El Comercio. 23 de agosto del 2015.

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A16 l País El Comercio domingo 23 de agosto del 2015 TIERRA BALDÍA. Meraldo Umiña observa terrenos ya explotados y donde ya casi no queda oro. “Una alternativa era trabajar en zonas prohibidas, y la otra era intentar ser formal”, dice. Optó por la segunda, y no lo logró. Madre de Dios. Al centro poblado Bajo Puquiri nadie lo conoce por su nombre. Todos le dicen Delta 1, uno de los focos más antiguos de la minería informal e ilegal de Madre de Dios. La extracción ar- tesanal aquí comenzó hace tan- to tiempo que, a diferencia de los campamentosrecientesconstrui- dos con palos y un plástico azul, en esa localidad hay como una ciudad comprimida con su plaza dearmas(quetambiénesparade- ro y cochera y eventual cancha de fulbito), su mercado, sus ferrete- rías, un chifa y decenas de bares y burdeles.Peroloqueaquíllamala atención, además, es que muchos deestoslocales,sobretodolosclu- besnocturnos,hancerrado.Lase- ñal es inequívoca: el oro ya casi se acabó. Otramanerade saberqueaquí el mineral es ya escaso es la au- sencia de mineros ilegales, de sa- queadores que invaden cualquier concesión y, en el lapso de tiempo que demora el propietario en ex- pulsarlos, ya consiguieron sufi- cientes láminas de oro como para vivirantesdeinvadirotroterreno. “Son los desobedientes”, resume Meraldo Umiña, presidente de la Sociedad Nacional de Minería en Pequeña Escala. Umiña es, como miles de mi- neros de Madre de Dios, pune- ño. Él arribó a Delta 1 en 1983, mucho antes de que la fiebre del oro en Madre de Dios alcanzara los niveles tóxicos que ahora se conocen, y que la han conver- tido en una región en peligro biológico. Tiene concesionadas 100 hectáreas, pero los ‘desobe- dientes’ han ocupado casi toda su concesión, así que solo traba- ja en 30 hectáreas. Este dirigente, desde el 2002, comenzó a realizar los trámites para dejar la condición de in- formal y pasar a ser artesanal y formal. Pero no lo ha logrado. Él es uno de los 1.800 mineros informales que quedaron sus- pendidos en el limbo legal y que trabajan, hace años, junto a la delgada línea de la ilegalidad. EN EL LIMBO MINERO En julio de este año, después de varios meses, se retomaron las interdicciones de mineros ilegales en Madre de Dios, esta vez con Antonio Fernández Je- rí como jefe de la Alta Comisión en Asuntos de Formalización de la Minería. En el más reciente de estas operaciones, El Comercio acompañó a los 1.200 policías y cerca de 30 fiscales que intervi- nieron campamentos de absolu- ta ilegalidad en el sector conoci- do como Mega 15, en La Pampa, una de las áreas más afectadas por esta actividad. Estas operaciones buscan detener el trabajo de los ilega- les, es decir, de aquellos que no intentan acceder a la formali- zación y que toman cualquier punto de la selva para buscar oro, no importa si es un río (to- talmente prohibido) o la zona de amortiguamiento de la re- serva de Tambopata, como ya ocurre. En cambio a los informales, como Meraldo Umiña, no los intervienen la policía ni la fis- calía. Su dificultad es otra: por abstracciones legales, ninguno de ellos ha logrado formalizar- se y por un razón sencilla y a la vez complejísima: en el proceso se les pide un certificado de des- bosque (que autoriza el corte de árboles previo al trabajo mine- ro), pero la ley no indica qué en- tidad lo entrega. Explica Umiña: “Fui al gobierno regional, y ellos no dan ese certificado; Energía y Minas tampoco, igual la autori- dad forestal y agraria. No puedo cumplir la ley porque no tengo ante quién hacerlo”. En marzo del 2012, el enton- ces primer ministro Óscar Val- dés hizo una enorme promesa: “En Madre de Dios, en 12 meses como máximo, no va a haber mi- neros informales porque los va- mos a formalizar”. Ya pasó mu- chísimo más tiempo. ALTERNATIVA DE SOLUCIÓN Según el abogado ambientalista César Ipenza, para modificar la ley y designar a una entidad encargada de los certificados de desbosque se requiere solo un decreto supre- mo sectorial, no una nueva ley. FALTA DECISIÓN “Que no se haga es una muestra de dejadez”, opinó Ipenza. Él ha ase- sorado a varios gremios informa- les entrampados en la kafkiana le- gislación minera actual. MÁS OPERATIVO Antonio Fernández Jerí, jefe de la Alto Comisión de Asuntos de For- malización, anunció semanas atrás la elaboración de instrumentos le- gales que permitan el avance del proceso de formalización. ¿EN CAMINO? Por lo pronto, las operaciones de interdicción contra mineros ilega- les continúan en Madre de Dios, Puno, Cajamarca y Piura, entre otras regiones. ATRAPADOS SIN SALIDA LA FORMALIDAD SEPULTADA EL PESO DE LA LEY. El 11 y 12 de agosto, se llevaron a cabo operaciones de interdicción en zonas mineras altamente ilegales. FIN DE FIESTA. El oro ya casi se acabó en Delta 1. Una señal clara es el cierre de negocios como bares y burdeles. Más de 1.800 mineros informales de Madre de Dios no logran alcanzar la formalidad por vacíos legales nunca solucionados. Ellos están ahora a merced de los invasores ilegales que extraen oro en sus terrenos. La ley, esa otra selva “A los que quieren legalizarse se les pide un certificado que ninguna entidad estatal emite”. RICARDO LEÓN TEXTO DANTE PIAGGIO FOTOS

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A16 l País —El Comercio —domingo 23 de agosto del 2015

TIERRA BALDÍA. Meraldo Umiña observa terrenos ya explotados y donde ya casi no queda oro. “Una alternativa era trabajar en zonas prohibidas, y la otra era intentar ser formal”, dice. Optó por la segunda, y no lo logró.

Madre de Dios. Al centro poblado Bajo Puquiri nadie lo conoce por su nombre. Todos le dicen Delta 1, uno de los focos más antiguos de la minería informal e ilegal de Madre de Dios. La extracción ar-tesanal aquí comenzó hace tan-to tiempo que, a diferencia de los campamentos recientes construi-dos con palos y un plástico azul, en esa localidad hay como una ciudad comprimida con su plaza de armas (que también es parade-ro y cochera y eventual cancha de fulbito), su mercado, sus ferrete-rías, un chifa y decenas de bares y burdeles. Pero lo que aquí llama la atención, además, es que muchos de estos locales, sobre todo los clu-bes nocturnos, han cerrado. La se-ñal es inequívoca: el oro ya casi se acabó.

Otra manera de saber que aquí el mineral es ya escaso es la au-sencia de mineros ilegales, de sa-queadores que invaden cualquier concesión y, en el lapso de tiempo que demora el propietario en ex-pulsarlos, ya consiguieron sufi-cientes láminas de oro como para vivir antes de invadir otro terreno. “Son los desobedientes”, resume Meraldo Umiña, presidente de la Sociedad Nacional de Minería en Pequeña Escala.

Umiña es, como miles de mi-neros de Madre de Dios, pune-ño. Él arribó a Delta 1 en 1983, mucho antes de que la fiebre del oro en Madre de Dios alcanzara los niveles tóxicos que ahora se conocen, y que la han conver-tido en una región en peligro biológico. Tiene concesionadas 100 hectáreas, pero los ‘desobe-dientes’ han ocupado casi toda su concesión, así que solo traba-ja en 30 hectáreas.

Este dirigente, desde el 2002, comenzó a realizar los trámites para dejar la condición de in-formal y pasar a ser artesanal y formal. Pero no lo ha logrado. Él es uno de los 1.800 mineros informales que quedaron sus-pendidos en el limbo legal y que trabajan, hace años, junto a la delgada línea de la ilegalidad.

en el limbo mineroEn julio de este año, después de varios meses, se retomaron las interdicciones de mineros ilegales en Madre de Dios, esta vez con Antonio Fernández Je-rí como jefe de la Alta Comisión en Asuntos de Formalización de la Minería. En el más reciente de estas operaciones, El Comercio acompañó a los 1.200 policías y cerca de 30 fiscales que intervi-nieron campamentos de absolu-ta ilegalidad en el sector conoci-do como Mega 15, en La Pampa, una de las áreas más afectadas por esta actividad.

Estas operaciones buscan detener el trabajo de los ilega-les, es decir, de aquellos que no intentan acceder a la formali-zación y que toman cualquier punto de la selva para buscar oro, no importa si es un río (to-talmente prohibido) o la zona de amortiguamiento de la re-serva de Tambopata, como ya ocurre.

En cambio a los informales, como Meraldo Umiña, no los intervienen la policía ni la fis-calía. Su dificultad es otra: por abstracciones legales, ninguno de ellos ha logrado formalizar-se y por un razón sencilla y a la vez complejísima: en el proceso se les pide un certificado de des-bosque (que autoriza el corte de árboles previo al trabajo mine-ro), pero la ley no indica qué en-tidad lo entrega. Explica Umiña: “Fui al gobierno regional, y ellos no dan ese certificado; Energía y Minas tampoco, igual la autori-dad forestal y agraria. No puedo cumplir la ley porque no tengo ante quién hacerlo”.

En marzo del 2012, el enton-ces primer ministro Óscar Val-dés hizo una enorme promesa: “En Madre de Dios, en 12 meses como máximo, no va a haber mi-neros informales porque los va-mos a formalizar”. Ya pasó mu-chísimo más tiempo.

ALTERNATIVA DE SOLUCIÓN Según el abogado ambientalista César Ipenza, para modificar la ley y designar a una entidad encargada de los certificados de desbosque se requiere solo un decreto supre-mo sectorial, no una nueva ley. FALTA DECISIÓN“Que no se haga es una muestra de dejadez”, opinó Ipenza. Él ha ase-sorado a varios gremios informa-les entrampados en la kafkiana le-gislación minera actual. MÁS OPERATIVOAntonio Fernández Jerí, jefe de la Alto Comisión de Asuntos de For-malización, anunció semanas atrás la elaboración de instrumentos le-gales que permitan el avance del proceso de formalización.¿EN CAMINO?Por lo pronto, las operaciones de interdicción contra mineros ilega-les continúan en Madre de Dios, Puno, Cajamarca y Piura, entre otras regiones.

AtrAPADoS SIn SAlIDA

La formaLidad sepuLtada

EL PESO DE LA LEY. El 11 y 12 de agosto, se llevaron a cabo operaciones de interdicción en zonas mineras altamente ilegales.

FIN DE FIESTA. El oro ya casi se acabó en Delta 1. Una señal clara es el cierre de negocios como bares y burdeles.

Más de 1.800 mineros informales de Madre de Dios no logran alcanzar la formalidad por vacíos legales nunca solucionados. Ellos están ahora a merced de los invasores ilegales que extraen oro en sus terrenos.

La ley, esa otra selva

“A los que quieren legalizarse se les pide un certificado que ninguna entidad estatal emite”.

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