Especialmente significativo resulta tambin el hecho de que la investigacin en el campo de lamedicina adquiera un desarrollo sin precedentes, fruto del racionalismo imperante. Semejanteprogreso va indisolublemente unido a la personalidad de Hipcrates de Cos (468-399) y su escuela,que practicaba una medicina basada fundamentalmente en el diagnstico acertado de lasenfermedades en cuanto deficiencias naturales y que tanto influira en historiadores como Tucdidesy su impresionante diagnstico del fracaso de la democracia en Atenas. Las corrientes de la6A. LESKY, Die griechische Tragdie = La tragedia griega [trad. J. GOD COSTA], Barcelona, 1966, pg. 160.7Cf., en relacin con este tema, G. MURRAY, Euripides..., y C. M. BOWRA, Periclean Athens = La Atenas dePericles [trad. A. YLLERA], Madrid, 1974, en especial el cap. La revolucin intelectual, pgs. 176-199. Cf.,tambin, la obra fundamental para el lector hispano de F. R. ADRADOS, Ilustracin y poltica en la Grecia clsica,Madrid, 1966. 8. 7Eurpides Tragedias I - El cclopemedicina cientfica contribuiran a desarraigar la supersticin sobre algunas enfermedades,consideradas tradicionalmente de origen sagrado, como la locura, y que poetas tan atrevidos comoEurpides osaron presentar en escena con toda su crudeza.El racionalismo de los nuevos tiempos origin igualmente que la historia diera con Tucdides ungiro verdaderamente copernicano en el espacio de unos pocos aos. El genial creador de la Historiade la guerra del Peloponeso abandon por completo la explicacin del devenir histrico en cuantoimpulsado por fuerzas divinas, al modo de Herdoto, y fund un mtodo histrico enraizado en elanlisis crtico de los acontecimientos y en la profundizacin en el estudio de los procesospsicolgicos que impulsan a obrar de un modo determinado, tanto a los hombres como a lascomunidades.La poltica no poda quedar al margen de esta oleada de racionalismo que se iba extendiendo conmayores mpetus. El nuevo inters por lo cientfico crea una ciencia de la vida pblica con susnormas y directrices peculiares, basada en el anlisis fro de toda clase de acontecimientos ysituaciones. La creciente participacin de los ciudadanos en los diversos mbitos polticos hizo quesurgiera un arte retrica sujeta a leyes estrictas y enseada por unos maestros especializados, lossofistas, entre los que destacan Protgoras y Gorgias. Pero el movimiento sofstico, al situar alhombre como medida de todas las cosas, engendr un peligroso relativismo sobre la base de lafamosa anttesis Naturaleza/Ley convencional. Una de las cuestiones capitales que se plantear laespeculacin del siglo V es saber si el criterio de valoracin que ha de regir las acciones humanasreside en la naturaleza o en la ley. Los primeros sofistas de talante moderado, como Protgoras,consiguieron establecer una armona entre ambos conceptos objeto de discusin, a fin de nocomprometer la estabilidad del estado y de las leyes que lo sustentaban, pero la realidad es que sehaba abierto ya una fisura muy peligrosa que conducira, en la Sofstica avanzada y radical, repre-sentada por pensadores como Trasmaco, Calicles y Critias, a un divorcio total de la armonaexistente entre naturaleza y convencin y a la afirmacin de que lo natural equivale al bien y, por lotanto, el naturalmente fuerte debe imponerse sobre el dbil. Puesto que toda convencin y ley sonrechazadas, no puede extraar que se llegara a un escepticismo total en materia religiosa y que laexistencia de un estado legal, con sus valores tradicionales, fuera puesto en entredicho. Platn, enLas Leyes (X 889 y sigs.), nos ofrece un documento exacto de la nueva situacin8: En primerlugar, querido amigo, esa gente dira que los dioses existen no por naturaleza, sino por artificio, yque hay diferentes dioses en diferentes lugares, segn las convenciones de los legisladores; y que lohonorable es una cosa por naturaleza y otra por ley, y que los principios de justicia no tienenninguna existencia en absoluto en la naturaleza, sino que la humanidad siempre est discutiendosobre ellos y alterndolos; y que las alteraciones hechas por el arte y por la ley no tienen ningunabase en la naturaleza, sino que son de autoridad en el momento y en la poca en que se hacen.Slo nos restan unas breves consideraciones en torno a la figura de Scrates, hijo de los nuevostiempos racionalistas e ilustrados, pero con un sello tan genuino que admite un difcilencasillamiento en una corriente concreta. En los tiempos actuales no se ha resuelto an la polmicarelativa a si el sistema moral de Scrates apunta a una tica comunitaria y defensora de los valorespolticos o tiene por objetivo, contrariamente, una moralidad estrictamente individual, con lafinalidad de garantizar la independencia del hombre y con ello su felicidad. Nosotros no terciaremosen la discusin de tan espinoso problema, pero s queremos resaltar un hecho indiscutible, la consi-deracin de que goz Scrates entre sus contemporneos. Es innegable que la sociedad ateniense dela poca vio en Scrates y en su postulado de la autonoma de la razn del individuo un peligro parala estabilidad de una comunidad que se basaba en el consenso general de la mayora de los queformaban parte de ella. Un espritu independiente como era el del filsofo y la aguda crticaracionalista que ejerci sobre todas las cuestiones candentes del momento propici que las mentestradicionales lo considerasen el representante ms conspicuo de la nueva generacin sofstica, sindiscernir con claridad la diversidad de intenciones que movan a los sofistas y a Scrates. sta es lacausa de que fuese elegido como vctima propiciatoria y pagara con una condena absurda semejante8Trad. segn BOWRA, op. cit., pg. 193. 9. 8Eurpides Tragedias I - El cclopeerror de apreciacin. Mas, como quiera que sea, certera o equivocadamente, la sociedad atenienseestim muy peligrosas las enseanzas del maestro, del mismo modo que nunca vio con buenos ojosla forma en que un poeta como Eurpides presentaba en escena los problemas.Creacin artstica de EurpidesEste apartado est dedicado a analizar someramente las obras de Eurpides, atenindonos a lasecuencia cronolgica de las mismas, en lugar de examinarlas divididas en grupos temticos. Estesegundo procedimiento, que casi ningn crtico sigue, parece tener ms inconvenientes queventajas. Por otra parte, hay que tener en consideracin lo dudosa que es la cronologa de lastragedias euripideas9.El ao 438, cuando el poeta haba alcanzado ya los cuarenta y seis aos, present la tetralogaLas Cretenses, Alcmen en Psofis, Tlefo y Alcestis. De ella slo se nos ha conservado el ltimodrama, colocado en el lugar que tradicionalmente estaba reservado al drama satrico. Todas laspiezas de esta tetraloga poseen una caracterstica comn, un notable cariz novelesco. Puesto queAlcestis se nos ha transmitido intacta, haremos sobre ella una serie de consideraciones, que sirvan amodo de introduccin general a las cuestiones que plantea la nueva concepcin trgica del teatroeuripideo. Cualquier persona que concluya la lectura del drama y posea adems un conocimientodiscreto del teatro de Esquilo y Sfocles percibir, sin lugar a dudas, que la tragedia de Eurpides esmuy distinta de la de sus egregios antecesores. Intentemos sintetizar las diferencias. La fundamentalestriba en el hecho de que los personajes del drama han perdido ya por completo su carcterheroico, para convertirse en hombres y mujeres de carne y hueso, con sus problemas y modos dereaccionar frente a ellos, a veces encomiables, pero otras, mezquinos y rastreros. De aqu arranca,sin lugar a dudas, ese aire de tragicomedia que se observa en Alcestis y en otras muchas creacionesdel poeta y que hacen de Eurpides no slo un precursor de las ideas helensticas, sino tambin degneros literarios como la Comedia Media y Nueva. Otro rasgo diferencial, comn a todas suscomposiciones sin excepcin, lo constituye la huella que la vida, los problemas y los debatesideolgicos del momento dejan continuamente en sus tragedias. No es que en Esquilo y Sfocles nohallaran reflejo las cuestiones fundamentales de sus pocas respectivas, pero ello sucede de unaforma un tanto marginal y sin detrimento de una caracterizacin heroica y solemne de lospersonajes del mito. Sobre la base de estas precisiones, se explica el gusto de Eurpides por elrealismo en la exposicin de los problemas de sus protagonistas, as como el empleo de los recursosretricos de la poca, evidentemente influidos por la Sofstica.El ao 431, coincidiendo con el comienzo de la guerra del Peloponeso, en la que Esparta yAtenas habran de dirimir su supremaca en la Hlade, present ante el pblico ateniense una de susobras maestras, Medea. La tragedia debi de escandalizar a los espectadores no habituados aconsiderar los recovecos del corazn humano con semejante crudeza. En pago de este atrevimientoEurpides tuvo que conformarse con el tercer puesto del certamen. La causa principal de rechazo tanmanifiesto fue, al parecer, su innovacin en el tratamiento del mito, en el sentido, por ejemplo, detransformar a la hechicera Medea en asesina de sus propios hijos, de su rival Cresa y del padre desta. Es evidente que, con la nueva versin de la leyenda, hecho que el autor repetira en otrosdramas, el poeta persegua una finalidad exclusivamente artstica: presentar en sus menores detalleshasta dnde puede llegar la pasin de una mujer herida en lo ms ntimo de su ser por la traicin desu esposo. Mas el pblico de Atenas no supo interpretarlo as, ya que probablemente no estaba ansuficientemente preparado para asistir a un espectculo en el que se exhiban pasiones tanincontroladas. Todos los crticos de la obra euripidea se muestran unnimes en admitir que laesencia de esta tragedia radica en la descripcin de la desenfrenada venganza de la herona. Pero,aunque quiz el ateniense medio no lleg a percibirlos, en la obra se plantean otra serie de temas de9Cf., sobre la cronologa de las tragedias de Eurpides, M. F. GALIANO, Estado actual de los problemas decronologa euripidea, Estudios Clsicos 52 (1967), 323-354. 10. 9EurpidesTragedias I - El ccloperaigambre filosfica y psicolgica. El principal de ellos es la anttesis entre razn y pasin en lavida del ser humano. En un perodo dominado por el racionalismo y el fro clculo, de los cuales elpropio dramaturgo no estaba exento, el poeta filsofo brinda a los espectadores ilustrados, y quizentre ellos a su admirador Scrates, la imagen de la impetuosa Medea, a fin de que duden y vacilen,aunque sea por unos momentos, en su firme conviccin de que la razn humana es capaz dedominar las infinitas pasiones que se debaten continuamente en las almas de los hombres. Les re-cuerda que s, que son muy atractivas todas esas disertaciones sobre el control y la moderacin delos hombres sabios, pero que la realidad de la vida evidencia en muchas ocasiones que la erupcinde los sentimientos no puede ser dominada siempre por la raznDentro de este perodo de madurez en la produccin del poeta y en torno tambin a lacomplicada problemtica de las pasiones y las reacciones, a veces imprevistas, de los seres humanospues de hroes slo les queda a estos personajes euripideos la vestimenta, puso en escena elao 428 su tragedia Hiplito, con la cual obtuvo el primer premio. Hay que advertir que, conanterioridad, haba compuesto Eurpides otra versin de la obra que le proporcion un soberanofracaso, debido a la crudeza en la caracterizacin de Fedra. Escarmentado por ello, decidireelaborar la obra, la cual, conservando en esencia el mito de los amores de Fedra por Hiplito,ofreca de los protagonistas una imagen ms moderada y con rasgos del ms puro herosmo de corteclsico. El problema que se analiza es muy similar al de Medea y coincide con la etapa ms genialde la creacin del poeta. Nos hallamos adems ante una obra de autntica fuerza trgica, al estilo delas composiciones de Sfocles, si bien, como es norma de la nueva esttica de Eurpides, los hroessienten y se comportan como autnticos seres humanos. El problema fundamental que se debate enla tragedia es el de la hbris o insolencia de ambos protagonistas frente a dos divinidades, Artemis yAfrodita. Es inadmisible considerar a Hiplito un joven puro y completamente inocente, ya que, ensu castidad sin fisuras, se encubre el pecado de exceso contra la ley natural del amor y, a causa del, recibe tambin el castigo divino. Pero el punto ms oscuro de esta tragedia es quiz la funcinque juegan ambas divinidades. Parece seguro que Eurpides no crea en ellas, siendo como era unracionalista. Ahora bien, se trate de un mero recurso artstico, o de fidelidad aparente a una creenciaen tales divinidades, o de una crtica velada de la arbitrariedad con que los dioses mueven losresortes del corazn humano, la realidad es que juegan un mero papel de comparsas y no explicanen absoluto, en su plano superior, el desarrollo de los acontecimientos a nivel humano, comosuceda en la obra del piadoso Sfocles.Aunque Medea e Hiplito son los dramas principales que tratan de la descripcin de lacomplejidad del alma humana, la tradicin nos informa sobre un grupo de tragedias perdidas, cuyaesencia la constitua tambin el tema ertico-pasional. Merecen citarse entre ellas Eolo, LasCretenses, Crisipo, Meleagro y Los Escirios. Dentro del mismo marco temtico la pasinhumana irresistible que salta por encima de las barreras de la fra razn, el poeta present ante elpblico de Atenas, el ao 424, su tragedia Hcuba, que probablemente es anterior cronolgicamentea Las Suplicantes, si bien crticos tan autorizados como Schmid sostienen una cronologa ms tardade la obra10. Un rasgo interesante debe centrar nuestra atencin en relacin con esta tragedia.Numerosos estudiosos de la literatura griega han hecho notar que este drama carece de unaestructura unitaria y que se pueden distinguir en l dos partes perfectamente diferenciadas: por unlado, la tragedia de Polxena; por otro, la de Polidoro. Crticos como Lesky tratan de paliar estadificultad, aduciendo que esta circunstancia no rompe la unidad de la tragedia, que est centrada entorno al dolor y la venganza de Hcuba. Pero, por muy conciliador que se intente ser en el anlisisde la obra, la verdad es que la creciente complejidad de las situaciones y de los personajes, que seinicia con este drama, pero que ha de repetirse posteriormente en otras muchas creaciones (ya encasi todas), evoluciona inexorablemente en el sentido de que la pieza comienza a resentirse en suunidad, debido al complicado desarrollo de las situaciones. En una palabra, el teatro de Eurpides,vctima de su propia riqueza y variedad, se encamina a pasos agigantados hacia la tragicomedia, por10Cf. W. SCHMID, O. STHLIN, Geschichte der griechischen Literatur, 1-111, 2.a ed., Munich, 1961, Handbuch derAltertumswiss., in, pg. 464. 11. 10EurpidesTragedias I - El cclopeno decir hacia la Comedia Nueva que pronto dominar, con los nuevos tiempos, el panorama de laescena ateniense. Respecto al personaje de Hcuba conviene destacar que tiene infinitos puntos decontacto con el de Medea, si pensamos que les une un dolor tremendo, una pasin incontenible y undeseo de venganza que no admite argumentaciones racionales. Destaquemos por ltimo, en relacincon esta obra, un fenmeno capital que afecta directamente a la evolucin formal de la tragediagriega y que con Hcuba empieza a manifestarse de un modo evidente. Aludimos al escaso papelque cumple el Coro en el drama, pues ha quedado relegado a un simple intermedio lrico entre losdistintos episodios. Esto no debe causarnos la menor extraeza; no es sino la lgica consecuencia deun teatro que cada da exige mayor espacio para los problemas que aquejan a los personajes. Ahorabien, podra preguntarse: qu significado tiene este cambio formal? Ni ms ni menos que el teatrogriego ha dejado de ser ya, merced a Eurpides, una tarea educativa destinada a una comunidadinteresada en cuestiones poltico-morales, para convertirse en el escenario en el que se refleja todocuanto es objeto de inters para el ser humano como individuo. Resumiendo, aunque incurramos enun cierto anacronismo, la tragedia griega se ha aburguesado.Tampoco sabemos con exactitud la fecha en que se represent Andrmaca, debido al hecho deque la pieza no fue exhibida en Atenas, pero lo ms probable es que Eurpides la escribiera pocoantes o despus de Hcuba. Su trama es la guerra con toda su crueldad. No se olvide que Atenasestaba ya, desde haca algunos aos, en conflicto blico con Esparta. Esta circunstancia debi deinfluir psicolgicamente en el nimo del trgico y ello explicara la preferencia por presentar enescena, en los dramas de esta poca, la crtica de la guerra en s, de lo absurdo de su existencia.Mas, a pesar de todo, Eurpides, como buen patriota que era, toma partido por su ciudad Atenas ynos ofrece una imagen peyorativa de su rival Esparta. Slo esto puede explicar el trato tandesfavorable que recibe en la obra el espartano Menelao. No obstante, hay que ser muy precavidosen el anlisis de las obras de este perodo de exaltacin patritica, en el sentido de no exagerar lasalusiones concretas a los problemas del momento. Algunos crticos de Eurpides han incurrido eneste error y han llegado a conclusiones tan arriesgadas como afirmar que casi todos los personajesde la produccin de este perodo son el reflejo de personalidades concretas de la vida poltica,militar e ideolgica. No debe olvidarse el hecho evidente de que Eurpides no es ni un historiador,ni un filsofo, ni un hombre de partido, sino nada ms y nada menos que un poeta interesado portodas las cuestiones que podan preocupar a los hombres de su generacin.La fecha de creacin de Los Heraclidas es tambin muy incierta. Segn Zuntz11, sera anterior alao 427 y, por consiguiente, se habra escrito antes que Andrmaca, pero para otros crticos es unaobra posterior. Lo que no admite dudas es que encaja perfectamente en el grupo de tragedias queestamos analizando y que se escribieron en los primeros aos de la guerra del Peloponeso. Otro datoque corrobora la adscripcin a este perodo, junto con Las Suplicantes, reside en la circunstancia deque la tragedia se abre con una escena de suplicantes ante un altar en el que han buscado refugio loshijos de Heracles perseguidos encarnizadamente por Euristeo, el enemigo mortal de su padre. ParaGilbert Murray esta composicin se propone ofrecer al pblico una exaltacin de su patria Atenas,que estaba atravesando a la sazn por unos momentos sumamente delicados12. La apologa queEurpides hace de su ciudad se apoya en los argumentos conocidos y que haban sido utilizados yapor sus predecesores Esquilo y Sfocles. El esplendor de Atenas se fundamenta en el hecho de seruna autntica democracia, en la que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y la justicia. Desdeel punto de vista ideolgico lo ms notable de este drama se encuentra en su parte final, pues en ellael poeta reflexiona sobre la situacin de los cautivos. En un mundo como el del helenismo clsico,en el que la generalidad aceptaba como cosa natural la existencia de la esclavitud y de la vidainfrahumana que lleva aparejada, el simple planteamiento del problema en el seno de una tragediaconstituira una absoluta novedad e incluso, a no dudarlo, provocara el escndalo de ms de unespritu tradicional ateniense, para quien cuestiones como sta no deban ser objeto depuntualizacin alguna. Desde el punto de vista formal, esta obra posee un rasgo muy destacable y es11 Cf. G. ZUNTZ, The political plays of Euripides, Manchester, 1955.12 MURRAY, Euripides..., pg. 72. 12. 11EurpidesTragedias I - El cclopeel hecho de que se trata de la pieza ms corta de los dramas euripideos (slo 1.055 versos). Debidoa ello, crticos como Wilamowitz han pensado que lo que ha llegado a nuestras manos esprobablemente la versin abreviada de una creacin originalmente ms extensa.Las Suplicantes nos muestra una temtica muy parecida a la de Los Heraclidas y debe insertarsetambin en el marco de la misma poca creadora de los aos iniciales de la guerra del Peloponeso.La obra ha sido objeto de amplios debates por parte de la crtica, y un autor tan calificado comoZuntz estima que el poeta lleva a cabo una versin apologtica del humanitarismo ateniense,reflejado en la aceptacin de las suplicantes. La obra se abre, como la anterior, con la aparicin deun altar, en el cual se han refugiado las madres de los argivos cados en combate en el asalto a lassiete puertas de Tebas. El mismo asunto lo haba tratado Esquilo en su tragedia perdida LosEleusinos. Toda la pieza se mueve en un clima de comprensin de los pesares que envuelven al serhumano y de exaltacin de una Atenas impregnada de benevolencia y de racionalismo ilustrado.Algunos crticos han credo percibir en toda la obra el influjo del optimista mito de Protgoras sobrela evolucin de la civilizacin humana, asentada sobre las bases del respeto mutuo y de la ley, y quePlatn nos describi de modo tan magistral en su dilogo Protgoras. En un famoso agn, o disputadialctica, entre el heraldo tebano y Teseo (vv. 381 ss.) hallamos una verdadera disertacin filo-sfica sobre las excelencias del rgimen democrtico y su superioridad sobre el despotismo aultranza. Otros estudiosos han pretendido encontrar en la figura de Teseo una alabanza del estadistaPerides, pero la loa debe entenderse ms bien en sentido general y referida al sistema democrticoencarnado por Perides y los hombres de su tiempo. Aadamos, por ltimo, que el mismo tema de labenevolencia de Atenas se trat en los dramas perdidos Erecteo y Teseo, que se representaronprobablemente antes del ao 422.La tragedia Heracles pertenece tambin al mismo perodo creativo de los dramas anteriores, sibien, como ocurre casi siempre, no hay certidumbre alguna sobre su fecha de composicin, aunqueseguramente se escribi entre el 422 y el 415. Aqu la cuestin primordial no es ya una alabanza deAtenas y de su sistema democrtico, si tenemos por cierta la opinin de Lesky en el sentido de quela funcin del legendario rey Teseo en esta pieza consistira exclusivamente en hallar una solucinal conflicto planteado. El centro de la composicin es la locura del hroe Heracles por culpa de laenvidia divina de Hera. En un fuerte acceso de locura, totalmente obnubilado, el protagonista damuerte a su mujer y a sus hijos. La accin tiene lugar despus de que Heracles ha vuelto a lacordura. La locura del hroe nos recuerda la tragedia sofoclea Ayante, basada tambin en eldesvaro de un hroe, pero la coincidencia se da slo en el punto de partida, ya que la construcciny desarrollo del dilema trgico son completamente diferentes, lo cual no puede extraarnos, si nosparamos a considerar el rotundo cambio de perspectiva aportado por Eurpides en el enfoque delmaterial mtico tradicional. Ayante no ve otra solucin para lavar su deshonra que encaminarsehacia la muerte, pues su dignidad heroica le impide enfrentarse con una vida oscura. El Heracles deEurpides no halla en un principio otra solucin de su terrible acto que no sea la muerte, mas, conposterioridad, los consejos de su buen amigo Teseo lograrn disuadirle de semejante accin yllevarle a la aceptacin de una salida menos rigorista, si bien ms humana: rechazar el suicidio ypechar con una vida acompaada por el recuerdo de su horrible acto y la amargura. Mas, a pesar deeste distinto tratamiento de lo trgico, Heracles es, con toda seguridad, la tragedia euripidea quems se aproxima a los moldes de la esttica heroica del teatro sofocleo. No obstante, las diferenciasson ya muy grandes y giran, adems de las ya apuntadas, en torno a la acostumbrada crtica deEurpides de la mitologa tradicional, considerada por l como algo irracional y sin el menorsentido. Ahora bien, no slo observamos en esta obra una crtica del mito, sino que el poeta sepermite el atrevimiento de adaptarlo (no sera sta la nica ocasin) en el sentido de situar el ataquede locura despus de la realizacin de sus heroicos trabajos y no antes, como estaba en la leyenda,todo ello con el nico objetivo de poner un mayor nfasis en la cada del hroe y conceder unmrito mayor a la aceptacin por parte de Heracles de enfrentarse con una vida presidida por eldolor y el recuerdo de sus glorias pasadas. Otro rasgo capital de esta pieza es su acerada crtica de ladivinidad tradicional y la presentacin ante el pblico de una imagen de lo divino ms autntica, 13. 12EurpidesTragedias I - El cclopeque no se ocupa en mezquindades ni en regir los acontecimientos humanos, sino que se basta a smisma: La divinidad, si realmente es una divinidad, no necesita de nada (1345-1346). No puedeuno resistirse a la tentacin de ver en estos versos un claro precedente de la concepcin epicrea dela divinidad.Alrededor del ao 415, en un clima de amargura y pesimismo ante el cariz que iba tomando eldesarrollo de la contienda, compuso una triloga formada por Alejandro, Palamedes y LasTroyanas, de la cual slo se nos ha conservado la ltima obra. Por su temtica, esta creacin es muycercana a Hcuba y la reina de Troya es tambin aqu la protagonista, pero la esencia que informa eldrama es muy distinta. Hcuba, como Medea, se enfrenta con la problemtica de su pasinvengadora, mientras que Las Troyanas pretende por encima de todo presentar al pblico atenienseun cuadro plstico de los horrores de la guerra, en la idea de que afectan por igual a vencedores yvencidos. En el drama abundan las profecas y presagios sobre el incierto porvenir de Atenas, comouna especie de llamada de atencin probablemente sobre los riesgos que entraaba la expedicinateniense contra Sicilia, la cual constituy un autntico fracaso. Del mismo modo que en Heracles,observamos en Las Troyanas un nuevo intento del poeta de buscar una divinidad que elracionalismo ilustrado del momento pudiera aceptar (884 ss.): T que sostienes la tierra y reinassobre la tierra, quienquiera que seas, difcilmente accesible al conocimiento, Zeus, ya seas la leynatural o la razn de los hombres, a ti imploro. En esta creacin del poeta captamos igualmenteuna serie de rasgos que ya nos son familiares: un evidente racionalismo y, como consecuencia delmismo, el desenfado acostumbrado en la pintura de unos dioses que al poeta no satisfacan.El ao 413, coincidiendo con un perodo creativo en el que abundan los dramas en torno al mitode los Atridas, compuso su Electra, muy cercana en el tiempo a la Electra de Sfocles, pero muydistinta en el modo de presentar a la herona y a los personajes en general. El lugar en que sedesenvuelve la accin ha cambiado por completo. Electra vive en Micenas en compaa de uncampesino de buen corazn, con quien se ha visto obligada a contraer matrimonio, pero que lacomprende y respeta en su desgracia y no la fuerza a nada. Los protagonistas ahora, y no es ociosala insistencia, se han despojado de su vestidura heroica y son seres humanos vacilantes y abrumadospor el peso de sus desgracias. Como observa Murray: Electra es una mezcla de herosmo y dedesarreglo nervioso, una mujer lesionada y obsesionada. Aunque Eurpides adopta el desenlacetradicional del mito, critica a las claras el origen de Orestes y lo absurdo de la existencia de mitostan inhumanos. Toda la obra est presidida por el nuevo realismo psicolgico que informa el teatrode Eurpides y por una nueva estimacin de la moralidad apoyada en la base de la razn.Helena fue presentada en escena el 412, junto con Andrmeda. Con ella se inicia un giro estticoen la produccin del poeta que se refleja de un modo patente no slo en el contenido, sino tambinen la estructura formal. Mas, a pesar de lo que acabamos de decir, no cabe hablar de una etapaplenamente nueva sensu stricto, pues en obras anteriores se preludian las novedades que ahoravan a constituir la esencia de este grupo de tragedias, si bien slo cumplan una funcin secundaria.Nos referimos a una complicada intriga y a las escenas de reconocimiento (mchnma yanagnrisis). Este grupo de obras suelen ser caracterizadas como tragicomedias13 y pertenecen a l,adems de Helena, In e Ifigenia entre los Tauros. Su precedente ms lejano es Alcestis, aunque encasi todas las obras anteriores son visibles ya retazos de este nuevo estilo de hacer tragedia. Comoacabamos de apuntar, el inters del drama girar alrededor de una intriga enrevesada, con laconsiguiente prdida de fuerza en los caracteres de los personajes. No sin razn muchos crticos sepreguntan si ante Helena estamos en presencia ya de una verdadera tragedia. Como Lesky haresaltado con acierto en relacin con la obra14: Ni se enfrenta el hombre con fuerzas divinascognoscibles, ni debe realizarse en un destino que le viene al encuentro desde un mundo totalmentediverso del suyo, ni tampoco se convierte en problema trgico su distanciamiento de los dioses, sudeslizamiento a algo que carece de sentido. La divinidad ser, a partir de ahora, un mero recuerdode fidelidad a los mitos tradicionales, una simple sombra sin entidad ni actividad alguna. En su13 Cf. H. D. F. KITTO, Greek Tragedy, Londres, 1939, pginas 311 y sigs.14 Cf. A. LESKY, Historia de la Literatura Griega, Madrid, 1968, pg. 416. 14. 13EurpidesTragedias I - El cclopelugar surgir la Tche como divinidad de los nuevos tiempos que se avecinan y que llegar a supunto culminante en la comedia de Menandro, donde la intriga y las escenas de reconocimiento loson casi todo, en un ambiente vital plenamente dominado por la mutabilidad del azar. La causaprincipal de esta entronizacin de la tche, del azar, se debe al cambio de mentalidad que se origincon la prdida de confianza en los valores tradicionales comunitarios, que no consiguieron resistir lacrtica acrrima de la razn. Con la disolucin de los mismos el individualismo y el escepticismoempiezan a dominar por doquier y, en espera de un nuevo asidero al cual el hombre pueda aferrarse,el azar, lo imprevisto ser el nuevo deus ex machina que explique la complejidad de unosacontecimientos a los que no se ve sentido.Si bien es imposible precisar si Ifigenia entre los Tauros es anterior o posterior a Helena, lo queresulta indudable es que se inserta en el mismo tipo novelesco y de intriga al que acabamos de hacerreferencia, con una trama muy enrevesada y una alambicada escena de reconocimiento entreOrestes e Ifigenia. Igual que aconteca en Helena, tambin aqu una pareja se ve obligada a pasarpor las dificultades y peligros que se derivan de la estancia en un pas extranjero y hostil. Estacircunstancia contribuir esencialmente a conferir a estas obras su peculiar carcter novelesco y casicmico. Por supuesto, pero esto no es ya una novedad, que los personajes son plenamente humanosy sin ribetes de herosmo alguno.Perteneciente al grupo de dramas de la tch, In es, probablemente, la tragedia ms bella. As loestiman crticos como Lesky. Toda la obra presenta una variedad de movimientos inusitada, comoconsecuencia de la complicada intriga y del cambio continuo de situaciones. Una vez ms vuelve asurgir en esta creacin la acerba crtica euripidea de los dioses y de los mitos tradicionales. Ladivinidad principal de este drama, Apolo, es caracterizada como un ser humano ms que seequivoca, porque su poder es insignificante comparado con el de la nueva divinidad, la Tch, conlo cual el poeta llega a la conclusin de que los dioses no ejercen ya el menor influjo sobre la vidahumana, sino que todo depende del imperio imprevisible del azar. La inseguridad que preside estaetapa de la creacin literaria de Eurpides puede ser el reflejo psicolgico de una situacin blicaque se encamina ya hacia un desastre casi seguro.Hacia el ao 412 puso el poeta en escena su tragedia Las Fenicias, junto con Enmao y Crisipo.La composicin se mueve en el mismo mbito de las anteriores. Hallamos en ella un afn idnticopor la aventura, con la consiguiente proliferacin de peripecias sin cuento, con la finalidadexclusiva de procurar a la accin una variedad y movimiento mayores. Si tenemos en consideracinque en esta pieza se aborda la leyenda tebana y establecemos una comparacin con las obras deEsquilo y Sfocles que se sirvieron del mismo mito, percibiremos cun lejos se encontrabaEurpides de la tragedia clsica en toda su pureza.Orestes es el ltimo drama que fue representado en Atenas antes de que Eurpides decidieraabandonar su patria y encaminarse a Macedonia a la corte del rey Arquelao; es, por tanto, anterior al408 o de ese mismo ao. La accin de la obra se centra en la figura de Orestes despus de habercometido el abominable matricidio. Ya no tenemos ante nuestros ojos un protagonista heroico, sinoun hombre enloquecido por el dolor, vacilante y enfermo, del que se ocupa con cariosa atencin suhermana Electra. Es notorio que lo que haba perdido el drama euripideo en fuerza heroica lo habaganado en la profundizacin psicolgica del alma humana y de los sentimientos que de ella nacen:amor y odio, amistad y aversin, dureza y ternura. Esta composicin ha llenado de asombro a losespecialistas de todas las pocas que no aciertan a explicarse esa sensacin de cansancio,melancola y anhelo de tranquilidad que impregna toda la tragedia. Pensemos que el dramaturgo eraya un anciano que slo aspiraba a pasar sus ltimos aos en la paz del sosiego espiritual. Eurpidessaba a la perfeccin que los dioses de la religin tradicional no podan procurarle ese sosiegodeseado y, por ello, en Orestes, como en tantas otras ocasiones, la funcin de la divinidad se limitaexclusivamente a terminar la trama como deus ex machina de una vida sin sentido para elhombre. Si el poeta haba perdido ya por completo la esperanza de hallar una explicacin lgica dela complejidad de la vida humana, cmo pueden pretender los crticos de hoy vislumbrar en suscreaciones de vejez un sentido de la realidad que el autor mismo no haba logrado encontrar? 15. 14EurpidesTragedias I - El cclopeEn los dos ltimos aos de su vida, transcurridos en la corte macednica, Eurpides compuso dosobras, Ifigenia en ulide y Las Bacantes, la creacin ms enigmtica de las presentadas en escenapor el trgico. Ifigenia en ulide es una tragedia muy hermosa sobre el sacrificio de la muchacha ala diosa Artemis, a fin de que la flota griega pueda continuar su viaje hacia Troya. Desde el puntode vista formal, Ifigenia plantea el problema de que su parte final, o bien se ha perdido, o biennunca fue llevada a trmino por la mano de Eurpides. El tema de una mujer que se presta alsacrificio voluntario haba sido estudiado ya en la primera pieza conservada del poeta, Alcestis, sibien aqu cobra una dimensin mucho mayor, ya que se intenta, aunque no llega a conseguirse,analizar el proceso espiritual por el cual Ifigenia evoluciona desde un primitivo temor a enfrentarsecon la muerte hasta la tranquila y serena aceptacin del sacrificio en favor del pueblo griego.Aristteles (Pot. 1454 ss.) vea como algo inconcebible el cambio de una forma de ser (en griegophsis) a otra completamente diferente y estimaba de una total falta de coherencia la imagen de unamuchacha asustada e intranquila y su repentina mutacin hacia una serenidad asombrosa ante elsacrificio. El motivo de semejante cambio de actitud que conduce a Ifigenia al sacrificio para salvara la Hlade es trivial, patriotero y suena a postizo, como si el poeta no hubiera acertado en estaocasin en el estudio psicolgico de la herona, aspecto en el que haba brillado a tan gran altura enotras creaciones suyas.Las Bacantes, con toda probabilidad la ltima tragedia compuesta por Eurpides, es la msextraa y debatida composicin de toda su creacin literaria. El tema de la obra es muy simple yEsquilo lo haba presentado ya en escena con su Penteo. Trata del despedazamiento del hroePenteo por las mnades, entre las cuales estaban su propia madre Agave y sus hermanas, envenganza de su oposicin a la instauracin del culto orgistico de Dioniso. Hasta hace muy pocosaos, las interpretaciones de este drama podan dividirse en dos totalmente contrapuestas. Para unossignificaba una conversin religiosa del poeta y un apartamiento de su escepticismo y racionalismoque haban ejercido una crtica despiadada de la mitologa tradicional. Abrumado ya por la vejez yhastiado de tanta pugna ideolgica, Eurpides se habra vuelto hacia el sosiego de una religinmstica que pudiera proporcionarle la serenidad que no lograba hallar en medio de la turbacin deltiempo en que le toc vivir. Para el racionalismo crtico de finales del siglo XIX la interpretacinera del todo diversa. Penteo sera Eurpides y la obra planteara la cuestin de la desesperada e intillucha de la razn humana contra las fuerzas irracionales de la naturaleza que se plasman enconcepciones de lo divino que, como acontece en el dionisismo, veneran a un dios que aceptabrbaras orgas y cruentos sacrificios humanos. Hoy en da se han abandonado afortunadamenteinterpretaciones tan dispares de Las Bacantes y se ha llegado a la conclusin de que la principalpretensin del trgico en esta tragedia fue ofrecer al pblico ateniense un tratamiento personal yrealista del fenmeno dionisaco en toda su dimensin, como presentimiento quiz de una de lassoluciones que tena el ser humano en un mundo en el que los valores de la tradicin haban perdidotodo su sentido: el refugio en una religiosidad mstica de salvacin. Desde esta perspectiva loscrticos de esta creacin han detenido su mirada en una serie de causas que debieron de coadyuvaren la composicin de Las Bacantes. Se ha apuntado muy certeramente que en todas las obras devejez del poeta se advierte un inters creciente por los elementos msticos, considerados como elnico refugio que puede encontrar el hombre en un mundo dominado por el azar y lo imprevisible.Este rasgo, insistimos de nuevo, preludia ya el helenismo, dominado por la veneracin de la tche,por la supersticin o por la aceptacin de religiones mistricas, en las cuales los anhelos deseguridad y confianza del ser humano pueden encontrar satisfaccin. Tambin debi de influir en laobra el conocimiento directo de cultos orgisticos que paulatinamente se iban extendiendo porGrecia, y con los cuales Eurpides pudo entrar en contacto durante su estancia en Macedonia. Eltema que se plantea en Las Bacantes, por otra parte, no es absolutamente nuevo. La exaltacin delos elementos irracionales, frente a los cuales la razn no puede oponer resistencia, constitua elmeollo de tragedias como Medea, Hiplito y Hcuba, pero el poeta lo desarrollar aqu hasta elextremo de llevarlo a la cumbre de la perfeccin, como un ltimo intento de ofrecer una explicacincoherente de la complejidad de la vida humana: En esta polaridad de paz y tumulto, de sonriente 16. 15Eurpides Tragedias I - El cclopeencanto y destruccin demonaca, Eurpides vio el culto dionisaco como espejo de la naturaleza yaun, posiblemente, como espejo de la vida15.Slo nos resta sealar que Eurpides compuso tambin un drama satrico titulado El Cclope,nica pieza completa que se nos ha conservado del gnero. En ella se escenifican las aventuras delCclope que aparecen relatadas en la Odisea. Toda la obra abunda en escenas festivas y, enocasiones, soeces, como era normal en un gnero en el que los stiros eran los protagonistas, sin quefalte la tradicional propensin euripidea a especular sobre cuestiones de carcter serio quepreocupaban a los intelectuales de su poca. En este caso concreto se refleja en El Cclope lapolmica sofstica referente a la anttesis nmos / phsis (ley/ naturaleza).El pensamiento de EurpidesEn este apartado intentamos sintetizar los rasgos fundamentales de las tensiones ideolgicas delperodo vital del poeta, como requisito indispensable para la posterior exposicin de los principaleselementos ideolgicos que informan su peculiar modo de componer tragedias16.La sociedad ateniense en que se desarroll la vida y la formacin intelectual de Eurpidesaparece dominada por el signo de la complejidad y de la tensin. Asistimos a una pugna entre unasociedad coherente y estable, basada en la democracia religiosa exaltada por Esquilo, y elprogresivo auge de un racionalismo ilustrado que someter a revisin los valores tradicionales enque la comunidad se apoya. La victoria de este enfrentamiento se ira decantado progresivamentedel lado racionalista, que contaba indudablemente con un aliado muy estimable: el influjodesintegrador que origin la guerra del Peloponeso. Como consecuencia de todo ello, los ateniensesempezaron a perder confianza en el ideal comunitario que haba nutrido sus vidas e impulsosdurante muchos aos. Esta circunstancia capital propiciara la descomposicin de la sociedad,incapaz de resistir los embates de un individualismo creciente, fruto de una nueva cultura burguesay progresista, abierta a las nuevas corrientes de ideologa ilustrada. Se trata, pues, en ltimainstancia, de una crisis generacional entre dos modos contrapuestos de concebir la vida: unoantiguo, que se asienta en la moderacin y el respeto a toda una serie de normas tradicionales, y otronuevo, que mira hacia el futuro y somete a una crtica despiadada el acervo cultural e ideolgicoheredado de los antepasados. Como ha visto muy bien Jaeger17: La vida de Atenas de aquellostiempos se desarrolla en medio de la multitud contradictoria de las ms distintas fuerzas histricas ycreadoras. La fuerza de la tradicin, enraizada en las instituciones del estado, del culto y delderecho, se hallaba, por primera vez, ante un impulso que con inaudita fuerza trataba de llevar lalibertad a los individuos de todas las clases, mediante la educacin y la ilustracin.Este impulso de los nuevos tiempos se vea fomentado por un sistema democrtico ilustrado, quese asentaba en las bases de la libertad de pensamiento y de expresin y en el cual la Asambleapopular contaba con un poder ilimitado. Las fuerzas conservadoras trataron de frenar esta evolucinque conduca a un individualismo y relativismo progresivos. La comedia de Aristfanes nos ofrecela mejor sntesis de estas tensiones, y los ataques contra pensadores como Anaxgoras, Scrates ylos sofistas, los ejemplos ms significativos de la aludida pugna ideolgica. Pues bien, en estembito cultural naci y creci la poesa trgica de Eurpides, el cual, aunque no poda rechazar elmito, so pena de destruir la esencia del teatro griego, consigui adaptarlo a las exigencias de losnuevos problemas18: Nada caracteriza de un modo tan preciso la tendencia naturalista de losnuevos tiempos como el esfuerzo realizado por el arte para despojar al mito de su alejamiento y desu vaciedad corrigiendo su ejemplaridad mediante el contacto con la realidad vista y exenta de15 LESKY, Historia..., pg. 428.16 El mejor estudio de conjunto sigue siendo, a mi entender, el de W. JAEGER, Paideia. Die Formung des griechischenMenschen = Paideia. Los ideales de la cultura griega [trad. J. XIRAU, W. ROCES], Mxico, 1957, pgs. 303-324.17 JAEGER, Paideia pg. 308.18 Cf. JAEGER, Paideia pg. 312. 17. 16EurpidesTragedias I - El cclopeilusiones.Vamos a plantearnos por ltimo el examen de los principales elementos culturales e ideolgicosque influyeron en la formacin de la nueva tragedia euripidea. Con ello conseguiremos la sntesisorgnica de los componentes que se han apuntado en el anlisis de las obras del poeta yobtendremos de este modo una valoracin coherente del pensamiento y de la esttica de Eurpides.Como ha destacado Jaeger con singular maestra, el realismo burgus, el auge de la retrica y lasnuevas doctrinas filosficas son las fuerzas principales que alimentan el teatro intelectual deEurpides.Comencemos por la primera. Qu significa la expresin realismo burgus? Cmo se refleja enla creacin del poeta? Con esta expresin aludimos al hecho, mencionado ya en repetidas ocasiones,de la aparicin en las obras de hombres de carne y hueso, reflejo de la sociedad del momento, conun cmulo de problemas y vacilaciones y que han perdido la rigidez heroica de la tragedia deSfocles y Esquilo. En el aspecto externo esta nueva mentalidad halla su reflejo ms espectacular enla aparicin en escena de mendigos y seres desheredados. Es cierto que se sigue conservando elropaje mtico, pero lo que ahora interesa realmente es la exposicin de cuestiones de actualidad enla Atenas del momento, como pueden ser las relativas a la guerra, la esclavitud o el matrimonio:En el conflicto entre el egosmo sin lmites del hombre y la pasin sin lmites de la mujer, esMedea un autntico drama de su tiempo. Las disputas, los improperios y los razonamientos deambos son esencialmente burgueses19. Este realismo burgus es el causante fundamental de laevolucin del teatro euripideo hacia lo que se ha llamado el melodrama.La aparicin de una retrica cientfica, como arma para brillar en los foros polticos y judiciales,era enseada por expertos que reciban el nombre de sofistas. Es innegable que la retrica dej unaprofunda huella en toda la produccin potica de Eurpides, especialmente en sus frecuentesdilogos y discursos, que casi siempre estn presididos por una argumentacin fra, calculada y conla evidente finalidad de derrotar al antagonista, como si el espectador asistiese a la batalla dialcticade un tribunal o de la Asamblea popular de Atenas. Esta peculiaridad del teatro euripideo, quechoca tanto a nuestra sensibilidad esttica, lleva el sello patente, es menester insistir en ello, de laretrica sofstica, de ese arte que pretenda convertir en fuerte el argumento dbil y que recurra acomplicadas ejercitaciones tomando como base personajes mticos, como la defensa de Palamedes yel elogio de Helena escritos por Gorgias. El afn por la retrica ser el ms firme apoyo delsubjetivismo creciente. Ningn hroe ser ya objetivamente culpable, como aconteca en el teatrode Esquilo y Sfocles; ahora tendr siempre alguna excusa, algn punto en el que apoyar sudefensa, alguien o algo contra lo que quejarse, bien sea la arbitrariedad divina, la injusticia de undestino heredado o los vaivenes incontrolables de la fortuna.El tercer elemento que influye en el teatro de Eurpides es la ideologa del momento, que, si bienno deja su rastro de modo sistemtico, surge por doquier, incidentalmente, en todas las creacionesdel poeta. El lector contemporneo no deber perder de vista el carcter esencialmente didctico delteatro griego clsico, verdadera palestra popular de las tensiones ideolgicas de cada poca, sitenemos en consideracin que muy pocas personas tenan un contacto directo con filsofosprofesionales como los Sofistas o con pensadores como Scrates. Ahora bien, si el impacto en latragedia de Eurpides de todas las corrientes de pensamiento es indudable, buscar la exactapaternidad filosfica de una obra, un pasaje o una frase determinada sera harto peregrino, sipensamos que el poeta no pretendi nunca erigirse en portavoz sistemtico de los filsofos delmomento.Una crtica racionalista del legado mtico helnico surge en cualquier pasaje de sus obras, pero lalgica falta de rigor de la poesa origina que las soluciones que Eurpides ofrece en sus tragedias desemejante enigma sean incoherentes. Muchas veces el trgico se limita a mostrar su escepticismoante las divinidades del mito, cual si fuese Protgoras; en otras ocasiones se perciben atisbos de unaexplicacin del orden que debe regir el universo. Las crticas, por lo general, suelen ser duras, perono nos autorizan a tildar a Eurpides de ateo, fama que le acompa siempre en la antigedad, sino19 Cf. JAEGER, Paideia pg. 314. 18. 17EurpidesTragedias I - El cclopede inquieto perseguidor de una imagen de lo divino ms acorde con su esencia.En relacin con el avance en la profundizacin psicolgica del corazn humano, hasta el puntode ser considerado con justicia el creador de la patologa del alma, nos limitaremos a citar unaprofunda frase de Jaeger20: La psicologa de Eurpides naci de la coincidencia del descubrimientodel mundo subjetivo y del conocimiento racional de la realidad.Las enconadas polmicas de los sofistas respecto a la valoracin de la ley convencional y lanaturaleza, que degeneraran, despus de una primera etapa de armona, en la abierta ruptura de loscomponentes de la anttesis y en la apologa del derecho natural del ms fuerte, hallan reflejoigualmente en sus dramas.La carencia de una filosofa que ofrezca una explicacin coherente de la realidad, elescepticismo creciente en materia religiosa, el relativismo y el individualismo, que conducen alhombre a rechazar los postulados inquebrantables de una tica comunitaria, el ansia de ir en pos deuna libertad sin fronteras, alumbran un ser humano sin convicciones, vacilante, dominado por suspasiones incontenibles, que considera a la sinrazn del azar como nica divinidad que mueve atodos los seres como si de marionetas se tratase. Todo ello constituye un claro precedente del futurohombre del helenismo que Eurpides atisbaba ya con su inteligencia penetrante: Hallamos en suarte un sorprendente presentimiento del futuro. Vimos que las fuerzas que cooperan en la formacinde su estilo son las mismas que formarn las centurias siguientes: la sociedad burguesa (mejor en elsentido social que en el poltico), la retrica, la filosofa. Estas fuerzas penetran el mito con sualiento y son mortales para l. Deja de ser el cuerpo orgnico del espritu griego, tal como lo habasido desde el origen, la forma inmortal de todo nuevo contenido vivo. As lo vieron los adversariosde Eurpides y trataron de oponerse a ello. Pero abre con esto un alto destino histrico al procesovital de la nacin21.Tragedia y trasfondo mticoHa habido momentos en que se ha considerado a Eurpides como paladn de la racionalidad y lailustracin22, enzarzado continuamente en una crtica sin cuartel contra los absurdos mitos delpasado, ante los que adoptara una actitud irreligiosa. A esa formulacin puede darse la respuesta deque en la Grecia antigua el mito no estaba necesariamente ligado con prcticas religiosas, sino que,aparte de un posible origen cultual, poda hundir sus races en el cuento popular, en los hechoshistricos o en la propia fantasa potica23.Nuestro trgico difiere notablemente de sus predecesores a la hora de tratar los mitos,especialmente cuando examina la influencia que tienen los dioses en el comportamiento de loshroes, y, asimismo, cuando dota a stos y al mundo mtico, en general, de rasgos quecaracterizaban a la Atenas del siglo V a. C. Efectivamente, en sus tragedias, de una parte la libertadhumana adquiere proporciones inusitadas hasta el momento, de tal modo que el hombre resultadueo de su destino, y de otra, el poeta se sirve del mito como si se tratara de un espejo en que sereflejara la realidad de su poca, hasta el punto de que la comparacin mental que imagina entre laguerra del Peloponeso y la de Troya va adquiriendo mayor consistencia a medida que avanza elmagno conflicto blico entre Esparta y Atenas24.20 Op. cit., pg. 320.21 Cf. JAEGER, Paideia..., pgs. 323-324.22 Tal es el criterio de W. NESTLE, Euripides, der Dichter der griechischen Aufklrung, Stuttgart, 1901.23 Vanse, por ejemplo, E. HOWALD, Mythos und Tragdie, Tubinga, 1927, y J. C. KAMERBEECK, Mythe et ralitdans loeuvre dEuripide, en Euripide, Entretiens sur lAntiquit classique, VI, Vandoeuvres-Ginebra, 1960, pgs. 3-25,especialmente, pginas 7 y sigs.24 No podemos precisar hasta qu punto los personajes euripideos representan figuras de la poltica de su tiempo. Pareceexcesivo ver en Menelao, Helena y Hermone modelos de la actitud espartana; en Ulises, la de Corinto; en Orestes, la deArgos, etc., como cree . DELEBECQUE, Euripide et la guerre du Ploponnse, Pars, 1951. Por lo que hace a larelacin de Eurpides con la poltica de su tiempo puede consultarse R. GOOSSENS, Euripide et Athnes, Bruselas, 19. 18Eurpides Tragedias I - El cclopePero se ha afirmado, con razn, que a nuestro poeta no le interesa tanto interpretar los datos quele ofreca la mitologa como escribir tragedias sobre la realidad humana, y que, si recrea o altera laversin mitolgica ms corriente, es porque intenta plasmar en el material mtico sus penetrantes ypacientes observaciones sobre los hombres de su poca25.Eurpides mantuvo ante el mito, por lo general, una actitud crtica, apoyndose en la largatradicin legendaria que suministraba a la tragedia griega casi todo el material que utiliza. Slohubo algn intento aislado de llevar a las tablas asuntos histricos, como fue el caso de la Toma deMileto de Frnico o de los Persas de Esquilo. Lo que s ocurri con frecuencia fue que de los hechoshistricos surgieron leyendas populares que, de alguna manera, intentaban dar una explicacinsobre un rito y su origen. Otras veces el motivo mtico pretenda justificar la importancia local de undios o se refera a la unin de un dios con un mortal. Las leyendas heroicas fueron otro rico venerodel que se nutri la tragedia griega.A lo largo de su dilatada obra, Eurpides us con profusin del mito, pero apartndose confrecuencia de la versin al uso. Las fuentes principales de que el trgico se sirve son las epopeyahomrica, la poesa lrica y la propia tragedia tica, sin olvidar a Herdoto, y otras tradicionescultuales que conocemos por obras, de arte, como vasos, relieves, pinturas, etc. Mas si sta es lamateria principal de su inspiracin, no es menos cierto que conoca tambin los poemas del Ciclo,especialmente los Cantos chipriotas, en los que, incluso, lleg a introducir novedades27.El Ciclo pico fue obligada fuente de inspiracin de los tres trgicos28, pues abarcaba la historialegendaria del mundo desde la unin de Urano y Gea hasta la muerte de Ulises. La materia sedivida en seis poemas: Cantos chipriotas, Etipida, Pequea Ilada, Iliupersis (= Toma de Troya),Nstoi (= Regresos) y Telegona29. La caracterstica ms importante de estos poemas es que lanarracin sigue un orden cronolgico. Precisamente, el carcter lineal que tienen hace que pierdanunidad. Pero, si prescindimos de tales incoherencias, advertimos en ellos la presencia de abundanteselementos fantsticos o novelescos (amores de los dioses; asuntos maravillosos como metamorfosisy viajes mgicos: por ejemplo, el de Ifigenia al pas de los tauros) y, asimismo, una visin realistade la guerra de Troya, de la que se resalta el hambre y la miseria. Notamos que aparecen figurasausentes de los poemas de Homero (Filoctetes, Protesilao, Palamedes, etc.) y que se confiere unasingular importancia a Paris y a Aquiles.Pues bien, cuando nuestro trgico tiene necesidad de un motivo mtico que no va a incidir demodo especial en la intriga, lo normal es que siga la versin ms corriente y conocida, que suele serla de Homero30, o que mezcle los datos de la tradicin31. Pero en sus ltimos aos mostr unaespecial predileccin por las variantes raras32, que, a veces, aprovech para suscitar una acaloradapolmica entre los personajes del drama33.1962.25 KAMERBEECK, Mythe , pgs. 12 y sigs.27 Es muy interesante, a este respecto, F. JOUAN, Euripide et les lgendes des Chants cypriens. Des origines de laguerre de Troie lIliade, Pars, 1966, pgs. 420 y sigs., donde seala eomo principales motivos de los Cantos ciprios,presentes en Eurpides: las bodas de Peleo y Tetis; el juicio de Paris y la juventud de ste; Helena y los Dioscuros; elrapto de Helena; la primera expedicin contra Troya; la concentracin en ulide y el sacrificio de Ifigenia; la partidadesde ulide y el desembarco en la Trade; la campaa anterior a la Ilada; los llamados Posthomerica (muerte dePolxena y de Astianacte; Edipo; la locura de Heracles; Teseo y Ariadna). Estsino pasa por ser el autor de tales Cantos.28 Al ciclo troyano pertenecen tres de las siete tragedias de Esquilo, ms diecisiete perdidas, es decir, veintin ttulossobre ochenta conocidos. En Sfocles, tres de siete conservadas, ms treinta y ocho perdidas, o sea, cuarenta y una deciento doce conocidas. En Eurpides, nueve de dieciocho conservadas y ocho de piezas perdidas, lo que supone un totalde diecisiete sobre setenta y tres conocidas.29 Ver A. RZACH, Kyklos, Real-Encyclop., XI, 2, 1922, columnas 2347-2435. Adems, Homeri Opera, V, edit. porT. W. ALLEN, Oxford, 1912 (muchas reimps.), y W. KULLMAN, Die Quellen der Ilias (Troischer Sagenkreis),Wiesbaden, 1960.30 Por ejemplo: vida y muerte de los Dioscuros; nacimiento de Helena; muerte de Ifigenia.31 As, en el asunto de las bodas de Tetis y Peleo, donde utiliza datos de Homero, Hesodo, Estasino y Pndaro.32 Pinsese en el rapto de Helena, en la tragedia homnima y en la anunciada apoteosis al final de Orestes.33 En el agn de las Troyanas se diseute si Afrodita intervino o no en el rapto de Helena. En general, sobre la utilizacindel mito en Eurpides y la divisin entre caracteres buenos y malos en Ifigenia en la Turica, Helena e In, 20. 19Eurpides Tragedias I - El cclopeNos sorprende, como en tantas otras ocasiones, el pronunciado contraste que advertimos entre laactitud adoptada normalmente por Eurpides ante el mito, del que critica y ridiculiza no pocosaspectos34, y la seriedad rigurosa con que lo trata en Hiplito y Bacantes. En ambas, aunque elprlogo, pronunciado por un dios, y el eplogo nos ponen al corriente del carcter divino que laspreside, sern las acciones responsables de los personajes las que desencadenen su propia einexorable perdicin.En Hiplito el mito est continuamente presente ante nuestros ojos, pero no es algo lejano,distante e incomprensible, sino que adquiere un contenido plenamente humano. La diosa Afroditadecide castigar a Hiplito por su terca castidad, pero, no obstante, es la actitud de Fedra la queprovoca el terrible desenlace. Por otro lado, con hbiles pinceladas el poeta pone de relieve queHiplito se desconoce a s mismo, est ciego ante la pasin amorosa, avasalladora y terrible en estecaso, con lo que labra su ruina35.Por su parte, en Bacantes, Penteo, puritano rey de Tebas, niega la divinidad de Dioniso ysuprime su culto en la ciudad. El dios muestra al rey su ceguera mediante varias demostraciones ytermina por aniquilarlo. A lo largo de la obra el cruel mito de la venganza divina se convierte en unadramatizacin acerca del significado del dionisismo. En esta tragedia es Dioniso, en aqulla sonAfrodita y Artemis los que encarnan, como dioses antropomrficos, las terribles fuerzas naturalesque afectan cotidianamente a la vida de los hombres. En cambio, Penteo aqu, y Fedra e Hiplitoall, representan al hombre condenado a muerte por no atenerse a los ineluctables dictados de ladivinidad. En ambas tragedias campea por doquier el profundo significado que tenan para losgriegos la sphrosn, moderacin y cordura, y la phrnesis, razn y sensatez, pues slo gracias aellas puede lograr el alma humana verse libre de la opresin angustiosa que le causan las fuerzas desu naturaleza.En Heracles Eurpides se esfuerza en expresar la sinrazn de los datos mticos, presentndonosal hroe y a su familia afligidos por una catstrofe sin sentido. Heracles no se ha buscado asabiendas la perdicin, como es el caso de los protagonistas de las dos obras anteriores, sino que esvctima de los caprichos de la divinidad. A su vez, el fondo mtico que aparece en Troyanas tienecomo propsito deliberado sacar a la luz el cruel trato que los vencedores infligen a los vencidos. Niel mito ni una orden divina justifican los terribles sufrimientos de las mujeres cautivas, pues, en finde cuentas, lo que importa es despertar en los espectadores sentimientos de piedad y miedo, y poneren claro que el hombre acaba por triunfar sobre el sufrimiento y el mal.Nuestro autor tiende a secularizar los temas mticos, hacindolos comprensibles a suscontemporneos. Suplicantes puede servir de buen ejemplo para ilustrarnos de ello. El mito es aqualgo lejano y etreo. Lo que ahora cuenta es reivindicar la creencia del hombre helnico en unmundo basado en la ley y en el orden. Nada mejor, entonces, que erigir en smbolo de talescreencias a Teseo, mtico rey de Atenas. En Heraclidas advertimos tambin el alejamiento del mito,pues en lo que se insiste aqu es en las obligaciones que se tienen ante el suplicante, no en un sen-tido universal, sino local, y, tambin, en la actitud y relaciones mutuas entre espartanos, argivos yatenienses.Un papel mucho ms limitado juega el mito en las tragedias que tratan de la guerra y susconsecuencias36, en las llamadas realistas37, en las novelescas38 y en las consideradas comotragedias fallidas39. Eurpides modifica un presupuesto tan fundamental en el teatro griego como estragedias en las que hay cierta semejanza de contenido, forma dramtica y final feliz, ver C. H. WHITMAN, Euripidesand the full Circle of Myth, Cambridge (Massachusetts), 1974.34 Ver Heracles 1346, Helena 357-359, Ifigenia en la Turica 389-391.35Trata muy bien el tema D. J. CONACHER, Euripidean Drama. Myth, Theme and Structure, Toronto, 1967,especialmente en pgs. 3-23. Se ha ocupado de estudiar el amor como fuerza irracional, F. RODRGUEZ ADRADOS,El amor en Eurpides, en El descubrimiento del amor en Grecia, Madrid, 1959, pgs. 179-200.36 Troyanas, Hcuba y Andrmaca.37 Medea, Electra, Orestes. Para esta clasificacin, ver CONACHER, Euripidean..., pgs. 3-25.38 In, Helena, Ifigenia en la Turica.39 Fenicias, Ifigenia en ulide. 21. 20Eurpides Tragedias I - El cclopeel de que el hroe trgico se dirige a su destruccin deliberadamente, bien al oponerse al designio delos dioses, bien al asumir con todas sus consecuencias la fatalidad que se cierne sobre l. Si en lasBacantes e Hiplito los protagonistas encaran la adversidad con majestuosa decisin, en las demstragedias resulta bastante reducido el papel que juega lo sobrenatural, el mundo de lo divino, en lacatstrofe siempre violenta que se precipita siniestra sobre el hroe. En las tragedias realistas, comoMedea y Electra, los dioses son irrelevantes, y es el hombre quien domina la accin y lleva a cabola peripecia trgica. En tragedias novelescas como Helena e In el mundo sobrenatural que suponeel mito sirve de teln de fondo a la fantasa del autor, que sustituye lo trgico por lo cmico en nopocas ocasiones, y se recrea en un final feliz que acontece a despecho de los propios dioses.No deja de ser significativo que los personajes euripideos que adquieren unos rasgos msgenuinos son los que de alguna manera encarnan actitudes patolgicas. Es seal de que el autorconsidera las pasiones desbordadas como el ms formidable elemento de destruccin de la vidahumana. Harto curioso es que se acepte el mito en su versin ms corriente y literal en las tragediasnovelescas y en el drama satrico Alcestis, donde no falta, sin duda, un guio socarrn y burlescopor parte de nuestro poeta.La justificacin de la libertad con que Eurpides trata los relatos mticos tradicionales hay quebuscarla en la necesidad de exponer dentro de un contexto de tiempo y espacio lo queoriginariamente no entraba en tales coordenadas. La voluntad potica de precisar los hechos llevaconsigo el prescindir de personajes y asuntos secundarios. Pero, de otra parte, nuestro trgico sevea constreido a ser original en el enfoque del mito cuando el asunto que desarrollaba ya habasido tratado antes de l. Es ms, en algunas ocasiones, guiado por la intencin de dar gusto a susconciudadanos con un aparente final feliz, hace intervenir a los dioses al final del drama, cuando yaest todo resuelto, para justificar algn culto o institucin religiosa, dando cumplimiento as a lajustificacin etiolgica que era tan de su agrado.Personajes y temticaSera empeo vano tratar de resumir en unas lneas la riqueza temtica de nuestro autor40.Realmente este apartado est estrechamente ligado con el anterior, pues tanto uno como otro estnal servicio de la intencin potica del escritor y se interfieren continuamente. La temtica de la obraeuripidea es tanto ms abundante cuanto mayor es la independencia mantenida respecto al mito,porque, a medida que se consideraba al hombre responsable de sus actos y creca su grado delibertad frente a la divinidad, era indudable que la accin tena que ser ms compleja, alejndose dela tragedia usual en la que prevaleca el sufrimiento del hroe. Los personajes de Eurpides difierentanto de los de Esquilo como de los de Sfocles, pues se encuentran inmersos en la problemtica desu tiempo, en un mundo en que se haban relajado considerablemente los lazos religiosos, familiaresy sociales. Dudan continuamente acerca de la influencia de los dioses en los asuntos humanos, seplantean sin cesar cuestiones sobre los ms variados aspectos, como si fueran discpulos directos delos sofistas. Efectivamente, el llevar a la escena unos hroes semejantes a los espectadores que loscontemplaban es uno de los rasgos ms originales del talento de Eurpides.Lo novedoso, lo inesperado es parte esencial del drama euripideo, pues, al fin y al cabo, elobjetivo del escritor es atraerse la atencin del espectador mediante la intriga. Podemos decir que, sison grandes las aportaciones de Eurpides en el caso del mito, en el sentido de que exponenormalmente aspectos nuevos o incluso desconocidos del pasado mitolgico, no lo es menos elnuevo giro que imprime a la disposicin de los temas. Tambin aqu tiene un fondo comn con suspredecesores, Esquilo y Sfocles, pero dando alas a su gusto incesante por la novedad nos descubrenuevas versiones o variantes inslitas de la tradicin41. La presentacin de personajes como Medea,40 Dejamos a un lado el papel que juega el tema religioso, los orculos, la tch, etc. Ver W. SCHMID, O. STHLIN,Geschichte der griechischen Literatur, 3, 2. ed., Munich, 1961. pgs. 605 y sigs.41 A. RIVIER, Essai sur le tragique dEuripide, 2. ed., Pars, 1975, pgs. 129 y sigs., al comparar a Eurpides con 22. 21Eurpides Tragedias I - El cclopeFedra, Estenebea, Pasfae, Arope, Clitemestra como madre cariosa, Belerofonte, una novelescaHelena, Teseo, In, Melanipa, Macaria y tantos otros, puede considerarse con toda justicia comoalgo que nace en Eurpides o que en l cobra un vigor e inters totalmente distintos a lostradicionales42.Este hecho hizo que surgiera y se extendiera rpidamente la opinin de que nuestro trgico habarebajado la categora de los hroes picos, dado que es fcil advertir, cuando se le lee condetenimiento, que sus personajes ofrecen una imagen menos heroica que los de Esquilo y Sfocles.Pero es el caso que en muchos momentos el trgico de Salamina se limit a acentuar y subrayar losrasgos que la tradicin vena atribuyendo a tal o cual personaje, como ocurre con Ulises, que aquresulta un demagogo, o con Ifigenia, que deviene una herona. Adems, ya lo hemos apuntado,algunos consiguen la rehabilitacin, como le sucede a Clitemestra, presentada por Eurpides comomadre amantsima y aun como esposa irreprochable en su Ifigenia en ulide.Naturalmente, hay dramas en que los personajes principales (Agamenn, Menelao, Clitemestra,Aquiles, Ifigenia, etc.), si bien aparecen dotados de los rasgos que les atribua la leyenda,experimentan una evolucin evidente, en el sentido de que no son estticos, ni giran en torno a unmodo de ser uniforme, sino que adoptan cambios repentinos y un tanto bruscos de actitud, resultadode sus reflexiones internas. Es esto lo que ha llevado a algunos a pensar que Eurpides se interesams por la intriga43 que por el anlisis psicolgico de sus personajes, no faltando quien llegue anegarles una verdadera dimensin psicolgica44. Otros, en cambio, creen que a nuestro trgico lepreocupaba ante todo sealar los efectos que sobre el carcter ejercen los acontecimientos,intentando poner en claro cmo cada uno de los actos es producto de las circunstancias delmomento45.A propsito de la temtica, hemos aludido antes al importante papel que juega el amor cuandoacta como pasin desbordada y aniquiladora. Pues bien, uno de los temas dilectos de nuestro autores el ertico. El tema de Putifar est presente en varias tragedias46, y en obras que no nos hanllegado se planteaban perversidades tales como la sodoma, la pederastia o el incesto. No falta eltema de la mujer celosa (Medea, Hermone); la mujer adltera (Fedra, Estenebea, Arope); la jovendeshonrada (lope, Dnae, Antope, Melanipa). Si sta es la vertiente del amor que podemos llamarnegativa, Eurpides tambin escribi pasajes llenos de ternura dedicados al amor de la esposa47.Otro tema destacado es el de los hroes salvadores que se presentan en un determinado lugar,casi siempre sin proponrselo, y consiguen liberar al hroe o herona, como ocurre con Hrcules enA